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TIPOS

Tal como señala el Dr. Luis Alberto Bramont-Arias Torres , especialista en Derecho Penal,
nuestra legislación ha tipificado en el homicidio por piedad a la eutanasia activa, mas no a
la pasiva (no prolongar artificialmente la vida de quienes indefectiblemente están
destinados a la muerte, en la medida en que tal alargamiento sólo traiga efectos de
sufrimientos), ni la indirecta (que supone el adelantamiento de la muerte -que se conoce
como cierta- mediante el suministro de medicamentos que sirven para mitigar el dolor
físico del enfermo. Así, existen tres aspectos fundamentales para concluir que estamos,
legalmente, frente a la figura de la eutanasia activa u homicidio por piedad: el móvil de
piedad que es el que impulsa al autor del hecho, la petición expresa y consciente de la
víctima y la existencia de dolores intolerables que hacen difícil la vida del paciente.

La vasta doctrina y literatura en general ha efectuado una gran diversidad de clasificaciones


de la eutanasia, por lo que resumiré las distintas diversidades de denominaciones:

Por su finalidad.

a) Eutanasia Piadosa.- Es la que se practica por un sentimiento de piedad hacia el sujeto que
está soportando graves sufrimientos sin ninguna esperanza, con el fin de aliviarlo. Es
necesario resaltar que es precisamente el móvil altruista un elemento constitutivo de la
eutanasia propiamente dicha, de modo que no sería posible hablar con propiedad de la
misma, si falta este elemento. La finalidad que lleva a ayudar a morir no puede ser otra que
la de aliviar los sufrimientos de la persona que los padece, lo que implica una connotación
altruista, compasiva o solidaria.

b) Eutanasia Eugenésica.- Es aquella que se sacrifica en aras del mejoramiento de la raza o


de ideologías políticas al margen de consentimiento y padecimiento de la víctima. Tiende a
liberar a la sociedad de los enfermos y personas que representan una carga .

Por sus medios.

a) Eutanasia Activa.- Es aquella consistente en provocar la muerte del paciente, cuando éste
así lo solicite, a través de acciones positivas, mediante un hacer de agente. Puede ser a su
vez: Directa, cuando se refiere a la muerte ocasionada de modo directo e inmediato,
mediante actos ejecutivos que suprimen la vida del enfermo con la finalidad de poner fin a
su sufrimiento, por ejemplo, la inyección de una dosis mortal de barbitúricos; entre los
casos conocidos de este tipo de eutanasia, se puede mencionar lo ocurrido en Alemania,
donde la enfermera Michela Roider – “El Ángel de la Muerte”, aplicó inyecciones
mortíferas a más de diez pacientes graves para ahorrarles sufrimientos. Indirecta, que
consiste en administrar al paciente enfermo calmante o analgésico para mitigar o aliviar sus
intensos dolores, aunque ello traiga como consecuencia secundaria la anticipación del
momento de la muerte.
b) Eutanasia Pasiva.- Es aquella en que el agente deja de hacer algo que permita proseguir
con la vida del enfermo, el acto consiste en una omisión. Por ejemplo: cuando el médico no
hace nada para evitar la muerte del paciente después de haber constatado su estado de salud
o cuando interrumpe el tratamiento aplicado al paciente suficiente para prolongar su vida.
En esta tipología de clasificación, la distinción entre ambas formas se desenvuelve en un
plano fenomenológico, el primer tipo (Eutanasia Activa) se actúa, y el segundo (Eutanasia
Pasiva), se omite, como se afirma, en una se mata y en otra se deja morir. Sin embargo, el
maestro Hurtado Pozo, refiere que éste no puede ser el criterio para distinguir entre ambos
tipos de eutanasia, sino que interesa, en primer lugar, considerar la esperanza de vida que
tiene el paciente y, después determinar los alcances del comportamiento en función a la
influencia que tiene sobre esa esperanza de vida; así agrega, que la eutanasia es activa
cuando el comportamiento influye negativamente sobre la duración de vida del paciente; y
es pasiva, cuando el médico renuncia a las medidas que mantendrían en vida al moribundo.
Por último, otros han considerado más apropiado hablar no de eutanasia activa ni pasiva,
sino de eutanasia por acción y por omisión, o de eutanasia positiva, a través de una
intervención adecuada, y eutanasia negativa, omitiendo toda clase de ayuda al paciente para
dejarlo morir.

