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Requerimientos agronómicos de Moringa oleifera (Lam.

) en sistemas
ganaderos
C. R. Padilla, Nurys Valenciaga, G. Crespo y Daimarys González
Instituto de Ciencia Animal (ICA),
Carretera Central km 47 ½, San José de las Lajas,
Mayabeque, Cuba

Resumen

Moringa oleifera posee una gran plasticidad ecológica, capaz de adaptarse a las más
diversas condiciones edafoclimáticas. Su valor nutricional y los elevados rendimientos
de biomasa, la hacen un recurso fitogenético de importancia en los sistemas de
producción, pudiéndose emplear como alimento para diversas categorías de animales.
Con la introducción masiva a partir de 2011 de este maravilloso árbol en la agricultura
cubana, la ganadería cuenta con una nueva alternativa para la alimentación animal,
disponiendo de una nueva planta con excelente contenido nutricional y digestibilidad
para la alimentación animal y humana. Es por ello, que Cuba cuenta con un programa
nacional de investigaciones de esta planta para su evaluación, caracterización y
utilización cuyos temas de investigación abarca evaluación y caracterización
agronómica de materiales foráneos y autóctonos, siembra y establecimiento, potencial de
producción de biomasa y rendimientos en diferentes variantes agronómicas y de manejo
(fertilización, corte, irrigación). Producción y conservación de biomasa y semillas,
requerimientos nutricionales, cosecha y mecanización. Incidencia y manejo de plagas y
enfermedades. Caracterización química y fitoquímica del follaje y harina y, evaluación
como planta melífera. Mezclado y formulación de raciones para diferentes especies y
categorías animales. Digestión, metabolismo, salud y valor nutritivo para rumiantes,
cerdos y aves. Sustitución parcial de ingredientes importados en sistemas de
alimentación para rumiantes, cerdos y aves. Así como, estudios de cadenas de valores y
factibilidad técnico económica en la alimentación animal. El presente trabajo tiene como
objetivo sólo analizar los principales resultados agronómicos para la utilización de
Moringa oleifera en sistemas agropecuarios en Cuba y otras regiones tropicales y
subtropicales donde se emplea esta planta. A continuación se resaltan los principales
resultados obtenidos, hasta el momento, en la agrotecnia de la planta con énfasis en la
selección del área, siembra y establecimiento, aspectos del manejo del cultivo, como
riego, fertilización, incidencia de plagas, altura y frecuencia de corte y poda, así como la
producción de biomasa y semillas. El conocimiento de estos resultados puede servir de
guía para el trabajo técnico como productor o docente mientras que nuevas
investigaciones den repuesta a muchas incógnitas que todavía existen en el tema tratado.

Palabras clave: Moringa oleifera, siembra, forraje, semilla


Introducción
Originaria del sur de Himalaya, nordeste de la India, Bangladesh, Afganistán y
Paquistán, Moringa oleifera se encuentra diseminada en gran parte del planeta y se
introdujo en América Central en 1920. En este entonces se empleó como planta
ornamental y para cercas vivas (Foidl et al. 1999 y Carballo 2011). El empleo de árboles
y arbustos constituye una de las vías más eficaces para mejorar el suministro y calidad de
los forrajes en los sistemas ganaderos (Robinson 1985, Gutteridge y Shelton 1994).
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En la búsqueda de nuevas especies, esta planta se destaca como promisoria, entre un


grupo de árboles no leguminosos, para los sistemas de corte y acarreo, pastoreo/ramoneo,
barreras rompevientos y cercas vivas (Folk-Ard y Sutherland 1996). En Cuba, la
moringa fue introducida como planta ornamental a inicio del pasado siglo (Roig 1928).
Con la introducción masiva a partir de 2011 de este maravilloso árbol en la agricultura
cubana, la ganadería cuenta con una nueva alternativa para la alimentación animal,
disponiendo de una nueva planta con excelente contenido nutricional y digestibilidad
para la alimentación animal y humana. Según Nañez 2014 las perspectivas de la
moringa para la agricultura cubana podrían resumirse en sustitución parcial de la
importación de cereales y tortas proteicas para la alimentación del ganado,
descontaminación de aguas y efluentes, producción de aceite para consumo nacional y
exportación, producción de semillas de alta calidad, harina de hojas y miel de abeja, para
las necesidades nacionales y de exportación así como producción de rubros de alto valor
agregado para la industria bio-farmacéutica nacional.

Debido a su gran plasticidad ecológica, la moringa es capaz de adaptarse a las más


diversas condiciones edafoclimáticas. Su valor nutricional y los elevados rendimientos
de biomasa, la hacen un recurso fitogenético de importancia en los sistemas de
producción, pudiéndose emplear como alimento para diversas categorías de animales
(Pérez et al. 2010). Cuba cuenta con un programa nacional de investigaciones para la
evaluación, caracterización y utilización de la moringa.

