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Se establece que ni la Luna ni ningún otro cuerpo celeste está sujeto a "apropiación
por una demanda de soberanía, mediante el uso, la ocupación o por cualquier otro
medio", añade Di Pippo, responsable de la agencia de la ONU que vela por que se
cumpla este tratado, También prohíbe ensayos y el despliegue de armas
nucleares y de destrucción masiva y se vetan maniobras y bases militares en el
espacio, algo que nunca se ha violado en este último medio siglo, destaca la
experta.
Este Tratado también conocido como la Constitución del Espacio, fue aprobado el
19 de diciembre de 1966 y entró en vigor el 10 de octubre de 1967 y ha sido
ratificado hasta el momento por 103 Estados (Naciones Unidas, 2002). A pesar de
que no haya sido ratificado por la totalidad de Estados, no sería preciso afirmar que
carece de efectividad, pues en el Derecho Espacial el mecanismo del consenso
como ya fue desarrollado, implica coercitividad frente a las decisiones aprobadas, y
esta fuerza vinculante es ratificada posteriormente cuando entra en vigor la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados en 1980 (artículo 26). Así
mismo, el encontrarse enmarcado en la Carta de las Naciones Unidas (firmada por
todos los Estados), permite que la fuerza vinculante de ésta le sea extendida y se
genera un compromiso incluso de aquellos Estados que no hayan firmado el
Tratado, de materializar sus principios.
“El Espacio Ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá́ ser
objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni
de ninguna otra manera”. “Este principio de un espacio internacional que no
pertenece a nadie sino que pertenece a todos genera un espacio liso abstracto, de
carácter jurídico abierto a la exploración y a la obtención de beneficios comunes a
la humanidad” (Camargo, 2003 p.146).