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El autor inicia su capítulo con la observación de un naturalista francés, Agustín Plé,

sobre la política de Colombia “¿Qué será de Colombia cuando no tenga más enemigos
externos que combatir? La guerra ha convertido a todos los jefes en verdaderos
potentados. Están divididos” tomándolo como punto de partida para sus reflexiones
respecto a la crisis de la Gran Colombia, que desembocó en su disolución.
Toma a este respecto la propaganda surgida en el periódico “El correo del Orinoco”
fundado por Bolívar en 1818. En primer lugar el nacimiento de la República se propaga
como un suceso que cambiará la historia universal, acompañado de un proyectismo
utilitario que recalca las bondades del territorio colombiano, y sus riquezas. Para el autor
“no se trata de un asunto de naturaleza moral, sino de un negocio redondo”.
Una imagen que busca la inmigración, sobre todo de profesionales como
naturalistas, químicos botánicos, que contribuirían a un mejor aprovechamiento de los
recursos naturales, a cambio de beneficios económicos y sobre todo de su integración
como ciudadanos de plenos derechos del nuevo estado.
En la prensa se traslucen también proyectos como la modernización de la
navegación marítima (apertura de un canal interoceánico en Chocó), mejoras en la
educación, tanto del hombre (que debía educarse en honradez, política y amor a la patria)
como de la mujer y la vida doméstica (defensa del divorcio). Iniciativas que para el autor
vislumbran la búsqueda de un hombre diferente, racionales, que entiendan las leyes a
partir de esa razón en el camino hacia una ordenación social distinta, una república liberal
que se sumara a las potencias iguales. En este sentido la prensa evoca autores de la
modernidad como el Eco de Córdoba que une los juicios de Santo Tomás de Aquino con los
de Rousseau, o los juicios de Raynal. Otros como Marmotrel que retoman la “apología del
buen salvaje”
Se va creando además en este espacio la imagen de los patriotas, como vehículo
para la difusión de un sentimiento necesario para la subsistencia del proyecto
revolucionario:

 Jorge Tadeo Lozano (neogranadino) ilustrado.


 Camilo Torres (neogranadino) primer jurisconsulto de Nueva Granada.
 Gabriel Lindo (venezolano)
 Juan José Mendoza (venezolano)
Se destacan también oficiales de distintas regiones, como San Martín, Policarpa
Salabarrieta (Bogotá) y sobre todo Bolívar. Otro elemento importante es la narración de
festividades, como las de San Simón, de las entradas triunfales en distintas ciudades.
Estamos ante un nuevo escenario que celebra a los héroes y las efemérides de un nuevo
orden. Nuevo orden que existía en papel, mas no en la realidad. El autor señala que
Colombia era un intrincado rompecabezas que el Correo del Orinoco no podía reflejar, a
menos claro, que anunciase semana a semana un derrumbamiento progresivo.
El periódico, como muchos discursos, proclamas, cartas y sermones patrióticos,
pretendían crear una consciencia colectiva en la cual se sustente una realidad que carece
de fundamentos sólidos. Realidad que se expresa en el mismo Congreso de la Angostura,
donde solo participan venezolanos y donde se realiza una división territorial sobre
espacios que todavía se encontraban en disputa. En el pasado tanto Quito como Venezuela
habían pugnado por separarse de Nueva Granada. La unión, para Iturrieta se debió a una
cuestión de necesidad, lo que se aprecia cuando los diputados y el libertador entienden la
importancia de la reunión de diversos contingentes militares y políticos para derrotar al
enemigo común.
En 1821, en el Congreso de Cúcuta se reafirma esta necesidad, con la aparición de la Ley
Fundamental de Colombia, donde se reemplazó la unión federalista de departamentos
autónomos por una administración centralista con capital en Bogotá. Se pone en juego
entonces la creación de una nueva identidad, basado en un criterio moderno, alejado del
étnico y localista que había sido el imperante, es algo que intenta el mismo Bolívar en su
Discurso de Angostura.
Esta ficción no se descubre en un principio gracias a las victorias militares, el triunfo de
Carabobo que terminó con la ocupación de Venezuela. Otras batallas cruciales fueron

 Pichincha
 Maracaibo 1823
 Puerto Cabello 1823
 Junín 1824
 Ayacucho 1824

Y al avance de las leyes. Desde 1821 los representantes del Congreso se ocuparon de las
necesidades del comercio y la agricultura, ante lo que se tomaron medidas como:

 Liquidación de los monopolios


 Eliminación de los derechos de exportación interior
 Prohibición del derecho de sisa
 Suspensión de la alcabala
 Se abolieron los estancos de aguardiente, pólvora y tabaco
 Se bajaron los impuestos para le índigo, azúcar, café, y cacao.
A ello se sumaron las medidas de carácter social:

 Ley contra la discriminación de los indígenas 1821  quejas de Ecuador


 La ley de manumisión en el mismo año  quejas de Venezuela
Estas medidas sin embargo, chocaron con diferentes respuestas, que para Iturrieta se
debían en primera instancia a la extensión territorial de la misma Colombia, y los distintos
panoramas económicos de estas zonas. Nueva Granada consumía su propia producción
agrícola, su producción textil se reducía solo a la ciudad de Socorro, y dependía de la
minería de oro de Chocó para su comercio internacional. Venezuela vivía de explotar y
exportar productos agrícolas sobre todo café, cacao, y tabaco; manteniendo en los llanos
rebaños vacunos de significación. En Quito eran más importante los textiles y el cacao de
Guayaquil, a cargo de mano de obra indígena, y su minería y agricultura apenas servían
para la subsistencia.
Cada medida despertaba quejas, y el regocijo de unos era el descontento de otros. A lo que
se sumaban las deficientes comunicaciones a falta de caminos. La administración soñaba
terminar estas deficiencias con la recaudación de impuestos, que por lo mismo eran
demasiado difíciles de gestionar.
Poblaciones diferentes en parte por la actividad económica que realizan. Sin embargo para
el autor, quizás lo fundamental del problema era el asumirse distintos y contrarios en
atención al carácter de cada colectividad y según el puesto que ocupan sus
representantes en la República. Colisionan rencores, nacidos de ver cómo esos hombres
que se consideran distintos, ocupan los lugares más codiciados en asambleas o en las
milicias.
Es notable cómo se crea una imagen de venezolanos bélicos y neogranadinos
proclives a asuntos civiles y administrativos. Iturrieta señala el juicio de un mariscal
realista que menciona “En el Virreynato han escrito mucho, y los Doctores han querido
arreglarlo a su modo. En Caracas al instante desenvainaron las espadas”. Esto fue de
hecho, publicado en el Correo del Orinoco, lo que da la pauta de un resentimiento que
venía en ascenso.
El descontento por la elección de Bogotá como capital fue solo una parte de este
resentimiento. Buena parte lo jugó el ejército liberador. Afirma el autor que los oficiales y
las tropas llegaron a convertirse en una presencia insoportable en los espacios que
pretendían “liberar”. En primer lugar porque la independencia cambiaba por completo
la forma de percibir las rentas, llega tarde o directamente, no llega, y la recaudación misma
es deficiente. Al mismo tiempo crecen desmesuradamente los gastos: sobre todo en
burocracia y fuerza militar.
Estos últimos, frecuentemente mal pagados, fueron cada vez más proclives a la
insubordinación y motines. Se dificultaba el reclutamiento y muchas poblaciones huían
por el miedo a los soldados. El autor considera que este comportamiento errático y
violento fue un factor clave en la desintegración de la Gran Colombia, sin olvidar una
pequeña mención a la des heroizacion de los próceres

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