You are on page 1of 25

LOS PRINCIPIOS PROCESALES

Dra. Claudia E. Zalazar


I.- INTRODUCCION
Los principios procesales constituyen pautas o directivas que provienen de un plano
supranormativo y, por lo mismo, pueden ser enmarcadas dentro de los aportes de la filosofía
del derecho procesal.
Han sido conceptualizados como “aquellos presupuestos políticos que determinan la
existencia funcional de un ordenamiento procesal cualquiera”1. Completando esta testitura se
ha dicho que “estas ideas rectoras informan con distinta intensidad cada sistema procesal
adjetivo imprimiéndole características propias y a su vez, resultan ajustadas por el legislador en
orden a valores superiores imperantes en un tiempo y lugar determinado”2.
Es decir que son lineamientos que debe tener presentes el legislador al momento de
legislar el derecho procesal y que deben ser seguidos por las partes en el transcurso del proceso
y por el juez al momento de dictar la resolución correspondiente.
No existe acuerdo entre los autores acerca del número y de la individualización de ellos.
Sosteniéndose que reviste los caracteres de “bifrontales” – cada uno tiene sus antítesis lógica,
por ejemplo oralidad –escritura-, “complementarios” –del sistema- y “practicidad” – no tienen
una finalidad netamente teórica-.
La doctrina tradicional viene mencionando desde antiguo que estas reglas o directivas
tienen específicas funciones. Sirven para:
a) Conformar la base previa sobre la que se habrán de estructurar las normas procesales.
b) Facilitar el estudio comparativo entre diversos ordenamientos procesales, ya sea
vigentes o bien derogados.
c) Ayudar en la hermenéutica del derecho procesal. En tanto, expresan valoraciones
jurídicas vigentes en un grupo social determinado, constituyen importantes
instrumentos auxiliares en la función interpretativa.
Los principios o reglas procesales no son estáticos sino que adquieren mayor o menor vigencia,
o cambian sus perfiles y alcances al compás de las modificaciones que experimenta la
conciencia axiológica y jurídica general de la comunidad que produce y, al mismo tiempo, rige
sus destinos mediante ese derecho.
Con las modificaciones introducidas por el Código Civil y Comercial a las reglas de
interpretación que debe tener el juez al momento de dictar su resolución “razonable”, sin dudas
que estos principios adquieren mayor importancia y vigencia.

II.- LOS PRINCIPIOS PROCESALES EN PARTICULAR


II.1.EL PRINCIPIO DISPOSITIVO

1
Díaz, Clemente A. Instituciones de Derecho Procesal Civil T. I, Ed. Abeledo Perrto Bs.As. 1968. pág. 212.
2
De De La Rúa, Angelina, De la Vega de Opl, Cristina G., Código Procesal Civil y Comercial T. I Ed. La Ley
pág. 129.
Si hay un principio que define al proceso civil, es el “dispositivo” , conforme al cual las
partes son las que manejan el proceso; lo que lo diferencia sustancialmente del sistema
“inquisitivo” que impregna el proceso penal.
Las definiciones clásicas de este principio establecen que el mismo consiste en "aquel en
cuya virtud se confía a la actividad de las partes tanto el estímulo de la función judicial como la
aportación de los materiales sobre los que ha de versar la decisión del juez"
De acuerdo con la versión originaria de este principio, en las contiendas civiles las partes -y
sólo las partes- son las dueñas del proceso, desde el momento en que poseen en forma
exclusiva y utilizan a su antojo la pretensión y la oposición a la misma, dos manifestaciones de
sus sendos derechos de acción.
Así se ha dicho que “El principio dispositivo deja en manos de los litigantes tanto el
estímulo de la función jurisdiccional como la aportación de los materiales sobre los que debe
versar la decisión del juez. A las partes incumbe fijar el alcance y contenido de la pretensión y
oposición, lo que se hace en la demanda y en su contestación. Aquí se produce una delimitación
del tema en debate, de “thema decidendum”, al cual queda sujeto el juez; de allí que la
sentencia no puede tomar en consideración hechos aducidos y cuestiones planteada con
posterioridad a la "litis contestatio" (arts. 327 y 330 del C. de P.C.). La fiel observancia de
aquel precepto hace a la congruencia que necesariamente debe existir entre la decisión y los
pedimentos de las partes (Ramacciotti, Compendio de Derecho Procesal Civil y Comercial de
Córdoba, Tº l, p. 802)” 3.
La mirada recae, entonces, sobre la imagen de dos sujetos procesales en igualdad de
condiciones disputando ante un juez-árbitro la vigencia de derechos netamente patrimoniales,
disponibles y cuyo resultado sólo a ellos interesa y a nadie más.
"En materia civil rige el principio NEMO JUDEX SINE ACTORE. Sin iniciativa de la
parte interesada, no hay demanda, y, en consecuencia, proceso". Además, "en un proceso
acentuadamente dispositivo, el principio de impulso procesal se halla confiado a las partes. No
existe, salvo texto en contrario, caducidad de términos procesales, si la parte contraria no
provoca esa caducidad mediante el instituto conocido con el nombre de acuse de rebeldía." 4
El principio se manifiesta a través de:
1. Iniciativa: no puede haber proceso sin petición de parte.
2. Impulso Procesal: no basta con plantear la demanda, sino que ése es el punto de inicio
de una serie de cargas técnicas a través de las cuales ambas partes -movidas por sus
propios intereses- deberán llevar adelante determinados actos regulados por los
Códigos rituales para evitar que la litis se estanque y muera por caducidad. Por su
parte el juez deberá esperar esta actividad de las partes para tomar decisiones, no
pudiendo adoptar medidas de impulso en forma oficiosa. Aquí aparece el vínculo entre
el principio dispositivo, la preclusión y su máxima expresión: la cosa juzgada. Por otra
parte, la contracara de la falta de impulso procesal, en nuestro ordenamiento, es la
posibilidad de peticionar la caducidad de esa instancia, lo cual también es a instancia de
la contraria, ya que no existe la posibilidad de declararla de oficio.

3
CCiv. y Com. 5ª Nom. Córdoba. A.I. nº 05 – 06-02-2009 – “Córdoba Bursátil S.A. c/ Asensio, Jorge Eduardo
Marcial y Otro – Presentación Múltiple Ejecutivos – Expte. nº 1052576/36”.

4
Couture, Eduardo J., "Principios de Derecho Procesal", Ed. Depalma, pag. 185 y ss.
3. Delimitación del thema decidendum: son las partes las que a través del planteo de las
pretensiones y defensas construyen el infranqueable cerco dentro del cual debe moverse
el juez para resolver el pleito (principio de congruencia).
4. Aportación de los hechos: las partes llevan al proceso los hechos constitutivos del
conflicto cuya solución se persigue. el juez no puede tener por existente un hecho que
las partes no introdujeron en el pleito; y, a la inversa, no puede negar la existencia de
aquello afirmado por los dos contrincantes.
5. Aportación de la prueba: el principio dispositivo manda que el aporte de los hechos a la
causa habrá de ser completo, esto es, no bastará con alegarlos -como se vio-, sino que
también habrá que acreditarlos. Tarea que, nuevamente, recaerá en forma exclusiva en
las partes. Ello no obsta a que el juez pueda realizar preguntas en la testimonial,
preguntas para el perito, etc; lo que si le corresponde a las partes es ofrecer dicho
medio probatorio.
6. Disponibilidad del derecho material: lo que significa que una vez que se entabla la
demanda "el actor puede abandonarla expresamente (desistimiento), tácitamente
(deserción), por acuerdo expreso con el adversario (transacción) o por abandono tácito
de ambas partes (perención o caducidad). El demandado, por su parte, puede allanarse
a la demanda", caso donde el juez está obligado a dictar sentencia en contra de este
sujeto procesal. Cabe aclarar que estas pautas sólo son plenamente aplicables respecto
de derechos disponibles.
7. Legitimación para recurrir: Si el proceso es de las partes, ellas y sólo ellas pueden
motorizar la revisión de lo decidido en la medida en que hayan sufrido un agravio
concreto.
8. Efectos de la cosa juzgada: Finalmente, como colofón de esta serie de manifestaciones
del principio dispositivo encontramos como regla básica que la sentencia afecta sólo a
las partes y con un mismo alcance a todas ellas.

Ahora bien, las normas procesales en general, y el código ritual cordobés reconoce
excepciones a dicho principio, entre las que podemos señalar:
1.- la declaración de oficio de la incompetencia material dispuesta por el art. 1º del
CPCC, la cual tiene un límite temporal: que el juez no se haya avocado a la misma.
Este último dispositivo, que limita la oportunidad para la declaración oficiosa de
competencia prevé: “Una vez que se hubiere dado trámite a una demanda o petición, el
tribunal no podrá declarar su incompetencia de oficio”.-
En esa senda y pese a conceder la aparente incompatibilidad predicable entre esa
proscripción legal y el carácter absoluto que inviste la competencia material, la jurisprudencia
local ha avalado el sentido pragmático que inspira el precepto adjetivo sub-comentario,
explicando: “…es indudable que entre las cosas que la ley puede hacer se halla la de
abandonar o atenuar estos dogmas -que no son más que conceptos o herramientas técnicas-
si considera que no satisfacen el interés general. Si la distribución de la competencia por
razón de la materia está establecida en su propio interés -en el interés general de la
comunidad-, parece evidente que la ley puede declinar ese interés para subordinarlo a otro
que considere de mayor utilidad para el bien general. No puede negarse, en una palabra, que
la ley puede privilegiar la economía de los pleitos a la especialidad de los jueces. Que puede
considerar más útil para la comunidad, si la incompetencia no es declarada por el juez en el
primer momento ni denunciada por las partes, que los pleitos se resuelvan rápido aunque sea
por magistrados no especializados.” 5
Pero también adquiere particular relevancia memorar que, incluso bajo la vigencia del
anterior ordenamiento adjetivo -ley 1419 y sus modif.- (que, por cierto, no contenía una
restricción semejante a la consagrada en el último párrafo del art. 1º, C.P.C. ley 8465), la Sala
Civil y Comercial - con distinta integración- ya había alertado la existencia de otros motivos
que justificarían, de todas maneras, desconocer a los órganos jurisdiccionales la alternativa de
declarar su incompetencia de oficio en un estado avanzado del proceso. 6
Así, en dicha ocasión se explicó: “…los principios de economía procesal y seguridad
jurídica imponen la necesidad de relegar aquel temperamento y, por tanto, respetar la sede ante
la cual se ha sustanciado la controversia”… “En efecto, no se compadecería con el principio de
economía de actividad, entendido como la pauta directriz que abona el logro de una
tempestiva, apropiada y eficaz prestación jurisdiccional, si tras la superación de todas las etapas
del proceso en primera instancia, recién al resolver la causa se efectuara una declaración de
incompetencia. Sólo piénsese en el esfuerzo, tiempo y gastos que se diluirán innecesariamente
con esta manifestación, inutilizando el trámite de un proceso que, sin haber aún concluido, se
tornará inexorablemente inicuo”, reflexiones éstas que llevaran, en definitiva, a concluir: “…es
mayor lesión declarar la nulidad de oficio de un proceso que ha arribado a la etapa decisoria,
por considerarse incompetente el Tribunal, que convalidar lo actuado permitiendo su
conclusión ante el mismo. Razones de seguridad jurídica, economía procesal y resguardo del
derecho de defensa en juicio avalan esta decisión.”.
El criterio plasmado en dicho precedente fue recientemente recordado en un fallo
dictado por la Sala Civil, en el que se resolvió la anulación del proveimiento dictado por una
Cámara de Apelaciones, que emitió su declaración de incompetencia por razón de la materia
oficiosamente, al momento de sentenciar”.7

2.- la declaración de nulidad de oficio prevista por el art. 78 del CPCC cuando la
misma surge de manera ostensible.
Dice Clemente A. Diaz “Se encuentra ínsito dentro del poder-deber de dirección que el
juez tiene sobre la causa, el de ejercer debidamente la función corrector, con la cual se tiende a
sanear y subsanar el proceso. Es obvio que, el juez no puede permanecer impasible ante los
actos procesales irregulares o procesales anulables; pues de allí que la función sanadora
preventiva a veces de evitar nulidades se podría transforman en decretar ex officio nulidades.”
Recordemos que para un sector de la doctrina y de la jurisprudencia, los jueces no
pueden invalidar resoluciones firmes, cuando el acto defectuoso ha sido consentido, puesto que
se alteraría el derecho de defensa y el principio de igualdad de los litigantes. Para otros, esta
opción sería procedente si se tratare de materia no disponible para las partes, como la
competencia federal material o la integración de la litis; ya que no podría hablarse de
convalidación del vicio.
En principio, de conformidad al principio dispositivo del proceso civil, se limitan las
facultades de los magistrados, por lo que por regla general, no se pueden pronunciar sobre
aspectos que las partes no han sometido a su jurisdicción: no pueden declarar la existencia de
una prescripción, no pueden dar más de lo que solicitó, ni declarar la invalidez de un acto que
no ha sido pedida. Sin embargo puede señalarse como excepción los casos en que el vicio
aparece de manifiesto en el acto y provoca una nulidad absoluta (discutido este último
término).

