You are on page 1of 51

Asociación Mexicana De Tanatología, A.C.

MANEJO TANATOLÓGICO DEL DUELO APLAZADO EN MADRES CON


PÉRDIDA PERINATAL.

TESINA

QUE PARA OBTENER EL DIPLOMADO EN

TANATOLOGÍA.

PRESENTA:

MARÍA DEL PILAR ÁGUILA SANCHEZ.

Asociación Mexicana de Educación Continua y a Distancia, A.C.


Córdoba, Veracruz A 30 de Abril del 2015.

DR. FELIPE MARTÍNEZ ARRONTE

Presidente de la Asociación

Mexicana de Tanatología, A.C.

P R E S E N T E.

Por medio de la presente le informo que revisé y aprobé la tesina que presentó:

MARÍA DEL PILAR ÁGUILA SANCHEZ

Integrante de la Generación 2014 – 2015.

Que lleva por título:

MANEJO TANATOLÓGICO DEL DUELO APLAZADO EN MADRES CON PÉRDIDA


PERINATAL

A t e n t a m e n t e.

___________________________________________

MTRA. EN EDUCACIÓN CARMELA RESÉNDIZ DÁTTOLY

Director de Tesina.

2
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 5

JUSTIFICACIÓN 7

OBJETIVO 8

AGRADECIMIENTOS 9

DEDICATORIA 10

CAPÍTULO I EL DUELO

1.1 Definición 12

1.2 Antecedentes 13

1.3 Conductas 13

1.4 Determinantes del duelo 16

1.5 Etapas del duelo 19

1.6 El duelo aplazado 22

1.7 Diagnóstico del duelo 23

1.8 Depresión 24

CAPITULO II LA MADRE ANTE LA MUERTE 27


DEL RECIÉN NACIDO

2.1 Definición de maternidad 29

2.2 Cambios adaptativos en la mujer gestante 29

2.2.2 Expectativas de la mujer embarazada 30

2.2.3 Expectativas de la mujer que acaba de dar a 31


luz

3
2.3 Definición de muerte perinatal 31

2.4 Adaptación a la pérdida 32

2.4.1 El duelo materno aplazado ante una pérdida 32


perinatal.

CAPÌTULO III TRATAMIENTO DEL TEMA 34

3.1 MANEJO TANATOLÓGICO DEL DUELO


APLAZADO EN MADRES CON PÉRDIDA 35
PERINATAL

3.1.1 Principios éticos del asesoramiento


tanatológico 36

3.1.1.1 Lo que se debe hacer ante una persona


con duelo 41

3.1.1.2 Lo que no se debe hacer ante una persona


con duelo 41

3.2 Fomente las tareas del duelo 42

3.2.1 El ritual funeral 44

3.3 Técnicas útiles del asesoramiento 44

3.4 La medicación desde el enfoque tanatológico 46

CONCLUSIONES 48

FUENTES DE INFORMACIÓN 49

4
INTRODUCCIÓN

Muchas mujeres en México y en todo el mundo se quedan fijadas en un sentimiento de


tristeza y el dolor por la pérdida de un hijo que esperaban durante largos meses,
haciéndose ilusiones de poder verlos al rostro y sentirse realizadas como mujeres y lograr
el poder tan único de dar a la luz una vida y que por alguna razón pierden durante el
proceso complejo de nacimiento o unos días después. En lugar de continuar con su vida y
avanzar en los proyectos a corto, mediano y largo plazo, se quedan en el funeral eterno,
en la pérdida y en el sufrimiento. La pérdida en estas mujeres se manifiesta entre otras
formas como lo es el llanto, negación, ira, resentimiento y depresión, los síntomas no
siempre tienen su comienzo a raíz de la pérdida de un bebé que se perdió durante el
embarazo, muchas veces el dolor es suprimido u olvidado y este evento es enviado al
inconsciente para que durante un tiempo la persona que enfrenta esta situación pueda
enmascarar este sentimiento de pérdida y seguir con su vida regular, a esto se le llama
Duelo aplazado, es decir que el evento de pérdida es postergado para vivirse después de
un tiempo y vivir la experiencia dolorosa y la sensación inmensa de vació que puede
llegar a incapacitar en todo aspecto, es importante que las personas en situación de
duelo pasen las por distintas etapas del proceso hasta llegar a la aceptación, que consiste
primero que nada en desapegarse por completo de el objeto de amor o afecto y entender
que la muerte es irreversible, natural y universal, por otro lado en volver a conectar con el
ser querido, entendiendo que se encuentra vivo en su interior, en su memoria, en sus
sentimientos y las emociones pero con la aceptación de que ya falleció y ya no está aquí.

La experiencia de una pérdida importante como lo es en un hijo que muere durante el


nacimiento y en los siguientes días se le denomina Pérdida perinatal, La Organización
Mundial de la Salud dice que el período perinatal comienza a las 22 semanas completas
que son a los 154 días después de la gestación) y termina a los siete días después del
nacimiento, este suceso no sólo da de baja a la economía, capacidades o ganas de vivir,
sino que también suele eliminar creencias y presuposiciones que habían sido hasta ese
momento los introyectos que sustentaban una filosofía de vida y que, ante esta
experiencia, pareciera que ya no se cuenta con nada para creer y de esta manera
contactado con lo doloroso es como empieza el camino de recuperación porque así es
como se entra en ese camino luctuoso, el poder llevar la carga de la pérdida. Si bien,
algunas personas también entran con esta creencia: la supuesta conciencia de que no lo
van a soportar, porque muchas personas han sido educadas por sus mayores

5
significativos como son los padres, criadores o maestros, para creer que no se soportará
el dolor, que nadie ni nada puede superar la muerte de un ser querido, que podrían morir
si la persona amada fallece, que la tristeza es nefasta y destructiva, que no serían
capaces de aguantar ni siquiera un momento de sufrimiento extremo de una pérdida
importante. Muchas personas humanas viven condicionando sus vidas con estos
pensamientos, que como la mayoría de las creencias aprendidas y no reflexionadas,
dependerá del aspecto profesional intervenir adecuadamente en diferentes casos con la
finalidad de que el dolor y el sufrimiento sea aliviado, en la disciplina de la tanatología
sería ayudar a curar el dolor de la desesperanza.

6
JUSTIFICACIÓN

En nuestro paso por la vida, tarde o temprano, nos encontramos con el dolor de una
separación y/o pérdidas y es necesario comprender qué nos pasa. El proceso mediante el
cual elaboramos las pérdidas, es el duelo. Si bien la pérdida de un trabajo, la pérdida de
una relación de pareja, la pérdida de una amistad entre otras son pérdidas importantes en
nuestra vida, el mayor dolor es cuando fallece un ser querido y cuando muere ese ser
querido se produce una respuesta de sufrimiento que sólo el tiempo y la vivencia de
nuestras emociones, pero que sucede cuando existe la pérdida de un hijo que se espera
con ansias durante un largo embarazo y de repente una mujer despierta rodeada de
cables y sondas, con una barriga inflamada, y al voltear a el lado buscando esa imagen
de un bebé en un cunero, o la sonrisa de su pareja porque ambos son padres, que pasa
cuando de manera inesperada un ser que fue esperado con tantas ansias, de repente no
está y la que fue su madre no tiene las respuestas que espera, la misma que no puede
abrazar, mimar y alimentar a ese bebé, como elabora su duelo, como acepta la realidad
de ese evento tan doloroso, si no se le presenta la oportunidad de saber con exactitud lo
que pasó en ese momento pues la anestesia la tiene aturdida, como no sentir odio y
desprecio por el equipo de salud que le atendió ,pero sobre todo como poder decir adiós a
alguien que ni siquiera le pudo decir un hola, las motivaciones principales para el
desarrollo de esta tesina son personales, debido a una experiencia propia en la cual los
síntomas se detonaron de forma inconsciente y el dolor fue reprimido varios años, hasta
que la carga no pudo ser tolerada ni un segundo más y se inició un duelo que al día de
hoy se encuentra resuelto, es justificable que debido a las tazas de mortalidad perinatal
algunas madres pasen por la situación por la cual me encontré por lo cual en este trabajo
se enfoca a informar acerca de los procesos por los cuales una madre con pérdida
perinatal puede presentar y sobre todo algunas herramientas prácticas que apoyen en la
elaboración del duelo y la recuperación de la esencia de las persona afectadas, así
mismo como apoyo literario para colegas tanatólogos interesados en la pérdida perinatal.

El alcance del presente escrito es documental y de apoyo en intervenciones con todo el


equipo de salud, para comunicar una mala noticia y procesos relacionados con el duelo
en tanatología.

7
OBJETIVO

Conocer lo que es el duelo, sus diferentes etapas, sus diferentes motivos, así como la
recuperación del dolor de la pérdida, mediante la utilización de algunas aportaciones de la
Tanatología, del Enfoque Humanista y de la Terapia Gestalt para ayudar a la elaboración
del proceso de duelo de las personas que se encuentren en situaciones de pérdida ya sea
por muerte o separación.

8
AGRADECIMIENTOS

Gracias a Dios.

A mi esposo: su amor y apoyo incondicional, hicieron el camino más fácil…


gracias.

Gracias a mis hijas la motivación más importante de mi vida; Nayeli y Lucero a


quienes amo profundamente, su luz ha sido y será la fuerza de mi corazón y que
me ha ayudado a sanar y al mismo tiempo enseñarles que el dolor también puede
llevarnos a trascender en el amor...a través de la aceptación y la fe en Dios.

Gracias papá, mamá, familia por ser parte de mi vida...en este camino.

Gracias Lupita por acompañarme en esta maravillosa experiencia.

Gracias a mi amigo y compañero Luis...su amistad y apoyo es una de las cosas


lindas que me dejo este aprendizaje.

