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La heráldica de

The heraldry of Chiepetlán, Tlapa,


México

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La heráldica de
The heraldry of Chiepetlán, Tlapa,
México

Gerardo Gutiérrez

Municipio de Tlapa de Comonfort, Guerrero


Universidad de Colorado Boulder Leonel Rivera
Editor
2016

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Esta investigación, arbitrada a “doble ciego” por especialistas en la
materia, se privilegia con el aval de la casa editorial Leonel Rivera.

La heráldica de Chiepetlán, Tlapa, México


The heraldry of Chiepetlán, Tlapa, México

Primera edición: 1 de septiembre de 2016

D.R. © 2016, Leonel Rivera, editor.


Av. Circunvalación 164, Colonia Morelos,
Delegación Venustiano Carranza,
C.P. 15270, Ciudad de México.

Corrección de estilo inglés: Dra. Mary E. Pye


Taducción al español: Dulce Aldana
Diseño de interiores
y portada: Leonel Rivera

ISBN rústica: 978-607-97348-0-0

ISBN pasta dura: 978-607-97348-1-7

Prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio,


sin autorización escrita del titular de los derechos de autor.

Impreso y hecho en México/Made and printing in Mexico

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Contenido

Presentation 8

Presentación 9

Abstract 14

Resumen 15

Introduction 16

Introducción 17

European Heraldry and

Its Introduction to New Spain 30

La heráldica europea

y su introducción en la Nueva España 33

La adopción de escudos de armas

por la nobleza y comunidades indígenas 47

The War of Spanish Succession 64

La Guerra de Sucesión Española 65

Conclusions 102

Conclusiones 103

References 123

Bibliografía 125

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Presentation

T
he Western philosophical tradition is based on
a dichotomy between myth and science. Myth
refers to storytelling that encapsulates the doxa
or unquestioned worldview of a group or com-
munity, while science questions the doxa so
as to approach an elusive reality. With science
what matters are the questions, more than the answers. With myth,
the narrative and the theatrical act of narrating—knowing how to tell
the story—is what matters. The academic practitioners of historical
and archaeological disciplines are often caught in the dilemma of the
false dichotomy between scientific inquiry and a grandiloquent per-
formance of the story.
This epistemic dilemma is evident in the treatment of Europe-
an heraldry presented here by Dr. Gutiérrez, who explores how this
iconography and symbolism was adopted and adapted by indigenous
groups of the Americas. Indigenous appropriation of European her-
aldry varied according to native interests and differential contexts of
interaction with European conquerors and settlers. Because heraldry
is intended to extol the exploits of the founders of dynastic lineages,
narratives embedded in coats of arms and blazons are full of exagger-
ations, where fact and tale are knit together rendering it is difficult to
separate them.
Notably, Dr. Gutiérrez offers new insights into the subject of
heraldry, which requires specialized knowledge and history not typi-
cally considered relevant for those who are born and educated in the

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Presentación

E
l marco filosófico occidental está basado en una dico-
tomía entre mito y ciencia. El mito se refiere a contar
cuentos que encapsulan la doxa o creencia popular de un
grupo o comunidad, por su parte la intención de la cien-
cia es cuestionar la doxa para acceder a una realidad últi-
ma y elusiva. En la ciencia lo que importa es la pregunta,
más que la respuesta. Por su parte, en el mito la narrativa y el acto teatral
de la narración, el saber contar el cuento, es lo que importa. En lo que
se refiere a las disciplinas históricas y arqueológicas, sus practicantes
académicos quedan atrapados en el dilema de esta falsa dicotomía entre
la pregunta científica, y una digna narración de la historia.
Este dilema epistémico es evidente en el trabajo que aquí nos pre-
senta el Dr. Gerardo Gutiérrez en su tratamiento del estudio de la he-
ráldica europea y cómo fue introducida en el Nuevo Mundo, ¿Cómo
dicho campo iconográfico y simbológico fue adoptado y adaptado por
los grupos indígenas de América de acuerdo con sus propios intereses
y diversos contextos de interacción con los conquistadores y colonos
europeos? En especial porque la heráldica tiene por finalidad el exaltar
las hazañas de los fundadores de linajes, en narrativas llenas de exagera-
ción, donde el facto y el cuento se imbrican de tal manera que es difícil
separarlos.
Es de notar que el Dr. Gutiérrez aborda un tema poco común,
que requiere de un conocimiento técnico especializado y de naturale-
za arcana para aquellos nacidos y educados en las republicas del con-

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

republics of the American continent. The author, however, meets this


challenge by focusing on a group of documents from the communi-
ty of Chiepetlan, municipality of Tlapa, Guerrero. The relevance of
the Nahua heraldic depictions in the Lienzos of Chiepetlan lies in
their likely creation between 1696 to 1714, when local land disputes
in New Spain overlapped unexpectedly with grand geopolitical con-
flicts in Europe. In particular, the author describes how the war of
the Spanish succession provides the critical backdrop, in which the
Habsburgs of Austria, supported by England, Portugal and the Neth-
erlands, engaged in a relentless conflagration against the Bourbons
of France and Spain for the throne of Spain and its European and
American domains.
The author presents a well-narrated and rigorous interpretation
of how indigenous communities remember their past and their role
as agents promoting their own agendas. Indigenous heraldry amal-
gamates a dualistic cosmogony that appropriates the European sig-
nifiers and the signified to achieve native political goals, ambitions,
and meanings. The text of Dr. Gutiérrez sheds light on the history
and myth of Eastern Guerrero using rare and understudied Nahua
documents.

Lic. Jesús Noé Abundiz García


Presidente Municipal Constitucional de Tlapa de Comonfort,
Guerrero.

C. Roberto Santos Reyes.


Regidor de Cultura

C. Alejandro Morales Ibarra


Director Municipal de Cultura.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

tinente Americano. No obstante el autor resuelve la problemática con


rigor metodológico al enfocar su análisis en un grupo documental de
la comunidad de Chiepetlán, en municipio de Tlapa, Guerrero. La re-
levancia de los lienzos heráldicos nahuas de Chiepetlán radica en su
probable creación entre 1696 a 1714; dónde litigios de tierra locales en la
Nueva España, se traslapan inesperadamente con eventos de geopolítica
imperial europea. En particular, como propone el autor, con la Guerra
de Sucesión Española, donde los habsburgo de Austria, apoyados por
Inglaterra, Portugal y Países Bajos, se enfrentan en tenaz conflagración
contra los borbones de Francia y su rama española, por el control del
trono de España y su dominios europeos y americanos.
En un contexto tan singular, el autor nos obsequia una interpre-
tación con preguntas rigorosas y con elocuente narrativa de cómo las
comunidades indígenas desean presentar su pasado, no como con-
quistados, pero como agentes promotores de su propio devenir. En la
heráldica indígena se amalgama la cosmogonía dualista indígena que
secuestra los significados y significantes europeos para su propios fines
políticos regionales. Sirva el texto del Dr. Gutiérrez, para tomar opinión
y buscar camino en la senda del devenir de nuestra historia usando do-
cumentos poco estudiados.

Lic. Jesús Noé Abundiz García


Presidente Municipal Constitucional de Tlapa de Comonfort,
Guerrero.

C. Roberto Santos Reyes.


Regidor de Cultura

C. Alejandro Morales Ibarra


Director Municipal de Cultura.

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Abstract

I
n this paper I analyze the content and meaning of the
Lienzos de Chiepetlán, numbers IV, V and VI, three
banners painted most likely between 1696 and 1720
in the Nahuatl-speaking community of San Miguel
Chiepetlán, Guerrero, Mexico. These banners are in-
sightful not only for the particular use of European
heraldry by an indigenous community but also because they were
likely created in the historical context of the demise of the Spanish
Habsburg dynasty and the War of Spanish Succession—a critical pe-
riod in the history of the Spanish Empire and its American domains.
Here, I review the practice of European heraldry in New Spain upon
its introduction in the sixteenth century and the consolidation of a
colonial indigenous armorial practice in the first half of the eigh-
teenth century. Heraldic iconography produced by native groups is
a polysemy that can be interpreted as an act of resistance to colonial
regimes, but also as corporate civic heraldry painted to celebrate roy-
al recognition of a community’s patrimonial lands and a symbolic act
of allegiance to the Spanish Crown embodied by both Habsburg and
Bourbon kings.

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Resumen

E
n este trabajo analizo el contenido y significado de los
Lienzos de Chiepetlan, números IV, V y VI, tres estan-
dartes pintados con mayor probabilidad entre 1696 y
1720 en la comunidad Nahua de San Miguel Chiepetlan,
Guerrero, México. Estos estandartes son relevantes no
sólo por su uso particular de heráldica europea en una
comunidad indígena, sino también por haber sido creados en el con-
texto histórico del ocaso de la dinastía de Habsburgo en España y su re-
emplazo por la dinastía Borbón en la Guerra de Sucesión Española—un
momento crítico en la historia del Imperio español y sus dominios ame-
ricanos. Reviso las prácticas de heráldica europea en la Nueva España
desde su introducción en el siglo XVI y la consolidación de una práctica
de armería indígena en la primera mitad del siglo XVIII.

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Introduction

T
his study is based on the direct analysis of the
Lienzos the Chiepetlan as well as materials in
the community archive of San Miguel Chi-
epetlan, Guerrero, Mexico. While undertak-
ing archaeological research there in the year
2000, I had the opportunity to see these large
cotton canvases. Ten years later I was invited to return to Chiepet-
lan for a civic festival. During that visit the Asamblea de Comuner-
os de Chiepetlan allowed me to study all their pictorial documents
(Lienzos I, II, III, IV, V, VI), and the Techialoyan Panel de Chiepet-
lan. In the decade lapse since my first visit, all the lienzos had been
restored and were moved from the Comisaría de Bienes Comunales
to a new building. Unfortunately, a poor decision made by individ-
uals involved in the restoration of the Lienzos de Chiepetlan III, IV,
V, and VI exposed them to a new cycle of deterioration, as they were
displayed in hollow wooden cases with normal glass covers pressing
directly on the originals and their new textile supports. As expect-
ed in the low deciduous forest of eastern Guerrero, the hollow cases
became infested with ants and a leak from the roof stained the lower
edges of Lienzos III and IV. Exposure to sunlight has also weakened
the structure of the textiles to a degree that requires evaluation. Since

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Introducción

E
ste estudio está basado en el análisis directo de los Lien-
zos de Chiepetlán así como en materiales del archivo co-
munitario de San Miguel Chiepetlán, Guerrero, México.
Al desarrollar investigaciones arqueológicas en esta lo-
calidad en el año 2000, tuve la oportunidad de ver estos
lienzos de algodón de gran formato. Diez años después,
fui invitado a regresar a Chiepetlán para asistir a un festival cívico. Du-
rante esta visita, la Asamblea de Comuneros de Chiepetlán me permitió
estudiar todos sus documentos pictóricos, Lienzos I, II, III, IV, V, VI y el
Panel de Chiepetlán estilo Techialoyan. En el lapso de una década, desde
mi primera visita, todos los lienzos habían sido restaurados y reubica-
dos de la Comisaría de Bienes Comunales a un nuevo edificio. Desafor-
tunadamente, una pobre decisión de parte del personal encargado de la
restauración expuso los Lienzos de Chiepetlán III, IV, V y VI a un nue-
vo ciclo de deterioro, pues fueron montados en cajones de madera con
vidrios normales prensando directamente los documentos originales y
sus nuevos soportes de tela. Como habría de esperarse en el contexto de
la selva baja caducifolia del oriente de Guerrero, los cajones se infesta-
ron con nidos de hormigas. Goteras en el edificio mancharon la orillas
inferiores de los Lienzos III y IV. La exposición a la luz ha debilitado la
estructura de los textiles en un grado que requiere evaluación. Desde
las publicaciones de Joaquín Galarza (1972, 1987), no se ha publicado
ningún otro estudio serio de estos documentos.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

Joaquín Galarza’s (1972, 1987) publications, no other academic study


has been done on these documents.
The main goal of this article is to understand the context of the
creation of the Lienzos de Chiepetlan, numbers IV, V and VI. I inter-
pret them as a special category of civic indigenous heraldry that has
received less attention than more elaborate indigenous coats of arms
(Castañeda 2009; Galarza 1987:91; Roskamp 2001). Self-assumed in-
digenous coats of arms exhibit a pragmatic recognition of the Span-
ish monarch, who embodied the ultimate source of authority and
symbolic power in Spanish America, and I argue that the heraldic
insignia found in the Lienzos of Chiepetlan can be associated and
compared with the wider genre of títulos primordiales and Techialoy-
an codices as analyzed by Florescano (1987). Indigenous heraldry is
key for understanding acts of corporate allegiance to the Spanish co-
lonial system. The Chiepetlan banners, most likely painted between
1696 and 1720, provide an opportunity for understanding how the
demise of the last Habsburg king and the subsequent War of Spanish
Succession (1702-1714) could have influenced heraldic practices of
the late Colonial period in New Spain.
The Lienzos de Chiepetlan resurfaced in the 1970s when they
were shown to a photographer of the French ethnographic mission
in Mexico. They were first studied by Galarza (1972) together with
a group of land deeds in the community’s archive. Although Galar-
za (1972:192) called this bundle of documents ‘Libro de Títulos de
1758,’ he specified that one actually dealt with a “memory” of legal
papers consisting of two sets of petitions from local authorities to
the colonial government for legal recognition of the ownership of the
communal lands of San Miguel Chiepetlan.1 The first set comprises

1 Digital images of this leather bundle and a new interpretation of these materials

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

El objetivo principal de este trabajo es entender el contexto de crea-


ción de los Lienzos de Chiepetlán IV, V y VI. Los interpreto como una
categoría especial de heráldica cívica indígena que ha recibido menos
atención que los escudos de armas indígenas más elaborados (Castañeda,
2009; Galarza, 1987: 91; Roskamp, 2001). Los escudos de armas exhiben
un reconocimiento pragmático del monarca español, quien encarnaba
la última fuente de autoridad y poder simbólico en la América españo-
la. Argumento también que las insignias heráldicas encontradas en los
Lienzos de Chiepetlán pueden asociarse y ser comparadas con el género
más amplio de títulos primordiales y códices Techialoyan, tal como han
sido analizados por Florescano (1987, 2002). La heráldica indígena es
clave para entender los actos de lealtad corporativa al sistema colonial
español. Los estándares de Chiepetlán, pintados entre 1696 y 1720 circa,
proveen la oportunidad de entender cómo el ocaso del último rey Habs-
burgo y la subsecuente Guerra de Sucesión Española (1702-1714) pudo
haber influenciado las prácticas heráldicas del periodo colonial tardío de
la Nueva España.
Los Lienzos de Chiepetlán salieron a la luz en 1970 cuando fueron
mostrados a un fotógrafo de la Misión Etnográfica Francesa en México.
Fueron estudiados por Galarza (1972) junto con un grupo de títulos de
tierras en el archivo comunitario. Aunque Galarza (1972: 192) llamó a
este agregado de documentos Libro de Títulos de 1758, él especificó que
se trataba de una “memoria” que consiste de dos conjuntos de registros
legales entre las autoridades locales y el gobierno colonial relacionados
con los procesos para regularizar la tenencia de las tierras comunales de
San Miguel Chiepetlán.1 El primer conjunto contiene actas legales que
datan entre 1696 y 1697 y el segundo son procesos de 1705 a 1712. La
narrativa contenida en estos documentos puede sintetizarse en una línea
cronológica. En 1691 hubo un incendio en el pueblo de Chiepetlán que

1 Las imágenes digitales de este expediente empastado en piel y una nueva interpreta-
ción de estos materiales está siendo preparada para su publicación. Refiero al lector al trabajo
de Galarza (1972) para su consulta.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

legal actions dated to 1696-1697, and the second set is formed by


other legal procedures from 1705-1712. The narrative of these papers
can be summarized following a general time line. In 1691 there was
a fire in the pueblo of Chiepetlan that destroyed the church and the
building where local authorities kept the land deeds and maps of the
community. When news of the destruction of the deeds spread, the
neighboring pueblos of Tenango, Zacualpa, Quiahutepec and Coa-
chimalco opportunistically invaded the lands of Chiepetlan, harass-
ing the community to the point that its corn bins were set on fire
by aggressive neighbors. The native authorities of Chiepetlan sought
assistance from colonial authorities. In October of 1696, Captain
Gerónimo Marchena, Lieutenant General of the province of Tlapa,
undertook a composición de tierras2, a procedure that involved visit-
ing the landmarks delimiting the lands of Chiepetlan and its neigh-
bors, listening to litigants, and negotiating in situ any grievance or
border disputes. After witnesses confirmed the destruction of the old
land titles, Captain Marchena visited the borders of Chiepetlan, list-
ing the locations of the landmarks and their names, placing crosses
and stone piles to make them visible. Copies of the composición de
tierras were given to each community, and everybody swore to re-
spect them. Despite solemn pledges, the people of Tenango invaded

are being prepared for publication. I refer the reader to Galarza’s work (1972) for consulta-
tion.
2 “Composition of land titles” encompassed the registration of real estate and pre-
sentation of proof of ownership to royal officials. In the composition laws of 1591, the
Spanish Crown claimed ownership over all the land in its colonies and required that all
holdings possessed without a title had to be returned to the Crown. Nevertheless, those
individuals or groups holding untitled lands could pay a fee and gain proper title (Torales
Pacheco 1990:90). The application of royal laws varied from region to region with cyclical
programs of enforcement. Some communities held land titles dating back to the seventeenth
century; nonetheless, most surviving land titles found in archives were created during the
eighteenth century.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

destruyó la iglesia y el edificio donde las autoridades locales guardaban


los títulos de tierras y mapas de la comunidad. Cuando las noticias de la
destrucción de los títulos se esparcieron, los pueblos vecinos de Tenango,
Zacualpa, Quiahutepec y Coachimalco invadieron oportunistamente las
tierras de Chiepetlán, molestando y amenazando a la comunidad hasta
el punto que los cuexcomates de maíz comunitarios fueron quemados
por sus agresivos vecinos. Las autoridades de Chiepetlán buscaron la
asistencia de las autoridades coloniales. En octubre de 1696, el capitán
Gerónimo Marchena, teniente general de la provincia de Tlapa, realizó
una composición de tierras2, un procedimiento que incluyó la vista de
ojos de las mojoneras que delimitaban las tierras de Chiepetlán y sus
vecinos, escuchar a los litigantes, y negociar in situ cualquier disputa e
inconformidad de los linderos. Después de que los testigos confirmaron
la destrucción de los viejos títulos, el capitán Marchena visitó los linde-
ros de Chiepetlán, listando la ubicación de las mojoneras y sus nombres,
colocando cruces y montículos de piedras para confirmar su ubicación.
Copias de la composición de tierras fueron entregadas a cada comunidad
y todos juraron respetarlas. A pesar de todas estas solemnes promesas,
los habitantes de Tenango invadieron las parcelas de Teohuaxi y Tutute-
pec reclamadas por Chiepetlán. La disputa continuó entonces hasta sep-
tiembre de 1711, cuando el nuevo teniente general de Tlapa, Don Pedro
Álvares de Moxardín, realizó otra composición de tierras para resolver la
disputa, dividiéndolas en conflicto en partes equivalentes (Galarza, 1972:
213). Esta negociación fue confirmada en la Ciudad de México por el

