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Yuyaykusun
Vicerrector Académico
Dr. Roberto Chang Chao
Vicerrector Administrativo
Dr. Ronal Figueroa Ávila
Director
Dr. Iván Rodríguez Chávez
Comité Editorial
Mg. Eduardo Arroyo Laguna
Mg. Manuel Castillo Ochoa
Dr. José Martínez Llaque
Dr. Julio Mejía Navarrete
Dr. Luis Miranda Esquerre
Dr. Jorge Silva Sifuentes
Dra. Rosario Valdivia Paz-Soldán
Editora
Dra. Virginia Quintana Ávila
Comité Consultivo
Dra. José Luis Grosso, U del Valle (Colombia)
Dr. Paulo Henrique Martins, UFPE (Brasil)
Dra. Alicia Itatí Palermo, UNL (Argentina)
Dr. Benjamín Marticorena Castillo, UARM (Perú)
Dr. Jaime Preciado, UG (México)
Dr. Alberto Riella, U de la República (Uruguay)
Dr. Jorge Rojas Hernández, UC (Chile)
Dr. Adrián Scribano, UNC (Argentina)
Dr. José Vicente Tavares dos Santos, UFRGS (Brasil)
ISSN: 2073-6150
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2009-03928
La revista no se solidariza necesariamente con los puntos de vista expresados en los artículos,
cuya responsabilidad asumen sus autores.
Correspondencia
Av. Benavides 5440, Surco, Lima 33, Perú
Teléfono 708 0000 - Anexos 0255 y 0113
Índice
Presentación 11
ENSAYOS
SOCIEDAD
HISTORIA
ANTROPOLOGÍA
FILOSOFÍA
LINGÜÍSTICA Y LITERATURA
APUNTES
Movimiento social por una educación liberadora, desde el enfoque freiriano 613
Sigfredo Chiroque Chunga
RESEÑAS
S
ale a luz el segundo número de la revista Yuyaykusun del Departamento Académico
de Humanidades de la Universidad Ricardo Palma, que aparece en esta oportuni-
dad como número especial por el 40º aniversario de nuestra casa de estudios.
Tal como dijimos en el número anterior, la revista Yuyaykusun «abre un nuevo ca-
mino en el concierto de las publicaciones universitarias», con proyección de objetivos
y participación en el logro de los mismos dentro de un ámbito intelectual y cultural de
dimensión local e internacional.
Yuyaykusun tiene como propósito principal difundir avances y resultados de inves-
tigaciones en humanidades y expresiones de creatividad artística y cultural del país, de
América Latina y del mundo, que la determinen como un órgano de propagación y pro-
yección humanista nacional y global. Ser una tribuna abierta que recoja los aportes más
importantes del trabajo intelectual y artístico de los docentes de la Universidad Ricardo
Palma y del realizado por prestigiosos pensadores y hombres de cultura del país y del ex-
terior. Constituir, asimismo, publicación de referencia como instrumento cognitivo y cul-
tural de estudios e investigaciones que se realicen, especialmente sobre el Perú y América
Latina. La revista Yuyaykusun, cuyo nombre significa en quechua recordemos, reflexio-
nemos, busca precisamente, a través de su contenido, repensar los hechos, reflexionar
sobre la realidad, no sólo como descripción o análisis de situaciones problemáticas, de por
sí tarea importante, sino principalmente para plantear posibilidades de nuevos caminos
de solución y desarrollo.
Concordante con estos objetivos, se incorpora a la revista un comité consultivo
integrado por destacados intelectuales del Perú y de otros países, que contribuirá a la pro-
moción y divulgación de la revista en el país y en el exterior y a la facilitación de artículos
de relevancia nacional e internacional.
En este número de la revista se incluye en la sección ensayos artículos de los investi-
gadores peruanos José Matos Mar y Benjamín Marticorena, y de Paulo Enrique Martins,
investigador brasileño. En las otras secciones, concernientes a diversos campos de las
humanidades, se destaca las colaboraciones de los profesores honorarios de la Universidad
Ricardo Palma: Roy Tanner (Estados Unidos de América) y Claudio Rama (Uruguay);
de los intelectuales argentinos Adrián Scribano, María del Socorro Foio y Dante Augusto
Palma; de la mexicana Ixchel Barrera; y del Perú, los aportes de César Espinoza Claudio,
YUYAYKUSUN 11
Presentación
Manuel Dammert, Virginia Quintana, Manuel Castillo Ochoa, José Martínez, Franklin
Miranda, Eduardo Arroyo, Jorge Silva, Mabel Muñoz, Rosario Valdivia, Luis Miranda,
Martha Zolezzi, entre otros académicos.
El Director
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ENSAYOS
John v. Murra y la antropología peruana1
José Matos Mar
RESUMEN
Recuerdos y vivencias del autor sobre su amistad, desde 1958 hasta su muerte en octubre de 2006, con
John V. Murra, destacado antropólogo rumano-norteamericano de la Universidad de Chicago. Ellos
mantuvieron durante largas décadas una relación directa basada en sus preocupaciones comunes por
conocer e interpretar el mundo andino, del cual Murra en una renovada visión interpretó lo que fue el
pasado peruano. Apoyó el desarrollo de la antropología en el Perú como profesor del Departamento
de Antropología de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos junto con
José María Arguedas y otros destacados antropólogos y también fue miembro fundador del Instituto
de Estudios Peruanos, el cual le publicó tres de sus más importantes libros.
ABSTRACT
Memories and experiences about the author’s friendship (from 1958 to his death in October 2006)
with John V. Murra, distinguished rumanian american anthropologist from Chicago University. They
had a direct relationship during decades, based on common concerns for knowing and interpreting
Andean world, in which Murra interpreted the Peruvian past in a renewed vision. He supported the
development of Anthropology in Peru as a professor of the Anthropology Department of Letters
Faculty of San Marcos University together with Jose Maria Arguedas and other distinguished
anthropologist; he also was as funding member of Peruvian Studies Institute, which published three of
his most important books.
R
ecuerdo vividamente cuando conocí a John Víctor Murra en la escalinata de in-
greso del Colegio de Guadalupe la mañana del cuatro de agosto de 1958. Hace
51 años. Fue al iniciarse el II Congreso Nacional de Historia organizado por el
Centro de Estudios Históricos-Militares, cuyo Presidente y organizador era el general
Felipe de la Barra. El Comité Ejecutivo lo integraban el doctor Luis E. Valcárcel, Tomás
Catanzaro y el suscrito.
Murra, feliz de contar al fin con pasaporte norteamericano, realizaba su primer viaje
a los Andes peruanos como antropólogo, etnohistoriador e investigador. Después de estar
varios meses en el Cusco vino especialmente a dicho congreso acompañado por el antro-
pólogo cusqueño Oscar Núñez del Prado. Durante cinco días más de 150 historiadores,
arqueólogos, antropólogos sociales, etnólogos, geógrafos, lingüistas, antropólogos físicos,
expertos en arte militar incaico y otros especialistas limeños y provincianos ofrecieron los
resultados de sus trabajos e intereses. Murra tuvo así la ocasión de conocer por vez prime-
ra el abanico nacional de expertos y estudiosos en el conocimiento del proceso nacional
peruano.
1 Este artículo será publicado en francés en un libro de «Editions de la Maison des Sciences de l’ Homme», París.
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John v. Murra y la antropologia peruana
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acumulaba, fruto de un sistema económico que logró organizar y que caracterizó a una
civilización andina forjada autónomamente en un largo proceso de varios milenios en los
andes centrales sudamericanos hasta 1532.
Hasta entonces la historiografía peruana ofrecía interpretaciones globales, descripcio-
nes generales, muchas acertadas pero inconclusas y tradicionales. Solo, desde 1946, cuan-
do Luis E. Valcárcel inició los estudios etnológicos en la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, se abrió un espectro nuevo a las interpretaciones existentes, al agregar
la dimensión cultural, la etnohistoria y reclamar el concurso de geógrafos, sociólogos,
economistas y diversos especialistas, sobre todo etnólogos, arqueólogos, lingüistas y otros
para conocer lo que realmente fue el Perú antiguo.
En doce años, de 1946 a 1958, los estudios arqueológicos y etnológicos, sobre todo
en el mundo rural serrano, aportaban informaciones que permitieron a Valcárcel ofrecer
en sus clases universitarias una nueva visión del pasado peruano y plasmarlas en el texto
universitario Etnohistoria del Perú Antiguo. Historia del Perú (Incas), versión taquigráfica
de las clases que durante ese período dictaba en la Facultad de Letras de San Marcos, y
que fue publicado en 1959.
El Gabinete de Trabajo del nuevo Instituto de Etnología, que fundó Valcárcel en
la Facultad de Letras y que estaba a mi cargo, entre sus múltiples funciones tenía la de
recopilar taquigráficamente y hasta donde fuera posible, por lo limitado de los recursos,
el contenido de las clases que dictaban sus profesores. El Departamento de Publicaciones
de la Universidad solo tuvo fondos para editar este texto. Quedó en gavetas la excelente
versión de Historia de la Cultura Peruana y la Introducción a la Etnología, los otros cur-
sos que dictaba Valcárcel, que también cuidadosamente revisé y preparé para su edición.
Pero lo interesante fue que pudimos publicar la Etnohistoria del Perú Antiguo de Valcárcel
y descubrir que con el inicio de la etnología en el Perú en 1946 las ciencias sociales y sobre
todo la historia, contaban con un apoyo novedoso para interpretar mejor la parte menos
tratada en la historiografía, a fin de dar a conocer lo que fue el mundo andino durante su
largo proceso de desarrollo autónomo y lo que es el actual Perú rural, pobre, marginado y
en ese entonces desconocido que entraba a ser parte sustantiva de la historia nacional.
Sobre estos temas fueron mis primeras conversaciones con John Murra y me alegró
mucho su opinión y reacción, constatando que habíamos comenzado por buen camino,
pese a que el Perú es un país en desarrollo, donde no existía el contexto ni los recursos
para que los profesores universitarios pudieran dedicarse exclusivamente y con un sala-
rio adecuado a las tareas de enseñanza e investigación, como era lo normal en los países
desarrollados, especialmente en Estados Unidos de Norteamérica donde el sistema edu-
cacional era el más avanzado en el mundo. Este tremendo y doloroso contraste constituía
preocupación central en nuestras permanentes y largas conversaciones durante el tiempo
que disponíamos, constatando en vivo el tremendo drama peruano y el contexto del
trabajo pionero de los primeros especialistas de una nueva disciplina que tenía entre sus
metas contribuir al conocimiento científico del Perú antiguo. Creo que allí comenzó mi
fecunda y permanente vinculación con John.
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antropólogo tenaz que quería liderar el avance histórico y antropológico del conoci-
miento e interpretación del mundo precolonial del área andina, de los Andes centrales
de América del Sur.
En sus múltiples viajes, numerosos domingos paseábamos juntos con Alberto Escobar
y familia, así como con Augusto y Sebastián Salazar Bondy, recorriendo las huacas de
Lima alrededor de Maranga, Cajamarquilla Huaycán y Pachacamac. También, en otras
ocasiones visitábamos las barriadas limeñas, sobre todo San Cosme, Leticia, Ciudad de
Dios y numerosos clubes y asociaciones de provincianos. Lo relacionábamos con colegas
como Doris Stone, Olivier Dollfus, Maurice Godelier, François Bourricaud y amigos
arquitectos, urbanistas, novelistas, artistas peruanos y, sobre todo, con la juventud san-
marquina y los que después fueron sus discípulos y grandes admiradores.
Fue un exquisito gourmet. Había que prepararle comida especial, sabrosa, pero todo
a medida y con mesura. Una vez en un encuentro en México quedamos en hablar sobre
Taquile, isla del Lago Titicaca, que Murra como Godelier consideraban al leer mi tesis
doctoral como un trabajo de gran importancia, porque allí estaba viva la supervivencia
exacta de lo que Murra buscaba, el aporte de la antropología a la historia, por lo cual me
reclamaba con insistencia que la publicase siguiendo el modelo de los cuatro libros publi-
cados por el antropólogo inglés Bronislaw Malinowski sobre la cultura de los pobladores
de las bellas islas de coral de las Tobriand, porque en Taquile, el «mandón», conjunto de
autoridades elegidas por todos los jefes de familia, representadas por el hilacata, estaba
vigente con todas sus funciones tradicionales, como el camachicoc o reuniones del común,
era el poder político que funcionaba en estrecha relación con lo económico, especial-
mente la agricultura, el trabajo de redistribución y complementariedad horizontal, que
únicamente podía entenderse en función de la producción de los cuatro suyu o áreas
agrícolas en que se dividía la isla y donde todas las familias tenían sus parcelas heredadas
desde tiempos inmemoriales, y que el «mandón» hacía respetar este sistema tradicional
de tenencia de las tierras de cultivo, controlando, dirigiendo, manteniendo el sistema co-
lectivo y velando por su riguroso cumplimiento y trabajo en procura del bienestar de los
comuneros y de la comunidad; y para que esto fuera posible debía estar respaldado por el
rito mágico religioso de Mulusina que celebraban todos los años en la cumbre del cerro
más alto de la isla demandando y suplicando a los apu o divinidades, el huihuc, espíritu
que vivía en los cerros, las huacas, en el centro de cada una sus viviendas, en su «canchón»;
en un complejo ritual donde participaba toda la comunidad, demandando que las cose-
chas fueran beneficiosas y no hubiera crisis o peligros de heladas, granizo o enfermedades.
Este rito de Mulusina era impresionante por el fervor, el ritual de los cuatro pako o magos
benéficos, la parafernalia, las danzas en un escenario extraordinario, la cumbre de más de
4 000 metros de altitud en una isla ubicada en el centro del gran Lago. Este encuentro
debíamos tenerlo en un restaurante, en una de las noches libres de la reunión a la que
asistíamos a fin de que John me aconsejara y ayudara a elaborar la monografía sobre
Taquile. Me preparé, organicé la reunión y elegí un restaurante tranquilo pero de primera
clase, lo consideraba un honor y quería que el diálogo estuviera acompañado de una cena
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John v. Murra y la antropologia peruana
deliciosa. Se quedó mudo, es mucho para hablar de algo tan importante. —«Esto es otro
cantar»— y «mi cuento requiere otro espacio».
Admirado por las mujeres, siempre vivió rodeado de alumnas y exalumnas del Vassar
College, de universidades norteamericanas y latinoamericanas, y siempre encumbrado
por estudiosos e investigadores del área andina. Excelso conversador y animador de re-
uniones, provocador de celos y de envidias. Como también me decía José, me voy a
Nueva York, ahorita mismo, porque he tenido sueños perturbadores, no estoy bien, debo
ver a mi analista. Y, en otras ocasiones andaba muy preocupado en atender a Arguedas en
sus penas y furias para que fuera a visitar a su psicoanalista en Chile.
A fines del siglo XX, en México, haciendo un balance del pasado, recordábamos en
mayo de l998, 50 años desde que nos conocimos, lo que significó el Gabinete de Trabajo
de Antropología en San Marcos y que solamente el impulso y prestigio de Luis E. Valcárcel
pudo crear rompiendo tradicionales prejuicios, iniciando una disciplina en San Marcos
para estudiar a la cultura popular, a los indios, a los de abajo, en una Facultad elitista y
criolla de notables personalidades académicas. También recordamos el impacto de su pre-
sencia en Perú, cuando a los pocos meses de conocernos en noviembre de 1958 le ofrecí
que durante mi ausencia en Caracas en el curso de 1959 fuese su Jefe y Coordinador de
la enseñanza e investigación en el Departamento de Antropología en un momento difícil
pero propicio porque ya teníamos carta plena de ciudadanía en la Facultad de Letras.
Desgraciadamente no aceptó a pesar de tener el apoyo de José María Arguedas, quien sí
aceptó el encargo solicitado, y de los esposos Cheng, Alberto y Martha, brillantes jóvenes
antropólogos y de un conjunto de profesores y alumnos de excelente nivel. Con él el
rumbo de la antropología hubiera sido otro cantar como decía John.
Comentábamos el auge de la antropología en la década de 1970. El notable Congreso
de Americanistas celebrado en Lima en 1970 y los numerosos y destacados egresados en
antropología y arqueología. La declinación posterior de la enseñanza antropológica en
San Marcos por el clima político universitario, que hasta hoy no ha permitido que alcance
la calidad que tuvo en sus inicios. Como también rememorábamos la lucha por crear el
Instituto de Estudios Peruanos (IEP), su éxito durante 25 años y su cambio de orienta-
ción desde la década de 1990. El y Francois Bourriçaud fueron los dos únicos extranjeros
del grupo fundador del IEP. Nos ayudó y apoyó mucho en su fundación y orientación,
pero tenía una visión más segmentada que la global de sus principales gestores.
En la década de 1970 y comienzos de la de 1980 trabajó mucho tiempo vinculado al
IEP. Debido a su estímulo y entusiasmo pudimos publicar, en coedición con la editorial
Siglo XXI de México, los tres gruesos volúmenes de la obra de Felipe Guaman Poma de
Ayala (Waman Puma) El Primer nueva corónica y buen gobierno, edición crítica de John V.
Murra y Rolena Adorno y traducción y análisis textual del quechua por Jorge L. Urioste.
Reanudando la serie de publicaciones iniciada en 1966 y 1967 en el IEP por el grupo
notable que él coordinaba con José María Arguedas, Carlos Araníbar y Pierre Duviols al
iniciar la serie Historia Andina con Dioses y hombres de Huarochiri, narración del padre
Francisco de Ávila, 1598, traducida por José María Arguedas y con un estudio bibliográfi-
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John v. Murra y la antropologia peruana
ofreciéndole que sí lo convertiría en un libro, como lo hice con las Memorias de Valcárcel,
cuando en Barcelona en 1964 una noche comiendo con Valcárcel, Pierre Duviols y
Rosalía, don Luis hablaba como pocas veces lo hacía, estimulado por Murra, sobre su
vida y su larga experiencia y casi me obligó a que asuma el compromiso perentorio de
escribir lo que varias horas contaba Valcárcel. Tarea que cumplí años más tarde al publicar
las Memorias de Valcárcel en julio de 1981.
Cuantos hechos y sucesos vividos venían a nuestra mente. La cátedra que al poco
tiempo de conocerlo en 1958 le ofrecí en el Departamento de Antropología de la
Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el inolvidable curso
de Etnología II (Teoría) que dictó ese fin de año: estudio comparativo de las culturas
Nuer de los Ashanti, en la parte central de Ghana, África Oriental, Inca en los Andes
centrales y Trobriand una de las islas de coral del pacífico occidental cerca de Nueva
Guinea (Melanesia). Curso semestral que volvió a dictar en 1959 y 1960 y después en
1965-1966, confirmándonos la importancia de la diversidad cultural o estilos de vida y
contribuyendo a la formación que en ese entonces brindaba San Marcos a sus estudiantes
de antropología.
Sus clases en Vassar College, la Universidad de Chicago, en Puerto Rico, México,
París, Londres, España, Lima eran atractivas y estimulantes. En Barcelona, en 1964, dic-
tó una conferencia que abarrotó el recinto escogido, que resultó pequeño porque era un
expositor cautivante, un verdadero comunicador mediático.
Nada podemos hacer si no hacemos estudios interdisciplinarios y comparativos entre
culturas precapitalistas de América, África y Oceanía. A las fuentes históricas conocidas
tenemos que escudriñarlas con ojo clínico, saber quién es quien y cómo es que los cro-
nistas recogieron la información. Debemos complementar el árbol genealógico de estas
valiosas fuentes, discernir su secuencia de información y el valor de cada de ellas.
Recordábamos también cómo cada vez que llegaba a Lima lo poníamos al día en las
novedades y hallazgos, insistiendo siempre en la necesidad de encontrar nuevas fuentes
y documentos regionales. Solo los libros de las Visitas de Iñigo Ortiz de Zuñiga, 1562,
los Chupacas de Huánuco y, posteriormente, la de García Diez en San Miguel, 1567,
los Lupacas de Puno, sirvieron para revolucionar las investigaciones sobre el mundo
andino.
Tenemos que difundir las diferencias, la diversidad en todas partes, la creatividad de
estilos y formas de vivir, como la verticalidad andina o los pisos ecológicos complementa-
rios, para que se sepa con precisión y claridad cual fue el logro andino con este sistema y
que se pudiera alcanzar una alta cultura o civilización a nivel mundial.
Hay que dejarlos hacer, ellos saben mejor que nosotros, tengamos cuidado con la
Antropología Aplicada. Cuantas ideas y juicios sabios como este.
Largo sería contar los detalles de su vida personal. No dejaba de insistir y oírlo decir yo
soy graduado de la guerra civil española no de la Universidad de Chicago. Pero soy antropó-
logo del mundo andino. Estuvo casado dos veces y siempre estuvo acompañado ayudado y
protegido por colegas de alto nivel intelectual y amigas y amigos de los países andinos.
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José Matos Mar
Por sus orígenes, una familia judía pobre y numerosa, siempre tuvo la huella de la
pobreza, la humildad y la marginación, por nacer y vivir sus primeros años entre dos
mundos. Nace en el lado izquierdo del río Nistro, en Odessa, mientras su hermana nacía
en el lado derecho, en territorios en disputa entre Moldavia y Ucrania, entre el mundo
comunista que se avizoraba en un lado y en el otro el occidental capitalista. Migró a
Estados Unidos de Norteamérica a los 18 años, en 1933, llamado por su tío. Estudia,
trabaja e ingresa a la Universidad de Chicago y tres años después participa en la Guerra
Civil española, reclutado por las brigadas españolas por sus ideales y conocimientos de
diversos idiomas, volviendo a confrontar dos realidades. Regresa en 1939 y se reincorpora
a la Universidad de Chicago donde terminó sus estudios en 1941. Ensaya trabajar en el
Ecuador, no puede ingresar al ejército norteamericano, se casa en 1945 por vez primera,
nunca tuvo hijos, y solo en 1950, después de sufrir el macartismo, adquiere la ciudada-
nía norteamericana, iniciando por vez primera a los 34 años la vida normal y ser al fin
ciudadano de un país. Pero el trauma es fuerte y desde 1949 recurre a su amigo y analista
neoyorquino, al cual nunca dejó de consultar. Desde 1958 hasta el fin de sus días su vida
transcurre en el mundo andino sudamericano y la Universidad de Cornell, en Ithaca.
Por todo esto que me contaba y por muchos otros sucesos que nos cuentan sus biógrafos
tuvo serios problemas personales desde muy joven. Reiteradas veces mientras estuvo en
Lima, en Huánuco u otros lugares del área andina repentinamente regresaba a Nueva
York para ver a su analista. Por situaciones similares con Arguedas mantuvo una estrecha
relación desde el día que lo conoció, la cual ha sido narrada largamente en numerosas
publicaciones, especialmente editadas por Carmen María Pinilla, donde múltiples cartas
y documentos demuestran la íntima amistad que se forjó entre ellos.
Toda su vida estuvo llena de preocupaciones y actividades por apoyar y lograr que en
los países del área andina, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, existiesen centros especializa-
dos, instituciones, academias y enseñanza del más alto nivel con personal e investigadores
idóneos dedicados a estudiar, conocer, comprender e interpretar mejor la extraordinaria
complejidad y riqueza de una alta cultura que en América del Sur se desarrolló inde-
pendientemente de todo contacto con otras culturas, con el logro de una civilización
con pleno empleo y bienestar generalizado. Organizó numerosos congresos y encuentros
como en Viena en el castillo de la Wenner Green Foundation donde él y el antropólogo
mexicano Gonzalo Aguirre Beltrán congregaron antropólogos de tres continentes para
conocerse, dialogar, intercambiar experiencias y proponer futuras investigaciones y publi-
caciones. O la serie de encuentros en París, como el de la década de 1960 en homenaje a
Alfred Metraux, antropólogo famoso que se suicidó al concluir su trabajo en la UNESCO
y al que solamente acudimos Murra y yo por la gran amistad que tuvimos. Metraux
fue uno de los pilares de los famosos Handbook of South American Indian. Metraux y
Maurice Godelier fueron los que leyeron línea a línea la tesis inicial de Murra y siempre
fueron sus admiradores y estimuladores.
En el área andina central la etnohistoria alcanza reconocimiento a partir de Luis E.
Valcárcel, con su curso de Etnohistoria del Perú Antiguo dictado desde 1946 cuando en
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John v. Murra y la antropologia peruana
San Marcos se fundó el Instituto de Etnología y resulta consagrada con los aportes de
Murra a quien debemos una renovación en la crítica de las fuentes primarias, la incor-
poración a este rango documentos administrativos coloniales que, si bien conocidos, no
habían recibido suficiente atención y el planteo de un paradigma novedoso para estudiar
la organización socioeconómica del Perú antiguo. En ese interregno de casi medio siglo,
peruanos, bolivianos, ecuatorianos y chilenos iniciaron una nueva etapa en el conoci-
miento e interpretación de ese mundo andino. Surgió una pléyade de notables historia-
dores, antropólogos, etnohistoriadores, arqueólogos y lingüistas que en mucho están en
deuda con el pensar y la animación de John Murra como María Rostworowski.
Sus trabajos han articulado, por una parte, teoría y análisis empírico y, por otra, las
reflexiones de la historia y la antropología. Ha sido su conocimiento de la antropología
británica, su familiaridad con las sociedades africanas lo que le permitió someter a un
nuevo tipo de lectura más de l20 fuentes básicas y el sinnúmero de visitas y múltiples
documentos que cada vez conocemos más y más, referentes a la historia antigua del Perú.
Este examen teórico de la realidad andina hizo posible descubrir en las fuentes aquello que
otros no lo hicieron, encontrar el lenguaje adecuado para romper su silencio y revitalizar
su mensaje. Es decir, Murra logró una aproximación rigurosamente científica que abrió
perspectivas inéditas e insospechadas para comprender el pasado precolonial del Perú.
Murra fue así un sistematizador de cuanto conocimiento pudiera esclarecer lo que
fue el antiguo Perú y un decidido propugnador de la investigación interdisciplinaria. A
lo largo de su vida ha interesado, estimulado y orientado, dentro y fuera del Perú, a un
grupo de estudiosos que han asumido sus planteamientos como hipótesis y metas de
trabajo. Con el signo que imprimió a la investigación rompió viejos moldes y dinamizó
los instrumentos metodológicos que, finalmente, diseñaron una imagen más precisa del
continuo de la sociedad andina precolonial.
Este es mi homenaje al amigo y colega y el reconocimiento de su inestimable aporte
por lograr que el Perú actual reconozca la sabiduría y la lección del pasado en procura de
la formación de una auténtica sociedad nacional emergente desarrollada.
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Papel de la universidad frente a los temas del cambio
climático, la energía y el desarrollo sostenible
Benjamín Marticorena
RESUMEN
En la actualidad, la sociedad humana enfrenta agudos desafíos ambientales y económicos que la
institución universitaria está obligada a conocer en sus implicancias políticas, culturales y éticas.
Reunir ciencia y cultura, tecnología y ambiente, economía y desarrollo sostenible es una tarea inmensa
en la que la universidad ha de jugar un papel decisivo.
ABSTRACT
Nowadays, human society is facing environmental and economic sharp challenges that the university
is obliged to know in politics, cultural and ethic implications. To join science and culture, technology
and environment, economy and sustainable development is a huge work in which this university has
an important role.
S
in política ambiental no hay desarrollo sostenible, es decir, desarrollo para todos
—y no sólo para unos pocos—, para ésta y las próximas generaciones. La política
ambiental pública se expresa mediante una institucionalidad cuya fortaleza y per-
tinencia refleja el grado de interés efectivo del Estado en la gestión de ambiente. Así, por
ejemplo, la creación del Ministerio del Ambiente, apunta a expresar una decisión política
y organizar el soporte normativo e institucional para realizarla.
Algunos ven allí una decisión política para proteger el espacio vital de los perua-
nos. Esa es ciertamente la visión más deseable y, a la vez, la más difícil de creer en un
Estado que usualmente desconsidera a la población en general en beneficio de intereses
económicos, políticos y sociales minoritarios. Otros ven en aquella decisión sólo una
formalidad para contentar a los Estados con los que el nuestro está firmando acuerdos
de preferencias comerciales. Y hay también quienes, siendo los menos en número pero
los más influyentes, temen que un control efectivo de la nueva entidad sobre las conse-
cuencias ambientales de las actividades económicas merme sus ganancias. Estas distintas
percepciones expresan intereses que van desde la protección del bien común hasta una
visión socialmente irresponsable de las actividades económicas. Frente a la obligación
de institucionalizar una política ambiental —piensan quienes representan esta última
posición— bastaría con que la entidad creada tenga más visibilidad pero sujetándose a los
objetivos económicos y políticos del corto plazo.
Pero lo que el país necesita es un organismo independiente, con autoridad técni-
ca reconocible, cabeza de una red institucional que sume capacidades de investigación
científica y social y que actúe en el marco de una política de Estado definida mediante
consenso y ampliamente difundida para que quienquiera —peruano o extranjero— que
desee vivir de su trabajo en el Perú, lo haga sin daño a las poblaciones presentes y futuras.
Tanto es éste el mandato fundamental de un organismo de gestión ambiental nacional,
que la ecología ha sido acertadamente definida por los expertos como «economía de largo
plazo»; un largo plazo que se nos está acabando a fuerza de no tomarlo en cuenta. La
utilidad de un régimen ambiental de Estado ideado para el bien común, es mucho mayor
que la suma de intereses parciales y de exclusivo corto plazo.
Una excursión por Internet nos informa sobre lo que tenemos que proteger de la
biosfera en el territorio peruano. En materia de diversidad biológica1, en el mundo hay
reconocidas y clasificadas alrededor de 2 millones 400 mil especies de organismos vivos
(300 mil plantas, 43,500 animales mayores entre peces, aves, mamíferos, anfibios y rep-
tiles, unas 2 millones de especies de artrópodos e insectos y 4 mil de bacterias). Pero la
ciencia estima que el total de especies es de unas 8 millones, lo que quiere decir que la
humanidad sólo tiene noticia —y superficial— de la tercera parte del patrimonio gené-
tico con el que convive.
En el territorio peruano medra, aproximadamente, el 10% de las especies biológicas del
planeta: un dato que nos da la medida de nuestra responsabilidad con relación a nosotros
mismos y a la humanidad toda. Correlativamente, el Perú registra ese mismo porcentaje de
especies de plantas cultivadas con respecto al total de cultivares del mundo. Es el primer país
en especies de peces (alrededor de 2,000 especies), el segundo en aves (1,730) y el tercero
en anfibios y mamíferos (330 y 462, respectivamente). Es, en suma, uno de los países más
importantes del mundo en materia de diversidad genética, por lo que su mantenimiento,
investigación y uso sostenible debe ser la piedra angular de la política económica y social
nacional, de corto y largo plazo. Con 128 especies de plantas nativas domesticadas, algunas
de importancia económica universal (por ejemplo, la papa, de la que nuestro científico
Carlos Ochoa ha registrado alrededor de 4000 variedades en el territorio nacional)2, el Perú,
no obstante su crítica escasez de tierras de cultivo y de agua de riego se ha afirmado, desde
antiguo, como civilización agrícola; un portento cultural que debe protegerse como obliga-
ción ética, histórica y como valor económico realizable sobre bases científicas.
El cuidado del ambiente incluye el de las fuentes de agua dulce, atmósfera terrestre,
tierras de cultivo, bosques y océanos. Las actividades económicas más directamente con-
taminantes emplean como sumideros esos espacios, vertiendo en ellos materiales parti-
culados, moléculas complejas, compuestos tóxicos y átomos pesados o radiactivos, que
30 YUYAYKUSUN
Papel de la universidad frente a los temas del cambio climático, la energía y el desarrollo sostenible
YUYAYKUSUN 31
Benjamín Marticorena
mundo. El del Perú es considerado uno de los más vulnerables después de los de Bengala
y Honduras.
Una migración hacia formas de producción y consumo de energía que no empleen
combustibles fósiles es indispensable para revertir en parte esa tendencia al cambio climá-
tico global. En esta tarea, la función de la universidad es múltiple y se da en los ámbitos
de la investigación científica y social y en la difusión de sus resultados. Sin embargo, la
responsabilidad de la universidad va aun más allá, puesto que está encargada de dar a
los profesionales que forma una clara percepción de la situación general de la biósfera y
actitudes y capacidades para prevenir los daños o mitigar sus efectos si inexorablemente
van a llegar.
También tiene la universidad otra responsabilidad asociada con su objetivo de pro-
yección social, que consiste en contribuir al reforzamiento institucional general y a la
organización de la población frente a las amenazas y daños cumplidos que produzca el
cambio climático global. Por otra parte, siendo éste un fenómeno planetario, la univer-
sidad tiene la obligación de tender puentes de cooperación con los científicos y decisores
de políticas de otros países de la región y del mundo, con el objeto de intercambiar cono-
cimientos sobre alternativas de previsión y respuesta frente a los formidables retos que el
cambio climático nos pone al frente.
Con la población en general, la difusión y formación de opinión pública sobre
este asunto de fundamental relevancia la realiza la universidad mediante los programas
de socialización de los conocimientos y del empleo de los medios no escolarizados de
educación.
De lo anterior fluye la urgencia de realizar planeamiento participativo en la univer-
sidad para hacer de ésta una institución más orgánica a la cambiante y retadora situa-
ción ambiental. La separación artificiosa (por la necesidad de abstracción para facilitar
el trabajo de investigación) de los distintos capítulos de las ciencias de la naturaleza y, en
particular, el recíproco desconocimiento entre los quehaceres de los científicos naturales
y sociales, es un hecho pernicioso. Debe restaurarse la extraviada relación entre ellas y
otorgar un nuevo sentido común al profesional formado en las universidades, de mane-
ra que incorpore espontáneamente en sus presupuestos conceptuales y en sus acciones
profesionales, las variables ambientales, como variables propias de la economía en su
acepción más amplia, que es la economía para el bien común. Internalizar las variables
ambientales en las decisiones económicas constituye un reto del colectivo humano, pero
es en las esferas de la universidad y de la política que ese proceso tiene lugar preferente-
mente. El planeamiento de las carreras deberá hacerse bajo una orientación que las tenga
debidamente en consideración, sin los usuales escamoteos con que se tratan estos temas
en la actualidad.
32 YUYAYKUSUN
La teoría democrática y las bases
anti-utilitaristas de la asociación
Paulo Henrique Martins
Resumen
Hay en América Latina un sentimiento común entre los científicos sociales sobre los efectos
nefastos de la ideología mercantilista e individualista en la legitimación de las decisiones políticas
que generan crecientes desigualdades económicas y sociales y que desestabilizan los procesos
democráticos. La creación de esta unanimidad intelectual anti-utilitarista y anti-reduccionista
aparece como elemento importante en la revisión de los fundamentos de la modernización y la
democracia en la región. Enfocando nuestra atención en el tema de la democracia participativa,
entendemos que las dificultades de avanzar en la práctica de la asociación están en el hecho de
que se presentan insuficiencias teóricas para manifestación de los pactos intersubjetivos y de la
dimensión simbólica de la acción social. Para nosotros, la crítica anti-utilitarista es una manera
importante de hacer progresos en esta discusión.
Abstract
There are in Latin America a common feeling among social scientists about the harmful effects of the
mercantilist and individualistic ideology in the legitimacy of political decisions generating increasing
economic and social disparities that destabilize the democratic process. The creation of this unanimity
anti-intellectual and anti-reductionist utilitarian appears as an important element in the revision of
the modernization and democracy in the region. Putting our attention on the issue of participatory
democracy, we understand that the difficulties in advancing the practice of the association are in
the fact that they present theoreticals inadequacies to expresse the conditions of the intersubjetivos
symbolic dimension of the action sociale. For us, the critical anti-utilitarian is an important way to
make progress in this discussion.
L
a discusión aquí presentada no intenta una evaluación general de la teoría demo-
crática sino su desarrollo a partir de las tesis anti-utilitaristas que encontramos en
autores como Habermas, Rosanvallon, Mauss, Caillé, Taylor y Honneth, para citar
apenas algunos de ellos. Desde este punto de vista, sería más adecuado referirse a una
teoría democrática de la participación pensada a partir del abandono de la tesis clásica de
la democracia ofrecida por la «filosofía del sujeto» y por el rescate de una nueva «gramá-
tica de la emancipación» (Laclau, 2000) que valore temas como la descentralización, la
diversidad, el don, el reconocimiento, entre otros, que se concretizan en pactos intersub-
jetivos involucrando a personas morales de diferentes tipos, individuales y colectivas, en
la organización de las esferas públicas contemporáneas.
Para empezar, tenemos que destacar que hay en América Latina una cierta unanimi-
dad entre los científicos sociales sobre los efectos nefastos de la ideología mercantilista e
individualista en la legitimación de las decisiones políticas y estatales que generan crecien-
tes desigualdades económicas y sociales y desestabilizan los procesos democráticos (Ivo,
2001; Zicardi, 2002; Porchmann, 2003). La creación de esta unanimidad intelectual
anti-utilitarista y anti-reduccionista aparece como elemento importante en la revisión de
los fundamentos conceptuales y operacionales de la modernización y la democracia en la
región. Ésta es, sin embargo, insuficiente para que el pensamiento crítico contra-hegemó-
nico atraviese los límites lingüísticos entre el universo académico y las fuerzas emergentes
en los espacios de formación de la voluntad colectiva —dentro del aparato estatal y en la
sociedad civil— y para permitir la emancipación de un nuevo paradigma socio-histórico
más complejo que encaje la lógica mercantilista en una regulación más general propiciada
por la política democrática y el interés de la colectividad.
Aunque son innumerables e importantes las experiencias participativas anti-utilita-
ristas producidas por los movimientos sociales y movilizaciones culturales en la región
(Ribeiro, 2000; Seoane, 2003; Mato, 2004), hay que reconocer que son aún insuficientes
para el giro paradigmático. Hay sí, innegablemente, discontinuidades en los mecanismos
de comunicación entre el saber científico y el saber común, que deben ser superadas para
poder salir de las representaciones fragmentadas de la realidad sociohistórica y concebir
alternativas prácticas al modelo capitalista vigente. ¿Cuáles son las causas de esas discon-
tinuidades? Ciertamente varias, pero cabe registrar la fascinación que ejerce la ideología
utilitarista neoliberal sobre parcelas significativas de los segmentos sociales asalariados, y
también, sobre aquéllos desfavorecidos. Pues el culto a los ideales del hombre egoísta y al
consumismo productivista, característicos de la ideología utilitarista hegemónica (Caillé,
2000), continúan al causar perjuicios al imaginario colectivo, provocando la fragmenta-
ción de los sistemas de sociabilidad nacionales y locales, sean éstos integrados por ricos
o pobres.
Hay muchas reflexiones en cuanto al papel asociado de las elites dominantes regiona-
les junto al gran capital especulativo y financiero en América Latina, que algunos autores
prefieren situar dentro de una lógica renovada del imperialismo, como lo hace A. Boron
(Boron, 2002). Pero aún no han sido analizados más detenidamente los resultados del
punto de vista de la cohesión social, nacional y local y también de la reproducción de
la memoria colectiva, del debilitamiento de los aparatos estatales nacionales a partir de
políticas intencionales de fortalecimiento de los grandes intereses económicos y financie-
ros. El neoliberalismo no desembarcó como un alienígena en las sociedades nacionales
de la región. Hubo muchos cómplices: empresarios, clases medias, economistas y varios
intelectuales entendían que la apertura indiscriminada de los mercados locales al capital
extranjero y la privatización de los patrimonios del Estado serían una puerta de entrada
de esas sociedades regionales en la globalización (Martins, 2005), un medio de redención
del «subdesarrollo».
34 YUYAYKUSUN
La teoría democrática y las bases anti-utilitaristas de la asociación
YUYAYKUSUN 35
Paulo Henrique Martins
36 YUYAYKUSUN
La teoría democrática y las bases anti-utilitaristas de la asociación
Recientemente, los teóricos de la democracia han dirigido sus atenciones a una com-
prensión más aguzada tanto de los procedimientos formales de la acción democrática
—a ejemplo del tratamiento dado por Habermas al derecho—, como de la lógica de
redistribución de las riquezas colectivas con vistas a la reproducción social, a ejemplo de
las ideas de seguridad y protección social, rediscutidas por Rosanvallon. Pero tal énfasis
al procedimentalismo democrático está mostrándose insuficiente y termina colocando en
segundo plano la discusión de las condiciones del surgimiento de pactos intersubjetivos
y las diferentes jerarquías morales invisibles que influencian la delimitación de lugares,
poderes, estimas, respetos y cooperaciones.
Las críticas a Habermas realizadas recientemente por teóricos anti-utilitaristas como
Taylor (2005), Honneth (2003) y Souza (2003) demuestran la importancia de cavar
más a fondo en la ontología moral para aclarar mejor cómo se establecen los procesos
de organización e identificación de lugares en las esferas culturales y sociales. Tal revi-
sión lleva necesariamente a colocar una pauta al entendimiento de que la democracia en
cuanto proceso debido a pactos intersubjetivos se basa en aspectos de orden moral y en
significados diversos inscritos en lo más profundo del orden sociocultural e histórico de
cada sociedad.
Definir la esfera pública como la expresión política de un mundo común en el que
están inscritos los referentes axiológicos e históricos es importante para entender que la
experiencia de lo público no es algo natural sino un proceso construido por la colectivi-
dad. Este entendimiento de los fundamentos del fenómeno público —elaborado, prime-
ramente, por A. Tocqueville (1981) y después por los pragmatistas C. Cooley (1966) y
J. Dewey (1997)— permite intuir, por consiguiente, que la esfera pública democrática
apenas se sostiene en un magma de significados compartidos solidariamente, por todos.
O entonces, por la elaboración de un lenguaje expresivo que se refiere a situaciones pre-
reflexivas que no se revelan fácilmente al saber común, necesitando de la desconstrucción
crítica para que puedan ser desnaturalizadas. En este sentido, H. Arendt nos ofrece una
YUYAYKUSUN 37
Paulo Henrique Martins
reflexión oportuna al proponer que el «mundo común» es aquél «común a todos nosotros
y diferente del lugar que nos cabe dentro de él» (Arendt, 2003: 62). O sea, se trata de un
fenómeno social que nace en nosotros, en nuestros pactos intersubjetivos, pero que extra-
pola la suma de nuestras intenciones y acciones para revelarse como un mundo diverso
de la suma de las partes.
Por consiguiente, la crítica al exceso de formalización del debate democrático es pro-
cedente a medida en que apunta los riesgos al discutir la participación a partir de reglas
instituidas, reduciéndose los motivos subyacentes a la acción social que explican los sen-
timientos de apatía y, desde otro punto de vista, de vivencia activa de la ciudadanía. A
este respecto, C. Reigadas coloca algunas cuestiones pertinentes: el respeto al lugar donde
surge la democracia participativa o sobre quién y cómo participan los sujetos sociales
implicados, para concluir que «respeto, reconocimiento y confianza mutua presuponen
valores de libertad e igualdad imprescindibles a la construcción de una vida democrática.
Radicalizar la democracia requiere promover la participación» (Reigadas, 2006: 181).
La focalización del tema de la participación en el proceso democrático conlleva nece-
sariamente, desde otro punto de vista, a la revaloración conceptual y política del local que
en las sociedades complejas como las de América Latina se reconfigura continuamente,
reflejando el movimiento de traducción simbólica de los procesos globales. Se disfruta de
un contexto muy ambivalente de procesos aparentemente contradictorios como aquéllos
representados, de un lado, por las crecientes desigualdades sociales, ampliando la injus-
ticia y la exclusión y, de otro, una también creciente y promisora tendencia a la diferen-
ciación y diversificación sociocultural que abre las puertas al reconocimiento político
de innumerables movimientos hasta entonces fuertemente reprimidos como aquéllos de
carácter étnico, sexual y cultural. Tales prácticas ambivalentes aparecen como informacio-
nes básicas para entender los nuevos sistemas societales que se construyen en las interfaces
del individualismo y el holismo, del comunitarismo y el republicanismo, de lo tradicional
y lo moderno, de las tensiones entre igualdad y pluralismo (Walzer, 2005: 84-85).
La democracia pluralista se expande en este contexto ambivalente y, naturalmente, la
experiencia de la participación tiende a reflejar dos movimientos: en el primero, la parti-
cipación se confunde con la representación vista por la óptica local; en el segundo, ésta es
entendida como la manifestación de un proceso de diferenciación del sujeto social y de la
importancia de crear mecanismos de canalización de las demandas por reconocimiento y
dignidad. El esfuerzo de liberación de las fuerzas creativas sociales genera necesariamente
conflictos y alianzas. Muchas veces las fricciones son la expresión del conflicto que de las
rivalidades generadas por el deseo de adquirir visibilidad, de ganar sentido y de conquistar
un lugar en la vida. La distinción entre el enemigo y el adversario no es de poca impor-
tancia en la formación del mundo de la vida. Tal distinción, explica Mouffe, permite
entender que «en nuestro interior se constituye la comunidad política, el opositor no
debe ser considerado un enemigo cuya existencia deba ser eliminada sino un adversario
cuya existencia es legítima» (Mouffe, 1994: 14). Hay que valorar la distinción entre el
antagonismo (relativo al enemigo) y el agonismo (relativo al adversario) caso queramos
38 YUYAYKUSUN
La teoría democrática y las bases anti-utilitaristas de la asociación
comprender como los sistemas simbólicos y las jerarquías morales subyacentes al tejido
socio-cultural contribuyen para generar tensiones que tanto pueden transformarse en
conflictos latentes o abiertos como en prácticas agonísticas que son importantes para
el aprendizaje del poder y la organización de la experiencia del «mundo común» y de la
esfera pública.
La investigación sobre los fundamentos morales y simbólicos de la asociación entre
los hombres induce a que la teoría social reexamine sus conceptos. En esta dirección
Chatalifaud, Thumala y Gómez proponen un nuevo concepto, el de la colaboración, que
en su entender sería más explicativo de las nuevas prácticas cooperativas que aquéllos
de la solidaridad, la filantropía y la caridad. «En este sentido, la noción de colaboración
adquiere una capacidad (auto) explicativa, es decir, representativa de la expansión de los
vínculos asociativos en el marco de la modernidad contemporánea y que, en definitivo,
es lo que intentamos explicar» (Chatalifaud; Thumala y Gomes: 21). Esto es, la reorgani-
zación de las nociones teóricas no debe ser vista como modismo sino como exigencia de
aclaración de los fenómenos intersubjetivos, esenciales a la existencia de la sociedad y que
han permanecido ampliamente naturalizados.
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Paulo Henrique Martins
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La teoría democrática y las bases anti-utilitaristas de la asociación
Aunque los estudios de las racionalidades procedimentales son importantes para entender
la democracia deliberativa, debemos aceptar que el énfasis excesivo sobre tales racionali-
dades suprime parte de la energía intelectual necesaria a la descripción y explicación del
hecho de que el fenómeno de la participación ocurre primeramente en la esfera de las
significaciones compartidas del plano intersubjetivo. O de lo que Ch. Taylor define como
ontologías morales que articulan las representaciones sobre la dignidad, el vivir junto
y el respeto peculiar a los derechos (Taylor, 2005: 25), que son recursos centrales para
concebir una esfera pública autónoma. Revisitar la democracia participativa a partir de
YUYAYKUSUN 41
Paulo Henrique Martins
una nueva topografía moral del Self occidental que amplíe las experiencias de la interio-
ridad, la reflexividad y el cotidiano (Taylor, 2005), nos parece un camino oportuno para
entender la constitución de los acuerdos intersubjetivos en las «sociedades de individuos»
en las que las identidades están vinculadas a las identificaciones, por su vez conectadas en
redes de interlocuciones (Souza, 2003: 25). Estas redes se organizan en el horizonte de
visiones compartidas formadas por signos, imágenes y sentidos que en conjunto delimi-
tan una nueva esfera de la actividad intelectual, aspecto central a la comprensión de los
fundamentos simbólicos de la práctica democrática.
Apenas en un segundo momento, después de que se establezcan alianzas y mecanis-
mos de reciprocidades espontáneos entre las intersubjetividades presentes en el contexto
del «mundo común», el sistema de intercambio primario tripartito (formado por la dona-
ción, recepción y retribución de un bien simbólico o material) conocido como sistema de
dádiva, puede emerger como presupuesto de la praxis política, de las reglas de solidaridad
y de los procedimientos jurídicos y administrativos que aseguran la validez universal de
la justicia y el derecho.
Hay, por consiguiente, una comprensión limitada, tanto en el ámbito de la teoría de-
mocrática como en el de la intervención política en los espacios de formación de la opinión
pública, de lo que sea el simbolismo y del modo como éste aparece en el aparecimiento
de alianzas y pactos responsables por el trabajo de socialización y formación del carácter
y, también, en la organización de solidaridades culturales y políticas. O sea, a pesar del
impacto considerable que el descubrimiento del simbolismo tuvo clásicamente en la socio-
logía, la filosofía y la antropología por las manos de autores como Mauss (1999), Cassirer
(2004) y Lévi-Strauss (2003), no ha habido aún un aprovechamiento adecuado de esas
contribuciones en términos de repensar las relaciones entre simbolismo, poder político y
democracia. Tal vez por el hecho de que los fundamentos simbólicos de la vida asociativa y
de los elementos significativos de la conciencia colectiva, no sean visibles fácilmente a par-
tir de una lógica instrumental. Las ciencias sociales conocen las dificultades de incorporar
la «fenomenología de la percepción» a la base conceptual de sus narrativas críticas.
Sin el entendimiento socio-antropológico adecuado a respecto de los fundamentos
imaginarios y normativos de la asociación primaria entre seres humanos, la acción pública
se amolda fatalmente a los procedimientos que limitan el horizonte de control y protec-
ción social, a la aplicación fortuita y pragmática de mecanismos de reglamentación admi-
nistrativa de las instituciones colectivas. Tal reduccionismo contribuye, frecuentemente,
al refuerzo de las acciones de control, de las jerarquías morales autoritarias y del desestí-
mulo a la autonomía de las esferas públicas plurales y participativas. Por la dificultad de
integrar los fundamentos imaginarios y simbólicos de la acción humana, las intervencio-
nes racionales y planeadas en lo social, en la modernidad, se tornan frecuentemente palia-
tivas, superficiales e insuficientes para detener los procesos de desorganización tanto del
sistema político-administrativo —la esfera estatal y de regulación institucional— como
del «mundo de la vida» —las prácticas del cotidiano—, al tiempo que favorecen al control
de la esfera pública de parte de las oligarquías económico-financieras y especulativas.
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La teoría democrática y las bases anti-utilitaristas de la asociación
YUYAYKUSUN 43
Paulo Henrique Martins
pacto fundador de la vida social tiene una significación simbólica primera que instituye la
cultura del don antes de que el pacto asociativo asuma formas institucionales más visibles
al derecho, a las reglas y a los procedimientos de acción. Tal significación simbólica puede
ser entendida como un referente mítico en el interior del que se desarrolla una experien-
cia de sentimiento y de conciencia del Yo y del A mí (Mead, 1962), experiencia ésta que
apenas puede suceder a partir de una comunidad de referencia que tradicionalmente
corresponde a los clanes y las tribus (Cassirer, 2004: 298). En las sociedades actuales, tal
experiencia compartida se reproduce por los sistemas familiares, del vecindario y aquéllos
de carácter asociativo. En las sociedades complejas, la organización de este Yo y este A
mí se apoya en innumerables redes de inserción, «circuitos de solidaridad que difieren
profundamente de la imagen del actor políticamente organizado» (Melluci, 2001: 97),
presentándose como redes de carácter segmentado y reticular.
En otra dirección, los acuerdos intersubjetivos generadores de una democracia par-
ticipativa asociativa no pueden prosperar como un suceso que no entendamos que
la libertad individual en la contemporaneidad ejerce un impacto subversivo sobre el
simbolismo. Merleau-Ponty comprendió con clareza este fenómeno de fragmentación
de las estructuras simbólicas tradicionales en las sociedades complejas contemporáneas,
donde los individuos, a partir de sus propias motivaciones y experiencias, son llevados
a definir sus propios sistemas simbólicos. Según el autor «esta subversión se traduce en
ganancias macisas, posibilidades enteramente nuevas, como también en pérdidas cuyo
valor precisa ser mesurado, riesgos que empezamos a constatar. El intercambio y la fun-
ción simbólica pierden su rigidez, pero también su belleza hierática; la mitología y el
ritual se substituyen por la razón y el método, pero igualmente por un uso profano de
la vida, acompañado de pequeños mitos compensatorios sin profundidad» (Merleau-
Ponty, 1960:141).
Las nuevas formas societales —interpersonales, intergrupales o intercomunitarias—
fundadas en las luchas por el reconocimiento, la inclusión, el respeto y las posturas iden-
titarias diferenciadas, constituyen la trama central de las disputas y conflictos que están
en el origen de los pactos intersubjetivos formalizados por los dones en circulación, sin los
que no pueden emerger valores como la libertad y la conciencia moral colectiva que gene-
ran el sentimiento democrático de la «obligación de ser libre». Pero para que estas culturas
particulares se generalicen sirviendo de base a modelos organizacionales más amplios —a
culturas cosmopolitas y «glocales»— y a un nuevo sistema de derecho asociativo de base
comunitaria ampliada, son necesarias acciones públicas que valoren los significados de las
prácticas asociativas que funcionan como cemento afectivo de aquellas formas societales
más libres. El proceso de creación cultural de una nueva forma de hacer política a partir
de las sociabilidades primarias revela las tramas vividas por los sujetos sociales en el seno
de choques culturales cruzados, de una parte, entre lo tradicional y lo moderno, y de otra,
entre lo nacional y lo global. La innovación cultural contemporánea manifiesta, a su vez,
nuevas modalidades de intercambio, de dádivas positivas y negativas que son recreadas y
recicladas por los individuos a partir de las rupturas de antiguas creencias y valores y del
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pan al control de cualquier poder centralizado, como es el caso del Estado. Esto despierta
una tensión inevitable entre la acción directa e indirecta, entre la democracia primaria y
la secundaria, provocando deslocamientos de sentidos y el surgimiento de nuevas signifi-
caciones colectivas que se expresan en normas, valores, creencias y reglas sociales que son
traducidas casi siempre de modo abrupto y discontinuo en los espacios entre el individuo
y el grupo. Por consiguiente, las perspectivas de surgimiento de una cultura democrática
participativa, auténtica y válida para todos los niveles institucionales de la acción política
—desde los niveles macro-sociológicos hasta aquéllos micro-sociológicos—, pasan a de-
pender de formas de regulación intersubjetivas que sean capaces de disolver las tensiones
diversas —entre propósitos individuales y colectivos, interés y desprendimiento, libertad
y obligación— que aparecen en primer lugar, por lo tanto, en el «mundo común».
Es un hecho que las luchas democráticas dejan de ser reguladas por mecanismos
tradicionales, como el voto o el clientelismo, exigiendo nuevos dispositivos polifónicos,
abiertos y transversales, simultáneamente horizontales y verticales que respondan a las
diversas presiones —individuales, grupales y corporativas— resguardando los principios
de universalidad, diversidad y justicia social, individual y comunitaria. Pero si esos dis-
positivos de regulación político-jurídica tuviesen existencia irregular y efímera, no siendo
suficientemente legitimados y reglamentados por los poderes legitimados, no podrían
servir efectivamente a la emancipación de una democracia participativa de base asocia-
tiva. Para esto, es necesario que tales dispositivos estén permanentemente regulados por
representaciones y creencias colectivas en torno a alianzas a favor del hecho asociativo,
y también por la creación de nuevos dispositivos públicos de gestión y regulación que
tengan una efectividad a corto, medio y largo plazos. Pues la gubernabilidad debe ser
reinventada para permitir la reversión y el control de los procesos anárquicos, generados
a partir de la desreglamentación de los mecanismos tradicionales de control social, de la
insuficiencia de la democracia representativa y de la desconfianza popular generadas por
las retóricas populistas de muchos gobernantes.
Es importante que las reformas políticas avancen más incisivamente en el sentido
de la creación de dispositivos de regulación y redistribución legitimados en sistemas de
poder descentralizados surgidos de las movilizaciones comunitarias locales y del ejercicio
de prácticas asociativas fundadas en las reglas del don, del reconocimiento y de la cola-
boración. Sin embargo, tales dispositivos no deben disminuir el hecho de que los intere-
ses localizados deben someterse al imperativo de la universalidad y del bien común, que
tienen como guardianes a todos los que ejercen la autoridad legítima y legal: en las aso-
ciaciones, las organizaciones públicas y privadas y los sistemas políticos y gubernamenta-
les. El don entendido como reconocimiento es el fundamento de una cultura asociativa
que lleva a los individuos a que vivan intersubjetivamente las obligaciones colectivas en
cuanto virtud y medio de liberación y no de opresión. Éste es el clima de surgimiento
de una nueva cultura democrática y asociativa, de una cultura de reciprocidad fundada
en nuevas alianzas que favorezcan simultáneamente la diversidad identitaria y el bien
común y público, en los planos local y extra-local, nacional y transnacional.
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La teoría democrática y las bases anti-utilitaristas de la asociación
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Paulo Henrique Martins
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50 YUYAYKUSUN
sociedad
La integración regional como vía para alcanzar
la autonomía de América Latina
Alberto Rocha Valencia1
RESUMEN
El autor, sociólogo peruano radicado en México hace dos décadas, observa los importantes momentos
de independización que vive América Latina en relación a las potencias y el imperio norteamerica-
no. Ve como único camino para mantener la autonomía la integración regional, que ya va en curso.
Define los tipos de integración que se vienen dando, así como sus posibilidades de desarrollo y su
futuro.
ABSTRACT
The author, a Peruvian sociologist settled in Mexico for twenty years, analyzes critical moments of
Latin American actual independence relative to North American power and empire.
He has one way to keep regional integration autonomy, actually in process. He also defines current
integration types as well as development and future possibilities.
A
mérica Latina y el Caribe, desde los años sesenta, es una región en proceso de
formación y, ahora, desde inicios de los años 2000 es una región en proceso de
autonomización. El progreso en el proceso de integración regional, sobre todo
desde el año 2000, ha puesto por delante la promoción del proceso de autonomización
de ALC. Esto es, cuando se plantea en serio la integración de la región, como modo de
alcanzar el desarrollo económico-social y la unidad, ésta tiende a desplegarse, configurar-
se y posicionarse en el mundo. En la actualidad, la integración regional se nos presenta
como la vía para alcanzar la autonomía de la región. Ahora bien, esta realidad regional
se encuentra atravesada por dos procesos opuestos y en disputa, se trata del ciclo político
neoliberal y el del ciclo político de izquierda moderada; el primero cuenta con más de
30 años y declina y el segundo con solo 10 años emerge y se emplaza. El ciclo político
de izquierda moderada se hizo manifiesto desde el arribo al gobierno de Hugo Chávez
en Venezuela en 1998, seguido por la instalación de otros gobiernos semejantes en nu-
merosos países de la región, hasta el triunfo de Mauricio Funes en El Salvador en 2009.
Así, este proceso trajo como consecuencia el retroceso de los gobiernos neoliberales en
toda la región, aunque todavía permanece un «núcleo duro» neoliberal formado por los
gobiernos actuales de México, Colombia y Perú. Además, en la confrontación entre las
1 Para este trabajo he contado con el apoyo del Mtro. Daniel E. Morales Ruvalcaba, a quien le manifestamos nuestro
reconocimiento y agradecimiento. El Mtro. Daniel E. Morales es Master en Estudios Contemporáneos de América
Latina por la U. Complutense de Madrid y Maestro en Ciencia Sociales por la U. de Guadalajara.
54 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
Lo que está en curso en ALC no se puede entender sin dos procesos, de los cuales el pri-
mero fue el detonador del segundo. El primero es la radicalización de los movimientos
sociales en los años 90, el Foro Social Mundial-FSM y el Foro de São Paulo-FSP. Con
seguridad aquí se encuentra la génesis de todos los cambios que se están realizando en
ALC, es decir la dinámica intensa de los movimientos sociales durante toda la década
de los años noventa, cuyas fuerzas más radicales fueron los movimientos indígenas (de
Ecuador y Bolivia), el movimiento zapatista (de México), el movimiento de los Sin Tierra
(en Brasil), el movimiento de Villa el Salvador (en Perú), los movimientos de mujeres,
entre otros tantos. Todos estos movimientos sociales convergieron el FSM y participaron
en la elaboración de una propuesta alternativa al neoliberalismo reinante en el mundo
y en ALC: «otro mundo es posible», «otra ALC es posible». Así desde el 2001 (Porto
Alegre-Brasil), año en que se funda el FSM, hasta el año 2008, el FSM se convirtió en el
laboratorio mundial de la alternativa al neoliberalismo y en el centro de la acción mundial
contra las fuerzas neoliberales. Es entonces relevante considerar al FSM como un labora-
torio de ideas y propuestas. Según Jorge Ceja, en el V Foro Social Mundial se presentaron
una variedad importante de propuestas, las que pueden sintetizarse en los siguientes ejes
temáticos: 1. Pensamiento autónomo, reapropiación y socialización de los «saberes» y
tecnologías. 2. Defendiendo las diversidades, la pluralidad y las identidades. 3. Artes y
creación: construyendo las culturas de resistencias de los pueblos. 4. Comunicación: prác-
ticas contrahegemónicas, derechos y alternativas. 5. Afirmando y defendiendo los bienes
comunes de la tierra y de los pueblos como alternativa a la mercantilización y al control
de las transnacionales. 6. Luchas sociales y alternativas democráticas – contra la domi-
nación neoliberal. 7. Paz, desmilitarización y lucha contra la guerra, el libre comercio y
la deuda. Hacia la construcción de un orden democrático internacional y la integración
de los pueblos. 8. Economías soberanas por y para los pueblos – contra el capitalismo
neoliberal. 9. Derechos humanos y dignidad para un mundo justo e igualitario. 10. Ética,
cosmovisiones y espiritualidades – Resistencias y desafíos para un nuevo mundo. Todo
esto entre otras tantas no menos importantes.2
La dinámica del FSM ha sido la siguiente; 2001 (Porto Alegre-Brasil), 2002
(Porto Alegre), 2003 (Porto Alegre), 2004 (Mumbai-India), 2005 (Porto Alegre),
2006 (Caracas-Venezuela), 2007 (Nairobi-Kenia), 2008 (Foros sociales regiona-
les europeo, asiático, de las Américas, entre otros) y 2009 (Belem do Pará-Brasil). En
su Carta de Principios, punto 1, el FSM se presenta como un espacio abierto de en-
cuentro para «articular acciones eficaces por parte de las entidades y los movimientos
de la sociedad civil que se opongan al neoliberalismo y al dominio del mundo por el
capital o por cualquier forma de imperialismo y, también, empeñados en la construcción
2 Ceja Martínez, Jorge (2006). «Propuestas para la construcción de otro mundo: El caso del V Foro Social Mundial»,
Rev. Perspectivas No 29, enero-junio, Sao Paulo-Brasil.
YUYAYKUSUN 55
Alberto Rocha Valencia
de una sociedad planetaria orientada hacia una relación fecunda entre los seres humanos
y de estos con la Tierra»3. En el punto 2, se incorpora la proclama de Porto Alegre «otro
mundo es posible»4. En el punto 4, se anota que «se contraponen a un proceso de globa-
lización, comandado por las grandes corporaciones multinacionales y por los gobiernos
e instituciones que sirven a sus intereses, con la complicidad de los gobiernos nacionales
[… y se define…] como meta consolidar una globalización solidaria que, como una nue-
va etapa en la historia del mundo, respete a los derechos humanos universales, a todos
los ciudadanos y ciudadanas de todas las naciones y al medio ambiente, apoyándose en
sistemas e instituciones internacionales democráticos que estén al servicio de la justicia
social, de la igualdad y de la soberanía de los pueblos»5.
El FSM no solamente permitió cristalizar una alternativa política y social al neolibe-
ralismo, sino que también propició la renovación de las elites sociales y políticas, especial-
mente las de ALC. En la misma perspectiva, el Foro de São Paulo-FSP, fundado en 1990
y que realizó su XIV Foro con la participación 844 delegados de 35 países, representantes
de 70 partidos y movimientos de izquierda, también ha participado en este proceso de
elaboración de alternativas al neoliberalismo y de renovación de las elites políticas par-
tidarias. Por ejemplo, este XIV FSP emite una declaración final donde se anota que «no
vivimos una época de cambios sino un cambio de época» y que «el momento político de
América Latina se caracteriza por el continuo avance de las fuerzas políticas de izquierda y
fuerzas sociales que se refleja en la conquista del gobierno por parte de fuerzas progresistas
pertenecientes al Foro. Esto se da en 13 países de América Latina y el Caribe»6.
El segundo es la emergencia de un ciclo de gobiernos de izquierda moderada. El
dinamismo de los movimientos sociales y la renovación de las elites políticas trajo con-
sigo el proceso de emergencia de gobiernos de «izquierda moderada» en AL, primero en
América del Sur, después en América Central y finalmente en el Caribe. Veamos este pro-
ceso político: Hugo Chávez en Venezuela (1998-1999), Lula da Silva en Brasil (2003),
Ernesto Kirchner en Argentina (2003), Martín Torrijos en Panamá (2004-2009), Leonel
Fernández Reyna en República Dominicana (2004), Tabaré Vásquez en Uruguay (2005),
Evo Morales en Bolivia (2006), Michelle Bachelet en Chile (2006), René Preval en Haití
(2006), Daniel Ortega en Nicaragua (2007), Rafael Correa en Ecuador (2007), Cristina
Fernández de Kirchner en Argentina (2007), Lula da Silva en Brasil (2007, segundo
mandato), Álvaro Colom en Guatemala (2008), Fernando Lugo en Paraguay (2008) y
Mauricio Funes en El Salvador (2009)7.
3 FSM (2002). «Carta de Principios del Foro Social Mundial», documento consultado a través del sitio web: http://
www.forumsocialmundial.org.br/main.php?id_menu=4&cd_language=4 (última consulta junio de 2009),
punto: 1
4 Ibíd., punto 2.
5 Ibíd., punto: 4.
6 Foro de Sao Paulo (2008). «Declaración final. XIV Encuentro del Foro de São Paulo», documento consulta-
do a través del sitio web: http://www.pt.org.br/portalpt/foro/noticias.php?codigo=41 (última consulta julio de
2009).
7 Rocha Valencia, Alberto (2008a). «América Latina entre el ciclo político neoliberal en declive y el ciclo político de
izquierda moderada en auge», en revista electrónica Configuraciones Latinoamericanas, no. 1: http://www.cucsh.udg.
56 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
Este ciclo político nuevo ha implicado el cambio paulatino de las elites políticas
gubernamentales neoliberales en cada uno de los países citados, una suerte de alternan-
cia entre las elites políticas neoliberales y las elites políticas de la izquierda moderada.
Alternancia que se ha dado en regímenes democráticos y dentro del sistema capitalista.
Ahora, ¿por qué de izquierda moderada? De manera resumida, estas izquierdas son mo-
deradas porque actúan dentro del sistema, aceptan sus reglas y se desempeñan en sus
instituciones; aunque no todas hacen lo mismo dentro del sistema. La génesis de estas
izquierdas se encuentra en el proceso de crítica y rechazo al neoliberalismo-Consenso de
Washington y al neopanamericanismo.
Veamos algunos de sus rasgos comunes: son democráticas, simpatizantes de la demo-
cracia participativa; se proponen revertir las consecuencias nefastas del capitalismo de-
pendiente de corte neoliberal (el llamado Consenso de Washington). La teoría económica
y social que los ha inspirado es el neoestructuralismo latinoamericano; son progresistas
socialmente e impulsan políticas que se proponen generar el bienestar social general de
la población y, sobre todo, de los sectores sociales en situación de pobreza y extrema
pobreza; son contrarias al neopanamericanismo en sus versiones multilateral (Cumbre
de las Américas y ALCA) y unilateral (firma de acuerdos bilaterales con los EE.UU.);
se inclinan por un enfoque regional-latinoamericano y una visión geopolítica mundial
sur-sur, esto es un neolatinoamericanismo. Estos rasgos son comunes, aunque se matizan
y convierten en diferencias entre ellos, al punto que se pueden distinguir tres grupos de
gobiernos de la izquierda moderada.
Los tres grupos de gobiernos de izquierda moderada son:
YUYAYKUSUN 57
Paulo Henrique Martins
sustentados en éstas. Además, son partidarios del ALBA (Alternativa Bolivariana para
las Américas), una corriente política integracionista que propone la refundación «desde
abajo» del proceso integrador regional de ALC. La cabeza más visible de este grupo es el
presidente Hugo Chávez de Venezuela; quién buscó acrecentar su liderazgo (muy discuti-
do) durante los últimos años en los espacios latinoamericano, americano y mundial
58 YUYAYKUSUN
La teoría democrática y las bases anti-utilitaristas de la asociación
8 Cfr.: Elias, Antonio (2006). Los gobiernos progresistas en debate: Argentina, Brasil, Chile Venezuela y Uruguay, Clacso;
Zibechi, Raúl (2009). «La irresistible decadencia del progresismo», en La Jornada, viernes 3 de julio. Sobre el tema
de la izquierda en ALC también consultar Stolowicz , Beatriz (coordinadora) (2007): Gobiernos de izquierda en
América Latina. Un balance político. Ediciones Aurora, Colombia.
9 Dejo sentado que gustó mucho el artículo de Immanuel Wallerstein: «¿Qué tan a la izquierda se ha movido América
Latina?», en la Jornada, México, Lunes 19 de mayo de 2009. En este trabajo I. Wallerstein escribe: «Entonces, ¿qué
suma todo esto? Ciertamente no es una «revolución» en el sentido tradicional del término. Lo que significa es que el
punto medio de la política latinoamericana, el locus del «centro», se ha movido considerablemente a la izquierda de
donde estaba hace apenas diez años. Esto debe ponerse en el contexto de un movimiento mundial Este viraje hacia la
izquierda está ocurriendo en Medio Oriente y en Asia Oriental también. De hecho ocurre también en Estados Uni-
dos. El impacto de la recesión económica, que probablemente pronto se vuelva aun más severa, sin duda empujará
todavía más estas tendencias».
YUYAYKUSUN 59
Alberto Rocha Valencia
II
10 Rocha Valencia, Alberto (2006a). «La dimensión político-institucional creciente y dinámica del Mercosur», en:
Amayo Zevallos, Enrique, Jaime Estay Reyno, Jaime Preciado Coronado, Alberto Rocha Valencia y Germán Sán-
chez Daza (Coordinadores). El Mercosur en la integración latinoamericana y caribeña: contextos, dimensiones y procesos,
UdeG/BUAP, páginas: 165-228.
11 Morales Ruvalcaba, Daniel Efrén (2008). «El proceso histórico de la integración andina: del Grupo Andino a la
CAN, 1967-2007»; en revista electrónica Configuraciones Latinoamericanas, no. 2: http://www.configuracioneslati-
noamericanas.com/pdf/d_morales.pdf (última consulta junio de 2009).
12 Rocha Valencia, Alberto (2008c). «Geopolítica y geoeconomía de la Comunidad Sudamericana de Naciones: Brasil
el ‘catalizador’ y Mercosur un ‘centro de gravitación’», en: Rocha Valencia, Alberto y Jaime Preciado Coronado
(Coords.). Proyectos y estrategias de integración. América Latina y el Caribe en el contexto de América del Norte y de
Europa, Universidad de Guadalajara, páginas: 287-317; Morales Ruvalcaba, Daniel Efrén (2009a). «Arquitectura
de la integración regional: Unasur en obra negra», documento consultado a través del sitio web: http://dialogo-
sudamericano.com/blog/?p=136#more-136 (última consulta julio de 2009); Morales Ruvalcaba, Daniel Efrén,
Aldo Rogelio Ponce y Alberto Rocha Valencia (2004). «La integración sudamericana: El proceso de convergencia del
60 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
la I Cumbre Sudamericana en el año 2000, hasta los momentos actuales, no cabe duda
que se encuentra en movimiento el proceso integrador sudamericano. Y este proceso
solamente se puede entender por el rol jugado por Brasil (como potencia regional y ju-
gador inicialmente global) y por la importancia que reviste el Mercosur. Desde al año
2000 hasta el 2004 se realizaron cuatro Cumbres Sudamericanas, las que permitieron
reavivar los aspiraciones latinoamericanistas de integración con la creación de la Iniciativa
para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), la voluntad
de conformar un espacio común sudamericano, concertar la creación del Área de Libre
Comercio de Sudamérica (ALCSA) entre la Comunidad Andina y el Mercosur y confor-
mar la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN). La CSN emprendió su camino a
lo largo de los años 2005 (I Cumbre y una Cumbre extraordinaria), 2006 (II Cumbre)
y 2007 (I Cumbre Energética Sudamericana), hasta definir una Agenda Prioritaria y un
Programa de Acción, aprobar la creación de la Comisión Estratégica de Reflexión so-
bre el Proceso de Integración Sudamericano, definir los principios rectores y objetivos
del «nuevo modelo de integración para el Siglo XXI» y crear una Comisión de Altos
Funcionarios (luego Consejo de Delegados). Finalmente, en el mes de abril año de 2007
(Isla Margarita-Venezuela), durante la I Cumbre Energética Sudamericana, se decide por
consenso renombrar este esfuerzo integrador como Unión de Naciones Suramericanas
(Unasur) y, un año más tarde, en mayo de 2008, en la I Cumbre de la Unasur se firma su
Tratado Constitutivo.
Aquí bien vale la pena detenerse para profundizar en el análisis del proceso integra-
dor sudamericano. En cuanto a la CSN, primero, se constituye el Foro de Presidentes de
América del Sur (1 de septiembre de 2000, en Brasilia, en el contexto de las conmemo-
raciones de los 500 Años del Descubrimiento de Brasil), donde el liderazgo de Brasil es
remarcable; segundo, se formula una reivindicación central: el «espacio común surame-
ricano», como un «área singular de democracia, paz, cooperación solidaria, integración
y desarrollo económico y social compartido». Asimismo, se acuerda crear una «zona
de paz suramericana», consolidar la «identidad suramericana» y propiciar la «cohesión
de América del Sur». Esta afirmación en Sudamérica no descarta la región íntegra de
ALC: «Articular América del Sur significa, por lo tanto, fortalecer América Latina y
el Caribe»13; tercero, se apuntala la creación de una Zona de Libre Comercio entre el
Mercosur y la CAN. Esta ZLC es entendida como un «espacio económico-comercial
ampliado en América del Sur», lo que implica la participación de Chile, Guyana y
Surinam; cuarto, en infraestructura, se prevé un Plan de Acción para la Integración de
la Infraestructura Regional de América del Sur-IIRSA; quinto, el proyecto de «espacio
común sudamericano» alcanza mayor precisión. Tres son las dimensiones que lo con-
Mercosur y la CAN a través del ALCSA», en: Medina Núñez, Ignacio (Coord.). Integración, democracia y desarrollo
en América Latina: retos para el siglo XXI. SEP/CEDeFT; Morelos-México, páginas: 175-233.
13 Reunión de Presidentes de América del Sur (2000). «Comunicado de Brasilia», documento consultado a través
del sitio web: http://www.comunidadandina.org/documentos/dec_int/di1-9-00.htm (última consulta julio de
2009).
YUYAYKUSUN 61
Alberto Rocha Valencia
14 Reunión de Presidentes de América del Sur (2002). «Consenso de Guayaquil sobre Integración, Seguridad e In-
fraestructura para el Desarrollo», documento consultado a través del sitio web: http://www.comunidadandina.
org/documentos/dec_int/Consenso_guayaquil.htm (última consulta julio de 2009). Sobre la Primera y Segunda
Cumbre Presidencial Sudamericana, cfr.: Secretaría Permanente del SELA (2002a). «Las Cumbres Suramericanas: la
nueva ruta de la convergencia», documento consultado a través del sitio: http://www.sela.org/DB/ricsela/EDOCS/
SRed/2005/11/T023600001217-0-Notas_Estrat%E9gicas_N%B0_41.htm (última consulta julio de 2009);
Secretaría Permanente del SELA (2002b). «El Consenso de Guayaquil sobre integración, seguridad y desarrollo:
elementos para el análisis de la viabilidad de sus propuestas», documento consultado a través del sitio web: http://
www.sela.org/public_html/AA2K2/esp/docs/globa/spdi23/spdi23-1.htm (última consulta julio de 2009).
15 Reunión de Presidentes de América del Sur (2004a). «Declaración del Cusco sobre la Comunidad Sudamerica-
na de Naciones», documento consultado a través del sitio web: http://www.comunidadandina.org/documentos/
dec_int/cusco_sudamerica.htm (última consulta julio de 2009). Vale la pena registrar que después de la reunión
en Cusco, los presidentes sudamericanos se trasladaron a la ciudad de Ayacucho, para celebrar los 180 años de las
batallas de Junín y Ayacucho, que sellaron la independencia de Hispanoamérica, y de la convocatoria del Congreso
Anfictiónico de Panamá. Cfr., Reunión de Presidentes de América del Sur (2004b). «Declaración de Ayacucho»,
documento consultado a través del sitio web: http://www.comunidadandina.org/documentos/dec_int/ayacu-
cho_sudamerica.htm (última consulta julio de 2009).
62 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
consejo de ministras y
ministros de Relaciones
Exteriores
comisión
Consejo de Delegadas
especial
y delegados
Secretaría general
GRUPOS DE TRABAJO
INSTITUCIONES SURAMERICANAS
- Consejo Energético de Suramérica
- Consejo de Defensa Suramericano
- Consejo Suramericano de Salud
- Integración de la Infraestructura Regional de Suramérica
- Banco del Sur
Esquema de elaboración propia: Alberto Rocha Valencia y Daniel Efrén Morales Ruvalcaba.
16 Unasur (2008). «Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas», consultado a través del sitio web:
http://www.comunidadandina.org/unasur/tratado_constitutivo.htm (última consulta julio de 2009).
YUYAYKUSUN 63
Alberto Rocha Valencia
III
También, tenemos que tener presente a dos procesos que se encuentran vinculados.
Primero, el proceso inicial de convergencia entre el SICA y la Caricom en el espacio del
Gran Caribe. Antes algunas notas sobre estos dos procesos de integración subregional.
Respecto de la SICA habría que decir que se ha orientado fuertemente hacia América
64 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
del Norte, quedando vinculada a esta región por medio de la firma de un TLC con los
EE.UU. (CAFTA-RD) y el proceso de integración en curso entre México y Centroamérica.
Aunque la SICA intenta concretar un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea,
como manera de diversificar sus vínculos, todo parece indicar que esta subregión ha que-
dado muy ligada hacia América del Norte, el TLCAN y especialmente EE.UU. y México.
Todo lo cual se muestra como no muy positivo para la concreción del objetivo de lograr la
unidad y autonomía de la región. Pero, ha sucedido algo positivo, como lo veremos a con-
tinuación. En cambio la Caricom, se muestra más dinámica y más cercana a la causa de la
integración regional latinoamericana. Lo mismo si se trata de un proceso de integración
regional pequeño, éste proceso ha logrado avanzar. Así, se ha decidido dar pasos hacia la
concreción del Mercado y Economía Únicos, para lo cual un grupo de seis miembros de-
cidieron establecer el Mercado Común de la Caricom y los restantes han comprometido
su adhesión para un poco más adelante (2008 posiblemente). Bien, lo que ha sucedido
de interesante, entre estos dos contextos subregionales, es la apertura del proceso de acer-
camiento para concretar un área de libre comercio entre el SICA y la Caricom, un TLC
CA-Caricom17. Por supuesto, esto es muy importante puesto que se estaría relanzando la
idea de un Gran Caribe, lo que de alguna manera podría contribuir a dinamizar y hacer
avanzar la Asociación de Estados del Caribe-AEC. Ahora, si bien este es un proceso muy
inicial podría cobrar fortalezas e ir hacia adelante. Empero, esa ida se presenta como muy
complicada de realización por la presencia de otro proceso que pasamos a analizar.
Segundo, el proceso de integración en marcha entre México y Centroamérica18. Es
importante el avance de este proceso integrador Mesoamericano impulsado por México,
desde los inicios de los años noventa. Veamos lo que esto implica. Es un proceso gober-
nado por el Foro de Diálogo y Concertación de Tuxtla-Gutiérrez y que se despliega en
cuatro ámbitos de acción: el ámbito político; el ámbito del desarrollo; el ámbito de la
Cooperación Técnica Regional y el ámbito económico, comercial y financiero. En estos
cuatro dominios, siguiendo la estructura del esquema presentado, se realiza el Foro de
Tuxtla-Gutiérrez que reúne a los presidentes de México y Centroamérica, se impulsa el
Plan Puebla Panamá-PPP, al cual se ha integrado Colombia; se promueve la coopera-
ción de México con Centroamérica, por medio de instituciones ad hoc de las partes; y
se implementa el intercambio comercial sobre la base de TLC bilaterales y de un TLC
México-CA. Todo esto, visto desde el ángulo de la cooperación y el desarrollo, es suma-
mente positivo para el desenvolvimiento de los países centroamericanos y para el mismo
México, sobre todo de sus entidades federativas sureñas (nueve Estados) comprendidas en
el proceso integrador mesoamericano.
17 Morales Ruvalcaba, Daniel Efrén (2009b). «Hacia la consolidación de la integración caribeña: Caricom, 2006-
2009», documento consultado a través del sitio web: http://dialogosudamericano.com/blog/?p=143#more-143
(última consulta julio de 2009)
18 Rocha Valencia, Alberto (2006b). «La geopolítica de México en Centroamérica: ¿una hegemonía regional?», en:
Villafuerte Solís, Daniel y Xochitl Leyva Solano (Coords.). Geoeconomía y geopolítica en el área del Plan Puebla-
Panamá. CIESAS-Porrúa Editores, páginas: 39-83.
YUYAYKUSUN 65
Alberto Rocha Valencia
Fuente: Rocha Valencia, Alberto (2006b). «La geopolítica de México y Centro américa: una hegemonía regional?, en
Villafuerte Solís, Daniel y Xochitl Leyva Solano (coords.). Geoeconomía y geopolítica en el área del Plan Puebla-Panamá.
CIESAS-Porrúa Editores, México D.F., pp. 39-83.
Ahora, vista la misma situación desde otro ángulo, es decir desde el ángulo de la
geopolítica, donde México aparece en alianza estratégica principal con los EE.UU. e
integrado al TLCAN y el ASPAN, inmediatamente se plantean interrogantes ineludibles
sobre la adhesión del proceso mesoamericano: ¿Es un proceso integrador neolatinoame-
ricano o uno neopanamericano? ¿Este proceso es funcional al proyecto integrador norte-
americano o al proyecto integrador latinoamericano? Como podemos ver las preguntas
tocan cuestiones de fondo y las respuestas necesariamente pasan por el análisis de la
política exterior de México y sus apuestas en América del Norte-AN y América Latina.
66 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
En todo caso, por el momento, Mesoamérica aparece como una región central entre
Norteamérica y Suramérica; una región articulada a Norteamérica por medio de México
(miembro del TLCAN); y, además, una región situada al costado y vecina de Suramérica.
Razones por las cuales el continente americano puede ser visualizado como tres regiones
y América Latina vista como la suma de dos regiones. ¿Son estos escenarios de un futuro
cercano? También podría suceder que México, aunque desde el TLCAN, apoyara la in-
tegración regional de toda ALC y la situación de la integración regional general avanzara
rápidamente y un futuro promisorio se dibujara en el horizonte.
IV
Ahora nos encontramos con otro proceso, el despliegue de la ALBA como una corriente
integracionista latinoamericanista. La Alternativa Bolivariana para las Américas-ALBA es
una iniciativa lanzada por el presidente Hugo Chávez Frías de Venezuela en el contexto de
la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe en
la Isla de Margarita, diciembre de 2001. Pero la creación formal del ALBA solamente tuvo
lugar en La Habana, Cuba, el 14 de diciembre de 2004, en una reunión de los presidentes
de Fidel Castro de Cuba y Hugo Chávez de Venezuela, tal como consta en la Declaración
Conjunta firmada por ambos.
En la Declaración Conjunta19 se enuncia el «principio cardinal» que debe guiar la
ALBA: «la solidaridad más amplia entre los pueblos de América Latina y el Caribe» y una
«amplia visión latinoamericanista». También se define su objetivo: «la transformación de
las sociedades latinoamericanas», que implica: sociedades más justas, cultas, participativas
y solidarias; que aseguren la eliminación de las desigualdades sociales y fomenten la cali-
dad de vida y una participación efectiva de los pueblos en la conformación de su propio
destino. Además, se establecen 12 principios rectores del ALBA:
1. El comercio y la inversión no deben ser fines en sí mismos, sino instrumentos para al-
canzar un desarrollo justo y sustentable, pues la verdadera integración latinoamerica-
na y caribeña no puede ser hija ciega del mercado, ni tampoco una simple estrategia
para ampliar los mercados externos o estimular el comercio. Para lograrlo, se requiere
una efectiva participación del Estado como regulador y coordinador de la actividad
económica.
2. Trato especial y diferenciado, que tenga en cuenta el nivel de desarrollo de los di-
versos países y la dimensión de sus economías, y que garantice el acceso de todas las
naciones que participen en los beneficios que se deriven del proceso de integración.
3. La complementariedad económica y la cooperación entre los países participantes y
no la competencia entre países y producciones, de tal modo que se promueva una es-
pecialización productiva eficiente y competitiva que sea compatible con el desarrollo
19 ALBA (2004). «Declaración Conjunta», documento consultado a través del sitio web: http://www.cuba.cu/gobier-
no/discursos/2004/esp/d141204e.html (última consulta julio de 2009).
YUYAYKUSUN 67
Alberto Rocha Valencia
económico equilibrado en cada país, con las estrategias de lucha contra la pobreza y
con la preservación de la identidad cultural de los pueblos.
4. Cooperación y solidaridad que se exprese en planes especiales para los países menos
desarrollados en la región, que incluya un Plan Continental contra el Analfabetismo,
utilizando modernas tecnologías que ya fueron probadas en Venezuela; un plan la-
tinoamericano de tratamiento gratuito de salud a ciudadanos que carecen de tales
servicios y un plan de becas de carácter regional en las áreas de mayor interés para el
desarrollo económico y social.
5. Creación del Fondo de Emergencia Social, propuesto por el Presidente Hugo Chávez
en la Cumbre de los Países Sudamericanos, celebrada recientemente en Ayacucho.
6. Desarrollo integrador de las comunicaciones y el transporte entre los países latinoa-
mericanos y caribeños, que incluya planes conjuntos de carreteras, ferrocarriles, lí-
neas marítimas y aéreas, telecomunicaciones y otras.
7. Acciones para propiciar la sostenibilidad del desarrollo mediante normas que prote-
jan el medio ambiente, estimulen un uso racional de los recursos e impidan la proli-
feración de patrones de consumo derrochadores y ajenos a las realidades de nuestros
pueblos.
8. Integración energética entre los países de la región, que asegure el suministro esta-
ble de productos energéticos en beneficio de las sociedades latinoamericanas y ca-
ribeñas, como promueve la República Bolivariana de Venezuela con la creación de
Petroamérica.
9. Fomento de las inversiones de capitales latinoamericanos en la propia América Latina
y el Caribe, con el objetivo de reducir la dependencia de los países de la región de los
inversionistas foráneos. Para ello se crearían, entre otros, un Fondo Latinoamericano
de Inversiones, un Banco de Desarrollo del Sur y la Sociedad de Garantías Recíprocas
Latinoamericanas.
10. Defensa de la cultura latinoamericana y caribeña y de la identidad de los pueblos de
la región, con particular respeto y fomento de las culturas autóctonas e indígenas.
Creación de la Televisora del Sur (Telesur) como instrumento alternativo al servicio
de la difusión de nuestras realidades.
11. Medidas para que las normas de propiedad intelectual, al tiempo que protejan el
patrimonio de los países latinoamericanos y caribeños frente a la voracidad de las
empresas transnacionales, no se conviertan en un freno a la necesaria cooperación en
todos los terrenos entre nuestros países.
12. Concertación de posiciones en la esfera multilateral y en los procesos de negociación
de todo tipo con países y bloques de otras regiones, incluida la lucha por la democra-
tización y la transparencia en los organismos internacionales, particularmente en las
Naciones Unidas y sus órganos.
68 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
20 ALBA (2006). «Acuerdo para la aplicación de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y el Tra-
tado de Comercio de los Pueblos», documento consultado a través del sitio web: http://www.alternativabolivariana.
org/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=516 (última consulta julio de 2009)
YUYAYKUSUN 69
Alberto Rocha Valencia
Fuente: AlBa (2009). Portal ALBA. Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, consultado a través del
sitio web: http://www.alternativabolivariana.org/index.php (última consulta julio de 2009).
70 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
El primer proceso por referir es el ciclo neoliberal que cuenta con más de treinta años;
se inicia con el golpe de estado del general Pinochet en Chile (1973) y en la actualidad
todavía permanece un «núcleo duro» constituido por los gobiernos de México, Colombia
y Perú. La doctrina neoliberal se plasmó con el llamado Consenso de Washington21 y
fue aplicada de diversas maneras por los gobiernos de turno, encontrándose, en la ac-
tualidad en una situación de crisis y retirada. En México, Colombia y Perú todavía sigue
vigente la aplicación de políticas neoliberales, pero con algunas modificaciones como la
introducción de políticas sociales. En realidad, debido a su situación de crisis, el llamado
Consenso de Washington ha ido evolucionando hacia una versión corregida y, después,
hacia el post-Consenso de Washington. Y desde este momento, se ha pasado a la expe-
rimentación y elaboración de propuestas alternativas, sobre todo en lo que se refiere al
modelo de desarrollo económico-social. Los gobiernos de izquierda moderada y cada uno
de los tres grupos de ellos se encuentran realizando dichos experimentos y ensayando
nuevas políticas públicas.
Seguimos con el proceso de Cumbres de las Américas y de negociaciones para un
ALCA. Estuvimos envueltos y casi quedamos cautivos de una nueva edición del neopa-
namericanismo. En 1990 se postula la Iniciativa de las Américas y con ella se impulsa
una dinámica continental americana que buscará abarcar a toda ALC. Primero, se crea en
1992 el Tratado de Libre Comercio de las Américas-TLCAN (que incluye a México) y,
segundo, se emprende el proceso de Cumbres de las Américas, cuyo objetivo fundamental
es concretar el Área de Libre Comercio de las Américas-ALCA, es decir, un mercado de
extensión continental. El proyecto era el de una integración continental heterónoma para
ALC, cuyas consecuencias mayores podría haber sido el abandono del proceso de integra-
ción regional de ALC. Ya sabemos que este proyecto se estancó en el año 2005. Pero desde
1994, año en tuvo lugar la Primera Cumbre de las Américas, se sucedieron muchos acon-
tecimientos, como el inicio de las negociaciones para el ALCA en la segunda Cumbre de
las Américas de 1998, las discusiones sobre el primer y segundo borradores del Proyecto
ALCA en la tercera Cumbre de las Américas de 2002; hasta llegar al punto de no acuerdo
y el fracaso en la IV Cumbre de las Américas en el Mar del Plata-Argentina22.
21 Williamson, John (1990). «What Washington means by policy reform», documento consultado a través del sitio
web: http://www.petersoninstitute.org/publications/papers/paper.cfm?ResearchID=486 (última consulta junio
de 2009); Williamson, John (2002). «Did de Washington Consensus Fail?». documento en línea consultado a
través del sitio web: http://www.iie.com/publications/papers/paper.cfm?researchid=488 (última consulta junio
de 2009)
22 Cfr., Rocha Valencia, Alberto y Jaime Preciado Coronado (2008). Proyectos y estrategias de integración. América
Latina y el Caribe en el contexto de América del Norte y de Europa, Universidad de Guadalajara.
YUYAYKUSUN 71
Alberto Rocha Valencia
Los gobiernos de «izquierda moderada» pusieron por delante los fueros políticos de
ALC en la IV Cumbre de las Américas23. En esta cumbre no se logró un consenso para
la firma del tercer borrador del proyecto ALCA, debido a la resistencia de los países con
gobiernos de «izquierda moderada», sobre todo de los dos primeros grupos (los del ALBA
y los del Mercosur). Los 34 presidentes de las Américas discrepan y se dividen en dos
grupos: Primer grupo, liderados por los EE.UU., México y Colombia. Segundo grupo,
liderados por Venezuela, Brasil y Argentina. El primer grupo se muestra afín al Consenso
de Washington y al neopanamericanismo. El segundo grupo se presenta como simpati-
zante de un «Consenso Latinoamericano» y de un neolatinoamericanismo. En conse-
cuencia, ALC se libera del proceso de Cumbres de las Américas (realizadas en función
del neoliberal Consenso de Washington) y se desvincula del ALCA (Proyecto para formar
un mercado continental). Así, se abren las posibilidades para experimentar e inventar un
modelo de desarrollo económico-social alternativo y definir de un rumbo político propio
para la región.
De esta manera cesó el neopanamericanismo multilateralista, impulsado por William
Clinton durante sus dos periodos de gobierno (de enero de 1993 a enero de 2001). La
apuesta del presidente demócrata Bill Clinton fue la de buscar un acuerdo político y eco-
nómico para fundar una suerte de gobierno supranacional y un mercado transnacional
continental, con lo cual se habría plasmado la refundación de la hegemonía norteameri-
cana en el conjunto de países de las Américas. Ahora bien, como era de imaginarse, las
cosas no quedaron tal cual, pues de la primera apuesta estadounidense se pasa a una se-
gunda apuesta: el neopanamericanismo unilateralista, que se propone concretar acuerdos
comerciales bilaterales entre los EE.UU. y algunos países de ALC. De esta manera, del
intento para concretar un ALCA se pasa a las tentativas para formar «alquitas» (término
usado por el presidente H. Chávez), habiendo los EE.UU. logrado firmar acuerdos bila-
terales con Chile, Centroamérica-Rep. Dominicana (CAFTA-DR), Perú y Colombia (en
espera de firma), entre otros intentos. Los propósitos del neopanamericanismo unilatera-
lista del gobierno de G. W. Bush son los de desplegar su geopolítica y su geoeconomía en
Centroamérica y Sudamérica para establecer una barrera de contención a las proyecciones
de Brasil en Sudamérica y obstaculizar el avance de la Unasur. Y no lo está logrando, pero
si está creando serios problemas.
En esa perspectiva, el neopanamericanismo unilateralista implica también una
geoestrategia para apuntalar los intereses nacionales norteamericanos en ALC. Estamos
ante la puesta en plaza de acuerdos, iniciativas y planes de seguridad, desde América
del Norte, pasando por México, hasta Colombia. Todo esto fue tomando forma bajo
el nombre de Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte-ASPAN24
23 Cumbre de las Américas (2009). «Declaración de compromiso de Puerto España», documento consultado a través
del sitio web: http://www.summit-americas.org/V_Summit/decl_comm_pos_sp.pdf (última consulta julio de
2009).
24 ASPAN (2005). «Declaración Conjunta», documento consultado a través del sitio web: http://aspan.fox.presiden-
cia.gob.mx/?c=56 (última consulta julio de 2009).
72 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
(2005), de la cual deriva la Iniciativa Mérida25 (2007), también llamado Plan México,
que se articuló muy bien con el ya existente Plan Colombia (1999). Ahora bien, no
olvidemos que estos procesos, a finales del Gobierno de G. W. Bush, fructificaron en
los Caminos a la prosperidad en las Américas, cuya I Cumbre Presidencial tuvo lugar
en Nueva York-EE.UU., el 24 de septiembre de 200826. En esta reunión estuvieron pre-
sentes los Jefes de Gobierno y de Estado de los países de América del Norte, de América
Central (sin Nicaragua), República Dominicana, Colombia, Perú y Chile. Esta fue una
reunión de los países que han alcanzado a firmar o se encuentran en vías de firmar algún
TLC con los EE.UU., por eso en la declaración final se anota: «nos reunimos (…) para
resaltar los significativos logros que hemos alcanzado en nuestro hemisferio por medio
de un compromiso común con la liberalización del comercio y la inversión, la inclu-
sión social, el desarrollo, el imperio de la ley y la democracia»27. También, se resalta «la
importancia de los tratados de libre comercio integrales para promover la liberalización
comercial y los regímenes de inversión [...] y la continuación de los esfuerzos para
promover la integración económica en el hemisferio»28. Esta Cumbre Presidencial fue
seguida de la I Reunión Ministerial29, el 10 de diciembre de 2008, en la Ciudad de
Panamá-Panamá. Estuvieron presentes los Ministros de Relaciones Exteriores de los
países de Norteamérica, Centroamérica (incluida Nicaragua), República Dominicana,
Colombia, Perú y Chile. Además, también asistieron como observadores los repre-
sentantes gubernamentales de Brasil, Ecuador y Uruguay. En esta reunión se adoptan
los lineamientos y acciones siguientes: 1. Aumentar las oportunidades para nuestros
ciudadanos, en particular los pequeños empresarios y agricultores, se beneficien del
comercio, mediante el fomento de la capacidad comercial entre otras iniciativas [...].
2. Fomentar y profundizar una estructura abierta para el comercio regional que sea
compatible con el sistema multilateral de comercio [...]. 3. Expandir la cooperación
regional relativa al desarrollo económico y la competitividad [...]. 4. Mejorar la co-
operación y el intercambio sobre mejores prácticas en materia de normas laborales y
ambientales y su cumplimiento [...]. 5. Conseguir la colaboración de la sociedad civil
y del sector privado para el logro de estos objetivos, entre otros medios, por el fomento
de las asociaciones público-privadas [...]. Además se encargan algunos trabajos especí-
25 Embajada de los Estados Unidos en México (2009). «Seguridad y fronteras. Iniciativa Mérida», consultado a través
del sitio web: http://mexico.usembassy.gov/sborders_Iniciativa_Merida.html (última consulta julio de 2009).
26 Caminos a la prosperidad en las Américas (2008a). «Communiqué: Pathways to Prosperity in the Americas», docu-
mento consultado a través del sitio web: http://www.pathways-caminos.gov/112547.htm (última consulta julio de
2009).
27 Departamento de Estado De Estados Unidos (2008). «Comunicado sobre los Caminos hacia la prosperidad en las
Américas», documento consultado a través del sitio web: http://www.america.gov/st/peacesec-spanish/2008/Sept
ember/20080924173336pii0.2130854.html (última consulta julio de 2009); punto: 1.
28 Ibíd., punto: 3.
29 Caminos a la prosperidad en las Américas (2008b). «Caminos a la Prosperidad en las Américas: lineamientos y accio-
nes para aumentar las oportunidades económicas y la justicia social a través del comercio y la inversión», documento
consultado a través del sitio web: http://www.pathways-caminos.gov/docs/113158.htm (última consulta julio de
2009).
YUYAYKUSUN 73
Alberto Rocha Valencia
30 OEA (2008a). «Resolución de la Vigésimo Quinta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores», do-
cumento consultado a través del sitio web: http://scm.oas.org/doc_public/SPANISH/HIST_08/RC00118S04.
doc (última consulta julio de 2009).
74 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
31 OEA (2008b). «Informe de la Comisión de la OEA que visitó Ecuador y Colombia», documento consultado a través
del sitio web: http://www.oas.org/CONSEJO/SP/docs/RC00089S01.DOC (última consulta julio de 2009).
32 Grupo de Río (2008). «Declaración del Grupo de Río sobre la decisión de los gobiernos de Colombia y Ecuador de
reanudar relaciones diplomáticas», documento consultado a través del sitio web: http://www.sre.gob.mx/dgomra/
grio/Documentos/Comunicados/08_5_Ecu-Col.htm (última consulta julio de 2009).
33 Comisión Estratégica de Reflexión (2006), «Documento final de la Comisión Estratégica de Reflexión. Un nuevo
modelo de integración de América del Sur: hacia la Unión Sudamericana de Naciones», consultado a través del sitio
web: http://www.comunidadandina.org/documentos/dec_int/dec_cochabamba_reflexion.htm (última consulta
julio de 2009); punto: 3.
YUYAYKUSUN 75
Alberto Rocha Valencia
VI
América del Sur y toda América Latina y el Caribe se encaminaron en el 2008 ha-
cia niveles notables de autonomía política. En mayo de 2008 se firmó el Tratado
Constitutivo de la Unasur e, inmediatamente después, se vio obligada a realizar una
demostración de capacidad política autónoma ante la inestabilidad política de Bolivia,
una suerte de golpe civil propiciado por los gobernadores de derecha y secesionistas de
los Departamentos de Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija, aunque también apoyado por
Chuquisaca. Los sucesos se desencadenaron después del «referendo revocatorio» (10 de
agosto de 2008) que impulsó el Presidente Morales con la finalidad de probar la legi-
timidad del Presidente, el Vicepresidente y de ocho gobernadores, dentro de los cuales
se encontraban los opositores al Gobierno de Evo Morales. La revuelta de la derecha
tuvo como centro al Departamento de Pando y se desencadenó alrededor del 11 de sep-
tiembre de 2008. Ante esto el Gobierno de Evo Morales recibió el apoyo de la Unasur,
tal como consta en la Declaración de la Moneda34: «decidido respaldo al Gobierno
Constitucional del Presidente de la República de Bolivia Evo Morales»; «rechazan enér-
gicamente y no reconocerán cualquier situación que implique un intento de golpe
civil, la ruptura del orden institucional o que comprometan la integridad territorial
de la República de Bolivia»; «condenan el ataque a instalaciones gubernamentales y a
la fuerza pública por parte de grupos que buscan la desestabilización de la democracia
boliviana»; «hacen un llamado a todos los actores políticos y sociales involucrados a que
tomen las medidas necesarias para que cesen inmediatamente las acciones de violencia,
intimidación y desacato a la institucionalidad democrática y al orden jurídico estable-
cido»; «expresan su más firme condena a la masacre que se vivió en el Departamento
de Pando»; «Instan a todos los miembros de la sociedad boliviana a preservar la unidad
nacional y la integridad territorial de ese país», etc.
La Unasur estrenó sus capacidades político-diplomáticas estabilizadoras ante el «gol-
pe civil» de la derechas secesionistas de Bolivia, logrando respaldar al Gobierno demo-
crático de Evo Morales y solucionar la crisis interna coyuntural que se había producido.
Como es conocido, la oposición de los Gobernadores de Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando
y Chuquisaca al Gobierno de Evo Morales ha continuado. Pero, esto no ha impedido,
que el Presidente de Bolivia realice el referendo constitucional para aprobar la nueva
Constitución de la República (25 de enero de 2009). Así, la demostración de fortaleza
político-diplomática de la Unasur se habría constituido como un paso importante hacia
el logro de mayores niveles de autonomía para ALC.
34 Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Unasur (2008a). «Declaración de La Moneda», consultado a
través del sitio web: http://www.comunidadandina.org/unasur/15-9-08com_bolivia.htm (última consulta julio
de 2009).
76 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
35 CALC (2009). «Declaración de la Cumbre de América Latina y el Caribe», documento en línea consultado a través
del sitio web: http://www.presidencia.gob.mx/prensa/?contenido=40965 (última consulta julio de 2009).
36 Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Unasur (2008b). «Decisión para el establecimiento del Con-
sejo de Defensa Suramericano de la Unasur», consultado a través del sitio web: http://www.ssg.cl/portal/documen-
tos/unasur/DecisionUnasur11DIC0804.doc (última consulta julio de 2009).
37 Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Unasur (2008c). «Decisión para el establecimiento del Consejo
de Salud Suramericano de la Unasur», consultado a través del sitio web: http://www.minsal.cl/ici/ocai/unasur2.pdf
(última consulta julio de 2009).
YUYAYKUSUN 77
Alberto Rocha Valencia
38 El Clarín (2006), «Chávez propone una fuerza militar común en el Mercosur», documento consultado a través del
sitio web: http://www.clarin.com/diario/2006/07/05/um/m-01228425.htm (última consulta julio de 2009)
39 Ministros de Defensa de la CSN (2006), «Declaración de Bogotá», documento consultado a través del sitio web:
http://www.defesanet.com.br/docs/casa.pdf (última consulta julio de 2009).
40 I Reunión del Consejo de Defensa Suramericano (2009). «Declaración de Santiago de Chile», documento consulta-
do a través del sitio web: http://www.comunidadandina.org/unasur/10-3-09com_defensa.htm (última consulta
julio de 2009).
78 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
VII
41 III Reunión Ordinaria de la Unasur (2008), «Decisión para el Establecimiento del Consejo de Defensa Suramericano
de la Unasur», op. cit.
YUYAYKUSUN 79
Alberto Rocha Valencia
de los países de ALC para que EE.UU. levante el bloqueo injusto e ilegal contra Cuba
y para su reincorporación al Sistema Interamericano y a la OEA. En clima político di-
plomático fue tal, que incluso el presidente H. Chávez de Venezuela decidió reponer su
embajador en Washington, el cual había sido retirado por diferencias políticas. Pero, al
final de la Cumbre se presentaron algunos problemas con la firma de la Declaración de
Compromiso de Puerto España, que por haber sido redactada y acordada con anteriori-
dad, estaba bajo la influenciada de la diplomacia del gobierno saliente de G. W. Bush y
no tomaba en cuenta la crisis financiera global en curso en el mundo.
Ahora echemos una mirada rápida en la «Declaración de Compromiso de Puerto
España: Asegurar el futuro de nuestros ciudadanos promoviendo la prosperidad humana,
la seguridad energética y la sustentabilidad ambiental»42. En el preámbulo del documento
aparecen las ideas fuertes: renovación de la cooperación, integración y solidaridad; com-
promiso de protección y promoción de las libertades públicas y civiles, de mejoramiento
del bienestar social, económico y cultural de todos los pueblos; crear condiciones para
lograr justicia, prosperidad, seguridad y paz para los pueblos de las Américas, entre otras
ideas importantes. Enseguida, el documento se encuentra organizado en torno a cuatro
ejes temáticos importantes: prosperidad humana, seguridad energética y pública, sosteni-
bilidad ambiental y gobernabilidad democrática.
En fin, lo importante a subrayar es que la V Cumbre de las Américas, en primer lugar,
ha permitido retomar y relanzar el llamado Proceso de Cumbres de las Américas, esto es
se continuarán reeditando las Cumbres de las Américas, las Reuniones de Ministros de
las Américas (en los diversos ramos contemplados) y otras reuniones complementarias,
y también se reactivará el esquema institucional creado para la implementación y segui-
miento de las decisiones tomadas por los presidentes de las Américas; en segundo lugar,
se ha logrado establecer una conexión entre el espíritu de las Cumbres de las Américas y
el aliento de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte; en tercer
lugar se mantiene la idea de la integración comercial hemisférica, aunque no se busca
retomar y reactivar el fracasado proyecto ALCA; finalmente, queda latente la posible con-
tinuidad con la firma de TLCs bilaterales entre los EE.UU. y otros países de ALC.
Poco tiempo después, tuvo lugar la II Reunión Ministerial de los «Caminos hacia
la Prosperidad de las Américas»43, el 31 de mayo y pudimos ver con claridad cómo el
gobierno de Barack H. Obama retomaba el legado de política exterior dejado por George
W. Bush para ALC. En esta Reunión Ministerial participaron los países miembros del
TLCAN y SICA-RD, así como Colombia, Perú y Chile; además asistieron como observa-
dores los representantes gubernamentales de Brasil, Ecuador y Uruguay. Esta reunión sir-
vió para que se siguieran apuntalando los objetivos trazados en la I Reunión Ministerial:
«Reconocemos que los Tratados de Libre Comercio contribuyen al crecimiento económi-
80 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
44 OEA (2009). «AG/RES. 2438 (XXXIX-O/09). Resolución sobre Cuba», documento consultado a través del sitio
web: http://www.oas.org/39ag/documents/AGRES-2438S.doc (última consulta julio de 2009)
YUYAYKUSUN 81
Alberto Rocha Valencia
A modo de conclusiones
82 YUYAYKUSUN
La integración regional como vía para alcanzar la autonomía de América Latina
YUYAYKUSUN 83
Alberto Rocha Valencia
derada. Y que si el pensamiento crítico, que emerge y despliega en toda América Latina
y el Caribe, trabajara para establecer la conexión de la propuesta de desarrollo endógeno
nacional-regional de la corriente neoestructuralista (Oswaldo Sunkel y otros), es decir un
desarrollo capitalista latinoamericano-caribeño (que es grosso modo el camino que siguen
los gobiernos de izquierda moderada), con la propuesta de descolonización económica,
política, social y cultural de la corriente neomarxista radical (Aníbal Quijano, Enrique
Dussel y otros), que consideran posible un socialismo reinventado para la región, y con la
propuesta del Buen Vivir del Movimiento Indígena, entonces se sostendrá y prevalecerá
el curso histórico abierto en nuestra región.
84 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en
América Latina: entre las ideas y las realidades1
Claudio Rama
Resumen
A inicios del siglo XXI estamos en el centro de un complejo proceso de globalización y de expansión
de la educación superior. En este contexto se ha desarrollado, a escala global y fundamentalmente
en América Latina, un debate alrededor del concepto del «bien público». Es parte de la discusión del
nuevo escenario de la educación superior donde la regulación, lo internacional, la mercantilización
y la diferenciación se constituyen como tendencias globales. El presente artículo realiza una revisión
y un análisis de dicho concepto desde diferentes enfoques disciplinarios de las ciencias sociales: el
económico, el jurídico, el educativo, el histórico y el político. Se verifica cómo el concepto del «bien
público» proviene del campo de la ciencia política como disciplina y sobre el cual se articulan las
diversas estrategias políticas de los diversos actores dentro del panorama universitario
ABSTRACT
In early twenty-first century we are in the center of a complex process of globalization and expansion
of higher education. In this context it has developed globally and in Latin America primarily a debate
about the concept of «public good». It is part of the discussion of the new scenario of higher education
where regulation, internationalization, differentiation and market dinamics trade are established as
global trends. This article presents a review and analysis of this concept from different disciplinary
approaches to social science, economic, legal, educational and political. It verifies the concept of
«public good» comes from the field of political science as a discipline and which articulates the various
political strategies of various actors within the university landscape.
E
l mundo está inserto en un cambio de época que está impactando sobre la educa-
ción y sus formas de regulación, creando nuevas tensiones políticas derivadas de
los impulsos y las resistencias a los escenarios en frenética transformación. Los mo-
delos de desarrollo y de acumulación de capitales crecientemente se basan en la innova-
ción tecnológica, en aumentos de la productividad por mayores destrezas y nuevas com-
petencias laborales, en un carácter global y con cambiantes condiciones de producción.
En este escenario de transformaciones, la educación superior es uno de los componentes
de la expansión del nuevo modelo de acumulación global basado en mayores densidades
tecnológicas. Tales realidades están transformando los mercados de educación superior:
1 El presente ensayo fue la base de la conferencia realizada en el Foro Rectoral. Asociación Colombiana de Universi-
dades (ASCUN) – Universidad CES. Medellín, Colombia. 11-12 de mayo del 2009, y es parte de una investigación
postdoctoral en curso en la Universidad de Campinas (SP, Brasil).
en tanto éstos son impulsados por las fuerzas del mercado, las demandas de la sociedad,
la expansión de nuevos conocimientos, las políticas gubernamentales y los estándares
internacionales. En este sentido, se está frente a un nuevo escenario educativo marcado
por el nuevo rol de la educación superior y que se articula con crecientes componentes
internacionales y transnacionales. Es éste también una dinámica derivada de fases ante-
riores en tanto al masificarse y diferenciarse los sistemas de educación superior se avanza
hacia lógicas educativas internacionales y virtuales que introducen esos componentes en
la dinámica educativa. Es una etapa llena de nuevas tensiones políticas y educativas al
introducir procesos de des-nacionalización derivados de la conformación de un complejo
proceso de internacionalización y de virtualización de la educación superior, que marca
nuevos derroteros y tendencias futuras de los sistemas terciarias y por ende en la agenda
de la discusión política.
Múltiples autores se han focalizado en el estudio de cómo la globalización econó-
mica y social está impactando en múltiples dimensiones a la educación.2 Tal proceso
está actuando sobre todos los ámbitos: sobre las demandas de educación, los currículos,
las ofertas, las pedagogías, las tecnologías y también sobre los espacios geográficos de
cobertura, por ende incide en el funcionamiento de los distintos mercados universi-
tarios: sobre los mercados de postgrados, de pregrado, de educación a distancia, de
certificaciones o de calificaciones, reestructurándolos e incorporando variables inter-
nacionales. Mercados que antes se basaban sólo en variables y lógicas nacionales, se
están internacionalizando, se estructuran diferenciadamente y, asimismo, también re-
ciben, en forma distinta, los impactos de la globalización. La educación nacional fue
conformada históricamente en el marco de las fronteras nacionales como un servicio
exclusivamente nacional con sus lógicas de pertinencia, de currículo, de calidad y con
sus propias instituciones y actores nacionales. Sin embargo, en el escenario de la globa-
lización y de la conformación de la sociedad diferenciada de la información y el cono-
cimiento, se constata como se está comenzando a estructurar con distinta dimensión
e intensidad en países y regiones, una educación con crecientes componentes interna-
cionales. En esta gran reestructura que hemos visualizado como la Tercera Reforma
de la Educación Superior en América Latina, se produce una creciente vinculación
y entonación entre los sistemas educativos a escala global así como a escalas regional
y subregional, obviamente también de algunos de sus mercados y productos, funda-
mentalmente de los postgrados, la educación virtual y las certificaciones, que tiende a
derivar en la formulación de marcos de regulación globales o regionales de estos nuevos
escenarios educativos.3 La diversidad de ejes problemáticos obviamente complejiza la
2 Carnoy, Martín (2003). Mundalizacao e reforma na educação: o que os planejadores deven saber, UNESCO IIEP:
Brasil.
3 Rama, Claudio (2006, b) «La Tercera Reforma de la Educación Superior en América Latina y el Caribe: masifica-
ción, regulaciones e internacionalización», en Informe sobre la Educación Superior en América Latina y el Caribe. La
metamorfosis de la educación superior. 2001-2005. Iesalc: Caracas. http://www.uss.edu.pe/deac/Gestion/La%20
tercera%20reforma%20-%20masificacion%20y%20reforma.pdf (Revisión, 3 mayo 1009) El documento no está
en la página oficial de IESALC desde julio del 2006.
86 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
4 Scott, Peter (1998). «Massification, Internationalization and Globalization.» in The Globalization of Higher Educa-
tion, edited by Peter Scott, Open University Press, Buckingham: England.
5 Yip, George (1995) Estrategias para obtener una ventaja competitiva internacional. Norma: Bogotá.
YUYAYKUSUN 87
Claudio Rama
88 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
6 Pugliese, Juan Carlos (Ed.) (2005). Educación superior: ¿bien público o bien de mercado? Los debates sobre la interna-
cionalización, desde los noventa a la actualidad. MECyT. Secretaría de Políticas Universitarias: Buenos Aires.
YUYAYKUSUN 89
Claudio Rama
7 Goldin, Ian y Reinert, Kenneth (2006). Globalización para el desarrollo. Planeta - Banco Mundial: Bogotá.
90 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
nal para aprovecharse de esas oportunidades así como en sus niveles de diferenciación y
calidad, su presencia en los distintos mercados o de creación de conocimientos. Es una
dinámica contradictoria estructural ya que más incertidumbre en el funcionamiento de
los mercados educativos, genera a su vez más oportunidades. Sin duda, también más
competidores que pueden implicar la existencia de mayores riesgos sobre las institucio-
nes y los propios mercados, si no hay políticas acordes y ellas no pueden responder con
eficiencia y flexibilidad.
En general, el nivel de cambios en los procesos educativos y en los mercados labo-
rales, actúa como un terremoto sobre la forma de funcionar de los sistemas educativos,
creando así permanentemente cambios necesarios y por ende oportunidades de inversión,
de innovación y de desarrollo de nuevos modelos de gestión. Inversamente los cambios
también generan mayores riesgos que obligan a introducir permanentes reformas y rein-
genierías en la gestión y en las modalidades de funcionamiento del proceso educativo. El
proceso de Bolonia es de hecho una gran reforma focalizada sin duda en los escenarios
de la globalización y como respuesta a ellos.8 No como estrategia defensiva, sino como
motor de la construcción de sociedades del conocimiento. Y sin duda son escenarios que
implican nuevas formas de su regulación, ya que los cambios del entorno obligan a in-
troducir transformaciones en las instituciones de educación superior, que de mantenerse
los ejes tradicionales de las políticas y las dinámicas de funcionamiento de la educación
superior en entornos cambiantes, es altamente probable que las universidades pierdan
competitividad, eficiencia, calidad o cobertura. En este sentido, la protección implica
también múltiples riesgos sobre los sistemas terciarios locales o regionales, en el mediano
y largo plazo, en términos de rezagos en su reducida capacidad de formar competencias
competitivas en los niveles de las demandas requeridas.
La determinación del tipo de política en este contexto es uno de los ejes de la agenda
de la discusión de la educación superior en la región. Los debates tienden a focalizarse
alrededor de los conceptos de apertura, protección, integración, regulación y libertad, y
se articulan alrededor de discursos y propuestas de políticas y marcos normativos, a nivel
nacional, regional e internacional. Dentro de este eje de discusión de políticas, se ha for-
mulado el incorporado el concepto del «bien público» en el debate educativo, fundamen-
talmente en la educación superior. De donde viene y cual es su sustentación conceptual es
a lo que nos concentraremos a continuación, en tanto es parte de la discusión sobre el tipo
de regulaciones. Como hemos sostenido en otra ocasión: «Una educación sin fronteras,
sin regulaciones, puede poner en jaque la cohesión social en los países en desarrollo, que
requieren no sólo de profesionales, sino de verdaderos sistemas universitarios, dotados de
fuertes pertinencias y de investigación local. Estos nuevos roles se asocian crecientemente
a que la educación se está conformando como un «bien público internacional» y en cuya
regulación la comunidad internacional tiene responsabilidades. Frente al concepto del
«bien público» que sólo establece la regulación a escala nacional y en general sobre lo
8 Bergan, 2005.
YUYAYKUSUN 91
Claudio Rama
Desde el punto de vista jurídico, la educación ha sido vista como un derecho. Ella no
ha sido considerada como un bien sino como un servicio público, y por ende sujeto a
regulaciones, que puede ser brindado por el sector público o por el sector privado o co-
munitario, etc., en condiciones de concurrencia o en forma monopólica, asociado a como
se lo concibe como derecho, que es donde se focaliza su enfoque. En tanto derecho, la
educación se ha concebido desde sus inicios como un derecho humano, al ser incorpora-
do como uno de los derechos fundamentales de las personas dado por la Declaración del
Hombre y el Ciudadano (1989) y la Declaración Universal de los Derechos Humanos
(1948) de las Naciones Unidas que dispone que: «toda persona tiene derecho a la edu-
cación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción ele-
mental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica
y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para
todos, en función de los méritos respectivos. [...]. Los padres tendrán derecho preferente
a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos».
La clasificación más difundida de los derechos humanos, la distingue en tres ge-
neraciones, y sostiene su criterio de progresividad.10 Bajo este esquema, los derechos
humanos se clasifican en derechos de primera generación en el cual tradicionalmente
se inscriben los derechos civiles y políticos, en los cuales para su concreción se requiere
que el Estado se abstenga de intervenir para que los ciudadanos puedan ejercer estos
derechos fundamentales. En tanto el Estado, como ámbito centralizado es una expre-
sión de personas, no puede regular a toda la sociedad ni prohibirle sus libertades, se
reconoce la existencia de sus derechos y se establecen sus garantías procesales para que
9 Rama, Claudio (2006), La tercera reforma de la educación superior en América Latina, Fondo de Cultura Económica:
Buenos Aires.
10 Núñez Palacios, Susana (2004). Clasificación de los derechos humanos. http://www.juridicas.unam.mx/publica/
librev/rev/derhum/cont/30/pr/pr21.pdf (Revisión, 1 de mayo, 2009).
92 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
las personas puedan ejercerlos, y es entonces cuando se reivindican todas estas esferas
de privacidad del individuo y surgen los llamados derechos liberales, fundamentales
o de las personas. Más allá de los derechos políticos y civiles y de una cada vez mayor
incorporación de derechos, dentro de esos derechos básicos, se coloca el derecho a la
libertad de pensamiento, el derecho a la libertad de opinión, de expresión de ideas, de
asociarme para mejorar las condiciones de la comunidad así como el derecho a educar-
se, como derecho de la persona y, asociado a ello, el derecho de educar a otros. Este no
es visto como un derecho de base mercantil, sino como un derecho fundamental de las
personas de poder educar a otras.
Adicional e históricamente, se fueron definiendo los derechos de segunda genera-
ción, como derechos colectivos y que constituyen a su vez una obligación de hacer del
Estado, y a su vez son de satisfacción progresiva de acuerdo a las posibilidades econó-
micas de las sociedades. Estos, llamados los derechos colectivos, están asociados a rol
activo del Estado, ya que sin esa acción, las personas puedan ejercer sus derechos in-
dividuales fundamentales. Estos derechos de segunda generación, más allá de ser dere-
chos humanos, están jerárquicamente subordinados, en el derecho contemporáneo en
nuestras sociedades democráticas, a los derechos fundamentales humanos de primera
generación. Son derechos mediatos e indirectos ya que están sujetos a las posibilidades
de la sociedad y al tiempo que implican un derecho positivo por parte del Estado para
que las personas puedan gozar de sus derechos básicos. Dentro de este concepto se ha
establecido en la totalidad de las constituciones del mundo, el rol del Estado de pro-
mover la educación, en los niveles que cada sociedad pueda, y sobre todo en el nivel de
primaria con carácter obligatoria y/o gratuita, para permitir que las personas puedan
ejercer sus derechos, limitado a recursos y posibilidades. Es por ende un derecho pro-
gresivo y en tensión política estructural. Sin embargo, este segundo nivel de derecho
bajo tutela del Estado, en ningún caso, implica negar el derecho de primera generación,
sino que su soporte conceptual es el objetivo de garantizarlo. Tampoco este derecho
debe ser necesariamente satisfecho por el Estado, sino que la sociedad, las comunida-
des, las personas o la acción privada pueden y deben en general asistir al Estado en la
efectiva realización de las acciones para el cumplimiento de este derecho. Así, la mayor
parte de las constituciones incorporan tanto el derecho de los padres a escoger el tipo
de educación que debe darse a sus hijos como el derecho a ofrecer libremente educación
a terceros. El eje central de este derecho en todas las jurisprudencias, es que mientras
el primero es absoluto, el segundo es relativo, de satisfacción progresiva y limitado a
los recursos, fundamentalmente para los que no pueden ejercer libremente el derecho
básico sin el auxilio de la comunidad, en tanto se sostiene que sin el Estado, el derecho
fundamental queda reducido a derechos de las elites pudientes.
Una de las reflexiones en las últimas décadas se posiciona tanto en la articulación en-
tre esos derechos jerárquicamente, como en la tensión y en el equilibrio de la concreción
de esos derechos en el plano de las posibilidades y de las necesidades. Igualmente en la
responsabilidad social de las empresas, personas e instituciones en contribuir al cumpli-
YUYAYKUSUN 93
Claudio Rama
miento de ese derecho colectivo.11 La bibliografía es muy vasta inclusive de como se han
ido confundiendo y complejizando las fronteras entre derechos primarios y secundarios,
en parte asociado a posiciones políticas y doctrinarias sobre los derechos colectivos en
relación a los derechos individuales.12 Sin duda, es un proceso histórico en tensión y cons-
trucción social. Como se afirma «los derechos humanos son esencialmente históricos,
es decir, tienen un carácter histórico y expansivo, son derechos humanos que nacen en
determinado momento, que se desarrollan y que se expanden en un doble sentido. Pasan,
de ser simples aspiraciones compartidas por intelectuales o por movimientos sociales, a
tener consagración jurídica positiva y se expanden en el sentido de que pasan a una mayor
concretización».13 De este escenario se eleva el concepto del «bien público» como susten-
tación del principio de la acción del Estado para el logro de los derechos fundamentales y
de los derechos colectivos. Por un lado, la delimitación entre derechos y libertades indivi-
duales, y por el otro, el de derechos colectivos y regulaciones públicas, ha sido uno de los
centros de las diferencias políticas en las últimas décadas en el mundo y que en nuestro
tema se refieren al equilibrio entre la libertad de enseñar y aprender y la regulación y la ac-
ción pública como prestador de los servicios o su regulador, siendo los primeros derechos
fundamentales de las personas y los segundos colectivos de las sociedades.
Un nuevo elemento se ha agregado a esta articulación local de derechos asociados
y restringidos específicamente a los espacios nacionales, desde la década del 70 del siglo
pasado. A partir de entonces se ha ido conformando un cuerpo conceptual que remite a la
irrupción de unos derechos de tercera generación y que refieren al ámbito internacional,
en tanto se comienza a requerir la cooperación de las naciones para que los ciudadanos
puedan ejercer sus derechos tanto fundamentales como colectivos. Más aún, en este ám-
bito además también, la comunidad internacional comienza a aparecer como garante fi-
nal del cumplimiento de algunos derechos nacionales, al tiempo que se conciben algunos
derechos humanos de ámbito jurídico internacional. Su gestación parte de que se asume
que los nuevos problemas asociados a la creciente interdependencia internacional desde
aquella época, no encajaban en la «división clásica» de los derechos de primera y segunda
generación por varias razones: primero, porque sosteniendo la tesis clásica de los derechos
de primera generación que son contra el Estado y los derechos de segunda generación que
son exigencias frente al Estado, es decir, deberes de no hacer y de hacer, se sostiene que los
derechos de tercera generación tienen como una de sus características, que son derechos
al mismo tiempo contra y frente al Estado, que solo se realizan por la cooperación entre
los hombres, y que exclusivamente se pueden realizar a través de la cooperación entre los
Estados con las otras organizaciones y de los ciudadanos entre sí, y que por eso es que
terminan llamándolos derechos de la solidaridad.
11 Kliksberg, Bernando (2008), «El rol de las Universidades en un continente de cambio». En Porto, A. (compilador)
Responsabilidad social de las Universidades. Buenos Aires: Red Latinoamericana de Cooperación Universitaria.
12 Gross Espiel, Héctor (1988), Estudios sobre los derechos humanos. Ed. Civitas: Madrid.
13 Arias, Alicia «Los Derechos Colectivos y su Relación con las Acciones Populares». http://www.revistajuridicaonli-
ne.com/images/stories/revistas/1999/13-tomo-/13_derechos_colectivos.pdf (Revisión, 1 de mayo, 2009).
94 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
Este desarrollo conceptual comenzó a dar a las nuevas realidades una especificidad
social nueva y diferenciada de los otros campos del derecho y por ende de las políticas
públicas. Hoy se les llama de diversa manera: derechos de solidaridad, internacionales o
derechos de doble titularidad ya que no recae en un sólo actor. Su eje conceptual descansa
en que la protección nacional de esos derechos es insuficiente y que por ello es necesaria
una protección internacional para que las personas puedan ejercer sus derechos funda-
mentales y también que una acción restrictiva del Estado puede ir contra el derecho de las
personas, el cual en parte se realiza en el plano internacional. En este sentido, el derecho
de tercera generación existe para poder ejercer el derecho fundamental. Sin embargo, en
tanto todas las sociedades en el planeta tienen diferentes aproximaciones a sus derechos
fundamentales y colectivos, los derechos de tercera generación son derechos globales que
propenden a ser construidos en procesos de negociación y consenso, y que al correspon-
der a todas las personas y países, no necesariamente se ajustan a las concepciones propias
de una o algunas sociedades. Los tratadistas conciben además que una de las caracterís-
ticas de estos derechos refiere a que ellos superan además la división clásica de derechos
privados y públicos, en tanto sirven, como pueden, entre lo público y lo privado.
Es dentro de este paradigma que se tiende a incluir a la educación dentro de estos de-
rechos de tercera generación y por ende como bien público con componentes que puedan
referirse como globales o internacionales ya que para su efectivo acceso en condiciones de
calidad, se requiere la cooperación internacional. Este nuevo marco conceptual, comienza
a plantear nuevos derroteros en la definición de la educación superior así como en los
diversos roles, niveles y significados de la relación internacional. Ello en tanto estamos
frente a un nuevo contexto de la educación superior marcado por la internacionaliza-
ción (división internacional del trabajo académico, educación transnacional, educación
virtual, currículo global, movilidad estudiantil, docente e institucional), así como de un
cambio en las lógicas del conocimiento por la propietarización del conocimiento y la
globalización y armonización de los derechos de propiedad intelectual, derivadas de las
lógicas mercantiles de la sociedad de la información y del conocimiento.
En este enfoque un componente está asociado al creciente carácter global de la pro-
piedad intelectual. Aunque este derecho siempre tuvo una base internacional desde el
Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas (1886) y el
Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial (1883), sin embargo,
su eje central descansaba en lógicas nacionales, dada la alta flexibilidad que los Tratados
permitían, y en tal sentido, la intensidad y el uso de estos institutos jurídicos varió histó-
ricamente en cada país según sus propios intereses nacionales. Bajo estos instrumentos, se
concibió que el conocimiento es un bien privado en primera instancia y un bien público
posteriormente dado que todos los derechos intelectuales, tanto el derecho de autor como
el derecho industrial, reservan sólo durante un tiempo el derecho patrimonial en cabeza de
sus creadores, el cual luego de un tiempo cae en el dominio público, donde los creadores
solo mantienen el derecho moral. Así, la protección del Estado es limitada ya que otorga
a sus creadores el monopolio de su explotación durante un tiempo y bajo determinadas
YUYAYKUSUN 95
Claudio Rama
En economía, la definición del «bien» está dada por su propio carácter intrínseco. Un
bien público es un bien económico cuya naturaleza conlleva que es no rival (cuando su
uso por una persona en particular no perjudica el uso futuro por otros individuos) y no
excluyente (cuando su uso por una persona en particular no perjudica el uso simultáneo
por otros individuos). La rivalidad en el consumo de un producto implica que el consu-
mo por parte de un individuo reduce la cantidad disponible para otros, en tanto que el
principio de exclusión refiere a la imposibilidad de excluir del consumo de un producto a
96 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
determinadas personas, pudiendo ser tales razones tanto la imposibilidad física o econó-
mica de restringirlo a terceros. En este sentido, las características propias de la educación,
que tiene escalas y por ende niveles de calidad, así como su fácil exclusión como servicio
personalizado por recursos, han determinado que no se la pueda conceptualizar, bajo un
enfoque económico, como un «bien público».
El enfoque dominante de reflexión desde lo económico, en tanto «bien privado»
tiene varias orientaciones. Por un lado se ha posicionado en las características mercantiles
de la producción de los bienes y en los procesos de intercambio en lo internacional. El
enfoque de la internacionalización desde la lógica mercantil ha tenido más análisis des-
criptivos y es la base de las orientaciones y negociaciones en el marco de la Organización
Mundial del Comercio y de los Tratados de Libre Comercio a escala global, al propender
a facilitar la reducción de las diversas barreras que restringen el libre tránsito de produc-
tos, personas y capitales.14 Es además la dinámica educativa que más se ha discutido desde
los noventa en nuestra región, como derivación del relativo incremento a nivel local de
instituciones universitarias externas, de la movilidad de docentes y estudiantes y de una
oferta local de educación transfronteriza.15 Desde un enfoque económico, se considera
que las restricciones a la libertad de movimiento al crear imperfecciones encarecen los
accesos a esos bienes y servicios, y el logro de la eficiencia para todos. La homogeneiza-
ción e igualación de las condiciones de cambio hace que este bien privado se presente en
igualdad para todos y que los consumidores se beneficien de todas las innovaciones en
los precios. Así, desde la economía son las imperfecciones que generan tales barreras al
libre tránsito y no permiten aprovechar las ventajas del comercio y la especialización en
términos de costos, eficiencia y desarrollo de oportunidades para las sociedades. Si bien
este es un escenario donde todos los indicadores permiten avizorar que se continuará
incrementando en la región, su dimensión real aún es poco significativa en las cuatro
orientaciones definidas por la OMC.16 Lo novedoso de esta conceptualización refiere
a la instalación de instituciones externas o la educación transfronteriza, en tanto que la
movilidad docente o estudiantil, tradicionalmente más referidas a la llamada cooperación
universitaria, constituye la modalidad tradicional de acceso a la educación internacional.
Los nuevos componentes, aún minoritarios, se está sin embargo incrementando por la
14 Didou, Sylvie, Internacionalización y proveedores externos de educación superior en América Latina y el Caribe, ANUIES,
IESALC, México, 2005. Este trabajo se orienta a realizar el estudio comparativo de los 13 estudios nacionales y dos
subregionales (Caribe y Centroamérica) sobre la internacionalización de la educación superior en la región realizados
entre el 2003 y el 2004. ver también García Guadilla, Carmen. «Complejidades de la globalización e internaciona-
lización de la educación superior Interrogantes para América Latina», en Cuadernos del Cendes, No. 58, 2005. http://
www.cendes-ucv.edu.ve/pdfs/58,1%20g.guadilla.pdf (Revisión, 3 mayo 2009).
15 De Wit, Hans (y otros) (Ed) (2005). Educación superior en América Latina: la dimensión internacional, Banco Mun-
dial: Bogotá.
16 Salvo el caso del Grupo Laureate y en parte Apolo, aún, no hay grupos con dimensiones significativas en inversiones
universitarias o en compra de instituciones locales y su cobertura no debe superar el 1,5% por ciento (unos ciento
cincuenta mil estudiantes). Por su parte la matrícula de estudiantes extranjeros localizados en la región no supera el
1%, al igual que la de estudiantes de la región estudiando fuera de sus países de origen que también se visualiza en
1% aunque con un mayor peso dentro del sector de postgrado donde puede alcanzar un 5%.
YUYAYKUSUN 97
Claudio Rama
17 Brunner, José Joaquín y Uribe, Daniel (2007), Mercados universitarios: el nuevo escenario de la educación superior.
Ediciones Universidad Diego Portales: Santiago.
18 Carnoy, Martín (2006). Economía de la educación. Editorial UOC: Barcelona. Lassibille, Gérard, y Navarro, María.
(2004). Manual de economía de la educación. Pirámide: Madrid: Organización de las Naciones Unidas. Declaración Uni-
versal de los Derechos Humanos. http://www.un.org/es/documents/udhr/index.shtml (Revisión, 3 de mayo, 2009).
