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GUIA 4

GRADO DÉCIMO
ESTUDIANTE:____________________________ CURSO:_______ FECHA:_________________

SACRAMENTOS DE SANACIÓN O CURACIÓN

INDICADORES DE LOGRO

1. Explica el significado de los sacramentos de sanación en la vida cristiana.


2. Describe el significado eclesial de la vivencia del sacramento de la Reconciliación.
3. Formula la importancia de vivir los frutos del sacramento de la Reconciliación en la vida diaria.
4. Precisa las implicaciones de la práctica del sacramento de la Unción.

Galería Digital de Fotografías

Cada uno de nosotros lleva en su corazón un álbum de recuerdos, una galería digital de fotografías…
Memorias del pasado. Acontecimientos especialmente significativos de la vida. Hoy los podemos
recorrer de manera extraordinariamente viva a través de una cámara digital. Abre ahora ese álbum…
Echa a rodar la cámara…En compañía de Jesús, repasa el mayor número de acontecimientos. Amplía
con el zoom aquellos detalles que te parecen más importantes. Seguramente recordarás que son
acontecimientos muy diversos.
En la capilla y en silencio, responda las preguntas, de acuerdo con las indicaciones del
profesor, en hoja de trabajo.
1) ¿Cuáles son los que te causan más alegría?
¿Una buena noticia? ¿Un éxito alcanzado? ¿El sentirse verdaderamente amado? ¿El haber
sabido dominarte a ti mismo? ¿El haber realizado una obra buena en forma totalmente
desinteresada y gratuita?
Comparte esa alegría con Jesús…Bendícelo, alábalo, agradécele.
2) ¿Cuáles de esos acontecimientos te causan tristeza?
¿Un fracaso en la vida? ¿Un acontecimiento desgraciado? ¿Una equivocación importante? ¿Una
acción egoísta?
Asume estos acontecimientos como algo que no debe seguir haciéndote daño, envenenándote,
deprimiéndote…
Pide a Jesús la gracia de saber asimilarlos y superarlos.
3) ¿Cuáles son las fotografías que te causan más vergüenza?
¿Por qué te confunden? ¿Tu egoísmo? ¿Tu incoherencia entre lo que piensas y ,o que haces?
¿Tus intenciones inconfesables? ¿Tus acciones indignas de ser humano y de cristiano?
Entrégale a Jesús el álbum o la cámara digital. Manifiéstale tu arrepentimiento. Pídele perdón a Él y a las
personas a las cuales has ofendido, con las cuales has sido injusto.
4) Si fueras a organizar tus fotografías,
¿Cuáles conformarían tu álbum público?
¿Cuáles conformarían tu álbum privado?
¿cuáles conformarían tu álbum secreto?
(Tomado de Ejercicios Espirituales para Profesores del Colegio San Pedro Claver 2010. P.
Gerardo Remolina S.J.)

Puesta en común de la experiencia.

SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
A lo largo de la historia de la humanidad puede constatarse cómo el ser humano, a causa de su
experiencia existencial, ha adquirido conciencia de sus limitaciones, fragilidad y contingencia, a pesar de
sus naturales ansias de perfección. Todos los seres humanos, en efecto, han deseado la inmortalidad,
pero comprueban cómo su existencia llega a un final; ninguna persona de manera consciente busca el
error, pero en la práctica realiza infinidad de acciones que demuestran su imperfección y fragilidad.
En tanto que el ser humano descubre su imperfección, poco a poco va intuyendo la existencia de un ser
superior, inmortal y perfecto, que fijó en su interior unas normas de comportamiento; en él encuentra
explicación de su existencia. Al mismo tiempo comienzan a aparecer los sentimientos de remordimiento y
pesar cuando considera que no ha actuado de manera correcta. Es en este momento cuando surgen casi
de manera espontánea algunos ritos de penitencia tendientes a reconciliar al ser humano con la
divinidad: los seres humanos de todos los tiempos y todas las culturas se inclinan, entonces, ante el ser
superior para manifestar su arrepentimiento y dolor por el mal realizado. Así, por ejemplo:

Nuestros antepasados, los muiscas, demostraban sus ansias de


reconciliación con la divinidad cubriéndose todo el cuerpo desnudo
con oro en polvo y arrojándose luego a la laguna de Guatavita.
Este rito penitencial dio origen a la leyenda de El Dorado que tanto
inquietó a los conquistadores españoles.
Los musulmanes por su parte dedican el noveno mes, llamado
Ramadán, a expresar mediante el ayuno, todo su arrepentimiento
por los pecados cometidos. Durante este tiempo se abstienen de
ingerir todo tipo de alimentos durante el día. Los antiguos judíos
expresaban su dolor y arrepentimiento cubriéndose la cabeza con
ceniza y vistiéndose con una túnica de costal.

