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) en sistemas
ganaderos
C. R. Padilla, Nurys Valenciaga, G. Crespo y Daimarys González
Instituto de Ciencia Animal (ICA),
Carretera Central km 47 ½, San José de las Lajas,
Mayabeque, Cuba
Resumen
Moringa oleifera posee una gran plasticidad ecológica, capaz de adaptarse a las más
diversas condiciones edafoclimáticas. Su valor nutricional y los elevados rendimientos
de biomasa, la hacen un recurso fitogenético de importancia en los sistemas de
producción, pudiéndose emplear como alimento para diversas categorías de animales.
Con la introducción masiva a partir de 2011 de este maravilloso árbol en la agricultura
cubana, la ganadería cuenta con una nueva alternativa para la alimentación animal,
disponiendo de una nueva planta con excelente contenido nutricional y digestibilidad
para la alimentación animal y humana. Es por ello, que Cuba cuenta con un programa
nacional de investigaciones de esta planta para su evaluación, caracterización y
utilización cuyos temas de investigación abarca evaluación y caracterización
agronómica de materiales foráneos y autóctonos, siembra y establecimiento, potencial de
producción de biomasa y rendimientos en diferentes variantes agronómicas y de manejo
(fertilización, corte, irrigación). Producción y conservación de biomasa y semillas,
requerimientos nutricionales, cosecha y mecanización. Incidencia y manejo de plagas y
enfermedades. Caracterización química y fitoquímica del follaje y harina y, evaluación
como planta melífera. Mezclado y formulación de raciones para diferentes especies y
categorías animales. Digestión, metabolismo, salud y valor nutritivo para rumiantes,
cerdos y aves. Sustitución parcial de ingredientes importados en sistemas de
alimentación para rumiantes, cerdos y aves. Así como, estudios de cadenas de valores y
factibilidad técnico económica en la alimentación animal. El presente trabajo tiene como
objetivo sólo analizar los principales resultados agronómicos para la utilización de
Moringa oleifera en sistemas agropecuarios en Cuba y otras regiones tropicales y
subtropicales donde se emplea esta planta. A continuación se resaltan los principales
resultados obtenidos, hasta el momento, en la agrotecnia de la planta con énfasis en la
selección del área, siembra y establecimiento, aspectos del manejo del cultivo, como
riego, fertilización, incidencia de plagas, altura y frecuencia de corte y poda, así como la
producción de biomasa y semillas. El conocimiento de estos resultados puede servir de
guía para el trabajo técnico como productor o docente mientras que nuevas
investigaciones den repuesta a muchas incógnitas que todavía existen en el tema tratado.
Desarrollo
1- Selección del área
Moringa oleifera es una especie de gran plasticidad ecológica, ya que es capaz de
adaptarse favorablemente a disímiles ambientes (Pérez et al. 2010) razón por la cual se
encuentra localizada en diferentes condiciones de suelos, precipitación y temperatura.
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1.1. Clima. Existen reportes de presencia de esta planta en lugares donde las
precipitaciones alcanzan niveles entre los 300 y 1500 mm anuales. Se cultiva en
regiones áridas y semiáridas de la India, Paquistán, Afganistán, Arabia Saudita y África
del Este (Ramachandran et al. 1980, Reyes 2006, Croess y Villalobos 2008). Además, se
desarrolla adecuadamente en altitudes de 0 a 1800 msnm (Fred 1992), aunque se
obtienen mejores resultados por debajo de 600 msnm (Palada y Chang 2003). Moringa
posee un amplio rango de adaptación a diferentes temperaturas. En este sentido, Falasca
y Bernabé (2008) plantearon que, en su hábitat natural, las temperaturas medias anuales
presentan grandes fluctuaciones. Durante los meses más fríos soporta entre -1ºC y 3ºC,
mientras que en los meses más cálidos de 38ºC a 48ºC. Es importante resaltar, que una
vez que las temperaturas alcanzan valores inferiores a 10 0C se perjudica el proceso de
floración, de manera que en estos casos la propagación se debe realizar por vía
vegetativa (por estacas).
1.2. Suelo. El suelo constituye uno de los factores limitantes en el desarrollo de las
plantas, pues posee ciertas características que son determinantes en la mayoría de los
casos como es el pH. En este sentido, Reyes (2006) planteó que moringa se desarrolla
favorablemente en suelos con pH entre 4,5 y 8, aunque prefiere los neutros o ligeramente
ácidos. Requiere además de suelos francos-francos arcillosos. No tolera los arcillosos o
vertisuelos, ni los de mal drenaje. Se adapta a suelos duros o pesados y también a suelos
pobres franco arenosos. El terreno donde se planta debe poseer buen drenaje, ya que esta
planta no soporta el encharcamiento.
