Amor mío: Si la muerte algún día nos separa, nada tendrás de mí: ni un juramento, ni un beso, ni una lágrima.
Jamás tu mano aprisionó mis manos;
jamás tembló tu boca en mi garganta. Sólo tus ojos me han besado el rostro, sólo tu voz me ha acariciado el alma.
Tu corazón y el mío se abrazan con las alas...
Pero aquel día en que por fin me pierdas,
no te quedará nada: ni el temblor de mis labios en los tuyos, ni el clamor de mi queja solitaria. Sólo estos versos tristes, que te besan la voz y la mirada, y el humilde recuerdo de un corazón que se quebró las alas, como un pájaro ciego, que golpea una puerta sellada...