Otros pueblos ofrecían sacrificios de seres vivos a la divinidad, para reconciliarse con ella y recuperar la
paz y armonía interior.

Experiencia Cristiana

En un tema anterior analizamos que para los cristianos y las cristianas el pecado es la negación del Plan
de Salvación, el alejamiento de la amistad con Dios. La misión de Cristo en el mundo consistió en
reconstruir las relaciones del ser humano con su Padre y Creador; en esto consiste la salvación; por eso
se puede constatar cómo en los Evangelios aparece Jesús no sólo sanando enfermedades físicas, sino
también perdonando pecados, es decir, sanando espiritualmente a las personas, para que puedan vivir
con plenitud su relación con Dios: "Hijo, ten confianza, tus pecados te son perdonados... levántate,
toma tu camilla y vete a tu casa" (Mt. 9,6).
De la misma manera que los hombres y mujeres de la antigüedad ofrecían sacrificios a la divinidad para
reconciliarse con ella, Jesús ofreció toda su vida al Padre para que toda la humanidad pudiera vivir en
libertad y armonía; con su pasión y muerte pagó un precio alto para que todos los seres humanos
pudiéramos recobrar la vida, de ahí que pueda afirmarse que la Pascua de Cristo reconcilia al ser
humano.
Sólo Dios puede perdonar pecados y precisamente por eso Jesús,
Hijo de Dios, con toda autoridad perdonó a quienes manifestaban
su arrepentimiento. Después de la resurrección, Cristo comunicó a
su Iglesia el poder de perdonar los pecados mediante el
sacramento de la Reconciliación; "Como el Padre me envió,
también yo los envío... Reciban el Espíritu Santo; a quienes
perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengan, les quedan retenidos" (Jn. 20,21-22). Es decir,
Cristo quiso que la Iglesia fuera signo e instrumento por medio del
cual los cristianos y las cristianas recobraran su amistad con Dios
y con sus hermanos. Por ello la comunidad cristiana encuentra en
el sacramento de la Reconciliación el camino ordinario para
obtener el perdón de los pecados cometidos después del Bautismo, teniendo en cuenta que es tan
grande la misericordia del Padre Dios, que no existe pecado alguno que no pueda ser perdonado,
siempre y cuando el ser humano manifieste sincero arrepentimiento y deseos de cambiar de vida.
Es importante tener en cuenta que para que la Reconciliación sea efectiva se requiere una auténtica
conversión. Convertirse significa cambiar de vida, dejar el camino del mal y el pecado, y volver a orientar
los pasos por el camino de Dios; convertirse es dar la espalda a los valores de la muerte, para
comprometerse con la vida de Dios. Pero el corazón del ser humano es de piedra, rudo y endurecido; por
eso con las solas fuerzas humanas resulta imposible la verdadera conversión; es necesario que Dios dé
al hombre y a la mujer un corazón nuevo (cfr. Ez. 36,26-27). Es decir, la conversión es un don de Dios;
sin la fuerza divina resulta imposible al ser humano reconstruir la amistad con Dios.