98 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
YUYAYKUSUN 99
Claudio Rama
21 Bula Escobar, Germán, (2004), Liberalización del comercio exterior y educación superior. La educación en los tratados
de libre comercio, Convenio Andrés Bello: Bogotá. Didou, Sylvie y Mendoza, Javier (coordinadores) (2005), La
comercialización de los servicios educativos, ANUIES: México. García Guadilla, Carmen (editora) (2003). El difícil
equilibrio: la educación superior como bien público y comercio de servicios. Implicaciones del AGCS (Gats). Columbus –
Universidad de Lima: Lima.
100 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
Siempre a partir de demandas que buscan aumentar su capital humano a partir de realizar
mayores inversiones personales. Lo internacional sin embargo no se puede reducir a la ti-
pología propuesta por la OMC como mayoritariamente se ha hecho, dada la complejidad
de la formación de capital humano y de las demandas de los mercados de trabajo. Así,
entre nuevos componentes cabe destacar servicios de apoyos educativos como las acre-
ditaciones internacionales o diversas asistencias técnicas que implican no solo movilidad
profesional sino fundamentalmente de certificaciones intangibles. Igualmente diversos
bienes educativos de apoyo como los programas de computación y los libros, los cuales,
en tanto bienes, no están regulados por el acuerdo de servicios sino que su regulación
es arancelaria, aunque crecientemente comienzan a comercializarse o apoyarse también
como servicios digitales.
Los argumentos a favor del libre cambio, al igual que se daba en relación a los merca-
dos de bienes que se regulaban por aranceles, se presentan en igual dimensión en relación
a los mercados de servicios que se regulan en tanto protección, a través de restricciones
para-arancelarias. Sin embargo, la complejidad de la educación es que ella no se reduce a
retornos privados, sino que en su caso, por su rol en el incremento de la productividad,
en la construcción de estructuras sociales y en sus encadenamientos, tiene enormes ex-
ternalidades, y por ende toda restricción a la inversión privada internacionalizada en este
sentido también reduce las potenciales externalidades. En el ámbito local, las externalida-
des han sido a su vez incentivadas por el gasto público y el establecimiento de políticas de
educación obligatoria, gratuita o pública en algunos ciclos, por cuanto hay sectores que
carecen de recursos para asumirlas, como por las fallas de los mercados de información
o de escalas, que restringen la inversión de las personas en capital humano. Sin duda, no
sólo por los beneficios a esas personas desde lo político y lo ético, sino también por las
externalidades sociales. Hay en este sentido un equilibrio en permanente discusión. En
los últimos años, el cuerpo teórico del «capital humano» se ha ido rearticulando. Para la
teoría del capital humano, lo fundamental, no son los conocimientos apropiados sino la
productividad derivada de ellos, lo cual refiere a competencias profesionales, las cuales son
individuales y específicas. En esta línea, los nuevos desarrollos de la Escuela del Capital
Humano apuntan a destacar la importancia de la calidad de la educación por sobre la
cantidad, así como también a incorporar la noción de competencia, en tanto «aquello que
produce un rendimiento superior en el trabajo», que reafirma un mayor destaque de lo
individual.22 Por otra parte, asociado a la incorporación de cambios digitales y un nuevo
modelo económico, se reafirman a su vez, la mayor significancia de las externalidades de
los procesos de formación de alta calidad. Los conceptos del capital social son también
en este sentido una derivación del enfoque de las externalidades, al indicar claramente
el rol del capital social (instituciones, ética, democracia, solidaridad, justicia, etc.) en el
desarrollo económico que marca la efectiva capacidad de que el capital humano se pueda
apropiar de su productividad dada por la educación.
22 McClelland, (1973).
YUYAYKUSUN 101
Claudio Rama
En los sentidos referidos, la educación es tanto un bien privado como un bien co-
lectivo, en tanto la colectividad obtiene beneficios de una inversión educativa personal,
e inversamente, las personas individualmente se benefician de la acción pública promo-
viendo el acceso a una educación pública y gratuita, y que se valoriza crecientemente en lo
internacional en tanto derivación de las demandas de personas e instituciones. La apertu-
ra o la restricción pudiera afectar a esos escenarios y derechos, en dimensiones que habrá
que medir. ¿Es posible pensar en un óptimo de equilibrio en lo internacional? ¿Equilibrio
entre qué y para qué es una reflexión interesante por desarrollar? Los costos y beneficios
de la formación de capital humano y sus externalidades, derivadas de la apertura a otras
ofertas, es lo que debería comenzar a ser discutido cuanti y cualitativamente.
23 Knight, Jane. (2003), «Comercialización de servicios de educación superior: implicaciones del GATS», en Global
Educación Nº 7, 2003, Asociación Mexicana para la Educación Internacional, México.
102 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
YUYAYKUSUN 103
Claudio Rama
24 Rama, Claudio (2009). «El nacimiento de la acreditación internacional en América Latina». (Ponencia presentada
en el I Congreso de la Acreditación Internacional. CACECA: México, 3 septiembre 2008). «AVALIACAO» Revista
da Rede de Avaliação Institucional da Educação Superior (Campinas – Brasil), pp 294-313. RAIES - Universidad de
Sorocaba. V.14 n.02 julho de 2009, Campinas, Sorocaba: SP http://www.claudiorama.name/archivos/publicacio
nes/91be7043df760dd5738b3206a00bae99.pdf
104 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
Por otro parte, debe asumirse claramente que las economías mundiales están en un
proceso de transformaciones estructurales y donde la pertinencia del proceso de ense-
ñanza-aprendizaje debe tomar en consideración la apertura de las economías, su perfil
crecientemente exportador, el manejo de complejidades dadas por las nuevas tecnologías
y por ende la focalización de los procesos bajo estándares internacionales. El incremento
de la calidad sin duda no refiere sólo a los procesos al interior de las instituciones univer-
sitarias, sino que se avanza rápidamente a modelos asociados a la educación permanente
como son los procesos de recertificación periódica de competencias profesionales, los
cuales valoran destacadamente los saberes generados en ámbitos internacionales como
congresos internacionales, revistas arbitradas, movilidad, educación transfronteriza, prác-
ticas en redes globales, etc.).
Es en el ámbito del análisis de política pública, y de la política misma, donde el concepto del
«bien público» tiene su mayor sustentación tanto conceptual como histórica. Se encuentra
en varias de las constituciones de América Latina (Perú, El Salvador, Argentina (Tucumán),
etc.) desde los inicios mismos de la vida como repúblicas (Perú, 1828). Contemporáneamente
en el siglo XX se constituyó en uno de los ejes del pensamiento social cristiano con raíces
históricas al interior de la Iglesia Católica. Jacques Maritain, estableció la relación entre
la persona y el bien común, al afirmar que «frente a la noción de persona, como unidad
social, se presenta la noción de bien común, como fin del todo social. Tratase de dos no-
ciones correlativas que se complementan mutuamente».25 El teólogo asociaba además ese
concepto, no sólo a la raíz cristiana, sino a la democracia al concebir que «el primer axioma
y precepto en una democracia es creer en el pueblo. Confiar en el pueblo, respetarlo,
creer en todos y en cada uno de sus miembros mientras se procura despertarlos, es decir,
mientras se coloca uno al servicio de su dignidad humana».26 El «bien público», que a
su vez era parte y que se asociaba al «bien común» era colocado como un principio ético y
como el eje del accionar del Estado. Afirmaba que «el bien común y el orden general de la
ley son esenciales del bien común del cuerpo político», viendo en el Estado el instrumento
de su logro, a través de la democracia, del cual Maritain fue un activo promotor frente a
los regímenes soviéticos y nazi de la preguerra de entonces. Para Maritain además, «el bien
común no era sólo la suma de las ventajas y de los servicios públicos que la organización de
la vida común presupone» sino que «el Estado actuaba y organiza (actividades y servicios)
porque ello es exigido por los intereses del «bien público». En esta línea Fernando Vives
reafirmó en aquella época el rol gubernamental al sostener que «el Estado debía concentrar
poder suficiente para hacer prevalecer el «interés general» por sobre el interés particular,
YUYAYKUSUN 105
Claudio Rama
pues «las iniciativas privadas pueden olvidar el interés general o aun oponerse a él. Ponerlas
de acuerdo, hacerlas concurrir al bien público y, por consiguiente controlarlas y vigilarlas,
orientarlas, es evidentemente un derecho de la autoridad pública».27 El «bien público» se
conformó así como un valor o principio y un objetivo social, y por ende también como un
rol del Estado. Algunos de estos enfoques confrontaban el interés privado y el público, y
en lo educativo se expresaban en instituciones de derecho privado regidas por el objeto del
«bien público» que terminó expresándose en el carácter sin fines de lucro de las instituciones
educativas, siguiente además la tradición cristiana frente al lucro, tan distinta de la calvinista
o luterana que caracterizó a la Reforma.
En los análisis de política pública contemporáneos, lo «público» de un bien o servicio
no es una cualidad del bien o servicio en sí mismo, ni tampoco meramente un principio
ético, sino un reflejo de la perspectiva interpretativa bajo el cual la población ve el bien o
servicio, y ello como derivación de las culturas y de las luchas políticas en torno al poder.28
El «bien público» es visto como una opción política en tanto expresa una convención po-
lítica y social el torno al acceso al disfrute de dicho bien. Así, lo que diferencia los servicios
no mercantiles públicos de sus equivalentes privados será estrictamente una variable al
interior del sistema político, y no el carácter de los suministradores, al estar asociado a su
grado de socialización y su acceso relativamente más libre que en condiciones de mercado.
El eje del «bien público» aquí es propender a permitir que, independientemente de la
distribución del ingreso de las familias, su consumo individual tenga lugar, al imponer su
socialización a través del Estado para los sectores que no pueden acceder a ellos a través
de mercados funcionando libremente, o inclusive que aún pudiéndolo, logran socializar
esos costos a través de política pública legitimada socialmente. En este enfoque el Estado
a su vez se legitima, así como sus respectivas burocracias a través del suministro gratuito
o subsidiado de esos servicios en tanto controlan los procesos de gestión y administración
de esos bienes públicos. Bajo esta perspectiva debemos considerar a la educación superior
subsidiada con fondos públicos como derivada de luchas sociales expresadas en demandas
sociales que se consolidan en concepciones políticas sobre accesos gratuitos a los bienes y a
un rol de los partidos políticos y del Estado en la legitimación de esas conquistas sociales.
La revalorización del concepto del «bien público» es también parte de una respuesta
a la globalización que está requiriendo un avance regulador del Estado, a partir de la inca-
pacidad de construir un mundo global con Estados débiles sin capacidades regulatorias,
en tanto el Estado recibe parte de su legitimación en su rol redistribuidor.29 Más globa-
27 Vives Solar, Fernando (1932), «Bases para una constitución cristiana del Estado». Reproducido en Escritos del
padre Fernando Vives Solar (Fuentes para la historia de la República, vol. v, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Mu-
seos, 1993) pp. 229-246. Citado por: Correa, Sofía, El corporativismo como expresión política del socialcristianismo
Teología y vida ISSN 0049-3449 versión impresa, Teol. vida v.49 n.3 Santiago 2008. http://www.scielo.cl/scielo.
php?pid=S0049-34492008000200017&script=sci_arttext#n28
28 Misas Arango, Gabriel (2007). «La educación superior como bien público o bien privado», en Nuevo conocimiento
para la integración. Convenio Andrés Bello: Bogotá .
29 Fukuyama, Francis (2004). La construcción del Estado. Hacia un nuevo orden mundial en el siglo XXI
Ediciones B: Barcelona.
106 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
lización requiere Estados nacionales y estructuras regionales más fuertes. La crisis actual
muestra claramente la certeza de esa visión de Fukuyama. La definición de la educación
superior como un «bien público» en este sentido facilita el nuevo rol regulador de los
Estados como el garante de la calidad de la educación y la construcción de instrumentos
jurídicos, que antes carecía el Estado, para la regulación de la educación tanto pública
por su autonomía tradicional, como privada por su carácter mercantil. Por eso, se cons-
tata como en los últimos años, en todos los ámbitos, los gobiernos han mostrado un alto
apoyo a esos marcos de definiciones, en tanto ellos les han permitido construir los instru-
mentos de regulación que la propia diferenciación institucional, de modalidades, niveles
y formas organizativas de las ultimas décadas, muchas veces sin la existencia de estándares
establecidos de calidad, han ido reclamando imperiosamente a escala global, así como
aumentar la acción populista que crecientemente caracteriza a la región.
YUYAYKUSUN 107
Claudio Rama
del siglo XX, y de la educación superior como un servicio estatal se pasó a un nuevo
modelo de prestación como servicio público autónomo.
La educación superior en América Latina pasó de una educación estatal que reafir-
maba el derecho fundamental para las elites, a instituciones que a través de la gratui-
dad promovieron a través de la masificación —muchas veces solo en el discurso—, la
realización de los derechos de segunda generación cuya concreción recayó en ellas y no
en los Estados. Al garantizar la gratuidad, aún cuando era sobre todo para sectores de
elite, facilitaban que la gente pudiera ejercer sus derechos fundamentales y cumplían
el deber ético del Estado en la construcción de la sociedad y en el desarrollo de bienes
públicos. La educación superior se concibió en el marco de un servicio estatal con con-
trol delegado a través de la autonomía a los mismos prestadores del servicio, de acceso
relativamente libre o subsidiado, financiado por la sociedad a partir de impuestos y
cuyo acceso estaba de hecho restringido para determinados sectores sociales, pero en
el marco de valores y discursos narrativos que lo focalizaba como una responsabilidad
pública. Ello más allá de ser de elites que se beneficiaban de esa redistribución de
recursos colectivos. Bajo este modelo si bien no se estableció la obligatoriedad de su
cumplimiento por las personas, durante muchos años se restringió la existencia de la
educación superior privada que quedó muy limitada a espacios religiosos marcados por
instituciones privadas pero notoriamente sin fines de lucro y focalizadas también en el
«bien público» para las elites.
La masificación de la educación media y las demandas de mayor cobertura finalmen-
te derivaron en procesos de diferenciación, restricciones financieras públicas y expansión
privada. Con o sin mecanismos selectivos o con más o menos gratuidad y en distinta pro-
porción e intensidad, se desarrolló la educación privada. Tal nueva realidad se dio sobre
la base de ciertos consensos en su momento en casi todos los países y que construyeron
modelos duales público-privado en educación superior, donde por un lado la Universidad
pública mantenía su acceso gratuito, sus recursos y sus estructuras, se focalizaba en seg-
mentos medios, más allá de las elitizaciones o populismo de algunas instituciones, en
tanto que por la otra dimensión se expandía la educación privada, como absorción de
demandas o formación de elites, asociadas inversamente al modelo público de cobertura
universitaria. Sin embargo, el rápido camino de expansión de la educación superior priva-
da cambio radicalmente el escenario de la educación superior y la distribución del poder,
ante el avance del sector privado desde un 16% de la matrícula total en 1960 a un 47%
en el 2005. Ello alteró a las universidades públicas y promovió la construcción de un dis-
curso político de las hegemonías universitarias públicas y de determinadas fuerzas sociales
integradas en esos espacios, de construir nuevos escenarios de regulación y de las políticas,
y de confrontar la expansión del sector privado, buscando reconstruir los escenarios de
antaño. La Universidad miró a un pasado mítico monopólico. La compleja desigualdad
ética creada por la selectividad que daba acceso gratuito a unos en el Estado y pagante a
otros en el sector privado, no ha podido construir una sustentación política y sentó las
bases, a través de la educación como «bien público» para su desmantelamiento. El meca-
108 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
nismo para obtener mayores presupuestos públicos, dejó de ser lentamente la capacidad
de movilización estudiantil ante el cambio del perfil social y cultural de éstos y la pérdida
general del nivel de monopolios ante la diferenciación. Las alianzas políticas y el discurso
contra la universidad privada fueron los instrumentos más utilizados. En Uruguay por
ejemplo, consideraban los representantes de la universidad pública como una «rémora»30
de la dictadura la creación de una universidad privada en 1985, la primera en el país,
la Universidad Católica. En algunos países la ausencia de regulaciones y una expansión
del sector privado clasificados como «patito» y «de garaje» facilitó la sustentación de esa
estrategia orientada a la búsqueda de mecanismos para regular la expansión privada y au-
mentar los presupuestos públicos. La acción política de la universidad pública autónoma
latinoamericana, y de amplios sectores políticos, se desarrolló sobre la base de alianzas
políticas contra las fuerzas y partidos que habían facilitado esas aperturas. En ese proceso
si bien al comienzo fueron resistentes esas universidades públicas a aceptar el rol regula-
dor del Estado, su objetivo de reafirmar sus demandas de regulación sobre los mercados
privados y al tiempo de aumentar las transferencias públicas como único mecanismo para
aumentar su cobertura, terminaron aceptando el pasaje desde una regulación académica
tradicional al interior de las Universidades a una nueva regulación pública desde nuevos
aparatos específicos del Estado, lo cual se ha expresado finalmente en la aceptación por
parte de las universidades de los procedimientos de evaluación y acreditación externa y de
fiscalización y control general del Estado. Las dos más grandes instituciones de la región,
la UNAM en México y la UBA en Argentina —esta inclusive inició una demanda de
inconstitucionalidad de la ley de creación de la Secretaria de Política Universitaria y la
agencia de acreditación en 1995—, así como el conjunto de todas las universidades pú-
blicas de Bolivia a través del Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana que también
presentó colectivamente la demanda de inconstitucionalidad de la norma de evaluación y
acreditación en 1993, han terminado por ajustarse a esos nuevos escenarios, reafirmando
el concepto del «bien público» y su supeditación al Estado más allá de perder parte de su
tradicional regulación académica, pero al tiempo acceder, en la fase expansiva, a más re-
cursos y más políticas públicas de control sobre la educación privada. Estos instrumentos
no sólo se han expresado en meros instrumentos de calidad, sino también en muchos ca-
sos en la fijación de estándares propios para la educación privada como en Bolivia, Costa
Rica y Uruguay mientras ellas mantienen sus niveles de autonomía, o estándares para las
privadas de las mismas dimensiones que la universidad pública de elites de investigación
como en Brasil.
Estas nuevas orientaciones de políticas cambiaron los ejes de las tradicionales políticas
públicas en educación superior localizadas en la autonomía de acción de las universidades
en su relativa libertad de acción internacional así como en la ausencia de significativas
30 El diccionario de la Real Academia define rémora como un pez que hace el vacío para adherirse a los objetos flotantes
y que en la antigüedad se le atribuían la propiedad de detener las naves. Es también algo que detiene a otra casa. En
este caso, la creación de una Universidad privada religiosa, era visto como la causa que detenía el desarrollo de la
universidad pública.
YUYAYKUSUN 109
Claudio Rama
110 YUYAYKUSUN
La internacionalización ante el bien público en América Latina
33 Para el 2006, la proporción de matrícula privada iba de 80.5% en Corea; 77 % en Japón; 75.3% en Chile; 69.3 %
en Brasil ( datos propios de Brasil oficiales dan 71.1%); 65.7% en Filipinas; 65.3% India; 65.2% Indonesia; 58,5%
Paraguay; 49.5% Perú; 33% México; 31.1% Malasia; 27% Portugal; 23.9% Estados Unidos; 22,2% Argentina;
16.3% Francia; 11% Rusia; 9.7% Uruguay; a 0% Grecia y Cuba. UNESCO. World Education Indicators. ,
YUYAYKUSUN 111
Nuevos movimientos sociales e imaginarios
emancipatorios en el Perú actual1
José Martínez Llaque
Resumen
En el Perú, desde fines de la década del noventa hasta la actualidad, la ofensiva del neoliberalismo
es cada vez más extensa y profunda. Al mismo tiempo, la conflictividad social, cultural y política se
viene incrementando notablemente. La entrega al capital transnacional, de los recursos naturales, de
la biodiversidad, del agua, del oxígeno, la contaminación del medio ambiente, así como la desigual-
dad y exclusión persistentes, se han convertido en los principales factores detonantes de los conflictos
y el reactivamiento de nuevos movimientos sociales en costa, sierra y selva que ha tenido su máxima
expresión en los sucesos de Bagua y la perspectiva de un nuevo horizonte. De seguir esta tendencia, se
prevé a mediano plazo una confrontación estratégica entre el bloque de fuerzas dominantes y el campo
popular de imprevisibles consecuencias.
Abstract
In Peru, since the end of nineties until now, neoberalism offensive is more extensive and deep each
time. At the same time, social, cultural and political conflicts are notably increased. The dedication
to transnational capital, natural resources, biodiversity, water, oxygen, environmental pollution, just
like persistent inequality and exclusion have become in the main trigger factors of conflicts and the
reactivation of new social movements in the three more important regions of Peru, the Coast, the
Mountains and the Jungle this last one has reached its higher expression with Bagua events and the
perspective of a new tomorrow. If this tendency continues, in medium term there will be a strategic
confrontation between dominant forces block and popular field with unpredictable consequences.
L
a época actual se caracteriza por una aguda crisis del sistema capitalista mundial
que se expresa en todas las dimensiones de la vida social del planeta. Con el fin
de la guerra fría y el derrumbe del socialismo «realmente existente» el capitalismo
establece su hegemonía total a nivel global motivando la resistencia de los pueblos del
mundo.
En América Latina determinados gobiernos, conservadores como Colombia y Perú,
se han convertido en aliados incondicionales de esta ofensiva mientras que otros gobier-
nos progresistas y populares se encuentran enfrentados a la ofensiva del modelo neolibe-
ral. El derrocamiento de M. Zelaya en Honduras y la instalación de las bases militares
1 Ponencia presentada al XVII Congreso de la Asociaci’on Latinoamericana de Sociolog’ia. Buenos Aires, del 31 de
agosto al 4 de setiembre de 2009.
2 Tousaint, Eric. «Qué crisis, qué respuestas puede dar el Sur». Versión electrónica, octubre de 2008.
3 Quijano, Aníbal. «El imaginario anticapitalista», versión electrónica: Globalización.org. Conferencia pronunciada
en el Primer Foro Social Mundial, Porto Alegre, 2003.
114 YUYAYKUSUN
Movimientos sociales e imaginarios emancipatorios en el Perú
4 Reuber, Isabel. «América Latina. Movimientos sociales y representación política». Edición digital Rebelión. Buenos
Aires. 2003 pp.34-50.
YUYAYKUSUN 115
José Martínez Llaque
A partir de 1990 las mayorías de la población mundial, en especial los trabajadores, son
afectadas por una embestida del llamado «capitalismo salvaje», denominación dada por
su carácter depredador y destructivo de la existencia social. Gobiernos cívico-militares y
regímenes autoritarios y dictatoriales impusieron el modelo neoliberal a través de me-
didas formuladas con el Consenso de Washington. «Se desnacionalizó la economía con
la privatización de sectores que estaban bajo el control del Estado, se des-democratizó
y se implantó un Estado neoliberal que borró de un plumazo las conquistas logradas
por la clase trabajadora y desarticuló todo el tejido social haciendo entrar en crisis todas
las organizaciones, instituciones e intermediaciones sociales y políticas. Esta embestida
capitalista fue adoptada, implementada y generalizada en toda la región por distintos
gobiernos las que trajeron profundas consecuencias a nivel de los derechos sociales y polí-
ticos de los trabajadores y la población en general. Sus más encarnecidas representaciones
fueron los gobiernos de Carlos Menem (Argentina), Alberto Fujimori (Perú), Salinas de
Gortari (México), Collor de Melo y luego Fernando H. Cardoso (Brasil). Las profundas
y regresivas consecuencias en términos sociales y democráticos que la aplicación de estas
políticas supuso (de las cuales la pauperización de masas es una de sus expresiones más
trágicas) fueron el resultado de las agudas transformaciones estructurales que modificaron
la geografía societal de los capitalismos latinoamericanos en el marco del nuevo orden que
parecía imponer la llamada «globalización neoliberal»5.
Sobre el neoliberalismo y sus consecuencias económicas, sociales, políticas y cultura-
les en América Latina es vasta la literatura, como también lo referente a la resistencia de
los movimientos sociales desde el principios de la década del 90 y de su nuevo ascenso a
fines de la misma década cuando empieza la crisis del modelo neoliberal que se prolonga
hasta nuestros días, período donde la conflictividad se incrementa en forma vertiginosa
con sus particularidades en cada país de la región. En este sentido, la realidad sociopolíti-
ca de los diferentes países aparece signada por una renovada protesta social en los últimos
años. Aparecen nuevos movimientos sociales con características diferentes de aquellos que
se habían expresado en los años 70 y 80.
Los conflictos sociales que se venían gestando ya no eran los mismos que los de fines de la
década del 70 y principios de los 80. Durante estas décadas el modelo de acumulación y
crecimiento económico se gestaban en el sector industrial manufacturero con sus clásicas
relaciones salariales y organizaciones sindicales. Las transformaciones estructurales que
el neoliberalismo impuso sobre todos los órdenes de la vida social, y en particular en la
economía y el mercado de trabajo bajo los procesos de desindustrialización y financia-
rización económica, habrán de poner en crisis de dicha matriz de la acción colectiva y
5 Seoane, José; Taddei, Emilio; Algranati, Clara. «Las nuevas configuraciones de los movimientos populares en
América Latina». En: Atilio A. Borón y Gladys Lechine. Política y movimientos sociales en un mundo hegemónico.
Clacso. Buenos Aires. 2006, p. 228.
116 YUYAYKUSUN
Movimientos sociales e imaginarios emancipatorios en el Perú
Sobre este hecho particular, existen aún debates en las ciencias sociales sobre los nuevos
movimientos sociales, su naturaleza y significado en el cambio social7. El concepto tiene
acepciones diferentes que expresan acciones colectivas de nuevos sujetos sociales que es-
tán en la escena actual de los conflictos. Las connotaciones culturales revisten vital impor-
tancia en los actuales movimientos sociales. Touraine y Melucci son los más destacados
representantes del pensamiento social europeo de cuyos enfoques podemos rescatar la
importancia que reviste el sujeto y las identidades. La importancia de la cultura va a recatar
la necesidad de partir desde la propia vida cotidiana para poder entender los nuevos pro-
blemas generados por la regulación capitalista y la construcción de nuevas alternativas a
nivel social y político, a nivel individual y colectivo. El papel de la cultura, en los enfoques
y concepciones políticas, particularmente, la izquierda socialista, no tuvieron la impor-
tancia de ahora en décadas pasadas. El determinismo de lo estructural, de lo económico
dejó de lado la subjetividad en todas sus manifestaciones. Este vacío teórico y epistemoló-
gico fue una de las causas de la crisis programática y teórica de los socialistas.
YUYAYKUSUN 117
José Martínez Llaque
118 YUYAYKUSUN
Movimientos sociales e imaginarios emancipatorios en el Perú
a. Las protestas sociales en el Perú en el período han seguido una línea ascendente desde
fines de la década del 90; inicialmente en el contexto del cuestionamiento a una segunda
reelección de Fujimori, y luego, por un conjunto de factores, entre ellos un cambio en la
estructura de oportunidades políticas signados por el proceso de apertura y democrati-
zación. Las protestas fueron principalmente de carácter local y fragmentando terminado
posteriormente con la Marcha de los Cuatro Suyos que fue masivo, organizado, unitario
y esencialmente político. b. Las protestas nos muestra una realidad social marcada por la
desarticulación de las instancias que construyen la representación social y política. Estas
protestas tienden a asumir la forma de «estallidos: esporádicos, con una vigencia limitada
generalmente al momento mismo de la irrupción para ser cuestionados y perder vigencia
después; no suelen seguir caminos institucionales, no suelen construir actores; y oscilan
entre la confrontación y cooptación con carácter de clientelismo de parte del Estado9.
Más adelante, en el mismo texto, los autores reconocen que estas protestas pusieron en ja-
que a Fujimori y a Toledo donde este último terminó cuestionado con un desaprobación
muy baja, pero estas protestas no alcanzaron la radicalidad que se presentó en otros países
en los mismos años y que llevaron a la caída de los presidentes ecuatorianos Bucaram
(1997), Mahuad (2000) y Gutiérrez (2005); en Bolivia a la caída de Sánchez de Lozada
(2003) y Carlos Meza (2005), y en la Argentina del presidente De la Rúa (2001). Se debe
9 Garay, Carolina y Martín Tanaka, Las protestas sociales en el Perú entre 1995 y 2006. Romeo Grompone. «Los
movimientos sociales en el Perú y sus marcos explicativos», en Romeo Grompone y Martín Tanaka ((Eds). Entre el
crecimiento económico y la insatisfacción social. IEP Lima, 2009, pp. 381-382.
YUYAYKUSUN 119
José Martínez Llaque
10 Ibídem, p. 385.
11 Carlos Monge, León Portocarrero, Claudia Viale, Rocío García. «Recursos naturales y conflictos sociales en el
Perú del siglo XXI», en Perú hoy. Territorio y naturaleza. Desarrollo en armonía. Desco, Lima 2008, pp. 118-120.
12 Op. cit., pp.134-135.
120 YUYAYKUSUN
Movimientos sociales e imaginarios emancipatorios en el Perú
13 Roberto Espinoza, «La lucha contra etnocidio capitalista en el Perú», en Buen Vivir: vocero del movimiento cumbre de
los pueblos, Año I, N 2, julio de 2009.
14 Frente Nacional por la Vida y la Soberanía (Frenvidas): «Las fuerzas del cambio se hacen presentes, en medio de la
crisis del régimen neoliberal, generada por la rebelión indígena amazónica». Lima, agosto de 2009. p. 9.
YUYAYKUSUN 121
José Martínez Llaque
Estado neoliberal (la primera fue la caída del fujimontesinismo el año 2000), sucesos
que revelan que estamos ante la más grave crisis político-social que ha ocurrido desde esa
fecha y tienen la particularidad de haber puesto en cuestión la gobernabilidad neoliberal,
la estabilidad del régimen; y por tanto, la propia continuidad del modelo. Tercero, «esta
crisis es, asimismo, el anuncio de que estamos entrando a una nueva fase de la lucha
política social, como manifestación de ese intermitente proceso de polarización política
y social que —en medio de flujos y reflujos— se viene procesando en el país desde hace
algunos años atrás, con la particularidad de que —ahora— el factor más activo de la
polarización es el propio presidente Alan García, porque sabe que su poder y autoridad
están acorralados»15.
«El significado que reviste los sucesos de Bagua, fortalece los movimientos populares
a nivel nacional». Con estos sucesos se abre un nuevo ciclo de protestas sociales en el
país, donde la «lucha por la soberanía de los recursos naturales y la preservación de los
ecosistemas de la Amazonía peruana tienen ahora dinámicos y potentes actores de carác-
ter étnico, político y social (una combinación de etnia, nacionalidad y clase), en cuyos
territorios incorporan y hacen uso legítimo de nuevas formas de lucha que casi siempre
han desarrollado los pueblos indígenas».16
La demanda de los pueblos amazónicos se van convirtiendo en un movimiento de
carácter nacional que se expresa en la lucha del movimiento andino del sur que se solida-
riza con los pueblos amazónicos, las que se articulan con sus propias experiencias, como
son los casos Andahuaylas y Sicuani, que exigen también la derogatoria de los decretos
contra los pueblos amazónicos y la Ley de recursos hídricos. Asimismo, hubo apoyo de
los sectores populares del Perú y de la comunidad internacional.
Por iniciativa de la AIDESEP, se constituye el Frente por la vida y la soberanía nacio-
nal, la cual es aceptada, también, por todos los sectores sociales. Su carácter es amplio y
unitario con la participación de todas las instituciones gremiales, la sociedad civil y las
fuerzas políticas de la izquierda.
Por todo lo expuesto, la construcción de un proyecto emancipatorio alternativo a la
sociedad capitalista. La organización del Frente por la vida y la soberanía nacional y el
partido se convierten en instrumentos imprescindibles. No obstante, en estos escenarios
de contienda, los movimientos sociales amazónicos y andinos muestran toda una serie de
imaginarios simbólicos en las prácticas culturales, que requieren un análisis que a conti-
nuación vamos a desarrollar como una tendencia.
122 YUYAYKUSUN
Movimientos sociales e imaginarios emancipatorios en el Perú
y sentido a toda una estructura de vida y a la naturaleza como tal; en otras palabras, éstas
son llamadas prácticas culturales (identitarias) donde los pueblos ancestrales aún mantie-
nen en vigencia.
Ahí precisamente opera toda una serie de prácticas culturales como: las estructuras
míticas, creencias, formas de vida, sentido de justicia, sentido de la libertad, escala de
valores, concepciones cosmológicas, expresiones lingüísticas, creaciones artísticas, vi-
vencias musicales, entre otras, que da una esquematización o forma de diferenciarse de
otros pueblos tradicionales o indígenas como ellos han afirmado, o también actualmen-
te se denominan como pueblos17 que, en palabras de A. Quijano, asumen sin crítica
alguna la denominación indígena. Este es el sentido organizacional de una comunidad
o pueblo que defiende la identidad territorial-amazónica de manera crítica ante los
intereses transnacionales y las políticas neoliberales del gobierno de turno. El gobierno
que se «disfraza con una máscara» de una democracia cultural fallida, que no sólo ha
violado reglas y reglamentos de estos pueblos, sino también los derechos humanos y
la dignidad de cada uno de los seres del mundo amazónico y con calificativos de seres
inferiores. Esto es producto de la cultura y organización ideológica occidental que ex-
presa un desconocimiento e ignorancia de las formas de vida armónica que llevan estos
pueblos.
Como se señala en páginas anteriores, la evolución de una organización de nue-
vos movimientos sociales reacciona ante los acontecimientos de una nueva época que
se caracteriza por los problemas globales como: contaminación ambiental, crisis global
ecológica; conjugando con esto, se aprecia la crisis interna del poder ante los distintos
movimientos sociales, específicamente amazónico, como bien se señala líneas arriba sobre
el caso concreto «el baguazo en junio de 2009» que ha derrotado al Estado neoliberal.
Este hecho crítico se explica desde tres perspectivas: a) El choque y desenlace social que
se genera en el escenario denominado «Curva del Diablo», b) La no aceptación de los
decretos emitidos por el gobierno, que es lesivo para los pueblos amazónicos, donde el
gobierno se quedó acorralado en su círculo vicioso de invasor y, c) La derrota del gobierno
por parte de los pueblos amazónicos, apoyado por movimientos sociales internos y orga-
nizaciones internacionales.
A partir de la derrota significativa que los pueblos amazónicos, particularmente de
Bagua, infligieron al Estado neoliberal podemos vislumbrar una perspectiva de construc-
ción de una nueva alternativa política. En este triunfo amazónico que tiene una proyec-
ción nacional fue importante la participación de los cuadros individuales de la izquierda
socialista que vienen trabajando desde tiempo atrás independientemente de las estructu-
ras partidarias. En estas luchas se pueden apreciar con claridad imaginarios simbólicos
17 Habrá que cuestionar un poco lo que en realidad significa la categoría pueblo, porque este concepto es precisamente la
vivencia del mundo griego, es decir, proviene de la cultura occidental; por tanto, sin crítica alguna estarían asumien-
do la cultura amazónica, para denominar como un único pueblo que vive en la Amazonía peruana, por tanto defien-
den su espacio geográfico, esto es llamado territorio como tal, que les pertenece porque son ellos los que conocen ese
espacio territorial como único. Los pueblos amazónicos se definen como tales porque han nacido en ese lugar.
YUYAYKUSUN 123
José Martínez Llaque
que representan y dan un sentido a toda una concepción amazónica construida desde sus
ancestros. En este sentido, estos movimientos sociales se caracterizan actualmente por
tener un horizonte de futuro que es una nueva visión de un «imaginario que está en pro-
ceso de constitución, ante todo entre los jóvenes, que tienen dos elementos constitutivos
principales: primero, la necesidad y la búsqueda de un nuevo horizonte de sentido para
la existencia social de la especie, como elemento fundante de toda existencia social alter-
nativa. Es el que emerge como contenido de la idea de utopía revolucionaria. Segundo, la
democracia como condición, punto de partida y eje de toda trayectoria en la producción
de una sociedad, de una existencia social alternativa a la impuesta por el patrón colonial-
capitalista de poder. Esa nueva perspectiva podría quizá, en adelante, dar sentido a los
debates sobre las cuestiones en torno del poder y la revolución»18.
Estos dos elementos, es decir, el nuevo horizonte y la democracia son respuestas a la
crisis del poder de una cultura política occidental racionalista, positivista y fragmentaria
que, por mucho tiempo, ha desconocido estas culturas y formas de vida. Por ello, actual-
mente los objetivos comunes que resaltan estas culturas son la defensa de la naturaleza y
la vida misma.
En una entrevista, el líder indígena Alberto Pizango sostiene lo siguiente: «la visión
de los pueblos es la libertad, en el territorio donde habitemos como dueños, la verdadera
gobernabilidad se trata de cómo es que como seres humanos nos tratemos, soberanos
del lugar en que se puede vivir. No es esta visión de desarrollo que trata de atropellar, no
es esa. La visión de los pueblos es cómo hacer para seguir viviendo bien y eso significa
cumpliendo nuestros deberes también. Y si propugnamos territorio, si decimos territoria-
lidad, hablamos dentro del territorio nacional. Pero nosotros decimos también, en el Perú
¿se responde a políticas del Estado o a políticas públicas de gobierno? La respuesta es que
se responde a políticas públicas de cada gobierno, porque el que viene hace lo que quiere
de acuerdo a su conveniencia partidaria»19.
En esa entrevista, se muestra no sólo una preocupación por defender el espacio te-
rritorial, sino también una concepción práctica de respecto a la vida, interpretación del
mundo, de los mitos y los sueños, entre otros. Sobre el particular, refiriéndose a la crisis a
la sociedad contemporánea, señalaba José C. Mariátegui: «la burguesía no tiene ya mito
alguno. Se ha vuelto incrédula, escéptica y nihilista»20. La preocupación y explicación de
Pizango, acerca de las luchas del pueblo amazónico, concuerdan con lo sostenido por
Bernex, quien dice: «… el territorio es siempre un espacio valorizado instrumental (di-
mensión ecológica, económica o geopolítica) o culturalmente (dimensión simbólica) [...]
el territorio constituye un espacio donde se inscribe la cultura en diferentes dimensiones:
puede servir de marco de prácticas culturales (pautas distintivas de comportamiento,
18 Quijano, Aníbal. «El imaginario anticapitalista», versión electrónica: Globalización.org. Conferencia pronunciada
en el Primer Foro Social Mundial, Porto Alegre, 2003, p. 12.
19 «La voz de Alberto Pizango: sobre el pensamiento político del pueblo indígena», entrevista exclusiva e inédita a
Aberto Pizango, presidente de AIDESEP, Lima, 21 de junio de 2009.
20 José C. Mariátegui», Alma Matinal, Ed. Minerva, Lima, p. 33.
124 YUYAYKUSUN
Movimientos sociales e imaginarios emancipatorios en el Perú
formas lingüísticas o modos de gestión de los recursos naturales) o puede, también, ser
apropiado subjetivamente como símbolo de pertenencia territorial»21.
En este sentido, Bernex afirma que la continua gestación del territorio es el rostro
humanizado del espacio donde los abanicos de paisajes revelan el alma profunda de las
sociedades, sus orígenes, sus herencias, sus valores, pero también sus necesidades y capa-
cidades. Ahí está el valor de los que Bachelard llama los espacios de posición, defendido
contra las fuerzas adversas, llamados espacios amados…22. En efecto, está claro que la
concepción de territorio que identifica a las comunidades amazónicas no tiene ninguna
división, ni resentimiento alguno, sino, por el contrario, es una sociedad que se funda-
menta en la no propiedad privada, debido a que el pueblo es único propietario.
Se ha venido sosteniendo que existen pugnas entre amazónicos y andinos, debido a
que estos últimos cuando migran hacen de la selva una superficie «plana» para el cultivo
agrícola como parte de su cultura ancestral y sobrevivencia por la carencia de tierras. Esta
racionalidad andina no es destructiva como sí lo es en la cultura occidental, realidad que
no es entendida por la cosmovisión amazónica. Se debe tener cuidado cualquier intento
de contrapoder y antagonizar dos racionalidades de pueblos que son estratégicamente
aliados frente a un enemigo común externo. Más bien se debe promover la complementa-
riedad de ambas concepciones respetando sus propias especificidades y teniendo en cuen-
ta que ambos provienen de la naturaleza. De acuerdo a esta tesis, no sólo es un imaginario
el proteger la naturaleza, sino de convivir en armonía y en equilibrio, que en palabras de
Edgar Morin, es el amor a la tierra como poderosa y vital capacidad de irradiación, de su
sentido utópico y su contagiosa esperanza en que realmente el «otro mundo es posible», tal
como también lo sostiene Aníbal Quijano.
Ante esta situación, los pueblos amazónicos y andinos, como movimientos que con-
figuran la realidad social, expresan con distintas formas las amenazas del poder. Las pro-
testas y manifestaciones simbólicas que se reflejan en sus luchas, muestran la operatividad
del mito, tal como lo había analizado Mariátegui, desde una perspectiva social y cultural,
donde la historicidad es una modalidad de analizar la propia lógica de la subjetividad
colectiva de los movimientos sociales y «la historia, en gran proporción, es en gran parte
subjetividad y en algunos casos, es casi pura poesía»23. Se trata, pues, desde otra perspecti-
va, de un método que además de «aplicarse» pasivamente, se ejerce y recrea sin cesar en
el contacto vivo de una formación histórico-social específica, sin someterse a esquemas
preestablecidos.
El estilo de pensamiento y acción del mundo indígena se expresa en la necesidad de
hallar, creativamente, una peculiar forma de conocer, sentir y transformar la realidad.
21 Bernex Nicole. «Reflexiones sobre el territorio peruano. En torno a las propuestas del plan nacional de desarrollo
territorial, 2004-2013». En Gean Paul Deler y otros, Los Andes y el reto del espacio mundo. Lima: Instituto Francés de
Estudios Andinos e Instituto de Estudios Peruanos, 2004, p. 326, citado por Erik Pajares, «Instrumentos de gestión
del ambiente y los recursos naturales en el Perú», en Perú hoy: Territorio y naturaleza, desarrollo en armonía. Desco,
Lima, 2008, p. 18.
22 Bachelard, Gastón. El aire y los sueños, FCE, México, 1997, p. 25.
23 Mariátegui, José Carlos, Alma matinal, Ed. Amauta, Lima, 1950, II p. 25.
YUYAYKUSUN 125
José Martínez Llaque
24 El buen vivir para un amazónico es: equilibrio, armonía con la naturaleza; y para el mundo andino es el respeto a la
mamapacha que es la naturaleza.
25 Véliz Alberto Cuya, Nuevo Andino, en Ciberjure - Portal Jurídico Peruano. (http://www.ciberjure.com.pe/index2.
php?option=com_content&do_pdf=1&id=4033, martes, 24 de junio de 2008, modificado el martes 24 de junio
de 2008.
26 Beuchot, Mauricio. «Imaginario social y hermenéutica analógica». El presente trabajo formará parte de un libro
colectivo que se está desarrollando en la actualidad y que llevará por título Las posibilidades de los imaginarios sociales
en: http://gceis.net/node/78.
126 YUYAYKUSUN
Movimientos sociales e imaginarios emancipatorios en el Perú
te lo que pasa en los nuevos movimientos sociales actualmente. Porque sin un mito la
existencia del hombre indígena amazónico-andino no tendría ningún sentido histórico.
La historia la hacen los hombres poseídos e iluminados por una creencia superior, por
una esperanza más humana; los demás son los conjuntos colectivos que movilizan bajo
el esquema estructural. De ahí que toda obra y toda su vida también, signifiquen una
«invitación a la vida heroica y creadora» que es el triunfo.
El mito social, verdadero motor de la historia, no es una invención arbitraria, sino
que surge de la misma historia desde la colectividad. Por eso, también, Mariátegui en
la búsqueda de un nuevo mito impulsor de la aventura humana, no vacila en remitirse
al antagonismo de las clases fundamentales de la sociedad capitalista en crisis. De esta
argumentación se deduce claramente que la diferencia en esta época de la burguesía y el
proletariado es el mito. El poder capitalista ya no tiene mito alguno. Se ha vuelto incré-
dulo, escéptico y nihilista. El mito capitalista ha envejecido demasiado. Los movimientos
sociales tienen un mito que le depara la historia y este es el cambio social. Hacia ese mito
se mueven los pueblos con fe vehemente y activa.
YUYAYKUSUN 127
El Estado-nación, la dimensión cultural
y la pluriculturalidad
Manuel Dammert Ego Aguirre1
RESUMEN
En este ensayo, trataré de reflexionar sobre la problemática de la dimensión cultural en los Estados-
nación y la pluriculturalidad, a partir de las reflexiones que hace Gellner sobre la misma en relación
con la perspectiva de transmodernidad poscolonial que realiza Enrique Dussel.
ABSTRACT
In this essay, following the reflections of Gellner, I Hill meditate on the problematic of the cultural
dimension in the States-Nation and the pluriculturality relative to the perspective of post colonial
transmodernity from Enrique Dussel.
El Estado y la nación
S
ostiene Gellner que el nacionalismo surge cuando la existencia del Estado se da por
supuesta, pues nadie puede plantearse las fronteras y pertenencias, políticas y cultu-
rales, si no es en sociedades con Estados. Pero no surgen en todas las sociedades, y
ahí está la cuestión clave que busca resolver.
Asume a Weber, y señala que donde no hay división del trabajo ni siquiera puede
empezar a hablarse de Estado. Pero no cualquier especialización: «El Estado es la especia-
lización y concentración del mantenimiento del orden». Lo hacen agentes especializados,
como la policía y los tribunales, y requieren normas.
En su planteamiento es crucial la distinción entre tres eras de la humanidad. En las
sociedades de cazadores-recolectores no existía el Estado. En la era agraria constituía una
opción y lo han poseído la mayoría de ellas. Y en la era industrial, la presencia del Estado
es ineludible, con formas muy diversas.
La nación y el nacionalismo no son una necesidad universal, sino una contingencia.
Surgen en la era moderna. Y tiene dos rasgos distintivos: cultural y voluntarista. Cultural:
compartir una misma cultura, definida como «sistema de ideas y signos, de asociaciones y
de pautas de conducta y comunicación» (Gellner, 1983: 20). Voluntarista: los miembros
de una nación asumen pertenencia a la misma y se reconocen derechos, fidelidades y
pertenencia común.
1 Ensayo presentado en el Seminario de Doctorado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, curso a cargo
del Dr. EduardoToche, 31 de julio de 2009.
130 YUYAYKUSUN
El Estado-nación, la dimensión cultural y la pluriculturalidad
(Gellner, 1983: 37). Se trata de un patrón común, de una acuñación conceptual univer-
sal. Este patrón común lo define como que «los hechos se sitúan en un espacio lógico con-
tinuo y único, que las afirmaciones referentes a ellos se pueden conectar y generalmente
relacionar, con cada uno de los demás, y todos ellos de tal modo que en principio, un
solo lenguaje, que es además internamente unitario, describe el mundo» (Gellner, 1983:
37). Esta concepción del lenguaje la refuerza al decir que «en nuestra sociedad se da por
supuesto que todos los usos referenciales del lenguaje remiten en última instancia a un
mundo coherente y se puede reducir a un idioma unitario, y que, además, este es legítimo
para relacionarnos mutuamente» (Gellner, 1983: 38).
Este patrón común se sustenta, con Descartes y Hume, en la idea de un mundo ho-
mogéneo, sujeto a leyes sistemáticas e indiscriminadas y abierto a la exploración inagotable,
que ofrecía infinitas posibilidades de realizar nuevas combinaciones de medios sin expec-
tativas ni límites firmes previos. De Hume remarca al respecto su tesis sobre la causalidad,
que resume: «en su propia esencia nada está inherentemente conectado con nada. Las co-
nexiones reales de este mundo solo pueden establecerse distinguiendo primeramente en
el pensamiento todo aquello que puede pensarse distintamente —de modo que, digamos,
se puedan aislar los elementos entre sí— viendo después empíricamente lo que resulta
estar unido» (Gellner, 1983).
Gellner concentra el principio de causalidad en el lenguaje homogéneo, cuando exis-
ten mayores mediaciones que señala Hume. Señala Dussel (2007: 326) que Hume refiere
en forma más amplia los aspectos del mundo en relación a la causalidad. Indica que para
el filósofo, en el mundo de la experiencia, no existe una conexión necesaria entre causa y
efecto, pues la necesidad es algo que existe en la mente, no en los objetos. El principio de
causalidad se da en la «mente», en el mundo de la totalidad de las ideas. Es la actividad
de la mente que infiere que algo ya existe, aunque no cognoscible por impresiones, lo que
permite conocer las causalidades como creencias, pudiendo darse el paso de la totalidad
de la experiencia a la totalidad de las ideas recordadas e imaginadas. Este pasaje de deri-
vación por inferencia para Hume, señala Dussel, usa canales comunes cotidianos, como
la costumbre, el hábito, la repetición de todas las experiencias pasadas memorizadas y
presentes de la experiencia. Esta perspectiva más amplia es una de las fuentes que luego
tomará en cuenta Bourdieu para formular la teoría de los campos y del habitus, incluyen-
do el campo cultural en su complejidad.
Este crecimiento cognitivo constante, que luego será estudiado por Habermas como
la «razón instrumental», señala Gellner, caracteriza el nuevo espíritu de la sociedad indus-
trial, la que ha pasado a depender del crecimiento constante de la economía y el conoci-
miento. Gellner obvia las importantes reflexiones críticas a esa forma de conocimiento
perpetuo de la razón instrumental que están en la base, con la crisis ecológica, de una de
las crisis fundamentales de la sociedad industrial.
YUYAYKUSUN 131
Manuel Dammert Ego Aguirre
132 YUYAYKUSUN
El Estado-nación, la dimensión cultural y la pluriculturalidad
YUYAYKUSUN 133
Manuel Dammert Ego Aguirre
134 YUYAYKUSUN
El Estado-nación, la dimensión cultural y la pluriculturalidad
cambiando a lo largo del tiempo» (Santos, 2000: 42-43). Existe aguda disputa de racio-
nalidades de pueblos, naciones y territorios, con las diferencias entre los diversos sistemas
de técnicas hegemónicas y las emergentes, en un mundo al mismo tiempo fragmentado
a escala global y en los diversos territorios. Son dos tendencias que las propias técnicas
impulsan: la homogeneidad y la diversidad, y la relación entre ambas tiene esos caminos
bifurcados y discontinuos de muchos procesos sociales.
La cultura, la estudia aislada de las otras dimensiones de la sociedad, en especial de
la económica. Adicionalmente, unilateraliza el rol del lenguaje como elemento de ho-
mogeneidad de la comunicación y el entendimiento. Pese a estas restricciones trata de
apreciar varias dimensiones de la cultura, asentándola en la división del trabajo, lo que es
su acierto clave para la explicación del nacionalismo.
Esta es la tensión que subyace a toda su obra. En algunos aspectos, al acentuar la
dimensión cultural como un campo autónomo, se acerca a lo que Bourdieu desarrolla
como «campo cultural», que asume la cultura constituyendo y constituida por el universo
social, mediada con la sociedad a través de estructuras mentales diferenciadas por clases
y conformadas por las condiciones de existencia y estilos de vida, relacionando la estrati-
ficación por clase y por estatus. Con esta perspectiva puede Bourdieu afirmar la cultura
como una estructura estructurante, para la comprensión del mundo social, una forma
sustantiva de la acción comunicativa que fundamenta el orden social, y una expresión de
relación de fuerzas.
YUYAYKUSUN 135
Manuel Dammert Ego Aguirre
Señala que «el nacionalismo, aunque se presente como el despertar de una fuerza an-
tigua, oculta y aletargada, en realidad no lo es. Es consecuencia de una nueva forma de or-
ganización social basada en culturas desarrolladas profundamente interiorizadas y depen-
dientes de la educación, cada una de ellas protegida por su respectivo Estado» (Gellner,
1983: 69). Critica el mito de las naciones como un destino político largamente aplazado,
que resume Hegel cuando sostiene que «es posible que las naciones hayan de recorrer una
larga historia antes de llegar finalmente a su destino, el de constituirse en Estado».
Señala que el elemento crucial de toda su teoría en «el nacionalismo no es el desper-
tar y la confirmación de estas unidades míticas, supuestamente naturales, dadas. Por el
contrario, es la cristalización de nuevas unidades y una cristalización posible gracias a las
condiciones que actualmente imperan, si bien es cierto utilizando como materia prima
herencias culturales históricas y de otro tipo provenientes del mundo prenacionalista.
Esta fuerza —la marcha hacia nuevas unidades levantadas sobre los principios que co-
rresponden a la nueva división del trabajo— es realmente poderosa, pero no es la única
existente en el mundo moderno y tampoco es irresistible. La mayoría de las veces se acaba
imponiendo y, sobre todo, determina la norma para establecer la legitimidad política en
el mundo moderno» (Gellner, 1983: 71).
Lo enfatiza más adelante: «el engaño y autoengaño básicos que lleva a cabo el na-
cionalismo consiste en lo siguiente: el nacionalismo es esencialmente la imposición ge-
neral de una cultura desarrollada a una sociedad en que hasta entonces la mayoría, y en
algunos casos la totalidad, de la población se había regido por culturas primarias... El
nacionalismo suele conquistar en nombre de una supuesta cultura popular.» (Gellner,
1983: 82).
Esta comprensión la ejemplifica en una tipología de nacionalismo. Combina dos
factores en su modelo: el poder y el acceso a la cultura-educación desarrollada, viable.
Establece algunos supuestos. Separa el poder entre los que tienen y los que no tienen.
El concepto de cultura lo utiliza en sentido antropológico, por ser parte de otra cultura,
no por carecer de educación. Se suponen solo dos casos: sociedades monoculturales y
sociedades con dos culturas, una de ellas con poder. Con esta tipología se generan ocho
situaciones hipotéticas, que analiza. Señala que en cuatro de ellas, que corresponden a
situaciones donde cualesquiera desigualdades de poder o acceso a la educación pueden
darse, el nacionalismo no tiene donde arraigar por carencia de diferenciación cultural.
Señala que la etnicidad entra a la esfera política como nacionalismo, cuando la base eco-
nómica requiere homogeneización y las diferencias de clase ligadas a la cultura se hacen
nocivas. El problema de esta parte del análisis, es que parecen conclusiones tautológicas,
derivadas de los supuestos que ha establecido previamente.
Más interesante es cuando busca presentar experiencias nacionalistas, a partir de tres
de las formas de su tipología.
– El nacionalismo Habsburgo. Los intelectuales vivificadores revitalizan o recrean, o
inventan, una cultura popular, con la que logran una unidad política para cambiar el
poder y forjar una nueva unidad en el Estado.
136 YUYAYKUSUN
El Estado-nación, la dimensión cultural y la pluriculturalidad
– Los nacionalismos unificadores de Italia y Alemania del siglo XIX. La cultura era
desarrollada y se generaliza el acceso a ella, por lo que debía definirse la desigualdad
del poder y la carencia de un techo político, conquistado por la unificación.
– Nacionalismo de diáspora. Minorías de cultura desarrollada y sobresaliente econó-
micamente, pero aisladas. Esta conjunción de superioridad económica e identifica-
bilidad cultural con debilidad política y militar la señala demasiada conocida para
recordarla. Van desde la expulsión hasta el genocidio (Gellner, 1983: 137).
Pero queda atrapado en una de sus exigencias clave de estudio: apreciar las teorías y
las culturas en su contexto histórico. Desde su contexto sociocultural, en los Habsburgo,
su racionalismo ilustrado lo delata. Más que un estudio de formas históricas de los nacio-
nalismos, como sí lo hace ampliamente con el estudio respecto al Islam, (Gellner, 1981)
y en su obra póstuma (Gellner, 1998) esta tipología es reductora del enfoque y en alguna
parte es un debate de crónica testimonial y zanjando cuentas, como se muestra en el artí-
culo sobre Hannah Arendt (Gallner, 1987: 86-101).
YUYAYKUSUN 137
Manuel Dammert Ego Aguirre
tico que donde existen dos culturas extensas, puedan sobrevivir ambas, al ponerse en
entredicho la soberanía.
Analiza la otra posibilidad: la inconmensurabilidad. La define como que cada cultu-
ra tiene sus normas y no son comparables. Señala que estas «crisálidas culturales» serán
superadas por las bases cognitivas y productivas comunes y el gran aumento de la comu-
nicación intersocial de la sociedad industrial.
Su conclusión dice que es un punto medio. «Aunque es poco probable que la vieja
plétora de culturas populares sobrevivan, como no sea en forma de recuerdo envuelto en
papel celofán, sin duda seguirá habiendo (afortunadamente) una pluralidad internacional
de culturas desarrolladas que, en algunos casos, serán incluso bastante diferentes. Podemos
estar seguros de que la inversión infraestructural realizada en ellas las perpetuará. En parte
porque muchas fronteras se han ajustado ya a las de estas culturas, y en parte porque hoy
en día se respeta tanto el imperativo nacionalista que las sociedades desarrolladas rara vez
los desafían de manera ostensible e intentan evitar enfrentamientos abiertos a él, se puede
esperar que la sociedad industrial tardía (si el género humano dura lo suficiente como
para disfrutar de ella) sea una sociedad en la que el nacionalismo persista, pero de una
forma sorda y menos virulenta» (Gellner, 1983: 156-157).
No es un punto medio sino la derivación de su aspecto más unilateral. Ahora la ho-
mogeneidad, a partir de una sociedad industrial a escala mundial, son los Estados en los
que se han fusionado las culturas desarrolladas. La pluralidad ya no es de culturas sino de
Estados (culturalmente homogéneos).
Su libro póstumo, de 1999, formula de otra manera su apreciación sobre las perspec-
tivas de relación entre cultura y política, abriendo campo a la pluriculturalidad.
En este libro, Gellner busca argumentar lo que constituiría una posición integradora
en el «Dilema de la sociedad de los Habsburgos», enfrentada para su afirmación nacional
entre el liberalismo y el comunitarismo. La «lectura en clave política», que realiza en la
presentación de libro, Vicente Sanfélix Vidarte, reconoce «Una posición, en suma, que
vendría a inyectar a su ‘racionalismo ilustrado’ una fuerte dosis de tolerancia y flexibili-
dad, permitiéndole mantenerse liberal en lo político e individualista y epistemológico en
cuanto al tema del conocimiento, y no obstante dar su lugar al nacionalismo/comunita-
rista/romántico bajo el sol de la cultura» (Gellner, 1999: 15).
Se resume en la Presentación la propuesta política como la «universalización del ré-
gimen indirecto del gobierno que los británicos aplicaron en su Imperio, o de la política
que los Habsburgo impulsaron finalmente en el suyo (una propuesta que aunque Gellner
no lo diga, a mí me hace pensar en la propuesta de autonomía cultural auspiciada por
buena parte de la socialdemocracia austrohúngara a principios del siglo XX). La idea sería
hacer compatible un gobierno lo más centralizado posible —mundial, en caso óptimo—
con el respeto y hasta el fomento de las diferencias culturales» (Gellner, 1999: 23).
En el prefacio, David Gellner, hijo del autor y compilador de la obra póstuma, señala
la relación con Malinowski en esta perspectiva. «Se sentía especialmente identificado con
él en su actitud hacia el nacionalismo, ya que abogaba, como único modo humano de
138 YUYAYKUSUN
El Estado-nación, la dimensión cultural y la pluriculturalidad
YUYAYKUSUN 139
Manuel Dammert Ego Aguirre
miento islámico en varios países, los enfrentamientos étnicos entre tribus africanas. Pero
mucho más. Es la eclosión de la diversidad, como la otra megatendencia universal ante
la globalización. Las formas de Imperio y la homogeneización universal ya no sirven; la
pluralidad cultural reclama su sitio en la nación y en el marco mundial de las naciones.
Hay que volver a pensar las relaciones entre cultura y poder, hay que repensar la
nación y el nacionalismo. Los aciertos y limitaciones de Gellner constituyen una fuente
de ideas para ello, en este contraste con otras propuestas, como la de Enrique Dussel,
formulada en la transmodernidad poscolonial.
Una Guía de Trabajo al respecto, producto de las reflexiones señaladas, y afirmando
la importancia de la perspectiva cultural, podría ser la siguiente:
Temas Investigación
Gellner (Malinowski)
(Dussel, otros)
Epistemología Racionalismo ilustrado Transmodernidad poscolonial
Vocación universal sistémica, en
Tecnología industrial Universal homogeneizante
variadas relaciones de fuerza
Solidaridad «orgánica», en la relación
Solidaridad orgánica mediada por el
de agente-estructura en sociedades
División del trabajo lenguaje impuesto por la sociedad
con diversos campos de práctica
industrial
social con relativas autonomías
Destino de las naciones en función Territorialidades diversas con
general de sociedad industrial heterogeneidad estructural por
Territorialidad
eurocéntrica (no aplicación multidimensionalidad de espacios-
«sincronismo» de Malinowski) tiempos producidos socialmente
Nación de pertenencia sociocultural,
Nación culturalmente homogénea
afincada en territorio, economía
Estado y nación de lazos de pertenencia, con Estado
y cultura, con esfera común de
legitimado por ella
soberanía política estatal
Identitario construido en imaginario Identitario construido en imaginario
desde el presente, cohesión social en desde el presente, cohesión social
Nacionalismo
base a cultura homogénea, soberanía en base a interculturalidad, soberanía
política prospectiva política prospectiva
Encuentro de civilizaciones diversas
«Imperio» de la sociedad industrial entre naciones pluriculturales,
universal, con multiculturalidad de en comunidad de naciones, que
Pluralismo
naciones, recortando soberanías comparten aspectos de soberanía,
políticas ( extender el «colonialismo») desde su condición de estados
territoriales soberanos.
Referencias bibliográgicas
Dussel, Enrique (2007). Política de la liberación, historia mundial y crítica. Trotta. Madrid.
140 YUYAYKUSUN
El Estado-nación, la dimensión cultural y la pluriculturalidad
Gellner, Ernest (1998). Lenguaje y soledad. Wittgesntein, Malinoswky y el dilema de los Habsburgo,
Síntesis. Barcelona.
—————— (1986). La sociedad musulmana, FCE. México.
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—————— (1994). Encuentros con el nacionalismo. Alianza Editorial. Madrid.
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Prigogine, Ilya e Isabelle Stengers (2004). La nueva alianza, Alianza Universidad. Madrid.
Snow, C.P. (1977). Las dos culturas y un segundo enfoque, Alianza Editorial. Madrid.
YUYAYKUSUN 141
Espacio social de la infancia,
educación y sociedad
Manuel Castillo Ochoa
Resumen
El presente trabajo indaga por los cambios que deben de procesar las ciencias sociales, en especial, la
sociología, al analizar la infancia bajo el actual proceso de mundialización. Señala que los cambios por
los cuales pasa la infancia, modifican abruptamente la construcción del espacio social del niño que
realizó la modernidad y bajo los cuales se creó la pedagogía moderna. Con la actual mundialización
hay una quiebra del espacio social de la pedagogía moderna, de las alianzas sociales que le dieron
origen y consistencia, lo que conlleva a que las ciencias sociales y la sociología alteren rápidamente sus
tradicionales enfoques al analizar la infancia bajo la nueva cultura de la mundialización.
Abstract
The present paper looks into the changes that social sciences should develop on analyzing infancy
under the globalization process, emphasizing sociology. It indicates that the changes of which infancy
goes through is going to modify abruptly the construction of the child social space that modernity
encouraged and under which modern pedagogy was created. With the current globalization there’s
a brake up between the social space and modern pedagogy, as with the social alliances gave it origin
and consistency, that bring into social sciences and sociology been rapidly altered in their traditional
approaches at analyzing infancy under the new globalization culture.
Presentación
E
s conocido que la sociología, a partir del proceso de globalización que envuelve al
planeta, esté pasando por cambios de envergadura que afectan no sólo su parte ope-
rativa como es su inserción en el mercado laboral o las disminuciones de los adscritos
a las asociaciones de sociólogos, tal como lo señala Horowitz para el caso norteamericano1,
sino también su parte conceptual procesa cambios notables. La proliferación al interior
de la sociología de disímiles y variados enfoques, corrientes y escuelas de pensamiento,
demuestra cómo, desde ese oficio, desde esa disciplina del pensamiento, las observaciones
y generalizaciones que de sus estudios tradicionales se deducían, no van más. Los objetos
clásicos y tradicionales de su intervención han cambiado, y están mutando, abruptamente.
Pero para analizar esos cambios, creemos, la mejor forma no es deslizarse por la pendiente de
las disquisiciones teóricas, un camino tortuoso para el caso nacional tan poco acostumbrado
a ese tipo de debates, sino analizar un objeto específico de tratamiento sociológico y ver
1 Para las referencias sobre Horowitz, así como los cambios que están acaeciendo en la sociología véase de Giddens,
Anthony: ¿Para que sirve la sociología?, Ediciones Ariel, España, 2003.
cómo la sociología nos permite reinterpretarlo a la luz de los procesos sociales recientes. Eso
es lo que pretendemos realizar en este trabajo, y para ello tomaremos como objeto central
el caso de la sociología de la infancia. El análisis de un tema como el de la infancia puede
ser sumamente demostrativo de los cambios recientes que desde las ciencias sociales se están
realizando sobre el mismo, más aún debido a su complejidad.
Pero aún cuando el tema presenta esas dificultades se hace necesario abordarlo, pues
la temática de la infancia presenta interesantes modificaciones y cambios que no sólo ates-
tiguan lo que está sucediendo dentro de su campo, sino del conjunto de la sociedad. Ella
nos puede servir de un medio de entrada inigualable para realizar observaciones sobre los
grandes cambios de época que el nuevo siglo trae ante nosotros. Ciertamente debemos tener
en cuenta que el tema se presenta complejo y cruzado de múltiples referencias, pues es un
campo sumamente heterogéneo, vasto, de muchas aristas y con muchas divisiones y subcla-
sificaciones a su interior. La infancia se puede tratar desde muchos lados y por lo mismo de
su propia complejidad se dificulta su tratamiento y análisis como parte de la sociedad.
Y sin embargo el tema debe ser objeto de estudio e investigación rigurosa y tratado con
detenimiento aún con las cautelas del caso. La preocupación central parte de que siendo
complejo es un aspecto básico de las actuales sociedades y lo que en la infancia suceda ten-
drá impactos intensos que marcarán a la sociedad futura en su conjunto. Pero hay varias
preocupaciones más a tener en cuenta al tratar un tema como la infancia, aún cuando bus-
quemos observarla solamente desde la sociología y dejemos de lado enfoques sicológicos o
económicos. Y lo es porque la infancia no es solo un aspecto sociológico, su abordaje requie-
re de múltiples disciplinas y su tratamiento debe ser integral y holístico. Aún así forzaremos
nuestro ejercicio y trataremos de observar a la infancia desde un sesgo sociológico.
Al abordar el tema hay que dejar de lado ciertos prejuicios o mal juicios que pueden
dañar nuestras indagaciones. La principal de ella será obviar la preguntas de si es posible
o no una sociología de la infancia. Si nos quedamos en buscar la respuesta a esa pregunta
es poco lo que avanzaremos. Así que es mejor asumir la respuesta a la pregunta desde su
positividad. Sí es posible, y asumiendo ese aspecto auspicioso caminar por el lado de la
respuesta. Así que asumiendo la respuesta de que hay una sociología de la infancia, pasa-
remos a desarrollarla.
2 El auge y la importancia que han adquirido los enfoques construccionistas en las ciencias sociales y en la sociología
pueden verse en textos como los de Habermas, Jürgen: La lógica de las ciencias sociales, Ediciones Tecnos, España,
1996; Cruz, Manuel: Filosofía contemporánea, Ediciones Taurus, España, 2002; Bernstein, Richard. La reestructu-
ración de la teoría social y política, Ediciones Fondo de Cultura Económica, México, 1996.
144 YUYAYKUSUN
¿Nueva infancia? Mundialización y nuevos espacios de construcción sopial Pedagógica
3 Aries, Philippe: La niñez y la familia en el Antiguo Régimen, Ediciones Taurus, España, 1992.
4 Ibíd. Véase el acápite Conclusión general.
5 Giddens habla de «varios» secuestros que la modernidad va produciendo sobre los miembros de la sociedad, el se-
cuestro de los expertos sobre la rutina de la vida diaria, el secuestro de los políticos sobre el acceso a la vida publica,
el secuestro de los científicos sobre el conocimiento. Asimismo, el secuestro que la escuela hace del infante, antes
educado en la «vida social». Para el caso véase su libro Modernidad e identidad del yo, ediciones Paidós, Buenos Aires,
1996.
YUYAYKUSUN 145
Manuel Castillo Ochoa
la intimidad es propio de los siglos xvii y xviii y como tal es también un espacio —un
sistema social, en la terminología de Luhmann— construido, creado socialmente, hasta
que en el siglo xix y xx se naturaliza como espacio ineludible de la formación del ciclo
biológico6.
La modernidad construye, por consiguiente, el espacio social de la infancia en alianza
con el reforzamiento de la reestructuración familiar que ella trae consigo, es decir, con el
nuevo papel que desempeña la familia en relación al adulto. Ahora la familia encuentra su
rol y su identidad, su ser vital, en la responsabilidad familiar. El niño se constituye en el
centro de la familia. De ser excéntrico a las relaciones de familia, pasa ahora a constituirse
en el centro de la misma. Si relacionamos las indagaciones de Aries y su hipótesis de la
construcción del espacio social que realiza la modernidad en referencia a la institución de
la infancia, podemos fácilmente deducir que estamos en el centro de lo que actualmente
se denomina el constructivismo sociológico. Aries nos proporciona así una valiosa aproxi-
mación al construccionismo histórico social, después de todo junto con Braudel fue uno
de los fundadores de la escuela de análisis histórico que se denominó historiografía de
las mentalidades, vale decir, de los imaginarios, de las representaciones colectivas, y en
tanto ello, de cómo se crean y construyen, también modifican y cambian las instituciones
sociales7.
Aries encuentra estas huellas de la arqueología de la infancia nuevamente en la ico-
nografía, pero esta vez analiza el surgimiento del tiempo de la modernidad como aquel
momento histórico en el cual se crea la infantilización del niño, espacios sociales propios
de la niñez, algo que no se había dado en la antigüedad. En la iconografía que investiga
se puede observar que en la modernidad el niño está dibujado en el centro de la escena
familiar y la familia alrededor de él, pero ahora viste con un ropaje distinto al del adulto.
Tiene su propia vestidura de acuerdo a su edad, ha surgido la industria del niño y se ha
consolidado el espacio de la infantilización social.
Pero la modernidad es bifronte con el niño, tal como señalan Baquero y Narodowski8,
Por un lado crea el espacio de la infancia para protegerlo de la vida social de la calle, pero
por el otro lo encierra y cerca en el sistema de la escolaridad. Es que la modernidad tam-
bién crea una institución nueva para la educación que antes se impartía en la vida. Crea
la institución de la escuela y hace pasar al niño de la familia a la escuela. Para ello se ha
tendido una alianza entre familia y escolaridad por medio de la cual la familia acepta
compartir la educación con la escuela, con el consentimiento del padre al tener que admi-
tir que él no es el educador absoluto sino que tiene que compartir la educación de su hijo
146 YUYAYKUSUN
¿Nueva infancia? Mundialización y nuevos espacios de construcción sopial Pedagógica
con otro adulto, el maestro. Rol profesional que surge junto al proceso de infantilización
que la modernidad va creando y afianzando. Surge así también, entonces, el proceso de la
pedagogía, su institucionalidad como espacio social, y la variedad de aspectos que desde
esa nueva institución pueden derivarse. Se origina el espacio social de la «pedagogización»
de la infancia.
Se dan, por lo tanto, varios pases. Del padre al maestro en lo que atiende a la educa-
ción del infante, de la familia a la escuela en que lo que significa la educación integral del
niño, del niño al escolar en que suma esfuerzos para la formación de la personalidad, y se
crea también el espacio para el gran pase, el de la vida privada —al terminar la escolari-
dad— a la vida pública. Pase que no se había originado anteriormente dado que el niño
se iniciaba y educaba en la vida abierta de la sociedad. Es la importancia del último pase
—el de la vida privada a la vida pública— la tarea magnífica que la sociedad moderna
se propone como culminación del tiempo de la infantilización y pedagogización y que
también coloca como un reto y desafió a cada uno de sus miembros. Es también el centro
de referencia desde la cual se generan las grandes patologías y traumas de la formación de
la personalidad, y si atendemos a su núcleo esencial veremos que es el centro de referencia
para la formación o no del ciudadano, para su integración o no en la sociedad. Uno de los
temas fundamentales en lo que corresponde a la sociabilidad y socialización que la mo-
dernidad trae consigo. De ahí nacen los desafectos y desencuentros de personalidad que
marcarán la larga vida de los miembros de las sociedades modernas, como los correctivos
integrativos de los que eficazmente se sitúan y actúan en la sociedad. Se puede decir, por
lo tanto, que la sociedad moderna se propone como reto una paradoja: que el miembro
adulto desintegre y supere lo que la propia sociedad ha creado para protegerlo pero tam-
bién cercarlo y encerrarlo en su infancia.
Pero estos pases se tienen que dar basados en alianzas tácitas. La familia con la esco-
laridad, el padre con el maestro, la vida privada como previa a la vida pública. Y como
toda alianza tiene que soldarse de acuerdo a algunos principios que cuando se alteren se
romperá la alianza. El primero es el del sapiente frente al no sapiente. Este principio se
basa en que el maestro es el que sabe y el infante el que no sabe. Sabiduría frente a ig-
norancia. Sin este principio no funciona la escolaridad ni la alianza familia-escuela. Para
que esta alianza funcione se tiene que partir de un supuesto asimétrico, de un supuesto
de desigualdad natural. El niño como no sapiente frente al maestro como sí sapiente. Es
lo que Freire denominaba el supuesto de la educación bancaria. Se asume que la cuenta
de conocimientos del infante o del que va a educarse (que muy bien puede ser también
un adulto) está «vacía», en cero, y que el maestro va a depositar los conocimientos que ha
acumulado, va a trasladar sus conocimientos llenos de sabiduría y sapiencia, a la cuenta
vacía y «llena» de ignorancia del niño o del adulto no sapiente. Tan al igual como cuando
una persona deposita dinero de una cuenta a otra en el flujo bancario. Es un supuesto que
se origina en una concepción específica, pero también sumamente débil: el grado cero de
la educación. Y es débil porque por los diferentes avances de las escuelas fenomenológicas
de la conciencia ahora es aceptado que tal grado cero de la educación no existe, pues si
YUYAYKUSUN 147
Manuel Castillo Ochoa
existiera no habría ser humano, persona vital. La mínima socialización elimina de por sí
el grado cero del conocimiento.
El segundo principio es la escuela sabe más que la familia, y si bien la familia da el
orden interior de la paz sicológica, la escuela da el conocimiento para después orientarse
y funcionar en la vida. Este es el principio fundante de la vida pública como culminación
ordenada de la vida escolar del infante. Una continua línea de ascenso progresivo de me-
nos a más es la concepción que está detrás de este principio, y tal como se puede apreciar,
este es uno de los principios que siempre ha sido criticado por todos aquellos que ven
en la escuela moderna una institución integradora e ideológica del orden social y, por
consiguiente, conservadora con los valores tradicionales y defensora del statu quo. Es el
principio que guía la racionalidad de la educación como homogeneizadora y formadora
de una conciencia social no crítica. Ese principio sustenta la alianza de una gran división
de funciones entre la familia, que educa la formación de la personalidad y la intimidad, y
la escuela que educa para la vida pública y la aceptación institucional de lo social.
El tercer principio es el del orden de los tiempos o la unidad diversa que forma un todo
ordenado. Se asume que el niño debe moverse en dos tiempos, el de la familia y el de la es-
cuela, si falla uno de los dos, falla la formación del niño que lentamente tiene que convertirse
en una monada, en una unidad autónoma y razonante. Va a vivir dolorosamente desgarrado
pero al final, superando su desgarro entre familia y escuela será una unidad ordenada9. Una
totalidad en sí misma que puede funcionar autónomamente en la sociedad. Piaget describi-
ría magistralmente este proceso señalando que el proceso de constitución de la personalidad
es una continua línea de descentramiento, del momento inicial de la absoluta heteronomía
dependiente hasta el de la autonomización adulta. Del momento egológico céntrico en el
que cosas, personas y ambientes se los concibe de forma indistinta y fusionada hasta el de
ruptura y cristalización en que se reconoce que el mundo interior y del mundo exterior
están separados, escindidos. La educación, envolviendo el espacio de la infantilización y uti-
lizando la herramienta de la pedagogización, será el instrumento clave en la formación de la
personalidad que el mundo moderno impone. Pero nuevamente nos encontramos con una
contrariedad, una fisura en la epistemología educativa de la modernidad. El ego autónomo
no existe. Esta idea tan cara al horizonte cartesiano y a la ilustración en que el desarrollo de
la razón se convierte en garantía de autonomía personal, y que termina igualando razón,
identidad y conciencia en una sola unidad va a ser quebrada cuando desde fines del siglo
XIX diversos autores atacando desde diversos flancos —Marx desde la economía política,
Nietzsche desde la filosofía, Freud desde el sicoanálisis— y las ciencias sociales en general
desde los procesos sociales y la filogénesis y ontogénesis de la especie humana, señalaron la
9 Probablemente esta concepción de la cerrazón del desgarramiento del infante entre los dos tiempos, que se logrará
cuando obtenga su autonomía en la edad adulta, descansa sobre lo que los filósofos críticos denominan el sujeto
cartesiano auto razonante. Tal como es conocido, el humanismo de la modernidad se funda sobre este sujeto carte-
siano y su ensimismamiento egológico, a partir de la identidad entre razón y autoconciencia. Autores como Ricoeur
y Rorty denominan a esta concepción filosofía de la identidad o de la conciencia. Justamente lo que la sociología
realiza, desde Marx en adelante, es quebrar esta egología del sujeto introduciendo la idea de que el sujeto es relacional
e interactivo y no uno en sí mismo. Véase de Ricoeur, Paul: Sí mismo como otro, Ediciones Cátedra. España, 1997.
148 YUYAYKUSUN
¿Nueva infancia? Mundialización y nuevos espacios de construcción sopial Pedagógica
irreductible relacionabilidad del ser humano —entre los cuales se encuentra la capacidad
lingüística— como fundamento constitutivo de su ser.
Y por último el principio de que la técnica pedagógica homogeneiza el acceso uni-
versal al conocimiento. Estos principios nos colocan tanto frente al proceso de infantili-
zación, como también frente al proceso de pedagogización. La técnica se convierte en un
referente neutral que permite el acceso a todos al conocimiento universal. Así, el dilema
se traspasa desde la educación como formadora, tal cual fue formulada por los primeros
pedagogos como Humboldt, y en la cual el término pedagogía señalaba precisamente ese
aspecto formativo, de sentido común, de recogimiento de valores y tradiciones, al final de
cuentas de herencia humanística, se traspasa, decíamos, de esa concepción formadora a
la educación como técnica, como adquisición de dispositivos hábiles de aprendizaje para
la sobrevivencia en la sociedad. Esta tecnocratización de la educación culminará hacia la
tercera década del siglo XX con la aparición de la escuela conductista americana.
Este formato educativo con su secuela de secuestro del infante de la vida social, de la
irradiación del principio de asimetría entre docente que sabe y dicente ignorante, de
la autonomización individualista del educando como culminación del ideal de persona
ilustrada y racional, de la tecnificación de la ideología educativa que termina separando
tajantemente entre educación y aprendizaje, y del desplazamiento de la educación for-
madora por la educación especializada, constituirá la base integrativa de los modernos
Estados-nacionales europeos. Sobre esa concepción se elevará el cemento cohesionador
del Estado-nación occidental y sus procesos de integración tomarán, por consiguiente,
la educación así conceptualizada como base de su constitución. Sobre el mismo y pau-
latinamente los Estados nacionales funcionalizarán a la educación configurándola como
un sistema, con sus componentes comunicativos, su estratificación, su organización e
institucionalización, la designación de sus roles, su energía y los códigos y flujos propios
—la proliferación de un sinnúmero de escuelas y enfoques educativos— que se convierte
elemento indispensable de la sociedad. Un subsistema fundamental de la misma.
Así llegará ese formato, que de alguna forma ha sido exitoso en la sociedad occidental
europea dado sus procesos de integración estatal endógenos nacionales desde del siglo
xviii en adelante, a América. Pero la ironía de la historia y de los espacios contrastantes
hará su presencia en nosotros. Tal como sucedió con otras experiencias «transplantadas»
del occidente europeo mediterráneo hacia otras latitudes, en su proceso de afianzamiento
se redefinen, cambian, se transfiguran. El europeísmo puede ser fructífero en sus propios
espacios de configuración social, pero trasplantados terminan siendo características im-
pensadas en sus formatos originales, y así el europeísmo acaba siendo eurocentrismo.
América Latina ha vivido con estos formatos producidos sobre otras regiones y por
eso mucho de los problemas estructurales de la educación y formación de sus contingen-
YUYAYKUSUN 149
Manuel Castillo Ochoa
tes sociales infantiles, y de su proceso educativo, encuentran algunas de las causas de sus
males en esa adaptación acrítica de sus instituciones.
Un primer desencuentro fue una infancia dividida en dos que hasta el momento no
encuentra el centro de su unidad. Por un lado, la infancia incluida de las fuerzas privile-
giadas de la nueva unidad nacional proto integrada y, por otro, la infancia excluida, a es-
paldas del contingente libertario y de la ciudad letrada. Pero ello no nos dice nada nuevo
de lo que los análisis sociológicos clasistas nos informaron sobre el devenir de la construc-
ción de los Estados nacionales latinoamericanos y sus remordidos anhelos de identidad
nacional. Pero sí se abre una nueva perspectiva cuando confrontamos que la infancia en
nosotros se «hacía» en la vida social de la comunidad y que era ella, sobre todo en el lado
andino del continente, como comunidad, como familia ampliada, la que integraba vida
social, comunidad, forma de hacerse adulto e iniciación del infante. Pero ese proceso fue
cortado abruptamente, un radical corte sobre un proceso identitario que hasta ahora no
se resuelve, o busca resolverse por las modalidades de lo que se denomina, recientemente,
«escuelas de alternancia».
El segundo fue que la construcción social de la infancia en nosotros no fue un proce-
so que se realizó desde el Estado a la sociedad teniendo en cuenta los procesos de indus-
trialización, capitalización, urbanización e integración del trabajo que la mercantilización
económica produce, tal como fue en Europa, sino que en nosotros —y nos referimos
básicamente al área andina— el Estado «crea» el espacio social de la infancia violentando
a la familia extensa y a la comunidad campesina, despojándola de sus derechos «natura-
les» de iniciación y habilitación de aprendizajes a su infancia. Por ello, probablemente, la
infancia, educada a espaldas de su comunidad, y bajo los moldes republicanos libertarios,
se «extrae», «aliena» de una educación compatilizada a su intra-culturalidad y a su bio-di-
versidad, perdiendo la riqueza de complementariedad vida social-naturaleza-aprendizaje
como sí la tuvo en el momento pre-hispánico y pre-republicano.
Lo importante es resaltar que esos desencuentros producidos por el formateado euro-
centrista sobre América Latina, aun con la diversidad de procesos de encuadres geográ-
ficos y adaptativos de acuerdo a cada región y a cada específico proceso de construcción
de Estado nacional, tuvo una larga línea de continuidad pese a diversos experimentos
sociopolíticos10. Aun el momento populista de la vida latinoamericana con su énfasis
nacionalista y en algunos casos neo-indigenista no varió sustantivamente ese permanente
desgarramiento. Pese a sus intentos reformadores de las bases sustentadoras de las econo-
mías políticas de la región, de sus experimentos estructuralistas de construcción de mer-
cados internos nacionales y sus objetivos estratégicos de producir e integrar ciudadanías
nacionales a ese proceso, y para los cuales la educación se convertía en eje básico de cons-
trucción e identidad nacional, los desencuentros se heredaron conformando instituciones
que en lugar de variar, pervivieron en el tiempo. Irónicamente, es recientemente con el
10 Para referencias sobre la influencia de marcos externos impositivos y su impacto sobre la política, la economía, la
cultura, el saber puede consultarse La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, Edgardo Lander (comp.)
Ediciones Clacso, Buenos Aires, 2000.
150 YUYAYKUSUN
¿Nueva infancia? Mundialización y nuevos espacios de construcción sopial Pedagógica
La sociología, como analista de los cambios modernistas, nos ha legado a través de diver-
sos autores lo que la sociedad ha hecho con la sociedad, nos ha dado muestras brillantes
del paso de las sociedades antiguas a modernas y sus efectos sobre la infancia. Pero ahora
estamos situados frente a otra gran mutación social que se la puede denominar de diversos
modos y adjetivaciones: alto modernismo, modernismo tardío, capitalismo tardío, socie-
dad informática, tercera ola, posmodernidad, sociedad de la comunicación, sociedad de
la información, tecnotrónica, etc. Por consiguiente, si los grandes cambios, como el de
la sociedad tradicional o premodernidad a la modernidad, han sido los temas predilectos
de la sociología, ahora que la sociedad nuevamente vuelve a pasar por un gran cambio,
una gran mutación, la sociología encuentra una función eficaz al buscar analizar lo que
esas dinámicas de cambio traen sobre las diversas instituciones de la sociedad. Una de
ellas, obviamente, son los cambios que se están configurando alrededor de la infancia y
sus instituciones.
El gran tránsito, al cual las sociedades actuales se ven envueltas, obedecen a su vez a
grandes tendencias que, como pulsiones espontáneas empujan a la sociedad hacia diversas
situaciones nuevas11. Las tres grandes megatendencias que la sociedad actualmente nos
está ofreciendo han sido clasificadas en varios niveles y no está demás volverlas a señalar.
En el económico, la apertura de mercados y la flexibilización laboral así como el surgi-
miento del sistema financiero internacional especialmente favorecido después de las re-
formas de mercado libre que han hecho diversos países. Un segundo nivel lo constituyen
las reformas políticas y el actual proceso de democratización al que se ven empujada la
humanidad, un tercer nivel de los grandes cambios que las megatendencias anuncian se
debe al impacto de las comunicaciones y la presencia cada vez más fuerte que adquieren
los nuevos medios de comunicación. Empecemos por estos últimos.
Esta situación fue premonitoriamente anunciada por Marshall McLuhan y sus co-
nocidos trabajos sobre la trasformación de las comunicaciones producida a partir de
11 Para referencias al caso pueden verse los tres tomos que Manuel Castells dedicó al tema, denominándola «Sociedad
Red», libros que han tenido un amplia difusión. Específicamente puede leerse su La era de la información. Economía,
sociedad y cultura». Vol. I. Ediciones Alianza Editorial, España, 1996. Para lecturas críticas puede verse el trabajo de
Ianni, Octavio: Teorías de la globalización, Ediciones Siglo XXI, México, 1999.
YUYAYKUSUN 151
Manuel Castillo Ochoa
la década del sesenta en los medios de comunicación de masas12. Los Mass Media,
como empezaron a denominarse a partir de McLuhan, empujadas por las innovaciones
radicales en las que se vieron envueltas, han desarrollado tal cantidad de cambios y
se han difundido de tal manera que han convertido al sistema de las comunicaciones
internacionales en uno de los grandes epígonos de la época. El auge de las telecomu-
nicaciones, de las computadoras personales, del internet, de la distracción audiovisual,
ha inundado el mercado mundial de tal manera que no hay espacio social en que no
hayan ingresado como referentes de pautas culturales y de iconos de la vida cotidiana.
Con el auge de las comunicaciones y, más aún, con la dura competencia que se ha
establecido entre sus productores y que logra su máxima potencialidad con la globali-
zación, prácticamente se «transparentan» y se visibilizan aspectos de la sociedad que,
anteriormente, habían permanecido ocultos. Vattimo13 denomina a este proceso como
el de la «sociedad transparente» y autores como Apel llegan a hablar de un «socialismo
de las comunicaciones». No está demás señalar que el impacto sobre las generaciones
que recién ingresan a la vida social ha sido intenso. El niño es un espectador, desde sus
inicios de socialización, de las nuevas tecnologías audiovisuales. Y si lo es el niño, lo es
aún con mayor intensidad el púber, el adolescente y el joven, sin dejar de lado, obvia-
mente, a los adultos. ¿Qué efectos tiene este proceso sobre la infancia y su vinculación
con la sociedad? Claramente la respuesta no puede ser única sino multivariable. Ella va
desde los nuevos nichos de mercado específicos para la niñez y adolescencia, su cosifi-
cación como consumidor, hasta su inserción como protagonista de nuevas situaciones
entre los cuales se encuentra —que duda cabe— el espacio del mercado y la circulación
dineraria y mercantil. Y tal como sucedió con los antiguos contingentes campesinos
que aprendieron los avatares de la vida moderna, no tanto por la escuela como por su
inserción al mercado, asimismo, los infantes actuales están aprendiendo no tanto por
la educación sino por el auge e interiorización de las pautas del mercado mundializado
como son el uso del dinero, el cálculo y la sospecha de la transacción y la instrumenta-
lidad cosificante que de ahí se genera.
Otro de los efectos, por consiguiente, y uno entre otros muchos más, es que el proceso
social al cual no todos nos vemos empujados por lo que se consideran las pulsiones de la
mundialización o la globalización, es que las antiguas alianzas que la modernidad había
logrado instaurar entre familia, infante y educación, se fragmentan, se quiebran, se fractu-
ran. Y aún cuando aquí debamos de dar cuenta en específico de esas rupturas es necesario
indicar que las «rupturas» apuntan a muchos aspectos más. Autores como Beeck14, con sus
propuestas sobre el surgimiento de una segunda modernidad reflexiva que podría ayudar a
superar los riesgos que la primera modernidad, pulsional e instintiva, trajo ante nosotros,
o los trabajos de Baumann sobre el surgimiento de una sociedad fluida, «liquida», que
12 McLuhan, Marshall y Bruce Powers: La aldea global. Transformaciones en la vida y los medios de comunicación mun-
diales en el siglo xxi. Ed. Gedisa, México, 1991.
13 Vattimo, Gianni: La sociedad transparente, Ediciones Gedisa, España, 1994.
14 Véase Las consecuencias perversas de la modernidad, Josetxo Beriain (comp.), Ediciones Antropos , España, 1996.
152 YUYAYKUSUN
¿Nueva infancia? Mundialización y nuevos espacios de construcción sopial Pedagógica
15 Baumann, Zygmunt: Modernidad líquida, Ediciones Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2002.
YUYAYKUSUN 153
Manuel Castillo Ochoa
tro produce el efecto colateral de afectar también la figura del padre. Este tema ha sido
tratado desde diversos ángulos y dio incluso lugar, en los efervescentes años sesenta, a la
escuela sicoanalítica antiedípica encumbrando a autores como Deleuze y Guatarri16. Pero
lo que ellos no esperaban es que ahora la ruptura se hace aun más dramática expresada no
sólo como «brecha generacional», sino como la doble crisis de la figura del maestro y del
padre. Produce, a su vez, un reclamo cada vez más antagónico del maestro al padre, por su
pérdida de autoridad familiar, y del padre al maestro, por su deslegitimidad como fuente
de saber. Un reclamo que no es difícil dejar de vislumbrarlo en todas las terapias, semina-
rios y talleres pedagógicos de reincorporación de los padres a la escuela, o el reclamo de
padres a los maestros por su «dejadez» en la escuela. Tal como se puede observar, lo que
está detrás de estas mutaciones es el avisoramiento de una nueva infancia, una infancia
que desafía las antiguas alianzas que le dieron, irónicamente, nacimiento y presencia en
el mundo moderno.
Es también reconocible vislumbrar que la quiebra de los principios modernistas y de
las alianzas que en torno a ellos se habían tejido, altera profundamente el oficio de la pe-
dagogía como herramienta fundamental en la formación del infante, y también quiebra a
la pedagogía como la herramienta básica que permitía articular familia-escuela y construir
el espacio social de la infancia como subsistema fundamental de la reproducción de las so-
ciedades. No está demás decir que este «asunto» ha tomado la forma de un interés público
transnacional que saltando las fronteras nacionales llena cumbres, seminarios y talleres
internacionales con su urgencia. Los debatidos temas de las «nuevas propuestas pedagó-
gicas», de las propuestas pedagógicas sectoriales —escuela urbana, rural, horizontalidad,
dialógica, constructivista, etc.— no debemos verlos sólo como sofisticados temas que
llaman la atención de los especialistas de la educación o de analistas de lo que acontece
con el mundo de la infancia en general. Ellos tienen que ver con la tendencias de quiebre
del oficio pedagógico y la búsqueda de soluciones que se pueden dar a tan álgido tema.
Nos señalan de manera dramática que los fundamentos y los principios sobre el cual se
cohesionó la relación pedagogía-maestro-familia, no van más. Si la relación de autoridad
del maestro en la escuela y del padre en la familia se fisura, entonces la pedagogía basada
en el principio asimétrico de sapiente-no sapiente también entra en crisis, arrastrando con
toda obviedad, la pedagogización del niño.
El espacio privilegiado de la pedagogía como formadora del infante, a su vez espacio
fundamental de las sociedades modernas, en tanto reproducción generacional acumula-
tiva, pierde la base de su estatuto en tanto el principio sobre el cual se sostiene deja ver
sus debilidades. Pero esta visibilización de sus debilidades no se la podía percibir en el
momento anterior al actual, es decir, cuando no existía el proceso de globalización que
«transparencia», por su propia naturaleza competitiva, los nuevos procesos sociales que la
están afectando. En ese caso específico, la incorporación de la infancia a la inmensa red
tecnotrónica y la incorporación absorción que ella hace de sus nuevos usos, van creando
154 YUYAYKUSUN
¿Nueva infancia? Mundialización y nuevos espacios de construcción sopial Pedagógica
un nuevo espacio social de la infancia y erosionando los principios sobre los cuales se
erigió la educación modernista.
Otros componentes del espacio social modernista de la infancia también se resigni-
fican rápidamente. El sujeto racional autosuficiente cartesiano y que culminaba en el ra-
cionalismo kantiano trascendental, también se redefine y lo hace por el lado de un nuevo
inventario de su formación y constitución. Ahora lo concebimos y vemos más interactivo
que monádico, más relacional que autosuficiente, más comunicativo que autorreflexivo.
La sociología de los últimos decenios, junto a otras disciplinas de las ciencias sociales, han
instalado como lugar común de sus reflexiones socializadas al gran público, que los suje-
tos se constituyen como productores y consumidores interactivos a través de relaciones
simbólicas translingüísticas. La idea del sujeto cartesiano como culminación del indivi-
duo trazado a perfección por el racionalismo occidental, queda de lado reemplazado por
el sujeto interactivo. El sujeto insertado en realidades múltiples tanto como la posibilidad
de sus interacciones con otros sujetos le proporciona. Así esa vieja alianza entre el racio-
nalismo cartesiano y el utilitarismo inglés que nos hizo concebir al individuo de acuerdo a
sus elucubraciones eurocentristas occidentales y a partir de las cuales creó el espacio social
de la infancia occidental, ingresa a un intenso proceso de resignificación. La culminación
del infante como atomizado sujeto individual competitivo y autónomo, por encima de lo
relacional y comunicacional, de lo heteroforme y social, que hacía descansar a la infancia
como proceso de formación de su personalidad sobre esencias ahistóricas, lineales y ascen-
dentes, hasta su clímax adulto, empieza a redefinirse con rapidez, pues ahora empezamos
a darnos cuenta de que lo lineal no culmina etapas sino que convive con otras, que lo
ascendente no quema ni cancela fases sino que las fusiona, y que la infancia es histórica,
social y se va construyendo en el propio flujo de sus sociedades.
Probablemente la sociedad «líquida», a la que nos vamos conduciendo con rapidez,
todavía no deja de viabilizar todo lo que ella contiene, pero si algo nos deja ver es que
estamos apreciando el nacimiento de otra infancia y la sociología no puede ser testigo
mudo de esos procesos. Aun con la sensación de no poder asegurar nada, de saber más de
lo que va siendo que de lo que viene, aun con el sabor de lo incierto que de lo cierto, pero
no nos queda más que verbalizar lo que empezamos a sentir antes de asegurar firmemente
lo que ya fue. Que se puede decir ahí de los tradicionales temas con los cuales los adultos
se interrogan sobre su vida social —participación, autonomía, democracia, etc.— ahora
traspasados casi abruptamente a la infancia y a los cuales ella parece enfrentarse de ma-
nera muy distinta a las anteriores formas colectivas de encararlas, ese es el reto que toca
responder a una sorprendida sociología de la infancia.
Bibliografía
Tal como se ha podido apreciar, la bibliografía que sirve como referencia fundamental
al presente trabajo se ha presentado usando la modalidad de «pie de página». En ella se
podrán encontrar las principales referencias bibliográficas que se han usado. Sin embargo,
YUYAYKUSUN 155
Manuel Castillo Ochoa
cabe hacer especial mención a los citados trabajos de Philippe Aries, pues tal como se
puede apreciar es a partir de los trabajos que él ha realizado, contextualizado además por
lo que se denominó la escuela historiográfica de las mentalidades y en la cual participa-
ban, entre otros, historiadores como Le Goff, Braudel, Burke, donde se puede encontrar
el punto de partida de lo que se denomina en la actualidad en las ciencias sociales, el
enfoque de los espacios de construcción social de la realidad. Si bien no se pueden dejar
de mencionar como elementos referenciales de ese enfoque los trabajos de la escuela an-
glosajona de sociología, en especial Schultz y Berger, una deuda especial se ha contraído
con quien, probablemente, más ha sistematizado desde las ciencias sociales, el enfoque
construccionista, dándole su específico peso simbólico social. Nos referimos a Gilbert
Durand y su extensa obra. De él, concretamente como referencia sistemática, puede verse
«O’Imaginario. Ensaio acerca das ciencias e da filosofía da imagen», Ediciones Difel,
Brasil, 2004. Asimismo, en ese sentido, no podemos dejar de mencionar a E. Cassirer
y su clásico Filosofía de las formas simbólicas (tres tomos), Ediciones Fondo de Cultura
Económica, México, 1973.
156 YUYAYKUSUN
Los movimientos sociales
latinoamericanos
Eduardo Arroyo Laguna
RESUMEN
Este artículo presenta la situación especial que vive América Latina así como los países de la región
en relación con los Estados Unidos de Norteamérica y los demás países hegemónicos. A diferencia de
los países del sudeste asiático que acataron los dictados de la globalización neoliberal, aquí los pueblos
han sentido el ingreso de los capitales extranjeros como señales de usurpación y saqueo de los recursos
naturales, máxime en un continente considerado como el arsenal de la humanidad por sus vastas can-
tidades de petróleo, gas, agua, recursos naturales y biodiversidad. Los pueblos y movimientos sociales
latinoamericanos se levantan contra el hegemón estadounidense constituyéndose, a entender de Noam
Chomsky, en la región más estimulante para el análisis político en la escena mundial contemporánea.
ABSTRACT
This article shows the special situation of Latin America as well as the countries from the region
relative to United Status of America and other hegemonic countries. In contrast to southeastern Asian
countries which accepted neoliberal globalization rules, Latin-American countries consider the foreign
capital income as signs of natural resources usurpation and sack, especially in a continent considered
as the humanity arsenal because of the vast quantities of oil, natural gas, water, natural resources and
biodiversity. Latin American towns and social movements are opposed to North American hegemony
and, according to Noam Chomsky, becoming the most stimulant region for politic analysis in the
contemporary world scene.
A
mérica Latina vive momentos especiales en su historia y en las relaciones entre
sus países miembros con los hegemónicos. Sus movimientos sociales en su ma-
yoría se han constituido en oposición a la globalización neoliberal sintiendo que
ésta coacta sus naturales formas de desarrollo, su identidad y la posesión de sus recursos
naturales.
En una coyuntura en que la humanidad vive incontables crisis sedienta de agua po-
table como de energéticos (petróleo, gas) y de recursos para satisfacer las necesidades
alimenticias, nuestro continente se presenta como una reserva importante ansiada por las
potencias del sistema capitalista vigente. No sólo hay temores militares sino que se inicia
una carrera armamentística al interior de la región que crece al mismo tiempo que los
intentos a favor de la integración continental y la autonomía de América Latina basada
en gran medida en sus movimientos sociales.
Es un continente en eclosión social. Por ello, el politólogo Noam Chomsky con-
sidera que «Latin America has become the most exciting region of the World... For the
first time in half a millennium, South America is beginning to take its fate into its own
hands...»1. En fecha más reciente, el mismo autor nos dice que «América Latina es hoy
el lugar más estimulante del mundo. Por primera vez en 500 años hay movimientos ha-
cia una verdadera independencia y separación del mundo imperial; se están integrando
países que históricamente han estado separados. Esta integración es un prerrequisito para
la independencia… Hay un movimiento hacia la unificación regional; se empiezan a
formar instituciones que, aunque no funcionan del todo, comienzan a existir. Es el caso
de Mercosur y Unasur»2. En esta región se ha pasado del simple papel de protesta a con-
stituir importantes alternativas políticas ante los países dominantes, alternativa en la que
los movimientos sociales tienen un rol protagónico.
El propio sistema capitalista en su etapa informacional lleva al extremo la dinámica
social, a partir de enfrentar estructuras de propiedad de los medios de producción entre
sus clases sociales, impulsando un continente en el que se genera una gran riqueza pero
al mismo tiempo una gran pobreza. No en vano es el continente con el mayor grado de
diferenciación social del planeta.
Una estructura humana basada en las leyes de la ganancia, de la competencia, de la
libre concurrencia, no permite la convivencia pacífica de sus clases sociales diferenciadas
diametralmente y marginadas de las posibilidades de realización por la explotación y
dominación que conlleva de modo natural el sistema vigente.
El capitalismo en su fase de globalización neoliberal es el que manifiesta el mayor de-
sarrollo de las fuerzas productivas, es decir, del modo de trabajar la naturaleza manifiesto
en la tecnología lograda, altamente sofisticada. Hoy priman las relaciones en red a escala
mundial tonificándose un frondoso paisaje artificial que cada vez aleja a la especie hu-
mana más de la naturaleza. Una suerte de culturaleza enfrentada a la naturaleza haciendo
que la especie humana que había nacido de la naturaleza acabe enfrentada y dominando
a la naturaleza y a la vez destruyéndola.
La estructura industrial que reposa en unos energéticos depreda el medio ambiente
amenazando con la propia supervivencia de la especie humana. El ser humano destruye
su propio entorno a diferencia de otros animales. La supuesta superioridad de los huma-
nos no pareciera ser tal cuando vemos el grado de destrucción al que es capaz de llegar.
Thomas Hobbes3 planteaba hacia 1640 d.C., con una visión pesimista de la especie
humana, que no éramos animales tan altruistas como soñábamos requiriéndose de un po-
der superior que obligara a todos a convivir de modo común. Sostenía que había igualdad
entre los seres humanos. «De esta igualdad de capacidades surge la igualdad en la esperan-
za de alcanzar nuestros fines. Y, por lo tanto, si dos hombres cualesquiera desean la misma
1 Chomsky, Noam, « VII Social Summit for the Latin American and Caribbean Unity». Source: Z Communications,
1 october 2008.
2 Chomsky, Noam, «América Latina es el lugar más estimulante del mundo». Diario La Jornada, 21 de septiembre de
2009.
3 Hobbes, Thomas, «Leviatán o la materia, forma y poder de una república, eclesiástica y civil». Editorial La Página
S.A., Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 2003.
158 YUYAYKUSUN
Los movimientos sociales latinoamericanos
cosa, que, sin embargo, no pueden ambos gozar, devienen enemigos; … se esfuerzan
mutuamente en destruirse o subyugarse»4. Criticará la fórmula aristotélica que califica al
ser humano como «zoom politikon», base sobre la que han constituido su filosofía social
los escolásticos, a partir de la caracterización que el ser humano es por connaturaleza
social, es decir, ha nacido con disposición natural para vivir en sociedad, requiriendo solo
de un contrato social para regular su vida social. «Por lo demás, los hombres no derivan
placer alguno (sino antes bien, considerable pesar) de estar juntos allí donde no hay poder
capaz de imponer respeto a todos ellos… Así pues, encontramos tres causas principales de
riña en la naturaleza del hombre. Primero, competición; segundo, inseguridad; tercero,
gloria… Es por ello manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un
poder común que les obligue a todos al respeto, están en aquella condición que se llama
guerra; y una guerra como de todo hombre contra todo hombre… así la naturaleza de
la guerra no consiste en el hecho de la lucha, sino en la disposición conocida hacia ella,
durante todo el tiempo en que no hay seguridad de lo contrario. Todo otro tiempo es
PAZ... Y no puede vivir un hombre sin deseos... Por eso mismo sitúo en primer lugar,
como inclinación general de toda la humanidad, un deseo perpetuo e insaciable de poder
tras poder, que sólo cesa con la muerte... la multitud así unida en una persona se llama
República, en latín Civitas. Esta es la generación de ese gran Leviatán o más bien (por
hablar con mayor reverencia) de ese Dios mortal a quien debemos, bajo el Dios inmortal,
nuestra paz y defensa»5. El Leviatán sería ese gran organismo, el Estado, capaz de regular
la vida de los seres humanos normándola, reglamentándola, estableciendo lo punible de
quien transgreda la ley.
Rousseau, un siglo después, hablará de un ser humano ideal, inocente, que será con-
taminado y corrompido por la sociedad humana debiendo firmarse un contrato social a
fin de lograrse la sana convivencia social.
Hoy, un sistema hegemónico a escala mundial, en el que prima la ley de la ganancia,
impide el fomento de la solidaridad extendiéndose el personalismo, el individualismo, la
egolatría, mientras de otro lado, ganados por la difusa propaganda que agita el mercado,
la población mundial se hace hija de marcas e hiperconsumista, consumo que no llena los
vacíos internos, a pesar de que nace para ello. El hedonismo consumidor no satisface las
profundas necesidades de la especie6.
YUYAYKUSUN 159
Eduardo Arroyo
Los movimientos sociales, conscientes de sus fines, asumen más una organicidad, una
plataforma reivindicativa, formas de organización y lucha que permea su identidad y le
da presencia frente a la sociedad. Por ejemplo, la Confederación Nacional de Indígenas
ecuatorianos (CONAIE), que representa los intereses del mundo indígena en Ecuador
colocando como plataforma de lucha sus reivindicaciones, o el movimiento zapatista, que
lucha no solo por la tierra y la reforma agraria sino por un sistema más justo, por la vida,
la belleza, el pan, el amor, la vida.
Siempre los movimientos sociales serán una acción colectiva en busca de un fin, cen-
tralmente por la identidad, intereses políticos y estrategia.
En la medida en que existan las condiciones tanto internas como externas para su
formación, el movimiento social hará causa común generando una identidad ante la so-
ciedad y organizará su acción colectiva haciendo una movilización de recursos. Se tratará
de un sujeto social político que ve amenazada la satisfacción de sus intereses.
En la discusión y presencia de sus reivindicaciones logrará una cierta subjetividad
como sujeto político, sujeto social con una percepción de la sociedad y una identidad al
interior del movimiento y hacia la sociedad, mientras que de otro lado construye su es-
tructura de movilización con redes, organizaciones, en base a la experiencia previa de líde-
160 YUYAYKUSUN
Los movimientos sociales latinoamericanos
res o constituye una escuela formativa de nuevos cuadros directivos brindando oportuni-
dades políticas a los agremiados, organizados en torno a la plataforma del movimiento.
Hay diferentes tipos de movimiento, desde los políticos que se inician con una pla-
taforma mayor sobre la sociedad para habitualmente acabar como organizaciones par-
tidarias o frentes de movimientos o de partidos; aquellos movimientos especializados
en reivindicaciones agrarias; movimientos sindicales por la estabilidad laboral, contra la
explotación del sistema, por reivindicaciones en torno al trabajo, a la tarea productiva con
mejores condiciones de trabajo, horas de trabajo.
Recordamos la lucha por las ocho horas, cuna de líderes, mártires, la presencia de la
mujer. Recordamos la lucha por el voto femenino.
Hay reivindicaciones juveniles por la educación (vg. el movimiento de los pingüinos
en Chile, conjuntamente con los profesores y movimiento juvenil universitario buscando
elevar el porcentaje de inversión en el rubro presupuestal de educación como de salir de
la privatización de la enseñanza).
Habrá movimientos más superestructurales como el de la lucha por el género sexual,
por la igualdad de derechos y deberes de los géneros; la lucha feminista por un mundo
libre e igual para todos sin discriminaciones de ningún tipo.
Habrá movimientos democráticos por la igualdad de credos, de razas, de etnias.
Hay movimientos más políticos, por ejemplo, los movimientos guerrilleros en los
años 60 en Colombia, Venezuela, Perú, posteriormente en Argentina y Uruguay cruel-
mente sofocados por las dictaduras videlista, pinochetista, de Strossner en Paraguay. En
el Perú fue un movimiento desbaratado en los años 60, años de la presencia del Che
Guevara en Bolivia.
Hoy son vitales los movimientos sociales ecologistas. Estos buscan el regreso a la comu-
nión con la naturaleza expresando el nuevo carácter revolucionario de la época. Se convier-
ten en el planteamiento más avanzado. Cuestionan un modo de industrialización basado en
relaciones desiguales producto de la propiedad como de la no propiedad de los medios de
producción, basados en la explotación del trabajo y movidos por la leyes de la ganancia, de
la libre competencia, la libre concurrencia que llevan a la monopolización de la economía
en unos pocos reflejándose en el revanchismo entre los seres humanos, el individualismo, la
escasa solidaridad y el no compañerismo, el presentismo, el consumismo.
El movimiento ecologista cuestiona una industrialización basada en energéticos (pe-
tróleo, carbón) que destruye la atmósfera y erosiona la propia posibilidad de la especie hu-
mana de vivir a plenitud acortando nuestra existencia en el planeta. Este es el más grande
problema que aqueja al mundo actual. Por ello el planteamiento ecologista al cuestionar
la industrialización destructiva que destruye la vida natural (bosques, contaminación de
ríos, polución, asfixia) cuestiona a su vez un estilo patriarcal de dirigir la vida desde 5,000
a.C. criticando el machismo que ha dirigido el destino humano desde entonces.
Tal vez un planteamiento eco-humano en que ambos géneros sexuales puedan con-
vivir en igualdad de derechos y deberes generaría una humanidad más armoniosa, más
equilibrada marchando esta a configurar una nueva historia.
YUYAYKUSUN 161
Eduardo Arroyo
Al haber volado por los aires la común unión con la naturaleza, así como la presencia
de las crisis energética, climatológica, alimenticia, financiera, recesiva, de valores, estamos
ingresando no solo a una época con cambios significativos sino más definidamente a un
cambio de época.
Nos dicen Atilio Borón y Gladys Lechini7 que gran parte de los cambios políticos en
América Latina están ligados a su relación con el Estado hegemón internacional, a saber,
los Estados Unidos de Norteamérica. Estas vinculaciones han sido asimétricas, dependien-
tes y de una importancia secundaria para los formuladores de la política en Washington
que siempre han mantenido la convicción de que una gran potencia debe imponer sus
criterios a las naciones subalternas.
Los inicios del siglo XX en el Perú nos recuerdan las grandes luchas por las ocho horas, de
fuerte influencia anarquista, sobre todo de aquellos que procedían de Italia y España. Este
artesanado ubicado en zonas urbanas lanzará la gran lucha por las ocho horas y formará
los primeros contingentes de obreros en el continente. Sus huelgas generales abrieron el
proceso de sindicalización del movimiento obrero como en Brasil en 1917, en Argentina
(1918), Perú (1919) y México en el mismo período, época de finales de la gran revolución
mexicana. Los movimientos anarquistas, vértebra central del movimiento obrero epocal,
con su versión maximalista que se destruye con las huelgas generales brutalmente repri-
midas sin haber podido acumular fuerzas, marcarán la transición al paso del movimiento
anarquista a los movimientos comunistas latinoamericanos9.
Ya desde 1918, con el grito estudiantil de Córdoba en Argentina, con grandes reper-
cusiones en México y en el Perú, se constituirá un importante movimiento universitario
en la región.
7 Borón, Atilio y Gladys Lechini (comps.), Política y movimientos sociales en un mundo hegemónico. Lecciones desde
África, Asia y América Latina. Clacso, Buenos Aires, 2006. Introducción, p. 14.
8 Borón, Lechini, ob. cit, pp. 14-15.
9 Bruckmann, Mónica y Theotonio Dos Santos, Los movimientos sociales en América Latina: un balance histórico, p.
3.
162 YUYAYKUSUN
Los movimientos sociales latinoamericanos
Si bien el anarquismo tiene que ver centralmente con el origen del movimiento obre-
ro en el continente y su creciente sindicalización, el movimiento campesino será otro
actor importante. La cruda situación de dominación y explotación de parte de los latifun-
distas latinoamericanos y dueños de las tierras fueron la base para las rebeliones mexicanas
bajo el liderazgo de los caudillos Emiliano Zapata y Pancho Villa (1910), muy articulados
a la lucha por la tierra, bandera que pese al triunfo de la revolución debe haber quedado
a medias dada la reaparición en el sur de México de la lucha por la tierra, la liberación y
la autonomización del movimiento zapatista en la última década10. A ellos deben añadirse
los movimientos culturales y artísticos que buscaban articular el arte al pueblo: el mu-
ralismo mexicano, la revolución modernista de Brasil en 1922, la creación de la revista
«Amauta» por parte de Mariátegui en el Perú (Lima, 1926-1930). Lo sucederán los popu-
lismos latinoamericanos entre 1930 y 1960: aprismo en el Perú, peronismo en Argentina,
varguismo en Brasil, el cardenismo en México.
Ya en el Caribe, Cuba se había independizado de España tras larga y cruenta lucha
emancipadora. «La revolución cubana se produjo al mismo tiempo que el levantamiento
militar que derrocó en España a Isabel II y que el movimiento de Lares en Puerto Rico.
Los sucesos de España comenzaron el 19 de septiembre (1868); el grito de Lares, en
Puerto Rico, tuvo lugar el día 22 y la revolución de Cuba comenzó el 10 de octubre. Esa
simultaneidad indica que en los tres países había una situación crítica, llevada a su punto
más alto por la quiebra económica mundial; ahora bien, lo que no hubo fue acuerdo pre-
vio entre españoles, puertorriqueños y cubanos. El movimiento español triunfó fácilmen-
te; el de Puerto Rico quedó aniquilado al comenzar; el de Cuba iba a durar diez años…
El 25 de noviembre se publicó un real decreto en que se ordenaba el establecimiento
del régimen autónomo en Cuba, a partir del día 1 de enero de 1898»11. Hablamos de la
independización cubana de España, si bien pasó a ser dominada por EE.UU. Empezaría
así el siglo de la dominación norteamericana sobre el continente.
Toda América Central se verá remecida, en los días en que EE.UU. inicia su ex-
pansión por esta región, por los movimientos campesinos, negros y cafetaleros en las
economías de plantación en Brasil y Centroamérica. Importantes novelas dan testimonio
de la expansión imperial, Vg. Viento fuerte de Miguel Ángel Asturias, Ecue-Yamba-O y
El reino de este mundo del cubano Alejo Carpentier. La primera etapa de consolidación y
expansión del capitalismo estadounidense tendrá como pivote a la corporación United
Fruit que explotará a las masas centroamericanas en economías de plantación llevándose
los productos hacia afuera. Florecen las repúblicas bananeras y las masas en acción. Las
bases de lucha por la reforma agraria se verán mezcladas con las luchas nacionales contra
la dominación norteamericana en la región. Tal es el caso del sandinismo en Nicaragua
como del movimiento salvadoreño encabezado por Farabundo Martí, las grandes huelgas
cubanas previas al triunfo de la revolución cubana en 1959.
YUYAYKUSUN 163
Eduardo Arroyo
12 Bruckmann, Mónica, Civilización y modernidad: El Movimiento indígena. ALAI, América Latina en movimiento,
3 de agosto del 2009. Quijano, Aníbal, «La crisis de horizonte de sentido colonial/moderno/eurocentrado». En
Sociedad, cultura y cambio en América Latina. Actas del I Foro Internacional y Encuentro de la Asociación Latinoa-
mericana de Sociología, Lima, Universidad Ricardo Palma, 4-7 marzo del 2009. Editorial de la Universidad Ricardo
Palma, Departamento Académico de Humanidades y Programa de Estudios Básicos. Impreso en agosto del 2009.
164 YUYAYKUSUN
Los movimientos sociales latinoamericanos
Borón, Atilio, «Pese a las amenazas, está emergiendo con fuerza una conciencia emancipadora latinoamericana».
Entrevista de Fernando Arellano para CRONICON, especial para Argenpress, 1 de octubre del 2009.
13 Huntington, Samuel, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. Ediciones Paidós, Barcelona,
primera reimpresión, 1997, pp. 51-52.
14 Castells, Manuel, La globalización truncada de América Latina, la crisis del Estado-nación y el colapso neoliberal,
Barcelona, junio de 2003, p. 1.
YUYAYKUSUN 165
Eduardo Arroyo
15 Seoane, José; Taddei, Emilio; Algranati, Clara, «Las nuevas configuraciones de los movimientos populares en
América Latina». En Borón, Atilio y Gladys Lechini (comps.). Política y movimientos sociales en un mundo hegemó-
nico. Lecciones desde África, Asia y América Latina. Clacso, Buenos Aires, julio 2006, p. 228.
166 YUYAYKUSUN
Los movimientos sociales latinoamericanos
YUYAYKUSUN 167
Eduardo Arroyo
168 YUYAYKUSUN
Los movimientos sociales latinoamericanos
A diferencia, por ejemplo, de los tigres y dragones de Asia que han despuntando
como parte del modelo neoliberal en los años 80 y 90, en América Latina se ha dado una
repulsa al modelo globalizador, centralmente porque en este continente, «la fase neo-
liberal del capitalismo contemporáneo ha sido percibida por la mayoría de los grupos
sociales, no sin razón, como una agresión mientras los países asiáticos —tanto los «tigres»
como los países socialistas» (China y Vietnam) y Asia del sureste (India en particular)—,
experimentan esta fase, en general, como una oportunidad. En África, debido a una
difícil construcción de su identidad política nacional, la conciencia de la dependencia
recién comienza a desarrollarse… El mundo árabe vive el neoliberalismo como una ofen-
siva occidental de destrucción cultural, más que como una dominación económica…
En América Latina, la arrogancia de los Estados Unidos frente a los países de la región
desempeñó un papel no despreciable18.
Resumiendo, desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX predominaron
las economías primario-exportadoras conviviendo con regímenes políticos oligárquicos.
Estos se verán acosados por los conflictos sociales producto de la urbanización y los ini-
cios de la industrialización. La crisis de 1929-30 provoca el cambio de gobiernos en la
región gestándose en la mayoría de países, a partir de los años treinta, la industrialización
sustitutiva de importaciones. Este período culmina a mediados de los años sesenta con
la internacionalización de las economías y la consolidación de las grandes corporaciones
transnacionales. En un tercer período se disputarán tres proyectos políticos diferentes: de
un lado la alternativa socialista representada por la revolución cubana; el nacionalismo
militar (Perú) y la dictadura militar (Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay).
Los años ochenta son considerados como «la década perdida» porque engendraron
grandes déficits en las balanzas de pagos de los países del área, inviabilidad y cierre del
período «desarrollista» abriendo camino al modelo neoliberal. Es un período de hiper-
inflaciones abatidas con durísimos programas de estabilidad monetaria y de equilibrio
fiscal. América Latina terminó convirtiéndose en el laboratorio de las experiencias del
neoliberalismo.
La segunda etapa del neoliberalismo será pos-fin de la caída del modelo soviético de
construcción del socialismo, la extensión de la globalización bajo la égida del Consenso
de Washington.
Las crisis mexicana de 1994, la asiática de 1997, la rusa de 1998 y la brasileña de
1999 repercutieron en la crisis de la región demostrándose que luego de casi veinte años
de programas de hegemonía neoliberal no se han mejorado viejos problemas seculares en
la región, desnacionalizándose las economías continentales, la mayoría de las cuales han
seguido siendo economías agrario-minero exportadoras; desactivándose los movimientos
sindicales con la flexibilización del trabajo, desnacionalizándose las ideologías al negarse
la idea de Estado-nación, nación, patria y cundiendo la inmoralidad y falta de ética en la
18 Houtart, Francois, «De la resistencia a las alternativas en América Latina: un desafío para el análisis social». En
revista Contexto Latinoamericano. Revista de análisis político, N° 6. México, Octubre-diciembre de 2007, páginas
145 a 147.
YUYAYKUSUN 169
Eduardo Arroyo
actividad política. Los Estados-nación fueron arrasados por el vendaval neoliberal de las
dos últimas décadas del siglo XX. Al creciente endeudamiento externo favoreció la hege-
monía del capital financiero sobre las economías del continente. Primó la apertura irres-
tricta de mercados, la lógica de mercado, la desregulación económica, la flexibilización
laboral, anulación de la intervención estatal, la privatización de las empresas estatales. Es
también época de gestación de Mercosur, del ALBA y más recientemente de la fórmula
política que tienen al «Estado y la sociedad convertidos en rehenes del mercado... las po-
líticas neoliberales propiciaron un profundo proceso de desintegración y violencia social,
cercano al estado de naturaleza hobbesiano. Asimismo, la supeditación de la democracia
a la dinámica de los mercados terminó vaciándola de contenido, desalentando la partici-
pación ciudadana, desarticulando las redes de solidaridad social, satanizando al Estado y
haciendo de la videopolítica el falso sucedáneo de la participación ciudadana19.
En su conjunto, los movimientos sociales de las dos últimas décadas que coinciden
con la vigencia del Consenso de Washington, la implantación del capitalismo globaliza-
dor y la existencia de democracias legítimamente constituidas en el continente han visto
aparecer una serie de movimientos sociales que han cuestionado el statu quo, la influencia
de la globalización habiendo derrocado gobiernos en algunos casos. Se observa una si-
metría entre los movimientos de masas y los gobiernos. La región parece haberse corrido
hacia la centro-izquierda con diferentes matices.
América Latina tiene el primer presidente indígena (Evo Morales) y la CONAIE
organizada políticamente en un partido, Pachakutik, ha desplazado del poder a dos pre-
sidentes de ese país, Jamil Mahuad en 1999 y Abdalá Bucaram en el 2001. «En la his-
toria acumulada por el movimiento indígena latinoamericano en su etapa actual, hay
que destacar dos grandes momentos: uno, de negativas consecuencias y con mucho para
reflexionar, referido al cogobierno con el ex presidente Lucio Gutiérrez, que terminó en
un conflicto entre ambas partes y la profunda división del movimiento indígena, aún no
superada; el otro, el triunfo electoral del dirigente cocalero boliviano, Evo Morales, líder
del Movimiento al Socialismo (MAS), quien inició un gobierno multisectorial, pero de
raíz indígena, en una sociedad ‘poscolonial’ como Bolivia»20.
En suma, el movimiento indígena crea un gran movimiento de bases ecológicas que
acentúe la comunión con la naturaleza en contra del tipo del industrialismo destructor
del medio ambiente. Se reivindica la cultura popular, ancestral, del pueblo, patriótica,
defensora de los valores nacionales. Ha sido el resurgimiento nacional frente al intento de
homogeneizar las culturas desapareciendo sus raíces ancestrales, la personalidad e identi-
dad de los pueblos, creando la idea de una «cultura única y superior».
América Latina viene defendiendo lo suyo como sagrado y no negociable. Al defen-
der lo propio, se convierte en una lucha nacional y patriótica.
170 YUYAYKUSUN
Los movimientos sociales latinoamericanos
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Eduardo Arroyo
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172 YUYAYKUSUN
Sociología de la felicidad:
el gasto festivo como práctica intersticial
Adrián Scribano
RESUMEN
La ponencia trata sobre una de las últimas corrientes de análisis social. E1 enfoque de la sociología
del cuerpo y las emociones. A través de su desarrollo la ponencia muestra cómo el actual sistema
capitalista delínea y perfila las estructuras de las emociones y las configuraciones corporales, a través de
lo que denomina la trinidad religiosa. Pero muestra, también, cómo a su vez, surgen desde la sociedad
prácticas festivas que, a contracorriente del control, proponen salidas para la plena expansión del
cuerpo y las emociones.
ABSTRACT
This speech is about one of the last trends of social analysis: the sociological approach of the body and
emotions. The author uses the term religious trinity to show how the current capital system delineates
and outlines structures of emotions and body configurations. However, at the same time, this shows
how festive practices come up from society that against control, allow total expansion of the body and
emotions.
Introducción1
D
esde América del Sur existen algunos componentes que enfatizan el diagnóstico
general sobre la situación actual del capitalismo global y que se pueden entender
de la siguiente forma: el capitalismo se ha transformado en una gran máquina
depredatoria de energía —especialmente corporal— que ha configurado-redefinido sus
mecanismos de soportabilidad social y los dispositivos de regulación de las sensaciones, al
tiempo que es un gran aparato represivo internacional.2
1 Quiero expresar mi agradecimiento por los comentarios al borrador de este artículo a Eugenia Boito.
2 Hemos expuesto las principales líneas de análisis de esta situación en Adrián Scribano (Comp.) Policromía corporal.
Cuerpos, grafías y sociedad. CEA-CONICET. UNC/UDG. Colección Acción Social, Jorge Sarmiento Editor, Univer-
Las diversas facetas del proceso de expansión del capitalismo a escala planetaria han nece-
sitado distintas formas de expresar la economía política de la moral. Desde el despilfarro
burgués pasando por el espíritu de ahorro ascético, llegando a la elaboración de la racia-
lidad como parámetro de comportamiento son algunos de los ejemplos de las aludidas
transformaciones.
Una de las astucias de la razón colonizadora fue dar por muerta toda religión para que
viviera solo la religión moderna y modernizante de la mercancía. Entre las primeras prác-
ticas de adoración se colocó la creencia que sustenta a la acumulación de riquezas como
único medio de obtener una vida digna; ésta fue acompañada luego por la acumulación
de poder y conocimiento como formas sociales que garantizaban la vida plena.
En este contexto la modernidad capitalista inauguraba la curiosa religión que no
re-liga sino individualiza, fragmenta y monologiza las relaciones sociales e instauró un
conjunto de «creencias» que debían ser desacralizadas en su reproducción laica del Estado
burgués.
En las investigaciones empíricas y teóricas que venimos realizando (Scribano 2009c,
2009e, 2009g) elaboramos una caracterización de lo que hemos dado en llamar la trini-
sitas, 2007ª; Luna, R. y Scribano, A. (Comp.) Contigo aprendí… Estudios sociales de las emociones. CEA-CONICET-
UNC-CUSCH-UDG (2007), Scribano, Adrián (Comp.) Mapeando interiores. Cuerpo, conflicto y sensaciones. Adrián
Scribano (Comp.) CEA-CONICET-UNC - Jorge Sarmiento (Ed.) (2007b); Adrián Scribano (Comp). Geometría del
conflicto: Estudios sobre acción colectiva y conflicto social. CEA-UNC. Editorial Universitas. Córdoba. (2005b); Adrián
Scribano. Itinerarios de la protesta y del conflicto social. Centro de Estudios Avanzados. UNC, Instituto Académico Peda-
gógico de Ciencias Sociales. UNVM. Editorial Copiar. Córdoba (2005a).
3 Sobre don-reciprocidad hemos expuesto en Scribano 2009e y sobre confianza-credibilidad Scribano 2009g.
174 YUYAYKUSUN
Sociología de la felicidad: el gasto festivo como práctica intersticial
dad de la religión neo-colonial, como una lectura del estado actual de constitución de una
economía política de la moral. Una religión que tiene sus tablas de la ley, sus liturgias y
pastorales en consonancia con las estructuraciones sociales que implica la actual fase de
la expansión imperial.
Una sociología de la sujeción indeterminada involucra la aceptación de que si se pre-
tenden conocer los patrones de dominación vigentes en una sociedad, hay que analizar:
cuáles son las distancias que esa misma sociedad impone sobre sus propios cuerpos, de
qué manera los marca, y de qué modo se hallan disponibles sus energías sociales. Así, la
política de los cuerpos, es decir, las estrategias que una sociedad acepta para dar respuesta a
la disponibilidad social de los individuos es un capítulo, y no el menor, de la estructuración
del poder. Dichas estrategias se anudan y son «fortalecidas» por las políticas de las emo-
ciones tendientes a regular la construcción de la sensibilidad(es) social(es).
Como advertíamos arriba, en la actualidad esto se puede observar en el surgimiento
de una religión del desamparo neocolonial. Así la política (institucional) debe crear la
nueva religión de los países neocoloniales dependientes que reemplace la —ya antigua—
trinidad de la «religión industrial»4 basada en producción ilimitada, absoluta libertad y
felicidad sin restricciones, por la trinidad de los expulsados compuesta por el consumo
mimético, el solidarismo5 y la resignación.
Mandatos sociales se instalan como las «nuevas tablas» de la ley. «Consuma que será
feliz…» «Sea bueno alguna vez en el día»… «¡Resígnese! Porque eso es lo único que Ud. puede
hacer»… son algunos de ellos.
Desde —y para— esta trinidad moesiana entre el consumo que nos hace ser alguien,
entre el solidarismo que al único que beneficia es al que da, y entre la resignación que lo
único que hace es procurar la aceptación de la limitación de la capacidad de acción, exis-
ten consecuencias sociales de multiplicación colectiva que se ritualizan y entrelazan.
Religión cuya liturgia es la construcción de las fantasías sociales, donde los sueños cum-
plen una función central en tanto reino de los cielos en la tierra, y la sociodicea de la frus-
tración el papel de narrar y hacer presentes-aceptables los fantasmáticos infiernos del pasado
vueltos presente continuo. Religión cuyas pastorales son la sinestesia social y la ataxia social.
Desde la primera, las vivencialidades se inscriben en un mundo hipersensibilizado donde las
sensaciones se superponen e indiferencian; desde la segunda —en tanto la imposibilidad de
coordinar movimientos conjuntos— los sujetos aceptan el atomismo social.
Para estructurar una sociología que piense la depredación de la energía corporal y
natural, que piense la regulación de las sensaciones, que piense el modo como la repre-
sión adviene en tanto imposibilidad, que sea crítica de una religión que ata consumo
con solidarismo y con la propia resignación y sus liturgias, hay que constituir una teoría
4 Nos aproximamos aquí, con varias diferencias, a E. Fromm en su exposición de la idea de religión industrial cfr. Erich
Fromm (1977).
5 Para una explicación exhaustiva del solidarismo cfr. Boito, E. «El retorno de lo reprimido como exclusión social y sus
formas de borramiento. Identificación, descripción y análisis de algunas escenas de lo construido hegemónicamente
como prácticas solidarias», Tesis de Maestría en Comunicación y Cultura Contemporánea, CEA, UNC, 2005.
YUYAYKUSUN 175
Adrián Scribano
Existen en la «vida de todos los días» de los millones de sujetos expulsados y desechados
de Latinoamérica pliegues in-advertidos, intersticiales y ocluidos. Se efectivizan así prácti-
cas de la vida vivida en tanto potencia de la energías excedentes a la depredación. En este
contexto aparecen en el horizonte de compresión, prácticas para las cuales la sociología
6 En un sentido diferente pero que aquí se usa como plataforma conceptual para la noción de confianza. Cfr. Giddens
(1991).
7 Reconocemos que la expresión en singular gasto festivo puede aparejar malos entendidos, la usamos solo por comodi-
dad expositiva pero siempre se refieren a un conjunto de prácticas y no a una sola manera ritualizada de hacer.
176 YUYAYKUSUN
Sociología de la felicidad: el gasto festivo como práctica intersticial
8 Hemos propuesto algunas alternativas para analizar las sensaciones y la creatividad en Scribano, Adrián. (2008b)
El proceso de investigación social cualitativo. Editorial Prometeo. ISBN 978-987-574-236-9, p. 300, Buenos Aires y
Scribano, Adrián. Conocimiento social e investigación social en Latinoamérica. En Cohen, N. y J. I. Piovani (comps.,
2008a), La metodología de la investigación en debate. Buenos Aires y La Plata: Eudeba - Edulp, pp. 87-117.
9 Si rastreamos conceptualmente estos rasgos encontraremos que se anudan y abren en un abanico superpuesto de
tonalidades que nos evitan aclarar que son conceptos sensibilizadores es decir que no tienen pretensión de oclusión
teórica operacional alguna sino que se elaboran para abrir caminos de exploración.
10 Usamos aquí la expresión «estructura capitalista» conscientes de la necesidad de aclarar (tarea que no podemos reali-
zar aquí) las diferencias estructurales dentro de dicha estructura.
11 Siempre se deberá tener presentes las negaciones que niegan (sensu Bhaskar) las prácticas del gasto festivo pues jus-
tamente aparecen en el contexto de las tensiones por las que el consumo mimético regula la fetichización de la vida.
Así, insistimos en la necesidad de re-abrir desde aquí las múltiples discusiones sobre la relaciones entre lo popular y
masivo, entre la producción y reproducción de las rostricidades de clase en nuestro continente.
YUYAYKUSUN 177
Adrián Scribano
murgas, las danzas colectivas y los modos corporales y afectivos asociados a la fiesta y el
carnaval, son circunstancias de expresividad significativa donde se rompe la disciplina y el
ahorro ascético como modalidades de gasto festivo.
La semblanza y parentesco de lo carnavalesco con el gasto festivo es muy intensa.
Más allá de la visión teórico-experiencial que se tenga del carnaval (y sin caer en una
visión «populista-miserabilista») el carnaval es una modalidad de gasto festivo por varias
razones: a) en él se invierte la cotidianidad del vivir para producir, b) en él se redefinen
las relaciones entre caos creador y orden reproductor, c) en él se subvierte la lógica gasto-
acumulación.
Música, carnaval, performance y «estéticas-en-las-calles» son intersticios que al dia-
lectizar el régimen de la economía política de la moral «hacen evidentes» un mundo social
que se escribe en los márgenes de la misma12.
Existen y han existido un sinnúmero de ejemplos de los que aquí se afirman.
