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Barcelona, 2.07.2015
0. Saludo
Benvolguts tots. Les meves primeres paraules són de felicitació i s’adrecen als nous
titulats, que han acabat el curs amb èxit i, per tant, una etapa important de les seves
vides. També a les seves famílies i a totes les persones que formen IQS –PAS, directius,
professors, investigadors i tècnics– per haver contribuït a aquest èxit. Vull agrair el fet
d’haver estat elegit padrí d’aquesta promoció, ja que em permet de compartir amb
vosaltres aquest acte ple de significat i emotivitat.
1. Planteamiento
Con la ayuda del P. Puig, del P. Victori, del Sr. Pere Regull y especialmente del
profesor Albert Florensa, me he decidido a dirigiros estas palabras desde un
presupuesto. Renuncian a que sean colofón institucional de una etapa de vuestro
currículo universitario. Cuanto pretendo deciros a continuación está pensado como si
estuvierais al inicio de una fase nueva. Esta graduación es más un punto de partida que
una meta. Os imagino en este momento junto a una puerta que se abre y que os ofrece la
vista de vuestro futuro inmediato.
En ese marco pretendo redibujar ante vosotros la intención del IQS como institución
universitaria de la Compañía de Jesús desde el instante en que nos concedisteis el
privilegio de serviros durante varios años. Hecho un tramo clave de vuestra formación
universitaria, me parece que es honesto con vosotros volver a explicaros cuál fue
nuestro sueño. Queda a vuestro juicio valorar que lo hayamos o que no lo hayamos
materializado.
Pero para ello os pediría una ayuda complementaria: que hagáis memoria de lo que
buscabais años atrás, de cuál era vuestra motivación real al firmar la inscripción en el
primer curso de vuestro grado. No sé qué os atraía de un proyecto educativo jesuítico.
Sin juzgaros en nada, me supongo que no pocos de vosotros llegaríais a IQS por razones
distintas. Quizás fue la atracción por su fama institucional. Quizás, la calidad de su
oferta formativa. Quizás, la presunción de que era un espacio educativo en que se
privilegiaba el acompañamiento personal al alumnado. Quizás, la percepción de que
estabais ante una palanca de empleabilidad notoria y eficaz. Quizás, hasta el mismo
azar…
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Independientemente de cuál fue vuestra primera motivación, desde que entrasteis por las
puertas de IQS hemos deseado estar presentes en una fase crucial de vuestra vida,
expresaros nuestra confianza en vosotros mismos y depositar en vuestras manos la
fantasía suficiente como para arrostrar el futuro. Esa fantasía era nuestro horizonte
educativo, el que articula y justifica todos nuestros esfuerzos. Tuvo entonces y tiene
ahora cuatro componentes, unos engarzados a otros, todos convergentes en la misma
dirección: soñamos que la utilidad, el humanismo, la justicia y la fe pueden sostener a la
persona, la sociedad que construye y la historia que ha de protagonizar.
Os vuelvo a contar esa fantasía a continuación, como si os hiciera una relectura del
tramado invisible que soporta el IQS.
2. Utilidad
El resultado es que creo que salís con una titulación de particular notoriedad. La
reputación y el reconocimiento de las empresas y de la sociedad catalana hacia un IQS
ya centenario confirman que se le percibe como un centro universitario útil. Con otras
palabras: cruzados estos años, IQS os ha convertido en titulados con una formación
extraordinaria que os declara como profesionales. IQS os ha dotado prestigio social.
Pero, queridos graduados y titulados, ahora que estáis en las puertas de una etapa nueva,
si queremos ser sinceros con vosotros, os hemos de insistir en que no pretendíamos sólo
que fuerais potencialmente útiles, ni siquiera buenos profesionales. Ésa no es, ni de
lejos, la intención fundamental de la educación jesuita. Si para algunas instituciones
universitarias la dimensión utilitaria puede ser suficiente para justificar su existencia,
para un centro universitario de la Compañía de Jesús como es IQS la utilidad es
necesaria, pero está llamada a algo más. Vuestro título sería visto por san Ignacio como
un medio. Ahora y aquí, en esta graduación, aprovecho la oportunidad un poco
paradójica para invitaros a que relativicéis totalmente vuestro logro académico en
nuestro querido IQS. Es una escasa meta volante, una mera herramienta, que tiene
todavía mucho ante sí.
