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Moniciones V Domingo de Pascua Ciclo C

19 de mayo de 2019
Monición de entrada
Muy buenos días (tardes, noches) hermanos. Sean bienvenidos a esta Santa Eucaristía, en el V Domingo de Pascua
Hemos vivido ya cuatro semanas de Pascua y hemos inaugurado la quinta. Las lecturas bíblicas nos van ayudando a entrar
cada vez con mayor conocimiento en lo que significa la vida nueva del Resucitado y las consecuencias que tiene para la
comunidad cristiana.
Agradecidos con Dios por lo que hace en nosotros, comenzamos la celebración de nuestra Santa Misa cantando con
alegría...
Moniciones a las Lecturas
Opción 1: Monición para todas las lecturas
Las lecturas de hoy son una invitación a entrar en la novedad cristiana. La primera lectura presenta una nueva comunidad en
la que se comparte la fe y el fruto de la tarea misionera. El pasaje del Apocalipsis recuerda la tierra nueva y los cielos nuevos
que nos aguardan. La lectura del evangelio de Juan pone ante nuestros ojos el mandamiento siempre nuevo para un seguidor
de Jesucristo: el amor. Escuchemos atentos.
Opción 2: Monición para cada una de las lecturas
Primera Lectura (Hechos de los Apóstoles 14, 21b-27)
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos relata el acontecimiento victorioso en el que Pablo y Bernabé regresan de su
primera misión, animando a sus hermanos al contarles todo lo que Dios había realizado por medio de ellos en los pueblos
gentiles.
Salmo Responsorial (Salmo 144)
Con el salmo 144 demos gracias y bendigamos al Señor por su inmensa misericordia, diciendo todos:
Segunda Lecturas (Apocalipsis 21, 1-5a)
El cristianismo se desarrolla en el ámbito de la nueva creación que comenzó en la resurrección de Jesucristo y en el don del
Espíritu. En la nueva Jerusalén el Señor enjugará las lágrimas de los suyos, que se lamentaban por su muerte y por los
sufrimientos que acarrea el dar testimonio de Cristo. Escuchemos esta visión del Apocalipsis de San Juan.
Evangelio (Juan 13, 31-33a. 34-35)
Comenzamos la lectura del discurso de despedida de Jesús según el Evangelio de San Juan, al final de la última Cena. Hoy
el Señor promulga el mandato nuevo del amor fraterno, como señal distintiva de los cristianos.
Oración de los Fieles
1. Por el Papa Francisco, obispos y sacerdotes, para que den testimonio al mundo del poder con que Dios obra por medio de
ellos y así la Iglesia se anime en su fe. Oremos.
2. Para que los gobernantes de las naciones, movidos por el amor que Cristo nos mostró y siguiendo su mandato nuevo,
trabajen con amor por los pueblos que los eligieron. Oremos.
3. Para que el mandato de "amarnos los unos a los otros como Dios nos ha amado", permita que nuestros corazones se
conmuevan y lleven el auxilio que los más necesitados de nuestro medio claman con urgencia. Oremos.
4. Para que el amor de Dios nos una como hermanos, hijos de un mismo padre, a todos los que hoy participamos del
Banquete del Amor. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Con amor presentemos ahora las ofrendas de Pan y Vino, que se transformarán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Cantamos...
Comunión
Cristo ha querido mostrarnos cuánto nos ama y llamarnos a la unidad, congregándonos en torno a su Banquete.
Acerquémonos a recibirle. Cantemos.
Final
"La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros", nos ha dicho el
Señor en el Evangelio de hoy. Vayamos a dar muestras al mundo de cómo se aman los discípulos de Jesús.
Moniciones

Monición para el V Domingo de Pascua - Ciclo C


Moniciones para la Misa.
Por: P. Domingo Vásquez Morales | Fuente: Catholic.net

Monición de Entrada

Hermanos en Cristo, muy buenos días, (tardes, noches): Estamos celebrando el quinto
domingo de Pascua, tiempo de alegría en el Señor. Nuestro gozo ha empezado aquí, pero
Cristo, nos revela que habrá una nueva creación al fin del mundo. Mientras, tenemos que
continuar la misión de Cristo aquí en la tierra, amándonos unos a otros. Unidos con Cristo
roguemos por una unión más profunda entre nosotros al empezar esta eucaristía. De pie,
por favor, para recibir la procesión con el cántico de entrada.

Primera lectura: Hc 14, 21b-27 (Pablo y Bernabé vuelven de su primera misión)

Escucharemos el relato de la primera misión de Pablo y Bernabé. Ellos regresaron a su


gente exhortándolos a perseverar en la fe y subrayando las tribulaciones que vendrán.
Pero sobre todo, ellos contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y que es
importante en la vida de la comunidad. Escuchemos.

Segunda lectura: Ap. 21, 1-5a (Dios enjugará las lágrimas de sus ojos)

En el libro del Apocalipsis, san Juan ve un cielo nuevo y una nueva tierra, que es la Iglesia
triunfante. Ese triunfo comienza en la tierra. Dios convive con nosotros y espera el fin de
nuestra noche en la tierra para llenarnos de alegría. Si participamos, si sentimos y
vivimos con la Iglesia aquí, gozaremos en el cielo. Presten mucha atención a esta
revelación.

Tercera lectura: Jn 13, 31-35 (Les doy un mandamiento: que se amen)

El evangelio de hoy es parte del discurso de despedida del Señor en la última Cena. Cristo
fue glorificado a través de su pasión y muerte, lo mismo va a pasar con su Iglesia. Cristo
nos da un nuevo mandamiento, el amor mutuo. Puestos de pie, entonamos el Aleluya y
escuchamos la Buena Nueva.

Oración Universal

1. Por nuestra la Iglesia, para que continúe practicando la caridad con los más
necesitados. Roguemos al Señor.

2. Por los misioneros, para que no sientan temor de predicar públicamente el nombre de
Jesús. Roguemos al Señor.

3. Por los que abandonaron la Iglesia, para que experimenten el amor de Cristo y de sus
hermanos y regresen al redil. Roguemos al Señor.

4. Por el amor, la comprensión, el diálogo y la caridad entre los jóvenes y los adultos,
entre maestros y alumnos, para que nos amemos todos como quiere Dios. Roguemos al
Señor.

5. Por nuestra diócesis, para que surjan las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal.
Roguemos al Señor.

6. Por todos nosotros aquí reunidos alrededor del altar y en el amor de Cristo, para que
crezcamos en su amor, especialmente en nuestros hogares. Roguemos al Señor.

Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 483)

Señor Jesús, que al despedirte de tus discípulos dijiste:


“Ámense como yo los he amado; así los reconocerán como de los míos” ,
perdona nuestra falta de seriedad. Te dejamos mal muchas veces,
porque no nos amamos unos a otros como tú mandaste en la cena.
Después de tantos años de cristianismo todavía no hemos aprendido
la lección. Suspenso anual durante siglos y siglos.

Cambia, Señor, nuestro corazón de piedra por otro de carne.


Transvasa tu Espíritu de amor a nuestro interior anquilosado.
Y cuando hayamos desterrado por completo de nuestro estilo
el egoísmo, la soberbia, el desdén, la frialdad y la revancha,
entonces los demás nos reconocerán como tus discípulos.

Amén.

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