Especialmente en memoria de mi amiga Doña Paz hoy ya en el jardín de las


flores... Gracias por ser quien me hizo prometerle que sería tanatóloga por su
amor...esto es para ti.

9
DEDICATORIA

A mi angelito en el cielo:
La culminación de este Diplomado sin duda, llego contigo; hoy todo tiene sentido
para mí, hoy entiendo el propósito de tu vida en la mía…con infinito y eterno
amor, gracias.

10
CAPÍTULO I EL DUELO

“Jamás te persigas creyendo que ya deberías sentirte mejor. Tus

tiempos son tuyos. Recuerda que el peor enemigo en el duelo es no

quererse”. Jorge Bucay.

11
1.1 Definición

Reacción de pérdida de un ser amado o una abstracción equivalente. El término “duelo”


viene del latín dolus (dolor) y es la respuesta emotiva natural a la pérdida de alguien o de
algo. Se manifiesta en el proceso de reacciones personales que siguen a una s eparación
o a cualquier tipo de pérdida .El término “luto” del latín lugere (llorar) es la aflicción por la
muerte de alguna persona querida; Se manifiesta con signos visibles externos,
comportamientos sociales y ritos religiosos. (A. Pangrazzi 2008)

1.2 Antecedentes

La muerte es universal y nadie escapa de ella; sin embargo, cada cultura la ha vivido y la
ha asumido de diferentes formas, de acuerdo con el concepto previo sobre el hecho,
controlado por todas las creencias que una sociedad específica tenga del morir, del
cuerpo y del más allá.

A lo largo de los años, lo que se entiende como proceso de “buena” o “mala muerte” ha
variado, lo que hace que se busque acceder de alguna manera a la forma correcta.

Rojas (2005) hace referencia de cómo el suicidio en la antigüedad podía ser considerado
algo adecuado en caso de enfermedad o dolor, en contraste con una mala muerte en
medio de enfermedad o sufrimiento, como también se consideraba mala muerte cuando el
cadáver no tenía sepultura. En la Edad Media, “la buena muerte” era la que ocurría de
forma lenta y anunciada y se hacía de forma asistida. Por el contrario, la inadecuada era
la que llegaba de forma repentina. En los siglos XIV al XVIII, el dolor y la agonía con
sufrimiento adquieren un notable valor religioso y se consideran como una muerte
adecuada. La muerte incorrecta es entonces para los que no están preparados, la que
ocurre de forma tranquila y sin dolor. En Occidente, hasta finales del siglo XVIII, la figura
del médico estaba separada de la muerte ya que su acompañamiento al paciente sólo
tenía sentido cuando la capacidad de curar, y cuando el paciente entraba en fase terminal
y/o agónica que en su momento daba solo al cuidado de su familia. En el siglo XIX se
comienza a confiar en el diagnóstico médico y con la llegada del estetoscopio en 1818, se
tiene certeza del diagnóstico de muerte, dejando éste de ser patrimonio de la religión y la

12
filosofía. La muerte buscada era de quienes se habían preparado espiritualmente para ella
y habían dejado un testamento; por el contrario, la muerte imprevista y sin testamento era
considerada como inadecuada. Ya en el siglo XX con el avance de la tecnología y la
entrada en vigor del cuidado intensivo, se permite prolongar la vida al paciente
modificando sustancialmente los límites de la vida y la forma de morir. En estos casos, el
hombre muere en el hospital solo o acompañado por muy pocas personas.

Ya desde los años sesenta, con la aparición del cuidado paliativo, se dignifica el proceso
de la muerte y se busca que ocurra en el mejor lugar para que se le brinde la atención
integral que el moribundo requiere, pudiendo ser un hospital en una ciudad especializada
para morir o la propia casa. El moribundo está rodeado de su grupo cercano.

Actualmente, muchas personas prefieren la muerte repentina e imprevista por temor al


sufrimiento prolongado; sin embargo, ante la realidad de un proceso terminal, la gran
mayoría busca una muerte muy tecnificada y asistida con terapias diversas.

La afirmaciones de Tizón (2004), si bien el duelo se vive como una experiencia individual,
psicológica, psicosocial y psico-biológica, es también una realidad social. Y una de gran
importancia: en ella se reglan las relaciones de la humanidad con la pérdida y, ante todo,
con la más trastornadora de las pérdidas: la muerte. Por eso la dimensión social del duelo
resulta una consideración ineludible, aunque, a menudo, hoy nos parezca menos
aparente, en ocasiones casi oculta.

1.3 Conductas

La Asociación Americana de Psiquiatría en su Manual diagnóstico de Enfermedades


Mentales (DSM-V 2013) describe al Duelo como proceso adaptativo ya que son
conductas y síntomas que se presentan en un tiempo aproximado de dos meses, después
de este tiempo el estado de completa tristeza en donde el sentimiento es permanente,
apatía; no querer levantarse de la cama, no desear trabajar o estudiar, alimentarse o
realizar actividades diarias y frecuentes y dolor extremo que implica el no poder hacer
goce ni disfrute de alguna actividad, estos síntomas tendrán que verse disminuidos
durante los siguientes dos meses de la pérdida, ya que de no ser así, los especialistas en

13
salud mental le catalogarán como trastorno depresivo. Las conductas frecuentes en el
duelo como son el insomnio (No poder dormir adecuadamente), anorexia (evitar comer),
pérdida de peso, etc. La persona que atraviesa un episodio de duelo c onsidera su estado
como normal.

a) Trastornos del sueño. Pueden incluir dificultad para dormir y despertar temprano por las
mañanas. En los duelos normales se corrigen solos pero si el trastorno del sueño persiste,
puede indicar un trastorno depresivo más serio, que se debería explorar. Los trastornos
del sueño pueden simbolizar algunas veces miedos, incluso miedo a soñar, miedo a estar
en la cama solo/a y miedo a no despertarse.

b) Trastornos alimentarios. Aunque se pueden manifestar comiendo demasiado o


demasiado poco, comer poco es una conducta con más frecuencia.

c) Conducta distraída. Las personas se pueden encontrar a sí mismas actuando de


manera distraída y haciendo cosas que al final les producen incomodidad o les hacen
daño.

d) Aislamiento social. No es extraño que las personas que han sufrido una pérdida
quieran aislarse del resto de la gente. Es normalmente un fenómeno efímero y se corrige
solo. El aislamiento social también puede incluir una pérdida de interés por el mundo
externo, como leer los periódicos o no mirar la televisión.

e) Soñar con el fallecido. Tanto sueños normales como sueños angustiosos o pesadillas.
Muchas veces dichos sueños sirven a diversos propósitos como dar alguna clave
diagnóstica sobre la situación de la persona en el curso de su duelo.

f) Evitar recordatorios del fallecido. Algunas personas evitarán los lugares o cosas que les
provocan sentimientos dolorosos.

14
Cuando la persona en duelo se libra rápidamente de todas las cosas asociadas con el
fallecido, deshaciéndose de ellas o haciéndolas desaparecer de cualquier manera posible,
puede derivar en un duelo complicado. Normalmente no es una conducta sana y muchas
veces indica una relación muy ambivalente con el fallecido.

g) Buscar y llamar en voz alta. Está relacionado con esta conducta de búsqueda. No es
extraño que alguien pueda llamar en voz alta a la persona querida con un comentario
asociado: “Jaime, Jaime. Por favor vuelve conmigo, regresa a mí”. Cuando no se hace
verbalmente se puede hacer de forma sub vocal.

h) Suspirar. Es un correlato cercano a la sensación física de falta de respiración.

i) Hiperactividad desasosegada: excesiva movilidad sin estar un momento considerable en


tranquilidad.

j) Llorar. Ha habido interesantes especulaciones sobre el potencial valor curativo de las


lágrimas. El estrés produce un desequilibrio químico en el cuerpo, y algunos
investigadores creen que las lágrimas se llevan las sustancias tóxicas y ayudan a
restablecer la homeostasis. Es una hipótesis que el contenido químico de las lágrimas
producido por el estrés emocional es diferente del de las lágrimas secretadas como causa
de irritación de los ojos. Se están realizando pruebas para ver qué tipo de catecolaminas
(sustancias químicas que alteran el estado de ánimo producidas por el cerebro) están
presentes en las lágrimas emocionales. Las lágrimas alivian el estrés emocional, pero
cómo lo hacen es todavía una incógnita. Es necesaria más investigación sobre los efectos
nocivos, si existe alguno, de contener el llanto.

k) Visitar lugares o llevar consigo objetos que recuerdan al fallecido. Es lo opuesto de la


conducta de evitar los recuerdos de la persona. Muchas veces destacar esta conducta
refleja el miedo a olvidar al fallecido.

15
l) Atesorar objetos que pertenecían al fallecido.

Una misma persona no experimentará todas estas reacciones. Es importante que los
asesores que trabajan en duelo entiendan el amplio rango de conductas que abarca el
duelo normal y no patológico de aquello que debería ser reconocido como normal. Sin
embargo, si estas experiencias persisten durante mucho tiempo en el proceso del duelo
pueden ser indicadoras de un duelo más complicado.

1.4 Determinantes del duelo

M. Ruiz & F. Sainz (2010) en su trabajo para el apoyo de personas con discapacidad
intelectual refieren que las reacciones de cada uno a la pérdida de un ser querido
dependen también de numerosos factores. Si la muerte (por ejemplo), se ha producido
inesperadamente las reacciones iniciales tienen más que ver con el shock, la rabia, el
aturdimiento, la negación, la incredulidad (“no es posible”).

En todo caso y en el ámbito físico, es normal que se produzcan alteraciones, sobre todo
en la fase inicial. Este “duelo del cuerpo” debe ser escuchado y acompañado, porque si
no se presta la debida atención, puede derivar en patologías físicas y psíquicas.