2 Las composiciones de tierras comprendían la presentación de pruebas de propiedad


a un oficial real y, a falta de ellas, se debía realizar el registro de dichas propiedades y pagar a
la real hacienda para componer la irregularidad. En la Ley de Composición de Tierras de 1591,
la Corona española reclamó la propiedad de toda la tierra en sus dominios y requirió que todos
los que poseyeran propiedades sin título adecuado las restituyeran a la Corona. No obstante,
aquellos individuos o grupos que estuvieran en posesión de tierras sin títulos podían pagar una
tarifa para obtener el título apropiado. (Torales Pacheco, 1990: 90). La aplicación de las leyes
reales variaba de región en región con programas cíclicos. Algunas comunidades reclamaban
tener títulos del siglo XVII, pero la gran mayoría de los títulos supervivientes en archivos datan
del siglo XVIII.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

the land parcels of Teohuaxi and Tututepec belonging to Chiepet-


lan. The dispute continued until September of 1711, when the new
Lieutenant General of Tlapa, Don Pedro Álvares de Moxardín, per-
formed another composición de tierras resolving the dispute, dividing
the lands in conflict into equivalent parts (Galarza 1972: 213). This
negotiation was confirmed in Mexico City by Licenciado Araujo in
January of 1712, invalidating the first composición. The legal files of
Chiepetlan state that they had requested the composición de tierras
of 1696 on the grounds that their older títulos were destroyed, and
they did not present any written or painted documents during the
legal proceedings spanning from 1696 to 1712. Notably, however,
Don Joseph Mariano Hurtado de Mendoza, the resident priest of
Chiepetlan, reported seeing indian made títulos and maps in 1777
(Barlow 1949), a situation that leads me to believe the Lienzos de
Chiepetlan II, III, IV, V and VI were created between 1712 and 1777,3
but most likely right after 1712. This might indicate that regardless
of having been through a successful legal composición de tierras in
1712—without possessing any native painting or dubious título pri-
mordial—San Miguel Chiepetlan still felt compelled to have a set of
such documents. In general these banners were painted following a
narrative similar to títulos primordiales and Techialoyan codices of

3 An analysis of the color palette and weaving patterns of the cotton canvasses of
the Lienzos de Chiepetlan reveals how the late colonial Lienzos de Chiepetlan differ from
the mid-sixteenth-century style Lienzo I. Indeed, Lienzos II, III, V and VI were created with
cotton cloth of lesser quality than the canvas of Lienzo I, using only a balanced plain-weave
pattern (where the warp and weft counts are identical) and a notably low density of warps
and wefts. In contrast, Lienzo I was woven using an unbalanced plain-weave pattern (two
wefts for each warps) that produces a heavier and more resistant textile with a denser gauge
of warps and wefts and thicker thread. In addition, the late colonial lienzos were painted
with blue (indigo), red (cochineal) and black (carbon soot), while Lienzo I was painted
predominantly with yellow ocher (red lead) and black (carbon soot), without any blue and a
selective use of red.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

licenciado Araujo en enero de 1712, invalidando la primera composi-


ción. El legajo legal de Chiepetlán afirma que sus habitantes solicitaron la
composición de tierras de 1696 bajo la premisa de que sus “viejos” títulos
fueron destruidos, y por lo tanto no se presentó ningún documento es-
crito o pintado durante los procedimientos legales que ocurrieron entre
1696 y 1712. De forma notable, sin embargo, Don Joseph Mariano Hur-
tado de Mendoza, el cura residente de Chiepetlán, reportó haber visto
unos “títulos” y mapas en 1777 (Barlow 1946), situación que indica que
quizás los Lienzos de Chiepetlán II, III, IV, V y VI fueron creados entre
1712 y 1777, pero lo más probable es que se hayan hecho inmediata-
mente después de 1712, cuando se confirmó la nueva composición en la
Ciudad de México.3 Esto podría indicar que a pesar de haber pasado por
una composición de tierras legal y exitosa, sin haber presentado ninguna
pintura indígena ni título primordial de dudoso origen, los habitantes de
San Miguel Chiepetlán sintieron la necesidad de hacerse de tales docu-
mentos. En general estos lienzos fueron pintados siguiendo una narra-
tiva similar a la de los títulos primordiales y los códices Techialoyan de
otras comunidades de la etapa colonial tardía (Robertson, 1975; Wood,
2003: 70, passim). En el caso de Chiepetlán su documentación “primor-
dial” consistió de:

3 Un análisis de la paleta de colores y los patrones de tejido de sus textiles de algodón


revelan cómo los Lienzos de Chiepetlán II, III, V y VI, con iconografía tardía, también fueron
creados con tela de menor calidad que la tela que se usó para hacer el Lienzo de Chiepetlán
I, creado probablemente en las segunda mitad del siglo XVI. En los lienzos tardíos se utilizó
únicamente ligamento de tafetán o tejido sencillo con una baja densidad de entramado. Recor-
demos que un tafetán se caracteriza por ser un tejido donde por cada hilo de la urdimbre hay un
solo hilo de trama. En contraste, el Lienzo de Chiepetlán I fue tejido con un hilo más grueso,
en ligamento de taletón o tejido sencillo irregular, es decir, que por cada hilo de la urdimbre
hay dos hilos de trama, lo que produjo un textil más pesado y resistente con mayor densidad
de entramado. Además, los lienzos coloniales tardíos fueron pintados con azul de índigo, rojo
de cochinilla y negro de hollín, mientras que el Lienzo de Chiepetlán I se pintó predominante-
mente con amarillo de ocre (plomo rojo) y negro de hollín; sin índigo y con uso minimalista y
selectivo de rojo de cochinilla.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

other late colonial communities (Robertson 1975; Wood 2003:70,


passim). The set consisted of: 1) a título primordial supposedly writ-
ten by somebody named Buenaventura Flores;4 2) a painted narrative
of their migratory story and how they came into possession of their
lands painted on five cotton canvases (Lienzos II, III, IV, V and VI);
and 3) an older lienzo painted during the sixteenth century (Lienzo I)
narrating the conquest of Tlapa by the combined forces of the Triple
Alliance and the local Nahuas (Gutiérrez 2011). The historical expe-
rience of San Miguel Chiepetlan reinforces the idea that many títulos
and late colonial codices were not for Spanish legal consumption but
for promoting indigenous regional agendas (Florescano 1987; Wood
1998:203). The passing of this cache of documents from one principal
to another would have been highly prestigious, as is the case today
and the documents also send powerful symbolic messages to neigh-
boring competitors.
All the above described events took place during the decline
of the last Habsburg king and the dynastic transition embodied by
Phillip V, the first Bourbon king, a moment when the royal coffers
were in need of extra resources. During this period the province of
Tlapa enjoyed significant revenues derived from the production of
grana-cochineal dye (Monségur 1994:100), and Chiepetlan was part
of a network of communities connecting the Pacific coast with the
markets of Puebla and Mexico through the selling/buying of sheep,
as well as acting as important gateways for mule trains loaded with
contraband from the Manila galleon trade. Thus, the indigenous
communities of eastern Guerrero were deeply connected with cen-
tral Mexico and exposed to all the political and economic activities

4 This título is missing and we know about it only through the Relación Geográfica
de Chiepetlan (Barlow 1949).

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

1. Un título primordial supuestamente escrito por alguien llamado Bue-


naventura Flores.4
2. Una narrativa pintada de su historia migratoria y cómo los habitantes
de Chiepetlán vinieron a poseer sus tierras (lienzos II y III).
3. Una celebración de lealtad y alianza a la Corona española con tres
lienzos heráldicos (IV, V y VI).
4. Un antiguo lienzo del siglo XVI que informa sobre la conquista de
Tlapa por las fuerzas combinadas de la Triple Alianza y los nahuas
locales (lienzo I) (Gutiérrez, 2014).

La experiencia histórica de San Miguel Chiepetlán refuerza la


idea de que muchos títulos y códices coloniales no fueron producidos
para ser usados en el sistema legal de la Colonia, sino que fueron he-
chos para promover agendas indígenas locales y regionales (Florescano,
1987; Wood 1998: 203). La entrega de este grupo de documentos de
un principal a otro habría conllevado gran prestigio y responsabilidad,
como es el caso todavía. Al mismo tiempo la posesión conocida pero
velada de estos documentos y su despliegue en ocasiones especiales en-
viaba mensajes altamente simbólicos a los pueblos vecinos que siempre
estaban dispuestos a competir por la posesión de más tierras. Todos los
eventos descritos arriba tomaron lugar durante el declive de Carlos II,
último rey español de la casa Habsburgo y la transición dinástica a la
casa real de los borbones franceses, encarnada por Felipe V, primer rey
Borbón de España. Este fue un momento de crisis política dónde el im-
perio español necesitó cubrir una larga y costosa guerra, donde las ar-
cas reales tuvieron que encontrar mecanismos financieros para obtener
recursos extraordinarios. Durante este periodo la provincia de Tlapa
disfrutó de ingresos significativos derivados de la producción del tinte
4 Este título está perdido y únicamente sabemos de su existencia por haber sido men-
cionado en la “Relación Geográfica de Chiepetlán” (Barlow, 1946). Dehouve (1995: 28) ha
inferido su estructura y contenido con base en la comparación con los relatos migratorios de
Teocuitlapa y Ocotequila que hacen referencia a un individuo llamado Ventura o Buenaventura
como su autor o copista.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

occurring in the core of New Spain, including the need to create pic-
torial narratives to support their land claims (Wood 1989:258).
Scholars have already highlighted the unique nature of many
native land documents and paintings (títulos primordiales/Techialoy-
an codices) created during the late seventeenth and eighteenth cen-
turies, which were intended to justify claims in land disputes within
the framework of the Spanish legal system (see Barlow 1943:161-62;
Gómez de Orozco 1948:57-68). These land titles and paintings have
been studied in various ways (Florescano 1987; Galarza 1980; Harvey
1986; Haskett 2005; López Caballero 2003; Robertson 1975; Wood
1991, 2003; see also essays in Noguez and Wood 1998). Originally,
some considered them fabrications by native forgers (Borah 1984:33;
Robertson 1959:195) to supplant proper legal titles that could only be
issued by Spanish authorities during lengthy composiciones de tierras
procedures (Harvey 1986:162-63). Nonetheless, Gibson (1964:271)
noted that native-made títulos embodied common goals in Indian
societies in the protection of their lands from alienation, regardless of
their limited legal validity. In a similar vein, Lockhart (1991:44) ob-
served that these documents transcend attempts to legalize commu-
nal lands, being the embodiment of indigenous visions with multiple
layers of social memory, meaning, intentions, and purposes. Equal-
ly important is the observation that some documents were created
for use by native audiences, and many of them were never present-
ed in Spanish legal proceedings or even seen by Spanish authorities
(Florescano 1987; Wood 1998:203). The latter statement reveals a
complex genesis in the production and use of these documents that
necessitates a nuanced approach to interpreting the practices of in-
digenous painting and writing within the context of the colonial legal
system—a system that simultaneously promoted and abjured their

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

de grana-cochinilla (Monségur 1994: 100). Chiepetlán fue parte de una


red de comunidades que conectaron la costa del Océano Pacífico con
los mercados de Puebla y de la Ciudad de México a través de haciendas
volantes de ganado caprino (Dehouve 1990) y mesones para el descan-
so de recuas de mulas cargadas con contrabando del galeón de Manila
(Mota y Escobar, 1939-1940). Así, las comunidades indígenas del orien-
te de Guerrero estuvieron profundamente conectadas con el centro de
México y expuestas a todas las actividades políticas y económicas que
acaecían en el núcleo de la Nueva España, incluyendo la necesidad de
crear narrativas escritas y pictográficas para apoyar sus reclamos de tie-
rra (Wood, 1989: 258).
Un número de investigadores han destacado la naturaleza única de
varios escritos y pinturas indígenas producidos a finales del siglo XVII y
principios del XVIII, identificados como Títulos Primordiales y Códices
Techialoyan. En general son documentos tardíos que narran eventos que
supuestamente acaecieron en una época más temprana de la vida colo-
nial, con el fin de apoyar los intereses particulares de una comunidad
con respecto a la posesión de sus fundos de tierras. Tales documentos
han aparecido usualmente en procedimientos judiciales (Barlow, 1943:
161-62; Gómez de Orozco, 1948: 57-68; Wood 1989). Pero muchos otros
nunca fueron utilizados en el sistema legal español y tuvieron otros co-
metidos (Florescano, 2002; Galarza, 1980; Harvey, 1986; Haskett, 2005;
López Caballero, 2003; Robertson, 1975; Wood, 1991, 2003; 2007; en-
sayos en Noguez y Wood 1998). Originalmente, algunos consideraron
tal documentación como falsificaciones indígenas para suplantar títulos
legales que únicamente pudieron haber sido expedidos por autoridades
españolas durante un largo proceso de composición de tierras (Borah,
1984: 33; Harvey, 1986: 162-63; Robertson, 1959: 195). No obstante,
Gibson (1964: 271) notó que, a pesar de su limitada validez legal, los
títulos primordiales incorporaban objetivos corporativos de las socie-
dades indígenas para evitar ser desposeídos de sus tierras. De forma
similar Lockhart (1991: 44) observó que estos documentos trascienden

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

existence but ultimately tolerated them as useful instruments for


tightening the reliance of native communities on the Spanish court
system (Harvey 1986:162; Kellog 1992:32-34; Wood 1998:170). In-
deed, the existence of these documents reveals a symbolic allegiance
by hundreds of native local governments to the bureaucratic system
constructed in New Spain representing a distant and absent king, a
rapport that needs to be explored more thoroughly (Haskett 2005;
Schreffler 2007:1-4; Wood 2003).
One of the most interesting elements in some títulos primordi-
ales/Techialoyan codices is the conspicuous display of painted coats
of arms supposedly awarded by the Spanish Crown for meritorious
actions rendered by corporate groups, centered on their early Indi-
an rulers, assisting in the conquest and maintenance of its American
domains. Currently, the study of heraldry in New Spain has been ap-
proached in three primary ways:

1) the creation of catalogs of armory and blazons granted to Span-


ish conquistadors and native cacique allies during the sixteenth
century as reward for their participation in the military con-
quest of indigenous political systems (Fernández de Recas
1961; Paz y Mélia 1892; Villar Villamil 1933);
2) the description and interpretation of iconography represented on
the coats of arms granted to both Indian caciques and Span-
ish conquistadors analyzing the hybridity between European
heraldry and Mesoamerican pictographic writing traditions
(Castañeda, 2009; Castañeda and Luque-Talaván 2010a, 2010b;
Domínguez Torres 2007; Lobato 1970; Santamarina 2004);
3) the examination of social practices of Indian caciques and native
villages in using European coats of arms to negotiate special
privileges from the Spanish colonial system and in promoting

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

el simple intento de legalizar tierras comunales, y en su lugar son con-


tenedores de las visiones indígenas con múltiples niveles de memoria
social, significado, intención y propósito. Es importante la observación
de que algunos de estos documentos fueron creados para uso exclusivo
de audiencias indígenas y muchos de ellos nunca fueron presentados
en procedimientos legales o vistos por autoridades españolas (Floresca-
no, 1987; Wood, 1998: 203). Este último enunciado revela una génesis
compleja en la producción y uso de estos documentos que necesita un
acercamiento matizado para interpretar las prácticas de estos escritos y
pinturas dentro de las comunidades y su interacción con el contexto del
sistema legal de la Nueva España. Un sistema que simultáneamente pro-
movió y abjuró la producción de tales documentos, pero que en última
instancia validó su existencia como instrumentos útiles para apuntalar
la confianza de las comunidades indígenas en el circuito de cortes colo-
niales y metropolitanas (Harvey, 1986: 162; Kellog, 1992: 32-34; Wood,
1998:170). De hecho, la existencia de estos documentos revela la alianza
simbólica de cientos de repúblicas indígenas a la estructura burocrática
de la Nueva España, en representación del rey distante y ausente, una re-
lación que aún necesita ser explorada con mayor profundidad (Haskett,
2005; Schreffler, 2007:1-4; Wood, 2003).
Uno de los elementos más interesantes en algunos Títulos Primor-
diales y Códices Techialoyan es el despliegue conspicuo de escudos de
armas supuestamente otorgados por la Corona española a grupos cor-
porativos o gobernantes indígenas para recompensar actos meritorios
realizados durante la conquista y por el mantenimiento de sus dominios
americanos. Hasta el momento el estudio de la heráldica en la Nueva
España ha sido realizado con tres acercamientos principales.

1. Catalogación Heráldica
Consiste en la creación de catálogos de los escudos de armas y transcrip-
ción de sus blasones que fueron otorgados como recompensa durante el
siglo XVI a los conquistadores españoles y a los gobernantes indígenas

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

particular agendas of Indian caciques, or for defending commu-


nal lands from the encroachment of Spaniards and indigenous
neighbors (Galarza 1987; Haskett 1996, 2005; Ruíz 2008:445;
Terraciano 2001:60; Wood 1998, 2003).

Here, I focus on the study of coats of arms as represented on he-


raldic banners, but primarily I explore native practices behind their
use and follow all the above approaches to analyze the use of the Lien-
zos de Chiepetlan, IV, V, and VI. I review first the development of the
European heraldic tradition, its introduction in New Spain and then
study the social practices of the legitimately granted sixteenth-cen-
tury coats of arms for insight into late colonial practices manifested
in these self-assumed Indian coats of arms. Finally, I propose some
viable interpretations for the three heraldic banners of San Miguel
Chiepetlan.

