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2.1 Grecia, Roma y Egipto: principales aportaciones.

Imhotep, médico laico más famoso de la III dinastía egipcia.


El origen de la medicina occidental, la medicina científica, tuvo lugar en el antiguo Egipto. Es un
hecho reconocido tanto por los antiguos como los modernos historiadores. La medicina egipcia
tuvo su esplendor hace 3000 años; Calvo (2003) refiere los testimonios de diferentes papiros, entre
ellos el de Eberts (siglo XVII a.C.) que recopila textos médicos, documenta 876 recetas de
medicina general y describe 500 componentes naturales empleados en diferentes tratamientos; los
Kahun A y B, que es el más antiguo que refiere a la ginecología; el de Edwin Smith, documento
quirúrgico del siglo XVII a.C., que expone un sinnúmero de problemas clínicos; y el de Hearst, que
es un formulario médico que abarca el campo de la magia. El papiro de Londres incluye una serie
de encantamientos; el papiro Rammesseum aborda la ginecología y la artritis; el papiro Carlsberg
No. 8, aborda enfermedades oculares y obstétricas; el papiro Chester-Beatty VI es un tratado de
proctología; y el Papiro de Turín, del Imperio medio, trata sobre mordeduras de serpientes. Las
inscripciones jeroglíficas de la quinta dinastía delatan la existencia de literatura médica científica;
los egipcios fueron los médicos de la especialización, ya que había personas dedicadas a cada
enfermedad, cada órgano, enfermedad interna; la traumatología fue notablemente desarrollada por
el sinnúmero de casos acontecidos durante la construcción de las pirámides. La clínica consistió en
la observación meticulosa, con interrogatorios, palpaciones y maniobras, con lo cual se emitía un
diagnóstico y una prescripción, determinando si podía ser tratada la enfermedad o si los
conocimientos y la experiencia eran insuficientes.
Con el trabajo de momificación quedó patente el uso de sustancias de origen mineral y vegetal,
pero también el conocimiento anatómico. De diferentes papiros se infiere que tenían un
conocimiento anatómico y fisiológico profundo, y que esto era un elemento fundamental para la
práctica médica. Realizaban ya la cirugía con anestesia y utilizaron la morfina para el control del
dolor.
Sin embargo, la medicina egipcia no se separó de la magia y la superstición; el culto a los muertos
y la momificación o embalsamiento fue la práctica identitaria. En Egipto, practicaban la medicina los
sacerdotes, los magos y los laicos que se reunían en la “casa de la vida” (escuela de medicina),
donde se aprendía y se escribían libros; su manutención estaba a cargo del faraón. Cada tipo de
practicante de la medicina tenían sus métodos propios, por ejemplo, el laico practicaba el enfoque
empírico. La concepción de la enfermedad tenía que ver con la acción física de agentes
sobrenaturales, lo cual obligaba a los médicos laicos y hechiceros a trabajar juntos. Los métodos
eran diversos y propios según la edad, el género y la estación del año; en la construcción de las
pirámides tuvieron muchos casos para la práctica de la cirugía, la cual desarrollaron
enormemente.
Las plantas eran uno de los medios terapéuticos centrales: por ejemplo, se utilizó digital en forma
de té para padecimientos cardiacos; raíz de granado para los parásitos intestinales; la corteza de
sauce para aliviar el dolor, entre otros ejemplos. Por desgracia, no se ha podido acceder al
conocimiento de la gama de plantas utilizadas debido a los cambios en la composición florística de
la región propiciados por los cambios climáticos acecidos desde el tiempo de la cultura egipcia. Se
ha recuperado información de uso del regaliz, el cilantro, la algarroba, el ajo, la cebolla, la resina de
acacia, la cebada; la mirra, la nuez, el hinojo, la adormidera, el aloe, el opio, la lechuga; el cilantro,
la menta, el añil, los higos, las semillas de lino, el café, el aceite de ricino, etc.
En cuanto a los productos animales, se utilizó la miel de abeja como antiséptico, la cera, la telaraña
para desinfectar, la grasa de vaca, una amplia variedad de excrementos, etc. De los minerales, se
sabe del uso de la sal del norte o natrón, la piedra de Menfis en polvo usada como anestésico, ocre
amarillo para quemaduras, cobre, plomo y antimonio.
Las formas farmacéuticas utilizadas fueron el ungüento, el empaste, la pomada, el macerado, la
fumigación, los purgantes, entre otros. Los remedios llevaban un promedio de 12 componentes
específicamente seleccionados y cuidadosamente medidos con un sistema propio; utilizaban la
alquimia para la curación, rejuvenecimiento, virilidad, etc. El ojo del Dios Horus se componía de
signos que se utilizaban para la cuantificación y constituyó el símbolo (Rx) de las recetas, y que
aún está vigente.
Desarrollaron adecuadamente las especialidades de dermatología, oftalmología, odontología
(Hesy-Ra fue el primer dentista de la historia, Tercera dinastía, 2600 a.C. Ostenta el título más
viejo de los médicos egipcios), veterinaria, obstetricia (anticoncepción con espigas de acacia, el
diagnóstico de embarazo al orinar sobre semillas de cebada y trigo, y la averiguación del sexo en
el feto también lo hacían mediante plantas). Ya castigaban el aborto, pues importaba mucho la
natalidad.
Los desórdenes psíquicos, como la depresión, fueron atribuidos a causas demoniacas. Los
egipcios eran politeístas; entre sus dioses se encontraban Isis, la diosa de la salud, inventora de
los remedios, y Horus, dios de la luz, que se invocaba en los casos de mordeduras de animales.
Los médicos sun-un eran laicos pero regidos por su Dios tutelar Dyehuty; eran especialistas
itinerantes que podían llegar a ser generalistas según su ingreso a algún centro de cuidados o el
ejercicio de su residencia.
Los médicos uabu-sekhmet, ejercían en el templo con una orientación mágico-religiosa, eran los
médicos a servicio del faraón. Los médicos exorcistas, o subnú, curaban con magia, encantos y
amuletos para enfermedades de la mente y el alma. Para los egipcios, el corazón era el centro del
ser, de la mente y el alma; si el problema era de ese orden, se enviaba al paciente a dormir en un
templo, donde Inhotep implantaba sueños en las mentes de las personas; por la mañana, el
médico interpretaba los sueños para alcanzar la comprensión del ser completo cuerpo, mente y
espíritu (acción que recuerda al psicoanálisis de Freud). Imhotep, fue el médico más famoso de la
III dinastía (2664 a.C.) y vivió hacia 2500 a.C. Era médico laico y estudió en la “casa de la vida”,
llegó a ser el médico del faraón, pero además primer ministro, sumo sacerdote y arquitecto de la
pirámide escalonada de Saqqarah, anterior a las de Gizeh. Fue sobresaliente por sus dotes como
médico, curaba e incluso “resucitaba muertos”, por lo que fue deificado como dios de la medicina
(conocido por los griegos como Asclepios, y Esculapio por los romanos) 1000 años después de su
muerte.