Por su intención.

a) Eutanasia Directa. – Se caracteriza por la intención clara y consciente del sujeto activo
de producir el óbito al que sufre un mal incurable a través de medios certeros como, por
ejemplo, inyectándole una dosis mortal de morfina.

b) Eutanasia Indirecta o lenitiva.- Implica la administración de medicamentos o la


aplicación de técnicas al enfermo terminal que soporta una situación especialmente
dolorosa, con el fin primordial de mitigar sus sufrimientos, aun sabiendo que, como efecto
secundario, es ineludible el acortamiento, no la terminación de su vida. Consiste en la
muerte no querida en su intención que sobreviene a causa de los efectos secundarios del
tratamiento paliativo del dolor.

Por su voluntad.

a) Eutanasia Voluntaria.- Es la que solicita el paciente que adolece de un mal incurable en


pleno uso de sus facultades psicológicas de manera expresa, consciente, y reiterada, ya sea
en forma verbal o escrita. La voluntad del paciente se puede llevar a cabo a través de una
acción (suministración de píldoras que le causen la muerte) o una omisión (suspensión del
tratamiento médico suficiente para la continuación de su vida).

b) Eutanasia no Voluntaria.- Se lleva a cabo cuando se procura la muerte a un ser humano


que no es capaz de entender la opción entre la vida y la muerte, por ejemplo, en las
situaciones en las que existe una pérdida total e irreversible de la conciencia, cuando el
enfermo se encuentra en un estado coma irreversible, o cuando es un enfermo mental. Este
tipo de eutanasia se lleva a cabo sin la expresión de voluntad de la perdida afectada debido
a que no se encuentra en posibilidad de manifestarla y no porque no interese.

c) Eutanasia impuesta.- Es la que se aplica a enfermos incurables, cuando la persona aun


teniendo la capacidad de consentir en su propia muerte, no lo hace, bien porque no se le
pregunta, bien porque se le pregunta y elige seguir viviendo. De las diversas clasificaciones
de eutanasia, esta investigación se resumiría en una eutanasia piadosa, activa y voluntaria,
por lo que el sujeto activo (para nuestra investigación el médico) está exento de
responsabilidad penal, al realizar la conducta piadosa (matar) solicitada expresa, consciente
y reiterada por el sujeto pasivo (enfermo incurable), para poner fin sus intensos dolores.

ELEMENTOS DEL DELITO

El homicidio por piedad exige que el agente actúe con conocimiento y voluntad de poner
fin a la vida del sujeto pasivo, movido por el sentimiento de piedad, caridad,
conmiseración, misericordia o compasión, dada las especiales condiciones en que se
desenvuelve el sujeto pasivo. Es decir, se exige el dolo directo dirigido a poner fin a la vida
del enfermo incurable y, lo más importante, terminar o concluir con sus intolerables dolores
que le agobian. La decisión homicida debe ser producto o resultado del sentimiento de
piedad, si ello no se constata y, por el contrario, se determina que el agente puso fin a la
vida del enfermo incurable guiado por sentimientos innobles, como, por ejemplo, con la
finalidad de heredar, el delito privilegiado en sede no aparece. No es posible la comisión
por culpa, si ello se evidencia, la conducta se encuadraría en el tipo penal que regula el
homicidio culposo, según las circunstancias. De la descripción del tipo penal se desprende
la concurrencia de varios elementos para calificar al homicidio piadoso .Salinas Siccha

- Primero, el sujeto pasivo debe padecer una enfermedad incurable, la misma que
puede ser de naturaleza corporal o psíquica; pero eso sí, debe ser incurable, es decir,
según criterio médico, no sea posible su curación o recuperación. Sin duda, solo los
peritos médicos podrán determinar aquella circunstancia, siendo de importancia su
asesoramiento para resolver un caso concreto.
- Segundo, que el enfermo incurable esté sufriendo de intolerables dolores, si ello no
se constata, el delito de homicidio piadoso no aparece. "Este es un elemento básico
en la tipicidad objetiva, puesto que, si el sujeto pasivo va a morir, pero no está
sufriendo de dolores intolerables no estaremos ante un homicidio por piedad. Este
requisito debe de constarle de manera expresa al sujeto activo, no es suficiente que
un tercero le haya comunicado tal circunstancia".
- Tercero, solicitud expresa y consiente del enfermo incurable al sujeto activo a que le
de muerte. El legislador ha desechado el consentimiento tácito y en consecuencia, y
muy a pesar de muchas personas que irremediablemente caen en una situación de
incurabilidad inconsciente, no podrán ser sujetos pasivos de este delito privilegiado.
Además, la concurrencia de este elemento excluye la petición de un enfermo
mental, la de quien lo realiza bajo un estado no lúcido, etc. En suma, la exigibilidad
de la solicitud realizada de manera expresa y consciente que formule el enfermo
incurable para poner fin a sus padecimientos, excluye numerosos casos en los cuales
el enfermo se encuentra, por su propia dolencia, incapacitado para realizar el pedido
en aquellas condiciones .
- Cuarto, el móvil que orienta la acción del agente, debe ser la piedad, circunstancia
altruista que se le entiende como un estado de dolor o ímpetu de dolor en que hay
ofuscación del ánimo, imposibilidad de control pleno de la voluntad y disminución
de las capacidades de entender y querer. La piedad es la motivación fundamental
con que actúa el agente para poner fin a la vida del enfermo incurable.

