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La educacién elemental en Hispanoamérica en el siglo XVII: permanencia y cambio en un entorno colonial Carlos Newland* La historiografia que trata la evolucién de la eduicacién en Hispa- noamérica durante el perfodo colonial es relativamente abundante. Sin embargo, uria evaluacién del perfodo es dificil, pues raramente las investigaciones toman una perspectiva regional, ni se analizan las tendencias de largo plazo. En este trabajo se intenta presentar un esquema general de la educacién elemental durante el siglo anterior a la independencia. De manera muy sintética‘se describe tanto la consolidaciénjde las instituciones educativas que venfan desarrollén- dose desde la conquista, como la serie de cambios institucionales y de contenidos que anticiparon las transformaciones educativas ocu- rridas en el siglo XIX. 7 | La oferta educativa laica f . . ____, Poco después de la conquista y em los pueblos y ciudades donde se et instalaron los espaiioles, aparecen los principales oferentes de educa=~ 7 * Fundacién Ortega y Gasset, R. Argentina. Este articule [a revista Itincrarie XV-2 119911 GET, dela Universidad Carlos {lide Medea shee ‘ales Here, Manuel Marines Nei, Mariano Naredowsi, amet 18 Escuela, historia y poder cién elemental de la época, los maestros y maestras privadas, que respondian a la demanda de educacién generada por parte de hijos de burécratas, militares, comerciantes, hacendados, encomenderos y artesanos. Los docentes eran un grupo altamente heterogéneo: estaba integrado por inmigrantes de Castilla, por portugueses (especialmen- te durante la unién de las dos coronas), y por unos pocos europeos no espafioles, en general franceses. A estos se agregaron, pronto, docen- tesamericanos, incluyendo brasilefios. El grapo se presentaba también como variado si se consideran sus profesiones de origen: era frecuen- te encontrar maestros que habian sido militares, artesanos (que combinaban su arte con la docencia), escribientes, estudiantes 0 seminaristas esperando ordenacién. Un maestro de Corrientes, en el Rio de la Plata, habia sido lenguaraz, agricultor y escribano, antes de dedicarse a la docencia.' Las maestras, més abundantes que los, maestros, eran muchas veces viudas 0 solteras buscando una forma de sostenerse econémicamente. Con el tiempo aparecieron cada vez mas docentes que habjan sido aprendices en una escuela, 0 que heredaban la profesin paterna o materna. Los establecimientos educativos eran.muy.variados: algunos gran- des, otros pequerios, limiténdose a una habitacién en una casa. A veces se denominaban “piiblicos”, lo que significaba que estaban abiertos.alos que quisieran asistir pagando los aranceles. Las familias de mayores ingresos contrataban un maestro especial para sus hijos, denominado leccionista, sistema por el cual aprendia las primeras letras una buena parte de la poblacién alfabetizada. Las escuelas mas elementales eran mixtas, generalmente regenteadas por mujeres, donde se ensefiaba sdlo lectura, religién, costura y bordado. Los aranceles variaban mucho segdn la educacién ofrecida: eran bajos para la ensefianza de la lectura, aritmética y doctrina cristiana; més altos (aproximadamente el doble) para escritura y urbanismo:- ensefiados en una segunda etapa -, por lo que’ una buena parte de la poblacién que sabia leer, no sabfa escribir. El mercado educativo era competitivo, lo que hacfa que a veces:los maestros tuvieran que ‘emigrar buscando lugares donde fueran mejor remunerados. No fue raro que un maestro perdiera alumnos ante.otro considerado como superior’, 0 eros frecuentes casos en que-los padres no querfan que Adolfo Garretén, as primeras escuclas municipales en el actual teritorio argentino, Buenos Aires, 1982.p.64 2Juan Carlos Zurett, La ensefianza y el Cabildo de Buenos Aires, Buenos Aires, 1986, p. 2B. - New led... ag Escuela,’ ' ‘storia y poder a sus hijos se les aplicasen castigos corporales.’ El tratar de escapar ese marco competitivo hizo que, muchas veces, docentes solicitaran a los cabildos que se les otorgara ¢l monopolio de la ensefianza, privilegio que nunca se les concedi6. La docencia nunca dejé-de ser una profesién humilde y sin gran retribuci6n econémica, aunque los maestros recibieron privilegios de los que no podian disfrutar debido a sus restricciones presupuestarias: como los hidalgos, podfan portar armas, y ser acompafiados por esclavos armados con espadas; mas Util era su excepeién del encarcelamiento por los poderes puiblicos. Una Real Cédula de 1805 equiparé a los docentes americanos con los. espafioles, que habjan sido igualados en sus derechos alos profesores de artes liberales*, Pese a estas prerrogativas el cardcter humilde de la profesién hizo que en gran parte la oferta docente estuviera compuesta con los sectores de la sociedad que aceptaban retribucio- nes més bajas, como las mujeres, mestizos y mulatos. Los cabildos eran los encargados de autorizar y controlar la actividad docente; fiscalizacién que estaba fundamentalmente dicigi- daa los varones. Los ayuntamientos tenfan la potestad de otorgar a candidatos el titulo de maestro, luego de que se verificaran una serie de requisitos sobre capacidad pedagégica, moral y religiosa. Una Real Provisi6n de 1771 confirmé que los docentes actuaban bajo jurisdiccién municipal mandando que los candidatos fueran exami- nados por autoridades religiosas y comunales, quienes debian informar sobre su limpieza de sangre y buenas costumbres. Sin embargo, fue muy frecuente que los docentes actuaran sin autorizacién, especial- mente cuando $e trataba de mujeres 0 varones que no podian cumplir con los requisitos exigidos, como en el caso de docentes mestizos y . de color o las éscitelas mixtas, teGricamente prohibidas. Los mismos cabildos no mostraban especial interés en'controlar la educacién; en amplios'perfodos los maestros no fueron molestados en su actividad. Ya desde el-siglo XVII se nota una relaci6n especial entre algunos docentes particulares y los cabildos. AI solicitar autorizaci6n para ejercer; los candidatos-a veces pedfan ayuda pecuiiiaria o logistita. Lo'més usual fue que, de coricederse el apoyo, fuera-a través de la cesién- gratuita de una habitaci6n donde ensefiar; en casos se-garan- tiz6 al doceite un nimero-determinado de alumnos, de modo’ que 3.Dorothy Tanck de Estrada, ed. La lustaci6n y la Educacion en \a Nueva Espa México, 41985, pp. 118-121. = 4.Zaret, op. cit, p. 408. pudiera obtener un m{nimo de ingtesos. Por su parte, los docentes se comprometfan a ensefiar a algunos nifios gratis. La colaboracién entre cabildos y docentes fue més relevante en pueblos pequetios, donde sélo funcionaba una escuela, y en los cuales los regidores estaban. preocupados por lograr la permanencia de’ un estableci- miento: en ocasiones a una escuela que cerraba se le ordené continuar funcionando, a No s6lo los cabildos apoyaron las escuelas privadas. También laicos y sacerdotes sostuvieron escuelas elementales, pagando sala- rios, financiando la construccién 0 becando a nifios pobres. En 1755, en Buenos Aires, la Hermandad de la Caridad, una corporacién, fund6 un colegio para nifias huérfanas administrado por maestras laicas; el obispo de Cérdoba, José de San Alberto, instalaba en 1782 una instituciéa similar..En México, en 1767, una cofradia de vizcainos abrié una escuela de nifias, cuya junta directiva estaba compuesta por laicos. Todas estas instituciones eran en general pensionados, lo que hacfaque su impacto numérico fuera limitado, ya que no podian atender a una cantidad elevada de alumnos. Aparte de las restricciones