Desde que entrasteis en IQS, hemos pretendido inculcaros que vuestra profesionalidad
debía asumir tres enfoques hacia arriba, que redimensionarían vuestra competencia
técnica en un currículo de servicio y de cambio. Esos tres enfoques son el humanismo,
la justicia y la fe.
a) Humanismo
Espero que se nos haya notado, queridos graduados y titulados, que tenemos dos
objeciones respecto a la ciencia y a la técnica:
Por ese motivo, entrasteis en una institución que no tiene ningún reparo en poner en su
logo identitario la palabra “persona” –Persona, Ciencia, Empresa–. Os expreso de nuevo
lo que pretendíamos decir con ello: el avance verdadero de una cultura es medible por
sus efectos positivos sobre nuestra realidad personal. Un mundo mejor sólo es posible si
toma en consideración eso que llamamos factor humano. Os hemos intentando
convencer de que hay una especie de forma básica fractal que cruza toda la realidad y
que es aviso para toda acción y para toda organización: la persona. Y, por eso, la
profesionalidad que os hemos dado está llamada a ser humanista.
De ahí que a lo largo de vuestros estudios se os han ofrecido materias que iban más allá
de la mera especialización y de la mera optimización eficacista. Los profesores de
materias propias de vuestra titulación os han presentado casos y ejemplos que ponían en
relación sus asignaturas con otras disciplinas. Los estudios de dirección y
administración de empresas, de ciencias o de ingeniería conectaron con la filosofía, la
historia, la sociología o la teología. Ya sabéis por qué: hemos querido educaros como
profesionales, pero con una profesionalidad empática con la dimensión personal, hasta
el punto de daros una formación humanista que os hiciera humanos…
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b) Justicia
A pesar de que hoy es un día feliz, el de vuestra graduación, por honestidad con
vosotros, os he de volver a recordar la fragilidad del mundo que os recibe como
titulados. Como sabéis, uno de los problemas más graves que vive la humanidad es la
desigualdad económica. Se expande sin control desde el inicio de la crisis. Es cierto que
disminuye la pobreza más radical gracias al desarrollo de países como China e India.
Sin embargo, también es cierto que el desequilibrio económico aumenta
escandalosamente. Sus efectos son espeluznantes y cada vez más evidentes:
Ojalá que hayáis visto a IQS como una institución tocada por esa compasión. A lo largo
de estos años, habréis notado que IQS coopera con universidades e instituciones de
países menos favorecidos. Ofrece formación y participando en acciones para el
desarrollo a través de proyectos interuniversitarios. Soluciona problemas concretos
mediante trabajos de final de carrera. Participa en proyectos de voluntariado en nuestro
entorno más cercano.
En la raíz de IQS como proyecto educativo hay una ligazón directa con la espiritualidad
cristiana y su energía de transformación del mundo. El Evangelio es la narración del
modus operandi del cambio que Jesús de Nazaret quiso imprimir a la historia. La fuerza
de ese cambio reside en un amor, mayor que cualquiera de los amores que conocemos
en la vida cotidiana, que Jesús remitió a Dios, el único capaz de un compromiso total
con la humanidad. Pero indicó al mismo tiempo que ese amor sólo era efectivo a través
de la fe. La fe permite ver ese amor y su energía de cambio.
4. Conclusión
Ahora que estáis aquí en la puerta, ante un nuevo momento de vuestro camino y dejáis
IQS, no alimento vuestra vanidad si os recuerdo que con cada promoción sale una cierta
novedad al encuentro del mundo y de sus encrucijadas. Hoy bien podemos decir que el
mundo vuelve a tener una nueva oportunidad, la que vosotros le podáis dar.
Estamos seguros de que encontraréis vuestra forma, vuestro lenguaje, vuestra acción
política, económica y social para ser útiles, humanistas, anhelantes de justicia y
trascendentes. Únicamente, aquí en la puerta, cuando ya estáis dispuestos a dar otro
paso, os pedimos que os atreváis a ser útiles, a ser humanistas, a ser justos y a ser
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transcendentes. El mundo os espera, el mundo merece vuestra savia. Así que, como
decía algún antiguo, no dejéis de hacer cosas porque supongáis que son difíciles;
convenceros de que las cosas son difíciles, porque, en realidad, las dejamos de hacer.
Moltes gràcies.