5
Cám. 3ª Civ. y Com. Cba., Sent. nº 124 del 09/10/2007, in re: “Morales, Carlos H. y ot. c/ Comuna de
Simbolar - Ordinario”, D.J. Año 6, Nº 1342 del 06/2/2008, pág. 1.
6
Tribunal Superior de Justicia de córdoba, Sala civil y Comercial, “Fassi, Juan Domingo c/ Rogelio Raúl
Canelo y otro - Apelación y Nulidad - Recurso Directo”, Sent. nº 182 de fecha 03/1198.
7
Tribunal superior de Justicia, Sala civil y Comercial, “Sociedad Civil Los Boulevares C/ Carrizo, Gabriel
Alberto Martin Y Otro- Ordinarios- Otros- Cuestión De Competencia Entre Camara 2da. Y 6ta. Nº
1660155/36”—Ai N° 293 Del 19.10.2015.
Para que el juez pueda proceder de oficio es menester que se conjuguen ambas
circunstancias, o sea que el vicio afecte el orden público (nulidad absoluta) y que aparezca de
manifiesto en el acto (acto nulo). En estos casos el juez ineludiblemente debe pronunciarse
declarando la invalidez del acto.
Se tiene en cuenta que el vicio que afecta al acto es de tal gravedad que atenta contra el
orden jurídico, lo que impide su convalidación y justifica la intervención del juez aunque no
haya mediado petición de parte.
El derecho debe ser respetado y por eso la sanción que se impone cuando se intenta
violarlo es tan seria que no acepta subsanación ni confirmación por el transcurso del tiempo.
Esta posibilidad de declarar de oficio las nulidades procesales, puede ser ejercida en
cualquier instancia de la causa por la índole del vicio detectado; aún cuando llegue el juicio a
conocimiento del TSJ por vía de un recurso extraordinario.
En conclusión, existirían nulidades absolutas en los casos en que se encuentra interesado el
orden público, en los cuales, aun cuando el afectado hubiera consentido el defecto, se impone
la declaración de nulidad.
Se ha dicho que en estos casos que aún cuando las formas no tienen un fin en sí mismas, y
que en principio la informalidad no acarrea nulidad, existen formalidades estatuidas de modo
imperativo para salvaguardar principios de orden público y como vía indirecta de asegurar la
justicia del caso. Entre los casos de aplicación se debe citar: la falta del juez natural; la
prejudicialidad penal y la indebida integración de la litis. 8
Anteriormente se consideraba que esta nulidad debía ser declarada en los casos de las
acciones de consumo cuando se hubiera omitido la intervención del Ministerio Público Fiscal 9,
criterio que ha sido modificado y morigerado por el Tribunal supremo, ya que el único
agraviado es el propio Ministerio y es el que debe solicitar la nulidad..-10
Así se ha dicho que “A mérito de todo lo expuesto y en especial consideración a la naturaleza
supraindividual de los intereses que la ley impone al M.P.F. tutelar en los procesos de consumo
en los que no interviene como parte (los cuales, como se dijo, trascienden el mero interés
patrimonial del consumidor), no cabe más que concluir que la postrer alternativa de
convalidación reviste carácter excepcional y, como tal, debe ser interpretada con criterio
restrictivo, correspondiendo descartarla cuando el representante del M.P.F., lejos de concurrir
al saneamiento de las actuaciones cumplidas en su ausencia, haya promovido su nulidad. 11

3.- la declaración de la cosa juzgada del art. 141 del CPCC


Si bien la mencionamos entre las excepciones, de conformidad al art. 141 del CPCC la
cosa juzgada puede ser opuesta por las partes y por el mismo juez de oficio en cualquier
instancia de la causa; con lo cual no tiene la limitación de plazo de interposición como las
excepciones dilatorias y las perentorias (contestación de la demanda).
En primer lugar debemos remarcar que la cosa juzgada que debe oponerse es la material, o
8
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Guzmán Luis Gaspar y otra c/ Gustavo
Spinozzi y otro- Acción autónoma de nulidad- Recurso de Casación”, Sentencia Nº 48 del 21.04.05, Diario
Jurídico Nº 711 del 02/05/05.
9
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Jiménez Tomás c/ Citibank N.A. y otra –
Ordinario-Recurso Directo”, Sentencia N° 72 del 21/07/03, Semanario Jurídico Nº 1424 p.307.
10
Tribunal Superior De Justicia, Sent N° 62 Del 03/06/2015“Fernández, Ruperto C/ Libertad S.A. – Ordinario
– Cobro De Pesos – Recurso De Apelación – Recurso De Casación” (F 28/13) (Expte. Nº 1741312/36)” La Tesis
Expuesta Luego Fue Mantenida Por El Máximo Tribunal En Auto N° 162 De Fecha 28/06/2016 In Re “Lucero
Páez, Agustín Ezequiel C/ Jumbo Ratail Argentina S.A. – Supermercado Vea – Ordinario – Daños Y Perj –
Otras Formas De Respons. Extracontractual” – Expte. N° 1507097/36 Y Sent. N° 72 De Fecha 28/06/2016 In
Re“Olocco, Franco Ariel C/ Berkley Internacional Seguros S.A. – Ordinario – Cobro De Pesos – Recurso De
Casacion” – Expte. N° 1575952/36).
11
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, “Lerner María Celeste C/ Aguas Cordobesas Sociedad Anónima –
Ordinario -. Daños Y Perjuicios – Otras Formas De Respons. Extracontractual – Recurso Directo (Civil) –
Expte. 2684404/36, AI Nº 232 Del 13.10.16
sea la que adquiere inmutabilidad de la causa, a los fines de que las partes no puedan ser
juzgadas dos veces sobre la misma cuestión y menos aún que se dicten sentencias
contradictorias. Por eso, si la decisión que se ha dictado no ha constituido cosa juzgada
material sino sólo formal, la excepción no será procedente. Es por ello que “la doctrina
moderna atribuye a la cosa juzgada la entidad de ser una cualidad de las sentencia conferida por
la ley y que se manifiesta cuando ella adquiere inmutabilidad” .12
Guasp al hablar de los requisitos de la cosa juzgada material expresa: “También, exige, en
segundo lugar, un fallo que recaiga de modo efectivo sobre el fondo de litigio planteado, esto
es, que examine la pretensión en cuanto a sus últimos fundamentos. Si la pretensión, aún
recogida por el órgano jurisdiccional, no es discutida en cuanto al fondo por falta de algún
requisito previo que lo impida, esto es, por falta de alguno de los llamados presupuestos
procesales, la cosa juzgada verdaderamente no se produce. La imposibilidad ulterior de
controvertir la resolución que juzgue acerca de tal requisito, se explica por la fuerza de la
preclusión y no por la de la cosa juzgada...” . 13
Es concordante la opinión de Palacio al afirmar que “… Si se atiende al contenido de la
sentencia, su calidad de cosa juzgada se halla condicionada a la circunstancia de que recaiga
sobre la fundabilidad de la pretensión, o de que deniegue la actuación de ésta por no concurrir
algún requisito intrínseco de admisibilidad (legitimación, interés y posibilidad jurídica). No se
genera en cambio la cosa juzgada respecto de las sentencias que declaran la inadmisibilidad de
la pretensión por la falta de algún requisito extrínseco, por cuanto ello no obsta a que la misma
pretensión, obviadas las deficiencias de que adolecía, sea nuevamente propuesta o adquiera
ulterior eficacia....” . De manera coincidente se ha expedido la jurisprudencia al decir: “La
excepción de cosa juzgada sólo debe admitirse cuando surge con evidencia que la sentencia
firme no puede coexistir con el nuevo reclamo, porque se contradicen y resultan
incompatibles, lo que no se da cuando en el juicio anterior se promovió con documentación
insuficiente que se completó en el posterior…. 14

4.- el pedido de las medidas de esclarecimiento en la prueba pericial previstas por


el art. 279 del CPCC. La posibilidad de pedir medidas de esclarecimiento, conforme al cual
una vez producido el dictamen oficial el juzgador puede disponer que se amplíe el dictamen
deficiente u ordenar que se nombren otros peritos, sin que la medida pueda ser recurrida por las
partes, ya que se trata del ejercicio de una facultad potestativa, implícita en su poderes
instructorios. El ejercicio de esta potestad es facultativa para el juez, por lo que no está
impuesta como un deber sino como algo que el juez puede ordenar guiado por la necesidad y
su prudencia;15 y lo que es muy importante, es que esta decisión no es recurrible por las partes.

5.- las medidas para mejor proveer previstas por el art. 325 del CPCC.
Podemos decir desde una visión actual, que se trata de aquellas medidas de carácter
probatorio que adopta el juez de la causa, a los fines de resolver las cuestiones que le han sido
traídas para ser resueltas, de modo tal que dicho decisorio sea acorde con lo que se ha dado en
llamar “verdad jurídica objetiva”16. Es oportuno aclarar que “La verdad jurídica objetiva es un
concepto superador de la tradicional verdad “formal”, pues con ella lo que se pretende es que

12
De la Vega de Opl, Cristina y Ferreyra de De la Rúa, Angelina, “Código Procesal Civil y Comercial -Comentado y
Concordado”-, Tomo I, Ed. La Ley, p. 215.

13
GUASP, Jaime, “Derecho Procesal Civil”, Tomo Primero, p. 557/558.
14
CNCiv., Sala E, “José Minetti y otro v. Compañía Azucarera Bella Vista S.A.”, 14/11/90, Lexis Nexis Nº
14/79155.
15
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Amado Sergio Eduardo c/ Tomás
Fernández y otro-Ordinario-Recurso Directo”, Auto Interlocutorio Nº 422 del 26/11/93, Actualidad Jurídica On
Line, código 5700.
16
Baste por ahora decir que es un concepto teórico que va más allá de la verdad formal propia del Sistema
dispositivo.
los jueces dirijan el proceso y ejerzan en forma efectiva sus poderes de dirección e instrucción
para cumplir con su función pacificadora y de justicia”17.
Se han esbozado a nivel doctrinario varias definiciones sobre esta figura procesal. Así el
Dr. Vénica, sostiene que se trata de “…una facultad otorgada por la ley procesal al tribunal, de
naturaleza exclusivamente probatoria, que tiene por objeto la averiguación de la verdad jurídico
objetiva, para aclarar dudas, adquirir mayor ilustración o completar información para formarse
conciencia del tema que va a resolver, pues en caso contrario se vería obligado a decidir sin
haber llegado a la convicción”18.
Peyrano sostiene que "...son facultades de carácter discrecional que puede emplear el
juez, preocupado por la sospecha de que las pruebas aportadas al proceso no son suficientes
para esclarecer la verdad real o histórica, en tanto y en cuanto su ejercicio se erija en un mero
corrector del principio dispositivo, y no en su verdugo"19.
Couture las define como aquellas: "... medidas probatorias, dependientes de la iniciativa
del juez, para mejorar la información que se le ha suministrado, formando parte de la génesis
lógica de la sentencia" 20.
Y a mayor abundancia Ferrer Martinez expresa que “La facultad del juez en las medidas
para mejor proveer constituye una excepción a esta regla, aquí el magistrado actúa
inquisitivamente ya que sin que se lo pidan las partes puede ordenar todas estas actuaciones
tendientes a esclarecer los hechos que van a ser motivo de su decisión”21.
La jurisprudencia por su parte ha dicho: “Cuando la realidad objetiva se presenta ante el
juez de tal manera que éste pueda advertir la trascendencia de determinados hechos para la
dilucidación del pleito, sus facultades instructorias deben esmerarse para lograr la confirmación
jurídica de aquéllos. La actividad que el órgano jurisdiccional despliegue en ese sentido no
puede verse obstaculizado por un excesivo respeto a las formas del el juez puede ordenar
guiado por la necesidad y su prudencia22.

6.- la aplicación del principio “iura novit curia”


Conforme con la regla "iura curia novit" el juez tiene no sólo la facultad sino también el
deber de discurrir los conflictos litigiosos y dirimirlos según el derecho vigente, calificando
autónomamente los hechos y subsumiéndolos en las normas jurídicas que los rigen, con
prescindencia de los fundamentos que enuncien las partes.
. En este sentido ha expresado reiteradamente el Máximo Tribunal Federal “...es privativo de
los jueces el calificar las pretensiones de las partes, facultad que deriva de la regla iura novit
curia, cuyo ejercicio no comporta agravio constitucional (Fallos 300-1074; 312-195). Con
arreglo a dicho principio, el juez no sólo tiene la facultad sino también el deber de discurrir los
conflictos y dirimirlos según el derecho aplicable, calificando autónomamente la realidad fáctica
y subsumiéndola en las normas jurídicas, con prescindencia de los fundamentos que enuncien
las partes. Esa potestad propia de los jueces deriva de los principios esenciales que organizan la
función jurisdiccional (...) Que el ejercicio de esta facultad-deber -por la que se determina el
régimen normativo pertinente para la solución del litigio- sólo puede ser cuestionado sobre la
base de demostrar que se han alterado los presupuestos fácticos del caso o la causa petendi
(Fallos 307-919; causa M.806.XXII, "Mapuche Country Club Asociación Civil v. López de
17
Abellaneda Román, “Potestades probatorias de los jueces”, Semanario Jurídico N° 1614, pág. 893.-
18
Vénica, Código de Procedimiento Civil y Comercial, tomo III, Ed. Lerner, Córdoba, pag.119.
19
Peyrano, Jorge, "El proceso civil", Ed. Astrea de Alfredo y Ricardo Depalma, Buenos Aires, 1978.
20
Couture, Eduardo, "Teoría de las diligencias para mejor proveer", "Casa A. Barreiro Ramos", S.A.,
Montevideo, 1932, cit. en "Medidas para mejor proveer: ¿verdad formal o verdad real?", p. 71, Jurisprudencia
Santafesina, Revista de Doctrina y Jurisprudencia de la Provincia de Santa Fe N° 41-42, Director Dr. Jorge
Peyrano, Ed. Jurídica Panamericana, Santa Fe, año 2000)
21
.” Ferrer Martinez, R. – Director-, ob. cit., pág. 587/588.-
22
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Amado Sergio Eduardo c/ Tomás
Fernandez y otro-Ordinario-Recurso Directo”, Auto Interlocutorio Nº 422 del 26/11/93, Actualidad Jurídica On
Line, código 5700.
Marsetti, Hebe Edith y otros" [3], del 18/9/90, es decir, cuando se modifican de ese modo los
elementos objeto de la demanda o de la oposición) (Fallos 306-1993), con la consiguiente
lesión del derecho de defensa.23
En el mismo sentido se ha dicho que El principio “iura novit curia” significa precisamente
eso: el Juez debe fallar conforme a la relevancia jurídica que surge de la naturaleza de los
hechos, no obstante que ella sea distinta a la otorgada por las partes. El tribunal no puede
tomar como causa o fundamento de la acción solamente el “nomen juris” utilizado por el
actor, desentendiéndose de los hechos descriptos en la demanda, porque si aquél no coincide
con estos su deber es proveer a la hipótesis fáctica y no a la definición técnica empleada por
el demandante. El contenido de la demanda no se determina por el concepto jurídico que
haya usado el actor para definir los hechos, sino por los hechos mismos, independientemente
de toda clasificación. La labor de subsunción, es decir, el encuadramiento del material
fáctico dentro de una categoría o concepto jurídico debe hacerlo el Juez “a posteriori”, para
determinar las consecuencias que la ley hace derivar de la realidad de los hechos, esto es,
para verificar en que medida el petitum esta autorizado por el ordenamiento jurídico. 24
Conforme con la regla "iura curia novit" el juez tiene no sólo la facultad sino también el deber
de discurrir los conflictos litigiosos y dirimirlos según el derecho vigente, calificando
autónomamente los hechos y subsumiéndolos en las normas jurídicas que los rigen, con
prescindencia de los fundamentos que enuncien las partes.25
Por ello, no existe violación al principio de congruencia cuando el juez aplica una
norma diferente a las invocadas por las partes, en tanto y en cuanto el juez no queda obligado
ni atado, como sucede con los hechos.

7.- la posibilidad de la declaración de oficio de la inconstitucionalidad de una


norma en un proceso determinado, conforme a los actuales lineamientos de la CSJN. 26 El Alto
Cuerpo inaugura sin retaceos el control oficioso de constitucionalidad, con las siguientes
consideraciones: “2º) Que reiteradamente ha señalado esta Corte que “es elemental en nuestra
organización constitucional, la atribución que tienen y el deber en que se hallan los tribunales
de justicia, de examinar las leyes en los casos concretos que se traen a su decisión,
comparándolas con el texto de la Constitución para averiguar si guardan o no conformidad con
ésta, y abstenerse de aplicarlas , si las encuentran en oposición con ella (Fallos: 311: 2478,
entre muchos otros) 3º)Que, asimismo, cabe recordar que si bien es exacto que los tribunales
judiciales no pueden efectuar declaraciones de inconstitucionalidad en abstracto, es decir, fuera
de una causa concreta en la cual deba o pueda efectuarse la aplicación de las normas
supuestamente en pugna con la Constitución, no se sigue de ello la necesidad de petición
expresa de la parte interesada, pues como el control de constitucionalidad versa sobre una
cuestión de derecho y no de hecho, la potestad de los jueces de suplir el derecho que las partes
no invocan o invocan erradamente –trasuntado en el antiguo adagio iura novit curia- incluye el
deber de mantener la supremacía de la Constitución (art. 31 de la Carta Magna) aplicando, en
caso de colisión de normas, la de mayor rango, vale decir, la constitucional, desechando la de
rango inferior (Fallos: 306:303, considerando 4º del voto de los jueces Fayt y Belluscio) 4º)

23
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Rubio, Nélida V. c. Filippini, Víctor H. y otro”, 17/11/94, JA 1995-
III-514.

24
(T.S.J. Auto nº 409 de 1990).

25
CNCiv. -Sala H- 26/8/2005 "Diment, José Edgardo c/Silberman, Norberto Reinaldo y otros s/simulación
26
CSJN “Recurso de hecho en Banco Comercial de Finanzas S.A. (en liquidación Banco Central de la
República Argentina s/Quiebra” (fallo del 19/8/04) .
Que, además, se consignó que no podía verse en ello la creación de un desequilibrio de poderes
a favor del judicial y en mengua de los otros dos, ya que si la atribución en sí no es negada,
carece de consistencia sostener que el avance sobre los otros poderes no se produce cuando
media petición de parte y sí cuando no la hay. Tampoco se opone a la declaración de
inconstitucionalidad de oficio la presunción de validez de los actos administrativos o de los
actos estatales en general, ya que dicha presunción cede cuando se contraría una norma
jerárquica superior, lo que ocurre cuando las leyes se oponen a la Constitución. Ni, por último,
puede verse en ella menoscabo del derecho de defensa de las partes, pues si así fuese debería
también, descalificarse toda aplicación de oficio de cualquier norma legal no invocada por ellas
so pretexto de no haber podido los interesados expedirse sobre su aplicación al caso. 27

8.- la declaración de oficio del abuso del derecho. El Tribunal Supremo ha


considerado que debe admitirse la posibilidad de que se apliquen de oficio los postulados de la
teoría del abuso del derecho, sin necesidad de previa invocación expresa de la parte que sufrió
las consecuencias del abuso.28 Sin dudas que el nuevo artículo 10 del Código Civil y Comercial
realza esta posibilidad, incluso ya no sólo como un derecho sino como un deber de los jueces
de erradicar el abuso del derecho (y por ende el abuso procesal).

9.- las medidas urgentes o cautelares que pueden ordenarse en procesos


determinados, los que hoy se encuentran consagrados no sólo por las normas procesales sino
también por las normas sustanciales del código Civil y Comercial de la Nación, como son las
medidas urgentes y conservatorias en los procesos sucesorios (vgr. Arts 649 y 650 del CPCC y
arts. 2325 CCCN), las medidas de seguridad en los casos de los juicios de restricción a la
capacidad (art. 34 CCCN y 835 del CPCC), etc.
En el sistema dispositivo clásico se limitan los poderes del juez, quien era considerado
como un simple espectador. Así el principal efecto del sistema dispositivo es la limitación de los
poderes del juez: éste no procede de oficio (NE IUDEX PROCEDAT EX OFFICIO) y sólo
conoce del litigio en la extensión que las partes quieren hacerle conocer, de tal manera que los
hechos incontrovertidos deben ser admitidos como ciertos y las afirmaciones y pruebas
aportadas por las partes constituyen los únicos fundamentos de la sentencia" 29
Con posterioridad, se ha ideo acrecentando los poderes del juez como director del
proceso, lo que ha sido plasmado en el Código Civil y Comercial de la Nación. Entre las
medidas o poderes oficiosos del juez, podemos mencionar:
a) Se establecen amplias facultades del juez en todos los procesos relativos a las
limitaciones de la capacidad: nombrar los apoyos necesarios, dictar medidas cautelares
urgentes, entrevistar personalmente al presunto incapaz, etc
b) En la tutela y curatela puede dictar medidas oficiosas para prevenir daños al tutelado.
c) Debe realizar de oficio la inscripción de la afectación de la vivienda cuando hay
menores e incapaces y ha sido dispuesta por actos de última voluntad
d) En materia de prevención de daños el art. 1713 CCCN establece que la sentencia que
admite la acción preventiva puede disponer de oficio obligaciones da dar, hacer o no hacer
ponderando los criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para asegurar la
eficacia en la obtención de la finalidad. Y cuando resulte que la punición es excesiva, el juez
puede dejarla sin efecto total o parcialmente (art. 1714 CCCN).
27
Cámara 2ª en lo Civil y Comercial De Córdoba, “Banca Nazionale Del Lavoro S.A. C/ Ferreira Carlos
Horacio Y Otro – Ejecucion Hipotecaria” (Expte. N° 374178/36), Auto Nº 5 Del 08.02.07, Recibido Por Correo
Electrónico.
28
Tribunal Superior De Justicia De Córdoba, "Accotto Remo Alejandro C/ Ramonda Santiago - Ordinario -
Recurso Directo" (Expte. A 18/12), Sentencia N° 155 del 19.09.13.
29
Alsina, Hugo, "Derecho Procesal", I, Parte General, Pag. 448.
e) La posibilidad de establecer el proceso a seguir en las acciones posesorias cuando no
se encuentran determinadas en las leyes procesales (art. 2246 CCCN).
f) La facultad de modificar de oficio las estipulaciones de las partes en los contratos
cuando se viole el orden público (art. 960 CCCN)
g) Declarar de oficio la caducidad de los derechos en materia no disponible por las
partes (art. 2572 CCN)
h) Reducir los intereses cuando la tasa fijada o el resultado que provoque la
capitalización de intereses excede, sin justificación y desproporcionadamente, el costo medio
del dinero para deudores y operaciones similares en el lugar donde se contrajo la obligación.
(art.771 CCCN )
i) Ordenar en los juicios de usucapión cuando no haya sido pedido por la parte la
anotación de litis (art.1905 del CCCN); etc