Los Principales temas de investigación en ejecución serían: Bancos de germoplasma con


materiales foráneos y autóctonos. Crecimiento y relaciones suelo-planta en los
ecosistemas prospectados. Siembra y establecimiento. Potencial de producción de
biomasa y rendimientos en diferentes variantes agronómicas y de manejo (fertilización,
corte, irrigación).Producción y conservación de semillas. Viabilidad, germinación, vigor
y pureza, almacenamiento, requerimientos nutricionales, cosecha y mecanización. Podas,
cultivo y fertilización orgánica e inorgánica. Mezclado y formulación de raciones para
diferentes especies y categorías animales. Conservación: heno, ensilada, deshidratada y
molida (harina de hojas), peletizada e incluida en piensos. Digestión , metabolismo ,
salud y valor nutritivo para rumiantes , cerdos y aves .Sustitución parcial de ingredientes
importados en sistemas de alimentación para rumiantes , cerdos y aves Estudios de
cadenas de valores y factibilidad técnico económica en la alimentación animal. Manejo
integrado de plagas y enfermedades. Incidencia, biología y control de organismos
patógenos. Estudios de caso de las principales plagas y enfermedades detectadas en el
país. Caracterización química y fito-química del follaje y harina Evaluación como planta
melífera De ahí que, el presente trabajo tiene como objetivo analizar los principales
resultados agronómicos para la utilización de Moringa oleifera en sistemas agropecuarios
en Cuba y otras regiones tropicales y subtropicales donde se emplea esta planta.

Desarrollo
1- Selección del área
Moringa oleifera es una especie de gran plasticidad ecológica, ya que es capaz de
adaptarse favorablemente a disímiles ambientes (Pérez et al. 2010) razón por la cual se
encuentra localizada en diferentes condiciones de suelos, precipitación y temperatura.
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1.1. Clima. Existen reportes de presencia de esta planta en lugares donde las
precipitaciones alcanzan niveles entre los 300 y 1500 mm anuales. Se cultiva en
regiones áridas y semiáridas de la India, Paquistán, Afganistán, Arabia Saudita y África
del Este (Ramachandran et al. 1980, Reyes 2006, Croess y Villalobos 2008). Además, se
desarrolla adecuadamente en altitudes de 0 a 1800 msnm (Fred 1992), aunque se
obtienen mejores resultados por debajo de 600 msnm (Palada y Chang 2003). Moringa
posee un amplio rango de adaptación a diferentes temperaturas. En este sentido, Falasca
y Bernabé (2008) plantearon que, en su hábitat natural, las temperaturas medias anuales
presentan grandes fluctuaciones. Durante los meses más fríos soporta entre -1ºC y 3ºC,
mientras que en los meses más cálidos de 38ºC a 48ºC. Es importante resaltar, que una
vez que las temperaturas alcanzan valores inferiores a 10 0C se perjudica el proceso de
floración, de manera que en estos casos la propagación se debe realizar por vía
vegetativa (por estacas).

1.2. Suelo. El suelo constituye uno de los factores limitantes en el desarrollo de las
plantas, pues posee ciertas características que son determinantes en la mayoría de los
casos como es el pH. En este sentido, Reyes (2006) planteó que moringa se desarrolla
favorablemente en suelos con pH entre 4,5 y 8, aunque prefiere los neutros o ligeramente
ácidos. Requiere además de suelos francos-francos arcillosos. No tolera los arcillosos o
vertisuelos, ni los de mal drenaje. Se adapta a suelos duros o pesados y también a suelos
pobres franco arenosos. El terreno donde se planta debe poseer buen drenaje, ya que esta
planta no soporta el encharcamiento.

2- Siembra y plantación

2.1. Época de siembra. La selección adecuada del momento de siembra constituye un


elemento clave en el proceso de establecimiento. En este caso, lo más importante es
proporcionarle a la semilla un lecho adecuado, con las condiciones de humedad
requerida para lograr un porcentaje de germinación eficaz. Según Reyes (2005), la época
óptima varía de acuerdo a la localidad, pero en términos generales, la siembra debe
realizarse preferiblemente al inicio del período de lluvias, cuando la humedad del suelo
es adecuada para la germinación y el establecimiento del cultivo. No obstante, en áreas
que disponen de riego, se puede sembrar en cualquier época del año, siempre que se
garantice una frecuencia y volumen de aplicación de agua al suelo que permita la
germinación y sobrevivencia de las plantas durante la fase de establecimiento. Algunos
técnicos y productores en Cuba cuando disponen de riego prefieren sembrar en el
periodo poco lluvioso debido a que se propicia mejor el control de las arvenses y hay
una menor incidencia de plagas y enfermedades que atacan a las plantas en sus estadios
jóvenes. No se dispone en Cuba de información reportada acerca de investigaciones
realizadas sobre la mejor época de siembra para Moringa.
2.2. Métodos de siembra. La siembra se puede realizar tanto por semilla botánica como
por estacas. Esto dependerá de algunos factores, entre ellos la disponibilidad de semillas.
En determinadas localidades se dificulta la floración, debido a las condiciones del clima
y entonces la plantación deberá realizarse por estacas. Es importante conocer que los
árboles obtenidos por semillas producen raíces más fuertes y profundas, por lo que en
regiones áridas y semiáridas es conveniente la siembra por semillas botánicas.
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2.2.1. Siembra por semillas botánicas. En siembras con semillas botánicas la