Fiel a la misión recibida de Cristo de perdonar los pecados, la Iglesia ha ejercido este poder a lo largo de
los siglos de varias formas: "Durante los primeros siglos, la reconciliación de los cristianos y cristianas
que habían cometido pecados particularmente graves después de su Bautismo (por ejemplo, idolatría,
homicidio o adulterio) estaba vinculada a una disciplina muy rigurosa, según la cual los penitentes debían
hacer penitencia pública por sus pecados, a menudo, durante largos años, antes de recibir la
reconciliación. A esta 'orden de los penitentes' sólo se era raramente y, en ciertas regiones, una sola vez
en la vida. Durante el siglo VII, los misioneros irlandeses, inspirados por la tradición monástica de Orien-
te, trajeron a Europa continental la práctica 'privada' de la Penitencia, que no exigía la realización pública
y prolongada de obras de penitencia antes de recibir la reconciliación con la Iglesia. El sacramento se
realiza desde entonces de una manera más secreta entre el penitente y el sacerdote. Esta nueva práctica
preveía la posibilidad de la reiteración del sacramento y abría así el camino a una recepción regular del
mismo. Permitía integrar en una sola celebración sacramental el perdón de los pecados graves y de los
pecados veniales. A grandes líneas, ésta es la forma de penitencia que la Iglesia practica hasta nuestros
días" (Catecismo de la Iglesia católica, No. 1447).
Lo que se ha dicho de los sacramentos en general, puede afirmarse igualmente del sacramento de la
Reconciliación: se trata de una serie de signos sensibles por medio de los cuales el cristiano o la cristiana
expresa su dolor y arrepentimiento por haber abandonado la amistad con Dios y su sincero compromiso
de cambiar de vida, y la Iglesia manifiesta, a través de la absolución que da el ministro, la misericordia de
Dios que perdona todos los pecados. Puede decirse, entonces, que en el sacramento de la
Reconciliación hay dos signos fundamentales: por un lado, la actitud de arrepentimiento expresada al
confesar los pecados al sacerdote, y por otro, la absolución que el ministro sagrado confiere a quien se
acerca con actitud de contrición y dolor.
Para la adecuada celebración del sacramento de la Reconciliación se requieren unos actos tanto por
parte del penitente y como del ministro sagrado. Los actos del penitente son: el examen de conciencia, la
contrición de corazón, la confesión de los pecados y la satisfacción. De manera breve, conviene analizar
el sentido de cada uno de dichos actos:
EXAMEN DE CONCIENCIA. Este examen consiste en una preparación próxima a la recepción del sacramento.
Se trata de la revisión de todos los aspectos de la vida a la luz de las enseñanzas morales contenidas en
los Evangelios y las cartas de los Apóstoles.
CONTRICIÓN DE CORAZÓN. Es el dolor que debe producir en el cristiano o la cristiana el haber abandonado la
amistad con Dios; la contrición implica el rechazo explícito del pecado y la sincera resolución de tratar de
no volver a cometerlo. Como ya se expresó, tanto el arrepentimiento como la conversión son dones de
Dios que los cristianos y las cristianas deben pedir con fe y constancia.
CONFESIÓN DE LOS PECADOS. Esta confesión es un aspecto fundamental del sacramento de la Reconciliación;
por medio de ella, el cristiano o la cristiana expresa su arrepentimiento y declara ante la comunidad de la
Iglesia, representada por el ministro sagrado, todos los actos con los cuales rompió las relaciones con
Dios, con los hermanos, con la naturaleza y consigo mismo(a).
SATISFACCIÓN DE OBRA. La satisfacción de obra es la actitud sincera de reparar en parte el mal hecho a causa
del pecado; el sentido de este acto es ser una verdadera "expiación", que puede reflejarse en oraciones,
ofrendas, obras de caridad y misericordia, sacrificios, obras de servicio a la comunidad,...
De otro lado, el acto que realiza el ministro de la Iglesia es la absolución. Ésta constituye el otro aspecto
fundamental del sacramento de la Reconciliación. Por medio de ella se expresa la misericordia de Dios
que perdona los pecados y realiza la reconciliación de los pecadores por los méritos de la Pascua de
Cristo y el don del Espíritu Santo. La fórmula de la absolución que utiliza la Iglesia en la actualidad es la
siguiente: "Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de
su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la
Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo" (Catecismo de la Iglesia católica, No. 1449).
Analicemos el siguiente texto de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios y redactemos algunas
conclusiones válidas para la vida de los cristianos y las cristianas:
"Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de
Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo
estaba Dios Reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los seres
humanos, sino poniendo en nuestros labios la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de
Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos
con Dios! A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de
Dios en él. Y como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia
de Dios" (2 Cor. 5,1 7-6,1). (Tomado y adaptado de Proyecto de Vida 9, Santillana. CONACED. Pg.94-98)

LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


“Estuve enfermo y fueron a visitarme” (San Mateo 15, 36)
La Unción de los enfermos es el sacramento que
tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano
que experimenta las dificultades inherentes al
estado de enfermedad y vejez.
Esta unción santa de los enfermos fue instituida por
Cristo nuestro Señor como un sacramento del
Nuevo Testamento, verdadero y propiamente dicho,
insinuado por Marcos (Marcos 6,13), y
recomendado a los fieles y promulgado por
Santiago, Apóstol del Señor (Santiago 5,14).
“Entonces salieron los discípulos a decirle a la gente
que se volviera a Dios. También expulsaron muchos demonios, y curaron a muchos enfermos
ungiéndolos con aceite” (Marcos 6,12-13).
“Si alguno está enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y en el
nombre del Señor lo unjan con aceite. Y cuando oren con fe, el enfermo sanará, y el Señor lo
levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados” (Santiago 5,14-15).
Varios datos del texto merecen consideración. Primeramente se trata de una enfermedad de
relativa importancia, que impide al enfermo salir de casa, pues hace llamar a los presbíteros. Los
presbíteros acuden, oran sobre el enfermo y lo ungen en el nombre del Señor. Esa oración y esa
unción tienen como efectos un alivio del enfermo y un perdón de sus pecados. Nos hallamos
claramente con todas las características de un sacramento: signo sensible (Materia: unción; forma:
oración) y efectos espirituales (perdón de los pecados) sin que se desdeñen en ese caso los
corporales (alivio).
La materia remota es el aceite de oliva bendecido por el Obispo en la Misa Crismal del Jueves
Santo. La materia próxima es la unción con el óleo santo. Están previstas por las normas unciones
en la frente y en las manos, y por tanto, estas unciones son las exigidas para la licitud. En caso de
necesidad, para la validez basta una sola unción en la frente o en otra parte del cuerpo.
El Catecismo Romano señala las razones de conveniencia sobre el uso del aceite en este
sacramento:
“Así como el aceite sirve mucho para aplacar los dolores del cuerpo, así también la virtud de este
sacramento disminuye la tristeza y el dolor del alma. El aceite además restituye la salud, causa
dulce sensación y sirve como de alimento a la luz; y, por otra parte, es muy a propósito para
reparar las fuerzas del cuerpo fatigado. Todo lo cual da a entender los efectos que se producen en
el enfermo por virtud divina cuando se administra este sacramento”.
La forma del sacramento son las palabras, prescritas por el ritual y pronunciadas por el sacerdote:
“Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu
Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”.
Efectos del sacramento:
1) Aumento de gracia santificante
2) Consuelo, paz y ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de
la fragilidad de la vejez.
3) El perdón de los pecados veniales y la desaparición de las reliquias del pecado.
4) La salud corporal cuando conviene a la salvación del alma.
5) Secundariamente, puede producir el efecto de remitir los pecados mortales.
Este sacramento no es necesario por sí mismo para la salvación del alma, pero a nadie le es lícito
desdeñar su recepción, y por tanto ha de procurarse con esmero y diligencia que los enfermos lo
reciban cuando están en plenitud de sus facultades mentales.
Es obligación de todo cristiano prepararse del mejor modo para la muerte, y los que rodean a un
enfermo tienen el deber (que es grave), de darle a conocer su situación peligrosa y de sugerirle la
conveniencia de recibir el sacramento.
Pero el sacramento de la Unción de los enfermos no solo para los moribundos, es también para los
enfermos que tienen una enfermedad grave. En cuanto a otras enfermedades, no se debe esperar
que sean crítica para solicitarlo. Desde que se conozca que una enfermedad es de condición
grave, es aconsejable la Unción. Del mismo modo, en las personas donde cualquier padecimiento
se transforma en una situación grave, como los ancianos, debemos recurrir lo antes posible e
incluso una vez al año. Otras situaciones que son propicias, son al someterse a operaciones
quirúrgicas, los alumbramientos, los accidentes, las alteraciones de la tensión arterial, las
enfermedades crónicas y enfermedades de origen desconocido.
El Sacramento de la Unción de los enfermos es un sacramento que da nos solo ánimo, sino que
fuerza al enfermo y a los ancianos a soportar el dolor y la enfermedad, como así mismo, si la
voluntad de Dios lo requiere, el restablecimiento y recuperación de la salud.
(Tomado y adaptado de http://www.sacramentos.org/sacramentos0066.pdf)

Sacramento Origen Ministro Sujeto Materia Forma Efectos


Bautismo Mateo Diácono, Si es niño: Agua que se "NN yo te Borra el pecado
28,19-20 Presbítero y Infante Si es derrama tres bautizo en el original (en el
Obispo. adulto: veces sobre la nombre del adulto también
Ministro Catecúmeno cabeza Padre y del Hijo los pecados
Laico: y del espíritu personales)
Cualquier Santo" Nos hace hijos
persona en de Dios
caso de Nos hace
necesidad miembros de la
Iglesia.
Eucaristía 1 Co Sacerdote Comulgante Pan y Vino "Tomad y Recibimos a
11,23-32 (Obispo- quien tiene comed todos de Jesús y nos
presbítero) que estar en él..." (Las unimos con él.
gracia de palabras de la Nos alimentamos
Dios y consagración) con el Pan de
preparado Vida para tener
debidamente; vida eterna.
para saber a Recibimos fuerza
quién va a de este alimento
recibir. para cumplir el
Evangelio.
Nos unimos entre
nosotros como
cuerpo de Cristo.
Confirmación Hch. 1,3-8 Obispo Confirmando: Imposición de 'Recibe por esta Recibimos el
el que tiene las manos y señal el don del Espíritu Santo
que crismación en Espíritu Santo'. con sus siete
prepararse la frente. dones.
para ser un Recibimos la
testigo de fuerza y la gracia
Cristo. para convertirnos
en testigos del
Señor y de su
evangelio en la
Iglesia y en el
mundo.
Reconciliación
(Confesión)

Unción de los
enfermos.
Realice la lectura del anexo (audiotexto), presentado por el profesor en la clase: “Las prostitutas van
adelante” de la serie “Un tal Jesús, la buena nueva contada al pueblo latinoamericano”.