II.2. EL PRINCIPIO DE CONTRADICCIÓN


También llamado de bilateralidad o de controversia, deriva de la cláusula constitucional
que asegura la inviolabilidad de la defensa en juicio de la persona y de los derechos (art. 18,
Constitución Nacional), aunque es inseparable de toda administración de justicia organizada.
En términos generales, implica la prohibición de que los jueces dicten alguna resolución
o dispongan la ejecución de alguna diligencia procesal sin que, previamente, hayan tenido
oportunidad de ser oídos quienes pudieran verse directamente afectados por tales actos.
La vigencia del principio de contradicción requiere, fundamentalmente, que las leyes
procesales acuerden, a quienes se encuentren en las situaciones mencionadas, una suficiente y
razonable oportunidad de ser oídos y de producir pruebas. No exige la efectividad del ejercicio
de tales derechos. De allí, por ejemplo, que las leyes procesales estructuren el llamado proceso
contumacial o en rebeldía, el cual puede desenvolverse válidamente, y en su integridad, sin la
intervención del demandado que es debidamente citado al proceso y se abstiene
voluntariamente de comparecer a él, o bien proseguir con prescindencia de la participación de
cualquiera de las partes que lo abandona después de haber comparecido.
En el caso de las medidas cautelares, y de conformidad al art. 156 del CPCC las mismas
deben dictarse inaudita parte. Ello significa que ante la petición, el Tribunal resuelve conceder
o no la cautelar, tomando en cuenta si se cumplen los presupuestos de las mismas, en base
solamente a la petición del interesado; es decir, sin contradictorio. Esta regla parte de la
premisa que si se le notificara al afectado, este tendría la posibilidad de frustrar el objeto a que
tiende. La notificación de la medida, es efectuada después de haber sido cumplida (art. 156
CPCC); por lo que el embargado dispondrá de los medios impugnativos una vez cumplida la
providencia;30 medida que tiende justamente a renacer el principio de la contradicción.
Este principio tiene vigencia absoluta y rige aun para el caso que se produzca prueba
anticipada, en la cual el art. 487 del CPCC prescribe la obligación de que se tramite con la
intervención de la parte contraria, o en caso de urgencia con el Asesor Letrado, pero siempre
garantizando el contradictorio. Lo mismo sucede cuando el tribunal despacha de oficio un
medio de prueba (art. 325 del CPCC –medidas para mejor proveer-).
Así, en el caso de la medidas cautelares como en los procesos de ejecución, que
excluyen la posibilidad de que en ellos se deduzcan defensas o excepciones concernientes a la
existencia o legitimidad de la relación jurídica sustancial, o fundadas en hechos anteriores a la
creación del título ejecutivo (judicial o extrajudicial) que le sirve de fundamento, en ninguno de
30
Cámara 5ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Cormetto Fernando Pablo c/ Astolfi Adriana Rosa-Ordinario-
Daños y perjuicios-Accidente de tránsito-Cuerpo de copia a los fines de la apelación”, Auto Interlocutorio Nº
413 del 22.11.07, Semanario Jurídico Nº 1645 p.233.
esos casos media una derogación del principio que nos ocupa, sino, simplemente, una
postergación o aplazamiento momentáneo de su vigencia estricta.
Su proveimiento en forma unilateral, es una forma de garantizar la efectividad y
concreción de la medida. Sin embargo en el caso de las tutelas anticipadas, aunque la petición
se encuentre en la órbita de una medida cautelar innovativa, las peculiaridades de la misma
imponen el contradictorio. Esto así, pues al adelantarse todos o alguno de los efectos de la
sentencia a dictarse, debe permitirse a la accionada el ejercicio de su derecho de defensa. 31 Sin
embargo se ha considerado que cuando la urgencia avance de un peligro en lademora a un
peligro de evitar un daño, este principio debe desvanecerse frente a uno de mayor importancia
como es el de evitar o prevenir los daños, sobre todo cunado se encuentra en juego la vida o
salud de las personas.

II.3. LOS PRINCIPIOS DE ESCRITURA Y DE ORALIDAD


Estos principios se vinculan con la forma de expresión que ha de observarse para
aportar la materia de la decisión judicial. De allí que regirá el principio de escritura, o el de
oralidad, según que la sentencia deba fundarse tan sólo en aquellas alegaciones y pruebas que
se hayan producido, respectivamente, por escrito o de palabra.
Sin embargo, como lo hace notar CHIOVENDA, "es difícil concebir hoy un proceso
escrito que no admita en algún grado la oralidad, y un proceso oral que no admita en algún
grado la escritura".
Se han señalado con ventajas e inconvenientes que:
1) El de escritura exhibe la ventaja de proporcionar fijeza o permanencia a la actividad
desplegada durante el curso del proceso que, en tanto queda documentada en el expediente
permite su examen en cualquier momento, particularmente en las instancias superiores. Sin
embargo, como inconveniente se señala la complejidad formal y consecuente lentitud, derivadas
del sistema de comunicación que inevitablemente debe instituir entre las partes y entre éstas y el
órgano judicial.
2) El principio de oralidad presenta, entre sus principales ventajas, la de simplificar el
procedimiento y establecer una estrecha vinculación entre los jueces, las partes y los órganos de
prueba. Tiene en cambio el inconveniente representado por los equívocos a que pueden
conducir eventuales deficiencias de memoria o de concentración en los jueces que asisten a las
audiencias, particularmente cuando éstas son prolongadas.
En nuestra Provincia, y a pesar de la corriente de implementación del principio de la
oralidad como un sistema de resguardo a la efectividad del servicio de justicia en un tiempo
razonable, sigue primando el proceso escrito y la petición de ciertas formalidades para los actos
procesales en general.
Sin duda alguna debemos agregar en este principio, la implementación o adecuación de
los procesos a las nuevas tecnologías, partiendo del documento electrónico y los demás
supuestos (chats, mails, el uso del SAC etc), como a los supuestos de plena aplicación de los
mismos como son las notificaciones y órdenes de pago como asimismo la subasta electrónica.
31
Lazzarano, Laura G., “Ejecución anticipada de la sentencia”, Zeus Córdoba, T. 1, pág. 939; Peyrano, Marcos
L., “La jurisdicción oportuna” en Sentencia anticipada, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2000, pág. 326;
Eguren, María Carolina, “La jurisdicción oportuna”, Op. cit. pág. 302; esta Cámara in re “Morardo, Julio Angel
y Otro c/ Municipalidad de la Ciudad de Alta Gracia – Recurso apelación exped. Interior (civil) Abreviado –
Cuerpo de copias” Auto n° 685 del 28 de diciembre de 2012).
En este último sentido es dable señalar lo prescripto por el art, 286 cuando establece
que la expresión escrita puede hacerse constar en cualquier soporte, siempre que su contenido
sea representado con texto inteligible, aunque la lectura exija medios técnicos.

II.4. EL PRINCIPIO DE PUBLICIDAD


El principio de publicidad requiere que los actos procesales puedan ser presenciados o
conocidos incluso por quienes no participan en el proceso como partes, funcionarios o
auxiliares. Reconoce fundamento en la conveniencia de acordar a la opinión pública un medio
de fiscalizar la conducta de magistrados, litigantes y auxiliares judiciales.
La determinación de las causales de excepción al principio de publicidad queda librada
en cada caso al prudente arbitrio de los jueces, contra cuyas resoluciones en tal sentido no cabe
recurso alguno, salvo que mediante ellas se excluya la comparecencia de alguna de las partes, o
de sus letrados o apoderados.
Con relación a la consulta de expedientes judiciales, el principio de publicidad se halla
sujeto a diversas restricciones; como así también la divulgación de las resoluciones judiciales
cuando se encuentren en juego los derechos de personas de alta vulnerabilidad (vgr niños,
personas con restricción a la capacidad, etc donde se pide por ejemplo la inicialización para las
carátulas del expediente).
Otro tema que hace al principio de la publicidad, es el relativo a la relación de los jueces
o el tribunal con la prensa, la cual debe respetar también determinados principios
constitucionales, y que exceden al presente trabajo

II.5. EL PRINCIPIO DE PRECLUSIÓN


Enseña J. Ramiro Podetti que el vocablo preclusión, que deriva del vocablo latino
praeclusio que significa la acción de cerrar, encerrar, impedir o cortar el paso. Es de
imponderable eficacia para aclarar conceptos y delimitar institutos, como el de cosa juzgada y
los efectos de los plazos procesales. Sin embargo, no resulta fácil su definición.
Chiovenda por su parte dice "entiendo por preclusión la pérdida, o extinción o
caducidad de una facultad procesal, que se produce por el hecho: a) o de no haberse observado
el orden señalado por la ley para su ejercicio, como los términos perentorios o la sucesión legal
de las actuaciones o de las excepciones; b) o por haberse realizado un acto incompatible con el
ejercicio de la facultad, como la proposición de una excepción incompatible con otra, o la
realización de un acto incompatible con la intención de impugnar una sentencia; c) o de haberse
ejercitado ya una vez válidamente la facultad (consumación propiamente dicha)".
El efecto de la preclusión es, en primer lugar, la clausura de un estadio procesal, sea por
el ejercicio de un derecho (contestación de la demanda), o por el transcurso de un plazo y el
instituto de la rebeldía o decaimiento de un derecho procesal (incontestación de la demanda,
acusación de rebeldía), o por una resolución judicial firme (rechazo de las excepciones previas).
El principio de preclusión reconoce su fundamento en motivos de seguridad jurídica y
en la necesidad de lograr una administración de justicia rápida dentro de lo razonable, evitando
así que los procesos se retrotraigan a etapas ya superadas y se prolonguen indefinidamente.
Los actos procesales se precluyen cuando han sido cumplidos observando las formas
legales. La preclusión impide que en un proceso se retrograden etapas y actos para discutir
algo ya superado, o que se reabran plazos procesales transcurridos, o que se rehabiliten
facultades procesales después de vencidos los límites legales para su ejercicio.
El efecto propio del principio de preclusión es impedir nuevos planteos sobre cuestiones
ya decididas en forma expresa o implícita. Este principio se aplica por ejemplo en los sistemas
recursivos; así se plantea el recurso de reposición y se omite plantear la apelación en subsidio,
no podrá ejercerse después dicha impugnación por aplicación del principio de preclusión.
Ahora bien, es dable mencionar que en el caso del incidente de nulidad por vicios de la
citación inicial, si resulta procedente, se quiebra ese principio de preclusión ya que el proceso
se retrotrae a la primera notificación de la demanda, y sin importar el estadio procesal en que se
encuentre el juicio. Lo mismo sucede en aquellos casos en que se declara la nulidad absoluta
del proceso por falta de debida integración de la Litis, prejudicialidad, etc.
El concepto de preclusión no debe confundirse con el de cosa juzgada, aunque ellos
guardan entre sí alguna relación. Es inherente a la cosa juzgada, en efecto, la incontestabilidad
futura del bien reconocido o negado en una sentencia definitiva; incontestabilidad que puede
hacerse valer en el proceso en el que aquélla se dictó o en cualquier otro proceso. La cosa
juzgada produce, pues, efectos fuera del proceso, por cuanto, al alcanzar la sentencia dicha
calidad, la declaración de certeza sale del proceso en que se ha formado para ir a regular las
relaciones sustanciales y a influir sobre ellas. La preclusión, en cambio, si bien impide que se
renueve el debate respecto de aquellas cuestiones que han sido decididas mediante resoluciones
interlocutorias firmes, sólo produce efectos dentro del proceso. Pero sin embargo podemos
decir que la cosa juzgada tiene siempre su base en una preclusión: la misma presupone -a través
de la preclusión de la impugnabilidad de la decisión- la preclusión de la cuestionabilidad del
derecho.
Así se ha dicho que el principio de preclusión hace referencia a "...la pérdida, extinción
o consumación de una facultad procesal que se inscribe armoniosamente al estar el proceso
articulado en diversos períodos o fases dentro de los cuales deben cumplirse uno o más actos,
siendo ineficaces aquellos que se ejecutan fuera del período que les está asignado. El principio
de preclusión determina que los actos deben ser tempestivos, porque si las partes, y aún el
mismo juez, pudieran ejecutarlos en cualquier momento, el desarrollo del proceso quedaría
librado a su voluntad, transcurriría sin orden, con grave menoscabo para los intereses de los
litigantes y de la sociedad, en tanto está interesada en un adecuado servicio de justicia” (autos
“Calafell de Ferreyra Virginia y otro c/ Expreso Buen Aire y otros”, A.I. 13-5-94). )” 32.
En materia recursiva, se aplica con gran frecuencia este principio, Uno de los temas
puntuales es cuando se impetra un recurso de reposición sin apelar en subsidio, se le desvanece
por preclusión al impugnante la posibilidad de hacerlo.