2- Siembra y plantación
diámetro de más de 8.0 cm y una longitud de 1.20 m, mientras que cuando se van a
usar como postes vivos la longitud debe ser de 1,5 a 1,8 m.
Para ambos propósitos se recomienda cortar las estacas en la fase lunar de menguante al
final del periodo seco y su plantación a finales de mayo e inicio de junio, una vez
estabilizadas las precipitaciones.
Vivero de posturas de Moringa en bolsas. El Instituto de Biotecnología de las Plantas de
La Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas en Cuba, ha desarrollado una
metodología para la propagación in vitro de la moringa, mediante el corte de esquejes a
partir de estaquillas y de un pequeño banco de plantas donantes en el campo. En este
sentido, Jiménez y Agramonte (2012), comprobaron que las plantas obtenidas por
esquejes y las procedentes del cultivo in vitro presentaron un crecimiento mayor a las
obtenidas por estaquillas en la etapa inicial de crecimiento en campo. Este resultado abre
la posibilidad de una alternativa de sostenibilidad en la multiplicación intensiva de esta
planta multipropósito cuando sean propuestas nuevas variedades o procedencia para su
explotación a escala comercial. Cuando no es posible plantar directamente en el suelo, se
recomienda utilizar el siguiente método: llenar sacos de plástico con las plántulas,
mezclando la tierra del suelo, es decir, 3 partes de la tierra y 1 parte de arena. Plantar
dos o tres semillas en cada bolsa a 0,5 cm de profundidad. La germinación se producirá
dentro de dos semanas. Se deben retirar las plantas extras del semillero, dejando una en
cada bolsa. Las plántulas pueden ser trasplantadas después de cuatro a seis meses cuando
llegan a medir (60-90 cm) de alto.
Riego. La Moringa necesita al menos 700mm anuales, aunque hay reportes de lugares
del Pacífico de Nicaragua donde con 300mm crece muy bien. Se ha observado un buen
comportamiento en lugares con precipitaciones anuales de 2000mm. Las plántulas son
susceptibles a la sequía. Una vez establecidos, los árboles jóvenes y en etapa de poste
son muy resistentes y capaces de sobrevivir a las sequías, aunque cuando éstas son
prolongadas las plantas pueden perder las hojas. Una repuesta similar a la defoliación se
produce por el exceso de humedad, inclusive en suelos con buen drenaje interno y
superficial. En Cuba, cuando las siembras se realizan durante el periodo poco lluvioso, es
una práctica común la aplicación de 200m3 de agua con frecuencia de 2-3 días durante
primer mes después de realizada la siembra y 300m3/ha cada 9 días durante el periodo
seco (Reyes 2006). Esta frecuencia de aplicación puede variar en dependencia del tipo de
suelo, siendo menor en suelos pesados con alta retención de la humedad y mayor en
suelos ligeros. Las aguas de desecho de hasta 8,5 de pH, son admitidas lo que la hace una
especie idónea para el aprovechamiento de aguas depuradas. En Cuba, González (2012)
aplicando aguas residuales depuradas de instalaciones porcinas se obtiene excelente
resultados en rendimientos de biomasa y sobrevivencia de las plantas en pequeñas áreas
de Moringa sembradas en canteros a una densidad de 100 semillas/m2.
Otras fuentes como estiércol (Alfaro y Martínez 2008) y gallinaza (Uchenna et al. 2013)
han sido utilizadas con éxitos. Más recientemente, en Cuba, Lok y Suárez (2014), al
estudiar el efecto de la aplicación de diferentes abonos y bioestimulantes en la
producción de biomasa y en algunos indicadores agroquímicos en la variedad
Supergenius, encontraron que los mejores aportes a la productividad (6.61 t MS /ha) y la
fertilidad del suelo (P:136,56 ppm; Ca:1.89 %; Mg: 0.38%; y MO: 0.83%) se obtuvo
cuando se aplicó una combinación de 25 t/ha de estiércol vacuno y 20 Kg/ha de EcoMic.
Plagas
Son disímiles los antecedentes que se tienen acerca de la incidencia de insectos-plaga y
enfermedades en Moringa oleifera. Foidl et al. (1999) y Reyes (2005) alegan que son
las hormigas o zompopos (Atta spp.) y el gusano medidor (Mocis latipes), las plagas que
más afectan las plantas, inmediatamente después de la germinación, las cuales
normalmente realizan un ataque y no regresan más al cultivo, aunque éstos aseveran que
se requiere implementar medidas de control para disminuir los daños que ocasionan.
