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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTÍN-TARAPOTO

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS


ESCUELA PROFESIONAL DE ECONOMÍA

ETICA Y ECONOMIA: LA ETICA EN LA ECONOMIA. EL


ECONOMISTA COMO INGENIERO SOCIAL: LA NECESIDAD DE
ETICA PROFECIONAL. LA ETICA, LA ECONOMIA Y LOS
ECONOMISTAS, LA ETICA DE LA SOCIEDAD DEL CONSUMO
CICLO:
VI
DOCENTE:

ESTUDIANTES:

Benavides Villalobos, Nhey Smish


Bustamante Mendoza, Norith
Cotrina Olano, Nestor Alexander
Mundaca Diaz, Carito Marielita
Pinchi Ramos, Marleni Alexandra
Vargas Vargas, Ivan

TARAPOTO-PERU

2019
1. ÉTICA.

Como ya se ha dicho, proviene del griego éthos que significa carácter o costumbre. Rama
de la filosofía cuyo objeto de estudio es la moral. Si por moral hay que entender el
conjunto de normas o costumbres (mores) que rigen la conducta de una persona para que
pueda considerarse buena, la ética es la reflexión racional sobre qué se entiende por
conducta buena y en qué se fundamentan los denominados juicios morales. Las morales,
puesto que forman parte de la vida humana concreta y tienen su fundamento en las
costumbres, son muchas y variadas (la cristiana, la musulmana, la moral de los indios
hopi, etc.) y se aceptan tal como son, mientras que la ética, que se apoya en un análisis
racional de la conducta moral, tiende a cierta universalidad de conceptos y principios y,
aunque admita diversidad de sistemas éticos, o maneras concretas de reflexionar sobre la
moral, exige su fundamentación y admite su crítica, igual como han de fundamentarse y
pueden criticarse las opiniones. En resumen, la ética es a la moral lo que la teoría es a la
práctica; la moral es un tipo de conducta, la ética es una reflexión filosófica (Diccionario
de Filosofía Herder, 1998).

2. ECONOMIA.

Los economistas Benjamin Perles y Charles Sullivan, proporcionan la siguiente


definición de economía: “estudio de los actos humanos en los asuntos ordinarios de la
vida. Explica cómo logra el hombre sus ingresos y como los invierte”

