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Oseas

Este es el primero de los libros proféticos menores. Se les llama menores, no porque
lo sean en importancia, sino en relación a la cantidad de contenido. En este sentido
están en contraste con los escritos de ls profetas mayores. En 2 Reyes 14:23-15:31
vemos los antecedentes históricos del libro.

Autor y lugar donde profetizo: Oseas. Éste fue un profeta del reino del norte (las 10
tribus). Profetizó al mismo tiempo que Amós en Israel e Isaías y Miqueas en Judá. Su
ministerio profético, que duró unos sesenta años, es el de más larga duración de
todos los profetas.

Fecha y reyes contemporáneos: Los acontecimientos históricos referidos en el libro


de Oseas abarcan un período de sesenta años. Desde 785 hasta el cautiverio de las
diez tribus.

Contenido: El libro de Oseas es una gran exhortación al arrepentimiento dirigida a


las diez tribus durante los 60 años antes de su cautiverio. La copa de iniquidad de
ellos había estado llenándose rápidamente. Los reyes y sacerdotes idólatras habían
desviado al pueblo de la adoración al Señor. Cuando estaban con dificultades iban a
pedir auxilio a Egipto o a Asiria, con ello imitaban la vileza moral de los cananeos.
Vivían en una seguridad descuidada, interrumpida solo por un arrepentimiento
fingido, pero lo peor es que se habían olvidado de Dios y su Palabra. Estos pecados
cometidos por causa de la ruptura de la comunión con Dios son catalogados por el
profeta como adulterio espiritual, y lo ilustra en su propia experiencia casándose con
una mujer impura la cual lo abandona por otro amante. El pecado de Israel es más
grave que el de las naciones que la rodean. Los pecados de las naciones son
producidos por personas que no han tenido relación con Dios. El de Israel es de
infidelidad a un esposo, Dios, quien les rescató de las garras de Egipto, les proveyó
de lo necesario, y con quien hicieron votos de fidelidad y obediencia en el monte
Sinaí.

Destinatario: Oseas escribió este libro para recordar a los israelitas –y a nosotros-
que el nuestro es un Dios de amor, cuya lealtad al pacto con Su pueblo es
inalterable. A pesar del continuo extravío de Israel al ir tras falsos dioses, la fidelidad
del amor de Dios es representado en el sufrimiento del esposo de la mujer infiel. El
mensaje de Oseas es también uno de advertencia para aquellos que dieran la espalda
al amor de Dios. A través de la presentación simbólica del matrimonio de Oseas con
Gomer, el amor de Dios por la nación idólatra de Israel es revelado en una rica
metáfora en los temas del pecado, el juicio, y el amor que perdona.

Citas Clave: Oseas 1:2, “El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas.
Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque
la tierra fornica apartándose de Jehová.”
Oseas 2:23, “Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama;
y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío.”
Oseas 6:6, “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más
que holocaustos.”
Oseas 14:2-4, “Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle:
Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros
labios. No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la
obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará
misericordia. Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se
apartó de ellos.”

Joel
Autor y lugar donde profetizo: Joel, profetizo desde Juda.

Fecha y reyes contemporáneos: Fecha de su Escritura: El Libro de Joel fue escrito


probablemente entre el 835 y el 800 a.C. Se cree que profetizó durante el reinado de
Joás, rey de Judá (2 Reyes 12).

Destinatario: Judá, la escena para el libro, es devastada por una gran horda de
langostas. Esta invasión de langostas destruye todo – los campos de grano, los
viñedos, los jardines, y los árboles. Joel describe simbólicamente a las langostas
como la marcha de un ejército humano, y ve todo esto como el juicio divino viniendo
contra la nación por sus pecados.

Contenido: Lo que motivó la profecía de Joel fue una plaga de langostas que devastó
la tierra, destruyendo cosechas y trayendo una gran hambruna. El profeta ve en esa
calamidad un severo juicio del Señor y una aplicación profética sobre el final de los
tiempos (1:15). Como muchos de los demás profetas Joel predice el futuro a la luz de
los hechos del presente, considerando estos como un tipo de lo que en el futuro va a
acontecer. De forma que él ve en la invasión de las langostas un tipo de invasión: la
invasión que pronto habría de venir del ejército asirio (2:1-27; Isaías 36,37). Mirando
aún más lejos, en el futuro, Joel ve esto mismo como tipo de la invasión final de
Palestina por los ejércitos del anticristo. Tomando el día del Señor como el
pensamiento central de la profecía de Joel podríamos resumir así el tema de este
libro: El día del Señor, visto en tres etapas. Como inmediata (en la invasión de la
langosta), como inminente (por la invasión de los asirios) y como futura (en la
invasión final).

