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ANÁLISIS DE LAS PERSPECTIVAS DEL TRABAJO EN LA ADMINISTRACIÓN PEÑALOSA

La Capital del país el 1 de enero del 2016 recibió la noticia del inicio de una de las administraciones que se podría catalogar como la
encargada de implementar el modelo de ciudad neoliberal. Enrique Peñalosa, con una visión de ciudad empresarial, acérrimo defensor
de lo privado y con experiencia gerencial para administrar intereses privados desde lo público, ha decidido declarar la guerra a las
clases populares de la ciudad, para implementar el modelo de ciudad que propone en su Plan Distrital Bogotá Mejor Para Todos, que
hasta el momento ha sido una Bogotá para los inversionistas privados.

El Plan está constituido por tres pilares fundamentales que pretenden fortalecer la “democracia”, la calidad de vida y la construcción de
comunidad a través de la construcción de tejido social, pero que en la práctica está agudizando los conflictos sociales. Así como cuatro
ejes transversales en los que en resumidas cuentas, se prepara la ciudad para la profundización del modelo neoliberal y su entrega
definitiva a los grandes capitales por medio de las APP (Asociaciones Público-Privadas).

Una de las primeras perspectivas del Plan Distrital de Desarrollo en relación al trabajo, es la configuración social del espacio que
contribuya a impulsar la inversión privada en la ciudad. En este sentido, a principio de 2016 la administración distrital se dispuso a
desalojar a una gran cantidad de vendedores ambulantes bajo la retórica de “recuperación del espacio público” que, según el plan, estos
vendedores serían reubicados. Sin embargo, la última semana de enero, la administración Peñalosa desalojó a 300 vendedores
ambulantes sobre la Avenida Chile (Calle 72) sin antes desarrollar un plan de reubicación. Estos operativos se desarrollan en dos
perspectivas, “la recuperación del espacio público” para impulsar la inversión privada y con el fin de incorporar a los vendedores
ambulantes al mercado laboral, es de esta manera que se desmiente el discurso del espacio público, pues este está destinado para que
represente un atractivo al gran capital privado a partir de la expropiación del espacio público, pues son solo los privados aquellos que
pueden desarrollar actividades económicas en los espacios que recorremos y habitamos a diario. Es así, como se propende a la
construcción del espacio público para beneficio de unos pocos, mientras que los trabajadores ambulantes, tuvieron que soportar los
violentos operativos en su contra.

Desde esta perspectiva, tenemos un primer elemento en el que Peñalosa pretende materializar su modelo empresarial de ciudad y, a su
vez, la manera en que se le abre las puertas a la economía capitalista mundial. La inversión extranjera es el sueño que Peñalosa anhela
para nuestra ciudad. La mercantilización del espacio y de la vida es al parecer el espectro tan deseado de los grandes inversionistas. El
espacio público como el lugar en el que se lleva a cabo esa mercantilización, y nuestros cuerpos como la base fundamental con la que
el neoliberalismo se sostiene. Por tanto, Bogotá será la ciudad que le abrirá las puertas a los dueños de la economía global aportándole
una de las principales mercancías para hacer de sus negocios los más productivos, ese ingrediente especial, es la fuerza de trabajo, pero
no cualquier tipo de trabajadores, sino que tienen que estar cualificados.

En el segundo eje desarrollo económico en el Plan Distrital de Desarrollo, la actual administración expone que uno de sus propósitos
es la internacionalización económica de la ciudad, para lo cual no solo es indispensable la adecuación infraestructural de la ciudad que
quiere lograr a través de Asociaciones Público Privadas, sino la cualificación de mano de obra. Para Peñalosa la descualificación de la
fuerza de trabajo expresa una de las causas por las que la ciudad y el país no es un lugar atractivo para la inversión extranjera–Aunque
en realidad se deba a las continuas crisis del sistema capitalista que comúnmente pagan las clases populares- a lo que se hace menester
su debida cualificación, redefiniendo la misma a partir de un sistema por competencias.