Hipócrates, padre de la medicina occidental. Fuente https://www.google.com.mx/search


La historia de la medicina griega está vinculada a las cuatro etapas de su historia: la Edad oscura
(1100-750 a.C.), la Edad arcaica (776-500 a.C.), la Edad clásica (siglos 4 y 5 a. C.), la Edad
helénica (323-146 a.C.) y la Edad romana (146 a.C. a 330 d.C.). La medicina griega es en la que
se reconoce el tránsito del pensamiento mágico, religioso y metafísico al filosófico, y se inaugura el
pensamiento científico.
Empédocles sostenía los cuatro elementos como la esencia del origen de todo, e incluso la salud
dependía del equilibrio de los mismos. Fue la medicina hipocrática la que cambia el pensamiento
mágico-religioso, construyendo en su lugar una medicina racional y dirigiendo la filosofía y las
prácticas al hombre mismo en su naturaleza terrenal; para él la salud dependía del equilibrio de los
cuatro humores (sangre flema, bilis amarilla, bilis negra), y las cantidades de los humores
dependían de la alimentación y la actividad del individuo. Reconoce dos formas de curación: por
los contrarios o por los similares.
A Aristóteles se debe la creación de la lógica, la cual constituiría el conjunto de axiomas de
pensamiento racional, que siglos después generaría el pensamiento científico como existe hasta
nuestro tiempo, donde se han reconocido otras lógicas que han generado el pensamiento
complejo. Se le atribuye también a Aristóteles la definición de la “escala natural”, basada en la
animalidad (o falta de ella) de los seres vivos, que fue un sistema de clasificación de animales que
tuvo vigencia hasta el trabajo de Lineo. Iturbe y Lazcano (s/a) señalan al respecto que se ordenaba
al mundo iniciando con los animales de sangre roja, descendiendo por aquellos animales con
fluidos diferentes, pasando por las diferentes clases de plantas para llegar finalmente al mundo
mineral; en suma, de mayor a menor vitalidad y complejidad. El trabajo fue basado en los principios
de correlación de órganos y el de continuidad de las especies vivientes. Consideró las especies
inmutables, sin posibilidad de evolución.
Para la clasificación de las plantas, volteamos al aporte de Tirtamo (371-287 a.C.), cuyo nombre
original fue cambiado por Aristóteles quien lo apodó Teofastro Ereso. Originario de la isla de
Lesbos cerca de Atenas, inició sus estudios en la escuela de Platón y con Aristóteles, quien a su
muerte le heredó su biblioteca y lo nombró su sucesor en el Liceo. Presidió la escuela peripatética
por 35 años. Teofastro hizo la primera clasificación sistemática de las plantas en árboles, arbustos,
subarbustos y hierbas, tomando como base sus propiedades médicas. Su obra más importante fue
Sistema Naturae. Produjo la obra De Historia Plantarum en 10 libros y Sobre las Causas de las
Plantas, en ocho libros que fueron la contribución más importante a la botánica hasta el
Renacimiento, por lo que es considerado el padre de la botánica. Por su parte Dioscórides, en el
siglo I d.C., escribió el primer tratado europeo sobre propiedades y uso de plantas medicinales,
denominado De Materia Médica, y describe más de 500 plantas; esta obra fue consulta obligada
hasta el siglo XVII

Teofastro, Padre de la botánica y su obra Historia de las Plantas.


Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Teofrasto
En el campo de la medicina Alcmeón de Crotona, discípulo de Pitágoras, atribuyó al cerebro la
función de centro de la vida orgánica y mental; sin embargo, aún mantenía el pensamiento
dialéctico de que la salud se debía al equilibrio de los contrarios. Empédocles seguía sosteniendo
la teoría de los elementos, la salud dependía del equilibrio entre estos. En el ala del pensamiento
mágico-religioso, se encontró Asclepiades (sacerdote de Esculapio, dios de la medicina, nombre
con el que en Grecia se le conoció a Imhotep), quien empleaba con elementos de tradición y
superstición.
Entre ambos frentes, generalidad filosófica y superstición sacerdotal, surge la medicina científica
con los dos atributos: la experiencia y el racionalismo. Fue en el siglo VI, en la isla de Coo, por el
célebre Hipócrates (470-370 d.C.), que la ciencia médica finalmente se basó en el conocimiento
inductivo. Sin deducción de principios teóricos a priori ni actividad meramente práctica, el
conocimiento se logró mediante centenares de observaciones clínicas escrupulosas realizadas por
más de una persona. El método fue rigurosamente empírico, pues no había una terapia idéntica
para todos los pacientes, aunque se tenía en consideración la personalidad del enfermo. Los
principios rectores de la práctica médica de Hipócrates fueron la curación por los contrarios y por lo
similar; su ciencia se condensó en su obra Corpus Hyppocraticum, de aproximadamente 70
tratados. Esta obra fue la base de la enseñanza médica por mucho tiempo, y tuvo un renacimiento
en los siglos XVI y XVII. La subdivisión del trabajo del médico cirujano, ginecólogo, odontólogo,
etc., se encuentra en los médicos de Alejandría en la primera mitad del siglo III a.C. Médicos
notables fueron Herófilo de Calcedonia y Erasístrato de Ceos; el primero desarrolló un trabajo
conde corregía a Aristóteles en torno a las funciones del cerebro, las cuales había atribuido al
corazón. Además, describió la meninge, el cerebelo, subdividió los nervios en sensoriales y
motores, aportó al estudio del sistema circulatorio, genitourinario, intestino, además de que nombró
al duodeno. Su trabajo fue eminentemente empírico.
En el siglo I d. C., se redactó el Historia Naturalis por el almirante romano Plinio el Viejo. Obra
enciclopédica que constaba de 37 tomos en la que describen muchas especies de plantas y
animales, fruto de texto antiguos y de su propia observación. Con esta obra se inicia el campo de
estudio de la historia natural, cuyo objetivo sería conocer, describir y clasificar los diferentes
objetos del mundo natural. Incluía datos de animales y plantas, tales como su forma, uso medicinal
además de sus partes u órganos (Iturbe y Lazcano). El sueco Carl Von Linneo, a mediados del
siglo XVIII, en su obra System Naturae, sentó las bases de la actual taxonomía y nomenclatura,
con lo que estableció un sistema jerárquico basado en categorías taxonómicas que, de mayor a
menor, fueron phylum o división (en plantas), clase, orden, familia, género y especie.
Galeno de Pérgamo (129-199 d. C.), fue el gran médico de la escuela romana. Productor de
alrededor de 400 escritos, de los cuales se conservaron unos 80, entre ellos: Sobre el Uso de las
Partes, Sobre los Procedimientos Anatómico, Ad Glauconem, De Metodo Medenti (tratado de
patología), entre otros. Su influencia comprendió el Bajo medioevo, del siglo XII al XV.
Romero (2011) sostienen que a Galeno se atribuye la fundamentación científica de la medicina. Su
orientación fue ecléctica, pues tomó el finalismo de Aristóteles y aceptó la teoría de los humores y
la idea de los centros de control del organismo, que se enuncian en la tabla superior. A Galeno de
se debe la idea de los temperamentos, y su orientación científica retoma una práctica muy
identitaria de Hipócrates: el trabajo clínico.
En la aplicación de la fisiología, Galeno utiliza los hallazgos de la disección anatómica; el método
de diagnóstico que realizó fue eminentemente práctico, y culminó siempre con un pronóstico. Fue
formado por Satyro en la tradición hipocrática. Su instrucción incluyó filosofía y lógica como
elementos imprescindibles en la formación de sus postulados médico. A él se debe la
incorporación de la anatomía como elemento objetivo (por observación y experimentación),
inseparable de la medicina y la esencia de la cirugía. Diseñó un modelo anatómico y funcional para
explicar el proceso salud-enfermedad.
Las causas de la enfermedad las dividió en internas (constitución del paciente), externas (exceso
de comida, ejercicio o actividad sexual) y o inmediatas; reconoció también la multicausalidad de la
enfermedad. Consideró la salud y la enfermedad como proceso natural, perfectamente
comprensible y modificable; no requirió metafísica o credos.
Los procesos naturales fueron la esencia para integrar un sistema causal y terapéutico. Su método
siguió el principio contraria contraris curantur, o curación mediante agentes contrarios a su
producción. Los medios terapéuticos más utilizados y expresos en su materia médica, fueron
polifarmacéuticos: los cocimientos, infusiones, pastillas, píldoras, polvos, enjuagues, inhalaciones,
supositorios, clísteres anales y vaginales, linimentos, cataplasmas, cosméticos, etc.