Citas: Joel 1:4, “Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón
comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado.”

Joel 2:25, “Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la
langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.”

Joel 2:28, “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán
vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes
verán visiones.”
Amós
Autor y lugar de donde profetizo: Amós. Era oriundo de Tecoa, como a diez
Km. al sur de Belén. Estaba habitado en su mayoría por pastores. Amós era
uno de ellos y también era recogedor de higos silvestres. No había sido
ordenado oficialmente como profeta, ni había asistido a la escuela de los
profetas.

Fecha y Reyes conteporeneos: Profetizó durante los reinados de Uzías, rey


de Judá (2 Crónicas 26), y de Jeroboám II, rey de Israel (2 Reyes 14:23-29).
Alrededor de 70 años antes del cautiverio de las diez tribus.

Contenido profetico: Su motivo para profetizar fue el llamamiento divino


(7:14-15). Su ministerio se desarrollo entre las diez tribus, aunque también
profetizó para el reino de Judá y los países que le rodeaban. El mensaje de
Amós es el juicio que vendría y la restauración que seguiría. Podemos observar
que hay mucha igualdad en las profecías de muchos de los profetas. Esto es
motivado por el hecho de que había una causa común que producía sus
mensajes, el pecado nacional; por ello la mayoría de los mensajes proféticos
eran de condena y reprensión; pero a la vez que daban ese tipo de mensaje
para la nación en su conjunto, tenían también uno de consuelo y restauración
para el remanente fiel.

Amós ve el pecado de Israel como mucho más grave que el de las naciones
vecinas, por haber éste despreciado los grandes privilegios que el Señor le
otorgaba como su pueblo y de los que carecían ellas. Su pecado era mayor y
también lo sería su castigo. Podríamos resumir el libro de Amós de la siguiente
manera: la exposición de los pecados de un pueblo privilegiado que no supo
responder a tan alto privilegio, y por consiguiente trajo sobre sí los juicios de
Dios de acuerdo a la luz que había recibido.

Citas: Amós 2:4 “Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el
cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no
guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las
cuales anduvieron sus padres.”

Amós 3:7, “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a
sus siervos los profetas.”

Amós 9:14, “Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las
ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas,
y harán huertos, y comerán el fruto de ellos.”
Abdías
Autor: No se sabe absolutamente nada acerca de Abdías. Hay muchos con
ese nombre mencionados en el Antiguo Testamento.

Fecha en que profetizo: Los versículos 10-14 indican que este libro se
escribió después de la destrucción de Jerusalém.

Destinatario: Juda

Contenido profetico: El tema de este libro puede verse claramente en una


primera lectura del libro: el pecado de Edom, que consiste en la violencia que
desató contra Judá recibiendo como castigo su extinción como nación. Los
idumeos eran descendientes de Esaú mientras que los israelitas lo eran de
Jacob. El antagonismo entre ellos queda patente en todo el Antiguo
testamento. En Génesis vemos una declaración sencilla y a su vez
contundente: “y dos hijos luchaban dentro de ella” (Génesis 25:22). El
antagonismo se originó en el seno de la familia y continuó cuando los
descendientes de Esaú y de Jacob se convirtieron en dos naciones. Los
idumeos eran un pueblo orgulloso, que con amargura y resentimiento siempre
buscaban la oportunidad de perjudicar a los descendientes de Jacob (Israel).
Israel y Edom estaban en una guerra constante. Cuando Nabucodonosor tomó
Jerusalén, Edom se regocijó de su caída y cruelmente participó en su saqueo y
destrozo (Salmo 137:7). En tiempos pasados Dios había ordenado a su pueblo
que tratase bien a Edom (Deuteronomio 23:7), pero ahora debido a su
conducta atroz había hecho rebosar su copa de iniquidad y fue sentenciado a
ser aniquilado. Después de la restauración de Israel, Ciro, rey de Persia, los
venció dando muerte a millares de ellos.

Por la historia sabemos que recibieron otra derrota terrible por los judíos bajo la
guía de los Macabeos, en 109 a.C. El antagonismo entre Edom y Judá siguió
existiendo aún en la época de Cristo. Jesucristo era judío, descendiente de
Jacob. Herodes era idumeo, descendiente de Esaú. El Señor nunca dirigió la
palabra a Herodes (Mt. 14:6-9, Lc. 23:9). Después del asedio a Jerusalén por
las tropas romanas, año 70 d.C., los idumeos no aparecen más en la historia.