germinación ocurre a los 10 días. Ésta es rápida si se emplean semillas nuevas, pero el
porcentaje de germinación decrece a medida que transcurre el tiempo de obtención de
las mismas. Las semillas de moringa no presentan periodo de latencia y se pueden
sembrar tan pronto como estén maduras, aspecto a tener en cuenta por el productor al
comprar las simientes. No obstante, la pérdida de calidad de la semilla durante el
almacenaje es un proceso irreversible, que comienza desde el momento mismo de la
cosecha. Esto se acrecienta en los períodos de altas temperaturas y humedad relativa, en
los que se producen cambios bioquímicos en la simiente y el ataque de hongos e insectos
es más frecuente. Por el contrario, las bajas temperaturas favorecen la mayor longevidad
de las semillas. Al respecto, Ramos et al (2013) evaluaron el porcentaje de germinación
de las semillas de M. oleifera poscosecha (figura 1). Se muestra un decrecimiento
significativo de la germinación en la medida que aumentó el tiempo de almacenamiento
y el envejecimiento natural de estas semillas fue un proceso lento y progresivo.

Las semillas almacenadas en condiciones no controladas, puede prevalecer ambientes


favorables para la proliferación de insectos Carpophilus sp. (Coleoptera-Nitidulidae) y
microorganismos (Aspergillus flavus, Penicillus sp., Cladosporium herbarum y Fusarium
sp.), los que suelen provocar una reducción importante en la capacidad de germinación
así como provocar pérdidas y deterioros de las semillas durante su almacenamiento.
Sharma y Raina (1982) plantearon que las semillas de esta especie no requieren
tratamientos pregerminativos. No obstante, la germinación se puede favorecer al colocar
la semilla 24 h en agua a temperatura ambiente, antes de la siembra. Resultados en Cuba
por Padilla et al. (2012a) así lo ratifica. En Brasil, Cardoso et al (2006), estudiaron la
influencia de la posición de la semilla y la profundidad de siembra en la emergencia y el
desarrollo de las plántulas. La profundidad de 2 cm proporcionó mejor respuesta para el
índice de velocidad de emergencia y las semillas colocadas con el ápice hacia arriba
produjeron mayor índice de velocidad de emergencia y mayor producción de biomasa
aérea.
Plantación por estacas y posturas. Las estacas de moringa cortadas a finales de la época
seca, presentan una sobrevivencia de 90%. Para la obtención de estos altos porcentajes
de prendimiento, las estacas se dejan enraizar y después se trasplantan al terreno
definitivo, el cual debe presentar un buen contenido de humedad. Una vez cortadas las
estacas, una buena práctica para su enraizamiento es colocarlas verticalmente bajo
sombra y enterrarlas a unos 10 cm en el suelo. En los árboles obtenidos por estacas los
frutos aparecen a los 6 meses de la plantación. Los resultados obtenidos en Cuba indican
que para producir forraje o semillas, las estacas usadas para la plantación deben tener un
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diámetro de más de 8.0 cm y una longitud de 1.20 m, mientras que cuando se van a
usar como postes vivos la longitud debe ser de 1,5 a 1,8 m.
Para ambos propósitos se recomienda cortar las estacas en la fase lunar de menguante al
final del periodo seco y su plantación a finales de mayo e inicio de junio, una vez
estabilizadas las precipitaciones.
Vivero de posturas de Moringa en bolsas. El Instituto de Biotecnología de las Plantas de
La Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas en Cuba, ha desarrollado una
metodología para la propagación in vitro de la moringa, mediante el corte de esquejes a
partir de estaquillas y de un pequeño banco de plantas donantes en el campo. En este
sentido, Jiménez y Agramonte (2012), comprobaron que las plantas obtenidas por
esquejes y las procedentes del cultivo in vitro presentaron un crecimiento mayor a las
obtenidas por estaquillas en la etapa inicial de crecimiento en campo. Este resultado abre
la posibilidad de una alternativa de sostenibilidad en la multiplicación intensiva de esta
planta multipropósito cuando sean propuestas nuevas variedades o procedencia para su
explotación a escala comercial. Cuando no es posible plantar directamente en el suelo, se
recomienda utilizar el siguiente método: llenar sacos de plástico con las plántulas,
mezclando la tierra del suelo, es decir, 3 partes de la tierra y 1 parte de arena. Plantar
dos o tres semillas en cada bolsa a 0,5 cm de profundidad. La germinación se producirá
dentro de dos semanas. Se deben retirar las plantas extras del semillero, dejando una en
cada bolsa. Las plántulas pueden ser trasplantadas después de cuatro a seis meses cuando
llegan a medir (60-90 cm) de alto.

