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All content following this page was uploaded by Carlos Vargas Eguinoa on 25 August 2016.
Resumen
La teoría de la racionalidad “perfecta”, asume que, en el proceso decisorio, la información
disponible y la capacidad de las personas para analizar esa información con el objetivo de
obtener el mayor beneficio pasible, es óptima, es decir que las estimaciones sobre los
riesgos son claras y fácilmente realizables. Pero la teoría clásica de la decisión racional es
criticada desde diversa posiciones que describen limitaciones a la perfecta racionalidad
del decisor. El presente trabajo, analiza diferentes miradas sobre la toma de decisiones no
racionales o con racionalidad limitada, con el objeto de entender los factores que la
condicionan y el efecto que las mismas tienen sobre los resultados.
Teorías como la de racionalidad limitada de Simon, de las perspectivas de Kahneman y
conductual de Cyert y March son discusiones críticas a la perfecta racionalidad del decisor
y ponen de manifiesto una serie de factores que condicionen o limitan esa racionalidad
perfecta.
Se concluye que, a diferencia del modelo perfectamente racional de decisión que concibe
un decisor solitario y autónomo, las teorías que sostienen decisiones no racionales o de
racionalidad limitada, reconocen la existencia de un otro que influye en forma directa o
indirecta en la disponibilidad de información sobre la opciones o en las elecciones mismas.
Abstract
The theory of "perfect" rationality assumes that, in the decision-making process, the
information available and the ability of people to analyze this information in order to get
the most liable benefit is optimal, ie. that the appraisal of the risks are clear and readily
achievable. However, the classical theory of rational decision is criticized from different
positions describing limitations to the perfect rationality of the decider. This paper
analyses different looks on non-rational or limited rationality decisions making, in order to
understand the factors they have on the results.
Simon’s Limited Rationality Theory, Kahneman’s Prospect Theory and Cyert and March’s
Behavioral Theory are critical discussions on the perfect rationality of the decider and
reveal a number of factors that constrain or limit that perfect rationality.
It is concluded that, unlike the perfectly rational decision model that sees a solitary and
autonomous decider, theories that hold no rational or limited rationality decisions,
recognize the existence of other deciders influencing directly or indirectly in the
availability of information on options or in the same election.
INTRODUCCION
La teoría clásica de la decisión racional, asume una concepción idealista del sujeto al que
le asigna “perfecta racionalidad”. Desde ese punto de vista, los individuos buscan
maximizar sus utilidades esperadas, incluso en condiciones de incertidumbre.
Pero la teoría clásica de la decisión racional es criticada desde diversa posiciones que
describen limitaciones a la perfecta racionalidad del decisor. Desde estas miradas, la
racionalidad es limitada desde dos dimensiones. En primer lugar, desde las limitaciones
ambientales del decisor, ya que en la práctica, el mismo carece de acceso completa a toda
la información sobre la decisión que desea tomar en términos de opciones, grados de
certidumbre, riesgo, etc. En segundo lugar, desde el proceso intelectual del decisor en
tanto es humanamente imposible, incluso utilizando el apoyo de sistemas de
procesamiento electrónico de datos, manejar todas las opciones disponibles y sus
derivaciones.
Simon (1991, pág. 76-81) no considera al decisor como un ser no racional, sino como a un
ser que trata de ser racional con los recursos con los que cuenta. Reconoce entonces la
incapacidad de la teoría racional para captar completamente el proceso de decisión que
llevan a cabo los individuos. Ante la imposibilidad práctica de optimizar la utilidad, la
teoría de la racionalidad limitada busca resultados que sean suficientes para satisfacer las
expectativas del individuo, dejando de lado la aspiración teórica de obtener el mejor
resultado posible.
La escuela clásica considera al individuo como una máquina pensante perfecta. Pero en la
práctica existen limitaciones cognoscitivas que no deben obviarse, como por ejemplo, los
límites en la memoria y en la percepción, que son claves en el proceso de decisión.