II.6. EL PRINCIPIO DE ADQUISICIÓN


Si bien las cargas de la afirmación y de la prueba se hallan distribuidas entre cada una de las
partes, los resultados de la actividad que aquéllas realizan en tal sentido se adquieren para el
proceso en forma definitiva, revistiendo carácter común a todas las partes que en él intervienen.
Es decir que los actos procesales son susceptibles de beneficiar o de perjudicar a cualquiera de
las partes, y, por lo tanto, incluso a aquella que solicitó su cumplimiento.

32
CCiv. y Com. 5ª Nom. Córdoba. A.I. nº 05 – 06-02-2009 – “Córdoba Bursátil S.A. c/ Asensio, Jorge Eduardo
Marcial y Otro – Presentación Múltiple Ejecutivos – Expte. nº 1052576/36”.
Este principio es de amplia aplicación en materia de pruebas, lo que provoca la limitación de su
desistimiento si la misma ya ha sido adquirida para el proceso, o que la prueba por dicho
principio se vuelva común, etc.
II.7. EL PRINCIPIO DE ECONOMÍA PROCESAL
Este principio es comprensivo de todas aquellas previsiones que tienden a la abreviación
y simplificación del proceso, evitando que su irrazonable prolongación torne inoperante la
tutela de los derechos e intereses comprometidos en él.
Constituyen variantes de este principio los de concentración, eventualidad, celeridad y
saneamiento. Igualmente tiene relación con la economía de gastos, es decir evitar el insumo
de costos innecesarios y reducir al mínimo el costo de la función judicial, para que todos
puedan tener acceso a ella, conforme las normas constitucionales.
Sin duda alguna el proceso ejecutivo es un claro ejemplo de este principio, en el cual se
limitan las defensas, las pruebas y el efecto del recurso de apelación a los fines de lograr con la
mayor celeridad el cobro del título ejecutivo.
Otro de los ejemplos de este principio, es acatar la doctrina del TSJ o de la CSJN por
economía procesal o sea por el desgaste que se le ocasionaría la justiciable fallar de otra
manera, ya que ello traería inexorablemente la necesidad de alguna de las partes de plantear los
recursos pertinentes hasta llegar al criterio sustentado por el máximo tribunal. Así se ha dicho
que aplicando estas nociones al caso que nos convoca, nos apresuramos en señalar que el
acatamiento de la doctrina sentada por el Máximo Tribunal Nación, viene inexorablemente
impuesto por razones de economía procesal y sumisión a la autoridad moral que invisten las
decisiones emanadas de dicho órgano judicial como supremo intérprete de la Constitución y de
las leyes nacionales que en su consecuencia se dicten.33
Debe propiciarse, entonces, una solución que implique asumir el menor desgaste posible
de actividad jurisdiccional.34
Constituyen subprincipios del de economía los siguientes:
El principio de concentración
A la abreviación del proceso apunta, en primer lugar, el llamado principio de concentración,
propende a reunir toda la actividad procesal en la menor cantidad posible de actos, y a evitar,
por consiguiente, la dispersión de dicha actividad. Es clara como ejemplo la necesidad de
interposición simultánea de todos los incidentes previsto en el art. 430 del CPCC.
El principio de eventualidad
Estrechamente vinculado con el principio precedentemente examinado, así como con el de
preclusión, configura otra de las manifestaciones en que se traduce el principio de economía, en
virtud del cual todas las alegaciones que son propias de cada uno de los períodos preclusivos
en que se divide el proceso, deben plantearse en forma simultánea y no sucesiva, de manera tal
que, en el supuesto de rechazarse una de ellas, pueda obtenerse un pronunciamiento favorable
sobre la otra u otras.
El principio de celeridad
33
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil Y Comercial “Dirección De Rentas De La Provincia C/
Messio Hector – Ejecutivo Fiscal – Recurso De Inconstitucionalidad (Expte. D – 09/09)”, Ai Nª 337 Del
07.11.13.
34
"Banco Integrado Departamental Cooperativo Limitado C/ Sabre Octavio Alberto – Ejecutivo - Recurso De
Casación E Inconstitucionalidad” (Expte. Nº 756071), Ai Nº 299 Del 22.10.15
Otro aspecto de la aplicación del principio de economía procesal, se halla representado por este
principio, por el cual se fijan normas destinadas a impedir la prolongación de los plazos y a
eliminar trámites procesales superfluos u onerosos. En el proceso abreviado, la caducidad de
los plazos, el corto lapso para la prueba, la inexistencia de alegatos, son un claro ejemplo del
principio de celeridad.
El principio de saneamiento
Deriva, finalmente, del principio de economía procesal, el principio de saneamiento o de
expurgación, en cuya virtud se acuerdan al juez facultades suficientes para resolver, in limine,
todas aquellas cuestiones susceptibles de impedir o entorpecer el pronunciamiento sobre el
mérito de la causa o de determinar, en su caso, la inmediata finalización del proceso. Son claros
ejemplos el rechazo in limine de un incidente de nulidad, del recurso de reposición o la acción
declarativa de certeza; el rechazo de una prueba manifiestamente improcedente, o de una vía
impugnativa no apta, etc.
Ahora bien en el proceso cordobés, se encuentra previsto en el art. 176 la posibilidad de
otorgar a las partes la posibilidad de sanear el proceso cuando se han omitido los requisitos
establecidos en el art. 175 del mismo código ritual; bajo apercibimiento de declarar la
caducidad de la demanda si dichas omisiones –que deben ser explícitas- no han sido
cumplimentadas en el plazo otorgado por el juez.
A los fines de garantizar un proceso regular, el juez como director del proceso puede objetar el
ingreso de distintos planteos, declarando su inadmisibilidad (como por ejemplo la excepción de
pago en el ejecutivo sin prueba documental que la avale).
En el caso de la demanda, el art. 176, CPCC establece expresamente tal posibilidad, al regular
que, cuando la demanda sea defectuosa puede rechazarla de oficio (llamado “rechazo in
limine”) o señalar cuál es el defecto del que adolece a los fines que sea subsanado.
Según una parte de la doctrina y jurisprudencia, sólo procede el rechazo por vicios que hagan a
su admisibilidad (art. 176 CPCC; art. 337, CPCN). 35 Otra corriente y el mismo TSJ de
Córdoba, 36 han sostenido que el juez no debe permitir que se sustancien o se reclamen
derechos sobre situaciones jurídicas que la ley prohíbe, aduciendo la figura jurídica que se ha
llamado “improponibilidad objetiva de la demanda”. Por ejemplo frente a una acción de
despojo judicial en contra del juez por error en sus fallos, corresponde interponer una demanda
de responsabilidad civil del magistrado en los términos del art. 165 inc. 1, Constitución
Provincial, y art. 791 y sgtes., CPCC, con lo cual la primera debe rechazarse por ser
manifiestamente improponible.
Este rechazo se encuentra previsto expresamente para los incidentes en general en el art. 430,
CPCC in fine; art. 179, 186, CPCN; en el caso del incidente de nulidad (art. 78, inc. 3, CPCC;
art. 173, CPCN); y del recurso de reposición (art. 359, CPCC; art. 239, CPCN) cuando son
manifiestamente improcedentes.
Quizás esta figura tenga en estos tiempos su mayor aplicación en el rechazo de la acción
autónoma de nulidad, ya que su uso se ha vuelto constante a los fines de suspender las
ejecuciones o las subastas. Ello es así porque el juicio de admisibilidad debe ser más estricto y
riguroso que en un juicio común, y la excepcionalidad del remedio justifica el rechazo in

35
Cámara 5ª CC “Sette Rosa Teresa c/ Municipalidad de Córdoba- Acciones posesorias reales-
Despojo” Auto 377 01/10/04. Publicado en Diario Jurídico del 21/10/04.
36
Excmo. Tribunal Superior de Justicia in re: “Barrera c/ Nemeth –Escrituración”, AI Nº 829 del
26/11/96.
limine de una demanda improponible, entendiendo por tal aquella que, aún admitiendo como
ciertos los hechos invocados por el accionante, resulta notoriamente infundada. No haber
agotado las vías recursivas existentes, ya sean ordinarias o extraordinarias, autoriza según la
jurisprudencia este rechazo liminar,37 como así también haber consentido el vicio en la instancia
que se ha provocado. Ahora bien, en estos casos podríamos decir que se trataría de un rechazo
liminar por inadmisiblidad formal de la demanda.
Cabe expresar que, más allá de la fuerte discusión que la controvertida figura analizada genera
entre los operadores del derecho, lo cierto es que, utilizada correctamente, resulta útil y
conveniente a fin de evitar el dislate procesal que significa tramitar una causa que
indefectiblemente, desde su iniciación, se conoce el resultado, por su manifiesta inadmisibilidad
o improponibilidad. La única aclaración que cabe es que tal predecible resultado debe provenir
de datos objetivos (ej. la ley), y no del criterio o interpretación jurídica que el juez posee de la
cuestión a resolver.
Por otra parte, es sabido es que el artículo 78 del C.P.C.C. recepta en el ámbito de las
nulidades el denominado principio de convalidación, en función del cual, la falta de
impugnación oportuna de los actos procesales conlleva a la firmeza de los mismos, pues se
interpreta que el interesado en su anulación ha consentido el acto viciado.
En efecto, por regla general, la irregularidad de un acto procesal es susceptible de
convalidarse mediante el consentimiento expreso o tácito de la parte a quien ella perjudica. Este
principio deriva del carácter relativo que, en principio, tienen todas las nulidades procesales.
En otras palabras, las nulidades de procedimiento admiten su saneamiento como
consecuencia del concurso de la voluntad de las partes puesta de manifiesto expresa o
tácitamente, configurándose el saneamiento tácito cuando transcurre el plazo acordado para
impugnar el acto sin que ello acontezca, en virtud de la preclusión. Es decir que lo fundamental
para la consolidación del proceso es la materialización de actos firmes y no la obtención de
actos formalmente inmaculados. 38
Otro claro ejemplo de aplicación del principio de saneamiento del proceso, es el
que provoca el decreto de autos firme. Recuérdese en tal sentido que se ha sostenido
con acierto que “El summun del silencio convalidatorio lo constituye el consentimiento
de la providencia del llamamiento de autos, con lo que queda saneada toda
irregularidad procesal, lo que supone, por cierto, una correcta notificación de ese
proveído..." 39

II.8. EL PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN


en sentido estricto, y sólo con referencia a los procesos dominados por el signo de la oralidad,
llámase principio de inmediación a aquel que exige el contacto directo y personal del órgano
judicial con las partes y con todo el material del proceso, excluyendo cualquier medio indirecto
de conocimiento (escritos, informes de terceros, etc.).