Doctrina médica de Galeno. En gris, el aporte hipocrático; en gris medio, aporte galénico y en claro
la ampliación medieval. Fuente: Bayer (1994): http://www.medigraphic.com/pdfs/abc/bc-
2011/bc114g.pdf
El médico austriaco Aureolus Filippus Teofrasto Bombasto de Hohenheim, también conocido como
Heophrastus Bombast von Hohenheim, pero mejor conocido como Paracelso, nació en Zurich en
1493. Alquimista, astrólogo y médico, por su amplia formación, su práctica médica recupera los
cuatro elementos, e incluye elementos de compromisos religiosos, como la fe, causa de la
enfermedad y la salud. Como astrólogo, su obra Astrum o Sydus (astro o constelación) expone la
idea del hombre como microcosmos. Como alquimista, estudió elementos minerales en la curación
y los explica en términos de elementos y su equilibrio.

Obra botánica de Paracelso. Fuente: https://www.google.com.mx/


En su libro Liber Paraganum, Paracelso acuña el término espagiria (término sinónimo de química),
que define la producción de medicinas a partir de plantas mediante métodos alquímicos,
considerando la influencia astrológica. La espagiria es la tintura de la planta a la que se agregan
las cenizas calcinadas para potenciarla; la palabra refiere a la extracción, separación y luego a la
recombinación. El propósito de la alquimia no era la producción de oro, idea muy difundida, sino la
producción de medicamentos; para él la medicina descansaba en cuatro pilares: la astronomía, las
ciencias naturales, la química y el amor. El balance de su medicina lo fue llevando poco a poco por
el camino científico, alejándose de la escolástica. Paracelso asocia los temperamentos galénicos a
los cuatro sabores fundamentales, algo que ha quedado en el lenguaje coloquial de nuestro tiempo
por ejemplo al mencionar el carácter dulce (tranquilo, flemático), etc.
Es importante señalar cómo fusionó la medicina con la farmacología, por lo que es necesario
recuperar hechos históricos de la medicina islámica. En el siglo IX, Dinawari escribió sobre 637
medicamentos; para el siglo XII Ibn al-Baitar describió 1400 plantas tanto alimentarias como
medicinales, y también introdujo el método científico experimental en la medicina. El trabajo de
este último científico fue el parteaguas donde la medicina se convirtió en ciencia de la farmacología
(Huff, 2003).

2.1.1 Principios fundamentales de la medicina griega, romana y egipcia.

Cada sistema médico es poseedor de principios elementales que lo conforman como tal. Los
principios fundamentales de las medicinas en Europa y el norte de África se sintetizan en los
siguientes apartados.
La herbolaria y la medicina egipcia
La medicina egipcia fue un parteaguas en la transición del pensamiento mágico-religioso y el
pensamiento racional; fue una medicina ecléctica, particularidad que permitió la coexistencia de la
medicina mágico-religiosa y la medicina empírica-laica; de esta última va surgiendo la medicina
científica tanto por sus métodos como por su fundamento. En sus métodos, el principio clínico se
aplicaba a partir de la observación meticulosa y el interrogatorio, la palpación y las maniobras; con
ello, se construía el diagnóstico y el pronóstico, y los métodos se diversificaron según la edad y el
género y la estación del año. De la práctica laica de la medicina surgió la especialidad
(traumatología, ginecología, la reumatología, proctología, etc.) que fue diversa y cada vez más
apegada a la naturaleza, separándose de las deidades. Conocieron bien la anatomía durante el
periodo de construcción de las pirámides, conocimiento que se ejerció basado en el principio de los
contrarios, es decir, con tratamiento por posición a la causa de la enfermedad. Los recursos
terapéuticos fueron muy diversificados: las plantas fueron un medio terapéutico por excelencia, de
importancia tal que no es posible imaginar los alcances de la terapéutica egipcia sin plantas. El
principio de alquimia ya estaba presente en la medicina egipcia, así como un conocimiento del
contenido interno de la planta, la manera transformarla mediante manipulación, básicamente por
fuego, hasta conseguir un elemento terapéutico.
La herbolaria y la medicina griega
La medicina griega sintetizó lo mejor del conocimiento y la práctica médica egipcia y ayurveda; a
partir de esos elementos, fue posible el desarrollo de nuevas formas de pensamiento, expresadas
en la filosofía y la ciencia, así como por la ausencia notable del pensamiento mágico-religioso. Con
Hipócrates se fundamenta la medicina científica en el principio metodológico de inducción. Con
Herófilo de Calcedonia, la anatomía se convierte en un referente obligado para la práctica médica
empírica. A Hipócrates se le atribuyen los principios de similitud y contrarios, aunque más bien fue
impulsor de ellos, puesto que ya eran conocidos en los textos de ayurveda. La ciencia griega
incorporó la lógica formal aristotélica con lo que surgió la medicina racional que recurre a la
naturaleza y deja de lado a los dioses. Con el principio lógico, la linealidad causa-efecto entra a la
medicina y así, por el método de contrarios, opone el agente terapéutico a la causa de la
enfermedad. Dioscórides aportó una materia médica donde describieron las propiedades
medicinales de algunas plantas.

