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Universidad de Guadalajara

Maestría en Ciencias Sociales


Alumno: Alejandro Pérez Amante

REFLEXIONES EN RELACIÓN AL DESPOJO Y LA DEFENSA DEL


TERRITORIO

Introducción

El presente ensayo es un ejercicio de reflexión que surge con la intención de


discutir y problematizar algunos elementos que forman parte del proyecto de
investigación que me propongo como tesis para la Maestría en Ciencias Sociales,
el cual por el momento busca abordar el horizonte político que despliegan en su
hacer cotidiano quienes se organizan en torno a la defensa del territorio.

Particularmente se abordaran dos aspectos, los cuales resultan de amplia


relevancia para el proyecto de investigación que planteo. Esperando que este
ejercicio de reflexión me permita clarificar y entender desde distintas perspectivas
las implicaciones que tienen para el caso que pretendo abordar.

Estos aspectos son:

 Las implicaciones que tiene el despojo del territorio para América Latina.
 Vida cotidiana y defensa del territorio.

Necesario mencionar que las siguientes reflexiones no representan el resultado de


un esfuerzo individual, sino que estas fueron posibles a través de los debates,
discusiones, bromas y risas compartidas con las/los compañeros dentro y fuera
del aula de clases durante este primer semestre en el que he sido alumno de la
Maestría en Ciencias Sociales.
Lo anterior ha implicado adentrarme en procesos de aprender a escuchar, a
reconocer la otredad, lo que se enuncia en función de nuestras propias
experiencias de vida y que dan cuenta de una realidad más amplia en la que nos
vemos contenidos. Quizá, respecto a esto último, resulta pertinente retomar a Mills
(1961), cuando señala que una de las características de lo que llama la
imaginación sociológica es el desarrollar la habilidad de comprender nuestras
“propias realidades intimas en relación con las más amplias realidades sociales”
(Mills, 1961: 34).

Entonces, este proceso de aprender a escuchar, así como de entendernos como


parte de un contexto aún más amplio, no sucede de forma inmediatamente ni está
exento de contradicciones, sin embargo, considero que es necesario comenzar a
nombrarlo y practicarlo.

Anotaciones sobre el despojo

Algunos de los supuestos que planteo como parte del trabajo de investigación que
me propongo es que habitamos contextos en el que la privatización -mediante el
despojo de territorios y formas de convivencia a quienes históricamente les han
pertenecido- adquiere características cada vez más violentas, que suceden de
forma cada vez más acelerada, trastocando con ello la vida cotidiana de quienes
habitan, se identifican y reproducen su vida en ellos, posicionándolos en una
disputa por la continuidad de estos lugares colectivos, ya que lo que ahora se
encuentra de por medio es la defensa de la vida misma.

Se considera que el despojo de territorios forma parte de la misma génesis del


capitalismo, ya que como menciona Marx (2009) en La llamada acumulación
originaria, para consolidarse la naciente burguesía capitalista ésta hizo una
escisión entre sujeto y los medios que antes le aseguraban su existencia,
conquistando con ello “el campo para la agricultura capitalista, incorporaron el
suelo al capital y crearon para la industria urbana la necesaria oferta de un
proletariado enteramente libre” (Marx, 2009: 918).
Sin embargo, la descripción que Marx realiza en relación al proceso de escisión
sujeto-medios de producción, a partir de la cual se produjo la aparición de un
proletario libre, susceptible de vender su fuerza de trabajo a quien ahora posee los
medios de producción, si bien fue una realidad para Inglaterra, para América
Latina esto tuvo implicaciones sumamente violentas para las cuales la noción de
proletario libre no alcanza a dar cuenta de la esclavización y genocidio a la que
fueron sometidos los pueblos indios, ya que como menciona Zibechi (2014):

En América Latina los indios no fueron separados de sus medios de producción


sino forzados a trabajar gratuitamente en las minas, mientras que los negros
fueron arrancados por la fuerza de su continente. En ambos casos se cometió
un genocidio que determino que la población originaria fuera casi exterminada
(Zibechi, 2014:79).