Gonzalo Aguirre Beltrán (2001) ha reconstruido la importancia del «baile de negros» en
México durante la colonia, exponiendo cómo las expresiones estéticas causaban terror
entre los amos. En un registro contemporáneo, María del Carmen de la Peza (1996)
ha hecho notar el lugar social de la canción de amor en una retórica de lo amoroso
que constituye la memoria colectiva, enfatizando tanto la posibilidad de expresar una
multiplicidad de voces en ella como reconocer las formas sociales de poder vigentes. La
música también puede constituirse en un modo de politizar la racialización de cuerpos
y subjetividades como lo expone Osmundo de Araújo Pinho (2005) respecto al Brau
(en tanto cruce entre performance y «movimiento de jóvenes»), el Funk Soul y la re-
africanización en Salvador de Bahía en Brasil. Sobre el rol de las artes escénicas en la
conformación de experiencias políticas colectivas, el nombre de Arturo Boal y su teatro
participativo es un ejemplo de los modos de expresividad a los que estamos haciendo
referencia. En un sentido similar al que venimos proponiendo Netto Carreira (2004)
afirma «El teatro callejero trata de establecer zonas de lo lúdico que invaden los espacios
públicos, insistiendo en la ciudad (con) un motivo para su «desorden» a partir del habla
artístico». (2004:7) Desde la aplicación de una perspectiva etnoescenológica Ileana Azor
(2006) ha hecho evidente las conexiones entre carnaval y teatro; en ese contexto la
autora sostiene: «Más que la inversión del mundo —aunque ése es el concepto que se ha
designado por la gran mayoría de los investigadores para acentuar el disloque o alejamiento
de la cotidianidad—, es la vida la que tiene lugar ante nosotros, pero desarrollada con otra
mirada y transformada por eventos que nos recuerdan la fusión de contrarios, la conversión
de un espacio y un tiempo rutinario en un hecho excepcional, que se repite por voluntad de
12 En este punto no que hay olvidar la «insistencia» de mercantilización que sufren los carnavales, las murgas y las
fiestas desde los modelos de apropiación estatal-mercantil donde se produce una expropiación de las expresividades
colectivas devenidas en espectáculo y mercancía. Justamente nuestra mirada sobre lo «inesperado» de las practicas
aquí descriptas señala los momentos donde el puzzle de apropiación no cierra. Es decir, hay que leer al conjunto de
prácticas de gasto festivo como un «más acá» no «pensado» por los dispositivos de regulación de las sensaciones, de
ahí lo que señalamos sobre su lógica del «estar para el fruto».
178 YUYAYKUSUN
Sociología de la felicidad: el gasto festivo como práctica intersticial
los participantes y de los observadores, en una práctica espectacular que se perpetúa y nos
sirve de reflexión mimética vital». (2006:66)
El gasto festivo es una acción destituyente del gobierno de las cosas sobre los hombres;
prácticas que rompen la reproducción de una vida condenada a la dialéctica abstinencia,
necesidad y acción reparadora. El gasto festivo es un modo de reconversión de energías
sociales y corporales que permiten abrir, expandir y multiplicar las potencialidades de los
sujetos y los colectivos.
En la lógica tensional del gasto festivo con el consumo mimético aparece otro campo de
la disposición moesiana que opera intersticialmente: la destrucción. El acto de consumo de
un bien o recurso en contextos festivos; su apropiación mediante la eliminación del carácter
mercantil. Por esta vía aquello que se liga desde y a través de los dispositivos de regulación
de las sensaciones con la fetichización y mercantilización de la vida, encuentra su opuesto
dialéctico (y superador). El gasto festivo es una modalidad de práctica intersticial que desti-
tuye y reconstruye las conexiones entre valor de uso y cambio que supone la fetichización de
la sociedad. La mercancía queda al desnudo, su halo mágico se desvanece al ser gobernada y
destruida por el hombre. No hay en ese tiempo-espacio equivalencias de intercambio entre
las mercancías mediadas por el dinero. No hay tiempo, hay duración; no hay consumo, hay
gasto. No se produce para acumular se produce para gastar.
El gasto festivo es una in-versión que des-regula la sensaciones. Cuando el gasto, en
tanto acto destituyente de lo que hay de mimético en el consumo, adquiere la tonalidad
de festividad que da paso a la expresividad se produce un doble proceso: a) uno relacio-
nado con las energías puestas en juego, y b) otro constituido alrededor de los dispositivos
de las sensibilidades. En el primer sentido, el gasto festivo es inversión en tanto subver-
sión de los lugares de las cosas y los hombres, revirtiendo a las cosas en el lugar de tales,
es decir, rompiendo con sus cualidades de fetiche y proporcionando nuevamente a los
hombres el poder de su administración. Las energías corporales y sociales de los sujetos
dejan de estar comandadas por los caprichos de la cosas, hay cosas para los hombres y no
a la inversa; en este gasto se liberan las energías de los sujetos atadas a los poderes de las
cosas. En el segundo de los sentidos, la festividad del gasto des-amarra y re-construye los
dispositivos de las sensibilidades rompiendo lo que en ellos hay de regulación. La expresi-
vidad destraba y desanuda la madeja nodal de la regulación. Las estéticas que involucran
las aludidas expresividades son abridoras de mundos donde las naturalizaciones de las
experiencias vividas son cuestionadas.
Desde la perspectiva apuntada el gasto festivo se puede entender como la actividad
que contrapone, pliega y des-pliega la expresión contra la disciplina y el ahorro ascético.
La expresividad se conjuga en nuevas estéticas que se hacen calle, dichas «estéticas-en-la-
calle» desafían las formas de solidarismos donde los donantes sueldan sus faltas en olvido
de la identidad del receptor. Al ex-presar(se) los sujetos redefinen las conexiones posibles
entre lo estético y lo político redefiniendo identidades y subjetividades. La festividad
implícita en el gasto que destituye al fetichismo de la mercancía, instala nuevas estéticas
como re-apropiación o descubrimientos de otras formas de percibir-experimentar.
YUYAYKUSUN 179
Adrián Scribano
El más acá y más allá de la demanda como plataforma de reconstrucción de las gramáti-
cas de la acción tendientes a modificar las posiciones y condiciones de los sujetos deseantes,
constituye la energía disparadora de lo estético. En ese marco, la estética-en-la-calle es un
modo político de enrostrarle a la política institucional su propia impotencia y su carácter
melancólico puesto de manifiesto frente a la supremacía de las condiciones materiales de
vida. Entonces, si bien el adjetivo estético hoy es de uso común para referirse a cuestiones
de apariencia y efectos visuales, es significativo recuperar esta intencionalidad de recuperar
una «dimensión humana» a partir de su potencial -vinculado con la posibilidad de despertar
otras sensibilidades ocluidas por la versión dominante- cuando el tema que nos ocupa es
la estética y su vinculación con el conflicto. Las relaciones entre estética y política general-
mente se representaron como antagónicas, superficies de diferentes tramas y constituidas
por tejidos diferenciados, que empero reconocen los persistentes esfuerzos que recorrieron
los ensayos sobre la estetización de la política. Las representaciones antagónicas aludidas se
pueden entender en el contexto de la necesidad del «discurso político» de desviar la atención
del carácter pornográfico de la visibilidad de la institucionalidad política. Como afirmara
Garaudy «el arte no es una resultante» (Garaudy, 1964), y agregamos: es la compleja articu-
lación tiempo-espacio que siempre muestra lo real.
Marx indicaba, hace tiempo ya, que «nacemos con la sensibilidad de un periodo históri-
co determinado» (Marx, 1974 (1844)) y tras él una serie de autores entre los que se puede
mencionar a Garaudy enfatizaban cómo la expresión estética: «… constituye, después del
trabajo, uno de los umbrales franqueados por el hombre en su superación de la animalidad.»
(Garaudy, 1986:14) Desde este contexto discursivo se puede palpar claramente que las
maneras de expresión que se radican y basan en las sensibilidades de los sujetos, se anudan
a prácticas históricas que buscan un lugar heterodoxo respecto a la dominación. La supe-
ración de la animalidad debe leerse como una tarea de re-humanización de las relaciones
entre humanos y por eso como política.
Que los recursos expresivos se anclan en criterios y valoraciones estéticas sobre los mate-
riales, el sentido y la producción artística y que estos son, a su vez, dependientes de un con-
texto histórico particular resulta hoy una obviedad. Ahora bien, para los recursos expresivos
de las acciones colectivas y protestas sociales se puede afirmar algo muy similar de lo que
señalará Fischer para el arte: «Es indudable que el arte también descubre nuevos dominios de la
realidad haciendo visible y audible lo que antes era invisible e inaudible.» (Fischer 1999:255)
La estética deviene política de los sentidos, heterodoxa y abridora de mundos que
se hacen palpables en (y a través de) esa misma práctica. Desde una perspectiva cercana
(pero no idéntica) a la nuestra podríamos decir con Adorno: estos recursos expresivos
se vinculan a lo político pues denuncian cómo «… el sufrimiento, cuando se convierte en
concepto, queda mudo y estéril…» y esa suele ser la tarea de la política institucional, enmu-
decer y esterilizar lo que esta «más acá» de los reclamos y las demandas transformándolos
en conceptos de sus políticas. Las «estéticas-en-las-calles» entonces, son una manera de
saltar el cerco de la duplicación de lo naturalizado como uno de los ejes de la dominación
y «trascender» heterodoxamente lo dado.
180 YUYAYKUSUN
Sociología de la felicidad: el gasto festivo como práctica intersticial
Finalmente, en las prácticas sociales que implican gasto festivo se instancia una dia-
léctica otra entre exceso, humor y risa. De la frugalidad del ahorro ascético se pasa a los
acontecimientos de despilfarro que demandan excesos. Desproporciones y abundancias que
enhebran otros mundos y debilitan el poder de la resignación a lo dado. Se instalan así, el
humor como camino contra la disciplina y el poderío de aquellos que siempre dan y la risa
como metáfora de lo «no conceptual» que implican sensaciones vividas desde la potencia de
una rostrocidad que se venga de la burla de la máscara del donante. Se tacha por estas vías el
ridículo que fabrica la crueldad como forma de la opulencia de quien obsequia lo que no le
pertenece y que solo responde a una expropiación pretérita. Desde el exceso, el humor y la
risa se puede observar con mayor claridad la pornografía que implica la resignación.
En el contexto anterior es posible observar como desde del gasto festivo se puede tejer
una matriz con la reciprocidad y la esperanza. El gasto festivo anuda, hace converger las
«prácticas del querer» y las «prácticas de don-reciprocidad», es decir, esperanza y disfrute
constituyendo las posibilidades de felicidad. El gasto festivo rompe la regulación de la
resignación y «des-truye» lo mimético de un consumo vuelto garante del fetichismo. El
conjunto de estas prácticas intersticiales que se ejecutan «paralelamente» a las prácticas
contra-expropiatorias constituyen un complejo de acciones que están dispuestas poten-
cialmente como disruptivas.
Ahora bien, lo destituyente, destructivo, desregulador, expresivo, excesivo y desmer-
cantilizador del gasto festivo implica una modalidad de alegría que dispara acontecimien-
tos de felicidad.
Varios de los estudios recientes14 sobre la definición «cotidiana de felicidad» que los suje-
tos elaboran coinciden que las dimensiones en las cuales puede ser inscripta dicha defini-
ción son: salud, familia, amor y dinero. En las aludidas dimensiones es posible reconocer
los componentes básicos para una vida en relación basada en la autonomía15.
13 Dados los objetivos teóricos del presente artículo no se incluye aquí la discusión de la información aparecida en el In-
forme de Latinobarómetro 2008, pero se deja constancia de la necesidad de abordarla pues implica debatir cuestiones
metodológicas muy interesantes. Como prueba de ello reproducimos un pasaje del aludido informe: «Por su parte, la
satisfacción de vida, otro indicador de bienestar, aumenta de 65%, en el año 2002, a 71%, en el año 2008. Ronald
Inglehart ha mostrado cómo la felicidad ha aumentado en el mundo entre 1980 y 2006, en 45 de 52 sociedades que
el analiza. Los datos de esta medición 2008, confirman que la felicidad está asociada a crecientes grados de libertad,
como lo muestra Inglehart, en las sociedades que no están en el nivel de subsistencia. La libertad que trae consigo
la democracia es un factor que ayuda a la creciente felicidad, la libertad que trae consigo la prosperidad es otro. Los
factores económicos tienen fuerte impacto en la felicidad en países de bajos ingresos, donde pequeños aumentos en
desarrollo pueden producir importante percepción de bienestar y aumento de felicidad. Por el contrario el mismo
aumento de crecimiento en países con ingresos más altos, produce demanda de más libertad y tiene a la vez menor
impacto sobre la felicidad. Comparativamente, en los datos del estudio Mundial de Valores, América Latina es el
continente más feliz de la tierra». (Informe Latinobarómetro, 2008: 12).
14 Cfr. Galati, D., Manzano, M. y Sotgiu, I. 2006.
15 Es prudente re-enfatizar aquí que nuestra perspectiva intenta tomar a la Felicidad desde una óptica sociológica sin
negar que existen estudios muy interesantes sobre la misma desde otras disciplinas pero que no podemos discutir
YUYAYKUSUN 181
Adrián Scribano
en este trabajo. Se puede constatar diversos modos de estudiar la felicidad o bienestar subjetivo desde la psicología
por ejemplo, para una experiencia en nuestro continente, cfr. Alarcón 2006. Otra manera de abordar la felicidad
como «objeto de estudio» ha sido la vía que explora las condiciones objetivas y subjetivas de la calidad de vida, como
ejemplo en el contexto latinoamericano, cfr. Arita, Romano, García y Félix, 2005.
16 Entre varias referencias posibles para esta idea, cfr. Marx (1974 (1844)) y Paul Baran (1963).
17 Es muy interesante revisar aquí las reflexiones de Markus sobre las diferencias que Adorno establece entre placer y
felicidad en el análisis que realizará de las relaciones ente industria cultural y objetos de arte y muy especialmente las
conexiones (y desconexiones) con las ideas de Benjamin; al respecto Markus sostiene: «Adorno shares with Benjamin
this idea of an ultimate human liberation as (in its Benjaminian formulation) the emancipation of things from the
compulsion to be useful, the establishment of a mimetic-communicative relation between human beings and envi-
roning nature». (Markus, 2006: 87).
182 YUYAYKUSUN
Sociología de la felicidad: el gasto festivo como práctica intersticial
En los meandros de las prácticas intersticiales de los muchos que desmienten el goce de
los pocos en forma de expropiación de las energías sociales y corporales de los primeros,
se pueden observar un conjunto de prácticas que sirven de vértice y apoyo para acciones
contra-expropiatorias e interdicciones colectivas18.
En y desde la vivencia del disfrute, la esperanza y la felicidad —observables en la
lógicas de intercambio recíproco, el amor y el gasto festivo— las prácticas intersticiales
adquieren una relevancia especial. Por un lado, permite escuchar y mirar a un conjunto
de acciones que «tradicionalmente» están silenciadas e invisibilizadas en la densidad de la
18 Dados los objetivos de este trabajo no profundizaremos la noción de interdicciones colectivas, solo para señalar algu-
nos de sus rasgos entiéndase provisoriamente que son aquellas acciones que frenan, desmienten y disputan el régimen
de verdad de la economía política de la moral del capitalismo en su fase actual y la sensibilidad que genera la religión
neo-colonial descrita arriba.
YUYAYKUSUN 183
Adrián Scribano
vida cotidiana que la sociología «da por supuesta»; y por otro lado, reconstruir las grie-
tas y pliegues de la expropiación y expulsión que implica la religión neo-colonial como
régimen de la economía política de la moral. Si repasamos algunas de las características
centrales de las prácticas aludidas se pondrá en evidencia su importancia en los procesos
de estructuración actuales.
El disfrute que posibilitan los intercambios recíprocos desmiente la sensibilidad depen-
diente que genera el consumo mimético. En la vida vivida de millones de sujetos que son
objeto de las políticas de las emociones que implican el despliegue de los fantasmas y fantasías
en el marco de la religión neo-colonial, es posible de constatar apropiaciones y reapropiaciones
cotidianas de un sinnúmero de prácticas intersticiales. En diversas modalidades de asociativi-
dad emergen diferentes formas de instanciar la reciprocidad. En este contexto, la reciprocidad
en tanto práctica intersticial involucra tres momentos del intercambio intersubjetivo donde
se destituye, al menos parcialmente, el rasgo primario del consumo mimético consistente en
transformar al consumidor en objeto. Los tres momentos no tienen un orden cronológico
pensando al intercambio como actividad, ni tampoco una jerarquía de sentido, los mismos
pertenecen a un mismo proceso helicoidal que puede recorrer su propia figura en fases ascen-
dentes y descendentes. Es decir, la reciprocidad no es normativa sino una experiencia abierta
y multi-cromática. Uno de esos momentos gira entorno al dar-recibir-dar, otro alrededor de
los juegos de heteroreconocimiento y el tercero ligado al compartir. Estos tres momentos ad-
quieren facetas heterogéneas y múltiples pero siempre se refieren al resultado del intercambio
como una identidad. Identidad en la gramática de la acción donde ésta se expresa de la misma
manera entre los sujetos que participan en ella. Identidad de la predicación de los atributos
que relacionan a los participantes de un intercambio. Identidad que significa un mismo flujo
de energía puesto en juego en el intercambio. Desde esta perspectiva podemos visualizar una
banda moesiana dividida en tres que coloca una y otra vez al dar-recibir-dar en diferentes
planos de apertura y reproducción. En los planos de dichas bandas el juego reconocimiento y
hetero-reconocimiento aparece como un horizonte de una identidad compartida.
La confianza-credibilidad que genera el amor como plataforma de la esperanza desti-
tuye a la resignación como eje de una política de la aceptación y rendición incondicional.
Comprendemos como condición de posibilidad de la esperanza, bajo el entendido que
el futuro es ahora, a un juego dialéctico entre amor filial, amor conyugal y amor cívico.
Dicha «condición de posibilidad» debe ser concebida en el contexto de lo desarrollado
por Marx (y otras tradiciones) respecto a las sensibilidades y el disfrute. Esta «prácticas-
del-querer» son el resultado de sociabilidades hechas carnes y huesos que permiten, al me-
nos potencialmente, reconectar las relaciones yo-tu-otro que el desarrollo de las prácticas
capitalistas coagula en la mercantilización. En este marco comprendemos al amor como
un estado afectivo que conecta la relación yo-tu-otro transformando a la misma en una
preferencia primera, en objeto de deseo y en meta principal.
El gasto festivo a través de sus rasgos de destitución, destructividad, desregulación,
expresividad involucrando exceso y desmercantilización dispara acontecimientos de fe-
licidad. Entendiendo, como ya hemos afirmado arriba, que la felicidad refiere a estados
184 YUYAYKUSUN
Sociología de la felicidad: el gasto festivo como práctica intersticial
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YUYAYKUSUN 189
Teoría de la sociedad y concepto de
comunicación en Niklas Luhmann1
Arturo Manrique
RESUMEN
El presente trabajo muestra a través del seguimiento de las principales ideas y planteamientos de
Niklas Luhmann, sociólogo alemán fallecido hace unos años atrás, por qué debe ser considerado como
uno de los más prominentes pensadores de las ciencias sociales actuales, tal como lo es actualmente en
Europa y el mundo anglosajón. Realizando una comparación de sus ideas con otros autores clásicos de
la sociología universal, destaca y desarrolla la idea de sistema de comunicación, referencia fundamental
en la obra de Luhmann, para comprender las sociedades actuales. Para ello realiza un pormenorizado
seguimiento de sus principales alcances.
ABSTRACT
Niklas Luhman, a German sociologist passed away years ago, should be considered one of the most
prominent thinkers of current social sciences in Europe and Anglo-Saxon world. We think this after
analyzing his ideas, approaches and comparing this information with other classic authors of universal
sociology, he also developed the idea of communication system, fundamental reference in his work, to
understand the present societies and made a tracking of their scope.
1 Este artículo fue concebido inicialmente como parte del material didáctico que el autor preparó para el dictado
del curso de Teoría Sociológica IV en la Escuela de Pre-Grado de Sociología de la Universidad Nacional Federico
Villarreal. Este curso se dictó en el primer semestre de 1998 a alumnos del último año de sociología. Además de
Luhmann, se incluyó en el programa del curso a otros autores, como Habermas, Giddens y Ulrich Beck. El texto ha
sido actualizado a efectos de la presente edición.
N
iklas Luhmann (1927-1998) es, probablemente, el teórico más importante de
la sociología contemporánea. El sociólogo de Bielefeld —Universidad en la que
fue profesor desde su fundación en 1968 hasta su fallecimiento en 1998— es,
junto a Edgard Morin y Jean-Pierre Dupuy, uno de los más destacados exponentes del
pensamiento complejo en sociología. Su vasta obra intelectual comprende más de cua-
renta libros y cientos de artículos y ensayos publicados en revistas de todo el mundo.
Lamentablemente, la traducción de su obra al castellano ha sido un tanto tardía y aún
quedan por traducir la mayor parte de sus textos. Salvo uno que otro trabajo publicado
en los años 70 y 80, la mayor parte de la obra de Luhmann que se conoce en nuestro idio-
ma fue traducida y publicada en la década de los 90 de la centuria pasada. No obstante,
el interés por la recepción de su pensamiento de manera sistemática en la sociología de
habla hispana data de finales de los años 80, en países como España, México y Chile. En
España, destacan las figuras de Ignacio Izuzquiza y Alejandro Navas entre los principa-
les conocedores de su obra. En México no podemos dejar de mencionar a Javier Torres
Nafarrate, que se ha hecho cargo no sólo de la traducción de buena parte de los textos de
Luhmann publicados en castellano en los últimos años, sino que además es un incansable
divulgador de su obra. En Chile, Marcelo Arnold, Darío Rodríguez y —más recien-
temente— Daniel Chernilo, figuran entre los más entusiastas seguidores del sociólogo
alemán. Con la excepción de estos países, el pensamiento de Luhmann es prácticamente
desconocido entre los sociólogos de habla española, principalmente en América Latina.
Esto se explica, en parte, por la traducción tardía de su obra; pero, sobre todo, por la
complejidad de su pensamiento, que hace que muchos sociólogos —en particular, de las
generaciones más antiguas y también, por qué no decirlo, de las más jóvenes— prefieran
ignorarlo.
En efecto, la arquitectura teórica de la sociología de Luhmann es sumamente com-
pleja y abarca distintos campos y niveles de análisis, tal como se puede observar en el
Cuadro 1 del Anexo. Luhmann se propuso desde un inicio construir una teoría general
de la sociedad, en la línea trazada por Parsons, de quien fuera alumno entre 1960 y 1961.
Este proyecto le tomó treinta años realizarlo y lo culminó en 1997, un año antes de su
muerte, con la publicación de Die Gesellschaft der Gesellschaft, su obra máxima, aún sin
traducir al castellano, que sintetiza el conjunto de sus investigaciones. La sociedad —en
opinión de Luhmann— tenía que ser descrita dando cuenta de la creciente compleji-
192 YUYAYKUSUN
Teoría de la sociedad y concepto de comunicación en Niklas Luhmann
YUYAYKUSUN 193
Arturo Manrique
tura del sistema. El sistema se abre a su entorno, intercambia información con él, sobre
la base de su clausura operacional. La apertura del sistema torna paradójica a la autorrefe-
rencia. El pensamiento de Luhmann es paradójico. Para él, la paradoja es la inclusión de
la diferencia en lo diferenciado por ella. Luhmann plantea la necesidad de considerar a la
paradoja de un modo creativo. Ella viene a ser un soporte fundamental de su teoría.
Hacia 1984, con la publicación de Soziale Systeme (El sistema social)2, Luhmann se
adhirió al paradigma de los sistemas autopoiéticos propuesto por Maturana y Varela. En
el segundo y tercer cuadro del Anexo se describen, en comparación con los paradigmas
sistémicos parte / todo (clásico) y sistema/entorno (propuesto por Bertalanffy), los princi-
pales rasgos de los sistemas autopoiéticos, incluyendo a la autorreferencia. Como se puede
apreciar, los sistemas autopiéticos se producen a sí mismos, creando su propia estructura y
también a los elementos que lo componen, en tanto que poseen clausura operacional. En
otros términos, se trata de sistemas organizacionalmente cerrados e informacionalmente
abiertos. Esto quiere decir que, de un lado, mantienen su autonomía en relación a su
entorno (se determinan a sí mismos) y, de otro, procesan la información proveniente del
entorno, es decir, aprenden de él. El modelo, de acuerdo con Maturana y Varela (1984),
es el de los seres vivos. Luhmann, por su parte, concibe la sociedad como un sistema que
posee las mismas características que los seres vivos, en el sentido de que se trata de un
sistema autorreferente y autopoiético.
Luhmann distingue tres tipos de sistemas autorreferentes y autopoiéticos: los sistemas
vivos, los sistemas psíquicos o personales y el sistema social. El proceso evolutivo de la so-
ciedad ha conducido progresivamente a una diferenciación cada vez más nítida entre el
sistema social y los sistemas personales. La sociedad es entorno de los sistemas personales.
Y viceversa, los sistemas personales son entorno del sistema social. En la Figura 1 se puede
observar de que modo el sistema social y los sistemas personales se encuentran interpe-
netrados; pero mantienen ambos su clausura operacional. Los seres humanos operamos
dentro del sistema social; pero no somos parte de él. En su autopoiésis la sociedad de-
termina su propia estructura y produce sus propios elementos. La sociedad no está com-
puesta por hombres ni por acciones, sino por comunicaciones. La sociedad es un sistema
autorreferente y autopoiético que se compone de comunicaciones. Luhmann describe,
como bien lo ha señalado Izuzquiza (1990), una «sociedad sin hombres». Los hombres no
son elementos del sistema social, sino su entorno. Como dice Ibáñez (2000), el punto
de mira de Luhmann no son los hombres sino las relaciones: «la sociedad es una relación
de relaciones. En vez de acciones, comunicaciones. La sociedad no esta compuesta de
hombres, sino de comunicaciones: la sociedad es el sistema de todas las comunicaciones
con sentido posibles» (p. 9). La sociedad moderna es un sistema complejo compuesto
por comunicaciones que incorpora a su entorno (los seres humanos) para las operaciones
especializadas de los diversos subsistemas funcionales; pero lo hace conservando en todo
2 De este libro solo se ha traducido el primer capítulo al castellano. Véase Niklas Luhmann Sociedad y sistema: la am-
bición de la teoría (1990).
194 YUYAYKUSUN
Teoría de la sociedad y concepto de comunicación en Niklas Luhmann
Entorno
Sistema
personal
Sistema
social
El sistema social es producto de la distinción respecto a su entorno e incluye esta
distinción en su configuración interna. La distinción sistema/entorno se reproduce al in-
terior del sistema social que se diferencia en distintos subsistemas, cada uno de los cuales
posee clausura operacional en un determinado ámbito de comunicaciones que reducen
la complejidad del entorno de un modo especializado. La sociedad se diferencia progresi-
vamente, en el transcurrir de su evolución histórica y temporal, en distintos subsistemas
funcionales, tales como la política, la economía, la ciencia, el derecho, la religión, la edu-
cación, la intimidad, etc. La sociedad moderna es una sociedad altamente diferenciada
y compleja, en la que existen diferentes ámbitos comunicacionales, que son los distintos
sistemas funcionales. Cada uno de los sistemas funcionales, en un elevado nivel de es-
pecialización, reduce la complejidad de su entorno y posibilita la acción y la interacción
humana en un sentido indicado. Los sistemas funcionales, a su vez, se encuentran inter-
penetrados unos con otros; pero mantienen su clausura operacional. Esto quiere decir, a
modo de ejemplo, que la política puede influir en la economía, pero no determina nada
al interior de ella, pues ésta se rige por su propio código. Y viceversa, el funcionamiento
de la economía puede afectar al sistema político, pero éste procesa la información pro-
veniente del entorno económico de manera autónoma, de acuerdo a su código, sin ser
YUYAYKUSUN 195
Arturo Manrique
forzado por él primero. Lo que ocurre al interior de un sistema funcional puede tener un
«efecto de resonancia» en otro, pues al fin y al cabo los sistemas funcionales son altamente
sensibles a su entorno, pero de allí no se deduce que mantengan una relación de subordi-
nación unos con otros. La economía y la política, para seguir con nuestro ejemplo, operan
en ámbitos de comunicación diferenciados. No es que la primera determine a la segunda.
Ni viceversa. Ocurre que esta forma de percibir la relación entre economía y política es
propia de la sociedad estratificada o sociedad de clases y carece de vigencia en la sociedad
funcionalmente diferenciada.
La diferenciación funcional es una adquisición evolutiva de la sociedad moderna actual;
la que otros sociólogos también han denominado como «modernidad tardía» (Giddens) o
«sociedad del riesgo» (Beck). La diferenciación funcional es lo que distingue a la sociedad
contemporánea de las formaciones sociales precedentes. En el Cuadro 4, se puede observar
de que modo, en el proceso de evolución de la sociedad, Luhmann distingue la transición
de una diferenciación social estratificada, rígida, a una diferenciación funcional de carácter
más flexible. La sociedades estratificadas se fundan en la desigualdad. La propiedad de la
tierra y la división especializada del trabajo determinan la existencia de estratos o clases
sociales desiguales que se organizan jerárquicamente en un sistema de poder. La identidad
de la persona viene determinada por su pertenencia a un estrato o clase social. En la socie-
dad funcionalmente diferenciada, por el contrario, se acentúa la diferencia entre el sistema
social y el sistema personal y esto hace que la identidad de la persona, cada vez más indi-
vidualizada, no sea determinada por su inclusión en tal o cual sistema funcional. A esto se
suma el hecho de que las personas no pueden ser radicadas en un solo sistema funcional.
Los individuos no pueden ser colocados socialmente en la sociedad, porque cada sistema de
funciones es permeable a la inclusión de todos los individuos, pero esta inclusión sólo hace
referencia a las operaciones de la persona en el sistema. No la incluye en su totalidad. Las
personas operan simultáneamente en distintos subsistemas de la sociedad y, dependiendo
de las circunstancias, dan prioridad a alguno de ellos haciendo uso de su criterio personal; lo
cual las torna socialmente inestables, en la medida en que no pueden permanecer ancladas
en un solo sistema funcional. Como dice Luhmann:
196 YUYAYKUSUN
Teoría de la sociedad y concepto de comunicación en Niklas Luhmann
Los subsistemas que componen el sistema social no se conciben como iguales o como
desiguales, sino como diferentes. Los distintos sistemas funcionales no guardan una
relación de jerarquía entre sí, sino todo lo contrario: se articulan horizontalmente.
No hay un subsistema que predomine o sea más importante que los otros. El primado
funcional de la política y/o de la economía es un rezago de la tradición viejo-europea
de pensamiento social que Luhmann intenta refutar. La sociedad moderna no puede ser
tematizada ni como sociedad política ni como sociedad de mercado. No hay un subsis-
tema que esté por encima de los demás y que asuma la representación del conjunto de
la sociedad. La sociedad funcionalmente diferenciada carece de centro. No existe un cen-
tro, una disposición jerárquica, en función de la cual se ordenen los distintos sistemas
funcionales. El sistema político, al que antes se atribuía la capacidad de representar a la
sociedad (esa era la concepción que se tenía del estado), ha perdido definitivamente esa
posibilidad. La sociedad no puede ser objeto de representación en el sistema político,
por muy democrático que éste sea. Pensar la política en estos términos es permanecer
anclado en el pasado, en esquemas de percepción que hoy en día son a todas luces ob-
soletos. Quienes aún conciben la democracia como «gobierno del pueblo» o como la
participación de los diversos componentes de la sociedad en la toma de decisiones de
carácter político, se orientan aún por el paradigma parte/todo y no reparan en la posi-
bilidad de que hacer eso «equivaldría a disolver todas las decisiones en decisiones sobre
las decisiones»; lo cual no sólo redundaría en una mayor burocratización sino que,
además, produciría una sobrecarga de complejidad en el sistema político que tornaría
prácticamente imposible el juego democrático. Pensar la política como participación es
utópico, por decir lo menos, cuando no se trata de una retórica que encubre situaciones
plagadas de corrupción.
Luhmann (1993) concibe el sistema político en términos distintos. Para él, el sistema
político y, más específicamente, la democracia, es producto de la «escisión de la cima» en
la diferencia entre gobierno y oposición. Solo en el marco de una sociedad que se articula
horizontalmente en sistemas funcionales y que, por tanto, no requiere ya de una cima,
puede la política llegar a operar como una cima escindida. Esto quiere decir que todos los
ciudadanos estamos en capacidad de acceder o, en su defecto, de influir en las decisiones
de gobierno (ese es el rol de la opinión pública); pero no todos gobiernan. No todos
toman decisiones. La oposición no gobierna y, por lo tanto, no tiene poder de decisión.
Pero precisamente porque no gobierna, puede hace valer el poder de los no poderosos,
es decir, de los ciudadanos que son afectados directa o indirectamente por las decisiones
del gobierno. Los ciudadanos, en su mayor parte, no participan en las decisiones del go-
bierno; pero si pueden pronunciarse a favor o en contra de las mismas, haciendo uso de
su derecho de opinión. En otras palabras, las decisiones las toma una minoría. Y minoría
también son quienes —tanto del lado del gobierno como del lado de la oposición— ope-
ran activamente dentro del sistema político. Lo que ocurre es que esta minoría no es más
una minoría privilegiada en virtud de un orden jerárquico, sino que se trata de una mi-
noría calificada, diferenciada, en el desempeño de una función. La política cada vez más
YUYAYKUSUN 197
Arturo Manrique
es una actividad especializada asumida por una minoría de políticos profesionales que no
son otra cosa que operadores del sistema político.
El sistema político se estructura sobre la base de una triple diferenciación interna que
incluye a la política, la administración estatal y la opinión pública. Los políticos pugnan por
hacerse del poder o por retenerlo; pero requieren de la aprobación o desaprobación de la
opinión pública, que es una esfera autónoma al interior del sistema político. La opinión
pública, que incluye a la mayor parte de los ciudadanos, por decirlo de alguna manera,
no se deja representar. Tiene sentido hablar de representación cuando la sociedad se com-
pone de clases o estratos sociales claramente definidos en torno a una estructura central.
Esta situación no se da en la sociedad funcionalmente diferenciada, cuyos componentes
no son los seres humanos sino las comunicaciones. Los políticos no pueden atribuirse la
«representación» de tal o cual sistema funcional porque sencillamente éstos conservan su
clausura operacional. Lo mismo ocurre con los sistemas personales, altamente individua-
lizados, cuyos deseos, intereses, miedos, etc., no admiten ser representados. Los políticos,
por lo tanto, tienen que saber interpretar el sentir de la opinión pública para tomar las
decisiones que consideren pertinentes. Ésta, por su parte, puede favorecer indistintamen-
te al gobierno o a la oposición y no depende ni de uno ni de otro. No existe por parte de
la opinión pública un régimen de lealtad con tal o cual opción política. Su orientación es
más bien pragmática: apoya un programa o una decisión política siempre que favorezca
a la mayoría de los ciudadanos. La posibilidad de representación de la política, en conse-
cuencia, pierde vigencia en la medida en que la sociedad se diferencia con respecto a los
sistemas personales y profundiza su diferenciación interna en subsistemas funcionales. En
este marco, el sistema político se cierra en torno a su propio código. Y lo mismo hacen los
demás sistemas funcionales, tales como la economía, el derecho, la ciencia, la educación,
etc., cada uno de los cuales mantienen su clausura operacional respecto a los demás sub-
sistemas que configuran su entorno.
La diferenciación funcional y la ausencia de centralidad de un subsistema sobre los
otros no suprime el problema de la desigualdad que, hoy más que nunca, se presenta
como un problema de exclusión. En efecto, la desigualdad subsiste en la sociedad moder-
na y se redefine en función del acceso de las personas a las prestaciones de los distintos
sistemas funcionales. La desigualdad es un lastre de la sociedad de clases no resuelto aún,
sobre todo en los países en vías de desarrollo, como es el caso nuestro, en el que todavía
es notoria la tendencia a establecer jerarquías de acuerdo con la clase social, la raza e,
incluso, el género. Las clases sociales no necesariamente han desaparecido, sino que han
perdido centralidad como eje en torno al cual se estructura la sociedad. Esto hace que el
acceso a las distintas prestaciones de los sistemas funcionales no sólo no sea equitativo,
sino que además se generen problemas de exclusión social. A diferencia de Parsons, para
quien la inclusión en los distintos sistemas estaba garantizada mediante el esquema de
los «roles complementarios» (no todos pueden ser empresarios, pero todos pueden acce-
der a un empleo; no todos pueden ser médicos, pero todos pueden ser pacientes, etc.),
Luhmann plantea como un tema complementario a la inclusión el problema de la exclu-
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Teoría de la sociedad y concepto de comunicación en Niklas Luhmann
El postulado de que la sociedad no está compuesta por hombres sino por comunicaciones
es el núcleo de la teoría sociológica de Luhmann. Ignacio Izuzquiza ha calificado este pos-
tulado como «escandaloso», en el sentido de que subvierte la tradición sociológica acos-
tumbrada a ubicar al hombre en el centro del análisis teórico. Conviene aclarar por ello
qué es lo que Luhmann entiende por comunicación. Las nociones de acción y comunica-
ción remiten en la tradición sociológica a la presencia de un sujeto o un individuo, que es
el que «actúa» o «comunica». No me refiero solamente al caso de las posturas «individua-
listas», sino también a los enfoques «colectivistas». Conceptos como el de «actor social»
presuponen la existencia de un sujeto, que puede ser individual o colectivo, que es el que
lleva a cabo la acción. La tradición sociológica, como es fácil advertir, es dependiente en
su mayor parte de la filosofía del sujeto. Luhmann se propuso desde un inicio romper con
este modo de pensar. Para él la comunicación no depende de la acción ni de la presencia
un sujeto. Todo lo contrario: solo la comunicación puede comunicar. La acción es creada
YUYAYKUSUN 199
Arturo Manrique
En opinión de Luhmann (1998), ninguno de estos tres componentes puede ser abor-
dado por separado. «Sólo en conjunto pueden crear comunicación». Tanto la información
como la expresión y la comprensión y/o incomprensión están vinculados temporalmente
en el proceso comunicativo y se condicionan mutuamente. La comunicación tiene lugar
cuando es entendida la diferencia entre información y expresión. En otras palabras, cuando
en el entendimiento se es capaz de distinguir entre el «valor informativo» del contenido de la
comunicación y las razones por la cuales ese contenido informativo fue expresado. «De este
modo, puede enfatizar uno u otro lado. Puede interesarse más por la información misma o
más por la conducta expresiva. Pero siempre depende del hecho de que ambos son experien-
ciados como selección y, de este modo, distinguidos». Así como la información implica una
selección (selección de un contenido informativo en desmedro de otros), en la expresión de
la información también se produce otra selección: la de la forma y los medios para expresar
la información. La comunicación es en sí misma altamente improbable. Para que un suceso
pueda ser comunicado, previamente ha de ser codificado, para que actúe como informa-
ción. Los sucesos no codificados son ruido y no pueden se comunicados. La información
que un político quiere divulgar entre sus allegados y simpatizantes ha de ser codificada en
términos del juego político (gobierno/oposición) para ser adecuadamente entendida. De
otra manera, es probable que la comunicación fracase y la información se transforme en
ruido. El concepto de comunicación de Luhmann establece, entonces, una distinción entre
la expresión (el acto de comunicar sirviéndose de un código) y la información (el contenido,
los temas que son objeto de comunicación). Pero para operar la distinción entre la expresión
y la información es necesaria la cooperación de la conciencia. En otras palabras, es la con-
ciencia la que distingue entre información y expresión mediante el entendimiento. Es en
ese sentido que Luhmann afirma que la comunicación no es posible sin la conciencia. Sin
embargo, ello no quiere decir que sea la conciencia la que comunique. Solo la comunica-
ción puede comunicar. Lo que ocurre es que los sistemas conscientes y los sistemas sociales
se encuentran estructuralmente acoplados uno respecto al otro; pero ambos conservan su
autopoiesis, mantienen su clausura operacional.
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Teoría de la sociedad y concepto de comunicación en Niklas Luhmann
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La comunicación tiene todas las propiedades necesarias para la autopoiesis del sistema:
es una operación genuinamente social (y la única genuinamente tal). Es una operación
social porque presupone el concurso de un gran número de sistemas de conciencia, pero
precisamente por eso, como unidad, no puede ser imputada a ninguna conciencia sola.
Es social porque de ningún modo puede ser producida una conciencia común colectiva,
es decir, no se puede llegar al consenso en el sentido de un acuerdo completo; y, sin
embargo, la comunicación funciona. Es autopoiética —y es otra versión del mismo ar-
gumento— en la medida en que puede ser producida solo en un contexto recursivo con otras
comunicaciones y, por tanto, sólo en una trama a cuya reproducción concurre cada una de
las comunicaciones. (Luhmann & De Georgi, 1993: 45)
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Teoría de la sociedad y concepto de comunicación en Niklas Luhmann
el hecho de que la moral tiende a la unificación (y a veces al conflicto), mientras que los
medios simbólicamente generalizados, al contrario, nacen desde el principio en gran
cantidad y para constelaciones específicas de problemas. Para que se obtenga que algunas
selecciones de sentido altamente improbables se vuelvan probables, se debe formar una
pluralidad de códigos que estén especializados para este fin. (Luhmann & De Georgi,
1993: 126-127).
La comunicación viene a ser entonces un fenómeno emergente a la vez que una adquisi-
ción evolutiva que opera como sustituto de la moral en la sociedad moderna. La sociedad
no es más un fenómeno moral. En adelante, tiene que ser descrita como un fenómeno
comunicacional. La comunicación es amoral; pero no por ello deja de ser un fenómeno
genuinamente social, en la medida en que presupone el concurso de un gran número de
personas que operan en los sistemas funcionales, sin que deba ser atribuida a ninguna
persona o grupo de personas en particular. La comunicación no es producto del consenso,
toda vez que el disenso es igualmente probable en la práctica comunicativa. La comuni-
cación ideal, que es producto de un acuerdo racional, tal como la concibe Habermas, no
existe. Para Luhmann, la comunicación no deja de ser problemática, en el sentido de que
puede conducir al conflicto, al disenso e, incluso, a la incomprensión; pero, aún en estos
casos, no deja de comunicar. Solo la comunicación puede comunicar. La comunicación
se produce a sí misma: es autopoiética. La autopoiesis de la comunicación hace que ésta
prosiga aún cuando se vive en el desacuerdo e impide que éste degenere en confrontacio-
nes de carácter violento.
Los sistemas comunicacionales conservan en todo momento su clausura operacional.
Los seres humanos, en tanto sistemas de conciencia, nos acoplamos estructuralmente
a las estructuras comunicacionales de los sistemas funcionales, operamos en ellas, pero
no podemos alterarlas o modificarlas de acuerdo con nuestra voluntad. Poco importa
de que actuemos en forma individual o colectiva. Es más, nos vemos en la necesidad de
elegir entre las distintas alternativas de acción que nos condiciona la comunicación, fuera
de cuyo marco es improbable que nuestra acción tenga éxito. En otras palabras, lo que
entendemos como acción es creado en una red de comunicación. La comunicación no
sólo posibilita la acción, sino que además la delimita: le inyecta un sentido. Los sistemas
funcionales procesan sentido. Como dicen Marcelo Arnold y Darío Rodríguez (1991),
«los límites de un sistema social no son límites físicos sino de sentido». El sentido viene a
ser en Luhmann una «estrategia selectiva mediante la cual se elige entre diversas posibili-
dades, pero sin eliminar definitivamente las posibilidades no seleccionadas». Nada es ne-
gado en forma definitiva. Lo que hoy es negado mañana puede ser actualizado (negación
de la negación). El sentido es el nexo entre lo actual y lo posible. «Solo el tiempo, no la ne-
gación, elimina definitivamente las posibilidades». El sentido viene a ser, en consecuencia,
una propiedad de la comunicación. El sentido de una acción no radica en la conciencia
del actor, sino en la comunicación. La comunicación hace que la acción, cualquiera que
sea su orientación, esté dotada de sentido.
YUYAYKUSUN 205
Arturo Manrique
Para finalizar, quisiera establecer un paralelo entre Luhmann y Durkheim, que consi-
dero puede ayudar a una mejor comprensión del primero. Estimo que el pensamiento de
Luhmann es homólogo al de Durkheim, en el sentido de que existen semejanzas de origen
en ambos autores, más allá de las diferencias de carácter teórico y epistemológico que
puedan haber. En efecto, tanto Durkheim como Luhmann se proponen desde un inicio
cuestionar la centralidad de la acción humana en la explicación de los fenómenos sociales.
Durkheim critica en Las reglas del método… (1978) lo que él denominaba el «postulado
antropocéntrico», heredado de la ilustración, de acuerdo con el cual la sociedad se con-
cibe como una suma de individuos, más allá de que éstos sean refractarios o estén «natu-
ralmente» inclinados a la vida social. El propósito de Durkheim es circunscribir el objeto
de estudio de la sociología a los hechos sociales y, de esa manera, fortalecer su desarrollo
como ciencia autónoma. En su opinión, un hecho social solo podía ser explicado por
otro hecho social (postulado autorreferencial). «Entre la psicología y la sociología —nos
dice— existe la misma solución de continuidad que entre la biología y las ciencias físico-
químicas. Por consiguiente, siempre que se explique directamente un fenómeno social
por un fenómeno psíquico, puede tenerse la seguridad de que la explicación es falsa» (p.
116). Pero Durkheim no se queda sólo en argumentar a favor de la existencia real del
hecho social, como un fenómeno sui generis al que le corresponde un tratamiento cien-
tífico autónomo, sino que además lo concibe en una relación de superioridad respecto
al individuo. La sociología, de acuerdo con Durkheim, debería ayudar a convencer al
individuo de la superioridad física, intelectual y moral de los hechos sociales. Los se-
res humanos deberían comprender, mediante la reflexión, su «estado de dependencia y
de inferioridad naturales» respecto a los hechos sociales. En suma, la sociología debería
contribuir a superar el prejuicio de la ilustración, tan extendido hasta nuestros días, que
imagina a la sociedad como edificada por los individuos en base a su voluntad y razón5,
5 Durkheim, incluso, niega que la razón sea un atributo del individuo. Conocida es su hipótesis acerca del origen so-
cial de las categorías, formulada en la introducción a Las formas elementales de la vida religiosa (1982). En este texto,
Durkheim somete a critica las posturas empiristas y apriorísticas -ambas individualistas- que, hasta entonces, habían
intentado explicar la razón. En su opinión, los empiristas, que intentaban derivar las categorías universales de la razón
—tales como tiempo, espacio, género, cantidad, causa, etc.— de la experiencia individual, devenían en irracionalis-
tas: «reducir la razón a la experiencia es hacerla desaparecer, ya que es reducir la universalidad y la necesidad que la ca-
racterizan a no ser más que puras apariencias, ilusiones, que pueden ser cómodas en términos prácticos, pero que no
corresponden a nada en el orden fáctico; es, consecuentemente, negar cualquier realidad objetiva a la vida lógica que
las categorías tienen por función reglamentar y organizar. El empirismo clásico desemboca en irracionalismo; quizá
incluso convendría designarlo con este último término» (p. 12). Las categorías universales de la razón, en opinión de
Durkheim, tampoco son inherentes a la naturaleza de la inteligencia humana. No se trata de categorías a priori, es
decir, anteriores a la experiencia, tal como lo había formulado Kant. «Los aprioristas —nos dice— son más respetuo-
sos de los hechos». Conciben el mundo dotado de un aspecto lógico que la razón expresa de manera eminente. En ese
sentido, «son racionalistas». Sin embargo, no atinan a explicarla. Asumen una postura agnóstica, como en el caso de
Kant. O, en su defecto, cuando intentan explicarla, «tienen que atribuir al espíritu un cierto poder de ir más allá de la
experiencia, de agregar algo sobre aquello que le es inmediatamente dado» (p. 13). Se imaginan, entonces, por encima
de las razones individuales, una razón superior, divina, de la que emanan las primeras. En otras palabras, se pone a la
razón fuera de la naturaleza y de la ciencia. Durkheim, por el contrario, sostiene que las categorías del pensamiento
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Teoría de la sociedad y concepto de comunicación en Niklas Luhmann
La clarificación de la ilustración tiene por finalidad lograr que el ilustrar se torne reflexi-
vo. En la sociología, la ilustración se puede ilustrar a sí misma y luego organizarse como
trabajo. El progreso que constituye la ilustración de la razón respecto a la ilustración
desenmascarante y que se encamina hacia la ilustración sociológica es un progreso tanto
tienen un origen social. En rigor, son hechos sociales. Las categorías de la razón son generales porque son sociales y
no son sociales porque sean generales. No sólo no dependen de los individuos sino que, además, están investidas de
una autoridad de la que no es posible sustraerse a voluntad. Las categorías ejercen coerción sobre los individuos de
manera tal que éstos se ven imposibilitados de hacer otra cosa que no sea pensar a través de ella. Si operamos con
ellas, no es porque sean inherentes a nosotros, sino porque previamente las hemos interiorizado en nuestro proceso
de socialización. La sociedad, pues, se torna progresivamente más racional, a la par que se individualiza. En este
marco es que se produce un encuentro entre individuo y razón en el que esta última, a menudo, es percibida como
un atributo del primero. Durkheim sostiene que esta percepción es errónea. Las categorías de la razón, ciertamente,
operan a través de las conciencias individuales; pero su origen es eminentemente social.
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ANEXO
Teoría general de la
organización
Teoría general de la
interacción
6 Tomado de la Nota introductoria de Javier Torres Nafarrate en: Niklas Luhmann y Raffaele De Georgi. Teoría de
la sociedad. Universidad de Guadalajara - México. 1993. Véase también del mismo autor: «La propuesta teórica de
Niklas Luhmann». En Antonio Camou y José Esteban Castro. La sociedad compleja. Ensayos en torno a la obra de
Niklas Luhmann». Flacso, México, D. F. 1997.
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entendimiento humano. Edit. Universitaria. Santiago de Chile.
YUYAYKUSUN 215
La sociología del conocimiento de
Durkheim como enfoque alternativo a la
oposición epistemológica: hechos vs. reglas
María del Socorro Foio
RESUMEN
El desarrollo de la ciencia es atravesado por la contradicción entre empiristas —que privilegian el
plano fáctico— y aprioristas —que enfatizan el plano normativo—, pero también por la construcción
de una alternativa que sitúa la fuente del conocimiento en las estructuras básicas de las formas de la
praxis. Dentro de esta perspectiva se ubican las tesis de Emile Durkheim, respaldadas por sus estudios
comparativos de diversas manifestaciones jurídicas con las formas de la conciencia social. En este
artículo se exponen las analogías que el autor pudo reconocer entre las fuentes y funciones de las
creencias religiosas de las primeras sociedades y las reglas de una de las instituciones universales de la
moral humana, el derecho de propiedad y que aportan a la comprensión del origen de los términos
empíricos y teóricos y su función como expresión de la práctica, regida por leyes propias de los
organismos sociales.
ABSTRACT
Science’s development is crossed by contradictions between trends privileging factual plane and trends
emphasizing normative plane, but also by the construction of an alternative locating the source of
knowledge in basic structures of forms of praxis. Emile Durkheim’s theses are fitted in this perspective;
they are endorsed by comparative studies of diverse legal manifestations with the forms of social
conscience. This article displays author’s analogies between sources and functions of religious beliefs of
first societies and norms corresponding to one of universal institutions of human moral, the property
rights. They contribute to understanding of origin of empirical and theoretical terms and their
function like expression of practice, governed by own laws of social organisms.
E
mile Durkheim es considerado como una de las figuras sobresalientes en el tránsito
de la sociología a su etapa de madurez.1 En el trabajo Las reglas del método socioló-
gico aparecido en 1895, fundamentará la legitimidad de esa transición en la capa-
cidad del método para estudiar a los hechos sociales como cosas, como modos de obrar,
sentir, conocer y pensar externos a los individuos, y que ejercen coacción sobre éstos.
La relación del individuo con la sociedad y los lazos de solidaridad que caracterizan las for-
mas de asociación aparecen como preocupaciones centrales en la producción de Durkheim.
1 Docente en las universidades de Burdeos y La Sorbona, Emile Durkheim (1858-1917) aportó obras fundamentales
para el desarrollo de la sociología e influyó asimismo en diversas áreas y disciplinas. En torno de la revista L’anée
sociologique, que fundara en 1898, surgió un círculo intelectual bajo su liderazgo.
Por ser el hecho social una forma objetiva anterior a cada individuo concreto que,
expresándose en normas, leyes e instituciones, asegura la integración del grupo, sus
significados desbordan al comportamiento manifiesto de las personas. Los nombres de
determinadas acciones no las describen sino que representan su sentido social —sos-
tendrá el autor—; tales representaciones tienen que ver con el proceso de construcción
del mundo social, de la creación de la unidad de la experiencia: no son por lo tanto
meras reproducciones de una realidad pre-establecida, sino que revelan y mantienen el
orden social.
Así, el carácter coercitivo fundamental de la sociedad no residiría en sus mecanismos de
control, sino en el poder de constituirse e imponerse como realidad.2 Por ello, Durkheim
en su sociología del conocimiento se ha empeñado en demostrar la eficacia simbólica de las
representaciones colectivas —que daría lugar a la tesis epistemológica acerca de la verdad de
las categorías del pensamiento al ser establecidas por la existencia social—.
El presente artículo reconoce las relaciones de esas ideas con aquellas perspectivas
basadas en la noción de totalidades organísmicas que sitúan la fuente del acto cognitivo
en las estructuras básicas de las formas de la praxis. En ese marco se hace un recorrido por
los conceptos de Durkheim sobre la función de la religión en las primeras comunidades
humanas como representación de la realidad social, y sus aportaciones a la comprensión
de la génesis y el funcionamiento de una de las reglas universales de la moral humana: la
que protege la propiedad de la persona.
El punto de partida será la propuesta de Juan Samaja (en 1995: 74) en el sentido
de establecer vínculos entre la razón pura de Kant y el principio durkheimniano de las
representaciones colectivas.3
La tesis kantiana que concibe a las condiciones formales de la sensibilidad y a las
categorías del intelecto como funciones de la unidad del yo —pudiendo constituirse de
este modo los objetos de la experiencia intersubjetiva—, sostiene que las condiciones
concretas de existencia y de acción del sujeto implican el reconocimiento de los otros yoes;
la síntesis originaria del yo será, por lo tanto, función de la praxis social.
En la solución presentada por Kant, el conocimiento se produce mediante la aplica-
ción de la experiencia posible y de los esquemas e imágenes conceptuales a las impresiones
procedentes de las cosas mismas, donde todo fundamento de validez corresponderá al
plano de la experiencia moral. Se incorpora de esta manera un basamento jurídico regu-
lador de la actividad productiva de la razón radicado en la síntesis originaria que contiene
2 Ver: Berger, 1971, pág. 24; también en Berger y Luckmann, 1999, págs. 81-82.
3 Juan Alfonso Samaja Toro fue fundador y director del Doctorado en Ciencias Cognitivas de la Universidad Nacional
del Nordeste (Argentina). Dedicó sus esfuerzos al estudio del conocimiento y la ciencia, desarrollando una línea ori-
ginal de pensamiento que, a partir de Kant y recalando en Hegel, le posibilitara un recorrido inédito para abordar los
quiebres epistemológicos y el giro lingüístico que atraviesa, desde mediados del siglo XX, el pensamiento científico
de nuestro tiempo. Estudioso de los grandes pensadores contemporáneos, en búsqueda del significado y el sujeto
abrevó en Peirce, Saussure, Benveniste, Greimas, Piaget y Bateson, entre otros precursores del cognitivismo) como
buscador de herramientas que le permitieran abordar la complejidad, arrojar luz sobre las misteriosas vicisitudes del
conocimiento humano y comprender los procesos de la investigación científica.
218 YUYAYKUSUN
La sociología del conocimiento de Durkheim como enfoque alternativo
2. La naturaleza de sociedad
1º) Como se constituyeron históricamente estas reglas, es decir, cuales son las causas que
las provocaron y los fines útiles que cumplen, y 2º) La forma en que funcionan en la
sociedad, es decir, la forma en la que los individuos las aplican (Durkheim, 1976: 8).
En ese sentido considera que ambas causas no son idénticas, aunque las mismas «poseen
tal naturaleza que se aclaran y controlan mutuamente» (Ibíd.).
La respuesta científica a los fenómenos vinculados con la integración de la sociedad
ha sido buscada por Durkheim en el concepto de solidaridad social.
La solidaridad social estará dada por la existencia de un factor cohesivo externo a los
individuos y que actúa como tal. La presencia de la sociedad opera a través de la coacción
ejercida mediante cada individuo, pero por la conciencia colectiva, por lo que todo acto
desviado es tal en tanto choca con la conciencia común y, en consecuencia, constituye
una amenaza de ruptura de la solidaridad.
En el reconocimiento de una primacía de la sociedad sobre los individuos, el autor
enfatizará el papel de la solidaridad para dar cuenta de las formas en que aquéllos se aso-
cian entre sí, distinguiendo, en el análisis de esas formas de asociación, entre solidaridad
mecánica y solidaridad orgánica.
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María del Socorro Foio
De las formas más primitivas de relación entre individuos deviene una estructura so-
cial de escasa diferenciación con pocas posibilidades de conflicto: la solidaridad mecánica.
Este tipo de solidaridad se ejerce a través de una conciencia que es más que los individuos,
entendiendo Durkheim a la religión como el principal elemento de cohesión social en di-
cha sociedad; ésta conforma el conjunto de representaciones de la integración, del orden
institucional. 4 Lo colectivo opera mediante la religión, determinando los lazos afectivos
por los cuales todos se sienten comunicados: «... la comunión de la acción religiosa ocurre
siempre en el tiempo sagrado y en el espacio sagrado» (Alberti y otros, 1985: 17).
Como consecuencia del desarrollo de la división del trabajo aparece la solidaridad
orgánica, produciéndose una compatibilidad funcional de cada uno de los elementos del
todo. Implica la diferenciación entre los individuos y por lo tanto la recurrencia de con-
flictos que serán dirimidos a partir de una autoridad que, en tanto fuerza externa —nor-
mativa—, establezca límites (Portantiero, 1977: 24). Esta es la solidaridad propia de las
sociedades con mercado, cuya conciencia colectiva estará conformada por un conjunto de
creencias y sentimientos comunes al término medio de los individuos.
En las sociedades basadas en el desarrollo de una solidaridad orgánica los individuos
toman conciencia de dicha solidaridad, mientras que la solidaridad mecánica constituye
una solidaridad inconsciente. La solidaridad orgánica —concebida como función de cada
uno de los factores que se integran para alcanzar fines sociales— estaría reflejando la vo-
luntad de los hombres, de la conciencia, en ese grado de cohesión social logrado mediante
el desarrollo de las fuerzas productivas.
Durkheim otorga un carácter moral a esa solidaridad objetiva que genera la división
del trabajo. Mientras que en el modelo mecánico no hay conciencia de la coacción —que
en tanto fuerza integradora actúa en toda forma de sociedad—, en la sociedad moderna
esta fuerza constituye un mecanismo racional, es decir que puede ser legitimada como el
orden moral-racional, de nivel superior orgánico, para los miembros del conjunto social.
La unión de los individuos conforma un verdadero ser cuya existencia cobrará ma-
yor o menor seguridad de acuerdo a la regularidad con que sus órganos desempeñen las
funciones que se le han confiado.5 Desde esta perspectiva toda desviación de las normas
constituye una anomalía, la anomia, concepto estrechamente vinculado a la noción de
solidaridad orgánica. Mediante tal concepto los conflictos sociales son concebidos como
procesos desintegradores de la necesaria y creciente solidaridad de la sociedad industrial.
4 Berger y Luckman (1999: 124-125) utilizarán, de manera aproximada a la idea durkheimiana de religión, el concepto
de universo simbólico para referirse a los procesos de significación trascendentes a la esfera de aplicación pragmática
como legitimadores de realidades que no son las de las vivencias cotidianas; toda la experiencia humana se desarrolla
dentro del universo simbólico por ser éste el marco general que integra los diversos sectores del orden institucional.
5 «Cuanto más frecuentes e íntimos son los contactos (entre los individuos), más ideas y sentimientos se intercambian,
más se extiende la opinión común a un número mayor de cosas, precisamente porque hay un gran número de cosas
en común. [...] Cuando el grupo es fuerte su autoridad se comunica a la disciplina moral que instituye, y que es
respetada, por consiguiente, en la misma medida. Por el contrario, una sociedad inconsistente, [...] que no se sienta
siempre presente, no puede comunicar a sus preceptos más que un ascendiente muy débil. [...] Podemos decir que
la moral […] estará tanto más desarrollada y poseerá un funcionamiento tanto más avanzado cuanto los grupos […]
mismos tengan más consistencia y mejor organización» (Durkheim, 1966: 13).
220 YUYAYKUSUN
La sociología del conocimiento de Durkheim como enfoque alternativo
J. Samaja coincide con este planteo cuando considera que los modelos categoriales
con los que las culturas interpretan lo normal y lo desviado no se derivan por la obser-
vación directa de los fenómenos ni están previamente creados en la conciencia; aquéllos
resultan de un proceso que consiste en proyectar sobre la percepción las instituciones
consagradas, entre ellas «las representaciones que justifican las formas de apropiación
de las cosas…» (Samaja, 2004: 74-75). Si la sociedad humana fuera un mecanismo no
habría delito, afirma este autor citando a Durkheim; el delito existe porque las relaciones
entre las partes de la sociedad no son causales, sino representacionales del todo, de modo
que siempre cabe la posibilidad que alguna de aquéllas no admita la función asignada
(Ibíd.: 186).
En su preocupación por comprender los factores estructurales cohesivos, Durkheim
se interesó en el modo obligatorio de actuar y los procesos de socialización que el mismo
trae aparejados, concluyendo en que el hecho social es de carácter arbitrario —en tanto
se impone, preexiste como representación externa a la conciencia individual—. Ello lo
llevará a negar la idea de una sociedad surgida de la pura razón del individuo.
En esta línea de reflexión puede vislumbrarse una vinculación con la concepción de
Saussure acerca de la arbitrariedad del signo lingüístico, de la ausencia de conexión entre
lo nombrado y la palabra que lo nombra, entre el concepto y la palabra, entre el signifi-
cado y el significante. A su vez, la noción durkheimniana de exterioridad de las reglas, es
decir de la capacidad específica de aquéllas de ser formuladas y transmitidas socialmente,
será retomada por Lévi-Strauss. 6
Las investigaciones de Durkheim sobre el origen social de los términos teóricos como
representaciones de objetos inobservables contribuyen de modo notable a la comprensión
de cómo la teoría pone de manifiesto el mundo de los hechos.
La idea de la representación común constituye el eje de la obra durkheimniana
respecto de lo religioso y el núcleo de su definición de lo sagrado. Las representacio-
nes de la religión tendrán para los integrantes del conjunto social una existencia real,
otorgándoles un sentido colectivo que trasciende al suceso particular; aquélla funciona
«como matriz de todos los significados objetivados socialmente y subjetivamente reales»
(Samaja, 1995: 125).
Todas las categorías de pensamiento —tiempo, espacio, cantidad— surgen como
categorías sociales; el individuo se introduce en ellas por estar en la cultura: son primero
categorías sociales.7 Así, para definir la religión rechazará la apelación a lo sobrenatural,
porque esta categoría presupone otra, lo natural, que es un desarrollo del pensamiento
YUYAYKUSUN 221
María del Socorro Foio
8 P. Berger (1971: 49) subraya las ideas de Durkheim sobre la función de la religión en el proceso de legitimación:
«Todo ‘aquí abajo’ tiene su equivalente ‘allá arriba’. Al participar en el orden institucional, los hombres participan
ipso facto en el cosmos divino. La estructura del parentesco … se extiende más allá del ámbito humano, y todo ser
(inclusive … los dioses) es concebido en las estructuras de parentesco que existen en la sociedad».
9 La analogía es postulada por Hegel como una forma de inferencia más rica que la deducción y la inducción. El tér-
mino medio de la analogía es un universal concreto, a diferencia del razonamiento deductivo (silogismo de totalidad)
donde el término medio está sólo como la determinación formal extrínseca de la totalidad (Ibíd: 100).
222 YUYAYKUSUN
La sociología del conocimiento de Durkheim como enfoque alternativo
YUYAYKUSUN 223
María del Socorro Foio
224 YUYAYKUSUN
La sociología del conocimiento de Durkheim como enfoque alternativo
de relaciones con una totalidad orgánica cuyo criterio de adaptación es de tipo ético-
jurídico-moral.
En estas tesis kantianas se inspirarán la lógica dialéctica de Hegel, el materialismo
histórico de Marx, y en el siglo XX concepciones epistemológicas como las de Peirce,
Piaget y Bateson, en las cuales el sujeto de conocimiento es comprendido en relación
con sus objetos; con otros sujetos y con los mandatos del sistema normativo cuyo do-
minio de validez es legitimado como fuente de autoridad (Samaja, 2004: 209 y sigs.).
También la condición ontológica de la sociedad como síntesis sui generis que plantea
Durkheim, la cual determina que aquélla constituya un efecto mayor que la sumato-
ria de sus partes y por lo tanto no pueda ser entendida como suma de las creencias
individuales.
Es precisamente esa condición la que lleva a los miembros de la sociedad a orien-
tar su comportamiento hacia lo que perciben como prácticas y creencias comunes, se
encuentren ellas o no en una persona concreta (Smelser, N. y Warner, R., 1982: 110).
Tanto los términos empíricos como los teóricos surgen de y revelan la práctica del su-
jeto colectivo; los significados de los términos y acciones en una sociedad dada, asevera
Durkheim, expresan una conciencia de pertenencia o de exclusión al grupo y a la unidad
de su experiencia.10
Debido a que las posibilidades cognitivas del individuo están limitadas por la psicofi-
siología de su organismo, el acto de conocimiento es fundamentalmente social. Los con-
ceptos no son reflejos pasivos de la realidad sino que la constituyen y transforman como
representación de la aceptación social de aquello que manifiestan: no necesariamente por
su practicidad para cada individuo en particular, sino porque son justos en términos de la
definición de realidad promulgada por los expertos universales.11
Dicha concepción presume por un lado, postular los hechos sociales como productos
humanos, es decir la historicidad del pensamiento, y por otro, reconocer la capacidad de
persistencia que las legitimaciones aseguran a las instituciones aunque éstas puedan haber
perdido su funcionalidad o practicidad de origen (Berger y Luckman, 1999: 150-151).12
El último de estos sentidos se asocia a la función cumplida por las representaciones
colectivas en la conservación del conformismo moral y lógico entre los miembros de la
sociedad, y es el que ha dado fundamento a la corriente estructural-funcionalista de la
sociología.
10 Afirma Durkheim (1966: 121) que «es en vano que se quiera deducir la cosa de la persona. Estos dos términos son
heterogéneos. La ley que los une es sintética. Hay una causa común que les es exterior y que hace la unión».
11 Samaja (1995: 127) cita a Durkheim: «La sociedad no puede tomar conciencia de sí sin alguna relación con las cosas.
La vida social exige que las conciencias individuales estén de acuerdo. Para que ellas se den cuenta es preciso que cada
una de ellas exprese lo que experimenta. Ahora bien, no puede hacerlo más que con la ayuda de las cosas tomadas
como símbolos. Es porque la sociedad se expresa por medio de las cosas que es llevada a transformar, a transfigurar
lo real».
12 P. Berger (1971: 15) deriva de Hegel y Marx la descripción de los momentos del proceso dialéctico fundamental de la
sociedad: «La sociedad llega a ser un producto humano por la externalización. Se convierte en una realidad sui generis
por la objetivación. Y es por la internalización por lo que el hombre es un producto de la sociedad».
YUYAYKUSUN 225
María del Socorro Foio
Referencias bibliográficas
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Durkheim, E. (1976). Las reglas del método sociológico, Buenos Aires, La Pléyade.
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226 YUYAYKUSUN
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Samaja, J. (2006). Las ciencias cognitivas como transdisciplina. Material de cátedra. Inédito. Facultad
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Buenos Aires, Editorial Lugar.
—————. (1995). Epistemología y Metodología, Buenos Aires, EUDEBA.
YUYAYKUSUN 227
Globalización y diversidad cultural:
algunos puntos sobre las íes
Virginia Quintana Ávila
RESUMEN
Buena parte de los estudios y prácticas sobre la globalización y la diversidad cultural parece haber
dejado de lado aspectos esenciales de concepción y metodología para enfrentar adecuadamente estos
fenómenos sociales de trascendencia capital en la vida actual de la humanidad; por lo que es necesario
un rearreglo de método que comience por reconsiderar el propio concepto de la globalización y su
dimensión cultural. El artículo se dirige a contribuir a este fin, aportando precisiones sobre algunas de
las principales concepciones formuladas sobre el tema.
ABSTRACT
Most of the practices and studies about globalization and cultural diversity seems to have excluded
essential aspects of conception and methodology to face properly social phenomena of prime signi-
ficance in humanity actual life, hence it is necessary a rearrange method that Stars considering the
own concept of globalization and its cultural dimension. This article contributes with this goal giving
accuracies about some of the main conceptions on the topic.
Globalizaciones
La globalización
de la abusiva economía
también la corrupción globalizada
…
la globalización de la basura
nuclear y de la otra
y la cultura light globalizada
mass media y de la otra
son meros subproductos del gran globo
…
es cierto que esa globalización
de nuestro pobre miserable globo
tiende a globalizar el desaliento
Benedetti1
1 Mario Benedetti, La vida ese paréntesis. Buenos Aires: Editorial Planeta, 1999, p. 74.
E
l aspecto sustantivo en el debate crucial de nuestros tiempos es saber cómo los
pueblos pueden convivir y desarrollarse en el marco de la globalización. Este pro-
ceso con efectos inéditos que alcanzan prácticamente a toda la humanidad, a las
sociedades y sus pueblos, fuerza necesariamente a replantear el significado de las culturas,
su diversidad dentro de un mundo evidentemente diverso y el juego de relaciones e in-
fluencias de interpenetración cultural en el ámbito de la globalización. Un repensar en
la búsqueda de una respuesta urgente a la vida en el seno de las sociedades, a su relación
respecto a otras sociedades, a otras culturas, el Otro como exterioridad e interioridad
cultural, y, sobre todo, a la permanente recreación cultural y forjamiento de destinos so-
bre la base de una adecuada interpretación de la problemática cultural en los momentos
actuales.
De ahí, el impulso y la subsiguiente profusión de estudios sobre el tema. Con el ad-
venimiento de la globalización «cuando la Antropología y otras disciplinas de la cultura
parecían condenadas a terminar en el baúl de las antigüedades, se reubican en el ojo de la
tormenta, como herramienta necesaria para entender el mundo en que vivimos y, de ser
posible, hacerlo más vivible.»2 En efecto, numerosas obras de antropólogos, etnólogos,
sociólogos, historiadores, etc., han sido producidas a lo largo y ancho del planeta durante
estas dos últimas décadas.
¿Por qué, entonces, insistir sobre este campo de estudio aparentemente tan trillado?
Es que a nuestro entender los estudios y prácticas que se han realizado sobre casos y he-
chos específicos de la realidad referidos a la globalización y la diversidad cultural, parecen
haber dejado de lado, en buena parte de ellos, aspectos esenciales de concepción y me-
todología para enfrentar adecuadamente los problemas y, en consecuencia, han arribado
a resultados irrelevantes para los cambios sociales y políticos que pudieran aplicarse a su
solución. Dos aspectos principales son característicos de esta situación: en primer lugar,
la ideologización de los conceptos, donde prima la ideología imperante del liberalismo,
el llamado pensamiento único y, en segundo lugar, el distanciamiento respecto a la razón
totalizante, como si la metodología de concebir la realidad social como una totalización
en curso, que no puede ser descartada en la interpretación de los fenómenos sociales,
constituyese un peligro que pudiera revivir, en lo político, los fantasmas de utopías fraca-
sadas y de gobiernos totalitarios.
Si se requiere que las disciplinas de la cultura den luces claras sobre la dimensión
cultural de la globalización que contribuyan a la adopción de conductas adecuadas, espe-
cialmente políticas, en el escenario social de nuestros tiempos, es necesario que aquellas
aborden los estudios de la globalización cultural con esquemas previos de investigación
de los hechos que no marginen a priori ningún método heurístico y totalizador. Se debe
2 Carlos Iván Degregori, (ed.), No hay país más diverso. Compendio de antropología peruana. Lima: Red para el Desarro-
llo de las Ciencias Sociales en el Perú, 2000, p. 14.
230 YUYAYKUSUN
Globalización y diversidad cultural. Algunos puntos sobre las íes
comenzar, aunque parezca algo superado y, entonces, superfluo, en replantearse los signi-
ficados de globalización y de cultura, los cuales cobran concreción y se llenan de conteni-
do en el medio concreto del estudio, donde son esenciales como condiciones de partida,
humor o medio instrumental. Y sólo sobre esta base, previamente establecida, se podrá
analizar los fenómenos sociales, a nivel local o mundial, que sean efectos de la globaliza-
ción en la diversidad cultural del planeta. Contribuir a elucidar tales conceptos —carac-
terizados algunos de ellos por ser sesgados, imprecisos o recortados— es la finalidad del
presente artículo
YUYAYKUSUN 231
Virginia Quintana Ávila
la actividad humana, pero entre las cuales no se viene dando un proceso de unificación
sino más bien de separación. En esta perspectiva se da el planteamiento de Touraine, para
quien la globalización es básicamente una situación de internacionalización generada en
lo económico por el accionar de las empresas transnacionales, la cual a nivel mundial sólo
expresa tendencias: «La globalización no consiste más que en un conjunto de tendencias,
importantes todas ellas aunque aisladas las unas con las otras. Esa afirmación que dice
que se está conformando cierta sociedad mundial, de corte liberal, dirigida por los mer-
cados e impermeable a las intervenciones políticas nacionales, no deja de ser puramente
ideológica»3. En todo caso se podría hablar de una mundialización de la economía como
extensión mundial de los mercados, dentro del marco de la economía liberal: «… decir:
Es necesario que los mercados se regulen por sí mismos, sin la menor intervención exterior.
Esta… manera de pensar tiene un nombre: capitalismo, que no es otra cosa sino esta
mundialización de la economía de la cual se habla mucho sin detenerse a caracterizarla»4.
Más adelante nos dice: «¿Qué queda de la globalización…? Nada. Decididamente, no
se trata más que de un espantajo ideológico»5 La posición de Touraine, en el marco de
su sociología de la acción, se dirige a encontrar el camino de una acción social y política
que, rechazando todo discurso de impotencia, sea capaz de lograr la transformación de la
organización social.
Para Beck «… la globalización significa los procesos en virtud de los cuales los Estados
nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus
respectivas probabilidades de poder, orientaciones y entramados varios»6 Coincidente con
la posición de Touraine, no hay en sentido estricto una globalización económica: «… se
confunde globalización económica con internacionalización de la economía. Los indi-
cadores muestran que, considerado con precisión, en las regiones de economía mundial
(¿aún?) no se puede hablar de globalización sino de internacionalización. Lo que se com-
prueba es el fortalecimiento de las relaciones de producción y de comercio transnaciona-
les en el interior y entre determinadas regiones mundiales: América, Asia y Europa… De
ahí que se hable de una trilateralización de la economía mundial»7. Esta regionalización
a través de las redes de las transnacionales se inscribe dentro del modo de producción
imperante en el mundo: «Estamos asistiendo a la difusión de un capitalismo globalmente
desorganizado»8.
En general, las corrientes de pensamiento que conceptúan la globalización, conside-
ran la dimensión económica como dominante o principal en el proceso, tal como se apre-
cia en los conceptos que venimos de presentar. Parece entonces ser pertinente detenernos
en el tema de la globalización o mundialización económica.
3 Alain Touraine, ¿Cómo salir del liberalismo? Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, 1999, p. 14.
4 Ibíd. p. 20.
5 Ibíd., p. 25.
6 Ulrico Beck, ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Barcelona: Ediciones Paidós
Ibérica, 1998, p. 29.
7 Ibíd., p. 166.
8 Ibid., p. 32.
232 YUYAYKUSUN
Globalización y diversidad cultural. Algunos puntos sobre las íes
***
Siglo XVIII. Europa se apasiona por las telas de algodón. Las importaciones de la India no
bastan. Inglaterra, que acaba de inventar las máquinas de hilar y de tejer decide intervenir
en la acción. Es necesaria la materia prima. Su colonia americana va a suministrársela…
Para cosechar, se necesitan brazos. África, para su desgracia, entra en la danza. La indus-
trialización y la esclavitud avanzan de la mano. Mientras que Manchester y sus alrede-
dores se cubren de fábricas, Liverpool llega a ser, por un tiempo, el centro de la trata de
negros.
Pasan cien años. Los Estados Unidos han ganado su independencia sin dejar de suminis-
trar algodón a su antigua metrópolis. Pero una noble inquietud moral obsesiona a las au-
9 Eric Orsenna, Voyage aux pays du coton. Petit précis de mondialisation. París, Ed. Fayard, 2007, p. 11.
YUYAYKUSUN 233
Virginia Quintana Ávila
toridades federales. Quieren prohibir la esclavitud en los estados del sur. Estos rechazan y
se deciden por la secesión. Como se sabe el resultado fue una guerra. ¿Quién alimentará
los telares británicos? Londres acude a dos de sus posesiones, Egipto y la India. Un poco
más tarde, esta última ofrecerá también su producción al Japón, donde los tejedores se
han despertado.
En este tiempo, el sector textil francés, que se ha desarrollado, comienza a producir en
su imperio africano.
Brasil no puede perder el coche. Planta. Lo hace en la región de San Pablo donde los terre-
nos no son los mejores, pero donde la economía, impulsada por el café, se ha acelerado.
En resumen, desde fines del siglo XIX, el planeta se cubre de algodonales y de fábricas,
aquellos las aprovisionan.
10 Fernand Braudel, Civilisation matérielle, Économie et Capitalisme XV-XVIII Siècle. Le Temps du Monde, 3 vols. París:
Librairie Armand Colin, 1979, tomo 3, p. 13.
11 «No es excesivo hablar, en la Inglaterra del siglo XVIII, de una revolución comercial, de una verdadera explosión
mercantil. Durante ese siglo las empresas que trabajaban sólo para el mercado nacional vieron pasar su producción
de un índice de 100 a 150, pero aquellas que trabajaron para la exportación pasaron de 100 a 500. Es claro que
el comercio exterior fue de lejos el corredor de punta. En cuanto a sus vínculos con la Revolución Industrial, ellos
fueron estrechos y recíprocos», en Braudel, op. cit., p. 497.
234 YUYAYKUSUN
Globalización y diversidad cultural. Algunos puntos sobre las íes
Ninguna realidad social es resultado de una ley divina, de un fiat lux metafísico, sino que
ella es construida por los hombres, entretejida en una totalización incesante —un proceso
de procesos— por infinidad de actos humanos mediados a través de diversas totalidades
parciales. El carácter pluridimensional del hombre se inscribe en la realidad social que
forja, y en ésta se interrelacionan las dimensiones del conjunto —estructuras, órdenes,
lógicas—. De acuerdo a las características esenciales de la realidad social una de las di-
mensiones puede dominar a las otras, sin que éstas pierdan su singularidad de parte. «Una
economía no está jamás aislada. Su terreno, su espacio es también aquel donde se instalan
y viven otras entidades —la cultura, lo social, la política— que no cesan de mezclarse
con ella para favorecerla u oponerse… Se podría escribir las ecuaciones siguientes en los
sentidos que se quiera: la economía es política, cultura, sociedad; la cultura es economía,
política, sociedad, etc. O admitir que en una sociedad dada la política conduce la econo-
mía y recíprocamente; que la economía favorece la cultura o recíprocamente…»12 Con la
modernidad, la primacía de la dimensión económica se hizo cada vez más importante y
se hizo principal en el sistema capitalista, del que la llamada globalización económica es
su actual expresión fenoménica.
De lo expuesto, podemos arriesgar la siguiente aproximación conceptual: La globali-
zación es el proceso social pluridimensional que es, simple y llanamente, el capitalismo actual
de nuestros días, con su extensión económica a escala planetaria y todo lo que ello significa para
la humanidad. La dimensión económica es la base y el principal vehículo del proceso. Las
otras dimensiones de la globalización: cultural, social, política, ecológica, etc., se encuen-
tran interrelacionadas en la unidad del proceso, pero conservan en el ámbito específico
de su dimensión las características de autonomía y de orden interno que las definen en
su singularidad como parte integrante de la totalidad, que no es otra cosa que la sociedad
mundial con toda su diversidad cultural y configuración actual.
La globalización de la fractura
12 Ibíd., p. 34.
YUYAYKUSUN 235
Virginia Quintana Ávila
13 Ibíd., p. 541.
14 Immanuel Wallerstein, «Paz, estabilidad y legitimación 1990-2025/2050». En Francisco López, (ed.), Los retos de
la globalización. Ensayos en homenaje a Theotonio Dos Santos, 2 vols., 2ª ed. Lima: Perumundo, 1999, tomo I, p.
287.
15 Braudel, op. cit., p. 539.
16 Muhammad Yunus (Premio Nobel de la Paz), Vers un nouveau capitalisme. París: Ed. Jean-Claude Lattès, 2008, p.
23.
17 Ibíd., p. 26.
236 YUYAYKUSUN
Globalización y diversidad cultural. Algunos puntos sobre las íes
18 Término acuñado por V. S. Naipul, novelista y ensayista, Premio Nobel de Literatura 2001, en «Our Universal Civi-
lization», New York Review of Books, New York (30, 10, 1990).
19 Francis Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre, 4ª ed. Nueva York: Doubleday, 2000. El título hace refe-
rencia manifiesta a Hegel y a Nietzsche: El Fin de la Historia al primero y el Último Hombre al segundo.
YUYAYKUSUN 237
Virginia Quintana Ávila
imponer otras opciones superiores a lo definitivamente racional. «Lo que decía (Hegel)
era que los principios de libertad e igualdad subyacentes en el Estado liberal moderno
habían sido descubiertos y aplicados en los países más adelantados y que no existían prin-
cipios o formas alternativas superiores al liberalismo»20. Evidentemente él tenía que ser
consciente de que el fin de la historia no era un momento preciso, un punto determinado
en el tiempo, sino un proceso de conclusión el cual había comenzado en su época, pero
que había un camino por recorrer en la aceptación del liberalismo por todo el mundo, y
que el deseo de reconocimiento, motor del desarrollo humano, era de importancia esencial
en la marcha del proceso. Según Hegel el deseo de reconocimiento del hombre como ser
humano, que no es satisfecho por el preliberalismo, se constituye en motor de cambio
histórico. Las contradicciones inherentes de desigualdad en las relaciones de amo y escla-
vo, de señor y siervo, son superadas en el reconocimiento universal del liberalismo en el
que cada ciudadano reconoce la dignidad de todos los demás ciudadanos.
Para Fukuyama, el colapso de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría significaron
el triunfo definitivo del liberalismo (el fin de las ideologías). El fin de la historia de la épo-
ca actual es parte del mismo proceso del fin de la historia de Hegel. El deseo de reconoci-
miento del hombre cuando no se reconoce en la racionalidad del liberalismo se devalúa en
reconocimientos de menor racionalidad que traban la marcha del proceso de conclusión,
por ejemplo la búsqueda de reconocimiento de dioses o el deseo de reconocimiento de un
grupo étnico. «Por esta razón, la religión, el nacionalismo y el complejo de hábitos éticos
y costumbres de un pueblo o, dicho de modo más amplio, la cultura se han interpretado
tradicionalmente como obstáculos al establecimiento de instituciones políticas democrá-
ticas y de economías de mercado libre»21 Por estos y otros tipos de reconocimientos que
no vale la pena considerar en este artículo, Fukuyama vaticina que si bien el proceso de
llegar a la civilización universal regida por el capitalismo presenta una serie de dificulta-
des, finalmente la gran mayoría de la humanidad arribará al final del camino.
La utopía de un mundo regido por el orden económico actual «como la única
aspiración política coherente que abarca las diferentes culturas y regiones del planeta»
22
es una suerte de teología del liberalismo (la realidad social hegeliana como parte de la
eterna actividad de auto-manifestación de Dios). Tal posibilidad aparece más bien para
la gran mayoría de la población de la tierra como una terrible pesadilla por los terribles
estragos que sufre a consecuencia de la globalización económica. En su sueño ven una
gran puerta de acceso a la pretendida sociedad mundial donde está escrito en rasgos
oscuros: «¿oh los que entráis aquí! dejad toda esperanza»23. Una civilización mundial
constituye sólo un concepto límite ilusorio de la realidad social del orbe, que liquida
por una suerte de prestidigitación mental las diferencias —numerosas y algunas muy
profundas y enfrentadas— entre la infinidad de culturas que pueblan la tierra. Además
238 YUYAYKUSUN
Globalización y diversidad cultural. Algunos puntos sobre las íes
24 Samuel Huntington, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, 4ª ed. Barcelona: Ediciones
Paidós Ibérica, 1997.
25 Ibíd., p. 76.
26 Ibíd., p. 20.
27 Ibíd., p. 21.
YUYAYKUSUN 239
Virginia Quintana Ávila
Entre las dos hipótesis anteriores se ubican las que conciben la realidad social desde una
perspectiva de totalización, de unidad dialéctica entre lo global y lo local, lo singular
en el seno de lo universal y viceversa. Para Beck, que es uno de sus más connotados re-
presentantes: «La globalidad —la sociedad mundial— nos recuerda el hecho de que, a
partir de ahora, nada de cuanto ocurra en nuestro planeta podrá ser un suceso localmente
delimitado … todos deberemos reorientar y reorganizar nuestras vidas y quehaceres, así
como nuestras organizaciones e instituciones, a lo largo del eje local-global»28 En esta cita
está implícito el hecho de que la lógica de las sociedades de la modernidad, de los Estado-
nación, prácticamente cerradas, viene dando paso a la que se constituye con el desborda-
miento de los Estados por la globalización, de sociedades abiertas. En este nuevo escena-
rio social se vendría produciendo una progresiva separación de los ámbitos de la actividad
humana: «En realidad hemos pasado de los modelos nacionales integrales a una situación in-
ternacional en la que las diferentes dimensiones de la vida económica, social y cultural se han
dispersado, se han separado las unas de las otras»29. Situación que se evidencia claramente en
el accionar de las empresas transnacionales a través de sus redes económico-financieras:
«En cierto sentido, resulta legítimo hablar de mundialización de la economía. Pero no se
puede, no obstante, afirmar que se esté poniendo en práctica un nuevo modelo integral.
Se trataría exactamente, según nos parece, de lo contrario: de la progresiva separación del
sistema económico (y sobre todo de la economía financiera) de un conjunto social en el
cual debería estar integrado,…»30.
En el marco así esbozado se ubica la cultura dentro de un ámbito cada vez más sim-
bólico y más desligado de la estructuras socioeconómicas de base de una sociedad, un
campo ontológico en constante movimiento y recreación por la combinación de símbolos
y significados que se trasladan en la dinámica de interpenetración de los flujos culturales.
Se produce un mestizaje entre elementos globales y elementos de la cultura local, una
hibridación cultural, a lo que algunos de los autores de esta escuela han denominado
con el chocante neologismo de glocalización (de glocal: entre lo global y lo local). No se
puede negar el fenómeno de mestizaje cultural, que no es nuevo y se ha producido casi
siempre en el contacto entre culturas, aunque, claro está, no en la magnitud ni caracterís-
ticas determinadas en estos tiempos por la globalización (incluso los entrecruzamientos
raciales: con el incremento de migraciones las poblaciones presentan elementos cada vez
más amestizados).
Al respecto debemos señalar algunas precisiones. Hay evidentemente una constante
recombinación de símbolos y significados a través de los flujos culturales. Los símbolos
que llegan con los múltiples elementos trasladan en estos flujos, de una cultura a otra,
su significación: ideas, visión de mundo, estilo de vida, moda, condición social etc. Los
240 YUYAYKUSUN
Globalización y diversidad cultural. Algunos puntos sobre las íes
31 Naomi Klein, No-Logo. La tyrannie des marques. París: J’ ai lu, 2006, p. 47.
YUYAYKUSUN 241
Virginia Quintana Ávila
empresa, sus valores, su personalidad y su carácter, aumentó 18 por ciento respecto al año
anterior. Con esta obsesión por la marca apareció una nueva raza de personas de negocios,
los que informaban con orgullo que la marca X no era un producto sino un estilo de vida,
una actitud, un conjunto de valores, un look, una idea»32
Además, en la asimetría de los flujos culturales que se dan en el planeta tiene impor-
tancia principal el traslado de ideas y símbolos de la cultura dominante a través de los
medios de comunicación masiva. Los gigantes de los media —un puñado de empresas
estadounidenses con algunas otras de Europa, Asia y América Latina—, que dominan
el mercado mundial del entretenimiento y la información, se encuentran estrechamente
ligadas a las empresas transnacionales a través de la publicidad y otros intereses comunes:
«… invariablemente, su posición política sobre los problemas fundamentales de nues-
tra época es la que toma partido por los beneficios y la mundialización del mercado.»33
La televisión, el cine, la prensa escrita y las propias redes de Internet se constituyen en
medios de propagación de la cultura del libre mercado y del consumismo. En el caso de
la televisión «Las personas deben permanecer sentadas delante del televisor, aislados los
unos de los otros, y meterse en la cabeza los mensajes que les dicen que la única ambición
respetable de la vida es la de adquirir más bienes materiales o de vivir como esas familias
acomodadas de la clase media que muestra la televisión, y que únicamente cuentan los va-
lores inestimables del americanismo y la armonía. Es todo lo que cuenta en la vida»34. Lo
importante para el poder es que las significaciones que se trasladen satisfagan los intereses
de los emisores y que las poblaciones los reciban o consuman en función de las opciones
ofrecidas; no importa si éstas degradan el espíritu de los pueblos o ahondan su degrada-
ción. «Se nos dice que esto es lo que quiere el público, hacía notar Albert Camus en 1944 en
un artículo sobre la deontología de los media. No, esto no es lo que el público quiere, esto es
lo que se le ha llevado a querer [...] lo que no es la misma cosa»35
El énfasis que hemos dado al rol de la cultura de occidente en el universo de flujos
culturales no significa que no exista una influencia del resto de culturas en la dinámica de
los flujos: entre ellas y de ellas en el propio ámbito de la cultura occidental. No se puede
concebir lo global sin lo local. Lo que ocurre es que no se debe dejar de lado, si se quiere
adoptar una posición crítica y esclarecedora sobre la globalización cultural, aquello que
resaltaba Marx: las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes, esto significa
que las ideas del poder imperante del capitalismo actual son las ideas dominantes en el
mundo, y como tales, condicionan el espíritu de los pueblos y sus conductas.
Esencial es sin duda la relación unitaria global local o local global. El tejido dinámico
de los flujos culturales del planeta se da dentro del proceso dialéctico de la globaliza-
32 Ibíd., p. 49.
33 Robert Mc Chesney, «Les géants des médias, une menace pour la démocratie». En Noam Chomsky et Robert Mc
Chesney, Propagande, médias et démocratie, Canada: Ed. Écosociété, 2004, p. 127.
34 Noam Chomsky, «Les exploits de la propagande». En Noam Chomsky et Robert Mc Chesney, Propagande, médias et
démocratie. Canada: Ed. Écosociété, 2004, p. 31.
35 Mc Chesney, op. cit., p. 163.
242 YUYAYKUSUN
Globalización y diversidad cultural. Algunos puntos sobre las íes
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37 Art. 1. de la Declaración universal de la UNESCO.
YUYAYKUSUN 243
Virginia Quintana Ávila
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244 YUYAYKUSUN
Norbert Lechner y la posmodernidad
en el debate latinoamericano
Osmar Gonzales Alvarado
RESUMEN
Estas páginas tienen un propósito bastante sencillo: conocer cómo se ha pensado el tema de la
posmodernidad en América Latina tomando como referencia las reflexiones del analista Norbert
Lechner. Aunque ciertas miradas traten de sostener que pensar el tema de la posmodernidad en
América Latina es absurdo (pues se trataría de un pensamiento que responde a una realidad ajena,
de los países desarrollados), lo cierto es que puede ayudar a iluminar ciertos aspectos de nuestra
actualidad.
ABSTRACT
These pages have a simple propose: know how the postmodernism has been thought in Latin America
taking as reference the reflections of the analyst Norbert Lechner. Although some points of view try
to explain that thinking about postmodernism in Latin America is ridiculous (because it would be a
thought corresponding to another reality, of developed countries), certainly it could help to light some
aspects of our actuality.
Introducción
L
as siguientes páginas tienen un propósito bastante sencillo: conocer cómo se ha
pensado el tema de la posmodernidad en América Latina tomando como referen-
cia las reflexiones del politólogo Norbert Lechner.1 Aunque ciertas miradas traten
de sostener que pensar el tema de la posmodernidad en América Latina es absurdo (pues
se trataría de un pensamiento que responde a una realidad ajena, de los países desarrolla-
dos), lo cierto es que puede ayudar a iluminar ciertos aspectos de nuestra actualidad.
Para comprender mejor las reflexiones de Lechner es necesario indagar en aspectos de
su biografía, en las condiciones contextuales en las que vivió. Por ello, ofrezco, antes de
presentar sus puntos de vista acerca de la posmodernidad y ubicarlos en el debate latino-
americano, algunos datos de su trayectoria vital.
Lechner nació el 10 de junio de 1939 en la ciudad de Karlsruhe, Alemania, a pocos
meses que estallara la Segunda Guerra Mundial. Como él mismo sintetiza: «Nací pues en
un clima de tensiones y temores que marca mis primeros meses de vida». Pero sus temores
no provendrían tanto de las atrocidades nazis como de «los bombardeos ingleses, el ruido
de las sirenas y la corrida a los refugios. Treinta años después, en las semanas posteriores
al golpe de 1973 las balaceras y los demás despliegues del poder militar actualizan mis
miedos infantiles» (Gutiérrez y Gonzales, 2004).
La familia Lechner trató de vivir en la indiferencia frente al conflicto, sin apoyar
ni condenar la barbarie hitleriana. A pesar que Lechner no cuestionó nunca el com-
portamiento familiar, sí se sintió avergonzado de su origen alemán: «Mis vínculos con
‘lo extranjero’ me hacían ver ‘lo alemán’ como un estigma que, sin haberlo provocado,
no podía borrar». Aquí ya aparece uno de los elementos definitorios de la biografía de
Lechner: ser extranjero y vivir lo de afuera desde adentro, ser un forastero en su propia
patria, tal como recusaba ser en Perú el novelista José María Arguedas.
Al verse obligado a salir de su ciudad natal junto con su familia, Lechner viviría en
varias ciudades europeas, como Oporto y Madrid. En Portugal aprendería el portugués y
en España el castellano, por el cual se olvida del primero; entonces, Lechner se vuelve en
un ser bilingüe, lo que le trae, rememora, problemas para consolidar su identidad:
Lechner regresó a Karlsruhe en el año 1952, a la edad de trece años. Retornar a su lugar de
origen le causa cierto desasosiego y, de alguna forma, por paradójico que suene, desarraigo.
En términos de Tzvetan Todorov (1998), Lechner es un «hombre desplazado», pero en su
propio lugar natal. Sus compañeros del liceo donde estudiaba Derecho, lo llamaban «el
español», «y por medio de esa mirada externa me asumo a mí mismo como extranjero [...]
A esta auto-identificación contribuyen mis lecturas de adolescente. Cuando leo El extranjero
de Camus me descubro a mí mismo en ese personaje solitario y desarraigado».
Posteriormente, ya concluidos sus estudios jurídicos, el azar interviene en la vida de
Lechner, pues luego de ser aceptado en el doctorado de Dieter Oberndörfer, catedrático
de Ciencia Política en Freiburg, y de contratarlo como colaborador junior en el Centro
de Estudios del Tercer Mundo que él dirigía gracias a sus conocimientos de castellano, se
inicia en lo que el propio Lechner llamó su «aventura latinoamericana».
En dicho Centro, Lechner colaboró en algunos estudios sobre el movimiento uni-
versitario en América Latina, proponiendo desarrollar su trabajo en Chile: «Así fue como
246 YUYAYKUSUN
Norbert Lechner y la posmodernidad en el debate latinoamericano
I
América Latina y su tensa relación con la posmodernidad
En un trabajo realizado con Mario Constantino Toto,2 hicimos un recorrido por el uni-
verso de la posmodernidad con el objetivo de comprender sus aportes y limitaciones
al entendimiento de nuestra contemporaneidad. Observamos cómo los símbolos de la
modernidad y las orientaciones reflexivas vigentes encontraron sus límites explicativos en
la propia realidad, y terminaron siendo parte de las contradicciones y tensiones en las que
transcurre la vida social. Ante la necesidad de asumir nuevos desafíos teóricos, muchos
intelectuales realizaron un esfuerzo por despojar al pensamiento posmoderno del carácter
superficial y pragmático con el que ha sido usualmente evaluado. Así, la posmodernidad
2 Esta sección fue escrita con Mario Constantino para el Centro de Estudios Latinoamericanos sobre la Globalidad
(Celag) de México. El texto solo ha sido publicado parcialmente (Gonzales, Makowski, Constantino, 2004).
YUYAYKUSUN 247
Osmar Gonzales Alvarado
alumbra algunas zonas que la racionalidad había descartado como parte del binomio
progreso/riesgo de las sociedades y de los individuos. En un mundo fragmentado como
el actual, la experiencia derivada tiende a la diversidad y al pluralismo, aunque no necesa-
riamente a la tolerancia. El «sentir» a la otredad como riesgo implica que las pasiones son
partes indisolubles de las reflexiones que se realizan sobre el mundo.
Otro aspecto que muestra la discusión sobre la posmodernidad es que la globaliza-
ción de las instituciones y de los sistemas comunicacionales electrónicos introduce una
transformación del espacio y tiempo que impacta de manera decisiva en las formas de
experimentar la vida personal y sociocultural. El efecto es, según Baudrillard, una im-
plosión de todos los límites, el desdibujamiento de las distinciones (pasado-presente,
apariencia-realidad, entre otras). Desentrañar el sentido de la posmodernidad abre paso a
otra forma de comprender los cambios ocurridos en el sistema-mundo, en las sociedades
nacionales y en los sujetos.
Tomando a la globalidad como horizonte reflexivo (Beck 1998), podemos aproximar-
nos a entender la manera ambivalente como se ha recibido la posmodernidad en América
Latina. Su recepción se sitúa en tres momentos, relacionados con las ciencias sociales: el
primero, la década de los ochenta del siglo XX, la etapa del rechazo; el segundo, la década de
los noventa, cuando los acontecimientos político-sociales en distintos países del continente
llevan la reflexión y el análisis a esquemas interpretativos propios del pensamiento posfunda-
mento; y el momento actual, en el que la posmodernidad como explicación ya ha cobrado
legitimidad en el debate intelectual.
Los opositores a la posmodernidad, antes que reflexionarlo lo han considerado como la
comparsa ideológica del neoliberalismo económico, y como el sustento del conservadurismo
autoritario. Esta postura fue la dominante en la primera fase —principios de los ochenta—
cuando en distintas naciones de la región la profunda crisis económica había activado una
serie de movilizaciones políticas y sociales con un signo claramente emancipatorio de las
bases de los relatos del iluminismo: Justicia, Libertad, Progreso.
Pareciera que esta reacción en diversos sectores de la intelligentsia latinoamericana
correspondía a la disociación existente entre modernidad ilustrada y modernización sal-
vaje. El resultado, se pensaba, es que América Latina —en su singularidad— no había
completado el ciclo de desarrollo del proyecto/relato de la modernidad y, en esa medida,
no podía encontrarse inmersa en una fase distinta del desarrollo sociocultural del mun-
do. Esta forma de bordar alrededor del pensamiento posfundamento no solo derivaba
de la historia concreta de la región, sino también de la pérdida de terreno del marxismo
determinista que se había convertido en refugio reflexivo para algunos sectores de la inte-
lectualidad latinoamericana.
«La sustracción de un suelo donde se desplegaba comodona la intelectualidad bien
pensante» (Escalante, 1988) condujo a una reacción con tintes de visceral respecto del
potencial explicativo de la posmodernidad. Se trataba también de una crisis de los saberes
construidos en las ciencias sociales latinoamericanas: el paradigma de la lucha de clases,
de la revolución, del conflicto y la dependencia como ejes articuladores de la narración
248 YUYAYKUSUN
Norbert Lechner y la posmodernidad en el debate latinoamericano
sobre el desarrollo de la región; todos ellos presentes y activos en la década perdida por
la crisis y la inestabilidad política y social que se vivía en varias naciones. Esta postura
queda muy bien descrita en el cierre de un coloquio sobre la posmodernidad realizado en
México en 1988. En él, Pablo González Casanova señalaba que, desde la perspectiva del
pensamiento, el posmodernismo no tenía nada que aportar puesto que constituía una de
las formas, quizá la más astuta, de la ideología reaganiana. Lo que viniera de ella no podía
sino constituir una justificación ideológica del nuevo conservadurismo.
En un clima de desencantamiento del mundo, que no se traducía necesariamente en
conservadurismo, la reacción de la intelectualidad remitía más a su disgusto frente a la
decreciente potencia explicativa del marxismo dogmático, desde el cual leían los procesos
socioculturales, que a un proceso de conservatismo en expansión. Parte de la discusión
académica y política en los ochenta se cobijaba en el potencial revolucionario —supuesto o
real— de sectores sociales emergentes, los cuales, al abrigo de la profunda crisis económica,
desplegaban estrategias de movilización social y política en demanda de la salvaguarda o
reconocimiento de derechos, así como del mejoramiento de la calidad de vida. Si bien el
contexto latinoamericano exigía la construcción de nuevos agentes del cambio social y polí-
tico, el problema seguía centrado en la lógica de lucha de clases y del cambio estructural.
Aun cuando esta postura había sido dominante entre la intelectualidad latinoameri-
cana, no todos los análisis y manifestaciones intelectuales sobre la posmodernidad tenían
este sesgo. En un encuentro de especialistas en ciencias sociales convocado por el Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), la reflexión sobre el posmodernismo ser-
vía para repensar tanto el lugar de la modernidad en América Latina como las caracte-
rísticas modernas y ambivalentes de la región (Calderón, 1988). En las intervenciones
de varios de los especialistas se llegaba a la conclusión de que la posmodernidad abría
caminos de reflexión hasta entonces ignorados o desechados (la cultura, la fragmentación,
la diferencia, la identidad) por un marxismo dogmático y un conservatismo ortodoxo que
veían en esas manifestaciones socioculturales una puerta para el caos (los segundos) y para
el refuerzo de la alienación (los primeros).
Otros especialistas aprovecharon la crisis explicativa del marxismo para explorar las
manifestaciones socioculturales más allá del paradigma clasista. Encuentran en América
Latina procesos de hibridación cultural (García Canclini, 1989) o un proceso combina-
do de desmadre y modernidad, denominado dismothernism (Bartra, en Lomnitz, 1998).
Pero no fue sino hasta la mitad de la década de los noventa que hubo un fuerte giro en
el pensamiento latinoamericano en pro de la incorporación de algunas categorías de la
posmodernidad para explicar un nuevo ciclo de movilizaciones sociopolíticas, que no solo
utilizaban estrategias novedosas de lucha (por ejemplo, la guerrilla zapatista) sino que
también hacían saltar por los aires el teleologismo del conflicto social.
La apertura del pensamiento latinoamericano a la posmodernidad ha sido ambivalente
y dificultosa. Hoy ya no es una moda intelectual, ha sido despojada de su halo alienador para
convertirse en una estrategia —entre otras— de comprensión y descripción del acaecer de la
región y de su inserción en el sistema-mundo (López Soria, 2007).
YUYAYKUSUN 249
Osmar Gonzales Alvarado
II
El debate latinoamericano sobre la modernidad y la posmodernidad
¿Es posible pensar a América Latina desde las ideas de la posmodernidad y la modernidad?,
¿es cierto decir que esta parte del mundo se ha modernizado?, ¿qué diferencias habría con
la experiencia del llamado Primer Mundo? Profundicemos en estas interrogantes.
Entre muchas otras diferencias que se pueden constatar entre los procesos seguidos
por América Latina y los países centrales destacaría uno especialmente: el de la constitu-
ción de ciudadanos. Gracias a este proceso las visiones y proyectos individuales adquieren
sustento social; igualmente, el posmodernismo, que se basa en la constitución de ciuda-
danos plenos, incluso hasta sus límites, no es solo proyecto ideológico sino también en-
carnación social que se traduce en prácticas y comportamientos efectivos. Se puede decir
que el posmodernismo constituye una especie de saturación del proceso ciudadano.
En nuestros países la condición es diferente. El posmodernismo aparece como una
expresión cultural e intelectual, mas no necesariamente como una práctica social. Tratar
de encontrar la encarnación de las tesis posmodernas en sujetos y hechos tangibles en
América Latina es difícil, pero lo es mucho más si queremos encontrar en el posmoder-
nismo una forma de autorreflexión de los individuos. Entonces, ubiquémonos en el plano
de las ideas planteándonos un tema de manera radical: ¿lo posmoderno es útil para pensar
la contemporaneidad? (Salles, 2000).
Como señalé, el pensamiento posmoderno, o quizás sea mejor decir la mirada pos-
moderna, ha causado múltiples dilemas y conflictos, no sólo al momento de pensar la
realidad latinoamericana, sino también cuando se analizan sus postulados teóricos. Así,
puede haber un posmodernismo de derecha y otro de izquierda; uno conservador y otro
revolucionario.
Aníbal Quijano (1988) señala que el debate sobre la modernidad no es exclusivamen-
te euronorteamericano, que también ocurre en América Latina y que incluye el problema
250 YUYAYKUSUN
Norbert Lechner y la posmodernidad en el debate latinoamericano
del poder. Sirve para mirarnos de una nueva forma y para dejar de pensarnos exclusiva-
mente como colonias y releer nuestra propia historia.
Si bien América Latina resultó tardía y casi pasiva víctima de la modernización, ha
sido en cambio muy activa en el proceso de producción de la modernidad por una senci-
lla razón: porque esta empieza con el encuentro entre Europa y América en el siglo XVI
lo que produce una reconstitución radical del mundo para reedificar las relaciones entre
humanidad y universo, y entre los propios individuos.
Con el mal llamado «encuentro de dos mundos» se legitimó la desacralización de la
autoridad. En adelante todo dependería de los propios seres humanos: es lo que se llamó
Razón o racionalidad. En dicha nueva época el pasado es remplazado por el futuro, la
nostalgia por la aventura, el dominio de la perplejidad se eleva por sobre las alternativas
históricas. Es la modernidad.
La racionalidad y la modernidad europeas —dice Quijano— recibieron la influencia
enriquecedora de la racionalidad andina. Esta, nutrida con instituciones basadas en la re-
ciprocidad, solidaridad, control de la arbitrariedad, alegría del trabajo colectivo y de la co-
munidad vital con el mundo, le otorga una nueva dimensión a la racionalidad europea.
La primigenia modernidad encarnaba una promesa de libertad, asociada a la Razón.
Esto se registró tanto en Europa como en América, especialmente en el siglo XVIII. En
ambas partes del mundo se luchaba contra el oscurantismo, la arbitrariedad y el despotis-
mo. Lo que explica el hecho de esta simultaneidad subjetiva es que en ambas partes flo-
recía el mercantilismo, aunque con resultados distintos, pues mientras en Europa se pasa
al industrialismo, en América Latina se estanca. En medio de tales procesos y cambios
vertiginosos, la modernidad ya era parte de la vida cotidiana europea, pero en nuestros
países ella quedó confinada a la subjetividad. En un proceso paulatino pero irreversible,
en nuestros países devino servidumbre de lo que se producía en Europa y en Estados
Unidos; en consecuencia, la modernidad dejó de ser producida, solo fue asimilada.
El conflicto interno de la modernidad se manifiesta en que la Razón es una promesa
de liberación y, al mismo tiempo, un dispositivo de dominación, continúa Quijano. Esto
fue lo que predominó con la hegemonía inglesa. El inicio de la era de la modernización
consolidó la dependencia. La racionalidad liberadora sucumbió a la fuerza de la Razón
instrumental, permaneciendo únicamente el poder. Así, la constitución de la intersubje-
tividad latinoamericana se realiza en función de la relación de dependencia. Una de las
razones de ello es que en América Latina los tiempos históricos, como afirmaron José
Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre, no se cancelaron como en Europa, sino
que convivieron. Como señala Vania Salles (1990), existe una simultaneidad de procesos
al interior de la modernización y del modernismo. En palabras de Quijano, en la mayoría
de nuestros países se vive el pasado; y a la diversidad de tiempos históricos simultáneos se
suma la riqueza de la diversidad étnico-cultural. Estas son las bases de la utopía latinoa-
mericana como propuesta de una racionalidad alternativa.
Resumiendo su visión sobre posmodernistas y antimodernistas, Quijano sostiene que
estos devienen, inevitablemente, neoconservadores. Identifica a la explicación posmoder-
YUYAYKUSUN 251
Osmar Gonzales Alvarado
Sólo bajo el populismo, con la integración de las masas al mercado, la relativa sustitución
de importaciones, la urbanización, la expansión ciudadana y otros cambios y reformas
socioculturales, con diferentes intensidades y diferentes ritmos, se impuso finalmente la
modernidad en América Latina, y lo hizo a la latinoamericana (1988:226). Se trató de in-
tegrar, sin éxito, «sobre las bases de relaciones clientelares, procesos de democratización,
industrialización y un Estado nacional autónomo. (Loc. cit.).
Aun así, las identidades truncas de América Latina exhiben una vitalidad polifacética.
Una visión matizada es la que nos ofrece Samuel Arriarán (1997), quien señala que
existieron distintos modos de transición a la modernidad. En América Latina el naciona-
lismo y el modernismo movilizaron la conciencia cultural hacia la modernidad universal,
pero políticamente fue orientada hacia la derecha, como sucedió en España franquista.
El dictador Franco representó un proyecto modernizador autoritario pero apoyado en
tradiciones medievales (cristianismo, familia): un proyecto falsamente modernizante.
Otra de las peculiaridades de América Latina es la persistencia de la oligarquía y desa-
rrollo capitalista sin consolidar. Sin embargo, el atraso y la dependencia no reflejan rezago
cultural, pues hubo vanguardias sumamente sofisticadas que representaron «una lucha
contra el proyecto de nación de las fuerzas oligárquicas y conservadoras» (1997:166). En
252 YUYAYKUSUN
Norbert Lechner y la posmodernidad en el debate latinoamericano
YUYAYKUSUN 253
Osmar Gonzales Alvarado
la cultura occidental, es posible que se desarrolle otro proyecto de modernidad según otra
racionalidad.
Jorge Larraín (1996), parte de la premisa de que las sociedades latinoamericanas no
están culturalmente unificadas y que, por el contrario, las diferencias son muy importan-
tes. Se trata de sociedades plurales que conservan una gran diversidad cultural, lo que las
hace más ricas y potencialmente creativas. Por ello, cuando las elites argumentan acerca
de la cultura e identidad nacionales no están haciendo otra cosa que sustentar un princi-
pio de exclusión a favor de ellas mismas.
El discurso de la identidad nacional adquiere, entonces, dos formas y sentidos: 1)
En tanto discurso público, es selectivo, viene desde arriba, desde los grupos dominantes
y pretende legitimar —utilizando medios de comunicación e instituciones educativas,
religiosas y militares— la jerarquización de nuestras sociedades; se trata de un discur-
so selectivo y excluyente. 2) En tanto forma de la subjetividad individual y de grupos,
contribuye a formar un «nosotros», aun a contracorriente del proyecto de las elites que
controlan los principales recursos de las naciones. De esta manera, el concepto de iden-
tidad nacional puede enmascarar la diversidad o puede actuar como medio de resistencia
de los excluidos.
Acerca de la identidad cultural nacional, Larraín establece las siguientes distinciones:
1) La tesis constructivista, o el pos-estructuralismo, da importancia clave al discurso en
tanto organizador de la vida social. 2) La posición esencialista considera a la identidad
cultural como un hecho acabado. Este tipo de argumentación deviene «tradicionalismo
sustancialista», según los términos de García Canclini, y lleva, casi naturalmente, al au-
toritarismo. 3) La explicación histórico-estructural sostiene que la identidad siempre es
inacabada y está en permanente construcción y reconstrucción; considera al discurso y a
las prácticas, a lo público y a lo privado, al futuro y al pasado.
Larraín sostiene, además, que en el tiempo histórico actual, el de la globalización, las
explicaciones de la identidad y cultura nacionales pierden gran parte de su sustento:
Esta nueva realidad da lugar, por ejemplo, a lo que Larraín denomina sociedades pos-
nacionales, como la Unión Europea. Sin embargo, es muy sutil cuando pregunta: «¿sig-
nifica esto que toda identificación con la nación debe ser rechazada como una forma de
egoísmo y particularismo de consecuencias necesariamente negativas?» (1996: 221-222).
Para responderla, Larraín se apoya en Tugendhat, quien señala que existen dos formas
de identificación nacional: «una que se identifica al mismo tiempo positivamente con el
resto de la humanidad y la otra que se cierra y se hace agresiva hacia fuera» (1996: 222).
Con respecto a la modernidad en América Latina, Larraín se pregunta si es, efectiva-
mente, moderna. Recuerda que en los años cincuenta se señalaba que estaba en transición
254 YUYAYKUSUN
Norbert Lechner y la posmodernidad en el debate latinoamericano
hacia la modernidad. Algunos sostienen que los intentos modernizadores niegan nuestra
verdadera identidad, y que por ello somos inauténticos. Otros, desde la tesis de la acultu-
ración, desdeñan los elementos económicos, institucionales y estructurales. Sin embargo,
la modernidad es activamente adoptada en América Latina, lo que la hace partícipe de
una modernidad periférica. «La modernidad —afirma Larraín— empezó como un dis-
curso que rompe con el mundo medieval teocéntrico y que constituyó un imaginario de
nuevas ideas con significación para el individuo y la sociedad» (1996: 238).
Siguiendo a Jürgen Habermas, Larraín sostiene que en América Latina prevalece la
Razón instrumental por sobre la Razón comunicativa. La «monetarización» ha subordi-
nado al mundo de la vida. Ante ello es necesario impedir la mercantilización de la cultura
y que la lógica impersonal del dinero determine los cursos de acción. Es fundamental
hacer prevalecer el control político sobre el subsistema económico.
Larraín resume del siguiente modo el programa por seguir: «compatibilizar la nece-
saria e ineludible complejidad sistémica, que no se pregunta por el vínculo social» (1996:
242) con la vuelta al núcleo pre-reflexivo de la presencia y su concepción ético-religiosa
que en América Latina no se ha roto nunca. Existe, pues, un cierto malestar con la moder-
nidad, en tanto forjó una agenda y expectativas que no fue capaz de cumplir: «La moder-
nidad se pensó a sí misma como una fuerza progresiva que podría liberar a la humanidad
de la ignorancia y la irracionalidad, pero no siempre pudo cumplir su promesa» (1996:
243). En este contexto desencantado adviene la radicalización de la modernidad con sus
secuelas de violencia urbana y racial, desempleo, individualismo y marginalidad.
El arrollador proceso de la globalización se impuso sobre las realidades de los Estado-
nación y también explica la erosión de su autonomía: «En un mundo globalizado, lo
local adquiere importancia, en parte como respuesta a las tendencias homogeneizadoras.
La globalización debilita a la nación-estado, pero no excluye el renovado surgimiento de
nacionalismos» (Larraín, 1996: 243). La posmodernidad privilegia la indeterminación, la
fragmentación, la heterogeneidad y la diferencia. No cree en verdades absolutas ni en me-
tarrelatos. Es el mundo de los simulacros, imágenes y significantes sin significado real: «El
desarrollo histórico carece de sentido universal. Las mismas personas están fragmentadas
y descentradas y son incapaces de proyectarse en el tiempo. Si la historia no tiene sentido,
tampoco lo tiene el futuro de los individuos» (1996: 244). La realidad es la multiplicidad
de imágenes.
El aporte de la posmodernidad —señala Larraín— es «aceptar la pluralidad de los dis-
cursos, permitir que el ‘otro’ emerja y se exprese por sí mismo» (1996: 246). No obstante,
en América Latina —continúa el autor— lo premoderno, es decir, el antimodernismo,
pesa más. Pero no se trata de sepultar el proyecto de la modernidad sino de redirigirlo.
Esto es inevitable y urgente, pues lo que la posmodernidad fomenta es la esencialización
de cada cultura que hace perder toda base común de humanidad; y, como consecuencia,
desalienta la politización. Sin sentido, los hombres no pueden cambiar la situación. El
posmodernismo se convierte, así, en la lógica filosófica del neoliberalismo y el neolibera-
lismo en lógica económica de la modernidad tardía.
YUYAYKUSUN 255
Osmar Gonzales Alvarado
III
Norbert Lechner frente a la posmodernidad
El propio Lechner explica su manera de entender la modernidad y la posmodernidad:
3 Este acápite se basa en el artículo de Norbert Lechner «Ese desencanto llamado posmoderno», de 1988.
256 YUYAYKUSUN
Norbert Lechner y la posmodernidad en el debate latinoamericano
ver, pero sin olvidar que la identidad que ella produce nunca puede ser definitiva y
estática.
La lectura histórica cumple en este momento su parte al tratar de legitimar un pasa-
do, una historia y, por lo tanto, una identidad «única y lineal» que remata en una identi-
dad ficticia y falsamente homogenizada a través de los siglos. La encarnación institucional
de esta forma de leer el pasado es el Estado nacional: «En este caso, la comunidad es
definida exclusivamente por su oposición a otras naciones. Lo distinto es lo extranjero.
En consecuencia, una identidad nacionalista enfoca las diferencias fundamentales como
una división (internacional) de amigo y enemigo» (1995: 161). Un lector medianamente
perspicaz reconocerá el trasfondo autobiográfico que sustenta estas reflexiones.
El posmodernismo —continúa Lechner— es sinónimo de escepticismo y descon-
fianza, especialmente de los discursos omnicomprensivos, de las teorías totalizadoras.
Y, al mismo tiempo, la mirada posmodernista es relativista en cuanto a la funcionalidad
de la norma; prefiere la vida. En cierto sentido, la crítica posmoderna se asemeja a la
anarquista: resalta la complejidad de nuestras sociedades, pero no provee los instru-
mentos para trabajarla. Por otro lado, si bien la modernidad exploraba en la tensión
entre diferenciación y unificación, la posmodernidad ve tal diferenciación como rup-
tura o escisión, ergo, la posmodernidad rompe con la modernidad en tanto rechaza la
referencia a la totalidad.
Si bien siempre todo desencanto tiene dos caras —pérdida de la ilusión y resignifica-
ción de la realidad—, el desencanto posmoderno tiene su aspecto positivo en destacar la
heterogeneidad. Pero lo fundamental es que la idea de heterogeneidad nos debe llevar a
pensar nuestra idea de comunidad: ¿la heterogeneidad la obstaculiza o puede contribuir
a su realización? Quizás el problema radique, dice Lechner, en la concepción que hemos
estado manejando de comunidad, y del consenso que subyace a ella. Políticamente, el
malentendido se traduce en las dictaduras que buscaron imponer una unidad orgánica a
la realidad diversa y plural. Precisamente, el reconocimiento de lo diverso es la contribu-
ción de lo que Lechner llama «clima posmoderno» (1995: 164).
Sin embargo, el posmodernismo, aun cuando es beneficioso en cuanto al recono-
cimiento de la pluralidad, queda incompleto cuando debe pensar el tema de la institu-
cionalización de los colectivos, en palabras del propio Lechner. Más aún, el desencanto
posmoderno parece ser equivalente a rechazo al Estado (nuevamente su parecido con el
anarquismo). Para Lechner el quid del asunto «no es tanto la razón en su tradición ilu-
minista como la identificación de la razón con la racionalidad formal» (1995: 167-168).
Este tipo de racionalidad es el que ha imbuido a la práctica política, llevando a equívocos,
pues tal como se lleva a cabo es incapaz de representar a la sociedad en su conjunto. En
otras palabras, la molestia es, específicamente, con la política racional-formal (1995: 168)
que no puede producir una identidad colectiva. De tal manera que la posmodernidad
no es opositora a la modernidad en sí, sino a un tipo de modernidad; el desencanto
posmoderno es con relación tanto al proceso de racionalización de la modernidad, que
es la modernización, como a su estilo «gerencial-tecnocrático» (1995: 170). Resumiendo
YUYAYKUSUN 257
Osmar Gonzales Alvarado
lo hasta aquí expuesto, Lechner destaca las dos tareas que deja la posmodernidad: «1) ...
repensar el proyecto de la modernidad y para ello, 2) hacer hincapié en la articulación de
las diferencias sociales» (1995: 172).
Otra expresión del desencanto posmoderno es la pérdida de fe en el progreso, conti-
núa Lechner, cuya confianza pretérita implicaba la posibilidad de estructurar un futuro
abierto, libre de las ataduras mágico-religiosas: es el proceso de secularización. Justamente,
el posmodernismo presupone el agotamiento de la secularización; la permanente innova-
ción de la sociedad es tal que ya rutinizó el progreso vaciándolo de contenido. Este nuevo
contexto encuentra su principal determinación en lo cultural más que en lo político (la
caída del bloque socialista debe ser entendida en esa clave), y es el posmodernismo el
que expresa dicho estado de ánimo, «denunciando al progreso como una ilusión» (1995:
174). Como resultado inmediato, el desencanto posmoderno desemboca en un eterno
«elogio del presente», otorgándole una «dignidad propia» (1995: 174). El peligro radica
en que si bien cierta pérdida de ilusiones puede ser benéfica, pues estimula la creatividad
de lo plural, también puede significar la pérdida de sentido. La posmodernidad refleja,
pues, una «crisis de proyecto»: «La llamada posmodernidad expresaría entonces no sólo
un desmoronamiento de la idea de futuro, sino aun de la historia misma. En el fondo,
habría comenzado la ‘pos-historia’ (A. Gehlen)» (1995: 175). Nos dejamos arrebatar los
sueños para seguir el proceso aparentemente natural de los hechos: «Este sentimiento de
precariedad y desconcierto aparece tematizado bajo el nombre de posmodernidad» (1995:
176). Así, pues, el futuro ya no es visto como redención, como se le vio en la modernidad.
Ahí aparece la política que, por su posibilidad redentora, se la vio como una sustituta
de la fe religiosa, pero ahora tampoco cumple esa función, pues nuestra concepción del
futuro debe ser modificada; ¿hacia dónde? Es lo que puede ayudar a pensar el desencanto
posmoderno, según Lechner, contribuyendo a «renovar el impulso crítico y reformador
de la modernidad» (1995: 179).
Esta es la posición de Lechner frente a lo que llama «desencanto posmoderno». Como
se puede apreciar, es mucho más cauto en sus críticas y comentarios que otros autores
radicales en sus cuestionamientos, pues no le niega de manera absoluta al pensamiento
posmoderno capacidad explicativa en cuanto a la realidad latinoamericana se refiere; tam-
poco lo identifica con el neoliberalismo ni con el autoritarismo conservador. Por el con-
trario, Lechner busca establecer un diálogo con los postulados posmodernos de cara con
los procesos de nuestros países. Sin embargo, y a pesar de esta postura abierta, Lechner
se ubica firmemente en el proyecto moderno o, al menos, en un tipo de modernidad
diferente al racional-formal, es decir, en uno democrático y atento a las subjetividades de
los individuos y colectividades.
Lechner falleció en 2004 y si bien dejó una manera significativa de pensar el tema
posmoderno, en la actualidad —el tercer momento mencionado al inicio de estas pági-
nas— tal perspectiva ha cobrado legitimidad en el debate académico latinoamericano.
Analizar este resultado excede el interés del presente artículo.
258 YUYAYKUSUN
Norbert Lechner y la posmodernidad en el debate latinoamericano
Conclusiones
El pensamiento posmoderno tensa hasta sus límites el universo reflexivo producido desde
los inicios de la modernidad, por tanto, obliga a repensar ciertas preocupaciones de larga
data. Especialmente, el problema del sujeto y de la comunidad.
El acudir a la obra de Norbert Lechner, acompañada del rápido recuento de la polé-
mica latinoamericana alrededor de la posmodernidad, ha sido relevante para poner sobre
la mesa de discusión algunos elementos explicativos del proceso de reflexión dado en
nuestros países. Hoy, luego de bajar la temperatura a los debates iniciales sobre la posmo-
dernidad —cargados de tintes ideológicos que se superponían a la discusión propiamente
intelectual— es posible dirigir una mirada diferente al debate. Tomando en cuenta los
principales puntos de vista sostenidos en las páginas anteriores, quisiera dejar explícitos
cuatro elementos fundamentales en torno a la posmodernidad.4
1. La posmodernidad coloca el acento en la crisis de la Razón instrumental como articu-
ladora única (hegemónica) del proceso de apropiación del mundo natural y de expli-
cación del mundo social. Frente al razonamiento diádico y excluyente, la posmoder-
nidad introduce el principio de ambivalencia y de inconmesurabilidad del mundo.
Bajo estas premisas, la Razón deviene un articulador discursivo más, en horizonte
de opciones posibles para sujetos y actores. Al mismo tiempo, este desencanto abre
cauces, como señala Lechner, para pensar la pluralidad y ponderar la creatividad e
imaginación social y culturalmente hablando.
2. La posmodernidad construye un discurso que critica los holismos científicos, sociales
y culturales para permitir la emergencia de una suerte de pluralismo reflejado en las
retóricas y políticas de la identidad, de la diferencia y del derecho a tener derechos,
que va configurando la formación de un humanismo «de lo otro» como contenido
ético básico de la sociedad global. La limitación de la mirada posmodernista con-
siste, según Lechner, en que no da salidas en el terreno de lo político-institucional;
no permite pensar el problema del orden y de la vida colectiva. En este sentido, la
democracia tiene como uno de sus más importantes retos representar tal diversidad.
El Estado-nación pierde la consistencia que antaño se le otorgó, por ello es necesario
repensar un nuevo formato político-institucional, más aún en el tiempo de la glo-
balización, en donde las fronteras que separan lo propio y lo ajeno se vuelven más
difusas.
3. Frente al carácter coactivo de la Razón, la ley y la ciencia en la modernidad, el pen-
samiento posmoderno, sin renunciar a la importancia de esas narrativas, otorga un
rol más activo a individuos y actores sociales al relevar el carácter reflexivo y situado
de sus interpretaciones e intervenciones sobre lo que sucede en el mundo. La noción
de sociedad global del riesgo designa con claridad la tensión derivada de la sociedad
programada y los riesgos que han sido construidos a través de ella. La posmodernidad
4 Estas páginas también son parte del trabajo realizado con Mario Constantino ya señalado.
YUYAYKUSUN 259
Osmar Gonzales Alvarado
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YUYAYKUSUN 261
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto
de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
–Sus legados a la teoría social contemporánea–1
Carolina Ortiz Fernández
RESUMEN
Pese a las relaciones de dominio, exterminio y discriminación, también han existido y existen espacios
de fuga, espacios fronterizos, en los que la palabra y la acción de los grupos sociales dominados
y subalternizados, no sólo aprenden a dar nuevos sentidos a los símbolos y a las relaciones que se
imponen o seducen, sino que liberan un conjunto de saberes, de maneras de ser y conocer distintos
al «hegemónico». Son espacios en los cuales problematizan e interpelan el imaginario hegemónico,
la historia oficial, las relaciones y estructuras autoritarias vislumbrando procesos de liberación, de
descolonialidad del imaginario y del conocimiento como de emancipación individual y colectiva.
Por eso, en esta ocasión, realizaré una reflexión a partir de las estrategias de resistencia y los sentidos
críticos del cronista indígena Felipe Guaman Poma, de la escritora cusqueña Clorinda Matto y de
Trinidad Enríquez, a través de la Nueva corónica y buen gobierno del primero y la narrativa de la
segunda, porque considero que configuran un conjunto de saberes y propuestas que antecedieron a la
formación de las ciencias sociales en el Perú, los cuales constituyen un legado insoslayable a la teoría
social.
Abstract
In this article, I propose to analyze, on the one hand, the proposal of change in Felipe Guaman Poma
de Ayala in the early sixteenth century; and on the other hand, the proposals of Clorinda Matto de
Turner and Trinidad Enriquez in the late nineteenth century from the perspective of social groups
subalternizados since I consider that their thoughts and proposals constitute the social critic thougth
that configurates the background and the basis of the social sciences in Peru.
L
os procesos de descolonización en las ciencias sociales y las humanidades en América
Latina, Asia y África nos han permitido entender que el conocimiento no es un
saber neutro, está organizado como la economía, mediante centros de poder. El
discurso «científico» de la modernidad instrumental, por su colonialidad2 (la otra cara de
1 Ponencia presentada en el XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS) en Buenos Aires,
Septiembre, 2009.
2 Colonialidad del poder es un concepto acuñado por Aníbal Quijano. El concepto de descolonización se lo debo sobre
todo a Said, véase: Orientalismo y cultura e imperialismo, y al movimiento y debate del pueblo kichwa otavaleño y
la CONAIE en los 90 del siglo XX, de donde emergió la propuesta del estado plurinacional; también se lo debo
a Quijano. Hace poco, en una relectura de I. Wallerstein, encontré que el africano Mveng, en los años 70, usa el
concepto de descolonización. Said lo desarrolla. Silvia Rivera Cusicanqui también lo propone, pero ha tenido escasa
difusión. También debo el concepto a Augusto Monterroso, véase su cuento «El eclipse», Obras completas, Bogotá,
Espasa, 2001 (1959). En esta ocasión uso descolonialidad y descolonización en el mismo sentido y en diálogo con un
la modernidad) se impuso como el único válido; todos los demás considerados «precien-
tíficos», «premodernos» o «míticos» debían aprender a aplicar y/o repetir la epistemología
de esa modernidad. Pero el conocimiento además de estar marcado por la colonialidad
del poder, el eurocentrismo y el racismo, lo está por el orden sociosimbólico patriarcal;
porque en la organización del conocimiento, la dominación masculina se ha atribuido
hablar en nombre del «hombre» como un genérico universal, ignorando las miradas y las
perspectivas de las mujeres, como también de los pueblos indígenas en la diversidad de re-
laciones espacio temporales. Por ejemplo, en la «ciencia económica» y aún en las ciencias
sociales, el «hombre económico» es único y universal, no sólo le restan importancia a las
desigualdades de clase social y etnosociales sino que invisibilizan el hecho de que el afecto
y el cuidado constituyen los cimientos de la vida social en tanto este afecto y cuidado
permiten la producción y reproducción social; tampoco se toman en cuenta y menos se
reflexiona en torno a conceptos tales como «reciprocidad», «ayni» que en las economías
populares y de los pueblos indígenas son también primordiales.
No obstante, pese a las relaciones de dominio, exterminio y discriminación, también
han existido y existen espacios de fuga, espacios fronterizos, en los que la palabra y la ac-
ción de los grupos sociales dominados y subalternizados, no sólo aprenden a dar nuevos
sentidos a los símbolos y a las relaciones que se imponen o seducen, sino que liberan un
conjunto de saberes, de maneras de ser y conocer distintos al hegemónico. Son espacios
en los cuales problematizan, fisuran el imaginario hegemónico, la teoría social, la historia
oficial, las relaciones y estructuras autoritarias vislumbrando procesos de liberación, de
descolonialidad del imaginario y del conocimiento como de emancipación individual y
colectiva.
Por eso, en esta ocasión, realizaré una reflexión a partir de la resistencia y los sentidos
críticos de los subalternizados basada en la asociación entre la mirada del cronista indí-
gena Felipe Guaman Poma y la escritora cusqueña Clorinda Matto a través de la Nueva
corónica y buen gobierno del primero y la narrativa de la segunda3. De Matto de Tuner me
referiré en primer lugar a una tradición suya denominada «Las tres hermanas», porque a
diferencia de sus novelas constituye un texto escrito en su primera juventud, cuando aún
no pertenecía a la emergente pequeña elite industrial y porque en ella resume en parte
los temas que le inquietarán a lo largo de su vida y obra, seguidamente continuaré con
sus novelas y otros textos en los cuales desarrolla sus conceptos de patria y de nación.
También me referiré a Trinidad Enríquez, probablemente la primera mujer que conquistó
su ingreso a la universidad en 1875 a la Universidad San Antonio de Abad y en el país,
porque considero que configuran un conjunto de saberes y propuestas que antecedieron
«pensamiento otro» de Khatibi; véase en torno a ello mi texto: Procesos de descolonización del imaginario y del conoci-
miento en América Latina. Poéticas de la violencia y de la crisis. Lima, Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM,
2004, pp. 180-186.
3 Véase mi tesis: Clorinda Matto de Turner. Modernidad, etnía y género; Lima, Facultad de Ciencias Sociales,
UNMSM,1993. La letra y los cuerpos subyugados. Heterogeneidad, colonialidad y subalternidad en cuatro novelas lati-
noamericanas. Quito, UASB, 1999.
264 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
a la formación de las ciencias sociales en el Perú, los cuales constituyen un legado insos-
layable a la teoría social.
Propongo que el intelectual indígena Felipe Guaman Poma de Ayala4 al plantear la
posibilidad y la necesidad de cambio esboza la posibilidad de una modernidad distinta
a la impuesta y que junto a Clorinda Matto de Turner realizan, desde diferentes lugares
de enunciación, los primeros diagnósticos socioeconómicos y culturales de la sociedad
virreinal así como de las primeras décadas de la República desde la mirada de los grupos
sociales dominados y subalternizados en las relaciones etnosociales, como de género, con
sus respectivas propuestas alternativas.
