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Revista electrónica de Crítica Social Argumentos, vol. 4, 2005, pp. 1-1.

Trabajo y transformaciones en
el mundo del trabajo. Crisis
del empleo y nueva
marginalidad en tiempos de
cambio social.

Salvia, Agustín.

Cita: Salvia, Agustín (2005). Trabajo y transformaciones en el mundo del


trabajo. Crisis del empleo y nueva marginalidad en tiempos de cambio
social. Revista electrónica de Crítica Social Argumentos, 4 1-1.

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Agustín Salvia

Crisis del em pleo y nueva m arginalidad en t iem pos de cam bio social

Gé ne sis de una ca t á st r ofe a nuncia da


Agust ín Salvia

Si bien la sit uación social y ocupacional del país fue durant e buena
part e del siglo XX m uy diferent e a la de la m ayoría de los países
lat inoam ericanos, el proceso hist órico de los últ im os t reint a años puso en
escena un pat rón de producción de pobreza y m arginalidad que logró diluir
m uchas de esas difer encias. Ahor a bien, cabe no confundir las
consecuencias con las causas. Est e proceso –no por m enos violent o– fue de
nat uraleza hist órica m uy dist int a a la que est ruct uró la t radicional pobreza
lat inoam ericana.

En t ér m inos gener ales, cabe r econocer dos pr ocesos hist ór icos


est ruct urant es de la act ual crisis económ ica y social argent ina. Por una
part e, el renovado ciclo de expansión financiera y com ercial que
experim ent ó el capit alism o baj o la fuerza de una m ayor concent ración
económ ica y renovación product iva. Por ot ra part e, el proceso local de
agot am ient o, crisis y m ut ación que –desde m ediados de los set ent a– fue
experim ent ando el régim en social de acum ulación y el sist em a polít ico de
dom inación corporat iva ( Nun, 1987; 2002) .

En est e m arco, cabe rechazar t oda sim plificación de la hist oria


argent ina recient e. De acuerdo con la evidencia, es al m enos exagerado
im put ar a las polít icas económ icas y sociales int roducidas durant e la década
de los novent a com o la causa del ext r aor dinar io escenar io de inequidad,
segm ent ación, pobreza y descom posición que exhibe act ualm ent e la
est ruct ura social.

La génesis hist órica de est a decadencia m uest ra desde m ucho ant es


las m arcas de un capit alism o financiero en expansión y, j unt o con ello, la
crisis est ruct ural de una nat iva sociedad salarial corporat iva fundada en un
m odelo de indust rialización sust it ut iva. En est e cont ext o, es posible
reconocer la em ergencia de dos dinám icas de est ruct uración del det erioro
social que aunque relacionadas surgen y part icipan de encadenam ient os
independient es:

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Génesis de una catástrofe anunciada

a) En prim er lugar, la m ayor concent ración y especialización de


los procesos product ivos habrían generado el det erioro y post erior
desplazam ient o de am plios sect ores que const it uían el núcleo duro de la
sociedad salarial del m odelo indust rial sust it ut ivo. Est e proceso habría
t enido com o ej e dom inant e los cam bios t ecnológicos y or ganizacionales
que operaron sobre el vért ice de la est ruct ura product iva afect ando los
funcionam ient os generales del rest o de la est ruct ura económ ica y social.

b) Al m ism o t iem po, la im posibilidad de una renovación en los


niveles int erm edios de la est ruct ura socio- product iva y socio- polít ica,
j unt o a un agot am ient o de las capacidades de int ervención del Est ado en
el m arco de un sist em a social cada vez m ás het erogéneo y conflict ivo,
habrían im plicado una crisis est ruct ural en las oport unidades de
m ovilidad social y en las redes de inserción de viej as y nuevas
generaciones de m arginales est ruct urales y clases m edias vulnerables
( adheridos a la prom esa de “ est udia y t rabaj a y habrás de progresar” ) .

Est os procesos subyacent es durant e varias décadas se hicieron m ás


m arcados y evident es en el cont ext o post hiperinflacionario y aj ust e
est ruct ural de los años novent a ( t ipo de cam bio fij o, apert ura económ ica y
flexibilización laboral) . Junt o a la débil int egración del sist em a social que
devino de est a sit uación, se hizo m ás que nunca evident e el caráct er
het erogéneo de la est ruct ura product iva y fuert em ent e segm ent ado del
m ercado de t rabaj o. Est as condiciones produj eron a su vez un est allido de
nuevas desigualdades, crist alizadas en una est ruct ura social m ás
em pobr ecida y fr agm ent ada.