Materia médica de Dioscórides. Descripción de la mandrágora.


Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:NaplesDioscuridesMandrake.jpg
En Grecia se incorpora otro sistema de pensamiento: la filosofía racional. Representada por la
lógica y la ciencia, fue construyendo un método vinculado al estudio de los fenómenos naturales
(entre ellos, las enfermedades). Las sustancias transmutan en otras, y fue el razonamiento
aristotélico el que fundamentó la alquimia griega (idea que termina con el nacimiento de la química
moderna del siglo XVIII, pero que tendría su máxima expresión en la Edad media; hay que
mencionar que la teoría atómica (fundamentada por Lavoisier en el siglo XVII) tiene su antecedente
en el atomismo de Demócrito. Las sustancias de las plantas, con la filosofía atomista griega, se
podían explicar con base en el concepto de elemento, solo que muy diferente a los elementos
metafísicos de Empédocles y Aristóteles; de este modo, estaba naciendo el concepto de elemento
químico a la manera de la teoría atómica de Lavoisier, que llegaría hasta el siglo XVIII; con
Lavoisier se funda la química moderna y así finaliza definitivamente la vertiente mágico-religiosa de
la alquimia.

La herbolaria y la medicina romana


Galeno fue el impulsor de la vertiente heredada de Hipócrates. Los principios de la medicina
racional fueron aplicados a su práctica: observación como la base de la clínica, síntomas objetivos,
conocimiento por vía de la deducción, interpretación basada en la fisiología y la anatomía. El
principio de multicausalidad (internas, externas y conjuntas o inmediatas) de la enfermedad fue un
aporte importante. El principio natural heredado de Grecia, que genera y explica y resuelve la
enfermedad, lo sitúa en la línea de la medicina laica-empírica egipcia. El principio de curación por
los contrarios proviene de esa fuente, pero es él quien la cultiva, maximiza y hereda a la medicina
occidental moderna; el uso de las plantas medicinales siguió este último principio. Galeno trabajó
fuertemente la polifarmacia, y las plantas fueron la materia base para el diseño de sus preparados
medicinales. En honor a él, se les llama formas galénicas a los preparados en cápsulas,
comprimidos, crema, decocción, elixir, infusión, jarabe, tintura, ungüento, etcétera. Galeno utilizó
grandes dosis de mezclas de drogas, incluyendo ingredientes de plantas, minerales y animales.

2.1.2 Función de la herbolaria en las civilizaciones europeas y Egipto.

La herbolaria fue columna vertebral en los sistemas médicos egipcio y europeo, sin menospreciar
el aporte de la anatomía y la fisiología, así como la práctica de la cirugía; en el mismo continente
europeo se consolidó el nacimiento de la química, con lo que un nuevo capítulo en la terapéutica
se abriría al conocerse la composición química de las sustancias obtenidos de las plantas
medicinales. El viejo sistema de utilizar las plantas por sus resultados se vio acompañado de la
consolidación de la química como ciencia, donde las plantas se administrarían por los efectos
propiciados por su contenido químico.
El conocimiento desarrollado en Europa en torno a la medicina y la herbolaria constituye el
parteaguas en la historia de la metodología terapéutica. La vertiente herbolaria se sustenta en la
filosofía y en la tradición étnica y folklórica, así como en el conocimiento ganado por la experiencia.
La vertiente de la fitoterapia representa la validación científica mediante la separación de los
componentes, con el fin de generar principios activos que consolidarían la farmacia moderna.
La fitoterapia es el tratamiento médico con plantas o productos vegetales no purificados. La ciencia
que se encarga de averiguar la composición química de las plantas es la fitoquímica, y su acción
incluye el aislamiento, análisis y purificación, con el fin de elucidar la estructura química y la
actividad biológica.
En el año de 1815, Seydler utilizó por primera vez el término farmacognosia para denominar la
ciencia que se encarga del estudio de las drogas naturales. Otros términos equivalentes para
denominar a la farmacognosia son materia médica vegetal y biología farmacéutica. Actualmente es
una ciencia consolidada que estudia los productos de origen natural con aplicaciones médicas,
textiles, farmacéuticas, cosméticas y farmacológicas.
El uso científico de las plantas ha tomado dos rumbos: uno, el uso del conjunto de sustancias en
su mezcla natural (fitoterapia); otro, por la separación del principio activo (farmacoterapia). El
principio terapéutico de curación por los contrarios aplica a ambas. Este es el rumbo que tomó la
medicina científica dominante en nuestro tiempo; sin embargo, el uso de las plantas cada vez fue
relegándose a favor de los medicamentos de síntesis química.
No obstante, nos encontramos en un marcado renacimiento por el interés en las plantas
medicinales, incluyendo la iniciativa legal de prohibición de algunas de las más utilizadas, las
cuales se reservarían solo a las empresas farmacológicas ¡En mal momento que eso suceda! Las
plantas medicinales son patrimonio del planeta y los seres humanos de cualquier parte del mundo,
con quienes compartimos la existencia, y tienen derecho a ese y otros recursos que la naturaleza
proporcione.