3. LA ÉTICA EN LA ECONOMÍA

En base a lo señalado, se plantea una primera pregunta: ¿En qué medida los economistas
aceptan que la ética esté dentro de la economía?. Es muy conocida una idea o concepción
de la Escuela de Chicago, y de su principal representante como es concretamente
Friedman, en el sentido siguiente: “Las empresas no se tienen que torturar con el tema de
la ética, su principio moral básico es que ganen dinero y que no se preocupen de lo demás,
porque en la medida en que ganen dinero y apoyándose en la mano invisible, ya serán
capaces de crear riqueza, la cual se irá distribuyendo por toda la sociedad”. Hay personas
que aceptan esto; yo lo respeto aunque no lo comparto, como voy a tratar de explicar en
las siguientes líneas. Hay otros individuos que con más sentido común dicen: “El negocio
es el negocio y aquí lo que hay que hacer es subsistir”. Entonces surge el famoso tópico
de “business is business”, y parece que con esto ya se posee un comodín para poder
justificar todo tipo de actuaciones, incluso las que son ilegales. Yo pienso que esto está
totalmente fuera de tono y los economistas, hoy por hoy, rechazan de plano el ‘todo vale’;
la inmensa mayoría de economistas aceptan que hace falta una cierta dosis de ética dentro
de la economía; aunque muchos no saben cómo, otros sí, y hacen propuestas, pero en todo
caso aceptan una cierta dosis de ética dentro de la economía, es decir, unas ciertas
restricciones a la forma de proceder para poder crear valor dentro de una economía. En
cuanto a los términos en los que se plantea la necesidad de introducir la ética dentro de la
economía, es decir, las restricciones de lo que se debe hacer y de lo que no se debe hacer,
ésta es una cuestión clave a la que debemos responder. En general se apoyan los
economistas en una idea de sentido común, que creemos que es lo que muchas veces
mejor funciona, como es: “Los economistas, en tanto que responsables de la generación
de valor y la generación de riqueza en una economía, debemos partir de la hipótesis de
que nuestros recursos son limitados. Lo importante no es sólo el ganar dinero, sino el
cómo ganar dinero. Porque si yo gano dinero maltratando al personal, quemando bosques,
contaminando, etc. es probable que sea capaz de ganar mucho dinero como concepto
general, pero a medio plazo, al cabo de unos años, no tendré más recursos limitados para
poder seguir creciendo y para poder seguir produciendo”. Por consiguiente, la economía
reconoce, cuando se piensa con un horizonte a medio y largo plazo, que tiene una serie
de restricciones, que se tiene que autoimponer una cierta serie de limitaciones que muchas
veces se interpretan en clave de la sostenibilidad. Hay muchos artículos de economistas
en la prensa especializada en los que más que hablar de crecimiento económico se habla
3 de sostenibilidad económica: es decir, hasta qué punto los mecanismos de creación de
riqueza están habilitados para perpetuarse con los recursos limitados que tenemos. Ello
quiere decir que el ‘business is business’ ya no es del todo verdad, puesto que no se trata
de que sólo produzco lo que quiero y como quiero, sino que la economía está diciendo
que hay que respetar unas restricciones, porque si no se aceptan estas restricciones, si no
se garantiza una cierta sostenibilidad, estamos destruyendo la forma de proceder en el
futuro. Un segundo factor que también justifica la necesidad de evaluar la relación entre
la ética y la economía es el protagonismo que está adquiriendo el capital humano. Las
nuevas tecnologías nos están enseñando la importancia fundamental que tienen los
activos intangibles en las compañías: los balances de las compañías representan cada vez
menos el valor de una compañía, lo que provoca que el valor de una compañía esté oculto,
escondido, detrás del balance. ¿Cuál es este valor oculto, estos activos inmateriales?:
Además de la marca, sobre todo las personas, el talento humano, la capacidad de
relacionarse, la capacidad de organizarse, la capacidad de ser imaginativos, la capacidad
de innovar. Todo ello es lo que realmente está haciendo que tengamos un nuevo tipo de
economía, y aunque podamos discutir si es nueva o vieja economía, cada vez más la
realidad económica nos está mostrando que los activos intangibles son esenciales dentro
del proceso de creación de riqueza: a dichos activos no se les puede tratar como un
elemento material más de nuestro inmovilizado; el activo intangible, en este caso las
personas, hay que respetarlas, hay que tutelarlas, hay que formarlas, hay que educarlas,
hay que darles planes de carrera y todo ello son cuestiones éticas; no se trata de pensar
sólo en producir para ganar cuanto más mejor; la economía está yendo mucho más allá
de esto.

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ni.pdf

4. ÉTICA ECONÓMICA.

