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Entendida la Universidad como generadora del saber, se le atribuyó el carácter de "Alma Mater"
en el sentido de engendrar y transformar al hombre por obra de la ciencia y el saber.
«Ayuntamiento de maestros et de escolares que es fecho en algún logar con voluntat et con
entendimiento de aprender los saberes»
(Partid. II, título XXXI, ley 1.)
Hacia fines del siglo XIV, la palabra empezó a usarse, con el significado que tiene en la
actualidad. Sin embargo, el término más antiguo y que continuó usándose durante mucho
tiempo fue el de STUDIUM o STUDIUM GENERALE.
UNIVERSIDAD:
También llaman universidades ciertos pueblos que entre sí tienen unión y amistad"
En la última acepción de Covarrubias se hace alusión a que, durante la edad media, también se
denominaban "universidades" a un conjunto de poblaciones o de barrios que estaban unidos por
intereses comunes bajo una misma representación jurídica.
Literario, ria. adj. Lo que pertenece a las letras, ciencias o estudios. Es voz latina:
literarius,a,um. Cervantes, Quijote, tom.A cap. 16: "Don Quijote pidió ahincadamente
a D. Lorenzo dixesse los versos de la justa literaria"
La Universidad de Sevilla se denominó "literaria" por Real Cédula de agosto de 1769, que
aprobaba el proyecto de Olavide, constituyéndose en una entidad muy distinta al Colegio de
Maese Rodrigo. Desde entonces, el término aparece en la leyenda que figura en su sello oficial:
"Sigillum Universitatis Litterariae Hispalensis".
1 Sentido Corporativo
En el derecho romano corporación o "Collegium" era la totalidad de
las personas que le conformaban, con entidad jurídica para ejercer
actos como poseer y contratar. Los grupos de personas dedicadas al
menester intelectual se denominan "Studium" o "Universitas",
antecediendo Studium a la palabra Universitas.
2 Universalidad
No parece que exista ninguna fuente semántica común entre los términos "Universitas" y
"Universale". La universalidad del origen de la universitas Medieval está relacionada con las
causas que influyeron en su nacimiento, ontológicas y sociales, además, por las fuentes a que
las universitas acudieron para adquirir sus sistemas administrativos y la apelación al poder
pontificio, para adquirir reconocimiento institucional y como mediadora en los conflictos de la
"Universitas" con la autoridad doméstica, eclesiástica o civil, o sea universalidad de jurisdicción.
También universal, porque buscando todos los saberes los recogió de autores de todas las
culturas y civilizaciones constituyéndose así en su universalidad científica y cultural, y porque
los títulos que refrendaban los conocimientos adquiridos poseían validez universal
para enseñar en todas partes. ("licentia ubique terrarum" o "licentia ubique docendi)
3 Ciencia
La "Universitas" comprende la diversidad de las ciencias y de las
disciplinas convergentes en la unidad del saber. Debemos recordar que
con el término "Epi-Istéme" los griegos reconocieron el triunfo de la
inteligencia al penetrar ésta mediante la observación y el pensamiento
filosófico en la naturaleza misma de las cosas y los fenómenos, superando
el mito y las ficciones en torno a ellas.
La palabra "Episteme" pasó al latín como Scientia del Verbo "Scio" que
significa saber, conocer con razón suficiente y sustentable. También como
el verbo Scire o saber de manera plena.
La palabra latina "Ars" tiene como raíz helénica "Techné" que significa
artificio, lo que se hace o produce con fundamento en el saber.
Paulatinamente se fue diferenciando el hacer mismo o arte del "cómo
hacer" que se consolida en la palabra "Técnica": Saber algo y saber por qué se hace lo que se
hace, con validez universal.
A las artes liberales se atribuyó un origen divino y fue Marciano Capella quien produjo el
primer tratado sobre las "Artes" apoyado en el libro de las "Disciplinae" escrito por Marco
Terencio Varron (116-27) AC. Fue el primero en usar la palabra "Disciplina" para denotar una
rama del saber o un "Ars" concreta, el primer catálogo de las "Artes Liberales"; la gramática, la
dialéctica, y la retórica (el trivium), la geometría, la aritmética, la astronomía y la
música (el quadrivium) y finalmente la medicina y la arquitectura.
La medicina la incluyó Varron por el aprecio de que gozaban las
tradiciones médicas de Hipócrates (460-377 A.C.) y la arquitectura
porque basada en las tradiciones griegas, su técnica permitió en
Roma el uso del arco y la bóveda, y la construcción de anfiteatros
y acueductos. Con el nacimiento de la universidad, la medicina
de la antigüedad griega y clásica llegó también a ingresar a la
nueva entidad de la educación superior, la "universitas",
adquiriendo la capacidad de "facultas", obteniendo categoría al
desligarse de las artes.