En el ámbito emocional la variedad de sentimientos que se experimentan podría ser


descrita como un rico abanico o un arco iris M. Ruiz & F. Sainz (2010). No es fácil
aceptar inmediatamente una pérdida que duele. A veces la rabia busca dónde depositarse
para salir de dentro de uno mismo, y se culpabiliza a alguien. Es muy frecuente también el
sentimiento de culpa, que puede permanecer incluso más tiempo, experimentarse culpa
incluso por estar superando el duelo. Sin duda, el sentimiento más fácilmente
comprensible tras la pérdida de un ser querido es la tristeza. Su manifestación en el llanto
es la expresión social más aceptada y comprendida.

16
En el ámbito mental la experiencia del duelo también tiene manifestaciones concretas,
como la dificultad para concentrarse, la búsqueda de la persona perdida, el recuerdo de
tantos momentos compartidos, la añoranza. Entre otras dificultades, con frecuencia
cuesta concentrarse y organizar los propios pensamientos. Es normal que se produzca
una idealización de la persona fallecida. Con frecuencia, muchas personas confiesan que
la muerte de un ser querido les ha hecho tomar conciencia de lo que es realmente
importante en la vida (Bermejo, 2005).

Niemeyer afirmaba que la experiencia del duelo está relacionada con el nivel evolutivo y
las cuestiones conflictivas de la persona que están implicadas, los determinantes más
importantes parecen entrar dentro de las seis categorías siguientes.

1. Quién era la persona.

2. La naturaleza del apego.

• La fuerza del apego: (la intensidad del amor). La reacción emocional aumentará su
gravedad proporcionalmente a la intensidad de la relación afectiva.

• La seguridad del apego: ¿cómo era de necesario el fallecido para la sensación de


bienestar del superviviente? Si el superviviente necesitaba a la persona perdida para su
sentido de autoestima, por ejemplo, sentirse bien consigo mismo, esto anunciará una
reacción emocional difícil.

• La ambivalencia en la relación: en cualquier relación íntima siempre hay cierto grado de


ambivalencia. Básicamente se ama a la persona pero también coexisten sentimientos
negativos. En el caso de una relación muy ambivalente en la que los sentimientos
negativos coexisten en una proporción casi igual, habrá una reacción emocional más
difícil en el duelo. Normalmente en una relación altamente ambivalente existe una
cantidad tremenda de culpa, unida a una rabia intensa por el hecho de que el fallecido le
haya dejado solo/a.

• Los conflictos con el fallecido son también determinantes. Toda la historia de conflictos,
merece en especial atención los conflictos que provienen de abuso sexual y/o físico a una
edad temprana.

17
3. Tipo de muerte. Como murió la persona nos dirá algo sobre cómo elabora el duelo el
superviviente. Tradicionalmente las muertes se han catalogado bajo las categorías NASH:
natural, accidental, suicidio y homicidio.

Otras dimensiones asociadas con el tipo de muerte incluyen dónde se produjo la muerte a
nivel geográfico, si ocurrió cerca o lejos y si había algún aviso previo o se trata de una
muerte inesperada.

A veces las circunstancias que rodean a la muerte facilitan a los supervivientes la


expresión del enfado y la culpa.

4. Antecedentes históricos. Si ha tenido pérdidas anteriores y cómo se elaboraron dichos


duelos. Es importante conocer la historia de salud mental previa de la persona. Es
frecuente que aquellas personas que han padecido depresiones anteriormente sufran más
elaborando el duelo.

La “lista de experiencias recientes” de Holmes y Rahe permite recopilar un listado y una


valoración de los acontecimientos cambiantes que se produjeron seis meses y/o un año
antes de la muerte. Hemos hipotetizado que las personas con un número grande de
cambios ante el duelo tendrán más dificultades con el mismo. Sin embargo, el mero
listado de las crisis vitales es insuficiente, también es necesario evaluar cómo creen las
personas que les afectan esas crisis vitales.

5. Variables de personalidad. Las variables incluyen la edad y el sexo, la inhibición de


sentimientos que tiene, cómo maneja la ansiedad y cómo afronta las situaciones
estresantes. Si son personas muy dependientes o han tenido relaciones tempranas
complicadas. Las personas diagnosticadas de ciertos trastornos de personalidad pueden
pasar momentos difíciles al manejar la pérdida. Especialmente cierto con las personas
con trastornos de personalidad borderline o narcisista.

6. Variables sociales. La subcultura étnica y social son sólo dos entre muchas. En la fe
judía se respeta el shiva, un período de siete días en que la familia está en casa y los
amigos y familiares vienen a ayudarles para que puedan elaborar el duelo en las mejores
circunstancias. A esto le siguen otros rituales como ir al templo y descubrir la lápida en el
primer aniversario de la pérdida. Los católicos tienen sus propios rituales al igual que los
protestantes. Se han de conocer los antecedentes sociales, étnicos y religiosos del
superviviente.

18
El grado de apoyo emocional y social percibido que se recibe de los demás, tanto dentro
como fuera de la familia, es significativo. Incluso las personas que tenían un animal
mostraron menos síntomas que las personas que no tenían su compañía. La mayoría de
estudios encuentran que aquellos que progresan menos en el duelo tienen un apoyo
social inadecuado o conflictivo.

La ganancia secundaria que puede encontrar el superviviente al elaborar el duelo: puede


ganar mucha distancia en su apoyo social a causa del duelo prolongado puede tener el
efecto opuesto y apartarle de la red social.

7. Otros tipos de estrés simultáneos. Cambios simultáneos y crisis que surgen después de
la muerte, incluyendo graves cambios económicos.

1.5 Etapas del duelo

Diferentes autores de diferentes enfoques teóricos han tratado de establecer las etapas
que se suceden en el duelo. El autor Warner y Bladure (Tizón, 2004) existirían las
siguientes etapas:

Primera etapa: Respuestas inmediatas. Incluye el shock, inestabilidad, alarma y negación.

Segunda etapa: Dolor agudo. Incluye sentimientos de tristeza, depresión, ira, culpabilidad,
ansiedad, temores, regresión y angustia física.

Tercera etapa: Reajuste. Incluye el doloroso reajuste de la realidad, le sigue la


reorganización y el establecimiento de la vida.

Desde otro punto de vista; James y Friedman (2000), que afirman que la pena emocional
no tiene etapas, aunque muchas personas experimenten ciertas respuestas comunes.
Pero en definitiva, como se afirma en Tizón (2004) la mayoría de autores, distinguen tres
estadios o etapas en la evolución temporal del duelo:

19
1. Fase de impacto (Silverman) o impasibilidad (Parkes y Clayton), que dura de pocas
horas a una semana después del deceso, que puede cursar tanto con embotamiento
como con liberación emocional intensa, no siendo consciente de lo sucedido y
mostrando una conducta semiautomática. Es el momento de los ritos sociales y
familiares del duelo que facilitan la resolución de esta fase. Desde el punto de vista
psicopatológico, la ansiedad es la emoción predominante produciéndose igualmente
un estrechamiento del campo de la consciencia.

2. Fase de depresión (Clayton) o de repliegue (Silverman), esta fase se prolonga a lo


largo de varias semanas o meses, que se inicia con sintomatología depresiva inhibida,
seguida de episodios de protesta-irritación y aislamiento. Los rituales socio-religiosos
han finalizado, la persona se encuentra sola ante la realidad de la pérdida y
frecuentemente con la exigencia social imperiosa de reincorporación inmediata a su
vida habitual: retorno al trabajo, cuidado de los familiares a su cargo, etc. Durante este
período el estado de ánimo es superponible al de un trastorno depresivo.

3. Fase de recuperación, curación o restitución: después de un año. Durante la


misma se retoma al nivel de funcionamiento previo, siendo capaz el deudo del
establecimiento de nuevos lazos afectivos. Frecuentemente esta etapa coincide, con
el primer aniversario del deceso produciéndose en este período una intensificación
emocional en la línea de la nostalgia, tristeza, llanto, recuerdo doloroso, etc., que
duran unos días y que finalmente marcan el final del duelo (Macías y Parrado, 2001).

En 1969 Kubler-Ross, eminente psiquiatra, analizó su experiencia con más de quinientos


pacientes moribundos y describió cinco etapas del duelo:

1) Negación y aislamiento: que es la etapa inicial en que las personas se sienten


culpables porque se apodera de ellas un estado de incredulidad frente a la muerte.

2) Enojo o ira: proyectando su sentimiento hacia otras personas, expresándola como


depresión, ya que culpar a otro es una manera de evitar el dolor, la aflicción y la
desesperación de una persona al aceptar que la vida deberá continuar.

3) Pacto: con el que el enfermo debe ganar tiempo antes de aceptar la realidad, por lo
que retrasa la responsabilidad necesaria para liberar emocionalmente la pérdida.

20
4) Depresión: enojo dirigido hacia adentro que incluye sentimientos de desamparo, falta
de esperanza e impotencia.

5) Aceptación: el enfermo piensa en sus seres amados, sin sentir o expresar


sentimientos intensos de alegría o tristeza cuando los recuerda; vivirá el presente sin
adherirse al pasado y sin hacer planes para el futuro.

Los mecanismos psicológicos con los que el duelo puede transformarse en enfermedad
son:
1) Ausencia del duelo consciente, con descompensación psicológica caracterizada por
depresión, ansiedad y/o enfermedades psicosomáticas.

2) Ambivalencia entre recuperación rápida y aparición posterior de sentimientos de


nostalgia, culpabilidad y conductas auto agresivas que pueden llevar al enfermo al
suicidio.

3) Cronicidad del proceso, por persistencia de ira, que se manifiesta por nerviosismo,
irritabilidad y agresividad, que conduce a la depresión.

A continuación se presenta un cuadro en el cual se puede observar como varios autores


hacen sus aportaciones acerca del duelo, desde sus diversas perspectivas, tipologías
fases o etapas en el proceso de duelo (T.A. Rando 2004
W. Worden.)