Riego. La Moringa necesita al menos 700mm anuales, aunque hay reportes de lugares
del Pacífico de Nicaragua donde con 300mm crece muy bien. Se ha observado un buen
comportamiento en lugares con precipitaciones anuales de 2000mm. Las plántulas son
susceptibles a la sequía. Una vez establecidos, los árboles jóvenes y en etapa de poste
son muy resistentes y capaces de sobrevivir a las sequías, aunque cuando éstas son
prolongadas las plantas pueden perder las hojas. Una repuesta similar a la defoliación se
produce por el exceso de humedad, inclusive en suelos con buen drenaje interno y
superficial. En Cuba, cuando las siembras se realizan durante el periodo poco lluvioso, es
una práctica común la aplicación de 200m3 de agua con frecuencia de 2-3 días durante
primer mes después de realizada la siembra y 300m3/ha cada 9 días durante el periodo
seco (Reyes 2006). Esta frecuencia de aplicación puede variar en dependencia del tipo de
suelo, siendo menor en suelos pesados con alta retención de la humedad y mayor en
suelos ligeros. Las aguas de desecho de hasta 8,5 de pH, son admitidas lo que la hace una
especie idónea para el aprovechamiento de aguas depuradas. En Cuba, González (2012)
aplicando aguas residuales depuradas de instalaciones porcinas se obtiene excelente
resultados en rendimientos de biomasa y sobrevivencia de las plantas en pequeñas áreas
de Moringa sembradas en canteros a una densidad de 100 semillas/m2.

Fertilización química y orgánica. Moringa posee la capacidad de establecerse bien en la


mayoría de los suelos sin adiciones de fertilizantes, pues su amplio y profundo sistema
radicular le permite la eficiente absorción de los nutrientes presentes en el suelo (Palada
y Chang 2003). Sin embargo, al ser Moringa un árbol con la capacidad de generar
elevados volúmenes de biomasa, es preciso tener en cuenta que una alta productividad
implica grandes extracciones de nutrientes del suelo. Por lo que se hace necesario un
programa de fertilización con el objetivo de mantener producciones estables en el
tiempo. Alfaro y Martínez (2008), recomiendan la aplicación de fuentes nitrogenadas,
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con el objetivo de favorecer la formación de la proteína, lo que constituye el mayor


potencial de esta planta.

Otras fuentes como estiércol (Alfaro y Martínez 2008) y gallinaza (Uchenna et al. 2013)
han sido utilizadas con éxitos. Más recientemente, en Cuba, Lok y Suárez (2014), al
estudiar el efecto de la aplicación de diferentes abonos y bioestimulantes en la
producción de biomasa y en algunos indicadores agroquímicos en la variedad
Supergenius, encontraron que los mejores aportes a la productividad (6.61 t MS /ha) y la
fertilidad del suelo (P:136,56 ppm; Ca:1.89 %; Mg: 0.38%; y MO: 0.83%) se obtuvo
cuando se aplicó una combinación de 25 t/ha de estiércol vacuno y 20 Kg/ha de EcoMic.

Densidad de siembra. En la producción de forrajes de Moringa, al igual que en el resto


de las plantas, se deben tener en cuenta algunos aspectos que favorecen el desarrollo
productivo del vegetal. En este sentido, la densidad de siembra constituye un factor
determinante. En plantaciones donde la densidad de siembra es muy elevada, se corre el
riesgo de una alta competencia entre las plantas por el nicho ecológico, lo que provoca
una disminución del rendimiento. En Cuba, la siembra de grandes áreas de moringa
indican que el uso de altas densidades de siembra (0.5 y 1.0 millón de plantas /ha) no
son aconsejables por las dificultades en el control de las plantas arvenses y el ataque de
enfermedades fungosas. En este caso las plantas no desarrollan tallos vigorosos ni
enraizamiento profundo que favorezcan la emisión de abundantes y vigorosas ramas
secundarias. El crecimiento de las plantas, tal como se aprecia en la figura 2, registró
diferencias entre las densidades de siembra y obtuvieron el mayor crecimiento inicial de
las plantas sembradas a 10cm (333,333 plantas/ ha). Este comportamiento coincide con
lo reportado por Goss (2012), citado por l et al. (2013), donde se registró que a mayor
densidad de siembra se obtienen tallos más altos. Sin embargo, en esta investigación,
cuando las plantas alcanzaron alturas mayores a 100cm, se obtuvo el mayor crecimiento
(P<0.05) en las plantas sembradas a 30cm (111,111 plantas ha-1).

Según Padilla et al. (2014) el empleo de altas densidades de siembra provocan


despoblación severa en la medida que se incrementa el tiempo de explotación de las
áreas forrajeras. Estos investigadores indicaron que la población disminuyó en el tiempo
de 45-46 plantas/m2 en el primer corte, a sólo 11-12 plantas/m2 en el último (70% de
reducción). La disminución de la población en el tiempo se debió a los ataques severos
de bibijagua (A. insularis) y agentes fungosos principalmente Fusarium sp. también
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influyeron en este comportamiento, la invasión de arvenses y los daños producidos por


los cortes realizados.