Las consecuencias m ás im port ant es de est e proceso han sido la


debilidad de la dem anda agregada de em pleo orient ada al m ercado int erno,
la baj a calidad del em pleo generado, la caída en los ingresos reales de las
fam ilias, el det erioro de la seguridad social y el fuert e increm ent o en los
niveles de concent ración del ingreso.

De acuerdo con est o, la clave int erpret at iva m ás im port ant e de est e
proceso no es en sí el problem a de la propagación de la pobreza, sino la
form a en que las nuevas con diciones sociales han dado origen a conflict os y

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Agustín Salvia

relaciones de fuerza disem inadas t errit orial, social y cult uralm ent e, siendo a
su vez funcionales a una m ayor concent ración del ingreso y del poder
polít ico en pocos act or es.

En est e m arco, la “ nat uralización” del det erioro de las relaciones


laborales en las dist int as esferas sociales parecería alej ar del cam po polít ico
ciudadano la lucha por una m ayor j ust icia y equidad dist ribut iva, para
t rasladar el conflict o al espacio social de la subsist encia y de la in t er vención
corporat iva. A la vez, buena part e de la int elect ualidad progresist a se ocupa
de m ont ar la ut opía del nuevo suj et o hist órico, t eniendo com o claro
referent e a la m asa de desposeídos y desocupados olvidados por el
capit alism o argent ino. Con est e m ism o efect o cabe t am bién ubicar la
renovada valorización que se hace a las “ econom ías de la pobreza” –
resignificadas com o econom ía social o econom ía popular– felicit ando su
expansión, pot encial aut onom ía y crecient e em poderam ient o ( Coraggio,
1994, 1998; Banco Mundial, 2001) ; o, al m enos, su capacidad de
r eafirm ación de una part icular ident idad ( Vasilachis de Gialdino, 2003) ; o
com o fact or “ socializant e” y de resignificación de lo colect ivo ( Schust er y
Pereyra, 2001; Svam pa, 2003; Bialakow sky y Herm o, 2003)

Sin desm erecer el valor sociológico de est as resignificaciones, cabe


t om ar dist ancias de las m ism as para señalar que si bien no t odas las
dem andas t ienen la m ism a posibilidad de est ablecer los t em as de agenda,
lograr fij ar un t em a a part ir de la m ovilización de los act ores y de la opinión
pública, no im plica definir el m odo de resolución del problem a ni m ucho
m enos conducir la est rat egia global. Desde est a perspect iva, cabe dest acar
que por m ucho que las “ econom ías de la pobreza” se hayan m ult iplicado, se
las represent e revalorizadas, produzcan nuevas viej as form as de ident idad y
const it uyan un obj et o privilegiado de las act uales polít icas públicas ( no
im port a si paliando o agravando la crisis del em pleo) , el desem pleo, el
subem pleo y la precariedad laboral cont inúan siendo las form as t ípicas baj o
las cuales se expresa la m ayor subordinación del t rabaj o a las est rat egias
de acum ulación y las condiciones obj et ivadas de su m ayor explot ación
present e y fut ura.

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Génesis de una catástrofe anunciada

D e t e r ior o de l m undo de l t r a ba j o

La evidencia est u diada y conocida es clara en cuant o a m ost rar que


los pr oblem as económ icos y labor ales en la Ar gent ina no t ienen r ecient e
gest ación ( Alt im ir, O. y Beccaria, L., 1999; Neffa, et al, 1999; Salvia, Rubio
et al, 2003; Monza, 2003; ent re ot ros) . En lo fundam ent al, desde hace casi
t r es décadas que el r égim en de acum ulación ar gent ino no logr a desar r ollar
una dinám ica sust ent able de cr ecim ient o económ ico, gener ando est a
dinám ica una pérdida net a de em pleos plenos, a la vez que un aum ent o
exclusivo del subem pleo y la precariedad laboral baj o form as socio-
product ivas m uy het erogéneas.