Y es que, para el caso de las colonias y particularmente América Latina, para


concretar este sometimiento de los pueblos indios, fue necesario que se
configuraran categorías como la de raza, por medio de la cual se establecieron
relaciones de dominación que dotaron de legitimidad a las relaciones de
dominación impuestas desde la conquista (Quijano, 2000). Al respecto Castro-
Gomez y Grosfoguel (2007) mencionan que:

La construcción de la jerarquía racial/étnica global fue simultánea y


contemporánea espacio-temporalmente con la constitución de una división
internacional del trabajo organizada en relaciones centro-periferia a escala
mundial. (19)

Resulta necesario comprender el despojo no como un suceso del pasado sino


como una forma de acumulación que desde la forma de producir capitalista se
presenta como necesaria en todo momento para su propia reproducción. Para
nuestro continente el despojo aparece como una constante en su historia, en la
que a través de categorías de dominación como raza se posibilito que Europa se
constituyera como el centro del mundo y América Latina como parte de la periferia.
Actualmente el despojo de territorios se suscita en un contexto de guerra,
manifestándose de formas que continuamente escalan en agresividad, en la que
los avances tecnológicos han hecho viable una expansión en dimensiones y
velocidad de explotación de la naturaleza. Lo anterior cobra sentido si
consideramos que son las mismas contradicciones que contienen las formas de
producir capitalista las que le exigen crear mercancías a ritmos en constante
aceleración

Y es que como menciona Berman (1998), una de las características del


capitalismo es nunca dejar de producir, ya que todo lo que construye es diseñado
para ser destruido y reemplazado para que todo el proceso de creación de
mercancías comience una y otra vez, siempre en formas que resulten más
rentables.

Esta intensificación en la producción de mercancías que caracteriza a las formas


de producir del capitalismo, cobra mayor sentido si se relaciona con lo que
Bauman (1998) denomina la sociedad de consumo la cual se caracteriza por
moldear a la sociedad de tal forma que su identidad y forma de entenderse con el
mundo resida en su voluntad de asumirse como consumidor y la frecuencia con la
que lo hace. Es decir, la mercancía se convierte en un fetiche, de tal modo que
tiende a ocultar la explotación humana y de la naturaleza.

Entonces, ante estas dinámicas de producción y consumo de mercancías, el


capital tenderá a buscar nuevos territorios donde profundizar el despojo de bienes
naturales, ya que los ciclos de la naturaleza no son los mismo que los del capital,
generando con ello crisis ambientales que ponen en evidencia los límites del
desarrollo capitalista (Composto y Navarro, 2014).

Si miramos las comunidades rurales, campesinas, así como los territorios de los
pueblos originarios, resulta evidente la embestida de despojo que ha puesto en
marcha el capital, sin embargo, esto no significa que en la ciudad no se esté
dando este proceso, el cual ocurre y sucede cotidianamente.
El estado de Jalisco no representa una excepción a estas dinámicas de
explotación de la naturaleza, las cuales han implicado el hostigamiento, la
amenaza, persecución, desplazamiento, criminalización, encarcelamiento,
asesinato o desaparición de los sujetos que deciden organizarse en de defensa de
sus territorios (Martín, 2016).

Para el caso de la Zona Metropolitana de Guadalajara:

[…] padece una oleada de despojos de territorios y espacios públicos para


ponerlos, todos, al servicio del capital inmobiliario-comercial y gubernamental
(Martín, 2016: 117).

En estas circunstancias surgen procesos que ante la amenaza de verse


despojados de su territorio deciden organizarse, desbordando con ello su
cotidianidad. Ya que como menciona Gonzaga (2015):

En las geografías donde sucede un conflicto por la defensa de los recursos


naturales, se despliega una lucha que tiene que ver con no querer la promoción
de los elementos naturales como una mercancía (Gonzaga, 2017: 70).

Vida cotidiana y defensa del territorio

Me resulta importante no solo en términos académicos, sino también para desde


lo colectivo, reflexionar como desde nuestros lugares en los que hacemos nuestra
vida cotidiana se le hace frente a esa tormenta a la que los zapatistas hacen
referencia para dar cuenta y convocarnos a estar atentos de la profunda crisis que
se avecina y que se manifiesta en catástrofes ambientales no naturales, lo cual
implica “la transformación de todo, incluso lo básico elemental -agua, aire, luz y
sombra, tierra y cielo-, en mercancía” (Subcomandante Galeano, 2015: s/n).

Asumirse desde dinámicas colectivas representa un enorme reto si ponemos a


consideración lo que menciona Castel (2010), al señalar que nos encontramos
ante procesos de descolectivización, a través de los cuales se configuran
discursos que exhortan a una exacerbación del individuo, desde donde el éxito
social reside en esfuerzos individuales. Esta dinámica no puede ser entendida sin
atender las lógicas de mercado y es que retomando nuevamente a Bauman
(1998), en sociedades avocadas al consumo se requieren sujetos que tiendan a
consumir de manera individual. Por lo tanto procesos de descolectivización y
sociedades de consumo se presentan en una estrecha interrelación.