Describa aquí lo que más le llamó la atención del audiotexto:


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Observe y analice el video presentado por el profesor sobre la realidad de las


comunidades del Sur de Bolívar en las que se evidencian situaciones de marginación,
de muerte, de pobreza, y de enfermedad. Plasme su opinión sobre el mismo a
continuación y relaciónelo con los contenidos de la guía:

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Se hará la puesta en común del anexo y el video y la clase comunitaria.

Acción litúrgica y algo más…


1. Participe con interés del taller de aplicación a manera de acción litúrgica grupal en la que, a
partir del anexo 2, “El Anti-génesis”, pueda usted identificar aquellos elementos que en la sociedad
colombiana dejan traslucir los efectos del pecado, de la enfermedad y de la muerte. Estos elementos
los consignará en el recuadro siguiente:
Elementos que en la sociedad colombiana dejan traslucir los efectos del pecado, de la
enfermedad y de la muerte:

2. En tríos, organizados por el profesor:

a. Haga lectura de los artículos de la Revista Mensajero, que se entrega mensualmente a


las familias de los estudiantes, correspondientes a los meses de julio (“El fracaso escolar”) y
octubre (“María y la liberación de los pobres”) de 2009 y marzo de 2010 (“Lecciones de guerra
para proponer la paz” y “denunciar la injusticia también es algo que se aprende”).
b. Identifique la relación de los artículos con los sacramentos de unción y reconciliación.
c. Exprese qué le pareció importante en cada una de las lecturas y por qué.
d. Busque una cita bíblica relacionada con la lectura y diga por qué dicha cita es pertinente
frente al artículo leído y frente a los sacramentos de curación.
El resultado de la reflexión se plasmará en documento Word.

¡Evitemos la destrucción!
Plantee por lo menos dos acciones que impidan la destrucción a que se ve abocada nuestra
sociedad, de acuerdo con lo reflexionado hasta el momento en clase. Para ello resuelva las
siguientes interrogantes o cuestiones:

¿Qué propone usted? Y ¿Cómo hacerlo?

La respuesta a estos interrogantes desarróllela en el recuadro que aparece a continuación. Se


realizará la puesta en común ante el grupo, a través de una mesa redonda.

Mis acciones propuestas para evitar la destrucción

Esta es mi propuesta

Así la llevaré a cabo

Profundice y ore…
“...Mientras Leonardo da Vinci pintaba La última cena, se enfadó con cierto hombre, perdió los estribos y le dirigió
unas palabras hirientes. Al reanudar su tarea, intentó pintar el rostro de Jesús, pero como estaba tan enojado no
logró serenarse para realizar esa labor con la necesaria minuciosidad. Finalmente, soltó los pinceles y buscó al
hombre con el que se había enemistado y le pidió perdón. Este lo perdonó y Leonardo se puso manos a la obra y
pudo terminar el rostro de Jesús. Es difícil estar enojado con alguien cuando se contempla el rostro de Jesucristo.
Si guardamos rencores y no perdonamos es porque perdemos de vista al Señor…”.
Congregación Hope

“…Se necesita una gracia sobrenatural y divina para perdonar y dejar que Dios sane nuestras heridas espirituales.
La naturaleza humana nos inclina a querer tomarnos la justicia por nuestra mano castigando a quien nos hizo
daño, o por lo menos haciéndole sentir el mal que nos haya hecho. Jesús nos enseñó a orar así: «Perdona
nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Sin la ayuda de Él, ni siquiera
podemos rezar esa oración. Dios no solo puede darnos la gracia para perdonar, sino también para olvidar. Con Su
ayuda, podemos hacer caso omiso de las ofensas, dejarlas de verdad atrás y no volver a hablar de ellas. Así es el
amor divino y sobrenatural que todo lo abarca y que solo Jesús puede dar. De esa forma nos ama. Gracias,
Jesús…”
David Brandt Berg

¿Qué me enseñan estas lecturas?

La espiral de la violencia sólo la frena el milagro del perdón.


Juan Pablo II

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