4 La duda de la existencia de Guaman Poma la planteó la historiadora y peruanista Laura Laurencich-Minelli en junio
de 1996, en el IV Congreso de Etnohistoria realizado en al Universidad Católica del Perú en el que presentó La
historia et rudimenta linguae peruanorum (manuscrito Miccinelli) mediante la cual se atribuía a Blas Valera como
autor de la Nueva corónica, Guaman Poma habría dado su nombre para proteger a Valera. Este revuelo académico
contribuyó a que se publicaran artículos como los de Xabier Albó, Rolena Adorno, Laura Laurencich en la revista
Antropologica de la PUCP, en 1998. Rocío Quispe-Agnoli en La fe andina en la escritura: resistencia e identidad en
la obra de Guaman Poma de Ayala, Lima, UNMSM, 2006, alude al expediente de Elías Prado Tello, en el que se
confirma la formación para escribano de Guaman Poma, también menciona una carta original suya con fecha 14 de
febrero de 1615 así como otras referencias que aclaran el panorama. Además podemos agregar que Guaman Poma no
fue el único «indio ladino» que asumió una posición crítica.
5 Véase: Escribir en el aire, Lima, Horizonte, 1994.
YUYAYKUSUN 265
Carolina Ortiz Fernández
tos, sino sobre todo porque intervinieron dos tecnologías y racionalidades diferentes, la
oralidad que se formalizó en la voz soberana del Inca y la escritura en el libro que mostró
el padre Vicente Valverde.
Si el Inca Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios reales, en tanto sujeto colonial
confronta los acontecimientos ocurridos desde una interpretación general de la historia
en su caso cristiana renacentista que sería la postura del mestizo que toma a Occidente
como modelo civilizatorio, aunque al mismo tiempo revela otras maneras de concebir el
mundo, la vida, la producción de conocimientos pero siempre sujeto a esa visión general
de la historia. Así, si bien la ciudad del Cusco, habría sido otra Roma; los pueblos que
precedieron a los Incas, habrían sido «bárbaros», «primitivos» y «salvajes», incapaces de
construir una alta civilización como sí lo hicieron los Incas. En el imaginario hegemó-
nico y en las razones prácticas de las elites intelectuales y políticas de hoy también aflora
esa tensión. Se valora a los Incas, a Machu Picchu como fuentes de peruanidad, pero se
menosprecia o ignora a sus descendientes contemporáneos. Las demandas de los pueblos
y nacionalidades indígenas en el Perú y en la región son consideradas por las elites como
expresiones de pueblos e individuos ignorantes, atrasados, pasadistas y puristas, premo-
dernos comunitaristas que desdeñan todo proyecto individual, incapaces de reflexionar y
producir conocimiento.
Es otro el lugar de enunciación de Felipe Guaman Poma de Ayala, cronista e inte-
lectual indígena, un sujeto social también colonial y heterogéneo capaz de moverse en
distintos terrenos con una interpretación de la historia entre cristiana e indígena como
la del Inca Garcilaso6, pero que a diferencia suya revela las estrategias de aquellos que no
pertenecieron a las elites y que por experiencia propia, en tanto «indios ladinos», es decir,
indios que fueron formados para trabajar en la administración colonial, conocieron de
cerca las condiciones de vida de la mayor parte de la población en todo el territorio.
La Nueva corónica y buen gobierno concluida por su autor en 1615 y cuyo manuscrito
se halló en 1908, despertó desde su edición facsimilar en 1936 el interés de numerosos in-
telectuales entre ellos los estudios pioneros de Murra, Marticorena, Lohmann, Varallanos,
Rolena Adorno, Mercedes López Baralt a los que se suman la reciente propuesta de Rocío
Quispe-Agnoli y antes las indagaciones y propuestas de Thomas Cummins, Walter
Mignolo, Antonio Cornejo Polar, Sara Castro-Klarén, Martín Lienhard, entre otros.
Desde mi punto de vista, encuentro que Felipe Guaman Poma escribe el primer
Nueva corónica y buen gobierno para plantear la idea y la imperiosa necesidad de «mutar
la vida»7 delineando así las vías de una modernidad distinta a la que se impuso. La idea
de cambio de Guaman Poma y de numerosos «indios ladinos» como él se configura desde
otro lugar de enunciación distinto a la de Locke, es decir, desde el lado «oscuro» de la
modernidad, desde la «periferia»; y va calando en el imaginario social hasta manifestarse
en los diversos movimientos indígenas entre ellos la revolución de Túpac Amaru. Locke
266 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
planteó la idea de cambio en Europa en el siglo XVII, visión que se cristalizó un siglo
después con la Revolución Francesa.
Felipe Guaman Poma realiza el primer diagnóstico de la sociedad virreinal a fines del
siglo XVI e inicios del siglo XVII desde la mirada (en palabras suyas) de un historiador,
cronista, indio ladino, capac, señor y príncipe; un intelectual y artista indígena, agrego,
que basa su comprensión del mundo en la experiencia vivida y en un conjunto de saberes
y propuestas sociales y políticas que no están separados de la ética ni de la estética.
La idea de cambio en Guaman Poma como en Locke es un imperativo moral, su-
pone un orden social distinto. Para Guaman Poma, el orden social no obedece al curso
«natural» de las cosas sino que ha sido degradado por los administradores del virreinato
y la corona, su mutación implica crear un orden social más justo. Exige respeto para las
mujeres, los «negros» y los «indios», es decir nuevos principios de sociabilidad, leyes y
gobiernos distintos. Propone el derecho a la educación de los desposeídos con la consi-
guiente práctica de la virtud enarbolada por la fe cristiana.
Nueva corónica y buen gobierno revela las estrategias de los sujetos coloniales en proceso de
descolonización, con todas las tensiones que esto implica. Guaman Poma es un activista,
entre otros, que reflexiona, pinta, dibuja, recoge información en la diversidad de lenguas
existentes en los cuatro suyos; sus múltiples rostros como escribano, pintor, autor, infor-
mante, traductor, señor y príncipe nos develan las relaciones de poder y los mecanismos
de supervivencia en el orden virreinal, sus formas de negociación y resistencia. El cronista
se apropia de la palabra escrita para escribir al rey Felipe III una extensísima misiva de
más de 1085 páginas y 398 imágenes ordenadas como un libro en la que construye una
historia distinta a la oficial, realiza el primer diagnóstico socioeconómico y cultural de la
sociedad colonial, durante el virreinato a fines del siglo XVI e inicios del siglo XVII para
finalmente proponer la urgente necesidad de transformar radicalmente la vida con la ética
de buen gobierno.
El sujeto enunciante nos muestra en la portada el título y seguidamente la primera
imagen8 que denota el mapa social y político en un espacio y tiempo: la organización
del poder mundial en el siglo XVII. En primer lugar el Papa, en segundo el rey Felipe
III y muy cercano a ellos Felipe Guaman Poma de Ayala, señor y príncipe, del reino de
la indias, cada uno con sus respectivos escudos y símbolos que demarcan un espacio de
pertenencia que los distingue jerárquicamente, pero que Felipe Guaman Poma osa trans-
gredir. El Papa con las llaves para ingresar al reino de Dios y de la luz. El escudo del rey
Felipe III lleva los símbolos de la corona, mientras que el escudo de Felipe Guaman Poma
tiene las imágenes de un ave (Guaman) y un puma (Poma) que representan el mundo de
arriba y el mundo de abajo, el hanan y el hurin. En términos occidentales: lo apolíneo y
YUYAYKUSUN 267
Carolina Ortiz Fernández
lo dionisiaco, la luz y la oscuridad; sólo que para Guaman Poma no suponen relaciones de
dominio sino de complementariedad pese a su contradicción, una «totalidad contradic-
toria» señalaría Antonio Cornejo Polar. Al mismo tiempo comprende que es una mirada
distinta la del Papa y la del rey.
El sujeto enunciante de Nueva corónica y buen gobierno inicia así la reconstrucción
de la historia desde los grupos sociales subalternizados, un trabajo intenso, complejo,
contradictorio y de largo aliento. En la presentación, comienza el texto escrito en tercera
persona precisando que la corónica será muy útil y provechosa para la enmienda de vida
de los cristianos e infieles como de los indios, sacerdotes, encomenderos, corregidores,
caciques, indios mandocillos, comunes, indios tributarios, porque se necesita «mudar la
vida»9 en general, lo cual involucra a todos. El enunciante anuncia que viajará del pasado
al presente para en un acto locutivo informar sobre lo que viene ocurriendo en este lado
del mundo e ilocutivo porque busca persuadir a la autoridad suprema de la necesidad de
transformar, mudar la realidad inhóspita. Con ese objetivo, se dirige en segunda persona
al papa, autoridad suprema y mundial: «muy alto santo padre del cielo y llave del infierno,
268 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
poder de Dios en el mundo sobre todos los emperadores reyes, monarca celestial, ábrenos
con la llave del cielo»10
Para sostener la autoridad del enunciante como del texto escrito, un siguiente sujeto
del enunciado es su padre Martín Guaman Mallqui de Ayala, hijo y nieto de los grandes
señores y reyes, capitán general y señor del reino y Cápac apo, segunda persona del Inca,
príncipe y señor de la provincia de los lucanas, andamarcas y circamarcas y soras y de la
ciudad de Guamanga, de esta manera construye una primera persona que se sostiene en
un supuesto linaje familiar y en el apellido Ayala que le permitirá dirigirse y tal vez ser
escuchado por el rey. Su padre se presenta y presenta a su hijo ante el rey mediante una
breve carta en la que subraya que se trata de un «hijo legítimo», «Cápac [...] príncipe y go-
bernador mayor de los indios y demás caciques y principales y señor de ellos y administra-
dor de todas las dichas comunidades y sapsi y teniente general del corregidor de la dicha
vuestra provincia de los lucanas», 11 quien, le explica, desde hace «veinte años poco mas o
menos que ha escrito unas historia de nuestros antepasados»,12, para rescatar la «memoria
y nombre de los grandes señores antepasados, nuestros abuelos, como lo merecieron sus
hazañas»;13 pero también sobre la conquista, la vida en las minas, la vida de los corregi-
dores, de los sacerdotes, de los encomenderos, de los indios y españoles, de los puentes y
caminos, de la cristiandad; historias tomadas de sus vínculos con «testigos de vista» de los
cuatro suyos como de los indios más viejos, por lo tanto con toda autoridad. Y que todo
esto será muy provechoso que sea conocido por la santa fe católica y su majestad.
Seguidamente el sujeto de enunciación, mucho más seguro de la construcción de
su yo individual y colectivo, se dirige al rey Felipe III, le manifiesta que dudó mucho al
iniciar su empresa, que han sido largos años de trabajo escuchando y viendo a lo largo
de todo el territorio. Finalmente se dirige al lector cristiano, le cuenta que «… para sacar
en limpio estas dichas historias hube tanto trabajo por ser sin escrito ni letra alguna sino
nomás de quipos y relaciones de muchos lenguajes, ajuntando con la lengua castellana y
quichua, inga, aymara, puquina, colla, canche, cana charca, chinchaysuyu, andesuyo, co-
llasuyo, condesuyo, todos los vocablos de indios, que pasé tanto trabajo por ser servicio de
Dios nuestro Señor y de su sacra católica majestad rey don Felipe el tercero. Gaste mucho
tiempo y muchos años acordándome que ha de ser provechoso a los fieles cristianos para
enmienda de sus pecados y malas vidas y herronías y para confesarse los dichos indios, y
para que aprendan los dichos sacerdotes para confesarlos a los dichos indios y salvación de
las dichas ánimas y la dicha impresión y gozo de este dicho libro Primer y nueva corónica
y de bien vivir de los dichos cristianos, intitulado de los primeros que ha habido cronistas
y hábiles…»14.
10 Ibídem, p. 11.
11 Ibídem, p. 12.
12 Ibídem, p. 12.
13 Ibídem, p. 13.
14 Ibídem, p. 17.
YUYAYKUSUN 269
Carolina Ortiz Fernández
Guaman Poma usa la tecnología de la escritura como fuente de saber y poder, pero tam-
bién los saberes provenientes de las fuentes orales que le habían transmitido la posibilidad
del bien vivir, es decir de buen gobierno. El buen gobierno habría culminado con la
llegada de los corregidores y autoridades que no guardaron la ley de Dios ni del rey. En
su recorrido por diversas regiones conoció el infortunio en el que vivían la mayor parte
de «indios» y «negros», escuchó sus quejas y peticiones, también escuchó la palabra de los
viejos y sabios descendientes de la nobleza inca. La propuesta de bien vivir formulada por
él proviene de ese ver y escuchar. En tanto intérprete e informante conoció de manera
directa las estructuras y relaciones de poder colonial. Estuvo al servicio del extirpador de
idolatrías Cristóbal de Albornoz, de corregidores, encomenderos y sacerdotes. El contacto
directo con la ciudad letrada de la administración colonial le permitió sentir el peso de los
mecanismos de explotación y sujeción, la opulencia de unos pocos acosta del genocidio
y despojo de las tierras de los indios como él. Como indio ladino sintió que al mismo
tiempo que era requerido por la administración colonial, no se le permitía asumir res-
ponsabilidades mayores porque por ese mismo conocimiento se convertía en un riesgo
para el poder.
270 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
Después de 1821, las condiciones de vida de la mayor parte de población no había cam-
biado mucho, sólo una minoría de la población en el Perú tenía acceso a la instrucción.
La formación escolar y universitaria estaba destinada sobre todo a los varones «blancos»
de los sectores altos de la sociedad. Los indígenas, varones y mujeres estaban totalmente
confinados al trabajo servil en las minas como en las haciendas y a los repartos antelados
que aún continuaron en la República. Las mujeres de todos los grupos sociales debían
17 Estos sistemas de comunicación están siendo estudiados por Cummins, Quispe-Agnoli, Urton, Salomon.
YUYAYKUSUN 271
Carolina Ortiz Fernández
una vida devota al varón, a la iglesia, a la vida doméstica en relaciones de trabajo servil e
incluso esclavo. Más del 90% de la población no poseían derechos civiles ni sociales ni
culturales, se les consideraba seres inferiores, dependientes, carentes de voluntad, incapa-
ces de crear, pensar y producir conocimiento.
En esos años, el sistema lancasteriano llegó al Perú, a través de James Thompson,
agente de la Sociedad Escolar Británica18. La industrialización que se emprendía en
Inglaterra necesitaba la educación de la «masa» trabajadora. Para resolver esta carencia
se buscó que los estudiantes en formación se convirtieran en maestros con el objeto de
multiplicar el proceso de alfabetización. Cuando Bolívar arribó al Perú, como parte de su
ideario liberal, la influencia de Simón Rodríguez, su maestro, y del sistema lancasteriano
tuvo particular interés por la educación pública y su secularización; por eso, durante su
estadía en Cusco en 1825 dispuso la creación de colegios en todo el territorio, fundó el
Colegio Nacional de Ciencias y el Colegio Nacional de Nuestra Señora de las Mercedes
que más tarde se denominó Colegio Nacional de Educandas; mas, fue recién en 1847 que
se instauró legalmente por lo que reabrió sus puertas en 1848.
Entre 1846 y 1851, Bartolomé Herrera, Benito Lazo y Pedro Gálvez, como lo
expresa Basadre19, polemizaban en el Congreso de la República. El primero defendía
la «autoridad natural» de los jueces, los legisladores y mandatarios; porque eran los
únicos que tenían facultades naturales para reflexionar y decidir en tanto ministros de
Dios, sus representantes en la tierra. Según esto, unos estaban predestinados a mandar
y otros a obedecer, por eso los pueblos les debían obediencia. Lazo sostenía que la so-
ciedad política estaba conformada por hombres libres, característica primordial de los
ciudadanos.
Herrera respondía que el derecho no tenía su origen en la voluntad sino en la natura-
leza humana. Cada ser humano se desenvolvía de acuerdo a sus facultades naturales. Los
niños, las mujeres y los analfabetos —«los indios»—, carecían de facultades e inteligencia;
por lo que estaban despojados de propiedades y derechos civiles. Eran seres confinados
al trabajo y a la obediencia. Las mujeres cumplían básicamente la función de reproducir
la especie.
Pedro Gálvez, aun siendo discípulo de Herrera, sostuvo que en la acción humana
obraba la razón y la libertad de obrar y que el derecho natural era injusto y opresivo.
Los fundamentos morales y el saber de la época provenía de las relaciones de domi-
nación patriarcal como del catolicismo. Se sostenían, por ejemplo, en Santo Tomás, en
la filosofía griega (Platón, Aristóteles). Para ellos, la mujer, el esclavo y el niño debían
obediencia al amo, al padre, al esposo, al patriarca. Por deficiencia biológica, por lo tanto
natural, carecían de voluntad e inteligencia. Ser hembra significaba debilidad, imper-
fección. Las mujeres, caracterizadas por su materialidad/ corporalidad, incubaban a la
especie, pero era el hombre el que infundía el alma, por lo tanto la vida. «Un silencio mo-
18 Véase: Jean Bastian, Protestantes, liberales y francmasones. Sociedad de ideas y modernidad en América Latina siglo XIX,
compilación de en sayos de simposio organizado por CEHILA en Brasil, México, FCE., 1990.
19 Véase: Histora de la República del Perú, Lima, 7ma. Edición Universitaria, tomo III, 1983.
272 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
YUYAYKUSUN 273
Carolina Ortiz Fernández
«Las tres hermanas» es una de las tradiciones que forma parte del libro Tradiciones cusque-
ñas completas, texto que fue escrito entre 1876 y 188422. El relato, escrito en tercera per-
sona y en pasado, está dividido en cinco partes, en la primera ubica el espacio y tiempo, se
trata de una familia cusqueña en el siglo XVIII compuesta por don Bartolomé Valenzuela
de Peralta y sus tres hijas: Rosa, Luz y Clavelina. Don Bartolomé, alcalde del Cusco,
tanto en su vida familiar y como autoridad del pueblo gustaba usar refranes que para él
constituían una sentencia sin derecho a ser replicada por nadie: «una especie de evangelio
en miniatura»,23 afirma la enunciante. Apenas los alguaciles escuchaban pronunciar al
alcalde alguna frase como: «Salga pez o salga rana, a la capacha», los alguaciles apresaban
a todo aquel que el alcalde consideraba un agitador o trastornador de la paz.
«Lo que rostro habla labio calla, y más vale rostro bermejo que corazón negro» fue
la sentencia que expresó en cuanto se percató que «tres tulipanes frescos y lozanos» 24 del
barrio estaban interesados en sus tres hijas y que éstas les correspondían; de inmediato
274 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
«les dio parte de que como a boca cerrada no entran moscas, había resuelto consagrar-
las al Señor»25, por lo que Rosa, Luz y Clavelina fueron entregadas al convento de las
Carmelitas Descalzas de Santa Teresa. De esta manera el padre aseguraba el futuro de sus
hijas y sobre todo el suyo propio, pues el convento acumulaba una gran fortuna, le perte-
necían las mejores fincas del corregimiento y las alhajas más preciadas.
Estos refranes constituyen el capital y la violencia simbólica del orden social patriar-
cal tanto en la vida pública como en la vida privada. La voluntad de poder de la ley del
padre en la economía doméstica se extendía al ejercicio público mediante estos veredictos
usados en el poder local, convirtiéndose como lo denomina Max Weber en dominación
patrimonial cuyas huellas están presentes en el ejercicio político y en numerosas institu-
ciones en el país.
Rosa, Luz y Clavelina aprendieron a ser silentes y sumisas. El padre es quien se encar-
ga de ordenar y disponer de sus vidas. Ya convertidas en novicias hallaban cierto consuelo
burlando la vigilancia, iban a la torre para expresar su desgarrado dolor hasta que una
noche después de un concierto inimitable de ayes partieron a la eternidad, murieron de
melancolía. Los tres jóvenes prometidos recogieron sus cadáveres y se suicidaron, antes
pidieron a un «indio mitayo», a quien le dejaron su fortuna, que sepultase en una fosa
común a los seis cuerpos.
El indio mitayo cumplió lo ofrecido, los sepultó «al borde de un camino, de donde,
poco tiempo después, comenzó a verter agua dulce y cristalina; bautizándose el manan-
tial con el nombre de Sipas Pucyo, como si dijéramos la fuente de juventud en recuer-
do de las tres hermanas»26. La enunciante culmina señalando que esta historia la cuen-
ta poéticamente el «indio errante» en fácil verso de yaraví acompañado de una quena.
Como podemos apreciar, es el «indio» quien guarda la memoria oral no sólo de los suyos
sino en solidaridad con los dominados. Las tres parejas son recibidas y protegidas por la
Pachamama.
Al final del relato mueren las hijas y los novios. El padre autoritario y el «indio mi-
tayo» sobreviven. El indio, un personaje aparentemente poco relevante, es un trovador
errante cuya estrategia de resistencia radica en la memoria oral de los grupos sociales
dominados y subalternizados en términos de la clasificación social colonial de «raza».
Esta memoria constituye su capital cultural, sus relatos se apoderarán de las calles de su
comunidad y de cuanto espacio circule. Con ayuda de la música y su caminar construye
y difunde la historia negada, invisibilizada de los dominados. Frente a la colonización
del cuerpo de las mujeres de todos los grupos sociales como del territorio y los pueblos
indígenas que lo habitan por la imposición de la ley del padre omnipotente encarnado en
Bartolomé, padre y alcalde autoritario tanto en la vida doméstica como pública, en los
bordes, en las fronteras sobrevive otra historia, la memoria y la cultura oral de los pueblos
indígenas, y es esto lo que hoy quisiera rescatar.
25 Ibídem, p. 136.
26 Ibídem, p.139.
YUYAYKUSUN 275
Carolina Ortiz Fernández
276 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
27 Véase mi tesis: «Clorinda Matto de Turner: la censura y la fe. Modernidad, etnía y género», ob. cit. y
La letra y los cuerpos subyugados. Heterogeneidad, colonialidad y subalternidad en cuatro novelas latinoamericanas, Carolina
Ortiz Fernández, op.cit.
YUYAYKUSUN 277
Carolina Ortiz Fernández
hegemónico como diría Bourdieu con la aceptación de los dominados. La colonialidad del
poder supone esta relación colonial basada en la idea de raza y en el eurocentrismo. Sin
embargo, la enunciante revela que a diferencia de las relaciones autoritarias al interior de
la familia gamonal, los «naturales» conforman familias con relaciones democráticas entre
sus miembros; Juan Yupanqui e Isidro Champí son agricultores y poseen algún ganado,
Marcela y sus hijas se dedican a tejer. Esta división del trabajo tiende a ser complementaria,
pues los roles no están rígidamente establecidos. Hay un pasaje en el que Juan Y. asume una
tarea considerada femenina, toma dos ollas de barro negro colocadas en el fogón para servir
una cena agradable y frugal que toda la familia comparte.
En plena República, el orden social y las instituciones del Estado avalaban que las
familias indígenas fuesen sometidas al reparto antelado, los que no cumplían con pagar
a tiempo las obligadas deudas contraídas eran sometidos a diversas torturas, entre ellas
las lavativas. Éstas constituyen las economías políticas sobre el cuerpo que el Estado y
los grupos dominantes instauraron para controlar el trabajo de la familia indígena. La
mita en la casa parroquial constituyó otro de los modos en que se sometió y atormentó
el cuerpo de las mujeres porque incluía además de la prestación de servicios, la violencia
sexual a la que fueron sometidas las mujeres de todos los grupos sociales y con mayor
prepotencia e incidencia las mujeres indígenas. Para los grupos dominantes estas políti-
cas eran legítimas en tanto se amparaban en el «derecho natural» otorgado por Dios, la
costumbre y la fuerza.
La presencia de los Marín y de Manuel implica la fractura de estas relaciones «natura-
les» de poder. El orden propuesto por la enunciante a través de estos personajes reside en
el derecho legal y el que emana del «cristianismo puro», es decir evangélico que se basa en
la ética del trabajo y en una moral que permite, por ejemplo, el matrimonio de los curas.
Para los indígenas, desde la visión de la voz narrativa que enuncia, la noción de derecho se
asemeja al bien y a los valores de justicia y honestidad configurados en el rostro de virgen
de Lucía Marín que junto a su esposo Fernando Marín conforman la familia burguesa.
Sus cuerpos ni el producto de su trabajo pertenece a los indígenas, pertenecen a Dios, a
los autoridades civiles, militares, eclesiáticas y a su protectores.
En Aves sin nido la confrontación se da no sólo en las relaciones etnicistas y clasistas
sino también entre el «mal» y el «bien». Impera el mal por la explotación servil de los in-
dígenas y por la violencia sexual a la que son sometidas las mujeres notables e indígenas.
El mal es ejercido por los varones mestizos arribistas convertidos en terratenientes gamo-
nales y por los curas, así como por los «indígenas salvajes» de la Amazonía, quienes desde
la visión de la enunciante, y en coincidencia con el Inca Garcilaso de la Vega, no habrían
llegado a formar una civilización como los Incas.
El bien, entendido como ingenuidad, lealtad y sacrificio está encarnado en los indios
no amazónicos y en las mujeres de todos los grupos sociales. La mujer burguesa también
es un símbolo de bien e integridad, los miembros de la naciente familia burguesa son
intachables, justos, cristianos ilustrados y modernos. El mal está asociado a la fealdad y
a la deformidad de los mestizos arribistas. El bien, por el contrario, se asocia a la belleza
278 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
YUYAYKUSUN 279
Carolina Ortiz Fernández
simbólicas de la dominación masculina letrada, sino que revela otras maneras democráti-
cas de establecer la vida familiar y social, aunque contradictoriamente refuerza el mito de
la feminidad «natural» que provendría de la capacidad de ser madres.
Pone en cuestión el orden social falocéntrico, es decir las relaciones y estructuras de
poder a partir del discurso crítico a las instituciones sociales, eclesiásticas y políticas con-
figuradas a partir de los grupos de familia. Plantea el problema indígena y la opresión de
la mujer como un problema ético, económico, educativo y político.
Matto de Turner, como lo hemos indicado, en la mayoría de sus textos pone en cuestión
la manera de cómo eran formadas las identidades genéricas de las mujeres de todos los
grupos sociales. En Hojas sueltas, al referirse a las mujeres de su grupo social con ironía
afirma: «... las mujeres han sido educadas para tocar el piano, para cantar a Verdi, para
bailar con gracia, para vestir elegantemente, para sonreír, para decir no o sí y para ir los do-
mingos a misa y para tener por confesor al fraile más recomendado [...] ¡Superficialidades!
esto no significa más que el adorno...»28. Y exigió la educación integral de la mujer, consi-
deraba que el «egoísmo masculino», impedía este derecho: «... en esta tramoya de la vida
cuyos cuadros dispone el varón.»29
El 14 de diciembre de 1895, en una conferencia en el Ateneo de Buenos Aires, que
tituló: «Las obreras del pensamiento en América del Sud», se refirió a las mujeres que
irrumpían en el mundo público como trabajadoras de la palabra escrita: periodistas, na-
rradoras, educadoras; sostuvo que la mayoría conservadora, obscurantista y feudal, se
alarmaba «... de la antigua costra social que se resquebraja, a ellos les interesa mantener
a la mujer como instrumento de placer y obediencia. A pesar de ello hay cuerpos sanos
que estudiando la naturaleza y condiciones sociales de la época, comprendieron que la
falta de la ilustración de la mujer es retardar la ilustración de la humanidad...» 30. Desde
su visión, la ilustración de las mujeres permitiría sentar las bases del progreso, refiere que
en Norteamérica, por ejemplo, había 4’ de empleadas, 3’ entre periodistas, escritoras y
traductoras, 4’ en bancos, notarías y casas comerciales. Pero que en América del ‘Sud’
las mujeres que escribían «obreras del pensamiento» eran verdaderas heroínas, ya que a
pesar de los abrojos del camino continuaban escribiendo; tal era su propia condición, así
como la de otras mujeres: Juana Manuela Gorriti, Sor Juana Inés de la Cruz, Carolina
Freyre, Mercedes Cabello de Carbonera, Teresa Gonzáles de Fanning, su maestra cusque-
ña: Trinidad Enríquez. Estas mujeres tuvieron que luchar contra la calumnia, la rivalidad,
la indiferencia porque «La situación de la mujer está en lucha abierta entre la ceguera que
amenaza y la luz que es preciso dilatar...» 31
28 Tradiciones cusqueñas, leyendas, biografías y hojas sueltas, Arequipa, Imprenta de La Bolsa, 1884, p. 243.
29 Índole, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1974, p. 37.
30 Boreales, miniaturas y porcelanas, Buenos Aires, Imprenta de Juan Alsina, 1902, p. 158.
31 Ibídem, p. 266.
280 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
Pero también había varones como el general Nicanor Bolet Peraza, director de Las
Tres Américas de Nueva York, quien incentivó la creación de escuelas, talleres, universi-
dades, academias, cortes tribunales, por todas partes para la mujer en actividad fecunda;
razón por la cual le dedicó la novela Herencia. En el proemio le agradece que haya difun-
dido su trabajo sin preocuparle lo que a la mayoría le molesta, que una mujer cultive su
desarrollo intelectual y tenga el arrojo de decir lo que piensa: «... a usted debe la escritora
hojas de laurel desparramada en América por la delicada mano de la fama; la periodista,
apoyo noble, sin aquellas mezquindades empequeñecedoras de los hombres que, en la
glorificación de las mujeres levantadas del nivel de la vulgaridad, ven una usurpación a
sus derechos o privilegios».
La patria es como el individuo, los grandes golpes llaman a la madurez del pensamiento
y el obrar. Para lograrlo, necesitamos fortalecer el espíritu con el ejemplo de los que lu-
charon por la independencia, así afirmaba en Hojas sueltas. La patria no sólo es el suelo
que cobija, sino la tierra en tanto la principal fuente de vida que al igual que sus hijos fue
ultrajada y oprimida desde los tiempos de la conquista y la colonización que se inició con
la «matanza de Cajamarca» y que aún continúa en la República. En la intersubjetividad
de los conquistadores, las mujeres y los indígenas eran seres inferiores, lo cual suponía
además la feminización de los últimos.
En el drama Hima Sumac,32 el personaje protagónico simboliza a la patria cautiva.
Matto de Turner toma partido por ella y hace que Hima Sumac, al descubrir el embuste
YUYAYKUSUN 281
Carolina Ortiz Fernández
de los conquistadores, decida soportar las torturas y dar la vida antes de traicionar a los
suyos.
En Herencia, a través de la voz narrativa de Fernando Marín, sostiene que para la
camarilla del gobierno no existe más patria que la comodidad personal; los indios, parias
desheredados no existen. Marín tiene una formación basada en el Evangelio y es accio-
nista de una compañía minera. Esto además de su simpatía por Manuel Pardo nos indica
que es la imagen de un nuevo sector social pero aún minoritario; una burguesía en gesta-
ción que ansiaba la modernización del país.
La nación
282 YUYAYKUSUN
Felipe Guaman Poma de Ayala, Clorinda Matto de Turner, Trinidad Henríquez y la teoría crítica
A fines del siglo XVIII e inicios del XIX, para el hombre moderno de occidente,
según Federico Chabod, «... la idea de nación es ante todo un hecho espiritual, la nación
antes que nada es alma, espíritu, y sólo de manera muy secundaria materia corpórea, es
‘individualidad’ espiritual antes de ser entidad política»35. Chabod prioriza los factores
morales, la individualidad histórica y el respeto a esa singularidad; la libertad es una con-
dición necesaria. Los factores físicos se refieren a las dimensiones naturales: la geografía,
el paisaje, el clima.
Para Ernest Renán, la nación es un principio espiritual, una gran solidaridad, que se
produciría como resultado de las circunstancias y complicaciones históricas.36 Es el deseo
de marchar juntos, el pasado y el presente constituirían la nación como consecuencia del
sufrimiento común, es el sufrimiento colectivo lo que une.
Clorinda Matto no elaboró su concepto de nación, pero el «nosotros» que proyecta
supone «peruanizar el Perú», es decir, constituir una patria libre. La patria ha sido liberada
del yugo español, pero en la intersubjetividad de los grupos dominantes quedan los resor-
tes de la opresión colonial. La mayoría de la población, las mujeres y los indígenas, son to-
mados en cuenta por las instituciones civiles y militares sólo para exigirles más tributos o
para reclutarlos en el ejército, cuando, en realidad la patria son ellos. Para Matto de Turner,
la patria no es sólo el territorio entendido como fuente de lo que hoy llaman los «recursos
naturales», la geografía, sino los seres humanos que crean, luchan y trabajan, que tienen
historia, costumbres y creencias, glorias y recuerdos distintos a los grupos dominantes.
Encuentra que el Perú es un país fragmentado y diverso, que frente a las grandes brechas
socioeconómicas y culturales se necesita la voluntad de marchar juntos, de unir en «un
sólo grupo a los hijos del Perú». Pero a diferencia de los intelectuales modernos que esta-
blecen proyectos de nación con una sola lengua, una sola cultura, contribuyendo así a la
imposición de estados monoculturales. Matto de Turner, por cierto con muchos conflic-
tos, exige el respeto por la «lengua madre». Exige se otorgue derechos a los «indígenas» y
a las mujeres; propone el rescate y la valoración de las manifestaciones vivas en la poesía y
el arte popular. La lengua quechua se convierte en uno de los símbolos de «peruanidad»,
por cuanto considera que condensa saberes distintos al europeo y porque puede contri-
buir a articular y unificar a la patria fragmentada, lo cual no significa negar el español,
puesto que con este idioma tiene la posibilidad de organizar y plantear sus proyectos y
propuestas. Mas, Clorinda Matto de Turner, un sujeto social heterogéneo, no logra des-
entrañar, pero sí vislumbrar las relaciones de dominación que encubren los conceptos de
Estado, clase y nación. Desde las relaciones de clase se afirma que fue defensora de una
clase emergente pero aún minoritaria: una burguesía en gestación, una pequeñísima elite
industrial que disputaba ciertos espacios de dominación, Manuel Pardo desde el Partido
Civil, Manuel Gonzáles Prada desde la Unión Nacional. Sin embargo, esta afirmación
35 Federico Chabod, La idea de nación, México, FCE, 1987, pp. 30-31. (1ra edición en italiano: 1961).
36 Ernest Renán, Qu’est-ce qu’une nation? Paris, Ediciones R. Hellen, 1934 (conferencia en La Sorbona el 11 de marzo
de 1892). Chabod y Renan ignoraron la relación entre las fronteras nacionales, el estado, el mercado y las clases
sociales.
YUYAYKUSUN 283
Carolina Ortiz Fernández
aun siendo válida, resulta insuficiente porque no tiene en cuenta sus procesos, sus ambi-
valencias vinculadas a las relaciones de poder entre los géneros y las relaciones racistas/
etnicistas que tejen toda relación y organización social y que son imprescindibles mutar
para la democratización de la sociedad, del Estado, las organizaciones sociales, económi-
cas y políticas, del saber y el poder. El mérito de Clorinda Matto no fue tan sólo denun-
ciar estas relaciones de dominio y discriminación en la vida cotidiana y en el entorno
político sino que junto a Felipe Guaman Poma de Ayala en el siglo XVII y a otras mujeres
como Trinidad Enríquez, su maestra, esbozan propuestas alternativas.
Felipe Guaman Poma plantea su propuesta del bien vivir y el bien convivir, y Clorinda
Matto uno de los primeros programas liberales del país. Las mujeres, al no ser escuchadas,
organizan y crean sus propios centros de instrucción como lo ejecutó María Trinidad
Enríquez Ladrón de Guevara al fundar la primera escuela de artesanos en la ciudad de
Cusco y al convertirse en la primera mujer que acometió las aulas universitarias en 1875,
pues luego de un largo y complicado proceso logró ser admitida en la Universidad San
Antonio de Abad del Cusco.
De esta manera, Felipe Guaman Poma entre el siglo XVI y el XVII, y las mujeres de
fines del siglo XIX no sólo fueron apropiándose del saber que pertenecía básicamente al
mundo masculino, europeo, blanco y letrado sino que reflexionaron, actuaron y crearon
conocimiento desde una perspectiva crítica, por lo que forman parte del pensamiento y
la teoría social crítica que sienta las bases de las ciencias sociales y las humanidades en el
Perú en la búsqueda de nuevas maneras de vivir y convivir, aún cuando sus huellas fueron
generalmente ignoradas.
284 YUYAYKUSUN
historia
Historia natural y moral de las Indias
de José de Acosta (1540-1600)
María Luisa Rivara de Tuesta
Resumen
El objetivo fundamental de este trabajo es examinar las refutaciones que en su Historia natural y
moral de las Indias formula Acosta a las Escrituras, los filósofos greco-romanos y medievales por sus
negaciones imaginarias e inferencias erróneas acerca de la existencia del Nuevo Mundo, insistiendo en
su mentalidad humanista reformista y científica en la renovación del conocimiento del cosmos, del
mundo y de nuestra América, en lo que respecta a la naturaleza y sus gentes.
Abstract
The objetive of this presentation is to make a review of the objection made for Jose de Acosta in his
publication Historia natural y moral de las Indias about the Biblia and Greco-romanes and medievals
philosophes because their imaginary negations and wrong inferences about the New World being,
making emphasis in his humanist, reformist and scientific thinking, and in his apport in the progress
of the knowledge of the cosmos, the world and our America, especially related to the nature and theirs
population.
J
osef de Acosta y su Historia natural y moral de las Indias1 ha sido reeditada en España
bajo la edición crítica de Fermín del Pino-Díaz y presentada en Lima en el presente
mes de agosto. Esta edición se basa en Historia natural y moral de las Indias en que se
tratan las cosas notables del cielo y elementos; metales, plantas y animales dellas; y los ritos
y ceremonias, leyes y gobierno y guerras de los Indios, con privilegio, impreso en Sevilla en casa
de Juan de León Año de 1590. Con esta ocasión, hemos destacado en dos exposiciones
(en el Instituto Riva-Agüero, el 1 de agosto y en el Instituto Raúl Porras Barrenechea, el
6 de agosto) con singular beneplácito, el talento de Acosta como buscador de causas y de
razón de las novedades y extrañezas de la naturaleza del Nuevo Mundo. Obra que renovó
el conocimiento del cosmos, del mundo y de nuestra América, igualmente, en la segunda
parte nos referiremos a las refutaciones que formula Acosta a los clásicos del pensamiento
occidental del siglo XVI.
1 Acosta, Josef de (2008): Historia natural y moral de las Indias. Edición crítica de Fermín del Pino-Díaz, Madrid,
publicada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Organización de Estados Iberoamericanos, el
Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (Co-
lección De Acá y de Allá, N° 2), 330 pp.
En el Proemio al Lector, Acosta se refiere al análisis que ha efectuado de las diversas obras
que sobre el Nuevo Mundo o Indias Occidentales se han publicado. «Mas hasta ahora
—puntualiza— no he visto autor que trate de declarar las causas y razón de tales nove-
dades y extrañezas de la naturaleza, ni que haga discurso o inquisición en esta parte; ni
tampoco he topado libro cuyo argumento sea los hechos e historia de los mismos indios
antiguos y naturales habitadores del nuevo orbe»2. Busca, por lo tanto, cubrir ese vacío de
conocimiento sobre la nueva naturaleza y los hechos e historia de los naturales y abordan-
do ambas cuestiones, manifiesta que, justamente:
A la verdad ambas cosas tienen dificultad [...] La primera, por ser cosas de la naturaleza,
que salen de la Filosofía antiguamente recibida y platicada [...] La segunda, de tratar los
hechos e historia propia de los indios, requería mucho trato y muy intrínseco con los
mismos indios; del cual carecieron los más que han escrito de Indias; o por no saber su
lengua, o por no cuidar de saber sus antigüedades; así se contentaron con relatar algunas
de sus cosas superficiales3.
2 Acosta, José de, SJ (1954): Obras del padre José de Acosta. Estudio preliminar y edición del P. Francisco Mateos,
Madrid, Ed. Atlas, (Biblioteca de Autores Españoles, 73), 3-4.
3 Ob cit., 4.
288 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
… hice diligencia con hombres prácticos y muy versados en tales materias, y de sus
pláticas y relaciones copiosas pude sacar lo que juzgué bastar para dar noticia de las
costumbres y hechos de estas gentes. Y en lo natural de aquellas tierras y sus propiedades
con la experiencia de muchos años, y con la diligencia de inquirir, discurrir y conferir
con personas sabias y expertas; también me parece —dice Acosta— que se me ofrecie-
ron algunas advertencias que podrían servir y aprovechar a otros ingenios mejores, para
buscar la verdad...4.
Así pues, aunque Acosta no dice textualmente5 que sus informantes son indios, sin em-
bargo al referirse a personas sabias y expertas, hombres prácticos y muy versados en tales
materias, no nos queda duda de que se estaba refiriendo a que la información recibida
por él procedía de los quipucamayos, o amautas locales que fue conociendo primero por
las informaciones de Toledo y luego interrogando directamente en su trajinar por las re-
giones más singulares de nuestro complejo territorio. Queda descartado, por otro lado, el
aporte significativo de parte de los españoles, pues éstos en sus viajes y penetraciones en
el territorio del Tahuantinsuyo siempre debieron contar con el auxilio y compañía de los
llamados «indios conocedores de la tierra».
Se trataba así para Acosta, conocedor de la lengua de los naturales de recibir la infor-
mación, directamente, de hombres prácticos es decir, que tenían experiencia acumulada
y conocimiento de la tierra y en diálogo con ellos «inquirió, discurrió y conferenció» con
esas personas «sabias y expertas».
Convine por la aseveración que acabamos de referirnos a lo que nuestro cronista
expresa sobre los memoriales o quipus inventados en el Perú para suplir la escritura alfa-
bética. Sobre este particular declara Acosta:
Los indios del Perú, antes de venir españoles, ningún género de escritura tuvieron, ni por
letras, ni por caracteres o cifras, o figurillas, como los de China y los de Méjico; mas no
por eso conservaron menos la memoria de sus antiguallas, ni tuvieron menos en cuenta
para todos los negocios de paz, guerra y gobierno, porque en la tradición de unos a otros
fueron muy diligentes, y como cosa sagrada recibían y guardaban los mozos lo que sus
mayores les referían, y con el mismo cuidado lo enseñaban a sus sucesores6.
Y agrega: «Fuera de esta diligencia suplían la falta de escritura y letras, parte con pinturas
[...] y lo más con quipos». Pasa luego a definir y explicar lo que son los quipus diciendo:
«Son quipos unos memoriales o registros hechos de ramales, en que diversos ñudos y di-
versos colores significan diversas cosas. Es increíble —dice Acosta— lo que en este modo
alcanzaron, porque cuanto los libros pueden decir de historias, y leyes, y ceremonias y
4 Loc. cit.
5 Textualmente dirá Acosta, al referirse al Origen de los Incas sus conquistas y victorias que «por sus (e)quipos y regis-
tros que, como está dicho, les sirven de libros, se averiguó lo que aquí diré» (Ob. cit., 198).
6 Ob. cit., 189.
YUYAYKUSUN 289
María Luisa Rivara de Tuesta
cuentas de negocios, todo eso suplen los quipos tan puntualmente que admiran»7. Se
refiere a los especialistas de estos memoriales oficiales, aseverando:
Había para tener estos quipos o memoriales oficiales diputados, que se llaman hoy día
Quipocamayo, los cuales eran obligados a dar cuenta de cada cosa, como los escribanos
públicos acá, y así se les había de dar entero crédito; porque para diversos géneros, como
de guerra, de gobierno, de tributos, de ceremonias, de tierras (sub. nos.), había diversos
quipos o ramales y en cada manojo de estos ñudos y ñudicos y hilillos atados, unos
colorados, otros verdes, otros azules, otros blancos, y finalmente tantas diferencias, que
así como nosotros de veinte y cuatro letras, guisándolas en diferentes maneras, sacamos
tanta infinidad de vocablos, así éstos de sus ñudos y colores sacaban innumerables signi-
ficaciones de cosas8.
La importancia que Acosta asigna a los memoriales o registros encomendados a los quipu-
camayo testimonia la verdad de sus contenidos como fuente de información que nuestro
autor habría utilizado en su Historia natural y moral de las Indias, en lo que concierne,
sobre todo, a los quipus de tierra. Resalta también Acosta otras formas de quipus, entre
ellos, los de pedrezuelas que él ha visto les sirven para memorizar la doctrina: «Fuera de
estos quipos de hilo tienen otros de pedrezuelas, por donde puntualmente aprenden las
palabras que quieren tomar de memoria, y es cosa de ver a viejos ya caducos… enmendar
cuando yerran y toda la enmienda consiste en mirar sus pedrezuelas, que a mí, para [no]
hacerme olvidar cuanto sé de coro, me bastaría una rueda de aquellas»9.
Por último, sobre la manera de hacer cálculos matemáticos se va a referir, con especial
complacencia, a otra suerte de quipus en los que usan granos de maíz, resaltando, al mis-
mo tiempo, el grado de exactitud que lograban con este sistema contable:
… pues verles otra suerte de quipos que usan de granos de maíz, es cosa que encanta;…
tomarán estos indios sus granos y pornán uno aquí, tres acullá, ocho no sé donde; pasa-
rán un grano de aquí, trocarán tres de acullá, y, en efecto, ellos salen con su cuenta hecha
puntualísimamente sin errar un tilde, y mucho mejor se saben ellos poner en cuenta
y razón de lo que cabe a cada uno de pagar o dar, que sabremos nosotros dárselo por
pluma y tinta averiguado. Si esto no es ingenio y si estos hombres son bestias, júzguelo
quien quisiere, que lo que yo juzgo de cierto es que, en aquello que se aplican, nos hacen
grandes ventajas10.
En verdad, Acosta reconoce que el sistema de quipus significaba una manera original de
conservar, asentar y transmitir el conocimiento adquirido en todos los sectores del saber,
7 Loc. cit.
8 Loc. cit.
9 Ibid., 190.
10 Loc. cit.
290 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
supliendo así la escritura occidental. Igualmente, en lo que se refiere al dominio del cálcu-
lo matemático, no sólo se admira sino que lo hace con especial complacencia, resaltando
el grado de exactitud que lograban con respecto a los cálculos hechos con números arábi-
cos. Se trataba, pues, de hombres que habían desarrollado sus facultades de pensamiento
y de reflexión que se reflejaban en su organización civil, en su forma de gobierno, en
sus leyes, en sus costumbres y en su manera de comportarse. Este reconocimiento de la
humanidad de los indios del Perú lo conduce, en el Libro VI, Cap. I, a comunicar a sus
lectores la íntima razón por la cual escribe sobre «sus costumbres y policía y gobierno».
Dos son los fines, dice Acosta:
… el uno, deshacer la falsa opinión que comúnmente se tiene de ellos, como de gente
bruta y bestial y sin entendimiento, o tan corto, que apenas merece ese nombre; del
cual engaño se sigue hacerles muchos y muy notables agravios, sirviéndose de ellos poco
menos que de animales y despreciando cualquier género de respeto que se les tenga. Que
es tan vulgar y tan pernicioso engaño, como saben bien los que con algún celo y conside-
ración han andado entre ellos, y visto y sabido sus secretos y avisos, y juntamente el poco
caso que de todos ellos hacen los que piensan que saben mucho, que son de ordinario los
más necios y más confiados de si11.
Esta tan perjudicial opinión, piensa Acosta, que puede refutarse explicando y haciendo
conocer: «… el orden y modo de proceder que éstos tenían cuando vivían en su ley, en
la cual, aunque tenían muchas cosas de bárbaros y sin fundamento, pero había también
otras muchas dignas de admiración, por las cuales se deja bien comprender que tienen
natural capacidad para ser bien enseñados, y aun en gran parte hacen ventaja a muchas de
nuestras repúblicas»12. Importa, pues para Acosta, no considerar las fallas existentes en la
cultura indígena, sino destacar aquellas dignas de admiración, y agrega:
Y no es de maravillar que se mezclasen yerros graves, pues en los más estirados de los
legisladores y filósofos se hallan, aunque entren Licurgo y Platón en ellos. Y en las más
sabias repúblicas, como fueron la romana y la ateniense, vemos ignorancias dignas de
risa, que cierto si las repúblicas de los mejicanos y de los Ingas se refirieran en tiempos de
romanos o griegos, fueran sus leyes y gobierno estimado13.
Resaltamos el espíritu irrespetuoso de Acosta al considerar en este pasaje que en las cul-
turas clásicas hay cosas dignas de risa y la insistencia de Acosta en sus críticas a la forma
de penetración en la conquista del Perú y a la ignorancia de sus antiguas leyes y forma de
gobierno diciendo:
YUYAYKUSUN 291
María Luisa Rivara de Tuesta
Mas como sin saber nada de esto entramos por la espalda sin oirles ni entenderles, no
nos parece que merecen reputación las cosas de los indios sino como de caza habida en
el monte y traída para nuestro servicio y antojo. Los hombres más curiosos y sabios que
han penetrado y alcanzado sus secretos, su estilo y gobierno antiguo, muy de otra suerte
lo juzgan, maravillándose que hubiese tanto orden y razón entre ellos14.
El otro fin que puede conseguirse con la noticia de las leyes y costumbres y policía de los
indios es ayudarlos y regirlos por ellas misma, pues en lo que no contradicen a la ley de
Cristo y de su santa Iglesia, deben ser gobernados conforme a sus fueros, que son como
sus leyes municipales. Por cuya ignorancia se han cometido yerros de no poca impor-
tancia, no sabiendo los que juzgan, ni los que rigen, por dónde han de juzgar y regir
sus súbditos. Que demás de ser agravio y sinrazón que se les hace, es en gran daño por
tenernos aborrecidos como a hombres que en todo, así en lo bueno como en lo malo, les
somos y hemos siempre sido contrarios15.
Sin lugar a dudas podemos afirmar que Acosta, dueño de un espíritu crítico excepcional
y de una superior inteligencia, acepta los valores genuinos y originales de la cultura con-
quistada en lo que respecta a sus memoriales o quipus, y la existencia y conocimiento de
los especialistas o quipucamayo, pero sobre todo como humanista es un culturalista que
defiende esos valores y aboga por su respeto y supervivencia.
Con igual categoría de crítico de la cultura científica de occidente va a refutar desde
su experiencia y conocimiento, enriquecidos con su permanencia y estudios en el Nuevo
Mundo, los errores que circulaban en Europa en el siglo XVI debido al completo desco-
nocimiento de las áreas geográficas encontradas.
II. Las refutaciones de Acosta a los clásicos del pensamiento occidental del siglo xvi
Al abordar esta temática debemos señalar dos cuestiones: la primera de índole moral, está
referida a la idea de Acosta sobre su concepción del hombre; y la segunda de naturale-
za científica, está referida al auge de la ciencia matemática. Frente a ambas cuestiones,
nuestro autor ha de mostrarnos un criterio de análisis y crítica, que presentaremos a
continuación.
14 Loc. cit.
15 Ibid., 183.
292 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
Por los años en que vive Acosta, se está operando una transición ideológica de grandes
alcances y que es difícil de encerrar en unos pocos conceptos pero que formularemos en la
idea siguiente: las concepciones aristotélicas acerca del hombre y del mundo iban siendo
reemplazadas por la nueva corriente humanista cristiana que Acosta expone ampliamente
en su obra De Procuranda Indorum Salute.
La obra de Acosta se nos presenta como un ejemplo claro de esa transición ideológica.
En su interpretación del mundo natural se apoya en Aristóteles y sobre todo en sus ex-
periencias personales americanas. Pero en lo que atañe al mundo moral el mismo Acosta
hace notar la separación; se encuentra en la imposibilidad de seguir tratando los hechos y
costumbres de los hombres como consecuencia de su «alma racional»16, y reemplaza este
postulado con una invocación al principio supremo de libre albedrío. Acosta, al referirse
al aporte novedoso de su Historia natural y moral de las Indias lo presenta desde una nueva
perspectiva histórico-filosófica que consiste en ver a la naturaleza como el escenario don-
de transcurren libremente los hechos humanos:
Así aunque el mundo Nuevo ya no es nuevo sino viejo, según hay mucho dicho y escrito
de él, todavía me parece que en alguna manera se podrá tener esta Historia por nueva,
por ser justamente Historia, y en parte Filosofía, y por ser no sólo de las obras de natura-
leza, sino también de las del libre albedrío, que son los hechos y costumbres de hombres.
Por donde me pareció darle nombre de HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS
INDIAS, abrazando con este intento ambas cosas17.
… tomado del mismo filósofo, sobre la guerra justa contra los bárbaros que rehusan
servir, es más oscuro e infunde sospecha de que no proviene de razón filosófica, sino de
16 No pone énfasis en lo racional de la naturaleza humana sino que invoca el libre albedrío como nota distintiva del ser
humano.
17 Ob. cit. Proemio, 4.
YUYAYKUSUN 293
María Luisa Rivara de Tuesta
la opinión popular…Y si Alejandro Magno, atraído por el deseo del mando, quiso llevar
las banderas macedónicas por todo el mundo, no hemos de cuidarnos demasiado de lo
que Aristóteles le dijo más bien adulando que filosofando18.
Es Acosta partidario de la tesis humanista cristiana pacifista que considera al indio ame-
ricano como «hombre libre» que ha aceptado la penetración occidental sin mayor oposi-
ción, y por lo tanto ha sido declarado como un ser humano libre que no debe ser exter-
minado haciéndole una guerra que sería injusta, y por eso manifiesta:
… la ley real [...] a todos los indios los ha declarado libres [...] Con la cual ley queda
demostrado que ningún derecho de guerra se concede a los nuestros a causa de la barbarie
y ferocidad de los indios por grande que sea [...] porque con leyes divinas y humanas
hemos echado por tierra todas las causas de hacer la guerra a los indios19.
294 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
obra llevada a cabo por la elite intelectual española que estaba formada, en gran parte,
por descendientes directos de judíos conversos, para quienes hubo una necesidad impe-
riosa de penetración en la fuente directa del cristianismo. Esta razón converge y se apoya,
posteriormente, en la tónica de la propia reforma católica que pide una reforma del clero
y del cristianismo en general y que, en una u otra forma, exigía, también, como base de
un mejor cristianismo, la vuelta a la Biblia, es decir al antiguo testamento, la fuente pri-
migenia del pensamiento cristiano.
Es pues consecuencia de la especial forma de introducirse el Renacimiento en España
lo que respalda el rigor de la exposición de Acosta, y a ello se añade el hecho de ser un
religioso surgido de la nueva corriente cristiana que se apoyó en la vuelta a los textos mis-
mos como base del cristianismo.
En conclusión, podemos decir que Acosta se nos ofrece como un humanista que se
fundamenta en los pensadores medievales de más contenido, Agustín de Hipona y Tomás
de Aquino, refutando a Aristóteles en sus concepciones del siervo por naturaleza y la guerra
justa. Como hombre religioso apoya su concepción cristiana en las corrientes humanísticas,
propias de su época y su país, que propician la vuelta a las fuentes originales de la cultura.
La riqueza de contenido ideológico que encontramos en el texto de Acosta es propia
de un tipo especial de reforma que se estaba llevando a cabo en España, y que él trata de
implantar en el ambiente religioso y civil de América. Podrían aludirse hechos que nos
permiten demostrar que esta reforma sufre un retroceso y que se ha de volver a la antigua
tónica religiosa de antes de la reforma. Para el efecto basta mencionar la fuerza con que
«los memorialistas españoles» fueron controlados en Roma por el general Acquaviva y
también por la fuerza con que la Inquisición actúa en España y América a partir del últi-
mo tercio del siglo XVI.
La segunda gran cuestión de naturaleza científica sobre la que Acosta emitirá un juicio
irrefutable hasta el presente, está referida a las matemáticas, y esto pese a la confianza
de que gozaban en el siglo XVI por su carácter de exactitud. Acosta va a señalar que esa
exactitud no rige frente a las causas naturales y físicas y que por lo tanto la regla frente a
los fenómenos naturales es que «no hay regla fija». Sobre este particular manifiesta:
«Siendo así que en las causas naturales y físicas no se ha de pedir regla infalible y matemá-
tica, sino que lo ordinario y muy común eso es lo que hace regla…» —y aclara— «hase de
entender que en las cosas naturales suceden diversos impedimentos con que unas u otras
se embarazan…». Y pone entre otros ejemplos lo que sucede con los vientos: «Tienen los
vientos sus propiedades y diversos principios con que obran diferentes efectos, y muchas
veces contrarios a lo que la razón y curso de tiempo piden»27.
YUYAYKUSUN 295
María Luisa Rivara de Tuesta
A. Cielo
En el Libro Primero, que trata Del cielo, temperamento y habitación del Nuevo Mundo, su
primer planteamiento consiste en refutar a autores que negaron la existencia de hombres,
tierra y hasta que el cielo, ouranos, se extendía a las Indias, diciendo: «Estuvieron tan lejos
los antiguos de pensar que hubiese gentes en este nuevo mundo, que muchos de ellos no
quisieron creer que había tierra de esta parte; y lo que es más de maravillar, no faltó quien
también negase haber acá este cielo que vemos». Acosta enfatiza por lo contrario, que el
cielo es redondo por todas partes y se mueve en torno de sí mismo28.
Afirma que el cielo es redondo y no un plato ni un telón de fondo o «firmamento» es
decir, que es inamovible. Basándose en su experiencia en el Perú, en este caso, siguiendo
a Aristóteles dice:
Mas viniendo a nuestro propósito, no hay duda sino que lo que el Aristóteles y los
demás peripatéticos, juntamente con los estoicos, sintieron, cuanto a ser el cielo todo
de figura redonda, y moverse circularmente y en torno, es puntualmente tanta verdad,
28 Ob. cit., 5.
296 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
que la vemos con nuestros ojos los que vivimos en el Pirú; harto más manifiesta por la
experiencia, de lo que nos pudiera ser por cualquier razón y demostración filosófica29.
El conocimiento vulgar medieval consideraba la tierra como plana, que debajo de ella
sólo había vano vacío y caos infinito, y esto se debía a una interpretación literal de las
Escrituras y a la percepción humana, que efectivamente la ve como plana. Superando este
criterio y reconocida experimentalmente la redondez de la tierra con el viaje a la región de
las especies, que toparía con el ignorado continente americano, se anulan experimental-
mente los criterios de la Escritura y de intérpretes medievales por eso preguntará Acosta:
«¿Quién dirá que la nao Victoria, digna, cierto, de perpetua memoria, no ganó la victoria
y triunfo de la redondez del mundo, y no menos de aquel tan vano vacío, y caos infinito
que ponían los otros filósofos debajo de la tierra, pues dio vuelta al mundo, y rodeó la
inmensidad del gran océano?...»30.
Acosta, como renacentista, vuelve a los clásicos griegos y latinos que desde Pitágoras y
sus discípulos sabían que la tierra era redonda, sobre este particular después de mencionar
a Aristóteles afirma que:
Digo más, que para confirmar esta verdad de que los mismos cielos son los que se mue-
ven, y en ellos las estrellas andan en torno, podemos alegar con los ojos, pues vemos
manifiestamente, que no sólo se mueven las estrellas, sino partes y regiones enteras del
cielo; no hablo sólo de las partes lúcidas y resplandecientes, como en las que llaman vía
láctea, que nuestro vulgar dice camino de Santiago, sino mucho más digo esto por otras
partes oscuras y negras que hay en el cielo31.
Y agrega, sobre algo extraño que ha advertido y mirado en el cielo de acá, en este otro
hemisferio:
Porque realmente vemos en él unas como manchas, que son muy notables, las cuales
jamás me acuerdo haber echado de ver en el cielo cuando estaba en Europa, y acá, en este
otro hemisferio, las he visto muy manifiestas. Son estas manchas de color y forma que la
parte de la luna eclipsada, y parécensele (sic) en aquella negrura y sombrío. Andan pega-
das a las mismas estrellas y siempre de un mismo tenor y tamaño, como con experiencia
clarísima lo hemos advertido y mirado32.
29 Ibid., 6.
30 Loc. cit.
31 Ibid., 7-8.
32 Ibid., 8.
YUYAYKUSUN 297
María Luisa Rivara de Tuesta
No está hecho poco, pues hemos salido con que acá tenemos cielo, y nos cobija como a
los de Europa y Asia y Africa. Y de esta consideración nos aprovechamos a veces, cuan-
do algunos o muchos de los que acá suspiran por España, y no saben hablar sino de su
tierra, se maravillan y aun enojan con nosotros, pareciéndoles que estamos olvidados, y
hacemos poco caso de nuestra común patria, a los cuales respondemos que por eso no
nos fatiga el deseo de volver a España, porque hallamos que el cielo nos cae tan cerca por
el Perú como por España33.
B. Las Antípodas
Por antípodas se entiende lo diametralmente opuesto a otro lugar, y los habitantes de tal
zona serían los antípodas, gente completamente diferente a la conocida.
Esta cuestión de las antípodas fue también muy discutida en los tiempos antiguos,
encontradas nuevas tierras situadas en lugares opuestos a los conocidos, se hablará de
América como lo desconocido, lo antitético, ¿eran también sus habitantes antípodas de
los hombres conocidos? Sobre este interrogante responde Acosta: «Pero ya que se sabe que
hay tierra a la parte del sur o polo antártico, resta ver si hay en ella hombres que la habi-
ten, que fue en tiempos pasados una cuestión muy reñida. Lactancio Firmiano (240-320
d.C.), y San Agustín hacen gran donaire de los que afirman haber antípodas, que quiere
decir hombres que traen sus pies contrarios a los nuestros»35.
Para Lactancio y Agustín esto es «cosa de burla» aunque darán razones y motivos dis-
tintos para negar las antípodas. Lactancio, expresa la opinión vulgar y Acosta la transcribe
diciendo:
… Lactancio vase con el vulgo, pareciéndole cosa de risa decir que el cielo está en torno
por todas partes, y tierra está en medio, rodeada de él como una pelota; y así escribe en
esta manera: ¿Qué camino lleva lo que algunos quieren decir, que hay antípodas, que
ponen sus pisadas contrarias a las nuestras? ¿Por ventura hay hombre tan tonto que crea
33 Ibid., 12.
34 Ibid., 13.
35 Loc. cit.
298 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
haber gentes que andan los pies arriba y la cabeza abajo? ¿y que las cosas que acá están
asentadas, estén allá trastornadas colgando? ¿y que los árboles y los panes crecen allá
abajo? ¿y que las lluvias y la nieve y el granizo suben a la tierra hacia arriba? y después
de otras palabras añade Lactancio aquestas: El imaginar al cielo redondo fue causa de
inventar estos hombres antípodas colgados del aire. Y así, no tengo más que decir de tales
filósofos, sino que en errando una vez, porfían en sus disparates, defendiendo los unos
con los otros. Hasta aquí son palabras de Lactancio36.
… cuando se trata de la creación del mundo, anda a buscar tiempo antes de criarse el
mundo, y para fabricarse el mundo, también señala lugar, y no acaba de ver que se pu-
diese de otra suerte el mundo hacer; siendo verdad, que la razón claramente nos muestra,
que ni hubo tiempo antes de haber movimiento, cuya medida es el tiempo, ni hubo lugar
alguno antes del mismo universo, que encierra todo lugar41.
36 Ibid., 14.
37 Loc. cit.
38 Loc. cit..
39 Loc. cit..
40 Ibid., 14-15.
41 Ibid., 15.
YUYAYKUSUN 299
María Luisa Rivara de Tuesta
42 Loc. cit.
43 Ibid., 15-16.
44 Ibid., 16.
45 Loc. cit.
46 Ibid., 19-20.
47 Ibid., 20.
300 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
… el calor de la región que llaman tórrida o quemada tan excesivo [...] negaron que
pudiese habitarse del linaje humano la región que cae en medio, y se comprende entre
los dos trópicos, que es la mayor de las cinco zonas o regiones en que los cosmógrafos y
astrólogos parten el mundo…
De esta opinión fue Aristóteles, que, aunque tan gran filósofo, se engañó en esta
parte…»48
Y fue debido a la diferencia que hay en la tierra entre su longitud y latitud, es decir, que
los antiguos conocían la tierra en su longitud Oeste-Este, y no así en su latitud Norte-Sur.
Sobre este particular, expresa Acosta:
En este caso no sólo se trata de recabar información geográfica sobre la cultura antigua,
Acosta hace gala de conocimiento literario clásico latino para reafirmar la ignorancia de
los antiguos cuando escribe: «Es cosa llana que los antiguos ignoraron los principios del
Nilo y lo último de la Etiopía, y por eso Lucano reprehende la curiosidad de Julio César
en querer inquirir el principio del Nilo, y dice en su verso:
48 Ibid., 16.
49 Ibid., 17.
YUYAYKUSUN 301
María Luisa Rivara de Tuesta
Agrega Acosta que es justo perdonar el error de Aristóteles, pues se debió a su confianza
en la información de «historiadores y cosmógrafos de su tiempo»50. Por estas y otras infor-
maciones señala Acosta que Aristóteles concluyó diciendo: «Forzoso hemos de conceder
que el ábrego es aquel viento que sopla de la región que se abrasa de calor, y la tal región,
por tener tan cercano al sol, carece de aguas y de pastos»51.
Acosta va a reflexionar sobre «cuan flaca y corta sea la filosofía de los sabios de este
siglo en las cosas divinas, pues aun en las humanas, donde tanto les parece que saben, a
veces tan poco aciertan», pues en lo que sigue Aristóteles escribió al revés de la verdad al
sentir y afirmar sobre la «banda» del polo antártico y su latitud y longitud que:
… la tierra que está a este polo del sur habitable es, según su longitud, grandísima que es
de oriente a poniente, y que, según su latitud, que es desde el polo del sur hasta la equi-
noccial, es cortísima. Esto es tan al revés de la verdad, que cuasi toda la habitación que
hay a esta banda del polo antártico es, según la latitud, quiero decir, del polo a la línea, y
por la longitud, que es de oriente a poniente, es tan pequeña, que excede y sobrepuja la
latitud a la longitud en este nuevo orbe, tanto como diez exceden a tres, y aún más52.
… ser del todo inhabitable la región media, que llaman tórrida zona, por el excesivo
calor, causado de la vecindad del sol, y por esta causa carecer de aguas y pastos, esto todo
pasa al revés. Porque la mayor parte de este nuevo mundo, y muy poblada de hombres
y animales, está entre los dos trópicos en la misma tórrida zona; y de pastos y de agua
es la región más abundante de cuantas tiene el mundo universo, y por la mayor parte es
región muy templada…53
… la tórrida zona es habitable y se habita copiosamente, cuanto quiera que los antiguos
lo tengan por imposible. Mas la otra zona o región, que cae entre la tórrida y la polar al
sur, aunque por su sitio sea muy cómoda para la vida humana; pero son muy pocos lo
que habitan en ella, pues apenas se sabe de otra, sino del reino de Chile y un pedazo cerca
del cabo de Buena Esperanza; lo demás tiénelo ocupado el mar océano54.
Y agrega que considera «que hay mucha más tierra que no está descubierta, y que ésta ha
de ser tierra firme opuesta o la tierra de Chile, que vaya corriendo al sur pasado el círculo
50 Loc. cit.
51 Ibid., 18.
52 Loc. cit.
53 Loc. cit.
54 Loc. cit.
302 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
o trópico de Capricornio. Y si la hay, sin duda es tierra de excelente condición, por estar
en medio de los dos extremos y en el mismo puesto que lo mejor de Europa»55. Con esta
opinión nuestro autor demuestra la exactitud de sus inferencias, pues se está refiriendo a
la posible existencia de Australia, que fuera posteriormente encontrada.
El gran naturalista Plinio (¿ + 79), siguiendo el criterio de Aristóteles, dice:
El temple de la región del medio del mundo, por donde anda de continuo el sol, y está
abrasada como un fuego cercano, y toda quemada y como humeando. Junto a esta de en
medio hay otras dos regiones de ambos lados, las cuales, por caer entre el ardor de ésta
y el cruel frío de las otras dos extremas, son templadas. Mas estas dos templadas no se
pueden comunicar entre sí por el excesivo ardor del cielo56.
Esta misma opinión sostuvieron otros antiguos como lo prueba la poesía de Virgilio y la
de Ovidio:
Así, pues, en lo que respecta a la navegación, los antiguos no pasaron las Canarias y sólo
después de mil cuatrocientos años se cumpliría lo que profetizó Séneca en sus versos:
55 Loc. cit.
56 Ibid., 18-19.
57 Ibid., 19.
YUYAYKUSUN 303
María Luisa Rivara de Tuesta
Por eso celebrando la buena dicha de su siglo frente a los antiguos, Acosta va a destacar
las dos grandes maravillas alcanzadas en el «navegarse el mar océano con gran facilidad y
gozar los hombres en la tórrida zona del lindísimo temple, cosas que nunca los antiguos
se pudieron persuadir»59.
D. La Atlántida
Habiendo examinado Acosta la ignorancia de los antiguos en lo que respecta a la existen-
cia del Nuevo Mundo, también insistirá en señalar que el linaje de los indios no pasó por
la isla Atlántida, como algunos imaginaban en su tiempo. «No faltan algunos —expre-
sa— que, siguiendo el parecer de Platón [...] dicen que fueron esas gentes de Europa o de
Africa a aquella famosa isla y tan cantada Atlántida, y de ella pasaron a otras y otras islas,
hasta llegar a la tierra firme de Indias»60. Relieva Acosta que se le debe a Platón la gloria
de esa idea, pues él en su Timeo escribe así:
En aquel tiempo no se podía navegar aquel golfo (y va hablando del mar Atlántico, que
es el que está en saliendo del estrecho de Gibraltar), porque tenía cerrado el paso a la
boca de las columnas de Hércules, que vosotros soléis llamar (que es el mismo estrecho de
Gibraltar), y era aquella isla que estaba entonces junto a la boca dicha, de tanta grandeza,
que excede a toda la Africa y Asia juntas. De esta isla había paso entonces a otras islas para
los que iban a ellas, y de las otras islas se iba a toda la tierra firme, que estaba frontero de
ellas, cercada del verdadero mar61.
Los que están persuadidos, agrega Acosta, de que esta narración de Platón es historia,
dicen que aquella isla grande llamada Atlantis, «ocupaba entonces la mayor parte del mar
océano, llamado Atlántico, que ahora navegan los españoles, y que las otras islas que dice
estaban cercanas a esta grande son las que hoy día llama islas de Barlovento, es, a saber,
Cuba, Española, San Juan de Puerto Rico, Jamaica y otras de aquel paraje» y que así fue
como, de isla en isla, el linaje de los Atlantis habría llegado a poblar las Indias. Se pregun-
ta Acosta, esos autores curiosos que mencionan y explican a Platón con ingenio cierto y
58 Ibid., 21.
59 Ibid., 19.
60 Ibid., 35.
61 Ibid., 21-22.
304 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
delicadeza, ¿con cuánta verdad y certeza lo hacen?62 Porque lo importante para Acosta es
refutar a los que imaginan, siguiendo el mito platónico, que el linaje de los naturales de
América, los indios, procede de la isla Atlántida y así sostiene que:
Yo, por decir verdad, no tengo tanta reverencia a Platón, por más que le llamen divino,
ni aun se me hace muy difícil de creer que pudo contar todo aquel cuento de la isla
Atlántida por verdadera historia, y pudo ser con todo eso muy fina fábula, mayormente
que refiere él haber aprendido aquella relación de Cricias que, cuando muchachos, entre
otros cantares y romances, cantaba aquel de la Atlántida63.
Considera Acosta que este enrevesado asunto de la Atlántida, sea que Platón la haya escri-
to por historia o por alegoría, para él lo que queda «llano» o claro es, que todo lo que él
trata de aquella isla, sea en el Timeo o en el diálogo Cricias, «no se puede contar en veras,
sino es a muchachos y viejas»64.
Sigue analizando lo que escribió Platón de esta isla Atlántida, y alude al fabuloso
remate que pone el mismo Platón cuando en el Timeo explica la desaparición de la isla
en tiempo increíble: «En un día y una noche, viniendo un gran diluvio… la isla Atlántida
anegada en la mar desapareció»65. Y esto, agrega Acosta burlonamente:
… siendo isla mayor que toda la Asia y Africa juntas, hecha por arte de encantamiento,
fue bien que así desapareciese. Y es muy bueno que diga (Platón) que las ruinas y señales
de esta tan grande isla se echan de ver debajo del mar, y los que lo han de echar de ver,
que son los que navegan, no pueden navegar por allí. Pues añade donosamente: Por eso
hasta el día de hoy ni se navega [...] porque la mucha lama que la isla después de anegada
poco a poco crió, lo impide66.
Desbarata Acosta con estos irónicos comentarios, sobre su intempestiva desaparición, sus
vestigios o restos debajo del mar y el impedimento que representaba para la navegación.
Luego, como veremos, pasa a explicar la procedencia de su denominación geográfica en
Mauritania negando, finalmente, que la tal isla haya podido existir en la realidad.
Considera Acosta, en primer lugar, que es coherente Platón en su fantasía creativa al
hacer desaparecer en un día y una noche la Atlántida, que era mayor que toda la África
y Asia juntas. En segundo lugar, lo desmiente en cuanto manifiesta de que es imposible
navegar por el Atlántico, pues se trata de un hecho probado, ya que es la ruta que atra-
viesan los barcos en su viaje hacia América y por lo tanto se ha podido constatar que no
existen debajo del mar ni las ruinas ni la «mucha lama» que la isla anegada depositó en
62 Ibid., 22
63 Ibid., 35.
64 Ibid., 35-36.
65 Ibid., 36.
66 Loc. cit.
YUYAYKUSUN 305
María Luisa Rivara de Tuesta
el océano, no existieron por lo tanto, concluye Acosta, los impedimentos para navegar y
cruzar el Atlántico.
No satisfecho Acosta con los argumentos sustentatorios que aduce Platón acerca de
la existencia de la Atlántida, y menos aún con la suposición de que los Atlantis hubiesen
usado el racimo de islas que la conformaban como ruta para llegar a las Indias y poblarla,
después de sus acertados comentarios que procuran terminar con una disputa originada
en un cuento hecho por pasatiempo, va Acosta, a exponer, dada la seriedad de Platón,
su importante y sugestiva hipótesis acerca del motivo que lo llevó a escribir sobre su
Atlántida. Para Acosta hay razón para considerar que lo que quiso hacer fue «significar,
como en pintura, la prosperidad de una ciudad y su perdición tras ella»67, es decir, Platón,
habría postulado una primera filosofía de la historia, referida al surgimiento, desarrollo,
auge y decadencia de las culturas.
Deja Acosta para el final el argumento que dan para probar que realmente hubo isla
Atlántida diciendo de que aquel mar en que estuvo situada hoy día se nombra por eso mar
Atlántico. Este asunto para él es de poca importancia, pues sabemos —explica— «que en
la última Mauritania68 está el monte Atlante, del cual siente Plinio que se le puso al mar
el nombre de Atlántico» y que frente a dicho monte está una isla, la cual es pequeña y
muy ruin, llamada Atlántida69.
67 Ibid., 36.
68 Antigua región del África Septentrional situada entre el Mediterráneo, el Atlántico y el desierto de Numidia.
69 Loc. cit.
70 Ibid., 22.
71 Ibid., 23.
306 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
tras tanto antes, que este nuevo orbe había de ser convertido a Cristo, y esto por gente
española»72.
Para Acosta no hay razón suficiente que dé validez a la profecía de Abdías para in-
terpretarla como una revelación divina de que sería España y sus gentes las predestinadas
para encontrar América y realizar la conversión a Cristo en el Nuevo Mundo. En última
instancia, piensa Acosta, que: «Quien quisiere declarar en esta forma la profecía de Abdías
no debe ser reprobado… y parece cosa muy razonable que de un negocio tan grande
como es el descubrimiento y conversión a la fe de Cristo del nuevo mundo, haya alguna
mención en las sagradas Escrituras»73.
Con este último comentario Acosta, hombre de profundas convicciones religiosas,
al desmantelar la profecía de Abdías, no duda de que las Sagradas Escrituras contengan
menciones proféticas pues «hay todavía gentes a quien Cristo no esté anunciado. Por tan-
to, debemos colegir —concluye Acosta, con su sabiduría habitual— que a los antiguos les
quedó gran parte por conocer, y que a nosotros hoy día nos está encubierta no pequeña
parte del mundo»74.
72 Ibid., 25
73 Loc. cit.
74 Ibid., 26.
75 Ibid., 37.
76 Loc. cit.
YUYAYKUSUN 307
María Luisa Rivara de Tuesta
H. Errores y supersticiones sobre posibles llegadas de hombres al nuevo mundo y la teoría de Acosta
Luego de este marco analítico dedicado a refutar errores y suposiciones sobre el continen-
te situado en la zona austral de la tierra, y de anteriores posibles llegadas de hombres se
pregunta Acosta ¿de qué modo pudieron venir a Indias los primeros hombres?
Que este hecho se hubiese producido navegando intencionalmente a esta región es
imposible, dice Acosta, pues los antiguos no conocieron la piedra imán —brújula— para
navegar y sin esa ayuda habría sido vano el intentarlo, es por lo tanto imposible conside-
rar la posibilidad de que antiguamente se cruzara el Océano como lo habían logrado sus
contemporáneos. Sin embargo, conviene Acosta en alguna forma con la hipótesis de que
los primeros pobladores aportaron a las nuevas tierras echados occidentalmente, es decir,
contra su voluntad, por tormentas.
Con todo lo expresado anteriormente, sin ocultar hipótesis que explicasen la impor-
tante cuestión de cómo habrían llegado los hombres a estas tierras desconocidas e igno-
radas por los occidentales, va a concluir sosteniendo que es más conforme a buena razón
pensar que vinieron por tierra los primeros pobladores de Indias, cuando pudo darse un
punto de unión entre los continentes, y con ellos pasaron, igualmente, bestias y ganados
a las tierras de Indias. Y esto señala: «aunque hasta el día presente no esté descubierta la
tierra, que añuda y junta estos dos mundos, o si hay mar en medio, es tan corto, que le
pueden pasar a nado fieras y hombres en pobres barcos»77.
Concluye Acosta en que el linaje de los hombres pasó «poco a poco, hasta llegar al
nuevo orbe, ayudando a esto la continuidad o vecindad de las tierras [...] y esta ha sido
la más principal y más verdadera razón de poblarse las Indias» y que esto sucedió no hace
muchas millares de años siendo «los primeros que entraron en ellas [...] hombres salvajes
y cazadores, que no gente de república y pulida… no teniendo más ley que un poco de
luz natural…»78
En verdad, todo este gran marco de análisis, expuesto en las refutaciones de Acosta
a los clásicos, de las cuales hemos tratado adelante, no son sino la preparación lógica
adecuada para, finalmente, exponer su gran teoría sobre un punto de unión entre los
continentes por donde se habría producido el paso de los hombres, hoy reconocido y
ubicado por paleontólogos, antropólogos, etnólogos e historiadores, como el estrecho
de Bering.
La proximidad o unión del antiguo y nuevo continente, no a través de la imaginaria
Atlántida de Platón, sino por un lugar estrecho, pero lo suficientemente amplio, por
donde pudiesen pasar hombres y animales, y su convicción acerca de que el Nuevo Orbe
y el viejo, como dijo: «no están del todo divisos, sino que la una tierra y la otra se juntan
y continúan, o a lo menos se avecinan y allegan mucho» se constituye en el más impor-
tante aporte científico que Acosta, desde el Perú, envió a Occidente, pero también puede
entenderse como un mensaje, propio al humanismo reformista de Acosta79*, de auténtica
77 Ibid., 211.
78 Ibid., 37-38.
79 Acosta declara como principal derecho humano la libre peregrinación por todas partes del mundo.
308 YUYAYKUSUN
Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta (1540-1600)
unidad física del globo la que por analogía deberá conducir a la fraternidad y unión de
todos los hombres que lo pueblan o habitan.
Referencias bibliográficas
Acosta, Josef de (2008): Historia natural y moral de las Indias. Edición crítica de Fermín
del Pino-Díaz, Madrid, publicada por el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, la Organización de Estados Iberoamericanos, el Fondo Editorial de
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad Antonio Ruiz de
Montoya (Colección De Acá y de Allá, N° 2), 330 pp.
Acosta, José de, SJ (1954): Obras del padre José de Acosta. Estudio preliminar y edición
del P. Francisco Mateos, Madrid, Ed. Atlas, (Biblioteca de Autores Españoles,
73), 3-4.
YUYAYKUSUN 309
Haciendas, pueblos y municipios
en la región de Piura, siglo XIX1
César Espinoza Claudio
Resumen
Nuestro estudio prioriza el examen de la sociedad rural en el siglo XIX. El análisis se concentra en la
formación de pueblos en el sector del Alto Piura. Ensayamos varias proposiciones sobre el proceso
histórico de formación y transición de poblados de hacienda a pueblos con municipios y derechos
políticos otorgados por el Estado en la región de Piura y el papel singular de los campesinos colonos
y su aventura histórica por acceder a la tierra, construir los pueblos y sus gobiernos municipales, en
suma, la de liderar una forma singular de movimiento político de resistencia contra el gran latifundio
y el gamonalismo piurano en la segunda mitad del siglo XIX.
Abstract
This study prioritizes the examination of the rural society in the 19th century. The analysis is focused
in the formation of villages in the sector of the High Piura. We present several hypothesis about the
historical process of formation and transition from ranch settlements to villages with municipalities
and constitutional laws granted by the State in Piura’s region and the singular role of the colonist
peasants and their historical adventure for gaining access to the land, to construct the villages and
implement their municipal governments, in other words, what means leading a singular form of
political movement of resistance against the great large estate and the dominance by the «gamonales»
of Piura in the second half of the 19th century.
L
a hacienda y la gran propiedad estanciera, una de las principales instituciones del
mundo rural, no ha sido estudiada por la historiografía nacional y la de Piura. Ni
los viejos ni los nuevos historiadores le han prestado mayor atención a una institu-
ción que recién empezó a decaer en los años 70 del siglo XX. Esta unidad territorial es un
componente clave en el proceso de organización de la sociedad y la geografía económica
regional de Piura durante la Colonia, la República y casi los 2/3 de la historia del siglo
XX en Piura.2 Las composiciones y visitas de tierras impulsaron la organización de la gran
1 Este ensayo forma parte de un capítulo de un proyecto de investigación, titulado: «Entre reformas y restauraciones: la
política y los pueblos indígenas en la costa norte de Piura, 1845-1895», (Código de Estudio Nº 081501051). Fue finan-
ciado por el Vicerrectorado de Investigación, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Instituto de Investigación
Histórico Social, Facultad de Ciencias Sociales, Lima, Perú, 2008.
2 Un balance valioso sobre tierra y haciendas fue impulsado por Bruno Revesz y otros en: Piura: región y sociedad.
Derrotero bibliográfico para el desarrollo. CIPCA-CBC, Perú, 1997. Sobre la temática de la hacienda y la tierra
también puede consultarse: Jose Bengoa. «25 años de estudios rurales». En: Sociologias, Porto Alegre, ano 5, nº
312 YUYAYKUSUN
Haciendas, pueblos y municipios en la región de Piura, siglo XIX
4 Todavía no hay visiones completas del siglo XIX. Véase: Hocquenghem, Anne Marie. 1998, Para vencer la muerte.
Piura y Tumbes, raíces en el bosque seco y en la selva alta. Horizontes en el Pacífico y en la Amazonía. CNRS-PICS
125, IFEA, CIPCA, INCAH, Perú, 1998. Diez Hurtado, Alejandro. 1992, Las comunidades indígenas del Bajo
Piura. Catacaos y Sechura, siglo XIX. Cipca. Biblioteca Regional Nº 10. Piura. Alejandro Reyes Flores. Hacendados
y comerciantes: Piura - Chachapoyas - Moyobamba - Lamas - Maynas. (1770-1820). UNMSM, Lima, 1999. Miguel
Arturo Seminario Ojeda. Piura y la Independencia. Edic. Cydes, Municipio provincial de Piura, 1994. José Antonio
del Busto D. Historia de Piura. Municipalidad Provincial de Piura y UDEP, Piura, 2004. Reynaldo Moya Espinoza.
Breve Historia de Piura; en: http://es.geocities.com/brevehistoriadepiura/
5 Gutiérrez, Miguel. La violencia del tiempo. Milla Batres, Lima, 2 tomos, 1058 pp., 1992. «El blasón de los Villar». En:
Violencia, marginalidad y perspectiva histórica en la narrativa peruana, 1975-1986. Université de Grenoble III, Centre
d’Etudes et de Recherches Péruviennes et Andines; pp. 51-70, CERPA, Grenoble 1986.
6 Archivo Regional de Piura (ARP): 10-09-1885. Registro de división y partición de la hacienda de Morropón, (f.
596). Véase: Hacienda Pabur propiedad de Augusto Seminario y Vascones y sobrinos. Tip. Nacional Badiola y Berrio,
Perú, 1905.
YUYAYKUSUN 313
César Espinoza Claudio
como Tangarará (dueña casi de todo el valle de La Chira), Poechos, Pucusulá, Viviate,
etc. en un valle con un río de caudal permanente. De igual forma, y con sus propias
singularidades históricas, se practica este uso de la mano de obra campesina en las ha-
ciendas estancieras del Alto Piura como Malingas, Sol Sol, Yapatera, Morropón, Serrán y
Buenos Aires. El gran latifundio concentra una diversidad de núcleos de población con
una estructura social multiétnica, y una jerarquía social diversificada e integrada por co-
lonos, arrendatarios, jornaleros asalariados, yanaconas, arrieros, sombrereros, artesanos,
montoneros, bandoleros, etc. Son grupos de familias o núcleos rurales que se forman pa-
ralelamente con la organización del sistema de haciendas en el Alto Piura y Tambogrande
y que responden a ciclos de demanda de fuerza de trabajo para los momentos de siembra
y cosecha del maíz, de la caña de azúcar, del algodón y de los ciclos de reproducción del
ganado de carne y de cueros.7
Ambos microespacios rurales, el valle de La Chira y Tambogrande-Yapatera-
Morropón, convivieron bajo el dominio de la ciudad de San Miguel de Piura, que ini-
cialmente se asentó cerca del cerro Vicus y en un amplio espacio agrícola que organizaron
originariamente los Tallanes, y que en el siglo XV reforzaron su potencial agroganadero
los Incas. Es posible que estos asentamientos emerjan en este tiempo histórico de cons-
trucción de un complejo sistema hidráulico de distribución del agua del valle de La Chira
hacia el Alto y Bajo Piura. No conocemos todavía el impacto de la guerra entre los líderes
incas y la presencia española en estos territorios yungas. Las crónicas y visitas más tem-
pranas del siglo XVI muestran sin reserva un rápido proceso de contracción demográfica
regional y el asentamiento de una ciudad española entre Morropón y Yapatera para de
allí rearticular las comunicaciones con Quito y Trujillo en la costa norte del virreinato del
Perú. Este desafío al desierto de un puñado de españoles también posibilitó la organiza-
ción de un sistema productivo sobre la base de las haciendas que demandaban grandes
cantidades de mano de obra temporal y mano de obra fija con la finalidad de responder a
una división laboral del trabajo que articulaba a estas propiedades rurales con los núcleos
de españoles estacionados en la ciudad-puerto de Paita y fortalecer la red de transacciones
mercantiles que articulaban la economía peruana con las ciudades de Panamá, Guayaquil,
Trujillo, Lima y Sevilla.8
La ciudad «volante» de San Miguel de Piura se trasladaría hacia cuatro puntos geo-
gráficos en un persistente desafío que enfrentaron contra el desierto y la cordillera un
puñado de conquistadores españoles. Es un pequeño núcleo humano que a partir de
7 ARP: Piura, 11-03-1885. Dominga León viuda de Juan Seminario y Vascones, propietaria, se obliga a cancelar a
don Juan Monasterio, comerciante, la cantidad de 2,050 soles. En un contrato firmado en 16-11-1880 don Juan
Monasterio le prestó esta cifra a Juan Seminario y Vascones y para este efecto hipotecó la hacienda Bigote (distrito de
Salitral). Esta propiedad rural tiene linderos con las haciendas de Morropón, La Ala, Salitral y Lalaquis (f. 368). Este
es un contrato que suma no solo la tierra sino también a los trabajadores colonos.
8 Luis G. Lumbreras. «Los orígenes de la sociedad andina». En: Carlos Contreras (editor). Compendio de historia eco-
nómica del Perú. Tomo I, Economía prehispánica. IEP, BCR, pp. 28-114, Lima. Lorenzo Huertas. La costa peruana
vista a través de Sechura. Editorial Universitaria URP, Lima, 2005. Lofstrom, William; Paita y el impacto de la flota
ballenera norteamericana en el norte peruano, 1832-1865. Caja Municipal de Ahorro y Crédito de Piura - Asociación
de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, Piura, 2002.
314 YUYAYKUSUN
Haciendas, pueblos y municipios en la región de Piura, siglo XIX
9 Espinoza Claudio, César. «La lucha por el algodón en las tierras tropicales de Piura: la comunidad indígena de
Catacaos y su incorporación subordinada a la economía regional colonial y republicana: XVI-XIX». En: Investigacio-
nes Sociales: revista del Instituto de investigaciones Hstórico Sociales, Nº14, pp. 235-268, IIHS, UNMSM, Lima,
2005.
10 Espinoza Claudio, César. «La República y la comunidad indígena de Catacaos (siglo XIX)». En: Investigaciones Socia-
les, Nº 9, pp. 241-256, IIHS, Lima, 2002.
YUYAYKUSUN 315
César Espinoza Claudio
11 Espinoza Claudio, César. Un movimiento agrarista en la Independencia de Piura: los colonos siervos de Morropón-
Yapatera, 1820-1824. Edic. Cipca, Piura, 1982. Wilfredo Kapsoli. «Movimientos de colonos de Piura: 1825». En:
Ensayos de nueva historia. Francisco Gonzales A. editor, pp. 85-91, Lima, 1983.
12 Hernández García, Elizabeth. «El marqués de Salinas, Francisco Javier Fernández de Paredes, y su permanencia en
la clase dirigente piurana a inicios de la República, 1785-1839». En: BIFEA, Nº 36(3), pp. 361-391, Lima, 2007.
Miguel Arturo Seminario. Historia de Tambogrande. Municipio distrital de Tambogrande, Piura, 1995.
316 YUYAYKUSUN
Haciendas, pueblos y municipios en la región de Piura, siglo XIX
Para Jakob Schlupmann «a partir de la segunda mitad del siglo XVIII es que el nú-
mero de arrendatarios aumentó de manera importante, en primer lugar en los valles
irrigados dónde se contaban por centenas a partir de 1780, luego a partir del siglo XIX,
con el conjunto de las haciendas de la región. Los grandes dominios de la sierra solo si-
guieron el movimiento tardíamente. En el caso de la hacienda Matalacas, los arriendos de
los arrendatarios representaban por ejemplo todavía el 18 % de los ingresos para los años
1858 y 1859. El fuerte aumento de la población arrendataria a finales del siglo XVIII y
principios del siglo XIX es un hecho mayor en la historia regional. Si en 1780, el registro
de la alcabala enumeraba cerca de 1.200 colonos - y esto sin contar los indígenas - esto
quiere decir que con sus familias constituían al menos una décima parte de la población
de Piura (44.500 habitantes hacia 1783) a finales del siglo XVIII. Su número se fue mul-
tiplicando de cinco a diez veces en la costa, por dos en la sierra entre 1780 y 1830: es decir
que aumentaba más rápidamente que la población global de Piura. Hacia 1830, más de
la mitad de los habitantes de la región debían ser arrendatarios».13
13 Schlupmann, Jakob. La structure agraire et le développement d’une société régionale au nord du Pérou. Piura, 1588-
1854. 2 t., 688 pp., Paris: Université de Paris VII - Denis Diderot. 1993.
YUYAYKUSUN 317
César Espinoza Claudio
14 Luis Miguel Glave. «Cultura política, participación indígena y redes de comunicación en la crisis colonial. El vi-
rreinato peruano, 1809-1814». En: Historia Mexicana, vol. LVIII, Nº 1, julio setiembre, pp. 369-426, México,
2008. Alejandro Diez Hurtado. Comunidades mestizas. Tierras, elecciones y rituales en la sierra de Pacaipampa (Piura).
PUCP-CIPCA, 1999. Natalia Sobrevilla Perea. «Batallas por la legitimidad: constitucionalismo y conflicto político
en el Perú del siglo XIX (1812-1860)». En: Revista de Indias, vol. LXIX, N° 246, pp. 101-128, 2009.
15 Aljovín de Losada, Cristóbal. éd Jacobsen, Nils. éd Flores Espinoza, Javier. Trad. Cultura política en los Andes, 1750-
1950. IFEA – CRFPA- UNMSM, Lima, 2007. Marie-Danielle Demélas-Francois-Xavier Guerra. Orígenes de la
democracia en España y América. El aprendizaje de la democracia representativa, 1808-1814. ONPE-Fondo Editorial
del Congreso del Perú, Lima, 2008.
318 YUYAYKUSUN
Haciendas, pueblos y municipios en la región de Piura, siglo XIX
para el autogobierno. Es desde esta asociación entre un accionar clientelístico del Estado
y de las acciones políticas de movilización social de los campesinos colonos y pequeños y
medianos agricultores que empiezan estos pueblos de la Punta, Querecotillo, Amotape,
Tambogrande y Morropón, a figurar en la geografía política como centros poblados en la
primera mitad del siglo XIX.
A todo este proceso se sumará la creación de la provincia litoral de Piura (1837)
creándose así una nueva instancia de gobierno municipal y de jueces de paz en la costa
norte.16 Piura todavía sigue dominado por el gobierno de las haciendas. Pueblos cam-
pesinos indígenas y latifundios prosiguen enfrentados. En la sierra el tiempo histórico
se ha detenido. En la provincia de Ayabaca, Francisco Vásquez, comandante militar en
1853, tiene la suerte de recorrer la cordillera para constatar como el pueblo de Suyo está
todavía adscrito a la lógica económica de las haciendas y de los colonos campesinos. Suyo
y Macará son pueblos rodeados de haciendas. Se trata de una propiedad territorial de 75
leguas cuadradas con apenas 2 mil habitantes y una pobre actividad agrícola y ganadera.
Ayabaca por el contrario es una villa urbana que nuclea y articula varios anexos campesi-
nos, concentra una población de doce mil habitantes.
A mediados del siglo XIX el auge del guano inicia un proceso de reestructuración de la
producción, de la comercialización y del consumo a escala nacional reforzando e impo-
niendo nuevos núcleos poblacionales en la organización de la sociedad regional de Piura.
El capital extranjero representado por la casa Gibbs Growley y la Duncan Fox intentaron
acomodarse a la fuerza social del mundo campesino. Este es un momento histórico de la
emergencia a la esfera pública de una variedad de asentamientos públicos profundamente
marcados por la migración de poblaciones campesinas agroganaderas de los espacios yun-
gas y serranos hacia el interior de los grandes latifundios estancieros y algodoneros, y de la
formación de caseríos, pueblos, distritos y provincias libres y autónomos de la influencia
del poder gamonal terrateniente.
En esta dirección y bajo el lema y la consigna del progreso las poblaciones de colonos
y arrendatarios campesinos de Yapatera, Morropón y Chulucanas asociando asambleas y
debates, frustraciones y esperanzas, se plantearon centralizar y concentrar a las poblacio-
nes dispersas en estas microurbes llamados «pueblos y villas» y así avanzar en el fortale-
cimiento de sus negocios agromercantiles y redes sociales aglutinando a las poblaciones
serranas de Santo Domingo, Frías y Huancabamba.
En esta pugna entre la resistencia de los pueblos y la subordinación que tratan de
imponer los hacendados encontramos las pruebas documentales evidentes de una con-
16 Este proyecto intenta incluso organizar un nuevo obispado en Piura. «Petición de Manuel Canuto Aguilar, Síndico
Procurador del pueblo de Frías». En: Macera, Pablo. Parlamento y sociedad en el Perú. Bases documentales, siglo XIX.
Ediciones del Congreso del Perú, vol. I, pp. XXX-XXXI, 1998.
YUYAYKUSUN 319
César Espinoza Claudio
17 Alejandro Diez Hurtado. Comunes y haciendas: procesos de comunalización en la Sierra de Piura (siglos XVIII al XX).
BCC-CIPCA, Cusco, 1998. Kay, Cristóbal. «Estructura agraria, conflicto y violencia en la sociedad rural de América
latina». En: Revista Mexicana de Sociología. Vol. 63, Nº 4, pp. 150-195, México. Karin Apel. «Luchas y reivindicacio-
nes de los Yanaconas en las haciendas de la sierra piurana en los años 1934-1945». En: BIFEA, 20(2), pp. 535-563,
Lima, 1991.
320 YUYAYKUSUN
Haciendas, pueblos y municipios en la región de Piura, siglo XIX
18 Ver Tarazona, Justino M. Demarcación Política del Perú. Recopilación de Leyes y Decretos, 1821-1946. Ministerio de
Hacienda y Comercio, Lima, 1946.
19 Seminario, Miguel A. Historia de Sullana. Concejo Provincial de Sullana. Instituto Provincial de Cultura, Perú
1986.
20 Aljovín de Losada, Cristóbal y López, Sinesio, edits. Historia de las elecciones en el Perú: estudios sobre el gobierno
representativo. IEP, 568 pp. Lima, 2005.
21 Aracelio Castillo Cruz y Zenón Vargas Morales. «Sobre la crisis agraria en el valle del Alto Piura». En: Estudios,
UNMM, pp. 9-51, Lima, 1977. Diez Hurtado, Alejandro: 1998. Jean Piel: 1995. Armas Asin, Fernando. Iglesia:
bienes y rentas. Secularización liberal y reorganización patrimonial en Lima, 1820-1950. IEP-IRA, Lima, 2007. Luna,
Pablo. La reforma de la sociedad y la defensa de los derechos del propietario, según G.M. de Jovellanos, a finales del antiguo
régimen. Real Instituto de estudios asturianos, Oviedo, 2006.
YUYAYKUSUN 321
César Espinoza Claudio
tores avancen y se expandan sobre las tierras de los grandes terratenientes apoyándose
en la voluntad política de líderes civiles y militares y su vocación liberal. Una primera
evaluación nos muestra como los colonos campesinos utilizaron las leyes de Santa Cruz
y Gamarra para consolidar sus asentamientos libres en Sullana y Querecotillo (valle del
Alto Chira) por ejemplo. Estos agrupamientos humanos o poblados de hacienda buscan
y conquistan una mayor autonomía de las haciendas, o sea se agudiza la disputa y la com-
petencia por el control de las tierras con agua. Este es un momento importante en sus
luchas pero todavía no cambian su condición jurídico-política, sus derechos territoriales
y de representación política.
Bajo el régimen de Ramón Castilla se impone un programa de repartos y concesiones
de tierras y a la que se suman una serie de acciones que despliegan en este sentido los alcal-
des y jueces de paz de los pueblos distritales como Catacaos, Sechura, Colán, La Huaca,
Amotape, Tambogrande y Yapatera.22 Este proceso es todavía muy lento pero así avanza la
pequeña y mediana propiedad dotándose a las familias mestizas y criollos de una variedad
de lotes de tierra, con y sin agua, para la actividad agroganadera. La novedad se produce
en 1855 cuando la Junta de Almonedas de Piura remata una diversidad de lotes de tierras,
en las zonas sur y norte de la ciudad y en ambas orillas del río Piura, se trata en verdad
de los llamados «ejidos» o tierras municipales de la ciudad de San Miguel de Piura. En
este caso encontramos lotes de tierra que tienen como frontera las orillas del río Piura y el
despoblado desértico hacia Paita. Aquí se organizan varias asociaciones de aparceros que
luego permitirán la expansión urbana de Paita formando los barrios del sur (compuestos
mayoritariamente por familias indígenas (llamadas la Gallinacera) y el norte (agrupados
por familias de negros libertos y llamados Malgaches) de la ciudad de Piura, dos grupos
sociales multiétnicos que rearticulan a numerosas familias migrantes de la costa y sierra
en su calles y solares urbanos.23
En este espacio de expansión rural de San Miguel de Piura registramos una asociación
curiosa de arrendatarios de tierras municipales con pequeños propietarios cuyas produccio-
nes de pan llevar abastece la ciudad. La competencia entre ambos actores sociales es muy
fuerte ya que los primeros intentarán pasar de usufructuarios a propietarios privados.
Similar movimiento se produce en Yapatera, capital de distrito, un poblado donde no
solo residen negros sino también indios y mestizos yungas y serranos que habitan en este
microreducto urbano que se ha convertido en la bisagra comercial con los pueblos y case-
ríos serranos de Frías. En este espacio rural se asocian pequeños parcelarios arrendatarios,
peones asalariados, yanaconas y negros libertos formando una población con municipio,
gobernador, cura y juez de paz. Se trata de un pueblo rodeado por las tierras de la hacien-
da de Yapatera. Este núcleo urbano depende casi totalmente de la hacienda. Frente a esta
dura realidad una parte de su población comenzará a asentarse en el sitio de Chulucanas,
y desde este punto gestionará su autonomía política y los derechos municipales una vez
22 Archivo Regional de Piura, (ARP) Protocolo 33, año 1849. SMP, 03-01-1849.
23 ARP: SMP.10.04.1850.
322 YUYAYKUSUN
Haciendas, pueblos y municipios en la región de Piura, siglo XIX
conseguida la ley que expropia las tierras de la hacienda para desde mediados del siglo
XIX convertirse en un pueblo y municipio libre de la tutela de la hacienda.24
Estamos entonces frente a una realidad histórica en la que desde los distritos rurales
y desde el interior de las haciendas se organiza y consolida un movimiento social que im-
pulsa la formación de un gran número de centros poblados rurales que luego alcanzarían
las categorías de villas, ciudades, capitales de distritos y de provincia.
Tambogrande, Yapatera y Morropón son empresas agroganaderas que producen caña
de azúcar y ganado de carne y cueros. Para este efecto necesitan de núcleos poblacionales
permanentes que ejecuten una variedad de tareas que van desde la siembra de la caña, su
procesamiento y transporte a la ciudad. A este grupo fijo de gente de trabajo en el campo
y en los pequeños ingenios se suma otra masa de familias serranas y costeñas que migran
temporalmente hacia el interior de las haciendas y que a partir de comienzos del siglo
XIX se consolidarán como centros poblados emergentes: Sullana, La Huaca, Querecotillo,
Tambogrande, Yapatera y Morropón.25
Una de las primeras conclusiones que extraemos es la activa y densa acumulación oral y
escrita de la experiencia política de los colonos campesinos en Piura del siglo XIX. En
efecto, con la fundación de la República en Piura en 1821 permanece la antigua demarca-
ción territorial organizada por los Borbones a finales del siglo XVIII. Esta vez solo cambia
el nombre de Intendencia a Departamento, y de Partido a Provincia. Durante el gobierno
de Santa Cruz, en 1837, se rompe finalmente la dependencia de la antigua Intendencia de
Trujillo y se organiza la provincia litoral de Piura. Esta fragmentación territorial es parte
de una política de división y demarcación territorial que a nivel nacional asume el Poder
Legislativo desde 1828. Este es un trabajo muy complicado pues la política está de por
medio.26 En efecto, si en 1822 se reconocen nueve departamentos para el año de 1876
este número se eleva a 18. Uno de ellos es justamente el departamento de Piura creado
en 1861 con tres provincias (Piura, Paita y Ayabaca) y 24 distritos. En el transcurso del
24 Acha, Elizabeth. Chulucanas, un pueblo de artesanos. En: Boletín de Lima, Nº 32, pp. 27-39, Lima, 1984, Watremez,
Géraldine. La vallée de la Gallega. Etude du district de Morropón (Pérou). Université de Paris IV - Sorbonne, París, 1984.
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25 Los textos contenidos en este libro son muy ilustrativos: Miguel Seminario: 1995; Alejandro Diez Hurtado: 1998;
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26 Macera, Pablo. Parlamento y Sociedad en el Perú. Bases documentales, siglo XIX. Introducción, pp. IX-LXXII, Ediciones
del Congreso del Perú, Lima, 1998.
YUYAYKUSUN 323
César Espinoza Claudio
siglo XIX se producirá una nueva división del territorio para ajustar los espacios políticos
y la elección de diputados y senadores. Este proceso de fragmentación y nueva demar-
cación territorial formará parte de una cultura política practicada no solo por los grupos
de poder sino también por los sectores populares rurales en su orientación de ampliar sus
propiedades rurales, de controlar mayores circunscripciones electorales y golpear política-
mente al poder tiránico del gran latifundio.
En 1837 Piura tiene una población total de 70, 337 habitantes. Para J. Schlupmann
«estos valles medios del Piura y Chira no hicieron más, en general, que duplicar el número
de sus habitantes ….. En el caso del valle de Piura, si se excluyen a los habitantes de la
capital regional, la población se había multiplicado por dos: en 1783, las parroquias de
Tambogrande y Morropón contaban con 2.988 almas, mientras que en 1837, las circuns-
cripciones administrativas de Tambogrande, Yapatera y Morropón contaban con 7.555. En
el valle de la Chira, si se considera que las jurisdicciones de Amotape, la Huaca, Sullana y
Querecotillo correspondían a las parroquias de la Punta y Querecotillo en 1783, la pobla-
ción se habría multiplicado por 2,7% elevándose de 3.601 a 9.868 habitantes. La pobla-
ción de la sierra no aumentó sino al ritmo promedio de 0,6 % al año durante este tiempo:
Ayabaca y Suyo por ejemplo, con 6.588 habitantes en 1837 solo sobrepasaban apenas los
6.418 contados en 1783. En este espacio, solamente las parroquias tienen una fuerte tasa
de mestizaje conociendo una demografía más dinámica: este fue el caso de la parroquia de
Chalaco que en 1783 solo contaba con 1.756 almas, y la cifra de 3.692 habitantes —in-
cluidos más de 54 «indígenas»— en 1837». Con el inicio del auge del guano en la costa
la población de Piura seguirá aumentando, «si se cree en el censo de 1862, la población se
habría multiplicado por 1,8 desde 1837, lo que representa una fuerte tasa de crecimiento de
2,5 % al año. Las cifras de 1862 estaban sobreestimadas? Catorce años más tarde, el censo
general del Perú en 1876, solo contaba 135.616 habitantes para el departamento de Piura,
lo que representa una tasa de crecimiento mucho más razonable, inferior al 2 % al año en
promedio desde 1837».27 La población en un siglo se había multiplicado por cuatro.
27 J. Schlupmann: 1985. J Slupmann. Yapatera del siglo XVI al siglo XX. CONAPIS, Piura, 1989.
324 YUYAYKUSUN
Haciendas, pueblos y municipios en la región de Piura, siglo XIX
28 Maticorena, Miguel. «Proyectos de irrigación en Piura». En: Construyendo el Perú: aportes de ingenieros y arquitectos.
UNI, Proyecto Historia, pp. 15-32, Lima, 2001.
29 Mallon, Florencia E. Campesinado y Nación. La construcción de México y Perú poscoloniales. Edic. CIESAS, México,
2003. Thurner, Mark. Republicanos andinos, CBC-IEP, Perú, 2006. Rodrigo Montoya. «Balance provisional de
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YUYAYKUSUN 325
César Espinoza Claudio
Cruz) y 1875 (Manuel Pardo). Este movimiento político de los colonos campesinos será
obstaculizado por la elite y los vecinos comerciantes pues tenían el miedo de perder el
control de los pueblos y de las comunidades indígenas así como de los asentamientos de
negros esclavos y libertos.30
Entre 1814 y 1823 se producirá entonces un primer movimiento de fragmentación
de las antiguas jerarquías territoriales en los valles de La Chira y el Alto Piura. En adelan-
te emergerán y serán reconocidos por el naciente estado republicano los pueblos como
Tambogrande (en 1840 y el mismo que ganará la categoría de villa en 1927), Sullana y
Catacaos (que alcanzaron la categoría de ciudades recién en 1868). Este último elevará su
rango de «heroica villa» a la categoría de ciudad entre 1828 y 1868); Sullana (que transita
de pueblo a villa en 1826 y que junto a Querecotillo formarán en 1911 la nueva provincia
de Sullana), y Querecotillo, que en 1875 será elevado de pueblo a villa.31
Esta transición de poblado de hacienda a pueblo o villa con gobierno municipal no
será lineal sino que atravesó y enfrentó muchos obstáculos. Alcanzar esta categoría política
demandaba por parte de la Comisión de Demarcación Territorial del Congreso Nacional
y de las autoridades de gobierno local la compilación de una serie de datos socioeconómi-
cos y geográficos. Entre los requisitos obligatorios que debía demostrarse figuran los datos
demográficos, el número de viviendas construidas, el funcionamiento de una escuela, una
gobernación, juez de paz y una capilla o iglesia con su párroco doctrinero. El tejido social
para mantener los trámites se extendió a los líderes políticos en Piura y a los contactos con
diputados y senadores en la ciudad de Lima.
Este tránsito de poblados de hacienda a pueblos con municipios implicará la ampliación
y presencia del Estado en un espacio territorial controlado por el gran latifundio. Se trata
de una fase histórica difícil en la integración de una ciudadanía rural al orden estatal. Y
es a partir de estos municipios que los sectores populares van a negociar con el Estado.
Se trata ahora de un asentamiento humano permanente cuyo terreno se ha expropiado
a la hacienda y que se va a trabajar no para un lucro personal sino para el bien común y
utilidad pública local y nacional. Es un enfrentamiento entre grupos de colonos campesi-
nos con los dueños de una propiedad rural y en la que el Estado expropia una parte para
entregarlo a los campesinos colonos sin tierras como en Sullana, Tambogrande, Yapatera,
Chulucanas y Morropón.
Con el establecimiento de la república quedaron liquidados los caciques goberna-
dores y los cabildos de indios. Por tanto, las familias de las elites indígenas terminaron
migrando al gobierno de las cofradías. Los Municipios republicanos son las instituciones
que pasarán a administrar las tierras parcelarias, las tierras comunales y de las parcialida-
des yungas. En los centros poblados del Alto Piura la dinámica será otra pues aquí no
sobrevivió la propiedad comunal, los colonos campesinos buscarán disponer de tierras
30 Sullon Barreto, Gledi. «Piura en la República hasta la guerra con Chile». En: José A. del Busto D. y otros. Historia
de Piura. pp. 389-482, Universidad de Piura, Piura, 2004. José Antonio Aguilar y Rafael Rojas (coord.). El republi-
canismo en Hispanoamérica. Ensayos de historia intelectual y política. FCE, México, 2002.
31 J. M. Tarazona: 1946; pp. 1345 -1398.
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Haciendas, pueblos y municipios en la región de Piura, siglo XIX
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330 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer:
del indigenismo a su «lado oscuro»
Tirso Molinari y Susana Aldana
RESUMEN
El artículo muestra la evolución intelectual de Dora Mayer desde el indigenismo militante hasta unas
simpatías por el fascismo urrista.
abstRact
This article shows Dora Mayer’s intellectual evolution from militant indigenism to some affection for
Urrista fascism.
A
cceder al periplo intelectual de Dora Mayer supone acceder a un personaje inten-
samente peculiar en relación a las tendencias intelectuales expresadas en la Lima
de la primera mitad del siglo XX. Dora Mayer iba a contracorriente en casi todo.
Era extranjera, siempre fue «bastante mayor», era mujer, era ampliamente ilustrada, era
polígrafa, era indigenista, era contestataria, carecía casi de parentescos, era explícita, no
estaba en el campo académico-universitario ni tampoco en el literario-formal. Además,
hizo de un «amor imposible» una suerte de emblema público. Ella dejó, así, toda una
huella contundente en la vida política del país.
Como «productora de ideas», siguiendo a Coser y a Bobbio1, su existencia no se
limitó al «campo intelectual» en sí. Campo en el cual, a su vez, tomando a Bourdieu2,
tenía una presencia legitimada desde el panorama periodístico y político pero no necesa-
riamente académico. Said3 también resulta un interesante referente, pues aunque Dora
Mayer no fue una intelectual propiamente exiliada y expatriada, las condiciones históricas
que la rodearon determinaron que ella tuviera una cultura dentro de otra cultura lo cual
la hizo hasta cierto punto una mujer marginal en el país en el cual recaló desde la infancia
y asumió intensamente. Y en el Callao y también en Lima, el «mercado de almas» al que
se refiere Pablo Macera4 vivió toda su vida y negándose rotundamente a adoptar todos
aquellos códigos de la construcción social femenina de entonces.
1 Bobbio, 1988.
2 Bourdieu, 2000.
3 Said, 1996.
4 Macera, 1992.
Por al contrario, Dora Mayer asumió con intensidad su opción transgresora y se des-
envolvió con mucho aplomo en todos esos contextos masculinos en los que se desempeñó
intelectualmente. Desde la matriz ideológica que asume, despliega muy explícitamente
aquella función de «gestora de sentido». Precisamente, Dora Mayer antes que nada fue
intelectual; su perspectiva iba más allá del acontecimiento y de la coyuntura, se orientaba
a largo plazo. Así, su afán de «creación de sentido» se proyectaba con intensidad a través
de su obra cuyo eje era su empecinado afán de «equidad» y de «justicia social» que desbor-
daba incluso a su tenaz combate al gamonalismo y a su consecuente y apasionada apuesta
por la reivindicación indígena. Ella desplegó su acción, tan cargada de racionalidad y
también de pasión, entre el «largo plazo» intelectual y el «corto plazo» de lo político y bajo
aquellos parámetros que Weber tipificaba como la «ética de la convicción» y la «ética de
la responsabilidad» respectivamente5.
Dora Mayer era, sin ninguna duda, lo que en su contexto sociocultural y de tiempo
solía ser un intelectual: «un generalista». Su inquietud era el panorama; era primero el
bosque antes que el árbol. O siguiendo a I. Berlin, podríamos considerarla metafórica-
mente más cercana al zorro que al erizo. Para entender ese lado político-intelectual, des-
conocido de su trayectoria, ese lado oscuro y complicado que responde a un carácter más
o menos ambiguo, que todo sujeto en su condición de actor supone, se hace necesario
acceder a la sociología comprensiva de Weber, al psicoanálisis, a los interaccionismos de
Mead y de Goffman así a la teoría de la estructuración de Giddens. Más aún, si nuestra
reflexión apunta a una intelectual en un contexto tan complejo de relaciones sociales y
políticas como fue el Perú y la Lima de su tiempo.
De esa manera, más que un ánimo de desmitificación de un ícono intelectual «pro-
gresista» e incluso, «feminista», tal como aparece la huella de Dora Mayer en el panteón
ideológico establecido del país, se muestran las pistas de la ambigüedad de una intelectual
que, no obstante jamás abandonó su vocación de rectitud y consecuencia frente a sus
ideales de «justicia social», «equidad» y de «reivindicación indígena» pero que, a su vez, se
deslizó por caminos que precisamente no eran los que la ortodoxia progresista indicaba:
el camino de Mariátegui o el de Haya de la Torre. Dora Mayer no optó ni por el uno ni
el otro. Más bien, se desplazó por el oscuro del sanchecerrismo y lo que es más dramático
se vinculó en 1934 con su versión fascista luego del asesinato de Sánchez Cerro. Pero,
inevitablemente, el vínculo con la derivación fascista del sanchecerrismo sí problematiza y
contrasta con el acercamiento que tuvo no sólo con Mariátegui sino con el propio Pedro
Zulen quien ya en 1919 simpatizaba con la revolución rusa.
Sin embargo, es también de suma importancia observar que Dora Mayer desde su
«militancia» en la Sociedad Pro-indígena, entre 1909 y 1916, no volvió a «militar» en
ninguna otra organización política-intelectual, filantrópica o simplemente política. Más
allá de su tenaz participación en aquella organización indigenista, Dora Mayer fue una
intelectual que optó por la autonomía, que generó una amplia y polémica producción
5 Weber, 1998.
332 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
6 M. Chocano, 1988.
7 T. Molinari, ts 1996 y 2004.
8 T. Molinari, 2004; M. Castillo Ochoa, 1990.
9 T. Molinari, 2004.
10 D. Mayer, Memorias..., t. 3, p. 60.
YUYAYKUSUN 333
Tirso Molinari y Susana Aldana
11 D. Mayer, Memorias..., t. 1.
334 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
Más aún, hubo libros de Dora Mayer que fueron publicados póstuma y muy
tardíamente:
– La historia del mundo en un cascarón de nuez (s.f.) (UNMSM, Lima, 1953).
– Memorias de Dora Mayer de Zulen. Tres tomos (UNMSM, Lima, 1992).
A todo esto hay que agregar el papel que asumió como Directora y fundadora de la
revista indigenista el Deber Pro-indígena, órgano de la Sociedad Pro-Indígena. En esta
revista auroral del indigenismo peruano están sus múltiples y militantes artículos indi-
genistas, publicados entre 1912 y 1917. También es del caso mencionar su importante
colaboración en la revista Amauta y desde la cual, en 1926, hace todo un balance de lo
que fue la Asociación Pro-Indígena.
¿Cómo se puede tipificar a Dora Mayer frente a ese vasto panorama intelectual,
crítico y contestatario?, ¿populista o revolucionaria, bajo la tipificación de E. Shild?
La respuesta es difícil pero más inclinada al «populismo» dado su elogio y su fe en las
multitudes populares y especialmente en los indígenas-campesinos. A pesar de que
estuvieran bajo los límites más o menos paternalistas del indigenismo, que sin em-
bargo, en Dora Mayer paulatinamente derivaron en un discurso pro-autonomización
indígena-radical12.
«Revolucionaria» no era, si entendemos esto desde el cambio político-social radical
por la fuerza. Además, como se dijo anteriormente, sus distancias con el comunismo
y con el Apra eran contundentes. Su indigenismo, su defensa del obrero y su clamor
de justicia social, como se verá, no anclaban en un panorama radical de «lucha de
clases» ni de «toma de poder», etc., sino más bien en ideales y en búsquedas prácticas
de reforma social. Sin embargo, frente al latifundio no hubo concesiones y la salida
fue su erradicación y la devolución de las tierras a los campesinos, en particular a las
comunidades13.
Empero, hubo momentos en que Dora Mayer, en función a sus vínculos personales
con Pedro Zulen, estuvo más o menos cerca a las ideas del socialismo revolucionario y
bajo el impacto de la revolución bolchevique. Esto fue en 1919, en el contexto de su
viaje a Jauja y luego de la disolución de la Asociación Pro-indígena. De allí, también su
acercamiento posterior a Mariátegui14.
Frente a todo esto, es muy importante presentar lo que la propia Dora Mayer, en sus
Memorias, dice de manera muy contundente al respecto:
... se nota que los izquierdistas me han tenido por suya pero que a veces los he decep-
cionado porque he visto en ambos lados cualidades apreciables. No he sido partidaria
incondicional y extremista, no me regocijo en luchas sino en buenos acuerdos, en buen
entendimiento. A veces, el uno no sabe apreciar las virtudes peculiares del otro y mucho
12 Kapsoli, 1980.
13 Kapsoli, 1987.
14 Kapsoli, 1987.
YUYAYKUSUN 335
Tirso Molinari y Susana Aldana
menos logra ver la viga en el ojo propio mientras descubre la paja en el ojo ajeno. Soy de
la paz, deseo armonía y no encono recíproco. Deseo que baje el tono de las discusiones
polémicas y dé el resultado de una humanidad en columbración...15
... yo no soy personalmente ni derechista ni izquierdista sino neutral. Juzgo en ambos la-
dos lo que me parece bueno o malo, motivado e inconveniente. La prueba está que he co-
laborado abundantemente en periódico de ambas especies [...] prefiero ser imparcial16.
Dora Mayer estaba absolutamente alejada de lo que Singer clasifica como «intelectual
mandarín». Más bien se acerca a lo que tal autor tipifica como «intelectual comprome-
tido», por la intensidad de su vínculo a la política desde el debate público. Empero, era
un compromiso sin la especificidad definida de un partido —la ambigüedad aludida
anteriormente— sino más con la «justicia social» y la «defensa del indígena», entre otros.
Una visible caracterización de esta intelectual como ideóloga más que como experta, si
seguimos la tipificación de N. Bobbio.
Siguiendo la antigua consideración de A. Smith, del ideólogo como justificador y
normativista, Dora Mayer no sólo ponía sangre a sus ideas (a lo Nietzsche) sino que se
movía con la mayor amplitud normativa del «debe ser» y de la más estricta justificación
de los proyectos contestatarios que asumía. Asimismo, su visión «todista» la llevaba por
una suerte de humanística diversidad temático-crítica.
Si bien su momento de mayor intensidad indigenista fue entre 1909 y 1917, e incluso
la temática de la reivindicación indigenista la asumió con pasión hasta los primeros años
de la década de 1920, sus intensas preocupaciones intelectuales entre dichos años, los de
1930 y hasta su muerte en 1959, se amplían. Aparecen la discusión religiosa-cristiana, las
reflexiones sobre la China y la problemática de la inmigración y de la colonia china en el
Perú, así como temas internacionales y peruanos diversos. Desde allí, hay que reparar en
la implacable crítica al régimen autocrático de Leguía, publicada en 1932, desde la cual
tiende aquellos complicados y oscuros puentes con el sanchecerrismo.
Obra que sólo culmina con su fallecimiento en 1959, pues meses antes de morir y
a sus 91 largos años, Dora Mayer escribe sus tres tomos de Memorias, llena de lucidez y
entusiasmo vital.
Sin embargo, la huella del indigenismo, aunque ya morigerado, de aquellos aciagos
años de 1930, está presente a lo largo de su tan agitada vida intelectual y personal. Agitada
vida en donde, incluso, hubo espacio para ventilar públicamente un episodio íntimo pero
bajo el marco de la vocación y el compromiso indigenista con el filósofo y bibliófilo Pedro
336 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
Zulen. Sobre él, publica en 1928, su mencionado texto «Zulen y yo, testimonio de nues-
tro desposorio» donde da cuenta de su apasionado amor por dicho personaje.
La importante dimensión intelectual y política de la vida de Dora Mayer se expresa,
con especial énfasis, durante su período de activa militancia indigenista, en la Asociación
Pro-Indígena. Asociación de singular importancia en la defensa del indígena peruano,
principalmente frente al gamonalismo y la explotación minera y que sabemos, por Kapsoli,
que existió entre 1909 y 1917. La revista de la asociación, el Deber Pro-Indígena, dirigido
por Dora Mayer, como se mencionó, se editó desde octubre de 1912 hasta diciembre de
1917 y tuvo 51 números publicados. Una organización, reivindicativa y de defensa del
indígena peruano, con sede en Lima, que tuvo como dirigentes a un grupo de destacadí-
simos intelectuales conformado, junto a Dora Mayer, por Joaquín Capelo, Pedro Zulen
(que fue el secretario general), Vitaliano Berroa, Emilio Segui, Rómulo Cúneo Vidal,
Daniel Alomía Robles y Abelardo Gamarra.
Hay que enfatizar en el hecho que Dora Mayer alterna, no obstante el contexto
«masculino-céntrico», con aplomo y de «igual a igual» con aquel grupo de destacados
intelectuales, varones todos y bajo condiciones de estricta reciprocidad intelectual, dada
su personalidad y su actitud protagónica. Así, en el estudio de Kapsoli se puede observar
la dirección estratégica que tuvo esta intelectual en la directiva de la Asociación Pro-
Indígena asumiendo la dirección de publicaciones y de la revista de la asociación. Así, la
junta directiva en 1912 tuvo la siguiente conformación:
– Joaquín Capelo, presidente – Pedro Zulen, secretario general
– Vitaliano Berroa, tesorero – Dora Mayer, publicaciones
– Emilio Segui, bibliotecario – Rómulo Cúneo, vocal
– Daniel Alomía Robles, vocal – Abelardo Gamarra, vocal17.
YUYAYKUSUN 337
Tirso Molinari y Susana Aldana
... sirvió para aportar una serie de fundamentales testimonios al proceso del gamonalis-
mo, determinando y precisando sus tremendas e impunes responsabilidades. Sirvió para
promover en el Perú costeño una corriente pro-indígena que preludió la actitud de las
generaciones posteriores y sirvió sobre todo, para encender una esperanza en la tiniebla
andina, agitando la adormecida conciencia indígena19.
Precisar las ideas indigenistas y político-crítica de Dora Mayer nos permiten observar la agu-
deza de sus reflexiones y de sus críticas de carácter indigenista que incluso la llevan, más allá
de su radical crítica al gamonalismo, al problema de lo que hoy vemos como dominación
cultural. Como Chocano transcribe de Dora Mayer, ésta afirmaba lo siguiente:
son raros los casos en que los criollos de civilización europea sientan verdadera bene-
volencia y no lo miren como una especie de pesadilla nacional o como un instrumento
burdo pero aprovechable para el desarrollo.21
... se habla de salvajismo de los indios y no del salvajismo de una sociedad que aprovecha
de la última penuria de sus semejantes para proveerse de sirvientes.22
Frente al obrero, Dora Mayer relaciona su problemática con la del indígena y, a su vez,
resalta tanto la mayor opresión del indígena y su condición mayoritaria en el país, desde
lo cual considera la prioridad de la cuestión indígena. Dice Dora Mayer:
338 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
... el problema del obrero y el problema del indígena es uno porque el indígena forma
la inmensa mayoría de la población obrera en el Perú. Así lo han reconocido algunas
personas de la clase obrera en Lima pero fuerza es decir, que en la práctica, se ha dejado
notar sólo muy limitadamente un sentimiento de solidaridad de las asociaciones obreras
urbanas con los trabajadores con los trabajadores más oprimidos de la república.23
Aquí, M. Chocano apunta a un elemento crítico de Dora Mayer frente a José Carlos
Mariátegui y ya en el contexto de 1932, año en el cual publica su libro el Oncenio de
Leguía, y ya bajo la aproximación al sanchecerrismo:
... desde ese punto de vista lanzará duras críticas a Mariátegui pues consideraba que éste
buscaba «sovietizar» al Perú, dándonos un triste comunismo ruso por el valioso comunis-
mo de nuestros primeros padres sudamericanos.24
Esta acotación de M. Chocano es clave para situar aquel «desliz» ideológico y político
de Dora Mayer al sanchecerrismo y que posteriormente, llega a la colaboración con el
periódico Crisol, órgano periodístico del Partido Unión Revolucionaria (PUR), ya fascista
en 1934.
Retomando las ideas de Dora Mayer, durante el contexto de su «militancia» en la
Asociación Pro-Indígena, su libro La conducta de la compañía minera de Cerro de Pasco,
editado en 1914, constituye una importante evidencia de la relación entre su radicalismo
indigenista con un pragmático nacionalismo anti-imperialista. Dice Dora Mayer:
... La compañía entró de lleno en las vías del fraude, el cohecho y la violencia. Nada
tendríamos que decir de la fácil corrupción de los hombres de negocio, venidos aquí,
si los pueblos anglosajones no se jactaran tanto de su superioridad moral sobre los
sudamericanos.25
Libro de singular importancia no sólo por el estudio que efectuó sobre las formas de
explotación del trabajador en aquella empresa minera norteamericana sino también por
los prolijos y dramáticos testimonios que presenta. Asimismo, aquella relación entre el
indígena- campesino y el proletario minero, es puesta de relieve por Dora Mayer, bajo los
siguientes términos:
ningún argumento habla más en contra de la compañía del Cerro de Pasco que la inhu-
manidad de su conducta hacia los operarios indígenas que ocupa en sus labores [...] Los
operarios se reclutan entre los operarios de la sierra que viven entregados a la agricultura y
son traídos a veces desde largas distancias. Se preguntará como se induce a estos hombres
YUYAYKUSUN 339
Tirso Molinari y Susana Aldana
a abandonar sus pequeñas propiedades que les dan sustento para ingresar a las labores
penosas y mal retribuidas de las minas. Pues mediante el aliciente de una cantidad de
dinero que se les ofrece en forma de un adelanto bajo la condición de que vayan a las
minas a reintegrar el valor con su trabajo. Este procedimiento se llama el enganche [...]
Algún acreedor despiadado apremia al indio, viene el agente de las grandes industrias que
buscan brazos y pone a su disposición de 50 a 150 y hasta 300 soles, lo hace firmar un
contrato que sirve de instrumento para obligarlo a cumplir su nuevo compromiso y que
le quita toda libertad mientras no se cancele la deuda con el patrón. Hay un medio de
prolongar esta deuda mucho más allá de sus límites naturales, haciendo descuentos en el
salario del trabajador por multas, gastos efectuados en las bodegas anexas a la negociación
o introduciendo errores aritméticos en sus libretas. No faltan operarios que habiendo
sido contratados por un par de meses en una mina no pueden moverse de ellas por un
par de años o si salen alguna vez a visitar su tierra natal tienen que regresar a cancelar
su cuenta porque la autoridad pública secunda a los empresarios en su reclamación por
doquiera que el operario demandado se encuentre. La Cerro de Pasco Mining Co atrajo
a su centro una multitud de operarios subiendo la tasa ínfima del jornal que regía enton-
ces, un sol cincuenta centavos, pero no tardó en asociarse a los métodos de explotación
que acabamos de describir y que constituyen el sistema de esclavitud por deudas, tan
conocido, de las personas en países como Inglaterra que se interesan por la suerte de las
razas oprimidas.26
... ninguna ley más abominable se ha dictado quizás en los cien años del estado que de
la conscripción vial de 1920. Es una ley que declara a todo hombre nacido en el país,
esclavo del estado y que pesa por supuesto, en la práctica, exclusivamente sobre el indí-
gena, esclavo ya, a quien en vez de liberarlo se le remachan las cadenas [...] Leguía hizo
y dijo siempre lo que más le agradaba a las gentes; su método fue como del cantinero
que escancia sin reserva el alcohol al alcohólico. Leguía sació la sed de los enfermos de
megalomanía, o sea de delirios de grandeza [...] Leguía, espíritu perspicaz y burlón, miró
aquella descomposición oculta bajo una superficie que conservaba la apariencia de no
variar; analizó todos los puntos vulnerables del edificio que pensaba derribar y ofreció a
la Patria Nueva. Derribar instituciones democráticas carcomidas por la corrupción, cual
por una polilla que entra en muebles añejos de sustancia ligera no hubo de ser difícil27.
340 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
Finalmente y volviendo al libro sobre el régimen de Leguía, publicado en 1932, aquel fu-
nesto año de la barbarie, M. Chocano nos da las pistas, quizás principales, para llegar a ese
camino oscuro al que accede Dora Mayer en el contexto de sus simpatías con el sanche-
cerrismo. Desde allí, hará explícita su distancia política e ideológica tanto con Mariátegui
como con Haya de la Torre lo cual nos servirá de puente para ubicar el carácter de su
colaboración periodística con el Partido Unión Revolucionaria fascista, posteriormente y
ya en 1934. Sobre la mencionada distancia, M. Chocano dice lo siguiente:
... esa carencia de principios, según Mayer, le dará a Leguía una gran facilidad para ins-
trumentar todos los factores existentes a su alrededor. Y desde este punto de vista, ella
considerará que la oposición promovida por Mariátegui y por Haya no fue auténtica ni
independiente: Cuando toda lectura libera se haya perseguida a muerte por los esbirros
del régimen, la revista Amauta de Mariátegui circula con pasaporte oficial y hecha toda-
vía un tímido retoño, Labor, más apropiado que aquella revista para penetrar en las masas
populares. La crítica Mariátegui, como hemos señalado antes, se fundaba también en que
Dora Mayer pensaba que éste había confundido el socialismo con el indigenismo. Pero
además de esto, su discrepancia es un signo de malentendido generacional28.
Luego de la publicación del libro El Oncenio de Leguía y que tenía que ser de especial
agrado para el régimen ya dictatorial de Sánchez Cerro, Dora Mayer se vinculó con el
sanchecerrismo, aunque en sintonía política pero no orgánicamente, a tal punto que llega
a colaborar con el periódico Crisol en 1934, tal como se mencionó. Veremos, posterior-
mente, el carácter de tal colaboración.
Finalmente, si se sintetiza el periplo vital, intelectual y político de Dora Mayer, entre
1909 y 1932, se puede observar que entre 1909 y 1917 participa de manera militante
en la Asociación Pro-indígena; en 1919, acompaña a un Pedro Zulen cada vez más ra-
dicalizado en Jauja; en la década de 1920 colabora en diversos periódicos (La Prensa, El
Comercio, El Callao, entre otros)29 y amplía su panorama temático-crítico, manteniendo e
incluso radicalizando su indigenismo en términos ideológicos. En este contexto, colabora
con la revista Amauta, principalmente en 1926. Por último, canalizará su rechazo a la
dictadura de Leguía a través de su simpatía con el sanchecerrismo con las consecuencias
anticomunistas y antiapristas que eso supone.
Entrar a este punto, nos supone incursionar a aquel «lado oscuro» de la política peruana.
Es decir, aquel «lado oscuro» que supuso el fascismo peruano en su versión post-sanchece-
rrista y desde el agresivo Partido Unión Revolucionaria dirigido por Luis A. Flores —ene-
YUYAYKUSUN 341
Tirso Molinari y Susana Aldana
342 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
racistas contra la inmigración asiática en el Perú32. Esta era, pues, la organización política
con la cual Dora Mayer colabora en 1934. Nada menos.
El periódico Crisol, en 1934, compartía con el periódico Acción, la condición de
órgano del PUR. Y precisamente en ambos periódicos se puede apreciar la manera como
el Partido Unión Revolucionaria, fundado por Sánchez Cerro el 30 de julio de 193133, de
conservador-populista, bajo el liderazgo de este comandante, deviene luego de su asesi-
nato, el 30 de abril de 1933 en una organización políticamente fascista, bajo la dirección
de Luis A. Flores pero manteniendo sistemáticamente la matriz carismática y arquetípica
de Sánchez Cerro34.
Ese carisma, que se mantuvo a pesar de su muerte, fue central en la relación que Dora
Mayer estableció con el PUR bajo aquella colaboración periodística en Crisol. Tal relación
debe ser destacada pues, en días previos, e inmediatamente posteriores a la colaboración
de Dora Mayer en aquel periódico urrista, ya fascista, este publicaba comunicados orgá-
nicos-fascistas esenciales del PUR. Por ejemplo, el 21 de abril de 1934 se publicaba: «Del
Ideario del Partido. El nacionalismo auténtico» y el 30 de abril de ese año, conmemoran-
do el primer aniversario del asesinato de Sánchez Cerro, Crisol publicaba «Del Ideario del
Partido. Principios fundamentales»35.
Hay que precisar que la colaboración de Dora Mayer en el órgano de prensa urrista
Crisol corresponde a un solo artículo aunque bastante largo. Es decir, no existe ni en
Crisol —que circula en 1934— ni en Acción —que circula entre 1933 y 1936— ni en
los otros periódicos de coyuntura que saca el urrismo fascista, como La Batalla (1936),
El Legionario, Órgano de la Juventud fascista del PUR (1935) y UR, que circula en el
contexto electoral de 1936, alguna otra evidencia de colaboración periodística de Dora
Mayer con el PUR36.
