You are on page 1of 6

SALMO 121

Introducción

El Salmo 120 habla de las luchas del creyente, en este mundo. El peregrino judío era
consciente de vivir en un mundo hostil a Dios, y se lamenta de las luchas que
experimenta en la vida. El Sal 121 es mucho más positivo. Habla de cómo Dios
protege al creyente de toda la maldad que nos rodea. El Sal 120 es realista; pero el
Sal 121 es triunfante. En el Sal 120, la mente del salmista está llena de amenazas y
temores; en el Sal 121, la mente del salmista está llena de esperanza y confianza en
Dios.

El Salmo 121 tiene cuatro estrofas, de dos versos cada uno. En la primera estrofa
(v.1-2), el autor piensa en voz alta, preguntándose: “¿De dónde vendrá mi socorro?”
(v.1b). Se responde a sí mismo, declarando su fe en la protección de Dios (v.2).
Luego, en las siguientes tres estrofas (v.3-8), el salmista se dirige a otra persona,
animándole a confiar en Dios.

Dios, en Su ley, exigió que los judíos se presentaran delante de Él, tres veces al año
(Éx 23:14-17). Él prometió guardar al pueblo durante estos tiempos de peregrinación
(Éx 34:23-24). Este salmo celebra la protección de Dios durante el viaje a Jerusalén,
efectuado en obediencia a la Palabra de Dios.

Verso 1

“Alzaré mis ojos a los montes”

Al salir de viaje, yendo a Jerusalén, el autor eleva su mirada a los montes. Está
dejando atrás su casa, sus bienes, sus animales, su campo de cultivo; y tendrá que
caminar por lugares peligrosos.

“¿De dónde vendrá mi socorro?”

La pregunta es natural. Él se siente vulnerable, y se pregunta: ‘¿Quién me ayudará?’


En Jer 3:23, leemos de personas que ponían su fe en los dioses o en los espíritus de
los montes, que algunos adoraban en los lugares altos. Pero, como afirma Jeremías,
todo ello es “vanidad”; porque “en Jehová nuestro Dios está la salvación de Israel”.

Verso 2

“Mi socorro viene de Jehová”

Inmediatamente, la fe del salmista sale a relucir. Él está yendo al templo de Jehová


para adorarle, y ofrecer sus sacrificios. Está yendo en obediencia a Su Palabra. ¡Cómo
no confiar en Él!

1
LECCIÓN: Nunca debemos poner nuestra confianza en los hombres, o en nuestras
medidas de protección personal. Todo eso nos puede fallar; pero no Dios.
El creyente tampoco debe confiar en su propia fe o fidelidad; sino en la
fidelidad de Dios.

“Que hizo los cielos y la tierra”

Ver Sal 124:8 y 115:15. Al contemplar los montes, el autor considera el poder de Dios
quien los creó, y se anima. “El Dios que hizo todo esto está conmigo; Él me ayudará”.
No debemos poner nuestra confianza en las criaturas, sino en el Creador. Una
contemplación del mundo natural, y el poder y la sabiduría necesarias para crear todo
lo que vemos, nos animaría a confiar más en el Creador.

NOTA: En el Sal 120, el salmista no pudo alzar sus ojos más allá de “las tiendas de
Cedar”; es decir, del ‘mundo’ inconverso que le rodeaba. Por eso se sentía
constantemente amenazado. El autor del Sal 121, eleva su mirada “a los
montes”, y eso lo lleva a pensar en Dios, el Creador de los montes. Así se
fortaleció en su fe, y en su estado anímico. ¡Cuán importante es tener nuestra
mirada puesta en Dios!

Verso 3

“No dará tu pie al resbaladero”

Literalmente, ‘No dará a tu pie que resbale’. Como dijo Ana, Dios “guarda los pies de
sus santos” (1 Sam 2:9); es decir, no dejará que Sus hijos caigan (en la tentación) o
resbalen (en los peligros de la vida). Tenemos que reconocer que somos débiles
criaturas; con la tendencia a tener ‘tropiezos’ en la vida. Nuestro andar no es muy
seguro, aun como creyentes. A veces podemos casi ‘resbalar’, como dice el salmista,
en Sal 73:2 (“casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos”. Pero
quienes realmente caerán serán los incrédulos (“Ciertamente los has puesto en
deslizaderos”, Sal 73:18), no los creyentes, que confían en Dios.