2.2. HISTORIA DE LA HOMEOPATÍA.

Cristiano Federico Samuel Hahnemann Spiess. Fuente: https://www.google.com.mx/


La vida de Cristino Federico Samuel Hahnemann Spiess, o simplemente Samuel Hahnemann
(1775-1843), ocupa una parte medular de la historia de la homeopatía, la cual inicia en 1790 con la
experimentación con corteza de china officinalis. También ocupa el centro de un largo debate
sobre la validez y cientificidad de la homeopatía. A favor de su cientificidad, hemos revisado la
postura epistemológica y metodológica que la ubican como ciencia empirista y también como
ciencia holista, que tiene validez por sus principios inherentes y no por los que sostienen la ciencia
hegemónica de occidente, cuyos límites ya han sido ampliamente documentados.
Con Samuel Hahnemenn se recuperó el principio de similitud, que la historia occidental atribuye a
Hipócrates pero que, como hemos revisado en la unidad anterior, ya era común en la medicina
ayurvédica. La curación por los similares o similia similibus curantur se opone a la curación por los
opuestos o contraria contrarius curantur, que ha sido la base de la medicina alopática. Ese
principio fue revivido por vía de la experimentación en humanos de todos los agentes terapéuticos
(plantas, animales, minerales, tejidos y órganos, etc.) que inició Hahnemenn consigo mismo al
ingerir la corteza de china utilizada para controlar la fiebre por su contenido de quinina. Con esto,
sigue la tradición de Paracelso al buscar la relación entre el remedio y el enfermo.
Samuel Hahnemann fue heredero de la tradición médica, estudió medicina y química, además de
dominar varios idiomas. La actividad de traductor es la que lo catapulta, pues traduciendo la
materia médica de Cullen, retoma la ley de semejanza. A partir de ello, experimenta en sí mismo
con la corteza de chincona o quina, y registra todos los síntomas que tiene sobre personas sanas
(provings). Luego, prescribió a personas enfermas con síntomas similares a los provocados en
personas sanas en dosis infinitesimales.
Publicó en 1810 El Arte Racional de Curar, donde expresa sus preocupaciones científicas en
relación con esta nueva estrategia terapéutica, la cual fue ampliando en cada edición. La
producción intelectual central de Hahnemann es El Organón de la Medicina Racional (1810), que
se mejoró a lo largo de sus seis ediciones. La obra consta de las siguientes secciones:
Sinopsis del Organón de la Medicina Racional de Samuel Hahnemann.
Fuente: Hahnemann (2006) Organón de la medicina. México. Porrúa.
El contexto científico de los tiempos de Hahnemann fue importante: tuvo una sólida formación en
química, cuyo paradigma, la alquimia de Paracelso, se estaba transformando en la química
moderna basada en la naciente teoría atómica, vigente hasta nuestros días. El uso de las
sustancias para la curación es un parteaguas entre la medicina alopática y homeopática: mientras
la primera se basa en las sustancias aisladas, purificadas y luego sintetizadas artificialmente, la
homeopatía las utilizó en su contenido natural, sin separar y en dosis infinitesimales y dinamizadas
(dilución más agitación). Mediante estos dos procesos, Hahnemann fue produciendo el
medicamento homeopático y sorprendió a la comunidad médica descubriendo que a mayor dilución
el medicamento homeopático era “más potente”; estos tratamientos se utilizaron para los
problemas de orden emocional y mental.
En este nuevo sistema médico, el viejo concepto de physys (de Hipócrates, equivalente al vix
medicatrix naturede Aristóteles, el Qi chino y al Prana del ayurveda) correspondiente a la fase
metafísica de la evolución del pensamiento humano, abstracto e intangible (como el concepto de
vitalidad de la biomedicina) y se recupera como fuerza vital; así, la función del remedio
homeopático es la de estimular la fuerza vital. Integrando ambos conceptos, es correcto decir que
cuando el organismo está en desequilibrio, la fuerza vital que anima el cuerpo se expresa a través
de la vitalidad, la cual estimula al organismo para que restablezca el equilibrio mediante la
producción e síntomas.
Con este concepto, Hahnemann fundamenta la homeopatía en la filosofía vitalista, pero también
promueve la medicina a su fase científica a través de la experimentación pura, directamente en
humanos, pues aplicó las fases del método científico de manera irreprochable mediante la
observación, hipótesis, experimentación pura y clínica, inducción y comprobación de la ley de
semejanza. La fuerza vital es una influencia que dirige todos los aspectos de la vida del organismo:
se adapta a las influencias ambientales, anima la vida emocional del individuo, aporta
pensamientos y creatividad, y conduce a la inspiración espiritual. La fuerza vital incluye una gama
amplia de funciones, estableciendo acción en los tres planos del organismo –mental, emocional y
físico– como mecanismo de defensa que actúa en el contexto de la enfermedad (Vithuoulkas,
1997). La corriente de pensamiento vitalista creyó que esta fuerza vital ponía en contacto al
individuo con la final unidad del universo. Hahnemann se opone a los antiguos empíricos en cuanto
al poder curativo de la naturaleza, representado por el vix medicatrix nature de Aristóteles; para él,
la naturaleza es ciega y obra sin inteligencia, por lo tanto, no hay que imitarla, sino ayudarla
utilizando la inteligencia y la razón (Ballester, et. al. 1999).
Con el advenimiento de las sociedades industriales, la visión materialista del universo creció
mientras que el vitalismo fue cayendo en desprestigio (los experimentos de Pasteur le dan el golpe
definitivo al demostrar que esa entidad que producía la putrefacción eran los microbios, no la
esencia vital). La ciencia positivista naciente –de la mano con el experimentalismo– llegó a
considerar el mundo como completamente explicable en términos puramente mecánicos,
sometidos a las leyes de la naturaleza. Por ahora, sigue siendo dominante, pero también continúa
el proceso de renacer de las filosofías tradicionales. Las ciencias biológicas han asumido esa
visión de mundo (aunque recientemente la visión compleja del mundo biológico ha ganado
terreno), y la medicina alopática va en ese sentido. La homeopatía, a través de la fuerza vital,
asume que los mecanismos físicos y químicos no son más que meras ayudas a la acción de la