European Heraldry and


Its Introduction to New Spain
Heraldry comprises two broad fields of knowledge: 1) Armory
is the use of specialized iconography and insignia to represent, cel-
ebrate, and recall to memory personal and dynastic achievements;
and 2) Blazon is the description and interpretation of the symbolism
of graphic elements represented on personal and royal arms. Heral-
dic iconography has existed in Europe probably since the second half
of the twelfth century to celebrate acts of courage and service per-
formed for a royal house. In practice, coats of arms have served as
codified culture specific semasiographies preserving the social mem-
ory of dynastic-political systems. Most importantly the daily practice
of displaying coats of arms, publicly chanting their symbolic mean-

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

que supuestamente los apoyaron en la conquista militar de Tenochtitlán


y otras regiones de Mesoamérica y el norte de México (Fernández de
Recas, 1961; Paz y Mélia, 1892; Villar Villamil, 1933). En estos trabajos
el tratamiento de los escudos, blasones y mercedes se realiza con base en
la tradición heráldica europea.

2. Análisis Icónico de Armas


Consiste en la descripción e interpretación de la iconografía represen-
tada en los escudos de armas de los conquistadores indígenas y espa-
ñoles. Utiliza como base el trabajo de los investigadores que realizaron
los primeros catálogos, pero avanza en la propuesta de analizar la selec-
tividad y complementariedad de préstamos en símbolos y significados
entre la heráldica europea y las tradiciones pictográficas mesoamerica-
nas. Propone la sobrevivencia de textos y narrativas indígenas a través
de elaboradas metáforas y polisemias (Castañeda, 2009; Castañeda y
Luque-Talaván 2010a, 2010b; Domínguez Torres, 2007; Lobato, 1970;
Santamarina, 2004).

3. Prácticas sociales
Examina las prácticas sociales de los líderes y comunidades indígenas
en el uso de los escudos heráldicos europeos para negociar y obtener
privilegios especiales del sistema colonial español. Estudia la agencia de
los caciques coloniales en la promoción de sus intereses o bien cómo
las comunidades indígenas defendieron simbólicamente sus tierras co-
munales de las amenazas hechas por el sistema colonial y otros compe-
tidores indígenas (Galarza, 1987; Haskett, 1996, 2005; Ruíz, 2008: 445;
Terraciano, 2001: 60; Wood, 1998, 2003).
En este trabajo hago uso de todos los acercamientos de forma
ecléctica, pero me enfoco en estudiar los escudos de armas representa-
dos primariamente en estandartes y lienzos heráldicos, explorando las
prácticas indígenas asociadas a la creación y uso de los Lienzos de Chie-
petlán IV, V y VI. En primer lugar reviso el desarrollo de la tradición he-

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

ing through codified blazons, rapidly became an act of allegiance be-


tween the royal figure and his/her subjects (Fox-Davies 1985:13). In
Europe the ruling monarchs were the source of all honors, and coats
of arms obtained by royal grant were and are greatly desired and cel-
ebrated (Woodcock and Robinson 1988:20).
With the crowning of the Habsburg Charles as the Spanish king
(1516) and Holy Roman Emperor (1519), Iberian heraldry had to
accommodate armorial practices from the Benelux region and Ger-
man principalities. Of special importance was the inclusion of the
heraldic heritage of the new monarch to the already complex coat
of arms of the Spanish Catholic kings. Thus, the typical arms of Isa-
bel and Ferdinand (the ‘charges’ or icons representing the kingdoms
of Castilla, León, Aragón, Dos Sicilias, and Granada) were impaled5
with those of Austria, ancient Burgundy, modern Burgundy, Brabant,
Flanders, Tirol, Jerusalem, Napoli, as well as Navarra (Figure 1). The
simple “eagle displayed”6 of Saint John that served as supporter for
the charges (icons) of the Catholic kings was replaced by the dou-
ble-headed eagle of the Holy Roman Empire, while the simple roy-
al crown of the Catholic Kings gave way to the flamboyant imperial
crown of Charles V.
All these heraldic developments in the Iberian Peninsula were
taking place almost in parallel to the time when the Spanish expedi-
tion of Hernando Cortés and large contingents of indigenous allies
conquered the powerful Triple Alliance of Tenochtitlan, Texcoco,
and Tacuba. In the decades after this military deed, both Spanish and

5 In heraldry impaled means to marshal or combine two coats of arms (usually


those of a husband and wife) on an escutcheon party per pale to create the new family arms.
6 Heraldic terminology is complex, and I streamline it here to enhance readability
in this work; readers are referred to standard treatises on heraldry to clarify any technical
concepts (e.g., Fox-Davies 1985; Woodcock and Robinson 1988).

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

ráldica europea y su introducción a la Nueva España. Despues, abordo


las prácticas sociales asociadas con los escudos de armas legítimamente
otorgados en el siglo XVI, con la finalidad de entender los cambios y
ajustes en la heráldica indígena en la etapa colonial tardía manifestados
en los escudos asumidos por adopción propia, sin patente heráldica. Fi-
nalmente, propongo algunas interpretaciones viables para entender los
estandartes heráldicos de San Miguel Chiepetlán.

La heráldica europea y su introducción


en la Nueva España
La heráldica abarca dos amplios campos de conocimiento: la armería y el
blasón. La armería es el uso de iconografía e insignia especializada para
presentar, celebrar y registrar logros personales y dinásticos en la memo-
ria social y política. El blasón es el arte de describir e interpretar el sim-
bolismo de los elementos gráficos representados en las armas y cargos
personales y reales. En forma reconocible, la iconografía heráldica se ha
practicado en Europa desde por lo menos la segunda mitad del siglo XII
para celebrar y recompensar actos de valentía y servicio realizados en be-
neficio del rey y la Corona. En la práctica, los escudos de armas han ser-
vido para preservar la memoria social de los sistemas político-dinásticos
a través de semasiografías que expresan complejas ideas o mensajes por
medio de imágenes visuales codificadas, sin tener que recurrir a medios
fonéticos, silábicos o alfabéticos (Gelb, 1963: 13). La práctica cotidiana
de desplegar escudos de armas y públicamente “cantar” sus significados
simbólicos por medio de blasones codificados se convirtió rápidamente
en un acto de alianza entre la figura real y sus súbditos (Fox-Davies, 1985:
13). En Europa las monarquías gobernantes fueron fuente de todos los
honores y los escudos de armas obtenidos por merced real fueron y si-
guen siendo todavía ampliamente deseados y celebrados (Woodcock and
Robinson, 1988: 20). Con la coronación del Habsburgo Carlos como rey
de España en 1516 (Carlos I de España), y emperador del Sacro Imperio

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

Indian conquistadors began requesting privileges and royal grants


from the Spanish Crown. Most petitions were for coats of arms to
perpetuate the memory of the event and the deeds of the conquista-
dors (see entries in Villar Villamil 1933). Hence, European heraldry
was introduced into the New World as a well-developed system of
iconography specialized in displaying narratives of military and civic
achievements. The conquest of the Triple Alliance in central Mexico
provided numerous novel heraldic achievements, iconography, and
narratives that had a greater overall impact on the practice of colonial
heraldry than later armorial developments in Europe (Weckmann
1992:146).
For acts related to the conquest of the Triple Alliance, Her-
nando Cortés received a royal coat of arms on March 7, 1525 (Fig-
ure 2). As the first royal coat of arms legally granted to a Spanish
conquistador in New Spain, it is worth describing its iconographic el-
ements carefully and explain its blazons. I endeavor to show here how
since the sixteenth-century heraldic elements granted to European
conquistadors, as well as the coats of arms of Castilla-León and the
Holy Roman Empire, were used as templates for indigenous shields,
whether their achievements were legally granted or self-assumed. As
represented in a sketch from the Archivo de la Casa de Alba (see Paz
y Mélia 1892: pl. XXVII; Villar Villamil 1933: entry 1), Cortés’s coat
of arms is simple, elegant, and full of meaning. It succinctly narrates
the conquest of New Spain and the fall of Tenochtitlan. Cortés’s shield
is marshaled into four quarters7 and a bordure.8 I interpret the shield

7 Note that when describing a shield: “all directions are given as if the spectator
was behind the shield, dexter is used to denote ‘right,’ and sinister ‘left.’ Chief refers to the
top part of the shield and base to the bottom part…. A charge in dexter chief is in the top
left-hand corner as you look at the shield as this would be the top right-hand corner if you
stood behind it” (Woodcock and Robinson 1988:55).
8 Bordure is an orle, the area adjacent to the outer edges of an escutcheon.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

Romano en 1519 (Carlos V de Alemania), la heráldica ibérica tuvo que


acomodar prácticas de armería de la región del Benelux y otros princi-
pados germanos. De especial importancia fue la inclusión de la heren-
cia heráldica del nuevo monarca en el ya complejo escudo de armas de
los Reyes Católicos. Las armas típicas de Isabel y Fernando, es decir los
“cargos” o “títulos” de los reinos de Castilla, León, Aragón, Dos Sicilias y
Granada, fueron combinados con los cargos de Austria, Borgoña Antigua,
Borgoña Moderna, Brabante, Flandes, Tirol, Jerusalén, Nápoles, así como
Navarra (figura 1). El águila desplegada de San Juan que servía de soporte
a los cargos de los Reyes Católicos fue reemplazada por la extravagante
águila bicéfala del Sacro Imperio Romano y de la casa de Habsburgo. Así
mismo, la corona real de los Reyes Católicos fue sustituida por la vistosa
corona imperial en su título de Carlos V de Alemania.
Todos estos desarrollos heráldicos en la península ibérica sucedieron
casi simultáneamente con la expedición de Hernando Cortés, quien junto
con un gran número de aliados indígenas conquistó a la poderosa Triple
Alianza de Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba. En las décadas que siguieron a
este evento militar, tanto los conquistadores españoles e indígenas comen-
zaron a solicitar privilegios y mercedes reales de la Corona española. Estas
peticiones solicitaban, entre otras cosas, escudos de armas para perpetuar la
memoria de los eventos y los hechos de los conquistadores (ver las entradas
en Villar Villamil 1933). Por lo tanto, la heráldica europea fue introduci-
da en el Nuevo Mundo como un sistema iconográfico bien desarrollado y
especializado en desplegar narrativas de logros militares y cívicos. La con-
quista de la Triple Alianza en el centro de México proveyó numerosos y no-
vedosos cargos heráldicos, diseños iconográficos y narrativas que tuvieron
un mayor impacto en las prácticas de la armería colonial que los desarrollos
posteriores de la heráldica en Europa (Weckmann, 1992: 146).
Por actos asociados a la conquista de la Triple Alianza, Hernando Cor-
tés recibió por merced real un escudo de armas el 7 de marzo de 1525 (figura
2). Por ser el primer escudo de armas legalmente otorgado a un conquistador
en la Nueva España, vale la pena revisar sus elementos iconográficos y explicar

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Figure 1. Armorial heritage of Charles V of the Holy Roman Empire Modified by Gerar-
do Gutiérrez from www.heraldicahispana.com
Figura 1. Herencia heráldica de Carlos V como emperador sacro romano Modificado por
Gerardo Gutiérrez, Obtenido en www.heraldicahispana.com.

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Figure 2. Coat of arms granted to Hernando Cortés. After Villar Villamil 1933, entry 1.
Drawing by Gerardo Gutiérrez
Figura 2. Escudo de armas otorgado a Hernando Cortés. Con base en Villar Villamil
1933, entrada 1. Ilustración de Gerardo Gutiérrez.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

following the typical narrative of the conquest of Mexico to make


sense of the primary semasiographies represented in its charges and
blazon, and I begin with the second quarter, moving clockwise to the
fourth quarter, the bordure, and then ending the narrative with the
third quarter. Therefore, the second quarter depicts a charge of three
gold (or) crowns on a black (sable) field.9 As stated in the grant, each
crown represents one of the last three huey tlatoque of the Triple Alli-
ance defeated by Cortés: Moctezuma, Cuitlahuac, and Cuauhtemoc.
The fourth quarter depicts the city of Tenochtitlan painted in red on
a blue field, signifying that Tenochtitlan was a lacustrine city taken
and annexed to the Spanish Empire by force of arms. The bordure
makes further reference to the geographic and political situation of
the Basin of Mexico, since the grant of arms specified it as having a
field of gold with seven human heads chained together with a large
padlock. These seven heads represented the seven Indian rulers and
their altepetl around the lake subdued as part of the larger assault on
all the polities in the Basin of Mexico. The third quarter presents a
red field with a gold lion rampant. With this latter charge the Crown
acknowledged that the conquest of New Spain was accomplished by
Cortés’s agency. The first quarter has a black, double-headed imperial
eagle. The latter signifies that the Spanish Crown granted Cortés the
arms of the Holy Roman Empire, one of the highest heraldic hon-
ors in the realm.10 The adjunct achievements accompanying Cortés’s
shield were a closed helmet, wreath, mantle, and a crest.

9 There is a rich color terminology for the palette of medieval European heraldry
(see Fox and Davies 1985:60-61) for which we have substituted quotidian vocabulary.
10 The Crown did not hesitate to grant its own arms and blazons to celebrate the
merits of the conquistadors for expanding Spanish dominion over the New World. Indeed,
it was a prerogative of the Crown to grant the use of the imperial and royal coats of arms or
its individual charges to cities, religious orders, and individuals (Riquer 1986:20).

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

sus blasones. Con esto quiero mostrar cómo desde la primera década después
de la Conquista los elementos heráldicos mercedados a los conquistadores
españoles, así como las armas de Castilla-León y el Sacro Imperio Romano,
fueron utilizados como plantilla para los escudos de armas indígenas, ya sea
en aquellos recibidos por merced real o por adopción propia. De acuerdo con
la merced de armas de Cortés en el Archivo de la Casa de Alba (ver Paz y Mé-
lia, 1892: pl. XXVII; Villar Villamil, 1933: entrada 1), su escudo de armas es
sencillo, elegante y lleno de significado, pues narra sucintamente la conquista
de Tenochtitlán y el origen de la Nueva España.
El escudo de Cortés está dividido en cuatro cuarteles en cruz,5
con una orla o bordura alrededor de los cuarteles. Interpretaré el escudo
siguiendo la típica narrativa de la conquista de México para mostrar las
semasiografías primarias representadas en sus cargos y blasones. Co-
mienzo por el segundo cuartel, para moverme siguiendo las manecillas
del reloj al cuarto cuartel, describir la orla, pasar al tercer cuartel y ter-
minar la narrativa en el primer cuartel. Por lo tanto, el segundo cuar-
tel muestra un cargo formado por tres coronas de oro sobre un campo
negro.6 Como lo establece la merced heráldica, cada corona representa
uno de los tres huey tlatoque de Tenochtitlán derrocados por Cortés:
Moctezuma, Cuitláhuac, y Cuauhtémoc.
El cuarto cuartel muestra la ciudad de Tenochtitlán pintada en rojo
sobre un campo azul para significar que fue una ciudad lacustre anexada
al imperio por la fuerza de las armas. La bordura elabora más en cuanto
a la situación geográfica y política de la cuenca de México, pues la mer-

5 Cabe notar que al describir un escudo “todas las direcciones son nombradas como si
el espectador estuviera detrás del escudo, diestro se utiliza para denotar ‘a la derecha’ y sinies-
tro ‘a la izquierda’. La cabeza se refiere a la parte superior del escudo y la punta a su base. Así
un cargo en cabeza diestra se ubicará en la esquina superior izquierda de alguien que mira de
frente al escudo, mientras que será la esquina superior derecha si uno está detrás del escudo”
(Woodcock and Robinson, 1988: 55).
6 La terminología heráldica es sofisticada, muy especializada y arcana, por lo que he
substituido la mayoría de sus términos al lenguaje común. Remito al lector a los manuales
heráldicos españoles e ingleses para consultar cualquier tecnicismo (ver Fox y Davies 1985;
Riquer 1986).

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

After the Crown granted Cortés his heraldic achievements,


other conquistadors followed suit and filed petitions for the same
honors. From the sample of coats of arms published by Villar Vil-
lamil (1933), I estimate that the Crown granted armorial achieve-
ments to some 117 Spanish conquistadors between 1525 and 1594.
During the same period, though, only 22 native allied rulers received
such honors. This represents a ratio of five coats of arms awarded
to European conquistadors for every one shield granted to a native
ally. More interesting is the chronological allocation of the armorial
grants, with the primary lot of European conquistadors (75 percent)
receiving their coats of arms in the first two decades after the fall of
Tenochtitlan (1525-1544). After 1545 the number of coats of arms
given to Europeans showed a steady decline, both in absolute and
relative numbers (see Figure 3). The trend of granting coat of arms
to Indian allies behaved differently, with 73 percent granted between
the fourth and seventh decades after the fall of Tenochtitlan (1555-
1594). So, while European conquistadors received their achievements
during their lifetime, most Indian allies obtained them posthumous-
ly, being granted to their children and grandchildren who endured
and accommodated to the colonial administration. Public display of
the coats of arms on the façades of the houses of the conquistadors
and small personal banners known as reposteros11 became a common
practice, but few architectural and textile instances survive from the
sixteenth century.12 Spanish armorial achievements were granted in
perpetuity and transmittable by inheritance to all the descendants of

11 ‘Repostero’ may include many items, such as dishware, cutlery, and servants’
livery (see Diccionario de Autoridades 2002:583).
12 One of the few surviving examples in colonial architecture is seventeenth-century
defaced coats of arms on the church façade of the Convento de La Concepción in the mod-
ern street of Belisario Domínguez, Mexico City.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

ced de armería la describe representando siete cabezas humanas sobre un


campo de oro, encadenadas por un gran candado. Las siete cabezas repre-
sentan otros siete gobernantes indígenas de los altépetl alrededor de los
lagos que fueron subordinados como parte del asalto mayor que sufrieron
todas las unidades políticas en torno a la isla de México. El tercer cuartel
presenta un león rampante sobre un campo rojo. Con este último cargo
la Corona reconoce que la conquista de la Nueva España se logró por la
agencia de Cortés. El primer cuartel tiene un águila bicéfala imperial para
significar que la Corona española le otorgó a Cortés como armas el so-
porte del Sacro Imperio Romano, uno de los honores heráldicos más altos
en sus dominios.7 Los elementos adjuntos que acompañan el escudo de
Cortés fueron un yelmo cerrado, una guirnalda, un manto y un crestón,
que originalmente solo era de plumas, pero por matrimonio con Doña
Juana Zuñiga fue elevado en nobleza con el uso de la cimera de esa casa.
Después de que la Corona le otorgó a Cortés sus mercedes heráldi-
cas, otros conquistadores también solicitaron los mismos honores. Con
base en la muestra de escudos de armas publicada por Villar Villamil
(1933), se puede estimar que la Corona española otorgó distinciones de
armas a unos 117 conquistadores españoles entre 1525 y 1594. Durante
el mismo periodo, únicamente 22 nobles indígenas que fueron aliados de
Cortés recibieron tales honores. Esto representa una tasa de cinco escu-
dos de armas dados a conquistadores españoles por cada escudo otorgado
a un aliado indígena. Más interesante resulta la distribución cronológica
de las concesiones de escudos de armas, con la mayoría de los conquis-
tadores españoles (75%) recibiendo sus escudos en las primeras dos dé-
cadas después de la caída de Tenochtitlán (1525-1544). Después de 1545
los escudos de armas concedidos a españoles muestran un decremento
sostenido, tanto en números absolutos como relativos (figura 3).