E. Kübler-Ross John W. James


J. Bowlby Russell Friedman
(Perspectiva (perspectiva bio-psico
Psicopatológica) social)
Etapas Fases No existen Etapas o
Negación Confrontación Fases
Acomodación I. Incredulidad
No hay reacciones tan
Tareas fundamentales I. II. Añoranza y Anhelo universales que se

21
Aceptar la realidad de la suponga que toda la
pérdida III. Desorganización y gente deba
II. Trabajar las emociones Desesperanza experimentar. Cada
y el dolor de la pérdida. reacción es única.
III. Readaptarse al medio IV. Reorganización
contando con la ausencia
del objeto. IV. Reubicar el
objeto (interno):”olvidar
recordando)

1.6 El duelo aplazado y los tipos de duelo

Existen diferentes tipos de duelos, en este apartado es importante darle mayor énfasis al
duelo aplazado ya que es el tema central del presente trabajo escrito, los síntomas han
permanecido sin manifestarse durante un determinado tiempo y se desencadenan
después.

Diferentes autores, como Pangrazzi (1993) y Bermejo (2005) entre otros, coinciden en
clasificar los diversos tipos de duelo de la siguiente manera:

Duelo anticipatorio: en caso de muerte o separación anunciada.

Duelo aplazado: también conocido como retrasado, existe en aquellas personas que “se
controlan”, “no tienen tiempo de ocuparse de sí mismas” o escapan al dolor y a la realidad
de la muerte del ser querido mediante una “hiperactividad”. Durante meses o años,
cualquier recuerdo o imagen, desencadena el duelo no resuelto, este tipo de duele puede
surgir en la pérdida perinatal, la madre puede aparentar que no pasa nada y continuar con
su vida normal pues el dolor es enviado al inconsciente para retomarse posteriormente en
un momento de la vida.

22
Duelo crónico: que arrastra al doliente durante años, absorbido por los recuerdos,
incapaz de reincorporarse a la vida normal.

Duelo patológico: caracterizado por un agotamiento nervios, síntomas hipocondríacos,


identificación con el fallecido o dependencia de los fármacos o el alcohol. Requiere ayuda
profesional.

Para estos autores mencionados lo que distingue el duelo normal del anormal o
patológico es la intensidad y la duración de las reacciones en el tiempo.

Numerosos autores han intentado establecer diferencias entre lo que se denominaría un


duelo normal y un duelo patológico, pero con disparidad de criterios según las tendencias.

El Dr, Freud describió en su obra clásica, Duelo y melancolía, (1915, 1917) que en el
duelo normal la pérdida se percibe con claridad y puede internalizarse la persona muerta
como objeto amado, mientras que en el duelo anormal o patológico no puede realizarse el
proceso y lo que se internaliza es un objeto con cargas negativas, con lo que el sujeto
sufre sentimientos depresivos, pérdida de autoestima e incluso sentimiento y expectativas
de castigo.

Otras escuelas que adoptan diferentes posturas, no aceptan las tesis psicodinámicas y
valoran más los aspectos cognitivos, entendiendo que en la base de la elaboración
patológica del duelo radica una sucesión de pensamientos erróneos que deben ser
modificados por técnicas adecuadas.

No es fácil establecer diferencias entre duelo patológico y normal pues en ocasiones nos
encontramos ante un continuo de signos y síntomas que pueden ser normales en función
de las personas, las culturas o la época. Dada la dificultad de delimitar el contenido del
cuerpo de duelo patológico, se suele hacer referencia a formas de evolución no deseable
del duelo

23
1.7 Diagnóstico del duelo

El DSM V (2013) codifica a este proceso adaptativo como V62.82 Duelo no complicado
(Z63.4) y hace referencia a que para realizar un diagnóstico acerca de esta categoría se
aplica cuando el objeto de la atención clínica es una reacción normal ante la muerte de un
ser querido. Como parte de su reacción ante una pérdida así, algunos individuos en duelo
presentan síntomas característicos de un episodio de depresión mayor, como por ejemplo
sentimientos de tristeza con otros síntomas asociados, como insomnio, falta de apetito y
pérdida de peso. El individuo en duelo suele considerar su ánimo deprimido como
“normal”, si bien el individuo puede buscar ayuda profesional para aliviar otros síntomas
que lleva asociados, tales como insomnio o anorexia. La duración y la expresión de un
duelo “normal” varían considerablemente entre los distintos grupos culturales. En los
criterios de un episodio depresivo mayor se ofrece más información para distinguirlo del
duelo.

La OMS (2015) dice que en México es necesaria la intervención médica Psiquiátrica


cuando la persona cursa con dos semanas de profunda depresión.

1.8 Depresión

Según Flórez (2002) el duelo y la depresión comparten muchas características: tristeza,


llanto, pérdida de apetito, trastornos del sueño y pérdida de interés por el mundo exterior.
Sin embargo, hay suficientes diferencias para considerarlos síndromes distintos. Las
alteraciones del humor en la depresión son típicamente persistentes y no remiten y las
fluctuaciones del humor, si las hay, son relativamente poco importantes.

En el duelo las fluctuaciones son normales, se experimenta en forma de oleadas, en las


que la persona en duelo se hunde y va saliendo, incluso en el duelo intenso pueden
producirse momentos de felicidad y recuerdos gratos.

24
Los sentimientos de culpa son frecuentes en la depresión, y cuando aparecen en el duelo,
suelen estar motivadas porque se piensa que no se ha hecho lo suficiente por el fallecido
antes de morir, y no porque el individuo tenga la certeza de que es despreciable e inútil,
como ocurre con frecuencia en la depresión.

La certeza de que el duelo tiene un límite temporal es fundamental. La mayoría de las


personas deprimidas se sienten desesperanzadas y no pueden imaginar que algún día
puedan mejorar.

Las personas deprimidas hacen más intentos de suicidio que las personas en duelo, las
cuales, salvo en circunstancias especiales como por ejemplo, un anciano físicamente
dependiente, no desea realmente morir, aunque aseguren que la vida se les hace
realmente insoportable.

Es importante tener en cuenta que las personas con episodios previos de depresión
tienen riesgo de recaer cuando se produce una pérdida importante. Algunos pacientes
con duelo complicado terminan presentando un trastorno depresivo mayor; la
diferenciación está basada en la gravedad de los síntomas y en su duración.

Según el DSM-IV (Flórez, 2002) el diagnóstico de trastorno depresivo mayor sólo se hace
cuando los síntomas prevalecen dos meses después de la pérdida. La presencia de
síntomas que no son característicos de una reacción de duelo normal pueden ayudar a
diferenciar entre un episodio depresivo y una reacción de duelo. Los síntomas que se ven
con mayor frecuencia en el trastorno depresivo mayor que aparece tras un duelo son:

 Preocupaciones mórbidas sobre la propia valía.


 Culpa asociada a temas que van más allá de los que rodean la muerte de un ser
querido (sobre cosas distintas de lo que se hizo o se dejó de hacer en el momento
de la muerte).
 Preocupación por la muerte, independientemente de los pensamientos de estar
muerto para estar con el fallecido o más allá de la sensación de que hubiera sido
mejor morirse él mismo en lugar del fallecido.
 Retardo psicomotor importante. -Alteraciones funcionales graves y prolongadas:
pérdida de peso, trastornos del sueño, y dolores inespecíficos.
 Ideación suicida.
 Sentimientos de haber hecho algo que ha provocado la muerte del ser querido.

25
 Experiencias alucinatorias diferentes a las percepciones transitorias de oír o ver a
la persona fallecida.

Los médicos deben determinar cuándo un duelo se ha convertido en patológico y ha


evolucionado a un trastorno depresivo mayor. El duelo es un proceso normal, aunque
intensamente doloroso que responde bien al apoyo, la comprensión y el paso del tiempo.

26
CAPITULO II El DUELO APLAZADO DE
LA MADRE ANTE LA MUERTE DEL
RECIÉN NACIDO

“El dolor del duelo es como un invitado borracho, cuando parece que se ha

marchado vuelve a darte un último abrazo”. Stephen King

27
De acuerdo a la Revista Mexicana de Pediatría (RMP; 2009) El nacimiento de un hijo,
representa un momento estelar en la vida de una familia. Desde el embarazo hasta el
parto, los padres desarrollan sentimientos de esperanza, ilusión y júbilo, proyectados
hacia el futuro y ninguno de los dos imagina que habrá un final infeliz. Pero no todos los
embarazos terminan satisfactoriamente y en algunos casos puede ocurrir la muerte del
feto en la etapa perinatal que se inicia a las 22 semanas de gestación y concluye siete
días después del nacimiento. Para la mujer, el hecho de concebir un hijo sigue un proceso
complejo, comienza antes de la concepción y causa en ella cambios emocionales y
físicos.

Durante el embarazo la mujer percibe al feto como parte de ella misma y no como un
sujeto separado. Esta experiencia de fusión de carácter narcisista es el sustrato
fundamental en el que se cimienta el vínculo de apego materno a su hijo, pues la madre
deposita en él parte de su autoestima, por lo que la gestación llena las ambiciones
narcisistas más relevantes señaladas por Freud, entre las que se encuentran la sensación
de omnipotencia derivada del hecho de dar vida a un nuevo ser, la afirmación de la
feminidad y la ilusión de la inmortalidad, al contribuir a la perpetuación de las próximas
generaciones de seres humanos, a través de su hijo.

La simbiosis biológica que experimenta la madre con el feto le confirma su propio valor y
esta total fusión representa, de manera idealizada, la mejor parte de ella misma. De allí
que ante la pérdida perinatal del hijo en gestación, la respuesta emocional que la madre
experimenta son como vacío corporal, con sensación de inadecuación, desamparo y
pérdida de la autoestima; sentimientos que derivan de la pérdida de una parte de sí
misma que ha sido dañada.

