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El conflicto es una situación en la cual dos o más personas con intereses diferentes entran
en confrontación, oposición o emprenden acciones mutuamente antagonistas, con el
objetivo de dañar o eliminar a la parte rival, incluso cuando tal confrontación sea verbal,
para lograr así la consecución de los objetivos que motivaron dicha confrontación.
Pero si se acepta que el conflicto siempre está presente, entonces el debate se desplaza
hacia las maneras más seguras de manejarlo.
Para estudiar el conflicto organizacional en este trabajo, se verán tres niveles: interpersonal,
entre grupos de trabajo o departamentos y a nivel de toda la organización.
Pero, cualquiera que sea la lente que usemos para observar el conflicto organizacional,
hemos visto que hay una respuesta genérica de tipo negación: a cualquier nivel, las
personas no aceptan tener conflictos en el trabajo.
Las organizaciones se identifican con “una gran familia feliz” o un “gran grupo humano” o
cualquier eufemismo que tienda a disimular las fricciones.
Si bien podemos aceptar que el conflicto es una parte normal de la vida de trabajo de todos
los días, no es suficiente con promover cooperación, algunas técnicas de resolución de
conflictos son necesarias. La confrontación institucional necesita ser manejada
efectivamente, para promover el bienestar de ambos, las organizaciones y los individuos
que trabajan en ellas.
Cuando se reconocen las señales, no es muy difícil reconocer el conflicto, pero hay que
saber identificar el tipo de confrontación existente por debajo del obstáculo a la eficiencia
organizacional. Cada una de estas distintas formas del conflicto oculto significa un costo
para la empresa, y esto se describe claramente en el texto llamado “COSTOS Y
CONSECUENCIAS DE LOS CONFLICTOS”
Muchos supervisores aceptan que tener un alto índice de conflicto laboral hace bajar la
moral del grupo, polariza a las personas y les impide trabajar; y bloquea la creatividad que
debería estar presente para desarrollar maneras fructíferas de trabajar. Los buenos
empleados que no desean trabajar en un clima de hostilidad permanente se van y es difícil
reemplazarlos, haciendo que el conflicto envenene el clima de trabajo. Si los supervisores
perciben que manejar estos conflictos les toma tiempo que deberían dedicar a otras
actividades, van a hacer algo todavía peor, que es ignorarlos.
Una evaluación de los costos del conflicto envuelve estimar diferentes aspectos, tales
como: