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NICARAGUA: TIERRA CODICIADA

En siglo y medio de historia, Nicaragua ha vivido al menos 24 disputas territoriales, de las cuales
cuatro han sido catalogados como triunfo. En el “camino” el país ha perdido casi 30mil kilómetros
cuadrados de territorio

La actual disputa fronteriza entre Costa Rica y Nicaragua sobre el río San Juan es un cuento largo que
comenzó en 1830, cuando el vecino país desarrolló la producción de café y tabaco, y cuando a falta de
puertos en sus costas, utilizaba el río San Juan como ruta de tránsito para sus productos.

Los recursos naturales que posee Nicaragua han servido de anzuelo para volver ésta en una tierra
codiciada por sus vecinos. En los últimos 180 años el país ha sufrido los efectos de al menos 24
conflictos territoriales en los que, según la cuenta de José Reyes, profesor titular y académico del
departamento de Historia de la UNAN-Managua, se han perdido 30 mil kilómetros cuadrados de
territorio.

Todo —dice Reyes— ha sido gracias a la irresponsabilidad de los gobernantes de turno, quienes
según ha quedado registrado en las páginas de la historia, sin más han aceptado las decisiones de las
Cortes Internacionales o han cedido a las dominaciones extranjeras.

Aunque Luis Pasos Argüello menciona que desde 1823 hasta 1960 Nicaragua había sufrido 24
conflictos internacionales, de los cuales sólo había ganado cuatro, el profesor de historia José Reyes
destaca tres como los más importantes debido a la magnitud de los territorios perdidos.

La Mosquitia. Se trataba de un pedazo de tierra de aproximadamente 12 mil kilómetros cuadrados,


ubicado entre el río Coco y el río Aguán. A pesar de que no era un territorio delimitado,
tradicionalmente había pertenecido a Nicaragua.

Fue a partir del siglo XIX que Honduras comenzó a reclamarlo como propio y de ahí surgieron diversos
conflictos armados en la zona, hubo roces y enfrentamientos a cada momento.

“Ése era un territorio en litigio y así aparecía en los mapas de Nicaragua, como “Territorio en Litigio”,
pero los hondureños —más vivos— le pusieron “Departamento de Cabo Gracias a Dios”, comenta el
profesor Reyes.

Los conflictos armados se mantuvieron hasta que los países en disputa decidieron llevar el caso ante
el Rey de España, Alfonso XIII.

Hasta la fecha, el catedrático de historia duda que el Rey Alfonso XIII haya leído por completo los
planteamientos de ambos países, pero al final el Laudo de Alfonso XIII terminó de establecer la
frontera entre Nicaragua y Honduras, a partir del Golfo de Fonseca hasta el Río Poteca, afluente del
río Coco, pero faltó la otra mitad…

“Con el transcurso del tiempo y a medida que los gobiernos militares de Honduras y Nicaragua
compartían intereses políticos y económicos, eran vasallos del gobierno norteamericano, decidieron
someter al fallo de La Haya para que se decidiera si el Laudo del Rey Alfonso XIII era válido o no”,
explica Reyes.
Era 1960, Nicaragua estaba gobernada por Luis Somoza y los Estados Unidos, que ejercía una fuerte
influencia en la región, se inclinaban hacia Honduras por sus intereses mineros y caucheros en la
zona.

“Entonces la Corte Internacional de Justicia dijo que el Laudo del Rey de España era válido, por lo
tanto Nicaragua perdió el territorio en litigio y su frontera quedó fijada en la ribera norte del río Coco,
perdimos ese territorio, primero por el Laudo del Rey de España, después porque la Corte
Internacional de Justicia dio el fallo favorable para Honduras, y tercero porque Luis Somoza, que era el
presidente de Nicaragua, no dijo ni “chu” ni “mu”, relata Reyes.

San Andrés. Todo ocurrió allá por 1928, cuando se firmó el tratado Bárcenas Meneses-Esguerra. Se
llamó así por los apellidos de los ministros de Defensa de Nicaragua y Colombia, José Bárcenas
Meneses y Manuel Esguerra, respectivamente.

Nicaragua reclamaba y reclama aún la soberanía sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia,
porque éste se ubica dentro de su mar territorial y su plataforma continental.

