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El énfasis repetitivo en las bocas de esta triple alianza, como elemento central del
pequeño episodio, no es casualidad. El diablo tiene boca, ¡y qué boca!, y por su boca
busca imponerse. La bestia llena su boca con blasfemias contra Dios (13:5-6). El
Cordero, por la espada que procede de su boca (19:15,21, cf. 1:16; 2:16), vencerá a
los espíritus malignos que vomita, como ranas asquerosas, las bocas de la satánica
troika. Aune (1998A:894a) ve aquí un juego de palabras, ya que la palabra que
sigue, pneumata ("espíritus"), también significa "aliento" que sale de la boca. Josefo
(Ant 8:45-48) reporta que un exorcista judío, de nombre Eleazar, sacaba demonios
por la boca o la nariz de los endemoniados. Hermas vio la visión de "una fiera enorme
... de cuya boca salían langostas de fuego"(Vis 4.1.6). En un pasaje fascinante del
Apocalipsis de Esdras (griego), Esdras lucha por no perder su alma (ApEsd 6:2-15;
no morir):[3]
El ángel propone después sacar el alma por la cabeza, los pies y hasta las uñas, pero
para todo Esdras tiene una respuesta hasta que el Hijo amado baja y le persuade a
Esdras a entregar su alma.
Los sapos y ranas son una evidencia del sentido de humor del Creador. Peterson
(1988:163b) anota que para Juan, la maldad del triunvirato diabólico "sólo puede
expresarse por la fealdad cómica de tres ranas". Captando la veta humorística del
Apocalipsis, Peterson afirma que "la visión de Juan toma la maldad en serio, pero no
demasiado" y cita a Santa Teresa de Ávila:
Para entrar en el significado de este relato, conviene preguntarnos por qué la troika
satánica, en vez de actuar directamente para provocar su guerra, optan por actuar por
medio de estos tres espíritus-ranas que ellos vomitan de sus bocas. Es obvio que
este relato de las tres ranas es una relectura muy adaptada de la correspondiente
plaga de Egipto (Ex 8:2--13; Sal 78:45; 105:30; Sab 19:10).[4] En el Apocalipsis, más
que una simple molestia doméstica (cf. la muy dramática descripción en
Jos Ant 2:296, hasta el hedor que emitían), las ranas ahora son espíritus malignos
que, en servicio del diablo y sus aliados, llevan su influencia satánica hasta los
confines de la tierra y sobre todo, van armando "la madre de todas las guerras". De
eso no hay nada en Éxodo. Aquí Juan ha politizado a las ranas y las ha convertido en
espíritus militaristas. A la vez, insiste de nuevo que el imperio es una fuerza
demoníaca.[5]
Estas extrañas ranas son espíritus de demonios que hacen señales milagrosas
y que salen a reunir a los reyes del mundo entero para la batalla del gran día del
Dios Todopoderoso (16:14). ¡Las ranas, que en el relato del éxodo, eran una señal,
ahora hacen señales![6] En esto siguen a la segunda bestia, que "hacía grandes
señales milagrosas...a la vista de todos", para engañar a la gente e inducirlos a
adorar a la bestia (13:13-14; cf. 19:20). Como profeta hacía señales, y como falso,
engañaba. De hecho, era común que los promotores de diferentes religiones, como
también del culto al emperador, apelaban a supuestos milagros para promover su
causa.[7] El falso profeta conducía a todos a la idolatría del culto al emperador, y
ahora estos espíritus salen hasta los confines de la tierra para movilizar a las
naciones para la guerra.[8]
Es evidente que los "tres espíritus malignos como ranas" (16:14 griego), vomitados
por los tres grandes enemigos de Dios y su reino, son precisamente agentes de la
propaganda del dragón, la bestia y el falso profeta. Salen de las bocas de ellos tres,
es decir, de su palabra, de su órgano máximo de comunicación. Están especialmente
cercanos a la segunda bestia, que muchos han identificado como "el Ministro de
Propaganda" del imperio (Bruce 1969:653; Osborne 2002:591 y muchos). Igual que
éste, realizan milagros engañosos para convencer a la gente y fomentar la idolatría
del sistema (13:11-18). Ahora salen de las bocas malvadas a multiplicar esas bocas
en el mundo entero, como los tentáculos del dragón y los transmisores
multiplicadores del diabólico mensaje del imperio.[15]
Llama la atención que la troika diabólica no envió todo un ejército de ranas, lo que
no les hubiera sido difícil, sino sólo tres, una por cada boca de ellos. Contreras
(1990:225) destaca la facilidad de estas ranas de moverse en silencio y oscuramente,
en trabajo clandestino. Estas tres ranas, insufladas por la boca de sus amos, tienen
un poder de convocatoria para llevar a la guerra a todos los reyes del mundo. Hay un
consenso muy amplio que simbolizan el poder de difusión de la propaganda (Caird
1966:206; Ford 274; Osborne 2002:591; PRich 1994:117). Para Carballosa
(1997:313) representan los medios de comunicación masiva con que el anticristo
engañará a las naciones. En la antigüedad, las ranas a menudo se asociaban con
brujos, hechiceros y embusteros (Artemidoro 2:15; Plinio, Historia Natural 18.294.361;
32.48; Thompson 1998:155; Ford 1975:274a). Hoy podríamos decir que simbolizan
sobre todo la brujería hechicera de la pantalla de la televisora.