Los mejores resultados prácticos logrados en Cuba, por productores, en cuanto a


rendimiento y persistencia se han conseguido con siembras de alrededor 10 plantas/m2
en surcos separados a 70cm, lo cual ha favorecido el control de malezas mediante
tracción animal o maquinaria especializada. En Nicaragua, Reyes (2006) recomiendan
sembrar en surcos separados a 40 cm y con 10 a 20 plantas por metro lineal, lo que
equivale a 250 - 500 mil plantas/ ha. Según este autor la densidad de siembra a emplear
va a estar muy vinculada al propósito productivo que se quiera lograr (tabla 1). Otro
aspecto a tener en cuenta con el empleo de altas dosis de siembra es el costo, pues una
dosis de 328 kg de semilla, al precio de 41.00 pesos /kg, cuesta unos 13 500 pesos/ha. La
experiencia acumulada en Cuba a escala comercial ha comprobado que los mejores
resultados se logran con marcos de siembra que oscilan entre 0.7 y 1.0 m entre hileras,
donde se garantice sembrar alrededor de 10 semillas/m2. Esto reduce notablemente el
costo de establecimiento y facilita el empleo de máquinas e implementos agrícolas, así
como la tracción animal, para las labores de cultivo y el control de malezas. Es evidente
que la información científica en cuanto a las densidades de siembra a emplear en
moringa no es un tema concluido y necesita de investigaciones. No menos importante
resultaría encontrar respuestas biológicas de las plantas en el tiempo en cuanto a la
persistencia y producción de biomasa/planta y por ha. Cuando se utilizan altas, medias y
bajas densidades de siembra en áreas forrajeras para alimento animal.

Altura y frecuencia de corte. La altura de corte unido a la frecuencia de corte va a


incidir en la vida útil de las áreas forrajeras así como en la calidad y volumen de la
biomasa producida. En este sentido, lo que predomina en los estudios realizados es cortar
a una altura 10, 20 y 30cm existiendo coincidencia que la altura de 10cm afecta la
producción de biomasa y la población en el tiempo. Hay estudios que indican que el
primer corte debe efectuarse a los 5 ó 6 meses después de la siembra, realizar los cortes
con machete bien afilado cada 45 días, en la época de lluvia y cada 60 días en la época
de seca, a una altura de 20cm del suelo. La Moringa presenta alta capacidad de rebrote y
producción de forraje fresco cuando se siembra a altas densidades, aunque la respuesta al
corte es negativa cuando el diámetro del tallo es pequeño (5-10 mm), lo cual indica que
su capacidad de rebrote es limitada (Reyes 2006). Así, Padilla et al. (2012b) al estudiar
la frecuencia de corte de 45 y 60 días empleando una dosis de 100 semillas/m2 en la
procedencia criolla de Cuba en un suelo Ferralítico rojo no encontró diferencias
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significativas en el número de plantas/m2 al inicio y final del experimento para las


frecuencias de corte de 45 y 60 día (tabla 2).

Sin embargo, la población disminuyó en el tiempo de 45-46 plantas/m2 en el primer


corte, a sólo11-12 plantas/m2 en el último (70% de reducción). Estas altas poblaciones
unidas a bajas alturas de cortes dificultan el control de arvenses de forma manual y
mecanizada provocando la muerte de las plantas por las plagas y enfermedades. La
siembras con altas densidades, un millón de plantas/ha, conllevan un alto gasto de
semilla y mano de obra. Según estos investigadores cuando se comparó la producción de
biomasa entre el primer y último corte se encontró que el menor rendimiento fue cuando
se cosechó cada 45 días. No obstante, en ambas frecuencias de cortes hubo reducción del
rendimiento al comparar el último corte con el primero después de transcurridos dos
años. Al comparar la producción de biomasa, durante dos años, en el periodo lluvioso y
poco lluvioso según frecuencia de corte (tabla 3) en este mismo experimento se
evidenció que los mayores rendimientos de forraje en lluvia y el total se lograron con la
frecuencia de corte de 60 días. Los bajos rendimientos encontrados en este experimento
(7 tMS/ha) están vinculados a los fuertes ataques de bibijagua (Atta insularis) con mayor
frecuencia, en el periodo seco, que sólo se pudo realizar un corte por los severos daños
que se produjeron por esta plaga El rendimiento del periodo seco fue similar para las dos
frecuencias de corte empleadas. En el segundo año de estudio, la frecuencia de corte no
afectó el rendimiento en lluvia y el total. Sin embargo, en el periodo seco el rendimiento
fue mayor cuando se cortó cada 60 días.

El mejor comportamiento de Moringa oleifera, de procedencia Criolla de Cuba, en la


persistencia y la producción de biomasa cuando se cosechó cada 60 días coinciden con
otras investigaciones que encuentran una mejor respuesta a mayores frecuencias de corte.
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Así, (González 2013) en la región Occidental de Cuba, en un suelo Ferrálico Rojo, al


estudiar la curva de crecimiento de la variedad Supergenius encontró mejor
comportamiento para la producción y calidad de la biomasa a los 90 días.