fuerza vital sobre el plano físico del organismo.
Con la ciencia positivista inician los cambios desde las ciencias duras. Con las teorías de campo,
relatividad y cuántica (Faraday, Maxwell, Einstein y Heinsenberg como sus promotores), ha
cambiado el panorama del mecanicismo hacia una realidad donde todo lo que existe es el campo
cuántico, lo cual es la entidad física fundamental donde la interconversión materia-energía por
mediación de partículas, no es más que fluctuaciones del mismo campo. En palabras de Albert
Einstein, no hay lugar para el campo y la materia, el campo es la única realidad. El reciente
descubrimiento de la partícula Bosón de Higgs abre una vasta veta de investigación tanto de la
materia visible como de la energía oscura. Al campo se le ha denominado Campo de Higgs.
Algunos homeópatas, como Vithoulkas, han seguido la línea de investigación homeopática que la
consolida como una medicina energética que actúa sobre los campos electrodinámicos biológicos.
Mantiene vivo el concepto de fuerza vital con base en todas las pruebas que se evidencian con la
fotografía Kirlian (1959), que correlaciona fuerza vital y los cambios en el plano mental con el
campo electrodinámico de cada persona. Existe una fuerza vital que anima a todos los niveles del
organismo humano, uno de cuyos aspectos es el mecanismo de defensa; esta fuerza vital posee
todas las cualidades descubiertas por la moderna investigación sobre los campos electrodinámicos
biológicos, e incluso más (Vithoulkas, 1997).
En su búsqueda por la esencia misma, los físicos han rebasado las partículas atómicas que han
dividido cada vez más hasta encontrar partículas elementales o quarks, y tal vez, determinen que
éstas no sean más que “cuerdas” u otra entidad cuyo conjunto vibratorio sea lo que configure la
realidad como la conocemos: dinámica, evolutiva, compleja, caleidoscópica. La física cuántica
cada vez está siendo un sistema de ideas y modelos donde confluyen los viejos sistemas de
pensamiento. La homeopatía es el sistema médico que con mayor naturalidad ha asimilado esta
nueva filosofía y ciencia. La crítica de la esencia de curación a altas potencias (donde no hay
presencia demostrada de moléculas o átomos) encuentra una respuesta en el mundo cuántico. El
equilibrio dinámico de la persona enferma, que persigue toda medicina, se logra por equilibrio en
los polos material y energético que conforman el yin-yang (contrarios/complementarios) de la
realidad, ya sea por la estrategia de la similitud o de los contrarios. Esto es la pretensión de la
nueva medicina que se erige desde las contradicciones que los paradigmas médicos existentes.
La complejidad, como nueva filosofía (atreviendo esa categorización), está configurando una nueva
forma de pensamiento humano. La lógica que la sostiene se basa en principios que se enuncian en
la tabla de síntesis de la medicina integrada y en la lógica compleja –o lógica del tercero incluido–
que se opone a la lógica tradicional aristotélica o del tercero excluido. Haciendo alusión a la lógica
compleja ese “Tercero incluido” que propone Lupasco (1951), en la “nueva medicina”, este “Agente
T” integrará el cuerpo y la mente a la conciencia, el espíritu o el Ser. Este nuevo polo, “PoloT”,
sede del “Agente T” de la triada compleja que forman al ser humano (físico, mental-emocional y
espiritual) será integrador, viabilizador de la situación mórbida, dinamizador de la realidad; será un
agente físico o energético, una situación vivida, interno/externo, que no perseguirá el equilibrio de
opuestos complementarios sino el movimiento hacia otros planos de la realidad, caracterizados por
mejor salud y un estado de felicidad y conciencia plena; es decir, de espiritualidad.
Por parte de la ciencia contemporánea, que ha marcado una seria diferencia con las ciencias
positivistas en cierto tipo de objetos de estudio donde se encuentra la salud, ha devenido en
ciencias de la complejidad que ocupa todo un capítulo en la historia del pensamiento humano. Con
esta nueva filosofía y nuevas ciencias de la complejidad, la disciplina toca fondo como la única
visión para dar paso a la transdisciplinariedad, que como su nombre lo indica, para la construcción
del conocimiento va en, entre y más allá de las disciplinas (Nicolescu, 1998). Tal vez, la medicina
unificada se entienda en conceptos y métodos cuánticos, mixtos, convergentes, complejos o
transdisciplinarios, eso lo dirá la historia que ya ha iniciado a escribirse.
En la homeopatía se ha visto todo el perfil de evolución tanto del enfoque terapéutico como de los
métodos utilizados en los diferentes modelos de salud. En detalle, se puede observar cómo la
homeopatía también incorporó el enfoque causal y sintomático, pero no se ha quedado varada allí:
son solamente dos posibilidades en amplio rango de enfoques que comprende, pues ha
incorporado el holismo y las nuevas corrientes que van de acuerdo al pensamiento
contemporáneo.
Bajo un enfoque temático que utiliza la metodología de prescripción basada en los reinos (animal,
plantas y mineral), con el apoyo informático para establecer relaciones significativas inter-reino, el
homeópata Sankaran (2002, en Owen 2009) ha desarrollado una moderna clasificación de las
plantas de acuerdo con sus sensaciones y reacciones. Sankaran se preguntó por qué los
diferentes remedios de una familia de plantas tienen sintomatologías tan diferentes pero la misma
sensación expresada en diferentes grados o ritmos, profundidad o desesperación; es decir,
diferentes plantas de una misma familia pertenecen a diferentes miasmas. A partir de ese
descubrimiento, desarrolló una tabla de familias botánicas y remedios relacionados con los
miasmas. En este sistema por cada sensación existe una reacción igual y contraria en las
expresiones tanto físicas como emocionales; la reacción puede ser del tipo activa, pasiva o de
compensación. Con este enfoque, el uso de mapas de los reinos y los miasmas conduce a la
prescripción del simillimum. De esta manera, se ilustra cómo la historia de la terapéutica por las
plantas medicinales sigue adelante y no se ha quedado varada en su composición química, la cual
también tiene gran valor, pero no es la única cuando es posible salirse de la lógica y metodología
de la ciencia positivista tradicional.