La problem át ica ocupacional en la Argent ina act ual alcanza una


gravedad por dem ás ext raordinaria, sólo asim ilable a una sit uación de
cat ást rofe nat ural o bélica. Más de 10 m illones de per sonas ( 70% de
población económ icam ent e act iva) sufren problem as de em pleo, t ales com o
la desocupación, el t rabaj o indigent e, el em pleo precario, el subem pleo o la
insat isfacción laboral, si se excluye de est a sit uación a los que t eniendo un
em pleo regist r ado y un ingreso m ínim o legal no buscan t rabaj ar m ás horas
ni cam biar de t rabaj o. En est e caso, la m asa de t rabaj adores sobrant es del
capit alism o argent ino asciende de t odos m odos a casi 7 m illones de
personas, lo que represent a el 50% de la fuerza de t rabaj o urbana ( Salvia,
2003) .

En igual sent ido, la het erogeneidad y debilidad del m ercado de


t rabaj o se sigue haciendo evident e cuando se confirm a que la m it ad de la
fuerza de t rabaj o ocupada se encuent ra insert a en un m ercado secundario o
t erciario dom inado por la infor m alidad labor al. Sólo el 35% de los ocupados
se encuent ran insert os en el m ercado prim ario privado, m ient ras que el
15% est á ocupado en el sect or público.

En est e m arco, los indicadores sociales ( com o por ej em plo que el


50% de los hogares urbanos est án en sit uación de pobreza) const it uyen una
expresión direct a de est a est ruct ura económ ico- ocupacional. En v ar iados
aspect os est a fuerza de t rabaj o excedent e, m uy lej os de est ar int egrada al
m ercado laboral com o ej ercit o indust rial de reserva, constit uye –en
t ér m inos de J. Nun ( 1969) – una m asa m ar ginal al m enos poco funcional,

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Agustín Salvia

cuando no disfuncional, a la dinám ica de acum ulación concent r ada y


a la r egulación inst it ucional del r égim en de dom inación social.

Con el obj et o de precisar m ej or el problem a, cabe m encionar algunos


de los principales rasgos que enfrent a la act ual est ruct ura social del t rabaj o
en la Ar gent ina:

1) El débil crecim ient o de la dem anda agregada de em pleo y el


aum ent o gener alizado de las for m as pr ecar ias y ext r alegales de
cont rat ación t iene lugar en un sist em a product ivo con fuert es
desigualdades est ruct urales. Est o explica el achicam ient o del m ercado
int ent o, el aum ent o de la pobr eza y el incr em ent o de la desigualdad
social.

2) El desem pleo y el subem pleo se han convert ido en un déficit


est ruct ural, m uy lej os de poder ser explicado en t érm inos de fact ores
t ecnológicos o dem ográficos o por déficit en el capit al hum ano. Se t rat a
de un problem a que afect a a la m ayoría de la fuerza de t rabaj o, t ant o a
t r abaj ador es adult os com o a nuevos t r abaj ador es j óvenes; a la vez que
los t rabaj adores de baj a calificación const it uyen un grupo
par t icular m ent e vulner able en t ér m inos de pr ecar ización labor al.

3) El m ercado laboral est á afect ado por una fuert e segm ent ación
de las oport unidades de em pleo en t érm inos de calidad y
rem uneraciones; lo cual ha am pliado las brechas socio- inst it ucionales y
cult urales ent re el sect or form al y el sect or inform al de la econom ía; a la
vez que se dest aca un alt o det erioro de la product ividad del t rabaj o,
especialm ent e en los segm ent os infor m ales. El aum ent o de est a ofer t a
laboral se explicaría en part icular por la gravedad y ext ensión del
desem pleo y la pobr eza en los hogar es.

4) Est as caract eríst icas de crisis del m ercado de t rabaj o se


present an en form a het erogénea según la región, sus capacidades
product ivas y desarrollo polít ico- inst it ucional. En part icular se agrava con
la depresión de algunas econom ías regionales y la falt a de iniciat ivas de
desarrollo local, t ant o en el conurbano bonaerense com o en diferent es
zonas del int erior del país.

5) Se dest aca un fuert e déficit inst it ucional por part e del Est ado

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Génesis de una catástrofe anunciada

par a encar ar un m odelo de cr ecim ient o endógeno y una polít ica de


regulaciones que at ienda est os problem as. Los inst it ut os del Est ado
vinculados a la at ención de los déficit de em pleo, desem pleo y
precariedad laboral se ven desbordados ant e la m agnit ud de la pobreza,
la m ar ginalidad social y la infor m alidad labor al.