Los elementos descritos están debidamente previstos en forma concurrente en el tipo penal
del artículo 112, de modo que si en un caso concreto falta uno de aquellos, el hecho no se
subsumirá al homicidio piadoso sino a otro tipo de homicidio. Los medios empleados y la
forma en que actuó el sujeto activo son irrelevantes para calificar la conducta en estudio,
circunstancias que solo tendrán importancia para individualizar e imponer la pena después
del debido proceso.

De acuerdo Peña Cabrera el primer elemento a destacar, resulta la "enfermedad incurable",


supone ello, que el sujeto pasivo se encuentra padeciendo de un mal que lo aqueja de forma
significativa, que está produciendo estragos en su organismo, a punto tal que le está
propiciando dolores intolerables. Una enfermedad, tiene una cierta patología, puede que se
detecte, pero que no se manifieste aún en visibles afectaciones al cuerpo humano, conforme
va degenerando la enfermedad, pues es un proceso, sobre todo el cáncer, la sintomatología
da lugar a un cuadro más agudo y complicado, generando menoscabo en las facultades
sensitivas y psico-motrices del paciente. De tal forma, que no podemos sujetar la acción
típica, a una probabilidad de lesión en el paciente, se requiere ya la presencia -contrastable
y verificable-, de los efectos de la enfermedad, que deben reflejarse en dolores intolerables.
Si estamos hablando de una enfermedad incurable, debe estar acreditado con un diagnóstico
médico debidamente certificado, un diagnóstico empírico, realizado por personas ajenas a
la ciencia médica, no puede dar la certeza científica que tan delicada decisión amerita. No
será aquí aplicable (...) a una posibilidad de recuperación espontánea, pues tal supuesto no
está contemplado en el tipo penal: si se trata de un enfermo grave, con dolores difíciles de
soportar, pero que según el estado de la ciencia médica podría curar con el tiempo, no
resultaría aplicable el precepto que examinamos, señala ZUBIRI DE SALINAS . La
incurabilidad debe partir, expresa PEÑA CABRERA, de una apreciación de la situación
concreta y determinada por el lugar y todas las condiciones que circundan, tanto al paciente
como del homicida. Punto de la cuestión en verdad importante, primero porque no todos en
este país, cuentan con los mismos recursos para acceder a las ventajas y bondades del
progreso de la ciencia médica, tomando en cuenta que el seguro social a duras penas puede
darse abasto con una determina y limitada cantidad de asegurados, muchos han de morir en
la espera y en las colas interminables que se forman para ser atendidos, sólo quienes
cuentan con su seguro privado de salud, en realidad oneroso, pueden ser atendidos bajo los
alcances de la tecnología médica, pero por lo menos debe contarse con postas de salud, que
puedan acreditar el estado grave de la enfermedad. El grado socio-económico-cultural,
tanto del homicida como del enfermo deben ser valorados, a fin de cotejar los elementos
que exige la norma para su configuración típica, en el sentido, de que su ausencia puede
fácilmente reconducir la conducta a la figura delictiva de asesinato, con las consecuencias
jurídica que ello reporta. En todo caso, si el enfermo estaba completamente desamparado,
no tenía posibilidad de acceder a un médico, siendo los dolores intolerables y la pobreza
extrema, por lo que la esposa, a fin de dar término a tal agonía acomete su muerte, el juez
deberá apreciar positivamente dicha situación, aunque luego (ex -post), se acredite que
dicha enfermedad era susceptible de curar. Lo importante, en todo caso, son los visibles
dolores intolerables y la agónica enfermedad, que han de motivar la acción homicida del
tercero, inducido por el enfermo. No interesa conocer la gnosología de la enfermedad,
interesa que los dolores aparezcan ante la mente del sujeto activo como intolerables, claro
está, motivado por los dolores reales que aquejan al enfermo . Elemento de especial
trascendencia es el consentimiento del sujeto pasivo, pues la norma en cuestión, condiciona