Pero la experiencia y el aprendizaje previo del individuo son factores cruciales en la toma
de decisiones. Según Simon (1991, pág. 78-80) si bien, este tipo de factores puede ser
visto como limitaciones u obstáculos para la racionalidad, también pueden ser vistos como
factores que simplifican la decisión, permitiendo hacer análisis más rápidos y correctos y
aprender más eficientemente que con la simple experiencia.
En “Motivational and Emotional Controls of Cognition”, Simon (1967) analiza los procesos
de aprendizaje de los individuos desde el punto de vista de la psicología y extendió sus
conceptos y postulados a la teoría económica investigando principalmente los modelos de
comportamiento adaptativo que se entiende como una “búsqueda selectiva a través de
grandes espacios de posibilidades”. Esa selectividad se lleva adelante a través de un
proceso de prueba y error, que solo finaliza cuando se ha encontrado una solución
satisfactoria, incluso antes de que todas las alternativas hayan sido completamente
examinadas. Simon explica que este proceso se lleva adelante por medio de la
construcción mental de patrones de comportamiento de las variables en análisis. La
experiencia, como generadora de patrones de comprensión de situaciones, proporciona
soluciones adecuadas en lugar de ideales. Desde este lugar, esa “adaptatividad” no
coincide con el postulado de maximización del beneficio de la teoría económica clásica.
Por lo que puede inferirse que los individuos buscan satisfacción más que optimización.
LA TEORIA PROSPECTIVA
La teoría prospectiva (Prospect Theory) fue enunciada por el premio Nobel de Economía
2002, Daniel Kahneman, con la colaboración de Amos Tversky en un paper publicado en
1979. La misma analiza el proceso decisorio en los individuos. Kahneman (2012) critica la
teoría de la utilidad esperada como medio para explicar las decisiones de las personas.
Para Kahneman, los individuos toman decisiones basadas en las ganancias y pérdidas
esperadas. Los estudios de Kahneman confirman que las personas son más adversas a las
posibles pérdidas que propensas a las potenciales ganancias.
Pero Kahneman observa que estas decisones se toman haciendo una evaluación el
irracionalmente optimista del futuro (2012, pág. 27):
“Somos propensos a sobrestimar lo que entendemos del mundo y a subestimar
el papel del azar en los acontecimientos. El exceso de confianza es alimentado
por la certeza ilusoria de las restrospecciones.”
Kahneman (2012, pag.284-285) sostiene que las ilusiones cognitivas se sustentan en una
poderosa marca cultural, tal que los individuos tienden a sostener “una fe inquebrantable
en una afirmación, por absurda que sea, cuando se sienten respaldadas por una
comunidad de creyentes con su misma mentalidad.”
Por otro lado, el principio de disminución de la sensibilidad explica que, a medida que la
valoración de una pérdida o ganancia, depende del punto de referencia del cual se parte.
El tercer principio es la aversión a las pérdidas. Kahneman afirma que cuando se
comparan directamente con las ganancias, las pérdidas parecen mayores. Kahneman
(2012, pag. 367) encuentra la explicación de este tercer principio en la historia evolutiva:
“Los organismos que responden a las amenazas con más urgencia que a las
oportunidades, tienen mejores posibilidades de sobrevivir y reproducirse.”
En cualquiera de los casos, puede observarse que para Kahneman, el proceso decisorio
está condicionado por variables que no son controladas por la racionalidad del individuo
que, aunque muchas veces intenta aplicar esquemas racionales a la elección, los mismos
terminan siendo el resultado de un aprendizaje previo que deviene de lo asimilado
previamente por el individuo. La teoría es prospectiva porque la mente humana tiende a
proyectar sobre el propio proceso decisorio, prejuicios ilusorios que residen en los
pensamientos y que se originan en experiencias y saberes previos.
La “teoría conductual de la firma” fue enunciada por los académicos Richard Cyert y James
March en su trabajo de 1963 “A Behavioral Theory of the Firm” en base a trabajos
anteriores. La teoría conductual hace un importante aporte en enlazar las teorías clásicas
de economía con la teoría contemporánea de la organización, analizando el proceso de las
decisiones de negocios.
El aporte de Cyert y March (1965) radica esencialmente en utilizar como objeto de estudio
las organizaciones empresarias, especialmente la gran empresa multidivisional, operando
bajo condiciones de “competencia imperfecta”, esto es, en un mercado donde la oferta y
la demanda del producto no se mueven libremente, y las empresas tienden a la
cartelización o incluso a posiciones monopólicas.
