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Los neoliberales insisten en que el “libre comercio” actual resulta del mercado de capitales
y de la ventaja comparativa para el intercambio de mercancías. No obstante, las propias
autoridades estadounidenses han resaltado que el “libre comercio también afecta la
seguridad de nuestra nación” (USTR 2001, Annual Report).
Las relaciones militares tienen fundamento económico. Entre 1994 y 2010, la inversión
norteamericana en Corea pasó de 4.334 millones de dólares a 30.165, casi 50% de ellos en
manufactura; también en instituciones financieras, seguros y comercio mayorista. El
intercambio anual es de 80 mil millones y la inversión coreana en suelo americano es 15
mil millones, principalmente en comercio mayorista. En 2007 sellaron un TLC, ya
aprobado.
Industria compleja, salarios competitivos y mano de obra calificada, con jornada industrial
laboral de 47,4 horas/semana, la mayor entre las economías principales del mundo
(www.salaries.org). Sin embargo, la revista The Economist de noviembre 12 de 2011
advirtió sobre el eventual agotamiento del modelo coreano y sus implicaciones, que ya no
es país en desarrollo, que debe competir con los grandes, que “necesita algo nuevo para
sostener su crecimiento” y que la tasa anual de inversión bajó del 30% del PIB a mediados
de los noventa a 17% en 2010. Preocupa igualmente la concentración en su economía, en
desmedro de los pequeños negocios.
Corea del Sur, duodécima economía mundial, es asociado principal de Estados Unidos en
Asia-Pacífico. Firmas como Chevron, JP Morgan, Cargill, Caterpillar y Boeing han sentado
allí sus reales. El TLC con Colombia, les brinda mayores espacios, refuerza al socio
predilecto que nos propinará un “golpe peor que el de la apertura y el TLC con USA”
(Sarmiento, 2012). El círculo reforzará la especialización colombiana en minería e
hidrocarburos y, así, esta colonia inferior también le cotiza al “aliado estratégico”.
6 Feb 2012 - 11:00 PM
Por: Saúl Pineda Hoyos