La noción de ética no resulta fácil, pues a lo largo de la historia este concepto ha tenido
distintos significados por parte de los diferentes filósofos. Además, como señalan
Asnsperger y Van Parijs (2002): “Mientras la ciencia tiene relación con lo que es, la ética
se refiere a lo que ha de ser”. …Mientras que las respuestas a las preguntas de la ciencia
constituyen juicios de hecho o enunciados descriptivos, las respuestas a las preguntas
éticas constituyen, por el contrario, juicios de valor o enunciados normativos o
prescriptivos o evaluativos” (p. 12). Es aquí en donde comienzan las dificultades, lo que
motiva que la mayor parte de los economistas huyan de juicios de valor, considerando
que no son realmente científicos y que se escapan a la finalidad de la ciencia económica.
Sin embargo, como argumenta con acierto Guzmán: “en el ámbito económico y desde los
tiempos de Sócrates, ningún pensador ha cuestionado unos principios básicos que vienen
a constituir los criterios éticos fundamentales en el comportamiento económico: • La ética
está relacionada con los “valores”. • Esos valores deben estar ampliamente asentados en
la sociedad. • El comportamiento económico debe buscar el interés individual. • El
comportamiento económico debe buscar simultáneamente el interés colectivo. Desde la
época de Adam Smith (Profesor de filosofía moral antes que propiamente economista) el
pensamiento económico ha aceptado de buen grado estos principios, pero la falta de
consenso empezó a aparecer a la hora de dar contenido a los dos últimos y, sobre todo de
hacerlos compatibles” (p. 284). La complejidad es enorme, como se puede comprender.
De hecho, los economistas pueden estar de acuerdo en el uso del mismo instrumental
teórico y, sin embargo, diferir en cómo debe ser una sociedad, y qué medios utilizar para
ello. Resulta evidente que no existe la sociedad perfecta pero sí se debe tratar de mejorar
la existente. Desde este punto de vista también se producen diferencias acerca de qué tipo
de sociedad queremos, pero, a mi modo de ver, hay un conjunto de valores que deben ser
respetados, como la existencia de libertades políticas, el disponer de una vida digna sin
privaciones básicas, el posibilitar el acceso a la educación y salud, así como favorecer la
igualdad de derechos y oportunidades, entre lo que es fundamental la igualdad de género.
El crecimiento debe ser compatible con la sostenibilidad del medio ambiente y unos
grados no muy dispares en la distribución de la renta. Los conocimientos técnicos de la
economía son una condición necesaria para lograr estos fines, pero no son suficientes. Es
en este punto en el que debe entrar la ética precisamente para buscar el interés colectivo
que a su vez favorece el individual. Al tiempo el interés individual puede fomentar el
colectivo, pero para ello son básicos la existencia de unas instituciones sociales y
regulaciones que hagan compatibles ambos. Esto es necesario, pues el interés colectivo
no es la suma de los intereses individuales. En todo caso, el avance en estos objetivos no
es el resultado de comportamientos éticos, sino de luchas sociales y reivindicaciones que
se materializan en la consecución de unos valores y un bienestar colectivo, aunque
desigual. Una vez asentados ciertos derechos y valores sí que la ética sirve para reprobar
su incumplimiento más allá de las leyes que penalicen determinadas actuaciones. Y debe
servir de guía para actuaciones en los países que se encuentren más retrasados en este
terreno. La ética deber servir para denunciar situaciones abusivas, como pueden ser la
existencia de la pobreza y del hambre, largas jornadas de trabajo, la sobreexplotación del
trabajo de mujeres y niños, las condiciones lamentables en las que se trabaja, la falta de
derechos laborales y sindicales, la dominación que ejercen los países ricos sobre los
pobres, entre otras cosas. Por ejemplo, el trabajo infantil ha sido abolido en los países
desarrollados, y progresivamente, a medida que avanzaba la educación y el bienestar
material, se ha aumentado la edad legal para incorporarse al mercado laboral. El trabajo
infantil en los países subdesarrollados debe ser condenado y no debe tener ninguna
justificación económica ni de ningún tipo, pues no deja de ser una esclavitud que debe
ser abolida. No es ético el permitirlo o ser condescendiente con ello, aunque se encuentren
razones económicas para justificarlo. Al igual sucede con la duración de las jornadas
laborales y las condiciones de trabajo. La economía no puede quedarse en un mero
planteamiento teórico y abstracto, pues las proposiciones que se derivan de unos análisis
determinados tienen influencia en el bienestar colectivo. La economía al ser una ciencia
social analiza una realidad compuesta por relaciones de producción, distribución,
intercambio y consumo, que se modifican y se transforman a lo largo del tiempo. El
método de análisis no puede ser el mismo, debido a su naturaleza social, que el de las
ciencias puras y experimentales. Al tiempo que las recetas de política económica influyen
decisivamente sobre los ciudadanos. Desde un punto de vista teórico ni desde la política
económica debe estar ausente la ética en la medida que se actúa sobre la gente.

Arnsperger, Ch. y Van Parijs. P. (2002): Ética económica y social. Editorial Paidós,
Barcelona.

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