El documento habla sobre la incautación preventiva y el comiso definitivo de objetos relacionados a delitos. Explica que durante una investigación, el fiscal puede pedir al juez la incautación de objetos usados en el delito o que contengan pruebas. Si hay condena, esos objetos serán comisados y destruidos, salvo excepciones. También permite el allanamiento de locales si el fiscal sospecha que se está cometiendo un delito en ellos.
El documento habla sobre la incautación preventiva y el comiso definitivo de objetos relacionados a delitos. Explica que durante una investigación, el fiscal puede pedir al juez la incautación de objetos usados en el delito o que contengan pruebas. Si hay condena, esos objetos serán comisados y destruidos, salvo excepciones. También permite el allanamiento de locales si el fiscal sospecha que se está cometiendo un delito en ellos.
El documento habla sobre la incautación preventiva y el comiso definitivo de objetos relacionados a delitos. Explica que durante una investigación, el fiscal puede pedir al juez la incautación de objetos usados en el delito o que contengan pruebas. Si hay condena, esos objetos serán comisados y destruidos, salvo excepciones. También permite el allanamiento de locales si el fiscal sospecha que se está cometiendo un delito en ellos.
Articulo 224.- "En los delitos previstos en este capítulo se procederá a la
incautación preventiva de los ejemplares y materiales, de los aparatos o medios utilizados para la comisión del ilícito y, de ser el caso, de los activos y cualquier evidencia documental, relacionados al ilícito penal.
De ser necesario, el Fiscal pedirá autorización al Juez para leer la documentación
que se halle en el lugar de la intervención, en ejecución de cuya autorización se incautará la documentación vinculada con el hecho materia de investigación.
Para la incautación no se requerirá identificar individualmente la totalidad, de los
materiales, siempre que se tomen las medidas necesarias para que durante el proceso judicial se identifiquen la totalidad de los mismos.
En este acto participará el representante del Ministerio Público. Asimismo, el
Juez, a solicitud del Ministerio Público, ordenará el allanamiento o descerraje del local donde se estuviere cometiendo el ilícito penal. En caso de emitirse sentencia condenatoria, los ejemplares, materiales ilícitos, aparatos y medios utilizados para la comisión del ilícito serán comisados y destruidos, salvo casos excepcionales debidamente calificados por la autoridad judicial.
En ningún caso procederá la devolución de los ejemplares ilícitos al encausado.
La incautación como medida de coerción procesal preventiva.
Cabrera (2010) La incautación como medida de coerción procesal
preventiva. Ahora bien, primero habría que decir, que la Incautación es una medida de coerción procesal, susceptible c-e aplicación, en la persecución penal de cualquier figura delictiva, siempre que por la naturaleza del hecho punible investigado sea necesario conservar los elementos, objetos e instrumentos que han sido empleados en la perpetración del hecho punible. La aprehensión de dichos objetos, cumplen una doble función, que pueden ser vistos desde un doble baremo a saber: primero, desde un plano probatorio, en el sentido de servir como fuente de incriminación para la construcción de la teoría del caso y, segundo, desde un aspecto criminológico, de neutralizar la posible comisión de delitos de cara a futuro. En el caso que nos amerita, el legislador ha considerado que la aplicación de la Incautación sea de forma «imperativa», como se desprende del tenor literal del artículo en cuestión, al haberse empleado el verbo en su conjunción "procederá", de modo que el juez de oficio o a pedido de la parte interesada deberá adoptar dicha medida, ordenando la incautación preventiva de los ejemplares y materiales, de los aparatos o medios utilizados para la comisión del ¡lícito y, de ser el caso, de los activos y cualquier evidencia documental, relacionados al ilícito penal; es decir, no sólo se trata de los objetos que materializan el injusto penal (productos amparados por una patente o modelo de utilidad, obtenciones vegetales, marcas, signos distintivos, etc.), sino también todos aquellos aparatos, instrumentos, máquinas, dispositivos electrónicos, etc., que fueron utilizados por el agente (imputado), para la configuración del injusto penal. (CABRERA, 2010)
Como se entiende del tenor literal, la medida de Incautación puede
proceder ante una decisión de oficio por parte del Juez Penal o, en su defecto, por solicitud del Fiscal. Dichas facultades se condicen con lo previsto en el artículo 94° del C de PP, como se señala en su primer párrafo. La distinción, en todo caso, radica en que el precepto procesal hace alusión a una «facultad discrecional» del órgano jurisdiccional, en cuanto a la imposición de la Incautación, en cambio, el artículo 224°, supone un deber prescriptivo, de igual forma que en el caso del artículo 221° del CP.