Poda. La poda constituye un manejo para proporcionar mayor rendimiento. Cuando se


cultivan árboles para forraje o para la obtención de frutos éstos se deben podar con el
objetivo de restringir el desarrollo de la copa y de este modo promover el crecimiento de
nuevas ramas laterales (Ramachandran et al. 1980). Acerca del tema, Nautival y
Venhataraman (1987) informaron que al realizar la poda en Moringa se logran de 4 a 8
rebrotes vigorosos por tocón. De forma general, Moringa es un árbol que tiene la
capacidad de rebrotar rápidamente (O’Donnell et al. 1994 y Foidl et al. 2011). En
plantaciones que se destinan a la producción de semillas, las podas se realizan para
controlar la altura máxima de la planta, disminuir las acciones negativas de los
fenómenos meteorológicos, eliminar las ramas dañadas, eliminar las ramas bajas que
entorpecen el acceso al área y facilitar la recolección de los frutos.

Esta práctica propicia la aparición de ramas jóvenes que favorecen la floración y


fructificación, las cuales contribuyen a lograr mayores rendimientos de semillas por
planta y por ha. La importancia y necesidad de la poda se puede resumir en lograr una
estructura de la planta sana, adecuada y equilibrada de sus ramas, de manera tal, que
posibilite lograr una eficiente productividad (Farrés et al. 2001 e Iglesias et al. 2014).

Producción de semilla. Por la importancia que posee la semilla en la propagación de las


especies vegetales es de interés conocer cómo se comporta la producción en esta planta.
Al respecto, Parrota (2003) señaló que la producción de frutos, durante los primeros dos
años de vida del árbol, tiende a ser pobre, sin embargo, a partir del tercer año un solo
árbol puede llegar a producir de 600 a 1600 kg de frutos por año. La FAO-OMS (2005)
informaron que el contenido de semillas por fruto oscila entre 12 y 25, de manera que
cada árbol puede producir de 15 000 a 25 000 semillas por año. Por su parte,
Mohammed et al. (2003) obtuvieron rendimientos de 3000 kg de semillas por hectárea,
comparable con la soja, que puede alcanzar similar producción.

El fruto es una cápsula triangular dehiscente de 20-40 cm de longitud, aunque existen


procedencias de la India que alcanzan más de 100 cm. Las semillas son negruzcas,
redondeadas y con un tejido a modo de "alas". Aparentemente existen variaciones en los
pesos de las semillas de acuerdo a la variedad, desde 3000 a 9000 semillas/Kg. En Cuba,
se ha encontrado entre 3600-4000 semillas/Kg (Guerra 2014). Los valores medios
aparecen en la tabla 4.

De acuerdo con lo planteado anteriormente, Becker y Nair (2004) recomendaron el


marco de siembra de 1.0 X 1.0 m (10 000 plantas/ha) para la producción de semillas,
pues en la medida que transcurra el tiempo se deberán eliminar árboles para incrementar
el área vital de cada planta y evitar así la competencia entre ellas. En Cuba, la mayor
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producción obtenida de semillas de esta planta ha sido de 350-450 kg/ha/año. Los


arboles viejos con una buena copa en cercas vivas o como jardines son capaces de
producir un alto número de capsula.

Plagas
Son disímiles los antecedentes que se tienen acerca de la incidencia de insectos-plaga y
enfermedades en Moringa oleifera. Foidl et al. (1999) y Reyes (2005) alegan que son
las hormigas o zompopos (Atta spp.) y el gusano medidor (Mocis latipes), las plagas que
más afectan las plantas, inmediatamente después de la germinación, las cuales
normalmente realizan un ataque y no regresan más al cultivo, aunque éstos aseveran que
se requiere implementar medidas de control para disminuir los daños que ocasionan.
Desde la década del 80 estudios realizados por Duke (1983) informa varios organismos
causantes de plagas, entre ellos menciona: la mosca frutera (Gitona spp.) que infesta los
frutos lo que provoca su putrefacción. Así como, diferentes especies de gorgojos
(Myllocerus discolor var. variegatus, M. 11-pustulatus, M. tenuiclavis, M. viridanus y
Ptochus ovulum) que atacan a las hojas de las plantas jóvenes y tocones recién plantados.
También plantea que es atacada por plantas parásitas como Dendrophthoe flacata y en
cuanto a microorganismos fitopatógenos, los hongos que atacan la planta incluye:
Cercospora moringicola (Mancha foliar), Sphaceloma morindae (Antracnosis), Puccinia
moringae (roya), Oidium sp. y Polyporus gilvus. Sin embargo, hay quienes aseguran
que moringa es resistente o inmune a plagas y enfermedades (Medina et al. 2007),
incluyendo nemátodos fitoparásitos (Cuadras et al. 2012). Esto puede estar dado por
algunas aseveraciones emitidas al respecto, donde se plantea la presencia en sus hojas y
semillas de sustancias que ejercen un efecto bactericida y fungicida contra plagas y
hongos (Anon 2010). En correspondencia con ello, hay evidencias que las hojas de
moringa, incorporadas directamente al suelo previenen del ataque del hongo de las
plántulas, Pythium spp. (Anon 2001). A continuación se relaciona, en la tabla 5, los
insectos-plaga y enfermedades que hasta la actualidad se han detectado, en Cuba,
asociados a Moringa oleifera causando algún tipo de daños.
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En Cuba, la bibijagua, Atta insularis Guérin (Hymenoptera:Formicidae) constituye en la