La teoría conductual trata esencialmente sobre decisiones como precio, volumen, niveles
de inversión, etc. Cyert y March explican que en las grandes compañías, la búsqueda de
resultados hace que las decisiones se manifiestan en términos de fijación de objetivos.
Existe una relación lineal entre objetivos, estrategias y decisiones, y estos objetivos están
necesariamente condicionados por la estructura departamental (1965, pág. 22-25).
En este punto, es importante recordar que la teoría clásica ha considerado la firma, más
como un empresario individual que toma decisiones en forma autónoma, que como una
organización compuesta de un conjunto de individuos tomando decisiones en forma
paralela y con diversidad de intereses y metas. Lo que Cyert y March infieren es que las
decisiones que toman los individuos dentro de la organización tienen que responder
necesariamente a estos intereses (1965, pág. 30-33).
Dice Cyert y March (1965, pág. 9-10) que “los supuestos de racionalidad que se postula en
la teoría de la empresa pueden reducirse a dos proposiciones siguientes: 1) las empresas
tratan de hacer máximos sus beneficios, 2) las empresas actúan guiadas por un
conocimiento perfecto.” Pero objetan estos supuestos preguntándose si, en primer lugar
“el beneficio es el único objetivo buscado por las empresas” y, en segundo lugar,
admitiendo que el beneficio es el único objetivo, se cuestionan si las empresas “tratan
efectivamente de elevar al máximo su beneficio”.
En consecuencia, para Cyert y March (1965, pág 33-52), el proceso decisorio dentro de las
organizaciones no es monolítico, sino más bien se trata de “una coalición variable de
metas múltiples” que incluye que incluye a los gerentes, los trabajadores, los accionistas,
los proveedores, los clientes, etc.
El decisor liberal racional es un modelo idealista del hombre que prescinde de su entorno
y toma decisiones basadas exclusivamente en el uso de su razón. La economía clásica ha
sustentado toda su estructura de conocimiento en este paradigma y ha puesto en relieve
el principio de la optimización como eje fundamental del comportamiento económico.
Este modelo ha demostrado tener fallas. Diversos pensadores han criticado el modelo de
decisión racional, no solo desde los resultados sino también desde lo metodológico.
Teorías como la de racionalidad limitada de Simon, de las perspectivas de Kahneman y
conductual de Cyert y March son discusiones críticas a la perfecta racionalidad del decisor
y ponen de manifiesto una serie de factores que condicionen o limitan esa racionalidad
perfecta.
Una nota común a todas estas miradas es la de la imposibilidad del decisor de manejar de
manera absoluta la información disponible. El conocimiento empírico juega aquí un rol
fundamental y nos hace reflexionar sobre la capacidad del Hombre de comprender la
realidad de manera absoluta. Para Simon, esta limitación está basada en conocimientos
previos como la cultura, las emociones y la imitación. Kanehman, por otro lado discute los
aspectos psicológicos de la decisión y de cómo la pulsión intuitiva supera la valoración
analítica de los decisores. Por último, Cyert y March explican cómo la información está
fraccionada en las organizaciones por lo que la toma de decisiones termina siendo un
proceso de regateos y negociaciones entre intereses particulares.
Una conclusión que resulta de la comparación de estas teorías es que a diferencia del
modelo perfectamente racional de decisión que concibe un decisor solitario y autónomo,
las teorías que sostienen decisiones no racionales o de racionalidad limitada, reconocen la
existencia de un otro que influye en forma directa o indirecta en la disponibilidad de
información sobre la opciones o en las elecciones mismas.
El Hombre decide en el mundo y no fuera del mundo. Y este mundo ubica al Hombre en
un medio social en el que la cultura, la historia y las relaciones con otros Hombres
condicionan el acceso a la información y la racionalidad en las decisiones. Desde esta
mirada el proceso decisorio puede considerarse como un fenómeno social.
BIBLIOGRAFIA
Kahneman Daniel. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Primera Edición. Buenos
Aires: Debate.