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…Destacamos en particular factores tales como el clima, el suelo, la provisión de agua y su impacto
en los sistemas de producción de alimentos, así como la actividad económica (caza, agricultura, etc).
Estas variables ecológicas promueven prácticas culturales que, a su vez, modelan el comportamiento.
En tal sentido, consideramos que las experiencias vitales de un niño de una sociedad altamente
industrializada, como Barcelona (España) por ejemplo, serán diferentes de las de un niño inserto en
una comunidad pastoril de alta montaña de Tucumán (Argentina). (Contini, 2001, p3)
“La psicología transcultural se ha ocupado de este tema y, al respecto, señala que la cultura ejerce cierto grado
de influencia en los procesos psicopatológicos. Draguns concluye que no se han encontrado trastornos que
sean inmunes al modelado cultural” (Contini, 2001, p4). Referencias como estas, dentro de un contexto de
formación académica psicológica deberían resultar obvias, más bien no lo son, y por ello la necesidad del
desarrollo de psicologías que se avoquen a lo social/transcultural.
Por otro lado, la evaluación psicológica como disciplina que se desarrolla determinada por los distintos
enfoques que adopte el psicólogo, tampoco esta exenta de dichas problemáticas que atañen a lo sociocultural,
en específico teniendo en cuenta que es una disciplina que se encarga de desarrollar instrumentos y técnicas
con los que a su vez estudia el comportamiento del ser humano.
En cuanto a ello, y retomándonos a la cuestión central de este texto, podemos preguntar ¿Qué sujeto evalúa?
¿la cultura determina el proceso de evaluación?, ¿Qué medidas se toman para hacer frente a las diferencias de
culturas? Si un/a psicologx quiere estudiar a un sujeto que creció en un contexto como Argentina, por ejemplo,
evaluando autopercepciones, no puede aplicar técnicas o instrumentos de evaluación que fueron diseñados
para una muestra de EE. UU o de Suecia por decir algún lugar. Lo mismo podemos pensarlo si se pretende,
por ejemplo, estudiar las propias perspectivas a futuro que tiene un sujeto que nació, creció y vive en una zona
rural, con la misma lógica y técnicas con las que abordamos el estudio de un sujeto que nació, creció y vive en
una gran ciudad. En realidad, de poder se podría, pero éticamente hablando, ¿Está bien? ¿Qué tanto rigor
científico podría presentar los datos obtenidos?
Esto (incluyendo lo dicho sobre las teorías y practicas psicoanalíticas y la evaluación psicológica) lo podemos
ubicar dentro de los planeos de un enfoque universalista el cual propone que, como dice Contini (2001) “es
posible construir categorías aplicables en diversos contextos” (pg.4)
He aquí la cuestión central de este planteo, desde el punto de vista ético, ¿cómo se puede analizar la falta de
conocimiento transcultural a la hora de establecer por ejemplo un diagnostico desde el enfoque psicoanalítico,
o a la hora de aplicar ciertos test en evaluación psicológica?, puesto que lo central allí es el sujeto, no se puede
ignorar que todos estamos constituidos y determinados por la historia, cultura y sociedad que nos rodea. ¿Es
ético pretender una misma aplicación tanto de marcos teóricos como de practicas para todas las culturas?
El ser humano en general, más allá de ser un sujeto psicobiológico, esta atravesado transversalmente por la
historia, la cultura, las sociedades, y las formas de aprendizaje que tiene sobre estas mismas cuestiones.
La pretendida aplicación “universalista” tanto de teorías como de practicas occidentales a todos los sujetos por
igual, terminan desviando la tarea del psicólogo a una praxis falta de ética, desde distintos ángulos; podemos
mencionar falta de competencia, cuestiones relacionadas a la ética subyacente al desarrollo de test, su
aplicación e interpretación de las puntuaciones, y de allí partir hacia la fiabilidad y validez de los datos; la
psicopatologizacion de una cultura diferente a la propia.
Todas las cuestiones que hacen a la responsabilidad social con la que portan los psicólogos, a las relaciones
con la comunidad, deben ser repensadas, y puestas en juego, ya que es justamente donde hace falta retornar
para poder generar un cambio. En tanto la psicología es totalmente heterogénea en lo relativo a marcos teóricos,
enfoques y prácticas, las cuestiones de la ética en esas prácticas (y formación) son troncales en todas ellas sin
importar enfoque, y plantearnos la necesidad de abordajes más inclusivos es urgente, no solo respecto a las
cuestiones étnicas, sino también desde una mirada interna sobre las distintas subculturas que pueden cohabitar
dentro de un mismo país, que incluyen factores geográficos, económicos y sociales para explicar su
constitución; no podemos pretender UN solo sujeto argentino por ejemplo.
Resulta interesante los abordajes que nos pueden brindar enfoques como los de los investigadores que adhieren
a la concepción emic “...están interesados en conocer el significado que atribuye un determinado grupo cultural
a un síntoma perturbador, el papel de la cultura en el modelado de los factores de riesgo, las consecuencias
que tendrá para el sujeto en su contexto una enfermedad determinada, así como en obtener clasificaciones
culturalmente especificas de los trastornos psíquicos” (Contini,2001, pg5).
Permitirnos a nosotros mismos (como futuros psicólogos y como psicólogos ya formados) conocer los limites
que conlleva la elección de cierto enfoque teórico/practico como “preferencial”, posibilitara a su vez dar cuenta
de la falta que hace adoptar mas perspectivas como las de los investigadores emic, que se avoquen a las miradas
transculturales, superar el sesgo etnocentrista que hizo raíz hace mucho tiempo ya en la psicología y trabajar
con otros actores sociales y de la salud interdisciplinariamente.
“Dejar de hacer ojos ciegos” será fundamental para ello, y el ir adoptando la ética profesional ya desde el
mismo paso por la facultad, no solo como la letra chica de un contrato que uno nunca lee y que firma igual;
sino como una construcción necesaria que nos tiene que atravesar en el día a día como psicólogos.
Esto permitirá que más allá del abordaje que se le quiera dar a su propia carrera, poder cumplir con la
responsabilidad para con la sociedad, siendo un actor de la salud mental con una mirada ética/
transculturalmente inclusiva (y no etnocéntrica), inherente a su desarrollo profesional.
Referencias bibliográficas:
- Contini, N. (2001). Multiculturalismo y Evaluación Psicológica: Una respuesta a la diversidad
en el comportamiento. 28o Congreso Interamericano de Psicología. Santiago de Chile, 29 de
julio al 3 de agosto.
- Contini, N. (2001). La evaluación psicológica y el psicodiagnóstico en Argentina:
perspectivas en la formación académica y en el ejercicio profesional. III Congreso
Iberoamericano de Evaluación Psicológica, Bs As, 26 y 27 de julio