Sin embargo, y no obstante que sólo fue un artículo con el que Dora Mayer colabora
periodísticamente con el PUR- fascista, éste fue de alguna manera suficiente para demos-
trar en esos momentos una afinidad ideológica con el urrismo que incidía en la exaltación
de Sánchez Cerro, en el ataque agudo al Apra, en la distancia esencial con el comunismo y
en la denostación implacable al leguiismo. Para el PUR-fascista, las ideas que Dora Mayer
expresa panorámicamente sobre la vida política del país, en esa colaboración, eran más
que funcionales a su propia —y en esos momentos— emergente difusión doctrinaria.
Dada la labor de propaganda abierta del urrismo y la propia condición sanchecerrista
que el PUR-fascista seguía asumiendo en cuanto matriz arquetípica y carismática, Dora
Mayer sabía perfectamente con qué tipo de prensa de partido estaba colaborando.
De allí que este personaje, por la fecha en que colabora en Crisol, de alguna manera
se hacía co-partícipe de aquello que suponía la acción agresiva antiobrera de las milicias
YUYAYKUSUN 343
Tirso Molinari y Susana Aldana
de camisas negras, la tan exaltada vanguardia de choque del urrismo fascista, la adhesión
al corporativismo y totalitarismo mussoliniano, el elogio al propio Hitler, el odio apoca-
líptico al denominado «apro-comunismo» e incluso a la campaña xenofóbica y racista que
desplegaba el urrismo. Esa supuesta condición de «co-partícipe» de Dora Mayer frente a
la acción del PUR-fascista no es mecánica ni tampoco inexorable, pero no deja de haber,
en esos momentos, al menos, una sintonía política e ideológica lo suficientemente im-
portante como para que Dora, sobre la base de su particular simpatía con Sánchez Cerro,
llegue a colaborar con Crisol.
Además, fue un factor adicional para entender aquella sintonía político-ideológica,
etc., el hecho que Abelardo Solís, importante estudioso y defensor de la comunidad indí-
gena-campesina y, a su vez, ex contertulio en algunas ocasiones de J.C. Mariátegui en la
década de 1920, junto a la propia Dora Mayer, sea en esos momentos no sólo activo mili-
tante urrista y destacado congresista sino, a su vez, secretario general del PUR fascista37.
Así, son varios los factores que arrastraron a Dora Mayer a ese «lado oscuro» de la
política peruana, desliz que se concretó en esa colaboración periodística «efímera». Sin
embargo, esta colaboración llevó a que, inevitablemente, Dora Mayer comprometiera su
nombre y su prestigio intelectual, mezclándose, indirectamente, con un momento del
periplo siniestro del fascismo peruano.
El artículo de Dora Mayer en Crisol se publica en la página 2 del miércoles 25 de
abril de 1934 y fue recibido con mucho alborozo por el urrismo38. Veamos entonces tan
controvertida publicación, cuyo elocuente encabezado es el siguiente:
-Formidable catilinaria de una escritora chalaca. Dora Mayer de Zulen enjuicia la reali-
dad política del país con entera visión-
Nunca han sido mucho los peruanos los que han iniciado
el renacimiento de un pueblo abatido
Dícese, aunque por supuesto o se puede garantizar la veracidad del rumor, que los le-
guiistas han ofrecido concluir con el cerrismo antes del 30 de abril próximo, primer
aniversario del asesinato del presidente Sánchez Cerro.
El artículo 4 del acuerdo de Ginebra relativo a la cuestión de Leticia señala el 23 de junio
próximo como término de expiración de los esfuerzos de la comisión de la Liga de las
Naciones para arreglar el conflicto Perú-colombiano.
En junio deben realizarse las elecciones que complementando el personal de represen-
tantes al Congreso, restituyan al país la normalidad, estableciendo el orden bicameral
conforme la nueva carta fundamental que nos rige.
Tres plazos están por cumplirse. Hablase de no efectuar las elecciones por hallarse el
Estado embargado de hondos y peligrosos problemas insolutos. Una parte de la ciudada-
37 T. Molinari, 2004.
38 T. Molinari, 2004.
344 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
nía desea destruir a la otra y los rivales extranjeros están rondando ansiosos alrededor de
las fuentes de la prosperidad nacional. He ahí la situación.
YUYAYKUSUN 345
Tirso Molinari y Susana Aldana
Si de semejante manera, Leguía tenía infinidad de personas que dominaba con la suges-
tión de su personalidad y de sus propósitos o con el magnetismo de su dadivosidad o con
la amenaza de sus iras, no es creíble que él pudiese haber caído en 1930 y que su caída
pudiese haber producido tanto estrépito de imputaciones, si en su administración todo
hubiera sido glorioso e inmaculado. Sólo el olvido, a que son tan propensas las masas,
puede ser causa de que hoy sea posible intentar revivir los panegíricos que se fomentaba
en días del oncenio y hace viable una nueva jornada del leguiismo.
346 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
menesterosas, pero hasta entre los anónimos hubo quienes despreciaron a dicho gober-
nante por ser sencillo y oscuro. ¡Es el colmo!
Tuvo que venir a raíz del crimen del hipódromo un régimen distinto. El gobierno de
Benavides ha sido llamado con justificación un gobierno prudente. Todos se quedaron
contentos porque se suspendía el esfuerzo de hacer patria. Son tantos los ciudadanos pe-
ruanos envenenados con la propaganda comunista y tantos los deslumbrados con enor-
mes proyectos de progreso material que la voz del patriotismo cae en el vacío. Después de
ver la suerte que corrió Sánchez Cerro ¿quien iba a proponerse igual tarea que él?
Aquél golpe de mano del 1 de septiembre de 1932 en Leticia no ha tenido tener como
consecuencia para el país sino la humillación o la guerra. Hemos vivido con la prudencia
diplomática un año más, pero el problema que nos confronta continúa el mismo. El ce-
rrismo repudió la humillación, el comunismo repudió la guerra y así como por desgracia
en el partido cerrista no todos son adictos a la memoria de Sánchez Cerro, quizás por feli-
cidad no todos en el partido comunista y en el Apra son leninistas o marxistas absolutos.
Apra, comunismo y leguiismo son iguales en perseguir fines económicos y no morales,
únicamente el cerrismo de los cerristas de corazón contiene un idealismo patrio y una
aspiración que no se confunde con ambiciones desorbitadas.
El cerrismo es la fórmula hecha para los que querrán ser y continuar siendo peruanos y
el éxito de este partido depende del predominio que pueden adquirir en él los elementos
legítimos sobre los ilegítimos.
YUYAYKUSUN 347
Tirso Molinari y Susana Aldana
348 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
El Apra resulta así, a la larga, una tremenda farsa, sin que pueda admirar su completa
falta de escrúpulos que le viene de ambos lados: el leguiismo y el comunismo cuya ideo-
logía es internacional y mercantil y cuyo lema es: «el fin justifica los medios». Para llegar
al poder el Apra es sangre y lodo y las emplea con prodigalidad.
El civilismo: Este partido hizo gran daño al Perú entre 1860 y 1880; el civilismo derrochó
la riqueza del guano que debiera haber servido para cimentar un magno Estado comercial
cruzan el país de ferrocarriles, armado en defensa de la envidia de sus vecinos, sembrado
de escuelas para la capacitación cívica de sus pobladores. Pero por la juventud de la repú-
blica, por la claridad del horizonte internacional de entonces, por la inexperiencia relativa
de aquellos tempranos políticos, los errores y delitos cometidos fueron hasta cierto punto
menos reprochables que los perpetrados durante el Oncenio. La soberanía del Perú no
peligraba, la miseria no amenazaba a los habitantes. Un viejo y apto periodista, un antiguo
demócrata pierolista y enemigo jurado del civilismo, descifraba en «Ecos de la Calle», del
decano chalaco y con fecha 29 de junio de 1932, la situación en la época se remonta a los
peculados del guano: «De 1860 a 1872, el crédito peruano tocaba el cielo con las manos
de alto que estaba. La bolsa de Londres era una bolsa que nos metíamos en el bolsillo. En
Londres nos hablábamos de tu con los norteamericanos. De igual a igual. De rico a rico
y todo porque había unos señores Dreyffus hermanos y compañía que nos llevaban de la
mano y nos tenían en la mano como eran los árbitros de nuestra riqueza y todos los pode-
rosos, en virtud de sus tratos y contratos, por esos días éramos pues muchas cosas. Como
guerreros les habíamos dado una tanda a la formidable flota española y como financistas
teníamos unas montañas de guano capaces de servir de trinchera a un ejército de consigna-
tarios y de fertilizar al desierto del Sahara. ¿Quien nos tosía? ¿Quién nos pisaba el poncho?
Como que apenas les pedíamos dinero a los prestamistas, éstos nos daban a manos llenas y
pedíamos y pedíamos sin tasas. Y nos enriquecíamos, es decir, se enriquecían los consigna-
tarios famosos y mandábamos hacer ferrocarriles y comprábamos cuanto nos ofrecían los
judíos más judíos que el mundo ha conocido. Echábamos la puerta por la ventana».
Pues bien así han sido siempre de financistas los peruanos y así es de tener que serán en
secula-seculorum por lo de «genio y figura hasta la sepultura». Pero hay que reconocer
que de 1919 a 1934 el caso es más grave que de 1860 a 1880, porque ahora todo el
mundo nos pisa el poncho, nuestra moneda está por los suelos y no tenemos recientes
glorias guerreras. Tenemos si, pozos de petróleo tan hondos como altas eran las montañas
de guano y tenemos otra vez contratistas y prestamistas que se encargaran de dejarnos en
la ruina y tenemos más edad que en 1869 y que en 1879. Y desde luego más responsabi-
lidad y menos perdón ante la historia.
Aunque los civilistas serían por su idiosincrasia quizás completamente capaces de re-
petir su triste hazaña de hacer tres cuartos de siglo, ellos no han gobernado durante el
Oncenio. Leguía se hizo simpático a las masas por combatir al civilismo. Leguía fue
instigador de una intensa propaganda contra el civilismo que comenzó en el diario «El
Tiempo» con las reseñas del abate Frías y que ha fructificado tanto que desde la revolu-
ción de Arequipa, el leguiismo puede lanzar legiones de la clase media y el proletariado
YUYAYKUSUN 349
Tirso Molinari y Susana Aldana
contra su rival político sin que alguien se diera cuenta del truco de prestidigitación que
consiste en ocupar la atención del público con observar a los civilistas para no dejarlos
ver lo que hacen los civilistas.
Que los comunistas ataquen a los partidos leguiista y civilista que son los representantes
del capitalismo es justo, pero que los leguiistas mismos y los apro-leguiistas pongan en
la picota al partido civil exhibiéndolo como objeto de la vindicta popular es un ardid
inicuo, una mixtificación grotesca y da idea del juego con que se llega al público por
caminos cuya dirección no se conoce.
Bien puede ser que el leguiismo hecha ya su obra de desmembración del territorio patrio,
de desmoralización del ambiente general, de desculturización de la sociedad acabe en esta
hora fatal por absorber el civilismo decadente; pero no cabe duda que José Pardo ha sido
en su conducta más decente que Leguía, «El Comercio» más decente que «La Prensa», el
órgano adulón de la política del Oncenio, y el régimen de Sánchez Cerro bajo influencia
civilista, superior a su antecesor en las facilidades otorgadas al pobre y en el resguardo de
la dignidad nacional.39
En este larguísimo artículo, Dora Mayer descalifica con la más grave de todas las sataniza-
ciones, al aprismo y al comunismo: con su supuesta colusión sinónimo en esos dramáticos
momentos de la peor corrupción y el peor entreguismo. Dora Mayer, para quien Sánchez
Cerro era una suerte de «niño santo», endilga al comunismo todas esas denostaciones, al
igual que el fascismo urrista, en cuanto a aquella supuesta obra de agentes extranjeros y
de promotores de odio empeñados maquiavélicamente en «intereses ajenos a nuestro me-
dio». Ve al Apra, igual que el fascismo urrista como una suerte de fuerza corrupta aliada
al leguiismo y al comunismo, dispuesta finalmente a la toma del poder «a sangre y lodo»
y bajo el mismo odio supuestamente heredado de los soviéticos.
Dora Mayer aparece ya, en esos momentos, casi como una iracunda ideóloga que
desde fuera del PUR y desde aquella singular sintonía sanchecerrista, no sólo coincide
en aquellos aspectos centrales del urrismo fascista sino incluso parece influir en el pro-
pio fascismo urrista. Hasta su «librepensamiento» cede, así, a «los principios de la reli-
gión y de la familia». Y en ese pragmático estereotipo «apro-comunista-leguiista», Dora
Mayer va más allá de aquella sintonía sanchecerrista y se mimetiza con la perspectiva
política interna del fascismo urrista. Sintonía con el sanchecerrismo e influencia en el
urrismo más que patética, dada su trayectoria intelectual-contestataria. Sin embargo,
no abandona, en lo esencial, aquella postura indigenista que probablemente la indujo
paradójicamente, entre otros factores —como su rechazo frontal al leguiismo y sus
agudos reparos frente al comunismo «no-indígena»— a ese chauvinismo «cerrista» en
su derivación fascista.
¿Pero qué dice la propia Dora Mayer en sus Memorias sobre este episodio en su vida
política intelectual? ¿Tuvo esto repercusión en su devenir intelectual?
350 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
Revisando el tercer tomo de sus Memorias, que parten de 1931 y se proyectan hasta
la década de 1950, es muy poco lo que dice sobre esos tan controvertidos vínculos. Sin
embargo, da pistas que nos permiten de alguna manera acceder, desde su específica mi-
rada desde finales de la década de 1950, a lo que implicaba la vida intelectual y política
de Dora Mayer en los tempranos años treinta40. Es posible acceder, así, a su eclecticismo
desde el cual se abría no sólo al sanchecerrismo sino, también, a su versión fascista.
De allí que enfatizando, reiterativamente, en su «no militancia política» Dora Mayer
colaboraba periodísticamente sin que esto la obligase a mayores compromisos. No obs-
tante, su simpatía con el sanchecerrismo era muy clara en 1934 y su marcada antipatía
respecto al aprismo y comunismo también se hacía evidente en ese año de 1934. Desde
lo cual y frente a estas divisiones políticas e ideológicas, irreconciliables, que arrastraban
a multitudes en esos dramáticos años 30 en el Perú, Dora Mayer aparece sólo como sim-
patizante del sanchecerrismo. Ello se puede entrever en sus Memorias, donde claramente
se acercó al sanchecerrismo y a su derivación fascista sólo hasta un límite: el que no le
supusiese compromiso orgánico.
Sobre el fascismo condena la guerra desatada por el nazismo, repudia el racismo an-
tisemita y cualquier forma de racismo, pero no es contundente en la condena política al
régimen nazi como al fascista italiano. Es decir, en sus memorias, Dora Mayer rescata los
«inicios» de ambos regímenes. Por lo que se puede apreciar en sus textos y en sus Memorias,
jamás sucumbió al racismo y a la xenofobia, no obstante aquellas ambiguas actitudes que
se han mencionado anteriormente, pues por su concepción indigenista el tema le resultaba
hipersensible. Además, sus estrechas relaciones amicales con personajes judíos y asiáticos
—o de origen asiático— en Lima, le despertaban más bien simpatías que la hacían inmune
a cualquier forma de racismo. Su «amor loco» fue con Pedro Zulen, descendiente de chinos
y de una tradición cultural que Dora Mayer respetó profundamente. Pero esto no implicó
que rechazara los aspectos políticos-doctrinales, por ejemplo fascistas, que despertaban su
interés. Precisamente, y por ello, esa tan complicada ambigüedad.
Algunos fragmentos de sus Memorias nos permiten acceder a esas entrelíneas filtradas
desde sus tan dosificados recuerdos. Así sobre Sánchez Cerro afirma:
... ha dado este presidente improvisado como muchos otros que figuran en la agitada
historia de nuestra república el ejemplo de comprender que la primera exigencia en una
sociedad de seres vivientes es que todos coman.41
Sobre sus vinculaciones con el «cerrismo», estas se hacen muy evidentes cuando, en rela-
ción al asesinato de Sánchez Cerro, dice:
40 D. Mayer, Memorias..., t. 3.
41 D. Mayer, Memorias..., t. 3, p. 16.
YUYAYKUSUN 351
Tirso Molinari y Susana Aldana
Pero, frente al devenir fascista de la Unión Revolucionaria apenas menciona con aire des-
criptivo los nuevos liderazgos y nada más. Ello dice muchísimo pues ante un personaje
como Luis A. Flores, tan abierta y agresivamente fascista, como que no cabe la simple
mención. O se le defiende, con las consecuencias que eso supone, o se le condena por
lo que política e ideológicamente implicaba. Desde aquellos recuerdos dosificados, Dora
Mayer no dice nada más; calla elocuentemente y hasta banaliza la géstica simbólica fas-
cista del saludo levantando el brazo derecho y lo contrasta con el gesto simbólico aprista.
Pero, al mismo tiempo, nuevamente filtra información sobre el tipo de amistades que
frecuentaba en esos años. Ella dice lo siguiente,
... se encargan del sanchecerrismo huérfano, Luis A. Flores y Yolanda Coco. Flores tiene
una casa política en Lima y otra en el Callao [...] surgió aquí la monada de levantar el
brazo derecho en el partido de Sánchez Cerro y el izquierdo en señal de ser aprista. Como
en broma levantaba yo alguna vez el brazo derecho al entrar en casa de una amiga cerrista
y un día por distracción levante el brazo izquierdo causando espanto en la señorita que
recibía mi visita.43
... Hitler y Mussolini han principiado bien para acabar mal. La última carta de un juga-
dor que parece hábil y admirable es la guerra. Cuidado con los nuevo Hitlers y Mussolini
que pueden borrar con una mano lo que han erigido con la otra.45
... el nazismo y el fascismo de Hitler y Mussolini son vencidos en seis años de guerra posi-
tiva, que hoy al cabo de seis años después de 1945, apenas tiene apagado su fuego latente,
352 YUYAYKUSUN
El periplo intelectual de Dora Mayer: del indigenismo a su «lado oscuro»
con una nueva constelación de pasiones. Ahora se trata de comunismo y democracia. Los
ex-aliados están por luchar entre sí [...] por primera vez simpatizo, bajo esta situación con
la gran potencia norteamericana, cuya soberbia siempre había levantado mi protesta.46
Sobre tal ambigüedad y sobre aquel límite a sus vínculos con el sanchecerrismo que ha-
bían denotado sólo una «simpatía». Dora Mayer, de manera rotunda y de sus recuerdos
dosificados dice:
... nunca he pertenecido a agrupaciones políticas, siempre he quedado afuera como mera
simpatizante. Ni he podido darme por entero a ninguna facción ni estar del todo contra
otra. Justamente por no haber en cualquier lado lo absolutamente bueno o malo.47
... he estado siempre en mi carrera intelectualista de observadora de todos los tipos so-
ciales. A ningún partido social he satisfecho, por no ser adherente incondicional y mu-
chos no conciben que es realmente justo ser de todos y de ninguno o de ninguno y de
todos.48
Es visible como Dora Mayer se autopercibe como intelectual desde sus dosificadas
Memorias. Y como intelectual asume y reivindica aquel eclecticismo político. Desde este
parapeto reivindicativo de su condición, ella teje todo un manto de silencio sobre esa ino-
cultable simpatía política que la llevó incluso a colaborar en 1934 con la prensa fascista-
urrista. Más aún, desde aquella intensa sintonía, fue implacable en el ataque político al
Apra y al partido comunista. Situación que no se puede borrar a pesar de sus dosificados
recuerdos y de la reivindicación que hace de su condición de intelectual no integrada a
ninguna «facción» política.
Sobre tal controvertida vinculación con el sanchecerrismo y en particular con su deri-
vación fascista en 1934, ninguno de los autores que ha puesto de relieve su obra y su vida,
ya sea directa o indirectamente, al tratar temas referentes al indigenismo o a la trayectoria
de Pedro Zulen, dice algo sobre aquel desliz de Dora Mayer hacia ese «lado oscuro» y
clamorosamente autoritario y reaccionario de la política peruana.
Magdalena Chocano, en su breve texto anteriormente citado, no dice nada sobre la
especificidad de la sintonía de Dora Mayer con el sanchecerrismo, aunque tiende puen-
tes para inferir este «deslizamiento» hacia aquel «lado oscuro», al enfatizar la distancia
de esta intelectual con Mariátegui en el contexto del libro que Mayer escribió sobre el
Oncenio. Al respecto y sobre aquel «desliz», nada hay en la biografía novelada de José
YUYAYKUSUN 353
Tirso Molinari y Susana Aldana
Adolph sobre Dora Mayer, ni tampoco existe referencia alguna sobre esto en el libro de
Wilfredo Kapsoli sobre el pensamiento de la Asociación Pro-Indígena ni en su artículo
sobre Pedro Zulen. Finalmente, el silencio sobre aquello será el mismo en el prólogo que
José Tamayo Herrera hace en el libro dedicado al pensamiento indigenista. Silencio simi-
lar al de Nicolás Lynch en su libro sobre el pensamiento social de la comunidad indígena
a principios del siglo XX en el Perú y en el estudio de José Deustua y José Luis Rénique
sobre intelectuales e indigenismo.
De esa manera, desde el silencio de los investigadores del indigenismo peruano y
desde el propio y dosificado silencio de Dora Mayer en sus Memorias, ese «lado oscuro»,
intelectual y político, parecía inexistente. Sin embargo, y como vimos, existe la evidencia.
De allí, que la condición de «intelectual» no exime de responsabilidades y menos si aque-
lla colaboración fue con un periódico orgánico fascista.
Referencias bibliográficas
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354 YUYAYKUSUN
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YUYAYKUSUN 355
Tirso Molinari y Susana Aldana
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356 YUYAYKUSUN
antropología
El estudio de la cultura y su relevancia
en el mundo de hoy
Jorge e. Silva S. y Cecilia Jaime Tello
Introducción
E
n las últimas décadas se ha venido promoviendo un lenguaje, o un discurso en el
que el vocablo cultura es medular, central, para lograr no solamente credibilidad,
imagen, sino también para que el individuo, como protagonista principal, se sienta
cómodo e identificado con lo que realiza tanto en la dimensión individual como en la ins-
titucional. Pero también para que practiquemos la tolerancia y la aceptación de la variada
gama cultural, como dirían los antropólogos para que lo extraño o exótico sea aceptado
como una manifestación más de la inmensa variedad del comportamiento humano.
Esta propuesta es hoy una práctica universal y mientras que en algunos lugares como
Europa se la conoce con el nombre de gestión cultural, en otras regiones se la identifica con
las denominaciones de animadores culturales, promotores culturales. Por eso, llámese gestión
de la cultura o gestión cultural, en las secciones que siguen ofrecemos algunas reflexiones
sobre el propio término cultura, su definición y ámbito, así como su aplicación y manejo en
los planes de desarrollo de las instituciones públicas y privadas; aunque debe indicarse que
actualmente existe la tendencia a considerar todo como público antes que privado.
Demás está afirmar que todos tenemos una idea sobre qué es la cultura, aun cuando de-
bemos indicar también que se han publicado más de 100 definiciones sobre este concepto
en la ciencia antropológica. A pesar de este hecho existen coincidencias y convergencias
en su identificación y tratamiento. La definición aceptada por las diversas tendencias y
corrientes antropológicas es aquella según la cual:
... la manera total de vivir de un pueblo, el legado social que el individuo recibe de su
grupo. O bien puede considerarse la cultura como aquella parte del medio ambiente que
ha sido creada por el hombre... (Kluckhohn, 1967: 27).
Lo «culto» y lo «inculto»
Para C. Kluckhohn, una olla de barro que sirve para preparar alimentos es un producto
cultural en el mismo sentido que las composiciones musicales de Beethoven. En otras
palabras, para los antropólogos este vocablo goza de un amplio significado que de ningún
modo tiene que ver con el grado de instrucción. Por ejemplo, cuando escuchamos decir
«esa persona es culta» es porque se reconoce que tiene algunas cualidades que lo ponen
por encima de los demás, sea porque habla varios idiomas, sea porque posee versados co-
nocimientos sobre la historia, la literatura, el arte; en consecuencia separamos en nuestro
grupo familiar, en nuestro entorno amical, o en nuestro centro de trabajo, a los «cultos»
de los «incultos». Sin embargo, esas calificaciones están más bien relacionadas con nive-
les de instrucción de las personas, antes que con patrones culturales de un grupo o una
sociedad.
Más aún, pueden existir definiciones más restringidas que encontramos en ciertos
círculos sociales que pretenden ser, o se consideran «superiores» —o «más cultos»— al
resto de sus congéneres; me refiero a aquella persona o aquellas personas que pueden ha-
blar sobre temas muy específicos, exclusivos según ellos, como por ejemplo sobre la obra
y el pensamiento de James Joyce, Bertrand Russell, etc.
Sin embargo, para la antropología todos los seres humanos somos cultos, tenemos
cultura, desde hace unos 3 millones de años, o quizá desde antes del comienzo de los
tiempos, cuando allá en las praderas de Tanzania, Kenya, Etiopía y África del Sur, co-
menzamos a crear cultura al manipular y fabricar las primeras herramientas de piedra y
madera, y otras respuestas destinadas a sobrevivir y competir en un ambiente de perma-
nente «lucha por la vida».
Pero adicionalmente, para la antropología la cultura es general (cuando existen ele-
mentos o modos de vida compartidos por numerosos grupos humanos) y específica o
particular (por ejemplo, la peruana, la mexicana, etc., con sus elementos propios). Pero
el concepto de cultura va más allá de la dimensión descriptiva habida cuenta que la idea
o principio detrás de su definición es, como dice C. Kluckhohn (1967: 27-28), el hecho
que permite:
El ser humano, como individuo o en grupo, ha procurado entenderse como tal y fre-
cuentemente cuando queremos explicar el comportamiento de una sociedad y nos pre-
guntamos ¿por qué?, la respuesta que se escucha es «porque así es su cultura». De manera,
pues, que este término antropológico equivale a las categorías de evolución en la biología,
gravedad en la física, enfermedad en medicina.
Pero el valor explicatorio del concepto de cultura sobrepasa la dimensión referida al
entendimiento o comprensión de los hechos humanos, toda vez que el comportamiento
cultural es predecible, si es que conocemos antes sus características. Por eso, ante situa-
360 YUYAYKUSUN
El estudio de la cultura y su relevancia en el mundo de hoy
ciones controladas existe la opción de inducir cambios en los patrones culturales (en este
caso tenemos el ejemplo de la conocida expresión «fumar puede ser dañino para la salud»
—de hecho lo es— como paso previo para desarrollar una corriente de opinión en contra
del uso y abuso del cigarrillo cuyos resultados positivos todos conocemos).
De manera pues que el diagnóstico adecuado de una situación ofrece la posibilidad
de proponer respuestas predecibles. ¿En qué se fundamenta este enunciado?, se basa en el
principio que los actos humanos no son fortuitos, no responden a actitudes personales,
ni se deben a causas sobrenaturales. Todos seguimos pautas que no hemos establecido,
por ejemplo nos alimentamos 3 veces al día y no 5 o 1 una vez, dormimos en una cama y
no sobre una piel de vaca. Ciertamente, estos dos ejemplos forman parte de un conjunto
de regularidades generales y compartidas, que fueron inventadas y aceptadas por los in-
dividuos del grupo.
Ahora bien, el hecho que muchos comportamientos culturales se repitan en diversos
grupos humanos revela que en el fondo todos los seres humanos se parecen mucho cultu-
ralmente hablando. Parte de la explicación a este parecido se debe a que todos los grupos
humanos cuentan con el mismo equipo biológico, es por esta razón que todos pasamos
por los mismos procesos biológicos de la vida, tales como nacer, enfermarse, envejecer,
etc. Por tanto, para muchos antropólogos las fuerzas biológicas de la especie humana
constituyen el fundamento, la base,
... con los cuales se construyen las culturas. Algunos patrones de todas las culturas cris-
talizan alrededor de focos proporcionados por los factores inevitables de la biología: la
diferencia entre los sexos, la presencia de personas de diversas edades, la fuerza física va-
riable y las capacidades de los individuos. Los hechos de la naturaleza limitan también las
formas de la cultura. Ninguna proporciona patrones para saltar por encima de los árboles
o para comer mineral de hierro (Kluckhohn, 1967: 30,31).
Debe indicarse, sin embargo, que ambiente y cultura son interdependientes a pesar de ser
unilaterales en sus efectos. Por ejemplo, lo que el ser humano consume para alimentarse
depende de la disponibilidad del recurso en la naturaleza, pero también está regulado por
su patrones culturales. Ese sería el caso de ingerir alimentos tres veces al día, o preferir un
cebiche durante el almuerzo antes que en la cena. Es el caso también en que el tomate
fue por mucho tiempo considerado venenoso por la población blanca de Estados Unidos,
pero ahora es el ingrediente base del tan conocido y preferido ketchup, cuyo antecedente
además lo podemos encontrar en los primeros intentos de los inmigrantes chinos en
EE.UU. para producir una salsa o masa que se añadía a los alimentos.
De manera pues que el patrón cultural, la cultura, tiene la fuerza suficiente que le per-
mite actuar más allá de los procesos puramente biológicos de los individuos y los grupos
humanos. No sin razón L. White la definió brevemente como la «adaptación extrasomá-
tica» del ser humano a su entorno.
YUYAYKUSUN 361
Jorge e. Silva S. y Cecilia Jaime Tello
Se asume que «la cultura no es una fuerza dispersa» (Kluckhohn, 1967: 32). Se genera
y transmite de generación en generación y actúa como elemento que ordena, que dicta
normas y hábitos, lo que llamamos «costumbres», pero como tal es una abstracción, pues
lo que vemos son patrones de comportamiento en un grupo que ha optado por compartir
una tradición y ser parte de ella. Por eso, se afirma que:
La cultura es una manera de pensar, sentir, creer. La constituyen los conocimientos del
grupo almacenados (en la memoria de los hombres; en libros y objetos) para su uso
futuro. Estudiamos los productos de esta actividad «mental»: la conducta externa, el
lenguaje y los gestos y las actividades de la gente, y los resultados tangibles de cosas como
herramientas, las casas, … (op. cit.: 33).
De otro lado, aunque existe diversidad cultural, uno de sus rasgos más notables es su capaci-
dad integradora, habida cuenta que semejante a un individuo contiene patrones consisten-
tes y uniformes en pensamiento y acción. La antropóloga R. Benedict (1973: 178) afirmó
en su libro Patrones de cultura que la cultura no es la suma mecánica de sus partes sino más
bien es «resultado del ordenamiento único y la interrelación de sus componentes que confi-
guran una entidad propiamente dicha...» (Bohannan y Glazer, eds., 1973: 177-183).
Es decir, el entendimiento de una cultura no consiste únicamente en señalar qué
costumbres o ritos tiene, sino también cómo es que esas costumbres y ritos resuelven
los problemas cotidianos. Para la investigadora antes citada los humanos seleccionamos
muchas veces de modo inconsciente alternativas económicas, técnicas, religiosas, etc.,
que consideramos apropiadas y adecuadas, las mismas que se incorporan al bagaje de
elementos culturales que se adoptan. Existe pues un proceso de selección y descarte que
puede producirse de manera diferencia por los grupos o estratos sociales que forman parte
de una sociedad.
La cultura es de otro lado un fundamento teórico y si el estudio de la cultura nos per-
mite entender el comportamiento humano entonces es una acepción válida y necesaria,
toda vez que ayuda a demostrar que las más extrañas costumbres gozan de lógica y orden.
Es en este contexto que no debemos confundir cultura y sociedad. La sociedad compren-
de a las personas que pueden actuar cooperativa o individualmente para lograr metas.
Incluso podemos contar la cantidad de personas que tiene una sociedad. La cultura es más
bien la parte relacionada con los modos de vida de las personas y se convierte en algo así
como un conjunto de conocimientos reunidos del grupo.
Otro de los rasgos de la cultura es su carácter selectivo aunque rara vez es racional
y consciente, pues simplemente surge y evoluciona (aunque este aspecto es discutible
en tanto que podrían introducirse normas culturales que induzcan cambios deliberados
en un grupo, el mismo que corresponde a la antropología aplicada). Sin embargo, debe
decirse que luego que una costumbre se generaliza e institucionaliza surge a la vez un pro-
362 YUYAYKUSUN
El estudio de la cultura y su relevancia en el mundo de hoy
ceso de resistencia al cambio con el argumento que «todo tiempo pasado fue mejor», toda
vez que para muchos la tradición es sagrada. Así surgen los mitos, las creencias, etc.
Por otro lado, la práctica de un patrón cultural determinado no siempre depende
que sea beneficioso para todos los miembros de una sociedad en particular. Depende de
los contextos, económicos, ideológicos, en que surge. En el caso peruano se habla por
ejemplo de la «cultura chicha», la «cultura combi», como sinónimos de desorden, infor-
malidad. Sin embargo, aquellos que practican este comportamiento cultural encuentran
en él una manera rápida y sencilla de resolver sus problemas. Quiere decir pues que la
cultura es variada, diversa, que si bien responde a la tradición, usos y costumbres, o a la
«manera específica de hacer, pensar y decir» de los grupos humanos identificados con
determinado tiempo y lugar, es a la vez parte de la creatividad de los diversos segmentos
sociales que forman una comunidad, que no necesariamente son parecidos. Por ejemplo,
en Lima metropolitana existen muchas organizaciones provinciales congregadas en torno
a sus patrones regionales propios.
Para funcionar los seres humanos entienden y organizan su entorno natural y social me-
diante un universo simbólico que de acuerdo a C. Geertz se refiere a la creación de sím-
bolos que en su definición es todo objeto, acto o hecho que se utiliza para transmitir ideas
o significados. Los símbolos son tangibles, seleccionados de manera arbitraria, como la
luz verde que indica pasar, o la luz roja que significa alto. El citado autor asevera por
tanto que una vez que las acciones y las palabras adquieren sentidos que todas las perso-
nas entienden, entonces y solo entonces se vuelven en recursos lingüísticos o símbolos.
De manera pues que la luz roja del tráfico es un símbolo para nosotros pues conlleva un
significado compartido por todo el mundo.
Tomando en cuenta la antedicha reseña, muchas naciones han reconocido que si com-
prendemos y valoramos los patrones culturales y su diversidad, podemos impulsar en me-
jores condiciones el desarrollo. Es por eso que en la Conferencia de Venecia, realizada en
1970, se hizo un llamado a las naciones para que incrementen sus presupuestos en el área
de las demandas culturales, en el área de la inversión en la cultura. En 1978, la conferencia
sobre políticas culturales en América y el Caribe, reunida en Bogotá, recomendó igualmente
crear fondos para el fomento de la cultura, además de compartir tareas entre los sectores
público y privado. De otro lado, la conferencia mundial sobre políticas culturales realizada
en México, en 1982, se planteó establecer un porcentaje fijo anual para financiar temas
referentes a cultura, para lo cual se llamaba a crear fondos privados y del Estado.
Entre 1989 y 1995 Mary Bautista al estudiar las consecuencias del financiamiento en cul-
tura descubrió algunos temas interesantes. Primero, el Estado asume en Iberoamérica los
YUYAYKUSUN 363
Jorge e. Silva S. y Cecilia Jaime Tello
gastos en cultura; segundo, este financiamiento fomenta y apoya las culturas nacionales;
tercero, en muchos países las instituciones locales y municipales han asumido en gran
parte esta tarea; cuarto, se observan proyectos culturales del Estado, privados, mixtos,
comunitarios, de cooperación internacional.
Estos datos revelan pues que a nivel regional existe interés por desarrollar una co-
rriente orientada al consumo de cultura, en este punto cabe preguntarnos ¿por qué? o
¿qué utilidad tiene consumir cultura? Las respuestas son variadas pero todas coinciden en
que reafirma lo nacional, cohesiona e integra a los individuos, fortalece las instituciones
políticas, educativas, económicas, sienta las bases para mejorar la calidad de vida, etc.
Sin embargo, debemos indicar también que la inversión en lo cultural se ha torna-
do periférico. Por ejemplo, Argentina y México tuvieron entre 1940 y 1970 una gran
producción de libros y revistas, en la década de 1980 sus ventas se derrumbaron dramá-
ticamente. Asimismo, México, Brasil y Argentina, producían antes de 1975 más de 100
películas al año, después de 1980 el promedio anual no alcanza la cifra de 10 películas.
Algunos atribuyen esta crisis de la disminución en los espectáculos públicos, al aumento
cada vez mayor del consumo de cultura a domicilio sea mediante televisión por cable, que
ofrece muchas posibilidades para elegir, o por el sistema DVD, a los cuales tiene acceso
el grueso de la población.
364 YUYAYKUSUN
El estudio de la cultura y su relevancia en el mundo de hoy
¿Qué otras alternativas se han propuesto para limitar el intervencionismo? Una manera
acertada para muchos de vincular Estado y sociedad es entender la noción de lo público,
pues actualmente se plantea que la vida pública ha cedido ante la presencia avasalladora
de la vida privada, aunque hoy en día la tendencia es considera todo como de dominio
público. El Estado siempre fue el correlato válido de lo público, pero los entendidos seña-
lan que no es el único. En efecto, en estos días las políticas culturales se formulan desde
el Estado, desde las empresas privadas, desde las ONG, desde el individuo, desde grupos
comunitarios.
Si una política cultural es formulada solamente desde el Estado entonces caemos en
el «dirigismo estatal», y si la formula un agente ligado al mercado el resultado es la «priva-
tización» de la actividad cultural o la aparición de un «mercantilismo cultural». Por tanto,
la formulación de políticas culturales corresponde tanto al Estado como a la sociedad y las
organizaciones en su conjunto. En consecuencia, es responsabilidad nuestra convertirnos
en agentes dinámicos para promover cambios en provecho de todos.
Recientemente ha adquirido importancia la relación cultura y región pues una cultura ne-
cesita de un territorio, un escenario, un espacio. Analistas tales como A. Martinell señalan
que la cuestión territorio descansa en principios básicos o finalidades (por ejemplo, de-
mocracia cultural, respeto a la pluralidad cultural, derecho a la descentralización cultural)
YUYAYKUSUN 365
Jorge e. Silva S. y Cecilia Jaime Tello
366 YUYAYKUSUN
El estudio de la cultura y su relevancia en el mundo de hoy
YUYAYKUSUN 367
Jorge e. Silva S. y Cecilia Jaime Tello
En mayor o menor grado hoy la cultura es considerada por varias naciones como re-
curso válido para el desarrollo. En consecuencia, este concepto se opone y reemplaza
progresivamente a la definición tradicional de cultura que la asocia sobre todo a una
manifestación popular de la creatividad, situándola en el ámbito de las curiosidades. De
acuerdo a José Weinstein, presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de
Chile, asistimos en la década pasada (se refería a la década de 1990) a una experiencia
innovadora internacional del trabajo cultural. La cultura se relaciona al desarrollo desde
ámbitos diversos tales como el turismo, las industrias culturales, identidad nacional, etc.
En tal sentido, hoy, como dice Weinstein, se apuesta:
... a la cultura en términos de acción política y cohesión social [...] para que la esfera
cultural tenga un mayor protagonismo e impacto a escala mundial...
La importancia de la cultura depende también del hecho de reconocerla como parte esen-
cial del bienestar social y económico de las naciones pues es un vehículo que confirma
identidades, que aporta a una mejor calidad de vida. Estos aspectos fueron plenamente
reconocidos en la Conferencia sobre Políticas Culturales para el Desarrollo realizada en
Estocolmo en 1998.
Recientemente, en un análisis sobre «La cultura en las redes de la mundialización:
nuevos retos para las políticas culturales» por Edgar Montiel, jefe de la Sección Cultura y
Desarrollo de la Unesco, ha reconocido que la cultura se encuentra en el centro del debate
para el desarrollo y el bienestar en la medida que:
... el imaginario y la cultura colectivos son altamente tributarios del nuevo universo sim-
bólico que emana masivamente de las nuevas tecnologías de la información...
Se tratan pues de desafíos que obligan a replantear el rol de la cultura en los procesos
de desarrollo local y regional, de modo que responda a la creciente mundialización o al
«mundo como aldea». En la medida que la cultura cumple función integradora en toda
organización humana, ésta no puede quedar al margen pues su naturaleza es esencialmen-
te dinámica, de ajuste, de transformación. En tal sentido, agrega E. Montiel que:
368 YUYAYKUSUN
El estudio de la cultura y su relevancia en el mundo de hoy
Reflexiones finales
Para concluir, coincidimos con E. Montiel, en relación al hecho que la cultura se ha ins-
talado en la sociedad y el Estado aunque falta que su discurso sea asimilado por todas las
instancias de la sociedad. Así como se habla de biodiversidad, también debe hablarse de la
diversidad cultural. Por ello, existe cada vez más el convencimiento que estudiar los patro-
nes culturales propios y ajenos, no como curiosidad o como un ejercicio intelectual, sino
más bien como una forma que nos permita conocernos a nosotros mismos, es útil como
punto de partida para delinear alternativas orientadas a encontrar expectativas e intereses
comunes de los grupos sociales que constituyen una cultura determinada.
Por ello mismo, invertir en cultura es hacer prevención pues de ese modo pueden
reorientarse conductas inadecuadas (por ejemplo, si asumimos que la impuntualidad en
la sociedad peruana es perjudicial, entonces podríamos iniciar una investigación sobre sus
causas y plantear las alternativas para que esa supuesta conducta inadecuada se corrija).
No olvidemos que la cultura se encuentra en todo, en lo público, en lo privado. Por citar
otro ejemplo nada más, las actividades económicas son expresiones de la cultura. La ropa
es el reflejo de un acto cultural y su confección responde a maneras o estilos que se tradu-
cen en trabajo, costos, etc.
Creemos que en los años venideros surgirán propuestas para desarrollar lo concer-
niente a los derechos culturales, de la misma manera como se hizo con los derechos hu-
manos, para defender el derecho a la participación en la productividad cultural, así como
la aceptación y tolerancia de la diversidad cultural. Sería redundante recalcar que el Perú
es culturalmente rico en la medida que presenta numerosas manifestaciones culturales.
Por otro lado, aproximarnos al tema de la cultura supone también un sesgo pues es un
tema político, habida cuenta que la cultura no es idílica, se relaciona con el poder y re-
quiere de movilización social.
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370 YUYAYKUSUN
Tejiendo la identidad.
La mujer matsiguenga y el «otro»
Martha Rojas Zolezzi
RESUMEN
El presente artículo es una reflexión entorno a un signo de identidad del grupo étnico matsiguenga:
la túnica, la que está siendo desplazada paulatinamente por los vestidos de corte «occidental». Este
cambio, entre otros que son tratados en este artículo, se produce por el contacto con otros grupos
humanos, entre ellos los llamados «wiracocha» o mestizos.
ABSTRACT
The present article is a reflexion on an identity symbol of the Matsiguenga ethnic group: the tunic,
gradually being displaced by «western» clothes. This change, as well as others dealt with in this article,
is brought about by contact with other human groups, among them the so-called «wiracocha» or
mestizos.
L
a adopción por parte de los matsiguenga1 de prendas de vestir compradas en el
mercado es una carga económica mayor en la unidad doméstica. El esposo, además
de la necesaria adquisición de herramientas de trabajo debe adquirir prendas de
vestir para la esposa, los hijos y para él. Ello lleva a que busque trabajo fuera de su comu-
nidad y se ausente por largas temporadas. Ante su ausencia, el trabajo en el huerto, caza y
pesca, se convierte en una sobrecarga para los hijos, si son adolescentes, y para la esposa.
La introducción de elementos foráneos como el uso de prendas de vestir «occidentales»
lleva a cambios dentro de la familia y por extensión en la comunidad. La búsqueda de
alternativas económicas, como la crianza de ganado vacuno y más recientemente ovino,
así como la tala de madera, en territorio de la comunidad, todo ello para la venta, es una
decisión que implica a todos los miembros de ésta.
En este artículo se explorará el abandono progresivo del uso de la túnica, uno de
los elementos de la identidad matsiguenga, por la vestimenta llamada «occidental».
Evidentemente, la relación con el «otro» entendido como un grupo de individuos, hom-
bres y mujeres, no es el sólo factor de influencia para el cambio: existe también la interac-
ción con el Estado y sus funcionarios, misiones cristianas y otros.
Veremos como los individuos foráneos que llegan a territorio matsiguenga con otras
costumbres y otra apariencia, influencian el cambio en cierta medida.
1 Los matsiguenga pertenecen a la familia lingüística arawak preandino. El territorio que ocupan es el valle del Bajo
Urubamba del Cuzco. Actualmente se estima el número de individuos pertenecientes a esta etnia en 13,000.
La túnica y el vestido
372 YUYAYKUSUN
Tejiendo la identidad. La mujer matsiguenga y el « otro ».
YUYAYKUSUN 373
Martha Rojas Zolezzi
estos elementos es anterior a la década de 1950 cuando los misioneros tuvieron una pre-
sencia estable en la región.
Cuadro 1
Dinero invertido en la compra de objetos manufacturados
Comunidad Número de Combustible Vestidos Mercería y TOTAL
familias productos artículos Soles
de aseo
Camisea 18 5.444 17.605 2.178 25.227
Monte Carmelo 30 1.110 13.715 723 15.548
Timpia 21 199 9.079 1.297 10.575
TOTAL Soles 69 6.753 40.399 4.198 51.350
Source : SINAMOS, juin 1974. Nuestra adaptación.
Sumas en soles para el año 1974: Suma gastada/familia = 744.20 S / Combustible/famillia = 97.86 / Vestido/familia = 584.49 /
Mercería/familia = 60.84
Durante los diez años en los que trabajé en comunidades matsiguenga, pude observar
cuanto las mujeres pedían máquinas de coser a las diversas empresas e instituciones que
llegaban a su territorio para efectuar diferentes trabajos.
La demanda de máquinas de coser era recurrente. En efecto, las mujeres querían
aprender a utilizarlas para confeccionar ellas mismas las vestimentas que los «regatones»
les vendían a un precio caro desde su punto de vista.
Vestirse con ropa «occidental» puede dar a los matsiguenga una apariencia similar a la de
los mestizos, no obstante aquella no ser necesariamente mejor que la tradicional: son frágiles
para el trabajo en el huerto y duran muy poco tiempo. Tiene la ventaja de ser ligera para los
días cálidos. Fuera de ello jamás he escuchado otra diferencia con la túnica. Quizá una ven-
taja de las vestimentas de invierno, casacas y chompas, sea que protegen mejor del frío que la
túnica, pero sólo los profesores de escuela y otros asalariados pueden comprarlos.
El uso de la túnica, ha sido relegado a ciertos eventos, ciclos estacionales, como el in-
vierno o a las noches particularmente frías. También es utilizada para dormir. Es la prenda
que la mujer utiliza durante el embarazo, dado que por su holgura se presta a acoger el
cuerpo de la mujer a medida que el embarazo avanza. Hay que señalar que también hay
un elemento generacional. Las ancianas llevan la túnica, las jóvenes llevan vestido, como
lo usaría cualquier otra mujer de no importa que etnia, o como las mestizas.
En 1997, iba a llegar el Presidente del Perú a una de las comunidades del Bajo
Urubamba. Los matsiguenga, y especialmente el jefe, advertidos de su presencia se vistie-
ron con túnica. Nunca antes había observado al jefe de la comunidad y al resto de varones
matsiguenga vestidos con túnica durante el día sino más bien con t-shirt y pantalones cor-
tos de deporte. Obsequiaron una túnica y un tocado al presidente. Dos años después, en
1998, observé en una de las comunidades matsiguenga en las que acababa de realizarse la
elección del nuevo jefe, a la esposa de este último, una joven mujer a la que siempre había
visto usar falda y t-shirt, utilizar durante una semana noche y día la túnica. En el año 2005,
374 YUYAYKUSUN
Tejiendo la identidad. La mujer matsiguenga y el « otro ».
iban a producirse nuevas elecciones en una de las federaciones matsiguenga. Uno de los
candidatos, un joven matsiguenga que había vivido mucho tiempo en la ciudad, tuvo una
actitud similar a la adoptada por la joven a la que acabamos de hacer mención. Abandonó
su ropa de ciudad y usó la túnica permanentemente. Todas las veces que los matsiguenga
han tenido una reunión oficial con miembros del gobierno peruano, o de las empresas
que operan en su zona, han acudido vestidos, hombres y mujeres, con túnica. La túnica,
distintivo de esta etnia se mantiene vigente dentro de ciertos contextos, como el político y
el ceremonial. Es el distintivo de su identidad como etnia y como grupo humano2.
Hemos querido hacer mención especialmente al uso de la túnica, porque la talega y
el cargador de bebés son de fácil reemplazo por otros artefactos adaptados al mismo uso
y no son fuertes vehículos de identidad como la primera.
El «otro»: el mestizo
En esta parte vamos a tratar del origen del «otro» según la mitología. Se trata de in-
dividuos con una fisicalidad y una interioridad diferentes a la de los matsiguenga, los
llamados viracocha por aquellos, término que significa mestizo y que engloba a todos los
peruanos que hablan español, y los diferencia tanto de los mismos matsiguenga como de
los puñaruna o andinos.
Para ubicar el lugar que ocupan los mestizos en la visión que los matsiguenga tienen
del mundo, primero vamos a retomar el tema de la configuración del mundo matsiguen-
ga a través de dos mitos cosmogónicos.
Mito 13
Yayantsi y Luna Kashiri eran hermanos. Vivían y trabajaban en el pongo de Maenike.
Cada uno construía en una margen del río grandes trampas de pesca queriendo unirlas
en el centro, pero sin lograrlo. Debido a las trampas la corriente del río iba en dos senti-
dos, uno río arriba y otro río abajo. La trampa de Yayantsi iba río arriba y la de Luna río
abajo. Un día Imposhitoni raptó a la hija de Luna. La joven gritaba pidiendo ayuda a su
padre. Las trampas debían impedir que Imposhitoni pasara, pero como estaban a medio
construir y había un espacio en medio de ellas, aquel lo atravesó para secuestrar a la jo-
ven. En un intento por recuperar a su hija, Luna persiguió a Imposhitoni con la trampa de
pesca shimperentsi. Colocó esta trampa varias veces en diferentes lugares siempre río abajo
pero no logró capturarlo. Llegó al río Marañón sin recuperar a su hija. Yayantsi se fue río
arriba donde se hizo Inca y fundó diferentes etnias como la quechua, los amarakaeri, etc.
Luna se fue río abajo donde fundó las etnias aguaruna y cocama entre otras. Finalmente
creó a los gringos, italianos, japoneses etc. Luna se quedó río abajo; de ahí que en la
actualidad se observe la luna llena que emerge en esa dirección.
2 Cada etnia del complejo arawak puede identificarse utilizando solo la vista. Los asháninka por lo general usan la
túnica de color tabaco, los matsiguenga del color natural del algodón y los no matsiguenga de color naranja oscuro.
3 Narrador: Samuel Osega, comunidad de Nueva Luz, 2005.
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Martha Rojas Zolezzi
376 YUYAYKUSUN
Tejiendo la identidad. La mujer matsiguenga y el « otro ».
kanari, el pescado shima, la sachavaca kemari, creó todos los seres vivos, plantas y anima-
les, palmeras tsireri, árboles inchato, flores shimashiri, la chonta kamona y el ungurahui
segaki. Cuando terminó le dijo a Kentibakori:
–Tú sólo has creado a los demonios sopai, que van a odiar a mis descendientes.
Entonces lo metió en la profundidad de la tierra (savipatsaku). Ahí quedó y no regresó
nunca más.
Al principio la tierra era un inmenso fluido líquido y su estado actual sería producto de
la transformación realizada por dos principios —Tasorintsi y Kentibakori— cuyas fuerzas
se oponen. Ambos principios no han sido creados sino que existían desde siempre. La
separación de las aguas y la tierra, y la creación de los seres vivientes, es la primera trans-
formación de lo que será el medio ambiente matsiguenga.
Tasorintsi envía a Kentibakori al cielo pero éste crea, ya sea por torpeza o con intención,
las especies perjudiciales para el hombre. Al ver esto, Tasorintsi, o su desdoblamiento Osasaro,
llamado su hijo en el mito, lo envía a las profundidades de la tierra donde según el mito se
transforma en el mestizo Viracocha. Al parecer, sin tener nociones de esta transformación,
Osasaro escucha ruidos provenientes de debajo de la tierra, la cava, encuentra a Kentibakori
y lo hace salir, y junto con él, a los mestizos. Continúa sus creaciones Kentibakori y crea los
demonios sopai. Irioshi entonces lo envía definitivamente debajo de la tierra.
En mitos recogidos por el misionero Joaquín Barriales (1975) y el profesor matsi-
guenga Turco Guevara (1995), entre otros, se describe la apariencia de Tasorintsi y sus
características. Es un hombre de estatura alta y de rostro blanco. No se pinta el rostro.
Esta divinidad es omnisciente, porque conoce y ve lo que pasa en la tierra y omnipotente,
porque con el soplo puede crear seres. Usa una túnica blanca, siempre conservada como
si la acabaran de tejer. Su corona no es de bambú ni de plumas como las de los matsi-
guenga, sino que es brillante como el sol, si mueve la cabeza caen relámpagos. Vive solo,
en el cielo, más arriba que el resto de las divinidades. Es célibe, aunque en el mito que
presentamos tiene por hijo a Osasaro. Bebe cerveza de yuca pero no se embriaga, toca
el tambor, canta y baila como cualquier matsiguenga. De hecho es él quien les ha pro-
porcionado estos conocimientos. Trata a todo matsiguenga como a su hijo y les prohíbe
manifestaciones de violencia, como el asesinato. A los matsiguenga los ha vestido con una
túnica roja y les ha pintado el rostro y el cuerpo (Barriales, 1975: 165-166; Grain, 1938:
182; Guevara, 1995: 181).
Kentibakori vive en las profundidades de la tierra. Tiene esposa, quien es la respon-
sable de la creación de demonios femeninos (Grain, 1938: 181-182). Se lo describe en la
mitología como un hombre con dedos punzantes (Guevara, 1995: 181).
A estos dos principios se debe la creación de los diferentes tipos de tierra que existen
en la actualidad. Tasorintsi creó las tierras propicias para la agricultura, Kentibakori en
cambio, creó las tierras arcillosas, las anegadizas, los cascajales y las peñas (Pascual Alegre,
1979: 42). La primera pareja matsiguenga fue creada por Tasorintsi de la madera del árbol
paroto o palo de balsa (García, 1936), al igual que las plantas y animales. Otra versión,
YUYAYKUSUN 377
Martha Rojas Zolezzi
presentada por Pascual Alegre, señala que la primera pareja matsiguenga fue creada la-
brando muñecos de la madera del árbol cedro. El mismo autor recoge otras versiones en
las que este principio benigno creó a partir de la espuma que sacó de su boca y la depo-
sitó en su mano derecha soplando luego en ella. Los matsiguenga creados por Tasorintsi
estaban vestidos con túnicas rojizas y coronas en la cabeza (Alegre, 1979: 46-47). Según
Pío Aza, el primer hombre matsiguenga nació en el nogal silvestre llamado kieta de cuyo
hueco salió el primer hombre (Aza, 1923: 673).
Kentibakore, por el contrario, creó la flora y fauna no comestible por el hombre o
aquella que podía atacarlo (Guevara, 1995; Alegre, 1979). El tema de los diferentes mun-
dos, entre ellos el subterráneo, en la cosmovisión matsiguenga es objeto de un artículo
posterior. En este artículo nos centramos en cómo fue creado el mundo y los matsiguen-
gas y el lugar que ocupan los mestizos viracocha y los andinos punaruna (o puñarona) en
este proceso. Ello nos los explica la narración presentada a continuación7.
El mestizo que me preguntas yo no sé de donde viene, pero antes se dice que vino de
debajo de la tierra. Puñarona cavó la tierra y salió el mestizo. Tenía ropa. Existía Inti que
es Tasorintsi. Él quiso terminar con el mestizo. Después de haber terminado de matarlo
fue cortado y crucificado. Así fueron las tradiciones, el cuento del mestizo que vino de
la tierra que cavó un serrano. Por eso decimos nosotros, si no hubieran cavado la tierra
no hubiera existido. Teníamos miedo, escuchamos que nos iba a llevar abajo, nos iba a
maltratar, a golpear, íbamos a ser sus esclavos hasta que nos mate. Había otro que quiso
cerrar la tierra pero no pudo, así que dejó, por eso existen los mestizos.
Según este informante, matsiguengas y punarunas o puñaronas existen antes que los
mestizos. Puñarona, personaje del mito, pero también el nombre de un grupo humano
—desde el punto de vista de los matsiguenga los habitantes de la ciudad andina del
Cusco— al igual que en el mito de Yayantsi, hace el hueco por donde aquellos salieron.
Los mestizos no fueron creados por Tasorintsi. Así, según otro informante «el mestizo no
había sido creado por Dios sino que vivía antes. Dios ha creado el cielo, la tierra, mat-
siguengas y punarunas pero el mestizo vivía debajo de la tierra. Ellos son creados por el
Diablo mismo». Según este informante los mestizos, aunque en el inframundo existían al
igual que los matsiguengas y punarunas y es la torpeza de las divinidades o la curiosidad
de punaruna quien los hace salir y poblar el territorio matsiguenga.
Retomando el mito, en él se narra cómo un tasorentsi que posteriormente sería cruci-
ficado —posible alusión a Yavireri Tasorintsi, el que es crucificado empalado con puntas
de madera pona— trata de matarlos, pero como ya se habían extendido sobre el territorio
matsiguenga no puede exterminarlos. Se menciona a otro personaje, al que no se le da
nombre, que quiso cerrar la tierra; entiéndase el hueco por el cual salieron, pero no lo
logra. Posiblemente Yayantsi.
378 YUYAYKUSUN
Tejiendo la identidad. La mujer matsiguenga y el « otro ».
8 Los andinos del Bajo Urubamba procedían de forma similar. En el Alto Urubamba, algunos de estos optaron por
crear alianzas matrimoniales con los matsiguenga para tener acceso a la propiedad de las tierras. Ello ha tenido
como consecuencia que las actuales comunidades nativas estén compuestas por una gran cantidad de andinos. Esta
situación no se ha producido en el Bajo Urubamba donde los matsiguenga siempre han rechazado las alianzas matri-
moniales con no- nativos.
9 En el caso de los punaruna, su corporeidad también es percibida diferente a pesar que los matsiguenga comparten mas
rasgos comunes con ellos que con los mestizos, como el color de la piel y el pelo lacio. Un elemento sensorial a añadir
en el caso de los punaruna, es el olor del cuerpo que estos últimos exhala, el cual es sumamente desagradable para los
matsiguenga. La ropa del andino punaruna es similar a la del mestizo. Lo mismo que el idioma, ambos hablan español
(el andino habla en algunos casos el español como lengua materna, en otros es bilingüe español-quechua).
10 Cuando los matsiguenga van a la ciudad de Sepahua, o a otras ciudades, compran y se colocan en los pies unas espe-
cies de sandalias que dejan el pie totalmente descubierto y que pueden sacarse fácilmente.
YUYAYKUSUN 379
Martha Rojas Zolezzi
11 Por entrevista, observación, participante, e información obtenida en talleres realizados en seis comunidades el año
2002, entre mujeres de todas las edades. Grupos focales realizados en seis comunidades ese mismo año (27 mujeres
en Cashiriari, 48 en Segakiato, 50 en Shivankoreni, 44 en Camisea, 42 en Kirigueti y 50 en Chokoriari) con un total
de 261 mujeres.
12 Para las adolescentes, el matrimonio posterior a los dieciocho años presenta ciertas ventajas como posibilitar que
culminen sus estudios de primaria y parte de la secundaria y por lo tanto adquieran el dominio del idioma español.
Esta expectativa que está en el terreno de lo ideal contrasta con los hechos cuando la falta de recursos económicos no
permite que los jóvenes tanto varones como mujeres terminen los estudios secundarios.
380 YUYAYKUSUN
Tejiendo la identidad. La mujer matsiguenga y el « otro ».
No obstante, las mujeres reconocen las desventajas que el tener una relación con los
mestizos acarrea: el mestizo embaraza a la mujer y luego no reconoce al niño y niega haber
mantenido relaciones o siquiera haber conocido a la mujer. Son raros los casos en los que
la mujer que se involucra con mestizo —especialmente cuando tiene un hijo de él— se
casa posteriormente con matsiguenga. Generalmente el hombre matsiguenga no quiere
relacionarse con ella y la joven es socialmente mal vista.
Aunque el mestizo quisiera casarse con la joven, ello no sería posible en la comuni-
dad, pues la regla en la mayoría de las comunidades nativas matsiguenga del valle del Bajo
Urubamba es que la mujer ya casada con mestizo no puede permanecer en territorio de la
comunidad. De ser así, la mujer sería expulsada. Ello para evitar que el mestizo adquiera
tierras dentro de la comunidad, así como también evitar que por el matrimonio y las
YUYAYKUSUN 381
Martha Rojas Zolezzi
13 El mestizaje es una aberración para los matsiguenga. Un insulto es decirle a algún matsiguenga mestizo.
14 Ver M. Rojas Zolezzi 1998.
382 YUYAYKUSUN
Tejiendo la identidad. La mujer matsiguenga y el « otro ».
43 tenían ocupación permanente (el 17%). De ellas, 38 como maestras y 5 como perso-
nal de salud. Aunque estas cifras pueden haber aumentado, seguirían siendo muy pocos
en relación con los aproximadamente 13,000 miembros que representan todo el grupo
matsiguenga y en relación a la oferta de trabajo. Como fácilmente se puede deducir, la
mayoría de las mujeres no cuenta con ingresos monetarios para cubrir algunas necesida-
des de la familia que la propia cultura no puede satisfacer, como vestido, blusa o falda,
acceso a los servicios de educación, salud para sí mismas y para sus hijos. Si los resultados
de la alfabetización y educación no solucionan o no cubren las expectativas de la mujer
matsiguenga, ¿por qué seguir los estudios? Quizá la respuesta la encontremos en migrar
para obtener trabajos en ciudades como Pucallpa o Quillabamba, alejándose de la propia
cultura, o para crear las mencionadas alianzas con los mestizos, y una última opción, ser
líder en su comunidad, al tener estudios superiores. Esto último también se aprecia en el
liderazgo masculino.
Palabras finales
Todo lo dicho no quiere decir que cada mujer matsiguenga aspire a casarse con un mes-
tizo. De hecho esos casos son la minoría. Pero en lo que queremos hacer énfasis es que las
mujeres se han vuelto más exigentes con sus esposos especialmente en lo que se refiere al
uso de vestimentas compradas en el mercado, y de no obtenerlas, buscan dominar otras
actividades como el uso de la máquina de coser.
Aunque las máquinas de coser son un instrumento deseable, no todas las mujeres
pueden procurárselo. A pesar de ello, las mujeres no necesariamente tienen necesidad de
estas máquinas para vestirse «a lo occidental». Es habitual verlas vestidas con trajes cosidos
a mano.
Para el caso del grupo étnico asháninka, Elick reporta que las mujeres utilizaban
agujas de hueso para la costura, las que serían reemplazadas por agujas de acero, proba-
blemente durante el boom del caucho a finales del siglo XIX y comienzos del XX (Elick
citado por Rojas, 1994: 121).
En el caso matsiguenga, nos ha sido reportado que la utilización de la aguja de caño
de pluma (parte central de la pluma de un ave) precede a la de metal15. La aguja de metal
con agujero reemplaza esta aguja, pero como en el caso de la aguja de hueso la técnica de
la costura a mano ya existía. Lo que ha sido reemplazado es la aguja pero no la técnica. El
reemplazo técnico del instrumento ha sido adaptado a una técnica preexistente: la costura
a mano.
En lo que concierne a la máquina de coser, estamos más bien frente a un caso de
préstamo cultural. Esta máquina no ha reemplazado la técnica de la costura a mano,
sino que las dos técnicas coexisten. Hay que recordar que es más díficil de acceder a una
15 La parte central de la pluma es como un tubo fino, una de sus extremidades estaba tallada en forma de punta. El hilo
pasaba por el interior del tubo en dirección de la punta.
YUYAYKUSUN 383
Martha Rojas Zolezzi
máquina de coser.
Así, podemos percibir como una técnica que existía; la costura a mano, utilizada
para dar forma final a la túnica, ha sido adaptada a la costura de vestidos llamados
«occidentales».
La costura a mano y la máquina no han reemplazado al telar. Las tres técnicas coexis-
ten, pero se puede advertir una pérdida de interés en practicar el tejido en las mujeres
jóvenes contemporáneas.
Referencias bibliográficas
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Urubamba. Colección Antisuyo/2, Lima.
Aza, Pío (1923 ). «La tribu machiguenga», en Misiones dominicanas del Perú, Año 51, No. 19,
Diciembre, Lima, pp. 669-676.
Grain, José María (1938). «El animismo y los machiguengas», en Misiones dominicanas del Perú,
Año XX, No. 108, Setiembre-Octubre.
Renard-Casevitz, France Marie (1977). Du Proche au Loin, en Actes du 42e. Congrès International
des Américanistes, París, pp.121-140.
————————————. (1999). «Ideología matsiguenga: entre lo local y lo global», en
Revista Anthropológica, Año XVII, No. 17.
————————————. (2004). El Dios Yabireri y su cargado Yayenshi. IFEA-Lluvia
Editores, 161 pp.
Rojas Zolezzi, Enrique (1994). Los ashaninka, un pueblo tras el bosque. Fondo Editorial Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima.
Rojas ZolezzI, Martha (1998). «Mujer matsiguenga y percepción del mestizo», en Anthropológica,
año XVI, No. 16, Lima.
Turco Guevara, Marcelino (1995). Hacia una auto-etnología: acerca de la religión en la comuni-
dad matsiguenga de Kirigueti, en Amazonía Peruana, Tomo XIII, No. 25, pp.177-191.
384 YUYAYKUSUN
Cajatambo: tradición, quechua y música
Franklin Miranda Valdivia
Resumen
La provincia de Cajatambo, región andina de Lima, tiene raíces históricas pre-inca, quechua, colonial
y republicana, pasa por la encomienda y el partido colonial. En la república sufre la reducción
sistemática y desmembramiento de su territorio. Luego hacia los años 60 del siglo XX la migración
intensa condicionada por la crisis agraria, la vialización, la escolaridad y la crisis en su administración
debilita la estructura rural y quechua de esta ancestral región. La pobreza de Cajatambo es la más alta
(60,7%) en la región Lima. El quechua, hablado por el 14,2% de la población, expresión viva de la
diversidad cultural de Cajatambo requiere ser rescatada, preservada e impulsada en su oralidad, en
lo cual el papel de la mujer y las personas mayores es una garantía para su continuidad. La música
cajatambina mestiza e híbrida, rural y urbana, es una manifestación cultural singular de esta región
andina que se expresa en la guitarra, el arpa y la banda de música que musicalizan de manera peculiar
los huaynos, los pasacalles, las serenatas que cantan y tocan al amor, a la mujer, al paisaje serrano, a los
ríos, lagunas, nevados (apus) y a la ancestral divinidad «Huari» de gran influencia en vastas zonas del
país.
Abstract
The province of Cajatambo, Andean region of Lima, has deep historical roots like colonial,
republican, pre-Inca, quechua, pass through the «encomienda» and the colonial party. During the
republic it suffers the systematic reduction and territorial dismemberment. Soon towards 60´s and
70´s of the XX century the intense migration because the agrarian crisis, the highway, the schooling
and the administration crisis debilitate the rural structure and quechua of this ancestral region,
sinking it in the poverty than is the highest (60.7%) in the Region Lima. Quechua, spoken by 14.2%
of the population, alive expression of the cultural diversity of Cajatambo, requires to be rescued, to
be preserved and impelled in its speak in which the greater role of the woman and the elder people is
a guarantee for its continuity. The Music from Cajatambo, mixed and diverse, urban and country as
cultural manifestation of this Andean region is expressed in the guitar, the harp and the music band
that put in special music the huaynos, pasacalles, the serenades that sing to love, to the mountain
landscape, to the women, to the rivers, lagoons, snow-covered (apus) and to the ancestral divinity
«Huari» it has a great influence in big zones of the country.
E
l quechua es la lengua andina más importante de Sudamérica, su territo-
rio lingüístico, lo conforman los países de Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia,
Argentina y Chile. La amplia y diversa familia lingüística del quechua se pre-
senta en su versión primigenia como proto-quechua a través del quechua Huaihuash
(QI) y el quechua Huampuy (QII). Del quechua Huihuash se desprende el quechua
central que está conformado por la variedad siguiente: Huaylay (Huailas y Conchucos);
del cunza: Oasis de Atacama; uruquilla: sector meridional del Altiplano en torno al
lago Poopó y los salares de Coipasa y Ayuni; puquina: los contornos del lago Titicaca y
sus flancos oriental («ceja de montaña») y occidental (litoral del Pacífico), con avances
hacia el noroeste, en dirección del Cusco, y sureste, superponiéndose en parte al ámbito
uruquilla; aru: costa y sierra sureñas del Perú; quechua: costa y sierra centrales; quignam:
costa norcentral ; mochica: costa norte ; tallán: costa extremo norte ; culle, den y cat:
sierra septentrional; Bagua: cuenca de Jaén Bagua, en el nororiente peruano2
Por consiguiente, los conflictos por la hegemonía hizo que el quechua y aimara de la fami-
lia aru se impusieran y las otras lengua fueran desplazadas y sucumbieron en el transcurrir
de los tiempos; quedando como lengua general de este vasto territorio del Tahuantinsuyo
el idioma quechua y aimara. Otras lenguas como el Cat, Den, Mochica, Quignam y Culle
sucumbieron o fueron subsistiendo tenuemente hasta la conquista quechua e inclusive
posteriormente hasta la Conquista y el Coloniaje español (S XVI).
La condición milenaria de esta región quechua Huaihuash (QI) expresada en la divini-
dad Huari venía desde el milenio anterior y los agricultores de esa gran región Cajatambo
que veneraban al dios Huari o dios Sol o Inti, tenían como variedad lingüística originaria
probablemente el quechua de esta región que conforma los actuales departamentos o regio-
nes de Lima norte (Costa central y NE, Barranca, Huaura, Oyón) Ancash (Sur, Bolognesi,
Ocros), Huánuco (Sierra, Huamalíes y Dos de Mayo) y Pasco (D.A. Carrión).
1 Cerrón-Palomino, Rodolfo, Voces del Ande, Fondo editorial de la Universidad católica del Perú, Lima, agosto 2008,
pp. 33-36.
2 Torero, Alfredo, «Procesos lingüísticos e identificación de dioses en los Andes centrales», en Revista Andina, del
Centro Bartolomé de las Casas Cusco, Año 8 Nº 1, julio de 1990, p. 244.
386 YUYAYKUSUN
Cajatambo: tradición, quechua y música
1. QUECHUA (costa y sierra centrales, Perú) 2. PUQUINA /ARU ( costa y sierra sureñas Perú, lago Titicaca y Cuzco) 3. CUNZA
(Oasis de Atacama Chile) 3. URUQUILLA (Altiplano, lago Poopó y salares Copaisa y Ayuni) 4. QUINGNAM (costa norcentral
Perú)5. MOCHICA (costa norte) 6. TALLÁN (costa extremo norte)7. CULLE, DEN Y CAT (sierra septentrional Perú).
FUENTE: TORERO, Alfredo. Procesos lingüísticos, en Revista Andina, Año 8, Julio 1990, Pág. 245.
El ámbito de la sierra central peruana en que pervive el culto a Huari coincide significa-
tivamente con el territorio del quechua I, y este territorio, más el de la costa norcentral
—valles del río Paramonga al Huaura— parece haber sido su espacio originario, si nos
atenemos a las noticias de los siglos XVI y XVII3
YUYAYKUSUN 387
Franklin Miranda Valdivia
Esta gran región quechua conformada por los huaris o llactas, «indios oriundos» que
adoraron al Sol o Inti, y los llacuases, «indios advenedizos», así como al rayo o dios Libiac,
desarrollaron una convivencia conflictiva por sus diferencias en adoración a distintas di-
vinidades, diferencias étnicas y por estar asentados en distintos espacios ecológicos vincu-
lados a la agricultura en los valles en el caso específico de los huaris y las zonas de pastos
y puna o jalca los llacuases, quienes finalmente se entendieron a través del trueque e
intercambio de productos. Los primeros desarrollaron la agricultura de riego y de secano
en los valles y quebradas y los segundos se dedicaron al pastoreo de camélidos americanos
como las llamas, vicuñas, guanacos, tarucas en las zonas de alta sierra y punas; ocasional-
mente complementaban con variedades de papa de puna. La agricultura expresada en la
siembra de maíz o jara y de papa o acshu, entre otros productos, la primera en las zonas
de «quebrada» o valle interandino de clima cálido y el acshu hasta más de los 4 mil msnm
en la jalga o puna en pisos no muy frígidos o con nieve. Estos productos son motivo de
rito o pagos en momentos de siembra y cosecha y el procesamiento para la chicha o aswa
o también la papa en chuño o moray.
Los estudios lingüísticos realizados por Víctor Domínguez en la amplia zona de la
denominada «región Huayhuash», que abarca los departamentos de Huánuco, Pasco,
Lima y Ancash, propone que el quechua de Huánuco es la lengua más antigua, como lo
expresa a continuación:
De manera similar Gary Parker, coincidiendo con Alfredo Torero, postula la tesis acerca
del origen del quechua o que el antiguo habla quechua nace en la región del alto Pativilca
o sea en Cajatambo, como manifiesta en el siguiente párrafo:
4 Domínguez, Víctor. «Cajatambo, quechua regional. Particularidades fonéticas del quechua Yaru-Huánuco», en
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/publicaciones/inv_sociales/N17_2006/a21n17.pdf.
388 YUYAYKUSUN
Cajatambo: tradición, quechua y música
Por su parte, manifiesta Domínguez, Parker sostiene: «La tierra natal del quechua estuvo
situada, con mucha probabilidad, en el centro del Perú, en lo que es ahora la región QB
Quechua Norcentro (denominado Quechua I por Torero) o en las zonas costeñas adya-
centes» (Parker, 1972: 115)5
La complementariedad en el uso de los distintos pisos ecológicos por los antiguos reinos
prehispánicos sean estos pequeños o grandes, intercambiando o estableciendo el trueque
por los mismos grupos étnicos o distintos en fronteras hoy poco precisas, entablaban he-
gemonía y finalmente optaban por los intercambios de productos agrícolas y pecuarios.
Respecto a este proceso Murra nos dice:
YUYAYKUSUN 389
Franklin Miranda Valdivia
La denominada cultura Cajatambo sintetiza el valor histórico cultural de esta región mi-
lenaria hoy olvidada, en peligro de extinción, por lo que requiere ser abordada, entendida
o reentendida como expresión de vida de la continuidad vinculada a la identidad quechua
y andina de la región y del país.
En este contexto, expresa con precisión Román Robles:
Nuestro estudio sobre las iglesias se circunscribe a las provincias de Bolognesi y Ocros, la
parte norte de lo que desde la época de huaris y llacuaces se formó la Cultura Cajatambo.
Esta área cultural prevaleció a la Conquista Inca, a la Colonia y al primer siglo de la
República, guardando no sólo unidad política sino también una unidad histórica y
cultural.8
El valor de la cultura y su lengua son resaltadas por Gustavo Solís, quien expresa:
Lenguas y culturas son realidades que se implican de manera mutua: la extinción de una
es también la extinción de la otra, de allí que es necesario evitar que ninguna lengua ni
cultura específica de cualquier área de la tierra se vea amenazada por la extinción que
convierte en nada a una experiencia humana irrepetible e insustituible, milenaria en
existencia, cuya muerte empobrece a la humanidad tanto como la peor desgracia, pues
minimiza la posibilidad de una interculturalidad más rica, que depende de la diversidad
de sus componentes9.
7 Millones, Luis. «De las siete ciudades de Cíbola a la urbe indiana: apuntes para la historia de los santos patrones»,
en Ensayos de Historia Andina, Editor Luis Millones, Fondo editorial de CCSS de la UNMSM, 2005, p. 22
8 Robles Mendoza, «Román Iglesias andinas: huela de cristianización y religiosidad popular», en Revista de Antropo-
logía. UNMSM año III Nº 3 diciembre 2005, p. 148.
9 Solís Fonseca, Gustavo. «Interculturalidad: encuentros y desencuentros en el Perú», en http://ciberdocencia.gob.
pe/index.php?id=1716&a=articulo_completo
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Cajatambo: tradición, quechua y música
Las características del quechua local son: 1) eliminación de /h/ inicial ana qulca y no
hana kullga, atun (jatun) y no hatun. 2) Aspiración de /s/ en curso al lado de zara o jara
y no xara o hara; 3) deslateralización de /ñ/ wanunchic y no huñunchic, nunayoq wuaca
y no ñuñiyoc huaca; 4) delaterilizacion de /l/ en todas las posiciones finales malki y no
mallki; alpa y no allpa; 5) Lenición de la africada en posición final pisga y no pichga; 6)
Posible caída de –q en posición final de ciertos subfijos taq en vez de taa.10
10 Itier, César. «La tradición oral quechua antigua en los procesos de idolatría de Cajatambo», en Bull IFEA Lima 21
(3) en 1992. p. 1007.
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En tan sentido, la característica del quechua de Cajatambo como lengua materna y len-
gua general, propia de toda cultura viva, que en el devenir del tiempo ha sido objeto de
modificaciones, adecuaciones e influencias de otras variedades de quechua sureño y hua-
ylino y también de otras lenguas como el aimara y el mismo castellano que se quechualiza
y viceversa dentro de un proceso complejo que genera formas híbridas de esta variedad
quechua.
El quechua y la tradición agrícola en la cual la mujer jugó y juega un rol protagónico,
son descritos con acierto por la consagrada historiadora María Rostworowski, quien re-
salta y rescata la importancia de la mujer prehispánica andina en la agricultura, esta visión
particular respecto a la mujer andina quechua se inscribe dentro de la tradición rural y
agrícola que relaciona a la mujer desde tiempos inmemoriales con la agricultura, con las
semillas y con la reproducción. María Rostworowski narra el mito Raiguana, recogido de
la región de Cajatambo (departamento de Lima), pero también conocido en Huánuco y
Cerro de Pasco, en el siguiente pasaje:
De lo descrito se colige que la subsistencia del quechua, se debe en gran parte al protago-
nismo de la mujer campesina, en sus distintos roles: como integrante de la comunidad o
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Cajatambo: tradición, quechua y música
«ayllu», por el papel preponderante que cumple en el hogar, como medio directo de so-
cialización, parlante del quechua, transmisora de valores del medio en el que se desarrolla
y su cosmovisión andina y cajatambina en particular. La presencia de la mujer campesina
y ganadera o pastora se hizo presente durante la larga data del desarrollo de la agricultura
de riego y de secano; en su parcela de uso particular, la asignada comunalmente, para los
dioses, a patronas/patrones y para sus deidades
De igual manera, su participación en la ganadería extensiva de camélidos americanos
y luego en la Colonia y República a través del ganado lanar (huacchilleros) desarrollada
en las zonas más elevadas que pasan los 4000 msnm, como pastoras apacentando extensi-
vamente ovejas y camélidos americanos domesticados, cuidando y realizando ceremonias
en sus «canchas» o corrales ganaderos de la jalga. Asimismo ejecutando otras actividades
de conservación de acequias, caminos; construcción y conservación de iglesias, en las que
siempre participa en el «pago» a los dioses o jircas y otras divinidades menores como de
Mamapunco.
La historiadora María Rostworowski, además de mencionar el mito Raiguana resalta
el papel de la mujer en la agricultura que a continuación se precisa:
La mujer tomaba parte activa en las labores agrícolas. Guaman Poma (1936. fojas refe-
rentes a los meses de junio y agosto) ilustra las faenas campesinas y muestra a los hombres
roturando la tierra y a las mujeres agachadas rompiendo los terrones o bien depositando las
semillas o los tubérculos en los surcos, tarea considerada como puramente femenina por
darse a la tierra el mismo género. En un documento sobre la extirpación de la idolatría en
Cajatambo, se especifica que las mujeres se encargaban de sembrar los camotes (Ipomea
Batata) (L), y lo hacían sin hablar, hasta no terminar con el trabajo.
En la construcción de las casas, sobre todo cuando se trataba de casas nuevas para jóvenes
parejas, se edificaba por medio de la minka, con una división por género del trabajo, des-
de el acarreo de los materiales hasta la conclusión de la obra, los documentos referentes
a la extirpación de la idolatría en Cajatambo traen noticias interesantes y, entre ellas, la
presencia de una pareja de huacas de hermano/hermana que presidían las labores y a las
que honraban.12
Del párrafo precedente se deduce que la mujer tuvo un rol protagónico en la agricultura,
se resalta la minka o minga y la pareja de huacas conformada por hermana y hermano que
expresaba la divinidad femenina a la papa, al maíz y a la coca en la versión quechua que
hoy se denomina: «Mama achsu», «Mama jara», «Mama cuca»
Debemos hacer notar que instituciones del Estado como el Ministerio de Educación,
en su difusión tardía de los diccionarios quechua-castellano y castellano-quechua de la
variedad dialectal quechua Ancash-Huailas de Gary Parker y Amancio Chávez (1975),
no incorpora a esta importante y ancestral región quechua de Cajatambo que incluía
12 Rostworowski, María. La mujer en la época prehispánica IEP Documento de Trabajo 17. Lima,1988, p. 9.
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Es probable que existan algunos rituales equivalentes a los del sur y el norte, pero no
han sido estudiados y tampoco nosotros hemos podido observar alguno. Pareciera que
los rigores y la persecución sufridos por los indígenas del viejo Cajatambo durante las
campañas de la extirpación de idolatrías hubieran tenido sus efectos sobre sus antiguas
creencias y prácticas religiosas.
Muchas formas de culto a las divinidades prehispánicas de la parte sur de Ancash se
reflejan mejor en los actos personales y familiares. Cuando los campesinos inician el
barbecho de sus tierras, siembran sus productos y cosechan, mencionan a los espíritus de
las montañas y a los espíritus de los mallquis o antepasados (gentiles). Antes de beber el
primer vaso de chicha, derraman una parte de ella hacia los cuatro costados, dedicándole
verbalmente a los poderes de la naturaleza, y luego beben. Eso mismo hacen al mediodía,
cuando llega el almuerzo: los primeros granos de la cancha y de los guisos recibidos,
los esparcen hacia los cuatro puntos cardinales y sólo después se sirven la comida. Esta
práctica tiene vigencia entre los campesinos mayores y todos los que creen en estas fuer-
zas. Muchos jóvenes ya no lo practican, más aun los campesinos que utilizan insumos
modernos para producir mejor en el campo. Para los campesinos crianderos, la bondad
de los pastos depende de la voluntad de los cerros elevados, de los vientos y de las nubes.
Una manera de estar en contacto con las fuerzas de la naturaleza es chacchar coca. Tanto
para los agricultores como para los pastores, la coca es un producto consumible y alimen-
ticio, pero al mismo tiempo emite mensajes y sirve de intermediaria entre el hombre y
los poderes circundantes. Cuando tienen que chacchar durante las faenas laborales del
campo o simplemente chacchar para pedir favores a las deidades, lo primero que hacen es
esparcir la coca en dirección donde están las fuerzas benefactoras, que son las montañas
y el espíritu de los gentiles y luego chacchan.13
Los ritos andinos expresan divinidades a sus antiguos dioses Huari o Guari (autócto-
no, oriundo, antiguo, gente que habita en los valles, agricultores), mallquis (momia de
13 Robles Mendoza, Román. «Las iglesias andinas», en Revista de Antropología de la UNMSM, pp. 147-148.
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antepasado, veneración a los muertos) y huacas (lugar u objeto sagrado) con chicha y
aguardiente de caña.
Los líderes andinos o «principales» o kuracas, jugaron un papel de bisagra entre lo
andino-quechua y lo hispánico-colonial, como bien lo expresa Luis Millones:
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17 Iñigo Ortiz de Zúñiga hacia 1562 realiza una recopilación de la zona de Huánuco.
18 Murra, John. Formaciones económicas y políticas del mundo andino. p. 172.
19 Kuraka, según Carlos Araníbar, fue como una bisagra social que enlazó dos repúblicas —de indios y de españoles—
y Spalding considera al curacazgo colonial como «guardián de las normas de la comunidad y como ejecutor de la
demanda del estado colonial: según Toledo escribía a Felipe II «No se pueden gobernar estos naturales sin que los
caciques sean los instrumentos de la ejecución». «El principio de la dominación» —Carlos Araníbar— en Nueva
historia general del Perú. Mosca Azul, Lima, 1979, p. 54.
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que en su tierra cultivan maíz y papas y quinua, laureles y olluco, maxua y oca y frijoles y
maca» esta parcialidad estuvo compuesta por 190 tributarios
Los jefes chupachus informaron a los visitadores que en la época del inca eran más o
menos 4 mil indios y daban para la explotación de la sal unos 60 o 40 indios mientras que
para 1562 eran tan sólo 800 personas, de ellas se dedicaron a las canteras de sal 10 indios,
o sea, 1.1 o 1.5%20 «salineros» de edad avanzada. La caída demográfica es de aproximada-
mente de un 80%, motivada por razones de sobreexplotación.
Posteriormente, hacia los inicios de la República el Perú aparece con 7 departamen-
tos: Arequipa, Ayacucho, Cusco, Junín, La Libertad Lima y Puno. En esta etapa formati-
va de la República, Cajatambo aparece como provincia del departamento de Junín (1826)
al igual que Conchucos, Huaylas, Huamalíes, Huánuco, Huari, Jauja y Pasco.
En esta etapa de «Iniciación de la República» el departamento de Lima tenía sólo
149,723 (12% del total) y Junín, 200,000 (16%), La Libertad, 18,5%, Cusco, 17% de
un total nacional de 1.249,700 habitantes estimado hacia 182821
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23 Burga, Manuel. Nacimiento de una utopía, Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1988, pp. 333-334.
24 Burga, Manuel. Ob. cit., p. 332.
25 Carrillo Saravia, Ana Cecilia. Indios, negros, mulatos y mestizos en un proceso de extirpación de idolatrías,
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a españoles 15.8 (24,557), indios 44.8 (69,614), mestizos sólo 8.8 (13,747); negros li-
bres 11.5 (17,864) y esclavos 19.1% (29,781). En este mismo período, la provincia de
Tarma estuvo conformada por los partidos de Tarma, Cajatambo, Conchucos, Huaylas,
Huamalíes, Huánuco, Panataguas y Jauja que en conjunto alcanzaron una población total
de 200,448 habitantes, de los cuales el 7.9% eran españoles, 53.5% indios, 30% mesti-
zos, 0.4% de negros libres y sólo el 0.12% población esclava; esta población constituía un
75% más que la población de la provincia de Lima.
El partido de Cajatambo era mucho más importante que casi todos los partidos de
la provincia de Lima. Su estructura social estamental estaba conformada por españo-
les 5.1% (929), indios 65.4% (11,824), mestizos 25.9% (4,686) y negros libres 3.5%
(629)26 alcanzando a una población de 18,068 habitantes. Debemos remarcar que la
población esclava fue mayor que los otros partidos de Tarma. Posiblemente el peso de
esta población influyó en la continuidad de la danza y música del antiguo Cajatambo; la
adopción de música y danza hispana con rasgos andinos, quechuas adecuados e inspira-
dos en Cajatambo como cultura viva. En este sentido, también hay que entender la fiesta
de «los negritos» quienes fueron esclavizados en los obrajes y minas mediante las mitas
respectivas que estuvieron presentes en esta región.
1) Sus fronteras eran muy dilatadas y no habían sido establecidas con ninguno de sus
varios vecinos, ni el E. ni en el N. ni en el S,; 2) La guerra de la independencia había sido
larga, dura y sangrienta, empobreciéndolo y dejándole problemas adicionales; 3) como
consecuencia de esta guerra, quedaban en el Perú como en su vecina del sur, Bolivia, ejér-
citos auxiliares colombianos; 4) La dificultad de las comunicaciones, hacia complicada
la relación entre la capital y las provincias, entre el centro y las extremidades del país; 5)
Había desde la época colonial un abismo entre las clases ilustradas y la masa indígena.27
Las condiciones o problemas irresueltos, señalados por Basadre, muchos de los cuales
subsisten hasta hoy, como el de los límites de nuestro país con nuestros vecinos; la falta o
débil comunicación entre la capital y las provincias y el abismo o brecha entre las clases
sociales, lejos de ser resueltos se han acentuado.
Los datos poblacionales de esta etapa inicial de la República no tenía precisiones
pues la Guía de Forasteros de 1828 (estos datos fueron tomados del Censo de 1795) el
26 Datos tomados de Indios, negros, mulatos y mestizos en un proceso de extirpación de idolatrías, de Ana Cecilia Saravia
que hace referencia a Jhon Fisher «Gobierno y sociedad en el Perú colonial», en Etnicidad y discriminación racial en
la historia del Perú, PUCP, Banco Mundial, mayo 2002, p. 96.
27 Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú, t. I, p. 2006.
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país aparecía con sólo 1.249,723 personas, siendo las más pobladas La Libertad, Cusco
y Junín con 18,5%, 17,3% y 16,1% respectivamente; mientras que las menos pobladas
eran Arequipa, Lima, Puno y Ayacucho con el 11%, 12%, 12,5% y 12,8%, respectiva-
mente. Sin embargo, El Peruano estimaba para diciembre de 1826, en 1 millón 325 habi-
tantes. En esta época Cajatambo formaba parte de una de las 8 provincias de Junín28.
Durante la República la ancestral provincia de Cajatambo es prácticamente secciona-
da y queda finalmente como una de las provincias de menor población.
Al finalizar la infausta Guerra del Pacífico, en 1892, según Ley Electoral del 17
de diciembre, la provincia de Cajatambo, perteneciente al departamento de Ancash
se encontraba integrada por 21 distritos: Cajatambo, Aquia, Cajacay, Acas, Chiquián,
Mangas, Ocros, Pacllón, Ticllos, Huasta, Huayllacayán, Cochas, Copa, Poquián, Gorgor,
Huancapón, Oyón, Pachangara, Andajes y Cochamarca.
La hegemonía milenaria de Cajatambo en la región inicia su derrumbe al entrar el
siglo XX, pues hacia 1903, la gran provincia de Cajatambo pierde buena parte de su
territorio conformándose la provincia de Bolognesi con su nueva capital la ciudad de
Chiquián según Decreto Supremo del gobierno de Manuel Candamo y presidente del
Senado de la República don Antero Aspíllaga.
Posteriormente, como compensación de la política demarcatoria y de desmembración
de la que fuera la gran cultura Cajatambo, el 11 de octubre de 190929 mediante Ley 1115
el pueblo de Cajatambo es elevado a la categoría de ciudad, siendo presidente Augusto B.
Leguía. Este «premio consuelo» no detuvo la política de prebenda y de intenciones subal-
ternas de corte aristocrático en alianza con las pequeñas capillas gamonalistas de hacerse
de una representación parlamentaria —diputación por Lima— en beneficio de la familia
Prado, el 10 de noviembre de 1916, mediante Ley 2335 «La Provincia de Cajatambo
pertenecerá en lo administrativo, político y judicial al Departamento de Lima».
De manera similar, sin los embates y consecuencias graves para el desarrollo de la
Región Cajatambo, ocurrió con el también antiguo Corregimiento de Huamalíes, siendo
precisado por César Espinoza a través de la siguiente nota:
El territorio espacial del Corregimiento de Huamalíes (el mismo que empezó a ser subdi-
vidido entre los siglos XIX y XX en las provincias de Marañón, 2 de Mayo y Huamalíes)
y que ocupa las nacientes, las orillas, bordes, colinas y cordilleras de ambas márgenes del
río Marañón.
En efecto, este microespacio regional (quechua-puna) concentra el 44.0% de la pobla-
ción departamental (145,047 habitantes). Estamos frente a un territorio en la que la
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La política de saqueo a la vieja cultura Cajatambo no se detuvo, más bien los continua-
dores de las instituciones coloniales de reducciones, visitas de extirpación de idolatrías,
se hicieron presentes una vez más hacia 1935 creando, según Ley No 8003, al distrito
de Ámbar y anexándolo a la provincia de Chancay, pues la culminación de la carretera
Huacho-Ámbar condicionó dicha separación
Finalmente, para redondear la faena destructora de la política demarcatoria y sec-
cionista se crea la provincia de Oyón, separándola definitivamente de la provincia de
Cajatambo, hacia 1985 mediante Ley 24330, quedando conformada por los distritos de
Pachangara, Naván, Caujul, Cochamarca, Andajes y Oyón que se encuentran ubicados
en la cuenca del río Huaura-Churín.
La anexión o retorno de Cajatambo a Lima, significó su fragmentación y desmembra-
ción territorial así como su drástica caída poblacional. La provincia de Cajatambo que conta-
ba con 11 distritos: Cajatambo, Andajes, Caujul, Cochamarca, Copa, Gorgor, Huancapón,
Manás, Naván, Oyón y Pachangara, durante casi todo el siglo XX queda reducido a cinco
distritos.
Anecdóticamente, la pequeña provincia de Cajatambo al cumplir 100 años, precisa-
mente en estos días («en octubre no hay milagros»), es una ciudad de menor importancia
en relación a su gran pasado prehispánico, colonial y 88 años desde la iniciación de la
República, su condición de capital provincial sólo expresa ser una de las ciudades más pe-
queñas de la República. Sin embargo, podría constituirse como una sede o una de las sedes
de la cultura quechua del antiguo Perú. Los estudios lingüísticos, toponímicos, etnológicos
de estos últimos tiempos dan cuenta de la importancia milenaria de esta región quechua.
30 Espinoza Claudio, César. Territorio, sociedad y poder en los Andes de Huamalíes-Huánuco. Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos En http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/publicaciones/inv_sociales/N16_2006/a10.pdf
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crisis agraria, llegada de la carretera, anhelada por mucho tiempo y en cierta forma por el in-
cremento de la escolaridad auspiciada por las políticas educativas que aprobaron, para bien,
la creación de colegios de educación secundaria y la falta o tardía incorporación de colegios
o institutos superiores de formación agropecuaria; y 2) Reducción y desmembramiento te-
rritorial; la inoperancia del poder local debido a su percepción errónea del problema de esta
región, su baja sensibilidad local y regional; y, su ineficiencia técnica para generan un pro-
yecto regional de largo aliento y de programas sociales de desarrollo integral y sostenible.
Este escenario se enmarca en el cambio de eje del desarrollo colonial y republicano
que privilegió la costa y debilitó la sierra, con políticas de exterminio a través de las re-
ducciones, encomiendas, visitas de extirpación de idolatrías y la Santa Inquisición, que
encontraron resistencia de los aborígenes y comunidades y pueblos de esta importante
región. Respecto a este proceso Alfredo Torero expresa:
los fértiles y accesibles valles costeños que [...] el interior cordillerano, el cual permane-
ció por mucho tiempo semidesconocido y; de igual forma sus poblaciones, costumbres
e idioma (el quechua cajatambino); [...] la rápida castellanización de la extensa franja
costera fue de la mano con la hispanización de buena parte de sus nombres geográficos,
a diferencia de lo que aconteció en la sierra, donde hasta hoy predominan los topónimos
de origen nativo, aun en las zonas, ya mayoritarias, en las que el castellano ha terminado
por imponerse.32
Pero la caída poblacional que en gran medida impacto a la región fue las sucesivas polí-
ticas demarcatorias y de fraccionamiento que de manera arbitraria, sin rigor técnico ni
económico, fue afectando a esta ancestral región durante la época republicana.
La conservación y moldeamiento de la identidad de Cajatambo, se debió a la resis-
tencia andina de sus pueblos y comunidades y su estratégica ubicación poco accesible,
por lo agreste y alejado de Lima, centro de poder colonial y republicano, que permitió
conservar y darle continuidad a las formas comunales de trabajo agrícola y ganadero: le
permitió la conservación de la variedad y original quechua cajatambino y el mimetizarse
en la religiosidad católica que se expresa generalmente en las fiestas patronales que se
implementan hasta la actualidad.
La situación de la pobreza en Cajatambo de 8,358 habitantes actualmente, como en
gran parte de las provincias del país expresa profundas desigualdades. La pobreza alcanza
aproximadamente al 60,7% y pobreza extrema afecta al 28,7% la más alta de la región al
igual que Yauyos.
La provincia de Cajatambo hacia el año 1981 tuvo una población de 11,870 perso-
nas, luego el año 1993 alcanzó los 9,475 y recientemente el 2007 sólo contaba con 8,358
habitantes que constituye el 1% de la población de la región Lima.
32 Torero, Alfredo. «Aéreas toponímicas e idiomas en la sierra norte peruana. Un trabajo de recuperación lingüística»
en Revista Andina Nº 1 Año 7, Julio, 1989 del Centro Bartolomé de las Casas - Cusco, pp. 217-218.
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Entre los distritos con mayor pobreza están Copa y Gorgor que tienen aproximada-
mente el 85% y cuya pobreza extrema alcanza cerca del 60%; mientras que los distritos de
Cajatambo y Manás aparecen con 51 y 35% de pobreza y sólo 9% de pobreza extrema.
Cajatambo: Población y pobreza actual
Pobreza
Prov/Distritos Población Pobreza total % %
Extrema
Cajatambo 8 358 5, 102 60,7 1976 28,7
Cajatambo 1437 51,5 215 9,5
Copa 834 84,2 460 57,0
Gorgor 1937 85,1 1099 59,3
Huancapón 517 42,1 122 12,3
Manás 377 34,9 80 9,1
Fuente: INEI, Sistema de consulta de indicadores de pobreza a nivel de distrito 2007 en CD
33 INEI. Perfil sociodemográfico de la Región Lima, p. 77 Censos 2007, Lima abril 2009.
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Fuente: DUVIOLS, Pierre. Procesos y visitas de Idolatrías, Cajatambo s. XVII. Pág. 131 IFEA/PUC 2003.
De la población censada por grandes grupos de edad entre 1993 y el 2007 se puede
deducir grandes cambios en la zonas de mayor ruralidad, generada por la migración fun-
damentalmente, expresadas en la caída de la población de 0 -14 años que en el ámbito
de la región Lima fue 36,1% en 1993 y el 2007 alcanzó el 28,9% y la población de 65 a
más se incrementa de 5,7% al 7,8%; en las zonas de mayor ruralidad como Cajatambo,
Yauyos y Canta pasa lo contrario, en el caso de Cajatambo la población de menor edad
que fue de 41,3% (94,799) el año 1993 descienda a 34,1% (8,358) el 2007. Respecto a
la población adulta mayor se observa un significativo incremento que pasa del 8,9% en
1993 al 12% el año 2007.
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Arias; César Ruitón, Javier Olivares, Narciso Alejandro entre otros quienes fueron cul-
tores y difusores de la guitarra y de la mandolina cajatambina.
En este ámbito, quien tomo canciones del folclore de Cajatambo, como los huaynos,
interpretándoles adaptados a tono del arpa de Oyón, fue Pelayo Vallejo, depositario
de las enseñanzas de Artemio Ticerán (conocedor de la música sacra y eximio ar-
pista, guitarrista y pianista de la Iglesia María Magdalena Patrona de Cajatambo).
El recordado Pelayo Vallejo, tempranamente desaparecido (aparece como autor de
huaynos de Cajatambo cuya autoría es anónima), tocó el arpa de manera magistral
dedicando su música a Cajatambo y Oyón, su tierra, distrito de Cajatambo, hoy pro-
vincia del mismo nombre. Paralelamente con influencia cajatambina desarrollaron
el huayno oyonense los intérpretes Rubén Cabello, Ángel Dámaso, Alicia Delgado,
Mario Mendoza, entre otros. En este ámbito tienen la influencia de la zona la popular
intérprete huanuqueña Dina Páucar y la ancashina Sonia Morales.
3. La nueva generación de fines de siglo XX e inicios del presente, etapa de globaliza-
ción, de intensa migración interna e internacional, especialmente de los jóvenes; la
fácil accesibilidad a las nuevas tecnologías de la comunicación radial, televisiva, de
internet que permite mayor difusión de la música, y en particular la guitarra cajatam-
bina, el arpa de Oyón y de la banda de música, trascienden la región y convergen en
Lima, Huacho, Barranca a través de empresas musicales y centros representativos de
pueblos y ciudades de esta gran región. Entre los cultores que sintetizan las etapas an-
teriores y la presentan creativamente en escenarios actuales, resaltan Sócrates Ruitón
(tempranamente desaparecido), David Vega Rivera, Magno y Miguel Alejandro,
Nancy García, entre otros jóvenes valores.
En los últimos tres años esto ha comenzado a cambiar con el nuevo flujo del folclore. Las
diferentes variantes regionales del huayno se han adaptado a las exigencias del mercado
ampliando su base instrumental y los recursos de sus puestas en escena, y modificando
sus letras y estrategias de marketing. Aunque sumando a Puno, estas variantes regionales
siguen siendo las mismas (Junín, Ancash, Ayacucho y sierra de Lima), pero el liderazgo
ya no lo ostenta el sonido wanka sino el edulcorado huayno con arpa, propio de la región
que el etnomusicólogo David Olsen (1986) ha llamado «chancay», cuya área de influen-
cia tiene como epicentro la provincia limeña de Cajatambo e incluye toda la sierra norte
y centro de Lima, sur de Ancash y suroeste de Huánuco.35
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Merece atención especial el rol de la banda de músicos cuya dimensión masiva y popu-
lar tuvo y tiene una fuerte presencia en el espíritu festivo de los pueblos de Cajatambo,
Bolognesi, Dos de Mayo y ciudades de la costa como Barranca, Huacho, especialmente
Lima, que se torna en el gran mercado de la música. Las bandas de músicos con tradición
y presencia en el imaginario festivo y «patronal» de los inmigrantes que se recrean, se
adecuan a las condiciones urbanas de la música rural, campesina y aldeana de la banda de
música implementada y difundida en la capital.
Las bandas de música, que resaltan por su tradición y prestigio son el Centro Musical
Llipa y Centro Musical Huanri (Bolognesi), que rivalizan musicalmente; la Banda
Orquesta Juventud Poquián y Huayllapa (Cajatambo) y otras de la región. Los artistas
populares organizados en las bandas de música, no obstante no estar asentados en las zo-
nas y pueblos rurales de donde son originarios, siguen manteniendo relaciones de paren-
tesco, de pueblo, de religiosidad local y regional que tienes como mecanismo de cohesión
la procedencia, el quechua, la música y el parentesco.
Es también de difusión tradicional, campesina e indígena, el conjunto de cuerdas
como el arpa y violín de los hermanos Pedraza del pueblo de Poquián, que participan en
las fiestas patronales de profunda religiosidad aparentemente monoteísta cristiana y cató-
lica, pero que es fusión de fe y deidades locales y regionales que no desaparecieron con las
«visitas» de extirpación de idolatrías o que se fusionaron expresándose como sincretismo
religioso o de manera híbrida que los hacen a través por ejemplo de las «quiyaya», las pa-
llas, el Capitán, el Inca, rumiñahui y acompasando con «yarawis» en quechua entonadas
por las pallas en las fiestas patronales como el de la Santa María Magdalena.
Finalmente en los ámbitos de la ganadería, especialmente el pastoreo en la jalca o
puna, la quena y la tinya o huagra, «pito y caja», merecen atención por su ancestral tradi-
ción de llacuaces que rinden culto al dios Rayo y las jircas.
Los bailes populares como la de los huancos, quiyayas, anti: habitante de región
amazónica; auca, enemigo, adversario, rival, jefe ilegítimo « ejército invasor» festejados
en homenaje a la Virgen Carmelita y comunidad campesina del barrio de Tambo (indio).
Fusión e imbricación cultural prehispánica y quechuas de cacicazgos y reinos locales.
A manera de conclusión
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5. Cultura Cajatambo
Los aspectos más representativos de la cultura Cajatambo se expresan a través del que-
chua, la comunidad campesina, la religiosidad, el huayno cajatambino, el pari (gastrono-
mía) y el majestuoso paisaje natural de la cordillera Huayhuash.
– Iglesia y quipu en San Cristóbal de Rapaz (Oyón). En el pueblo y comunidad de
Rapaz se encuentra el quipu de 150 metros, el más grande del Perú, y su iglesia de
enorme riqueza artística por sus pinturas, y escultura barroca colonial reconocido
como patrimonio nacional.
– Iglesia de Santo Domingo de Huasta (Bolognesi), de impresionante belleza arqui-
tectónica y artística; construida por el curaca de Huasta, Simón Curi Páucar, hacia
412 YUYAYKUSUN
Cajatambo: tradición, quechua y música
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414 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y
disociativa en mitos andinos
Marcos Yauri Montero
RESUMEN
El mito como conjunto significativo es una explicación e interpretación del mundo y de la realidad, de
modo alternativo, frente al saber científico e incita a ser leído como discurso. En tiempos de la «cultu-
ra de la desaparición», fenómeno que caracteriza a todo proceso histórico de dominación y subordi-
nación de los pueblos, los hombres construyen un nuevo imaginario para sobrevivir. Este es elaborado
con las imágenes del mundo ido y las que porta la cultura del agresor. De este modo el mito es una
forma de resistencia y espacio de refugio frente a una cruda realidad.
ABSTRACT
The myth in it`s whole meaning is an explanation and interpretation from the world and the reality, as
an alternative way, in front of the scientific knowing. Encourages to be read as a discourse in times of
the culture of disappearance, phenomenon that represents all historical process of domination and sub-
ordination of the towns, the men build a new visionary to survive. This one is made with both images
from the world that has gone away, and those ones brought with the aggressor`s culture. In this way,
the myth is a way of ressistance and a refuge to face up the reality.
L
a violencia que usa toda invasión colonizadora, destruye el escenario donde ha de
asentar su dominio. La cultura entra en un proceso de supervivencia. El idioma,
la religión, los hábitos de vida, la cosmología, la visión de la historia, la ética, las
relaciones del hombre con la naturaleza y las interhumanas, etc. sufren un sacudimiento
apocalíptico. En ese espacio surge lo que Jean Franco llama «la lucha por el poder inter-
pretativo» que para los indígenas fue cuestión de vida o de muerte. El vencido trata de
entender lo sucedido para encontrar significados y darle sentido a su vida. Sucede, que
la invasión y la violencia originan formaciones sociales asimétricas, comienzo de una
heterogeneidad radical. Estas formaciones acaecen en lo que Mary Louise Pratt llama
«las zonas de contacto» o en lo que Antonio Cornejo Polar, usando una categoría andina,
llamó el Tinku 1, es decir, de manera general, «los lugares en los que confluyen culturas
con trayectorias históricamente divergentes» (1996, 4).2 El poder colonial —como cual-
1 Cornejo Polar, Antonio, «Mestizaje e hibridez: Los riesgos de las metáforas. Apuntes» En Varios: Perfil y entraña de
Antonio Cornejo Polar. Homenaje del Departamento de Literatura de la UNMSM. Lima, Amaru Editores. p. 189.
2 Pratt, Mary Louise, Apocalipsis en los Andes: Zonas de contacto y lucha por el poder interpretativo. BID, Centro Cultu-
ral, Washington, 1996. Serge Gruzinski, en base a las reflexiones de Ackbar Abbas acerca de la culture of disappearance
(cultura de la desaparición), piensa que los vencidos no se comportan de modo pasivo. Con las imágenes evanescentes
del pasado destruido a las que se aferran y con las que se apropian del imaginario del agresor construyen una realidad
otra para seguir viviendo. (El pensamiento mestizo. Ediciones Paidós. S. A. Barcelona. pp. 330-334).
Aculturación forzada
3 Lienhard, Martín, « La interrelación creativa del quechua y del español en la literatura peruana de lengua española».
500 años de mestizaje en los Andes. Hiroyasu Tomoeda, Luis Millones, Editores. Museo Etnológico Nacional del
Japón, Biblioteca Peruana de Psicoanálisis, Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos. Lima, pp. 45-72.
4 La palabra «niño», usada en algunas regiones por los campesinos y sectores populares y marginales de la ciudad, ha
llevado a equívocos a algunos estudiosos, que han tomado la palabra en su significado literal, es decir, el de infante.
5 Silverblat, Irene, «Dioses y diablos. Idolatrías y evangelización», Allpanchis. Volumen XVI, No 19, Cusco. 1982.
416 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y disociativa en mitos andinos
M-1 Con su niño en brazos, la Virgen María viajaba cabalgando un asno. El camino as-
cendía y daba muchas vueltas. En un instante, al bordear un recodo, el animal se asustó,
dio un salto y al hacer ésto, arrojó a la Virgen y al niño a los suelos. Había sucedido que
en una chacra de tauri a punto de ser cosechado, en una mata, se había estado asoleando
enroscada, una serpiente, que al percibir a los viajeros, saltó desprendiéndose del tauri .
Las venas maduras y secas se agitaron produciendo un ruido como de muchos cascabeles
y esto es lo que espantó al burrito. La Virgen se disgustó mucho, por eso, al levantarse,
maldijo al tauri diciéndole que en castigo, en adelante, sus frutos serían amargos, y a la
serpiente la condenó a caminar arrastrándose por el suelo.7
6 Cfr. Rodrigo Montoya: Prólogo a Los dansaq de Lucy Núñez del Prado. Museo Nacional de la Cultura Peruana,
Lima, 1990.
7 En mis compilaciones publicadas con los títulos de Leyendas ancashinas y Reina del viento, los relatos aparecen con
título y prescinden de los datos etnológicos correspondientes a informantes, lugar y fecha de recojo, por cuanto están
dedicados a la lectura de los estudiantes de primaria y secundaria. Por otra parte, debo expresar, que estos requisitos
muy respetados por los etnólogos y otros profesionales, deben ser replanteados, pues el uso de nuevas categorías y
metodologías, al parecer los hacen prescindibles.
YUYAYKUSUN 417
Marcos Yauri Montero
Niño Jesús, y un tercer elemento no sacro: el asno. La nativa, reconocible por el tauri 8, la
serpiente o Amaru y el paisaje agreste de la serranía. La presencia del tauri lleva a situarnos
en una zona considerablemente alta, pues el hábitat de esta planta alimenticia se encuen-
tra entre los 3,000 a 3,500 msnm. Cada uno de estos elementos son emblemáticos:
a) El relato no describe la imagen ni de la virgen ni del niño pero nos los hace imaginar:
la Virgen, blanca y hermosa, vestida como las reinas europeas, con manto ricamente
bordado, y diadema; asimismo al Niño Jesús, con túnica blanca y un halo sobre su
rubia cabeza, tal como los presenta, a los dos, la iconografía católica.
b) El Amaru, símbolo de la fertilidad, de la vida y de la muerte, cuyo ámbito es el sub-
suelo o ukju pacha, mundo de la oscuridad, germinación y resurrección. Según un
mito recogido por el maestro Luis E. Valcárcel (1955)9 el Amaru es la encarnación de
dos serpientes que habitan el subsuelo; la primera, con una sola cabeza, Yacumama:
madre de las aguas; la segunda, con dos cabezas, Sachamama, madre de las plantas.
Cuando salen a la superficie de la tierra, o kay pacha, se convierten, la primera en el
río Ucayali; y la segunda en un gigantesco árbol, el Árbol de la Vida. Esta serpiente
de dos cabezas camina lenta y verticalmente; su apariencia es la de un tronco seco.
Ambas serpientes ascienden al cielo donde Yacumana se convierte en el rayo o relám-
pago y Sachamama en el arcoiris.
c) El paisaje agreste y seco por donde se desplazan los viajeros, nos remite a la historia
bíblica de la huida al Egipto a través del desierto, éste en la narración se homologa
con la puna, territorio igualmente desértico que representa al nuevo mundo, como
un espacio en blanco, donde la civilización no se ha iniciado.
2) El encuentro (Tinku) de las dos culturas se realiza dentro de una relación conflicti-
va. En primer término, la Virgen, el Niño y el jumento, vienen de un centro cultural lejano
(Europa) y penetran en una zona donde según la ideología colonizadora nada está hecho,
vale decir, que llegan a la periferia, donde reinan lo incivil y salvaje. En segundo término,
la maldición de la Virgen instaura en el nuevo mundo un orden distinto, pero igual al del
occidental. El tauri y el Amaru, al ser maldecidos, son envilecidos y expulsados del mundo
de la cultura al espacio periférico que corresponde a la no cultura, donde priman lo rústi-
co y salvaje de los cuales uno de sus indicadores es el sabor amargo, en contraposición al
dulce o sabroso que corresponden al universo cultivado. En consecuencia, la maldición es
también la fijación de una frontera entre el mundo colonizador y colonizado; el primero,
culto, letrado, vale decir civilizado, que se erige en el centro, y el segundo vacío de toda
cultura, donde todo está por hacerse, que se convierte en la periferia. La Virgen separa la
civilización de la barbarie. El tauri, por efecto de la maldición brindará frutos amargos,
8 En la sierra sureña y central, a esta planta se la llama tarwi. En Ancash, debido a que el quechua es diferente, se la
nombra con la palabra tauri. Los frutos del tauri (Lupinus mutabilis), llamado también chocho, para que pierdan
su amargor, son hervidos por varias horas, luego son depositados en una bolsa de tela que debe permanecer en una
corriente de agua durante 3 días; solo así son comestibles.
9 Valcárcel, Luis E. «La serpiente bicéfala». IDEA. Artes y Letras. Año VI No 24. Lima. p. 6
418 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y disociativa en mitos andinos
lo que quiere decir, que antes daba frutos de sabor agradable. La maldición le produce
una alteración fenotípica eterna, y en adelante sus frutos serán rechazados. Igualmente el
Amaru, identificable como Sachamama, que en adelante caminará arrastrándose, queda
reducida a la condición de los animales rastreros, lo que en el fondo significó humillación
y sumisión de la cultura nativa que fue condenada a vivir en una situación clandestina,
en el subterráneo. De esta existencia oscura, en los tiempos modernos está emergiendo
como una respuesta a la globalización que amenaza con borrar las identidades. Su retorno
ha desatado un proceso ascendente de la andinización del Perú. 10
¿Por qué la Virgen en este M-1 asume una función devastadora de la cultura nativa?
Y, ¿por qué, entonces, históricamente su culto prendió fácilmente en el universo andino
en cuyo interior se convirtió en el amor de los indios que la reconocieron como madre?
La causa de este desencuentro ideológico fue el carácter cataclísmico de la colonización.
El mestizaje se produjo en espacios atropellados, dice Serge Gruzinski, donde se abatieron
plagas como las de Egipto: identidades rotas, hambre, pestes, esclavitud, desorganización,
muerte. El monje franciscano Motolinía -al que alude- ofrece la mejor descripción de
dicho desastre que es válida para todo lo que fue la América Española. «Las referencias al
Apocalipsis y al Antiguo Testamento le proporcionan un modelo de las catástrofes genera-
das por la conquista, aunque reconozca su carácter aproximado. «Bien miradas diferencias
hay y grandes de esas plagas a las de Egipto» España unió y dividió al mismo tiempo, de
tal modo que el mestizaje no fue la unión armónica de dos culturas, sino una coexistencia
traumática. (2000: 66-80).11 Los santos del panteón cristiano, incluyendo a Cristo, a la
mirada de los indios se mostraron como objetos-signo con significado cultural polivalen-
te. Así Cristo es deidad cristiana y al mismo tiempo Wiracocha. La Virgen del M-1 no
es la futura madre de los indios, sino una reina forànea desprendida de las estampas que
acompañaron a los frailes, en las que aparece ataviada como tal; como reina esgrime un
poder que nada ni nadie puede contrarrestar. Y si es diosa, impregna al espìritu indio de
la idea de que los dioses extraños son más poderosos. Pero al sobrevenir la prédica evan-
gelizadora, la Virgen se mostró como la madre de Cristo, aquella que según expresión del
cristianismo es capaz de amparar con su manto a los hombres contra todas las desgracias.
Impuesto el culto mariano se recubre de una significación polivalente. En las canciones
10 Un relato recogido en Yanama (Yungay), habla de la clandestinidad a la que fue condenada la cultura autóctona. El
relato dice que en ese lugar vivía una curandera llamada Churumaria. A ella acudían los enfermos y las mujeres que
querían abortar. Muchos la creían bruja. Enfermó y murió. En el momento en que la iban a enterrar revivió. Contó
haber volado hasta el paraíso donde vio niños, jardines y mujeres vestidas de blanco a quienes les decían «mamá».
A ella ningún niño la miró. Dios le dijo que por qué había venido si aún no la había llamado; volvió a tierra. Por
un tiempo vivió tranquila en su casa, aunque fue perdiendo la conciencia de la realidad. Parecía no envejecer más,
comía troncos de árboles, llegó el tiempo en que su cuerpo se apolilló pero por castigo divino no le llegaba la muerte.
Cuando empezó a comer sus propios excrementos, su hija y la gente acordaron sepultarla. Cuando le arrojaron la
primera palada de tierra gritò que por favor no la enterraran porque estaba viva. No le hicieron caso.(César Ropón
Torres, en Ars Verba, Revista, enero 2005, No 3, Huarás. p.16.) Es enorme la riqueza de este cuento y merece un
análisis profundo. El nombre Churumaria, contiene el concepto de ushnu palabra de la que es sinónima churu, que
tiene el mismo significado de «Casa del Inca» y de lugar ritualístico de tumba en pozo profundo.
11 Gruzinzki, Serge, El pensamiento mestizo. Paidós. Barcelona, 2000.
YUYAYKUSUN 419
Marcos Yauri Montero
religiosas quechuas, como en la concepción católica, es la Puerta del Cielo, pero también
es Pachamama y las montañas de forma triangular con base ancha y cúspide fina son su
representación; aparece en las riberas de los ríos y lagos y regala a las pastores pan, sus
advocaciones pueblan las iglesias y con el tiempo al nombre de todas ellas se le antepone
la palabra quechua mamacha.
La serpiente no ha muerto; con todos sus poderes sigue viva en los mitos. En el
valle de Conchucos, señorea en manantiales, pantanos, lagunas y cuevas. La más grande
y poderosa es el Warakuy; tiene siete cabezas y el poder de metamorfosearse en siete for-
mas: la de una babosa gigante, de caballo, perro, de toro, de becerro, de niño y aún de
un hombre cojo; cuando se metamorfosea en toro tiene cuatro ojos, dos en la frente y
dos en el cogote, que le permiten ver ampliamente el mundo y aún leer el pensamiento
de las personas. El Warakuy, según un mito ( M-2), sedujo a una pastora y se la llevó a
vivir en la profundidad de una laguna donde poseía un palacio de oro; allí la colmaba
de joyas y la embarazó. El niño que nació se fugó; de grande, en sus visitas a su madre,
la fue convenciendo para que abandonara al Warakuy. La madre, cierto día en que el
Warakuy se ausentó, como siempre, para visitar a sus siete hijos que vivían en otras siete
lagunas, se escondió tras de la puerta armada de un hacha. Cuando el Warakuy retornó,
le cercenó la cola de un solo tajo. Dolorido, el Warakuy huyó, y tras de sus huellas fue
dejando un reguero de joyas de oro y piedras preciosas que brotaron de su cola cortada.
Madre e hijo las recogieron y el dinero obtenido sirvió para la construcción de la cate-
dral de Huari. En otros relatos, (M-3) la serpiente y los lagartos grandes, con escamas
de colores, tienen como habitáculos el interior de los instrumentos musicales: flautas,
violines, tinyas. En las grandes fiestas, cuando los mejores tañedores —aquellos que
han hecho un pacto con una deidad andina, en la noche de los viernes, en una catarata
o paktsa (pajcha), entran en competencia—, en el instante más afiebrado, el Amaru o
el lagarto (arash) asoman del interior, mueven a derecha e izquierda su relampagueante
cabeza, y entonces sus contrincantes son vencidos. Pero hay dos relatos que presentan al
Amaru como un ente que conserva y cuida la sabiduría del pasado: (M-4). La serpiente
guarda en su garganta una piedrecita, de la que no se separa jamás, ni de día ni de no-
che. Solo cuando tiene que beber, se la saca y cerciorándose de que ningún ser humano
la acecha, la coloca en la orilla del agua. Los que aspiran a ser brujos, se pasan esperan-
do ese instante, y cuando llega, velozmente se apoderan de la piedrecita y huyen. La
serpiente los persigue emitiendo truenos con su cola; si logra atraparlos los mata. En
otro mito (M-5), el Amaru, vive en parajes abruptos, entre malezas, cactus espinosos y
tunales. (Tuna: Opuntia ficus-indica) Nadie lo conoce, nadie lo ha visto, pero se sabe
que existe. La vejez le ha cubierto de iridiscentes plumas y cerdas multicolores. Es el
Wakakushka kuru; su cuerpo es semejante a los troncos que por viejos tienen gruesas
costras, sinuosidades y musgos; vivirá por la eternidad. Aún hay otro mito (M-6); según
su discurso, la serpiente pone sus huevos en el nido del picaflor, en los brazos erizados
de espinas de las más altas vizcaínas (variedad de cactus). El picaflor los empolla junto
con sus huevecillos, y cuando llega el día de la eclosión, de los huevos de la serpiente
420 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y disociativa en mitos andinos
nacen otras serpientes, unas caminan verticalmente, y otras viven enroscadas en lugares
sombreados y húmedos.12
Estos mitos, desde el M-2 hasta el M-6, emiten significados importantes: 1) la vida
oculta del Amaru significa el pasado remoto, hoy día sepultado, pero vivo, 2) las joyas que
posee, es la metáfora de todo cuanto de valor fue ocultado durante la conquista, incluyendo
la riqueza natural del país, para evitar su saqueo, 3) la piedrecita que tiene en su garganta es
otra metáfora que alude a los saberes de la cultura antigua peruana, que sobreviven marginal
o clandestinamente, pero que llegada la oportunidad son verbalizados. Por ser la sabiduría es
codiciada; los brujos o los aspirantes a brujos, encarnan a los Amautas y hombres sabios. En
esta parte, vale la pena recordar lo que Pierre Bourdieu descubre en el conflicto entre sacerdo-
te y brujo. El primero es el encargado de perpetuar y transmitir un capital de significaciones
consagradas y la cultura que le ha sido legada por los creadores intelectuales del pasado, y al
mismo tiempo de defenderlas contra los desafíos de los nuevos creadores que son los brujos.
«El brujo, denuncia el arcaísmo y el conservatismo, la rutina y la rutinización, la ignorancia
pedante y la prudencia mezquina del sacerdote». El capital cultural del pasado, se renueva,
gracias a los brujos que obligan a los sabios a innovar sus conocimientos.13 El M-6 emite el
mensaje de que la riqueza preservada del pasado, debe ser revitalizada por el hombre de hoy
utilizando los aportes de la cultura moderna. En suma, los M-3, M-4, M-5 y M-6, tejen
un poema en cuya enjoyada trama late la cosmovisión andina. Allí crece el Árbol de la Vida
alimentado por el agua de los manantiales profundos. En sus ramas vibran los mensajes del
cosmos, engarzados en la música del aleteo febril de los picaflores (winchus) que giran sobre
ellas picoteando sus flores. ¿Conoceis la vizcaína? Es un cacto alto y su nombre quechua es
ankikasha o Ankukasha. ¿Algún español o mestizo lo llamó con el gentilicio que corresponde
a las mujeres de la lejana Vizcaya?. La vizcaína tiene hasta cinco metros de altura y es extre-
madamente ramificada, como un árbol; es de aspecto mustio, sus brazos carnosos y redondos
tienen una tupida cantidad de espinas de hasta 8 centímetros que si pican en la carne se in-
troducen más y más porque poseen escamas ásperas. Crece en roquedales y áridos cascajales,
en el borde de los abismos; en la primavera se ilumina con sus flores carnosas de colores, que
semejan copas llenas de licor. Majestuosa y gris se yergue con sus nidos de donde alzan el
vuelo primigenio los picaflores tiernos, y también descienden los amarus sabios.
M-7 Hubo una época en que de la tierra desapareció toda sementera. Los campos no
tenían ni papa ni maíz; las malas hierbas y las piedras las devoraban. Era un castigo de
Dios. Los hombres, orgullosos de la abundancia, habían tratado mal a las plantas; no las
12 Los M-3 y M-4 me fueron transmitidos por el Sr. Claudio Yauri Henostroza (1904 Huarás, Id. 1995) y los M-5 y
M-6 por la Sra. Carlota Montero Mejía (1906 Huarás, Id. 1989); fueron mis padres.
13 «Campo intelectual y proyecto creador». Problemas del estructuralismo. Siglo veintiuno editores, 1967. México, D.F.
pp. 168-171. Un ejemplo de brujo fue José Carlos Mariátegui, un pensador que no dio la Universidad. Su pensa-
miento renovó la sabiduría académica.
YUYAYKUSUN 421
Marcos Yauri Montero
regaron ni deshierbaron, las habían dejado comer por los ratones. Por eso las sementeras
habían huido al Santo Papa donde se refugiaron. Ante los campos pelados y la hambruna
que mataba a la gente, sobre todo a niños y ancianos, los hombres se arrepintieron de sus
actos y acordaron viajar hasta el Santo Papa para traer a las semillas de regreso.
Frente al Santo Papa no supieron qué hacer, pues las paredes del palacio eran muy altas
y todas las puertas estaban cerradas. Entonces decidieron contratar una banda de músi-
cos que tocó delante del Santo Papa, así las semillas curiosas se asomaron a las ventanas
para escuchar la música; y los hombres se aprovecharon de eso y las atraparon. Cuando
tuvieron en su poder todas las semillas decidieron regresar, pero al querer caminar no pu-
dieron moverse, las semillas pesaban mucho. Entonces suplicaron a las aves del cielo para
que las trasladaran. Los pájaros aceptaron y acordaron que cada uno conduciría la semilla
de la planta que le sirve de alimento. El trigo sería traído por los gorriones, la quinua por
los jilgueros, el maíz por los huanchacos, las papas por las perdices.
Sucedió que las perdices, por ociosas, no se presentaron y los hombres tuvieron que ir por el
mundo suplicando a las demás aves para que las cargasen; ninguna aceptó porque las papas
son muy pesadas. Después de mucho caminar y rogar, al fin los picaflores aceptaron ayu-
darles. Cuando terminaron los preparativos, bandadas de pájaros emprendieron el vuelo.
Todos llegaron sin novedad con su preciada carga, menos los picaflores; agobiados por
el peso en el larguísimo vuelo, miles cayeron al mar. De este modo la mayor parte de las
semillas de la papa se perdió, y esta es la causa de la escasez de sus cosechas. (M. Yauri:
2000, 69,70)
422 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y disociativa en mitos andinos
14 Traducción de Adrián Recinos. Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1972 p.112.
15 Yauri Montero, Marcos, Plantas alimenticias y literatura oral andina. Concytec. Lima, 1990, pp. 91, 92.
16 Yauri Montero, M. «Mitología andina y aculturación». Asterisco. Revista de Cultura . No 5, Huarás, 2000.
YUYAYKUSUN 423
Marcos Yauri Montero
nuevo mundo, pone al descubierto que su calidad de humanos estaba en duda, más eran
equiparables a las cosas, como árboles, animales, etc. y por consiguiente destinados a usos
diversos, inclusive a servir como mercancía y ser vendidos o trocados)
Aculturación disociativa
La aculturación disociativa, según Georges Devereaux, consiste en que la cultura del venci-
do, para sobrevivir, adopta medios nuevos, y al mismo tiempo se apropia y toma en présta-
mo los elementos de la cultura del vencedor, para luego usarlos en su contra, o para alejarse
y tomar distancia. Con esta estrategia preserva y defiende su singularidad y su derecho a la
diferencia (1972). Dicho de otro modo, es la resistencia ideológica que se produce después,
de la «resistencia primaria» o armada. Es una réplica, un cuestionamiento a la cultura del
vencedor. Tal como el Sur pobre, según Edward W. Said, viaja al Norte rico, para asimilar
su sofistificación cultural y tecnológica, y luego usarla para resistir la agresión y defender su
identidad. En los tiempos modernos de la vida de América Latina, un caso impresionante
ha sido la lucha del pueblo indígena de Guatemala contra el poder colonial interior, de la
que da cuenta la voz de la lideresa Rigoberta Menchú, recogida por Elízabeth Burgos Debray
(1983)17. El aprendizaje que Rigoberta hizo del español —lengua del opresor—, a los 20
años, fue para utilizarla en su lucha contra aquél. Para ella, la apropiación y el aprendizaje
de esa lengua, asumió el sentido de un acto para conjurar el olvido y el silencio en que se
había sumido su pueblo, y de este modo influir en el curso de la historia. Se apropió no solo
de la lengua, sino también de otros medios, entre ellos de la Biblia y de la organización de
sindicatos. En la Biblia, cada guatemalteco olvidado, encontraría un personaje con quien
identificarse para justificar su acción.18 La aculturación disociativa, llamada también antagó-
nica, es una respuesta a la aculturación forzada. La mitología andina habla de ésta a través de
muchos textos soterrados en el silencio. En lo que sigue destacaremos tres relatos breves:
M-9 En su camino al Calvario nuestro Señor Jesús, bajo el peso de la cruz, se sintió des-
fallecer. Uno de tantos de la multitud que le seguía, compadecido le alcanzó tres hojas de
coca. El Señor Jesús se las llevó a la boca y las masticó. De inmediato sus fuerzas renacie-
ron y pudo seguir caminando hasta la cumbre del Gólgota, donde fue crucificado.19
17 Burgos Debray, Elizabeth. Me llamo Rigoberta Menchú. Ediciones Casa de las Américas, La Habana, 1983.
18 Samuel P. Huntington, vierte iguales ideas al examinar la actitud de los países no occidentales frente a Occidente,
y asume lo dicho por Ronald Dore, quien ha denominado a este fenómeno, como un proceso de indigenización.
(El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. Ediciones Paidós Ibérica. Barcelona, 1997, pp.
108-112). El retorno de lo ancestral, según muchos analistas, es la respuesta a la globalización en tanto que ésta es
una amenaza contra la identidad. Jacques Lacan sitúa la fuerza de la «cosa» étnica como lo inverso de la lucha por la
universalidad que constituye la base misma de nuestra civilización capitalista.
19 Marcos Yauri M: Reina del viento.Lima, 1996. pp. 32. El autor declara que los relatos han sido recogidos en distintos
estratos sociales: populares, campesinos, asentamientos o zonas marginales, por consiguiente sus informantes han
sido hablantes de distintos niveles lingüísticos.
424 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y disociativa en mitos andinos
El mito se apropia de Jesús. Al mundo andino no le interesa que él sea europeo o judío;
desea demostrar que el conquistador impone la injusticia utilizando una religión que
promete la felicidad. Es como si en una escena viva la víctima increpara al verdugo excla-
mando: ¡Mira lo que haces, tú, que pregonas respetar a Dios y a la humanidad! La coca y
Jesús, cada uno representa a su mundo. El Jesús bíblico y real que ha aceptado la transfe-
rencia de la culpa de los hombres por quienes muere para redimirlos; la coca, hoja sagrada
de los incas usada solo por la nobleza, así como fueron el tabaco y el cacao en México. El
tiempo y el espacio del encuentro están marcados por la tragedia, porque los colma la his-
toria del asesinato de Jesús. El interior del mito está cubierto por una multitud mezclada;
de acuerdo a la biblia hay judíos, gente de diverso origen del oriente medio y soldados
romanos, y desde la visión del mito se han sumado los indios. De esa muchedumbre que
subjetiviza el acontecimiento de distinto modo, una persona piadosa anónima, pero sin
duda un indio, le alcanza a Jesús tres hojas de coca. ¿Por qué? ¿Para qué? El donante sabe
que Jesús no las conoce e ignora sus cualidades, por consiguiente no las va a chajchar.
Pero Jesús las mastica, es decir chajcha. Escena suprema que disloca mundos, la lógica de
las culturas y sus simbologías. A partir del instante en que hace su aparición la coca, nos
percatamos de que la tragedia está anclada en los Andes. La coca, como Jesús, hace propia
la culpa de los hombres y asimismo cuestiona la brutalidad del poder. Por eso acude a
auxiliar a un ser extraño, un hombre de otra raza y otro mundo que se homologa con el
suyo porque sufre. Jesús es al mismo tiempo Dios y Hombre, pero ambos son extraños
al espacio andino. La coca es regalo de los dioses andinos y deleite de la elite creada por
ellos. Cuando ese Dios-Hombre acepta el regalo de las 3 hojas y las mastica, se inicia un
diálogo en condiciones de igualdad, de potencia a potencia. Jesús se recarga de nuevas
energías y se pone a caminar; la coca le libra del ludibrio de sus enemigos. El discurso
demuestra de lo que es capaz un mundo considerado bárbaro; capacidad dentro de la que
también laten la bondad y la solidaridad humanas. Esta solidaridad entre la coca y Jesús
no surge porque los dos comparten ideas, valores, creencias, sino porque la coca reconoce
en Jesús el padecimiento del dolor. Este sufrimiento, llamado por Richard Rorty «dolor
mental» se basa «en la percepción de un peligro común, no en una posesión común o en un
poder compartido» El dolor mental precipita el derrumbe de la identificación; Jesús, como
hombre, por la humillación sufre el colapso de su imagen; pero la intervención de la coca
lo redime.20 El contenido de este M-8 universaliza la solidaridad basada en el sufrimiento
del otro, sobre la que Rorty construye el edificio teórico de lo que llama la «utopía libe-
ral», dentro de la cual el peligro común del sufrimiento y del dolor hace que los indivi-
duos o las comunidades aguzan su percepción de los diferentes tipos de pequeñas cosas
que centran sus fantasías.
La coca (Erythroxylon sp.), envilecida primero por los españoles y después en el mun-
do moderno por los industriales del vicio, hoy en día, en los Andes, continúa cumpliendo
múltiples roles: es un elemento ritual indispensable en las grandes fiestas comunales que
20 Rorty, Richard. Contingencia, ironía y solidaridad, Barcelona, Paidós, 1996, pp. 91, 93.
YUYAYKUSUN 425
Marcos Yauri Montero
establecen la relación de los hombres con las deidades. Sirve como ofrenda a los apus,
wamanis, achachilas, jircas, a quienes les impetran favores para la proliferación del gana-
do, la abundancia de las cosechas y del agua. A la coca, a través del ritual del chajcheo, se
le pide éxito en el trabajo, en el amor y los negocios, el alejamiento de las desgracias. Es
útil para fomentar las relaciones sociales, familiares y de individuo a individuo, así como
para las adivinaciones y curaciones shamanísticas.