El peregrino tenía un largo viaje por delante. Los caminos no siempre serían fáciles.
Había el peligro de resbalar (literalmente); especialmente cuando estaba cansado. Del
mismo modo, el creyente tiene un largo camino por delante; y transitando por este
‘mundo’, corre muchos peligros. Aunque el ‘fundamento’ (= la salvación) de Dios es
firme (2 Tim 2:19), el caminar del creyente no siempre lo es. Sus ‘pies’ están
expuestos a resbalar constantemente (ver Sal 38:16; Prov 3:23, 26). Con facilidad, se
‘cansa’ espiritualmente; y cuando está en esa condición, se puede resbalar (por
ejemplo, David, cuando cayó en el pecado de adulterio). Pero Dios es más que capaz
de cuidarnos, para que nuestros pies no resbalen en tal manera que nos dañe
irreparablemente (Sal 66:9). Aunque caigamos por un momento, Él nos levantará; y
no permitirá que nuestros pies resbalen en forma permanente.

“No se dormirá el que te guarda”

A veces, guardas (humanos) pueden quedar dormidos; pero no Dios. ¿Por qué no? En
primer lugar, porque no se cansa; y en segundo lugar, porque nos ama. Su interés en
2
nosotros hace que siempre esté alerta, velando por nosotros; y Su omnipotencia hace
que nunca necesita descansar. ¡Su protección es 24/7! Las 24 horas del día; los 7
días de la semana.

Nuestro enemigo es incansable; siempre está vigilando, para ver cuándo nos podría
atacar. Si no fuera por Dios, caeríamos presos en sus manos con mucha facilidad.
Pero Dios está con nosotros como poderoso gigante. Él nunca duerme; nos vigila día y
noche.

ILUSTRACIÓN: Jacob casi ‘resbaló’, cuando engañó a su padre, para asegurar las
bendiciones de la primogenitura; luego, cuando estaba viajando a
Padan-aram, quedó dormido en la noche. Pero Dios estaba velando su
sueño, y se le manifestó. Después, a lo largo de su vida, Dios estaba
con Jacob, guardando su camino, y protegiéndolo, hasta que todos Sus
propósitos se cumplieron en él.

Verso 4

“He aquí, no se adormecerá ni dormirá…”

La verdad expresada al fin del v.3 era muy valiosa, y merecía ser repetida. Al repetir
esta verdad, el salmista la está ‘saboreando’, para apreciarla más. No se debe buscar
una diferencia entre las palabras “adormecerá” y “dormirá”; en este caso, son
sinónimos.

“…El que guarda a Israel”

Recordando que ‘Israel’ fue el nombre dado a Jacob, traemos a la mente el momento
que Dios se manifestó a ese patriarca, en Bet-el. Esa noche Él guardó al futuro
‘Israel’; y lo siguió haciendo de ese momento en adelante.

Verso 5

“Jehová es tu guardador”

¡Qué tremenda afirmación es esta! ‘El gran Dios eterno – Jehová de los ejércitos, es
TU guardador personal’. Con esta declaración y promesa bien grabada en nuestros
corazones, podemos estar seguros y tranquilos, mientras caminamos hacia la Patria
Celestial. No tenemos por qué temer, mientras nuestro Divino Guardador nos
acompaña, y nos cuida.

Es cierto que Dios envía Sus ángeles para cuidarnos (Sal 91:11-12); pero eso no anula
el hecho que Dios mismo nos cuida, personalmente. ‘El que guarda a Israel (v.4), es
el que te guardará a ti también, porque eres parte de Israel’, dice el salmista. El
Pastor del redil, que guarda a toda la manada, es también el Pastor de cada oveja,
individualmente.

Mientras el Señor estuvo en la tierra, Él guardó a Sus discípulos (Juan 17:12); ahora,
en el cielo, intercede por nosotros, y nos encomienda al cuidado del Padre.
3
“Jehová es tu sombra a tu mano derecha”

Dios nos sólo nos protege, sino que nos refresca; nos alivia del calor intenso del día,
dándonos Su sombra. Y lo hace, porque siempre está cerca de nosotros. Como dice
David,

“A Jehová he puesto siempre delante de mí;


Porque está a mi diestra, no seré conmovido” (Sal 16:8)

Pero esta “sombra” es una ‘sombra’ protectora (ver Is 25:4).

La “mano derecha” es la posición que adopta una persona que tiene la intención de
defender al desprotegido:

“Porque Él se pondrá a la diestra del pobre,


Para librar su alma de los que le juzgan.” (Sal 109:31)

“El Señor está a tu diestra;


Quebrantará a los reyes en el día de Su ira.” (Sal 110:5)

NOTA: ¡Qué diferente es la condición del incrédulo! Él tiene a Satanás a su diestra; y


él está allí no para guardarlo, sino para atacarlo, acusarlo y destruirlo.