La s nue va s e conom ía s de la pobr e za

El t rabaj o rem unerado es t odavía un valor cult ural im port ant e para la
m ayor par t e de la sociedad ar gent ina Cabe r ecor dar que en el m ar co de la
sociedad salarial, no t ener un em pleo est able se const it uyó en una vía de
sufr im ient o pr ofundo par a el que lo padece ( Jahoda, 1987) . Es fuent e de
desánim o ( la gent e necesit a ser necesit ada) y causa de desvinculación
social ( Nickell, 1994) .

En efect o, el desem pleo en est e cont ext o no sólo im plica perder un


ingreso, acceso a la salud, derecho a j ubilación, asignaciones fam iliares,
indem nizaciones por despido, seguro de t rabaj o, et c., sino t am bién per der
los m edios inst it uidos de vinculación y part icipación en un t rayect o de
sociabilidad com ún y en un orden público det erm inado ( Cast el, 1997;
Fit oussi y Rosanvallon, 1998) . No hay m uchos flagelos parecidos en la larga
list a de m ales que pueden afect ar a las personas en el m arco de la sociedad
fundada en el t rabaj o asalariado.

Si bien la crisis económ ica y social que afect a al país t iene varias
décadas, no cabe m enos que sorprenderse que la degradación social
originada por el desam paro crónico, o por un desam paro ocasional que se
hace cr ónico, t enga un car áct er t an m asivo y per sist ent e com o at om izado e
im pasible. Ahora bien, ¿es est o efect ivam ent e así?

A lo largo y ancho del país la fuert e necesidad de t rabaj o ha hecho


em erger un conj unt o de variadas expresiones económ icas de nuevo signo:
m icroem presas fam iliares, em prendim ient os vecinales asociat ivos, nuevas
cooperat ivas de consum o, m ovim ient os de desocupados que adm inist ran
planes sociales y asist en a la reproducción social, cooperat ivas de t rabaj o
que recuperan em presas y las ponen a producir, y ot ras iniciat ivas donde
pr evalece el fin social sobr e el lucr o individual. En su conj unt o, un
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Agustín Salvia

m ovim ient o het erogéneo de act ores, iniciat ivas y est rat egias –fuer t em ent e
asent adas en lo t errit orial– qu e hacen a m uchos suponer la em ergencia de
una " econom ía social o popular" en franca oposición a la dom inant e
econom ía capit alist a de m er cado.

Pero lo único com probado y com probable es que est as iniciat ivas
represent an hoy para cent enares de m iles de fam ilias la pr incipal vía de
subsist encia. Ahora bien, ¿en qué m edida son adem ás la expresión
em brionaria de una nueva concepción del m undo del t rabaj o y de un nuevo
m odo de const rucción de ident idad polít ica y social? Y, m ás im port ant e, ¿en
qué m edida dichas práct icas pueden generar un punt o de inflexión en el
t iem po m edio de la hist oria económ ica, social y polít ica de est e país en el
cont ext o de la globalización?

Est as pregunt as convocan a problem at izar qué es lo realm ent e nuevo


y significat ivo que producen est as form as de asociación y las acciones que
despliegan y gest an est os m ovim ient os. ¿Nuevo suj et o hist ór ico en
búsqueda de un program a propio o act ores privados de ident idad víct im as
de un sist em a social perverso? ¿Viej as nuevas form as de reclam o y de
afir m ación del cam bio social o práct icas inst rum ent ales desesperadas en un
cont ext o de crecient e pérdida del valor present e del fut uro? ¿Econom ías
sociales en lucha por el poder o econom ías de la pobreza en fase de
r epr oducción am pliada?

Para m uchos ent usiast as visionar ios est as pr egunt as r esult an por lo
m enos innecesar ias, cuando no im pr udent es. Lam ent ablem ent e, pr efier o
ser crít ico proponiendo una m irada m ucho m enos ideológicam ent e
opt im ist a. No porque no pueda reconocerse en t ales iniciat ivas la expresión
de un conflict o social; ni t am poco por que ellas no logr en const it uir se en
verdaderos “ laborat orios de vida” ( Mellucci. 2002) inst it uyent es de nuevas
ar t iculaciones socio- cult urales. Tal vez t odo est o y m ucho m ás.