7 La Corona española nunca dudó en otorgar sus propias armas y blasones para celebrar
los méritos de los conquistadores en la expansión de sus dominios americanos. Fue de hecho
una prerrogativa de la Corona dar en merced los escudos reales e imperiales o cualquiera de sus
cargos a las ciudades, órdenes religiosas e individuos meritorios (Riquer, 1986: 20).

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

the original grantee without the usage of marks of cadency or bas-


tardy.13 However, since the Crown refused to grant feudal territories
and rights to the conquistadors, the designs of the original coats of
arms were seldom modified by marriages or by augmentations of
honors. Early heraldic armory given to European conquistadors in
the Americas seemed to have become stagnant, perhaps due to the
limited direct interaction between the “hidalgos” of New Spain and
the king. Such was not the case for heraldry granted to indigenous
caciques, which flourished on its own; local native agents felt free
to develop, adapt, and modify armorial designs depending on their
needs and their perceived relationship with the king (see examples in
Fernández de Recas 1961).

Figure 3. Historical trends in the allocation of coats of arms between European and
Indian conquistadors during the 16th century. Based on the database created by
Villar Villamil (1933) from the Archivo Ducal de Alba. Drawing by Gerardo
Gutiérrez.
Figura 3. Tendencias históricas para otorgar escudos de armas entre conquistadores
europeos e indígenas durante el siglo XVI. Con base en el catálogo de Villar
Villamil (1933) del Archivo Ducal de Alba. Ilustración de Gerardo Gutiérrez

13 Spanish armorial tradition did not distinguish the birth order of heirs or whether
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the offspring was born out of wedlock.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

La tendencia de otorgar escudos de armas a los conquistadores


indígenas muestra un comportamiento diferente con 73% de ellos con-
cedidos entre la cuarta y la séptima décadas después de la toma de Te-
nochtitlán (1555-1594). Esto significa que mientras los conquistadores
españoles recibieron sus honores heráldicos en vida, la mayoría de los
aliados indígenas los obtuvieron de manera póstuma, siendo los verda-
deros recipientes aquellos hijos y nietos que les sobrevivieron y lograron
acomodarse a la administración colonial.
El despliegue público de escudos de armas en las fachadas de las
casas de los conquistadores y en pequeños estandartes personales cono-
cidos como “reposteros”8 se convirtió en una práctica común, pero pocos
ejemplos arquitectónicos y textiles del siglo XVI han sobrevivido.9 Los
méritos de armería españoles eran concedidos a perpetuidad y se hereda-
ban a todos los descendientes del recipiente original sin el uso de brisuras
de orden de nacimiento ni de bastardía. Ya que la Corona se rehusó a con-
ceder derechos feudales a los conquistadores, sus diseños de armas fue-
ron raramente modificados por matrimonio o por la obtención de nuevos
honores. La heráldica temprana dada a los conquistadores españoles en
la Nueva España parece haber cambiado muy poco, en cierta medida por
el conservadurismo propio de los cargos heráldicos, pero también ataja-
da por la limitada interacción entre los “hidalgos” y el rey. Ese no fue el
caso de la heráldica dada a los caciques indígenas, la cual floreció por sí
misma, libre en cierta medida de la normatividad europea. Los usuarios
indígenas de escudos de armas hicieron suyo el sistema heráldico y lo
modificaron dependiendo de sus necesidades y de la relación percibida
entre ellos y la figura del rey de España (Fernández de Recas, 1961).

8 Los reposteros pueden incluir artículos como platos, cubiertos y la vestidura del per-
sonal de servicio (ver el Diccionario de Autoridades, 2002: 583).
9 Algunos de los pocos ejemplos heráldicos coloniales en arquitectura colonial de la
Ciudad de México se pueden apreciar en un par de escudos de armas mutilados sobre la fachada
del Convento de la Concepción, en la calle de Belisario Domínguez, construído a finales del
siglo XVII.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

The Adoption of Coats of Arms by Indi-


an nobility and Corporate Communities
Technically speaking, there was no Mesoamerican heraldry as some
authors have suggested (Lobato 1970:13). Nonetheless, Mesoamer-
ican political systems clearly had complex sets of military insignia
used to reward meritorious actions on the battlefield, as well as civic
and religious iconography to identify institutional hierarchies based
on birthrights or bureaucratic achievements (see essays in Olivier
2008). Even though such regalia were not completely transferable
to other members of society by direct inheritance, in contrast to
some European heraldic charges, these Mesoamerican iconographic
devices functioned rather like heraldry in some ways, and the exis-
tence of this symbology surely facilitated the gradual adoption and
adaptation of European-style heraldry by the indigenous nobility as
part of their forced or willing integration into the Spanish empire
(Domínguez Torres 2011:71; Ruíz 2008:445; Santamarina 2004:605).
Indian caciques in the sixteenth century had at least two paths to
attain specific heraldic designs from the Crown. The simplest way
was to allow heraldic officers to assign charges based on acts of valor
and services as described in the letters of merits sent to the Council
of Indies. A second was to request the usage of a ‘charge’ used by one
of their ancestors. An especial instance of the first possibility is the
coat of arms granted to Hernando Pimentel, heir to the royal lineage
of Texcoco, who managed to obtain the patronage of the Count of
Benavente, Don Antonio Alfonso Pimentel, who was willing to con-
cede the usage of his own armorial devices and family name to the
caciques of Texcoco. Thus, Don Hernando acquired the last name of
Pimentel and the entire armory of the Counts of Benavente, which
among their achievements displayed a beautiful bordure alternating

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

La adopción de escudos de armas por la


nobleza y comunidades indígenas
En términos estrictos, no hubo una heráldica mesoamericana, como
algunos autores los han sugerido (Lobato, 1970: 13). No obstante, los
sistemas políticos mesoamericanos poseyeron una gran cantidad de
insignias (tlauiztli) y practicaron un complejo sistema para otorgarlas
a aquellos que se hubieran distinguido en el campo de batalla o para
marcar su ascenso jerárquico en las estructuras burocráticas y religiosas
indígenas, por derechos de nacimiento o por méritos personales (véanse
ensayos en Olivier 2008). Aunque la regalía indígena no era completa-
mente transferible a otros miembros de la sociedad por herencia directa,
en contraste con los cargos de la heráldica europea, la existencia ico-
nográfica de divisas de guerra mesoamericana procuró una simbología
que por similitud de prácticas facilitó la adopción y la adaptación gra-
dual de la heráldica estilo europea por la nobleza indígena. Esto se hizo
como parte de su integración forzada o negociada al Imperio español
(Domínguez Torres, 2011: 71; Ruíz, 2008: 445; Santamarina, 2004: 605).
Los caciques indígenas del siglo XVI tuvieron al menos dos rutas para
obtener divisas heráldicas de la Corona. El procedimiento más sencillo
fue permitir que los oficiales reales asignaran cargos, piezas, muebles y
particiones heráldicos con base en los actos de valor o servicio descritos
en la carta de méritos enviada al Consejo de Indias. Una segunda ma-
nera fue la de requerir el uso de ciertos “cargos” de origen prehispánicos
usados por los ancestros indígenas del peticionario. Un ejemplo espe-
cial de la primera posibilidad fue el escudo de armas otorgado a Don
Hernando Pimentel, heredero de la línea real de Texcoco, quien logró el
patrocinio del Conde de Benavente, Don Antonio Alfonso Pimentel, el
cual estuvo dispuesto a concederle el uso de su armería y el nombre de
su familia. Así, Don Hernando adquirió el apellido Pimentel y el lega-
do heráldico del Conde de Benavente, que entre sus divisas desplegaba
una admirable orla que alternaba los cargos de Castilla y León (Villar
Villamil, 1933: entrada 128; Domínguez Torres, 2007). Este caso ilustra

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

the heraldic charges of Castilla and León (Villar Villamil 1933: entry
128; see also Domínguez Torres 2007). This illustrates how Spanish
royalty allowed Indian allies to appropriate European coats of arms as
an overt signal of alliance and allegiance to the colonial regime.
An instance of the second possibility is the coat of arms granted
in 1535 to Fernando de Tapia, cacique of Tula and interpreter for the
Audiencia of Mexico (Fernández de Recas 1961:231; Villar Villamil
1933: entry 124). Fernando de Tapia claimed that his father, Andrés
de Tapia, assisted the Spaniards in many early conquests. As a reward
for his father’s services, Fernando de Tapia requested and was granted
a coat of arms charged with a black eagle with displayed wings, which
was dimidiated14 by a seated upright leopard.15 Fernando de Tapia
claimed that this composite insignia of combined half-eagle and
half-feline belonged to his father. I believe this iconography displays
the encounter of the solar deity (as represented by the half eagle) with
the earth divinity (as depicted by the half feline or jaguar), an icono-
graphic duet recalling a scene depicting the Wind and Death deities
back-to-back in the codices of the Borgia group (Boone 2007:111).
Fernando de Tapia’s request is extraordinary because it breaches pre-
columbian Nahua custom of earning military insignia by personal
merits on the battlefield. Instead, he directly adopts his father’s insig-
nia by inheritance. Notwithstanding that the dimidiated emblem of
the eagle and jaguar can be interpreted within the precolumbian can-
on, such insignia became a polysemy also interpretable and in com-
plete accordance with European rules of blazoning. The interesting
endurance of prehispanic iconography within the framework of Euro-

14 Dimidiation is cutting two coats of arms in half by a vertical line, uniting the
dexter half of one with the sinister half of the other.
15 In heraldry, any feline that is represented with spots is called a leopard. In the
self-assumed Indian coats of arms, however, the animals being depicted are jaguars.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

cómo la nobleza española permitió que los indígenas aliados se hicieran


de escudos de armas de rancio linaje europeo como una señal pública de
su alianza y lealtad a la Corona y al régimen colonial.
Una segunda posibilidad se observa en el escudo de armas supues-
tamente otorgado en 1535 a Don Fernando de Tapia, cacique de Tula e
intérprete de la Audiencia de México (Fernández de Recas 1961:231;
Villar Villamil 1933: entrada 124). Fernando de Tapia argumentó en su
petición que su padre, Andrés de Tapia, asistió a los españoles en mu-
chas de las primeras conquistas, muriendo en la expedición de Ñuño de
Guzmán a Jalisco. Como recompensa a los servicios de su padre, Fer-
nando de Tapia solicitó, y le fue concedido, un escudo de armas cortado
en faja y en la parte superior una media águila negra partida en palo por
un medio tigre (jaguar) compartiendo una cresta de plumas. Fernando
de Tapia arguyó que esta divisa dimidiada (dimidiation en la heráldica
inglesa) de medio tigre y media águila unidos espalda con espalda era
la insignia prehispánica de su padre. La petición de Fernando de Tapia
es extraordinaria porque produjo un primer quiebre con la tradición
nahua prehispánica en la que dichas divisas debían ganarse por méritos
personales en el campo de batalla. En su lugar, Tapia adoptó la insig-
nia de su padre por medio de un proceso de herencia al estilo europeo.
Desde una perspectiva mesoamericana, es posible que esta iconografía
represente el encuentro de la deidad solar (la media águila) con la di-
vinidad terrestre (medio jaguar). Este dueto iconográfico trae a la me-
moria escenas de los códices del grupo Borgia, en donde se representan
deidades opuestas o complementarias, como es el caso de las deidades
del viento y la muerte, unidas espalda con espalda (Boone, 2007: 111).
Llama la atención que una variante de esta iconografía heráldica colo-
nial fue reportada por Jacinto de la Serna en la primera mitad del siglo
XVII, siendo utilizada en rituales para prevenir tormentas de granizo en
el Valle de Toluca (De la Serna, 1953: 80). A pesar de que los emblemas
de la media águila y el medio jaguar puedan ser interpretados con base
en nuestro conocimiento de la iconografía mesoamericana, tales insig-

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

pean armory demonstrates how heraldry accepts and adapts non-Eu-


ropean insignia into charges, a sanctioned practice that encourages
multiple narratives of domination-subordination and appropriation
of native symbols as war trophies. Nonetheless, while a Spaniard
might have interpreted such indigenous iconographic elements as
signals of submission and allegiance, the indigenous individuals who
received these composite coats of arms may have interpreted them
as the Spanish recognition of their enduring legitimacy as nobles
and their continued political autonomy under the umbrella of the
Spanish empire. This dissonance of interpretation is what Lockhart
(1991) has conceptualized as “double mistaken identity.” Over time,
the natives would use the flexibility of European heraldry for their
own purposes and agendas. Not surprisingly, self-assumed coat of
arms began to appear in the late sixteenth century and became the
norm during the late Colonial period, an indication of the acceptance
of European heraldry among native caciques and cabildos (municipal
ruling councils) (Wood 1991:176). Although Spanish monarchs ar-
rogated to themselves the right to authorize the bearing of arms and
create statutory laws, it is necessary to clarify that the right to bear
arms, known in Europe as “la capacité heraldique,” is a general right,
and not a privilege, and belongs to any person or corporate body by
consuetudinary law (Heim 1978:18-21). Therefore, self-assumed in-
digenous coats of arms in New Spain were not illegal, and their status
could always be “made official” by requesting and obtaining a royal
patent.
As for civic usage of heraldry, after Mexico City was granted its
coat of arms, many other large Spanish and Indian political centers
followed suit: Guatemala (1532), Chiapa (1535), Guadalajara (1539),
Huejotzingo (1553), Michoacan (1553) and Coyoacan (1561) (see Paz

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

nias se convirtieron en polisemias interpretables también en completa


concordancia con las reglas del blasón europeo. La sobrevivencia de la
iconografía y simbolismo prehispánico dentro del marco de escudos de
armas demuestra cómo la heráldica aceptó y adaptó insignias no euro-
peas como divisas de armería, una práctica sancionada que promovió
múltiples narrativas de dominación, subordinación y apropiación de
símbolos indígenas como trofeos o botín de guerra (los ejemplos son
múltiples en los escudos otorgados a los conquistadores, véase las entra-
das de Villar Villamil, 1933). No obstante, lo que los españoles pudieron
haber interpretado como elementos simbólicos que señalaban sujeción
y lealtad, para los agentes indígenas que recibieron armería dichos ele-
mentos pudieron haber significado el reconocimiento que les hacía la
Corona de su permanencia y legitimidad como nobles, y la continuidad
de su autonomía política bajo la bandera del imperio. Esta disonancia
de interpretaciones es lo que Lockhart (1991) ha conceptualizado como
“doble confusión de identidad”, en la que cada grupo interpreta al otro
con base en los valores de su propia cultura y cree entenderlo, cuando en
realidad solo ve una proyección de sí mismo. El concepto de Lockhart es
valioso, pero sería mejor entendido no como una “doble” confusión de
identidades, sino como una “zona de contacto” (Pratt, 1997: 26-27), es
decir, como un devenir de largo plazo en el que se están forjando nuevas
identidades y prácticas culturales ante la interacción, en un contexto co-
lonial, de dos grupos parentales que habían tenido desarrollos históricos
separados. En cualquier caso, es de notar que los grupos mesoamerica-
nos se apropiaron de la heráldica europea y aprovecharon su flexibili-
dad para promover sus agendas, las cuales fueron variables de acuerdo
con circunstancias particulares. No es de sorprender que los escudos
de armas de adopción propia hagan su aparición a finales del siglo XVI
(De la Serna, 1953: 80) y que se hayan convertido en la norma durante
el periodo Colonial tardío. Esto indica la aceptación y adaptación de la
heráldica europea entre los cabildos y caciques indígenas (Wood, 1991:
176). Aunque la monarquía española enajenó el derecho de autorizar

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

y Mélia 1892:282-296). Inexorably, the practice percolated to smaller


political systems, so that by 1559 the pueblo of Santa Catarina Tex-
upa, in the Chocho-Mixtec region of Oaxaca, was reported to have
paid the considerable amount of 30 pesos for an official seal depicting
the coat of arms of the Habsburg dynasty (Figure 4) (León 1982: folio
26). Six decades after the fall of Tenochtitlan, the Indian cabildo of
Tlaxcala was ready to lecture both Spaniards and natives in the lore
of European heraldry. In 1580 Diego Muñoz Camargo reported that
the cabildo and audiencia rooms of the municipal building of Tlax-
cala had walls adorned with equestrian portraits of Hernando Cortés
and all the viceroys who had ruled New Spain (Muñoz Camargo
1984:47-48). In the depiction of Hernando Cortés, the Tlaxcateca
artists painted a defeated Moctezuma Xocoyotzin with his weap-
ons, ruling diadem, and gods broken beneath the hooves of Cortés’s
horse (Figure 5). More humiliating is that Moctezuma was shown in
shackles and trailing an upside down banner along the ground. In
contrast, Cortés is depicted victorious riding a beautiful horse and
holding a crucifix to represent the dominance of the Catholic faith.
Behind Cortés there is an image of an Indian woman (representing
New Spain as one of the West Indies) holding an intriguing heraldic
crowned banner, especially folded to display a castle and above it a
nopal cactus. I am unsure how to interpret these charges, since the
castle and the nopal cactus can together form an allegory represent-
ing the defeated island of Tenochtitlan and its transformation into
Mexico City. Another possibility is that the artists were trying to rep-
resent the charges of Tlaxcala or Castilla, both represented by a cas-
tle. We know that the equestrian painting of the triumphant Cortés
was complemented by the depiction of all the caciques conquered by
him. The Relación Geográfica de Tlaxcala (Acuña 1984) presents sur-