Estos espíritus-ranas tienen una tarea muy específica: movilizan a todo el mundo
para incitar a la guerra (16:13,16). Esto no debe sorprendernos. Cuando un imperio
se absolutiza, en seguida justifica matar para defender los intereses supremos del
sistema.[16] Por otra parte, cuando se quiere iniciar una agresión armada, hay que
justificarla y provocarla, y para eso está la propaganda. Muy pocas guerras se han
buscado con verdades; generalmente se recurre a la propaganda falsa para
justificarlas. Con razón se ha dicho que la primera víctima de la guerra es la verdad
misma.
Al comparar la eficiente red de propaganda del imperio con ranas, Juan los
ridiculiza con sutil humor.[17] El punto de analogía con las ranas no es sólo su
apariencia entre fea y ridícula, sino también el sonido de su necio croar. Según
Barclay (1999B:148-149),
Las ranas son famosas por su constante y molesto croar
-- brekekekex lo llamaba Aristófanes. "La rana -- decía
Agustín -- es el más locuaz de los vanidosos" (Homilía
sobre el Salmo 77:27). El croar de la rana se considera
universalmente como un símbolo del hablar sin
sentido.[18]
Beale (1999:832-833) comenta que las ranas de la plaga bajo Moisés parecían ser
inocuas, sólo una molestia, pero destruyeron y devoraron a los egipcios (Sal 78:45; cf.
Jos Ant 2:296). Algunos rabinos afirmaban que el croar de las ranas confundió a los
egipcios con sus "palabras" (Pesikta de Rab Kahana 7:11; Pesikta Rabbati 17:7; Midr.
Rab. Éxodo 10:6; 15:27). Filón describe "el ruido estridente, doloroso a los oyentes"
de las ranas de la plaga; es un hablar indigno, sin alma y vida, "la voz de la
ignorancia". Es un habla "indisciplinado e ignorante, desordenado y nada musical"
(De Somnis 2:259-260). El croar de la rana "produce ruido y sonido desprovisto de
toda realidad" (De sacr. Abel. 69).
Hoy día andan por todo el mundo ranas que sobrepasan las más apocalípticas
visiones de Juan de Patmos. Los medios de comunicación masiva han experimentado
un desarrollo tecnológico fenomental acompañado por una atrofia y un escandaloso
retroceso moral en cuanto a la ética de su función en la sociedad. Eso incluye la
pornografía y la violencia, pero va mucho más allá. El criterio de la veracidad, tanto en
los medios como en la política y en toda la sociedad (incluso las iglesias),
prácticamente ha dejado de funcionar. Los políticos dicen cualquier cosa que pueda
ganar votos, sin la menor relación con lo que piensan o lo que van a hacer. Las
empresas inventan una mentira y después otra para vender sus mercancías; el
público no los cree pero compra sus productos.
Está muy de modo hablar de "medios de comunicación libres", tanto para condenar
a algunos gobiernos y para elogiar a otros. ¿Pero en qué país son libres los medios
de comunicación? En primer lugar son negocios, controlados por sus dueños y la
clase social que representan. Además, como negocios, harán cualquier cosa para
ganar plata, y muy difícilmente estarán "libres" para defender las causas que no les
convienen. Para lograr las máximas ganancias posibles, cobrarán las mayores tarifas
que los ricos del país pueden pagar, dejando casi totalmente silenciados los intereses
de las grandes pero pobres mayorías.
Necesitamos los ojos del profeta Juan para ver que por las pantallas de nuestras
televisoras se arrastran repugnantes ranas de propaganda engañosa. Eso se
experimenta a la hora de las campañas electorales en cualquier país medio
desarrollado hoy. Los medios están "libres" para los que pueden pagar a los mejores
fabricantes de imagen pública, y después sufragar los astronómicos costos del tiempo
en la pantalla. Resultado: seudo-democracias que son realmente plutocracias y
medio-cracias.[19] ¿Y qué derecho tienen los grandes medios de comunicación, ya
de por sí muy ricas, de lucrar con el futuro de nuestros países y nuestras vidas?
Mientras no se corrija estos vicios y no se controle drásticamente a los políticos y los
medios de comunicación, la democracia no será más que una palabra bonita.[20]
La ciencia de la propagada, como arte de engañar, se ha perfeccionado a un nivel
jamás imaginado antes. Además del bombardeo exageradamente repetitivo, para
"saturar el mercado" con un mensaje, emplean toda clase de técnicas de
manipulación, hasta subliminales. Ha llegado al punto que nadie espere que los
comerciales y la política propaganda digan realmente la verdad. Todo se expresa en
el metalenguaje de los subcodigos. Parece que han tomado como su lema lo que
denuncia el profeta Isaías: "Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo"
(5:20). Ahora "muertes civiles" se llaman "daños colaterales", el colonialismo agresor
se llama "democracia", las instituciones públicas, que pertenecen al pueblo, ahora se
llaman monopolios, y los monopolios privadas que nos invaden se llaman "apertura".
El lenguaje público está gravemente enfermo, atacado por una plaga de ranas. El
lenguaje ha sido prostituido y se asesina a la verdad cada día.