sobre moralidad, conocimiéntos’ y limpieza de sangre, en general los docentes americanos no sufrieron otras restricciones y pudieron ensefiar en cualquiera de los lugares en que obtuvieron autorizacién. Laexcepcién se dioen algunas ciudades de Nueva Espaiia, el tinico virrejnato donde,'imitando a Espaiia, los, maestros se agremiaron. El gremio més importante fue el de México, que funcioné desde- 1601, y que. agrupaba a todos los docentes masculinos de la urbe, Con el tiempo la asociacién lograrfa ir“ limitando la oferta educativa: en 1709 impidié el magisterio anegros, mulatos ¢ indios (que antes-habian podido ensefiar), ademas de limitar la cantidad de escuelas que podian funcionar en la ciudad, ya que s6lo permitfa que un establecimiento funcionase en un radio de dos cuadras. Otras de sus acciones estuvieron encaminadas a que las maestras no ensefiaran a varones, nique aparecieran competidores informales. En dltima instancia, el gremio,s6lo podia actuar sobre la competenciailegal con el apoyo del cabildo -ya que funcionaba bajo, su jurisdiccién- pero parece que el ayuntamienta con frecue colaboraba de buena gana y toleraba las infracciones denunciadas?. 5 Sobre la acclén del gremio en Misco y Puebla véase respectivamante: Dorothy Tanck de Exrada, La edvcaciéa iastrda I786-1836.México, 1984; Emesio de la Torre Villar, Wiatoea de ia edueacion 37-141. Las escuelas de las comunidades religiosas Poco después delaconquista llegaron a América 6rdenes religiosas que instalaron conventos en las principales ciudades y pueblos. Entre ellos estaban los jesuitas, mercedarios, agustinos, franciscanos y dominicos (en los tres tiltimos casos, con ramas femeninas). En algunos casos los conventos abrieron escuelas elementales anexas, de modo de brindar instrucci6n a nifios de los barrios préximos. Esta situacién fue un fenémeno nuevo, ya que en-Europa (y exceptuando ‘los jesuitas), las érdenes s6lo brindaron a personas externas a sus instituciones educacién secundaria, Inclusive la orden americana de los belermos, cuyo principal objetivo era la asistencia de hospitales, abrieron en ocasiones escuelas elementales. Dada la escasez de sacerdotes en el continente, generalmente se destinaba un hermano Jegoocoadjutora laensefianza primaria, yrara vez aun fraileordenado. Lasescuelas eran en general gratuitas siempre lo fueron para los pobres- y no fue raro que a ellas asistieran mestizos o mulatos. Los conventos feineninos se dedicaron en menor grado ala docen- cia; tedricamente eran de clausura, y lo més comin fue que acepteran intemadas, lo que limitaba el nimero de fas alumnas que podian atender, Por ejemplo, en 1733, habia en Santiago de Chile wes conventos en que vivian algunas nifias, pagando por su alojamiento tun “derecho de piso”*, En algunos conventos se asignabaun grupo de nifias a una monja determinada; otros funcionaban més bien como colegios. Por otra parte, existié una oferta escolar importante através de comunidades religiosas ferneninas, llamadas a veces beaterfos 0 recogimientos, que no eran de clausura ni hacfan votos perpetuos. Se trataba de mujeres (hermanas), a veces terciarias de ciertas érdenes, que decidian vivir juntas bajo un reglamento y que se dedicaban a la ensefianza tanto por vocacién como para subsistir. Estas asociacio- nes, més'o-mienos formales, fundaron colegios y escuelas. Muchas: veces recibfan apoyo econémico de comerciantes, sacerdotes 0 viudas, que'fomentaban su creacién. Cuando el obispo San Alberto confirmé que las laicas no funcionaban adecuadamente como-admi- nistradoras del Colegio de Nifias Huérfanas de Cordoba, entregé la ‘Jost T. Medina, La insirucci6a piblica ea Chile desde ses ovigenes hax ta fade tt | Universidad de San Felipe, Santiage, 1905, pp. 372373.

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