Es por eso que la pérdida perinatal es particularmente dolorosa, angustiante e


íntimamente la percibe como amputación, castración y desmembramiento corporal. De
hecho, no es raro que la pérdida perinatal provoque aparición de síntomas somáticos,
alteración de la conducta, sentimiento de culpa y con ellos sobreviene el duelo materno
(DM), que implica un proceso dinámico4 en el que se sobreponen entre sí las diferentes

28
fases que lo caracterizan y tienen una relación directa con los cuidados maternos del
equipo de salud que la atiende en ese momento crítico para ella.

2.1 Definición de maternidad

El diccionario de la real academia española (2009) define a la maternidad como el estado


de la mujer que ha sido madre: es decir una mujer que biológicamente ha concebido un
hijo sin importar del sexo que sea, pero el término siempre va más ya, en donde las
descripciones no bastan para poder comprender lo que el ser madre significa.

La maternidad naturalmente ha estado asociada a la fecundación, fertilidad, en clara


similitud con las propiedades de la tierra. Así mismo se le vincula con la protección,
afecto, conservación, cuidado, incondicionalidad, sacrificio, al orden biológico, natural e
instintivo. Por otra parte la relación con lo genérico ubica lo maternal con el eterno
femenino, con lo inmutable, universal y a la vez con lo enigmático, misterioso (Laraux,
Vegetti, Finzi, 1996).

2.2 Cambios adaptativos en la mujer gestante

Durante el embarazo suceden muchos cambios físicos en la mujer; el vientre aumenta


cada día por el continuo crecimiento del feto. Los nueve meses de gestación representan
para la futura madre, muchas dudas e incertidumbre, se producen estados ansiosos y
hasta depresivos, pero también se puede presentar demasiada paz y calidez.

Cuando el niño nace, poco a poco desaparece el vientre voluminoso y se convierte en un


vientre flácido, con estrías distintas al que antes tenía y que ahora carece de significado
positivo, ahora se deja un significado negativo, esos sentimientos de Omnipotencia que
Freud refería suelen desvanecerse pues l madre se enfrenta a la realidad.

Por otra parte, a partir de la concepción en la madre surge la idea de finitud del ser
humano, por lo que se plantea preguntas existenciales hasta ese momento: como si dar

29
vida conlleva un cambio generacional y se enfrenta con la idea de su propia muerte, que
la asusta y angustia. Al nacer su hijo aún no muestra una conducta de apego hacia su
madre (no llora ante su alejamiento y él es indiferente al estar o no, en sus brazos). Ella
no se siente prescindible para él, ya que cualquier otra persona podría ocupar su lugar en
ese momento; lo que puede engendrar en la madre un sentimiento vacío. Si además, el
periodo de parto o de postparto ha sido complicado, la madre no puede hacerse cargo
inmediatamente de su hijo, y se añaden otras alteraciones emocionales: como sentimiento
de culpa o de impotencia.

La revista Mexicana de Pediatría (2009) hace referencia de que con el nacimiento del niño
la pareja pierde la intimidad que solía tener. El hogar se convierte en un espacio amplio y
abierto, con la continua presencia de familiares por la llegada de un nuevo miembro y la
invasión de espacios íntimos da lugar a cierta estabilidad en la pareja, que necesita
tiempo para adaptarse a esta situación.

Este escenario acontece cuando la gestación llega a feliz término y el recién nacido está
vivo y sin complicaciones, pero no ocurre esto cuando ese hijo nace muerto o muere al
nacer. En este caso la madre no sólo se enfrenta al duelo por la pérdida del hijo, sino
también a la frustración de su maternidad, es por ello que en muchas de las ocasiones la
madre que ha perdido a un hijo suele no mostrar síntomas de duelo en un inicio, si no
continuar su vida normal y posteriormente mostrar conductas y emociones propias del
duelo aplazado o retardado.

2.2.2 Expectativas de la mujer embarazada

Las expectativas de una madre casi siempre apuntarán a tener el menor dolor posible
durante el alumbramiento y a que su hijo o hija nazca completamente sano, Las actitudes
hacia la pérdida perinatal varían según las expectativas, es decir lo que las madres y los
padres esperan acerca del embarazo, los progenitores, la prosperidad de la sociedad en
que viven, y la cultura a que pertenezcan. Por ejemplo, López A (2010) en su artículo
acerca del duelo Perinatal refiere que un pequeño estudio sobre mujeres hindúes de clase

30
media se observaron reacciones intensas de duelo mientras sus familias las culpaban por
no producir un bebé sano. Otro estudio en Taiwán destacaba la importancia cultural de la
“ideología de continuidad”, por la que se espera que la mujer sea capaz de aportar un hijo
varón a la familia política. La mayoría de religiones conceden escasa atención a las
pérdidas perinatales, y no hay rituales concretos que faciliten la elaboración del duelo.

2.2.3 Expectativas de la mujer que acaba de dar a luz

La mujer que acaba de dar a luz tiene muchas expectativas, esto es esperar algo de una
situación que no se tiene control, estas se suman cuando no conoce el sexo de su bebé,
muchas veces empiezan a fantasear con el color de piel, de cabello ,de ojos que
desarrollará, la carrera que estudiarán o como serán de grandes, pretenden que tenga
algún parecido a un integrante de la familia pero sobre todo en su mayoría las
expectativas de la madre es que gocen de buena salud y su progenitor no tenga
complicaciones médicas, las expectativas siempre serán inadecuadas por que al no verse
cumplidas se traducen en frustración y muchas veces en culpas sin fundamento por
situaciones en la vida que ocurren por el simple hecho de vivir, existe un pequeño lazo
entre crear una expectativa y una visión a futuro, en donde la expectativa nos pierde de la
realidad y no deja ver que los eventos positivos y negativos tienen la misma probabilidad.

2.3 Definición de muerte perinatal

La Revista Mexicana de Pediatría (2009)y la OMS (2011) afirman que la etapa perinatal
que se inicia a las 22 semanas de gestación y concluye siete días después del
nacimiento, por lo que las muertes en fetos de 22 (154 días) semanas y hasta 7 días
después de nacidos se considerarán como muertes perinatales.

El Dr. Kowalski (2001) en su literatura lo prolonga desde la concepción hasta el final del
primer año de vida, lo que convierte en pérdidas perinatales al embarazo ectópico, al

31
aborto espontáneo o inducido, a la reducción selectiva, a la muerte de un gemelo en
gestación, al feto muerto intraútero o intraparto, a la muerte del prematuro, a la del
neonato, y también a los bebés nacidos con anomalías congénitas o y los hijos cedidos en
adopción.

2.4 Adaptación a la pérdida

Normalmente hay tres tipos de cambio que nos ayudan a identificar cuando una persona
se ha adaptado a la pérdida de un familiar cercano. Son cambio en: la experiencia
subjetiva, la conducta y el alivio de síntomas.

a) Experiencia subjetiva. Las personas que completan un proceso de acompañamiento a


causa de un duelo informan de que subjetivamente están diferentes. Aumento de
sentimientos de autoestima y de reducción de la culpa y aumento de los sentimientos
positivos respecto al fallecido. Son capaces de pensar en el fallecido y de relacionar s us
sentimientos positivos con experiencias positivas. Podríamos valorar un resultado positivo
en frases como “ahora simplemente te echo de menos. Antes estaba angustiada.”.

b) Cambios conductuales. Cuando se detiene la conducta de búsqueda, empiezan a


volver a socializarse, a formar nuevas relaciones. Los pacientes que han evitado antes las
actividades religiosas vuelven a ellas. Las personas que han evitado visitar el cementerio
ahora lo visitan sin que se les sugiere.

c) Alivio de síntomas. Los pacientes presentan menos dolores corporales y reducción del
síntoma que les hizo buscar ayuda.

32
2.4.1 El duelo materno aplazado ante una pérdida perinatal

Como ya se planteó en puntos anteriores el Duelo es descrito como aquella pérdida de un


ser querido, para la mujer que se encuentra embarazada y teniendo sus 22 semanas de
embarazo y hasta 7 días después de dar a luz, en este lapso de tiempo sufre la perdida
de el hijo que espera, normalmente debería mostrar las conductas y emociones que se
describen el capítulo I acerca del duelo, pero en muchos casos pueden pasar un año o
dos incluso hasta diez años sin que la mujer muestre sintomatología alguna ,pero pasado
el tiempo y con el desgaste mental propio de los años, la mujer se ve debilitada y
comenzará a vivir su duelo, es importante que a pesar de que ya han pasado algunos
años se le tome en cuenta para poder iniciar un tratamiento y asesoría tanatológica, y
evitar la desidia y restarle importancia al evento ya que como decía la Dra., Sicely
Saunders (2010) “Tu eres importante porque eres tú y eres importante hasta el último de
tus días” así mismo es importante que la mujer con duelo aplazado deje de sufrir por la
pérdida que un lapso de vida se reprimió en el inconsciente.

33
CAPÌTULO III MANEJO TANATOLÓGICO
DEL DUELO APLAZADO EN MADRES CON
PÉRDINA PERINATAL.

“Llevo un juramento sin jurar Llevo una oración sin terminar. El dolor de no ser

nada más .Y mi testamento sin firmar Nada tuve, nada dejé. Mi pobreza ya me la

gasté. Si hoy tengo una flor en el hojal es para dejarla en el final. Si he de morir

que me muera de tanto vivir con la furia de la tempestad Incendiándome el alma

al partir si he de partir Que me parta la vida un amor y transforme mis huesos en

flor “.

Agárrate Catalina, 2008, En algún carnaval, E. Retirada.