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

el uso de armería y creó legislación estatutaria para su regulación, es


necesario aclarar que la posesión de armería, conocida en Europa como
la capacité heraldique, es un derecho general y no un privilegio, es decir,
pertenece a todos los individuos o cuerpos corporativos por derecho
consuetudinario (Heim, 1978: 18-21). Por lo tanto, los escudos indíge-
nas de adopción propia nunca fueron considerados ilegales o falsos, y su
estatus podía sancionarse por medio de una patente regia.
En lo que respecta a la heráldica cívica, después de que la Ciudad
de México obtuvo sus escudos heráldicos por merced real, otros cabil-
dos españoles e indígenas solicitaron y obtuvieron el mismo privilegio:
Guatemala (1532), Chiapas (1535), Guadalajara (1539), Huejotzingo
(1553), Michoacán (1553) y Coyoacán (1561) (Paz y Mélia, 1892: 282-
296). Inexorablemente, la práctica se difundió a otros sistemas políticos
menores. Así en 1559 el pueblo de Santa Catarina Texupa, en la región
Chocho-Mixteca de Oaxaca, registró haber pagado la considerable can-
tidad de 30 pesos por un sello que tenía estampado el escudo de armas
de la dinastía Habsburgo (figura 4) (Códice Sierra, 1982: folio 26).
Seis décadas después de la caída de Tenochtitlán, el cabildo de Tlax-
cala estaba preparado para exponer su conocimiento sobre la heráldica
europea. En 1580, Diego Muñoz Camargo reportó que las salas del cabil-
do y de la audiencia de Tlaxcala tenían sus paredes decoradas con pinturas
ecuestres de Hernando Cortés y los virreyes de la Nueva España (Muñoz
Camargo, 1984: 47-48). En la pintura de Cortés, el artista tlaxcalteca in-
cluyó la imagen de un derrotado Moctezuma Xocoyotzin, mostrando sus
armas, la diadema de gobernante y sus ídolos rotos debajo de los cascos
del majestuoso caballo que monta Cortés (figura 5). Más humillante es
que Moctezuma es mostrado en grilletes arrastrando un estandarte por
los suelos. En contraste, Cortés es representado victorioso montando un
poderoso caballo y sosteniendo un crucifijo en alto para representar el
dominio de la fe católica. Detrás de Cortés hay una imagen de una mu-
jer indígena, que representa la Nueva España, sosteniendo un estandarte
doblado en estilo marcial para mostrar en su centro una planta de nopal.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

El estandarte en sí mismo emerge del almenado de un castillo y


en la punta del estandarte se colocó una corona. Es difícil interpretar
los cargos de este estandarte, ya que el castillo y el nopal juntos pueden
ser alegóricos a la conquista de la Isla de Tenochtitlán y su transforma-
ción en la Ciudad de México. Otra posibilidad es que el artista esté re-
presentando los cargos de Tlaxcala o Castilla, ambos simbolizados por
castillos.
Figure 4. Seal depicting the coat of arms of the Habsburg dynasty purchased by San-
ta Catarina Texupa in 1559. After Codex Sierra, plate 26 (León 1982). Drawing

Figura 4. Sello del escudo de armas de la casa de Habsburgo comprado por el pue-
blo de Santa Catarina Texupa en 1559. Con base en el Códice Sierra, lámina 26
(León 1982). Ilustración de Gerardo Gutiérrez
by Gerardo Gutiérrez.

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Figure 5. Hernando Cortés in an equestrian pose with a defeated and humiliated Mocte-
zuma Xocoyotzin, together with a representation of New Spain as an Indian Woman
supporting a complex heraldic banner. After Cuadro 20 of the Relación Geográfica
de Tlaxcala (Acuña 1984). Darwing by Gerardo Gutíerrez

Figura 5. Hernando Cortés en pintura ecuestre. El emperador Moctezuma Xocoyotzin


se muestra humillado con grilletes. Una mujer indígena con un estandarte heráldico
representa la Nueva España. Con base en Cuadro 20 de la Relación Geográfica de
Tlaxcala (Acuña 1984). Ilustración de Gerardo Gutiérrez

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

viving sketches of the civic paintings that once decorated the munici-
pal building of Tlaxcala. In them, we can appreciate a fragment of the
aforementioned scene with nine Indian rulers dressed in prehispanic
style holding at least eight banners. Each Indian ruler represents an
important native region, at the head of which are friendly caciques
who helped the Spaniards to establish both the political hegemony
of the Spanish Crown and the rule of the Catholic faith (Figure 6).
With these paintings, the cabildo of Tlaxacala underscored that their
caciques and principales led this new arrangement by representing a
Tlaxcalteca ruler at the forefront of the provinces holding a heraldic
banner with the coat of arms of Tlaxcala/Castilla as a symbolic pledge
of allegiance to the Spanish Crown. This public statement was again
masterfully represented in a scene in the Lienzo de Tlaxcala (Chavero
1964:LXXXVI), where an enormous imperial coat of arms is guard-
ing the altepetl (native state, Lockhart 1992:14) of Tlaxcala (Figure 7).
When the Relación Geográfica de Tlaxcala was presented to
Phillip II by an embassy of Tlaxcatecas, the king decided to keep it as a
gift in his personal treasure chamber (Acuña 1984:14), revealing how
pleased he was with the flattering account and the accompanying art
of allegiance. We wonder what the king made of the representation
of his own royal image as depicted in the equestrian painting of the
Relación. In that sketch of Phillip II, the coat of arms of Castilla-León
was painted with the position of the charges shifted: in quarters 1 and
4 the Indian artists decided to represent León instead of Castilla, and
in quarters 2 and 3, Castilla instead of León. This ambivalent shift-
ing of coat of arms intriguingly became a common feature of self-as-
sumed native heraldry of the seventeenth and eighteenth centuries,
as represented in the Codex García Granados 715 (Figure 8), and
many decorative elements seen in the late Colonial period.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

La imagen ecuestre del triunfante Cortés estuvo complementada


con otro cuadro que muestra a los principales gobernantes indígenas
que fueron conquistados o se aliaron a él. La Relación Geográfica de
Tlaxcala (Acuña, 1984) presenta los bosquejos sobrevivientes de las pin-
turas cívicas que alguna vez decoraron el cabildo de Tlaxcala. En ellas
es posible apreciar un fragmento de la escena de gobernantes indígenas
vestidos al estilo prehispánico, sosteniendo al menos ocho estandartes
(figura 6).
Cada gobernante representa una región indígena importante, a
cuya cabeza se encuentran los caciques que apoyaron a los españoles
en el establecimiento del poder hegemónico de la Corona española y
la institución de la religión católica y sus aspiraciones universales. Con
estas pinturas, el cabildo de Tlaxcala resalta que sus caciques y princi-
pales guían este nuevo acuerdo al representar a uno de los líderes de
Tlaxcala al frente de la procesión, sosteniendo el estandarte heráldico
con el escudo de armas de Tlaxcala/Castilla como parte de un juramen-
to de lealtad a la Corona. Este pronunciamiento público magistralmen-
te representado en una escena del Lienzo de Tlaxcala (Chavero, 1964:
LXXXVI), en dónde el enorme escudo imperial ofrece protección al
altépetl de Tlaxcala (figura 7). En este caso y otros más, como Huejot-
zinco (Brito, 2008) y Quauhquechollan (Asselbergs, 2010), los escudos
de armas municipales se traslapan con los antiguos topogramas de los
nombres de lugar, forjando el símbolo intercultural que bien podemos
llamar un altépetl heráldico.
Cuando la Relación Geográfica de Tlaxcala fue presentada a Felipe
II por una embajada de tlaxcaltecas, el rey decidió guardarla en su cá-
mara real como un obsequio personal (Acuña, 1984: 14), lo que revela
su satisfacción con la halagadora narrativa creada por Tlaxcala y el arte
que proclama visualmente la lealtad a su figura. Resulta interesante con-
siderar la reacción del rey ante la representación ecuestre de su propia
imagen real en la Relación Geográfica de Tlaxcala. En ese esbozo de Fe-
lipe II, el escudo de armas de Castilla-León fue pintado con los cargos

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Figure 6. Indian rulers representing the provinces of New Spain and pledging allegiance
to Cortés and the Spanish kings. The ruler of Tlaxcala holds the dominant heraldic
banner with the coat of arms of Castilla. After Cuadro 19 of Relación Geográfica de
Tlaxcala (Acuña 1984). Drawing by Gerardo Gutiérrez
Figura 6. Gobernantes indígenas, representando las provincias de la Nueva España,
muestran lealtad a Cortés y al rey de España. El gobernante de Tlaxcala sostiene
un estandarte heráldico con el escudo de armas de Castilla/Tlaxcala. Con base en
Cuadro 19 de la Relación Geográfica de Tlaxcala (Acuña 1984). Ilustración de Ge-
rardo Gutiérrez

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Figure 7. Bottom: Depiction of the “heraldic altepetl” of Tlaxcala with the façade of the
Convent of San Francisco of Tlaxcala advocated to the Virgen de la Asunción; un-
der it is a simplified coat of arms of Tlaxcala. Top: coat of arms of the Holy Roman
Empire. After Lienzo de Tlaxcala (Chavero 1964:LXXXVI). Drawing by Gerardo
Gutiérrez.
Figura 7. Abajo: representación del “altépetl heráldico” de Tlaxcala con la fachada del
Convento de San Francisco de Tlaxcala dedicado a la Virgen de la Asunción; debajo
se muestra el escudo de armas abreviado de Tlaxcala. Arriba: escudo de armas del
Sacro Imperio Romano bajo el reinado de Carlos V. Con base en el Lienzo de Tlax-
cala (Chavero 1964: LXXXVI). Ilustración de Gerardo Gutiérrez.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

The War of Spanish Succession


From 1516 to 1700, the vast Spanish realms were governed
by descendants of the Habsburg dynasty (Kamen 2003:49). Since
Charles II, the last Habsburg king, failed to produce an heir to suc-
ceed him on the throne of Spain, the other monarchies of Europe ne-
gotiated two treaties of partition to find a diplomatic solution to the
succession. The first treaty was signed in The Hague in 1698 and stat-
ed that the Spanish throne would be given to Duke Joseph Ferdinand
of Bavaria, on the condition that the eastern territories of the Spanish
Empire (Italy and the Low Countries) were to be divided between
France and Austria. Because Joseph Ferdinand died in 1699, a new
treaty was agreed upon in London between France and England to
give the throne of Spain to Charles, the Archduke of Austria, and son
of Leopold I, Holy Roman Emperor (Petrie 1969:269-70). When the
content of these treaties leaked to the Spanish court, Cardinal Porto-
carrero somehow managed to get the decrepit Charles II to produce
a new will two months before his death in November of 1700. In this
document the Spanish monarch named Philip, the Duke of Anjou,
and grandson of the French King, Louis XIV, as his legal successor
on the condition that the Spanish Empire was not to be partitioned.
In a calculated geopolitical movement, the French court accepted
the “all or nothing” offer made by the Spanish monarchy; thus, the
Duke of Anjou was anointed in Versailles as Philip V, King of Spain
and Emperor of all the Spanish domains (Francis 1975:5). This proc-
lamation directly violated the Treaty of London. Henceforth, En-
gland, Austria, and the Republic of the United Netherlands formed
the Grand Alliance to prevent France from becoming the dominant
power of Europe by absorbing the imperial positions of Spain. War
ensued in February of 1702 when Austrian forces invaded the Duchy

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

invertidos; es decir en los cuarteles 1 y 4 el artista indígena decidió re-


presentar el cargo de León en vez del cargo de Castilla. Por lo tanto, en
los cuarteles 2 y 3 se representó Castilla en lugar de León. Es interesante
que esta inversión ambivalente de figuras en los cuarteles del escudo
regio se convirtió en un elemento común de los escudos indígenas de
adopción propia en los siglos XVII y XVIII, tal como se representó en el
Códice García Granados 715 (figura 8), y en otros elementos decorativos
del periodo colonial tardío.10

La Guerra de Sucesión Española


De 1516 a 1700, los vastos reinos españoles fueron gobernados por los
descendientes de la dinastía de Habsburgo (Kamen, 2003: 49). Ya que
Carlos II, el último rey Habsburgo, no pudo procrear un heredero que lo
sucediera en el trono de España, las otras monarquías europeas negocia-
ron dos tratados con la intención de encontrar una solución pacífica a la
sucesión. Estos son los llamados tratados de partición, que estipulaban
la forma en que el imperio español sería dividido entre las diferentes
casas reales europeas. El primer tratado fue firmado en la Haya en 1698
y establecía que el trono español pasaría al duque José Ferdinand de
Baviera, con la condición de que los territorios orientales del imperio
español (Italia y Países Bajos) fueran divididos entre Francia y Austria.
Debido a que José Ferdinand murió en 1699, se hizo necesario acor-
dar en Londres un nuevo tratado entre Inglaterra y Francia, en el cual
se acordó otorgar el trono de España al archiduque de Austria, Carlos,
hijo de Leopoldo I, el sacro emperador romano (Petrie, 1969: 269-70).
Cuando se conoció el contenido de estos tratados en la corte de España,
el cardenal Portocarrero de alguna manera logró que el decrépito Carlos
II produjera un nuevo testamento antes de su muerte, en noviembre de
1700. En este documento el monarca español nombra a Felipe, duque
de Anjou y nieto del rey de Francia, Luis XIV, como su sucesor legal con
10 Se pueden observar varios ejemplos del escudo de armas real pintado sobre objetos
suntuarios en el Museo Franz Mayer (ver el catálogo 2006).

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

la condición de que no permitiera la partición del imperio. En una de-


cisión geopolítica calculada, la corte francesa aceptó la oferta de “todo
o nada” ofrecida por la Corona española. Así, el duque de Anjou fue
ungido en Versalles, como Felipe V, rey de España y emperador de to-
dos los dominios españoles (Francis, 1975: 5). Esta proclamación violó
abiertamente el tratado de Londres. Por esta razón, Inglaterra, Austria
y las Provincias Unidas de los Países Bajos formaron la “Gran Alianza”
para prevenir que Francia se convirtiera en el poder europeo dominante
al absorber las posiciones imperiales de España. La Guerra de Sucesión
Española comenzó en febrero de 1702, cuando las fuerzas de Austria inva-
dieron el ducado de Milán, bajo el dominio de España (Petrie, 1969: 271).
Figure 8. Indian interpretation of the coat of arms of Castil-
la-León with charges swapped into alternate quarters. Af-
ter Codex García Granados 715 (Noguez 1992). Drawing

Figura 8. Interpretación indígena del escudo de armas de


Castilla-León con los cargos heráldicos intercambiados
en los cuarteles. Con base en el Códice García Granados
715 (Noguez 1992). Ilustración de Gerardo Gutiérrez.
by Gerardo Gutiérrez.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

of Milan under Spanish control (Petrie 1969: 271). At the same time
British forces led by the Duke of Marlborough attacked French posi-
tions in Holland and Belgium (Wace 1968:63). In September of 1703,
the Archduke Charles was proclaimed King of Spain in Vienna, a sit-
uation that triggered internal factionalism in the Iberian Peninsula.
Portugal, Aragón, Valencia, and Catalonia decided to support the
Habsburg pretender and oppose Phillip V (Petrie 1969:271).
At the outbreak of the conflict, things did not go well for Phillip
V and his grandfather, Louis XIV. The British and Dutch naval power
intercepted and destroyed the Spanish treasure fleet in September of
1702 (Kamen 2003:443) effectively isolating Spain from it is Ameri-
can colonies. In 1704 the British captured the fort of Gibraltar, and in
1705, Valencia and Barcelona were also taken (Francis 1975:128, pas-
sim). When Madrid fell into the hands of the Portuguese in 1706, ev-
erything seemed to have been lost for the Bourbon king. Insulted by
the Portuguese army defiling Madrid, the kingdoms of Castilla, Ex-
tremadura, and Andalucia reiterated their allegiance to Phillip V and
sent forces to assist him. On April 25, 1707, the Franco-Spanish army
commanded by the Duke of Berwick faced British-Portuguese forces
at the town of Almansa. Both sides sustained huge losses during bat-
tle, but the Bourbon forces prevailed. Valencia was recovered, and the
supporters of the Archduke of Austria were driven to Catalonia and
defeated in Barcelona (Kamen 2003: 445). With the Treaty of Utrecht
of 1713, Phillip V kept all the kingdoms of Spain and the Indies, on
the condition he renounce all his rights to the French throne. Spain
lost Gibraltar, Minorca, and the slave trade with the Americas. France
negotiated the Treaty of Rastadt in 1714 with Austria, transferring
the Spanish territories of Naples, Sardinia, Milan, and Tuscany to
Austria, technically ending The War of Spanish Succession.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

Al mismo tiempo las fuerzas inglesas, comandadas por el duque de Marl-


borough, atacaron las posiciones francesas en Holanda y Bélgica (Wace,
1968: 63). En septiembre de 1703, el archiduque Carlos fue proclamado
rey de España en Viena, un acto que promovió el faccionalismo interno
en la Península Ibérica. Portugal, Aragón, Valencia y Cataluña decidieron
apoyar al pretendiente Habsburgo y oponerse a Felipe V (Petrie, 1969:
271). Las cosas no comenzaron bien para Felipe V y su abuelo, Luis XIV,
en los primeros años del conflicto. En 1702, las fuerzas navales inglesas
y holandesas interceptaron y destruyeron la flota española que transpor-
taba inmensos recursos de América a España, aislando efectivamente la
metrópolis española de sus colonias (Kamen, 2003: 443). En 1704, los in-
gleses capturaron el Peñón de Gibraltar. Valencia y Barcelona también ca-
yeron en 1705 (Francis, 1975: 128, passim). Todo parecía perdido para el
rey Borbón cuando la ciudad de Madrid fue tomada por los portugueses
en 1706. No obstante, el profanamiento de Madrid insultó a los reinos
de Castilla, Extremadura y Andalucía, quienes en respuesta reiteraron su
alianza con Felipe V y enviaron fuerzas para asistirlo. El 25 de abril de
1707, el ejército franco-español bajo el comando del duque de Berwick
se enfrentó a las fuerzas británico-portuguesas en el pueblo de Alman-
sa. Ambas partes sostuvieron fuertes pérdidas durante la batalla, pero las
fuerzas borbónicas prevalecieron. El resultado: se recuperó Valencia y los
partidarios del archiduque de Austria tuvieron que retirarse a Cataluña,
donde finalmente fueron derrotados en la ciudad de Barcelona (Kamen,
2003: 445). Con el tratado de Utrecht, en 1713, se acordó que Felipe V
conservaría todos los reinos de España y sus posesiones en las Indias Oc-
cidentales bajo la condición de renunciar a sus derechos y aspiraciones al
trono de Francia. Durante esta guerra, España perdió Gibraltar, Menorca
y el asiento de esclavos en América. En 1714 Francia negoció con Austria
el tratado de Rastadt, transfiriendo esta última los territorios españoles de
Nápoles, Cerdeña, Milán y Toscana, técnicamente terminando la llamada
Guerra de Sucesión Española, uno de los conflictos dinásticos de mayor
impacto en la historia de Europa y sus colonias ultramarinas.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