37
CC 5ª, “Angelelli Carlos A. c/ C. Comercial 23 de Septiembre SRL y otros – ordinario – cobro de
pesos” A. N° 374, 01/10/04 –. Publicado en Diario Jurídico del 07/10/04.

38
Tribunal Superior De Justicia De Córdoba, “Incidente De Regulación De Honorarios Del Dr. Guevara -
Cuerpo (Civil) - Recurso Directo (Civil) – Ortiz, Mauricio C/ Correa, Alfredo Jorge Y Otro - Ordinario -
Simulación Fraude Nulidad - Expte. N° 2550874/36”, AI N° 286 Del 04.12.14.

VÉNICA, Oscar Hugo, "Código Procesal Civil Y Comercial De La Provincia De Córdoba -Ley 8465-", Edit.
39

Marcos Lerner, Córdoba, 1997, Tomo I, Pág. 221); Tribunal Superior De Justicia De Córdoba, : “MARZI,
MIRTA RINA MARIA C/ VILLARREAL DIEGA DEL ROSARIO Y OTRO - DESALOJO - COMODATO -
TENENCIA PRECARIA - RECURSO DIRECTO" (EXPTE. M 50/09), Sentencia Nº 210 Del 14.11.12
De conformidad con la idea precedentemente expuesta, la inmediación significa que tanto las
alegaciones de las partes como la recepción de la prueba deben producirse en forma directa
ante el órgano judicial.
El mecanismo de los procesos escritos atenúa, aunque no excluye, la importancia de la
inmediación, pues si bien en aquéllos no resulta indispensable la identidad entre el juez que
recibió la prueba y aquel que debe decidir la causa, y, por lo demás, el sistema de la doble
instancia limita la apreciación probatoria de los jueces superiores a las constancias escritas, la
delegación de la actividad recepticia en los auxiliares del órgano judicial.
Si bien en Córdoba no se aplica la oralidad, ello no signifique que no se garantice la
inmediación en algunos temas, como es la intervención de los jueces en las audiencias, que la
subasta se realice donde se encuentren los bienes, la posibilidad de fijar una audiencia para
conciliar a la partes, etc. Existen otros casos en que la inmediación se encuentra exigida por las
normas de fondo, como es la competencia de los jueces en el lugar donde se encuentran las
personas vulnerables (niños, niñas y adolescentes, personas con padecimiento mental, etc)
como así también la necesidad de escuchar a los mismos (derecho al niño a ser oído conforme
a la Convención de los derechos de los niños, niñas y adolescentes), la participación del
paciente con salud mental, la obligación del juez de fijar una audiencia para entrevistarse con
dicho paciente, etc.

II.9. LOS PRINCIPIOS DE LEGALIDAD E INSTRUMENTALIDAD DE LAS


FORMAS
El principio de legalidad de las formas excluye la posibilidad de que las partes
convengan libremente los requisitos de lugar, tiempo y forma a que han de hallarse sujetos los
actos procesales, requiriendo, por lo tanto, que aquéllas se atengan a los requisitos que
determina la ley.
Este principio, sin embargo, está limitado por la existencia de las llamadas normas
procesales optativas, que acuerdan a las partes la facultad de regular aspectos parciales del
proceso.
Frente a esta concepción encontramos una postura intermedia entre la reseñada y la
libertad de formas, esta es la “flexibilidad de formas”. Según ésta el Juez, como director del
proceso tiene atribuciones suficientes para adaptar las formas procesales a las exigencias de
cada pleito.
En los últimos tiempos se lucha contra el “excesivo rigor formal”, ya que el mismo no
puede ni debe provocar una falta de servicio de justicia o afrentar el derecho de defensa de las
partes. En este sentido ha dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación: “…ante la duda, la
decisión judicial debe orientarse hacia la preservación del derecho de defensa y no hacia su
restricción (…) La Cámara ha violentado el principio in dubio pro actione”, agregándose que:
“aplica un criterio restrictivo en un caso en el que un Juez razonable hubiera procedido con
mayor amplitud.” (Del voto del Dr. Lorenzetti), a lo que también se añadió: “debe primar la
garantía constitucional de poder ejercer una defensa efectiva frente un excesivo rigor formal
que la torne ilusoria” (Del voto del Dr. Zaffaroni)..” 40
Por último cabe considerar que el Código Civiil y Comercial de la Nación hoy consagra
expresamente la libertad de las formas en el art. 284, conforme al cual cuando la ley no exija

40
CSJN – 21/08/2013; S.209.XLIX, ElDial- AA8116, 23/08/2013.
una forma determinada, pueden estipular la ue estimen más conveniente e incluso establecer
una más rigurosa a la que marca la ley para ese acto concreto.

II.10. PRINCIPIO DE MORALIDAD


Dice CLEMENTE DIAZ 41 que “el principio de moralidad es el conjunto de reglas de
conducta, presididas por el imperativo ético, a que deben ajustar su comportamiento procesal
todos los sujetos procesales”.
En el proceso las partes tienen el deber moral de contribuir al esclarecimiento de la
verdad y de colaborar con el juez para asegurar los resultados inherentes a su función. De allí,
que el principio de oralidad, procure que el engaño y o la mala fe no perjudique al justiciable o
a la administración de justicia.
El principio de moralidad es el conjunto de reglas de conducta, presididas por el
imperativo ético, a que deben ajustar su comportamiento procesal todos los sujetos procesales
(partes, procuradores, abogados, jueces)” .
Es a partir del principio publicista del proceso civil que el juez deja de ser un mero
espectador y asume el papel de director del proceso “… él dirige la contienda dialéctica,
impone la ley y preserva el decoro y orden en los juicios. Entre su nuevas funciones, dedica
especial interés a proteger el respeto a la justicia, y en suma, cobran vigencia en esta etapa los
principio de lealtad, probidad y buena fe…” “...Desde esta perspectiva resulta imprescindible la
conveniencia de que el juez aparezca en el proceso con poderes suficientes como para disponer
de medios más realizadores a fin de impedir las actitudes deshonestas y asegurar el clima ético
de la justicia...” 42
En el XXI Congreso Nacional de Derecho Procesal, celebrado en la Provincia de San
Juan (2001) se sostuvo que “....uno de los deberes esenciales de los litigantes es la observancia
del principio de moralidad, que consiste en que las actuaciones desarrolladas en el proceso
resulten contrarias a derechos, por abusivas o absurdas. Este principio no puede ser concebido
como netamente procesal, pues excede el ámbito de la materia, de ahí que la aplicación de
sanciones persigue una finalidad ejemplificadora o moralizadora, procurándose sancionar a
quien utiliza las facultades legales con fines obstruccionistas, o más aún sabiendo su falta de
razón.....”.
En definitiva este principio moralizador pretende que el proceso se lleve a cabo en una
lucha correspondida con la lealtad, que supone valorar el valor jurídico de la cooperación, con
mayor razón si esa colaboración es la de un auxiliar de la justicia, como se ha entendido a la
actuación del perito oficial, teniendo en cuenta además, lo importante que resulta para el
juzgador la valoración de la misma al momento de resolver.
Este tema se encuentra íntimamente vinculado con la actuación de los letrados en juicio, y
que se asienta en los principios de la ética que todo abogado debe guardar en el ejercicio de la
profesión. En las Primeras Jornadas Nacionales de Etica de Abogados, como palabras
preliminares, la Dra. Edith Videla de Barone dijo: “El ejercicio de la abogacía, como toda
profesión requiere de una sólida formación que haga posible en el profesional, comprender el
grado de responsabilidad que asume al ejercerla y el grado de riesgos a los que se enfrenta en
dicho ejercicio, en tanto y en cuanto no cuente con la cuota adecuada de conocimientos y
formación cultural”. “Ser abogado implica un compromiso abarcativo de los valores por los
que el hombre lucha desde sus orígenes, la libertad, la vida y la igualdad de oportunidades; para

41
CLEMENTE DIAZ, “Instituciones de Derecho Procesal Civil Tomo II_A. Bs. As.Abeledo Perrot, 1968,
pag.260)
42
GOZAINI Osvaldo Alfredo. “Temeridad y malicia en el proceso” Ed. Rubinzal Culzoni, Bs.As. 2002,
pag.40/41.
ello un abogado no puede desconocer los valores éticos que son parte de su propia existencia”
.43
De lo expuesto podemos colegir que tanto desde la profesión liberal cuanto desde adentro
del Poder Judicial, la justicia se debe poner en práctica teniendo en cuenta valores éticos con
una conducta proba que no afecte los derechos de las personas y que garantice al ciudadano
una correcta administración de la justicia.
Otro principio que está cobrando vida propia es el de la proscripción del abuso procesal o
del accionar procesal abusivo, el cual según varios autores se deriva del principio de moralidad
y que ha sido conceptualizado como “... un inadecuado ejercicio objetivo de poderes, deberes
funcionales, atribuciones, derechos y facultades en que puede incurrir cualquiera de los sujetos
-principales o eventuales- intervinientes en un proceso civil dado, y que genera consecuencias
desfavorables para el autor del abuso” .44
Lo sustancial de este instituto radica en que cuando concurre se da siempre un proceder
inadecuado, desviado, lo que puede ser el ejercicio desviado de un derecho de acción como
también el ejercicio inadecuado de un derecho de contradicción, y también puede darse un
inadecuado ejercicio de las potestades jurisdiccionales y también un inadecuado cumplimento
de los deberes funcionales de los magistrados. “Es un inadecuado ejercicio objetivo de poderes,
deberes funcionales, atribuciones, derechos y facultades en que puede incurrir cualquiera de los
sujetos -principales o eventuales- intervinientes en un proceso civil dado, y que genera
consecuencias desfavorables para el autor del abuso”. 45
Es decir que, ya sea por el obrar de las partes, de los terceros partícipes del proceso o del
mismo juez, el proceso se ha desviado, se ha alejado de los fines técnicos que el ordenamiento
jurídico le asignó y para el cual fue creado y regulado, o bien se ha producido un exceso de
poder que es jurídicamente reprochable, que causa un daño procesalmente computable para la
víctima del abuso, y que lo convierte en una accionar que atenta contra la moral, la buena fe, el
deber de colaboración y de cooperación de las partes entre sí y con el juez, la igualdad de las
partes, la economía procesal, la seguridad jurídica, el debido proceso, y la justicia en general.
En nuestro legislación procesal provincial, no hay duda de la existencia de normas que
reconocen a los tribunales el poder-deber de prevenir y sancionar los actos abusivos o de
inconducta procesal perpetrados dentro del debate judicial: poder de policía de las audiencias
(art. 56 y 57 del CPCC); las multas las partes y a los letrados a pedido de parte por falta de
probidad o buena fe (art. 83 y 84) y su aplicación a otras conductas (arts. 160, 214, 250 etc).
Por su parte, la Ley Orgánica del Poder Judicial establece en sus arts. 12 inc 5, 18 y 37
la posibilidad oficiosa de los jueces, camaristas y miembros del TSJ de imponer multas que no
superen los cincuenta jus, sin perjuicio del recurso de reposición.
Al respecto y referida a la buena fe procesal y a la facultad disciplinaria de los
magistrados se ha expedido nuestro Alto Tribunal Provincial diciendo: “La potestad
sancionatoria acordada a los jueces por el art. 18 de la LOPJ hace al poder de policía de que
está investido el Tribunal y su ejercicio no requiere instancia de parte ni sustanciación previa...
El deber de buena fe procesal es tal, no sólo frente a la contraparte, sino también ante el
órgano jurisdiccional, y su violación configura una de la “falta de disciplina” a que se
refiere el Art. 18 de la LOPJ...” 46

43 s
1ª Jornadas Nacionales de Ética de Abogados, IV Plenario de Ética del NOA, Nº 3, 2001, ps. 12 y 13.