El mar territorial de Nicaragua abarca un mínimo de 200 millas náuticas mar adentro desde la Costa
Caribe. El archipiélago de San Andrés está ubicado a 60 millas náuticas de la Costa Caribe de
Nicaragua, pero a unas 480 millas de la Costa Caribe colombiana.

José Reyes explica que en 1928 los Estados Unidos necesitaban establecer carboneras en el mar
Caribe para abastecer a los barcos de vapor que tenían patrullando la zona.

Tratado Webster-Crampton

La invasión frustrada de Kenney

El tratado Cass-Irisarri

Reincorporación de la Mosquitia (1894).

Según Luis Pasos Argüello, en su libro Los Conflictos Internacionales de Nicaragua (1982), entre 1983
y 1960 el país ha vivido 24 conflictos internacionales, de los cuales sólo ha resultado victorioso en
cuatro de ellos.

Nicoya y Guanacaste con Costa Rica.

Captura y secuestro del jefe de San Juan del Norte, coronel Quijano, por los ingleses.

Bloqueo a San Juan del Norte por los ingleses.

Ocupación de San Juan del Norte por los ingleses.

Bombardeo de San Juan del Norte por los norteamericanos.

Tratado Cañas-Jerez con Costa Rica.

El incidente Belly. La declaración de Rivas.


La cuestión Allard con Francia.

El asunto Eisenstuck-Leal con Alemania.

El barco Moctezuma con España.

Laudo del Emperador de Austria.

Laudo Cleveland.

Ocupación de Corinto y pago de la reclamación inglesa.

Laudos Alexander.

Laudo del Rey de España.

Reclamo Emery.

Sentencia de la Corte de Justicia Centroamericana de la demanda de Costa Rica.

Sentencia de la Corte de Justicia Centroamericana en la demanda de El Salvador.

Tratado Bárcenas Meneses-Esguerra.

Sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

“Les interesaba instalar una carbonera en el Cayo de Roncador y sabían que había un conflicto entre
Colombia y Nicaragua por la posesión de ese archipiélago, entonces presionaron al gobierno de
Nicaragua para que firmara un tratado reconociendo la soberanía de Colombia sobre el archipiélago”,
comenta el historiador.

Entre otras cosas, añade, los Estados Unidos querían recompensar de alguna manera el robo que le
habían hecho a Colombia con el istmo de Panamá. Además, Nicaragua estaba ocupada militarmente
por Estados Unidos, gobernada por un gobierno títere al mando de Adolfo Díaz, fiel al gobierno
norteamericano, quien no se opuso a la medida, ordenando al canciller José Bárcenas Meneses que
firmara el tratado reconociendo la soberanía de Colombia en el archipiélago de San Andrés y
Providencia, y estableciendo la frontera marítima en el paralelo 15.

Con esta firma, el gobierno de Nicaragua renunciaba no sólo a la posesión del archipiélago de San
Andrés y Providencia, sino que además reducía su mar territorial.

En 1928 el Tratado fue refrendado por el Congreso, pero en la década de 1980 fue derogado por el
primer gobierno sandinista, aduciendo que en la fecha en que fue firmado el país estaba ocupado por
la fuerza militar de Estados Unidos, “y un gobierno ocupado por la fuerza extranjera no tiene autoridad,
no tiene soberanía para firmar un tratado”, enfatiza el profesor.

Después del anuncio de intención de llevar el caso a La Haya, en el 2001 el Gobierno de Nicaragua
oficializó el reclamo ante la Corte Internacional de Justicia, pero ésta reconoció la soberanía de
Colombia en el archipiélago de San Andrés, pero negó que el paralelo 15 fuese el límite en el mar
territorial de Nicaragua, a lo que Colombia aún se opone a aceptar, y por lo tanto mantiene barcos
patrullando la zona.

Nicoya y Guanacaste. El Partido de Nicoya, como era llamada la región antaño, perteneció a
Nicaragua durante todo el régimen colonial que duró 300 años.

Nicoya es la península y Guanacaste es el norte de la península que llega hasta el Atlántico. Por
aquellos años Costa Rica reconocía la soberanía de Nicaragua sobre Nicoya y Guanacaste.