34
Es importante que no se considere a la Tanatología como una receta de cocina en la cual
todo lleva un orden o un instructivo, se trata de ser sensibles e identificar las
problemáticas y las necesidades del consultante así como de la familia para poder
generar equilibrio, en este capítulo se abordan los principios éticos que todo tanatólogo
serio pero sobre todo profesional debe considerar para evitar lastimar la relación
tanatólogo-asesorado o paciente, continuando con el desarrollo de este trabajo escrito se
enuncian afirmaciones de lo que se debe y no debe hacer cuando una persona se
encuentra en duelo con la finalidad de estar informados y evitar cometer errores que
dificulten la elaboración de un duelo adecuado, también se abordarán técnicas para
fomentar las tareas de duelo, los tipos de funeral y la importancia que ellas tienen en el
proceso complejo del duelo y un apartado que ayuda a identificar y hacer consciente al
tanatólogo acerca de que en muchos de los procesos emocionales es importante referir a
un servicio de salud mental para el apoyo farmacológico.

35
3.1.1 Principios éticos del asesoramiento Tanatológico

Existen diez principios básicos usados en el Manual de Neymer (2010) para el apoyo en
cuanto a valores y bioética con la finalidad de asesorar de manera adecuada, los cuales
se muestran a continuación:

1. Principio uno: ayudar al superviviente a hacer real la pérdida

Cuando alguien pierde a un ser importante, aunque la muerte sea esperada, siempre hay
una cierta sensación de irrealidad, de que no ocurrió realmente. Además, la primera tarea
es llegar a tener una conciencia más clara de que la pérdida ha ocurrido de verdad: la
persona está muerta y no volverá. Los supervivientes deben aceptar esta realidad para
poder afrontar el impacto emocional de la pérdida.

El asesor puede fomentar en los supervivientes el hablar de la pérdida mediante


preguntas: “¿dónde se produjo la muerte? ¿Cómo ocurrió? ¿Quién te lo dijo a ti? ¿Dónde
estabas cuando te enteraste? ¿Cómo fue el funeral? ¿Qué se dijo en el servicio
religioso?” todas estas preguntas se enlazan para ayudar a la persona a que hable,
específicamente, de las circunstancias que rodearon a la muerte. Mucha gente necesita
repasarlo una y otra vez en su mente, revisar los acontecimientos de que ha ocurrido.
Para esto se puede necesitar algún tiempo.

Shakespeare en Macbeth aconsejó: “transmite palabras de dolor; el dolor que no habla


cierra el corazón sobreexcitado y le hace romperse”.

Visitar el cementerio o el lugar en el que reposan o están esparcidos los restos, también
puede hacer que se dé cuenta de la realidad de la pérdida. Explorar con los clientes si
visitan alguna vez la tumba y qué supone eso para ellos. Si no la visitan, preguntar cuál es
su fantasía respecto a ir. Las visitas al cementerio tienen sus raíces en las expectativas y
prácticas culturales y pueden dar también alguna pista respecto a cómo está elaborando
la persona la tarea I. A algunas personas hay que animarlas a visitar la tumba como parte
del trabajo del duelo. Esto se puede hacer con amabilidad, de una manera sensible, y
teniendo cuidado con el momento en que se hace la sugerencia.

El asesor puede escuchar con paciencia y puede continuar animando a la persona a


hablar. Puede incluir hablar de recuerdos del fallecido, tanto actuales como pasados.

36
2. Principio dos: ayudar al superviviente a identificar y expresar sentimientos

Debido a su dolor y su disgusto, puede que el superviviente no reconozca muchos de sus


sentimientos, o puede que no los sienta en el grado necesario. Algunos de los
sentimientos más problemáticos son el enfado, la culpa, la ansiedad y la impotencia.

Enfado: cuando alguien a quien se quiere muere es muy normal sentirse enfadado.
Probablemente el enfado proviene de dos fuentes. Una la frustración, y una sensación de
impotencia regresiva. Es cierto que muchas personas lo experimentan pero no siempre lo
asocian con el fallecido. Este enfado es real y debe ir a algún lugar, de manera que si no
se dirige hacia el fallecido, que es el objetivo real, se puede desviar a otras personas
como el médico, el personal hospitalario, el director de la funeraria, el clero o un miembro
de la familia. Si el enfado no se dirige hacia el fallecido ni se desplaza hacia alguna
persona, se puede volver hacia uno mismo (dirigirse hacia dentro y experimentarse como
depresión, culpa, o disminución de autoestima). En casos extremos una conducta suicida,
ya sea en pensamiento o en acción.

3. Principio tres: ayudar a vivir sin el fallecido

Este principio implica ayudar a las personas a adaptarse a una pérdida y facilitar su
capacidad para vivir sin el fallecido y para tomar decisiones de manera independiente.
Para lograrlo, el asesor puede usar un enfoque de solución de problemas, es decir, cuáles
son los problemas que ha de afrontar el superviviente y cómo se pueden resolver. El
fallecido desempeñaba diversos roles. Un rol importante en las familias es el de toma de
decisiones, y a veces esto causa problemas después de la muerte de un cónyuge. El
asesor le puede ayudar a que aprenda habilidades de afrontamiento y de toma de
decisiones para poder asumir el papel que antes desempeñaba su marido y reducir así s u
malestar emocional.

Como principio general, a la persona que ha sufrido una pérdida reciente se le debería
recomendar que no tomara decisiones que produzcan cambios importantes en su vida,
como vender propiedades, cambiar de trabajo o de carrera o adoptar hijos,
inmediatamente después de la muerte. Es difícil tener un buen juicio en la fase aguda del
duelo, en la que existe un riesgo elevado de reaccionar de manera desadaptada. Es mejor
elaborar el duelo donde las cosas sean familiares.

37
Al disuadir a las personas en duelo de que tomen decisiones que produzcan cambios
importantes en su vida de que tomen decisiones que produzcan cambios importantes en
su vida de manera precipitada hay que tener cuidado de no provocar una sensación de
impotencia. Por el contrario, hay que decirles que serán capaces de tomar decisiones y de
llevar a cabo acciones cuando estén preparados pero que no lo hagan simplemente para
reducir el dolor.

4. Principio cuatro: facilitar la recolocación emocional del fallecido

Al facilitar la recolocación emocional, el asesor puede ayudar a los supervivientes a


encontrar un lugar nuevo en su vida para el ser querido que han perdido, lo cual les
permitirá seguir adelante con su vida y establecer nuevas relaciones. Recordar es una
manera de despojarse de la energía emocional relacionada con el fallecido. A algunas
personas no hay que animarlas pero a otras sí, sobre todo a los que han perdido al
cónyuge. Algunos vacilan a la hora de establecer relaciones nuevas porque creen que
esto deshonrará la memoria del difunto. Otros dudan porque sienten que nadie podrá
ocupar el lugar de la persona que han perdido. Hasta cierto punto esto es cierto, pero el
asesor puede ayudarles a darse cuenta de que, aunque nunca podrán reemplazarla, no
hay nada de malo en intentar llenar el vacío con una nueva relación.

También existen aquellos que, en vez de vacilar, se lanzan rápidamente a nuevas


relaciones emocionales, como el encariñamiento con el de otra mujer y el asesor les
puede ayudar a interpretar hasta qué punto es esto apropiado. Si uno se precipita en
reemplazar rápidamente al fallecido, se puede sentir bien durante un tiempo, pero esto le
impide experimentar la intensidad y la profundidad de la pérdida. Esta intensidad se ha de
experimentar antes de acabar el duelo. Además, para que la relación funcione a la nueva
persona se le ha de reconocer y apreciar por sí misma.

5. Principio cinco: dar tiempo para elaborar el duelo

La elaboración del duelo requiere tiempo. Algunos miembros de la familia pueden


impacientarse por superar la pérdida y el dolor, y por volver a una rutina normal y eso
puede suponer un obstáculo.

Se necesita tiempo para acomodarse a la pérdida y a todas sus ramificaciones. El asesor


puede ayudar a la familia a entender esto, algo que puede parecer obvio pero que
sorprendentemente no siempre lo es para los miembros de la familia.

38
Ciertos momentos son particularmente difíciles. Los asesores deben tener claros estos
períodos críticos y contactar con la persona si no hay contacto regular. Entre los períodos
críticos están el tercer mes y el primer aniversario de la muerte.

Para muchos, las vacaciones son lo más duro. Una intervención eficaz es ayudar al
cliente a anticiparlas y prepararse por adelantado.

La frecuencia con que se contacta con el superviviente depende de la relación que se


tiene con él y del contrato del asesoramiento, ya sea éste formal o informal. La
elaboración del duelo lleva tiempo y el asesor ha de tener en cuenta que la intervención
se puede alargar durante algún tiempo en caso de necesidad, aunque los contactos
reales puede que no sean frecuentes.

6. Principio seis: interpretar la conducta “normal”

La comprensión e interpretación de las conductas normales en un duelo. Después de una


pérdida significativa muchas personas tienen la sensación de que se están volviendo
locas. Esto se puede intensificar cuando se distraen y experimentan cosas que
normalmente no forman parte de su vida. Si el asesor tiene una idea clara de lo que es
una conducta normal, puede tranquilizar a la persona y decirle que estas experiencias
nuevas son normales. Es raro que alguien se descompense y se convierta en psicóticos
previos o cuando hay un diagnóstico de trastorno de personalidad borderline. Sin
embargo, es bastante normal sentir que uno se está volviendo loco, sobre todo en las
personas que han sufrido una pérdida importante anterior. Y sin un asesor sabe que, por
ejemplo, las alucinaciones, la sensación intensa de aturdimiento, o la preocupación por el
fallecido son conductas normales, puede tranquilizar bastante a la persona.