44
PEYRANO, Jorge W., “Abuso de los derechos procesales”, Jurisprudencia Santafesina, Revista de Doctrina y
Jurisprudencia de la Provincia de Santa Fe N° 3, Panamericana, p. 267, cit. por AIRASCA, Ivana María,
“Algunas reflexiones sobre el abuso procesal”, LL Litoral.
45
PEYRANO, Jorge W, “Abuso de los derechos procesales”, en Abuso de los derechos procesales, obra colectiva
del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal, coordinada por José Carlos Barbosa Moreira, Editorial
Forense, Río de Janeiro, 2000, p. 71.
Se deben mencionar también las multas o sanciones pecuniarias impuestas a los distintos
profesionales cuando su actuar ha sido inoficioso o inconducente, o cuando la conducta ha sido
temeraria o maliciosas, entre las cuales se pueden mencionar las del art. 44 de la Ley 8226
( ausencia de regulación de los abogados).
Por último debemos referirnos al art. 280 del CPCC, que establece específicamente las
sanciones de las que son pasible el perito en el desarrollo de su función. Si bien dicha norma
establece como conductas sancionables la no aceptación del cargo o la falta o no cumplimiento
del plazo para emitir el dictamen, no ha existido óbice alguno para la Cámara (criterio que
comparto ampliamente) de extender las sanciones de la normativa citada a los casos de
indisciplina o inconducta de la perito, que puede englobarse como dictamen deficiente y
extenderse en esa inteligencia como conducta pasible de sanción.

II.11. PRINCIPIO DE CONGRUENCIA


Los órganos jurisdiccionales deben fallar respetando el principio de congruencia, el cual,
por un lado, alude a la necesaria identidad jurídica que debe existir entre los sujetos, el objeto y
la causa que individualizan la pretensión, y los sujetos, el objeto y la causa sobre los cuales ha
de recaer la decisión jurisdiccional, y por otro lado exige que se complete y examine la
oposición que la parte demandada formula frente a la acción.47
La ratio iuris de esta regla radica en el debido respeto a elementales garantías de
raigambre constitucional: por un lado, la de defensa en juicio, que implica otorgar a ambas
partes la oportunidad legal de defender cada una de las razones que sustentan sus respectivas
pretensiones; y por el otro, la de igualdad ante la ley, que constriñe a brindar a ambos litigantes
respuesta jurisdiccional sobre todos y cada uno de los puntos sometidos a juzgamiento. 48

Sin embargo, ello no es óbice a que en determinados casos excepcionales, para asegurar otras
garantías constitucionales (específicamente la garantía de la tutela efectiva, eficaz y en tiempo útil
de la jurisdicción), se flexibilice la congruencia. Ello supone que el juzgador al hacerlo explicite y
fundamente sus razones, así como que controle y exprese los motivos por los cuales su decisión no
afecta, en el caso, la garantía de la defensa en juicio de los litigantes.

Con frecuencia, la rigidez conceptual y la incomprensión de los referidos parámetros dentro de los
cuales juega la congruencia procesal suelen desembocar en excesos rituales, que también
constituyen causal del recurso extraordinario federal. En efecto, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, en el célebre caso "Colalillo" (Fallos 238:550), consagró que "los ritos caprichosos que
frustran la aplicación del derecho, impidiendo conocer la verdad jurídica objetiva, no se
compadecen con un adecuado serivicio de Justicia".

46
TSJ Sala Civil. Auto interlocutorio N°246 del 31.07.98 “Balcon Jorge c/ Unión Obrera Metalúrgica Secc.
Cba. Ordinario. Recurso Directo” BJC Tomo II año 1998, pag.718.
47
DEVIS ECHANDIA, Teoría General del Proceso, Ed. Universidad, Bs. As., 1984, T.I., pág. 49).
48
Tribunal superior de Justicia de Córdoba, “PETRINI HERMANOS SACIF C/ TINTILAY, CLAUDIA DEL
VALLE- ABREVIADO- CUMPLIMIENTO/RESOLUCIÓN DE CONTRATO - RECURSO DE CASACIÓN"
(Expte. n° 2323193/36), Sentencia N| 174 del 29.12.15
III. PRINCIPIOS PROCESALES APLICABLES EN MATERIA DE NULIDADES

De la lectura de los artículos 76 a 78 del CPCC se infieren una serie de presupuestos


para que opere la admisibilidad del incidente de nulidad.. Estos principios son:
VII.1. Legalidad o especificidad
El art. 76 del CPCC establece que procede la nulidad de los actos procesales cuando la
ley prevea expresamente esa sanción (nulidades expresas), como sería la nulidad de la cédula de
notificación cuando no cumple los requisitos establecidos en el art. 156 (art.157 del CPCC). En
este mismo contexto no podríamos hablar de nulidad cuando la incumpliera el acompañar las
copias con la notificación exigidas por el art. 85 del CPC, ya que esa obligación no se
encuentra conminada bajo pena de nulidad. Respecto de éste tema, ya se ha expedido la
jurisprudencia sobre que “la omisión de acompañar la copia correspondiente a la cédula, en
principio no autoriza a peticionar la nulidad de la notificación sino tan sólo la suspensión del
plazo -en este caso- para contestar el traslado” 49, lo que se subsana ordenando una nueva
notificación en forma. Así se ha dicho: “No resulta nula la notificación por cédula cumplida sin
la copia pertinente, si pese a ello, permitió al destinatario conocer en tiempo su objeto esencial,
implicando tan sólo un acto irregular por incompleto, que legitima al interesado a denunciar
dicha contingencia a los efectos de lograr la suspensión del plazo respectivo.” 50.
Sin embargo, a falta de un texto imperativo, se faculta al juez a declarar la nulidad
cuando el acto carece de algún requisito indispensable para la obtención de su finalidad; se trata
de las nulidades llamadas implícitas. Dice el art. 76 del CPCC: “Procederá la nulidad de los
actos procesales...cuando el acto carezca de los requisitos indispensables para la obtención de
su finalidad…”. Para la configuración de la nulidad en este caso, no solamente es necesario tal
carencia, sino que, además, es imprescindible que el acto, no obstante su irregularidad, no haya
logrado la finalidad a que estaba destinado. Esto es lo que se denomina principio de finalidad
incumplida, y que es coherente con el principio consagrado en nuestro CPCC respecto a las
formas de los actos procesales, que es el de la instrumentalidad o finalismo, conforme al cual la
posible invalidez de los actos del proceso debe juzgarse atendiendo a la finalidad que, en cada
caso concreto, está destinada a satisfacer51. Siguiendo estos lineamientos se ha entendido que si
la parte ha tenido conocimiento de que se le ha corrido traslado de la demanda, y ha contestado
dicho traslado, no puede alegar la nulidad de la notificación con posterioridad al decreto que le
ha dado por decaído el derecho dejado de usar, porque debió presentarlo a los cinco días de
conocido el vicio. 52

VII.2. Trascendencia
Este principio parte de la premisa que no existe nulidad por la nulidad misma y que ésta
no puede declararse en el sólo interés de la ley. La trascendencia se traduce en la existencia de
perjuicio e interés jurídico en su declaración. Este requisito implica que la nulidad sólo puede
ser declarada cuando haya un fin que trascienda la nulidad misma el que, en la mayoría de los
casos, será relativo a la preservación del derecho de defensa. Por ende, si el vicio no
“trasciende”, afectando esa garantía o generando un gravamen, la nulidad no será procedente.
Cabe aclarar que no basta una invocación genérica del perjuicio, sino que se debe indicar cuál