Modelos enfoques y metodologías. Owen, (2009)


La medicina y la herbolaria de cada momento histórico se ha escrito en el contexto de la evolución
del pensamiento humano, de los métodos, los materiales y los agentes terapéuticos disponibles. Lo
rico para nuestra carrera es que las plantas siempre han estado allí, acompañando cada episodio
de la historia de la humanidad y siendo utilizadas de acuerdo a la concepción de realidad, de salud
y de enfermedad que cada periodo de tiempo y civilización ha construido. No renuncia a esa doble
ascendencia epistemológica y metodológica: herbolaria de base empírica y fitoterapia del orden
racional, científico, yuxtapuestas en la realidad compleja donde se vive el estado de
salud/enfermedad.
2.2.1. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA HOMEOPATIA

La obra máxima de Samuel Hahnemann. El Organón de la Medicina.


Fuente https://www.google.com.mx/search.
El cambio más significativo en la historia de la medicina y la herbolaria europea lo hizo la
homeopatía de Samuel Hahnemann. Los principios fundamentales de la homeopatía contravienen
todo el argumento de la medicina proveniente de Grecia y Roma. Su aporte proviene del principio
de la experimentación pura, con la cual estableció un perfil amplio de síntomas expresados de
manera muy similar a los presentados por los enfermos de paludismo. El arte curativo de la
homeopatía consistió en equiparar los síntomas del enfermo con aquellos que se producían
artificialmente mediante experimentación en individuos sanos; lo hizo mediante el viejo
principio similia similibus curantur (ley de curación homeopática). El preparado medicinal no se
utilizó como lo hiciera Paracelso, en grande cantidades y mezclado con otras sustancia, sino
mediante el remedio único (principio de unicidad) y en dosis mínima (o principio de
infinitesimalidad), y a mediante la dinamización consistente en la sucusión (agitación manual) del
medicamento en la medida que se va diluyendo gradualmente, generando así las diferentes
potencias del remedio hasta niveles de inexistencia de una sola partícula de sustancia curativa
(más allá del número de Avogadro que es 6.023 x 10 23 partículas). El medicamento homeopático,
además, debería cubrir la mayor cantidad posible de síntomas (principio de globalidad) en los
dominios mental, emocional y físico.
Aunque Hanhneman promovió el unicismo metodológico-terapéutico, en la historia de la
homeopatía se reporta un pluralismo metodológico. Los medios terapéuticos también fueron
diversos: plantas, animales, minerales, órganos y tejidos (sarcodes y nosodes), etc., lo diferente
fue la forma de administración: el similar y la dosis mínima; la entidad sanadora, la fuerza vital
estimulada por el medicamento y la visión global y única de la persona contra la eliminación de los
síntomas particulares.
La homeopatía es una ciencia empírica que trata a la persona como única (no existe la
generalización de la ciencia hipotético-deductiva), por lo que su tratamiento es personal y atiende
sus dimensiones mental, general y física. La homeopatía también se basa en leyes como la ley de
curación –ya enunciada– y la ley de curación de Hering, que expresa la dirección de curación: de
arriba hacia abajo, de adentro hacia afuera y de los órganos más importantes a los menos
importantes. Bajo la perspectiva moderna de homeopatía, la salud es la libertad para moverse en
diferentes circunstancias en que uno se encuentra y la enfermedad es la pérdida de esa libertad
(Owen, 2009).
El punto de referencia de esos procesos de la historia de la medicina y la herbolaria tiene una
connotación diferente si se les confronta con los aspectos más sobresalientes del presente. La
medicina moderna, occidental, biomedicina o medicina científica, hunde sus raíces en culturas muy
antiguas, pues cada una de ellas fue aportando un poco a su constitución; fue evolucionando
gradualmente y validándose de manera crítica en cada momento histórico, de manera que los
aportes de cada época se caracterizaron por su validez.
El Positivismo, como corriente de pensamiento, fue la que consolidó a la medicina como ciencia
médica. A partir del Positivismo, la ciencia médica se estructuró bajo los principios de objetividad,
comprobación, reproductibilidad, análisis/síntesis, deducción, generalidad, validez y confiabilidad
crítica; con Popper se incorpora la falsación. La metodología científica es el signo identitario que
incluye la observación, el planteamiento de hipótesis, la experimentación indirecta, la
comprobación (desarrollada en el trabajo clínico), la generalización explicativa y de procesos
prácticos (estandarización). Es una medicina basada en evidencias y se trabaja por el viejo
principio de los contrarios. Diversifica los medios terapéuticos, pero le es identitario el uso de
medicamentos de síntesis química, muchos de los cuales fueron extraídos y purificados de las
plantas. Igualmente, los medios tecnológicos de apoyo son ahora insustituibles por lo que se le
identifica como tecnomedicina.
El principio de objetividad no da cabida a ideas o prácticas mágico-religiosas, metafísicas, místicas
o filosóficas, pues todo cuanto se proponga tendrá que ser sometido a la comprobación mediante
experimentos clínicos a doble ciego; si la propuesta es repetible en diferentes contextos y puede
ser aplicada en la solución de problemas, entonces ganará respecto y aceptación de la comunidad
científica y médica. Para acceder al estatus de conocimiento científico, deberá teorizarse y
publicarse en los medios de divulgación adecuados, y soportar la falsación de la comunidad
científica; basta un desacuerdo en el núcleo conceptual básico para ser presa del descrédito y el
olvido.
2.2.2. FUNCION DE LA HERBOLARIA EN EL SISTEMA MÉDICO HOMEOPÁTICO.

A lo largo de la historia de la medicina y la herbolaria en Europa, se ha producido una estrategia