A partir de 1830 Costa Rica comenzó a desarrollar su economía promoviendo el cultivo de café y
tabaco. Necesitaban exportar el producto y fue en el río San Juan donde encontraron la vía de tránsito
propicia para su comercio, ya que en ese entonces el país vecino no poseía ningún puerto ni en el
Pacífico ni en el Atlántico.

Por esa fecha Granada, que funcionaba como la capital de Nicaragua, era una ciudad revuelta. Había
un golpe de Estado a Cleto Ordóñez, se buscaba cómo destruir la dominación conservadora y oligarca
de León y Granada… Todo eso dio origen a la guerra de las juntas, hubo sangre y anarquía.

Nicoya y Guanacaste geográficamente habían pertenecido a Nicaragua durante el régimen colonial,


pero habían permanecido abandonados porque, a pesar de que se reconocía la soberanía hasta
Nicoya, nunca se habían tomado medidas para proteger política y económicamente a la escasa
población que lo habitaba.

Costa Rica comenzó a interesarse por los terratenientes productores de café y comenzaron a
seducirlos para que declararan la anexión de Guanacaste a Costa Rica. Las autoridades de
Guanacaste se opusieron, pero los terratenientes se inclinaron por Costa Rica, montaron un cabildo,
elaboraron un acta y declararon que “por tales y tales razones” el Partido de Guanacaste se adhería al
Estado de Costa Rica.

“Hay que advertir que en 1824 todavía estábamos influenciados por la idea de que los Estados de
Centroamérica no eran república, éramos Estados. Por lo tanto, Costa Rica y Nicaragua éramos
Estados de la Federación Centroamericana”, explica José Reyes.

Fue así que Costa Rica pidió a Nicaragua que aceptara la voluntad de los guanacastecos, “pero el
gran error fue que en lugar de negarse, Nicaragua dijo ‘vamos a someternos a la posición del
Congreso Federal Centroamericano”.

Según cuenta el historiador, la frontera de Nicaragua con Costa Rica llegaba hasta el río Matina, en el
Atlántico, “hasta ahí llegaba Guanacaste. El río San Juan estaba a 12 millas del río Matina, y Costa
Rica consideraba que hasta ahí llegaba su frontera, pero como utilizaban el río San Juan como ruta de
tránsito de sus negocios, entonces comenzaron a presionar para que su frontera llegara hasta el río
San Juan para garantizarse la navegación que hacían de sus productos”.

En 1856 William Walker asumió la presidencia de Nicaragua y procedió a cancelar los contratos que
Nicaragua había firmado con Cornelius Bandervilt, dueño de la ruta del tránsito que estaba en
Nicaragua.

Bandervilt, en represalia, sobornó al gobierno de Costa Rica para que organizara un ejército que
viniera a Nicaragua a derrotar a Walker y así recuperar la compañía que le había sido arrebatada.
Fue así que Costa Rica inició la guerra contra los filibusteros en Nicaragua. Una de las operaciones
más importantes del Ejército costarricense, al mando de comandantes norteamericanos, fue la toma de
los vapores de la compañía de la ruta del tránsito y se apoderaron de El Castillo San Carlos, llegaron
hasta La Virgen y le dieron continuidad a la guerra contra Walker, hasta que fue vencido y expulsado
de Nicaragua en 1857.

Pero una vez terminada la guerra, Costa Rica declaró que se quedaba con el río San Juan y, de paso,
extendía su frontera hasta la mitad del lago Cocibolca y la mitad del istmo de Rivas. A esto le llamaron
“derecho de conquista” por haber combatido a los filibusteros en Nicaragua.

El Gobierno de Nicaragua, conformado por Tomás Martínez y Máximo Jerez, reaccionó y no aceptó tal
decisión.

Fue así que inició el diálogo entre el general Máximo Jerez y José María Cañas, quienes elaboraron el
tratado Cañas-Jerez, que fijó los límites con Costa Rica, en 1857.

El Tratado Cañas-Jerez impidió que Costa Rica se apoderara del río San Juan, la cuenca sur del lago
Cocibolca y la mitad del istmo de Rivas, pero no impidió que Costa Rica llevara su frontera hasta 130
kilómetros antes de la desembocadura del río San Juan.