su realización típica, a la "expresa solicitud", del enfermo, para que el tercero acometa su
muerte; por eso se dice con corrección, que el sujeto pasivo es un inductor, al generar el
dolo homicida en el sujeto activo. ¿Es un pedido, un ruego, una solicitud?, basta que se
exteriorice una voluntad lo suficiente firme e inequívoca, que de entender al autor, que el
sujeto pasivo, desea su eliminación, no puede evocar un expresión dubitativa, hipotética,
tampoco una resignación, menos basada en la broma. En definitiva, requiere la constancia
de que el enfermo, hallándose en plenitud de capacidad de entender y querer, demanda de
modo definitivo dicha ayuda . La piedad no puede ser entendida en términos objetivos, sino
que refiere a una especial posición anímica del autor. No es necesario que el paciente
ruegue, suplique al tercero su muerte, basta que manifieste una expresa e unívoca decisión.
En el caso que no sea el propio suicida quien se dé muerte, la afirmación de la libre
disponibilidad sobre su vida demanda la presencia de su voluntad inequívoca de morir .
Queda claro, que nuestro derecho positivo, condiciona la presencia de este injusto, a la
voluntad de la víctima. Quienes consideran precisa la solicitud expresa del sujeto pasivo,
ven en ello un refuerzo del papel central del suicida, que tendría el dominio de un hecho en
el que el tercero ejecutor material de la muerte coopera con una aportación necesaria . 1 o .
La petición expresa y seria de morir de un ser humano ha de ser atendida, de tal manera que
su consideración ha de sobreponerse a cualquier valoración positiva que pueda merecer la
continuidad de su vida. 2°. Sólo esta voluntad, y su efectiva constancia, pueden permitir un
tratamiento diferenciado de la tutela de la vida de un ciudadano. No existen, de ninguna
manera, seres de mayor o menor valor vital . La problemática, estará en todos aquellos que
por una serie de motivos, no están en capacidad de conceder un consentimiento eficaz para
el orden legal vigente; nos referimos a los privados de discernimiento y a los menores de
edad. En el caso de estos últimos, ponemos la barrera de los catorce años, pues los ámbitos
de autodeterminación humana, conforme a las disposiciones del orden penal, no pueden
seguir las directrices del derecho civil, cuestiones de política criminal abogan al respecto;
empero, los menores de catorce años, requieren de la autorización de su representante legal,
esto es, los padres, o quien haga las veces de tutor y/o curador, lo cual hace difícil que el
tercero, previamente antes de dar muerte al paciente, solicite autorización al paciente; por
lo general, sería el propio padre quien da muerte a su hijo, para que finalice el tormento que
esta padeciendo. Donde la voluntad del padre suplantaría a la del hijo, lo que puede generar
ciertas dificultades, que deben ser valoradas concienzudamente por el juzgador, pues puede
que el hecho deba ser reputado como un parricidio. Puede presentarse errores sobre la edad
cronológica de la víctima, que pueda hacer suponer al autor, que se trata de un mayor de
catorce años. Tratándose de privados de discernimiento, igual forma, sería su representante
legal. Debe apuntarse al convalidar el principio de igualdad, todos los ciudadanos sin
excepción tienen el derecho de llevar una vida digna. Puntos en discusión que deben ser
adecuadamente analizados, pues el autor, por su nivel cultural, no ha de saber que
únicamente aquellas personas con capacidad legal de consentimiento, pueden solicitar su
muerte, a efectos de la atenuación punitiva. La modalidad típica puede abarcar tanto la
forma de acción, como de comisión por omisión. De acuerdo a la definición que se dio
sobre la Eutanasia, queda claro, que la abstención de suministrar ciertas medicinas por parte
del enfermero, al enfermo que requiere de ellas, para seguir viviendo o para superar la
grave enfermedad, implica la no realización de una acción orientada estabilizar un peligro
de aptitud de lesión, por quien por ley estaba obligado a hacerlo (Garante) .

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