7. Principio siete: permitir las diferencias individuales

Existe un amplio rango de respuestas conductuales en el duelo. De la misma manera que


es importante no esperar que todas las personas que están muriendo lo hagan de manera
similar, también es importante no esperar que todas elaboren el duelo de la misma
manera. Sin embargo, esto es difícil de entender para las familias. Se sienten incómodos
cuando un miembro se desvía de la conducta del resto, o el mismo miembro que
experimenta algo diferente está intranquilo respecto a su propia conducta.

39
8. Principio ocho: dar apoyo continuado

A diferencia de la terapia, que se centra más en un período de tiempo específico, en el


asesoramiento los profesionales han de estar disponibles para el superviviente y la familia
a lo largo de los períodos más críticos, al menos durante el primer año. El papel del
asesor aquí es dar esperanza y una perspectiva amplia. Una buena manera de ofrecer
apoyo continuado es a través de la participación en grupos.

9. Principio nueve: examinar defensas y estilos de afrontamiento

Implica ayudar a los clientes a examinar sus defensas y sus estilos de afrontamiento
porque se intensificarán después de una pérdida significativa. Cuando se ha establecido
un vínculo de confianza entre el cliente y el asesor, es más fácil que los clientes acepten
comentar aspectos de su comportamiento presagian una conducta competente y otros no.
Por ejemplo, una persona que afronta las situaciones usando un exceso de alcohol o
drogas es probable que no se esté ajustando de manera eficaz a la pérdida.

El asesor ha de estar alerta e investigar sobre el uso y/o abuso de drogas o alcohol. El
abuso de estas sustancias puede intensificar la experiencia de dolor y depresión y
perjudicar el proceso de duelo. Si existe o se sospecha que hay un problema, el asesor
haría bien en seguir un tratamiento activo que incluyera recurrir a grupos como
Alcohólicos Anónimos o Narcóticos Anónimos.

Alguien que evita ver fotos del fallecido o tener algo a la vista que se lo recuerde puede
tener un estilo de afrontamiento poco sano. El asesor puede subrayar estos estilos de
afrontamiento y ayudar al cliente a valorar su eficacia. Luego pueden explorar juntos otras
avenidas de afrontamientos posibles, más eficaces para reducir el malestar y resolver
problemas.

10. Principio diez: identificar patologías y derivar

Un tanatólogo que trabaja en situaciones de duelo es capaz de identificar la existencia de


patologías desencadenadas por la pérdida y el duelo posterior y, en tal caso, de hacer
una derivación profesional.

40
3.1.1.1 Lo que se debe hacer ante una persona con duelo

Dejar que se desahogue: no lo distraigas de su dolor, no tema usted mismo llorar o


emocionarse.

Permitir que hable del ser querido que ha muerto: recordar a la persona amada es un
consuelo para los sobrevivientes.

Respetar su manera de afrontar la pérdida: frecuente son los cambios de carácter, en el


sueño, el apetito. Puede jugar a morirse.

Permitir que participe en los ritos funerarios: puede ayudarle a comprender qué es la
muerte y a iniciar mejor el proceso de duelo. Explicar con anticipación lo que sucederá.
No forzarle nunca.

Ofrecerle alimentos, ya que el evento es desgastante, la persona regularmente se negará,


se puede tomar como técnica, pedirle que le acompañe a comer, o concientizarle que si
no come, puede desvanecerse.

Ofrecer líquidos, principalmente agua simple.

Tener a la mano siempre alcohol, algodón pues ayuda a animar a las personas cuando se
desvanecen.

Mantener el contacto: principalmente en los momentos dolorosos, como aniversarios.

Contener físicamente y emocionalmente a la persona.

Acompañarla.

41
3.1.1.2 Lo que no se debe hacer ante una persona con duelo

Evitar las frases hechas: "tienes que olvidar", "debes ser fuerte". Si no sabe qué decir, no
diga nada. Lo que más necesitan las personas en duelo al principio es hablar y llorar.

Tener en cuenta las actitudes que no ayudan: no intente buscar una justificación a lo
ocurrido, no es el momento de ver las ventajas de una nueva vida.

No se debe obligar a la persona a realizar algo que no quiere, sin embargo es importante
alentarlo, permitirle la negativa inicial y posteriormente preguntarle si desea tener tal o
cual acción.

Decirle que cualquier cosa que necesite, le llame, ya que inconscientemente revela su
negativa a acompañar durante el proceso.

Preguntarle detalles irrelevantes.

Presionarle de cualquier forma.

Acompañarle todo el tiempo, es importante respetar la privacidad, en ocasiones la


persona que adolece desea estar a solas.

3.2 Fomente las tareas del duelo

Todo Tanatólogo deberá orientar a la madre que sufre por duelo acerca de que no es
adecuado el vivir aparentando que las cosas no pasaron o que es mejor olvidar, de
acuerdo con el Dr. Worden (1997) que afirmaba que el duelo debía entenderse como un
cumplimiento de tareas que se describen a continuación:

1. Aceptar la realidad de la pérdida. Dice que cuando alguien muere siempre hay
sensación de que no es verdad, por eso la primera tarea consistiría en afrontar
plenamente esa realidad, aceptando que el reencuentro es imposible. La negación se
puede practicar a varios niveles y tomar varias formas, pero la mayoría de las veces
implica negar la realidad. Llegar a aceptar la realidad de la pérdida lleva tiempo porque
implica no sólo una aceptación intelectual sino también emocional.

42
2. Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida. No todo el mundo experimenta el dolor
con la misma intensidad, ni lo siente de la misma manera, pero es imposible no
experimentar cierto nivel de dolor cuando se pierde a alguien con el que se ha estado
vinculado. Si esta tarea no se completa adecuadamente, puede que sea necesaria una
terapia más adelante, en un momento en que puede ser más difícil trabajar el dolor que se
ha estado evitando. Esta tarea es más difícil de trabajar que la anterior.

3. Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente. Adaptarse a un nuevo medio


significa cosas diferentes para personas diferentes, depende de la relación con el
fallecido. Muchos supervivientes se resienten por tener que desarrollar nuevas
habilidades y asumir roles que antes desempeñaban sus parejas. La estrategia de
afrontamiento de redefinir la pérdida de manera que pueda redundar en beneficio del
superviviente tiene que ver, muchas veces, con que se complete la tarea III de manera
exitosa.

4. Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.

Para este autor el duelo acaba cuando se han completado las cuatro tareas. Un punto de
referencia de un duelo acabado es cuando la persona es capaz de pensar en el fallecido
sin dolor, aunque sienta algo de tristeza porque es irremediable.

Worden (Tizón, 2004) propuso más que una nueva teoría sobre el duelo, una aplicación
práctica directamente orientada a las sesiones de “counselling” (orientación psicológica)
de las personas en duelo. Como en la perspectiva psicoanalítica, esta perspectiva más
cognitivista parte del duelo como algo necesario, un tipo de proceso que implica
importante sufrimiento, pero que puede ser aliviado mediante el consejo y/o la
psicoterapia de apoyo. La elaboración del duelo supone una aceptación de la experiencia
total del dolor y sufrimiento mental que el duelo implica, así como del sufrimiento adicional
que emerge durante las tareas del duelo. En su modelo, Worden proporciona claves para
la identificación de los momentos del duelo e intervenciones específicas para dirigirse a
cada una, un tipo de aproximación que ha sido seguida por numerosos autores.

Rando (Tizón, 2004). Desde su concepción de “las Seis R del proceso de duelo”. Postula
una idea creativa, que como la de Worden, es vincular cada una de las fases o momentos
del duelo con una tarea o tareas (psicológicas) que la persona en duelo debe realizar para
progresar en el camino de la elaboración, es decir que después de las orientaciones el

43
paciente iba y realizaba una actividad prudente como visitar el cementerio, o dejar de
hacerlo según la necesidad y conductas existentes.

3.2.1 El ritual funeral

El funeral desde tiempos inmemoriales es importante para poder acercar a la realidad a


esa persona que por mecanismo de defensa negará el hecho de que esa persona con la
que se encuentra enlazada en un vínculo de apego haya muerto, así es posible identificar
que no es un sueño, que eso si está pasando y que es importante despedirse, de alguna
manera es darle tiempo de asimilar las cosas y poder sobrellevar el duelo

• Puede ayudar a hacer real la pérdida. Ver el cuerpo de la persona fallecida ayuda a
darse cuenta de la realidad y la finalidad de la muerte. Incluso en el caso de que lo
incineren, el cuerpo puede estar presente aún en el funeral, ya sea en un ataúd abierto o
cerrado, y se puede incinerar después de la ceremonia. El funeral puede ser positivo para
ayudar a los pacientes a elaborar la primera tarea del duelo.

• El funeral puede dar a la gente la oportunidad de expresar sentimientos respecto al


fallecido. La mejor situación es aquella en la que la gente puede expresar tanto las cosas
que van a echar de menos de la persona querida como las cosas que van a echar de
menos como las cosas que no, aunque algunos puedan considerar esto inapropiado.

• La ceremonia puede además ser una reflexión sobre la vida de la persona que se ha ido.
Es posible tener algunas cosas suyas en la ceremonia general para poder señalar lo que
era importante para él.

• El funeral tiene el efecto de tender una red de apoyo social a la familia que puede ser
extremadamente útil para facilitar el duelo.

44
3.3 Técnicas útiles del asesoramiento

Las siguientes técnicas son de tipo Terapia Gestatl, pueden ser utilizadas de acuerdo el
caso en específico que se presenta, es importante recibir formación y entrenamiento
profesional con la finalidad de no confundir al paciente en caso de dirigir una técnica de
forma inadecuada:

1. El lenguaje evocador. El tanatólogo puede usar palabras duras que evoquen


sentimientos, como por ejemplo, “tu hijo murió” versus “perdiste a tu hijo”. Este lenguaje
ayuda a la gente aceptar la realidad que rodea a la pérdida y puede estimular algunos de
sus sentimientos dolorosos. También puede ser útil hablar del fallecido en pasado: “su
marido era...”.