En lo que al nuevo CPP, se refiere, apreciamos en la lectura del artículo
316°, que la adopción de la Incautación es una facultad discrecional, sin embargo, notamos una diferencia importante, pues quien ejecuta directamente la medida de coerción real es el persecutor público, lo cual se ajusta plenamente a las nuevas funciones que asume el Fiscal en al conducción de la Investigación Preparatoria. Empero, el Fiscal que ejecutó la medida, está en la obligación de solicitar al Juez de la IP, la expedición de una resolución confirmatoria, como se dispone en el inc. 2) del artículo precitado; dicha resolución es en suma importante, en orden a fiscalizar la legitimidad de la medida, si es la no adopción de la misma, hubiese producido una pérdida irreparable, a fin de alcanzar los fines de la investigación («peligro en la demora»). Además, cabe agregar que el juzgador es el único funcionario estatal legitimado para la restricción y/o limitación de derechos fundamentales, con arreglo al artículo VI del Título Preliminar del nuevo CPP.
Aspecto a mencionar, es que la imposición de la Incautación, debe ser
cotejada con las prescripciones normativas, que al respecto recoge el CP, en sus artículos 102° y 103°, concernientes al «Decomiso».
Resulta relevante, haberse dispuesto, la posibilidad de que el Fiscal pueda
dar lectura de los documentos que puedan ser hallados en el lugar de los hechos, indispensable para que el persecutor público pueda tomar contacto con la evidencia del crimen ("corpus delictr). No olvidemos que sobre el Fiscal recae la carga de la prueba, según el modelo mixto -vigente en el C de PP-, con mayor rigor en el caso del nuevo CPP, fuertemente inclinado en el sistema acusatoriogarantista. Actuación que requiere de la autorización del juzgador, por lo que éste podrá negarse. Siendo así, consideró, que ante una negativa del requerimiento fiscal, que el órgano judicante debe exponer sus fundamentos, puesto que sino se estaría avalando una decisión a pura discrecionalidad funcional.
El allanamiento y el descerraje.
Cabrera (2010) Es de verse que el dispositivo legal in comento, también
permite al Juez ordenar el allanamiento o descerraje del local, donde se supone se está cometiendo el ilícito penal. Para ello, el Fiscal, en mérito a las primeras pesquisas efectuadas, debe haber tomado información valedera, de que en un determinado lugar, domicilio, recinto, morada y/o dependencia, se están realizando actos presuntamente delictivos; lo dicho se concuerda, con la necesidad de que la adopción del «allanamiento o descerraje», venga precedida por un requerimiento fiscal («principio de rogación»); lo cual resultada acertado, tomando en cuenta que es el persecutor público quien debe dirigir investigación, mediando el diseño de una estrategia adecuada para la averiguación de la verdad y, no el Juez, como ha de pensarse según la cultura inquisitiva que aún pende en la psique de algunos operadores. El descerraje será necesario, cuando se deba vencer ciertos obstáculos que impiden el acceso al lugar de los hechos, como candados, cerrojos, fieros, etc. El «Allanamiento» no se encuentra reglado de forma taxativa en el C de PP, su regulación la encontramos en la Ley N° 27379 y en el Capitulo V del Título III del Libro Segundo del nuevo CPP.
La incautación como medida definitiva.
Cabrera (2010) Las medidas cautelares, como es sabido, tienen por
cometido, asegurar las consecuencias jurídicas que puedan derivarse de una posible sentencia de condena: la efectiva reclusión del condenado en un establecimiento penitenciario y el alzamiento de los bienes del penado como del tercero civil responsable.
Según lo dispuesto en el artículo 92° del CP, el juzgador en la sentencia
de condena, aparte de la sanción punitiva, debe aparejar la indemnización por concepto de responsabilidad civil y, asimismo, de conformidad con el artículo 102° (in fine), deberá decretar el decomiso o pérdida de los objetos de la infracción penal o los instrumentos con que se hubiera ejecutado. Así, lo recoge el precepto, al haberse dispuesto que en caso de emitirse sentencia condenatoria, los ejemplares, materiales ilícitos, aparatos y medios utilizados para la comisión del ilícito serán comisados y destruidos, salvo casos excepcionales debidamente calificados por la autoridad judicial.
Habiéndose determinado la responsabilidad penal del imputado, queda
acreditado también que los instrumentos y/o objetos que fueron objeto de la Incautación preventiva, fueron a su vez, empleados para la perpetración del hecho punible, por lo que la consecuencia jurídica natural, es el decomiso definitivo de dichos bienes. Máxime, si se trata de bienes de comercio ilícito. Inclusive dicho destino, le repara también a dichos objetos en caso de una Sentencia absolutoria, concordante con el artículo 320.1 del nuevo CPP.
En el caso de los ejemplares ilícitos, bajo ninguna circunstancia procede
su devolución, es decir, aún ante la hipótesis de una sentencia absolutoria o un auto de sobreseimiento definitivo, que puede tomar lugar a efectos de haberse amparado una Excepción de Prescripción de la acción penal o una de naturaleza de acción, puede dar lugar a su entrega. No confundamos la declaración judicial que determina la inocencia del acusado, tal vez por falta de pruebas (in dubio pro reo), con aquellas evidencias, que sin establecer un nexo de vinculación delictiva, son a todas luces objetos y/o instrumentos de naturaleza ilegal.
Referencias
CABRERA, A. R. (2010). Derecho penal parte especial. Perú: Editorial Moreno