49
Cámara Nacional Civil, Sala A, “Rizzo Gumersindo c. La Lumina S.A. y otra”, 06/08/1985, La Ley 1986-A-
222.
50
Cámara Civil, Comercial, Trabajo y Contencioso Administrativo. de Villa Dolores (Córdoba), 09/11/04,
Busto, Héctor A. y otra c. Chiavazza, Arturo F. y otro; publicado en La Ley Córdoba 2005 p. 688.
51
Cámara 6ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Rennella Pedro Alejo c/ Dora Viviana Baez y ots. –PVE”,
Sentencia. N° 126 del 03/10/00, inédito.
52
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (en pleno) “Disco SA c/ Municipalidad de Rio Cuarto-Acción de
inconstitucionalidad” Auto Nº 27 del 01.06.06, Semanario Jurídico Nº 1567 pag. 80. En el caso, la demandada
ha planteado la nulidad de la notificación recién cuando se le ha dado por decaído el derecho dejado de usar por
haber evacuado el traslado en forma extemporáneo. El Tribunal ha considerado que el vicio se encuentra
convalidado.
es el agravio que le causa el acto irregularmente cumplido. El perjuicio debe ser cierto, real e
irreparable53.
Las nulidades no tienen por finalidad satisfacer pruritos formales, sino enmendar los
perjuicios efectivos que pudieran surgir de la desviación de las solemnidades del procedimiento,
cada vez que esta desviación suponga restricción a las garantías a que tienen derecho los
litigantes54.
Con fundamento en este principio el TSJ ha dicho: “Un criterio razonable en lo que
hace a la descalificación de los actos formalmente viciados, debe tener en cuenta el grado de
correspondencia necesario entre la descalificación del acto, y la lesión que el mismo ha
ocasionado; lesión esta, que si no afecta el interés personal de una de las partes (nulidad
relativa), debe violentar el orden público vigente (nulidad absoluta)”55
En otra causa, el Máximo Tribunal provincial rechazó el agravio fundado en que no se
le había notificado al impugnante la audiencia a los fines de la lectura de la sentencia de
Cámara; sosteniendo que si bien el vicio existió, al no mencionarse en la cédula respectiva el
nombre del impugnante; este último no se había visto privado del ejercicio de su legítimo
derecho de defensa, desde que tuvo conocimiento de la resolución dictada, al punto que
interpuso recurso de casación en su contra. Afirmó que no existe la nulidad por la nulidad
misma. Sólo procede la nulidad de los actos procesales cuando afecta la defensa en juicio, por
lo que pese a la irregularidad que hubiere existido, si el acto ha logrado la finalidad a que estaba
destinado, debe desestimarse la pretensión anulatoria (arg. art. 76 del C. de P.C., Ley 8.465) 56.
El art. 77 prescribe que el incidentista deberá expresar el perjuicio sufrido del que
derivare el interés en obtener la declaración, o mencionar las defensas que no ha podido
oponer. Se ha dicho que la intención legislativa no es exigir ambos elementos a la vez (ya que
es una “o”), sino al menos uno de ellos, ya que hay casos en que no hay “defensas”, en sentido
estricto, que oponer. Así por ejemplo, al actor no puede exigírsele que oponga “defensas”, ya
que, generalmente, no resiste una pretensión, sino que la ejercita. 57 Además, se ha expresado
que cuando el vicio atañe a la citación inicial, el perjuicio se presume y no debe exigirse
expresión alguna al respecto. 58. El Tribunal cimero provincial ha afirmado que “en ese caso, el
agravio surge evidente y se presume, desde que el vicio impide la contestación de la acción,
afectándose, en su máxima expresión, el derecho de defensa y el principio de bilateralidad…”59.
También se ha manifestado que, cuando se trata de la citación inicial, el perjuicio se presume y
no debe ser invocado puesto que la indefensión es absoluta, siendo innecesario enumerar las
defensas que no se han podido oponer, ya que la persona no se ha enterado de la acción
entablada en su contra60.
53
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Alecy S.A. c/ Aristides Enrique Garbi y
otro – Ejecutivo – Recurso directo”, Sentencia. N° 115 del 28/08/01, Actualidad Jurídica On Line , Código
3603
54
Idem nota anterior.
55
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Verzini, Raúl D. y otro c. Chancalay,
Nicolás y otros”, 31/08/1998, La Ley Córdoba 1999, pag. 354.
56
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Egea, Andrés (H) y otros C/ Egea Hnos
S.A. - Amparo - Recurso Directo”, Sentencia. N° 51 del 06/10/97, recibido por correo electrónico.
57
Cámara 8ª Civil y Comercial de Córdoba, “ICI Argentina SAIC C/ Daniel Víctor Regondi – ordinario –
recurso de casación”, Auto N° 171 del 05/08/02, inédito.
58
Cámara 4ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Casasola Gerónimo T. C/ Susana Gloria D´Ottavio,
Abreviado”, Auto .N° 126 del 27/02/03, Semanario Jurídico N° 1401, Pág. 255.
59
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Guzmán Luis Gaspar y otra c/ Gustavo
Spinozzi y otro- Acción autónoma de nulidad- Recurso de Casación”, Sentencia Nº 48 del 21.04.05, Diario
Jurídico Nº 711, del 02/05/05. Ver también: Cámara 2ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, "Sosa de García,
María A. c/ Rosa Sabina Juárez y otros - PVE", Auto Nº 648 del 27.08.02, Semanario Jurídico. Nº 1380, Pág.
280; Cámara 7ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Ventura Héctor H. c/ Franciosi Sergio E. –Ordinario-
A.N° 100, 18/04/05, recibido por correo electrónico.
60
Cámara 5ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Espinosa Centeno Elena- Declaratoria de Herederos”, Auto
Nº 230, de fecha 30.06.04, recibido por correo electrónico.
VII.3. Convalidación
Para que proceda la nulidad es indispensable que la omisión o el acto defectuoso no
haya sido convalidado, expresa o tácitamente.
Por regla general, la irregularidad de un acto procesal es susceptible de convalidarse
mediante el consentimiento de la parte a quien ella perjudica. Este principio deriva del carácter
relativo que, en principio, tienen todas las nulidades procesales, con las salvedades ya vistas. En
este sentido ha dicho el TSJ “En otras palabras, en nuestro ordenamiento adjetivo vigente,
como regla no existen nulidades absolutas, por el contrario ellas son relativas y
consecuentemente, subsanables. Es decir, las irregularidades de los actos procesales (dentro de
los cuales se encuentra incluida las resoluciones judiciales) quedan convalidadas si tal vicio no
tiene trascendencia ni conlleva un perjuicio para el derecho de la defensa en juicio”61
Los actos viciados, o supuestamente viciados, se consolidan si no se los ataca en tiempo
hábil o sea dentro de los cinco días fatales que se cuentan desde que se conoció el vicio, art. 78
CPC. La convalidación se apoya en el principio de que frente a la necesidad de obtener actos
válidos y no nulos, se halla la necesidad de obtener actos firmes, sobre los cuales pueda
consolidarse el derecho y, también, porque se presume que si el afectado por el vicio no lo hace
valer, no existe un perjuicio grave y renuncia a su facultad de impugnar el acto de que se trate.
Esto va unido al principio de conservación de los actos.
Existe convalidación expresa cuando el perjudicado se presenta y ratifica el acto
viciado, y convalidación tácita, cuando no se impugna el acto defectuoso dentro del plazo
legal. El TSJ ha dicho que "Las nulidades de procedimiento admiten su saneamiento como
consecuencia del concurso de la voluntad de las partes puesta de manifiesto expresa o
tácitamente, al notificarse el acto o al transcurrir el plazo acordado para impugnarlo, sin que
ello acontezca, en virtud de la preclusión. Es decir que lo fundamental para la consolidación del
proceso es la materialización de los actos procesales firmes y no la obtención de actos
formalmente inmaculados"62.
La doctrina y la jurisprudencia reinante han considerado como acto convalidable por
antonomasia, el decreto de autos firme. Esto es así, ya que si las partes consienten el decreto de
autos quedaría saneada, en principio, toda irregularidad procesal anterior en el trámite. Se ha
dicho sobre el tema que “La nulidad por defectos de procedimiento debe ser reclamada en la
instancia en que ha tenido lugar, convalidando el consentimiento del llamamiento de autos,
todos los pretendidos vicios anteriores"63.En igual sentido, se ha entendido que “el vicio ha sido
convalidado al no haberse planteado el incidente en el término de cinco días. Una vez firme el
decreto de autos, queda consentido todo lo actuado, precluye la etapa de tramitación de la
causa, y con él la posibilidad de invocar nulidades del procedimiento…” 64 :”El vicio in
procedendo, de existir, resulta convalidado al no haberse planteado el incidente de nulidad
correspondiente antes del dictado del decreto de autos. No existen nulidades procesales de
carácter absoluto. Una vez firme el decreto de autos queda consentido todo lo actuado. La
irregularidad de un acto procesal entonces, de existir, es susceptible de convalidarse mediante
el consentimiento de la parte a quien ella perjudica. Los actos viciados, o supuestamente

61
Tribunal superior de Justicia de Córdoba, Sala civil y Comercial , “Marin Jose Alejandro C/ Bibas Ana
Cristina – Desalojo Por Abandono – Recurso Directo”, Sentencia Nº 567 del 08.06.04, Semanario Jurídico Nº
1468 p. 156
62
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil, Comercial y Contenciosos Administrativo, “Rothlin,
Francisco E. y otra c. Antonio M. Tofanelli (Nulidad-Recruso de revisión), abril 6-979, Boletín Judicial de
Córdoba Tomo XXIII-93.
63
Digesto Jurídico La Ley, Derecho Procesal, Tomo XI-3, Pág.225, sumario 287, en igual sentido sumarios 294
y 300; Cámara 4ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Giayetto Carlos Alberto c/ Iván Alberto Moyano o Juan
Alberto Moyano – Ejecutivo” Sentencia Nº. 47 del 12/05/00 , inédito.
64
Cámara 8ª en lo Civil y Comercial de Córdoba. “Aguirre Luciana y otros c/ Ginesta y/o Ginestar Carlos
Alberto y otros-Desalojo-Tenencia precaria”, Sentencia Nº 14 del 27.02.07, Semanario Jurídico Nº 1601
p.457.
viciados, se consolidan si no se los ataca en tiempo hábil…”65 En igual sentido se ha expedido
recientemente el TSJ de Córdoba al decir: “El consentimiento de la providencia que dispone el
llamado de autos tiene virtualidad para purgar cualquier defecto o error de procedimiento de
fecha anterior al dictado de la resolución judicial, ello así como corolario de la regla
irrefragable de la relatividad de las nulidades procesales, susceptibles de ser convalidadas por el
consentimiento expreso o tácito de la parte a la cual perjudican.” 66 En dicho fallo el Máximo
Tribunal provincial fundamenta su postura en que la inactividad de la parte en la etapa
pertinente no lo autoriza a pretender, con posterioridad, retrotraer el procedimiento para hacer
valer supuestas nulidades ya consentidas. Nadie puede invocar un derecho que está en pugna
con su propio accionar porque ello importa una renuncia tácita que invalida la pretensión.
Ahora bien, dentro de las salvedades a este principio, podemos citar como ejemplo la
jurisprudencia que expresa que no existe convalidación de la nulidad por vicios de la citación
inicial, si el demandado pudo tomar conocimiento del juicio por haberse trabado una medida
cautelar sobre sus haberes; ésta última es una medida preventiva, unilateral, mientras que el
trámite del juicio debe garantizar la bilateralidad, por lo que, el conocimiento de la existencia
del embargo no implica que por ese medio se le haya corrido traslado de la demanda. 67
Contrariamente, en un caso de embargo de bienes muebles se ha entendido que “si el
incidentista ha tomado conocimiento del embargo, ha tomado conocimiento de la existencia del
juicio y no pudo dejar que se tramitara íntegramente este último para acusar la falta de citación
recién cuando la sentencia ya estuviera dictada. La ley no consiente esta especulación, no
permite que la parte que se halla en conocimiento del acto nulo fije a capricho el momento de
hacer valer la nulidad.”68
Asimismo se ha entendido que no es convalidable la nulidad derivada de demanda
contra una persona fallecida, pese al comparendo posterior de un heredero heredero; ya que la
manifestación de éste último de su condición de único heredero, no obstaba a que el juez
realizara la citación por edictos; el conocimiento de la existencia del juicio por parte de alguno
de ellos no es oponible a los demás.69

VII.4. Protección
Este principio se encuentra receptado en el art. 78, inc. 4, del CPC en la parte que reza
que no será admitido el pedido de nulidad cuando el peticionante haya dado lugar a la misma.
Es decir, para que la nulidad sea procedente, el vicio no debe ser imputable al solicitante de la
declaración. Esto surge del aforismo "nadie puede alegar en su defensa su propia torpeza”.
El llamado “principio de protección” también está consagrado en el art. 1047 del C.C.
(art. 387 del CCCN) , que prescribe: "...la nulidad puede alegarse por todos los que tengan
interés en hacerlo, excepto el que ha ejecutado el acto, sabiendo o debiendo saber el vicio que
lo invalidaba", ergo, se excluye la sanción de nulidad cuando el vicio emana del propio
nulidicente.
Así se ha dicho, por ejemplo que no puede amparase en la nulidad quien ha suscripto
un título, consignando su domicilio, sin aclarar las dificultades que existían para la recepción de

65
Cámara 8ª en lo Civil y Comercial de Córdoba “Aguirre Luciana y otros c/ Ginesta y/o Ginestar, Carlos
Alberto y otros-Desalojo-Tenencia precaria”, Sentencia Nº 14 del 27.02.07, Actualidad Jurídica Nº 124 p.
8185.
66
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, AI Nº 5 del 05.02.10, “Castellano Alberto
O. C/ Municipalidad de Rio II-Recurso de apelación-Cpo de copias de Castwellano AO-Recurso de Casación”,
Actualidad Jurídica Nª186 pag.1036.
67
Cámara Civil, Comercial y Familia de San Francisco (Córdoba), “Perret Daniel C/ Adrián Alejandro Saravia
– Demanda Repetición”, Auto N° 113 del 25.10.06, Semanario Jurídico N°1587, p. 817.
68
Cámara 3ª en lo Civil y Comercial de córdoba, “Bicicletas Tomaselli S.A: c/ Tomás Lara-Embargo
Preventivo-Ordinario”, Auto Interlocutorio Nº 56 del 23.03.03, Actualidad Jurídica Nº 51, p.3139.
69
Cámara Civil, Comercial y Contencioso Administrativo de San Francisco (Córdoba), “Municipalidad de San
Francisco c/ Traiano Fillipetti-.Demanda Ejecutiva”, Auto Nº 64 del 31.07.07, Diario Jurídico Nº 1244 del
14.08.07
la correspondencia dirigida a él, y que luego invoca esas mismas razones para tratar de obtener
la invalidación de la notificación70.

IV. CONCLUSION

Es importante tener en claro los principios procesales ya que los mismos resultan pilares
básicos a los fines de la interpretación de los jueces en cada caso concreto.
Ellos garantizan la defensa y mantenimiento de los principios generales del derecho como son
el respeto a la debida defensa en juicio, la buena fe, el no abuso, etc, los cuales, sin duda
alguna, resultan ejes esenciales para una correcta administración de justicia.

70
Cámara 7ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Empresa Juan Carlos S.A. c/ Sergio Cordero – ejecutivo”,
Auto N° 131 del 13/04/04, recibido por correo electrónico.

You might also like