No todas las universidades tuvieron los estudios de teología, medicina y leyes, ni en caso de
tenerlas dieron a las tres idéntica importancia.
4 Autonomía de la Universidad
La cuarta nota de la universidad es la autonomía y la más discutida históricamente. En términos
jurídicos, ya hemos visto como la autonomía de las primeras universidades suponía la exención
de las jurisdicciones locales y un margen amplísimo de independencia.
En el caso de la ciencia y el saber, la autonomía debe ser considerada al menos desde dos
aspectos: Por uno, la autonomía propia del poder del saber y la ciencia que la faculta para fijarse
sus propias normas y métodos y los límites de su propia expansión y propósitos. Por otra parte,
la autonomía de la ciencia y el saber, como tales, tienen una función social que cumplir, para lo
que necesitan un espacio jurídico. Aquí se da la regulación del estado.
Pero esta autonomía del saber fué durante siglos amordazada por el poder teocrático, en nuestra
cultura el de la iglesia católica, que imprimió su manera de ver el mundo. Recordemos unas
palabras del sevillano José María Blanco White en la primera mitad del siglo XIX (fué Diputado
de Artes de la Junta de Gobierno de la Universidad Literaria de Sevilla en 1797, por lo que
conocía la institución universitaria):
"Gracias a la unión que hay entre nuestra Iglesia y nuestro
Estado, los teólogos católicos casi han conseguido mantener
la instrucción pública a su mismo nivel. Aún las ramas de la
ciencia que parecen menos relacionadas con la religión, no
pueden escapar de la férula de los teólogos, y el mismo
espíritu que hizo a Galileo retractarse de rodillas de sus
descubrimientos astronómicos todavía obliga a nuestros
profesores a enseñar el sistema de Copérnico como una
hipótesis.
De aquí la intrusión de los teólogos en todas las ramas del conocimiento humano, que
todavía defienden los poderes civiles en gran parte de Europa, pero en ningún otro
lugar tan monstruosamente como en España. La astronomía tiene que pedir permiso a
los inquisidores para ver con sus propios ojos... La anatomía es juzgada sospechosa y
vigilada de cerca siempre que toma el escalpelo, y la medicina tuvo no poco que sufrir
cuando se esforzaba en borrar del catálogo de pecados mortales el uso de la quina y la
vacunación. No sólo hay que creer lo que cree la Inquisición, sino que hay que dar fe
implícita a las teorías y explicaciones de sus teólogos."
"Cartas de España"
José M. Blanco Crespo (Sevilla 1775-Liverpool 1841)
(conocido como Blanco White)
Hasta el siglo XVIII, las universidades españolas fueron autónomas jurídicamente, si bien no lo
fueron en sus enseñanzas; la Iglesia mantuvo su hegemonía y monopolio de la educación
superior hasta bien avanzado el siglo XIX. En estas páginas, tomando la historia de la
universidad de Sevilla como guía, podemos ver la lucha de los poderes civiles y eclesiásticos por
el control de la institución. Si en siglo XIX la universidad desaparece como centro de formación
sustancialmente clerical lo es para pasar a depender del Estado, como un servicio administrativo
más. La libertad académica, entendida como la libertad de profesores y estudiantes para indagar
la verdad y exponerla según su conciencia, sin trabas o intervención estatal o eclesiástica fue el
caballo de batalla.
Habrá que esperar a primeros del siglo XX (el Plan Silió) para que tímidamente recobren su
autonomía administrativa y del saber. Pero la perderá rápidamente por las vicisitudes políticas
del siglo, no recobrándola hasta la Constitución española de 1978, en que la autonomía
universitaria adquiere nada menos que el rango de derecho fundamental (el único cuyo sujeto es
una persona jurídica).
La buena madre de familia es aquella que procura alimentar a sus hijos de modo que crezcan
sanos y fuertes, la que los protege. En el plano intelectual, la universidad debe ocupar ese papel
protector del hombre, debe facilitarle aquellos elementos culturales que lo hagan crecer
interiormente. Como decía el programa de la Institución Libre de Enseñanza a finales del XIX, la
educación debe, además de facilitar una formación profesional, de preparar científicos, literatos,
abogados, médicos, ingenieros... "pero sobre eso, y antes que todo eso, hombres, personas
capaces de concebir un ideal, de gobernar con sustantividad su propia vida y de producirla
mediante el armonioso consorcio de todas sus facultades". A esta finalidad apunta la expresión
latina "alma mater", aplicada a la Universidad.