En él se estableció que la frontera entre Costa Rica y Nicaragua comienza en la mitad de la bahía de
Salinas, sigue una línea de 4 millas al sur del río Ochomogo, luego sigue 4 millas al sur de la costa sur
del lago de Nicaragua, luego 5 millas al sur de la ribera del río San Juan hasta El Castillo de la
Inmaculada Concepción y de ahí 5 millas abajo, la ribera sur del río comienza a ser la frontera con
Costa Rica.

“Perdimos ese territorio y lo más grave es que se les dio el derecho de navegación perpetua a Costa
Rica en el río San Juan, aunque La Haya reconoció la propiedad absoluta del río San Juan”, señala el
historiador.

Este estudioso de la historia nacional explica que a través del último siglo, Nicaragua ha perdido en
total casi 30 mil kilómetros cuadrados, como consecuencia de la falta de beligerancia de los gobiernos
de turno, quienes se han mostrado demasiado débiles ante los interventores, han sido
“irresponsables”, dice, “nunca se preocuparon por preservar la soberanía nicaragüense”.

CÓMO NICARAGUA PERDIÓ NICOYA Y GUANACASTE

Se cumplen 195 años y La zona significa ahora el 20 por ciento del territorio de Costa Rica, hecho
acontecido el 25 de julio de 1824.

El historiador costarricense Vladimir de La Cruz explica el proceso “voluntario” de la anexión de los


nicoyanos, acontecimiento que sigue siendo usado por gobiernos para levantar nacionalismos que
ponen a discutir a ciudadanos de ambos países.

“Los territorios nuestros del continente y de América Central antes de la Independencia (1821) eran de
España, que definía límites de regiones y establecía las autoridades para cada una de ellas y sus
conductos. Para 1780, con la reforma borbónica que impulsa España, con ánimo de mantener un
papel más predominante con Europa, reestructura territorios y crea partidos, entre estos la
denominación del Partido de Nicoya, Segovias y Managua, Rivas, la provincia Costa Rica y se crearon
partidos e intendencia”, relata el historiador.

Para el proceso de Independencia centroamericana, el comercio entre Nicoya y Costa Rica era más
fuerte que entre Nicoya y Nicaragua, porque los nicoyanos aprovechaban los puertos ticos de Caldera
y Puntarenas en el Pacífico para sacar sus productos.

Además, Costa Rica era un país con mayor estabilidad política que Nicaragua, país con divisiones
internas por continuas disputas entre León y Granada.

“Cuando viene la Independencia, 1821-1824, antes de la creación de la República Federal


Centroamericana se crean en Costa Rica juntas de Gobierno y en ella forma parte Juan Mora
Fernández, primer jefe de Estado entre 1824-1833, fue parte de la junta y jugó un papel fundamental
importante y junto con Mariano Montealegre, otro líder de la época, se dirigieron a establecer lazos
económicos más fuertes e invitar a los nicoyanos a que se adhirieran voluntariamente a Costa Rica”,
sostiene De La Cruz.

“Eso fue lo que provocó el pacto de la anexión y el plebiscito que se hizo de modo natural entre el
Partido de Nicoya, para incorporarse a Costa Rica”, añadió.

La región, de más de 10 mil kilómetros cuadrados anexados a Costa Rica, constituye alrededor del 20
por ciento del territorio costarricense, que además de dar más área geográfica en tierra firme a este
país dio mayor extensión marítima en el Pacífico.

“La población de aquella época era poca, pero da una proyección importante a la sociedad
costarricense por matrimonio, sangre, por todos los lazos étnicos que empieza a producir Guanacaste
con el resto del territorio nacional. Desde el punto de vista de la cultura antigua nos aporta toda la
tradición chorotega que llega hasta los nicaraos, en esa época de la conquista de la llegada de los
españoles a América, la cultura chorotega nuestra es la misma que los chorotegas nicarao, un solo
complejo cultural que llegaba desde Nicoya hasta Managua”, añade el historiador.

CÓMO SE APROPIÓ COSTA RICA DE NICOYA Y GUANACASTE

El territorio de Nicoya fue descubierto por dos lugartenientes de Pedrarias Dávila en 1519 y
desde Castilla del Oro (hoy Panamá). Ellos arribaron al Golfo del mismo nombre, bautizado
“de Nicaragua”. De 1557 a 1588 fue parte de la provincia de Nicaragua (la de Costa Rica no
existía); de 1589 a 1593 funcionó de apoyo a la colonización del Valle Central de Costa Rica,
emprendida desde la ciudad Granada; de 1594 a 1602 se mantuvo unida a la nueva provincia;
de 1603 a 1786 permaneció en condición de autonomía y desde el 23 de septiembre de 1786,
cuando Carlos III dividió el Reino de Guatemala en cuatro Intendencias, constituyó un Partido
de Nicaragua.