Frent e a lo que se dice que t ales iniciat ivas son –o podrían ser –, cabe
llam ar la at ención que subsum ido el sist em a capit alist a argent ino en una
larga crisis est ruct ural, t ales práct icas de aut ogest ión se plant ean en
espacios cada vez m ás locales, sin ot r o hor izont e de int egr ación que no sea
el sect or infor m al y los encadenam ient os cor por at ivos o client elar es
t radicionales –incluida la red est at al–; y que si bien las dem andas sociales
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Génesis de una catástrofe anunciada

se m ult iplican est ableciendo los t em as de la agenda –aunque sin


resolverse–, el ej e de sent ido dom inant e de la acción sigue siendo la
descarnada lucha por la subsist encia. A lo sum o, para los propios
prot agonist as –y est o es lo que int ent a const ruir– la econom ía social
const it uye la prim era est ación –y no la últ im a– de una est rat egia de
reinserción laboral y m ovilidad social.

En est e cont ext o no parece florecer la libert ad y la aut onom ía de ser


–económ ica y polít ica– sino una m ayor descom posición y fr agm ent ación
social que t iene incluso a est as nuevas iniciat ivas com o espacios de
reproducción de la m arginalidad y de las relaciones de fuerzas sociales que
las hacen posible. Es en est e orden de conflict o que present a part icular
relevancia evaluar con m ayor capacidad crít ica la crisis de la sociedad
salarial nat iva, sus derivaciones en t érm inos de fragm ent ación social y la
em ergencia de nuevas form as de segregación y precariedad en el m undo
del t rabaj o.

Sign ifica do socia l y polít ico de la s e con om ía s de la pobr e z a

Siguiendo est e enfoque cabría en cam bio cent rar la at ención en las
condiciones de desam paro social en que se encuent r an los segm ent os
sociales de la econom ía de la pobreza: a) la crecient e debilidad de los
vínculos con el m er cado de t r abaj o for m al, b) el r efor zam ient o de est e
déficit a t ravés de m ecanism os im puest os de segregación residencial y de
segm ent ación de las condiciones de reproducción social ( educación, salud y
pr evisión social) ; y c) el pr ogr esivo aut o- aislam ient o del rest o de la
est ruct ura social ( m ercados est ruct urados, circuit os regulados y cult ura de
m asas) com o m ecanism o aut or egulado de t ipo est r at égico- defensivo.

En t ales condiciones, los suj et os se aut odefinen sensibles par a


em prender una est rat egia de socialización en procura de garant izar la
subsist encia y procurar su reafirm ación. La generalización de est as práct icas
t iende a const it uirse en pr ocesos inst it uyent es de m ut ación, recreación o
creación de nuevos lazos sociales, fundados int ernam ent e por lógicas
defensivas en donde lo cooper at ivo es m er am ent e inst r um ent al. Por lo

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Agustín Salvia

m ism o, est as víct im as sociales se asocian baj o est ruct uras at om izadas y
com pet it ivas –no im por t a su signo y definición de sent ido–.

Dichas caract eríst icas surgen fundam ent alm ent e por los escasos
recursos económ icos y sociales disponibles, la falt a de un orden global
legít im o, la ausencia de expect at ivas que den valor pr esente al fut ur o y la
falt a de m ecanism os generalizados de coordinación e int egración social. En
est e sent ido, no debe sorprender que est as hayan sido t am bién las form as
conocidas que asum ieron las práct icas de socialización puest as en j uego por
las v íct im as del Holocaust o ( P. Levi, 1985 y Z. Baum an, 1998) .

Est e avance de la segm ent ación en dist int as esferas de la vida social
const it uye una im port ant e fuent e de t ensiones y conflict os. En part icular,
debido a que la m ayor part e de la sociedad argent ina m ant iene vigent e –
aunque debilit ado – un ideal de igualdad de oport unidades, afirm ado
hist óricam ent e a t ravés de la universalización de fuent es de m ovilidad social
y del acceso a select ivas aunque robust as inst it uciones de bienest ar. Por lo
m ism o, las act uales iniciat iva aut ónom as de sect ores afect ados por la
expropiación de sus capit ales físicos y sociales, la devaluación de sus
capit ales hum anos y el det erioro de oport unidades de m ovilidad social,
const it uyen fundam ent alm ent e una reacción cont ra la falt a de
opor t unidades de m ovilidad, seguridad y bienest ar de la sociedad salarial
prom et ida.