Impact of The War of Spanish


Succession on New Spain
A dynastic change associated with a prolonged war had to have
impacted every corner of the empire, including the indigenous commu-
nities. The news of the death of Charles II arrived in New Spain in March
of 1701. Since printed copies of his will were carried with the fleet, the
viceregal authorities did not hesitate to recognize Phillip V as the rightful
monarch (Riva Palacios 1976:755). This action was crucial, since those
supporting the election of Phillip V took power quickly, preventing open
political factionalism. A French fleet arrived in Veracruz in November of
1701 with orders to repair the fortifications there and with instructions
for the Viceroy Count of Moctezuma, perceived to be a supporter of the
Habsburg house, to return to Spain immediately. The Archbishop Ortega
y Montañés was appointed interim Viceroy and accepted the protection
of the French fleet. The ports of Tampico, Veracruz, and Campeche were
reinforced and an army of 20,000 soldiers was mobilized in case of British
or Dutch attack. Financial assistance was sent to Spain. In June of 1702,
the Spanish fleet of Veracruz left for La Habana to join a French escort to
cross the Atlantic with a cargo valued in millions of pesos. As mentioned,
this Franco-Spanish fleet was intercepted en route by a British-Dutch
armada, resulting in the most spectacular naval battle of the war (Francis
1975:54). The numerical superiority of the British-Dutch fleet was felt
immediately, forcing cargo ships to seek refuge in the upper reaches of
the Vigo River, Galicia. When the battle appeared lost, the Spaniards or-
dered the burning of the ships carrying the financial aid for the war. The
most damaging consequence of the battle of Vigo was that during most
of the rule of Phillip V, trade with the Americas was conducted by French
ships, and British pirates created small ports in Tabasco and consolidated
its presence in Belize.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

Impactos de la Guerra de Sucesión


Española en la Nueva España
Un cambio dinástico asociado con una guerra prolongada tuvo que
haber impactado directa o indirectamente cada rincón del imperio Es-
pañol, incluyendo las comunidades indígenas de la Nueva España. Las
noticias de la muerte de Carlos II llegaron en una flota que ancló en
Veracruz en marzo de 1701. Dado que esa flota trajo consigo copias
impresas del testamento de Carlos II, junto con las noticias de la unción
de Felipe V como nuevo monarca, las autoridades virreinales no duda-
ron en reconocer al rey Borbón (Riva Palacios, 1976: 755). Esta acción
fue crucial, pues aquellos en favor de la transición dinástica se hicieron
rápidamente del poder político de la colonia, previniendo la emergencia
de un faccionalismo abierto como el que se desarrolló en la Penínsu-
la Ibérica. Una flota francesa arribó a Veracruz en noviembre de 1701
con órdenes de reparar las fortificaciones del puerto y con instrucciones
para que el virrey Conde de Moctezuma, percibido como partidario de
la Casa de Habsburgo, regresara a España de inmediato. Conocidas es-
tas instrucciones, el arzobispo Juan Ortega y Montañés fue nombrado
virrey interino y aceptó la protección de la flota francesa. Los puertos
de Tampico, Veracruz y Campeche fueron reforzados y se llamó a la
formación de un ejército de 20,000 hombres para proteger la colonia en
caso de un ataque holandés o británico. También se colectaron fondos
para enviar asistencia financiera a España. En junio de 1702, la flota
española de la Nueva España partió de Veracruz para reunirse en La Ha-
bana con una escolta de naves francesas para cruzar el Atlántico con una
carga valuada en millones de pesos. Como se mencionó antes, esta flota
franco-española fue interceptada en ruta por una armada británica-ho-
landesa, lo que resultó en la batalla naval más espectacular de la guerra
(Francis, 1975: 54). La superioridad numérica de la flota británica-ho-
landesa se hizo sentir inmediatamente, forzando a los navíos de carga a
buscar refugio en la ensenada superior del Río de Vigo, Galicia. Cuando
se percibió que la batalla estaba perdida, los capitanes españoles ordena-

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

The Duke of Monterrey became the Viceroy of New Spain in


November of 1702. Afraid of any perceived support toward the Aus-
trias in New Spain, he ordered the seizure of some 6,000 weapons
that had been distributed among the alcaldes mayores (local Spanish
officials in charge of a district) by previous viceroys. He also enforced
a taxation of 10 percent on the rents of the Church, and in 1706
managed to raise one million pesos to send to Spain (Riva Palacios
1976). Dynastic change was reflected in the daily life of New Spain.
The palace guard began to dress in French style uniforms, a fashion
that was immediately imitated by the wealthy classes of the viceroy-
alty, including Indian caciques.16 The effects of the long war of attri-
tion were palpable in New Spain when the Duke of Linares became
Viceroy in early 1711. The economy was suffering, since New Spain
was required to send annually an extra one million pesos to Madrid
to support the war. The difficulties were manifest by an increase in
crime, insecurity, and corruption at all levels of colonial government
and society. Smuggling of French and English goods became the rule
more than the exception and persisted endemically until the end of
the Colonial period (Monségur 1994:175).
The War of Spanish succession effectively prevented the unifi-
cation of France and Spain; nonetheless, elements of French heraldry
immediately impacted the Spanish armorial tradition. Phillip V was
a grandson of France, and therefore had the right to use the coat of
arms of the dauphins of France (Figure 9). Phillip also popularized
‘El Escudo Grande del Rey de España’ (the full ornamented royal coat
of arms) by adding a large mantling of drapery covering the monar-

16 Captain Jean de Monségur (1994:124, 132) describes in 1707 the early consump-
tion of French hats and textiles by all classes of New Spain. The casta paintings and those
of Indian caciques in the 1774 description of New Spain by Pedro Alonso O’Crouley (1972)
illustrate well how fashions turned French during the eighteenth century.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

ron quemar los barcos y hundirlos junto con grandes cantidades de su


precioso cargo que no había podido ser desembarcado. No obstante, la
consecuencia más perjudicial de la batalla de Vigo fue la destrucción de
la armada misma, pues por casi toda la duración del reinado de Felipe
V, el comercio con las colonias hispano-americanas fue conducido por
intermediarios franceses. A su vez, los piratas británicos establecieron
pequeños puertos en Tabasco y consolidaron su presencia en Belice y en
el Reino de los Misquitos, en la costa Atlántica de Honduras.
El duque de Monterrey tomó posesión del virreinato de la Nueva
España en noviembre de 1702. Temeroso de cualquier manifestación de
apoyo a la Casa de Habsburgo, ordenó la incautación de 6,000 armas
de fuego que los virreyes previos habían distribuido entre los alcaldes
mayores. El duque de Monterrey también ordenó el cobro de 10% so-
bre las rentas de la Iglesia y en 1706 logró colectar un millón de pesos
para enviar a España para los gastos de la guerra (Riva Palacios, 1976).
El cambio dinástico se reflejó en la vida diaria de la Nueva España. La
guardia del palacio comenzó a utilizar uniformes a la usanza francesa,
una moda que fue inmediatamente imitada por las clases acaudaladas
del virreinato, incluyendo a los caciques indígenas.11 Los efectos de la
prolongada guerra fueron palpables en la Nueva España cuando el du-
que de Linares tomó el cargo de Virrey a principios de 1711. La econo-
mía estaba sufriendo debido a que la Nueva España tenía que enviar a
Madrid anualmente un millón de pesos extra para apoyar la guerra. Las
dificultades se manifestaron en un incremento del crimen, inseguridad
y corrupción en todos los niveles del gobierno y la sociedad colonial. El
tráfico ilegal de productos franceses e ingleses se convirtió en la regla
más que en la excepción, y persistió endémicamente hasta el final del
periodo colonial (Monségur, 1994: 175).

11 El capitán Jean de Monségur (1994:124, 132) describió en 1707 el consumo de los


sombreros y textiles franceses que llevaron a cabo todas las clases sociales de la Nueva España.
Las pinturas de castas así como las descripciones de los caciques indígenas de la Nueva España
que hizo Pedro Alonso O’Crowley y O’Donnell en 1774 (1972), ilustran muy bien la fuerte
influencia francesa en la moda colonial durante el siglo XVIII.
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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

chical shield in lieu of two archangels with banners. Philip V’s royal
shield dropped the charges of Navarra, Naples, and Jerusalem, but
created two additional quarters by separating the charges of Flanders
and Tyrol. He placed in the center of the shield three fleurs-de-lis to
denote his heritage as the Duke of Anjou (Woodcock and Robinson
1988:26).

Heraldic iconography of the


Lienzos de Chiepetlan
Heraldic study of the Lienzos de Chiepetlan IV, V, and VI pro-
vides special insight into indigenous heraldic practices of the late co-
lonial period in which both native communities and caciques used
coats of arms to protect themselves, at least symbolically, from abuses
by individual Spaniards and the petite colonial bureaucracy and cler-
gy (Wood 1991:179; 2003:57). The heraldic banners of Chiepetlan
are difficult to interpret because of their apparent simplicity. I be-
lieve that indigenous painters simplified the complex iconography
of the full ornamented coat of arms of the Spanish monarchy and
abbreviated it into basic heraldic charges, especially the supporter of
the Habsburg house (Lienzo VI) and the charge of León (Lienzo V).
More intriguing is why the painters decided to depict the abbreviated
armorial charges on individual banners and not onto a composite
coat of arms. Equally relevant is why one of the banners depicts a no-
pal cactus (Lienzo IV) as an armorial charge and placed it in the same
hierarchical rank as the Habsburg supporter and the charges of León.
It would be impossible to attempt to answer these questions by eval-
uating the Lienzos de Chiepetlan alone. It is necessary to compare
them with other documents depicting corporate heraldry to grasp
the regional narratives circulating through the indigenous commu-

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

La Guerra de Sucesión Española previno exitosamente la unifi-


cación de Francia y España; sin embargo, los elementos de la heráldica
francesa impactaron inmediatamente la tradición heráldica española.
Felipe V era un “nieto de Francia” y por lo tanto tenía el derecho de usar
el escudo de armas del Delfín de Francia (figura 9). Este rey también
popularizó “El Escudo Grande del Rey de España” al añadirle un gran
manto que cubría el escudo monárquico, flanqueado por dos soportes
en forma de arcángeles, cada uno sosteniendo un estandarte. El escudo
real de Felipe V no incluía los cargos de Navarra, Nápoles y Jerusalén,
pero creaba dos cuarteles adicionales al separar los cargos de Flandes y
Tirol. El rey puso en el centro del escudo tres flores de lis para denotar
su linaje como el duque de Anjou (Woodcock and Robinson, 1988: 26).

Iconografía Heráldica de los


Lienzos de Chiepetlán
El estudio de los Lienzos de Chiepetlán IV, V y VI abre la posibilidad
de estudiar las prácticas heráldicas indígenas del periodo colonial a fi-
nales del siglo XVII y principios del XVIII, cuando los caciques y las
comunidades indígenas hicieron uso de ellas para expresar narrativas de
lealtad o resistencia a la Corona, pero con el fin último de mitigar, con
el simbolismo de la figura regia, los abusos recibidos por parte de co-
lonos españoles y la pequeña burocracia local y regional (Wood, 1991:
179; 2003: 57). Los lienzos heráldicos de Chiepetlán son difíciles de in-
terpretar debido a su aparente simplicidad. Propongo que los pintores
indígenas simplificaron la compleja iconografía de un “Escudo Grande
del Rey de España” y la abreviaron en cargos heráldicos básicos y modu-
lares. Así tendríamos expresado el soporte del águila bicéfala de la Casa
de Habsburgo (Lienzo VI) y los cargos de León (Lienzo V). Pero ¿por
qué los pintores decidieron representar la armería real sobre estandar-
tes individuales en lugar de pintar un solo escudo de armas completo?
¿Por qué uno de los estandartes se dedicó por completo a representar
una gran planta de nopal (Lienzo IV) como un cargo heráldico que fue

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

nities of central Mexico during the dynastic transition of the early


eighteenth century. Below, I describe the three heraldic banners of
Chiepetlan and propose several lines of interpretation.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

puesto en el mismo estatus que el soporte de la Casa de Habsburgo y el


cargo del reino de León? Sería muy difícil tratar de contestar estas pre-
guntas usando únicamente los Lienzos de Chiepetlán. Para entenderlos
mejor es necesario compararlos con otros documentos que representan
la heráldica corporativa de la misma etapa histórica para contextualizar
las narrativas regionales que circulaban por las comunidades indígenas
del centro de México durante la transición dinástica de principios del
siglo XVIII. A continuación describo cada uno de los lienzos heráldicos
de Chiepetlán, los comparo con otros documentos de armería colonial
y con ello propongo algunas líneas interpretativas.

Figure 9. Heraldic line of Phillip V. As a grandson of Louis XIV, he had the right to be
considered a Dauphin of France. As the second grandson of the King of France he
held the coat of arms of the Duke of Anjou from his birth (1683) until his coronation
as King of Spain in 1700. As King of Spain, he appropriated all the charges of the
Spanish monarchy adding an inescutcheon with charge of the Duke of Anjou. Modi-
fied by Gerardo Gutiérrez from www.heraldicahispanica.com.

Figura 9. Heráldica de Felipe V. Cómo nieto de Luis XIV, Felipe tenía el derecho de
ser considerado Delfín de Francia. Como segundo nieto del Rey de Francia poseyó
el título de Duque de Anjou desde su nacimiento (1683) hasta su coronación como
Rey de España en 1700. Como Rey de España se apropió los cargos de la monarquía
española y añadió un escusón con el cargo del Duque de Anjou. Modificado por
Gerardo Gutiérrez de www.heraldicahispanica.com.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

Lienzo de Chiepetlan IV
This cotton cloth lienzo (Figure 10) measures 1.02 m by 0.90 m
(Galarza 1972:117) and depicts a large nopal cactus painted in differ-
ent hues of blue (indigo). The central stem of the nopal is six leaves
tall with six branches, totaling 34 leaves with 76 prickly pears, of
which 51 were painted with intense red flowers. The nopal cactus
emerges from a pyramidal base similar to altars found at some key
landmarks delimiting the community’s colonial period territory or
sacred places in the indigenous landscape. The nopal cactus has been
used to represent multiple meanings in Mesoamerican iconography,
but during the Colonial period it came to signify either the primary
glyph of Tenochtitlan (Mexico City) or the embodiment of an Indi-
an genealogy. Since most of the Nahua villages of eastern Guerrero
claim to be related to key political centers in the Basin of Mexico (De-
houve 1995), and all of them claimed to have passed through Chi-
epetlan during their migration or supposedly assisted Tenochtitlan in
the conquest of Tlapa-Tlachinollan (Gutiérrez 2002), then the nopal
cactus perhaps needs to be understood with this dual meaning.
The glyph of Tenochtitlan was depicted as a heraldic charge on
a banner in the Codex Osuna (Figure 11) (Cortés 1976: folio 8-470).
This attractive banner is held by an Indian captain riding a horse,
dressed like a Spaniard, and leading an Indian squadron who partic-
ipated in an expedition to Florida. In native discourse the warriors
of Tenochtitlan, like the nopal cactus, continued to grow, expand,
and leave new plantings all over New Spain and beyond. One of the
most beautiful representations of the nopal cactus as a genealogi-
cal tree was painted during the late Colonial period in the Codex
García Granados (see facsimile in Noguez 1992). A mammoth-sized
nopal, 21 leaves tall, emerges from a disguised earth monster and

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

Lienzo de Chiepetlán IV
Este lienzo de algodón (figura 10) mide 1.01 m por 0.90 m (Galarza,
1972: 117) y representa una planta grande de nopal pintado en diferen-
tes tonalidades de azul (índigo). El tallo principal del nopal consta de
seis hojas de altura y seis ramas, sumando 34 hojas con 76 tunas, de las
cuales 51 fueron pintadas con unas flores de color rojo intenso. El nopal
emerge de una base piramidal similar a las que colocan como mojoneras
que delimitan el territorio de la comunidad en el periodo colonial o bien
como altares construidos en los lugares sacros del paisaje autóctono.
El nopal ha sido usado para representar múltiples significados en
la iconografía mesoamericana, pero durante la Colonia significó ya sea
el glifo primario de Tenochtitlán (Ciudad de México) o el soporte y guía
de una genealogía indígena. Como la mayoría de los pueblos nahuas del
oriente de Guerrero, aseguraban estar relacionados con los centros polí-
ticos principales en la Cuenca de México (Dehouve, 1995), y todos ellos
afirmaban haber pasado a través de Chiepetlán durante su migración.
Así mismo, muchos de ellos reclaman haber asistido a Tenochtitlán en
la conquista de Tlapa-Tlachinollan (Gutiérrez, 2002, 2014). Quizá en
este caso el nopal represente el deseo de querer identificarse con la ge-
nealogía y toponimia de Tenochtitlán.12
El glifo de Tenochtitlán fue representado como cargo heráldico
en un estandarte en el Códice Osuna (1976: folio 8-470) (figura 11). El
estandarte está sostenido por un capitán indígena vestido a la usanza
española, montado a caballo y liderando un escuadrón de indígenas que
participaron en una expedición a la Florida. En el discurso nativo, los
guerreros de Tenochtitlán –al igual que el nopal–continuaron creciendo,
expandiéndose y dejando nuevas simientes por toda la Nueva España y
aun más lejos. Una de las representaciones más bellas del nopal como
un árbol genealógico fue pintada hacia el final del periodo colonial en

12 En otros casos, como en las pinturas de Tlaxcala y Cuauhtlatzinco, el nopal puede


representar el auxilio que los aliados indígenas otorgaron a Cortés en la conquista de Tenochtit-
lán.

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Figure 10. Lienzo de Chiepetlan IV, painted on cotton cloth depicting a nopal catus in
blue with 34 leaves and prickly pears _owering in red. It may represent the glyph
of Tenochtitlan/Mexico City. Photo by Gerardo Gutiérrez with permission from the
Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de Chiepetlán y
sus Barrios.

