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El mismo Señor Jesucristo nos manda que dejemos venir a los niños a El. Para
nosotros, esto significa obviamente que debemos dar a los niños todas las ayudas
posibles para que ellos conozcan personalmente al Señor Jesucristo.
"Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón, y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes." (Deuteronomio 6:6-7)
Esta no es solamente una buena sugerencia o una opción entre muchas. ¡ES UN
MANDATO DE DIOS! Si no enseñamos a los niños la Palabra de Dios, somos
nada menos que desobedientes a Su mandamiento.
"Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura." (Marcos 16:15)
El Señor no mandó a Sus discípulos predicar solamente a los adultos, sino a todos
los seres humanos. Entonces, este mandato incluye tanto a niños como a adultos.
Este versículo lo hace bien claro que cada ser humano, desde el principio de su
vida, vive en el pecado, lo que significa, separado de Dios. Por tanto, ¡necesitan
desesperadamente la Salvación que Jesucristo nos ofrece! Nunca es demasiado
temprano para que escuchen el Evangelio, pero sí puede llegar el día cuando sea
demasiado tarde.
A algunos les gustaría cambiar este versículo y decir: "...por cuanto todos los
mayores de doce años pecaron..." Pero la Palabra de Dios no pone ningún límite
de edad. Esto confirma la enseñanza de Salmos 51:5, lo que leímos arriba.
"Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas,
¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había
descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se
regocija más por aquella, que por las noventa y nueve que no se
descarriaron.
Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda
uno de estos PEQUEÑOS." (Mateo 18:11-14)
Lee este capítulo (Mateo 18) desde el primer versículo, y verás que en todo este
pasaje, desde el verso 1 hasta el verso 14, Jesús está hablando acerca de los
niños. ¡La oveja perdida es un niño! Jesús enfatiza que el Padre no quiere que
algún niño se pierda. Obviamente, es necesario enfatizar esto porque ES
POSIBLE QUE UN NIÑO SE PIERDA. ¡Por esta razón es tan importante
"buscarlos" y darles la oportunidad de regresar al Buen Pastor! Esta es la
enseñanza implícita de esta parábola.
Consideraremos aquí solamente tres de las muchas promesas que la Biblia tiene
para los niños:
Dios prometió derramar Su Espíritu especialmente sobre los niños. Esto empezó a
cumplirse en el día de Pentecostés, y sigue cumpliéndose hasta nuestros días,
porque desde entonces el Espíritu Santo está en la tierra y sigue haciendo Su
obra. Pero es nuestra responsabilidad enseñar a los niños y ayudarles para que
ellos puedan experimentar este poder del Espíritu Santo que les es prometido.
"Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían de botín, y vuestros
hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá (a la Tierra
Prometida), y a ellos la daré, y ellos la heredarán." (Deuteronomio 1:39)
- Si tuvieras que escoger entre dos poblaciones para predicarles el Evangelio, una
población dura y cerrada contra Dios y otra abierta y con mucho deseo de
aprender, ¿cuál escogerías?
Es claro que en la población más abierta podemos esperar mucho más fruto. Y
además, de allí pueden salir futuros obreros que saldrán a las otras poblaciones
para evangelizarlos, y el Evangelio avanzará mucho más rápidamente. ¿Por qué
entonces la mayoría de las iglesias concentran sus esfuerzos misioneros en la
población más cerrada, los adultos, y pasan por alto la población más abierta, que
son los niños?
Los líderes deben demostrar ante la iglesia que la obra con niños es
importante:
- honrando a los maestros de Escuela Dominical ante la iglesia
- dándoles la oportunidad de compartir testimonios acerca de la obra con niños,
peticiones de oración, y necesidades materiales, en el culto general
- dando oportunidad para participaciones de los mismos niños en el culto general
(no solo presentaciones ensayadas, sino también testimonios espirituales.)
Los líderes deben canalizar obreros y recursos hacia la obra con niños:
- animando a los miembros de la iglesia que se involucren en esta obra
- proveyendo un presupuesto adecuado para la obra con niños
- incentivando a los buenos maestros que permanezcan en la obra con niños y se
especialicen en esta área.
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