Por el cual, “Muriendo destruyo nuestra muerte y resucitando restauro nuestra vida” (Prefacio Pascual). Pues del costado de Cristo en la Cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera. La liturgia es comunicación entre Dios y el hombre: Dios se vuelve a su pueblo para regalarle su gracia y santificarlo y el hombre se vuelve a Dios para glorificarlo por sus maravillas. El mismo Señor mando a celebrar su eucarística, como memorial del acontecimiento culmínate de la historia de la salvación. CELEBRÁBAMOS EL ANUNCIO Y SU REALIZACIÓN POR LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO.
El misterio es anuncio y realización, El misterio celebrado es proclamación y
actuación de lo proclamado. Anuncio: “Anunciamos tu muerte, y proclamamos tu resurrección”. Realización: las palabras y acciones rituales de la liturgia son eficaces: Realizan aquello que proclaman. (Aunque cambien los escenarios la esencia de la celebración siempre será la misma ) Por medio de la celebración de la liturgia los creyentes somos injertados en Cristo CELEBRAMOS A CRISTO SIEMPRE PRESENTE En la liturgia se hace presente la salvación, porque aunque ya paso el acontecimiento de Cristo, se torna presente en la actualidad por obra del Espíritu Santo, en el hoy de la existencia del creyente.
¿Dónde esta Presente Cristo?
En el ministro, en las especies Eucarísticas, en los sacramentos, en la palabra, en la Iglesia que ora y canta y en la semilla del verbo. (Aunque se celebra el misterio pascual de Cristo se unen a el otras intenciones en la Iglesia) CELEBRAMOS HOY EL PERMANENTE ADVIENTO
La iglesia es peregrina en el mundo y en la historia caminante
hacia la cuidad definitiva, del reinado de Dios. (SC 8) CELEBRACIÓN EN LA FE Y EN LA CONVERSIÓN DIARIA.
La liturgia no agota la actividad
de la Iglesia, ni sustituye otras dimensiones de ella. En particular, supone para los no creyente, o los que dejan de creer, el llamado a la fe y la conversión ( la evangelización), y para los creyentes el compromiso de vida, con el evangelio (Liberación integral SC 9) LA LITURGIA, CUMBRE Y FUENTE DE NUESTRA VIDA.
La cumbre a la cual tiende la actividad
de la Iglesia, y al mismo tiempo la fuente de donde emana toda su fuerza. Toda la actividad de la Iglesia esta orientada a la glorificación de Dios: a través de la acción en el mundo y de las celebraciones.