Desde la década del 80 estudios realizados por Duke (1983) informa varios organismos
causantes de plagas, entre ellos menciona: la mosca frutera (Gitona spp.) que infesta los
frutos lo que provoca su putrefacción. Así como, diferentes especies de gorgojos
(Myllocerus discolor var. variegatus, M. 11-pustulatus, M. tenuiclavis, M. viridanus y
Ptochus ovulum) que atacan a las hojas de las plantas jóvenes y tocones recién plantados.
También plantea que es atacada por plantas parásitas como Dendrophthoe flacata y en
cuanto a microorganismos fitopatógenos, los hongos que atacan la planta incluye:
Cercospora moringicola (Mancha foliar), Sphaceloma morindae (Antracnosis), Puccinia
moringae (roya), Oidium sp. y Polyporus gilvus. Sin embargo, hay quienes aseguran
que moringa es resistente o inmune a plagas y enfermedades (Medina et al. 2007),
incluyendo nemátodos fitoparásitos (Cuadras et al. 2012). Esto puede estar dado por
algunas aseveraciones emitidas al respecto, donde se plantea la presencia en sus hojas y
semillas de sustancias que ejercen un efecto bactericida y fungicida contra plagas y
hongos (Anon 2010). En correspondencia con ello, hay evidencias que las hojas de
moringa, incorporadas directamente al suelo previenen del ataque del hongo de las
plántulas, Pythium spp. (Anon 2001). A continuación se relaciona, en la tabla 5, los
insectos-plaga y enfermedades que hasta la actualidad se han detectado, en Cuba,
asociados a Moringa oleifera causando algún tipo de daños.
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Consideraciones Generales
Se reconoce que la moringa es una planta que tiene una alta plasticidad ecológica y se
adapta bien en disimiles condiciones de clima y suelo. No obstante, los factores
edafoclimáticos tienen una alta incidencia en el rendimiento y la vida útil de las
explotaciones forrajeras de este cultivo. No prospera en suelos inundables y tanto la
sequía como el exceso de lluvias en suelos fértiles y bien drenados provocan la caída de
sus hojas. A ello se une la alta susceptibilidad al ataque de plagas y enfermedades que, en
ocasiones, aparecen de forma oportunista, con efectos devastadores sobre el cultivo.
Las semillas gámicas tienen buena germinación recién cosechadas, alrededor del 90 %,
pero esta decrece con el tiempo, siendo más crítico cuando se almacenan a temperatura
ambiente. El empleo de este tipo de semilla para la siembra es exitoso y da origen a
plantas con sistemas radiculares profundos, que garantizan árboles más vigorosos,
resistentes a factores climáticos desfavorables.
Además, se reconoce que se puede reproducir por semilla vegetativa, pero las estacas
deben ser cortadas preferiblemente en la fase lunar, de cuarto menguante, al final del
periodo seco, cuando tengan un grosor superior a 8 cm de diámetro y deben plantarse
cuando las lluvias se estabilizan al inicio del periodo lluvioso con el fin de favorecer la
aparición de abundantes y vigorosos brotes o ramas secundarias. Los métodos de
siembra y plantación de la moringa pueden variar de una región a otra, según la
disponibilidad de máquinas e implementos adecuados que disponga el productor
primario para acometer las labores de siembra y cultivo.
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Es cierto que frecuencias y alturas de cortes bajas o medias van a propiciar una mayor
calidad de biomasa, pero no se debe obviar que estos criterios provienen de estudios
cuando se emplean altas densidades de siembra y el cultivo se maneja con propósitos
productivos en la pequeña escala. De ahí que nos cabe la inseguridad qué va a suceder en
el tiempo con la productividad y vida útil de las áreas forrajeras cuando se someten a
bajas alturas y frecuencias de corte. Esta incertidumbre se hará más evidente en la
medida que se trabaje a una mayor escala y obligue a realizar un uso racional de la
mecanización para incrementar la productividad y abaratar los costos de producción
principalmente en el control de arvenses. Las anteriores valoraciones conllevan a pensar
que será necesario proyectar investigaciones con frecuencias y alturas de cortes que
permitan a esta planta expresar su potencial genético y una mayor persistencia de las
poblaciones en el tiempo sin comprometer el valor nutritivo de la biomasa producida. La
poda en áreas destinadas a la producción de semilla se realiza para controlar la altura
máxima de la planta, disminuir las acciones negativas de los fenómenos meteorológicos,
eliminar ramas dañadas y eliminar las ramas bajas que entorpecen el acceso al área y
facilitar la recolección de los frutos.
Esta práctica propicia la aparición de las ramas jóvenes que favorece la floración y
fructificación, las cuales contribuyen a lograr mayores rendimientos de semillas por
planta y por ha. En árboles cultivados para forraje admite muy bien las podas, para
promover el crecimiento, después de aplicadas estas rebrotan vigorosamente,
produciendo nuevos renuevos por tocón que propician mejorar el volumen y calidad de
la biomasa producida.
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