2. El uso de símbolos. Hacer que el cliente traiga fotos del fallecido a las sesiones. Esto
no sólo ayuda al asesor a tener una sensación más clara de quién era dicha persona sino
que, además, crea una sensación de inmediatez y un enfoque concreto para hablar al
fallecido en vez de hablar de él. Otros símbolos que me han resultado útiles son cartas
escritas por el fallecido, cintas de casete o de vídeos suyas y artículos de ropa y joyería.

3. Escribir. Hacer que el superviviente escriba una o varias cartas al fallecido expresando
sus pensamientos y sentimientos. Esto le puede ayudar a arreglar los asuntos pendientes
y a expresar las cosas que necesite decirle. Llevar una diario explicando la experiencia
del duelo o escribir poesía también puede facilitar la expresión de sentimientos y dar
significado personal a la experiencia de la pérdida.

4. Dibujar. Al igual que la escritura, hacer dibujos que reflejen los propios sentimientos y
experiencias con el fallecido son también útiles. Ésta es una técnica muy buena para usar
con niños, pero también funciona con adultos.

5. Role playing. Ayudar a las personas a representar diferentes situaciones que temen o
sobre las que se sienten molestas es una manera de desarrollar sus habilidades, algo que
es muy útil al trabajar con la tarea III. El asesor puede participar en el role playing ya sea
como facilitador o para modelar posibles conductas nuevas en el cliente.

6. Reestructuración cognitiva. Aquí el supuesto subyacente es que nuestros


pensamientos influyen en nuestros sentimientos, sobre todo los pensamientos encubiertos
y el habla interna que fluye constantemente en nuestra mente. Al ayudar al paciente a

45
identificar estos pensamientos y contrastarlos con la realidad para ver su precisión y sobre
generalización, el asesor puede ayudar a reducir los sentimientos disfóricos que provocan
ciertos pensamientos irracionales, como “nadie me volverá a querer de nuevo”, un
pensamiento que ciertamente no es probable en el presente.

7. El libro de recuerdos. Una actividad que puede realizar la familia conjuntamente es


hacer un libro de recuerdos sobre el fallecido. Este libro puede incluir historias sobre los
acontecimientos familiares, cosas memorables como instantáneas y otras fotografías y
poemas y dibujos realizados por diferentes miembros, incluidos los niños. Esta actividad
puede ayudar a la familia a recordar viejas historias y finalmente, a elaborar el duelo con
una imagen más realista de la persona muerta.

8. Imaginación guiada. Ayudar a la persona a imaginar al fallecido, ya sea con los ojos
cerrados o visualizando su presencia en una silla vacía, y animarle a decirle las cosas que
siente necesidad de decirle, es una técnica muy poderosa. El poder viene, no de la
imaginación sino de estar en el presente, y de nuevo, hablar con la persona en vez de
hablar de la persona.

Dentro del asesoramiento tanatológico hay metas a seguir: El objetivo global del
asesoramiento en procesos de duelo es ayudar al superviviente a completar cualquier
cuestión no resuelta con el fallecido y a ser capaz de decir un adiós final.

Por otro lado existen objetivos específicos que corresponden a las cuatro tareas. Estos
objetivos específicos son:

1. Aumentar la realidad de la pérdida.

2. Ayudar a la persona asesorada a tratar tanto las emociones expresadas como las
latentes.

3. Ayudaría a a superar los diferentes obstáculos para reajustarse después de la pérdida.

4. Animar a decir un adiós apropiado y a sentirse cómoda volviendo otra vez a la vida.

46
3.4 La medicación desde el enfoque tanatológico

El consenso general es que la medicación se debería usar con moderación y simplemente


para aliviar la ansiedad o el insomnio no para aliviar los síntomas depresivos. Sin
embargo, cuando se administra algún fármaco a pacientes en la fase aguda del duelo es
muy importante mantener fuera del alcance cantidad de medicamentos potencialmente
letal.

Es desaconsejable dar medicación antidepresiva a personas en fase aguda del duelo.


Estos antidepresivos tardan mucho tiempo en hacer efecto, en raras ocasiones alivian
síntomas normales del duelo y podrían preparar el terreno para un duelo anormal, aunque
esto no se ha demostrado en estudios controlados. Se haría una excepción en casos de
episodios depresivos mayores.

Siempre es recomendable hacer uso de un trabajo en equipo completo que mejore la


calidad de vida de los pacientes.

47
CONCLUSIONES

Las relaciones familiares sanas siempre serán un recurso positivo para elaborar un duelo.

En la historia de vida de una persona que ha vivido diferentes duelos no resueltos,


pueden mostrar síntomas graves o bien, cuando una persona no resuelve eventos o
sucesos dolosos a lo largo de su vida, le es más difícil enfrentar una nueva perdida.

Todo ser humano ya sea hombre o mujer debe considerar que la pedida es un sentir
individual, y el proceso para sanarlo es similar.

Cada persona reacciona de manera muy distinta; sin embargo ante la pérdida o el dolor.
Todos los seres humanos necesitamos ayuda y acompañamiento para procesar el duelo
ya sea q la pida personalmente o en su caso un familiar.
La tanatología orienta para que una persona sepa y sienta que el dolor y sufrimiento no
son para siempre, y con el apoyo de esta disciplina, después de una pérdida pueda tener
la posibilidad de vivir e integrar a su vida el bienestar en todo sentido.

48
FUENTES DE INFORMACIÓN

Pangrazzi, a.(2008). El Duelo. México: Ed. Selare. 5a. edición.

Rojas, S. (2005). El manejo del duelo. Una propuesta para un nuevo comienzo.
Barcelona: Ediciones Garnica, S. A.

Tizón, J. (2004). Pena, pérdida, duelo. Vivencias, investigación y asistencia. Barcelona:


RBA, D.L.

Worden, W. (1997). El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia.


Barcelona: Editorial Paidós.

Asociación Americana de Psiquiatría, Guía de consulta de los criterios diagnósticos del


DSM 5. Arlington, VA: Asociación Americana de Psiquiatría, 2013.

Ruiz, M, & Sainz, F. (2010). Apoyo en el proceso de duelo de personas con discapacidad
intelectual. Proyecto para el Título de Master, Instituto Universitario de Integración en la
Comunidad, Salamanca.

Pangrazzi, A. (1993). La pérdida de un ser querido. Un viaje dentro de la vida. Madrid:


Ediciones Paulinas.

Bermejo, J. C. (2005). Estoy en duelo. Madrid: Editorial Promoción Popular Cristiana.

Bowlby, J. (1983). La pérdida afectiva: tristeza y depresión. Buenos Aires Barcelona:


Editorial Paidós.

James, J. W. & Friedman, R. (2003). Manual para superar pérdidas emocionales. Un


programa práctico para recuperarse de la muerte de un ser querido, de un divorcio y de
otras pérdidas emocionales. Madrid: Editorial Los libros del comienzo.

Kübler, R. E. (1974). Sobre la muerte y los moribundos. Barcelona: Editorial Grijalbo.

Oviedo, S., Soto, E. Parra, S. ,Falcón, M. M. (2009). Duelo materno por muerte perinatal
(Maternal mourning due to perinatal death) .Revista Mexicana de Pediatría-Septiembre-
Octubre 2009 Vol. 75 Edit. Mediagraphic.

Revista Mexicana de Pediatría.(2009).La pérdida Perinatal . Mexico, D.F. : 76(5); 215-219

Laraux, N.(1996). La Madre, la tierra. Figura de la madre. Madrid. Ediciones Cátedra.

49
Kowalski, K. Perinatal loss and bereavement. (2001). En KR Simpson & PA Creehan
(Eds) Perinatal nursing. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins,; pp 476- 491

López, A. (2010), El duelo Perinatal; Un secreto dentro de un misterio, España: Gasteiz


Centro.

Beutel, M., Will, H, Völkl, K, Von Rad M, Weiner H. Entwicklung Und Erfassung Von
Trauer Am Beispiel Des Verlustes Einer Schwangerschaft (1995). Die Miinchner
Trauerskala . Psychother Psychosommed Psychol : 295-302

Nikcevic Av, Snijders R, Nicolaides K.H., Kupek E.(1999). Some Psychometric Properties
Of The Texas Grief Inventory Adjusted For Miscarriage. Br J Med Psychol.

Hutti M, De Pacheco M, Smith M. A Study Of Miscarriage: Development And Validation Of


The Perinatal Grief Intensity Scale. Jognn 1998.

Theut Sk, Pedersen Fa, Zaslow Mj, Cain Rl, Rabinovich Ba, Morihisa Jm.(1989). Perinatal
Loss And Parental Bereavement. Am J Psychiatry.

Peppers L, Knapp R.(1980). Motherhood And Mourning A Perinatal Death. New York:
Praeger Publishers,

Neymeyer, A. (2010). Aprender de la Pérdida, Guía para afrontar el duelo. Buenos Aires,
Argentina: Editorial Beta.

Rando T. (1986). Parental Loss Of A Child. Champaign Il: Research Press.

Peppers L, Knapp R.(1980). Motherhood And Mourning A Perinatal Death. New York:
Praeger Publishers.

50
FUENTES ELECTRÓNICAS

Freud, S. (1995 y 1917). Duelo y Melancolía, Recurso en internet 10/marzo/2015,


http://www.herreros.com.ar/melanco/dymfreud.htm

Diccionario Enciclopédico Vox 1. (2015). Maternidad. (n.d.) . Recurso en internet


10/Abril/2015 : http://es.thefreedictionary.com/maternidad

Flórez, S. D. (2002). Duelo. Revista Anales del Sistema Sanitario de Navarra. Vol. 25,
Suplemento 3 Recurso en internet:

http:// www.cfnavarra.es/salud/anales/textos/suple25_3.html]

51

You might also like