Figura 10. Lienzo de Chiepetlán IV, pintado en tela de algodón representando un nopal
en azul con 34 hojas y tunas con _ores rojas. Puede representar el glifo de Tenoch-
titlan/Ciudad de México. Foto de Gerardo Gutiérrez con permiso del Comisariado
de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de Chiepetlán y sus Barrios.

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Figure 11. Indian captain on horseback, holding a heraldic banner with the insignia of
the foundation of Mexico-Tenochtitlan. After Codex Osuna, folio 8 (Cortés 1976).
Drawing by Gerardo Gutiérrez.

Figura 11. Capitán indígena a caballo sosteniendo un estandarte heráldico con la insig-
nia de la fundación de Mexico-Tenochtitlan. Con base en el Códice Osuna, folio 8
(Cortés 1976). Ilustración de Gerardo Gutiérrez.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

bifurcates into 12 primary branches holding more than 20 Indian


rulers, supposed heirs to the Azcapotzalco royal house. Nine coats
of arms depicting the royal and imperial Spanish shields, as well as
the self-assumed coats of arms of the Tepanec lineage, are used to
signify the unbreakable allegiance between the Indian nobility and
the Crown. The entire design of the genealogical device also states,
by means of a Spanish banner17 and a big cauldron18 the old motto
of Pendón y Caldera (banner and cauldron) (Diccionario de Autori-
dades 2002:203), that if the Spanish monarch so desires, Indian no-
bility can raise armies for battle and feed them at their own expense
to protect the empire. This is a strong native discourse, perhaps un-
realistic, but not an empty symbolic offer if stated as such when the
Spanish Empire was in the middle of its most destructive dynastic
war. Indirectly, the Bourbon dynasty accepted the assistance in tax
revenue by “fixing” the most pressing Indian land tenure issues, but
no military assistance was ever requested from the weakened Indian
nobility to fight a European war. Armed native armies in New Spain
were perceived as a more dangerous threat than any distant European
foe.

17 The Spanish banner is depicted on the uppermost part of the nopal cactus topped
with a full ornate coat of arms of the Holy Roman Empire (see Figure 21).
18 The big cauldron is painted in the center of “tepanecayotl circle” surrounded by
the ancient founders of Aztcapotzalco (Santamarina 2004:602). The tepanocayotl circle is
used as an orb from which the genealogical nopal emerges and branches ending in a large
banner with a cross (the representation of the Christian world). Santamarina (2004:602)
misinterprets the cauldron for a shield, but if analyzed carefully, one can see a large Colo-
nial period cazuela used for big feasting events.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

el Códice García Granados (1992). Un nopal enorme de 21 hojas de alto


emerge de un discreto monstruo de la tierra y se bifurca en 12 ramas
principales sosteniendo a más de 20 gobernantes indígenas, los cuales
son supuestamente herederos de la casa real de Azcapotzalco.
Nueve escudos que representan las armas reales e imperiales españolas
así como los escudos del linaje Tepaneca son usados para significar la
alianza indestructible entre la nobleza indígena y la Corona. La comple-
jidad de este artefacto genealógico se completa con la representación de
un estandarte español13 y una gran caldera14, para expresar la vieja con-
signa de Pendón y Caldera (Diccionario de Autoridades, 2002: 203), que
se usa para manifestar que si el monarca español lo desea y comanda, la
nobleza indígena puede levantar ejércitos para la batalla y mantenerlos
a su propia costa para proteger el imperio. Este es un fuerte discurso
indígena, quizá poco realista, pero de ninguna manera es una oferta
vacía, si se ofrecía como tal cuando el Imperio español estaba en medio
de su guerra dinástica más destructiva. Indirectamente, la dinastía Bor-
bón aceptó la ayuda en ingresos fiscales al “arreglar” los problemas más
apremiantes de la tenencia de tierras indígenas, pero nunca se requirió
la ayuda militar de la debilitada nobleza indígena para luchar en una
guerra europea. Además que cualquier ejército indígena armado en la
Nueva España habría sido percibido como una amenaza más peligrosa
que cualquier enemigo europeo distante.

13 El estandarte español está representado en la parte más alta del nopal coronado por el
Escudo Grande del Rey de España (figura 16).
14 La gran caldera está pintada en el centro del “círculo tepanecayotl” rodeado por los
fundadores de Azcapotzalco (Santamarina, 2004: 602). El círculo tepanecayotl forma un orbe
del que emerge el nopal genealógico que se bifurca repetidamente, terminando en un gran
estandarte con una cruz (la representación del mundo cristiano). Santamarina (2004: 602) in-
terpreta erróneamente la caldera como un escudo, pero si se analiza cuidadosamente, se puede
ver que es una cazuela grande del periodo colonial como las que se usaban en las festividades
importantes.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

Lienzo of the Chiepetlan V


This cotton cloth of 1.00 m by 0.90 m depicts two crowned jag-
uars painted in yellow hues (red lead) with two distinct patterns of
black spots: the jaguar to the left (dexter) has a pattern of solid dots
with circular halos, while the jaguar to the right (sinister) presents
only solid dots. The left jaguar is in profile and better executed than
the right, which presents an anomalous dwarfed leg. Nonetheless, the
facial features of the right jaguar were humanized with penetrating
eyes that look directly at the viewer; if the painter was intending to
achieve the chilling experience of being observed by a humanized
jaguar, he/she certainly accomplished this (Figure 12). From the
perspective of European heraldry the charge in the banner can be
blazoned as two “leopards” (jaguars) in combat. The dexter jaguar
is rampant with a red ducal coronet and the sinister one is rampant
guardant19 with a red eastern crown. It is probable that in the indig-
enous colonial tradition the two jaguars either represented the lion
supporters of one of the Escudo Grande del Rey de España or simply
the charges of the kingdom of León in the royal coat of arms.
Nonetheless, the Nahuas of Guerrero would have assigned
more levels of meaning to this amazing heraldic banner. In a first
assessment, the scene can represent the annual ritual of rain petition
where men dressed in jaguar paraphernalia engaged in ritual fighting
until blood was drawn. This ritual was also associated with native
beliefs in animal companions and the shape-shifting capacity of the
tecuannahualleque, powerful ritual specialists who could “transform”
into jaguars to defend the village from internal and external enemies
(Gutiérrez and Pye 2010:46). The sense of being protected by the
powerful forces of the jaguar dates back to the prehispanic Jaguar
19 Guardant means that the feline is looking at the observer.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

Lienzo de Chiepetlán V
Esta es una pieza de algodón de 1.00 x 0.90 m que representa dos jagua-
res coronados pintados en tonalidades amarillas (plomo rojo) con dos
patrones distintos de manchas negras: el jaguar de la izquierda tiene un
patrón de puntos sólidos con halos circulares, mientras que el jaguar de
la derecha presenta únicamente puntos sólidos. El jaguar de la izquier-
da está de perfil y está mejor logrado que el de la derecha, el cual tie-
ne una pata trasera anormal puesto que es más pequeña. Sin embargo,
las características faciales del jaguar de la derecha fueron humanizadas
con ojos penetrantes que miran directamente al espectador; si el pin-
tor quería lograr la experiencia escalofriante de ser observado por un
jaguar humanizado, él o ella ciertamente lo logró (figura 12). Desde la
perspectiva de la heráldica europea el cargo en el estandarte puede ser
blasonado como dos “leopardos” (jaguares) en combate o batallando.
El jaguar diestro (izquierda15) está en posición rampante con una coro-
na ducal pequeña y roja; el jaguar siniestro (derecha) está en posición
rampante guardante16 con una corona oriental roja. Es probable que en
la tradición indígena colonial los dos jaguares representaran ya sea los
soportes con figura de león en un Escudo Grande del Rey de España o,
simplemente, el cargo del reino de León en el escudo de armas regio.
No obstante, los nahuas de Guerrero habrían asignado más nive-
les de significado a este asombroso estandarte heráldico. En una prime-
ra apreciación, la escena puede representar el ritual anual de petición
de lluvias donde los hombres vestidos con la parafernalia de jaguares
participan en una batalla ritual hasta que derraman sangre. Este ritual
estaba también asociado a las creencias nativas de animales compañeros
y a la capacidad de cambiar de forma de los tecuannahualleque, pode-
rosos especialistas rituales, quienes podían “transformarse” en jaguares
para defender al pueblo de sus enemigos internos y externos (Gutiérrez
y Pye, 2010: 46). El sentido de estar protegido por las poderosas fuer-
15 Recuérdese la inversión de los sentidos en la lectura del blasón heráldico.
16 Guardante significa que el felino está mirando directamente al espectador.

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Figure 12. Lienzo de Chiepetlan V. Photo by Gerardo Gutiérrez with permission from
the Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de Chiepetlán
y sus Barrios.

Figura 12. Lienzo de Chiepetlan V. Foto de Gerardo Gutiérrez con permiso del Comi-
sariado de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de Chiepetlán y sus
Barrios.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

warriors and their association to the forces of the underworld. Oral


tradition in Chiepetlan claims that the village was under the care of
powerful brujos-jaguares; however, such supernatural protection re-
quired blood, and the jaguars needed to feed on local inhabitants.
When the pueblo of Chiepetlan became worried about being depop-
ulated by their protectors, the inhabitants decided to get rid of the
brujos-jaguares by taking them to a secret door in a rock cliff, where
the men-eaters were locked away forever in the heart of the mountain.
I do not believe it is coincidental that the points of the two
crowns worn by the jaguars add up to the number seven (3+4); nor
that the position of the two facing jaguars might be associated with
forces of the earth monster and their maws as liminal entrances to
the underworld. I think these two elements together create a sym-
bolic way to represent the chicomostoc (the mythical seven caves
of the Nahua migration), a very popular element in many colonial
codices. The figure of Jaguar warriors and their duties as protectors
of Indian groups was preserved until the late Colonial period, pre-
cisely in the many archaizing Techialoyan codices. One of the most
fascinating scenes of a Jaguar protector is embodied in the painting
of the cacique Don Jacinto Cortés in the map of Cuauhtlantzinco,
Puebla (Wood 1998:225, 2003:77, passim), where the Indian lead-
er is depicted dressed in the costume of a Jaguar warrior, seated on
an eagle-shaped throne. As if ancient regalia of the jaguar were not
sufficient to fend off enemies, the cacique holds a metal sword in his
right hand and a heraldic banner with the royal coat of arms of Cas-
tilla-León in the left (Figure 13). Literally Don Jacinto is displaying
his invulnerability with a combination of symbolic elements: 1) the
ancient insignia of the Jaguar warrior; 2) the royal coat of arms de-
noting the legal protection enjoyed by his allegiance to the Spanish

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

zas del jaguar viene quizá desde los guerreros jaguares prehispánicos y
su asociación con las fuerzas del inframundo. De acuerdo con la tradi-
ción oral de Chiepetlán el pueblo estaba bajo el cuidado de poderosos
brujos-jaguares; sin embargo, esta protección supernatural requería de
sangre y los jaguares necesitaban alimentarse de los habitantes locales.
Cuando el pueblo de Chiepetlán empezó a preocuparse por la despobla-
ción causada por sus protectores, los habitantes decidieron deshacerse
de los brujos-jaguares llevándolos a una puerta secreta en la pared de un
gran peñasco vertical, donde los devoradores de hombres fueron ence-
rrados para siempre en el corazón de la montaña. No creo que sea una
coincidencia que las puntas de las dos coronas que llevan los jaguares
sumen el número siete (3 + 4); ni que la posición encontrada de los dos
jaguares puedan asociarse con los poderes del monstruo de la tierra y
sus fauces con las entradas liminares al inframundo. Creo que estos dos
elementos juntos producen en forma simbólica un chicomostoc (las sie-
te cuevas míticas de la migración nahua), un elemento muy popular en
muchos de los códices coloniales.
La figura de los guerreros jaguares y sus funciones como protecto-
res de los grupos indígenas fueron preservadas hasta el periodo colonial
tardío, precisamente en los numerosos títulos primordiales y códices ar-
caizantes Techialoyan. Una de las escenas más fascinantes de un jaguar
protector está representada en la pintura del cacique Don Jacinto Cortés
en el mapa de Cuauhtlantzinco, Puebla (Wood, 1998: 225, 2003: 77, pas-
sim), donde el líder indígena aparece vestido con un traje de guerrero
jaguar, sentado en un trono en forma de águila. Como si el vestuario
ancestral del jaguar no fuera suficiente para ahuyentar a los enemigos, el
cacique porta una espada de metal en su mano derecha y un estandarte
heráldico con el escudo de armas de Castilla-León en la mano izquierda
(figura 13). Literalmente, Don Jacinto está mostrando su invulnerabili-
dad a través de una combinación de elementos simbólicos: 1) La antigua
insignia del guerrero jaguar. 2) El escudo de armas regio denotando la
protección legal de la que disfrutaba debido a su alianza con la Corona

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Figure 13 (opposite). Indian cacique depicted as a jaguar warrior seated on an eagle
stool and holding a sword in the right hand and a banner with the royal coat of arms
of Castilla-León in the left. In the background the insignias of the foundation of
Tenochtitlan. After Mapa de Cuauhtlatzinco (Wood 1998:225). Drawing by Gerardo
Gutiérrez.

Figura 13 (izquierda). Cacique indígena representado como guerrero jaguar sentado


sobre un trono de águila y sosteniendo una espada en su mano derecha y un estan-
darte con el escudo de armas de Castilla-León en la mano izquierda. En el fondo
la insignia de la fundación de Tenochtitlan, en este caso quizás para comemorar su
conquista. Con base en el Mapa de Cuauhtlatzinco (Wood 1998:225). Ilustración de
Gerardo Gutiérrez.

Figure 13a (above). Seal of Phillip V (1720-21). Royal image of the Spanish King de-
picted as a rampant lion and holding a sword in the right hand and standing by the
orbis mundi. Note the similarity with the Indian cacique of the Mapa de Cuauht-
latzinco. Photo by Gerardo Gutiérrez.

Figura 13a (arriba). Sello de Felipe V (1720-21). Imagen del Rey de España represen-
tado como león rampante armado con espada y sobre el orbis mundi. Nótese la
semejanza con el cacique indígena del Mapa de Cuauhtlatzinco. Foto de Gerardo
Gutiérrez.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

Crown; and 3) the metal sword to face any actual challenge on the
ground, as well as the ostensible display of the colonial prerogative to
bear arms allowed to indigenous caciques. Noteworthy is the implicit
bellicose narrative in these and other Techialoyan codices, given the
moment in which the majority of them were painted, most likely be-
tween 1696 and 1743 (Robertson 1975:264). From the point of view
of these documents, the protection of the empire begins at the local
level with the protection of Indian lands and the rights of the heirs of
the ancient native nobility. Few scholars have associated the popular-
ity of the Techialoyan style with the dynastic change that the empire
had to endure precisely in the first decades of the eighteenth century.

The Lienzo of Chiepetlan VI.


This heraldic banner is painted on cotton cloth measuring 1.04 m by
0.90 m. It depicts a local interpretation of the crowned double-head-
ed eagle, the primary supporter of the coat of arms of the Habsburg
dynasty, which was continued during Bourbon rule as part of the he-
raldic heritage of the Spanish monarchy. Instead of having a black
double-headed eagle, the banner of Chiepetlan displays beautiful
hues of blue with black contours. Interestingly, the dual heads of the
displayed bird resemble more those of geese or swans (Figure 14). It
is unknown why the artist decided to deviate from the typical tem-
plate of the double-headed eagle, commonly seen in the seals of a
quartillo stamped in legal colonial documentation. In any event, the
liberal modification of the supporter of the Spanish monarchy by the
artists of the Lienzo of Chiepetlan VI is meant to depict an abbrevi-
ated indigenous version of the coat of arms of the Habsburg dynasty,
used as a standardized metonymy symbolizing the voluntary alliance
of a native state with the Spanish monarchy.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

española. 3) La espada de metal para enfrentar cualquier desafío con-


creto en el terreno, así como la exhibición ostensible de la prerrogativa
colonial de portar armas, otorgada a los caciques indígenas.
Llama la atención la narrativa belicosa implícita en estos títulos, lo
que parece reflejar el momento en el que la mayoría de ellos fueron pin-
tados, muy probablemente entre 1696 y 1743 (Robertson, 1975: 264).
Desde la perspectiva de estos documentos, la protección del Imperio
español empieza a nivel local con la protección de las tierras indígenas
y los derechos de sus herederos a la nobleza nativa ancestral. Muy po-
cos investigadores han asociado la popularidad del estilo Techialoyan y
otros códices asociados con los cambios dinásticos que el imperio tuvo
que enfrentar precisamente en las primeras décadas del siglo XVIII.17

Lienzo de Chiepetlán VI
Este estandarte heráldico está pintado en una tela de algodón que
mide 1.04 m por 0.90 m. El lienzo presenta una interpretación nahua
local del águila bicéfala coronada, que es el soporte primario del escu-
do de armas de la dinastía Habsburgo (figura 14). El soporte de águila
bicéfala se continuó usando durante el reinado Borbón como parte de
la herencia heráldica de la monarquía española.18 En lugar de ser un
águila bicéfala negra, el estandarte de Chiepetlán tiene hermosas to-
nalidades de azul con contornos negros. Es interesante que las cabezas
del ave se parezcan más a las de un ganso o cisne, pero tal variación

17 Wood (2007) propone que el grupo Techialoyan se pintó entre 1685 y 1703. Esto
puede ser así para uno de los talleres asociados con el personaje Don Diego García Mendoza
Moctezuma, pero asumo que debió haber habido más pintores y “estudios”; por lo que la idea
de producir códices y títulos arcaizantes trasciende los documentos normalmente asociados con
el llamado grupo Techialoyan. Podríamos decir que el marco cronológico de estos documentos
se extiende entre 1685 y 1780, con una mayor frecuencia de producción entre 1696 y 1743, tal
como Robertson lo había propuesto.
18 La continuidad del águila bicéfala en la heráldica borbónica se aprecia en los sellos
legales de Felipe V. Un caso muy interesante puede observarse en la arquitectura de la Casa de
Los Gobernadores de San Antonio de Béjar, el cual está fechado en 1749, durante el reinado de
Fernando VI, hijo de Felipe V.

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Figure 14. Lienzo de Chiepetlan VI, depicting a double-headed eagle. It is a local inter-
pretation of the coat of arms of the Holy Roman Empire. Photo by Gerardo Gutiér-
rez with permission from the Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea de
Comuneros de Chiepetlán y sus Barrios.