Ante este escenario en el que parece que no hay salida a la voracidad capitalista,
surge la necesidad de retomar las experiencias del sujeto de lucha (Gutiérrez,
2017) el cual, comprende a hombres y mujeres que desde sus propias
posibilidades y formas de nombrarse, discuten, se organizan y resisten de formas
colectivas.

Una de estas experiencias de defensa del territorio, desde donde se practican


formas no mercantiles de establecer relaciones sociales y con la naturaleza, es la
que nos ofrece el Comité Salvabposque el Tigre II en defensa del bosque El
Nixticuil, el cual se encuentra ubicado dentro de la Zona Metropolitana de
Guadalajara, en los márgenes del municipio de Zapopan y pese a su relevancia
biológica y social desde 2005 se mantiene en constante tensión debido a los
múltiples proyectos que principalmente provienen del capital inmobiliario –nacional
y extranjero-, los cuales en los últimos años han incrementado en número y
extensión. Y es que cómo menciona el propio colectivo:

“Vemos que el Nixticuil no es un botín político para el gobierno como lo es el


Bosque de la Primavera por ejemplo, cualquier cosa mínima que puedan hacer
allá es motivo de foto y propaganda. La defensa del Nixticuil nació desde abajo,
siempre ha sido totalmente desde la gente, por eso creemos que se intenta
evitar la difusión de su existencia o su importancia biológica para la ZMG”
(Entrevista con Comité Salvabosque El Tigre II, mayo 2015).

Ellos y ellas, de manera colectiva desde hace trece años han apostado a formas
comunitarias de organización para no solo defender el territorio -el cual es
entendido no como algo externo, sino como una expresión constitutiva de su
propia vida- en las que conceptos como autonomía, acción directa, solidaridad
busca ponerse en práctica no solo como herramientas para la defensa del
territorio, sino como un horizonte político de vida, el cual se manifiesta en el
quehacer cotidiano de cada uno de quienes forman parte del colectivo.

Entonces, el reflexionar en torno a cómo la defensa de territorio se desborda y se


convierte en un proyecto de vida, implica pensar en cómo desde las relaciones y
dinámicas que se establecen en los diferentes espacios de su quehacer diario -
escuela, trabajo, casa- de quienes se organizan por la defensa del territorio, es
posible anticipar o prefigurar la nueva sociedad a la que se aspira (Ouviña, 2013).

Considero que para abordar los gérmenes de ese mundo que se desea, la noción
de política prefigurativa puede brindar elementos de análisis a través de los cuales
acercarme a una realidad que se mantiene en movimiento y en la que con sus
propias contradicciones y tensiones desde el aquí y ahora, se comienza a dar
forma a otro tipo de relaciones sociales.

La política prefigurativa como categoría de análisis se encuentra en construcción y


no permanece cerrada y más que ser una noción elaborada al interior de las
ciencias sociales, es una praxis que viene sucediendo desde los territorios en
disputa en América Latina (Ouviña, 2013). Después de estas consideraciones se
le define de la siguiente manera:

[…] a la política prefigurativa como un conjunto tanto de prácticas como de


relaciones sociales y condiciones materiales de existencia que, en el momento
presente, “anticipan” los gérmenes de la sociedad futura (Ouviña, 2013: 17).

Así como la noción de política prefigurativa se encuentra en construcción, surge la


necesidad de articular un lenguaje que rebase los márgenes que genera la
academia, necesitamos buscar ‘afuera’ de nuestros paradigmas, enfoques,
disciplinas y campos de conocimientos (Castro-Gómez y Grosfoguel, 2007), para
intentar acercarnos a esas apuestas por esa vida otra, que se reproducen por toda
América Latina, pero que se extienden por el mundo.

Para finalizar
Finalmente, para intentar entender el despojo y las implicaciones que tuvo para
América Latina, así como las dinámicas cotidianas que despliegan quienes se
organizar en defensa del territorio, desde las cuales se van configurando mundos
posibles, es necesario hacer rupturas con los supuestos que establecen que el
sujeto cognoscente en las ciencias sociales es transparente y no es tocado por la
configuración geopolítica de un mundo en donde las personas y las regiones
mundiales son clasificadas racialmente (Mignolo, 2010: 9). Lo cual supone asumir
que la ciencia no es neutra y que las realidades que estudiamos son también
nuestras (Rodríguez et al, 2015).

Aún queda mucho por hacer, sin embargo, las reflexiones aquí vertidas no son en
vano y aportan no solo a la construcción de una investigación que sirva para
cursar el posgrado en Ciencias Sociales, sino también a la comprensión de que la
forma en que abordamos la realidad de la cual también formamos parte es una
apuesta política, la cual da cuenta de la forma en que interpretamos e
interactuamos con el mundo.

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