M-10 La tierra, luego de creada, carecía de luz. Del lago de Auquiscocha, a los pies del
Hualcán, brotó Tsillapiajcocha. En su afán de crear la luz, caminó por el mundo disparando
con su honda piedras contra el cielo, y la luz brotó iluminando la tierra. Pero la tierra era
dura y seca, no había rastros de vida. Tsillapiajcocha, con su honda hizo brotar el agua en
Ecash, frente a Carhuás. Aparecieron las plantas, árboles, las sementeras, las flores. Luego
creó a los animales y después a los hombres. A estos los hizo de dos clases: los de cuerpo
blanco y pelo rubio y los de cuerpo prieto y pelo negro. Los primeros vivirían en las ciudades
y los segundos en los campos, labrando la tierra. Estos hombres eran gigantes; construyeron
canales y pueblos. Las piedras eran vivientes y obedecían a los hombres, que a latigazos les
ordenaban para moverse, caminar y apilarse. Así nacían los muros, los caminos, se hacían
las casas y las ciudades. Como no querían perder tiempo amarraban al sol, y el día siempre
era día y así podían avanzar en sus trabajos. Tsillapiajcocha se enamoró de una bella mujer,
Mama Mechi; la conquistó, la embarazó y desapareció. Más tarde, en Carhuash Pampa,
nació un niño hermoso, a quien su madre llamó Manuel, pero más le decía Mañuquito.
Mañuquito, al llegar a ser grande se molestó mucho por las desigualdades entre los hom-
bres. Indignado azotó a los rubios, porque eran ociosos y abusivos con los indios. En ven-
ganza, los blancos lo apresaron y para matarlo lo crucificaron. Pero Mañuquito, resucitó
y voló al cielo. Todos los años, Mañuquito nace el 25 de diciembre, en una choza . Pero
también, todos los años muere clavado en una cruz, para después resucitar. 21
21 Una variante de este mito (M-10) ha sido recogida por el historiador ancashino Augusto Alba Herrera y le dedica un
comentario en el prólogo de su libro Ancash en el recuerdo (Carás, 1994). Dice, que él la escuchó de la voz del tradi-
cionista de Carhuás, don Fortunato Guardia G. (Carhuás 1892 - Id. 1982), Este personaje ejerció el periodismo y
fue profesor en el Seminario Menor de San Pedro Pascual cuya historia plasmó en su libro:Creación, fines, actividades,
apogeo, desaparición del Seminario Menor de San Pedro Pascual de Carhuás (1962).Cristóbal Bustos Chávez: Bosquejo
del panorama literario de la provincia de Carhuás Cuadernos de Difusión No 39, Instituto Nacional de Cultura,
Huarás, 1982. pp 32. Por su ferviente catolicismo guardó en secreto el mito (Com. Personal). Esto nos lleva a sos-
pechar que su versión no es muy confiable.. Es también muy semejante al mito « Adaneva» dado a conocer por J.M.
Arguedas en 1967: «Mitos quechuas pos-hispánicos». Amaru. Revista de Artes y Ciencias. Publicación de la UNI No
3- Lima, 1967, pp.14,15,16. El antropólogo Alejandro Ortiz Rescaniere lo ha estudiado en su libro: De Adaneva a
Inkarrí, 1973, Instituto Nacional de Investigaciones y Desarrollo de la Educación, Lima.
426 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y disociativa en mitos andinos
que en el relato aparece con el nombre de Carhuash Pampa, o sea Pampa Amarilla, por la
abundancia de retamas, y cuya patrona es la Virgen de las Mercedes. José María Arguedas
recogió una variante en la comunidad de Vicos; y el historiador ancashino Augusto Alba
Herrera, lo escuchó de un informante de Carhuás, D. Fortunato Guardia, a quien le ha-
bía sido transmitido por un campesino de Ecash, una comunidad indígena que desde la
colonia sufrió explotación y aislamiento.
Es un mito de creación. En su urdimbre confluyen la creación del hombre, de los
elementos de la naturaleza y el amanecer de la civilización, dentro de la cual nace el orden
social. Tsillapiajcocha, o Gran Lago Reluciente, es un apu creador, hijo del apu mayor
Hualcán y del lago Auquiscocha: Lago Viejo, o Lago Divino, que es una pacarina. Aparece
en un mundo oscuro y desértico, sin aguas, plantas, animales y hombres. Tsillapiajcocha
los va creando uno tras otro, y en esta serie, los hombres son los últimos en ser creados.
Tsillapiajcocha establece entre ellos un orden social desigual e injusto, determinado por el
factor étnico; los indios son pobres y sirvientes de los rubios que son ricos y poderosos. El
mito es la representación retórica del orden establecido por la colonia, y de manera general
de la ideología del poder. La disociación se hace presente con la aparición de Mañuquito,
quien al llegar a ser grande precipita una ruptura social (Pachacuti). Mañuquito, hijo de
Tsillapiajcocha y de Mama Mechi (Virgen de las Mercedes, patrona de Carhuas), es un
mestizo corporal y cultural. Míticamente es un héroe cultural, como el Prometeo griego.
En el fondo es Jesús, que ha sido asimilado por los Andes, y cuya vida, pasión, muerte y
doctrina son usadas para recusar al vencedor. Configura así un cuestionamiento a la cul-
tura del poderoso, un rechazo al orden que le ha sido impuesto y un acto de subversión.
Va más allá; desvela el conflicto univeral entre ricos y pobres, la oposición entre ciudad
y campo, las políticas racistas, el antagonismo entre dos culturas diferentes que entran
en contacto en una zona apocalíptica. El tiempo circular (nacimiento, vida, muerte y
resurrección de Mañuquito) congela a la historia; las rupturas se repiten, al igual que los
castigos y los cambios sociales; la humillación y explotación del pobre son abolidas, pero
retornan, y este retorno sucede eternamente. La historia deviene en desastre, todo cambio
es imposible; ningún esfuerzo ni sacrificio valen la pena; el mundo jerarquizado y cons-
truido sobre estructuras que sustentan al poder prevalecerá. A este devenir recurrente le
salva un aliento de protesta que trasciende del discurso.
Además de este contenido central, el relato se remonta a un tiempo mítico muy
remoto, durante el cual vivieron hombres gigantes con poderes sobrehumanos, que de-
tenían el tiempo amarrando al Sol y obligaban a caminar a las piedras, azotándolas con
«culebrones», ( sogas de cuero crudo trenzado). Esta parte del mito, como en los discursos
griegos relacionados con Prometeo, se refiere a los tiempos primitivos, cuando el hombre
entró en el proceso de la domesticación de la naturaleza e hizo posible el advenimiento
de la civilización y fundó ciudades. Estos gigantes de la mitología peruana son, como
Prometeo, héroes culturales. Históricamente constituyen la etnia huari, fundadora de la
civilización. Los huari fueron habitantes de los llanos, que lentamente accedieron a las
tierras altas, de donde con el tiempo descendieron los llacuaces, o pastores y guerreros
YUYAYKUSUN 427
Marcos Yauri Montero
que pusieron fin al tiempo de los huari. Hubo huaris y llacuaces en diversos lugares de
Ancash.22
La apropiación de la historia bíblica de Jesús que este M-10 ha consumado, ha disuel-
to el totalitarismo de la evangelización. Un dios prehispánico, indio, pagano y creador de
un orden social injusto, conquista amorosamente a una deidad foránea, del conquistador,
a la que después de ponerla encinta la abandona. El niño bastardo que nace y crece sin
disfrutar de la presencia de su padre, a su vez disuelve el sistema impuesto por éste y se
erige en un reformador social. La venganza le hace morir, pero retorna a través de la re-
surreción, y nuevamente repite su labor de reformador social. El encanto de esta historia,
en palabras de Lacan, es un «regalo precioso». Es el Sinthome, mensaje que produce goce
en el edificio ideológico. Todo el contenido del M-10 es una voz superyoica. El Niño
Mañuquito, con su nacimiento, su mayoría rebelde y revolucionaria, su muerte y retorno
a la vida, al describir el tiempo de la ausencia y del retorno, con una reiteración que apun-
ta al infinito, impone su presencia por la eternidad. Además, esa presencia desencadena
una doble consecuencia: es positiva para los pobres y desclasados, porque los redime; y es
negativa para los poderosos. En esto radica la fuerza superyoica del relato.
A una lectura desinteresada, el M-10 es inocente, sin significaciones, con el solo
efecto de herir la sensibilidad de todo cristiano. Ocurre, lo que de acuerdo a la noción
lacaniana del «saber en lo real», el escenario fantasmático existe sostenido por una falta
de reconocimiento. Para que la realidad exista, algo debe quedar sin decir. Pero como
acabamos de ver, este mito es sumamente complejo y su tejido contiene un «tesoro
oculto» (Macherey, Lacán). En su discurso están contenidos un espacio inerte y un
tiempo congelado, sin cambio, donde hay solo repetición. Allí la historia está abolida,
porque no hay pasado, ni presente ni futuro. Ese mundo carece de sentido y de toda
utopía. El niño Mañuquito, todos los años nace, subvierte el orden, es asesinado, resu-
cita, vuela al cielo, resucita y retorna para repetir el mismo ciclo que apunta al infinito.
Tiempo y espacio no funcionan; el orden social, político, económico, todo permanece
intacto y permanecerá por la eternidad. Esta es la significación que de modo puro y
sencillo se muestra a la mirada. Sucede que el montaje de la vida, pasión, muerte y resu-
rrección de Jesucristo, hecho en el mito, desvía el ojo y el pensamiento del observador.
Pues, en el interior del mito no hay ni espacio vacío ni un tiempo inerte. El espacio es
el mundo cruzado por redes de estructuras y relaciones asimétricas; y, el tiempo está
enfervorizado por la utopía de la redención. Existe una realidad poblada por multitudes
de hombres marginados y sacudida por un tiempo convulso que se debate en una lucha
agónica y sin fin por revertir la realidad. ¿Dónde están ese espacio y tiempo? El mito
no lo dice. Pero por haber nacido en el Callejón de Huaylas y en tiempos apocalípticos
como fueron los de la conquista y colonización, y que desgraciadamente persisten,
espacio y tiempo pertenecen al Perú, y de un modo general al universo y a la historia.
22 Cfr. M. Rostworowski: Estructuras andinas del poder, 1986, pp. 55-56. / Lorenzo Huertas: «Huaris, Libiacs e In-
cas».Universidad. Órgano de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. No 1, 1977. pp 7, 14 «... y los
guaris fueron de nación gigantes y barbados, los cuales crió el Sol y a los llacuaces el rayo».
428 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y disociativa en mitos andinos
23 Es creencia general en el campo y la ciudad andinas, que las ánimas de los muertos no abandonan la casa o retornan
cuando tienen algo que cobrar en el mundo de los vivos, o porque demandan la celebración de una misa, por cuanto
ésta es el alimento del que se sirven en la otra vida.
YUYAYKUSUN 429
Marcos Yauri Montero
El diablo en la discoteca
A este relato moderno lo hemos titulado: El diablo en la discoteca. El diablo que ingresó
a la América con la conquista, junto con la ideología de la brujería, tempranamente
encontró su hábitat en el imaginario de todos los estratos sociales. La política de la evan-
gelización y extirpación de las idolatrías, transfirió a la masa indígena un catolicismo an-
gustiado; la criatura humana era culpable antes de nacer, para salvarse tenía que renunciar
a la felicidad terrena, en caso contrario, luego de su muerte, su alma sería condenada al
infierno donde sería torturada por el diablo. En varias tradiciones de Ricardo Palma, el
diablo es protagonista. En los relatos populares urbanos de Ancash, aparece encarnado
en una criatura rubia y hermosa aparentemente abandonada en el atrio de las iglesias;
en una dama bella que, en los salones, durante las fiestas, deslumbra a los jóvenes ; o en
un caballero distinguido y elegante. El único rasgo que lo delata, son sus patas de gallo
o gallina. Su propósito es conquistar almas para poblar el infierno, y para lograrlo toca la
sensibilidad de las personas caritativas, o atrae a la muchacha o al joven que espera o bus-
ca el amor. En las narraciones rurales, se muestra como un hombre blanco de a caballo,
que en las noches deambula por lugares solitarios, para engañar a los indígenas pobres a
quienes les promete trabajo y salarios altos; cuando los tiene en el infierno los obliga a
proveer de leña para alimentar al fuego, y a fin de que sean sus esclavos por la eternidad
les entrega sandalias de hierro; pero estas víctimas logran engañarlo con la ayuda de una
430 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y disociativa en mitos andinos
comadre, que por cohabitar con un cura, antes de que muera, su alma convertida en mula
(nina mula: mula de fuego) ya está penando en el infierno; ella les aconseja que para que
las sandalias se gasten pisarán su orina; y luego, cuando van a irse libres, en lugar de plata,
pedirán como pago a sus servicios toda la ceniza que en el exterior, al ser arrojada a los
pies de la primera cruz del camino se convertirá en miles de almas liberadas que volarán
al cielo.24 Lo interesante de estas historias europeas reelaboradas en los Andes, es que el
diablo, símbolo del mal, aparece asociado al rico de la ciudad, racialmente blanco, o al
hacendado de la época de antes de las reformas agrarias, también blanco, que habitaba
por igual en el campo y la ciudad, que en aquellos tiempos antiguos, en que aún no
había vehículos, se desplazaba sobre un corcel. En ningún relato, el diablo aparece con
la envoltura de un indígena, o de una persona de los estratos pobres y marginales. Este
rasgo tiene un significado interesante: el mal, la crisis, el apocalipsis que padece el mun-
do sometido, han sido desencadenados por el conquistador. En El diablo en la discoteca
hay un contenido importante. El diablo, al ser mostrado como un gringo, representa al
extranjero: europeo o norteamericano, que desde la apertura e incremento del turismo
y de la intensificación de las inversiones del capital multinacional, ingresa a Huarás y al
país. Pero su presencia no es inocente. El mito, a través del diablo, alude al mundo hege-
mónico que visita al mundo periférico, llevándole una cierta cantidad de dinero o divisas,
a cambio de varias formas de recreación que le brinda una realidad, que por carecer de
industrias, es un universo aún arcádico, al que paradójicamente, está contribuyendo a su
destrucción por la extracción irracional de sus recursos naturales que altera el entorno
ecológico, y la producción de la basura industrial y un sinfín de desechos que arroja. Los
países ricos, aspiran a que los espacios atrasados, deben mantenerse como reservas de las
delicias primitivas, para el disfrute de los habitantes de las metrópolis que vienen a desin-
toxicarse del stress. Por eso, estos territorios son reconocidos por ellos como el mundo
del buen salvaje. El M-11 apareció en l997, tiempo en que se cimentó la explotación de
la mina de oro por la compañía Barrick Mishquichilca S.A., aludiendo críticamente a la
penetración del capitalismo multinacional que trae consigo la depredación de los recursos
naturales, la contaminación cultural, ideológica y ecológica. Corrobora la idea de que la
aparición del diablo, de los pishtacos y otros seres maléficos, acaece en tiempos de caos
y crisis, de cambios desestructuradores. Diablos, pishtacos, sacaojos, etc. representan al
mal, que viene del exterior, y todos son gringos. ¿Qué temores o reflexiones del habitante
de la región, pobre, rico, campesino o citadino, analfabeto o letrado, se ocultan en El
diablo en la discoteca? A pesar de su brevedad, nos pone frente a la realidad de un país en
plena ebullición formativa, donde la modernidad, el neoliberalismo económico, el capital
multinacional al irrumpir han desencadenado alteraciones en los ámbitos no solo de la
naturaleza, sino también en los de la cultura, de las relaciones humanas, de la política,
en los hábitos y el comportamiento; y por otra parte generando más pobreza. Dentro de
24 Cfr. Yauri: Leyendas ancashinas Lima, 2000, pp. 27-30. Literatura ancashina. Origen, oralidad, historia, regionalidad.
(Reflexiones para un derrotero de su historia). Lima, 2003, p. 13.
YUYAYKUSUN 431
Marcos Yauri Montero
esta nueva realidad, moderna, globalizada y posmoderna, las culturas populares, en cuyo
interior se encuentran las tecnologías, las artesanías y artes indígenas, negras, o mestizas,
corren el riesgo de desaparecer, porque para la ideología de la modernidad adoradora del
progreso, la tradición es sinónima de atraso; un residuo precapitalista
¿Cómo comprender e interpretar la escena del diablo en la discoteca, que no pertene-
ce a una época antigua sino al tiempo moderno? ¿Qué fue lo que realmente vio la joven
en el instante de recuperar su pulsera? La respuesta a esta última pregunta nunca la ten-
dremos. ¿Ella, sufrió una alucinación? ¿Su visión fue la consecuencia de factores que tras-
tornaron su mundo interior? En cualquiera de los casos una cosa es cierta. El inconsciente
es un depósito no solo de pulsiones ilícitas, sino también de un conjunto traumático de
prohibiciones y mandatos crueles e irracionales, como en la paradoja de Freud: « el hom-
bre normal no solo es mucho más inmoral de lo que cree, sino también mucho más moral
de lo que sabe» (El yo y el ello). Sin duda esta doble manera de ser del hombre normal
es producto de la red que constituye una (la) cultura y una sociedad dentro de la que se
forma su yo. Esta premisa nos sirve para descubrir que la joven en una primera instancia
vio a un gringo apuesto, espécimen del modelo occidental de la belleza masculina, frente
al cual, ella, sujeto de una comunidad donde el indio y el mestizo son discriminados por
inferiores, siente admiración, simpatía y atracción erótica. En una segunda instancia ese
gringo apuesto deja de ser tal para mostrarse como la encarnación del diablo, que para
seducir usa la máscara de la belleza occidental. Ambas instancias obscenas están teñidas de
etnocentrismo. En un mundo, como el latinoamericano, con un pasado colonial durante
el cual la evangelización cristiana enfatizó en los conceptos del bien y del mal, representa-
dos por Dios y el diablo, subyace un fuerte sedimento de miedo a la vida. El universo es
angustioso si aceptamos la concepción lacaniana de la angustia en el sentido de que ésta
no es producto de la pérdida del objeto incestuoso, sino de su excesiva proximidad. El
cristianismo conservador hace sentirnos en demasía la proximidad de Dios y del diablo, al
imbuirnos como ayer, que nos espera una felicidad eterna en el paraíso si en la vida somos
buenos; o el castigo en los infiernos si no somos piadosos.25 En Huarás, por extensión en
Ancash y los Andes, numerosos relatos tradicionales hablan de Dios (Jesús, el Niño) y de
modo obsesivo del demonio26. Esto ha creado un inconsciente con un texto traumático
25 La modernización económica y social al haber adquirido una dimensión planetaria, ha generado un renacimiento
religioso, llamado por Gilles Kepel La revancha de Dios en su libro del mismo título (Anaya & Mario Muchnik, Ma-
drid, 1991). Este renacimiento religioso se ha acrecentado impulsado por otros acontecimientos, entre ellos el desplo-
me del bloque socialista, y en otros casos por el fenómeno del retorno a la identidad que se observa en Latinoamérica
y en el mundo islámico. Ya no se trata de la segunda evangelización de Europa, sino de «islamizar la modernidad».
El renacimiento religioso trata de llenar un vacío ideológico y el abandono del estado de las clases desfavorecidas.
La muerte de Dios pregonada por Federico Nietzsche, según algunos, ha sido olvidada. Pero cabe advertir, que del
corazón del capitalismo moderno, adorador del lucro, del mercado y el consumismo, Dios está ausente.
26 La escritora huarasina Rosa Cerna Guardia ha reunido un gran número de relatos populares en los que el diablo
aparece en diversos momentos y bajo distintas imágenes, en un volumen que ha titulado:Presencia del diablo en la
tradición de Ancash, Lima, 1988. En este mismo libro está presente una tradición cuya autoría corresponde a la poeta
huarasina Judith Pando (Huarás, 1910-Lima,1996): «La leyenda de Mashuán»; asimismo otra del escritor carhuasino
José Ruíz Huidobro (Carhuás, 1885, Id. 1945): «Los amores del diablo», que también aparece en Los tradicionistas
peruanos, Laberintos, Lima, 2001, antología de Estuardo Núñez., pp. 321-328.
432 YUYAYKUSUN
Lectura de la aculturación forzada y disociativa en mitos andinos
En este relato el santo cristiano deviene en el ushnu, espacio sagrado inca de múltiples
usos ritualísticos; allí se enterraba a las jóvenes que para el Inti Raymi eran enviadas al
Cusco por los jefes regionales como tributo, pero que debido a sus virtudes singulares
eran devueltas a su tierra para ser sepultadas en tumbas profundas. Era también elemento
sagrado que llamaba a las nubes para las lluvias, ejerciendo de este modo un poder bene-
ficioso para la agricultura; y asimismo tenía la función de «pila», por la que la aristocracia
cusqueña bebía el licor sagrado que llenaba su oquedad. La fiesta de San Sebastián que
se celebra el 20 de enero coincide con el tiempo en que las sementeras sembradas en di-
ciembre necesitan de abundante agua. Por eso, el consumo del vino como la «sangre del
27 Pablo Quintanilla: «El lugar de la racionalidad en la comprensión del otro». Estudios culturales. Discursos, poderes,
pulsiones. Ed. Santiago López Maguiña (y otros). Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú,
2003. p. 366.
YUYAYKUSUN 433
Marcos Yauri Montero
patrón», tiene clara alusión a los rituales prehispánicos vinculados al agua y a la fertilidad.
Los mayordomos al retornar a sus comunidades conducían el agua y la fertilidad que ha-
bían bebido en el cuerpo del santo. Históricamente, la ciudad de Huarás, al nacer como
consecuencia de la política de las reducciones del virrey Toledo, tuvo como patrón a San
Sebastián, y se llamó San Sebastián de Pampa Guaraz. Esta denominación no responde,
como aseveran los historiadores, al deseo de asociar la ciudad al encomendero de la zona,
Sebastián Torres, sino a la nostalgia que el español sintió en el nuevo mundo por su tierra
y hogar lejanos, motivo por el que las ciudades que los conquistadores fundaron tienen
nombres de santos o repiten los de los lugares o pueblos españoles. Esta costumbre no es-
tuvo encaminada solamente a aliviar la nostalgia, sino también a expandir el cristianismo
cuya fuerza exorcizaría los malos espíritus de un mundo considerado por Europa, como
el territorio de la incivilidad, y justificar la colonización y darle a este proceso el carácter
de difusor de la cultura y la civilización.
434 YUYAYKUSUN
Cultura de la soledad
Ronald Torres Bringas
Resumen
En las líneas de este ensayo lo que trato de presentarles es la idea de que la soledad es una parálisis de la dialéctica
social. En la medida que no somos un animal fijado -para usar una expresión de Nietzsche- sino un ser en
permanente transición hacia la nada, los argumentos de este escrito sostienen que la amenaza de la atomización
social es extraviar el sentido del contrato social, y de la convivencia humana. El hecho de que la autoconservación
predomine por sobre la reproducción de la moral social hecha por la borda cualquier aventura de realización de
la cultura, en tanto el ser siga desgarrado entre la seducción de los sentidos y el hechizo de lo abstracto. Desde
ya argumentamos que esta lógica de la cosificación solo puede ser vulnerada si es que logramos escapar a la
perdición de la naturaleza pervertida, con un proyecto de construcción colectiva de la sociedad.
Abstract:
On the lines of this essay I am trying to introduce is the idea that loneliness is a paralysis of the social dialectic.
As we are not a set animal-to use an expression of Nietzsche but a being in a permanent transition to nowhere,
the arguments of this paper argue that the threat of social atomization is lose the sense of social contract, and
human relations. The fact that self-preservation prevails over the reproduction of social morality made by the
board any adventure of making culture, while still being torn between the seduction of the senses and the spell of
the abstract. From now argue that this logic of commodification can only be violated if we escape the damnation
of the evil nature, with a construction project collective society.
A
veces escucho a Nietzsche cuando profetizaba que el hombre nihilista de la so-
ciedad moderna terminaría convertido en una cuerda tendida entre la razón y la
locura1. Un ser transitorio atrapado en la incompletud era lo que denunciaba el
discurso de Zaratustra cuando cual fantasma atrapado en la existencia deambulaba soli-
tario por bosques y aldeas intentando tener confianza en el animal hombre, que aferra-
do a las formas y a la insignificancia era devorado por un’macroproceso irreversible que
no dejaba de crecer. El anacoreta habíase dado cuenta que si bien el hombre escapaba a
la segunda naturaleza2, que no el deparaba una preservación absoluta, esta trasgresión
accidentada hacía el conocimiento y la cultura le encumbraba al poder por excelencia,
pero le amputaba la capacidad para realizarse como sujeto ontológico.
Si en primera instancia el aventurero encarnado en Ulises había sorteado la natu-
raleza monstruosa logrando engañarla y conseguir la autoconservación, en un segun-
do momento congelado entre simbolismos y accesorios plásticos era sistemáticamente
agredido por una nulidad cultural que aumentaba a medida que su deseo extraviado era
436 YUYAYKUSUN
Cultura de la soledad
realidad que los administra. La soledad es un suicidio simbólico que arrastra a los indi-
viduos a las antípodas de lo concreto, por lo cual estos para no perder el piso en el cual
se desenvuelven ejercen violencia sobre la realidad, cosificándola y así sentir el aroma
de algo material que los proteja. El micropoder en manos de despojos sedientos de la
subjetividad de otros hombres se convierte en la única realidad que vale, ya que las rutas
institucionales son percibidas como caminos objetivadores, demasiado ajenos.
Siempre existe la sensación de que el mal, la evidencia de su trasgresión no termina
por llenar el espacio inhóspito que nos embarga, siempre existe un vendaval de irrita-
ciones, una penumbra insondable que aisla nuestros esfuerzos, que torna impracticables
nuestros intentos de realización, que al final va haciendo ingresar nuestra personalidad
en un mutismo impostergable, imposible de deshacerse de él. La claridad que raras
veces acecha nuestros pensamientos nos emancipa por fugaces momentos de esta coac-
ción gramatical; es difícil escapar a la trinchera ideológica que hemos pervertido, que
estamos consumiendo como estupefacientes y ello nos hace ser víctimas de un miedo
inconmensurable que nos hace desarrollar una conducta de la estrategia y de la máscara.
Sabemos que al tomar el tren del saber, de la supervivencia técnica este nos aleja de los
peligros de la locura, de la venganza de la naturaleza8, pero esta seguridad ontológica,
esta superioridad fáctica no es lo suficientemente sólida para difuminar la impresión de
que estamos solos en el paisaje de la creación. Al dominar la naturaleza, al adecuarla en
relación a nuestra forma de vida civilizatoria corremos el riesgo de trastornar la esponta-
neidad del cosmos, de salimos de la armonía alegórica que pensamos haber dejado atrás.
Negamos el origen del cual procedemos, un pasado que jamás irrumpirá en el presente
y que al dejarlo atrás en el olvido regresa en nuestras conciencias como un mar de re-
cuerdos, de escenas imborrables que se escurren en nuestros pensamientos y que a la vez
que compensan nuestros padecimientos coyunturales, nos hacen percibir la evidencia
de una espacio natural, jovial del cual hemos sido arrojados9.
La soledad es un estado de ánimo infinito que nos hace sapientes de nuestra insigni-
ficancia a medida que la maquinaria crece postergando nuestra realización. Mientras los
tejidos societales en los cuales nos desenvolvemos nos van consumiendo al mismo tiempo
que los construimos con algarabía y creatividad, somos conducidos por afán de grandeza
y de plenitud hacia procesos de abstracción cada vez más insólitos en donde depositamos
nuestra confianza y desarrollo. Se huye de la obligación objetiva, ejecutándola con distrac-
ción a la vez que el individuo desarrolla una imaginación con la cual persuade su emoción
para que no sea vulnerada por los espacios estresantes de la sociedad del conocimiento.
La experiencia de ser jalados por fuerzas que no terminamos de gobernar provoca que
hurtemos a la razón desbocada su poder colonizador, aplicándolo en nuestros paisajes co-
tidianos con total malicia y oportunismo. La consecuencia es ir delatando nuestra pobreza
ontológica en la desesperación de hallarle un sentido certero a nuestra personalidad.
YUYAYKUSUN 437
Ronald Torres Bringas
El hecho de que el sujeto troque la historicidad que lo debía orientar hacia una
utopía definida e inclusiva por la permanencia en una parálisis indomable habla de
la naturaleza equilibrista de éste, que se mantiene a salvo de los peligros del instinto
tomando partido por una racionalidad que lo conduce al triunfo de la cosificación.
Cuanto más queremos escapar al totalitarismo del tiempo en las clandestinidades del
ser hedonista tanto más caemos cuando la juerga culmina en la sensación de una ato-
mización indescriptible. La concreción de la sensoriedad en los discursos de la fiesta y el
erotismo nos devuelven a un espacio histórico absolutamente diluido en el cual se rebaja
la muerte de la metafísica10 por el hechizo de lo espasmódico y lo extraño. Ponemos
en paréntesis perpetuo nuestra dudas y vacilaciones, nuestros traumas e impotencia, y
nos sumergimos en la invocación a un ser seductor y travieso que hace renacer nuestro
descontrol e intuición al precio de quedar varado a mitad de camino entre la muerte y la
felicidad. Se busca el placer desmedido para borrar de nuestra conciencia la carga inútil
del saber, pero al culminar la embriaguez, la resaca de todo lo vivenciado nos hace parir
la crudeza de una realidad dominante de la cual no nos podemos deshacer. El concepto
con toda su capacidad de darnos seguridad nos hace seres que prevalecen en los paisajes
de la reproducción social, sin embargo, esta acción cosifícadora que suplanta la digni-
dad de una vida virtuosa nos hace habitantes perpetuos de existencias desarraigadas. La
seducción de un mundo plagado de oportunidades de realización nos va arrancando de
nuestro nicho doméstico y nos convierte en viajeros sedientos de estabilización en una
realidad movediza y gaseosa que se nos desvanece de nuestras manos tan pronto somos
engañados por la ficticia modernidad. La lógica de un mundo que halla su regeneración
en la mistificación de la existencia individual nos proporciona aditamentos especiales
para transmutar la mente, pero esta adaptación terapéutica nos alimenta de discursos
irreconciliables y carentes de significados que sólo postergan la libertad real.
El hecho de que en la luz del claro del bosque11 el hombre decida apartarse de la di-
rigencia del desarrollo civilizatorio nos entrega al abandono más lacerable; nos convence
dejar a un lado la pedantería que tanta rivalidad ha generado en la historia, siendo tan
solo destinatarios del pensamiento débil12 que no quiere nada, que nos hace espectros
de discursos distanciados e incomunicados. El espíritu fuerte que había fabricado una
realidad unilateral se descompone en un mar de circunstancias variadas que empapan
nuestra conciencia haciéndola ingresar en escenarios irreales y simulados. La cultura que
había entregado a la civilización la evidencia de un saber que se sabía privilegiado por
prometer la redención se disipa en la multiplicidad de discursos contingentes que hacen
del hombre un competidor hostil y desesperado por hallarle un sentido a la existencia.
Olvidamos la facticidad de la muerte en el sistematismo de la maquinaria social,
perdemos de vista la agresividad y soledad de la personalidad cuando nos entregamos
438 YUYAYKUSUN
Cultura de la soledad
con ingenio a intentar sobrevivir en los paisajes cibernéticos de la realidad social; a veces
esta brutalidad de lo sistémico, esta economía del éxito individual nos embadurna tanto
de seguridad que terminamos por institucionalizar la salvaje lucha por predominar.
Aunque esta cruda realidad nos atomiza y conduce a todo fracaso la débil película de la
comunicación, es la única experiencia de poder que nos hace seguros habitantes de la
certeza ontológica, aunque no nos realice. La supervivencia del más fuerte nos lleva a la
soledad de la sabiduría a la evidencia de un lenguaje que vemos por primera vez como
un recurso ficticio y taimado.
Si bien el contexto urbano facilita los recursos cognoscitivos para la reproducción,
lo cierto es que las decisiones verosímiles que nos harían seres realizados son escasas y es-
tán distribuidos desigualmente. En esta situación toda empresa individual por prepara-
da que se encuentre, por acorazada que se halle se da de bruces contra el muro objetivo
que representa la gramática del mercado, pues el auténtico cambio es contenido en un
cementerio de dialécticas, cuyas fuerzas son utilizadas para reproducir el sistema des-
centrado pero que no son utilizadas para lograr la expansión individual. La impresión
de que habitamos en paisajes impuros, in esenciales, nos hace tomar la súbita decisión
de negarnos a madurar: en la evolución esta la felicidad pero también está el peligro de
la derrota, de la caída en la espesura de la insignificancia13.
La esquizofrenia de estos cambios repentinos y bruscos nos obliga a mutar en diver-
sas direcciones, nos hace peones de un molino satánico14 del que escapamos lingüística-
mente, aunque nuestros cuerpos estén adheridos al ritmo pulverizador de la superviven-
cia. A veces existe la sensación de que la salida a esta condición inconclusa es radicalizar
el proceso del cual somos víctimas y liquidar de una vez por todas los rezagos míticos
de lo inculto y natural, pero queda siempre la sospecha de una gran nostalgia que nos
persuade a echar raíces en un espacio del cual sabemos que es inestable y apócrifo. Las
delicias de la ceguera, la seducción de la ideología resultan más reconocibles y familiares
a la hora de maniobrar con audacia, porque si bien estamos subyugados, lo cierto es que
existe una diferencia ontológica que nos constituye, que nos explica de dónde venimos
y quiénes somos. Tal vez en la soledad el hombre despojado de todo escudo identitario
sienta que la realidad le ha cedido discursos miserables, pero el miedo al dolor, a que-
darse sin una respuesta desde la cual construir un sentido vital lo hace postergar astuta-
mente la facticidad de la muerte.
El accidente del conocimiento, aquel elemento separado del devenir natural, nos
conduce a la primacía de nuestra identidad, nos hace sabios de la supervivencia, sin
embargo, pobres moradores de una cultura que se resiste a concretarse y que se va di-
solviendo en las trampas del elitismo y del buen gusto. Mientras la mass media difunde
mensajes e imágenes que uniformizan los comportamientos el ser social periférico ex-
puesto a su violenta exhibición sufre el impacto de una cultura que no puede probar;
YUYAYKUSUN 439
Ronald Torres Bringas
si bien la masificación del consumo democratiza el acceso al saber, lo cierto es que las
diferencias que más resisten el atrevimiento de la democratización se hallan impermea-
bles en le cinismo estético, fueros aristocráticos en donde se concentra la sensualidad y
el caos. El ser solitario de este mundo masificado percibe en la multitud la mezcla inve-
rosímil de relaciones y matrices étnicas que puede olfatear, que desea, pero que disfruta
de un modo adulterado y disminuido. El estilo de vida sensorial es un imaginario salvaje
en donde el cuerpo manipula los recursos ideológicos para devorar la integridad de otros
seres, pero cuyo resultado antropológico nos expone ante los vicios de la maldad y el
ultraje. El saber allí se subordina ante el desorden de los apetitos, convirtiéndose en un
recurso separado de su connotación ética. La embriaguez de la calle, el destino eufórico
de las osamentas nos transforman en hechiceros de la noche y de sus misterios; cualquier
individualidad que profundice en este imperio de las formas, que intente darle la contra
a este poder sutil de lo estético queda relegado en el mutismo del concepto, incapacita-
do para amar y sentir. La soledad en este sentido es la experiencia en carne propia de la
amputación de los sentidos, de un mago que ha sabido expandirse en las categorías pero
que ha extraviado la palabra para seducir y cortejar.
A diferencia de las sociedades hegemónicas en que las biografías particulares están
compensadas por un conjunto de dispositivos institucionales democráticos que per-
miten al sujeto empírico disfrutar de su individualidad, en las sociedades periféricas la
experiencia de la individuación se percibe como un sistemático abandono de los marcos
de socialización en los cuales se forma la personalidad inconclusamente, produciéndose
un ser despedazado en varios niveles y expuesto ante un mundo mercantilizado que
lo desmorona lentamente. Aquí la soledad se asemeja a un sentimiento de desamparo
profundo que halla al sujeto periférico ante dos alternativas: o bien se resiste obstinada-
mente en difundir repertorios societales con los cuales a la larga negociar el despliegue
de soluciones alternativas, o bien toma la decisión de navegar solitariamente escogiendo
la opción de innovar y crear conocimiento útil para el mercado.
Mientras que en la terquedad de combatir la lógica del mercado se esconde a
la larga la reproducción de un sistema cerrado autoritario que genera una soledad
represiva en la otra alternativa el individuo decide ser parte del vacío que desea deses-
peradamente combatir. Aunque ya no se refiere su identidad a repertorios de acción
colectiva sino a recursos desperdigados en la inmensidad de los espacios de los espa-
cios sistémicos, lo cierto es que este segundo individuo es un ser cuya única patología
es haber institucionalizado la ley de la selva hasta en las características más íntimas
y subjetivas del ser social. La soledad en él es un diálogo desigual y ritualesco con la
oscuridad de la muerte, cuyo último parlamento demuestra la inutilidad del lenguaje,
que hasta esa última vivencia se revela como una carga errónea que no cumplió con
la verdadera liberación.
En la periferia del mundo la ausencia de un decurso histórico, la preponderancia de
rigores técnicos cuya desnudez pone en cautiverio a los movimientos alternativos, y la
440 YUYAYKUSUN
Cultura de la soledad
15 Bajtin, Mijail. La cultura popular en la edad media y en el renacimiento. Alianza Editorial. 1988.
16 Bauman, Zygmunt. La sociedad sitiada. FCE. 2da 2005.
17 Giddens, Anthony. El mundo desbocado. Editorial Crítica 1996.
18 Elías, Norbert. Sobre el tiempo. FCE . S.A. 1989.
YUYAYKUSUN 441
Ronald Torres Bringas
442 YUYAYKUSUN
Cultura de la soledad
YUYAYKUSUN 443
Ronald Torres Bringas
núscula para transmutar los valores negativos que la sociedad moderna defiende abierta-
mente. En más de las veces el sortilegio del consumo individual agranda las heridas que
el conocimiento abre en la conciencia, porque aunque sature la existencia de discursos
e imágenes deliciosas este placer del detalle no culmina por ofrecernos una realización
superlativa del contenido de nuestra personalidad: lo único que provoca es desacelerar
la trayectoria histórico-cultural de nuestra persona dibujando todo el tiempo la figura
inmaculada de una eterna juventud, que resulta al final una terrible vejez consumada.
La soledad es la evidencia palpable de esta mutilación de los sentidos, de la ineptitud
para transgredir nuestros propios miedos, de la debilidad para asumir una identidad
concreta en el momento en que todo se torna insoportablemente abstracto.
La sabiduría material para deshacernos de las representaciones consiste en invo-
lucrar a los individuos aislados en la práctica de estilos de vida estético-expresivos que
tengan el compromiso de configurar vínculos cercanos entre los sujetos con el propósito
de ampliar el reduccionismo económico del sistema. Si se logra combatir la atomización
con la solidaridad como aventura del conocimiento, se logrará reencantar la realidad de
un lenguaje concreto y originario que desactive el poder embrutecido de la maquina-
ria social. Aunque en muchos sentidos el capitalismo se ha hecho arcaico y sensorial,
explotando la naturaleza mitológica del mundo de la vida no ha podido subyugar las
profundidades inexploradas del espíritu social, debido a que el devenir falso que plantea
no ha conseguido sustituir la corriente vital19 de la existencia. Al no evadir la soledad
más que con ideología, no conseguirá detener la dialéctica que esta esconde y reprime,
provocando que ante el peligro de caer en la nada se hallen los elementos embrionarios
de un nuevo valor de la vida social. «Vivir peligrosamente...», como reza Horderlin.
444 YUYAYKUSUN
filosofía
La conexión interna entre los derechos
fundamentales y el sistema democrático
(Un enfoque filosófico desde las perspectivas
de Jürgen Habermas y John Rawls)
Resumen
El texto busca esclarecer la relación que existe entre los derechos fundamentales y el sistema
democrático al interior de las llamadas democracias constitucionales o las democracias liberales. Con
ese fin comienza distinguiendo las democracias directas, que pueden terminar en la dictadura de las
mayorías sobre las minorías, de las democracias constitucionales, propias del Estado democrático
de derecho. Luego de ello busca precisar lo que se entiende por derechos fundamentales, teniendo
como referencia las concepciones jurídicas de Immanuel Kant, Jürgen Habermas y John Rawls, para,
finalmente, ubicar tales derechos al interior del sistema democrático.
Abstract
The text looks for to clarify the relation that exists between the fundamental rights and the democratic
system to the interior of the calls Constitutional Democracies or the liberal Democracies. With that
aim it begins distinguishing the direct democracies, that can finish in the dictatorship of the majorities
on the minorities, of the constitutional, own democracies of the Democratic State of Right. After
it it looks for to need what it is understood by fundamental rights, having like reference the legal
conceptions of Inmanuel Kant, Jürgen Habermas and John Rawls, for, finally, locating such rights to
the interior of the democratic system
A
l interior de la cultura política contemporánea, aquello que garantiza que el sis-
tema democrático no devenga lo que tanto el fascismo como el comunismo sta-
linista denominaban la «dictadura de la mayoría» es un conjunto de dispositivos
jurídicos que bajo la forma de derechos fundamentales resguardan lo característico de las
democracias constitucionales: los derechos y las libertades básicas de cada ciudadano. Lo
que distingue este tipo de democracia de otros formas colectiva de ejercicio del poder
político es que bajo la forma constitucional no es posible que las mayorías reduzcan a cero
a las minorías políticas, religiosas, étnicas, culturales o sociales.
En otras formas de democracias, como las acuñadas bajo el sello del beneficio o la
utilidad social, es posible la figura que fascistas y comunistas señalaban de manera retóri-
ca. Dichas formas de sistema democrático-utilitario podrían generar sistemas políticos en
los que se recortan los derechos fundamentales o de una(s) facción(es) de la ciudadanía,
o de la ciudadanía en su conjunto. Gracias a tales recortes es posible que dichos sistemas
apoyen, por ejemplo, la suspensión de derechos sociales básicos de un grupo o grupos
determinados en vistas de que la mayoría considera que tal medida es necesaria alcanzar
el desarrollo económico, o que la ciudadanía como un todo acuerde renunciar a ciertos
derechos y libertades políticas fundamentales en vistas de la seguridad.
Gracias a la implementación de ciertos derechos básicos en tanto que derechos
fundamentales es posible generar la idea, propia de las democracias constitucionales,
que permite hacer frente a quienes, con pretensiones en contra de los ideales de la
justicia en una democracia constitucional, formulan la siguiente pregunta retórica: «Si
todos estamos de acuerdo (o si la mayoría lo está), ¿cómo es posible que no podamos
implementar esta reforma en nuestro sistema legal?» (donde «esta reforma» significa un
recorte de derechos y libertades básicas). Así, los derechos fundamentales representan
aquellos derechos y libertades que no son objeto de comercio político entre las partes.
Tales derechos no son pactables, sino que son las condiciones posibilitantes de los
acuerdos políticos y legislativos.
Esto, que forma parte de las intuiciones políticas fundamentales dentro de la cultura
democrática contemporánea, requiere justificación. Si bien en una cultura postmetafísica
se han perdido los referentes que nos permitan señalar la verdad o falsedad de los sistemas
morales y jurídicos, es sin embargo posible ofrecer justificaciones adecuadas. Así, es po-
sible reemplazar las exigencias de verdad política, jurídica o moral por las exigencias de
validez de los sistemas normativos. Tal reemplazo supone que existen márgenes claros que
permiten la exclusión de sistemas normativos no válidos. De manera que allí donde no
todo vale es posible encontrar criterios que regulen la admisión de los sistemas jurídicos
válido, criterios tales como la coherencia interna del sistema y la articulación con la tra-
dición jurídica y política del occidente moderno. La pregunta central a la que el siguiente
texto intenta dar respuesta se plantea en estos términos: «¿es válido el sistema democrático
constitucional, aquel que incorpora un paquete de derechos fundamentales sustraído a
toda transacción política?».
En este punto se ha producido una división del trabajo entre las disciplinas: de una
parte, corresponde a las disciplinas jurídicas (a las diferentes áreas del derecho) la produc-
ción y la aplicación de las leyes jurídicas, mientras que, por otra, compete a la filosofía del
derecho la indagación respecto de la validación y justificación de los principios gracias a
los cuáles se generan y aplican las normas. De manera que la discusión en la que vamos a
ingresar corresponde a la filosofía del derecho, pues nos preguntaremos por los principios
a partir de los que se generan las leyes jurídicas en los sistemas democráticos constitucio-
nales y sobre la validez (y justificación) de tales principios.
En nuestra investigación recurriremos a dos poderosas teorías filosóficas acerca del
derecho, la teoría de la democracia deliberativa del alemán Jürgen Habermas y la teoría
de la justicia como imparcialidad del estadounidense John Rawls. Tanto Habermas como
Rawls presentan teorías del derecho cortadas bajo la forma de la democracia constitucio-
nal. Investigaremos cómo ambos filósofos justifican el recurso a los derechos fundamen-
tales con la siguiente estrategia: comenzaremos ubicando el lugar que ocupan y el papel
que desempeñan los derechos fundamentales al interior de los sistemas democráticos
448 YUYAYKUSUN
La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
(1), para luego presentar el modo en que Habermas y Rawls justifican tales derechos
(2). Seguidamente introduciremos algunas aclaraciones sobre la matriz que comparten
Habermas y Rawls, y que denominaremos el punto de vista moral (3), para finalizar con
algunas conclusiones (4).
Antes de abordar la discusión es necesario puntualizar la relación que existe entre
los derechos fundamentales con los derechos humanos, con el fin de evitar equívocos
al respecto. Ambos conjuntos de derechos pueden, en ciertas versiones, calzar uno con
otro1. Sin embargo es importante no perder de vista que mientras el conjunto de los
derechos fundamentales se inscribe al interior de las constituciones políticas de los
Estados, los derechos humanos se insertan en el derecho internacional público ya sea
como aspiraciones —como en el caso de la Declaración Universal de 1948— o como
figuras vinculantes entre Estados al interior de la comunidad internacional —como los
pactos y convenios en derechos humanos—2. Pero la relación directa entre ambos siste-
mas de derechos se produce cuando los Estados recogen las aspiraciones encarnadas en
los derechos humanos y las integran a sus constituciones bajo la modalidad de derechos
fundamentales.
1 Por ejemplo, en El derecho de gentes Rawls presenta una versión de los derechos humanos básicos o derechos de urgencia
que resguardan ámbitos de libertades de los ciudadanos muy cercanos a los ámbitos de libertades que los derechos
fundamentales protegen. Así «[e]n el derecho de gentes, [...], los derechos humanos constituyen una clase especial de
derechos de urgencia, como la libertad contra la esclavitud y la servidumbre, la libertad de conciencia, y la protección
de grupos étnicos frente al genocidio y la masacre»; y entre las funciones de los derechos humanos señala Rawls
que su papel es « restringir las justificaciones para librar la guerra y regulan su conducción, y establecen límites a la
autonomía interna del régimen [político]». RAWLS, John. El derecho de gentes y «una revisión de la idea de razón
pública», Barcelona: Paidós, 2001. P.93 (el subrayado en nuestro). Tanto la libertad de conciencia como la protección
de grupos étnicos y minorías culturales y políticas constituyen también tareas encargadas, por decirlo de algún modo,
a los derechos fundamentales. De la misma manera sucede con la restricción de la autonomía política interna de los
gobiernos.
2 Además, el récord de los gobiernos en derechos humanos es tomado en cuenta para evaluar su legitimidad al interior
de la comunidad de naciones. La tesis y la exigencia de hacer reposar la legitimidad de los Estados en su situación
respecto de los derechos humanos es una política que se está desarrollando en la comunidad internacional. Ejemplos
de tal política la encontramos en la exigencia que pendió sobre Turquía para ser aceptada como miembro de la Co-
munidad Europea. Como es sabido, la Comunidad Europea exigió al gobierno turco su puesta al día en la ratificación
de pactos y convenios en derechos humanos. Respecto a la discusión filosófica sobre el lugar que ocupan los derechos
humanos en la legitimidad de los Estados en el orden internacional puede revisarse los artículos de Allen Buchanan,
Recognitional Legitimacy and the State System y de Chris Naticchia Recognition and Legitimacy: a reply to Buchanan en
la revista Philosophy & Public Affairs. Volumen 28, números 1 y 3.
En su Derecho de gentes, John Rawls incorpora esta práctica en el derecho internacional reciente y subraya la nece-
sidad de respetar derechos humanos de su población que los Estados tiene para ser reconocidos en su autonomía
y, consecuentemente, legitimados. Respecto de la función de los derechos humanos en el derecho de gentes, Rawls
señala que tales derechos «establecen límites a la autonomía interna del régimen [del Estado]», y más abajo se precisa
que «1. Su cumplimiento es condición necesaria de la decencia de las instituciones políticas y del orden jurídico de
una sociedad. 2. Su cumplimiento es suficiente para excluir la intervención justificada de otros pueblos a través de
sanciones diplomáticas y económicas o manu militari» Op. cit. pp. 93-94.
YUYAYKUSUN 449
Alessandro Caviglia Marconi
Como vimos arriba, los derechos fundamentales cumplen la función de resguardar los
derechos y las libertades básicas de los ciudadanos al interior de los Estados democráti-
cos contemporáneos. Operan, entonces, a modo de dominios y parapetos con los que
cuentan los ciudadanos contra las arremetidas que pueden provenir del frente del sistema
administrativo (o poder administrativo) del Estado o del sistema del mercado (o poder
del dinero y el capital articulado en el sistema de mercado libre). Ambos sistemas, a través
de la dinámica que les es inherente, constituyen constantes amenazas contra los derechos
de los ciudadanos y las libertades que tales derechos protegen.
Ha sido una característica de la tradición política liberal el velar por tales derechos
básicos, primero, bajo la forma de dominios o defensas contra las arremetidas del Estado,
y posteriormente incluyendo los resguardos contra la intromisión del poder del dinero
en la autonomía privada y pública de los ciudadanos. Así, podríamos decir, extrayendo la
terminología de la teoría de los derechos humanos, se abren dos grandes generaciones de
derechos fundamentales, los derechos civiles y políticos (DCP) y los derechos económi-
cos, sociales y culturales (DESC). Los primeros protegen la libertad y la autonomía de los
ciudadanos contra el Estado, mientras que los segundos complementan dicha protección
otorgando defensas a los ciudadanos contra las arremetidas del sistema económico.
Sin embargo, a inicios de la tradición liberal, hacia el siglo XVII, los dispositivos le-
gales en contra del uso tiránico del poder, incorporados en los paquetes de derechos como
derechos políticos y civiles tenían como función secundaria garantizar el libre juego de
ciudadanos propietarios en el sistema de mercado. El sistema democrático en este primer
momento se articula sobre la distinción del cuerpo social en dos esferas. De una parte se
encuentra el Estado, capaz de imponer las leyes del derecho por medio del poder coerciti-
vo que le brinda el monopolio de la violencia; del otro, la sociedad civil donde se articula
el sistema económico con el conjunto de asociaciones libres y profesionales.
Es necesario señalar que, fruto del descrédito que sufrieron las instituciones tradicio-
nales, como la religión o las monarquías premodernas, el sistema de normas que constitu-
yen el derecho necesitó de una ficción racional para justificarse. Tales instituciones entran
en crisis gracias al proceso de secularización y racionalización de la vida que se consolidó
desde el siglo XVII en la cultura de Occidente. Dicho proceso de racionalización de la
vida social es lo que desde Weber se conviene en denotar como desencantamiento del
mundo de la vida.
El artificio que requirió el derecho, desde entonces, para encontrar su justificación
fue la idea de contrato, gracias al cual la sociedad abandona el estado de naturaleza en el
que se encontraba (estado en el cual los individuos tenían libertades y derechos de modo
provisional y bajo constantes amenazas, y que es como un estado de guerra efectiva o
latente). La sociedad abandona tal estado de naturaleza para ingresar en un estado civil
gracias a que los individuos renuncian a sus libertades ilimitadas para adquirir un paquete
450 YUYAYKUSUN
La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
de libertades limitadas pero iguales para todos garantizadas por el hecho de que el Estado
tiene el monopolio de la fuerza.
Aquí surge la idea fundamental del derecho moderno: éste se constituye como un sis-
tema de derechos que garantiza un paquete de libertades iguales para todos. Tal derecho
se concibe como derecho positivo que alcanza lo que Habermas llama facticidad3 gracias
al poder coactivo que le viene desde el Estado. El Estado, como monopolizador de la
fuerza, impone, por así decir, sobre el cuerpo social el derecho universal e igualitario que
se da bajo la forma de derecho positivo. Este derecho universal e igualitario se encuentra
desligado de toda imagen metafísica o religiosa que podría provenir de un mundo aún
encantado, como sucedía con derecho convencional. Muy por el contrario, como fruto de
un mundo de vida que ha sufrido el proceso de racionalización que la modernización de
la sociedad significó, el derecho adquiere la forma posconvencional propia de una cultura
moderna postmetafísica.
La ficción del contrato permitió a la modernidad temprana articular el derecho a la
medida del sistema económico. El sistema del derecho defendería a los ciudadanos de la
intromisión del poder estatal. Los derechos del hombre y del ciudadano, como la libertad
de propiedad, de conciencia, la libertad de contratación y el libre desplazamiento por el
territorio nacional presentarían las condiciones indispensables para la consolidación del
sistema de mercado. De modo que los derechos fundamentales se organizaron en función
de proteger las libertades y propiedades de la ya potente burguesía dentro del Estado
democrático burgués.
Las luchas por el reconocimiento de derechos que se desarrollaron a lo largo del siglo
XIX y XX introdujeron dentro del paquete de derechos básicos aquellos dirigidos a la
defensa de los ciudadanos ya no sólo contra el poder tiranizante del Estado, sino contra
la «maldición del capital», es decir, el poder del dinero que corre en las articulaciones
sistemáticas del libre mercado. Estas nuevas reivindicaciones no sólo complementan las
reivindicaciones de la pujante burguesías del siglo XVII, sino que trasforma por entero las
expectativas que se ponen en los derechos fundamentales.
La comprensión sobre los derechos que surge en la temprana modernidad del siglo
XVII termina por consolidar una forma de democracia que el filósofo canadiense Charles
Taylor denomina despotismo blando4. Allí el ejercicio de las libertades y derechos termi-
nan por adoptar una dinámica análoga a la del sistema de mercado. Al igual que en el
mercado donde los clientes eligen productos conforme a sus preferencias individuales, en
el sistema político los ciudadanos eligen sus candidatos en elecciones motivados por sus
preferencias particulares.
En este modelo de democracia del liberalismo propio del siglo XVII no queda espa-
cio para el ejercicio concertado de derechos y libertades entre los ciudadanos. La asimila-
3 Habermas, Jürgen. Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de teoría del
discurso. Madrid: Trotta, 1998.
4 Taylor, Charles, La ética de la autenticidad. Barcelona: Paidós, 1994. Taylor recoge la expresión de Alexis de Tocque-
ville. Cfr. Tocqueville, Alexis de, La democracia en América. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1996.
YUYAYKUSUN 451
Alessandro Caviglia Marconi
ción tanto del sistema político como del sistema jurídico por parte del sistema económico
genera un fenómeno de atomización de los ciudadanos, quienes se encuentran de uno en
uno parados frente al Estado y el mercado, sin mayores mecanismo de defensa. Si bien
cuentan con derechos fundamentales que los protegen contra el uso tiránico del poder
estatal, se encuentran desvalidos ante la voracidad sistemática de las redes del mercado.
Además, el alto grado de tecnificación que la administración de los asuntos públicos
ha alcanzado, los coloca solos y de espaldas frente a los asuntos estatales. El poder ad-
ministrativo del Estado adquiere una dinámica autónoma que —por decirlo de alguna
manera— vuela por sobre las cabezas de los ciudadanos y que sólo los tecnócratas com-
prenden. Todos estos fenómenos redundan en la pérdida de libertades políticas de parte
de los ciudadanos5.
La nueva visión que se abre en torno a la sociedad moderna y contemporánea en-
tiende que la autonomía y las libertades fundamentales de los ciudadanos inscritos en la
sociedad civil se encuentran constantemente jaqueadas por el poder administrativo del
Estado y el poder económico del libre mercado. Ambos poderes, articulados en sistemas
cuyos dinamismos han adquirido plena autonomía de la voluntad de los ciudadanos,
significan grandes amenazas contra la libertad de los individuos.
En su ya clásica obra, Teoría de la acción comunicativa6, Habermas presenta las distin-
ciones y relaciones existentes entre lo que denomina «mundo de la vida» y lo que deno-
mina «sistemas». El término «mundo de la vida» refiere a aquél ámbito social, propio de
la sociedad civil, en el cual los individuos se encuentran relacionados unos con otros como
ciudadanos. En sus múltiples relaciones los ciudadanos pueden hacer valer sus derechos
fundamentales por medio de su participación en asociaciones libres como son los cole-
gios profesionales, clubes, iglesias, universidades, partidos políticos y demás agrupaciones
propias de la sociedad civil7.
5 Sobre la descripción de estos fenómenos, confróntese Habermas, Jürgen. «Tres modelos normativos de democracia».
En Habermas, Jürgen. La inclusión del otro. Estudios sobre teoría política. Barcelona: Paidós, 1999.
6 Habermas, Jürgen, Teoría de la acción comunicativa. Madrid: Taurus, 1987.
7 El término «mundo de la vida» Habermas lo extrae de la obra del filósofo alemán —maestro de Heidegger— Ed-
mund Husserl. Husserl utiliza dicho término para referirse al ámbito de nuestra experiencia cotidiana en el que la
verdad de las cosas se nos presenta como incuestionable. Verdades y certezas de nuestra vida diaria como «la semana
tiene siete días» o «toda moneda tiene cara y sello» se presentan a los individuos que comparten un mundo de vida
como verdades indubitables.
Habermas adopta el mismo significado del «mundo de la vida» señalando que éste se caracteriza por ser un conjunto
de saberes y relaciones compartidos que se encuentran detrás de los sujetos mientras se relacionan y se ponen de
acuerdo sobre diferentes asuntos científicos, jurídicos o morales. De manera que, cuando se produce algún desacuer-
do entre los sujetos que comparten un mismo mundo social, se recurre a saberes que se encuentran en el «mundo de
la vida» (por ejemplo, se produce un choque entre dos vehículos y se genera una discusión que se resuelve apelando
a las normas de tránsito —elemento que proviene del «mundo de la vida»—); pero cuando estos desacuerdos son
profundos, se comienza un proceso reflexivo en el que se problematiza algunos aspectos del «mundo de la vida» (por
ejemplo, sucede que en la situación del ejemplo anterior lo que se discute es la validez de las normas de tránsito —el
elemento que proviene del «mundo de la vida»—).
Al interior de las sociedades contemporáneas es en la sociedad civil donde se encuentra operando más activamente el
«mundo de la vida». Allí actúa como elemento integrador de la sociedad por medio de acciones dirigidas al entendi-
miento mutuo. Es así que, por medio del mundo de vida compartido al interior de la sociedad civil se producen los
acuerdos sociales fundamentales.
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La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
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Alessandro Caviglia Marconi
8 Para el asunto de la colonización Cfr. «Marx y la tesis de la colonización interna», en: Teoría de la acción comunicativa,
Vol II.
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La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
Una vez que hemos ubicado la función de los derechos fundamentales al interior de los
sistemas político y jurídico dentro de las democracias constitucionales contemporáneas,
queda aún pendiente el asunto de la justificación. Habermas y Rawls presentan teorías
jurídicas potentes y útiles para enfrentar este problema. Ambos autores contemporáneos
recurren —por medios diversos— a la conexión que, a su tiempo, Kant había establecido
entre los derechos subjetivos y el concepto de soberanía popular9.
Por derechos subjetivos se entiende los derechos propios de las personas que los sis-
temas jurídicos señalan como inalienables. Desde la perspectiva de Kant tales derechos
tenían una primacía basada en su condición de derechos naturales. Una vez abandonada
la metafísica de la conciencia10 que iluminaba la perspectiva kantiana, Habermas y Rawls
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Alessandro Caviglia Marconi
confluyen en que los derechos subjetivos tiene su fuente en el sistema jurídico y político,
pero lo que les otorga primacía es la posición que ocupan en tal sistema: desde la pers-
pectiva de Habermas, tales derechos posibilitan la dinámica discursiva que va a generar el
resto del sistema del derecho; desde la posición de Rawls éstos se encuentran incluidos en
el primer principio de la justicia como imparcialidad.
Por su parte, el concepto de soberanía popular toma en Kant la forma de volun-
tad popular que se constituye como el poder legislativo del derecho racional. Habermas
desplaza la soberanía a la comunidad deliberativa que opera bajo la óptica del principio
democrático, mientras que Rawls la hace descansar en la deliberación legislativa que se
realiza al interior de la figura contractual que la posición original representa.
Puesto que Habermas y Rawls reclaman su filiación kantiana, antepondré algunas
líneas sobre la concepción kantiana del derecho (a), para luego pasar a la exposición de
Habermas (b) y Rawls (c). La necesidad de una breve exposición de Kant se hace necesa-
ria para conectar con los proyectos de seguir con una filosofía del derecho de orientación
liberal-kantiana de parte de Habermas y Rawls.
Kant consideraba los derechos fundamentales como derechos naturales. Pero tales dere-
chos no eran naturales porque se derivaran de una concepción de naturaleza humana.
Lejos de cualquier concepción iusnaturalista e intuicionista, Kant consideraba que tales
derechos se desprendían de la dinámica propia de la razón. Es la razón volcada hacia la
vida práctica —devenida en razón práctica— la que postula la idea de libertad, idea de la
cual se derivan los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Lo que caracteriza a tales derechos y les brinda el adjetivo «naturales» es que denotan
derechos que los sujetos tiene ya en un hipotético «estado de naturaleza». Kant propone,
siguiendo la tónica de la modernidad, justificar el hecho de que todos los ciudadanos
tengan un paquete igual de derechos que protejan las libertades básicas de los sujetos
apelando al artificio racional del contrato social. En el estado de naturaleza los individuos
cuentan con derechos que protegen libertades básicas, pero por la situación de guerra
constante que lo caracteriza este estado debe ser abandonado para alcanzar una situación
social en la que los derechos tengan una garantía. Este nuevo estado social es el «estado
civil». En él se ha instaurado un poder soberano que es capaz de garantizar los derechos
recurriendo a la facultad de coaccionar. De esta manera, desde la perspectiva kantiana, los
derechos fundamentales garantizan las libertades básicas de los ciudadanos por medio del
uso de la fuerza coactiva del Estado11.
la conciencia, es que se construye una metafísica afincada en la conciencia misma. Sobre este asunto Cfr. Descartes,
René, Discurso del método, así como, Meditaciones metafísicas.
11 Con el concepto de coacción Kant empata con la triple característica de la norma jurídica: coertio, excecutio y va-
lidez. La cara del coertio refiere a la necesidad de que la norma jurídica sea de conocimiento público. La publicidad
de la ley advierte a los sujetos que existen acciones que van a ser sancionadas. Excecutio refiere a la coacción efectiva
456 YUYAYKUSUN
La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
Estos valores compartidos que articulan los trasfondos comunes en nuestras socieda-
des contemporáneas son valore fundamentalmente liberales. Muchos de estos valores libe-
rales han sido recogidos en el texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
de 1948. En el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se dice
que «la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la
dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la
familia humana»12, con lo que consagra dichos valores como centrales de la convivencia
en las sociedades contemporáneas. La dignidad y la igualdad en derechos se presentan
como valores fundamentales de los cuales se derivan los otros tres valores. Es importante
subrayar el lugar que ocupa el valor de la libertad en las sociedades liberales. De acuerdo a
dicho valor, no se puede coartar la libertad de creencia, opinión, religión, de participación
de la libertad cuando la libertad de los sujetos van en contra de la ley. Por su parte, la validez del derecho remite a los
procedimientos democráticos de producción de la norma del derecho.
12 Asamblea General de las Naciones Unidas, Declaración Universal de los Derechos Humanos.
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Alessandro Caviglia Marconi
política de las personas. Otro de los valores fundamentales de la sociedad liberal contem-
poránea es el rechazo a la crueldad.
Habermas ha sabido repotenciar una perspectiva de filiación kantiana echando mano del
paradigma del lenguaje. Respecto de (i), Habermas pasa de la razón al lenguaje. Asumiendo
el paradigma de la intersubjetividad reconoce que una gama infinita de formas de vida social
o cultural puede articularse por medio de la posibilidad de comunicarse que se encuentra en
el lenguaje al interior del «mundo de la vida». No obstante evita dejar las cosas lo suficien-
temente sueltas como para que cualquier forma de derecho vigente pueda ser considerado
válido. Recurriendo a la teoría de los actos de habla de J. Austin, Habermas distingue las
acciones dirigidas al entendimiento de las acciones estratégicas13, para articular su propuesta
jurídico-política a partir del concepto de acciones dirigidas al entendimiento.
Dos elementos fundamentales caracterizan estas acciones: de una parte tales acciones
comparten con los actos de habla ilocutivos —dirigidos al entendimiento— el que en
ellas se usa el lenguaje en su sentido primigenio. Puesto que lo propio del lenguaje es la
comunicación, las acciones dirigidas al entendimiento empatan con la naturaleza propia
del lenguaje. De otra parte, las acciones dirigidas al entendimiento producen delibera-
ciones y acuerdos públicos indispensables para generar la discusión política fundamental
para la generación del derecho.
Las acciones estratégicas, en cambio, se conectan con un uso secundario del lenguaje.
Si bien el lenguaje puede esencialmente un medio de comunicación, en un uso secun-
dario puede servir para manipular las relaciones humanas. En la esfera pública, el uso
estratégico del lenguaje, lejos de buscar un acuerdo compartido sobre un derecho que
involucre el bien y los intereses de todos, se dirige a realizar el interés de una facción en
desmedro de los intereses comunes.
Respecto de (ii) es necesario comentar que Habermas no parte de un presupuesto
atomista del cuerpo social, sino que, desde su perspectiva, es el mundo de vida en el que
se realiza la deliberación pública que da como resultado las leyes del derecho. Kant pre-
sentaba una teoría «constructivista « del derecho, que a partir de elementos simples (los
individuos concebidos atomistamente) construye el derecho. Habermas, en cambio, pro-
pone una estrategia «reconstructiva» que parte del hecho de que los sujetos viven desde
13 Austin, en su célebre libro Las cosas que hacemos con las palabras, había establecido una distinción entre actos de habla
ilocutivos y perlocutivos, concibe el lenguaje no sólo como un conjunto de significados (sentido semántico), sino
además como una práctica intersubjetiva (sentido pragmático) El concepto de «acto de habla» indica el hecho de que
el lenguaje tiene un aspecto pragmático, es decir, que al emitir una proposición no sólo se esta expresando un signi-
ficado sino que se esta realizando una acción. Los actos de habla ilocutivos son aquellos son aquellos que se realizan
con el objetivo de entenderse con la otra persona (por ejemplo, se dice «el café se encuentra servido» para que la otra
persona entienda que puede sentarse a la mesa a beberlo), mientras que por medio de actos de hable perlocutivos
una persona intenta manipular a la otra usando el lenguaje de manera estratégica (por ejemplo, diciendo «me siento
enfermo» no para ponerse de acuerdo con la otra persona en la manera de proceder, sino con el objetivo soterrado de
obligarla a hacer algo que de otro modo —más libremente— no haría).
458 YUYAYKUSUN
La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
Válidas son aquellas normas (y sólo aquellas normas) a las que todos los que puedan verse
afectados por ellas pudiesen prestar su asentimiento como participantes en discursos
racionales14.
El principio D así formulado sirve para la producción de las normas. Las normas se origi-
nan en una situación de comunicación particular denominada discurso. El discurso es una
forma de comunicación particularmente exigente en la que los participantes se encuen-
tran sometidos a ciertas condiciones. De una parte deben de reconocer las mismas opor-
tunidades a todos los participantes para expresar sus «candidatos» a normas de conducta.
De otra parte, las afirmaciones que se postulan como posibles normas deben ser suscepti-
bles de crítica y fundamentación, es decir capaces de ser defendidas racionalmente.
Esta situación comunicativa especial denominada discurso aparece cuando se produ-
ce, en el mundo de la vida, una situación problemática. Comúnmente, en el mundo de
la vida los sujetos actúan siguiendo normas. Por ejemplo, en las calles rigen las normas de
tránsito y conductores como peatones se atienen a dichas reglas. Cuando alguien se pasa
la luz roja el guardia lo llama a corrección, bajo el supuesto de que todos reconocen que
la norma es válida. Pero cuando la validez de una norma dentro del mundo de la vida es
puesta en cuestión (por ejemplo, la penalización o no del aborto), entonces se arma una
mesa de discusión regida por las exigencias del discurso.
Del principio D se derivan, como cooriginarios, el principio moral y el principio
democrático. Dejaremos de lado el principio moral para centrarnos en el democrático.
En éste los sujetos que se encuentran en la mesa de discusión regida por las exigencias del
discurso recurren al principio D para producir las normas del derecho. De esta situación
surgen un conjunto de derechos fundamentales que van a servir de base para la produc-
ción de los demás derechos del sistema.
14 Habermas, Jürgen. Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de teoría del
discurso. Madrid: Trotta, 1998, p. 172.
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15 Ibíd., pp.188-189.
460 YUYAYKUSUN
La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
A diferencia de Habermas, Rawls no cuenta con una Teoría de los derechos sino que pre-
senta una Teoría acerca de la justicia. Esto trae como consecuencia que el autor estadouni-
16 Kant, Immanuel. Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?, en: Kant, Immanuel. En defensa de la ilustración.
Barcelona: Alba Editorial, 1999.
17 En nuestro medio se presentan tres escollos a la formación de poder público: a) se ha malinterpretado constantemen-
te el término «opinión pública»; b) se ha hecho patente cada vez más un conflicto de intereses que se inserta en los
medios de comunicación social; y c) se ha hecho evidente la tendencia a la homogeneización de la opinión en lo que
se conoce como «Pensamiento Único».
a) Respecto del concepto de «opinión pública» sucede que los medios de comunicación, que son quienes difunden
opinión pública y utilizan más dicho término lo conciben como el parecer privado y atomizado de personas indi-
viduales respecto de temas de relevancia pública, como si se tratara de realizar la suma de la opinión de A, B y C
personas tomadas individualmente para obtener una opinión pública. Esta es la lógica que se encuentra en el corazón
de las mal llamadas encuestas de opinión pública. En cambio, una auténtica opinión pública se forma en un proceso
de discusión y deliberación sobre cuestiones públicas a través de medios públicos. Al respecto, confróntese el texto de
Gonzalo Gamio Opinión ¿pública?
b) De otro lado, los medios se encuentran habitados por un conflicto de intereses que genera una tensión interna de
difícil solución y frente al cual es necesario realizar un ejercicio constante de contrapesos y de reflexión. De una parte,
los medios son empresas privadas, es decir, responden a los intereses de sus dueños; por otra, tienen una función de
tipo social. Así, éstos han de informar de manera clara y transparente, sin ocultar información y sesgando lo menos
posible la información. Para expresar sus puntos de vista sobre la situación política los editores, directores y dueños
de los medios tienen los espacios de opinión, las editoriales y otros espacios pertinentes. La exigencia de informar de
manera transparente es ineludible.
c) Por «Pensamiento Único» no debe entenderse el que toda la sociedad piensa igual, sino el que los medios promue-
ven las mismas pautas o directrices de opinión, porque defienden intereses políticos y económicos similares. Esto se
puede ver cuando uno puede percibir que detrás de diversos diarios, revistas y programas de televisión se encuentras
los mismos mensajes políticos.
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Alessandro Caviglia Marconi
462 YUYAYKUSUN
La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
titución, el poder judicial, así como las instituciones de la sociedad como el sistema de
mercado.
La justicia como imparcialidad se articula gracias a principios de la justicia, los cuales
son generados en la condición hipotética que Rawls denomina «posición original». La
posición original es una reactualización de la idea de contrato y se trata de un artificio
que tiene como objeto el producir los principios de la justicia. En tal posición los ciu-
dadanos son representados por sujetos que tiene como objetivo producir los principios
para una sociedad justa. Allí los representantes de los ciudadanos buscan los principios de
la justicia por medio de un proceso de deliberación. Tal proceso comunicativo inserta la
producción del derecho en un contexto intersubjetivo característico del giro lingüístico
que domina el paradigma contemporáneo.
Puesto que lo que se busca es adquirir principios para la justicia entendida como
imparcialidad, los representantes tendrán que encontrarse sometidos a restricciones de
información respecto a las cualidades de sus representados. Tales restricciones Rawls
las agrupa en lo que denomina «velo de ignorancia». Por «velo de ignorancia» Rawls
está entendiendo un conjunto de restricciones de información que los representantes
tienen respecto de sus representados al interior del artificio contractual que es la posi-
ción original. Dicho velo cubre la conciencia de los representantes que van a elegir los
principios de justicia para la sociedad. Así, los representantes ignorarán cuales son las
características físicas y psíquicas de sus representados, no conocerán si sus representa-
dos serán discapacitados, si tendrán disfunciones psíquicas; no sabrán cuales son sus
concepciones metafísicas del mundo, sus cosmovisiones y visiones generales de la vida,
así como sus adhesiones morales o religiosas; ignorarán, además, qué lugar ocupan
en el sistema social: no sabrán si son ricos o pobres. La única información con la que
contarán los representantes en la posición original respecto de sus representados es que
son agentes racionales y que buscan las mejores condiciones posibles para sí mismos.
La justificación del velo de ignorancia se encuentra justamente en que lo que buscamos
son principios la justicia equitativa.
Una manera intuitiva de entender cómo se derivan los principios de justicia es ima-
ginar la posición original como el reparto de una torta. Puesto que estamos buscando
los criterios más inteligentes para repartirla y una vez que sabemos que los pedazos serán
asignados a suerte, lo más racional será exigir que los pedazos sean iguales. Es decir si cada
cual quiere acceder al trozo más grande posible y sucede que no se sabe qué trozo, una vez
partida, va a tocar a cada cual, el exigir que la torta en cuestión se parta en trozos iguales
resulta ser lo más racional.
Este ejemplo nos conduce a la concepción de la persona que Rawls presenta. Señala el
autor que estamos comentando que las personas tienen dos características: son racionales
y razonables. Son racionales en el sentido de que tiene una concepción de lo que es una
vida buena para ellos y son lo suficientemente inteligentes como para usar los medios
que tiene a disposición para realizar ese modelo de vida feliz. Además son razonables, de
manera que son capaces de entender que, al interior de la sociedad, los demás tienen sus
YUYAYKUSUN 463
Alessandro Caviglia Marconi
propios modelos de vida feliz y todos tienen derechos a alcanzar tales bienes, siempre y
cuando no impidan que los otros puedan alcanzar los propios.
Así, la razonabilidad es la característica humana que hace posible que aquellos que
tiene modelos de vida buena diferentes puedan convivir dentro de un mismo estado de
manera pacífica y justa. Aquello que garantiza que en la posición original los sujetos se
comportarán de manera razonable al momento de elegir los principios de la justicia es el
conjunto de restricciones de información que el velo de ignorancia representa. Otras ma-
nera de referirse a las características de racional y razonable que los seres humanos tienen
en decir que todos tienen a) una concepción del bien y b) una noción de la justicia, donde
la justicia representa lo razonable.
Dicho esto, podemos señalar que los principios que se derivan de la posición origi-
nal en la que los sujetos se encuentran cubiertos por el velo de ignorancia van a ser los
siguientes:
a. Cada persona tiene igual derecho a exigir un esquema de derechos y libertades básicos
e igualitarios completamente apropiado, esquema que sea compatible con el mismo es-
quema para todos; y en este esquema las libertades políticas iguales, y sólo esas libertades,
tienen que ser garantizadas en su valor justo.
b. Las desigualdades sociales y económicas sólo se justifican por dos condiciones: en pri-
mer lugar, estarán relacionadas con puestos y cargos abiertos a todos, en condiciones de
justa igualdad de oportunidades; en segundo lugar, estas posiciones y estos cargos en el
máximo beneficio de los integrantes de la sociedad menos privilegiados22.
22 Ibíd., p. 31.
464 YUYAYKUSUN
La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
es que son convertibles inmediatamente en libertades Con esto garantiza que el sistema
social haga justicia al principio de libertades y derechos iguales que se fundamenta en la
dignidad.
De esta manera los derechos fundamentales se encuentran compuestos por: a) un
conjunto de libertades y derechos compatible con un conjunto igual para los demás ciu-
dadanos; b) por un conjunto de oportunidades iguales para todos; y c) por un conjunto
de bienes primarios de los que nadie puede descender.
Por medio del «principio D» y del «principio democrático» de Habermas, así como de los
principios de la justicia que Rawls nos ofreció hemos visto desarrollarse la matriz justifica-
toria de los derechos fundamentales. Para completar nuestra exposición falta aún explicar
una característica que las teorías jurídicas que hemos analizado comparten con la posición
kantiana. Este rasgo compartido es lo que denominamos, junto con otros autores, punto
de vista moral23. Tal punto de vista opera una distinción entre concepciones de vida buena
y concepción de la justicia.
Tanto Kant, Habermas como Rawls tiene la tarea de ofrecer pautas del derecho para
sociedades no tradicionales. Caracteriza a una sociedad tradicional, entre otras cosas, el
hecho de que todos los miembros comparten una misma religión o una misma cosmovi-
sión. Esto facilita, allí, a que el Estado y las instituciones básicas se encuentren impregna-
das por tal religión y cosmovisión. Con el advenimiento de la modernidad las sociedades
se complejizan a la vez que se encuentra en un proceso de racionalización y secularización.
En esta nueva situación las sociedades se encuentran albergando a grupos de individuos
que profesan diferentes religiones y concepciones de la vida. El Estado, entonces, no
puede tener una religión oficial, puesto que de hacerlo estaría siendo injusto. Las institu-
ciones del Estado deben ser, en consecuencia, imparciales.
Esta situación propia de las sociedades posconvencionales o posmetafísicas exigen la
distinción entre el bien y la justicia, distinción que abre las puestas al punto de vista mo-
ral. Desde este punto de vista el sistema normativo del derecho debe basarse en criterios
y procedimientos de justicia que aseguren la imparcialidad y que se alejan que cualquier
concepción de vida buena. Desde nuestro punto de vista tanto Kant, Habermas como
Rawls tiene razón en exigir que la justicia sea procedimental. El procedimiento establece
las pautas y los principios que las sociedades complejas requieren para tener una justicia
imparcial.
Puesto que en las sociedades complejas no se puede recurrir a ninguna noción de vida
buena para determinar las leyes del Estado, tales leyes deben de alcanzarse por medio de
un proceso que sea capaz de garantizar la coexistencia establemente justa entre las diferen-
23 Respecto del Punto de vista moral Cfr. Hilary Putnam, La herencia del pragmatismo. Barcelona: Paidós, 1997; y Jür-
gen Habermas, Escritos sobre moralidad y eticidad. Barcelona: Paidós, 1991.
YUYAYKUSUN 465
Alessandro Caviglia Marconi
tes pretensiones del bien24. De esta manera la determinación de los principios de justicia
opera de manera análoga al operar de un proceso judicial. Así como en el proceso judicial,
al momento de determinar los principios de la justicia, las partes pertinentes recogen las
diferentes pretensiones y alegatos de los grupos sin comprometerse con éstos con el fin
de establecer lo que compete a cada uno conforme a la justicia. Es, precisamente, en la
imparcialidad del procedimiento que descansa la justicia del sistema jurídico.
Kant había hecho descansar el procedimiento en la razón independiente de los su-
jetos. Era por medio de un proceso de universalización, representado en la primera for-
mulación del Imperativo Categórico25, que los individuos aislados podrían alcanzar leyes
justas. Tanto Habermas como Rawls desgajan la validez de las leyes de la razón y la hacen
reposar en el lenguaje y la comunicación. Así, tanto el principio D como la posición
original presentan las condiciones de la comunicación que hacen posible arribar a leyes
justas. De este modo, el punto de vista moral abandona el ámbito descontextualizado
de la Razón moderna y se asienta en los contextos de comunicación modelados por los
procedimientos que la imparcialidad exige.
Es necesario enfrentar un equivoco al respecto de la expresión punto de vista moral y a
su uso. Identifico el punto de vista moral tanto con la posición original como con el prin-
cipio del discurso o principio D. Desde aquí de derivan, a la vez y co-originariamente,
las normas morales y las normas del derecho. El intento de identificar el punto de vista
moral automáticamente con las normas morales es un error. La falsa identificación que
queremos eliminar aquí traería como resultado que el derecho se derive de la moral. En
cambio, derecho y moral son dos sistemas de integración social que operan a través de
normas y que se originan a la vez, desde un vértice común pero de manera independiente.
El derecho regula aquellas relaciones sociales que requieren del apoyo de la fuerza coac-
tiva, mientras que la moral se dirige a aquellos ámbitos del mundo de la vida en los que
basta la motivación de conciencia para encontrar su regulación. De esta manera, los de-
rechos fundamentales no encuentran su fundamento en la moral sino en el punto de vista
24 Ya en la antigüedad griega Aristóteles había dado cuenta de que los individuos tienen una vida y realizan acciones
refiriéndose constantemente a concepciones de lo que es el bien, o la vida buena para ellos. En este sentido, señala
en su Ética a Nicómaco: «Todo arte y toda investigación e, igualmente, toda acción y libre elección parecen tender
a algún bien; por eso se ha manifestado, con razón, que el bien es aquello hacia lo cual todas las cosas tienden».
Aristóteles, Ética a Nicómaco, Madrid: Gredos, 1985. p. 129. De esta manera se señala que la referencia al bien y
la vida buena es fundamental en la experiencia de los seres humanos. Esto es lo que caracteriza a la ética teleológica
aristotélica, vale decir, el referir constantemente la vida y acciones humanas a fines y en última instancia, al bien. El
término teleológico, o teleología deriva del término griego tele que quiere decir fines. Además, Aristóteles consideraba
—y en esto Hegel lo va a seguir, en plena modernidad— que la ética era una especie de la política. En este sentido,
las concepciones de vida buena las adquiere un individuo, por medio de procesos de socialización, de los contextos
comunitarios a los que pertenece. De esta manera, una persona tiene ciertos valores y se propone desarrollar ciertas
virtudes, como la valentía, la amistad, la generosidad o la piedad, porque adquiere tales modelos de vida de la co-
munidad en la que ha nacido y a la que pertenece. Pero, puesto que las sociedades contemporáneas son sociedades
complejas, en las que coexisten individuos con diferentes adscripciones comunitarias, es necesario complementar la
perspectiva aristotélico hegeliana con una perspectiva democrática.
25 Que reza de la siguiente manera: actúa de modo tal que tu máxima de acción particular (es decir, la regla según la
cual justificas tus acciones ante tu conciencia individual) pueda convertirse en ley universal (y encontrarse justificada
desde el consentimiento racionalmente motivado de todo ser racional).
466 YUYAYKUSUN
La conexión interna entre los derechos fundamentales y el sistema democrático
moral. Ellos resguardan las libertades básicas de los ciudadanos contra la intromisión del
Estado y el mercado, buscando realizar el anhelo de la libertad igualitaria de la que debe
gozar todo ciudadano en el seno de la sociedad.
4. Conclusiones
YUYAYKUSUN 467
Alessandro Caviglia Marconi
468 YUYAYKUSUN
Confederación y choque de civilizaciones.
Examen de las propuestas de Rawls y Huntington
frente al desafío de un nuevo orden mundial
RESUMEN
Este trabajo se propone examinar críticamente la propuesta universalista que Rawls expone en su
Derecho de gentes para abrir un interrogante sobre algunos aspectos. Por un lado, indagar si este intento
por ser algo más laxo en cuanto a los requisitos para integrar la Sociedad de los pueblos, resulta útil y si
efectivamente podría, en la práctica, incluir alguna sociedad no Occidental. Por otra parte, preguntarse
si, cercano a lo que podría afirmar Huntington, la propuesta Confederativa del autor de Una teoría de la
justicia no hace más que reproducir las condiciones para un futuro choque de civilizaciones.
Abstract
The aim of this work is to examinate in a critic way the universalist proposal that Rawls exposes in
The Law of Peoples in order to open a question about some aspects. On one hand, to investigate if
this intent for being more lax regarding the requirements to be involved in The Society of Peoples, is
useful, and if in the practice could include some Non-Western society. In the other hand, make the
question about if closer than what Huntington could affirm, the Confederative proposal from the
author of A Theory of Justice, is just only reproducing the conditions for a future clash of civilizations.
L
a crisis del capital financiero en 2008 parece acelerar la decadencia estadounidense
y el surgimiento de nuevas potencias que, al menos, suponen un reordenamiento
de los ejes de poder en el mundo. Si bien no se trata del fin del capitalismo, sí re-
sulta ser el final de la hegemonía de Occidente. En este nuevo escenario multipolar en el
que el poder económico, político y militar parece haberse repartido en diferentes manos,
la forma que adoptará el orden mundial en las próximas décadas resulta una incógnita.
Por un lado, autores como Huntington prevén un choque de civilizaciones y buscan una
salida conservadora afirmando que la condición de posibilidad de la supervivencia de
Occidente es el repliegue sobre sí mismo, esto es, cerrar las puertas a la inmigración y
acabar con las pretensiones de «exportación de democracias» hacia tierras lejanas.
Por otra parte, a diferencia de Huntington, la tradición universalista heredera de
Kant plantea, más normativa que descriptivamente, la necesidad de un orden mundial
con un acuerdo básico entre todas las culturas como forma de eliminar los conflictos. Así,
retomando las líneas principales que el de Königsberg delineara en Sobre la paz perpetua,
pensadores como Habermas y Rawls intentan aggiornar los principios universalistas al
nuevo escenario.
470 YUYAYKUSUN
Confederación y choque de civilizaciones. Examen de las propuestas de Rawls y Huntington
opone a diferentes interpretaciones respecto del orden mundial del futuro. Por ello, desde
la caída del muro de Berlín, no asistimos a nada parecido al fin de la historia ni al triunfo
total de las democracias liberales. En todo caso, somos testigos de la sustitución de la
variable ideológica por una mucho más conflictiva: la religiosa-civilizacional.
Las civilizaciones son entidades dinámicas, longevas pero mortales que no tienen
límites precisos pues no poseen cualidad estatal. De hecho, como se indicara algunos
párrafos atrás, una civilización generalmente agrupa a varios Estados-nación pues sus ele-
mentos distintivos son la sangre, la lengua, las forma de vida y especialmente, la religión.
Así, una civilización es más que una cultura y hasta puede incluir dentro de sí varias de
ellas. Esto permite entender porqué Huntington define a las civilizaciones como el «no-
sotros más grande».
Por otra parte, la visión conservadora de Huntington reproduce tópicos caros a su
filiación ideológica. De aquí que generalmente se parta de un diagnóstico de «decadencia
de occidente» el cual se complementa con el surgimiento, en paralelo, de otras civilizacio-
nes con gran fuerza económica, política y militar, algunas de las cuales probablemente no
mantengan una relación amistosa con Europa y Estados Unidos.
En los años veinte del siglo XXI [...] Occidente controlará probablemente alrededor de
un 24% del territorio mundial (frente al 49% que llegó en su punto más alto), el 10% de
la población total del mundo (frente al máximo registrado de 58%) y quizás un 15-20%
de la población socialmente movilizada, aproximadamente el 30% de la producción eco-
nómica del mundo (frente a un máximo probable del 70%), quizás el 25% del volumen
de producción manufacturera (frente a un punto culminante del 84%) y menos del 10%
del potencial militar humano a escala mundial (frente al 45% de su momento más alto.
(Huntington, 1997: 107)
YUYAYKUSUN 471
Dante Augusto Palma
Aun desde el punto de vista de Huntington y más allá del horizonte de grandes interrogantes
que plantea el futuro de la organización mundial, existe cierto acuerdo en que el escenario
de la globalización transformará la actualidad de los Estados nación. En este sentido, sea en
forma de civilizaciones, sea en forma de confederaciones, el futuro probablemente depare
entidades de orden supranacional que redundarán en una «flexibilización» de las fronteras.
En occidente, la agrupación símbolo de estos tiempos es la comunidad europea que, aun
con dificultades, parece avanzar cada vez más incluyendo nuevos Estados hacia el Este y
logrando un equilibrio para nada despreciable entre visiones cosmopolitas y nacionalistas.
Este ente estatal sui generis que es la comunidad europea, sin duda, tiene como referente a
varios de los proyectos cosmopolitas o, en su defecto, europeístas, que se vienen desarro-
llando desde hace ya algunos siglos aunque no deja de sorprender que 60 años después de
la guerra más feroz en el continente, los avances hayan sido de tal magnitud. Pero de todos
los proyectos, el esbozado por Kant en Sobre la paz perpetua parece ser el central, al punto
que incluso las discusiones y tensiones actuales se encuentran presentes en el opúsculo que
Kant escribiera hace más de 200 años. Para decirlo sintéticamente, Kant considera que
la única forma de acabar con la guerra es disolviendo la lógica de los Estados nacionales
particulares cuya racionalidad, entendida como la capacidad de perseguir sus propios fines,
conlleva a la forma propia que los teóricos contractualistas describían como característica
del estado de naturaleza: la guerra de todos (los Estados) contra todos. Así, Kant afirma que
el derecho internacional, en la medida en que tiene como sujetos de derecho a los Estados y
al no poder pasar por encima de las soberanías particulares, resultaría inútil para acabar con
el clima de hostilidad. En esta línea, la necesidad de encontrar una instancia superadora de
las soberanías estatales lleva a Kant a postular un tercer tipo de derecho, además del derecho
doméstico y el internacional: el derecho cosmopolita.
Sin embargo, la posición de Kant no resulta del todo clara en cuanto a la forma ju-
rídica que adquiriría su propuesta y el sujeto de derecho propio de esta instancia cosmo-
polita. Es decir, si bien hay acuerdo en que Kant considera que sólo las repúblicas podrán
formar parte de la institución cosmopolita, que ésta debe estar abierta a la inclusión de
todos los Estados del planeta y que éstos deben otorgar a los extranjeros los mismos de-
472 YUYAYKUSUN
Confederación y choque de civilizaciones. Examen de las propuestas de Rawls y Huntington
rechos de los que gozan sus nacionales, existe una controversia que puede resumirse en la
siguiente pregunta: ¿Kant considera que la paz perpetua es posible formando una repúbli-
ca mundial que elimine las fronteras de los Estados particulares o se contentaría con una
Confederación, esto es, una unión moral por la cual los Estados particulares renuncian a
hacer la guerra pero mantienen intacta su soberanía? No es éste el lugar para ingresar en
esta discusión1 pero la interpretación estándar de la propuesta kantiana es que éste veía
con desconfianza el armado de una república mundial puesto que la disolución de las
soberanías particulares dejaba abierta la posibilidad a un despotismo universal. Por eso es
que Kant no propone un pacto jurídico como el que obliga a los individuos y se apoyaría
en un mero pacto moral entre Estados. Esta interpretación, realizada tanto por Habermas
como por Rawls ha hecho que éstos retomen críticamente la propuesta kantiana para
aggiornarla al horizonte de nuestros tiempos.
El cosmopolitismo contemporáneo
YUYAYKUSUN 473
Dante Augusto Palma
un «derecho de gentes» que rija una «sociedad de los pueblos». En esta línea, Rawls acude
a su idea de «Posición original» y la aplica a la situación hipotética en la que un conjunto
de representantes de los pueblos deben elegir cuáles serán los principios sobre los que se
apoyará el derecho de gentes. Dicho esto, será necesario adentrarse en los elementos más
controversiales de la propuesta rawlsiana. En primer lugar, está el interrogante acerca de
cuáles son los requisitos para poder formar parte de esta sociedad de pueblos. En este pun-
to, probablemente, aparezca en su magnitud la pretensión rawlsiana de ir un paso más allá
de Kant y tratar de eludir, en parte, la crítica de etnocentrista. Es decir, Rawls va a admitir
no sólo repúblicas («sociedades liberales razonables» según su terminología) sino también
lo que llama «sociedades decentes». De este modo, en un planeta en que además de los ya
mencionados existen «Estados proscriptos», «Estados lastrados por condiciones desfavora-
bles» y «absolutismos benignos», la sociedad de los pueblos, a diferencia de la confederación
kantiana y la república planetaria de Habermas, abriría la puerta a un tipo de sociedad cuya
característica distaría de las liberales. Para ejemplificar este tipo de sociedad Rawls recurre al
experimento mental de crear un país hipotético que, no por casualidad, parece asemejarse
en su denominación a alguno del mundo musulmán: Kazanistán. Este país no es agresivo
con otros pueblos, acepta y cumple con el derecho de gentes, respeta los derechos humanos
y se gobierna a través de una jerarquía consultiva, esto es, si bien se trata de un Estado que
no se encuentra separado de la religión, el pueblo, como en las repúblicas, posee mecanis-
mos de representación (estamental) para poder hacer oír su voz y tomar decisiones. Este
último parece ser el punto central para suponer que estas sociedades podrían convivir con
las sociedades liberales y se apoya en un presupuesto que ya existía en Kant y que, probable-
mente la historia ha demostrado falso: se trata de la idea de que en las formas de gobierno
donde es el pueblo a través de sus representantes el que gobierna, no habrá posibilidad de
hacer guerras pues ningún pueblo querría cargar con los costes de un conflicto bélico.
Si bien no será este el espacio para realizar una crítica a la clasificación de las so-
ciedades que propone Rawls, está claro que una taxonomía donde aparecen «pueblos»,
«Estados» y «sociedades» sin diferenciación alguna resulta o bien ambigua o bien tan
heteróclita que nos acerca más a la clasificación borgeana que inspiró a Foucault en Las
palabras y las cosas, que a la tradición analítica norteamericana (Vitale, 2004). Pero aún
aceptando esta visión rawlsiana, podemos introducirnos en otro aspecto en donde se ve la
pretensión de pensar una confederación, en teoría, más inclusiva. El punto central aquí
son los derechos humanos y en este sentido Rawls parece hacerse eco de las discusiones
que desde hace ya algunas décadas se viene dando en torno a ellos. Para decirlo brevemen-
te, existen sociedades no occidentales que consideran que los llamados derechos humanos
no son más que derechos occidentales que emanan de los presupuestos individualistas y
ahistóricos del pensamiento moderno del «oeste». Se dice, así, que la política de derechos
humanos y entidades supranacionales como la Corte Penal internacional no hacen más
que imponer un punto de vista particular revistiéndolo de universal para así promover su
cosmovisión por sobre la de otras culturas. En este sentido, Rawls ensaya una estrategia
argumentativa interesante: se trata de revisar la lista de derechos humanos para afirmar
474 YUYAYKUSUN
Confederación y choque de civilizaciones. Examen de las propuestas de Rawls y Huntington
que algunos son efectivamente producto de una ideología occidental pero existen otros
que conservan su impronta universal. Así, Rawls dice renunciar al etnocentrismo mante-
niendo una suerte de universalismo acotado:
Primero, existen los derechos humanos propiamente dichos, ilustrados en el art. 3 (de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos): Todo individuo tiene derecho a la
vida, a la libertad y a la seguridad de su persona» y en el artículo 5: Nadie será sometido
a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Los artículos 3 a 18 re-
cogen los derechos humanos propiamente dichos. [...] En cuanto a otros derechos resulta
más apropiado llamarlos aspiraciones liberales, como el artículo 1: todos los seres huma-
nos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y con-
ciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros (Rawls, 1999: 94).
Conclusiones
YUYAYKUSUN 475
Dante Augusto Palma
que supondrá un mero «lifting» a un status quo en el que existen agrupaciones de derecho
o de hecho entre culturas y religiones, o bien seguirá siendo lo suficientemente restrictiva
como para que Occidente se mantenga, en buena medida, aislado de otras civilizaciones con
las que, probablemente, en algún momento, entre en conflicto.
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476 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias
en el pensamiento de Baudrillard:
una forma de comprender a la sociedad actual
Ruth Romero-H
Resumen
El ensayo aborda corrientes, teorías y tendencias del pensamiento filosófico de Baudrillard. La
imagen, desde la fotografía y el cine, ha sido la que ha revolucionado el mundo de los medios y la
manera de relacionarnos, pensar nuestra cultura durante los últimos años. Incluir el movimiento y
el tiempo en las imágenes, poder llegar a multitudes para dar un mensaje, modelar o manipular las
mentes a semejanza de lo que se proyecta, unificar modus vivendi mundiales, globalizar el mercado,
universalizar usos y costumbres, invadir los ámbitos más individuales e íntimos mediante las formas de
información. Consecuencias de este proceso uniformemente acelerado en el que vivimos inmersos es la
dinámica envolvente que vive el hombre. Sin darse cuenta permanece pensando que lo que ve a través
de las pantallas es la verdad, que lo que se escucha da certeza, que la seguridad está en las posesiones,
que el pluriespacio mediático es el gran norte que orienta nuestras vidas, que lo que se edita y publica
en distintos medios nos fotografían instantáneamente los acontecimientos. El método baudrillardiano
consiste justamente en constatar las últimas consecuencias, sin disfrazarlas, de los fenómenos que hoy
son observables. Filosofía de la ilusión del fin. bv Para los sentidos del hombre todo pareciera que es
normal. El desequilibrio sobreviene con el descubrimiento de que lo que se cree real no es sino una
simulación generada al antojo de un gran computador central.
Abstract
The test approaches currents, theories and philosophical tendencies in the thought Baudrillard.
The image, from the picture and the cinema, it has been the one that has revolutionized the world
of the means and the way of being related, to think our culture during the last years. To include
the movement and the time in the images, to be able to arrive to multitudes to give a message, to
model or to manipulate the minds to likeness of what is projected, to unify modus world vivendi,
globalizar the market, to universalize uses and customs, to invade the most individual and intimate
environments by means of the forms information. Consequences of this evenly quick process in which
we live inmersos are the encircling dynamics that the man lives. Without realizing it remains thinking
that what you go through the screens is the true that what is listened gives certainty that the security
is in the possessions that the pluriespacio mediático is the great North that guides our lives that what
is published and it publishes in different means they photograph us instantly the events. The method
baudrillardiano consists exactly on verifying the last consequences, without disguising them, of the
phenomena that today is observables. Philosophy of the Illusion of the end, For the man’s senses
everything seemed that it is normal. The imbalance happens with the discovery that what feels real is
not but a simulation generated to the whim of a central great computer.
Matriz. En el mundo donde los seres humanos hacen y deshacen, crean la finitud y la
temporalidad por la misma lógica de que son finitos y temporales es una realidad del Ex
nihilo nihil fit. Matrix. Donde todo tiene unos referentes que lo generan y con los que se
relaciona. Es la matriz donde conforma un conjunto de relaciones que dan identidad y
soporte para crecer desde el encuentro crítico, esta conduce a hablar de ciertas escuelas,
de manera más amplia, o corrientes de pensamiento dentro de la filosofía1. En la dialé-
ctica de las corrientes filosóficas se puede apreciar una esquematización de todo el saber
filosófico, en tal sentido, desde la Ilustración se pueden definir dos grandes maneras de
concebir la filosofía.
Aquella que se fundamenta en la firmeza de la razón, en las potencialidades del indi-
viduo, en el optimismo de la administración social. La ciencia fecunda el horizonte futuro
de la humanidad y los grandes ideales de ensoñación permanecen intactos. El progreso
social, económico, de derechos individuales y científico mantienen al hombre en el sueño
de la paz y prosperidad. Desde el cogito cartesiano se respeta, con sus reservas, el raciona-
lismo y el idealismo de los Kant, Hegel…
En esas mismas épocas, existía una corriente de pensamiento paralela que negaba la
necesidad del respeto por el otro2, la potencia de la razón y proponía la pasión incontro-
lada junto con la oscuridad más profunda del ser humano. Baudelaire y el Marqués de
Sade pueden ser, entre otros, dos buenos representantes3. Todos ellos desean apartarse
de la ilusión de progreso y de las convenciones seguras de su época4. Desconfían de los
fundamentos que a los demás sostienen y de las creencias generales, aunque implique
soledad e incomprensión5.
1 «La misión de una escuela es transmitir a la generación siguiente la tradición, la doctrina de su fundador, su primer
maestro, y a tal efecto, lo más importante es mantener la doctrina inviolada... Es una tradición lo que permite o
alienta las discusiones críticas entre diferentes escuelas y, lo que resulta aún más sorprendente, dentro de una y la
misma escuela», Karl Popper, El mundo de Parménides. Ensayos sobre la ilustración presocrática, Ed. Paidós Básica,
Barcelona 1999, 40-41. El primer enunciado muestra un tipo de escuela dogmática en donde sólo se transmiten
conceptos y cualquier innovación es una herejía. Y la segunda, describe la tradición como generadora de crecimiento
y de innovación mediante el contraste de diversas ideas, enunciados que justifican el sentido de este artículo.
2 «Los ‘otros’ era el cuerpo en general del prójimo, la zona donde se podía, con todo el derecho que le asistía como
noble, practicar cualquier clase de abuso en dicha zona. Sólo que el abuso en Sade es la negación total del ‘otro’ como
criatura moral, física, ontológica, amorosa, afectiva y social; en el ‘otro’ aplica sus excesos y consuma sus estados de
irracionalidad», Francisco León, La filosofía del vicio. La biografía definitiva del marqués de Sade, Ed. Nueva Imagen,
México 2003, 181-182.
3 Cfr. David Roberts, «Marat/Sade, o el nacimiento de la postmodernidad a partir del espíritu de la vanguardia», en
Joseph Picó (comp…), Modernidad y postmodernidad, Alianza Editorial, Madrid 2002, 165-187; también Alicia H.
Puleo, «Moral de la transgresión, vigencia de un antiguo orden», en Isegoría 28 (2003) 245-251.
4 «Y así se oirá, en el mejor de los casos en medio del desierto y si no en el banquillo, la voz de aquellos artistas que, en un
solo libro, tratan de hacer oír su diferencia, su radical rechazo a la sociedad y a sus valores alicortos: voz de Baudelaire en Las
flores del mal, de Flaubert en L’Education sentimentale, de Fromentin en Dominique, voz de todos los exiliados del interior
que no disfrutan de la grandeza épica del exilio de Hugo convertido en mala conciencia del Imperio», Alain Verjat-Luis
Martínez de Merlo, «Introducción», en Charles Baudelaire, Les fleurs du mal, Ed. Cátedra, Madrid 72001, 12.
5 Alguien denominaría de manera general a esta corriente como «el Cogito quebrado», cfr. Paul Ricoeur, Sí mismo
como otro, Siglo XXI editores, México 1996, XXIII-XXVIII.
478 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
Este segundo punto es la que esbozaremos con mayor exegesis. No son originales en
el sentido de fundadores absolutos de una forma de ver la vida, sino son continuadores de
movimientos anteriores muy antiguos. Sobre todo, son referentes de grandes pensadores
del siglo XIX quienes, a su vez, tienen una influencia importantísima sobre autores de
nuestros tiempos.
Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Segmund Freud, son, en palabras de Recouer, fi-
lósofos de la sospecha, pero a este último no los abordaremos. Sólo los dos primeros y
posteriormente, a los estructuralistas y, desde ellos a los posmodernos. Más en concreto,
Jean Baudrillard. Pensador del mundo hiperreal. Mundo de ficción.
Los acontecimientos en el siglo XX son los que han debilitado fuertemente las espe-
ranzas del primero en cuanto a los modelos y han dado un tono más oscuro al segundo.
Las atrocidades, incesantes e inhumanas de la Segunda Guerra Mundial, han puesto en-
tredicho las capacidades de la razón humana y cuestiona los móviles reales de los indi-
viduos y de las masas. Es sospechoso el idealismo, porque la pasión irracional conduce
a las masacres6, el futuro es incierto, la memoria está adolorida7, el presente es lo que
permanece como instante que tiene que disfrutarse.
Esta reflexión trae como consecuencia el desarrollo de los medios, la publicidad de
las vidas privadas, la cercanía de lo más lejano, la fragmentación de las noticias de todo el
mundo, la duda sobre la realidad de lo que se ve en los medios, la caída de las seguridades,
el imperio de la simulación… nos acercamos con paso incierto a la actualidad de lo que
actualmente vivimos. Esta contidianidad humana concreta y real nos permite hacer un
análisis de la influencia para el pensamiento de Baudrillard de Marx, Nietzsche8 y estruc-
turalismo. En este texto sólo nos concentraremos en los mundos posibles de estos filóso-
fos en cuanto que: el método y la denuncia de la simulación mercantilista del primero, la
teoría sobre el lenguaje del segundo y el dinamismo irrefrenable del tercero que son claves
de referencia explícita o implícita del autor francés.
Uno de los pensadores de la sospecha es Karl Marx. Para muchos intelectuales de la
filosofía fue un heredero inconformista de la tradición filosófica anterior. Discípulo de
Hegel que en los principios sigue su pensamiento con todas las influencias en su tiempo,
posteriormente, aunque no muy tarde, rompe con el idealismo y mantiene como útil la
base de la dialéctica. La oposición, la negación se toma en cuenta como término impor-
tante de la realidad9. El principio de identidad no necesariamente nos lleva a un cono-
6 Victor Klemperer, LTI. Apuntes de un filólogo, Ed. Minúscula, Barcelona 2002, 381. 345.
7 Cfr. Horda Henelde Abedassis, «El retorno a la tierra natal», en Isegoría 25 (2001) 285; también en Patricio Peñal-
ver Gómez, «Del silencio en Auschwitz a los silencios de la filosofía. Judaísmos ultramodernos interminables», en
Isegoría 23 (2000) 117-138.
8 Cfr. Jacques Derrida, De la Gramatología, Ed. Siglo XXI, México 62000, 26-27.
9 Cfr. G. W. F. Hegel, «Prólogo» en Fenomenología del Espíritu, FCE, México, 1998, 15. Algo muy parecido era el
pensamiento de Heráclito con su pensamiento de que todo fluye y de que la manera de progresar es la relación de
los opuestos. Posteriormente otros filósofos (Aristóteles, Kant, Fichte...) tendrán en cuenta esta inquietud, quizá con
la nomenclatura de «ser» y «no-ser» y con la inquietud de explicar los cambios o lo que clásicamente se entendía por
«movimiento». Es Hegel quien la consume sistemáti-camente.
YUYAYKUSUN 479
Ruth Romero-H
cimiento cierto de lo que las cosas son10. Si es más fácil saber qué no es algo habrá que
empezar a desenmascarar las verdades que, aunque aparentemente sólidas, no son tales.
Ambos extremos se necesitan para llegar a una síntesis o negación de la negación que
es el devenir (werden)11. Éste es el auténtico conocimiento que no tiene fin, que cons-
tantemente relaciona lo que algo es y lo que no es en una unidad superior (contiene lo
favorable de ambas) que a su vez se sitúa en el ser y necesita del no ser… Para Hegel existe
un fin de este proceso: el espíritu absoluto12. Para Marx, siguiendo esta misma estructura,
el fin de la antítesis social será el hombre total de la sociedad comunista13.
En efecto, Mientras se llega a ella hay que descubrir, desenmascarar y suprimir ciertas
estructuras que se imponen al hombre y le hacen perder su humanidad. El hombre debe
tener un equilibrio y una relación con la naturaleza para cubrir sus necesidades. El medio
es el trabajo. Romper este equilibrio y convertirse en un sistema simulador de bienestar
a costa del hombre se lleva a cabo mediante el dinero. El capital compra el producto del
trabajo, se apropia de los medios de producción y hace prevalecer el valor de uso sobre
el valor de cambio. La alineación (veräusserung-entäusserung-entfremdung) es, pues, el es-
tado propio del proletario que no puede expresarse mediante el producto de su trabajo.
Como ya mencionamos de manera regular el sistema capitalista origina, una serie de
supraestructuras que mantienen la deshumanización del hombre y que desaparecerán
por sí mismas cuando acabe el sistema del capital14. Justicia, ética, religión, estado… son
algunas de las más características.
La justicia y la ética de la que se habla en los tiempos de Marx es una ética clasificada
por él como burguesa y, por tanto, caduca, porque:
«El marxismo, y no sólo él, también los existencialismos y los positivismos de prin-
cipios de siglo, arrasaron y barrieron los restos de una moral basada, a fin de cuentas, en
la buena voluntad del individuo... Esas críticas radicales fueron provechosas y acabaron
definitivamente con el individualismo metodológico —con el solipsismo en fin— de las
480 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
YUYAYKUSUN 481
Ruth Romero-H
20 F. Nietzsche, Verdad y mentira en sentido extramoral, en F. Nietzsche-Hans Vaihinger, Sobre verdad y mentira, Ed.
Tecnos, Madrid 31996, 18.
21 Ibíd., 44. En su teoría del conocimiento, el esquema de Nietzsche es el siguiente: primero, el hombre recibe una sen-
saciones, las cuales son traducidas a imágenes, que posteriormente, se convierten en conceptos (moldes que igualan
lo no-igual). Este proceso nos da la forma y el concepto, siendo así que en la naturaleza no existen ni conceptos ni
formas, sino una X desconocida.
22 F. Copleston, Historia de la Filosofía 7. De Fichte a Nietzsche, Ed. Ariel, México 1991, 322.
23 F. Nietzsche, Verdad y mentira en sentido extramoral, en F. Nietzsche-Hans Vaihinger, Sobre verdad y mentira,
482 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
Los juicios sintéticos a priori kantiano según Nietzsche se pueden reducir a juicios
morales de valor —esto es la tesis en cuanto a los valores—. No serían propiamente
condiciones subjetivas que conducían a un conocimiento cierto. Sino, son condiciones
del conocimiento, que en realidad es un enmascaramiento de la realidad, al que se llega
por presión social y al que tenemos que adherirnos para poder sobrevivir. En el fondo
toda la teoría del conocimiento de Nietzsche está modulada por la voluntad de vivir, por
la necesidad de conservarse en la especie mediante esa lucha por el poder. «La respuesta
de Nietzsche es: porque en esta necesitación lógica se impone la compulsión metalógica
de la historia natural, que es cabalmente la necesidad práctica de la reproducción de la
vida…»24. Es curioso el contraste con el pensamiento de Schopenhauer que consideraba
al impulso vital como lo más falso del instinto de conservación del hombre que estaba
condenado, como nada que era frente al no-existir, a desaparecer. Nietzsche es el defensor
de la voluntad de vivir como una pulsión instintiva que obliga al hombre a luchar por su
sobrevivencia con la seguridad de que la historia ha de volver a repetirse. El hombre no
desaparece en la nada (Schopenhauer), sino que está anclado en un eterno retorno del
tiempo que conduce a la nada (nihilismo de Nietzsche).
Está claro que hasta aquí llegamos al nihilismo. Por lo que no existe un mundo
verdadero. Simplemente, se reduce a lo que cada ser se fabrica lo verdadero. Desde este
pensamiento no es difícil derivar en un pragmatismo vital. Dice Copleston «Aún así, es
interesante observar cómo Nietzsche se anticipa a John Dewey en el uso de un enfoque
instrumental o pragmático de la verdad, incluso a la firme solidez de la verdad absoluta,
tanto lógica como teórica. Para él, aun los principios lógicos fundamentales, son simple
expresión de la voluntad de poder, instrumentos que posibilitan al hombre el dominio
del flujo del devenir»25 o en un indiferentismo total fundamentado en la subjetividad
engañosa de cada quien.
La característica principal de un nuevo hombre es la voluntad de vida. No es racista
—Este es uno de los puntos en el que los pensadores nazis desvirtuaron la filosofía de
Nietzsche. Éste odia ciertas costumbres alemanas como la cerveza y la salchicha y no cree
en el germanismo. Incluso, llega a escribir líneas de admiración a favor de los judíos; de
la misma manera puede decirse que, por otro lado, expresa su admiración por la cultura
francesa y su influencia en lo mejor del pensamiento alemán26— ni es el resultado de la
evolución biológica. El superhombre tiene la inocencia de un niño, tiene la capacidad de
crear valores, vive fiel a la tierra. Sería, la encarnación de todo el ideal nietzscheano, la
concientización axiológica en la mismísima naturaleza humana en la trayectoria temporal
y finita.
Ed. Tecnos, Madrid 31996, 23. Este texto ha de marcar definitivamente el pensamiento actual posmoderno. Algunos
casos podemos encontrarlos en Gianni Vattimo, El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura
posmoderna, Gedisa editorial, Barcelona 1998, 108; Jacques Derrida, «Tímpano», en Márgenes de la filosofía, Ed.
Cátedra, Madrid 1998, 15-35. (Edición cibernética: «Derrida en castellano»).
24 Ibid., 50.
25 F. Copleston, Historia de la Filosofía 7. De Fichte a Nietzsche, Ed. Ariel, México 1991, 323.
26 Cfr. Ib., 146; 68, cf. F. Nietzsche, Ecce homo, Ed. FCE, Buenos Aires 1996, 31.
YUYAYKUSUN 483
Ruth Romero-H
27 No existe texto más explícito que el acta de la muerte de Dios que Nietzsche hace pública, a modo de relato, en la
Gaya Ciencia, número 125, titulado «El Loco». Lo mismo se dice en el Aforismo 343 del mismo libro.
28 El pensamiento cristiano también ha reaccionado a las consecuencias de la muerte de Dios, La muerte de Dios ha
sido un tema recurrente hasta nuestros días. Ya Dostoievski advirtió de que con la ausencia de Dios todo estaba
permitido. Sobre este tema versa todo el discurso del Gran Inquisidor de los Hermanos Karamazov. Iván sería el
personaje literario que representa el nihilismo más extremoso, rayano con el anarquismo, cfr. Rosa María Phillips,
«Prólogo», en Fedor. M Dostoievski, Los hermanos Karamazov, Ed. Porrúa, México 101997, XX-XXIV.
29 Sobre el nihilismo y sus formas, cf. Martín Heidegger, «El nihilismo europeo», en Nietzsche II, Ediciones Destino,
Barcelona 2000, sobre todo el capítulo 5: «La proveniencia del nihilismo. Sus tres formas»: «Ya no se detiene sólo en
el sentimiento de carencia de valor y de meta del devenir, ya no se detiene sólo en el sentimiento de irrealidad del
devenir. El nihilismo se convierte ahora en expresa incredulidad, en algo así como un mundo erigido ‘por encima’
de lo sensible y lo que deviene (de lo ‘físico’), es decir en un mundo metafísico… No se detiene simplemente en el
sentimiento de la carencia de valor de este mundo del devenir y en el sentimiento de su irrealidad».
30 César Campomanes, Historia de la filosofía en su marco cultural, Ed. SM, Madrid 1993, 387.
484 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
en este sentido. Se opone a la idea lineal y teleológica del universo, con lo cual no admite
el transmundo platónico ni el otro mundo cristiano. Éste es el único mundo, en esto
coincidiría con Aristóteles.
La suprema fórmula de la felicidad a la tierra es el eterno retorno, del sí a la vida y
al mundo que pronuncia la voluntad de poder. Con esta afirmación Nietzsche dice que
todo lo que hay en el mundo es bueno y justificable, puesto que todo debe repetirse.
En el fondo se entona una alabanza de sí mismo y de la existencia. Cuando parece
gritar en silencio de que «Nunca había escrito que el dolor no formara parte de la vida.
Celebraba la vida con todo el dolor que ésta arrastrara consigo. La tarea que se había
encomendado había sido precisamente ésa, la de desenmascarar a todos aquellos que
predicaban que lo verdaderamente importante estaba en otra parte. Ya fuera en el cielo
o en el infierno, en la santidad, el heroísmo o el genio. No hay otro lugar, esto es lo
que hay, parecía decir Nietzsche con cada uno de sus escritos. «Pero decidme, herma-
nos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer?», se
preguntaba al comienzo de Así habló Zaratustra. Y respondía: «Inocencia es el niño, y
olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un pri-
mer movimiento, un santo decir sí»»31. Como se aprecia Zaratustra se convierte en el
máximo profeta del eterno retorno.
La filosofía de Nietzsche de esta manera convierte en un pensamiento filosófico o
filosofía positiva ya que todo es bueno y puede repetirse. El otro rostro del pensamiento
filosófico de Nietzsche es, además de la exposición de su filosofía, la crítica demoledora
de las ramas del saber que durante muchos siglos han representado el núcleo de la cultura
europea. Estos son: la filosofía y la civilización (cultura).
Lo que se define en función de la voluntad de poder es el nihilismo, que es la esencia
misma de la vida. En el lenguaje que utiliza Nietzsche se traduce esta palabra en dos sig-
nificados diferentes: a. Activo: signo del creciente poder del espíritu, b. Pasivo: decadencia
y retroceso del poder del espíritu.
En concreto el análisis de Nietzsche es que el segundo de nihilismo está a punto
de llegar. Porque, los valores que soportaban la cultura occidental son falsos y están en
contra de la misma vida. Valores que se han creado realmente una cultura de la nada,
en la que no se ha dado reconocimiento a la existencia: «Apenas se consolaba con un
mundo después de la muerte: su anhelo tendía más alto, más allá de los dioses, el griego
negaba la existencia, junto con su polícromo y resplandeciente reflejo en los dioses. En
la conciencia del despertar de la embriaguez ve por todas partes lo espantoso del absurdo
del ser hombre: esto le produce náuseas. Ahora comprende la sabiduría del dios de los
bosques»32. De «Dios es la verdad» se pasará a decir que «todo es falso». Este tiempo no ha
llegado todavía, pero está pronto. Cuando aparezca será el tiempo del último hombre que
31 José Andrés Rojo, «Nietzsche, demasiado humano» en El País (20 de mayo de 2000), Babelia 12.
32 F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, Alianza Editorial, México 1997, 244. En este punto hace referencia a las
limitaciones del pensamiento apolíneo en contraposición con lo dionisiaco. Queda clara, por otra parte, la influencia
que posteriormente Nietzsche tenga sobre el pensamiento existencialista francés.
YUYAYKUSUN 485
Ruth Romero-H
dará paso al superhombre. Nietzsche reacciona ante este nihilismo pasivo con el nihilismo
activo. Y se compone en dos vertientes:
a. Por una parte, es la potencia violenta destructiva contra los valores ya acabados. Los
valores no se derrumban por sí solos, sino que activamente se les rechaza.
b. Por otra parte, es la condición para que la voluntad de poder cree valores nuevos que
abran el camino del superhombre y del amor a la vida y a la existencia.
33 Ibíd., 129; 225. En esta obra la crítica a Sócrates aparece por todas partes. Cfr. Ib., 223-224.
34 «A su vez Nietzsche llamaba perspectivismo o fenomenalismo al hecho de que la naturaleza de la conciencia animal
implica que el mundo de que adquiere conciencia sea sólo un mundo superficial y generalizado, pues toda conciencia
se halla unida a una corrupción, falseamiento, superficialización y generalización. El conocimiento funciona, pues,
de acuerdo con las necesidades vitales del ente cognoscente sin que pude pretenderse nunca una objetividad», José
Ferrater Mora, Diccionario de filosofía, Ed. Ariel, Barcelona 2001, 2767.
35 Cfr. Jacques Derrida, De la gramatología, Ed. Siglo XXI, México 2000, 39-57.
486 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
escapa así a la historia clásica de las ideas, que da ya por supuesto la posibilidad de aquél, que
pertenece ingenuamente a la esfera de lo cuestionado y se profiere en ella»36. Esto se unifica
con la esencial importancia que le da al lenguaje, afirma Derrida «… La reflexión universal
reciba hoy un movimiento formidable a partir de una inquietud acerca del lenguaje –que no
puede ser sino una inquietud del lenguaje y dentro del lenguaje mismo…»37.
En ambos factores, originalidad en el tratamiento de la historia e interés inédito por
el lenguaje, componen la base de la originalidad del estructuralismo y hace que éste escape
a una clasificación histórica de las ideas clásicas. Se resiste a reduccionismos teleológicos o
causalistas que pretenden poseer una totalidad de sentido más allá de su expresión formal
y concreta, creen saber sus orígenes y sus consecuencias. Ante todo el estructuralismo
intenta conservar y respetar la autonomía y sentido interno de cada configuración, como
bien señala el mismo autor:
YUYAYKUSUN 487
Ruth Romero-H
40 Cfr. Michel Foucault, Tecnologías del yo, Ed. Paidós, Barcelona 1990, 86; La misma idea aparece en otro estruc-
turalista insigne: «El fin último de las ciencias humanas no consiste en constituir al hombre, sino en disolverlo»,
Lévi-Strauss, El pensamiento salvaje, cit. Por Giovanni Reale-Dario Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y
científico III. Del romanticismo hasta hoy, Ed. Herder, Barcelona 1995, 826.
41 Jacques Derrida, La escritura y la diferencia, Ed. Anthropos, Barcelona 1989, 39.
42 Cfr. F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, Ed. Alianza, Madrid 1991, 132.
43 Jacques Derrida, La escritura y la diferencia, Ed. Anthropos, Barcelona 1989, 44. «Pero Derrida está en la línea hei-
deggeriana, contra la metafísica de la presencia. La presencia —dice, de manera cercana a Lacan— es mera ilusión. Es
la que está vinculada a la identidad. Por eso Derrida exalta la diferencia, a la cual, para que tenga tanto el sentido de
lo diferente como de lo diferido, la llama différance (que ha sido puesto en castellano como diferancia o diferenzia),
Mauricio Beuchot, La semiótica. Teorías del signo y el lenguaje en la historia, FCE, México 2004, 175.1
44 A su estilo y desde su perspectiva Levinas da un giro rotundo respecto al principio de identidad y se fija mucho en
la otreidad o, dicho con las reservas apropiadas, en la diferencia o en la negación de la identidad, cf., Emmanuel
Levinas, La huella del otro, Ed. Taurus, México 2000.
45 Cfr. Michel Foucault, Las palabras y las cosas, Ed. Siglo XXI, México 1968, 333.375. También José A. Zamora, «Th.
W. Adorno y la aniquilación del individuo», en Isegoría 28 (2003) 231-243; cf. la noción de no-persona en Marshall
488 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
II
McLuhan-B. R. Powers, La aldea global. Transformaciones en la vida y los medios de comunicación mundiales en el
siglo XXI, Gedisa Editorial, Barcelona 1996, 143.
46 André Gide, Prometeo mal encadenado, Distribuidores Fontamara, México 2004, 67-75. La reacción de Prometeo al
comerse su águila (conciencia) es la ironía y la risa.
47 Sobre la caída de la metafísica tradicional y sobre la influencia de Heidegger en este fenómeno, cf. Hannah Arendt-
Martin Heidegger, Correspondencia 1925-1975 y otros documentos de los legados, Ed. Herder, Barcelona 2000, 173.
48 Cfr. Klaus R. Scherpe, «Dramatización y des-dramatización de «el Fin»: la conciencia apocalíptica de la modernidad
y la post-modernidad», en Joseph Picó (comp..), Modernidad y postmodernidad, Alianza Editorial, Madrid 2002,
352.
49 El opacamiento de la centralidad del sujeto de la que ya hablamos más arriba y que desde otro punto de vista vamos a
ver en este apartado, tiene uno de sus fundadores, desde un punto de vista existencial y epistemológico, en Heidegger,
cf. Rüdiger Safranski, Un maestro de Alemania. Martín Heidegger y su tiempo, Tusquets Editores, Barcelona 2003,
132.
50 John Locke, Carta sobre la tolerancia, Ed. Tecnos, Madrid 31994. Véase también, Ruth Romero, Tolerancia y demo-
cracia. Ed. IPCIAL, 2006.
51 I. Kant, «Contestación a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?», en Isegoría 25 (2001) 287-291.
YUYAYKUSUN 489
Ruth Romero-H
definitorios de los derechos humanos52, moral civil53… son conceptos que preparan la
identidad de una ciencia que se centra en la sociedad y no en los mandos gobernantes de
un tipo u otro.
Dentro de estas bases aparece en las primeras décadas del siglo XX el pensamiento
de José Ortega y Gasset54. La importancia de los periódicos, la generalización de noticias,
el derecho asumido de la huelga, las aglomeraciones de personas, ciertos cambios de
comportamientos… son indicadores que llevan al autor español a desarrollar el cambio
del concepto «gente» al de «masa», veamos la siguiente cita: «El concepto de muchedum-
bre es cuantitativo y visual. Traduzcámoslo, sin alterarlo, a la terminología sociológica.
Entonces hallamos la idea de masas social. La sociedad es siempre una unidad dinámica
de dos factores: minorías y masas. Las minorías, son individuos o grupos de individuos
especialmente cualificados. La masa es el conjunto de personas no especialmente cualifi-
cadas. No se entienda, pues, por masas, sólo ni principalmente «las masas obreras». Masa
es el «hombre medio» [...] es la cualidad común, es lo mostrenco social, es el hombre en cuanto
no se diferencia de otros hombres, sino que repite en sí un tipo genérico»55. Todos ellos reflejan,
a manera de indicadores, las consecuencias que una mayor distribución y abundancia de
dinero han provocado en la sociedad burguesa.
El dinero es sinónimo de mayor comodidad, cuando menos de unos cuantos. Pero no
es lo mismo que posesión de cultura, educación y sentido crítico. Esto es lo que Ortega
avisa: la fuerza de una mayoría más acomodada, que no siempre es una mayoría más pre-
parada. El espíritu gregario, anónimo, es una de las características más representativa del
hombre-masa tan creciente en Europa. Porque:
Triunfa hoy sobre todo el área continental una forma de homogeneidad que amenaza
consumir por completo aquel tesoro. Dondequiera ha surgido el hombre-masa de que
este volumen se ocupa, un tipo de hombre hecho de prisa, montado nada más que sobre
unas cuantas y pobres abstracciones y que, por lo mismo, es idéntico de un cabo a otro
de Europa [...] carece de un «dentro», de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de
un yo que no se puede revocar56.
En este sentido, sobre el marco general de los paradigmas sociales fundamental en el siglo
XX, se destacan las dificultades orteguianas y, posteriormente, las de otro tipo de pensa-
miento totalmente diferente como es el de Baudrillard.
52 Declaración de Filadelfia en 1776, Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano en 1791, Constitución
francesa de 1793…
53 Cfr. Adela Cortina, «La pregunta por la ética. Ética religiosa en diálogo con la ética civil, Universidad Pontificia de
Salamanca, Salamanca 1993, 41-56.
54 Una introducción somera y contextualizada, cf. Julián Marías, Ortega. Las trayectorias, Alianza Universidad, Madrid
1983, 217-263.
55 José Ortega y Gasset, La Rebelión de las masas, Ed. Planeta, Barcelona 1995, 76.
56 José Ortega y Gasset, «Prológo para franceses», en Ibíd., 49. Cfr. página. 49 sobre la mutua influencia entre la masa
y el lenguaje; 60-61 sobre la relación entre la política y el hombre-masa.
490 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
57 Cfr., J. Baudrillard, El paroxista indiferente. Conversaciones con Philippe Petit, Ed. Anagrama, Barcelona 1998, 38.
58 Es similar esta idea a la «différance» o «diferancia», que utiliza Derrida: cf. J. Derrida, «La Différance», en Márgenes
de la filosofía, Ed. Cátedra Madrid 31998; Id., «Carta a un amigo japonés», en Cristina Peretti, El tiempo de una tesis:
Deconstrucción e implicaciones conceptuales, Proyecto A Ediciones, Barcelona 1997, 23-27.
59 Cfr. Gilles Lipovetsky, La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Ed. Anagrama, Barcelona
12
2000, 36-45; cf. Rüdiger Safranski, Nietzsche. Biografía de su pensamiento, Tusquets editores, Barcelona 2002, 21.
La hipnosis proveniente desde los mass media y la falta de compromiso en todos los sentidos, da como resultado un
sentimiento difuso de apatía, característico de la denominada posmodernidad. Aunque, adelantamos, el concepto de
apatía de Baudrillard no es idéntico al de Lipovetsky.
60 Jean Baudrillard, El paroxista indiferente. Conversaciones con Philippe Petit, Ed. Anagrama, Barcelona 1998, 11-12.
Cfr. J. Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona 1993, 29.
YUYAYKUSUN 491
Ruth Romero-H
ya no existe una realidad que ‘se sostenga’. Para él cualquier conjunto de cosas puede ser
manipulado y mezclado ad libitum, a su gusto, de miles de formas»61.
Está claro de que esto no es sino el juego de la computerización cibernética, que dis-
fraza su información de fondo fundamental en la diversidad incuestionable e inacabable
de funciones. Lo que tradicionalmente consideramos como realidad tiene las caracterís-
ticas para Baudrillard de la diferenciación y de una relación estrecha entre el sujeto y el
objeto. La hiperrealidad se caracteriza por poseer un universo integrado y por la ausencia
de relación entre sujeto y objeto. La tecnología es la causante de la revolución actual de
todas las acciones posibles dentro de la virtualidad y de la conversión de lo real en hipe-
rrreal, de lo diferenciado en integrado, de lo tangible en virtual. En este mundo hiperrreal
el sujeto pasa a la sombra de la acción, por no decir que es totalmente eliminado. Éste
es el contenido del crimen perfecto de nuestros días: «Esto es la historia de un crimen,
del asesinato de la realidad. Y del exterminio de una ilusión, la ilusión vital, la ilusión
radical del mundo. Lo real no desaparece en la ilusión, es la ilusión la que desaparece en
la realidad integral»62.
La actual sociedad se ha sofisticado tanto y se ha tecnificado de tal manera, que el
hombre se siente fuera de ese mundo tan perfecto, artificial y esterilizado63. Su extraña-
miento es parte de la impotencia cínica que muestra ante el proceso de e(in)volución. Se
convierte en el entorno prescindible de un tipo de socialidad imprescindible. La retrac-
tación y la saturación en los sistemas estelares es el ejemplo que Baudrillard utiliza para
describir esta peculiar y descontrolada dinámica de la sociedad.
La negación del sujeto histórico. Las palabras que utiliza Baudrillard son valor de uso,
sociedad normalizadora, lo social, razón dialéctica, historia, producción de significado…
para hablar de la sociedad que busca un orden estable, controlada por un poder como ya
hemos señalado. Entre estos conceptos incluye también su crítica a la política.
Los principales ideales sobre los que se ha movido la política en los últimos tiempos
están fundamentados en la comprensión del valor de uso como campo, universalmente
accesible, de verdad. Afirma Baudrillard que: «… lo hizo en nombre de la emergencia
en acto de la fuerza de trabajo, de la fuerza propia del hombre de hacer surgir valor por
medio de su trabajo (‘pro-ducere’), y cabe preguntarse si no hay aquí una ficción análogo,
una naturalización análoga, es decir, una conversión igualmente arbitraria, un modelo de
simulación destinado a codificar todo material humano, toda eventualidad de deseo y de
intercambio en término de valor, finalidad y producción [...] se trata de una gigantesca
61 Giovanni Sartori, Homo videns. La sociedad teledirigida, Ed. Taurus, Madrid 2003, 43, nota 13. Cfr. también las pá-
ginas 41.62.64.99.113.190. Cfr. Gilles Lipovetsky, Metamorfosis de la cultura liberal. Ética, medios de comunicación,
empresa, Ed. Anagrama, Barcelona 2003, 106.
62 Jean Baudrillard, El crimen perfecto, Ed. Anagrama, Barcelona 2000, 9.
63 Ya lo intuían a principios de los 70’s dos pares de ojos agudos: «El poder de la esencia de la técnica apenas se percibe,
claro está. Todo se mueve en lo superficial. El individuo ya no puede nada contra la impertinencia de los ‘medios de
masas’ y de las instituciones…», Hannah Arendt-Martin Heidegger, Correspondencia 1925-1975 y otros documen-
tos de los legados, Ed. Herder, Barcelona 2000, 228. Véanse también las páginas 223 y 231. Cf. Jean Baudrillard, «Il
virtuale ha assorbito il reale», en Mediamente.rai.it (1999) 4.
492 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
elaboración secundaria que alucina en términos racionales esa predestinación del hombre
a la transformación objetiva del mundo (o a la ‘producción’ de sí mismo tema humanista
hoy en día generalizado: ya no se trata de ‘ser’ uno mismo, se trata de ‘producirse’ a sí
mismo, desde la actividad consciente hasta las ‘producciones’ salvajes del deseo)»64.
Las expresiones como «valor de uso», «valor de cambio»… aparece muy clara la alu-
sión al pensamiento marxista. Pero, para Baudrillard, el valor de uso junto con el valor de
cambio se presentan como dos aspectos diferentes de la mercancía: el primero, implica
su utilidad para ciertos agentes, que es lo que permite que la mercancía partícipe en el
intercambio; el segundo, se refiere a poder disponer de ciertas cantidades de otras mer-
cancías en intercambio. El valor de uso no es el centro de las investigaciones de Marx; da
más importancia al valor de cambio porque afecta al proceso de deshumanización en el
hombre.
El pensamiento Baudrillardiano es justamente sobre la política que comienza elimi-
nar al sujeto histórico y sus ansias emancipadoras65. También, su pensamiento se aden-
tra en los procesos de deshistorización66 y desocialización propio de la estructura de la
sociedad mediatizada en la que vivimos. En la cultura moderna, la colectividad política
está compuesta por los medios de masas como simulacro. En este aspecto lo que se inter-
cambia es una sobreabundancia de información abstracta e hipersimbólica absolutamente
desfondada67. En esto lo que está en juego es la máxima producción de significado y
palabras para unos sujetos históricos que son, a la vez, sujetos y efectos del orden de si-
mulacro. Como se puede ver, sobre las categorías marxistas de análisis, se superpone una
64 Jean Baudrillard, El espejo de la producción o la ilusión crítica del materialismo histórico, Ed. Gedisa, México 1984,
11.