Una era la Gobernación Intendencia de Nicaragua, que constaba de cinco partidos: además
del de Nicoya, los de León, Sutiaba, El Realejo y Matagalpa. Esta situación se mantuvo en
1813, y de nuevo en 1820 —tras la vigencia de la Constitución de Cádiz— cuando el Reino
volvió a dividirse en dos Diputaciones Provinciales: una con sede en la ciudad de Guatemala
(abarcando Chiapas, Guatemala, El Salvador y Comayagua) y otra con sede en León
(comprendiendo Nicaragua y Costa Rica). La de León, como la de Guatemala, constaba de 7
miembros: uno por León, otro por Granada, otro por Segovia, otro por Rivas, otro por Nicoya
(o sea, 5 representando a Nicaragua) y dos por Cartago.

Por otro lado, existían lazos económicos entre Costa Rica y el Partido de Nicoya desde el
afincamiento de hacendados ganaderos de Rivas que culminó en 1769 con la fundación del
pueblo de Guanacaste (llamado posteriormente Liberia) y la erección de su ermita. Luego, en
1772, se fundó el pueblo de Santa Cruz. Realmente, a raíz de la guerra entre partidarios y
adversarios del Imperio de México (que se dio también en Costa Rica), los habitantes de
Nicoya se adhirieron al gobierno de León, sometido a México; luego rompieron con él para
unirse al de Granada, que lo combatía; y, durante las subsiguientes “conmociones de
Nicaragua” (entre “libres” y “serviles”) decidieron anexarse a Costa Rica.

El acta del 25 de julio de 1824

Las presiones costarricenses no se hicieron esperar. Así surgió el acta del 25 de julio de 1824,
por la cual el Ayuntamiento de Nicoya decidía anexarse al Estado vecino, después de
rechazar en cabildo abierto dicha anexión veintiún días antes. Intereses de varios sectores
influyeron en la decisión tomada, argumentando las ventajas comerciales que podían
proporcionarles el puerto de Punta Arenas, la administración de Justicia y la “seguridad,
quietud y régimen político”, ausentes en la convulsiva Nicaragua. El municipio de Santa Cruz
decidió seguir los pasos de la Villa de Nicoya en Acta del 27 de julio del mismo año, con la
renuencia del barrio de La Costa; pero el 9 de agosto la anexión fue ratificada.

Así las cosas, el 9 de diciembre de 1825 el Congreso Federal decretó: “Por ahora, y hasta que
se haga demarcación del territorio de los Estados que previene el Art. 7º de la Constitución, el
Partido de Nicoya continuará separado del Estado de Nicaragua y agregado al de Costa
Rica”. Pero dicho decreto —que establecía una suerte de fideicomiso— no fue sancionado por
la Asamblea de los Estados respectivos, como lo pretendía la Carta Fundamental de
Centroamérica.

Nicaragua reclamó vigorosamente ante el Congreso Federal que tomaría en consideración la


protesta enviándola a comisión, la cual dictaminó favorablemente a los derechos de
Nicaragua. Costa Rica también antepuso el “por ahora” al artículo en que demarcaba su
territorio —el mismo de la época colonial— de su primera Constitución del 21 de enero de
1825. No incluyó la posesión de Nicoya, anexada a Costa Rica en el acta del 24 de julio de
1824 “para mientras se restablecía el orden en Nicaragua”. Contra esa acta también se había
elevado otra, firmada igualmente por nicoyanos y guanacastecos, dirigida al mismo Congreso
Federal, hallándose entre sus firmantes el “Pbro. Pedro Avendaño, cura de la Provincia de
Guanacaste”.