Verso 6

Cuando Dios creó los astros (el sol y la luna), los hizo para el bien del ser humano. Sin
embargo, tal es el impacto del pecado sobre la creación, que aún las cosas benéficas
se vuelven un peligro, o algo dañino, para el ser humano. Pero donde el (impacto del)
pecado abundó, más abundó la gracia de Dios. Y el salmista habla aquí de la
protección que Dios brindará a los peregrinos, de los efectos relacionados con los dos
astros principales.

“El sol no te fatigará de día”

Durante el viaje a Jerusalén, los peregrinos a veces enfrentaban el intenso calor del
sol. El salmista afirma que Dios estará con ellos, cuidándolos aun del cansancio de la
insolación. Pero hay un significado simbólico aquí también. El ‘sol’ puede ser tomado
como representando cualquier cosa que causa daño al creyente, en su peregrinaje por
esta vida (ver Is 49:10 y Apo 7:16). Dios nos protege de todo peligro; especialmente
del ‘cansancio’ o de la ‘fatiga’ espiritual.

“Ni la luna de noche”

Obviamente la luna no cansaba por su calor. ¿Cuál era su peligro? Quizá el salmista
está hablando del frío de una noche despejada. El frío no era producido por la luna,
sino simplemente asociada con ella (ver Gén 31:40 y Jer 36:30). Hay una condición
llamada ‘selenoplexia’ (= ‘golpe de la luna’), supuestamente causada por la luna. Pero

4
expertos afirman que no es la luna que lo causa, sino el intenso frío asociada con una
noche despejada, de luna llena.

NOTA: Dios no crea un nuevo sol y una nueva luna para los creyentes. Estamos
expuestos al mismo sol y a la misma luna que los incrédulos. Sin embargo,
Dios se encarga de cuidarnos de los daños asociados con estas dos lumbreras,
que gobiernan el día y la noche.

La referencia al “sol…de día” y a “la luna de noche” señala las dos partes del día. El
Señor provee para Su pueblo una protección constante, las 24 horas del día. No hay
un momento que ellos estén fuera de Su mirada y cuidado. Tal como Dios cuidó a
Israel (por medio de la columna de nube y de fuego), en su marcha por el desierto
hacia la Tierra Prometida, así cuidará a los peregrinos en la Tierra Prometida, en su
marcha hacia Jerusalén. También nos protegerá a nosotros, los miembros de la
Iglesia, de todo peligro que nos podría asaltar, en nuestro peregrinaje hacia la Patria
Celestial.

Verso 7

“Jehová te guardará de todo mal”

El Señor guarda a Su pueblo, no sólo de daños físicos, sino también de los ‘asaltos’
espirituales, por parte de Satanás. Él nos guarda “de todo mal”. La palabra, “todo”,
incluye todo tipo de mal, y no excluye nada.

“Él guardará tu alma”

El contexto (v.5-6) indica que la palabra, “alma”, debe entenderse como una
descripción de la totalidad de la persona, y no tan solo de su parte inmaterial. Dios
nos guarda – ¡alma y cuerpo! Esto cubre nuestra vida espiritual, nuestras emociones,
y nuestro estado físico.

Verso 8

“Jehová guardará tu salida y tu entrada”

Esta promesa viene de Deut 28:6. La “salida” de la casa (yendo a Jerusalén), y la


“entrada” (de regreso a casa). Dios no sólo promete cuidar a Su pueblo cuando
estaban yendo a Jerusalén, para adorarle, sino también cuando volvían de Jerusalén,
luego de haber entregado sus ofrendas y sacrificios. La protección de Dios no era una
suerte de ‘protección interesada’ (sólo para asegurar que los peregrinos lleguen bien a
Jerusalén, con sus ofrendas); era una ‘protección integral’, que Dios proveía para el
bien de Su pueblo, y para animarles a cumplir sus deberes espirituales.

“Desde ahora y para siempre”

La promesa de protección no es sólo las 24 horas del día, durante el tiempo del
peregrinaje; sino los 365 días del año, mientras dure nuestro ‘peregrinaje’ espiritual,
5
en este mundo. Y es una promesa hecha no sólo para los judíos del Antiguo
Testamento, sino también para los creyentes del Nuevo Testamento.

La protección de Dios también tiene una cobertura eterna – es “para siempre”; para
todas las edades. El creyente puede estar seguro de su salvación, porque goza de una
protección permanente y eterna.

Escuchemos el testimonio del salmista, en Sal 73:

“Con todo, yo siempre estuve contigo;


Me tomaste de la mano derecha.
Me has guiado según Tu consejo,
Y después me recibirás en gloria.” (Sal 73:23-24)

Y también del autor del Sal 48,

“Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre;


Él nos guiará aun más allá de la muerte.” (Sal 48:14)

You might also like