65 «El objeto ha sido para mí la ‘contraseña’ por excelencia. Desde el comienzo, elegí ese ángulo porque quería desen-
tenderme del problemática del sujeto…en los años sesenta, el paso de la primacía de la producción a la del consumo
situó los objetos en un primer plano… lo que me ha interesado realmente no es tanto el objeto fabricado en sí mismo
como lo que los objetos se decía entre sí, el sistema de signos y la sintaxis que elaboraban. Y, por encima de todo,
el hecho de que remitían a un mundo menos real…», Cfr. J. Baudrillard, Contraseñas, Ed. Anagrama, Barcelona
2002, 13; también 57. Cfr., Entrevista de Cristina Carrillo de Albornoz a J. Baudrillard, en El cultural del El
Mundo, 22 de mayo 2002, 3. «Notable fantasía que se confunde con la de la representación, donde el hombre deviene
en sí mismo su propio significado, interpreta el rol de un contenido de valor y sentido, en un proceso de expresión
y acumulación de sí misma cuya forma se le escabulle», J. Baudrillard, El espejo de la producción o la ilusión crítica
del materialismo histórico, Ed. Gedisa, México 1984, 12.
66 «Baudrillard ha visto en la ahistoricidad de esta sociedad postmoderna un parodia del instante mesiánico convertido
ya en real… El pensamiento postmoderno se presenta así como un intento de vislumbrar el futuro desde un mundo
en el que ya ha ocurrido todo y ninguna utopía o razón queda por venir. La fuerza y plenitud de las cosas está en el
presente, que se convierte en fugaz apariencia para el individuo y eterna representación para una humanidad en la
que lo siempre nuevo se convierte indefinidamente en siempre los mismos. Desaparece así el concepto de historia
como progreso de la razón y de transformación social, y se convierte en un presente cuya última finalidad es su pro-
pia reproducción», Joseph Picó, «Introducción», en Id. (comp…), Modernidad y postmodernidad, Alianza Editorial,
Madrid 2002, 48-49.
67 «… Cada vez es más común el uso de la propaganda de la hiperinformación, la cual se vale de la sobreabundancia
de datos y el desmesurado flujo de información que ofrecen las comunicaciones digitales para neutralizar cualquier
intento de razonamiento… La continuidad narrativa no tiene la menor importancia en el mundo de la propaganda.
La magia del propagandista consiste en crear un tiempo fuera del tiempo, inmune a cualquier noción de coherencia
y al juicio de la historia», Naief Yehya, Guerra y propaganda. Medios masivos y el mito bélico en Estados Unidos, Ed.
Paidós, México 2003, 40.
YUYAYKUSUN 493
Ruth Romero-H
materialidad totalmente distinta que nos conduce a otro tipo de sociedad. Está claro que
lo que interesa a Baudrillard es la sociedad manipulada y el sujeto alienado por los medios de
comunicación masivos electrónicos, especialmente por la televisión68. En la sociedad actual las
consecuencias estratégicas de la televisión son los siguientes:
a. nebulosa hiperrealidad de las masas, ¿Quién es y quién maneja las masas?69
b. comunicación escenificada como marco excelente para el sistema de poder.
c. generalización y explosión de la información combinada con la implosión y vacuidad
de significado.
d. comunicación irreversible que no produce respuestas; el emisor puede convertirse en
receptor y viceversa.
68 «En cualquier caso, tendremos que padecer este nuevo estado de cosas, esta extroversión forzada de toda interioridad,
esta inyección obligada de toda exterioridad que significa literalmente el imperativo categórico de la comunicación»,
J. Baudrillard, «El éxtasis de la comunicación», en Hal Foster (ed.), La postmodernidad, Ed. Kairós, Barcelona
2002, 196.
69 No faltan noticias provistas de credibilidad que hablan documentadamente de reuniones organizadas en secreto
por ciertos poderes para acordar medidas de índole mundial, cf. Daniel Estulin, «Los amos del mundo», en Época
(agosto 2004) 10-16; Id. «Los secretos de Bilderberg», en Época (agosto 2004) 17-22. Lo mismo pudiera decirse, por
ejemplo, de las más abiertas y conocidas reuniones que tienen lugar en la localidad suiza de Davos.
70 «Los ciudadanos no deciden conscientemente ver la televisión. Lo hacen por una especie de atracción, de hipnosis
aturdida. Cada uno de ellos es un punto intermedio en el circuito, o en ese anillo de Moebius de la información», J.
Baudrillard, El paroxista indiferente. Conversaciones con Philippe Petit, Ed. Anagrama, Barcelona 1998, 56.
71 Cfr. aterrizado a la realidad mexicana, Sergio Sarmiento, «¿Dialogar en los medios?», en Letras Libres 65 (2004) 36-
38.
72 «Parece que esta obsesión por el paso a la acción determina en la actualidad todos nuestros comportamientos: temor ob-
sesivo a todo lo real, a cualquier acontecimiento real, a cualquier violencia real, a cualquier goce demasiado real. Contra
esta obsesión por lo real hemos creado un gigantesco dispositivo de simulación que nos permite pasar a la acción in vitro
(hasta resulta cierto para la procreación). A la catástrofe de lo real preferimos el exilio de lo virtual, cuyo espejo universal
es la televisión», J. Baudrillard, La guerra del Golfo no ha tenido lugar, Ed. Anagrama, Barcelona 2001, 16.
494 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
los sujetos históricos responden a los ordenamientos de los propios mass media. Los
medios nunca van a defender que el estar sometido sea bueno, ellos se convierten en
los pioneros de la libertad duradera, autenticidad y dignidad de la persona. En otras
palabras, su intención es, desde el interior del mismo lenguaje y significado, vaciarlos
de contenido;
b. La propuesta particular de Baudrillard para combatir el simulacro es resistencia como
objeto. En un sistema construido sobre el poder y la seducción73 y que resulta cínico
en su ejercicio de vacuidad significativa, la mejor resistencia es situarse a distancia de
manera igualmente irónica74.
YUYAYKUSUN 495
Ruth Romero-H
o desafío del poder moderno. Este enfoque está mucho más cercano al pensamiento ni-
hilista nietzscheano que al de los estructuralistas franceses. El poder, en definitiva, es un
signo de lo que nunca fue, es una simulación de una unidad abstracta que se impone a
nuestra experiencia.
Desapareciendo la representacionalidad clásica del poder sociológico (poder/norma),
del poder político (poder/soberanía) y del poder económico (poder/mercancía), solamente
queda el poder de nada, su referencia es la nada. En esto consiste el lado oscuro del ejercicio
de poder moderno. El poder muerto se mantiene entre el cambio y la rescisión. Baudrillard
descubre con sorpresa y para su sorpresa que el poder más cínico, omnímodo, exclusiva-
mente relacional y simulador que haya podido existir ha sido el fascismo. Por un lado, el
fascismo ha sido los suficientemente fuerte como para arrasar con los referentes consuetudi-
narios de su tiempo. Por otro, podría ser la única forma actual de poder fascinante porque
sería capaz de volver a subvertir los valores y generar un finiquito axiológico.
En espectro real de la mercancía, es decir el eclipse de la forma-mercancía, era y es vi-
sible la obscenidad de ésta cuando el precio de la libre circulación impone la equivalencia
o mayor que el valor de uso del mismo objeto que se ofrece en el mercado (plusvalía). La
obscenidad76 radica en su abstracción y formalidad, frente al peso y sustancia del objeto.
En este marco lógico, la mercancía es transparente frente al secreto del objeto, su
obviedad es su precio. A través de su valoración monetaria entran en contacto todos los
objetos. Es por eso que la mercancía es el primer gran medio de la modernidad. Esta
mediación tiene, por otra parte, diferente efecto: al mismo tiempo que pone en relación
todo por el precio, reduce al extremo su valoración y, por tanto su significado. El mensaje,
en el fondo, ya no existe, es el medio quien se impone en su pura circulación, en su puro
intercambio. A esto Baudrillard lo denomina como éxtasis.
Es algo que permanece en diálogo cercano y fecundo con el pensamiento original
marxista. Sigue sus huellas y realiza la crítica que desde la actualidad impelen las nuevas
circunstancias77. Nuestro autor obtiene una originalidad teórica en sus primeros brillos
cuando aprovecha la ruptura epistemológica, dentro de la estructura de la acción social,
que acontece cuando el objeto de la investigación pierde sus referentes objetivos. Es decir,
se desenmascara y aligera el peso de la «producción» como esquema material del orden
76 «Puede que la definición de la obscenidad sea el devenir real, absolutamente real, de algo que, hasta entonces, estaba
metaforizado o tenía una dimensión metafórica… Cuando las cosas devienen demasiado reales, cuando aparecen
inmediatamente dadas, realizadas, cuando nos hallamos en ese cortocircuito que hace que tales cosas se aproximen
cada vez más, nos hallamos en la obscenidad…», Jean Baudrillard, Contraseñas, Ed. Anagrama, Barcelona 2002,
35-36.
77 «Basta con prolongar este análisis marxista, o llevarlo hasta el segundo o el tercer poder para comprender la trans-
parencia y la obscenidad del universo de la comunicación, que deja muy detrás de él aquellos análisis relativos del
universo de la mercancía. Todas las funciones abolidas en una sola dimensión, la de la comunicación. Ese es el éxtasis
de la comunicación. Todos los secretos, espacios y escenas abolidos en una sola dimensión de información. Eso
es obscenidad», Jean Baudrillard, «El éxtasis de la comunicación», en Hal Foster (ed.), La posmodernidad, Ed.
Kairós, Barcelona 52002, 194. Es curioso cómo se hacía este mismo análisis en una plática que dio Gabriel Marcel,
«La violación de la intimidad y la destrucción de los valores», en Dos discursos y un prólogo autobiográfico, Ed. Herder,
Barcelona 1967, 35-72.
496 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
78 Cfr. Mauricio Beuchot, La semiótica. Teorías del signo y el lenguaje en la historia, FCE, México 2004, 161-177.
YUYAYKUSUN 497
Ruth Romero-H
«No hay retorno. Todo ha terminado»79. Matrix Re (in)-volutions. Frases como éstas
se repiten con frecuencia como resultado de los análisis a distintos niveles de la realidad.
Como se vislumbra en torno al año 2000 se recapitulaban respuestas de este tipo ante
la incertidumbre del rumbo de la humanidad en esas fechas. Nada de esto es nuevo. En
distintos momentos de la historia de la humanidad se ha jugado con el temor al fin, con
la (in-)certidumbre de que todo acababa, con la forma interna de entender los distintos
momentos del tiempo, con la finalidad y existencia de la historia. El fin, tal y como lo en-
tiende Baudrillard, es el objeto de interés en este apartado. Él va un poco más allá de estos
comentarios milenaristas que todos hemos escuchado como preanuncios de algo real que
acontecerá cuando menos lo esperemos. Va más allá de la ilusión de un fin, porque:
«A través de eso mismo, entramos, más allá de la historia, en la ficción pura, en la
ilusión del mundo. La ilusión de nuestra historia desemboca en la ilusión mucho más
radical del mundo. Ahora que hemos cerrado los ojos sobre la Revolución, ahora que
hemos roto el Muro de la Vergüenza, ahora que las bocas de la contestación se han ce-
rrado (con el azúcar de la historia derritiéndose en la lengua), ahora que ni el espectro
del comunismo, tampoco el del poder, obsesionan a Europa y a las memorias, ahora que
la ilusión aristocrática del origen y la ilusión democrática del fin se alejan cada vez más,
hemos dejado de tener la elección de avanzar, de perseverar en la destrucción actual o de
retroceder, sólo nos queda la de afrontar esta ilusión radical»80. Quien muere para vivir
siempre. «Esta compulsión de inmortalidad, de una inmortalidad definitiva, gira en torno
a una locura singular: la locura de lo que ha alcanzado su objetivo. La locura identitaria,
locura de saturación, de compleción, de repleción. También de perfección. La ilusión
mortífera de la perfección… Si los objetos ya no envejecen con nuestro trato, es que
estamos muertos»81.
Como sabemos los humanos, desde antes de la Edad Media y hasta nuestros días se
hace frecuente la pregunta por la inmortalidad. El deseo de conocer qué sucederá más allá
de la muerte, en un futuro que nos ubicaría, por decirlo de alguna manera, más allá del
tiempo y de las coordenadas propias de nuestra condición. A lo largo de toda la historia
de la filosofía se ha debatido la condición del tiempo. Algunos de los autores han dado
preferencia al presente82, otros al futuro83 y otros al pasado84. Para todos ellos el tiempo
79 Inscripción en un pizarrón de aula perteneciente a la escuela de Pripiat, lugar cercano a Chernobyl. Está fechado el
28 de abril de 1986, después del fallo de seguridad de esta famosa central nuclear. Para estos estudiantes, para esos
habitantes todo había terminado. Se enfrentaban a la fuerza demoledora y sorprendente en aquel momento de la
muerte. Señala Baudrillard
80 Jean, Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona 1993, 184.
81 Jean Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona 1993, 153.
82 San Agustín sería un muy buen representante de la importancia del presente. Uno de los lugares más claros en toda
su obra es el libro XI de sus Confesiones. Paul Ricoeur», en Augustinus 39 (1994) 5-19; Seoane Pinilla, «La historia
y el tiempo en las Confesiones», en Augustinus 37 (1992) 363-369.
83 Heidegger sería un caso apropiado de esta opinión. Cf. Martín Heidegger, El concepto de tiempo, Ed. Trotta, Madrid
2003. Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido, Ed. Trotta, Madrid 2003, 463-484. En su muestra más exa-
gerada tendríamos que mencionar los planteamientos apocalípticos de fin de milenio o de los intérpretes inspirados
de los últimos signos de los tiempos.
84 No falta quien, hasta popularmente, defienda que cualquier tiempo pasado fue mejor. En este contexto, más de ma-
498 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
es real y es concebido como tal de una forma u otra. El tiempo es una parte esencial de
la realidad humana o de la estructura del mundo en el que vivimos. Es pues, algo inevi-
table para concebir al hombre dentro de su situación o circunstancia. No es un tiempo
cronológico, en sentido vulgar, del que muchos de estos pensadores hablan, sino que es
un tiempo más denso, más existencial, más óntico.
Sin embargo, la concepción de tiempo actual tiene la característica esencial de instan-
taneidad. Se desea la inmortalidad de la especie en tiempo real, ya no en tiempo diferido,
como antes, sino en el momento. Baudrillard no habla de la muerte en el antiguo tiempo
real, ni del fin en ese mismo tiempo. Tanto la inmortalidad como el fin entendidos de esa
manera eran pura ilusión.
El nuevo tiempo real implica hablar del fin y de la muerte en diferido, por televisión
o por video juego. Nada sucede ya en tiempo real, ni tan siquiera la historia. Los medios
de comunicación crean el auténtico tiempo real. Ellos marcan la pauta de qué existe como
hecho o qué deja de interesar. Ya no interesa la importancia o la gravedad del hecho. No
interesa lo que aconteció objetivamente hablando. Los medios nos hacen presenten los
hechos desde su ángulo y los mantienen vivos el tiempo que es de su interés. De esta ma-
nera nos liberamos del paso del tiempo y soñamos con superar el fin, que nunca llegará.
Se trata del tiempo real de los acontecimientos85, acelerados por los instrumentos que nos
los dan a conocer. En definitiva, nos ubicamos (¡nos ubican!; no se sabe quiénes) en otras
coordenadas que nos permiten ilusionarnos con la superación de las anteriores.
Debido a la absurdidad de la pregunta actual por el fin, los pensadores y la sociedad
han pasado a preocuparse por el origen. La ilusión del fin retrocede ante la fuerza de la
ilusión por la causa. Toda la explosión genética y clónica responde a estas inquietudes ilu-
sorias por el génesis de todo. Se mezclan, entonces, las preocupaciones por el principio y
por el fin, en una dinámica envolvente, reversible y acelerada por los medios, que después
veremos qué consecuencias provocan.
Junto con el desdibujamiento de la realidad y del tiempo, también desaparecen con-
ceptos como creencia o valor. Hasta no hace mucho los pensadores se preguntaban por la
existencia o inexistencia de Dios, de la verdad, de la realidad… Actualmente estos cues-
tionamientos se convierten en superfluos, porque en nuestros días simplemente refrac-
tamos lo que nos presentan sin importarnos su realidad o su credibilidad. Refractamos
como espejos la ilusión de lo comunicado o de la política sin importarnos si hay que creer
en ellos o no, así como al espejo no le importa la imagen que refleja.
nera cultivada, se ubican las discusiones sobre términos como historicidad (Geschichtlichkeit) o de historia (Geschis-
chte). Cfr. Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido, Ed. Trotta, Madrid 2003, 484-501. Un hecho derivado y
característico de nuestro tiempo es la tendencia a «museizar» la historia, a congelar la memoria, «La celebración y la
conmemoración en sí mismas no son más que la forma suave del canibalismo necrófago, la forma homeopática del
asesinato con guante de seda. Ésa es la tarea de los herederos, cuyo resentimiento hacia el muerto no tiene fin. Los
museos, los jubileos, los festivales, las obras completas, los más ínfimos fragmentos inéditos, todo ello da fe de que
entramos en una era activa de resentimiento y de arrepentimiento», Jean Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga
de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona 1993, 40.
85 Entendido este término (Ereignis) de manera muy distinta a como lo entiende Heidegger. El acontecimiento de
Baudrillard queda determinado por la presentación real en los medios.
YUYAYKUSUN 499
Ruth Romero-H
86 Cfr. Jean-François Lyotard, La posmodernidad (Explicada a los niños), Gedisa Editorial, Barcelona 2003, 29-32.
87 «Canetti da, con la bomba atómica, un ejemplo sobrecogedor de este asesinato de la metáfora, del sueño, de la ilu-
sión, de la utopía a través de su realización incondicional, de cualquier idea, de cualquier trascendencia a través de su
ejecución material», Jean Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona
1993, 157.
88 Gianni Vattimo, «Supernietzsche», en www.jornada.unam.mx (11-02-01).
89 Jean Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona 1993, 165.
500 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
romántica, o como ahora se diría: gótica, de Mary W. Shelley, nos servirá para hacer un
recorrido rápido por los esfuerzos que el hombre hace para llegar a tener una identidad,
algo fijo y establecido, en medio de esta circunstancia cambiante en la que le toca vivir.
El engendro no humano, sí con sentimientos humanos, representa al Prometeo moderno
que es fabricado con el dominio de la chispa de la vida y abre la posibilidad de poder
controlar la muerte. Identidad e individualidad serán dos intenciones de Frankenstein, así
como dos guías que marcarán nuestro caminar en este punto.
Heidegger consideraba dentro de su pensamiento que la calidad de «pro-yecto» es el
mismo ser del Da-sein90. El «ser-ahí» está arrojado («yecto») en el mundo para conquis-
tar el máximo desarrollo de las potencialidades que posee. Justo, como decíamos más
arriba, en la perfección o cumplimiento o límite de todas estas posibilidades consiste la
inmortalidad actual. Es un contrasentido absoluto ya que se trata de una inmortalidad
que implica la suma y repetición de uno mismo. Ya no es lineal ni postemporal, sino el
mismo (re- o in-) volver sobre lo mismo91. No hay propiamente fin, ni avance. Así es la
caracterización de nuestro tiempo, es la oferta de realización máxima del ser humano
como programa. La causa última de este fenómeno es la rapidez y la inercia propia en el
desarrollo de estas posibilidades92.
Claro está que sólo el ámbito del lenguaje parece liberarse de este torbellino de ra-
pidez. No hay manera, de momento, de poder explicar y dominar todos los sentidos y
contenidos que se incluyen dentro de las palabras en sus diferentes contextos. Aunque a
subsanar este límite es a lo que tiende en nuestros días el lenguaje informático, a utilizar
todas las significaciones simultáneas y rellenar este vacío. Esta ilusión de llegar al cumpli-
miento de todas las posibilidades de uno mismo es una fantasía de muerte, es la política
de quienes tienen pocos recursos y están obligados a explotarlos al máximo. Viéndolo
desde uno mismo favorece y necesita una cultura de autoesclavitud que opaca la presencia
del otro, puesto que cada quien sustituye al otro en el papel de opresor. Es el colmo de la
esclavitud voluntaria. Nada importa, sino la autoconsumación de uno mismo. El hom-
bre está encadenado a sí mismo por la invitación a ser él mismo. Es la figura del nuevo
Prometeo encadenado por el real horizonte de los acontecimientos más allá del cual nada
sucede [condición humana Platónica-teoría de la caverna]. Existen dos aspectos funda-
mentales en el «frenesí de cumplimiento»: el paso a lo universal y el individualismo.
90 «Ser nuestras posibilidades, ser posibilidad, es ser arrojándonos hacia delante, es ser ‘proyectándonos’. Por eso el ‘com-
prender’, que es el ser lo que podemos ser, el ser posibilidad, es ‘proyección’. Ésta es el movimiento, la relación misma
esencial a nuestras posibilidades, a la posibilidad que somos más radicalmente que nada, no un hacernos un ‘plan
de vida’, una representación ‘teórica’ de nuestras posibilidades», Rivera, Introducción a El ser y el Tiempo de Martín
Heidegger, Fondo de Cultura Económica, México 1996, 47.
91 «Nous ne sommes plus dans un temps linéaire, nous sommes peut-être dans un temps un peu chaotique, où il y a des
récurrences, des turbulences…», Jean Baudrillard, «Au-delà de la fin», en Les humains associés 6 (1993-1994) 3.
92 «Se alcanza con ello la inmortalidad de hecho, por mero olvido de la fórmula para detenerse. Inmortalidad horizon-
tal, por aceleración y por inercia, por agotamiento de las posibilidades, y donde ya no interviene el corte vertical de la
muerte. Más ilusoria aún que las formas trascendentes de la inmortalidad, puesto que evidencia todas las muestras de
le eficacia material», Jean Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona
1993, 154.
YUYAYKUSUN 501
Ruth Romero-H
93 Al igual que con los conceptos libertad, liberación y liberación Baudrillard hace también la distinción graduada entre
lo local, universal y global. La universalidad se refiere a los valores de la cultura occidental; la globalización hace
referencia a la tecnología y mercado. La universalidad tiende a desaparecer y la globalización llegó para quedarse. La
universalidad originada desde el Iluminismo, tiende hacia su muerte por crecimiento ilimitado. La globalización fue
en primer momento de mercado y después de promiscuidad de signos y valores hasta llegar al concepto de «porno-
grafía». Cfr. Jean Baudrillard, «La violencia de lo Global», en Ctheory.net (20-08-03). En otras referencias distinque
entre universal y lo mundial. Éste en el mismo sentido que globalización, cfr., Jean Baudrillard, El paroxista indife-
rente. Conversaciones con Philippe Petit, Ed. Anagrama, Barcelona 1998, 23-27, en la página 25 aparece la definición
de pornografía.
94 No llega tan lejos la concepción de individualismo que presenta Lipovetsky. Sí considera la influencia y dependencia
de los medios en la sociedad. Sí tiene en cuenta el reinado absoluto del individuo y su relación con la masificación en
el individuo zapeador. Sí analiza el debilitamiento de los referentes universales. Sí diviniza («voz de Dios») la influen-
cia de los medios y de las modas. Pero todo ello va a servir para rescatar algo de todos estos aspectos que conforme la
sociedad actual postmoderna. Cf. Gilles Lipovetsky, « ¿Hay que quemar a los medios?», en Id., Metamorfosis de la
cultura liberal. Ética, medios de comunicación, empresa, Ed. Anagrama, Barcelona 2003, 99-128.
502 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
Siguiendo con la línea del individualismo, tenemos que anunciar como mensajeros
de noticias de última hora, la caída del concepto de alineación, de diferencia, de otreidad
contrastante. El sujeto se inscribe en la identidad que surge paradójicamente de la necesi-
dad de ser distinto a los demás. Nos oponemos a la alineación mediante la indiferencia95.
Hay diversos tipos de indiferenciaciones. Algunos son los siguientes:
a. Indiferencia hacia sí mismo: el individuo no difiere ya de sí mismo, por lo tanto es
indiferente.
b. Indiferencia del tiempo: el tiempo real se convierte en instantaneidad y por tanto en
hastío.
c. Indiferencia del espacio: contigüidad de todos los puntos del espacio (mando a dis-
tancia) que permite no uno no esté en ninguna parte.
d. Indiferencia política: sobreabundancia de opiniones flotantes en el espacio
mediático.
e. Indiferencia sexual: indistinción y sustitución de los sexos.
95 «Pero los propios valores se degradan para acabar por confundirse, en el seno de un universo fractal, aleatorio y
estadístico, en la diferencia y en la equivalencia, de acuerdo con una aceleración perpetua semejante al movimiento
browniano de las moléculas. Así perdimos el valor de uso, seguido del buen y tradicional valor de cambio, volatizado
por la especulación, y estamos a punto de perder incluso el valor-signo a favor de una señalización indefinida, de
perder cualquier lógica diferencial del signo a favor de perder cualquier lógica indiferenciada… cualquier valor está
situado bajo el digno de la entropía, y, de igual manera, cualquier diferencia bajo el signo de la indiferencia», Jean
Baudrillard, El paroxista indiferente. Conversaciones con Philippe Petit, Ed. Anagrama, Barcelona 1998, 13.
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Ruth Romero-H
96 Jean Baudrillard, El paroxista indiferente. Conversaciones con Philippe Petit, Ed. Anagrama, Barcelona 1998, 17-
18. Cf. Jean Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona 1993, 181.
También F. Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre, Ed. Planeta, Barcelona 1992; Id., El fin del hombre.
Consecuencias de la Revolución Biotecnológica, Ediciones B, Barcelona 2003; Id., «¿El fin de la Historia?», en Claves de
la Razón Práctica 1 (1990) 85-96.
97 «Pero yo prefiero ver qué ocurre con la catástrofe, no en el sentido apocalíptico sino en el sentido de una forma
catastrófica…Para eso hay una buena parábola, a lo mejor ya la leyó en otros libros, yo ya la utilicé. Es una frase de
Canetti sobre el fin de la historia. Dice: es posible que en cierto momento todo el género humano sea pasado más allá
de alguna línea, más allá de la cual ya nada es verdadero o falso. Sin darnos cuenta, pasamos más allá de la historia,
y entramos a un campo donde ya no conocemos las reglas del juego. Y dice: a menos de volver atrás y encontrar de
nuevo ese punto de determinación, habrá que continuar en la destrucción actual… Es una apuesta decir: yo trazo
una línea, una línea de vanishing y por curiosidad quiero ver qué pasa más allá. Yo quiero pasar a ese más allá», Jean
Baudrillard, «Conversaciones con Jean Baudrillard», en Analítica.com (1994) 4.
98 Jean Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona 1993, 9-22.
99 Jean Baudrillard, «Más allá del final», en los seres humanos asociados 6 (1993-1994) 3.
100 «Lo que odiamos en nosotros mismos —el oscuro objeto de nuestro resentimiento— es nuestro exceso de realidad,
poder y comodidad, nuestra disponibilidad universal, nuestro logro definido, el tipo de destino que El Gran Inqui-
sidor de Dostoievski tenía en reserva para las masas domesticadas… También se basa en la desesperación invisible
504 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
de aquellos que han sido privilegiados por la globalización, sobre nuestras propia sumisión ante una tecnología
omnipotente, ante una realidad virtual aplastante, ante un imperio de redes y programas que probablemente están en
proceso de redibujar los contornos regresivos de toda la raza humana, de una humanidad que se ha vuelto ‘global’»,
Jean Baudrillard, «La violencia de lo global», en Ctheory.net (2003) 6.
101 Jean Baudrillard, «Más allá del final», en los seres humanos asociados 6 (1993-1994) 4.
102 Es el mismo efecto que puede observarse en los radios de una rueda de bicicleta. Cuanto más rápido se pedalea, el
efecto visual es más contradictorio. Cuanto más rápido aparentemente se quiere avanzar más acelerada se ve la rueda
en dirección contraria.
103 Ruth Romero, Art. Historia real e historia hiperreal, ed. IPIFyCEIPAL, México, 2008.
YUYAYKUSUN 505
Ruth Romero-H
del que partieron. De esta manera no existiría el fin, ya que se confunde con el principio.
No hay modificación, nos movemos en un eterno volver sobre sí mismo.
Estas dos hipótesis son incompatibles, y al mismo tiempo válidas. El método de
Baudrillard conjuga perfectamente ambas posibilidades, como ya hemos visto más arriba.
Su sistema en sí caótico, resulta doblemente confuso al permitir en su seno el funciona-
miento simultáneo de la inestabilidad y de la estabilidad que: «de este modo no habría
fin porque estamos en un exceso de fin: transfinito, en una superación de las finalidades:
transfinalidad. Éste es el exceso que crea turbulencias sin fin, o hasta incluso una involución y
una disgregación en espiral de los sistemas del tiempo y de la historia»104. Nuestros sistemas
actuales se agotan en sí mismos. No tienen fortaleza suficiente como para dirigirse hacia
un destino, ni hacia la alteridad; ni tan siquiera, hacia la fatalidad. La metástasis interior
a la que exponencialmente acelerada se ven sometidos, hace que ya no puedan llegar a su
fin. Por esto somos inmortales supervivientes, porque la existencia segunda no tiene fin
ya que el fin está en el principio105. En lo que llevas leído, lector, habrás podido encontrar
expresiones que mencionen la venida del fin; otras, hacen referencia a la imposibilidad de
llegar hasta este fin. Tu pregunta será: ¿en dónde estamos?
En la opinión de Baudrillard estamos en un punto que no tiene retorno hacia la
historia lineal y que consiste justamente en ser puramente retorno. Ya no hay fin, ya no
habrá fin, la historia se ha convertido en algo interminable (the never ending history). El
fin es una ilusión. La historia linealmente entendida va acusando sus propios conatos de
rehabilitación buscando la absolución del pasado, pero sin poder disfrutar de una resolu-
ción en el futuro106. Intenta encontrar el origen, el big bang genético, para no enfrentarse
al más allá del fin.
El intento por escapar de la realidad virtual es una utopía. Quizá la única que todavía
pervive107. Cuanto más intentamos volver a la realidad clásica más nos sumergimos en la
simulación desesperanzada. La tensión ruso-occidental, intentó revivir la conciencia de los
pueblos y la sed democrática, pero falló. La guerra del Golfo y la de Iraq hacen sus mejores
esfuerzos por reabrir los espacios bélicos, pero falló. Todo cabe en el espectro virtual y acele-
rado de la información, de los acontecimientos, de la manipulación y también del olvido.
Las formas anteriores, de todas maneras, nunca vuelven a resurgir en estado puro.
Su resurrección es ella misma hiperreal. La rehabilitación de las mismas costumbres, de
104 Jean Baudrillard, La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Ed. Anagrama, Barcelona 1993, 169. Es por
este motivo que está plenamente justificado el uso de la palabra re-volución o de la palabra in-volución, tanto etimo-
lógicamente como filosóficamente, cf. José Andrés Bonetti, «Jean Baudrillard y la desaparición de la historia», en
hemerodigital.unam.mx (1995) 9.
105 «El hombre totalmente reducido o, en otra palabra, el superviviente, decía, no es algo trágico sino cómico, porque ca-
rece de destino. Por otra parte, vive con una conciencia trágica del destino. En su sistema, continúa, el superviviente
constituye una especia aparte, como un tipo de animal. En su opinión todos somos supervivientes, lo cual condiciona
nuestro mundo intelectual perverso y atrofiado», Imre Kertész, Liquidación, Ed. Alfaguara, México 2004, 27-28.
Este premio Nobel del literatura lo aplica en un principio a los sobrevivientes de los campos de exterminio nazi.
Posteriormente, es aplicable a todos.
106 Jean Baudrillard, «Il virtuale ha assorbito il reale», en Mediamente.rai.it (1999) 2.
107 Jean Baudrillard, ««Más allá del final», en los seres humanos asociados 6 (1993-1994) 2.
506 YUYAYKUSUN
Corrientes, teorías y tendencias en el pensamiento de Baudrillard
las mismas estructuras, jamás tendrán el mismo sentido. Soñar con la aristocracia y la
monarquía como poderes fácticos posibles supone caer en el desdibujo cómico y burlesco
de lo que en algunos países de la siempre vieja Europa se denomina jet set, high society o
integrantes del evanescente mundo rosa. Son protagonistas de la ilusión de aparentar ser
lo que no son, de tener lo que no tienen, de disfrutar lo que después los empuja al suici-
dio, de degustar fina y fingidamente lo que nunca han probado… Es el arte de vivir de la
ilusión, de la hiperrealidad, del sinsentido y de la apariencia.
En el fin de siglo pasado, que tanto temor causó, se malbarataron todos los elementos
de la realidad. Se saldó el comunismo y el fin del comunismo. Se saldaron por poco precio
las distintas ideologías occidentales. Los laboratorios industriales saldan la mercancía del
genoma humano y de los pasados virus ya caducados. El Apocalipsis esperado en el año
2000 y cada milenio, es ilusión. Nuestro Apocalipsis no es real, es virtual. No es futuro,
sino que se produce aquí y ahora. La tan ansiada inmortalidad más allá de la muerte, en la
otra vida, es sustituida por la inmortalidad más acá, la de la recesión de los fines al infinito
A esta ilusión del fin nos referimos, a la huelga de los acontecimientos. Que se desencadenan
sin cesar al zoom de la desesperación en la búsqueda de una eudaimonía inalcanzable en
el tiempo corto.
La sociedad desencadenada en el mundo mediática, no deja de ser irónico porque
el uso de la metodología que descompone el sentido literal y manipulable de la palabra
para ofrecer, mediante eterna combinación, nuevas luces que dormían en su interior es
entendemos algo más del reo deshecho por la recombinación de palabras despedazadas
y guionadas. No faltan, pues, quienes consideran a la deconstrucción como un método
exclusivamente demoledor. Nada más lejos de la intención de Derrida. No se trata de
restar o destruir, sino de sumar y profundizar. La riqueza de que hemos hablado en los
pasajes anteriores se encuentra, en ocasiones, fragmentando las palabras con delicadeza
y dedicación. Porque, finalmente en este texto, Baudrillard hace un estudio de las carac-
terísticas de una sociedad Occidental y posmoderna que vive inmersa en la influencia de
los medios de comunicación. Esta sociedad es un modelo que se intenta reproducir por
todo el mundo a través de los mismos mass media. Y sin ir más lejos es, la intención es
la argumentación ad absurdum, el motivo por el cual resulta tan provocativo, incluso en
ocasiones ridícula. Intentar avisar de las contradicciones de nuestro tiempo y de sus ries-
gos. Continúa una larga corriente de pensadores alternos que se ubican fuera del sistema
establecido para denunciarlo con más libertad y acidez.
Uno de los aparentes absurdos que más nos llaman la atención es el del acabamiento
de la historia. Se expone como algo imposible, pero que a pesar de todo, la realidad tiende
naturalmente. Los medios han provocado y alimentan este fenómeno, aunque son cons-
cientes de que no se puede llegar a él.
La base de esta tendencia hacia el fin de la historia es la labor por hacer desaparecer lo
opuesto, lo que es contrario, lo otro en todos sus sentidos. La alteridad se observa como
malo y por tanto se cree necesaria su disolución. La uniformidad, la igualdad indiscrimi-
nada, es la traducción de la seguridad y de la comodidad. Lo extraño genera miedo y re-
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Ruth Romero-H
508 YUYAYKUSUN
lingüística y
literatura
Dos rasgos sintácticos del español de Cuba1
María Elena Sánchez Arroba
RESUMEN
Este artículo presenta generalizaciones descriptivas sobre los factores pragmáticos que determinan
la aparición de los sujetos pronominales de primera y segunda persona en el español de Cuba: a) el
cambio de referencia con respecto al sujeto que le precede, b) la expresión de información nueva
o de información contrastiva, c) el énfasis expresivo, d) el cambio de turno conversacional y e) la
continuidad de tópico. Adoptando un marco teórico tipológico-funcional, se analiza un corpus
oral constituido por catorce entrevistas a hablantes de La Habana, Villa Clara y Matanzas; y se
concluye que los factores pragmáticos, especialmente la marcación de las entidades con cierto grado
de topicalidad, son los factores más relevantes para la presencia de estos sujetos, y para su ubicación
preverbal en las oraciones interrogativas parciales y en las subordinadas de esta variante dialectal
hispánica. Por último, se sugiere el probable inicio de un fenómeno de gramaticalización de la marca
pronominal de sujeto en el español del Caribe.
ABSTRACT
This article presents descriptive generalizations about the pragmatic factors that determine the
appearance of the first and second pronominal subjects in Cuban Spanish: a) the switch of
reference with respect to the preceding subject, b) the expression of new information or contrasting
information, c) expressive emphasis, d) conversational turn taking and e) the continuity of topic.
Adopting a topologic-functional theoretic framework, analysis was made of an oral corpus made up
of 14 interviews with speakers from Havana, Villa Clara an Amanas, and the conclusion was arrived
at that the pragmatic factors, especially the marking of the entities with a certain amount of topicality
are the most relevant factors for the presence of these subjects, and for their preverbal location in the
partial interrogative questions and in the subordinated clauses in this particular dialect of Spanish.
Finally, there is a suggestion of the probable beginning of a phenomenon of gramaticalization of the
pronominal subject in the Spanish of the Caribbean.
E
l objetivo de este trabajo es ofrecer algunas generalizaciones descriptivas sobre los
factores pragmáticos que determinan la presencia y la posición del sujeto en el
español de Cuba, partiendo del análisis de un corpus oral constituido por catorce
entrevistas a hablantes de la ciudad de La Habana, Villa Clara y Matanzas. El análisis y
la descripción de los datos se basan en una teoría lingüística tipológico-funcional, en la
que se asume que no puede comprenderse adecuadamente la estructura de las lenguas,
si no se hace referencia a la función comunicativa del lenguaje; y se reconoce, además, la
existencia de principios generales que restringen o delimitan las posibilidades de variación
interlingüística2.
1 Este trabajo se presentó como ponencia en el «IX Seminario Internacional de Verano, Caribe: Economía, Política y
Sociedad», realizado en la ciudad de Chetumal, (Quintana Roo, México) del 18 al 20 de junio de 2008.
2 La lingüística tipológica se propone dar cuenta de las leyes que regulan la diversidad lingüística, por lo que se con-
«In the functional paradigm (…) a language is conceived of in the first place as an instru-
ment of social interaction between human beings, used with the primary aim of establis-
hing communicative relations between sepakers and addresses.» (Dik, 1978: 1)
(1) Yo le dije que no, que yo me quedaba. Y yo no me quedaba sola, que yo me quedaba
S V S V S V S V
con Dios y la Virgen de Guadalupe.
(2) O sea, tú te quedas nada más con la información que tú recibas por el radio de baterías.
S V S V
(5) Dependiendo de la atención que usted tenga con el cliente, es como el cliente se puede
Sub. S V Sub. S V
comportar con usted.
Si bien se han desarrollado investigaciones pragmáticas amplias sobre estos rasgos sin-
tácticos en el español de Puerto Rico (Flores-Ferrán; 2005, 2004, 2002; Morales, 1999,
1997, 1992, 1988, 1986; Ávila-Jiménez, 1996, 1995), no ha ocurrido lo mismo en los
casos de La República Dominicana y Cuba. Sobre el estudio de estos rasgos en el español
centra en el estudio de las semejanzas y diferencias entre las lenguas. En un enfoque teórico tipológico-funcional, se
propone que las lenguas desarrrollan semejanzas gramaticales, debido a la presión universal que implica el logro de la
eficacia en situaciones comunicativas comunes a las diversas culturas (Whaley, 1997: 6).
512 YUYAYKUSUN
Dos rasgos sintácticos del español de Cuba
(8) … con Jacqueline de la panadería. Él iba saliendo con ella del brazo. Y él venía con
S V S V
un pan. Y yo le dije «gracias por comprarme el pan.» Y 0 cogí el pan.
S V V
(9) Nosotros siempre venimos a este evento. Cada dos años. Casi siempre 0 venimos al
S V V
evento, muy bueno. Muy bueno, porque no es sólo de inglés, sino es bueno todo
siempre, lo que te queda de la parte de lingüística, de enseñanza de lenguas. Y siem-
pre hay muchos, muchos trabajos, mañana en el salón que yo presido, hay muchos
S V
trabajos de idiomas.
(10) Así que usted me pregunta eso, y yo, como investigador, en verdad, no sé.
S V S V
(14) Mi madre me traía a la catedral. Ella siempre le pidió a la Virgen de Guadalupe por
S V S V
Introd. de tópico Tópico continuo
mi salud …
YUYAYKUSUN 513
María Elena Sánchez Arroba
Aunque al analizar el corpus, resulta obvia la alta frecuencia de los sujetos pronomi-
nales en el habla cubana; por lo general se reconoce la función pragmática motivadora de
la presencia de muchas de estas formas pronominales. Esto significa que incluso en esta
variante dialectal hispánica, los sujetos pronominales son estructuras marcadas. Según
los datos de otro corpus anteriormente analizado (Pérez, 2005); los pronombres más
frecuentes fueron «yo» y «tú». El estilo de diálogo libre en el que el entrevistado opta
por hablar de sí mismo y marca su turno en la conversación para distinguirse del entre-
vistador, podría ser la explicación de la mayor frecuencia del pronombre nominativo de
primera persona.
Queda como tarea futura inmediata el análisis cuantitativo con el programa Goldvard,
de estos casos de marcación pragmática con el fin de identificar cuál de estos factores dis-
cursivos ofrece mayor poder predictivo para la presencia de los sujetos pronominales en
el español de Cuba. En dicho análisis cuantitativo, se incluirán también un factor y un
factor semántico que según estudios anteriores de otras variantes dialectales, presentan
cierto índice de relevancia para la presencia de los sujetos pronominales: la necesidad de
deshacer posibles ambigüedades en la morfología verbal y el tipo de verbo.
No obstante, todo indica que los factores pragmáticos, especialmente la marcación
de las entidades con cierto grado de topicalidad, son los factores más relevantes para la
presencia de los sujetos pronominales, incluso en el español del Caribe, variante para
la que Morales (1997) ha llegado a sugerir una automatización del proceso pragmático
cognitivo de marcación de tópico, o sea, de aquello de lo cual se habla fundamentalmente
en el discurso.
Esto podría justificar una descripción de cambio interno, puesto que nos encontraríamos
ante un fenómeno de gramaticalización de la marca pronominal de sujeto en algunas va-
riantes dialectales hispánicas caribeñas. De ser así, lo que también habría que investigar es en
qué etapa de dicho proceso de gramaticalización se encuentran las distintas variedades del
español del Caribe, especialmente cuál variedad se encontraría en una etapa más avanzada.
En Pérez (2005) se concluye que «no hay por qué considerar siempre el pronombre
sujeto como un sujeto con valor enfático», y que «la presencia de la forma pronominal es
más un rasgo dialectal, o si se prefiere, de estilo geolectal», es decir,«un rasgo dialectal del
español de Cuba». Sin embargo, el único factor pragmático que se tuvo en cuenta para
dicha afirmación fue el probable valor enfático del sujeto pronominal, es decir, su función
pragmática de foco. Se considera conveniente retomar el análisis discursivo en una línea
funcional que observe la introducción y la continuidad de las entidades en el discurso, es
decir, el grado de topicalidad.
514 YUYAYKUSUN
Dos rasgos sintácticos del español de Cuba
Gutiérrez-Bravo (2006) ha propuesto que estas estructuras del español del Caribe son
equivalentes en español estándar a una estructura como la de (17).
Sin embargo, es interesante observar que algunos hablantes caribeños producen tam-
bién estructuras análogas a (17), como puede observarse en (18), (19) y (20), aunque en
estos casos, los sujetos son frases nominales.
YUYAYKUSUN 515
María Elena Sánchez Arroba
Referencias bibliográficas
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Domingo, Grupo León Jimenes.
Flores-Ferrán, Nydia; «La expresión del pronombre personal sujeto en narrativas orales de
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516 YUYAYKUSUN
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518 YUYAYKUSUN
Arquetipos y cosmovisión en
el cuento maravilloso
Ixchel Barreda
L
os cuentos populares son tan antiguos, que con ellos podríamos tejer la historia de
la humanidad… narrados durante incontables generaciones, quedaron preserva-
dos en la memoria colectiva hasta formar parte de la tradición oral popular.
Para comprender el mundo del cuento popular y, específicamente, del cuento ma-
ravilloso, es necesario definir la tradición oral. Para Jan Vansina, se trata de una cadena
de testimonios orales, narrados, concernientes al pasado: «testimonios que comunican
un hecho que no ha sido verificado ni registrado por el mismo testigo, pero que lo ha
aprendido de oídas».1
Más allá de la relevancia que Vansina otorga al testimonio —lo cual obedece a su
intención de demostrar la validez de la tradición oral como fuente histórica—, interesa
rescatar la cuestión de la cadena de narraciones aprendidas de oídas. Pues si bien es cierto
que el cuento maravilloso no refiere a hechos que pudieren constatarse —ya mediante
hallazgos arqueológicos, ya mediante fuentes documentales—, sí contempla una cadena
de narradores cuyo relato les ha sido transmitido oralmente.
En las sociedades ágrafas, las tradiciones orales han sido el medio idóneo para con-
servar y transmitir el conocimiento, de ahí el desarrollo de estrategias para salvarlas del
olvido, como la versificación de los relatos o el uso de objetos mnemotécnicos. Los relatos
que, por su carácter sagrado, debían reproducirse con toda fidelidad —pues de ello de-
pendían el orden cosmogónico y la benevolencia de los dioses—, se sometían a rigurosas
reglas de aprendizaje y de transmisión, dando lugar a lo que Jan Vansina designa como
tradiciones cuajadas.
Desde el punto de vista formal pueden distinguirse dos tipos de tradiciones: las que son
cuajadas en su forma, aprendidas de memoria y transmitidas tal cual son, y las que son
libres, que no se aprenden de memoria y que cada cual transmite a su manera. Un ejem-
plo de texto cuajado es el poema; un ejemplo de texto libre, el relato. Las palabras de un
poema pertenecen a la tradición, mientras que en el caso del relato son un añadido del
narrador. Sólo el «cañamazo» del relato pertenece a la tradición.2
La manera más eficaz de garantizar el control de las tradiciones cuajadas era mediante
la formación de narradores especializados, encargados de resguardar las tradiciones eso-
téricas. Vansina refiere la existencia de escuelas donde había especialistas encargados de
conservar y transmitir la sabiduría ancestral, que eran empleados a modo de biblioteca
viviente, y que no transmitían sus conocimientos más que a sus sucesores en el cargo.
Dichas instituciones también contaban con un funcionario especialmente destinado a
recitar las tradiciones durante las celebraciones públicas.3
En cambio, las tradiciones libres, al no tener que transmitirse literalmente, se han
recreado en la interacción que el narrador establece con sus oyentes, al adaptar la historia
a su propio vocabulario, incorporar explicaciones de ciertos pasajes, omitir detalles insig-
nificantes o ajustar las situaciones al contexto en que se produce la comunicación.
Dentro de las tradiciones libres se encuentran los cuentos folklóricos, también co-
nocidos como cuentos populares porque forman parte del legado tradicional de los pue-
blos. Cuando en el siglo XIX los folcloristas se iniciaron a la tarea de recopilar los relatos
populares de diversas regiones del mundo, descubrieron una gran similitud entre ellos.
De los primeros intentos de desentrañar la causa de ese parecido, surgieron las escuelas
monogenéticas, inclinadas a atribuirles un origen común.
Dentro de esa línea se inscriben las escuelas prehistórica y neolítica, que sostienen
que los relatos populares son una herencia del hombre primitivo.4 La escuela teológica,
que atribuye la fuente a textos escritos en épocas muy antiguas, y la escuela difusionista,
que remite la creación del cuento a la India, de donde se habría extendido a todo el mun-
do mediante préstamos.5
Aun cuando las evidencias no permiten descartar por completo la monogénesis del
cuento popular, dicho argumento ha sido desplazado por la teoría poligenética, que expli-
ca el nacimiento de un mismo tema de manera independiente en diversos lugares y épocas
pero en condiciones culturales primitivas.
Sin embargo, todo intento de precisar el nacimiento de los relatos de tradición oral
popular es infructuoso, pues son creaciones anónimas que se han reelaborado incansable-
mente a través de incontables generaciones de narradores. Para ellos, aplica lo dicho por
Durkheim respecto de las religiones:
2 Ibidem, p. 36.
3 Ibidem, p. 45.
4 Por las similitudes que hay entre algunos de sus motivos y los ritos funerarios y de iniciación, en las Raíces históricas
del cuento, Vladimir Propp remite el origen del cuento maravilloso al neolítico, como una inversión de sentido de los
rituales paleolíticos.
5 Roger Piñón, El cuento folklórico, Buenos Aires, Universitaria, 1965, pp. 12-13.
520 YUYAYKUSUN
Arquetipos y cosmovisión en el cuento maravilloso
haya comenzado a existir [...]. Como toda institución humana, la religión no comienza
en ninguna parte. Por eso, todas las especulaciones de este tipo están justamente desacre-
ditadas; no pueden consistir más que en construcciones subjetivas y arbitrarias que no
tienen ningún tipo de control.6
Importa, de especial manera, que a pesar de haberse creado en un pasado remoto, los
cambios introducidos por el narrador enriquecen la versión con elementos particulares de
su cultura sin llegar a alterar la estructura básica del relato, que funciona como un patrón
que dirige el entramado y, asimismo, es el principal recurso para guiar a la memoria en la
reproducción de la historia contada.
Al respecto, Joseph Campbell explica que pese a la infinidad de narraciones que cir-
culan por todo el mundo, «las pautas a las que se atienen los cuentos populares suelen ser
las mismas a lo largo y ancho del planeta [...], todo el mundo parece coincidir en atribuir
esta correspondencia global a la uniformidad psicológica de la especie humana».7
Por su parte, Stith Thompson sostiene que las limitaciones de la vida humana y la
similitud de sus situaciones básicas producen, en todas partes, cuentos que son muy simi-
lares en cuanto a los aspectos estructurales de importancia, en los que es posible observar
una estructura sujeta a reglas fijas o determinadas que establecen un patrón narrativo.8
El patrón narrativo al que se refiere Stith Thompson adquiere, según la teoría de Jung, la
dimensión de una estructura arquetípica inscrita en el inconsciente colectivo, entendido
como «esa parte de la psique que conserva y transmite la común herencia psicológica de
la humanidad».9
En el inconsciente, además de los pensamientos, recuerdos, imágenes e impresiones
que han sido olvidados o reprimidos por la conciencia, se encuentran formas aboríge-
nes, innatas y heredadas por la mente humana, a las que Freud denominó «remanentes
arcaicos».10 Sin embargo, Jung detectó en los sueños de sus pacientes contenidos que no
procedían de la experiencia individual, que nunca estuvieron dentro de la conciencia. Al
analizar las descripciones de esas imágenes oníricas descubrió sorprendentes similitudes
con los dogmas religiosos y los motivos mitológicos, por lo que dedujo la existencia de un
estrato más profundo que el inconsciente personal: el inconsciente colectivo.
6 Émile Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa, México, Colofón, 1991, p. 13.
7 Joseph Campbell, El vuelo del ganso salvaje: exploraciones en la dimensión mitológica, Barcelona, Kairós, 1998, p. 26.
8 Stith Thompson, The folktale, Berkeley & Los Angeles, University of California Press, 1977, p. 7.
9 Joseph L. Henderson, «Los mitos antiguos y el hombre moderno», en Carl G. Jung et al., El hombre y sus símbolos,
Madrid, Aguilar, 1966, p. 107.
10 Jung, «Acercamiento al inconsciente», ibidem., p. 67.
YUYAYKUSUN 521
Ixchel Barreda
no salis, los mismos en todas partes y en todos los individuos [...] es idéntico a sí mismo
en todos los hombres y constituye así un fundamento anímico de naturaleza supraperso-
nal existente en todo hombre.11
522 YUYAYKUSUN
Arquetipos y cosmovisión en el cuento maravilloso
YUYAYKUSUN 523
Ixchel Barreda
En El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito, Joseph Campbell sostiene la existencia
del monomito, entendido como estructura básica que subyace bajo la vasta variedad de
relatos míticos. Para determinar la fórmula del monomito, Campbell revisó los elementos
constantes de los mitos, dogmas religiosos, cuentos populares, leyendas y sueños indivi-
duales, a partir de los cuales identificó un patrón compuesto por tres etapas: la partida,
la iniciación y el regreso.
La fórmula del monomito desarrolla, en 17 fases18, el camino del héroe, que inicia
desde el mundo de todos los días hasta ser marcado fatalmente por un llamado a la aventura
que le obliga a partir hacia un mundo desconocido, donde encuentra un personaje sobrena-
tural que le ayuda a vencer en la batalla, cuyo triunfo le depara riquezas, reconocimiento y
un saber que deberá utilizar para el enriquecimiento de su grupo social, al que se reintegra
transformado.
Paul Diel traza un camino similar en su psicogeografía de la Tierra, donde la superfi-
cie plana representa el mundo consciente que el héroe debe abandonar para adentrarse en
el mundo subterráneo, el Más Allá, donde radican todos los monstruos y demonios del
inconsciente; al enfrentarse a ellos los convierte en aliados que lo fortalecen y le brindan
dones que, al ascender al Cielo, le ayudan en la conquista de lo supraespiritual, donde se
enfrenta con el antagonista y lo vence.19
El héroe del monomito tiene como primera misión retirarse de la realidad mundana
para adentrarse en los confines de un mundo regido por leyes desconocidas, tan oscuro
como las profundidades de la psique. Ese espacio simboliza la introspección necesaria
para fortalecerse, pues el hallazgo del poder interior requerido para la transfiguración es
una tarea solitaria. La finalidad de este recorrido es vencer los obstáculos que impiden
la renovación del espíritu. Por ello, los incidentes que se presentan al héroe, adquieren
dimensiones maravillosas que representan triunfos psicológicos y no físicos, mucho más
cercanos al mundo de los sueños que al de la vigilia.20
El mito y el cuento maravilloso, como portadores de contenidos arquetípicos, cum-
plen con la función de equilibrar la psique del ser humano.21 No obstante, en la actuali-
dad el mito presenta el problema de que alguna vez fue experimentado como pensamien-
to religioso, con una alta carga coercitiva y preceptiva al haberse atribuido el estatuto de
sistema ordenador del mundo. El que las religiones organizadas hayan empleado mitos
cosmogónicos con una rigidez dogmática, derivó en la fractura y el desgaste de las creen-
cias, hoy en día víctimas de la desacralización.
18 Siete de éstas coinciden con las funciones principales de la morfología del cuento de Propp. Véase Joseph Campbell,
El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito, México, FCE, 1993.
19 Paul Diel, Los símbolos de la Biblia, México, FCE, 1989, pp. 154-163.
20 Campbell, El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito, op. cit., p. 35.
21 La abundante literatura actual dedicada a sostener el valor terapéutico y pedagógico de los cuentos se ha nutrido
especialmente de las obras de Campbell y de Bettelheim.
524 YUYAYKUSUN
Arquetipos y cosmovisión en el cuento maravilloso
22 Bruno Bettelheim, Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Barcelona, Crítica, 1983, p. 53.
23 Término empleado en la Grecia antigua para designar cualquier transgresión a las normas de relación con los huma-
nos y, principalmente, con la divinidad, así como la alteración al orden de las cosas.
24 Celso Lara, «Muestra de cuentos populares mestizos del oriente de Guatemala», en Folklore Americano, N° 52, Gua-
temala, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, julio-diciembre 1991, p. 22.
YUYAYKUSUN 525
Ixchel Barreda
Cada tipo de cuento presenta diversas versiones que son muy parecidas a la vez que
mantienen un toque peculiar que las distingue entre sí. Según un testimonio de Frank
Hamilton Cushing —que data de 1886—, un año después de haber contado a un grupo
de indios zunis el cuento popular italiano de «El gallo y el ratón», encontró que su cuento
había arraigado por completo pero, lejos de conservar el tinte italianizado, lo escuchó en
una versión completamente zunificada.25 Esta peculiaridad de los cuentos populares para
adquirir fácilmente el tinte de la cultura en que se narran sin perder su esencia, se debe
a que «los cuentos folklóricos existen en el tiempo y en el espacio y son afectados por la
naturaleza de la tierra donde son comunes, por el contacto social y lingüístico del pueblo
y por el transcurso del tiempo y los cambios históricos».26
Para el historiador francés Robert Darnton, los cuentos populares constituyen una
muestra de la cosmología de la gente común, pues en ellos se expresa la manera en que la
gente organiza la realidad en su mente y la forma en que se ha plasmado en su conducta.
A diferencia del planteamiento psicoanalítico de Bruno Bettelheim, para quien los cuen-
tos de hadas reflejan un funcionamiento inmutable del ser interior del hombre, Darnton
opina que no revelan verdades inherentes a la naturaleza humana sino la manera en que
las mentalités han cambiado, pues ordenan el pensamiento respecto del mundo a través de
un sistema de significados que conduce a construir una visión del mundo.
Los cuentos populares permiten introducirse en un universo mental desconocido,
que de no ser por la huella impresa en los relatos hubiera caído en el olvido por la ausencia
de testimonios escritos, pues la tradición oral de contar cuentos se vincula con las culturas
analfabetas, sean de campesinos iletrados, sean regiones prealfabetas. Para comprender
ese mundo, es menester relacionar los relatos con el arte de narrar los cuentos, ya que el
narrador adapta para sus oyentes un tema heredado, con el objeto de que la especificidad
del tiempo y del lugar se muestre mediante la universalidad de los lugares comunes. De
ahí que para comprender el ethos particular y la visión del mundo27 que comunican los
cuentos, es imprescindible insertarlos en el contexto de su narración.
Los etnólogos consideran que cada tradición comunica hechos sucedidos en el pa-
sado, pero revestidos de elementos ficticios. Para Beier, las tradiciones son esencialmente
fuentes para la historia de las ideas y de la filosofía de un pueblo.28 Por ello, aunque sería
un error vincular los sucesos narrados en los cuentos con acontecimientos específicos,
tampoco deben «diluirse en una mitología universal intemporal», pues la perspectiva
presentada está relacionada con una elaboración social de la realidad, que varía de una
cultura a otra.
25 Citado por Robert Darnton, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa, México,
FCE, 2002, p. 27.
26 Stith Thompson, op. cit., p. 37.
27 Darnton, op. cit., p. 21.
28 En Vansina, op. cit., p. 22.
526 YUYAYKUSUN
Arquetipos y cosmovisión en el cuento maravilloso
La magia de la oralidad
Ante el desencantamiento del mundo que prevalece en la actualidad, los cuentos popu-
lares se proponen como un asidero en la búsqueda de sentido a la existencia. Y es que
además de comunicar la sabiduría ancestral, incitan a revivir la comunicación oral, al res-
tablecer un proceso de interacción que conjuga miradas, entonaciones, gestos, caricias…
contacto personal mediante su narración.
Incluso si el acercamiento a los cuentos populares se lleva a cabo a través de textos es-
critos, su lectura siempre evoca su pasado oral. Los cuentos populares exigen ser contados,
así como los buenos versos exigen leerse en voz alta. Al respecto, ha dicho Borges:
La entonación y la acentuación son lo principal, cada frase debe ser leída y es leída en voz
alta. Digo es leída en voz alta porque cuando leemos versos que son realmente admira-
bles, realmente buenos, tendemos a hacerlo en voz alta. Un verso bueno no permite que
se lo lea en voz baja, o en silencio. Si podemos hacerlo, no es un verso válido: el verso
exige la pronunciación. El verso siempre recuerda que fue un arte oral antes de ser un arte
escrito, recuerda que fue un canto.29
29 Borges, «La Divina Comedia» en Siete noches, México, FCE, 1996, pp. 13-14.
YUYAYKUSUN 527
Ixchel Barreda
mientras se realizaban labores manuales, tanto en las viviendas como en los talleres
artesanales.
En 1697, época de apogeo de los cuentos populares en la Corte de Versalles, el
Mercure Galant30 publicó una nota atribuida a Charles Perrault. En respuesta a las críticas
sobre el contenido ordinario de sus Contes de ma mère l’Oye, Perrault aclaraba que, lejos
de haberlos inventado, no hizo sino reproducirlos como los escuchó en su infancia. Por
su prima Marie Jeanne L’Héritier se sabe que cuando Perrault era niño, iba a sentarse en
torno al fuego donde ella bordaba junto con sus hermanas y su madre para aumentar su
escasa economía, y ahí escuchaba los cuentos: «… al caer la noche, cerca del fuego, a la
hora en que los niños, la sirvienta y los gatos se reunían alrededor de los leños que crepi-
tan en brasa y protegidos por momentos de destellos danzantes, luminosos como rondas
de duendes».31
Charles Perrault publicó en 1694 sus Contes de ma mère l’Oye y en 1697 Histoires ou
contes du temps passé, avec des moralités. Sin embargo, el interés por lo que en esa época
se conocía como «patrañas de nodriza», se remontaba a unas décadas atrás: en 1677,
Madame de Sevigné reveló que las damas de Versalles, encantadas por la magia de los
cuentos populares, se convirtieron en sus más entusiastas admiradoras. Una de ellas fue
Marie Catherine le Jumel de Barneville, baronesa de Aulnoy, primera en publicar un
cuento maravilloso, «La isla de la felicidad», en 1690, y ocho años más tarde, Contes
nouveaux ou les fées à la mode.
En esa época, la literatura se regía por la razón y la disciplina y, sin embargo, las
miradas se volcaron hacia lo maravilloso. Así lo señala Luis Alberto de Cuenca en la
introducción a El cuarto de las hadas, de Mme. D’Aulnoy: «Es curioso advertir que el
mismo siglo XVII que perfecciona las nociones del rigor y de la etiqueta se entregue, y
encantado, a los caprichos de la fantasía, como si descubriese que, en un mundo en el
que todo pasa y se desmorona, la razón es efímera y mortal y es preferible abandonarse al
vértigo de la ilusión».32
Aunque en opinión de Jeanne Roche-Mazon, la pasión que los cuentos maravillosos
desataron en la Corte de Versalles, surgió por el interés de divertir a una princesa de 11
años, Marie-Adelaide de Savoie, futura duquesa de Bourgogne, en su diario, La Porte, el
ayuda de cámara de Luis XIV, consigna que el rey se lamentaba de la falta de alguna mujer
que le contara cuentos para dormir, tal y como lo hicieran sus nodrizas.33
Así como Luis XIV satisfizo su necesidad de relatos populares incluyendo en su corte a la
célebre narradora Mme. le Camus de Melsons, se cuenta que el ministro Colbert llamó a París
a «gentes para que lo entretuvieran refiriéndole cuentos semejantes al de Piel de Asno».34
30 El Mercure Galant era una revista literaria que se publicaba en Francia en el siglo XVII. Citada por Jeanne Roche-
Mazon, Autour des contes de fées, Paris, Didier, 1968.
31 Ibidem, p. 161.
32 En Madame d’Aulnoy, El cuarto de las hadas, Madrid, Siruela, 1991, p. X.
33 Ibidem, p. XI.
34 Idem.
528 YUYAYKUSUN
Arquetipos y cosmovisión en el cuento maravilloso
Borges cita al barón Hammer Purgstall —orientalista admirado por Lane y Burton,
traductores de Las mil y una noches—, para dar cuenta de la existencia de confabulatores
nocturni, hombres dedicados exclusivamente a contar cuentos durante la noche. Y refiere
que Alejandro de Macedonia fue el primero —o el primero de los personajes famosos—
en reunir a confabulatores nocturni, que lo entretenían durante su insomnio.35
Jeanne Roche-Mazon (1885-1953), estudiosa de los cuentos populares de la Francia
prerrevolucionaria, relata que en su infancia escuchó cuentos tradicionales de los siglos
XVI y XVII, narrados por su abuela durante veladas donde se extraía el fruto de la nuez
y se sacaba el aceite.
Todavía en ciertos espacios rurales se conservan las costumbres de antaño. En
Kurdistán —donde la literatura disponible está en lengua extranjera, accesible solamente
a pequeños grupos urbanos— la gran masa de campesinos y pastores, en su mayoría anal-
fabetas, se expresan a través de la oralidad, que constituye uno de los entretenimientos
populares. Cada región cuenta con su propio acervo de relatos, leyendas y proverbios, que
conservan narradores profesionales llamados dangbej o tchirokbej, capaces de memorizar
y contar largas historias.
En Guatemala hay cuenteros de gran memoria y dotes narrativas excepcionales, como
don Tereso Fajardo Peñate, que cuenta sus cuentos en cantinas y velorios, y a «los patojos
de la aldea, que me friegan en horas de la tarde y la noche».36 Otro narrador guatemalteco,
Jorge Bonilla, también relata en los velorios, para despertar a la gente adormecida por las
letanías.37
Ahora que la gente ya no está obligada a reunirse en torno a una hoguera para econo-
mizar energía, en que se ha perdido la costumbre de reunirse por las noches para conver-
sar, la comunicación de cuentos ha adquirido características diferentes, sobre todo en las
ciudades, donde la práctica de la oralidad se ha desplazado de los narradores analfabetos
a los profesionistas —actores, antropólogos, profesores e intelectuales—, constituyendo
una actividad que pugna por su institucionalización.
YUYAYKUSUN 529
Ixchel Barreda
39 Monserrat Rabadán, La jreffiye palestina: literatura, mujer y maravilla. El cuento maravilloso palestino de tradición oral,
México, El Colegio de México, 2003, pp. 42 y 43.
40 Tzvetan Todorov, Introducción a la literatura fantástica, México, Coyoacán, 1994.
530 YUYAYKUSUN
Arquetipos y cosmovisión en el cuento maravilloso
Así, parece del todo normal que el joven que salió de casa para aprender a sentir miedo
acepte la invitación a jugar una partida de cartas con una pareja de gatos; que Bahram el
Gauro tenga a su disposición un caballo alado tan solo con tañer un tambor; que Hassan
al Bassri se enamore perdidamente de una mujer que tiene el poder de convertirse en
cisne, o que al quemar el mechón de la barba del jeque de los jeques Padre de las Plumas,
éste aparezca de inmediato.
Cabe aclarar que el adjetivo fantástico resulta totalmente inadecuado para designar
este tipo de sucesos, ya que lo fantástico refiere la incertidumbre experimentada por
quienes sólo conocen las leyes naturales y se encuentran ante un suceso extraordinario.
Cuando en el Manual de zoología fantástica de Borges, leemos: «La gente creyó en la
realidad del dragón», hay un llamado a sorprendernos ante la ingenuidad de las creencias
premodernas que, aún en el siglo XVI, conferían veracidad al que ahora se experimenta
como «el menos afortunado de los animales fantásticos. (Porque) Nos parece pueril y
suele contaminar de puerilidad las historias en que figura».41
El cuento fantástico «Los cautivos de Longjumeau» relata la historia de una pareja
que, pese a sus desesperados intentos por salir de viaje, no logra nunca abandonar su lugar
de residencia. Los motivos de su cautiverio son inexplicables tanto para el protagonista
como para el narrador, y quedan sin develarse ante los lectores. El primero señala que
durante 15 años perdieron todos los trenes y vehículos públicos, a causa de innumerables
torpezas y fracasos «ocasionados por la circunstancia increíble de que jamás pudimos
alejarnos de Longjumeau». Mientras que el segundo se refiere a:
… la funesta resolución que ha concluido con sus vidas tan generalmente envidiadas tiene
que parecer inexplicable [...] La infortunada pareja era víctima de una maquinación te-
nebrosa del Enemigo del hombre, que los condujo a ese rincón maléfico de Longjumeau
de donde no ha habido poder humano que los arranque. Creo que no podían huir, que
había alrededor de su morada un cordón de tropas invisibles, cuidadosamente elegidas
para sitiarlos, contra las cuales era inútil toda energía. Cosa increíble, sus baúles estaban
siempre listos.42
A diferencia del género fantástico, que pondera lo insólito e increíble de los sucesos na-
rrados a través de la admiración que provocan en los personajes, el cuento maravilloso
abre un mundo donde «se olvida completamente la experiencia real por el poder de las
palabras».43
Jacques Le Goff recuerda que la etimología de mirabilis —el equivalente a maravilloso
en la Edad Media— refiere a miroir, mirari, que además de implicar lo visual alude a las
cosas sorprendentes «ante las cuales (el hombre) abre tamaños ojos [...] porque todo un
YUYAYKUSUN 531
Ixchel Barreda
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44 Le Goff, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval, Barcelona, Gedisa, 1986, pp. 9-10.
45 Ibidem, pp. 9-17.
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YUYAYKUSUN 533
Una lectura neológica de las
Tradiciones peruanas
Roy L. Tanner
RESUMEN
A Ricardo Palma se le conoce mayormente por su obra magna, las Tradiciones peruanas. Durante
su larga vida Palma también mantuvo un vivo interés en el léxico castellano —su evolución y
desarrollo—. Para Palma, éste siempre debía mantener la flexibilidad suficiente para poder acomodar
las voces nuevas que constantemente reclamaban sus derechos. Estos dos intereses del autor peruano
se ven amalgamados en el inimitable estilo de las tradiciones y en particular en la presencia dentro de
ellas de una plétora de neologismos y americanismos cuyo significado habría de precisar el lector a fin
de poderlas apreciar en la totalidad de su significado. Para el lector no dispuesto a hacer el esfuerzo
necesario, habría un respetable nivel de pérdida de sentido en cuanto a la sátira, ironía, humor,
caracterización y meollo cultural.
ABSTRACT
Ricardo Palma is best known for his greatest work, the Tradiciones Peruanas. During his long life,
Palma also maintained a lively interest in the Spanish lexicon – its evolution and development. For
Palma, the latter was always to maintain sufficient flexibility in order to be able to accommodate the
new terms that were constantly demanding their rights. These two interests of the Peruvian author
fuse together in the inmitable style of the tradiciones and particularly in the presence within them of a
plethora of neologisms and Americanisms whose meaning the reader must always identify in order to
appreciate them in the fulness of their meaning. Any reader unwilling to put forth the necessary effort
could experience a significant loss of meaning as to satire, irony, humor, characterization and cultural
marrow.
V
arios discursos se entretejen en las Tradiciones peruanas —histórico, irónico, cul-
tural, lexicográfico, etc.—. Incorporado en este último, figura una plétora de
neologismos y americanismos junto con abundantes glosas de parte del narrador.
La presencia de tal discurso forma un elemento importante, aunque a menudo pasado
por alto, del «completo arte del tradicionista» (Oviedo, 1965) desarrollado por Ricardo
Palma. También constituye una hoja de doble filo en el sentido de que, por un lado, difi-
culta, para los no iniciados, un aprecio cabal de las famosas anécdotas mientras, por otro,
enriquece enormemente tal lectura para los adeptos. El propósito de la presente ponencia
es analizar brevemente ese desafío presentado en las Tradiciones peruanas por la presencia
ubicua de términos que no figuraban en el Diccionario de la Real Academia Española del
siglo XIX.
Durante la mayor parte de su vida Palma mantuvo un vivo interés en la evolución
lexicográfica de su lengua nativa. Tal afán culminó en la publicación de dos tomos
La descripción es clara pero densa. Incluye imágenes llamativas y vocablos llenos de sus-
tancia cultural algunos de las cuales pertenecían sólo al ambiente peruano. «Mozo cunda»
quería decir «persona alegre, traviesa, bromista, jarandista» (PL 64). Cumbiangero se refe-
ría a su interés en la fiesta y la música. Conociendo esas voces y su contenido cultural se
enriquece nuestra percepción de don Manuel. Desconociéndolas se pierde un poco de la
riqueza verbal desplegada ante el lector.
Otra descripción, esta vez sacada de la tradición «La venganza de un cura,» también
subraya la personalidad del tipo en cuestión.
Oidor de la Real Audiencia era el doctor Mansilla, quien entre sus esclavos tenía un
negrito chamberí, al cual mimaba más de lo preciso. El engreído muchacho, conocido
en Lima por el apodo de Aguacero, se hizo un cortacaras, chuchumeco y ratero famoso;
y aunque cada mes, por lo menos, tenía trabacuentas con la justicia, salía bien librado,
porque el señor oidor interponía su influencia y respetos. (1105)
No sabiendo que chamberí significaba «elegante» (Arona, 1599), ocasionaría que al lector
se le escaparía un aspecto importante del retrato de Aguacero. Del mismo modo faltándo-
le conocimiento sobre el término chuchumeco, el cual designaba al que frecuentaba «trato
con meretrices» (PL 71), quedaría sin una visión completa del personaje en cuestión.
Otra acepción americana no habida en el Diccionario tiene que ver con la voz hori-
zontal. Noten cómo se emplea en una oración de «María Abascal»: «María Abascal fue lo
536 YUYAYKUSUN
Una lectura neológica de las Tradiciones peruanas
que se entiende por una aristocrática cortesana, una horizontal de gran tono» (957). En
este caso el neologismo, que antes indicaba «una meretriz de gran tono» (PL 139), sirve
para repetir y así reforzar la palabra cortesana, así como para añadir cierto sabor cultural. A
veces Palma coloca el vocablo neológico en boca de un personaje. En «Dos palomitas sin
hiel» el lector corre el riesgo de no aprehender enteramente la injuria proferida por doña
Francisca contra doña Catalina: «--Calle la coja zaramullo, que ninguna señora se rebaja
a hablar con ella» (290). El americanismo zaramullo denotaba una persona despreciable
(PL 283).
Como se ve, para apreciar en su totalidad los caracteres descritos en las Tradiciones
peruanas, se precisaba una familiaridad con múltiples términos todavía no ubicados en
aquel entonces en el Diccionario. ¿Qué es, por ejemplo, un «canónigo cucarachero»
(1442), un «boticario... palangana» (410), unos hombres «que eran unos tetelememes»
(732) o qué se entiende cuando Palma escribe que fue «por culpa del pantorrilludo
Urdaneta» (971) o cuando un personaje confiesa que anduvo «en mula chúcara y con
estribos largos por una muchacha» (911)? Descubrir el significado conduce inevitable-
mente a un aprecio y un vínculo más hondo con el mundo que don Ricardo deseaba
pintarnos.
El mismo desafío le espera al lector cuando procura descifrar descripciones del aspec-
to físico de un personaje. Por ejemplo, en la tradición «Refranero limeño» Palma habla de
encontrar «a alguna prójima adefesieramente vestida» (1192). Sin conocer el adverbio el
pobre lector queda en la duda en cuanto a la selección de ropa de tal prójima. Sabiendo
que la voz quería decir algo así como «con una candidez tonta» (PL 10), bien puede
saborear esa descripción única. Al hablar del empleo de ese adverbio en esa frase, Palma
mismo dijo: «pues no encontraba ni encuentro forma de expresar mi pensamiento con
mayor concisión y claridad» (PL 10).
Palma también acogió y empleó una serie de vocablos nuevos que indicaban la pro-
fesión o trabajo de un personaje. Leemos, en «No se pega a la mujer» que «presentósele
un día al mariscal una rabona con el cuerpo magullado y la cara ensangrentada» (1019).
Sabiendo de antemano que rabona designaba a la mujer que acompañaba al soldado en
sus marchas (NA 1402) uno podría visualizar con facilidad la escena e inmediatamente
comenzar a figurarse posibles causas de su condición. A veces una serie de palabras de
la misma raíz tienen que entenderse a fin de discernir bien a que profesión se refería.
Considérense los términos picante, picantería y picantero. En la tradición «María Abascal»
(955) el tradicionista alude a «los aficionados al picante,» a «la más afamada picantería de
Lima» y a varias maniobras de una picantera. Para apreciar esta historieta en su riqueza
tanto anecdótica como cultural obviamente habría que saber que picante aludía a «cier-
tos guisos americanos en los que domina el ají» (PL 213), que picantería designaba «el
establecimiento o fondín donde se [vendía] el picante» (PL 213) y que la picantera era la
propietaria de la picantería.
La designación religiosa monigote se ve a lo largo de las Tradiciones peruanas. Saber
la definición exacta resulta imprescindible para captar bien el significado verdadero de lo
YUYAYKUSUN 537
Roy L. Tanner
que pasa y lo se dice y se siente. Por ejemplo, cuando el arrogante y jactancioso corregidor
de Tinta declara «que mientras yo empuñe la vara, ningún monigote me ha de resollar
gordo» (685) el lector pierde mucho si no entiende que monigote se refería a «los aspiran-
tes a clérigo que [habían] recibido la tonsura o primero grados» (PL 311).
Es bien sabido que la sátira se evidencia en toda la obra de Palma. Y es precisamente
allí donde uno tiene que entender bien el significado de las palabras empleadas a fin de
no pasar por alto el meollo satírico humorístico de la alusión. En la tradición «Don Tadeo
López, el condecorado» el protagonista viene descrito así en una silva: «Canto tu cara tor-
va y de vinagre, tus cortos brazos y tu cuerpo tieso; canto tu boca, que es boca de bagre,
tus ojos tuertos y nariz sin hueso» (886). El fragmento es obviamente desfavorable pero
saber que bagre se refería a un pez americano y que figurativamente se decía «es un bagre–
por la mujer fea y despreciable» (PL 29) ciertamente intensifica la burla y ayuda nuestra
comprensión. En «San Antonio del fondo» el lector topa con «una beata que por vieja y
fea era ya de todo punto tabaco infumable» (1092). La metáfora se basa en infumable, un
adjetivo nuevo aunque fácil de descifrar.
«Salir con una enflautada [era], en América, decir o hacer un disparate cuando se
esperaba de nosotros concepto o acción juiciosa» (PL 103). No sabiendo eso el lector de
la anécdota «El garrote,» posiblemente se desorientaría al no percibir la mofa encerrada
en el comentario de que Vidasola «salió con la enflautada de que gozaba de fuero militar»
(881). Asimismo se perdería la sátira yaciente en la declaración siguiente al no haberse
familiarizado con el término sesera: «El pueblo consideró estas genuflexiones como cosa
de hombre cuya sesera estuviese sin tornillos» (496). Por supuesto, sesera aludía al «espa-
cio cerebral en que están los sesos» (PL 255) pero era un vocablo todavía sin presencia y
autorización en el Diccionario.
Cuando un nombre creado por Palma debía entenderse con cierto grado de burla, el
lector también se enfrenta con la posibilidad de no vislumbrar esa intención al desconocer
la voz en cuestión. Por ejemplo, leemos lo siguiente en «Una misa de aguinaldo»:
538 YUYAYKUSUN
Una lectura neológica de las Tradiciones peruanas
tanto, sólo con grandes esfuerzos puede el lector no limeño/peruano llegar a distinguir y
así disfrutar del meollo cultural tan corriente en las afamadas historietas.
Entre otros desafíos Palma usa una serie de términos provenientes del quechua.
Como un año estuvo presa la pícara sin querer confesar ñizca; (834)
Es, pues, tan claro como el agua de puquio, . . . (1181)
. . . pero Cristo, de una manera rotunda, que no admite recancanillas de chicana ni dis-
tingos casuísticos, y con palabras más claras que el agua limpia de un puquio, me prohíbe
jurar. (1448)
Indias pescadoras que venían de Chorrillos, hierbateros de Surco, yanaconas de Miraflores,
cimarrones de San Juan y peones de las haciendas, traficaban a esa hora a pequeña dis-
tancia del estanque. (823)
A fin de saborear lo que se está comunicando en estas frases, habría que saber que ñizca
quiere decir pedacito (PL 194), que puquio significaba «fuente de agua muy cristalina»
(PL 229) y que yanacón designaba «persona a quien el propietario de un fundo rústico
arrienda, para que lo cultive, un lote de terreno» (PL 280).
A veces tales términos vienen vinculados con la historia, sea pre- o pos-española. En
ese caso no conocer la voz acarrea una pérdida de aprecio aun más amplia. Por ejemplo,
en «El carbunclo del diablo» se hace mucho uso del vocablo huaca. Al lector no familiar
con la palabra y su sustancia histórico-cultural en el mundo incaico se le escaparían mu-
chos matices emblemáticos asociados con la visión de un cementerio o templo de los an-
tiguos peruanos lleno de objetos de cerámica, de metales preciosos, de tejidos intricados,
de momias, etc. Lo mismo pasaría con curaca, gamonal o chápiro.
La salida de las varias series de tradiciones siempre presuponía un público versado en
las costumbres y la expresividad peruanas de la época. Por eso uno no puede leer muchas
páginas sin toparse con una que otra alusión que daba por sentada la familiaridad con
esos componentes culturales, entre los cuales figuraban referencias a las comidas y bebidas
del día. Tales alusiones culinarias pueden intrigar y confundir a la vez al lector extran-
jero. Dice, por ejemplo, Jiménez Menacho en «Los azulejos de San Francisco»: «Nunca
bebí mejor soconusco, y ya sabe su reverencia que soy conocedor» (316). En «Un drama
íntimo» explica el narrador que don Honorio Aparicio obsequiaba a los concurrentes a
su tertulia «con una jícara del sabroso soconusco acompañada de tostaditas y mazapán
almendrado de las monjas catalinas» (807). Obviamente se pierde algo valioso al no saber
lo que se bebía. Palma define el refresco así: «Cacao que se cosecha en Soconusco, y que
es muy estimado» (PL 258). En «¡A nadar, peces!» un mozalbete le comenta al padre
Carapulcra:
Si su paternidad me confiara parte de esos realejos que tiene ociosos y criando moho,
permita Dios que el piscolabis que he bebido se me vuelva en el buche rejalgar ó agua de
estanque con sapos y sabandijas, si antes de un año no se los he triplicado. (843)
YUYAYKUSUN 539
Roy L. Tanner
Con saber que piscolabis significaba una «copa de aguardiente que muchos consumían
como aperitivo» (PL 215) apreciamos mejor la escena.
Cuando Francisco Mogollón iba a la cocinería, solía comprar «una ración uña de vaca
con salsa de perejil y pimiento, los afamados choncholíes y anticuchos, una capirotada de
ajos con cebolla albarrana y el obligado zango de ñajú» (577). Aquí Palma apela a nuestro
sentido de gusto, pero para que el lector experimente vicariamente esos gustos tiene que
saber, por ejemplo, a qué se refiere cuando se mientan anticuchos. Alguien criado en Lima
sabría inmediatamente que se refería a «trocitos de hígado [o corazón] de vaca, atravesa-
dos por una cañita que, después de asados y condimentados con ají comen, desde hace . . .
siglos, los» habitantes en la costa del Perú (PL 21). El extranjero sólo podría imaginar. En
«Una chanza de inocentes» un indiecito le dice a Bolívar: «Mis señoritas Calvimontes le
envían a su merced este chupe de leche para el almuerzo» (1020). Otra vez hace falta cierta
familiaridad para saborear la escena. Palma define chupe así: «(Del quechua) Guisado ex-
quisito en el que entran leche, papas amarillas, camarones, huevos y otros condimentos»
(PL 72). Lo mismo podría decirse por charqui, chicero, chingana, chinganero, fritanga y
gloriado, entre muchos otros.
Vamos viendo, entonces, que nuestro nivel de conocimiento de los neologismos y
americanismos empleados por Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas determina en
parte el grado de aprecio que podemos sacar de nuestra lectura. Esto es verdad también en
el caso de la música. A lo largo de sus anécdotas don Ricardo esparce referencias a ciertos
tipos de bailes, canciones e instrumentos musicales, varios de los cuales no habían entrado
todavía en el Diccionario. No conocerlos forzosamente conduce a que el lector tenga una
experiencia estética más limitada. De bailes me refiero a voces como tambarria, cachua o
zamacueca. En «Una Aventura amorosa del padre Chuecas» leemos, por ejemplo, que las
canciones del padre «animaban en el acto la tambarria, y repetidas a golpe de caja, arpa
y guitarra por los concurrentes, pasaban a todos los arrabales de Lima» (898). Palma dio
por sentado que los lectores sabrían que tambarria quería decir una «parranda escanda-
losa de la plebe... en la que se baila muy obscenamente» (PL 265), pero fuera de ciertas
partes de América eso no se iba a saber. ¿Y cómo iban a relacionarse con descripciones
como las siguientes sin haber visto bailada una zamacueca, predecesor de la marinera
contemporánea?
540 YUYAYKUSUN
Una lectura neológica de las Tradiciones peruanas
Sin conocer charango, cachua o escobillar uno puede captar lo esencial pero pierde en
gran parte la riqueza auditiva, visual y táctil de la escena descrita. La cachua era un baile
popular de los indios (PL 39); el charango, una especie de bandurria o guitarrita de cinco
cuerdas (NA 1390); escobillar aludía a ciertos gestos o movimientos típicos de la cachua.
A causa de neologismos asociados con la indumentaria o el tocador el lector no pre-
parado tampoco podía visualizar en su totalidad lo que se describía. ¿Qué quería decir
Palma, por ejemplo, al explicar que un maestro de escuela castigaba al alumno que no
sabía la lección al dedillo «adornándole la cabeza con... cucurucho de cartón donde esta-
ban escritas con letras gordas... estas palabras: ‘¡Por borrico!» (893)?3 El sentido olfativo
del lector no conocedor tampoco entraba en acción al leer este párrafo:
La limeña de marras no conoció peluquero ni castañas, sino uno que otro ricito volado
en los días de repicar gordo, ni fierros calientes ni papillotas, ni usó jamás aceitillo, bál-
samos, glicerina ni pomada para el pelo. El agua de Dios y san, se acabó y las cabelleras
eran de lo bueno lo mejor. (553-554)
Para el limeño del siglo XIX la voz acetillo significaba el «perfumado que [servía] para usos
del tocador» (PL 7).
Otro aspecto de una lectura neológica de las Tradiciones peruanas tiene que ver con la
flora y la fauna mentadas en ellas. El descubrimiento del mundo nuevo exigió la creación
o adopción de múltiples términos hasta entonces no conocidos en Europa. Para el siglo
XIX todavía faltaban en el Diccionario de la Real Academia Española muchísimas de
ellas, lo que no impidió a Palma a que las utilizase en muchas de sus historietas. Pueden
designar árboles (chonta, lúcumo, pacay, pacayar, guarango), flores (suche, arirumba) o un
insecto o animal (pique, pericote).
Las tradiciones evidencian una rica textura cultural en el uso de una miríada de lime-
ñismos y peruanismos, muchos de los cuales no habían alcanzado la legitimidad del dic-
cionario. Al toparse con ellos el lector no experimentado tiene que depender del contexto
para, al menos, colegir lo fundamental de lo que se está comunicando. ¿Qué querrá decir,
por ejemplo, cuando don Alonso Esquivel le aconseja a doña O: «Fibra, mi señora doña
O, mucha fibra, si no quiere usted que esa descocada y ese mozo libertino hagan chichi-
rimico de nosotros» (533)? Palma mismo escribió de la voz chichirimico que era «un li-
3 El cucurucho se refería a un «traje que, en semana santa y en procesiones, usaban unos penitentes, el cual remataba
en una capucha que les cubría la faz, con dos agujeros en el sitio de los ojos» ) PL 63-64). La capucha parecía una
coroza.
YUYAYKUSUN 541
Roy L. Tanner
meñismo más expresivo que todas las palabras de germanía encerradas en el Diccionario»
(PL 68). En el contexto que acabo de citar de «La excomunión de los alcaldes de Lima»
hacer chichirimico quiere decir «burlarse» de una persona. Lisura constituía otro término
también hondamente peruano. ¡Cuánto se pierde al leerlo en las tradiciones sin poder
sentir las ramificaciones culturales asociadas con él! Quería y quiere decir una palabra o
acción irrespetuosa (PL 172). Consideren:
De la misma naturaleza sería ñeque, un vocablo muy empleado por Palma al caracterizar
a los personajes de «brío, potencia, coraje, vigor, fuerza [o] robustez» (PL 194). El co-
mandante Santalla era así, «un hombre de ñeque» (69). En otra anécdota leemos de un
tal Buendía, «un mozo de mucho ñeque y muy echado para atrás» (202). Muy limeño
así como muy americano fue el término mataperros, o sea, granuja, y su verbo corres-
pondiente mataperrear («Hacer travesuras, estar de juerga, hacer novillos los escolares»)
[NA 1397]. Don Ricardo fue deslizando esas voces a lo largo de las Tradiciones Peruanas.
Refiriéndose a Judas Iscariote, afirma que «[t]ravieso salió el nene, y a los ocho años era
el primer mataperros de su barrio» (1195). En una alusión autobiográfica aclara que los
«mataperros de la época íbamos, muy orondos y pechisacados, junto a la banda de música
y formando cortejo al escribano Casas» (544).
A veces los desafíos neológicos se simplifican mediante una tendencia muy arraigada
en las Tradiciones peruanas, o sea, glosas sinónimas provistas por el narrador. Pueden
asumir diversas formas pero por regla general constan de una expresión bipartita con una
frase o palabra vinculadora puesta en el medio.
No es raro tampoco que Palma entre en explicaciones más largas sobre el término en
cuestión:
... gente toda que al llegar a América pagaba la chapetonada, frase con la que nuestros ma-
yores querían significar que el extranjero, antes de aclimatarse, era atacado por la terciana
y por lo que entonces se llamaba bicho alto y hoy disentería. (196)
Todo este tema trata de vocablos no incluidos en el diccionario cuando escribía Palma.
Podían ser términos netamente americanos, acepciones americanas, peruanismos o neolo-
gismos creados por el mismo tradicionista. Ejemplos de palabras americanas incorporadas
542 YUYAYKUSUN
Una lectura neológica de las Tradiciones peruanas
por Palma en las tradiciones incluyen despapucho, disforzarse, dragonear, emplumar, endrogar,
guaraguas, jacarandá, mangajo, maritatas, maturrango, mechificar, muchitanga, ñato, petatero,
petaquillas, pucho, zaine, mucama y bebendurria, entre muchas otras. Despapucho aparece
al menos ocho veces en las anécdotas, demostrando así la tarea emprendida por el lector
extranjero. Quiere decir «sandez, disparate, tontería» (PL 87). Del segundo término don
Ricardo comentó que «es un verbo que morirá junto con la última limeña disforzada,»
notando que disfuerzo era un limeñismo que no tenía equivalente en el Léxico español (PL
92). Cuando el tradicionista anota que «dragoneaba yo de comisario en nuestra difunta
escuadra» (873), quiere decir que desempeñaba accidentalmente un cargo (PL 94).
Entre las acepciones americanas empleadas en las tradiciones se ven discante, frango-
lo, mamada, mamandurria, boya, chacra, montonera, refractario, papahuevos y pechugón.
Quedaría el lector en la luna al leer en «La revolución de la medallita»: «¿Hasta cuándo,
pues, querían los chapetones que les durase la mamandurria? (977) a no ser que hubiese
aprendido en alguna parte que la voz mamandurria designaba «el sueldo que se disfruta
sin merecerlo» (PL 177). ¿Y qué habría entendido al contemplar la frase «su padre es un
viejo pechugón» (846), no sabiendo que el adjetivo se refería a una «persona confianzuda,
de poca delicadeza» (PL 209)? Claramente, mucho se escurre sin una buena preparación
neológica.
Como hemos visto, cuando uno estudia las tradiciones, siempre corre el riesgo de
no poder descifrar lo proferido por un personaje así como lo que va comentando el
narrador.
YUYAYKUSUN 543
Roy L. Tanner
Con mucha frecuencia se puede captar lo que quiere decir un vocablo basándose en
una combinación de contexto y raíz, obviando así en gran parte la dificultad presentada
por el neologismo. La anécdota «Pico con pico y ala con ala» comienza de este modo:
«Cuando en los matrimonios mal avenidos o descompaginados, alguno de los cónyuges
solicitaba consejo de nuestros abuelos, éstos, que pecaban de sensatos, nunca pronuncia-
ban fallo» (963). El significado de descompaginar se colige fácilmente de la raíz compaginar
así como del contexto semántico. Lo mismo pasa en el caso de otros muchos términos:
loquería, desprestigiar, pampero, enrostrar, desencuadernar, historietista, politiquero, incásico,
mobiliario, pormenorizar y rebencazo, ninguno de los cuales figuraba en el Diccionario del
siglo XIX.
Sumergirse en la expresividad de las Tradiciones peruanas constituye un deleite lexi-
cográfico. El despliegue deslumbrante de vocablos arcaizantes y castizos se combina con
una sarta alucinante de neologismos interesantes y divertidos. En algunos casos Palma
mismo o un conocido suyo parece haberles dado origen: mojigatocracia, suegrear, circuns-
tanflaucia, filimiquichupisti. Sin embargo, esta misma plétora semántica le ofrece al lector
ansioso por apreciar las tradiciones en su totalidad una serie de obstáculos superados sólo
por un estudio asiduo y amplio de la lengua y de la cultura tan bien conocidas por el gran
tradicionista.
Referencias bibliográficas
Oviedo, José Miguel (1965). Genio y figura de Ricardo Palma. Buenos Aires: Editorial Universitaria
de Buenos Aires.
544 YUYAYKUSUN
El problema de la comprensión lectora. Segunda parte
Luis Miranda
RESUMEN
La comprensión lectora es actualmente uno de los problemas principales sino el mayor que tienen los
estudiantes de todos los niveles educativos y que, al parecer, es algo que sucede en casi todos los países
del mundo. En el presente trabajo procuro presentar un panorama de cómo se está enfrentando esta
situación de cara al futuro.
ABSTRACT
Reading comprehension is the main problem that our students of different levels face, and probably
also students around the world. In this paper, I present a view of how to cope with this situation
facing up to future.
La perspectiva social
Pero si el poder ha temido tanto la lectura no controlada es por
algo: la apropiación de la lengua, el acceso al saber, pero también
la toma de distancia, la elaboración de un mundo propio, de una
reflexión propia que se hace posible con la lectura, son el requisito
previo, la vía de acceso al ejercicio de un verdadero derecho de
ciudadanía. Porque los libros lo alejan del mundo un momento,
pero el lector después regresa a un mundo transformado y am-
pliado. Y pueden sugerirle la idea de tomar parte más activa en
su devenir.1
Michèle Petit
1. El mercado lingüístico
precios que van a recibir estos productos dependen de lo estatuido anticipadamente por
ese mercado. Dentro del mercado escolar, lo queramos o no, llegamos cuando ya están
establecidas las recompensas y las sanciones que recibiremos. Uno de los grandes miste-
rios que la sociolingüística debe resolver, es esta especie de sentido de la aceptabilidad.
Nosotros no aprendemos jamás a hablar sin aprender, al mismo tiempo, las condiciones
de aceptabilidad de este hablar. Es decir que aprender una forma de hablar, es aprender
al mismo tiempo que este hablar será evaluado en tal o cual situación. Nosotros apren-
demos inseparablemente a hablar y a evaluar con anticipación los premios y sanciones
que tendrá nuestro discurso; dentro del mercado escolar —y es por esta razón que el
mercado escolar ofrece una situación ideal para el análisis— esta valoración es la nota,
la nota que implica muy a menudo un premio material (si no tienes una buena nota en
tu resumen del concurso del Politécnico, serás administrador en el INSEE y ganarás tres
veces menos...). Luego, toda situación lingüística funciona como un mercado en el cual
alguna cosa se intercambia. Estas cosas son evidentemente palabras, pero estas palabras
no son solamente hechos para ser comprendidos; la relación de comunicación no es una
simple relación de comunicación, es también una relación económica donde se juega el
valor de aquel que habla: ¿habla bien o habla mal? ¿Es brillante o no? ¿Puede aceptarse
como habla o no ?...
Los alumnos que llegan al mercado escolar encuentran establecidas anticipadamente las
chances de recompensa o de sanción para tal o cual tipo de hablar. Dicho de otra manera,
la situación escolar en tanto que situación lingüística de un tipo particular ejerce una formi-
dable censura sobre todos aquellos que anticipan en conocimiento de causa las chances de
provecho y de pérdida que los estudiantes poseen, estando dada la competencia lingüística
de la que disponen. Y el silencio de algunos no es más que un interés bien comprendido2.
Uno de los problemas que esto plantea es la cuestión de saber quién gobierna la
situación lingüística escolar. ¿Es que el profesor es el capitán a bordo? ¿Es él quien tiene
verdaderamente la iniciativa en la definición de la aceptabilidad? ¿Es él quien tiene el
control de las leyes del mercado? Todas las contradicciones que van a encontrar las gentes
que se embarcan en la experiencia de la enseñanza de lo oral derivan en la proposición
siguiente: la libertad del profesor, tratándose de la definición de las leyes del mercado es-
pecífico de su clase, es limitada, porque él no creará jamás más que «un imperio dentro de
otro imperio», un subespacio en el cual las leyes del mercado dominante son suspendidas.
Antes de ir más lejos, se debe recordar el carácter muy particular del mercado escolar: él
es dominado por las exigencias imperativas del profesor de francés (castellano en nuestro
caso) quien es legitimado a enseñar eso que no se debe enseñar si todo el mundo tuviera
las chances iguales de tener esta capacidad y quien tiene el derecho de corrección en el
doble sentido del término: la corrección lingüística («el lenguaje castigado») es justamen-
te la consecuencia de que existe un hablar «correcto». El profesor es una suerte de juez
2 «En este sentido podemos interpretar también algunos silencios de nuestros alumnos en algunas situaciones escolares:
como una resistencia a perder lo «propio» o como un reconocimiento de la valoración negativa que portaría una for-
ma de habla particular, de modo tal que si no puedo reproducir esa lengua, «mejor me callo»». (Iturrioz, 2006: 15).
546 YUYAYKUSUN
El problema de la comprensión lectora (2)
para los niños en materia lingüística: tiene el derecho de corrección y de sanción sobre el
lenguaje de sus alumnos.
1.1. A esto respecto es interesante anotar las coincidencias de perspectiva con lo dicho
por Bordieux, en el comentario de Camps (2005) sobre los resultados de las pruebas Pisa
2003, que tanto revuelo han provocado: «Conviene ante todo formular algunas reservas
sobre lo que subyace a estas evaluaciones. Si atendemos al organismo internacional que
las promueve, a las características de las pruebas, a la falta de consideración de la diver-
sidad de tradiciones culturales, a la idea de progreso individual, podemos pensar que
responden a la necesidad de promover unas competencias que interesan para la implan-
tación de un modelo económico y cultural único, al servicio de un concepto de progreso
acorde con este modelo.
Cabría considerar a este respecto que los géneros discursivos que sirven para comu-
nicarse en una cultura no son idénticos a los de otra y que la tradición cultural en la que
crecen y aprenden a comunicarse muchos niños y jóvenes difiere de la que se toma como
referente para estas evaluaciones de modo que las comparaciones entre países parecen
discutibles. Además, los investigadores en ciencias sociales sabemos muy bien que este
tipo de pruebas no miden algunas de las capacidades humanas fundamentales para el
desarrollo de las personas. En algunos países, como México, los resultados dibujan el
mapa de la pobreza, pero no conducen a sus gobiernos a abordar este tema, sólo a pensar
en términos escolares.»
2.0. Como señala Di Stefano (2000) la institución escolar tiene un rol determinante en
la gestación y en la constitución de las representaciones que tienen sobre la lectura los es-
tudiantes, procesos que se desarrollan mediante los textos que proponen como lecturas y
a través de las consignas que da para orientar la lectura, así como a través de evaluaciones
que ratifican o descalifican las distintas maneras de leer.
Las representaciones sociales de la lectura, agrega, son el conjunto de ideas que tienen
los grupos sociales acerca de las operaciones que hay que realizar cuando se lee y acerca de
lo que hay que leer en los textos cuando se lee. Estas representaciones involucran las ideas
que los alumnos tienen de la finalidad de la tarea que se les pauta, de la institución en que
se encuentran, del rol que se espera de ellos como lectores, y, también del tipo de texto
que se considera o no prestigioso como para ser leído. Las representaciones tienen dos
características que implican especialmente a las investigaciones didácticas: a) su carácter
anticipatorio, ya que preceden y predeterminan la acción de los sujetos; y, b) su carácter
dinámico y conflictivo, que las hace susceptibles de ser transformadas.
2.1. Además, la educación en nuestro país sigue anclada a concepciones de épocas preté-
ritas, cuando a la escuela sólo llegaban los hijos de las elites, como señala Colomer (2002:
YUYAYKUSUN 547
Luis Miranda
11): «Al principio todo era sencillo. Los niños de las minorías ilustradas crecían con los
libros. Madres, institutrices, familia, visitas, el entero círculo social en que vivían no se
habría entendido sin las referencias a los libros. En la escuela aprendían el código, gana-
ban velocidad, leían a los autores canónicos y atendían a la explicación de los profesores
sobre el sentido de los textos. Cuando surgió la preocupación por los demás niños y niñas,
la escuela pretendió continuar haciendo lo mismo mientras se extendía la idea de que,
si la institución escolar ya se encargaba de enseñar el instrumento, bastaba con llevar los
libros a los lectores. Lo que se necesitaba era abrir bibliotecas y ocuparse de llenarlas con
criterios de selección moral o de calidad. Durante décadas, nadie pensó demasiado en
cómo hacer las presentaciones entre todos esos «nuevos» niños y los libros.»
2.1.1. También otra de las concepciones que se maneja en la escuela peruana es conside-
rar a los niños como una especie de minusválidos mentales3. Ideología característica de
los pueblos que han pasado de una dictadura a otra, o han vivido bajo largos regímenes
tiránicos, y, que por esta razón, han llegado tarde a la vida en democracia, que le es casi
totalmente ajena. Lo que se ha agravado con la práctica desaparición de la democracia
real en los tiempos en que vivimos, pues, ésta se reduce cada vez más a acudir a las urnas
cada cierto tiempo para elegir a personajes entre los cuales las diferencias de pensamiento
y de praxis casi no existe.
Típico ejemplo de esta concepción son los libros de lectura de la dictadura franquista,
que como señala Colomer (2005: 16) aún en la década de 1950 adoptaban formas cari-
caturescas como las siguientes:
3 «Todavía se piensa que el niño es un adulto en chiquitito, o simplemente que es un angelito, pero ni piensa ni sabe,
no tiene capacidad intelectual» dice Ferreiro (Castorina et al., 1999: 181).
548 YUYAYKUSUN
El problema de la comprensión lectora (2)
2.1.3. Y los programas dictados por el ministerio de educación y los libros de texto, como
remarca Ferreiro (Castorina et al. 1999: 144 y 222-223) nublan todo, no te permiten ver
nada más, opacan las preguntas, porque al maestro no le es posible salirse de esas camisas
de fuerza, se le limita a moverse dentro del marco de esos dos instrumentos.
Además, el maestro no está preparado para trabajar con libros, en plural; sólo está
capacitado para trabajar con un libro (el texto escolar), que es el que él domestica a su
manera, y dice «de la página 5 a la 15», y no lean lo que precede ni lo que sigue. Copien
esto y lean aquello. La pluralidad de libros se visualiza como un peligro. También el pro-
blema del libro patrón o libro didáctico (texto escolar) está vinculado con el niño único,
el niño patrón, el niño modelo interno o personificado en algunos de sus tantos perfiles
de los niños de cada una de las diferentes edades, y, quien se sale de ese patrón se hace
pasible de sanciones (notas bajas) o castigos de otra índole.
3.0. Al preguntársele sobre la relación entre lectura y escritura, Ferreiro (Castorina et al.
1999: 99) responde: «Te voy a contestar de una forma un poco paradójica. En realidad no
me interesa la lectura ni la escritura, lo que me interesa es qué clases de ideas construye el
sujeto sobre lo escrito. Pero, por necesidad, debo aproximarme a través de las actividades
de producción o de interpretación; o sea, las actividades básicas que se hacen sobre lo
escrito, ya que, o bien se produce o se interpreta algo producido por otros.
Las tradiciones sobre las actividades de lectura y escritura son variadas. En América
Latina tenemos una tradición que se expresa en ese engendro llamado «lecto-escritura»,
porque ambas actividades se introducen más o menos al mismo tiempo, aunque no sea
realmente producción sino copia, y no sea lectura sino descifrado.»
4 «No es cierto que disminuir la calidad de los libros o escribirlos con criterios de legibilidad o de proyección pegados
al lector fomente la lectura.» (Colomer, 2002: 29).
YUYAYKUSUN 549
Luis Miranda
3.1. Por otra parte, Ferreiro (2002: 31-33) dice que hay que problematizar la dicotomía
entre lectura y escritura, esta dicotomía heredada que se acepta como verdad absoluta y,
agrega, que cuando pensamos en las actividades que efectivamente se hacen con los textos
(textos ya producidos o en construcción) vemos que esas actividades constituyen, en la
mayoría de casos, interfases entre leer y escribir.
Luego señala que la única manera de superar este pensamiento dicotómico es pensar en
términos de cultura escrita: queremos que todos los niños sean capaces de leer un texto pro-
ducido por otro(s); que también puedan comparar los textos; que puedan comentarlos; que
puedan evaluarlos según múltiples criterios; que puedan comentar y parafrasear un texto;
que puedan resumirlo (oralmente o por escrito), que puedan hacer algo con lo leído.
Por último, remarca que cada una de estas actividades y otras no mencionadas nece-
sitaría un análisis detallado para que se comprenda que en todas ellas hay interfase entre
leer y escribir.; entre el leer, el hablar sobre lo leído, el hablar sobre lo escrito, reflexionar
sobre lo dicho y reflexionar sobre lo leído. Leer y comentar, leer y resumir, recomendar,
contar para otro que no tuvo acceso a ese texto, explicar, revisar y corregir lo escrito,
comparar y evaluar, dictar para que otro u otros escriban, dar formato gráfico a lo escrito
(opción facilitada por las posibilidades que brinda la computadora y que puede tener un
aspecto lúdico). Si no tenemos en cuenta que, en realidad, lo que importa es lo que hace-
mos con lo escrito, tampoco entenderemos bien por qué hay, necesariamente, múltiples
maneras de leer. Se asocian mecánicamente los modos de leer con los tipos de texto y no
con las actividades. Es verdad que ciertos tipos de texto sugieren cierta clase de lectura, no
es lo mismo leer un diccionario que una antología poética, pero cualquier narrativa puede
ser leída de distintas maneras, las cuales dependen de las actividades que se hagan a pro-
pósito de ella. Ergo, no se trata de enfrentar diferentes modos de leer, sino de desarrollar
las actividades que exigen estos diversos tipos de lectura.
5 En el mismo libro, Luis Fernando Lara dice: «La escritura, en consecuencia, fue un poderoso instrumento de obje-
tivación de las lenguas y no una simple consecuencia del reconocimiento de la lengua hablada, a la que se le asociara
convencionalmente un sistema de representación». p. 59.
550 YUYAYKUSUN
El problema de la comprensión lectora (2)
En ese mismo sentido opina Ferreiro (2002: 162-163): «La indagación psicolingüís-
tica sobre la noción de palabra sigue siendo, de manera persistente, tributaria de esa «in-
genuidad primigenia» que señalábamos antes, ya que se presentan a los niños enunciados
orales y se les solicita que digan cuántas y/o cuáles palabras han escuchado, con la idea de
que la «unidad palabra» preexiste a la escritura.
…………………………………………………………………………………….
¿Qué ocurre cuando decidimos explícitamente hablar de «la palabra»? En primer
lugar, es conveniente recordar que, aunque sea un término metalingüístico, no se trata de
una terminología científica. La lingüística del siglo XX ha renunciado explícitamente a
buscar la cientificidad de este término (con lo cual ha reducido la «palabra» a una entidad
práctica que sólo se manifiesta en la escritura: «secuencia de letras separada de otras por
YUYAYKUSUN 551
Luis Miranda
… la oración sólo se justifica al nivel de la grafía: tanto como las unidades de escritura
de rangos inferiores, la oración resulta ser una noción compuesta de múltiples crite-
rios, una «unidad de saber práctico», de carácter epilingüístico más que metalingüístico.
(Beguelin. 2002: 48)
5. Leer en la universidad
5.0. En este apartado, que es una especie de conclusión, me basó fundamentalmente en los
textos que generosamente nos entregó Paula Carlino en el IV Congreso Internacional de la
Cátedra UNESCO para el Mejoramineto de la Lectura y Escritura en América Latina, que se
llevó a cabo en Caracas este año, especialmente: (Carlino, 2003 y Estienne y Carlino, s/f).
5.0.1. Una concepción muy generalizada entre los profesores es que los alumnos no leen,
es decir, no comprenden las lecturas que los docentes les proponen, pero ¿esto es cierto?,
en realidad, como señala Carlino, lo que sucede es que leen pero no del modo en que los
profesores pretendemos que lo hagan, pues, no les enseñamos esta manera de leer.
Leer para la universidad requiere el desarrollo de una serie de conocimientos con lo
que los alumnos no cuentan cuando ingresan a ella.
552 YUYAYKUSUN
El problema de la comprensión lectora (2)
5.1. La lectura no es una mera técnica o una habilidad que se adquiere de una vez y para
siempre, que sirve para leer cualquier texto que caiga en nuestras manos, añade Carlino,
es una práctica social (como ya señalamos líneas arriba), una práctica que se desarrolla
dentro de una determinada «comunidad textual» (lo que Coseriu denominaría «tradición
discursiva»), que difiere según el momento, la situación, los objetivos y el contenido de
lo que se lee. Por esta razón, quien lee tiene que modificar su manera de leer en cada
situación y a lo largo de toda su vida según las tradiciones discursivas en las que intente
participar.
En la universidad la lectura es parte de la cultura académica y como cultura tiene
pautas específicas, expectativas que deberán cumplir sus miembros: una forma de acceder
al conocimiento, un tipo de lenguaje compartido, ciertas reglas de uso, ciertos modos de
hacer, ciertos valores, etc., que posibilitan la construcción de significados típicos y modos
de acceso a estos significados.
En la esfera universitaria los profesores esperamos que los alumnos lean de un modo
específico: a) que extraigan de cada texto los conceptos pertinentes según el enfoque que
el sílabo de la asignatura propone. Esperamos que se centren en las nociones definidas
por el sílabo y que dejen de lado las ideas que se alejan de los contenidos previstos en la
enseñanza; y b) en las ciencias sociales solemos esperar que organicen las ideas en torno a
la postura de un autor, que puedan entender qué es lo que cada autor o escuela del pen-
samiento afirma y en que se diferencia su posición de la de otros autores o escuelas. Así,
esperamos que establezcan relaciones entre autores, corrientes de pensamiento e ideas. A
veces, aspiramos a que asuman una postura crítica, pero pedimos que evalúen lo leído
en función de parámetros sin definir. No nos conformamos con la emisión de un juicio
de valor sin fundamentos pero tampoco clarificamos cómo deben ser estos fundamentos.
Estas exigencias, que parecen naturales, sin embargo, requieren procesos cognitivos que
no están desarrollados en los ingresantes.
Por otra parte, la mayor parte de lo que se da para leer a los universitarios son textos
académicos derivados de textos científicos (por ejemplo, materiales de la asignatura, ma-
nuales, libros y capítulos de libros, que tiene por fuente trabajos científicos).
Generalmente, los alumnos no tienen acceso a los libros originales sino que los textos
les llegan fotocopiados, es frecuente, además, que estos materiales sean leídos fuera de la
obra completa, sin los capítulos precedentes ni posteriores, sin índices, sin prólogos, sin
solapas que presenten a sus autores, ni contratapas que comenten el texto, y, a veces, sin
referencias bibliográficas completas ni fechas de publicación. Es obvio que este recorte
textual no permite al lector ubicarse dentro de lo que lee.
5.1.1. Los alumnos que ingresan a la universidad provienen de una cultura diferente,
señala Carlino, donde las prácticas de lectura son otras, los objetivos, las reglas y los ma-
teriales son distintos. En la secundaria la lectura está tan acotada que llega a convertirse
en una tarea mecánica a través de cuestionarios que pueden responderse aun con poca
comprensión. La cultura lectora que predomina en la educación media borra del todo
YUYAYKUSUN 553
Luis Miranda
5.2. Como se ha señalado, prosigue Carlino, en la universidad existen reglas sobre cómo
leer los textos, cada cátedra propone una manera de abordaje particular. Los profesores
esperan que los alumnos realicen un recorrido de los textos o de los autores en función
de aquello que se quiere trabajar, pero, muchas veces los alumnos no logran cumplir estas
metas. El sílabo de una asignatura permite, a quien sabe interpretarlo, discernir qué se
considera importante en la bibliografía. En ocasiones, los docentes proveen orientación
pero en algunos casos se trata sólo de una indicación puntual.
Muchas veces no toda la información está en el texto y tampoco está en la clase, es
necesario un proceso de entramado por parte de los alumnos. Para conseguir una unidad
inteligible, tienen que entrelazar texto y explicación del profesor. Esta tarea exige gran
actividad cognitiva por parte de los estudiantes. El problema es que, con frecuencia, las
clases y los textos aparecen insuficientemente vinculados. Para el docente sí lo están, ya
que puede establecer para sí la relación implícita entre la bibliografía y su exposición oral:
el profesor, a veces, no hace referencia manifiesta a los textos en que se basa, ya que con-
sidera obvia la vinculación, sin embargo, los estudiantes en muchas ocasiones no logran
establecer el nexo entre ambas fuentes más allá de encontrar el tema común.
A veces, nos encontramos con que lo hacen luego de uno o varios fracasos, por en-
sayo y error. Otras veces, no logran hacerlo nunca y terminan abandonando los estudios
universitarios con la convicción que no son para ellos.
5.3. Se suele sostener, indica Carlino, que los estudiantes al haber ingresado a la uni-
versidad ya son adultos y deberían poder resolver los diversos problemas que la lectura
académica plantea. Bajo esta premisa, no se explicitan ni se dan pautas claras sobre cómo
precisa abordarse la lectura en cada asignatura. La solicitud que algunos alumnos reali-
zan de recibir mayor orientación es entendida por los profesores como dependencia o
inmadurez.
554 YUYAYKUSUN
El problema de la comprensión lectora (2)
Las dificultades de lectura no son inmanentes a los alumnos, no son un déficit que
deban resolver solos. El acceso a la universidad supone nuevos roles lectores, que desco-
nocen los ingresantes que provienen de otras subculturas académicas. Transitar por este
camino de manera exitosa requiere una guía continuada. No se logra a través de una indi-
cación puntual o esporádica. Los alumnos necesitan participar en recurrentes situaciones
que andamien sus intentos inicialmente infructuosos.
La maduración así concebida no tiene que ver con un proceso indefectible que se da
naturalmente al cumplir determinados años. Tiene que ver con un aprendizaje en con-
tacto con otros. Consiste en un proceso de internalización. Para muchos, sólo es posible
aprender a leer como universitario si se cuenta con el acompañamiento y la guía de quie-
nes ya forman parte de la cultura académica.
En función de una concepción de madurez, de desarrollo natural, se deja librado a
los alumnos decidir cómo estudiar, dónde focalizar, qué comprender, cuánto retener. Se
les exige pasar de un de un estado de total dependencia con el que vienen del nivel medio
a uno en el que son tan amplios los márgenes de libertad que resulta difícil qué hacer
con ellos. Se quitan los apoyos porque se supone que los estudiantes en este nivel pueden
aprender solos. Pero el tipo de aprendizaje que deben hacer ha cambiado: no tienen nin-
guna práctica en llevar a cabo lo que la universidad les propone.
5.4. Por último, Carlino propone que el docente, dentro del contexto de cada asignatura,
deberá ser quien ha de mostrar el camino, acompañar y guiar al alumno, generando espa-
cios para que sea partícipe de los modos de lectura esperados: a) enseñar los modos especí-
ficos de nuestras disciplinas sobre cómo encarar los textos, explicitando nuestros códigos
de acción cognitiva sobre la bibliografía y b) hacer lugar en las clases a la lectura compar-
tida, ayudando a entender lo que los textos callan porque dan por sobrentendido.
5.5. Habría que anotar que en nuestro país existe una disposición promulgada por la
dictadura del general Velasco, en la que se precisaba la edad en la que un niño debía
comenzar su educación formal, sin embargo, muchos colegios particulares en su afán de
lucro la pasan por alto.
5.6. También es necesario remarcar que en el Perú las distancias entre la educación secun-
daria y la universitaria se han acortado tremendamente, gracias a que en el nivel superior
muchas veces sólo se repiten los temas y las formas de enseñanza del nivel medio.
YUYAYKUSUN 555
Luis Miranda
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El problema de la comprensión lectora (2)
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YUYAYKUSUN 557
Juana M. Gorriti y Nora:
entre la realidad y la ficción
Mabel Muñoz
RESUMEN
En este trabajo presentamos el caso de dos destinos paralelos: uno tomado de la realidad —Juana
Manuela Gorriti—; y otro, de la ficción: Nora, el personaje del drama Casa de muñecas de Henrik Ibsen.
ABSTRACT
In this work, we analyze the parallel fate of one non-fictional character and one fictional character:
Juana Manuela Gorriti and Nora, the main character of a Doll’s House by Henrik Ibsen.
E
n primer lugar, nos ocuparemos de Juana Manuela Gorriti, escritora, cuya azarosa
vida dio lugar a una novela escrita por Martha Mercader, titulada Juanamanuela
mucha mujer. La existencia de la Gorriti considerada entre las primeras novelistas
de América, fue la de una mujer que, viviendo durante el siglo XIX, fue independiente,
creativa, de intensa vida intelectual, organizadora de veladas literarias, tanto en Lima
como en Buenos Aires y que recuerda a sus predecesoras del siglo XVIII en Europa. Al
respecto, Kenneth Clark dice:
De otro lado, Abelardo M. Gamarra («El Tunante») en la semblanza que escribió con el
motivo de la muerte de Juana Manuela, narra como:
1 Kenneth, Clark: Civilización, Alianza Editorial, El libro de Bolsillo, Madrid, 1987, pp. 358-359.
Todos los jueves los habitantes de Maravillas veían pasar de siete a ocho de la mañana
una señora vestida de luto y conduciendo un manojo de flores. Era la señora Gorriti que
se dirigía al cementerio a regar con sus lágrimas las tumbas de sus hijos y a perfumarlas
con violetas y jazmines del Cabo.
Esta mujer, nacida para los afectos tiernos y los sentimientos generosos, decía con fre-
cuencia: «Para qué empujarnos, cuando todos cabemos», siempre que veía iniciarse en la
prensa alguna polémica virulenta y de emulación innoble.
– No establezca usted las veladas —le decía un escritor de la época— los literatos son la
peor gente del mundo; va usted a encender guerras, a reavivar odios, a dividir en vez de
unificar.
La Señora se reía de todos esos presagios y decía: Quiero ver que peleen en mi presencia;
los literatos son la gente más domesticable de la tierra, no sea usted malo, agregaba en
tono de burla.
Y probando con los hechos sus juicios, reunió en sus salones a cuantos manejaban una
pluma entonces, desde el arisco D. Manuel Adolfo García, que gustaba esconderse de
todo el mundo, hasta el suave y tímido Constantino Carrasco, y del epigramático y liso
Murciélago, hasta el vehemente, franco y brillante Dr. Amézaga, y al lado de éstos los
maestros en el arte de la palabra, se veía a los que por entonces comenzábamos nuestra
carrera de aficionados.
¡Qué esplendor en lo familiar y que vida tenían esas veladas literarias!
Íbamos con la intención de retirarnos a las doce o una de la mañana y salíamos cuando
estaban llamando a misa de las seis.
¿En qué se basaba la noche?
¿Se bebía?
Dos o tres copitas de jerez
¿Se bailaba?
Jamás
¿Se escuchaba?
Eso sí.
Los más hábiles profesores, los más notables en el violín o en el piano, dejaban oír las
primicias de su talento en las veladas literarias.
Fue allí donde se puso en boga los yaravíes ejecutados admirablemente por un joven
arequipeño que había estudiado bajo la batuta de Gostchalk.
¿Qué notabilidad viajera no fue recibida antes que en ningún salón, en las veladas de la
Señora Gorriti?
Hombres de ciencia y hombres de letras, o artistas de la talla de Rossi; todos en las veladas
se dejaron aplaudir y admirar.
Las veladas tenían tres partes: de nueve a once, las señoras en un salón y los caballeros
en otros, departían a su saber y tijereteaban a su gusto; de once a una se ejecutaba el
programa, caballeros y señoras en un solo salón; de una a dos se retiraban los que temían
constiparse y de dos en adelante, como después de las topadas de gallos suelen venir las
560 YUYAYKUSUN
Juana M. Gorriti y Nora: Entre la realidad y la ficción
jugadas de chuscos, daban principio a las chuscadas, las poesías del género epigramático,
las anécdotas picarescas, las letrillas, las improvisaciones, las diabluras de ingenio.
Era la golosina de la tertulia, y la Señora Gorriti, que en la primera parte había sido la
señora de la casa, la gran señora por sus maneras, comedimiento y atención; en la segun-
da, se mostraba la literata de fuste, la escritora de vastísima ilustración, era en la última
parte la musa tentadora de las mataperradas, la reina de la gracia, la espiritual decidora
de las agudezas inimitables.
Cuando ocupaba la conversadora el centro o se sentaba a la oriental en algunos de los
ricos almohadones, pidiendo la palabra, hombres y mujeres se agrupaban en torno suyo
a reír y a elogiar, prendarse de su talento y olvidarse de los pesares de la vida.
Por eso decía años después, «Nuestras veladas!» suspirando.
Eso decía cuando las desgracias sobrevinieron a la Patria y necesidades de familia la obli-
garon a dejar Lima.2
Sus obras fueron publicadas en periódicos de la época y cuando se encontró lejos de sus
amigos se preocupó por mantener estas relaciones a través de los años escribiendo cartas,
prueba de ello es la investigación histórico-literario, de Graciela Batticuore, quien reunió
y analizó las cartas que la Gorriti escribió a Ricardo Palma, desde Buenos Aires, durante
casi una década, titulada Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo
Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires – Lima 1882-1891.
Juana Manuela nació en Salta (Argentina), no se sabe con certeza si en el año 1816 o
1818, incógnita que ella, ¡mujer al fin!, se preocupó por mantener.
Su padre fue Juan Ignacio Gorriti, abogado y militar que luchó en la guerra de la
Independencia y uno de los congresistas que firmó el Acta de la Independencia en 1816;
lugarteniente del gran caudillo Martín Güemes y enemigo de otro caudillo Facundo
Quiroga, cuyo enfrentamiento le costó el exilio.
Juana Manuela Gorriti era sobrina de Pachi Gorriti, valiente guerrero, y del canó-
nigo y hombre de letras Juan Ignacio Gorriti; todos ellos fueron hombres que destaca-
ron por su gran personalidad y por la pasión con que vivieron en la vida política de la
época.
Pachi Gorriti era federal y el padre de Juana Manuela y Juan Ignacio eran unitarios.
Los enfrentamientos entre los dos grandes bandos políticos: federales y unitarios, eran
feroces, y no sólo entrañaba peligro de muerte para el vencido, sino que esta amenaza se
extendía a toda la familia. Los Gorriti unitarios fueron declarados «reos de la Patria».
Fue en estas circunstancias que se iniciaron las «Peregrinaciones de un alma triste»,
como ella solía decir refiriéndose a sus andanzas.
Juana Manuela parte al exilio con toda su familia, es una adolescente, abandona la
tierra que la vio nacer; ella misma nos cuenta:
2 M. Gamarra, Abelardo: en Juana Manuela Gorritti: Lo Íntimo, Ramón Espasa, Buenos Aires, 1942, pp., 79-81.
YUYAYKUSUN 561
Mabel Muñoz
Obligada a dejar la tierra donde pasó su infancia, a partir de ese instante, viaja y vive en
distintos lugares hasta el día de su muerte. Recorre distintos sitios de América del Sur:
Tarija, Sucre, La Paz, Cochabamba, Arequipa, Oruro, Lima y, su último refugio, Buenos
Aires.
Aún anciana continua el peregrinaje, como si el viajar fuera parte de su existencia
y con lo difícil que resultaba recorrer caminos en aquellas épocas ya fuera por tierra, al
borde de los precipicios; por mar, sujeta a las tormentas, o cruzando el lago más alto del
mundo; pero no se abandona, no se deja vencer, aún sufriendo los achaques de la edad;
tiene setenta años cuando regresa a Salta, la tierra natal:
Orcones! hogar paterno, montón informe de ruinas, habitados sólo por los chacales y las
culebras, ¿qué ha quedado de tu antiguo esplendor? Tus muros yacen desmoronados, los
pilares de tu galería se han hundido, cual si hubieran sido edificados sobre un abismo.
Apenas si las raíces sinuosas de la higuera y el bronceado tronco de un naranjo, señalan
el sitio de tus vergeles. A las ruidosas turbulencias de tus fiestas, han sucedido el silencio
y la soledad. Tus avenidas están desiertas y la hierba del olvido crece sobre tus umbrales
abandonados. Un día la fatalidad penetró en tu alegre recinto, arrebató a tus huéspedes
desprevenidos, los esparció a los cuatro vientos del Cielo. – ¿Qué fue de ellos?4
3 Gorritti, Juana Manuela: Lo Íntimo, Ramón Espasa, Buenos Aires, 1942, pp. 85.
4 Gorritti, Juana Manuela: ob. cit. pp. 78.
562 YUYAYKUSUN
Juana M. Gorriti y Nora: Entre la realidad y la ficción
ría y lograr sus objetivos. Mostró a lo largo de su vida su capacidad de resistir los embates
de la existencia.
A medida que pasaron los años su vida matrimonial se hizo difícil. Quizá por ser into-
lerable la convivencia con el militar, acostumbrado a dar órdenes y a ser obedecido. Ella no
era una mujer obediente, sumisa. Juana Manuela poseía una rica imaginación, con deseos
de vivir su propia vida; entonces por difícil que fuera, terminó con su matrimonio; desafian-
do los prejuicios de la sociedad, abandonó el hogar, se marchó con sus hijas a vivir nuevas
experiencias, para ser lo que deseaba: una escritora; y para vivir libremente, soportó las
calumnias y siguió adelante, peregrina rebelde; tuvo dos hijos más de amores distintos.
Trabajó como docente, escribió novelas, biografías, cuentos que los periódicos de
Lima, Santiago, Bogotá, Quito, Buenos Aires, Madrid y París le publicaron. Ella logró ser
una nueva mujer con «sus propios criterios». Tuvo que ganarse el pan de cada día para ella
y sus hijos, lo cual no fue fácil.
Cuando se separa de su esposo, primero vivió en Arequipa y luego se instala en Lima,
dedicándose a la enseñanza; organizó las famosas Veladas Literarias, que entre sus más
destacados asistentes contaba con Ricardo Palma.
El 2 de mayo de 1866, estaba en Perú y en ese momento tan difícil, asumió una ac-
titud abnegada; prestó sus servicios como enfermera, socorriendo a los heridos en el sitio
del Callao, y luego durante la Guerra del Pacífico, demostró el gran amor que sentía por
el Perú.
Quería al Perú con toda su alma, sentía profundamente sus desgracias; se desesperaba
con el odio de sus hombres y las divisiones reinantes, sin que jamás se le escapara nada
injurioso para nadie.
Llegó el 2 de mayo y sirvió en las horas de duelo de la última guerra.
Creemos haber referido, alguna vez, que un chileno de los que mejor acogida habían
tenido en el país y más favores habían merecido, al segundo día de la entrada en Lima se
presentó en casa de la Señora Gorriti.
La señora lo recibió de pie.
– Señora…
– Para servir a Ud.
– ¿No me conoce?
– No, caballero.
– ¿No me conoce Ud.?
– No puedo conocer a quien vuelve con la espada desenvainada al país que en su desgra-
cia le brindara hospitalidad.
El oficial dio media vuelta y la Señora le volvió las espaldas. En las habitaciones interiores
se asistía uno de los jóvenes de la reserva, herido mortalmente, y rodeábamos su lecho
afligidos por su agonía.5
YUYAYKUSUN 563
Mabel Muñoz
Cuando Belzú asumió la presidencia la mandó a llamar para que regresara ella y sus hijas a
Bolivia. Juana Manuela no quiso regresar, pero sí dejó que sus hijas se fueran, porque con-
sideró que ellas se iban a beneficiar y no tenían que vivir con la estrechez económica que
vivían con su madre, porque Belzú, presidente de la nación boliviana, podría brindarles
mejores oportunidades de las que ella, desde su trabajo de docente, podía ofrecerles. Sin
embargo, no soportó mucho tiempo la separación de sus hijas y regresa a Bolivia, donde
permaneció desde 1857 hasta 1866, tiempo que dedicará a la enseñanza y a estar con sus
hijas, en 1865, Belzú fue asesinado de manera traicionera por Melgarejo. Manuel Isidoro
Belzú, reconocido por la masa de indígenas como el «Mahoma Boliviano», muere.
¿Quién ha de recoger su cadáver? ¿Quién se habrá de encargar de su sepultura? ¿Quién
lo despide con las palabras más ciertas? Juana Manuela que se expresa en momentos tan
dolorosos de la siguiente manera:
La vida humana, y sobre todo esta vida esplendorosa, tiene dos fases: una de luz, otra
de sombra; una iluminada por los rayos de la dicha, de la fortuna, de la gloria; la otra
perdida en la oscuridad de la pobreza, en las tinieblas de los días de dolor y de prueba.
Todos los que están aquí forman parte integrante de la primera; yo, sólo yo, compañera
inseparable de la segunda… y terminó diciendo: Al entrar a la tumba y a la historia,
Belzú pudo haberse gloriado de haber fanatizado y hecho eterno el más inconstante de
los sentimientos humanos: el amor popular.6
Nadie mejor que ella, para saber y sentir las palabras de la última frase que citamos.
Sabía de la soledad en que murieron sus padres y sus tíos de tanto luchar por liberar
a la patria del yugo español.
Vuelve a refugiarse en Lima y allí se encuentra presente, durante el combate del
Callao y por su actuación se le premia con la más alta insignia al valor militar: «La Estrella
del 2 de mayo».
Dice Alicia Martorell:
Tiene 50 años: itinerante de cornizas a lomo de mula, viajera incansable entre la debili-
dad del hambre —bocado duro—, con los sentimientos ahogados sin reproche, hay tres
calificativos que la definen: independiente, responsable y libre.7
En 1875, partió a Buenos Aires para recibir la pensión que el gobierno bonaerense otor-
gó a las hijas y viudas de los guerreros de la Independencia y al año siguiente se amplió
para los descendientes de militares que lucharon junto a Martín Güemes. Juana Manuela
Gorriti dice al respecto:
6 Martorell, Alicia: Juana Manuela Gorriti y Lo Íntimo – «Ensayo biográfico», Fundación del Banco del Noroeste
Coop. Ltdo., Salta, 1991, pp. 27.
7 Martorell, Alicia: ob. cit. pp. 28.
564 YUYAYKUSUN
Juana M. Gorriti y Nora: Entre la realidad y la ficción
Dichosos aquellos cuyos padres les dejaron bienestar para esta vida a la que no hemos
pretendido venir!.
He aquí yo, que en la vejez, edad de reposo, para escapar al rudo trabajo de la enseñanza,
voy peregrinando en busca de un pedazo de pan que mi país me echa como una limosna
cacareada y dado en cara en pago de la inmensa fortuna que mi padre prodigó para darle
independencia.
Qué delirio tan pecaminoso el de aquellos héroes, que iban a quemar muy contentos en
las aras de una soñada patria, el porvenir de sus hijos!
Así andan éstos, mendigando favor de los zánganos que ellos alimentaron con sus rique-
zas y su sangre.8
Es muy fuerte lo que dice, más doloroso que estar solo, es ser solo, lo primero puede ser
circunstancial, lo último lo que ella afirma es existencial.
¿Quién es la otra mujer con la que queremos comparar a Juana Manuela? ¿Cuál de
las dos nos conmueve más? ¿Cuál de ellas sorprendió y asustó más a la sociedad del siglo
XIX?
¿Quién es Nora? Es el personaje teatral del drama Casa de muñecas de Henrik Ibsen,
dramaturgo noruego.
En el año 1879, Ibsen terminó el último manuscrito de Casa de muñecas. Fueron va-
rias las obras de este autor que levantaron polémica en el momento de sus estrenos, pero,
quizá ninguna tanto como Casa de Muñecas que fue la que logró que su fama se propagara
por toda Europa. La reacción fue tan fuerte que originó una protesta general y hasta fue
materia de comentarios en los sermones de los pastores.
¿A qué se debió tanto miedo?
Nora es el personaje central de la obra; es una mujer que después de ocho años de
casada, descubre la vida de dependencia que ha tenido. Desde el día que nació fue mima-
da, engreída; primero por su padre y luego por su esposo; es una muñeca, pero como tal
carece, según quienes la rodean, de pensamiento propio; es querida, pero no estimada;
condenada por los hombres de su familia y por la sociedad como una menor de edad,
incapaz, según ellos, de enfrentar situaciones límites. Se supone que es feliz con su esposo
Helmer y sus tres hijitos.
YUYAYKUSUN 565
Mabel Muñoz
566 YUYAYKUSUN
Juana M. Gorriti y Nora: Entre la realidad y la ficción
una América Latina, que en el siglo XIX, ya estaba evidenciando una toma de conciencia
acerca de la libertad en la condición de la mujer.
Referencias bibliográficas
Batticuore, Graciela (2004). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo
Palma. Fragmentos de Lo Íntimo. Buenos Aires – Lima 1882-1891, Editorial Universidad
San Martín de Porres – Periodismo y Literatura -, Lima.
Gorriti, Juana Manuela (1892). Veladas literarias de Lima 1876-1877 – Tomo primero, Veladas I
á X. Imprenta Europea, Buenos Aires.
Kemeth, Clark (1987). Civilización, Alianza Editorial – El libro de Bolsillo -, Madrid, pp. 358-
359.
Martorell, Alicia (1991). Juana Manuela Gorriti y Lo Íntimo – «Ensayo Biográfico», Fundación
del Banco del Noroeste Coop. Ltdo., Salta.
Mercader, Martha (1980). Juanamanuela mucha mujer. Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
YUYAYKUSUN 567
César Vallejo:
poeta infinito y trascendente
Rosario Valdivia Paz-Soldán
RESUMEN
En este artículo se hace un breve recorrido a la obra de César Vallejo como poeta, narrador,
dramaturgo y traductor. Se hace un especial énfasis en esta faceta desconocida. De igual forma se
analiza las características estilísticas y las preferencias temáticas de la escritura vallejiana.
ABSTRAC
This article summarizes Cesar Vallejo’s work as a poet, narrator, dramatist and translator, emphasizing
the last aspect because it is unknown. Also stylistic characteristics and thematic preferences from
Vallejo’s writing are analyzed.