La juventud bogotana se encuentra al interior de los planes del emprendedor alcalde, pues en el distrito más de 121.296 menores entre
los 10 a 17 años trabajan bajo unas condiciones paupérrimas, muchos de ellos no estudian, debido a las precarias condiciones de vida
en su hogar se ven presionados a salir al mercado laboral. No obstante, a pesar de que la propuesta de Peñalosa de crear 25mil cupos en
colegios para niños y niñas suene llamativa, no se contemplan ni recursos como en las demás propuestas, y hagan de las APP el as bajo
su manga para lograr sus propósitos, en suma, pretende implementar en la ciudad el modelo de educación terciaria redactado por el
MEN, y que en resumidas cuentas, propone la educación para el trabajo partiendo de la educación por competencias. Formar a
trabajadores competentes con el fin de contribuir a la reproducción social del sistema. Pues la cultura competitiva ha sido promovida e
implementada por diversas instituciones internacionales como el Banco Mundial y el FMI ya que surge ante las nuevas demandas de
habilidades laborales que requiere el neoliberalismo, puesto que define las nuevas cualidades que los trabajadores deben adquirir ante
las formas productivas necesarias por el capitalismo moderno, “en las empresas se deben desarrollar nuevos métodos que combinen
las exigencias de las tecnologías con las destrezas del trabajador.” (Renán Vega, 2008) Las sociedad de la información como una de
las fuentes tecnológicas de la producción neoliberal, establece los nuevos requerimientos tecnológicos del capitalismo, pero, a la vez,
las cualidades o competencias que deben adquirir los trabajadores al interior del proceso productivo. Ese sistema por competencias se
encuentra dentro de los planes de la administración Peñalosa. A raíz de que para fomentar la inversión privada se requiere de
transferencia tecnológica, es decir, tanto de artefactos tecnológicos como de la propagación de capacidades y conocimientos para el
manejo de esas tecnologías. Para lo cual, el instrumento útil consiste en las APP.

Esta concepción de trabajo asumida en el Plan Distrital de Peñalosa, postula a la ciudad no para el emprendimiento, sino como la
ciudad que le aporta mano de obra barata (Fuerza de trabajo) al gran capital extranjero. El capitalismo no solo requiere de los recursos
naturales de un país determinado para la producción de mercancías, sino de aquellos que las producen a través del trabajo. Es así como
la alcaldía asimila la concepción corporativa de la paz al creer que el modelo de ciudad que propone en el Plan hará de Bogotá la
capital para la paz. Este modelo en el que se le entrega lo público a los privados, a su vez atiza las contradicciones sociales a partir de
la profundización de la División Internacional del Trabajo. La internacionalización económica de la ciudad, no solo se da en la
perspectiva de la organización del espacio para la inversión, sino también de aportarle trabajadores calificados para la instauración de
una ciudad empresarial.

La cultura competitiva tiene la pretensión de preservar el modelo neoliberal, abriendo una brecha entre competentes e incompetentes,
que adicionalmente contribuye a la flexibilización laboral y que coadyuva a la especialización del trabajo manual en condiciones
laborales misérrimas. La cultura competitiva reproduce socialmente el sistema, porque establece una serie de valores que definen quien
es acto para desarrollar unas actividades productivas específicas y quiénes no. Esa cultura define aquellos que tienen mejores
oportunidades en el mercado laboral.

Una de las principales caracterizaciones del modelo neoliberal es la privatización masiva de los servicios públicos, a lo que esta administración no
se queda corto, pues la alcaldía de Peñalosa se hizo conocer por la propuesta de privatizar la ETB y acabar con el proyecto de Basura Cero que
reducía el cobro de la tarifa de aseo para los estratos más bajos. Entregar empresas públicas al capital privado es un modelo que atenta contra las
clases populares en Bogotá, ya que los ingresos producidos al distrito por esta empresa contribuían a financiar la Universidad Distrital y eran
aprovechados para la construcción de colegios del distrito en la ciudad. Empero, ahora Peñalosa no solo quiere los trabajadores paguen más caro el
servicio de telefonía e internet, sino que asimismo paguen más caro por el servicio de educación y se pierdan otros programas del distrito. En
consecuencia, el Plan Distrital de Desarrollo organiza el modelo en la que la expropiación continúa siendo una forma estratégica de acumulación,
impuesta con tanta violencia por el neoliberalismo y su fortalecimiento con la actual administración.

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