terapéutica homeopática opuesta al sistema científico-racionalista que se había venido formando
desde las civilizaciones egipcia, griega, romana (incluyendo aportes del ayurveda y la medicina
árabe). La homeopatía, como sistema médico, es muy reciente, y está viva en el presente, por lo
que la tomaremos como sistema comparativo respecto a la biomedicina, para ir preparando la
discusión crítica de cierre de la unidad.
Comparativo entre homeopatía y alopatía. Fuente: elaboración propia
En la matriz comparativa mostrada se muestran los dos sistemas médicos como totalmente
contrapuestos. Tal acto llevaría a un giro del razonamiento que concluya que una de ellas sea falsa
medicina, no tenga ninguna utilidad e incluso deba eliminarse. Ese es el razonamiento lineal,
simplificador y reduccionista que el pensamiento holista, crítico o complejo, elimina a través del
sustento de una nueva lógica. Así la lógica dialéctica los hace opuestos, pero complementarios. De
esta manera, la función terapéutica de las plantas que se opone al síntoma moderándolo,
desplazándolo o eliminándolo; en la homeopatía la función se vuelve similar a la del síntoma
presentado con la energía capaz de estimular a la fuerza vital expresada en los mecanismos de
defensa, cuyo resultado es el equilibrio dinámico del organismo humano en sus componentes
mental, emocional, físico y espiritual, característico de un estado de mejor salud. Al llegar a este
punto, los síntomas habrán desaparecido, aun cuando el remedio similar los haya exacerbado
temporalmente.
Lo diferente a la tradición terapéutica es que en el uso homeopático de las plantas y cualquier otra
entidad terapéutica, sin importar la cantidad o las mezclas de sustancias que se utilizaron para
curar. Ahora, infinitas cantidades obtenidas por dilución y dinamización –incluso de una sola
planta– son capaces de movilizar la fuerza vital o mecanismos de defensa del organismo y
propiciar la curación (y es uno de los puntos desde donde ha sido desacreditada por la
biomedicina). Como quiera, el veredicto final lo tiene el enfermo cuando recupera o no su salud, y
la historia muestra muchas estadísticas a favor de la homeopatía.
Medicina integrada
El yin yang, símbolo de la integralidad en la medicina y la herbolaria.
Fuente: https://www.google.com.mx/search
Con la finalidad de tener un mejor punto de referencia en el enfoque de la historia desde el
presente, se confronta el devenir de Europa y Egipto con la reciente biomedicina y la medicina
integrada. Para tal motivo, tendremos que dar un vistazo a los hechos históricos de la Francia
liberal del 1762, año del movimiento que inicia con la publicación de la obra de Jean Jaques
Rousseau, El Contrato Social y el surgimiento de la Revolución Francesa (1789). En esa obra se
sostiene que la gente se enferma por ignorancia; su desgracia proviene de la no ilustración y para
ello sostiene que la gente debe educarse para la salud y la enfermedad. En la Francia liberal, la
medicina era ocupación del Estado, quien tenía una organización y procedimientos específicos que
se extremaban para el tratamiento de enfermedades contagiosas, epidémicas, incluso la locura. El
hospital estaba atendido por un intendente, un síndico y un médico quien aplicaba el reglamento
estrictamente; la enfermedad y la muerte estaban a cargo de las instancias del poder. El modelo de
panóptico de Betham (estructura semicircular con amplio ventanal), servía para estar
suficientemente cerca de los enfermos para vigilarlos, pero suficientemente lejos para no
contagiarse. Este modelo se aplicó también a las escuelas y las cárceles.
Con la Revolución Francesa, la Revolución Industrial inglesa y el Liberalismo económico de Smith,
proveniente también de Inglaterra, vienen cambios que posicionan a la burguesía como nueva
“casta” social, la cual ejerce el poder político y con ello instaura un nuevo orden social y una nueva
forma de desarrollar la medicina: se practicó una medicina de orientación clínica, caracterizada por
el examen junto al enfermo tal como se practica hoy, basada en el conocimiento de las
enfermedades a partir del estudio de los síntomas y, algo novedoso, se estableció el desarrollo de
estadísticas.
La escuela médica de París ejercía la profesión por especialidades; la enfermedad fue entendida y
tratada desde su concepción natural, desposeída de todo halo sobrenatural, y se instala con ello, el
modelo médico positivista. Este modelo descuida las profundas raíces sociales, históricas de la
salud/enfermedad convirtiéndolo en un proceso biológico e individual. La industrialización paulatina
de la economía llevaría hasta a la producción de medicinas, que con la química incipiente (siglo
XVII y XIX), las plantas medicinales solo fueron tributarias de sustancia bruta para la extracción y
producción industrial de medicamentos.
Con ambos sucesos, la herbolaria e incluso la homeopatía al inicio del siglo XIX (1810), fueron
siendo relegadas por la biomedicina, tendencia que fue recibida en el siglo XX como dominante.
Con el desarrollo tecnológico propiciado por las guerras mundiales, el advenimiento de la
bioquímica, los modernos métodos de diagnóstico, la genética, la biología molecular, la informática,
la robótica, entre otras nuevas disciplinas, la ciencia médica tendría los insumos para convertirse
en la tecnomedicina de nuestro tiempo.
La tecnomedicina se desarrolla a través del uso intensivo (a veces indiscriminado) de fármacos y
un amplio repertorio de aparatos e instrumentos; la informatización es inevitable. La
especialización (hiperespecialización, en sentido estricto) es una estrategia necesaria para la visión
de la práctica médica.
La biomedicina se ejerce por la vía institucional, a cargo de los gobiernos, o mediante la iniciativa
privada. Tanto una como otra, se encuentran estrictamente vinculadas a las empresas
farmacéuticas internacionales para el suministro de medicamentos y la investigación, que se
comparte con las instituciones públicas de educación superior.
Las medicinas que no han adoptado el esquema teórico, metodológico, instrumental y organizativo
de la biomedicina han sido denominadas tradicionales, alternativas, complementarias,
homeopáticas, naturales, entre otros adjetivos; una vez que la biomedicina se vio consolidada,
ambas vertientes se volvieron irreconciliables. Sin embargo, se ha venido gestando una corriente
que propone y practica la integración de las diferentes vertientes como una sola medicina, tomando
como punto de convergencia el logro de la salud de la persona enferma más que la salud vista
como objeto de discusión teórica o como negocio.
La visión de medicina integrada se ha desarrollado de diferentes maneras: desde la simple adición
de las medicinas tradicionales, alternativas y complementarias (MTAC) para complementar un
tratamiento ya desarrollado, hasta la aspiración biopsicosocial; sin embargo, la incorporación por la
vía institucional con todo su fundamento, y la integración de la persona en sus polos físico-
biológico, psicosocial, emocional y espiritual es solo una aspiración de sectores aislados. Tal vez
se tenga que aprender de la aspiración de los fiscos modernos en torno a una teoría del todo,
capaz de unificar las explicaciones parciales o quedar medianamente contentos con la visión de
Stephen Hawking (2015), en sentido de que considerar las teorías parciales como “continentes”
que se traslapan en el “planisferio” y explica el todo del universo físico. En el ámbito de la medicina
podremos integrar el “planisferio” con los métodos y enfoques de la atención a la salud, los cuales
serán esos “continentes”, pero se añadiría un “manto” como “campo” común que soporte el peso y
el movimiento de los continentes flotantes, que podría ser el paradigma de la complejidad y la
transdisciplina. Con esta propuesta queda abierta la historia a nuevos capítulos que ya se
empiezan a escribir. En esta nueva propuesta médica, la especialidad coexiste con la generalidad;
se generan nuevas especialidades como la medicina general integral que se desarrolla en Cuba, la
cual que ha cobrado prestigio mundial.
Para la solución de problemas de salud (individuales, familiares o comunitarios), la disciplina se
integra con la poli, multi o interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad en una lógica compleja
regida por la última. La medicina materialista se ve rebasada al integrar al polo físico otros dos
polos: energético y espiritual, entendida ésta en términos laicos y filosóficos, no desde la teología;
con la triple polaridad se forma una entidad compleja explicativa y terapéutica.
La medicina integral asume los principios éticos de: autonomía, el cual se centra en los derechos y
responsabilidades de los seres humanos en la sociedad; el principio de la beneficencia que
incluye las responsabilidades que los profesionales de salud tienen hacia los pacientes; el de no
maleficencia que refiere a evitar dañar a los pacientes y el de justicia en la distribución para una
mayor equidad de los recursos. En la tabla siguiente se sintetizan los principios de este paradigma
emergente.
La historia de la medicina y la herbolaria que se ha revisado en esta unidad de aprendizaje,
muestra que en cada momento histórico y de acuerdo a las condiciones contextuales, los humanos
han adaptado una medicina correspondiente. Otro hecho es que no se ha generado una disciplina
médica de nuevo, pues siempre ha habido el bricolaje (reciclado) de métodos, técnicas,
instrumentos, conocimientos y enfoques. La ciencia moderna no es muy antigua y ha sido
reconocida por sus logros; sin embargo, los problemas de salud no solo no se han resuelto, sino,
por el contrario, se han generado otros por la misma práctica médica y la pobre educación para la
salud, así como por la visión lucrativa de las empresas farmacéuticas y hospitalarias con el
respaldo deliberado de los gobiernos; tampoco hay que dejar de lado el contexto de vida
desvinculado del ambiente y de consumo irresponsable e irreflexivo. Este es el punto que motiva al
retorno a las buenas prácticas y allí se encuentra la visión socio-natural, holista y compleja de los
problemas de salud y las plantas (herederas de la información evolutiva) como el vehículo
terapéutico que ha dado respuesta a los diferentes problemas del bienestar saludable de la
humanidad en todos sus periodos históricos.
Desde lo empírico, el punto de encuentro de las medicinas está en el paciente, en la persona
enferma. Las diferentes maneras de propiciar la salud son cuestión de estrategias terapéuticas,
donde cada logro médico solo será bajo un método o enfoque específico.

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