S
obre César Vallejo existen ya muchos escritos nacionales y extranjeros, antiguos y
actuales, fidedignos y poco auténticos, trabajos breves y en otros casos, muy volu-
minosos que podrían reunir bibliotecas enteras relacionadas con su pasión eterna
por la poesía, su narrativa nutrida de justicia social, sus piezas de teatro con la voz del
hombre elevándose sobre las miserias de su tiempo, sobre sus ensayos de estética y arte,
sobre sus crónicas lejanas y sentidas sobre su vida y sus misterios, sobre sus artículos con
tono coloquial, con su escritura arcaica y a la vez innovadora, sobre su vigencia y sus
amores, etc.
Así, la vida y obra, aceptada o rechazada de Vallejo, siempre ha dejado una estela de ensa-
yos, opiniones, reflexiones y sentimientos, al igual que sobre su misma muerte. Sus pasos
en vida y luego de su muerte ha sido también el origen de estudios profundos, congresos,
simposios, al interior del país y en cualquier rincón del mundo. Vallejo, pues, siempre ha
levantado polémicas y sus textos poéticos en especial, han estado sujetos en forma cons-
tante al análisis concienzudo de los críticos. «En torno de su obra, de su personalidad,
se han ido acumulando cientos de libros, de folletos, de tesis universitarias, de ensayos
críticos, que en su mayoría privilegian el enfoque de su poesía.»1
Por ende, sobre el perfil poético de Vallejo se ha profundizado en gran medida, lle-
gándose a valorar su léxico, su temática, su estructura sintáctica y formal, su ortografía y
1 Puccinelli, Jorge. Estudio preliminar en César Vallejo. Artículos y crónicas completos. Lima. Pontificia Universidad
Católica del Perú. Editorial e imprenta DESA S.A. 2002, tomo I, pág. xxv.
simbología, su maestría en el manejo de recursos expresivos, etc. Toda su obra poética, que
bien sabemos traza un proceso que va desde la superación del modelo modernista en los
Heraldos negros, el experimentalismo vanguardista de Trilce, la poesía prístina y al mismo
tiempo agónica, plena del dolor por el destino del hombre presente en España, aparta de
mí este cáliz y Poemas humanos, ha sido pues motivo de investigaciones, tesis, ensayos, etc.
La bibliografía a este respecto es prolija. En menor medida se han abocado los estudiosos
—nacionales y extranjeros— a su narrativa, aunque cabría destacar que la obra narrativa
vallejiana es sugerida como material de estudio obligatorio en muchos centros de enseñanza
desde los primeros años; tradición ésta que se ha instaurado ya hace décadas.
Por otro lado, recientemente se ha notado una preocupación por la obra dramática de
Vallejo, siendo todavía pocos los investigadores de su estética teatral y de sus obras dramá-
ticas. Recién a partir de los años 90, un grupo de alumnos del Programa de Maestría en
Literatura Peruana y Latinoamericana de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
guiados por nuestro profesor de entonces, doctor Washington Delgado T., nos dedicamos
a estudiar las piezas dramáticas escritas por Vallejo, muchas de las cuales fueron escritas
originalmente en francés.
De igual forma habría que mencionar que recién en el año 2002, la Pontificia
Universidad Católica del Perú publicó los Artículos y crónicas completos de César Vallejo
en una edición que comenzaría ya en 1997 y que abarcaría la producción completa de
nuestro escritor: poesía, narrativa y teatro. Posteriormente, se sacaría a la luz los volú-
menes dedicados a sus Ensayos y reportajes, sus Traducciones2, y su Correspondencia. Cabe
mencionar igualmente que toda la publicación de la obra completa de Vallejo estuvo a
cargo del doctor Ricardo Silva-Santisteban.
No obstante, a pesar de los avances en las investigaciones vallejianas, siempre ha
quedado ausente de éstas, los estudios que versan sobre la etapa en la que César Vallejo se
dedicó al noble arte de traducir.3
Sabemos que la traducción no ocupó el centro de su dedicación vital. Creemos que
su preocupación por traducir se debió más bien a razones económicas.
Los años de 1932 a 1935 son años desafortunados para el poeta; los editores rechazan sus
manuscritos y se sume más en las estrecheces económicas. En una patética declaración,
en carta a Gerardo Diego, escribe: «¿Qué trabaja Ud. ahora? Yo, nada. ¿A qué escribir, si
no hay editores? No hay más que escribir y guardar los manuscritos con cerrojo.»4
2 La edición y prólogo de este libro estuvo a mi cuidado a pedido del doctor Silva-Santisteban quien ya conocía sobre
mi interés en trabajar las obras traducidas de Vallejo y sobre los avances realizados con respecto a mi búsqueda de
los materiales a través de la Biblioteca Nacional de España, la Bibliothèque National de France y la Bibliothèque
Publique d’Information del Centre George Pompidou. Debo indicar que en ese breve trabajo, hice un comentario
sobre las tres traducciones que Vallejo había realizado: Autour du Continent Latin, Elévation y La rue sans nom. Para
mayor información, véase el capítulo IV.
3 Al respecto, sólo conocemos un artículo escrito por Gonzalo Santonja, titulado César Vallejo, traductor, aparecido en
Cuadernos Hispanoamericanos N.456-57 quien en apenas diez carillas alude en forma general a los aciertos y desacier-
tos de las tres traducciones de Vallejo.
4 Fuentes, Víctor. El cántico material y espiritual de César Vallejo. Barcelona. Biblioteca Atlántida. 1981,pág. 81
570 YUYAYKUSUN
César Vallejo: poeta infinito y trascendente
Así pues, fueron esos años muy duros para sobrevivir en Francia y Vallejo debió interesar-
se en el periodismo y en la traducción.
Aunque es cierto que, sin esa capacidad genial y necesaria, esa cultura y dominio de
lenguas, esa sensibilidad e identificación con lo escrito y con el escritor, hubiera sido
imposible que Vallejo incursione en este campo del saber, sólo reservado para seres
geniales y creativos. Como decía Newmark, la traducción es considerada como un
proceso complejo, artificial y antinatural que requiere un grado excepcional de inte-
ligencia. A la vez, nosotros somos de la opinión, al igual que Eugène Nida6 «que la
traducción literaria es una destreza artística que en seres únicos, se presenta de manera
natural».
Así, tras un largo tiempo de búsqueda entre las bibliotecas y las librerías de España,
Francia y Perú, llegamos a la conclusión que Vallejo tradujo del francés a su lengua ma-
terna dos novelas y una especie de crónica de viaje.
– Autour du Continent Latin avec le «Jules Michelet» del Général Mangin. Paris. Pierre
Roger et Cle, Éditeurs. 1923, 377pp.
– Élevation de Henry Barbusse. París. Ernest Flammarion, Editeur. 1930, 248pp.
– La rue sans nom de Marcel Aymé, Paris. Éditions Cenit, 1931, 229pp.
Vallejo reconocía la importancia de la literatura tal como el poeta italiano Pavese la con-
cebía: «La literatura es una defensa contra las ofensas de la vida» Fernando Savater indicaba
a propósito: «La pasión por la literatura es también una forma de reconocer que cada uno
somos muchos; y de esa raíz opuesta al sentido común en que habitamos mana el goce
literario.»7 Y por su lado Jorge Luis Borges afirmaba que, «La literatura no es sólo malaba-
rear de palabras, lo que importa es lo que se deja sin decir, lo que puede leerse entre líneas.
5 Santonja, Gonzalo. César Vallejo, Traductor. En Cuadernos Hispanoamericanos. Homenaje a César Vallejo. No. 456-
57. Volumen II. Junio/Julio 1988. Madrid, pág. 1015.
6 Nida, Eugène. Estructuras básicas en la comunicación verbal. Conferencia dictada en el Salón de Grados de la Univer-
sidad de Alicante, con motivo del I Encuentro Lucentino de Traducción, el 16 de diciembre del 2005.
7 Moreiro, Julián. Cómo leer textos literarios. Madrid. Editorial EDAF. S.A. 1996, pág.194.
YUYAYKUSUN 571
Rosario Valdivia Paz-Soldán
De no ser por este profundo sentimiento interno, la literatura sería un juego, y sabemos
que puede ser mucho más».8
Sabía también Vallejo que todo arte transforma las particularidades personales o so-
ciales en obras de trascendencia. Recordemos al respecto la reflexión de Octavio Paz:
«Toda creación transforma las circunstancias personales o sociales en obras insólitas. El
hombre es el olmo que da siempre peras increíbles».9
En relación al eje totalizador, único, indestructible de la obra literaria, Vallejo seña-
laba: «A un animal se le amputa un miembro y sigue viviendo. Pero si a un poema se le
amputa un verso, una palabra, una letra, un signo ortográfico, muere».
A continuación analizaremos brevemente las obras publicadas por Vallejo hacia fina-
les de su vida, etapa que coincide con aquélla como traductor. Estas obras serán distribui-
das de la siguiente manera, primero las narrativas, luego las piezas de teatro y finalmente
los poemas.Antes recordaremos que en César Vallejo la esencia la constituye:
amor hacia su prójimo, su humanismo solidario con el dolor de los hombres. Por eso el
poeta no persigue su salvación individual sino la de la humanidad entera. Este sentimien-
to de solidaridad hacia los oprimidos y de rebeldía contra las causas de tanta opresión, lo
llevará más tarde a la militancia política en las filas del comunismo.10
Vallejo pues vibra ante los problemas fundamentales de la existencia humana desde muy
joven y los convierte en objeto de su escritura.
Vallejo junto con Mariátegui, en muchas ocasiones se había sentado en la mesa de
Valdelomar del Palais Concert y, como jóvenes de Colónida, ambos habían participado
activamente en la reforma universitaria. El nuevo espíritu surgido de la revuelta se conca-
tenaba con la defensa de lo indígena y adquiría un profundo contenido social.11
Como sabemos, Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, 18 de marzo de 1892), cuya
geografía vital abarcó tres espacios bien definidos: su tierra natal y Trujillo hasta 1917, Lima
entre 1918-1923 y Europa de 1923 a 1938, vivió también una infancia de padecimiento y
aflicción aunque rodeado del cariño de los suyos. Se ha dicho mucho sobre Vallejo como
el poeta del dolor, del sufrimiento, a partir de algunos datos biográficos relevantes que in-
dican la vida del vate, azarosa y sin sosiego; sobre su infancia triste, la pérdida de sus seres
queridos, la marginación, la negación al mundo literario imperante de entonces, los sinsa-
bores parisinos, las frustraciones en la dramaturgia y ese no sentirse nadie en una Europa
lejana. De esta forma, a lo largo de sus obras, cualquiera fuera el género practicado (poesía,
narrativa, teatro), el tema del sufrimiento del hombre estará siempre vigente.
8 Del Mastro Puccio, Cesare. Entre la estilística y la semiótica; denotación y connotación en Trilce XXIII. (pág19-66)
En Boletín de la Academia Peruana de la Lengua. Lima, 1er semestre del 2000, número 33, pág.19.
9 Moreiro, Julián. Cómo leer textos literarios .op.cit pág.15.
10 Yurkievich, Saúl. Valoración de Vallejo. Buenos Aires. Universidad Nacional de Nordeste. Escuela de Humanidades.
Talleres El Gráfico/Impresores. 1958, pág.18.
11 Valero Juan, Eva Mª. Lima en la tradición literaria del Perú. De la leyenda urbana a la disolución del mito. Lleida.
Edicions de la Universitat de Lleida. 2004, pág.170.
572 YUYAYKUSUN
César Vallejo: poeta infinito y trascendente
Este dolor humano de Vallejo es correlativo con un dolor temático. «Desde sus pri-
meros años en París, adonde llegó el 13 de junio de 1923, Vallejo simpatizó con la causa
de los «de abajo», como se desprende de los artículos que escribió en la prensa limeña
durante aquel entonces.»12
Es preciso afirmar que su interés intelectual por el fenómeno político del comunismo
se despertó a consecuencia de sus intereses vanguardistas. En junio de 1926, Vallejo co-
laboró en la revista vanguardista Favorables−París−Poema, junto con otros vanguardistas
tales como Juan Larrea, Vicente Huidobro, Pierre Reverdy y Tristan Tzara.
En abril de 1927 Vallejo llegó a considerar el surrealismo y el comunismo como
pertenecientes al ambiente de «revolucionarismo contemporáneo», con el que evidente-
mente simpatizaba. «El que Vallejo viera el comunismo y el surrealismo, en aquella época,
como movimientos afines no debe sorprendernos puesto que fue en el año 27 cuando
muchos de los surrealistas, incluyendo a André Breton, Paul Eluard y Louis Aragon, se
unieron al Partido Comunista Francés».13 Conviene aclarar por otro lado que «Vallejo
se comprometió con la revolución política —el comunismo— a través de la revolución
literaria.» 14
Su espíritu rebelde se refleja en sus actos y en sus escritos; su lucha se reflejará también
en su lenguaje. Mario Benedetti en un artículo que titula Vallejo y Neruda, dos modos de
influir dice que Vallejo
Lucha denodadamente con el lenguaje y muchas veces, cuando al fin consigue someter
a la indómita palabra, no puede evitar que aparezcan en ésta las cicatrices del combate.
Si Neruda posee amorosamente a la palabra, con pleno consentimiento de ésta, Vallejo
en cambio la posee violentándola, haciéndola decir y aceptar por la fuerza un nuevo y
desacostumbrado sentido.15
12 Hart, Stephen. Religión, Política y Ciencia en la obra de César Vallejo.London. Tamesis Books Limited. (Colección
Támesis. Serie A. Monografías CXXXIII. Libro basado en la tesis de doctorado presentada en la Universidad de
Cambridge, 1984).1987, pág. 22.
13 Ibídem.
14 Ibídem.
15 Benedetti, Mario, en Marco Martos [y] Elsa Villanueva… Las palabras de Trilce. Lima. Seglusa Editores. 1989,
pág.13.
YUYAYKUSUN 573
Rosario Valdivia Paz-Soldán
Las dos obras narrativas de importancia que Vallejo escribió en aquel entonces Paco
Yunque y El Tungsteno , encajan bien con los criterios literarios promulgados entonces por
la RAPP (Asociación Rusa de Escritores Proletarios).
Con respecto a Paco Yunque habría que señalar que fue rechazada por los editores en
enero de 1931, por ser «demasiado triste, pesimista y revolucionaria». El hecho de que
este cuento recurra al género realista y que su contenido trate de la guerra entre las clases
sociales hace que sea un ejemplo perfecto de la fórmula «realismo en la forma y socialismo
en el contenido»16.
Es en Paco Yunque donde,
Escrito con la misma delicadeza con que el poeta abordará siempre su pasado santia-
gueño, el relato infantil cuenta la injusticia de que es víctima el pequeño Yunque en su
primer día de escuela. La clara diferencia entre ricos y pobres y el sufrimiento del prota-
gonista ante los atropellos del compañero de clase, constituyen el eje central de la obra.
Esta desconsolada imagen del niño no es sólo el término del argumento, sino también
un testimonio del mundo en general. Sin duda Vallejo sospechaba desde mucho antes de
1931 que la vida era una mala y dramática comedia, que sus condiciones eran las de la
derrota y, ya en ese año, que la redención no se encontraba en el placer y la felicidad, sino
en la satisfacción más profunda que da la lucha. Por ello y contra las apariencias, en ese
cuento no hay un total derrotismo; simplemente, un conocimiento de lo real en cuanto
padecimiento del mismo.
El Tungsteno, publicado por la editorial madrileña Cenit, a cargo de Rafael Jiménez
Siles, el siete de marzo de 1931, fue escrito en el breve plazo de tres semanas, animado
quizás por el beligerante ambiente de las letras españolas. El relato, elaborado sobre el
recuerdo de una experiencia personal en las minas de Tamboras, fue incluido en una de
las mejores colecciones narrativas de la citada casa editora: La novela proletaria. Ese mis-
mo año, Le Monde de París publicaba una parte en versión francesa, en 1932 se traducía
íntegramente al ruso, lo que de alguna forma habla de la extensión alcanzada por ciertas
tendencias de la literatura revolucionaria.
Según Rodríguez Peralta, citado en el libro Religión, Política y Ciencia en la obra de
César Vallejo18, El Tungsteno es una obra indigenista de protesta social. Aquí Vallejo mues-
574 YUYAYKUSUN
César Vallejo: poeta infinito y trascendente
Para que mi reportaje tenga validez ante la opinión pública y sea credencial insospecha-
ble y rigurosamente objetiva de las realidades auténticas de Rusia, he querido hacer este
viaje sin que el Soviet ni ninguna institución soviética comprometa aún sin proponérse-
lo, mi independencia con facilidades o cortesías más o menos escabrosas.(…)Tampoco
pertenezco a partido alguno. No soy conservador ni liberal. Ni burgués ni bolchevique.
Ni chauvinista ni socialista. Ni reaccionario ni revolucionario. Así, pues, trataré en mi
reportaje de decir la verdad y sólo la verdad.20
La atmósfera vallejiana de Rusia en 1931 y Rusia ante el Segundo Plan Quinquenal se ase-
meja en gran medida a aquélla de La rue sans nom, novela de Marcel Aymé que tradujo
Vallejo, tal como afirmáramos hace unos momentos, pues ambas describen de alguna
manera el problema del desempleo:
En los años treinta el mundo era un lugar inhóspito, siniestro. Miles de bancos cerra-
ron sus puertas, millones de hectáreas volvieron a quedar baldías, un obrero de cada
cuatro quedó en paro, y no había nada para socorrerlos. Los que tuvieron la fortuna
de conservar el empleo vieron reducidas sus horas de trabajo: era el desempleo parcial.
19 Castagnino, Raúl. «Dos narraciones de César Vallejo», en Antonio Merino (ed.). En torno a César Vallejo. Madrid.
Ediciones Júcar. 1988, pág. 187
20 Miró, César. Prólogo en César Vallejo. Poesías completas 1918-1938. Buenos Aires. Editorial Losada, S.A. 1949,
pág.16
YUYAYKUSUN 575
Rosario Valdivia Paz-Soldán
Este «ejército de pobres sin precedentes en la historia» que Vallejo describió en Rusia en
1931, esos «millones de desocupados y hambrientos de Alemania, Inglaterra, Estados
Unidos» a los que volvería a aludir en Rusia ante el segundo plan quinquenal constituían
el último indicio de una crisis que habría de transformar la educación de los niños, las
estructuras familiares, los mismos principios operativos de la sociedad y sus relaciones
internacionales.
La guerra, el malestar económico y el atroz colapso del 29 fueron vividos como signos
apocalípticos de un mundo condenado y absurdo. El hondo desencanto hacia el capita-
lismo y sus fórmulas democráticas, a los que se culpaba de todo el horror, empujó a mu-
chas de las mentes más valiosas a posturas más radicales, que auguraban esperanzadoras
soluciones.…21
El hecho de que el escritor tomara conciencia de estas diferencias entre los destinos que
marcaban la vida de ricos y pobres, y que adoptara una actitud de compromiso en su
escritura, era reconocido y señalado por el mismo Vallejo en El arte y la revolución.
La política lo penetra todo ahora. De ahí que los intelectuales se meten en ella y no
siguen indiferentes como antes. Porque siempre ha habido injusticia y se ha muerto
de hambre el obrero y lo han baleado. Y nadie dijo nada. Hoy la conciencia política se
agranda y se transparenta.22
Entre 1929 y 1930, una serie de escritores inauguraban la corriente que se llamó novela
social. Desde finales de los años veinte se escribía en España bajo la etiqueta de social. En
su aparición y asentamiento fue ciertamente importante la notoria presencia de las novelas
de guerra y las novelas rusas.
Las primeras, de éxito más intenso pero también más efímero- apenas 1929-1930-, eran
fundamentalmente obra de soldados alemanes que novelaron sus recuerdos diez años
después del armisticio. Para ello contaban con el modelo que los soldados escritores de la
Alianza, como Barbusse23 habían elaborado apenas concluido el horror bélico.24
No solamente en las novelas, Vallejo dejaba traslucir su ideología sino que se refería a ella
explícitamente en sus ensayos. Por ejemplo en El arte y la revolución, Vallejo planteaba
el duelo entre dos literaturas, expresión del duelo entre las dos clases que representan: la
burguesía y el proletariado. El escritor peruano tomaba decidido partido al rechazar la
21 López Alfonso, Francisco José. César Vallejo. Las Trazas del Narrador. Valencia. Universitat de Valencia. Departa-
mento de Filología Española. 1995, pág. 144.
22 Vallejo en El arte y la revolución, ibídem.
23 Recuérdese que Vallejo traduce de Barbusse su novela Elevación, en 1931, año de la escritura y publicación de El
Tungsteno.
24 López Alfonso, Francisco José. op. cit. pág. 145.
576 YUYAYKUSUN
César Vallejo: poeta infinito y trascendente
En términos generales notamos que en la prosa, Vallejo logra una mixtura de rudeza y
lirismo. Por momentos, una inesperada poesía se revela en su prosa. El lenguaje empleado
es el de la calle con sus diversos matices y los temas imperantes: el rechazo ante la injus-
ticia, la violencia de la opresión y el abuso, la increíble importancia que da Vallejo a la
lealtad del amigo y la inexorable muerte que nos llega sin aviso y que deja en el hombre
la imborrable huella de la angustia ante lo absurdo.
Estos grandes temas ya se perfilan desde el inicio de su producción. Recordemos por
ejemplo, que en su texto Muro Noroeste incluido en su colección de cuentos breves Escalas
(1923) y en el cual se refleja el tránsito de la poesía a la prosa, el tema de la justicia ab-
soluta y de la imposibilidad según Vallejo, de que el hombre pueda ser juez del hombre,
es evidente. Así pues, en esta estampa encontramos una percepción sensibilizada de la
realidad, hay una extrema emotividad.
El mismo Vallejo dirá en esta obra26:
hay gente dura y cruel en el mundo. Hay dolores que espantan, y la muerte es un hecho
evidente, pavoroso. Hay gente dura de corazón y uno puede morirse de miseria. (…) Sí,
Sí, debe haber otro mundo de refugio para los que mucho sufren en la tierra. De otra
manera, no se concibe la existencia.
Así, ante la triste realidad del encierro del protagonista en la cárcel, el narrador se siente
conmovido cuando una araña es «asesinada» por el compañero de prisión… «la puerta es
entornada de golpe por el preso. Algo ha ocurrido. Me acerco, vuelvo a abrir la puerta,
examino en todo el largo de las bisagras y doy con el cuerpo de la vagabunda, trizado y
convertido en dispersos filamentos.»
¡La justicia! Vuelve esta idea a mi mente. Yo sé que este hombre acaba de victimar a un ser
anónimo pero real y viviente. ¿No merece pues, este hombre ser juzgado por este hecho? ¿O
no es del humano espíritu semejante resorte de justicia? ¿Cuándo es entonces el hombre juez
del hombre?
YUYAYKUSUN 577
Rosario Valdivia Paz-Soldán
Por ello, el narrador omnisciente y a la vez personaje, transmite su dolor profundo con la
siguiente reflexión conclusiva:
En el caso de Entre las dos orillas corre el río, en palabras de Ricardo Silva-Santisteban29,
es una obra cuyo título da perfecta cuenta del argumento y del problema que presenta:
el antagonismo generacional que se ha establecido en dos riberas opuestas: los padres
578 YUYAYKUSUN
César Vallejo: poeta infinito y trascendente
representantes de la aristocracia y los hijos del nuevo orden social. Entre ambos corre,
indetenible, el río de la revolución entre riberas que no podrán ya comunicarse.
Vallejo hace gala de fino humor en sus obras de teatro. Por ejemplo, en la pieza de teatro
de Vallejo, Colacho hermanos o Presidentes de América, escrita según Georgette de Vallejo,
en 1934, se destaca una pieza plenamente lograda con relación a su ácida crítica de una
sociedad como la peruana que, efectivamente, pasaba en ese momento por graves proble-
mas de naturaleza política, social y económica.
Por otro lado, acierta en Colacho hermanos porque, aunque exagerados tanto personajes
como situaciones, la ficción se mueve dentro del juego de lo farsesco y de la realidad exis-
tente en que se alcanza lo que se llama la verdad dramática. Si siempre existe en el teatro
de Vallejo el intento de poner el dedo en la llaga de un determinado problema o conflicto
de tipo social, sólo en Colacho hermanos se alcanza este objetivo que no lograron en el
plano serio Lock-out ni Entre las dos orillas corre el río.30
Onra se escribe con una sola erre, desde luego, pero ponle dos o tres, para que no vayan
a pensar que es por miseria...
Pero hijas, da lo mismo jabón que hilo negro. Cuando la ropa está muy rota, en vez de
remendarla, hay que lavarla bien, refregándola con bastante jabón, y entonces aparece
relumbrante, como nueva. ¡Les venderé un jabón de chuparse los dedos!...
Colacho Hermanos es una farsa que describe la parábola social ascendente de dos provin-
cianos, Acidal y Mordel Colacho desde el tambo de la aldea serrana hasta la diputación
y la presidencia.
Por otro lado, no podemos olvidar una de sus piezas de teatro más importantes: La
Mort. Tragédie en un acte (La Muerte. Tragedia en un acto), escrita originalmente en fran-
cés en 1931.
Esta obra compuesta de 18 páginas y publicada por primera vez en español, en la
Revista Letras Peruanas N° 6 y 7 (1952), refleja la vida de la sociedad rusa en la época de
la Revolución Rusa; resaltando un conflicto generacional (padres versus hijos) y un con-
flicto ideológico (iglesia versus comunismo). Recordemos que esta obra, junto con la de
El juicio final, fueron extraídas de Entre las dos orillas corre el río.
YUYAYKUSUN 579
Rosario Valdivia Paz-Soldán
En síntesis, en esta obra se percibe la «muerte» como un estado extremo del espíritu
en soledad. Hay una «muerte» de principios, de vida y de esperanza. Es, pues, una «muer-
te deseada». Con respecto a este tema Vallejo señala: «la muerte, más que un castigo, pena
o limitación impuesta al hombre, es una necesidad, la más imperiosa e irrevocable de todas las
necesidades humanas».
Vallejo asume pues la disyuntiva entre la palabra y el silencio ante una situación
histórica y política determinada. El dirá: «En suma, no poseo para expresar mi vida, sino
mi muerte».
Podemos decir también que Vallejo «es un escritor realista que comunica sin falsear,
transcribiendo su cotidiano vivir en bloque y en bruto, desdeñoso de las palabras cargadas
de literatura.»31
Por último, en las producciones poéticas de Vallejo, Poemas Humanos y España, apar-
ta de mi este cáliz, ambos libros escritos entre 1923-1937 pero publicados póstumamente
en 1939, se puede apreciar una constante: la solidaridad con el desvalido, la justicia y la
muerte. Otro dato para destacar se refiere a que el mismo año que fue publicada su tra-
ducción de La rue sans nom, sale en Madrid su poemario Trilce, ya publicado en Lima en
1922.
En términos generales, la existencia poética de Vallejo «entraña el conocimiento de
una situación problemática total: sicológica, artística, ética, histórica y metafísica.»32
El mismo Vallejo en un artículo publicado en la revista Mundial, Lima, 25 de junio
de 1926, titulado El secreto de Toledo señala: «la historia no se narra, ni se mira, ni se es-
cucha, ni se toca. La historia revive.»33
Así en Poemas Humanos34 tenemos:
580 YUYAYKUSUN
César Vallejo: poeta infinito y trascendente
Y por su parte, España aparta de mí este cáliz, escrito durante la época de su aniquilamien-
to físico y espiritual, refleja la angustia profunda del poeta peruano por la muerte absurda
de sus hermanos. Aquí, Vallejo tiene «una visión apocalíptica de la guerra de España y su
propio lenguaje se ve impregnado finalmente de un tono profético y visionario.» Se aprecia
pues unos versos escritos angustiosa, atropelladamente, en el breve lapso de tres meses,
bajo el cúmulo de impresiones vivido durante el trágico contexto europeo que produjo
la guerra civil española.
En el caso del poema Himno a los voluntarios de la República constituye casi un himno
a la muerte pero también a la vida:
YUYAYKUSUN 581
Rosario Valdivia Paz-Soldán
Por otra parte, desde el título mismo del poemario: España aparta de mí este Cáliz nos
remite inevitablemente a una referencia religiosa:
Vallejo, cuya amargura caía en jueves nunca dejó de sentirse fascinado por la vívida figura
de Cristo. Más allá de su falta de fe, más allá de su posterior adhesión al materialismo
histórico, la imagen de aquel hombre muerto en la cruz, que entonces era un oprobio
y hoy un símbolo, le atraía por haber logrado cristalizar un gran disparate, acaso el más
grande, por haber estado al lado del camino y no en él y porque esto, indefectiblemente,
es lo que siempre se rechaza.35
Aquí habría pues que hacer un alto porque si bien es fundamental conocer sobre la ideo-
logía de un escritor o de una obra «es esencial conocer la ideología que subyace una obra
literaria ya que el gusto o disgusto que el lector recibe al enfrentarse a una novela no es
exclusivamente estético, sino también ideológico»36; por otro lado, también es importante
apreciar la posición religiosa de un autor: «si se acepta que el arte refleja la vida, que toda
obra de arte expresa la actitud vital de su autor, parece evidente que un conocimiento
exacto de la posición religiosa del autor es fundamental para una comprensión de su
obra.»37
En el caso de César Vallejo hay una corriente crítica por parte de Antenor Samaniego,
José María de Romaña, Antonio Fernández Spencer, que quiere ver en él un poeta mís-
tico-religioso, esencialmente cristiano. Por otra parte, cabe afirmar que esta corriente ha
sido combatida por Noël Salomón, quien sostiene que Vallejo es un poeta esencialmente
humano en cuanto sus preocupaciones se refieren a la situación terrestre del hombre.
Higgins parte de la distinción entre los diferentes significados de la palabra religión. El
dice: «En efecto, la religión supone dos actitudes: una frente a Dios, y otra frente a los
demás hombres.»38 Más adelante agrega: «Es evidente que Vallejo ha captado un tono reli-
gioso en su poesía. Pero, al mirar más de cerca, vemos que estos poemas de tono religioso
suelen tratar de una experiencia humana y no religiosa, que el vocabulario religioso no se
aplica a la divinidad sino a la humanidad.»39
Tal como lo mencionáramos anteriormente, uno de los aspectos característicos de la
obra de Vallejo es su amor intenso a la humanidad, su profundo sentido de solidaridad
35 López Alfonso, Francisco José. op. cit. pág. 138.
36 Ibídem pág. 146.
37 Higgins, James. La posición religiosa de César Vallejo a través de su poesía. En Extrait des Cahiers du Monde Hispanique
et Luso-Brésilien.Caravelle 9-1967, pág. 47.
38 Ibídem pág. 48.
39 Ibídem pág. 55.
582 YUYAYKUSUN
César Vallejo: poeta infinito y trascendente
con todos los que sufren. Este amor a la humanidad es el que lo llevará a adherirse al
comunismo y a la causa de la República Española. En la lucha del pueblo español Vallejo
ve un sacrificio, parecido al de Cristo, que ha de redimir la humanidad. Pero en su po-
sición frente a la humanidad, el comunismo de Vallejo coincide con el cristianismo. Se
puede afirmar en conclusión que si Vallejo tiene una religión, es una religión del hombre.
Puccinelli coincide con el pensamiento de Higgins «quizás la fórmula completa es que la
religiosidad de Vallejo es una religiosidad volcada hacia lo humano, hacia la humanidad,
hacia el hombre.»40
En el poema Masa convergen la ideología de Vallejo con su religiosidad tan sui ge-
neris. Este hermoso poema es uno de los más comentados por los estudiosos de la poesía
vallejiana. Presenta como fecha de producción: 10 de noviembre de 1937. Consta de
17 versos y guarda una unidad de sentido y forma dada por la musicalidad del poema.
Dividido en cinco estrofas, la primera y la última de cuatro versos y las otras de tres ver-
sos. No hay referencias extratextuales ni un marco histórico verosímil.
La mayor parte de los textos que leemos en España, aparta de mí este cáliz mantiene
un vínculo muy directo con acontecimientos datables en el proceso de la guerra civil.
Con Masa, en cambio, estamos ante un poema que difiere esencialmente de casi todos
los otros de la colección.
No se puede pues pensar que el poema fue inspirado por un personaje exclusivo o
por una batalla en particular. En definitiva, el tema de la muerte aparece más bien como
el tema de la resurrección de un cadáver gracias al ruego reiterado de los hombres que a él
se acercan; «es el canto supremo a la victoria del ideal del hombre viviendo en los demás, en
la comunidad, en la fraternidad del amor solidario».
Ahora bien, este cadáver es el de un hombre combatiente:
Al final de la batalla
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre (versos 1,2)
40 Puccinelli, en Juan Larrea (director)… Actas de las Conferencias Vallejianas Internacionales celebradas por la
Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdova. El humanismo de César Vallejo. Aula
Vallejo 8-9-10. Años 1968-1971. Argentina.1971, pág. 51.
YUYAYKUSUN 583
Rosario Valdivia Paz-Soldán
La intensidad del ritmo es progresiva y está dada por la acumulación de cifras cada vez
mayores.
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586 YUYAYKUSUN
Fuente y refugio1
Iván Rodríguez Chávez
Yo adoro a la mujer
que proclamándome el hombre de su vida
me incorporó en su sangre
y transitando
por la geografía de su cuerpo
me hospedara en él
como el lugar más cálido del mundo
1 Extraído de Cusco – Sinfonía Pétra en seis compases y una melodía, Lima DESA S.A. 2005, 17 pp.
588 YUYAYKUSUN
Ella
Yamily Yunis
No la pueden tocar
Ella besa a todos
Yo la veo pasar
Largamente lujuriosa
Ella
La vida
D
e su visita a Europa, entre 1926-1927, data la asimilación de Nehru al socialismo.
¿Pero, a cuál socialismo? Son los años cuando en compañía de su padre Motilal,
de su esposa Kamala, de su hermana Krishna, visitaron la Unión Soviética gra-
cias a una invitación de la Sociedad Soviética de Relaciones Culturales con los Países
Extranjeros. Ellos fueron recibidos por altos funcionarios, inclusive por el Presidente de
la República Kalinin y por el Canciller Chicherin. La problemática de las minorías na-
cionales en la URSS (por razones obvias) interesó a Nehru, puesto que en este otro país-
continente se enseñaba en 62 lenguas diferentes, y se publicaban libros y revistas en 52
lenguas. ¡Qué diferencia con lo que venía haciendo Gran Bretaña, en la India colonial, de
entonces! Su anhelo fue conocer los cambios políticos, económicos, sociales y culturales
de la URSS, el inicio de los Planes Quinquenales y la política exterior soviética.
Tal vez, hay un evento internacional que marcó profundamente al Nehru de esos
años, pero que todavía no ha sido estudiado suficientemente; su asistencia en represen-
tación del Indian National Congress, al Congreso Antiimperialista de Bruselas (1927).
Ahí conoció a algunas personalidades de su época y a otros que luego serían líderes con-
tinentales en América Latina, África y Asia. Estuvieron presentes, entre otros1: Máximo
Gorki, Henry Barbusse, Marcel Cachin, Leon Blum, A. Machado, James Maxton, Alfonso
Goldschmidt, George Lansbury, la viuda del Dr. Sun Yat Sen, Sam Katayama, Romain
Rolland, Einstein. Por los latinoamericanos, concurrieron: el mexicano José Vasconcelos,
el argentino Manuel Ugarte, Vittorio Codovila (italiano de nacimiento, organizador por el
Comintern de los partidos comunistas en varios países latinoamericanos), el cubano Julio
Antonio Mella, Carlos Deambrosis, Carlos Quijano, y los peruanos Víctor Raúl Haya de
la Torre y Eudocio Ravines. En nuestra opinión, Bruselas fue un despertar de la vocación
internacionalista de Nehru y de la imperiosa necesidad de luchar por la independencia
política y económica de numerosos pueblos de Asia, África y América Latina. En Bruselas,
inició Nehru su aprendizaje de Internacionalista y después, sus percepciones fueron evolu-
cionando sobre diversos tópicos: Asia, Europa, Estados Unidos, URSS, Tercer Mundo, etc.
Todo lo cual, le sirvió para tomar decisiones, primero como miembro del Indian National
Congress y luego de la Independencia, como Primer Ministro (1947-1964).
Una pregunta previa ¿nació la política exterior de la India, con ocasión de la proclama-
ción de la Independencia, en 1947? Al respecto compartimos la opinión del Dr. U.R.
Ghai, quien expresó lo siguiente: «Several years before its independence, India started
participating in international affairs, and the nature of her relations with other nations
2
was a source of influence of her foreign policy in the post-independence period ».
India, país colonial, antes de 1947, su política exterior se nutrió de Europa, a través
de Gran Bretaña. Lo anterior, tiene muchas variantes para manifestarse. Algunos de los
futuros representantes de la diplomacia india postindependencia, tuvieron influencia bri-
tánica, en su percepción y en la elaboración de políticas exteriores participando directa o
indirectamente en las funciones de gobierno.
Habría que explicar esta tradición en la política exterior pre-1947, enunciando he-
chos en varios campos. En lo que atañe las relaciones de comercio, el gobierno colonial
propició tarifas proteccionistas en el exterior para ciertos sectores de la industria india.
En 1931, en Ottawa, suscribió la India, el denominado «lndo-British Trade Agreement»,
por el cual se aprobaron tarifas preferenciales para las mercancías indias y británicas en los
mercados de otros países. Medidas que, favorecieron la integración comercial de la India
dentro de los países de la Commonwealth, luego de la Independencia.
De otro lado, hubo una colaboración activa del «Dominion» India, en diversos or-
ganismos internacionales, antes de 1947. Participante en la Primera Guerra Mundial en
favor de Gran Bretaña, India formó parte de la Liga de las Naciones, de la Organización
Internacional del Trabajo y de la Corte Internacional de Justicia (La Haya). Luego, fue su
adhesión, en 1945, a la Carta de la ONU.
Otro sector de opinión donde se otorgó la debida importancia a la política exterior,
fue el Indian National Congress, fundado en 1885. Esta agrupación política, como se
sabe, contribuyó mucho a despertar el sentimiento nacionalista y su marcha fue larga
hasta conseguir la independencia. Su toma de conciencia de la problemática internacional
se manifestó en diversos pronunciamientos durante muchos años y cada vez su distan-
ciamiento con las posiciones del gobierno de Londres se hicieron más notorias. Primero,
con los casos asiáticos (entre otros, Afganistán, Persia, Tibet) donde las percepciones del
interés nacional indio y de los países emergentes se manifestaron diferentes y contrarios
a las posturas inglesas. Segundo, sobre temas europeos, verbigracia, la cuestión irlandesa,
problema de centurias, tratado con mayor seriedad por el gobierno Laborista, a finales
del siglo XX.
En el Indian National Congress, la política exterior fue mejor definida desde 1921.
En la reunión de Madrás (1927) se aprobó una resolución contra la participación de
tropas indias en Mesopotamia, Persia y China. En la reunión de Calcuta (1928) se abrió
un Departamento de Asuntos Exteriores dentro del Partido del Congreso para establecer
2 U. R. Ghai. Foreign Policy of India, New Academic Publishing Co., Jalandhar, 2000, p. 47.
594 YUYAYKUSUN
Nehru: política exterior y no-alineamiento, su aprendizaje de internacionalista
3 Juan Mariátegui y Javier Zevallos Elías, India. Nehru y la política exterior, Clenala, Lima, 1994, p. 16.
YUYAYKUSUN 595
Juan Mariátegui
11. Apoyo al desarme, en particular al desarme nuclear y por el control de las armas
convencionales;
12. Una política nuclear con fines pacíficos4.
596 YUYAYKUSUN
Nehru: política exterior y no-alineamiento, su aprendizaje de internacionalista
su época y como lo sigue siendo para otros hasta el presente, con el «espejismo america-
no». Un cierto Estados Unidos, que es un reflejo de diseños preestablecidos que circulan
por el mundo, elaborados dentro de su política exterior. En América Latina, por los 50
primeros años del siglo XX, se le conoce a EE.UU. también en otra perspectiva: por la
dependencia económica, por la dominación política y por las intervenciones armadas en
algunos países.
Un perspicaz pensador marxista peruano, José Carlos Mariátegui (1894-1930) había
5
advertido en 1925, lo siguiente : «Los Estados Unidos, más que una gran democracia son
un gran imperio. La forma republicana no significa nada. El crecimiento capitalista de
los Estados Unidos tenía que desembocar en una conclusión imperialista. El capitalismo
norteamericano no puede desarrollarse más dentro de los confines de los Estados Unidos
y de sus colonias. Manifiesta, por esto, una gran fuerza de expansión y dominio. Wilson
quiso noblemente combatir por una Nueva Libertad; pero combatió, en verdad por un
nuevo imperio. Una fuerza histórica, superior a sus designios, lo empujó a la guerra»
(Libro: «La Escena Contemporánea», Lima, 1925).
De su primera visita a EE.UU., Nehru esperó tener muchos logros pero la coyuntura
política de entonces no lo favoreció. Ya se había iniciado en los Estados Unidos, una
inusual campaña anticomunista al interior del gobierno y con expresiones notorias en
América Latina, Europa y Asia. Nehru, estaba anheloso de querer ejercer una política de
independencia para su país, de tener relaciones amistosas con la Unión Soviética como
también con China Popular por esos años, por su oposición a la política del gobierno
estadounidense de creación de bloques militares (OTAN, y luego la SEATO), por su
liderazgo, todo lo cual incomodó al presidente Harry Truman y a su Secretario de Estado
Dean Acheson.
Algunas declaraciones sobre Estados Unidos, pronunciadas en 1949, atestiguan un
menor conocimiento de este país-continente respecto a lo que conocía Nehru sobre Asia
y Europa. Nos dice: «Voy ahí, no para enseñar sino para aprender. He conocido muchos
americanos y he leído muchos libros americanos. Aún así, no me he aproximado aún, en
la manera íntima en que esto debe hacerse, a la atmósfera americana. Yo soy receptivo
cuando lo deseo y espero ser receptivo en los Estados Unidos. Quiero ver su lado bueno
y ésta es la mejor manera de acercarse a un país». También, manifestó: «Todos ellos me
acogieron y les estoy muy agradecido y así se lo expresé. Pero, esperaban algo más que
6
gratitud y buena voluntad, y eso ya no estaba en mi poder otorgarlo ».
Es obvio que un acercamiento con cualquier gobierno norteamericano implica una
subordinación (si es total, mejor) a los intereses nacionales de los Estados Unidos, ma-
yormente en la esfera política y militar. Nehru, al hacerlo, hubiera transigido con sus
principios y con la política exterior de la India, para poder complacer así las exigencias de
la Primera Potencia Mundial. Expongo, sin ahondar en el tema, pero la política exterior
5 Juan Mariátegui. José Carlos Mariátegui y el continente asiático, Clenala, Lima 1997, p. 8.
6 Shyama Prasad Ganguly y Alfredo Villaverde. Nehru: un líder para la historia, Nuestro Tiempo, Madrid, 1990,
pp. 44 y 55.
YUYAYKUSUN 597
Juan Mariátegui
de EE.UU. se basa más en una imposición de sus programas, en cuanto que la política
exterior de Gran Bretaña expresa más una negociación para adoptar luego soluciones de
compromiso.
Las discrepancias entre las políticas exteriores de EE.UU. y de la India por esos años,
se hicieron visibles en el caso de Cachemira. Por propuesta de los gobiernos británico y
norteamericano, India aceptó que sea incluido éste como tema de debate, en la Agenda
de la ONU. Luego, esas dos potencias mostraron mayor apoyo a las pretensiones de
Pakistán, no porque a la India le faltase argumentaciones jurídicas (que las tiene hasta el
presente, en su legítimo derecho de soberanía sobre Jammu and Kashmir) sino porque
Pakistán era más proclive a integrarse a las alianzas militares en formación propiciadas por
los gobiernos de Truman y de Eisenhower (Pakistán, después formará parte de la SEATO
en 1954, y del CENTO).
No obstante, las discrepancias fueron palpables respecto a: la Guerra de Corea, al
reordenamiento jurídico del gobierno de la República Popular China y a su ingreso en
el Consejo de Seguridad de la ONU en reemplazo del régimen de Taiwan, en la acep-
tación por parte de la India del nuevo tratado de paz entre U.S.A. y el Japón (1951) el
que igualmente disgustó a las cancillerías europeas, las relaciones amistosas de la India
con la Unión Soviética, lo cual contrariaba las campañas anticomunistas de los sucesivos
gobiernos de los Estados Unidos. Durante la segunda visita oficial de Nehru a los Estados
Unidos, en 1956, teniendo en cuenta las diferentes perspectivas de ambos gobiernos
en los temas de política internacional, que no nos sorprenda que John Foster Dulles,
Secretario de Estado del gobierno de Dwight Eisenhower, considerase a Jawaharlal Nehru
como un pro-soviético.
No intento agotar el tema, sin embargo, algunas opiniones expresadas por Nehru
nos pueden aproximar más a la perspectiva que tenía de la política internacional. El
22 de enero de 1947, en el Parlamento indio manifestó que la India no podía concebir
otra forma de gobierno, que la República, y añadió: «Deseamos la paz. No queremos
conflictos con ninguna nación, si éstos podemos evitarlos. El único objetivo posible y
real que nosotros en común debemos tener con otras naciones es el de la cooperación.
Tenemos que edificar un tipo de estructura mundial, denominémoslo UN MUNDO, o
como ustedes lo deseen. El proyecto de estructura mundial ha sido expuesto y aprobado
en la Organización de las Naciones Unidas. Todavía tiene muchos defectos; no obstante,
es el comienzo de nuevas relaciones internacionales. Y, la India se ha comprometido, ella
misma, a cooperar en este trabajo». «No soy lo suficientemente adivino para saber ¿qué
pasará? Pero, sé que aquellos que desean la paz deben reprobar los bloques separados, los
cuales necesariamente se transforman en hostiles, unos contra otros».
Sobre el rol de Asia en la escena internacional, en su discurso en la Conferencia de
Relaciones Asiáticas, el 23 de marzo de 1947, en Nueva Delhi, aseveró: «Desde hace
mucho tiempo nosotros, los asiáticos, hemos hecho peticiones en cancillerías y organiza-
ciones occidentales. Aquella historia, ahora pertenece al pasado. Nosotros consideramos
que debemos ser más realistas y valernos por nosotros mismos, para cooperar con todos
598 YUYAYKUSUN
Nehru: política exterior y no-alineamiento, su aprendizaje de internacionalista
aquellos que están dispuestos a colaborar con nosotros. No pretendemos ser juguete de
otros» ... «En esta era atómica, una de las funciones efectivas de Asia será el mantenimien-
to de la paz. Realmente no puede haber paz, a menos que Asia juegue su parte».
En su discurso al Parlamento indio, el 18 de febrero de 1958, Nehru expuso sobre la
necesidad de tener una «manera asiática de concebir el mundo» y lo expresó de la siguien-
te manera: «Durante mucho tiempo, en los asuntos exteriores se ha proyectado el punto
de vista europeo, lo que fue hasta cierto punto natural porque Europa era el continente
dominante y controlaba los destinos de una gran parte del mundo. Posteriormente, los
Estados Unidos de América gradualmente empezaron a figurar en la escena contemporá-
nea por diversas circunstancias históricas y a jugar un singular rol. De este modo, después
del final de la Primera Guerra Mundial pensamos en América como centro del mundo» ...
«Al mismo tiempo, el surgimiento de la Unión Soviética fue un factor vital e importante
que no encuadró con la política exterior de los países europeos y de los Estados Unidos.
Todo ello conllevó a suponer que Moscú sería el nuevo centro. Estamos hasta el presente
condicionados por el pensamiento europeo, el pensamiento norteamericano y algunas
veces, por el pensamiento soviético, en los asuntos mundiales». «La aparición de las na-
ciones independientes en el Asia, naturalmente nos conduce a lo que en forma imprecisa
se denomina, la manera asiática de concebir el mundo. No digo que sea la única, porque
siendo un extenso continente puede ofrecer varios puntos de vista. De cualquier modo,
este es un nuevo ángulo y constituye un cambio teniendo como referencia que Europa sea
el centro o cualquiera otra región del mundo».
El pensamiento de Jawaharlal Nehru en política exterior es claro, en su legítimo dere-
cho de defender los intereses nacionales de la India, aunque también en ciertas ocasiones
presenta rasgos de ambigüedad cuando expone sobre la rivalidad de las dos superpoten-
cias (EE.UU.-URSS) o de las relaciones de la India con cada de ellas. En consecuencia,
hay que estudiar cada acto de gobierno o cada discurso en su determinada coyuntura
política. No obstante, Nehru tenía una concepción del mundo en la cual, debía prevale-
cer la paz y la cooperación entre las naciones. Como internacionalista, tentó siempre de
acercarse a aquella idea india del Vasudhaiva Katumbakam, que equivale a que todo el
mundo debe ser y comportarse como una sola familia. Tal vez, como me lo manifestó en
una conversación Sunil Kumar Upadhyay, Nehru esperaba (en el fondo de su generoso
corazón) que le fuera otorgado, el Premio Nobel de la Paz. Conjetura difícil de demostrar,
pero que por otro lado, que no le falta una cierta validez.
Nehru y el No-Alineamiento
YUYAYKUSUN 599
Juan Mariátegui
la asistencia a ese Congreso fue una toma de conciencia de la necesidad de luchar por la
emancipación de los pueblos para terminar con el yugo colonial.
En Bandung (isla de Java, Indonesia), entre el 19 y 24 de abril de 1955, se realizó una
célebre Conferencia, en la que estuvieron representados 29 países, que geográficamente
solamente correspondían a Asia y África, lo cual quedó así precisado en el numeral de los
objetivos, en la previa Conferencia de Bogor (1954). Diversas tendencias se manifestaron
en la Conferencia de Bandung, desde el anticomunismo, el neutralismo, hasta una mezcla
de socialismo y budismo.
En Bandung, tuvo Nehru una destacada actuación. Esta Conferencia, con sus deba-
tes, sus resoluciones, su mensaje, fue relevante en un momento en que numerosos pue-
blos de África y Asia todavía sufrían de las implicancias de tener un status colonial.
Constituye Bandung, un antecedente importante para poder aproximarnos mejor a
los aportes del Movimiento de los países No-Alineados y a su contribución a las Relaciones
Internacionales. Bandung, aprobó los denominados 10 principios de la coexistencia entre
7
las Naciones, los cuales fueron mencionados al final de la Conferencia . Los citaremos:
1. Respeto de los derechos fundamentales según los propósitos y los principios de la
Carta de la ONU;
2. Respeto de la soberanía y de la integridad territorial de todas las naciones;
3. Reconocimiento de la igualdad de todas las razas y de la igualdad de todas las nacio-
nes pequeñas y grandes;
4. No intervención y no injerencia en los asuntos internos de otros países;
5. Reconocimiento del derecho de cada nación a defenderse individual o colectivamen-
te conforme a la Carta de la ONU;
6. Abstención de recurrir a acuerdos de defensa mutua destinados a servir los intereses
particulares de las Grandes Potencias, sean cuales fueren. Abstención del ejercicio de
presiones por cualquier país sobre otro país;
7. Abstención de actos o de amenazas de agresión o del empleo de la fuerza;
8. Solución de todos los conflictos internacionales por medios pacíficos, tales como
negociaciones o conciliación, arbitraje o solución ante los tribunales;
9. Fomento de los intereses comunes y de la cooperación;
10. Respeto a la justicia y a las obligaciones internacionales.
7 Juan Mariátegui, artículo titulado «El No-Alineamiento y la coexistencia pacífica», diario El Nacional, Lima, 9 de
diciembre de 1989.
600 YUYAYKUSUN
Nehru: política exterior y no-alineamiento, su aprendizaje de internacionalista
del conjunto. Por lo tanto, ¿cómo podemos resolverlos, si la paz todavía está en peligro?
Entonces, llegaríamos a la conclusión de que nuestro objetivo principal es la paz». Y,
respecto a Europa y a los Estados Unidos, añadió: «En el futuro, cooperaremos sola-
mente como iguales. No hay amistad entre las naciones cuando éstas no son iguales o
cuando una tiene que obedecer a la otra. Es por ello que, elevamos nuestras voces contra
el colonialismo, que muchos de nosotros lo sufrimos por mucho tiempo. Y es por eso
que, tenemos que ser muy cuidadosos para precavernos de que ninguna otra forma de
dominación se nos presente. Deseamos ser amigos de todos, sean del Este o del Oeste. El
único acercamiento al espíritu de Asia, es el de la tolerancia, la amistad y la cooperación,
mas no el de la agresividad».
Norman D. Palmer y Howard C. Perkins8 distinguen cinco etapas respecto a la evo-
lución de la política No-Alineada de la India: 1) De 1946-1954; 2) De 1954-1962; 3) De
1962-1971; 4) De 1971-1990; 5) Desde 1990, en la post-guerra fría. Para estos autores,
«la política de No-Alineamiento fue iniciada y vigorosamente proseguida por Nehru en-
tre 1946-1964». Por entonces Nehru, Primer Ministro interino en setiembre de 1946,
esbozó los lineamientos de la política del No-Alineamiento.
En un discurso en el Parlamento indio, el 22 de marzo de 1949, Jawaharlal Nehru,
aseveró: «Cuando digo que no debemos alinearnos con ningún bloque o potencia, obvia-
mente me refiero a permanecer equidistantes tanto de unos como de otros. Esto depende
íntegramente de una variedad de factores, mayormente económicos, políticos, agrícolas.
En los actuales momentos, se verá que en realidad tenemos relaciones mucho más estre-
chas con algunos países del mundo occidental que con otros».
El 12 de junio de 1952, en un discurso en el Parlamento indio se reafirmó, expre-
sando: «Me permito decirlo de nuevo, en la medida que nuestra política se encuentre
comprometida, a pesar del hecho que nos relacionamos mejor desde hace algún tiempo
con el Reino Unido y con los Estados Unidos. Compramos sus productos y aceptamos
su ayuda, pero no nos hemos apartado del todo de nuestra política de No-Alineamiento.
Nos aferramos a nuestra política, aunque tengamos que rehusarnos nosotros mismos, a la
ayuda ofrecida. Esto se debe a que otros gobiernos se han dado cuenta de que no pode-
mos ser comprados con dinero».
Más tarde, el 9 de diciembre de 1958, en el Parlamento indio precisó lo siguiente:
«Cuando decimos que nuestra política es de No-Alineamiento, obviamente nos referimos
a un No-Alineamiento con los bloques militares. No es una política negativa. Es positiva y
define aquella que es dinámica». Hemos citado algunos de sus discursos en el Parlamento
indio porque Jawaharlal Nehru dijo en una ocasión, que en este lugar se pasa más tiempo
9
discutiendo de política exterior que en cualquier otro Parlamento en el mundo .
8 Norman D. Palmer y Howard C. Perkins. International Relations, A.I.T.B.S., Publishers and Distributors, New
Delhi, 2000, pp. 731-735.
9 «India. The debate on Foreign policy», «The Round Table. A Quarterly Review of British Commonwealth Affairs»,
Volume XLIII, London, December 1952 to September 1953, p. 266.
YUYAYKUSUN 601
Juan Mariátegui
Tres de los líderes del No-Alineamiento, Nehru, Nasser (Egipto) y el mariscal Tito
(Yugoslavia) establecieron unos meses antes de la Primera Cumbre NO-AL, cinco crite-
rios para invitar a los países a esta reunión10.
1. Que el país tenga una política exterior independiente basada en el No-Alineamiento
y la coexistencia pacífica;
2. Que el país se oponga al imperialismo y al colonialismo;
3. Que no forme parte de ninguna alianza militar;
4. Que no tenga un tratado bilateral con alguna de las superpotencias;
5. Que no tenga en su territorio bases militares de alguna superpotencia.
10 V. N. Khanna. International Relations, Vikas Publishing House PVT/Ltd, New Delhi, 1999, p. 363.
11 El tema del No-Alineamiento ha merecido diversas investigaciones de tratadistas indios o de extranjeros que han
publicado en la India. Entre otros: «Non-Alignment and Power Politics. A documentary survey», Krishnan Gopal,
New Delhi, 1983; «The Nonaligned and the United Nations», Edited by M. S. Rajan, V. S. Mani, C.S.R. Murthy,
New Delhi, 1987; «Problems of Non-Alignment», Quarterly Journal of International Affairs (desde 1983). Los libros
del Dr. K. P. Misra; U. R. Ghai «Foreign Policy on India», op cit; U. R. Ghai «International Politics. Theory and
Practice», New Academic Publishing Co, Jalandhar, 2000; Palmer y Perkins, op cit; V.N. Khanna, op cit; Mahendra
Kumar «Theoretical aspects of International Politics», Shiva Lal Agarwala, Agra; Rajender Kumar Dhawan «Contem-
porary International Relations», Indira Gandhi Open University, New Delhi, 2001.
602 YUYAYKUSUN
Nehru: política exterior y no-alineamiento, su aprendizaje de internacionalista
notoria ausencia fue la de Nehru, fallecido en marzo del mismo año. Las siguientes cum-
bres de jefe de Estado fueron en: Lusaka (1970), Argel (1973), Colombo (1976), La
Habana (1979), New Delhi (1983), Harare (1986), Belgrado (1989), Jakarta (1992),
Cartagena de Indias (1995) y la Duodécima Cumbre fue en Durban (1998). Para febrero
del 2002, está programada la 13° Cumbre en Dacca, Bangladesh (luego, se celebró en
Kuala Lumpur, Malasia, en febrero de 2003).
En la XII cumbre del No-Al, en Durban (Sudáfrica), respecto al rol del Movimiento
de los países No-Alineados en las Relaciones Internacionales, se acordó lo siguiente: «The
Heads of State or Government reiterated the Non-Aligned Countries’commitment to
respect the principles and objectives of Non-Alignment and expressed their determina-
tion to make every effort to further strengthen the Non-Aligned Movement’s capacity
for action and to develop concrete modalities to enhance the influence and impact of its
decisions on world affairs». (Chapter 1, 26).
Para las vice Presidencias continentales del Movimiento de los países No-Alineados
fueron elegidos en esta XII Cumbre, a partir de setiembre 1998, por tres años, los siguien-
tes países:
– Asia: Bangladesh, India, Pakistán, Palestina, República Popular Democrática de
Corea, Siria, Sri Lanka, Vietnam.
– África: Angola, Argelia, Burkina Faso, Camerún, Egipto, Marruecos, Nigeria,
Sudán.
– América Latina y el Caribe: Perú, Surinam.
YUYAYKUSUN 603
Juan Mariátegui
604 YUYAYKUSUN
Mariano Iberico Rodríguez:
filosofía de la aparición
Martha Zolezzi de Rojas
RESUMEN
El presente artículo trata sobre una de las obras más significativas en la producción filosófica de Iberico
(1892-1974), cual es: La aparición, ensayos sobre el ser y el aparecer. En ese estudio el autor se ocupa de
la intuición de la aparición y de su relación con el sentido y el ser. Se trata de lograr la contemplación
de la aparición, no desde las formas abstractas del puro pensamiento, sino aprehenderla tal como ella
es, en su auténtica realidad y revelación, captar intuitivamente el significado de la aparición dentro
del ser, de la realidad. Es una captación ontológica. Ibérico desea encontrar la «inherencia de ser y
aparecer», e intenta a través de la aparición llegar hasta la existencia de las cosas, a lo que en el ser se
expresa.
ABSTRACT
This article deals with one of the most meaningful works by Iberico regarding his philosophical
production, «La Aparición, ensayos sobre el ser y el aparecer» (The Appearance, essays on being and being
appeared). In this work the autor is concerned by the intuition of appearance and its relationship with
sense and being. The objective is to attain contemplation of the apearance not from abstract forms of
pure thought, but to apprehend it as it is, in its authentic reality and revelation, to catch by intuition
the meaning of appearance within the being, whitin reality. It is an ontological comprehension.
Iberico wants to find the «inherence of being and appearing» and, through appearance, he tries to
reach the existence of things, to what is expressed by the being.
F
igura eminente del pensamiento peruano, Mariano Ibérico nació en Cajamarca en
el año de 1892. Sus comienzos universitarios los inició en 1909 en los claustros de
San Marcos, donde años más tarde tendría a su cargo las cátedras de Psicología,
Estética e Historia de la Filosofía Antigua y Moderna.
Li Carrillo se refiere a La aparición1, como la obra más representativa del filósofo
pues allí dilucida el problema fundamental de la filosofía, «… es el esfuerzo de explicitar,
profundizar y explorar esta intuición fundamental con admirable continuidad y perseve-
rancia [...] ser y aparecer en su recíproca limitación e implicación, es el enigma mayor, el
dilema eterno de la filosofía. Mariano ibérico es el filósofo del Aparecer».2
Nosotros ingresaremos a la obra atendiendo a la primera parte del texto (la mediación
del lenguaje) y a la segunda (ser y aparecer).
1 Iberico Rodríguez, Mariano. La aparición, ensayos sobre el ser y el aparecer. Imprenta Santa María,
Lima, 1950.
2 Li Carrillo, Víctor. Homenaje a Mariano Iberico. UNMSM. Lima, 1973, pág. 38.
Nuestro autor comienza afirmando que el tema fundamental versará sobre «La apari-
ción en sí misma y en su relación con el sentido y el ser». Tema relacionado con la teoría
del conocimiento, la ciencia y el arte, sobre todo la Física y la Psicología.
Mostrará el aparecer desde una «contemplación anímica». Es decir, «una contem-
plación que no esquematiza los modos y los caracteres del aparecer según las formas
abstractivas del pensamiento puro, sino que las aprehende en su primitiva autenticidad
como realidad y revelación» (pág. 7). La intención metafísica del ensayo se revela cuando
Iberico expresa que se tratará de establecer una visión intuitiva del aparecer en su relación
con la estructura ontológica de lo real.
Muy importante, en el escrito que analizamos, es encontrar cómo Iberico considera
que los sistemas filosóficos han desvalorizado el aparecer. Sobre todo en sus expresio-
nes sensibles e imaginativas. Estos buscan, más allá del aparecer, la verdadera realidad
(sustancia-principio), excluyendo el aparecer, que no requiere de imágenes provenientes
de la percepción, la fantasía o el recuerdo «y por ende, el aparecer viene a ser concebido
como algo ilusorio, vano, cuya intrusión en la estructura de lo real es rechazada por un
acto que no es sólo intelectual sino una reacción de otro orden: del orden de la pasión, de
la pasión de lo invisible» (pág. 8)
El aparecer, según estas posiciones, es subjetivismo puro, hasta llegar a la absoluta
soledad.
Iberico expresa, que por lo contrario, él busca la realidad concreta y vivida, «la luz
metafísica». Ser y aparecer son inherentes, se transforma la distinción de sujeto y objeto,
la aparición antes que ocultar la existencia de las cosas, viene a ser «el lenguaje universal
en que el ser se expresa; la radiante epifanía de la profundidad». (pag. 9)
En la primera parte del texto, se empezará por destacar la poesía por ser ésta «la fiesta
de la aparición», la meditación indispensable para quien trate de alcanzar la intuición del
problema y significado del aparecer, puesto que la poesía es «el arte de expresar con pala-
bras… el modo de aparecer de las cosas, el cómo de la vida» (pags. 33-34).
Siendo el aparecer una categoría ontológica que únicamente se da con relación al
espíritu, resulta que «la poesía es el lenguaje de las imágenes que brillan en el cristal del
alma y en las cuales se configura y en cierto sentido se disfraza y encubre a la vez que se
revela el misterioso ser sin figura y sin nombre» (pág. 34).
En la expresión poética se presenta el problema del ser y del aparecer visto desde el
punto de vista ontológico; ese aparecer cuya manifestación en la conciencia explica el
acontecer metafísico de la realidad.
Insistiendo en este problema de la realidad, Iberico se plantea el fenómeno de la
creación, es decir, cómo algo sale de una nada, que el autor reconoce como ausencia, «el
no ser de la apariencia, de modo que el aparecer se da como algo que el ser suscita en sí y
en lo cual a la vez que se expresa se enriquece y renueva» (pág. 38).
La concepción del poema, así enunciada, haría de éste una «prolongación del mis-
terio metafísico del aparecer», admitiendo que el «proceso de aparición y renovación
cósmicas es de naturaleza esencialmente poética» (pág. 38).
606 YUYAYKUSUN
Mariano Iberico Rodríguez: Filosofía de la aparición
YUYAYKUSUN 607
Martha Zolezzi de Rojas
arte no puede ser adscrita al mundo real, esto es, existente, porque es más o menos claro
que en tanto obra no es ni una cosa que reposa sobre sí misma, ni un útil cuya entidad
descanse sobre su carácter servicial. Pero de otro lado, no se puede situarla en el ámbito
de lo irreal, porque en este caso se le estaría asignando la condición de una nada o, en el
mejor de los casos, de un juego intrascendente… la obra posee una condición autónoma
frente tanto a la realidad como a la irrealidad. También nos parece certero que Iberico
manifieste que la obra de arte (la poesía) se independiza de las limitaciones espaciales y
temporales prescindiendo de la errónea comparación con el objeto onírico.»55
Iberico expresa que existen planos en la apariencia, desde el contacto sensible con el
objeto poético «hasta el oscuro fundamento ontológico de la aparición». Las imágenes
van evocándose unas a otras despertando nuevas apariencias «hasta el fondo primitivo e
inefable».
Ocupándose del lenguaje, nuestro filósofo encuentra que en éste se pueden aislar el
elemento sensible (audible), un sentido suprasensible, que se trata de una forma de exis-
tencia en la mente y que por oponerse «como entidad subsistente y en sí a la apariencia
sensible le llamamos elemento ontológico», y finalmente la relación entre estos elementos
donde el fundamento ontológico se aprehende a través de la palabra.
Siendo un problema metafísico principal comprender la relación entre el ser (fun-
damento y sentido de la realidad) y el aparecer (expresión del ser), señala el autor que
«el lenguaje es, en verdad, un fenómeno representativo de la más profunda y misteriosa
estructura de la existencia» (pág. 71).
Sobrevilla expresa que la reflexión sobre el lenguaje coloca a la obra «al nivel de la
filosofía de nuestra época», cuyo mérito es ligar el fenómeno del lenguaje y el del ser y el
aparecer.
Al tratar sobre la simbólica del aparecer y el sentimiento del destino, el autor se plantea
el problema de la mentalidad simbólica, tema que ha venido enunciando y analizando en
sus obras anteriores.
La mentalidad simbólica es una actitud consistente en «una manifestación que viene
de una alma, que se dirige a una alma y cuyo sentido, como revelación del origen y del
destino, se trata de comprender y de vivir» (pág. 111).
Esta actitud da por sentado que el universo es una expresión de vida simbólica. El
alma humana mediante la intuición y la emoción penetra en el «fondo anímico de la
vida universal». El pensamiento simbólico no se plantea una teoría del conocimiento
608 YUYAYKUSUN
Mariano Iberico Rodríguez: Filosofía de la aparición
buscando lo que una cosa es, sino más bien establece, en una actitud intuitiva y de vida la
realidad tanto externa como interna de la imagen y su significado. «La verdad se da como
una relación entre la expresión y el sentido, de tal suerte que es verdadera la expresión que
revela el sentido y falsa, la expresión que desvirtúa su destino porque no lo revela, sino
que disimula y en el fondo mata y anula el sentido» (pág. 113). El pensamiento simbó-
lico en sus interrogaciones a la naturaleza como expresión del destino, lo hace desde una
formulación metafórica y figurativa, a diferencia del pensamiento lógico, cuyo lenguaje
conceptual no logra expresar las más elevadas experiencias metafísicas. El pensamiento
simbólico, significativo «capta la variedad, complejidad y movilidad de las apariencias; no
las clasifica abstractivamente ni busca su explicación mecánica sino que las interpreta por
relación a tipos ejemplares que no son meros conceptos sino formas eminentes, no lógicas
sino más bien estéticas en el lenguaje de los seres… el pensamiento simbólico no busca lo
que las cosas son, sino que ante una forma cualquiera del aparecer se inquieta por saber lo
que esa forma del aparecer quiere decir» (pág. 116).
La filosofía simbólica —sostiene Iberico— no tiene necesidad de definir el ser porque
parte de la intuición del ser, como lo que sale de sí y proyecta ante el espíritu el despliegue
del aparecer.
El pensamiento conceptual averigua lo que un objeto o apariencia es, mientas que la
mentalidad simbólica descubre lo que una apariencia quiere decir, en su función expresiva
da mayor riqueza a la simbólica universal. En el pensamiento simbólico se encuentra la
intuición fundamental que le guía «el verdadero alcance de lo que llama o considera como
sentido la filosofía que trabaja con el pensamiento simbólico. La preocupación metafísica
postula y encuentra que la realidad es alma y que el sentido del aparecer es «un ser para
el alma»… la filosofía simbólica es en el fondo una intuición… una teoría del destino»
(pág. 130).
Frente a esta intuición, a esta filosofía simbólica, se levanta un mundo moderno
impregnado de tecnicismo, un empobrecimiento de la vida, una destrucción del alma,
concepciones ya expresadas en La intuición estética y El sentimiento de la vida cósmica.
Según Magdalena Vexler en La Aparición se reafirma la tesis de la contraposición de
la vida del espíritu y del mecanismo ajeno a éste:
En la segunda parte del texto (ser y aparecer), Iberico marca la distinción entre ser y
aparecer. Ser es aquello que una cosa es en sí, aparecer es aquello que una cosa es para
7 Vexler Talledo, Paquita Magdalena «Mariano Iberico Rodríguez (1892-1974) ante la condición humana», en la
Intelectualidad peruana del siglo XX ante la condición humana (pág. 224).
YUYAYKUSUN 609
Martha Zolezzi de Rojas
nosotros. Sin embargo, más adelante considera la cosa en sí no sólo como algo real, sino
como un elemento mental inseparable de todo pensamiento, no es posible pensar nada
independientemente de la cosa en sí. «Por lo cual resulta quimérico pretender eliminar de
la economía viva del pensamiento esta como obsesión metafísica que la postula y persi-
gue. Y si no fuera, además, porque nosotros admitimos —como tiene forzosamente que
admitirlo todo el que especule sobre el ser— la posibilidad de alcanzar una aprehensión
intuitiva de la cosa en sí» (pág. 135)
Vexler expresa: «La distinción entre ser y aparición difiere de la que hace Kant entre
noumeno y fenómeno aún cuando las definiciones que da Iberico pudiesen ser consi-
deradas como iguales. Para Iberico, ser incluye también lo mental, y además concibe la
posibilidad del conocimiento del ser ya que en el Aparecer éste se manifiesta»8.
Nuestro autor encuentra una íntima relación entre ser y aparecer, dado que en toda
aparición se indaga por el ser, «es decir aquello que aparece pero que no se pierde y anula
en la aparición»; a todo ser le atribuimos un modo de presentarse o aparecer. «El ser es
así un concepto límite al que se acerca asintéticamente la apariencia y la apariencia es
también un concepto límite. Toda apariencia es, todo ser aparece. Y así el ser y el aparecer
son los dos polos de la mente, y sin duda, de la más honda tensión metafísica de lo real»
(pág. 136).
Analizando al ser Iberico plantea que se trata de algo que está más allá de la aparien-
cia, pero que también está presente en ella, «como el sentido de una frase que está más allá
de las palabras pero que las penetra, las anima y sostiene. El ser de la frase es el sentido,
el sentido de las cosas es su ser; sentido que ellas expresan en el lenguaje del aparecer»
(pág. 138).
La investigación —expresa— el filósofo, se concentrará en el ser que es fundamento
y elemento de toda relación, puesto que en toda investigación sobre la naturaleza del ser,
se debe entender que «ningún ser es únicamente, todo ser es, y además es de algún modo,
de alguna manera se constituye… se actualiza en alguna forma» (pág. 144).
Se trata de una ontología que toma al ser en la realidad concreta, en la concreción real
del modo de ser del ente. La fórmula, «el ser es» expresa, la especie lógica; la fórmula «el
ser es así» expresa la concreción existencial del ser» (pág. 145).
Iberico sigue diciendo que para determinar la existencia del ser en forma concreta debe-
mos utilizar la categoría de la aparición, porque la existencia sin la apariencia es vacía. Sólo
la existencia que puede aparecer es real. «El reflejo especular del aparecer es una condición
ontológica del existir. Las cosas son lo que son porque están dirigidas a la contemplación.
Están hechas para eso, y el ser es, como es, para ser contemplado» (pág. 168).
Vexler expresa: «Ontológicamente para Mariano Iberico se dan tres entidades: el ser,
el aparecer y el alma. El alma es la mediación entre el ser y el aparecer. El alma es el espejo
universal de la aparición, pues la aparición se refleja en ella».9
610 YUYAYKUSUN
Mariano Iberico Rodríguez: Filosofía de la aparición
YUYAYKUSUN 611
Martha Zolezzi de Rojas
Referencias bibliográficas
Belaunde, Víctor Andrés (1950). En torno a «La aparición». El Mercurio Peruano. Lima, año
XXV, Nº 283, octubre.
Iberico Rodríguez, Mariano (1950). La aparición, ensayos sobre el ser, la aparición y el aparecer. Edit.
Santa María. Lima, 1950.
Miró Quesada C., Francisco (1974). Despertar del filosofar latinoamericano. México, FCE.
Salazar Bondy, Augusto (1965). Historia de las ideas en el Perú. Lima. Edit. Moncloa.
Sobrevilla, David (1988). Repensando la tradición nacional I. Estudios sobre la filosofía reciente en
el Perú. Editorial Hipatia. Lima.
612 YUYAYKUSUN
Movimiento social por una educación liberadora,
desde el enfoque freiriano
Sigfredo Chiroque Chunga
RESUMEN
El documento resume de manera sistemática el pensamiento del educador brasilero Paulo Freire,
sobre los rasgos que debe asumir el movimiento social y la práctica educativa dentro de él. En un
contexto de opresión que viven nuestros pueblos, la práctica educativa debería reconocerse como parte
del proceso de liberación social y política. La educación popular y liberadora no constituyen per se
un movimiento social, sino que ella es parte de este movimiento, como una propuesta alterna a las
prácticas educativas para mantener el status quo. La propuesta freiriana supone asumir con radicalidad
—como principio, finalidad y método— la condición humana en toda práctica socioeducativa.
La educación se postula como fin y como medio del proceso de hominización, en la medida que
coadyuva a superar un modelo de sociedad deshumanizante.
ABSTRACT
This document compiles in a systematic way the thought of the Brazilian educator Paulo Freire; it
approaches the characteristics that the social movement and the educational practice must assume. In
a context where our people are living oppressed, the educational practice must be recognized as part
of a social liberation and political process. The popular and liberating education does not constitute a
social movement per se, but it is included in this movement as an alternative offer to the educational
practices that support the status quo. Freire´s proposal supposes to take in a radical manner —as
principle, purpose and method— the human condition in all social and educational practices. The
education is postulated as an end and as a means in the hominization process insofar that contributes
to overcome a dehumanizating society model.
L
a penúltima vez que personalmente conversé con Paulo Freire fue en 19931. Él me
había advertido previamente: «la mitad del tiempo, tú me preguntas lo que desees; pero
la otra mitad, yo pregunto lo que quiero». La primera pregunta que me hizo fue:
–«¿Y cómo va la lucha de los compañeros en el Perú? ¡Porque tú vives en un país,
donde quien asume una posición crítica: ou foge ou morre (o huye o muere)!»2.
La preocupación de Paulo Freire, por el movimiento social y político en el Perú, no
era casual. Él no solamente ha sido un pensador, sino un promotor de grupos, articulador
de movimientos sociales, responsable político-administrativo de instancias educativas ofi-
ciales y hasta fundador del Partido de los Trabajadores (PT).
1 La entrevista que tuve con Paulo Freire se desarrolló en la Biblioteca de la PUC, Sao Paulo y se hizo, gracias a la
intermediación de mi amigo Jarbas Novelino Barato.
2 En portugués «ou foges ou morres» tiene una pronunciación semejante a «Fujimori», dictador, entonces presidente
del Perú.
Pero tampoco era casual, la exigencia de conversar antes que ser unilateralmente
entrevistado. Creyente del diálogo como concepción y método, lo ponía en práctica en
su vida cotidiana. Por ello también, en el tema de movimiento social, supo combinar su
práctica e inserción en el movimiento social, con la teorización del mismo.
Esto significa que desde el punto de vista de la educación como un acto de conocimiento
nosotros los educadores debemos siempre partir —‘partir’ es el verbo, no ‘quedarnos’—
siempre de los niveles de comprensión de su medio, de la observación de la realidad, de
la expresión que las propias masas populares tienen de su realidad. Es a partir del lugar en
que se encuentran las masas populares que los educadores revolucionarios, a mi juicio, tienen
que empezar la superación de una comprensión inexacta de la realidad y ganar una compren-
sión cada vez más exacta, cada vez más objetiva de la misma.5
3 Ver Freire, Paulo (1959). Educaçao e atualidade brasileira. Recife (mimeo, en «Instituto Paulo Freire», Sao Paulo).
En este documento Freire da testimonio de sus primeros pasos en educación popular.
4 En 1958, Freire concursa a la cátedra de Historia y Filosofía en la Universidad de Recife. La tesis que entonces de-
fendió era una sistematización de sus hallazgos en la práctica educativa en SESI.
5 Torres, Rosa María (1986). Educación popular: Un encuentro con Paulo Freire. Quito, CECCA-CEDECO, p. 80.
614 YUYAYKUSUN
Movimiento social por una educación liberadora, desde el enfoque freiriano
cipales de Recife. En 1960, Freire se hizo cargo de impulsar los «Círculos de Cultura»
que dieron forma al «Movimiento de Cultura Popular» (MCP). Desde allí, se gestó la
práctica de alfabetización, como dimensión de la educación y de la cultura popular.
El círculo de cultura era una experiencia en que uno trabajaba con dos, tres y hasta veinte
personas. El número no era lo principal, sino el grupo, que asumía proyectos de estudio.
Los proyectos de los círculos de Cultura del Movimiento de Cultura Popular no tenían
una programación a priori. Cada grupo decidía sobre los temas a debatir6.
La persona y la liberación
Nacido en una familia católica, Freire nunca ocultó esta raíz religiosa de su pensa-
miento y de su práctica. Su cercanía con los humildes le permitió acercarse a los pen-
sadores cristianos más progresistas de su época, principalmente franceses y brasileños:
Teilhard de Chardin, Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, Alceu Amoroso Lima,
entre otros.
Ya catedrático universitario, rápidamente se ligó a un movimiento de estudiantes ca-
tólicos: la Juventud Universitaria Católica (JUC)7. Esta ligazón no la hizo abandonando
su práctica educativa con los sectores populares: barriales y campesinos. Pero, le introdujo
a ser indirectamente partícipe en la gestación brasileña de la teología de la liberación, junto
con el obispo Hélder Cámara y los sacerdotes Comblin, Leonardo Boff y Frey Betto.
Este nexo le permitió perfilar mejor su opción central por el humanismo cristiano, en un
contexto de pobreza deshumanizante.
Para Freire, es la condición humana la que debe defenderse. Es la condición humana
como que la única categoría determinante y no determinada. Todo el quehacer social
explica en la búsqueda de hacer al humano más humano. La opresión debe ser rechazada,
en la medida que destruye la condición humana; y la liberación debe ser aceptada, porque
construye la condición humana; pero el tránsito de la opresión a la liberación debe reali-
zarse asumiendo la condición humana. El movimiento social es confluencia de personas
y, por ello, debería asumir como punto de partida, como meta y como criterio de tránsito
la misma condición humana.
6 Freire, Paulo e Betto, Frei (1986). Essa escola chamada vida. Depoimentos ao repórter Ricardo Kotscho, Sao
Pualo, Editora Ática, p. 14.
7 En la década de 1960, la JUC en Brasil constituyó uno de los movimientos sociales más importantes de lucha contra
la dictadura de Castelo Branco. Desde la JUC, se formó en 1966 el partido progresista «Açao Popular» que muy
indirectamente sería el preludio del «Partido dos Trabalhadores» (PT), creado en 1980.
YUYAYKUSUN 615
Sigfredo Chiroque Chunga
¿Quién mejor que los oprimidos está preparado para comprender el terrible significado de
una sociedad opresora? ¿Quién sufre los efectos de la opresión con mayor intensidad que los
oprimidos? ¿Quién con más claridad que ellos pueden asumir la necesidad de la liberación?
Los oprimidos no tendrán su liberación por casualidad, sino por su propia práctica y ésta
solamente es posible si existe la conciencia de luchar por conseguir esta nueva situación.10
8 Ver sobre este punto Torres, Carlos Alberto (1981). Leitura crítica de Paulo Freire. Sao Paulo, Editora Loyola, p.
10-11.
9 Freire, Paulo (1968). Pedagogia do Oprimido. Río de Janeiro, Editora Paz e Terra, p. 33-36.
10 Freire, Paulo (1980). Concientizaçao. Teoria e prática da libertaçao. Sao Paulo, Editora Moraes, p. 57.
616 YUYAYKUSUN
Movimiento social por una educación liberadora, desde el enfoque freiriano
res y que no organizan a la población. Por ello, Freire criticó las propuestas de verticales y
unilaterales de «extensión», como prácticas de trabajo con los campesinos en Chile11.
Conciencia
La salida de la opresión hacia la liberación no debe ser un simple acto del hombre, sino un
acto profundamente humano. Para que ello sea así, necesariamente los sujetos deben ser
concientes de los problemas que lo aquejan, de la nueva situación donde quiere llegar y
del proceso de su liberación.
La tesis de la concientización formulada por Freire en 1968, tuvo inicialmente un
sabor simplemente individual y grupal. La toma de conciencia era conciencia personal
y nuclear y no llegaba a ser conciencia de clase. Esto generaba una suerte de mito en un
cambio social por obra de personas o de núcleos segmentados de personas, como el mis-
mo Freire autocráticamente reconoce después12. La conciencia de clase será un paso al que
llegará Freire en un segundo y tercer momento, como lo hemos señalado.
Organización
En la lógica freiriana, importa la organización del sujeto colectivo. Sin embargo -así como
en la práctica de concientización hubo un período freiriano de enfoque meramente per-
sonal y nuclear- de igual manera inicialmente Freire solamente asumía la organización y
el movimiento social, con criterio meramente grupal. Solamente después reconocerá la
necesidad de la organización más amplia, radical y política.
Freire desde sus primeras experiencias en el campo educacional, asumirá la necesidad
de actuar de manera organizada. El impulso de «clubes de trabajadores» con sindicalistas;
de «círculos de cultura» con campesinos y pobladores de «favelas» (pueblos jóvenes); de
«consejos de escuela» con padres de familia; los «núcleos de acción educativa» serán prelu-
dio de formas más amplias de organización popular. Para Freire, estos grupos eran base de
organizaciones más amplias, como el «Movimiento de Cultura Popular»; el «Movimiento
de Alfabetización de Jóvenes y Adultos».
Sin embargo, Paulo Freire paulatinamente fue asumiendo la necesidad de participar
en organizaciones políticas que pugnasen por el cambio.
Ni masas populares atomizadas, coherentes consigo mismo, pero que marchan al vaivén de
los acontecimientos, sin un partido revolucionario y sin una vanguardia que esclarece, movili-
za y organiza; pero tampoco una vanguardia que se cree ‘propietaria’ de las masas populares13
11 Ver Freire, Paulo (1969). ¿Extensión o comunicación? Santiago de Chile, Instituto de Capacitación e Investigación en
Reforma Agraria.
12 Freire, Paulo (1971). Desmistificación de la concientización. En Torres, Carlos Alberto –compilador (1983): «La
praxis educativa de Paulo Freire». México, edic. Gemika.
13 Freire, Paulo (1978). Cartas à Guiné-Bissau. Rio de Janeiro, Editora Paz e Terra, p. 23.
YUYAYKUSUN 617
Sigfredo Chiroque Chunga
En coherencia con esta manera de pensar, Paulo Freire participaría en 1980 en la gesta-
ción del Partido de los Trabajadores (PT).
El 15 de noviembre de 1988, el PT ganó las elecciones municipales de Sao Paulo y
de manera militante Paulo Freire asumió la Secretaría Municipal de Educación de Sao
Paulo (1989-1991).
Paulo Freire era la opción más lógica. Miembro fundador del PT, miembro de la
Comisión de Educación del partido, presidente de la Fundación Wilson Pinheiro del PT
y un verdadero mito vivo de la pedagogía crítica.
Como secretario de Educación, Paulo Freire no pasó tanto tiempo reflexionando teórica-
mente sobre el poder o teorizando sobre la politicidad de la educación sino ejerciendo el
poder —si bien delimitado fragmentado— pero poder educativo finalmente14.
Durante tres años Paulo Freire puso a pruebas nuevas formas de hacer política en
educación.
14 Gadotti, Moacir y Torres, Carlos Alberto (1999). Paulo Freire, administrador público. En Freire, Paulo: «La edu-
cación en la ciudad». Segunda Edición, México, Siglo XXI, p. 14 y 16.
15 Freire, Paulo (1999). La educación en la ciudad. Segunda Edición, México, Siglo XXI, p. 16-18.
618 YUYAYKUSUN
Movimiento social por una educación liberadora, desde el enfoque freiriano
Paulo Freire murió como militante del PT y ya no estuvo vivo para gozar y sufrir con
el triunfo de Lula. Ni tuvo el júbilo esperanzador con el ingreso del PT al gobierno; ni
tuvo que llorar con la frustración de problemas éticos en personajes del gobierno del PT,
en los últimos tiempos. Ni tuvo que —de repente— renegar de una criatura que se fue
«adecuando» al sistema, como lo señalan muchos.
Pero lo que importa rescatar es que no solamente fue creyente del movimiento social,
sino generador y militante del mismo, teniendo que asumir inclusive tareas de carácter
político-administrativo.
Para Freire, hay un criterio central en las organizaciones que se forman para la liberación
humana: su coherencia con la condición humana.
Freire cree en las organizaciones y en el movimiento social, ya que asume que sin gru-
po y sin organización no es posible la liberación y, estaríamos condenados a aceptar una
situación inhumana. La organización de hombres y mujeres resulta un imperativo para el
desarrollo humano. Pero Freire analiza la ontogénesis de las organizaciones liberadoras y
asume que ellas son válidas en la medida que guardan coherencia con la misma condición
humana. Este criterio resulta un supuesto para Freire y desde él, derivará varios rasgos.
YUYAYKUSUN 619
Sigfredo Chiroque Chunga
No basta tener diagnóstico de la realidad, importa tener una utopía o sueño de una si-
tuación diferente. Justamente la crítica nace al contrastar la situación real y la situación
posible. Solamente así es posible problematizar las situaciones. Sin esta crítica proble-
matizadora, simplemente deberíamos aceptar la situación deshumanizante existente. Por
ello, toda organización supone desarrollar la conciencia crítica de sus miembros.
Quizás uno de los saberes fundamentales más necesarios… sea el que se expresa en la
certeza de que cambiar es difícil, pero es posible. Es lo que nos hace rechazar cualquier
postura fatalista que concede a éste o aquel factor condicionante un poder determinante,
ante el cual nada se puede hacer.
Por estas mismas razones, niego la desproblematización del futuro a la que siempre hago
referencia y que supone su carácter inexorable. La desproblematización del futuro —en
una comprensión mecanicista de la historia de derechas y de izquierdas— lleva necesaria-
mente a la muerte o a la negación autoritaria del sueño, de la utopía, de la esperanza.
El pensamiento profético, que es también utópico, implica denuncia de cómo estamos
viviendo y el anuncio de cómo podríamos vivir. Por eso mismo, es un pensamiento
esperanzador18.
b) Unidad
Para Freire, uno de los rasgos más importantes del movimiento popular es su unidad.
Si bien acepta la existencia del conflicto y posibles diferencias entre las personas, debe
imponerse la unidad como requisito para la humanización de las prácticas sociales y
económicas.
Sin unidad, los poderosos hacen lo que quieren con los pobres y se hace inviable la
humanización. La organización de los pueblos resulta amenaza para los opresores y, por
ello, buscan la desunión de los oprimidos.
18 Freire, Paulo (2001). Pedagogía de la indignación. Madrid, Ediciones Morata, p. 66, 67 y 131. Esta obra póstuma
de Freire fue publicada después de su muerte.
19 Freire, Paulo (1968). Pedagogia do oprimido. Ob. c. p. 138 y 142.
620 YUYAYKUSUN
Movimiento social por una educación liberadora, desde el enfoque freiriano
c) Diálogo
Como hemos dicho, Freire reconoce la posibilidad de puntos de vista diversos; pero todos
ellos deben converger en la unidad para defender y desarrollar la condición humana, pero
—para ello— la condición sine qua non es el diálogo. La desunión es un principio de la opre-
sión y supone el antidiálogo. La unión es principio de la liberación y supone el diálogo.
e) Proyecto y lucha
Paulo Freire murió el 2 de mayo de 1997, cuando estaba escribiendo su último libro que
finalmente fue publicado con el título de «Pedagogía de la indignación», en la medida que
«está empapado de su amor humanista y su rabia e indignación política»22
YUYAYKUSUN 621
Sigfredo Chiroque Chunga
Freire afirmó
f ) Ni basismo, ni autoritarismo
En los movimientos populares debe conjugarse la tensión entre un enfoque que siempre
da la razón a las personas que constituyen la «base» de una organización (el basismo);
respecto a quienes siempre dan la razón a las autoridades o dirigentes de un grupo. Todo
movimiento social debería usar la dialéctica en la relación dirigentes-dirigidos, asumiendo
que esta relación supone interacción de sujetos, cada uno de los cuales tiene conciencia y
libertad para actuar. Hacer olvido de esta relación dialéctica nos hace caer en el «basismo»
y/o en el autoritarismo. Al respecto, Freire dice:
Importa que aprendamos a lidiar son la tensión entre autoridad y libertad… Cuanto más
auténticamente vivo esa tensión, tanto menos temo a la libertad y menos niego a la auto-
ridad necesaria… El basismo es tan autoritario como el elitismo. El elitismo de las clases
dominantes, como el elitismo de algunos líderes llamados progresistas, en el fondo, es tan
reaccionario como aquéllas. Estar con las bases populares, trabajar con ellas, no significa
erigirlas en propietarias de la verdad y de la virtud. Estar con ellas significa respetarlas,
aprender con ellas para enseñarles también.
El sectarismo del que se nutre el basismo, tendría que llevarlo necesariamente a perder la
visión más dinámica, contradictoria, procesal de la realidad. El exceso de certeza restringe
la práctica basista y la hace indiscutiblemente autoritaria. El error del basismo no está en
valorar las bases populares, sino en hacerlas únicas depositarias de la virtud. Su error no está
también en criticar, negar, rechazar el intelectualismo academicista, el teoricismo arrogante,
sino en rechazar la teoría misma, la necesidad del rigor, de la seriedad intelectual24.
622 YUYAYKUSUN
Movimiento social por una educación liberadora, desde el enfoque freiriano
g) Contextualizadas
La práctica liberadora es contra toda forma de deshumanización. De allí que importa
—según Freire— que todo grupo «lea su realidad» y contextualice su actuar.
A nivel macro, importa que el movimiento social y político «lea la realidad» global y
señale alternativas globales. Por ejemplo, en el actual período, importa luchar contra el
neoliberalismo, según Freire, en la medida que este modelo constituye el sistema opresor
de los humanos en el contexto contemporáneo.
Hoy en día el movimiento social debe apuntar a destruir al neoliberalismo que orga-
niza el quehacer social y también la educación, como formas de organización inhumanas.
Pero ¿por qué luchar contra el neoliberalismo? Para Freire, la respuesta es clara: se trata de
modelo que genera deshumanización.
Desde la educación
Todo movimiento social supone prácticas educativas liberadoras. Sin educación no hay
procesos intencionales de organización y de articulación de los pobres. Y cuando las per-
sonas constitutivas de un movimiento social son sujetos de la educación, entonces, hay
una doble razón para asumir los criterios de la educación liberadora.
¿Es la educación popular un movimiento social o más bien un componente o dimen-
sión del movimiento social? En realidad, esta cuestión no fue abordada explícitamente
por Paulo Freire, aunque sus escritos ponen el acento en lo segundo.
En educación, los principales actores del movimiento social deben ser los maestros
y maestras. Por ello, Freire —después de establecer que la pedagogía es una esperanza
para nuestros pueblos («Pedagogía de la esperanza», 1992)— se puso a hacer el prólo-
go de este texto. Haciendo este escrito resultó un nuevo texto que tuvo el nombre de
«professora sim; tia nao; cartas a quem usa ensinar». La publicación portuguesa salió en
1993 y la versión española (Cartas a quien pretende enseñar) en 1994. El título recha-
zaba la desvaloración del maestro impuesta por el sistema, pero al mismo tiempo quería
mostrar que el acto de enseñar debería darse en relaciones de afecto y racionalidad27,
donde el maestro y la maestra deben ser puntales en la constitución del movimiento
social educativo y popular.
Una de las tareas del educador o la educadora progresista, a través del análisis polìtico
serio y correcto, es descubrir las posibilidades —cualesquiera que sean los obstáculos—
para la esperanza, sin la cual poco podemos hacer porque difícilmente luchamos, y cuan-
26 Freire, Paulo (1998). Pedagogía de la autonomía. Segunda edición, México, Siglo XXI Editores, p. 16
27 Freire, Paulo (1998). Cartas a quien pretende enseñar. Cuarta edición. México, Siglo XXI editores, p. 7-9. (El título
original reclamaba que a una docente no se le debería llamar peyorativamente «tía»).
YUYAYKUSUN 623
Sigfredo Chiroque Chunga
Para Freire, el movimiento social, popular y educativo debe proponer alternativa pedagó-
gica, sin que esto signifique pedagogismo. A los grupos de poder, hay que responder con
proyecto pedagógico, pero con criterio político y enfoque popular.
En este marco, el maestro o maestra —en cuanto tales— deberían intervenir en el movi-
miento social asumiendo su especificidad de estar imerso en la relación enseñar y apren-
der, dentro de un contexto que exige luchar contra toda forma de deshumanización y
buscando la liberación de sí mismos y de nuestros pueblos.
624 YUYAYKUSUN
La filosofía de la nueva escuela tradicional:
recuperando la autoridad del maestro
Álvaro Revolledo Novoa
Resumen
Este ensayo intenta revisar el punto de vista de la Educación Tradicional a partir de las críticas
formuladas contra esta tendencia. La observación principal que aquí realizo es acerca del rol del
maestro, y planteo que se debe rescatar su autoridad gnoseológica en el proceso de enseñanza-
aprendizaje. La tesis principal de este ensayo es contravenir el supuesto de que el maestro no
tiene nada que hacer con el conocimiento, y que importan más aspectos didácticos y afectivos
en su formación. Finalmente, cuestiono la identificación de la Educación Tradicional con ciertas
afirmaciones conductistas supuestamente contrarias a la filosofía humanista.
Abstract
This paper tries to examine the view of the Traditional Education from its criticism. The principal
suggestion is about educator’s purpose, so I propose that is important to recuperate his authority by
knowledge in the process of teaching-learning. The main proposal of this paper is to be an opponent
of the idea that the teacher has no role in relation to knowledge, been more important didactics and
affective matters. Finally, I disagree with the established concept of Traditional Education in relation
to behaviorist issues against Humanist philosophy.
Introducción
C
uando recibí la invitación a participar como expositor en este Seminario
Internacional1 originalmente me solicitaron como tema de conferencia que trata-
ra las habilidades del pensamiento crítico y en general las estrategias que podrían
emplearse para su aplicación en la práctica educativa. Sin embargo, a sugerencia mía,
aceptaron que tratara un asunto que me parece ser más provocador, pues a mi entender
toca la médula de un conjunto de afirmaciones que se pregonan desde hace un buen
tiempo en el campo educativo. En particular, creo que este tema que he preferido discutir
aquí es el rol del maestro. Pero para ser más claros en la discusión podemos plantearlo
así: ¿Cuál es el papel que les compete a los maestros dentro de las «nuevas» pedagogías
dominantes? ¿Son los maestros valorados en su real dimensión, al considerarlos como
mediadores o facilitadores?
Mi hipótesis de trabajo es que en el horizonte de las pedagogías imperantes los maes-
tros han perdido autoridad gnoseológica en tanto educadores, con consecuencias terri-
1 II Seminario Taller Internacional «Educación para el siglo XXI», Universidad Nacional del Centro del Perú, Facultad
de Pedagogía y Humanidades, Huancayo, Octubre del 2008.
bles, como los pobres resultados en rendimiento escolar o los bajos niveles en la evalua-
ción del aprendizaje. De esta forma, los maestros han perdido presencia en el aula y en
la sociedad, víctimas de la imposición de una lectura unilateral de lo que necesitamos en
materia educativa.
Las autoproclamadas pedagogías innovadoras supuestamente «constructivistas» ter-
minan por dictaminar el debilitamiento de la imagen del maestro, cuando no por ningu-
near su aporte efectivo en la tantas veces saturada e incomprendida expresión piagetana
de «construcción del conocimiento». Así, el maestro, dicen, no debe comportarse como
un transmisor de conocimientos, como ocurría en la Escuela Tradicional, y por tanto,
debe concentrarse más en aspectos didácticos que en materias cognitivas.
Mi propuesta aquí es discutir la relevancia de dichas afirmaciones y someterlas a
examen, con el ánimo de dejar en claro qué rol y función tiene el maestro para con sus
alumnos. Ésta no es sino una forma de asumir una defensa del maestro en contra de
las pedagogías responsables del debilitamiento de su imagen. Dicho de otro modo, es
una propuesta por recuperar la autoridad gnoseológica de los maestros en el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Todas estas ideas iniciales me han sugerido, no sin cierta ironía, proponer a esta
conferencia el título La Filosofía de la Nueva Escuela Tradicional2. Veamos en adelante el
análisis de algunas de estas presunciones y qué reflexión podemos obtener de ello.
1. La educación tradicional
Una de las cuestiones básicas que debemos someter a examen inicialmente es cuál es el
concepto de educación tradicional que ha sido objeto de críticas. De manera puntual, se
entiende por Escuela Clásica o Tradicional a aquella que asume: i) Aprendizaje de datos, ii)
Recopilación de información, y iii) Aprendizaje del qué (contenidos)3. Dentro de las consi-
deraciones generales, se sostiene que este tipo de educación hace énfasis en la «formación del
carácter» de los estudiantes por medio del rigor de la disciplina. Asimismo, se asume que
2 Debo advertir al lector que el título original de mi presentación en este seminario fue «El ejercicio del poder en el aula
de clase», pero que en el curso de la discusión se vio modificada en la versión que ahora entrego. Entre otras razones,
este nuevo título me permite hacer un juego de palabras sobre la clásica oposición entre la Educación Tradicional y
la Escuela Nueva.
3 Aunque son muchos los teóricos de la educación que han realizado publicaciones a propósito de los planteamientos
actuales en torno al currículo en una sociedad del conocimiento, me parece que uno de los más conocidos e influyen-
tes en nuestra región es el profesor español Martiniano Román Pérez. Es en opinión de este destacado profesor de la
Universidad Complutense de Madrid que la escuela tradicional estuvo basada en el qué aprender y no en el cómo, y
que por esa razón, es insostenible en nuestro contexto histórico actual que tiene como escenario social a la globaliza-
ción, cuya demanda a la escuela es «una transición rápida hacia modelos de aprendizaje–enseñanza en el marco de un
nuevo paradigma socio-cognitivo». Es en este nuevo currículo, en el marco de la denominada sociedad del conoci-
miento, que el profesor es considerado como un mediador del aprendizaje, entendido como una forma de adaptación
al futuro, en vista de los cambios vertiginosos que caracterizan al mundo de hoy. Vide, Román, M. y Diez, E. Diseños
curriculares de Aula. Un modelo de planificación como aprendizaje-enseñanza, Buenos Aires, Novedades Educativas,
2001; Conceptos básicos de las reformas educativas iberoamericanas. Un modelo de aprendizaje-enseñanza. Santiago de
Chile, Andrés Bello, 2001.
626 YUYAYKUSUN
La filosofía de la nueva escuela tradicional. Recuperando la autoridad del maestro
El método básico del aprendizaje es el academicista, verbalista, que dicta sus clases bajo
un régimen de disciplina a unos estudiantes receptores. Un ejemplo de este método
es la forma cómo los niños aprenden la lengua materna; oyendo, viendo, observando
y repitiendo muchas veces; de esta manera el niño adquiere la «herencia cultural de la
sociedad»; aquí está representado el maestro como autoridad4.
La enseñanza tradicional es ya de por sí, actividad sistematizada por parte del maes-
tro, receptividad mecánica y pasividad infecunda por parte del alumno. Quienes creen,
pues, cumplir una importante y elevada misión transmitiendo, por toda labor, ciertos
conocimientos, están equivocados, porque la verdadera misión del maestro está muy por
encima de este tipo de enseñanza.6
Según Barrantes, y en consonancia con las críticas más extendidas al espíritu de la educa-
ción tradicional, un educador que cumple la función de transmitir conocimientos comete
el error mediático de convertir al estudiante en un agente pasivo, lo que iría contra el ideal
humanista de educar para contribuir al desarrollo del hombre libre y creador que hay en
cada uno de los alumnos.
Esto último le permite a Barrantes establecer la distinción básica entre educar e ins-
truir, dejando en claro que las más de las veces lo que hemos presenciado en la práctica
educativa ha sido instrucción, es decir, transmisión de conocimiento:
Por más que se hable de educación, lo que se hace en la abrumadora mayoría de los casos,
es instruir solamente, y las preguntas que formulan los maestros de alguna inquietud
profesional tienen casi siempre por fin la técnica de transmitir conocimientos7.
4 Florez Ochoa, Rafael, Hacia una pedagogía del conocimiento, Santafé de Bogotá, McGraw Hill, 1994, p. 168.
5 Quiero dejar en claro que el siguiente análisis no pretende ser completo ni mucho menos. He considerado importante
tomar en cuenta las reflexiones de los maestros Emilio Barrantes y Luis Felipe Alarco, en torno a la Educación Tradicional,
como podría también haber sido de otros destacados maestros. Lo único que cuenta aquí es que se trata de maestros perua-
nos, y que sus puntos de vista son coincidentes, sobre todo en la afirmación de que el conocimiento pareciera una cuestión
de segundo orden en materia educativa, y que, por lo mismo, el maestro tendría muy poco que ver con el saber.
6 Barrantes, Emilio, Comunidad, educación y reforma, Lima, Retablo de Papel Ediciones, 1971, p.117.
7 Ibíd, p. 119.
YUYAYKUSUN 627
Álvaro Revolledo Novoa
La diferencia entre instrucción y educación conlleva la diferencia entre aquel que educa,
el maestro, y el que meramente instruye. Y es que a entender de Emilio Barrantes cual-
quier individuo no está en condiciones de convertirse en maestro, sino que es necesario
que cumpla con un perfil selecto:
Consideramos decisiva, en este punto, la personalidad del maestro. Si quiere educar tiene
que ser, antes que todo, un educador. Y para que pueda considerarse como tal es necesa-
rio que sea un tipo de selección, un hombre auténticamente culto, anheloso de servir a
la comunidad nacional de la que forma parte y apasionado por todo lo que se relacione
con la perfección humana8.
Algunas de estas cualidades del maestro ideal no parecen estar de acuerdo con la tarea de
educar más allá de la instrucción, entendida aquí como lo concerniente a la transmisión
de conocimientos, pues se requiere a un ser humano de gran cultura interesado y com-
prometido en constituir logros de máximo mejoramiento en sus estudiantes. Y qué mejor
ejemplo de perfeccionamiento humano si no es el aprendizaje de las ciencias, para lo que
el maestro deberá estar formado y capacitado, teórica y actitudinalmente.
Según Barrantes,
Por más que se exija al maestro un sentido social y un amor que busca la entrega propia,
habrá que pedirle también una actitud científica, cuando se trata del conocimiento, lo
que significa la abstracción de prejuicios, ideas anticipadas, opiniones propias, simpatías
o antipatías, el empeño en lograr siquiera alguna imparcialidad y objetividad; el rigor en
la verificación, la búsqueda de la verdad por sí misma y la aceptación de sus resultados9.
A juzgar por las declaraciones del maestro Barrantes, un maestro no está del todo desvin-
culado de aspectos cognitivos, pues justamente se le reclama un conjunto de conductas
estrechamente ligadas al quehacer científico, como indagar por la verdad con criterios
objetivos.
Sin embargo, aunque este nuevo aspecto conductual de tipo «científico» pareciera
sugerir a su vez un nuevo sentido en que el conocimiento fuera no una cuestión de se-
gundo orden sino el más importante rol que debería asumir como parte del compromiso
espiritual del maestro, para Barrantes, éste no es sino una especie de consejero o guía, algo
así como lo que hoy aceptaríamos en llamar un «facilitador»:
El papel del profesor es, sobre todo, de orientación, guía, ayuda, consejo y estímulo,
para que el educando realice en la mejor forma posible su aprendizaje y aun para que se
cumpla en él, un proceso de tantas dificultades, como el de su formación10.
8 Ibíd.
9 Ibíd., p. 127.
10 Ibíd., p. 128.
628 YUYAYKUSUN
La filosofía de la nueva escuela tradicional. Recuperando la autoridad del maestro
No solo deben cambiar los estudiantes, por cierto. Quienes primero deben cambiar de
actitud son los profesores. Terminar con las clases magisteriales, la oratoria pomposa, las
fórmulas ceremoniales, los esquemas rígidos. Las clases deben ajustarse a la capacidad,
intereses y necesidades de los estudiantes de carne y hueso que están a su cargo12.
Todo esto que se ha venido discutiendo a partir de las opiniones del maestro Emilio
Barrantes nos deja la sensación de que, en general, los maestros están tan desligados de
los procesos cognitivos al punto que podríamos imaginarlos como personas que podrían
educar sin saber, lo que resultaría un contrasentido. Pero esta imagen es resultado de la
sobreestimación de cuestiones de orden psicológico y/o didáctico como parte del perfil
ideal del maestro y la excesiva concentración en lo que el estudiante demanda desde su
punto de vista. Desde esos presupuestos, lo que hemos obtenido es una aberración de
las sugerencias de considerar la importancia de la psicología del niño dentro del proceso
educativo que va desde El Emilio de Rousseau hasta los Seis estudios de Psicología de Piaget.
En ninguno de estos contextos se sigue la desvaloración del conocimiento. Lo que se ha
interpretado es que el conocimiento acumulado y transmitido por el maestro condicio-
naba una actitud pasiva y receptiva en el alumno, que fue lo que entendió Paulo Freire
por «Educación Bancaria», pero de ahí no se sigue que el conocimiento no importe. Sin
embargo, esta lectura que pondera a un maestro que «enseña» sin saber, o que «forma» sin
ser él mismo un investigador preocupado por conocer, es un lugar común.
11 Como lo recuerda la Dra. María Luisa Rivara de Tuesta, el maestro Emilio Barrantes «postulaba que en la Escuela
Nueva predominaba la vida, se tiene en cuenta el interés del alumno, el profesor actúa en segundo plano, lo impor-
tante es el alumno, el discípulo interviene activamente (...)». Cfr. Rivara de Tuesta, María Luisa, «Emilio Barrantes
ante la condición humana», en La intelectualidad peruana del siglo XX ante la condición humana, Tomo II, Lima,
2008, p.122.
12 Frondizi, Risieri, «Raíz filosófica de males universitarios», citado por Emilio Barrantes, op. cit., p.138.
13 Alarco, Luis Felipe, Lecciones de Filosofía de la Educación, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1965,
p. 68.
YUYAYKUSUN 629
Álvaro Revolledo Novoa
Existe una atmósfera afectiva que ciñe el proceso educacional. La reacción del educando
al comportamiento del educador no es de carácter puramente intelectual, sino primordial-
mente afectivo (...) Cuando el clima es de comprensión y amor, el educando está ganado de
antemano, interiormente reconoce la superioridad y autoridad del educador, confía en su
juicio y, en cierta forma, abandona su sentido crítico pensando conforme a él14.
Esta última afirmación de Alarco nos indica dos cosas: por un lado, prevalece el aspecto
afectivo y de comprensión de maestro a educando sobre el aspecto intelectual; y además,
la autoridad del maestro es asumida naturalmente por el alumno debido justamente a la
comprensión y el afecto. No obstante, resulta curioso cómo deberíamos esperar, a decir
de Alarco, que el estudiante pierda su sentido crítico frente a la autoridad afectiva del
maestro, pues lo único que nos previene del error y del razonamiento incorrecto es preci-
samente este sentido crítico, que es resultado del ejercicio y aplicación de las herramientas
lógicas y argumentativas que deberían formarse en nuestros estudiantes, y no al revés.
Por más afecto y comprensión que haya entre maestro y alumno, sin ejercicio crítico no
se puede ni enseñar ni aprender en sentido estricto. Y al contrario de lo que dice Alarco,
ante la carencia de ese sentido crítico, el alumno que se fía de la relación afectiva con
su maestro puede fácilmente convertirse en un mero receptor de ideas, que era lo que
supuestamente se criticaba a la Educación Tradicional. En efecto, y dado que el conoci-
miento resulta menos importante que lo afectivo, cualquiera podría, con afecto, conducir
a un alumno hacia el error y la desinformación, suponiendo incluso la situación en la que
el propio maestro viva en el error.
14 Ibíd., p. 73.
630 YUYAYKUSUN
La filosofía de la nueva escuela tradicional. Recuperando la autoridad del maestro
Pero tampoco queda claro de qué autoridad habla Alarco, cuando sostiene que, dado
este clima afectivo, el alumno «interiormente reconoce la superioridad y autoridad del
educador». Nadie imaginaría que Alarco esté defendiendo una autoridad vertical por
parte del maestro hacia el alumno, pero lo que parece estar sugiriéndose es una especie
de sometimiento natural, no por la fuerza claro, sino debido al afecto. Pero igual, sin ese
sentido crítico del que hablábamos, el estudiante está indefenso ante la palabra del maes-
tro, y en una peor situación que la criticada en la Educación Tradicional, porque ahora el
maestro tiene una justificación afectiva. Dice Alarco:
15 Ibíd., p. 74. Según Alarco, «Un maestro puede obtener, así, excelentes logros inmediatos, en caso de ser un buen
expositor, autoritario y severo. Los alumnos estudian por respeto o temor, pero sin interés auténtico por la materia».
Cfr., Ibíd., p. 76.
16 De manera particular, en el plano universitario, Mariátegui tiene un punto de vista semejante al de Alarco respecto a la
autoridad del maestro: «Los catedráticos inseguros de su solvencia intelectual, tienen un tema predilecto: el de la disciplina
(...) Pero el concepto de disciplina es un concepto que entienden y definen a su modo. El verdadero maestro no se preocupa
casi de la disciplina. Los estudiantes lo respetan y lo escuchan, sin que su autoridad necesite jamás acogerse al reglamento ni
ejercerse desde lo alto de un estrado. En la biblioteca, en el claustro, en el patio de la Universidad, rodeado familiarmente de
sus alumnos, es siempre el maestro. Su autoridad es un hecho moral. Solo los catedráticos mediocres (...) se inquietan tanto
por la disciplina, suponiéndola una relación rigurosa y automática que establece inapelablemente la jerarquía material o
escrita». Cfr., Mariátegui, José Carlos, «Estudiantes y maestros», en Temas de Educación, Lima, Empresa Editora Amauta,
2001, pp. 115-116. Publicado originalmente en Mundial, Lima, 9 de marzo de 1928.
17 No resultaría muy difícil llegar a esta conclusión desde la posición de Alarco, lo que podríamos traducir como uno
de los pilares de la educación más importantes, en referencia al Informe a la UNESCO de la comisión presidida por
Jacques Delors, es decir, el «aprender a vivir juntos». Cf., Delors, J. et al, La educación encierra un tesoro, Informe
a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, Ediciones UNESCO, 1996.
YUYAYKUSUN 631
Álvaro Revolledo Novoa
el conocimiento tenga menos importancia que estos otros aprendizajes, y mucho menos
con que el maestro no tenga nada que ver con el saber. Alarco plantea:
Pero ¿qué es el logro? Por lo regular se entiende solo el saber teórico obtenido, aquello
que puede ser comprobado. En los exámenes se miden solamente los aspectos de la vida
intelectual (...) No solo es importante el avance en el saber, sino también lo es el perfec-
cionamiento de la conducta humana. Se debe enseñar no solo a saber, sino también a
vivir con altura18.
Las críticas de Alarco a la educación tradicional, en el mismo horizonte que Barrantes, es-
tán dirigidas particularmente contra el saber instructivo y mecánico que, supuestamente,
descuida el interés y la motivación del alumno, imponiendo un programa preestablecido.
El objeto de la crítica es que la educación tradicional haría mucho énfasis en los conteni-
dos de aprendizaje programados de manera tan fija que los aspectos psicológicos del niño
serían la excepción. Frente a esta situación, Alarco, como antes Barrantes, se aferran al
nuevo esquema presentado por la escuela nueva en que el niño es el centro. Pero aquí hay
varias cosas que observar. La idea central es que el paidocentrismo sugería partir desde el
niño en el proceso educativo y ya no desde el programa. Eso tiene mucho sentido. Pero
¿partir del niño significa estar sometido a la voluntad del niño? ¿No es justamente éste
quien está siendo formado? De ser esto así, ¿no debería primero educarse la voluntad
del alumno? ¿Por qué deberíamos seguir la voluntad «natural» del niño? Lo que quiero
señalar con estas preguntas, es que el paidocentrismo, tal y como se está asumiendo aquí,
es una extensión del pensamiento educativo de Rousseau, que a su vez, es una expresión
de su naturalismo, el mismo que imaginaba la situación ingenua de un desenvolvimiento
exento de influencias sociales perniciosas, propias del mundo adulto. Así, el naturalismo
sostenía que el niño debería desarrollarse atendiendo a sus apetitos naturales y sus incli-
naciones más profundas, bajo el supuesto de que no estaban contaminadas por el medio
social. Pero veamos el texto de Alarco:
La Escuela Tradicional parte con frecuencia de fines abstractos que deben ser realizados
en el proceso educacional. De ahí la importancia concedida a las asignaturas. Pero mu-
chas veces son aprendidas verbalmente, sin penetrar en su sentido, desvinculadas de la
experiencia vital del educando. Este se encuentra a un sólido sistema de conocimientos,
ordenados y clasificados, pero sin conexión con su vida real (...) La Escuela Nueva ha
reaccionado contra este estado de cosas. La tesis paidocéntrica constituye uno de sus su-
puestos, fundamentada en la idea del desenvolvimiento natural del ser humano. (...) Ya
no se parte de un programa que debe ser impuesto, sino del niño mismo19.
632 YUYAYKUSUN
La filosofía de la nueva escuela tradicional. Recuperando la autoridad del maestro
Como dijimos, la apuesta por la escuela nueva es un intento por revalorizar el rol central
del niño en su educación, pero no se sigue de esto que el maestro deba quedar relegado a
un segundo plano, y menos aun que el conocimiento, impartido por el maestro como su
rol principal, no sea más tema de interés. Un razonamiento más elemental sugeriría dos
cosas: i) el conocimiento impartido por el maestro no es cuestión de mera instrucción,
sino de apreciación crítica por parte del alumno en formación, para lo que es preciso la
enseñanza de métodos de análisis conceptual que despierten y desarrollen habilidades
del pensar crítico; y ii) a partir del desarrollo de estas habilidades metodológicas y en
consonancia con el interés y la motivación del estudiante, el conocimiento ya no será pa-
trimonio del maestro ni del alumno, sino parte del intercambio, que a su vez considerará
como algo sumamente importante el aprendizaje de contenidos, pero ya no de manera
meramente receptiva sino sometidos a examen. Ciertamente, se podría objetar que este
ejercicio crítico de examinar los contenidos de aprendizaje impartidos por el maestro no
ocurriría sino hasta que el estudiante haya alcanzado madurez en este mismo ejercicio, lo
que ocurriría cuando menos en la adolescencia. Lo que podríamos indicar al respecto, es
que este ejercicio crítico es parte de un hábito de estudio, y que con el fin de no formar
a los estudiantes como meros receptores de contenidos dados, el camino no es recurrir
a la desvaloración del conocimiento, pues hasta aquí se está asumiendo como sinónimo
de instrucción, sino formarlos en este hábito de ejercicio lógico y crítico, conforme a su
propio desarrollo.
Finalmente, Alarco observa críticamente que esta pretensión, desde la escuela nueva,
por otorgar un mayor espacio al estudiante, entraña ciertas contradicciones. Con buen
juicio, Alarco sospecha de este «interés» puro, natural, espontáneo del alumno, y pareciera
considerar que esta dualidad y oposición radical entre la escuela nueva y la educación
tradicional no es tan cierta. Cuando menos, no todo lo que provenga de la espontaneidad
del alumno será bienvenido porque sí, del mismo modo que todo lo que surja desde el
maestro tampoco significará imposición.
YUYAYKUSUN 633
Álvaro Revolledo Novoa
Quisiera aunque muy brevemente hacer referencia a dos cuestiones ligadas al anterior
análisis. Una corresponde a las agudas observaciones del educador y filósofo sanmarquino
Luis Piscoya Hermoza en un libro reciente respecto a lo que ha denominado «pedagogi-
cismo», considerándolo como una limitación dentro de la evaluación docente. La otra,
se refiere más bien a las críticas a la educación tradicional desde un nuevo humanismo,
como será tratado al final.
Según explica Piscoya, existe un «pedagogicismo» imperante entre los especialistas
del Ministerio de Educación, las facultades de educación, los institutos pedagógicos y los
sindicatos docentes, que condiciona la evaluación docente al darle mayor puntaje al saber
procedimental y didáctico que al conocimiento científico fruto de la investigación, lo que
constituye una seria limitación cuando se trata de evaluar cuánto saben nuestros maestros
y cuáles son los maestros que necesitamos. A decir de Piscoya:
Esta limitación consiste en exacerbar en las evaluaciones los puntajes atribuibles al saber
cómo que se expresa a través de la cultura pedagógica, didáctica y curricular. Entonces se
subvalúa el saber qué, que se expresa en la formación especializada, no-pedagógica, que se
nutre de los conocimientos proporcionados por la investigación en matemática, ciencias
básicas, ciencias sociales, tecnologías y humanidades, entre otras ramas disciplinarias21.
21 Piscoya Hermoza, Luis, Cuánto saben nuestros maestros. Una entrada a los diez problemas cardinales de la educación
peruana, Lima, Fondo Editorial de la UNMSM, 2005, p. 24.
634 YUYAYKUSUN
La filosofía de la nueva escuela tradicional. Recuperando la autoridad del maestro
No puede haber un acto educativo en sentido estricto sino es presuponiendo que el maes-
tro conoce aquello que va a enseñar. Así podríamos resumir una de las tesis sostenidas
por Piscoya. Y, en efecto, esto parece una cuestión tan elemental que casi no deberíamos
detenernos en ello. Sin embargo, lo que hallamos, no en todos los casos pero sí en un
número considerable, son maestros que ignoran su materia de enseñanza o que no tie-
nen un cabal dominio de la misma, aunque puedan ser grandes motivadores y expertos
en dinámicas de animación. Por supuesto, estas estrategias no son malas en sí mismas,
pero no pueden reemplazar ni distraer el real desempeño del docente en un aula de clase,
que es enseñar conocimientos. Además, como se dijo en alusión al pedagogicismo, esta
22 Ibíd., p.43.
YUYAYKUSUN 635
Álvaro Revolledo Novoa
cuestión no depende únicamente del maestro sino que es parte del contexto institucional
que prevalece sobre los bien intencionados esfuerzos de muchos maestros comprometidos
con su formación, conscientes de la importancia de la segunda tesis de Piscoya: cuanto
mejor formado esté el maestro, cuanto más sepa, mayor será la calidad de la enseñanza y
del aprendizaje.
La segunda cuestión ligada a nuestro análisis de la educación tradicional es el surgi-
miento o resurgimiento de un supuesto nuevo humanismo en educación que sustenta su
aparición como una crítica a los también supuestos planteamientos de la educación tra-
dicional. Lo que quiero sugerir muy rápidamente es que este «nuevo humanismo» resulta
demasiado ingenuo en nuestros días, en primer lugar porque repite la reacción contra la
educación tradicional planteada por la escuela nueva, analizada en nuestro apartado 1, lo
que nos llevaría a preguntar en qué consiste lo «nuevo» de su planteamiento, y segundo,
porque reconstruye una caricatura de lo que significa la educación tradicional, mezclada
con supuestos principios conductistas. En pocas palabras, creo que estos intentos «reno-
vadores» que carecen de sustento argumentativo constituyen una amenaza para nuestra
aspiración a que el maestro sea reconocido cabalmente como un agente importantísimo
en la agenda educativa. Según dos profesores italianos, defensores de este nuevo huma-
nismo educativo, desde la educación tradicional el ser humano es concebido como una
«autómata», y el aula de clase sería poco menos que una cárcel:
23 Tirini, Stefania y Colonna, Stefano, «Educación Humanista. Hacia un método educativo inspirado en la filosofía
del Nuevo Humanismo», ponencia presentada en el Congreso de Investigación y Gestión Educativa. Retos, perspectivas
y desafíos de la educación del Siglo XXI, Huancayo, Universidad Nacional del Centro del Perú, 2007, p. 45.
636 YUYAYKUSUN
La filosofía de la nueva escuela tradicional. Recuperando la autoridad del maestro
(...) la educación humanista aspira a una formación «integral» de la persona, que significa
educar al desarrollo de formas coherentes de pensamiento con particular atención al con-
tacto emotivo con él mismo, con el propio cuerpo y con los demás. En otras palabras el
conocimiento, más que un objeto externo, es una construcción interior (...) El educador
que se pone en este proceso, acompaña con dedicación y atención al estudiante para fa-
vorecer su desarrollo en la dirección de una conquista plena de lo humano y lo social (...)
Aquí la ruptura con el modelo de autoridad, ejemplaridad (el buen ejemplo) y control,
es fuerte, por lo cual ya no son el centro del actuar educativo24.
Aparece aquí también la idea del maestro que «acompaña» al estudiante, no del maestro
que enseña, pues éste es solo un facilitador o mediador. Resulta así muy fácil apelar a una
«formación integral» para justificar casi todo movimiento pedagógico, pero, como vemos,
estas sugerencias han sido planteadas ya hace mucho, y no constituyen como tales ningu-
na innovación y ningún aporte para la solución de nuestros problemas, y menos para la
mejora de la calidad educativa.
Reflexión final
Una de las cuestiones más importantes discutidas aquí ha sido la autoridad del maestro.
Al parecer, los críticos de la educación tradicional entendieron que la única autoridad
posible era la de la imposición y del temor sobre los alumnos. Esto tiene una larga his-
toria, pero el caso es que esta reacción al concepto de autoridad obedecía a la búsqueda
de reforma de ciertas fórmulas educativas que ya no funcionaban, como la instrucción
y la recepción pasiva. Pero este tipo de salidas, plantadas radicalmente, constituyen otro
peligro, el de no reconocer ninguna autoridad posible, lo que en materia gnoseológica
conduciría al relativismo. Creo que la autoridad del maestro no significa autoridad por
fuerza sino por conocimiento, y además, conocimiento sometido a examen por parte del
alumno, y que es un tipo de autoridad justificable y que necesitamos con urgencia, tanto
en la escuela y sobre todo en la universidad25.
Sin el ánimo de que estas líneas hayan perfilado un protréptico, creo firmemente que
contextos como el presente deberían sernos propicios para revisar y analizar los supuestos
que se esconden en el fondo de las pedagogías dominantes a nivel institucional, como
una salvaguarda de la autoridad gnoseológica del maestro y en general del rol que éste
24 Ibídem, p. 47.
25 Una universidad con formación científica. Es el planteamiento de Augusto Salazar Bondy y Juan Abugattás. Según
Salazar Bondy, la educación universitaria se caracteriza por el «pensamiento racional», ejemplificado por el trabajo de la
ciencia y la reflexión filosófica. Cfr. Salazar Bondy, A., «Filosofía de la educación universitaria», en En torno al sentido
de la educación superior universitaria, Cuadernos de reflexión y debate III, Lima, Ministerio de Educación, 2004, pp.
26-28. Para Abugattás, los avances en investigación tecnológica solo son posibles en tanto se asignen más recursos a las
investigaciones en ciencias básicas, pero son justamente éstas las más descuidadas en el sistema universitario peruano.
De manera enfática, sostiene que «una universidad que no produce conocimiento nuevo, simplemente no merece ese
calificativo». Cfr., Abugattas, J., «El sentido de la educación superior en el Perú», en La búsqueda de una alternativa
civilizatoria, Cuadernos de reflexión y debate VI, Lima, Ministerio de Educación, 2005, pp. 181-185.
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Álvaro Revolledo Novoa
ocupa en la práctica educativa. Para concluir, quiero expresar mi adecuación a una breve
pero significativa sentencia del profesor norteamericano Sydney Hook, como una forma
de sumarme al nuevo contexto en que se recupere la autoridad del maestro, como aquí
ha sido defendida:
La plena realización de todos los proyectos de reforma educacional, depende del maestro.
Si no son llevados a cabo por un personal sinceramente penetrado de la filosofía que ani-
ma las reformas y ejercitado en las artes de una enseñanza eficaz, están predestinados al
fracaso. Todos cuantos rememoren su propia experiencia educativa recordarán maestros,
no métodos ni técnicas. El maestro es el eje de la situación educacional26.
26 Hook, Sydney, La educación del hombre moderno, Buenos Aires, Editorial Nova, 1957, p. 163.
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RESEÑAS
Reseñas
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Reseñas
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Reseñas
El libro es resultado del I Foro Internacional y de América Latina, entender las dificultades
Encuentro de la Asociación Latinoamericana que tenemos para convivir, desarrollar nuevas
de Sociología que se desarrolló del 4 al 6 de maneras de enfrentarlas e imaginar alternati-
marzo de 2009 en la ciudad de Lima. El vas de desarrollo en nuestra región.
evento fue organizado por el Rectorado, el Precisamente, el libro Sociedad, cultura
Departamento Académico de Humanidades y cambio en América Latina permitió resaltar
y el Programa de Estudios Básicos de la la importancia de la cultura y las transfor-
Universidad Ricardo Palma y la Asociación maciones sociales que vienen desarrollán-
Latinoamericana de Sociología. dose en nuestro continente en el contexto
El libro que edita Julio Mejía da cuenta de un mundo cada vez más globalizado. Se
del éxito de las jornadas académicas del I Foro desatacó que América Latina es un observa-
Internacional no sólo por la convocatoria de torio privilegiado donde se vienen configu-
las más importantes delegaciones de América rando nuevos sujetos, movimientos sociales
Latina (Argentina, Brasil, Colombia, Chile que son portadores de originales maneras
y México), del interior del país (Arequipa, de organización social, estilos singulares de
Cajamarca, Cusco, Chiclayo, Huancayo, ciudadanía, otros modos de ejercer el poder
Huacho y Puno) y de la ciudad de Lima democrático, surgimiento de alternativas
(Pontificia Universidad Católica del Perú, económicas nacionales y pluralidades de
Universidad Nacional Mayor de San Marcos formas intersubjetivas. En términos acadé-
y Universidad Federico Villarreal), sino por la micos, el evento consiguió reunir una masa
riqueza del debate teórico generado entre los crítica de especialistas en ciencias sociales del
más de cuatrocientos participantes y cien tra- Perú y Latinoamérica, lo que constituye un
bajos presentados en los Grupos de Trabajo, referente central para el debate y reflexión
Conferencias y Mesas Magistrales. de nuevas perspectivas de análisis. El evento
El libro recoge una selección de las confirmó el papel de la Universidad Ricardo
más importante ponencias presentadas en Palma y de la Asociación Latinoamericana
el I Foro Internacional y Encuentro de la de Sociología como un espacio académico
Asociación Latinoamericana de Sociología. privilegiado para debatir sobre la sociedad,
Trabajos que permiten rescatar la originalidad cultura y cambio en América Latina.
de la sociología y ciencias sociales del Perú y El libro fundamentalmente permite expo-
Latinoamericana, muestran su capacidad para ner que en las ciencias sociales está emergiendo
comprender la realidad de nuestro continente un nuevo paradigma propio que busca enrai-
en el contexto de los grandes cambios mun- zarse en las circunstancias específicas de la rea-
diales. El libro no pretende dar una respuesta lidad de nuestro continente, sin dejar de lado
acabada, el interés se centra en presentar al- los cambios del contexto mundial. Paradigma
gunas cuestiones centrales que permitan or- original que busca superar el divorcio de la
ganizar el debate de los problemas centrales cultura científica y la cultura humanística,
YUYAYKUSUN 643
Reseñas
644 YUYAYKUSUN
Reseñas
Cordula Strocka es responsable de esta in- ayuda a entender las claras diferencias entre
vestigación de largo aliento realizada en estos jóvenes y aquellos que ven en la delin-
Huamanga, la cual buscó encontrar las cuencia una forma de vida.
causas, motivos y contextos de la violencia Entre las causas en las cuales reflexiona
juvenil a manos de los autodenominados Strocka, gracias a una basta información re-
«mancheros», en contraposición a la deno- cogida, la violencia doméstica y la ineficiente
minación estigmatizadora de «pandilla»: comunicación intrafamiliar, son algunos de
la «mancha» sería la viva expresión de una los motivos más recurrentes. Asimismo, la
comunidad de pares con similares conduc- represión policial y la justicia penal juvenil
tas, un lenguaje y una cultura propia en la hacen mella de las posibilidades de estos jó-
que manifiestan la confianza en sus ideales venes por disminuir sus ímpetus violentos.
juveniles. A través de una metodología tan- Por el contrario capitalizarán estas condi-
to cualitativa como cuantitativa aplicada a ciones dolorosas y humillantes, para recrear
sujetos en constante recambio y recreación cierta dureza y virilidad en sí mismos que les
de sus propios contextos culturales, la autora otorgue un capital a favor ante el resto de
consigue explicarnos las condiciones en que «mancheros».
la violencia se apropia de las expectativas ju- Incluso una posible comparación en-
veniles. En primer término es indesligable el tre Sendero Luminoso y estos jóvenes no
fenómeno del contexto social: una violencia es suficiente para explicar dicho fenómeno:
política descarnada y ciertas condiciones de- aquellos poseían motivaciones políticas, és-
ficientes, tales como la educación y la salud, tos desacreditan por completo lo político, de
y mas aun un contexto laboral que no ofrece manera que sean capaces de recrear una iden-
suficientes ofertas a las mayorías juveniles. tidad social positiva en su propio contexto de
Las actividades y los pasatiempos de los pares, frente a la carencia de oportunidades y
«mancheros» nos dan importantes luces de estigmatizaciones de las que son víctimas.
sus propios imaginarios mentales, necesarios El gran reto de Strocka no sólo fue una
para ir más allá de los prejuicios, no sólo investigación que desentraña las motivacio-
aquellos propios del sentido común arraigado nes más profundas de estos «mancheros»,
en la población, sino en las propias ciencias sino organizar un ambiente de comunica-
sociales. En cuanto a sus comportamientos, ción entre las «manchas». Todo esto en un
las consiguientes construcciones de mascu- campamento, el cual sería testigo de cómo
linidades reflejarían una constante apropia- los líderes más representativos, son capaces
ción de las mujeres a través de la violencia tomar decisiones junto a sus más avezados
simbólica, en la cual prima tanto la fuerza enemigos. Las interacciones entre las di-
física como la impavidez, en detrimento de ferentes «manchas» tuvo como resultado
la ausencia de ofertas laborales, que no les aproximaciones que nos permiten compren-
pueden dar estatus alguno frente a sus pares. der aun más los mecanismos por los cuales
Por otro lado, la transitoriedad con que sus estos grupos juveniles construyen sus pro-
propios actores denominan sus acciones, nos pios referentes.
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Reseñas
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Nuestros colaboradores
Sigfredo Chiroque Chunga. Estudió Filosofía y Pedagogía en Sao Paulo, Brasil (1963-
1968). Es uno de los fundadores del Instituto de Pedagogía Popular (IPP)(1984),
institución especializada que asume las tesis de la educación popular y de la peda-
gogía histórico-crítica. Ha realizado varias investigaciones y publicaciones, como:
«Mapa de la pobreza educativa en el Perú», «Pedagogía histórico-crítica», «Cuando
la educación todavía es esperanza», «Pedagogía», «Educación popular en debate». Su
aporte académico está orientado al cambio educativo y social, con enfoque huma-
nista. Actualmente se desempeña como investigador del IPP y consultor en asuntos
educativos de varias instituciones nacionales e internacionales.
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Nuestros colaboradores
Cecilia Jaime Tello. Licenciada en Arqueología por la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Es profesora en la Escuela de Arqueología de la citada Universidad y se es-
pecializa en Gestión Cultural. Realizó estudios de Maestría en Impacto Ambiental y
Cultural y Diplomado en Antropología Forense y Derechos Humanos en la escuela
de Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de San Marcos.
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Nuestros colaboradores
Paulo Henrique Martins. Sociólogo, profesor titular del Departamiento de Ciencias Sociales
de la Universidad Federal de Pernambuco (Brasil); investigador del CNPq (Consejo
Nacional de Investigación Científica) de Brasil.
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Nuestros colaboradores
650 YUYAYKUSUN
Nuestros colaboradores
María Luisa Rivara de Tuesta. Doctora en Filosofìa y Ciencias Políticas. Autora de innu-
merables obras, entre ellas: La investigación monográfica, Historia de la política la-
tinoamericana, Los intelectuales en el Perú (2 tomos), etc. Profesora Emérita de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Profesora del Doctorado en Ciencia
Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Ricardo Palma.
Elio Iván Rodríguez Chávez. Doctor en Educación y abogado por la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. Escritor y ensayista. Profesor de literatura peruana y teo-
ría del Derecho. Profesor de Posgrado en legislación universitaria. Actualmente es
Presidente de la Asamblea Nacional de Rectores y Rector de la Universidad Ricardo
Palma. Ha publicado muchos libros, entre otros: Manuel González Prada en el de-
bate de la educación nacional (1977). El derecho en el mundo es ancho y ajeno (1982).
Literatura y derecho (2001). Literatura y derecho (2da edición 2003). César Vallejo
al pie del orbe (2006). Pensadores y forjadores de la Universidad en el Perú (2009).
Literatura peruana, teoría e historia (2009). Y numerosos artículos en revistas espe-
cializadas a nivel nacional y del extranjero.
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Nuestros colaboradores
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Nuestros colaboradores
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