actualidad uno de los organismos que más afecta la sobrevivencia de las plántulas de
Moringa oleifera. El insecto provoca la defoliación de sus hojas y ramas jóvenes las que
con posterioridad carga hacia sus cuevas o bibijagüero para utilizarlas como medio de
sustrato para la producción de un hongo del cual se alimenta. En siembras de
moringa (Valenciaga et al. 2012), detectaron ataque de un pequeño scolítido que penetró
en los tallos de la planta consumiendo sus tejidos internos. Este ataque permitió la
entrada, de forma secundaria, de otros insectos y de microorganimos fitopatógenos que
provocaron pudrición y muerte de las plantas. En Cuba, se han detectado frutos de
moringa afectados por la mosca frutera, Gitona sp. (Diptera: Drosophilidae) (de la Maza
et al. (2014) considerado la principal plaga del fruto de la moringa en casi todas las
regiones del mundo. La hembra adulta introduce su ovipositor en el fruto, depositando
sus huevos en el interior de los mismos, al eclosionar los huevos, salen las larvas, cuya
morfología es característica típica del orden, vermiforme sin cabeza y sin patas. Éstas se
desarrollan y alimentan del mesocarpio del fruto provocando pudrición en su interior con
afectación a sus semillas. La apertura realizada por la mosca posibilita también la entrada
secundaria de otros agentes nocivos que invaden el interior del fruto, tales como: larvas y
adultos de coleópteros, larvas de lepidópteros, ácaros y microorganismos fitopatógenos
que aceleran la afectación del fruto (Valenciaga 2014, datos inéditos).
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Para contrarrestar los organismos nocivos en moringa se recomienda establecer barreras


vivas complejas para campos colindantes del cultivo y sustituir paulatinamente las
barreras vivas de esta planta por otras. Además, del saneamiento sistemático, manejo del
suelo y diseñar un plan de aplicaciones de insecticidas en la etapa de fructificación de la
moringa, para proteger las vainas del ataque de la mosca frutera. Investigaciones de
Alonso et al. (2012) detectaron a los 22 días, después de la siembra de moringa, la
aparición de dos patógenos fungosos (Colletotrichum demathium y Fusarium sp.) en la
variedad Supergenius, con índices de infestación superiores al 50%, que provocaron la
devastación de la plantación. Se determinó, en condiciones de siembras en
organopónico, la presencia de una gama de géneros de hongos tales como:
Colletotrichum, Alternaria, Curvularia, Fusarium, Cladosporium, Phoma,
Helminthosporium y Cercospora (Castellanos et al. 2012). Dentro de las medidas de
control para evitar afectaciones fungosas en moringa se recomienda aplicaciones previas
del antagonista Trichoderma harzianum cepa A-34 (Alonso et al. 2012). Al constitutir
Trichoderma un hongo que actúa sobre los hongos patógenos García y Padilla (2012) lo
recomiendan en dosis de aplicación al suelo a razón de 40 L/ha ó 10 kg diluidos en agua
cuya aplicación se deberá realizar en el último pase de grada. En cuanto a las semillas se
exhorta que sean sumergidas en agua por 5 minutos y se seque extendida a la sombra o
se deje para escarificar la semilla por el método de inmersión por 24 horas en agua a
temperatura ambiente. Este es un protector contra los hongos patógenos que evitaría la
pérdida de viabilidad de la semilla por esta causa.

Consideraciones Generales

Se reconoce que la moringa es una planta que tiene una alta plasticidad ecológica y se
adapta bien en disimiles condiciones de clima y suelo. No obstante, los factores
edafoclimáticos tienen una alta incidencia en el rendimiento y la vida útil de las
explotaciones forrajeras de este cultivo. No prospera en suelos inundables y tanto la
sequía como el exceso de lluvias en suelos fértiles y bien drenados provocan la caída de
sus hojas. A ello se une la alta susceptibilidad al ataque de plagas y enfermedades que, en
ocasiones, aparecen de forma oportunista, con efectos devastadores sobre el cultivo.
Las semillas gámicas tienen buena germinación recién cosechadas, alrededor del 90 %,
pero esta decrece con el tiempo, siendo más crítico cuando se almacenan a temperatura
ambiente. El empleo de este tipo de semilla para la siembra es exitoso y da origen a
plantas con sistemas radiculares profundos, que garantizan árboles más vigorosos,
resistentes a factores climáticos desfavorables.