Sin em bar go, es clar o que los r eclam os no son los m ism os ni que sus
reclam adores est án art iculados de algún m odo program át ico o funcional con
respect o a la m at riz que le da origen. Al respect o, cada sect or dem anda su
part icular cuot a polít ica y económ ica de resarcim ient o hist órico,
reconocim ient o inst it ucional y garant ía de derechos especiales.

De est a m anera, la pobreza generalizada –a la vez que polít icam ent e


m ovilizada– en una sociedad en crisis com o la nuest ra en efect o significa
una redefinición de los lazos sociales, pero no en clave de int egración sino
de fragm ent ación de las relaciones sociales ( de ninguna m anera una anom ia
individual, ni m ucho m enos ausencia o vacío de vínculos sociales) . Es decir,
la exposición al desem pleo crónico y generalizado en condiciones de
desam paro absolut o significa una redefinición de los lazos sociales en
dirección a la degradación de los espacios inst it ucionales ciudadanos o
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Génesis de una catástrofe anunciada

corporat ivos establecidos; incapaces est os a su vez de r ecom poner su


propia legit im idad perdida. El proceso convoca a pensar en un det erioro
social no del t ipo de la degradación caract erial que describe Sennet t ( 2000)
para las sociedades post indust riales; si no m ás bien del t ipo descr it o por
Wacquant ( 2001) para las form as que asum e la nueva m arginalidad urbana
en t odo el m undo.

Por lo m ism o, int ent ar revert ir el problem a de desem pleo en t érm inos
de “ econom ía de la pobreza” ( o econom ía social) no sólo no garant iza una
r epar ación ( aunque sí un r eem plazo) de los lazos de int egr ación y de los
soport es int ersubj et ivos perdidos por el desm ant elam ient o de los vínculos
asociat ivos y corporat ivos fundados en el t rabaj o asalariado, sino que –
afirm ando su ident idad y recluyéndose en el espacio t errit orial– t iende a
profundizar su crisis, result ando al m ism o t iem po incapaz de poder cam biar
efect ivam ent e las condiciones generales de dom inación y dar solución a la
profunda crisis del capit alism o argent ino.

De t al m anera que lo m ás dest acable del act ual proceso socio- polít ico
no sea el alt o grado de reacción y aut oorganización social que la crisis
genera ent re los pobres y desplazados, sino los efect os de alienación y
m ut ación que t ales condiciones t ienden a generar en los suj et os –
individuales o colect ivos–, poniendo en escena respuest as que reproducen
de m aner a r ecur siva y am pliada una m at r iz at om izada y dom inada de
int egr ación social.

¿Pero nada significat ivo em erge de est e proceso social? Sí, lo


realm ent e nuevo y significat ivo parece ser el cont ext o de significados y, por
lo t ant o, el im pact o sim bólico en el cam po de las r epr esent aciones
colect ivas que t ienen est os degradados reclam os sociales sobre una la
m at riz económ ica y socio- cult ural dom inant e. ¿Qué dicen sin decir las
“ econom ías de la pobreza” ? Al m enos cabe considerar t res efect os de
sent ido en cuant o a la puest a en evidencia de: 1) el profundo fracaso del
capit alism o argent ino; 2) los lím it es económ icos e inst it ucionales que
present a el Est ado para at ender los reclam os sociales m asivos, el vacío
polít ico- inst it ucional para regularlos y la debilidad de la sociedad civil y de la
opinión pública para neut ralizarlos; y 3) el poderoso pot encial disponible por
part e de la sociedad m arginada para at ender sus propia reproducción al
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Agustín Salvia

m argen o en cont r a de la sociedad est ruct urada y form al.

Dicho de ot ra m anera, lo im port ant e y verdaderam ent e nuevo no es


el cont enido de los discursos que port an o crean para sí las “ econom ías de
la pobreza” sino el sent ido social que se const r uy e “ fuer a de ellas” a part ir
de los m odos en que t ales prot agonism os afirm an y defienden su exist encia.
Un sent ido que da t est im onio de un r iesgo ser io par a la m at r iz social
privilegiada y que va im poniendo com o necesario y urgent e redefinir el
cont rat o social y polít ico que regula la reproducción económ ica y el sist em a
de dom inación.

Una cuest ión con fuert e vigencia en est os días y que t iene com o
prot agonist as visibles a la act ual clase polít ica, a la dirigencia social y a la
opinión pública. Por ahor a, nada m ás.

Bibliogr a fía

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