Figura 14. Lienzo de Chiepetlan VI, mostrando un aguila bicéfala. Es una interpretación
local del escudo de armas de la casa de Habsburgo. Foto de Gerardo Gutiérrez con
permiso del Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de
Chiepetlán y sus Barrios.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

Representations of the abbreviated royal coats of arms in the


Codex García Granados (Figure 8) and the seals of Phillip V (Fig-
ures 13a & 15) lead me to wonder about the absence of the charge
of Castilla, frequently used in the heraldic iconography of the Co-
lonial period. There might be a missing Lienzo de Chiepetlan with
the charge of Castilla. More likely perhaps is that the banner of the
double-headed “eagle” (Lienzo VI) is used as a pars pro toto emblem
to signify the complete coat of arms of the Spanish monarchy, just
as the abbreviated seal of a quartillo with the charge of Castilla on
the chest of the double headed-eagle does. The apparent simplicity
in the painting of this banner actually demonstrates a complex un-
derstanding of heraldic interpretation. For the indigenous people the
double-headed eagle might have represented the manifestation of a
dualistic principle associated with the sun as shown in the Genealogía
de los Caciques de Carapan, where a crowned double-headed eagle is
touched by a solar flare. Again the dual interpretation is highlighted
by an accompanying gloss that states that these elements represent
the royal seat of the rulers of Carapan (Roskam 2001:16). Similarly
the double-headed eagle depicted in Lienzo VI emphasizes that Chi-
epetlan’s claim to the possession of its patrimonial lands has been
sanctioned by the Spanish monarchy.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

se encuentra dentro de los cánones de las águilas bicéfalas que pue-


den observarse comúnmente en los sellos de un quartillo, impresos
en los documentos legales del periodo, como ejemplo está el sello del
reinado de Felipe V. De cualquier manera, la modificación liberal del
soporte de la monarquía española hecha por los artistas del Lienzo de
Chiepetlán VI tiene el propósito de representar una versión indígena
abreviada del escudo de armas de la dinastía de los Habsburgo, usada
como una metonimia estandarizada que simboliza la alianza volunta-
ria de un estado indígena con la monarquía española.
Las representaciones abreviadas de los escudos de armas reales en
el códice García Granados (figura 8) y en los sellos de Felipe V (figuras
13a y 15) me hacen pensar sobre la ausencia del cargo de Castilla en los
Lienzos de Chiepetlán, pues ese es el cargo que se usa con más frecuen-
cia en la iconografía heráldica del periodo colonial. ¿Es acaso posible que
esté perdido un Lienzo de Chiepetlán con el cargo de Castilla? Lo más
probable es que el estandarte del “águila” bicéfala (Lienzo VI) está siendo
usado como una sinécdoque, para representar con un solo mueble he-
ráldico la totalidad del escudo de armas de la monarquía española. Esta
misma figura retórica se aprecia en el sello abreviado de un quartillo que
usó Felipe V, donde únicamente se observa el cargo de Castilla en el pecho
del águila bicéfala (figura 15). Desde mi punto de vista, la simplicidad
aparente de este estandarte está demostrando un conocimiento complejo
de la práctica heráldica. En otro nivel de interpretación, para los indígenas
el águila bicéfala pudo haber representado la manifestación del principio
de la dualidad asociado con el sol como aparece en la Genealogía de los
caciques de Carapan, donde un resplandor solar toca a un águila bicéfala
coronada. Para este caso michoacano, la dualidad interpretativa está re-
forzada por medio de una glosa que indica que estos elementos represen-
tan la sede real de los gobernantes de Carapan (Roskamp, 2001: 16). De
igual manera el águila bicéfala del Lienzo VI enfatiza que la demanda de
Chiepetlán a la posesión de sus tierras patrimoniales ha sido reivindicada
por la monarquía española.

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Figure 15. Seal of Phillip V (1725). Note the abbreviated and simpli_ed royal coat of
arms depicting only Castilla on the chest of the double-headed imperial eagle. Photo
and processing by Gerardo Gutiérrez.

Figura 15. Sello de Felipe V (1725). Nótese el escudo de armas abreviado y simplifica-
do, mostrando únicamente el mueble de Castilla sobre el pecho del águila bicéfala
imperial. Foto de Gerardo Gutiérrez.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

Conclusions
When the Lienzos de Chiepetlan were rediscovered in 1970 (Galarza
1972:10), they were part of a cache of documents kept in the Comis-
aría de Bienes Comunales together with the Libro de Títulos. Extraor-
dinarily they had survived the end of the Colonial period and the
conflicts of the nineteenth and early twentieth centuries. They were
never presented or surrendered to any Mexican authority or sold to
collectors. As an analogy with the heraldic practices of many colonial
native cabildos, I argue that the Lienzos de Chiepetlan openly cele-
brate the allegiance between indigenous allies and Spanish conquis-
tadors by using the armory of the Spanish king who was perceived as
the ultimate source of real and symbolic power in New Spain. Given
the large format of Lienzo I, depicting the conquest of Tlapa (Figure
16), and Lienzo II, depicting the migration history (Figure 17), they
were possibly displayed flat on the ground to offer a better view of
their contents and narratives (see Mundy 1995:363). It is possible that
Lienzo III, depicting territorial boundaries (Figure 18), and the heral-
dic Lienzos IV, V and VI were used during processions to visit land-
marks on the boundaries of communal lands. Wear patterns on the
upper corners of the four latter lienzos observed in photographs of the
early 1970s (Galarza 1972) suggest some manipulation as if they had
been paraded from time to time. A similar practice can be observed
today in the neighboring village of Petlacala, which possesses a copy
of an eighteenth-century lienzo that depicts an image of the Habsburg
emperor Charles V dressed as a French Bourbon! (Figure 19) (De-
houve 1995:72; Oettinger and Horcasitas 1982); notably, the people of
Petlacala still parade their lienzo to the top of a mountain during the
feast of the Holy Cross. The people of Chiepetlan have also started to
parade copies of their lienzos during civic events (Figure 20).

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

Conclusiones
Cuando los Lienzos de Chiepetlán fueron redescubiertos en 1970 (Ga-
larza, 1972: 10), formaban parte de un bulto de documentos guardados
en la Comisaría de Bienes Comunales junto con el Libro de Títulos. Ex-
traordinariamente, estos lienzos sobrevivieron al final del periodo co-
lonial y los conflictos ocurridos durante el siglo XIX y los inicios del
siglo XX. Nunca fueron presentados o entregados a ninguna autoridad
mexicana o vendidos a coleccionistas. Haciendo una analogía con las
prácticas heráldicas de muchos cabildos nativos coloniales, propongo
que los Lienzos de Chiepetlán celebran un acto de lealtad entre una re-
pública indígena y el régimen colonial a través del uso de la armería
del rey de España, quien era percibido como la fuente última de po-
der tangible y simbólico en la Nueva España. Dado el gran formato del
Lienzo I, que representa la conquista de Tlapa (figura 16); y el Lienzo II,
que representa la historia de la migración (figura 17), estos dos lienzos
posiblemente fueron exhibidos extendidos en el piso para ofrecer una
mejor vista de sus contenidos y narrativas (ver Mundy, 1995: 363). Es
posible que el Lienzo III, que muestra las mojoneras territoriales (figura
18) y los lienzos heráldicos IV, V y VI hayan sido usados en procesiones
y visitas a los límites de las tierras comunales. Las marcas de uso en las
esquinas superiores de los cuatro últimos lienzos –que se observan en
las fotografías al inicio de 1970 (Galarza 1972)–, sugieren algún tipo de
manipulación, como si hubieran sido exhibidos en situaciones especia-
les. Una práctica similar puede ser observada actualmente en la pobla-
ción vecina de Petlacala, la cual posee una copia de un lienzo del siglo
XVIII que representa una imagen del emperador Habsburgo Carlos V
vestido como un Borbón francés (figura 19) (Dehouve, 1995: 72; Oet-
tinger y Horcasitas, 1982). Notablemente, los pobladores de Petlacala
todavía llevan su lienzo a la cima de la montaña durante la celebración
de la Santa Cruz. Los pobladores de Chiepetlán han hecho también uso
de copias de sus lienzos en desfiles cívicos (figura 20).

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Figure 16. Lienzo of Chiepetlan I with members of the Comisariado de Bienes Comu-
nales de San Miguel Chiepetlan y sus Barrios. Photo by Gerardo Gutiérrez.

Figura 16. Lienzo de Chiepetlan I y miembros del Comisariado de Bienes Comunales de


San Miguel Chiepetlan y sus Barrios. Foto de Gerardo Gutiérrez.

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Figure 17. Lienzo of Chiepetlan II with members of the Comisariado de Bienes Comu-
nales de San Miguel Chiepetlan y sus Barrios. Photo by Gerardo Gutiérrez.

Figura 17. Lienzo de Chiepetlan II y miembros del Comisariado de Bienes Comunales


de San Miguel Chiepetlan y sus Barrios. Foto de Gerardo Gutiérrez.

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Figure 18. Lienzo of Chiepetlan III (close up). Photo by Gerardo Gutiérrez.

Figura 18. Lienzo de Chiepetlan III (detalle central). Foto de Gerardo Gutiérrez.

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Figure 19. Lienzo of Petlacala representing the royal figure of Charles V (16th century)
anachronistically dressed in a French clothing dating to the 18th century. He is rep-
resented together with his Indigenous “wife” Doña María Nicolasa Jacinta and their
three “sons” born in Petlacala. Photo by Gerardo Gutiérrez.

Figura 19. Lienzo de Petlacala con la imagen de Carlos V (siglo XVI) representado con
traje estilo francés del siglo XVIII, junto con su “esposa” Indígena Doña María Ni-
colasa Jacinta y sus tres “hijos” de Petlacala. Foto de Gerardo Gutiérrez

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Figure 20. Reproductions of Lienzos of Chiepetlan being paraded in Chiepetlan, Guer-
rero. Photo by Gerardo Gutiérrez.

Figura 20. Copias de Lienzos de Chiepetlan usadas en un desfile cívico en Chiepetlán,


Guerrero. Foto de Gerardo Gutiérrez.

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In general the three heraldic Lienzos of Chiepetlan created a


grand statement of allegiance to the Spanish Crown. Reviewing the
grandiose layout of the late colonial Codex García Granados (Figure
21), one notes in the uppermost part of the Tepanec tlacamecayotl (lin-
eage from Azcapotzalco) how the Colonial period caciques pledged
their allegiance to an elaborate Escudo Grande del Rey de España,
presenting the arms of the Spanish monarchy with all the charges of
Charles V and two lions rampant as extra supporters. Over all, there
are two church bell towers and a banner with a red cross. This im-
age suggests that the heraldic Lienzos of Chiepetlan could have been
used to complement a larger “heraldic landscape.” The fact that they
were painted as modular charges within independent frames easily
allows for creating various arrangements and narratives, depending
on how the people of Chiepetlan decided to marshal them. With this
“flexible” and “portable” heraldry, the three banners could be parad-
ed in front of the town’s church to create a similar scene, as that pre-
sented in Codex García Granados. I have presented this possibility
in Figure 22, precisely to show how the three banners of Chiepetlan
have the basic elements to create a more complex Escudo Grande del
Rey de España.
Therefore, many of the coats of arms painted on documents
of the seventeenth and eighteenth centuries represent an overt ar-
chaizing agenda intended to fuse the distant past of the first alliance
with the Spanish conquistadors led by Cortés with the more pressing
needs of the late Colonial period, revolving around the acquisition
of legal deeds for communal or cacicazgo lands. Although precolum-
bian transcripts managed to survive in the iconography associated
with títulos primordiales and Techialoyan codices, the documents
were responding to the indigenous needs of the late Colonial period

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

En general, los tres lienzos heráldicos de Chiepetlán conformaron


una gran declaración de alianza a la Corona española. Revisando el di-
seño grandioso del Códice García Granados del mismo periodo colonial
tardío (figura 21), puede observarse en la parte más alta del tlacameca-
yotl tepaneca (linaje de Azcapotzalco) cómo los caciques de la Colonia
declaraban su lealtad a un Escudo Grande del Rey de España, que pre-
senta todos los cargos heráldicos de Carlos V, con dos leones rampan-
tes como soportes externos. Encima del escudo hay dos campanarios
de iglesia o bien dos castillos y un estandarte con una cruz roja. Esta
imagen me hace sugerir por analogía que los estandartes de Chiepetlán
pudieron haber sido usados para complementar un “paisaje heráldico”
más amplio. El hecho de que los estandartes heráldicos de Chiepetlán
estuvieran pintados como cargos modulares dentro de marcos indepen-
dientes facilita la creación de varios arreglos semasiográficos, depen-
diendo de cómo los pobladores de Chiepetlán decidieran ordenarlos.
Con esta heráldica “flexible” y “portable”, los tres estandartes pudieron
haber sido expuestos enfrente de la iglesia del pueblo para crear una
escena similar a la pintada en el Códice García Granados. He decidido
presentar esta posibilidad de manera esquemática en la figura 22, pre-
cisamente para mostrar cómo los tres estandartes de Chiepetlán tienen
los elementos modulares básicos que pueden crear un complejo Escudo
Grande del Rey de España.
Muchos de los escudos de armas pintados en documentos de los
siglos XVII y XVIII representan una agenda que fusiona el pasado dis-
tante de la primera alianza con los conquistadores españoles liderados
por Cortés, con las necesidades más apremiantes del periodo colonial
tardío. Si bien su narrativa puede ser un tanto monótona, pues versa so-
bre la adquisición de títulos legales de tierras comunales o de cacicazgos,
su contenido histórico de cómo cada comunidad supuestamente realizó
dicho proceso de composición es fascinante (Wood, 2003). Aunque va-
rios códigos precolombinos sobrevivieron en los textos e iconografía de
los títulos primordiales y en los códices Techialoyan, estos documentos

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Figure 21. Uppermost part of the Tepanec tlacamecayotl (lineage from Azcapotzalco)
of the Codex García Granados depicting the “full ornamented coat of arms” of the
Holy Roman Empire. After Codex García Granados 715 (Noguez 1992). Drawing
by Gerardo Gutiérrez.

Figura 21. Parte superior que corona el tlacamecayotl tepaneca (genealogía de los seño-
res de Azcapotzalco) en el Códice García Granados, representando el Escudo Gran-
de del Rey de España. Con base en el Códice García Granados 715 (Noguez 1992).
Ilustración de Gerardo Gutiérrez.

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Figure 22. Schematic rearrangement of the charges of the Lienzos de Chiepetlan IV, V
and VI to show how they could create a similar heraldic narrative to that depicted in
the Codex García Granados. Drawing by Gerardo Gutiérrez.

Figura 22. Arreglo esquemático de los cargos de los Lienzos de Chiepetlan IV, V y VI
para mostrar cómo pueden crear una narrativa heráldica similar a la pintada en el
Códice García Granados. Ilustración de Gerardo Gutiérrez.

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The heraldry of Chiepetlan, Tlapa, G. Gutiérrez

(Haskett 1996; Wood 1998). The transition between Habsburg and


Bourbon dynasties created anxiety in New Spain in unexpected ways.
The need for money to finance the wars of Europe began a new cy-
cle of composición de tierras, a situation that provoked uncertainty
and factionalism in some communities or union and opportunity in
others. Some indigenous leaders perhaps even expected to make a
new pact with the Bourbon dynasty, the same way their forefathers
did during the reign of Charles V. Although this aspiration was never
realized, it certainly produced some of the most controversial indige-
nous documentation, paintings, and heraldry of the Colonial period
with strong opinions about its nature and authenticity that have not
been completely resolved (Galarza 1980, 1987; Harvey 1986; Wood
2003; Haskett 2005). Here, I have focused on the overt acts of alle-
giance between indigenous communities and the Crown as displayed
in self-assumed coats of arms, especially those of Chiepetlan. Never-
theless, I do not discard the fact that many of the narratives pushed
the limits of accepted protocols to a degree that an act of allegiance
could easily be transformed into an act of contestation and resistance
as proposed by Haskett (1996). And the polysemy created in the prac-
tice of indigenous heraldry certainly produces an interpretive “fine
line” that needs to be walked carefully.

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

estaban respondiendo a las necesidades indígenas del periodo colonial


tardío y así deben interpretarse (Haskett, 1996; Wood, 1998, 2007). La
transición entre las dinastías Habsburgo y Borbón creó ansiedad en la
Nueva España de una forma inesperada. La necesidad de fondos eco-
nómicos para financiar las guerras de Europa originó un nuevo ciclo de
composición de tierras. Situación que provocó incertidumbre y fracción
en algunas comunidades o unión en otras. Quizás algunos líderes indí-
genas incluso esperaban hacer un nuevo pacto con la dinastía Borbón
de la misma forma en que sus antepasados durante el reinado de Carlos
V. A pesar de que esto nunca se llevó a cabo, ciertamente produjo los
grupos documentales más controversiales de la Colonia, cuyo estudio
siempre está acompañado de fuertes opiniones acerca de su naturaleza
y autenticidad, problemas que todavía no han sido resueltos del todo
(Galarza, 1980, 1987 vs. Harvey, 1986, Wood, 2003 y Haskett, 2005). En
este artículo enfoco mi interpretación de los estandartes heráldicos de
Chiepetlán con base en una práctica visual y pública de una alianza en-
tre las comunidades indígenas y la Corona. Sin embargo, es un hecho de
que muchas de las narrativas contenidas en la heráldica indígena sobre-
pasaron los protocolos coloniales oficiales, al grado de que un supuesto
acto de lealtad era fácilmente transformado en un acto contestatario y de
resistencia (Haskett, 1996).

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G. Gutiérrez La Heráldica de Chiepetlán, Tlapa

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131

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La heráldica de Chiepetlán, Tlapa, México
The heraldry of Chiepetlán, Tlapa, México
Editado por Leonel Rivera Editor, se terminó de imprimir
el 23 de septiembre de 2016,en los talleres de
Litográfica Dorantes S. A. de C. V.,
ubicados en Oriente 241 A, No. 29,
Colonia Agrícola Oriental, México D. F.

El tiro consta de 800 ejemplares rústica,


impresos en offset sobre papel bond ahuesado de 90.
y
200 ejemplares pasta dura,
impresos en offset sobre papel bond ahuesado de 90 g.

Para su composición se implementó la familia tipográfica


Minion pro 12/15 pts.
El cuidado de la edición estuvo a cargo de Erika Maya Vargas

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