Costa Rica, el uso de la fuerza y la amenaza

En reunión del 5 de agosto de 1826, los vecinos de Santa Cruz suscribieron una exposición al
gobierno federal en la que pedían derogar el decreto del 9 de diciembre anterior y aclaraban
que fue una minoría la que había solicitado la anexión a Costa Rica. Lo mismo armaron los
vecinos de la villa de Guanacaste el 15 del mismo mes, reunidos dentro de la iglesia
parroquial, previa misa celebrada por el cura José Santiago Mora. Allí se acordó suspender el
juramento que exigía Costa Rica, puesto que consideraban que la anexión no era perpetua,
sino temporal.

Ante esta actitud, el gobierno costarricense organizó una tropa de 150 hombres al mando de
Pedro Zamora, quien expidió el siguiente úkase: Cuartel General, Nicoya, septiembre de
1826. Por esta mi orden comparecerán todos los vecinos de Santa Cruz (digo los que no
hubieran jurado a este pueblo el dieciséis de éste) a celebrar la jura el diecisiete, prometiendo
a los que así lo hicieren verlos como vecinos obedientes, y a los que no, pasar con las
bayonetas a esa costa, embargar sus bienes, quemar sus casas y traer sus familias a morar a
este pueblo. Los vecinos respondieron: Prestaremos el juramento en virtud de la fuerza con
que se nos obliga. A este sometimiento a la fuerza, siguió el gobierno de Costa Rica aplicando
medidas de terror.

Los continuos reclamos de Nicaragua

Desde entonces, pese a sus disturbios intestinos, Nicaragua siempre reclamó Nicoya. Así lo
hizo el 3 de enero de 1826 Pedro Benito Pineda, recordando que también el partido
nicaragüense de Segovia estuvo agregado al de Honduras un año, pero que había vuelto al
dominio de Nicaragua. La comisión de la Constituyente sostuvo que de los tres municipios
(Nicoya, Santa Cruz y Guanacaste) tan sólo algunos de los ciudadanos del primero querían
permanecer agregados a Costa Rica. El Ministro General Miguel de la Cuadra reiteraba el
mismo concepto del 19 de mayo de 1826. Y el 2 de junio de 1830, otro Ministro General
insistió en el carácter provisional de la agregación de Nicoya y que Costa Rica debía obrar
como el Partido de Segovia.

El 5 de enero de 1843 partió de León hacia Costa Rica una misión oficial encabezada por
Toribio Tijerino. Fundamentalmente, intentaría conseguir la devolución del antiguo partido de
Nicoya, ya denominado Departamento de Guanacaste. Tijerino fue mal recibido, pasaban
intimidando tropas armadas, echando a correr el rumor de que irían pisando los talones del
diplomático nicaragüense.

Tijerino cuestionó la legitimidad de las actas de los cabildos nicoyanos, por ser producto de
amenazas por parte de las autoridades costarricenses. El 24 de diciembre de 1842 el jefe de
Estado, José María Alfaro, ofreció 500 pesos y un empleo a quien quitase la vida al individuo
que osara negarse a juramentar el decreto. En su Constitución de 1844, Costa Rica incluyó en
su territorio el departamento de Guanacaste. Pero, en el Tratado de Masaya de 1846, aceptó
la propuesta de Nicaragua: que la cuestión de Nicoya la solucionasen tres árbitros, dos de
ellos centroamericanos. En 1848 prerió una potencia extranjera designada por ambas partes.
Sin embargo, la apropiación ya era una realidad.

El primer ejército moderno de Centroamérica

Esa apropiación, en su etapa final, se le debe a Juan Rafael Mora, mandatario por diez años
de su país. “Don Juanito” fundó el primer ejército nacional moderno de Centroamérica. En
1851 comenzó a comprar equipo bélico en Inglaterra y sumaba 5,500 hombres. En 1852 los
entrenaba un militar ruso. En 1854 la tropa era de 6,500 efectivos: casi el diez por ciento de la
población del país.

¿Y todo para qué, si no había señales de agresiones filibusteras? Para servir de amenaza a
Nicaragua, consolidar de iure la posesión de facto del ex llamado Partido de Nicoya y ahora
Provincia de Guanacaste; y para expandir la frontera norte por la fuerza. Mora logró todo eso.
En mayo de 1854, ante la inminente contienda interna de Nicaragua, se anexó Nicoya y
Guanacaste, bautizando a este territorio Moracia (en honor suyo). Para entonces ya había
hecho fracasar la misión de Dionisio Chamorro, enviada por su hermano Fruto, para arreglar
los límites de ambos países. Todas sus propuestas fueron rechazadas.

El 22 de febrero de 1854, Chamorro estimó conveniente protestar: Si Costa Rica, como es de


suponerse, declara la guerra a Nicaragua y se dispone a reconquistar el Partido de Nicoya,
protesto solemnemente, y a la faz de todas las naciones, que será responsable ante Dios y los
hombres de toda la sangre fraternal que se derrame. No hubo tal derramamiento. Sin
embargo, tres meses antes de iniciarse la guerra fratricida de sus vecinos, Mora tomó partido
por el bando leonés. Un prusiano, al frente de soldados costarricenses, plantó la bandera tica
en una isla del río San Juan; otro prusiano emprendió la construcción de un camino en la
margen meridional del Lago; flagrantes usurpaciones furtivas de la soberanía nicaragüense
que tenían en el objetivo de echar a andar el proyecto de la “Costa Rica Transit Company”, de
empresarios estadounidenses, a través de la cual Mora pretendía disputar la ruta
interoceánica a la compañía que funcionaba en Nicaragua desde 1851.

Mora y su expansionismo

Costa Rica pegó el grito al cielo cuando 49 soldados leoneses huyeron hacia su país, tras la
batalla de Rivas el 29 de junio de 1855, mostrándose los ticos impacientes para estrenar los
cañones de campaña, morteros, obuses y rifles Minié. Su Ejército era ya de 7,000 hombres. Al
concluir la cosecha del café, el 27 de febrero de 1856, Mora declaró la guerra “contra la
República de Nicaragua”, cuyo gobierno presidía Patricio Rivas, aunque controlado por
William Walker. “No vamos a lidiar por un pedazo de tierra. Vamos a luchar para redimir a
nuestros hermanos de la más inicua tiranía” —proclamó Mora el 1º de marzo de 1856. Los
poderosos hermaniticos, aprovechando nuestro conflicto para apoderarse de la ruta del canal
y del tránsito.

Mora intervino en los cruentos y complejos acontecimientos de Nicaragua entre 1855 y 1857,
apoyado por la intromisión de Inglaterra y desplegando una diplomacia expansionista. Así
firmó dos nuevos contratos canaleros en San José: el 4 de diciembre de 1856 —en plena
Guerra Nacional antifilibustera—, y el 12 de julio de 1856 con súbditos británicos. Mientras
tanto, el 6 de julio de 1857, en un tratado bilateral entre ambos países, el Juárez-Cañas —ya
expulsado el filibustero Walker—, y quedando Costa Rica en posición ventajosa ante la
postrada Nicaragua, ésta tuvo que entregar su Distrito de Nicoya (como figuraba en su mapa
oficial de 1855) “para siempre”. Pero Costa Rica no ratificó dicho Tratado, ya que no satisfacía
sus pretensiones en el río San Juan. El objetivo del presidente Mora era convertir en
condominio el río y posesionarse de la ribera meridional del Gran Lago El 14 de octubre de
1857, Costa Rica dio un ultimátum para que el gobierno de Nicaragua entregara el puerto
lacustre de San Carlos, hecho considerado por el presidente Tomás Martínez una declaración
de guerra. El diálogo suplió las armas, y en Rivas, el 8 de diciembre de 1857, José María
Cañas y el propio Martínez firmaron el tratado Martínez-Cañas, reconociendo Costa Rica los
límites del Juárez-Cañas y devolviendo el Castillo Viejo, tomado antes de concluir la Guerra
Nacional antifilibustera con el apoyo privado del empresario estadounidense Cornelius
Vanderbilt. Una vez más, el Congreso tico no reconoció el nuevo tratado.

El 18 de enero de 1858, Nicaragua nombró comisionados. Entonces Máximo Jerez,


Plenipotenciario de nuestro gobierno, firmó en San José con José María Cañas el 15 de abril
de 1858 el Tratado Jerez-Cañas, quedando definitivamente resuelto el litigio con Costa Rica
por la posesión de Nicoya. El artículo segundo definía las fronteras. Costa Rica obtuvo una
respetable ganancia territorial, pero Nicaragua puso coto a la pretensión costarricense del río
San Juan.

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