Además, se reconoce que se puede reproducir por semilla vegetativa, pero las estacas
deben ser cortadas preferiblemente en la fase lunar, de cuarto menguante, al final del
periodo seco, cuando tengan un grosor superior a 8 cm de diámetro y deben plantarse
cuando las lluvias se estabilizan al inicio del periodo lluvioso con el fin de favorecer la
aparición de abundantes y vigorosos brotes o ramas secundarias. Los métodos de
siembra y plantación de la moringa pueden variar de una región a otra, según la
disponibilidad de máquinas e implementos adecuados que disponga el productor
primario para acometer las labores de siembra y cultivo.
13

La experiencia lograda en los últimos años en Cuba, con la introducción y explotación de


esta planta en áreas ganaderas de forma masiva, indican la necesidad de seguir
profundizando en la búsqueda de métodos prácticos que propicien las labores de cultivo
para el control de arvenses y que disminuyan en lo posible el ataque de plagas y
enfermedades, que constituyen las causas fundamentales de la limitada persistencia de
las áreas forrajeras de moringa. Las densidades de siembra a utilizar van a depender del
propósito productivo, forraje o semilla. La mayor información disponible para la
producción de forraje está vinculada con el uso de altas densidades de siembra y se repite
mucho la información. De ahí que será necesario despegar incógnitas del
comportamiento en producción de forraje cuando se empleen dosis de siembras bajas y
medias para este propósito productivo.

En este sentido, será necesario realizar investigaciones y trabajos prácticos empleando


métodos y densidades de siembra que se ajusten a la trocha de las máquinas e
implementos que predomina en nuestra región y que propicien el control de arvenses de
forma mecanizada. La experiencia práctica ha demostrado que cuando se emplean
canteros para la siembra, con densidades de 0.5 y 1.0 millones de plantas/ha, la
sobrevivencia de las plántulas se ven muy afectadas por la invasión de arvenses. Su
control manual limita mantener las áreas forrajeras limpias, además de encarecer los
costos de establecimiento. También influyen en la vida útil y productiva de este cultivo el
ataque de plagas, principalmente la bibijagua (A.insularis). El hongo Fusarium sp.
también ha causado daños de importancia económica. En cuanto a altura y frecuencia de
corte se ha hecho un cliché informando que el primer corte debe efectuarse a los 5 ó 6
meses después de la siembra, realizar los cortes con machete bien afilado cada 45 días,
en la época de lluvia y cada 60 días en la época de seca, a una altura de 20cm del suelo.

Es cierto que frecuencias y alturas de cortes bajas o medias van a propiciar una mayor
calidad de biomasa, pero no se debe obviar que estos criterios provienen de estudios
cuando se emplean altas densidades de siembra y el cultivo se maneja con propósitos
productivos en la pequeña escala. De ahí que nos cabe la inseguridad qué va a suceder en
el tiempo con la productividad y vida útil de las áreas forrajeras cuando se someten a
bajas alturas y frecuencias de corte. Esta incertidumbre se hará más evidente en la
medida que se trabaje a una mayor escala y obligue a realizar un uso racional de la
mecanización para incrementar la productividad y abaratar los costos de producción
principalmente en el control de arvenses. Las anteriores valoraciones conllevan a pensar
que será necesario proyectar investigaciones con frecuencias y alturas de cortes que
permitan a esta planta expresar su potencial genético y una mayor persistencia de las
poblaciones en el tiempo sin comprometer el valor nutritivo de la biomasa producida. La
poda en áreas destinadas a la producción de semilla se realiza para controlar la altura
máxima de la planta, disminuir las acciones negativas de los fenómenos meteorológicos,
eliminar ramas dañadas y eliminar las ramas bajas que entorpecen el acceso al área y
facilitar la recolección de los frutos.

Esta práctica propicia la aparición de las ramas jóvenes que favorece la floración y
fructificación, las cuales contribuyen a lograr mayores rendimientos de semillas por
planta y por ha. En árboles cultivados para forraje admite muy bien las podas, para
promover el crecimiento, después de aplicadas estas rebrotan vigorosamente,
produciendo nuevos renuevos por tocón que propician mejorar el volumen y calidad de
la biomasa producida.
14

En cuanto a la producción de semilla, la moringa tiene un alto potencial de producción.


Sin embargo, a pesar de las bondades de esta planta existen pocos investigaciones
científicas en Cuba y otras regiones tropicales de América Latina y el Caribe donde se
den recomendaciones precisas de distancias de siembra, requerimientos nutricionales,
momento de cosecha, protección fitosanitaria de las plantas y la semilla así tecnologías
para la cosecha y post cosecha de la semilla. Ello implica la necesidad de priorizar
investigaciones científicas en este campo. Teniendo en cuenta los antecedentes de
Moringa oleifera en cuanto a su incidencia y daños provocados por insectos-plaga y
enfermedades y la rápida aparición y sintomatología de daños, detectadas en Cuba, en
sus distintas fases fenológicas del cultivo, a raíz del incremento de las áreas de siembra
de esta planta en el país. Se recomienda el monitoreo frecuente del cultivo y la búsqueda
de alternativas de control agroecológicas para regular sus poblaciones y por ende sus
daños lo cual posibilitaría obtener los beneficios que brinda la planta. La información
brindada en esta conferencia no constituye una norma técnica para la agrotecnia de la
moringa, ni fue ese el propósito. Nos sentiremos satisfechos si en alguna medida este
material le sirve de guía para su trabajo técnico como productor o docente mientras que
nuevas investigaciones den repuesta a muchas incógnitas que todavía existen en el tema
tratado.

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