Cita: Abdías verso 4, “Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas
pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová.”

Abdías verso 12, “Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano,
en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día
en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia.”

Abdías verso 15, “Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones;
como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza.”
Jonás
Autor y lugar de donde profetizo: Jonás, galileo, de Gat-efer. Los fariseos en
tiempo de Cristo, pasaron por alto esto, cuando dijeron al Señor que ningún
profeta había venido nunca de Galilea (Jn 7:52).

Destinatario: Ministró a las diez tribus durante el reinado de Jeroboám II, y


profetizó con respecto a la restauración de ciertos territorios israelitas (2 Reyes
14:25-27). Cuando Eliseo terminó su ministerio, comenzó el suyo. Jesucristo
mismo dio testimonio de la existencia de Jonás, de su “suerte” milagrosa y de
su oficio profético.

Fecha y Rey contemporaneo: Jonás ejerció su servicio a Dios durante el


reinado de Jeroboám II.

Cotenido profetico: El libro de Jonás es peculiar entre los profetas en el


sentido de que no contiene un mensaje directo a Israel, ya que su mensaje se
dirige a los ninivitas. Aun cuando no se declara directamente, hay una gran
lección para la nación judía, a saber: que
Dios no es sólo Dios de los judíos, sino también de los gentiles y que era el
deber de su pueblo escogido (que no cumplió) llevarles el mensaje de
salvación y la luz de la revelación de Dios. El libro de Jonás es también una
reprensión por el exclusivismo que los judíos practicaban manteniéndose a
distancia de los gentiles y considerándose superiores a ellos. Por la labor del
profeta de predicar a los gentiles, al libro de Jonás se le llama también “El libro
misionero del Antiguo Testamento”.
Podríamos hacer un resumen de la siguiente manera: “Dios muestra su amor a
los gentiles al enviarles un profeta que les llame al arrepentimiento”.

Citas : Jonás 1:3, “Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a


Tarsis,…”

Jonás 1:17, “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y
estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.”

Jonás 2:2, “Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el seno del


Seól clamé, y mi voz oíste.”

Jonás 3:10, “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y
se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.”

Miqueas
Autor: Miqueas. Nació en Moreset, una aldea como a treinta kilómetros al
suroeste de Jerusalém. Era un profeta nacido en un lugar rural (ningún profeta
dijo haber nacido en Jerusalém, aunque sí era la ciudad donde la mayoría de
ellos testificaron y murieron. Jerusalém mataba a los profetas, pero no los
enviaba. Normalmente eran enviados por el Señor desde regiones montañosas
y aldeas campesinas. Miqueas profetizó durante los reinados de Pekaía, Peka
y Oseas, sobre Israel (las 10 tribus), y Jotám, Acab, Y Ezequías sobre Judá (2
Reyes 15:23-30). El mensaje de Miqueas fue tanto para el reino de Judá como
para Israel, profetizando el cautiverio de los dos. Hizo su obra principal durante
el reinado de Ezequías, quien fue profundamente impresionado por sus
profecías (Jeremías 26:18-19). Su profecía sobre la destrucción de Jerusalém
contribuyó a salvar la vida de Jeremías, cuando se le iba a dar muerte por
haber hecho éste una predicción similar (Jeremías 26:10-19).

Contenido: Miqueas profetizó en la misma época que Isaías, con quien,


probablemente tuvo contacto, ya que hay un significativo parecido en las
profecías de ambos. Por ejemplo comparar Isaías 2:14 con Miqueas 4:1-5. Al
igual que con Isaías sus profecías pueden dividirse en varios grupos: de
denuncia (capítulos 1-3) y de consuelo (capítulos 4-7). En la primera división el
profeta nos presenta el cuadro de una nación pecaminosa y condenada al
cautiverio. En la segunda la de un pueblo redimido disfrutando de las
bendiciones de Dios en el milenio. En la primera vemos también a Israel mal
dirigido y dañado por los falsos gobernantes. En la segunda presenta al pueblo
restaurado por el Mesías, el Hijo de David, el perfecto y auténtico gobernante.
Podríamos resumir el libro de la siguiente manera: el pueblo de Dios destruido
por los malos líderes y salvado por el líder por excelencia, Cristo.

Habacuc
Autor: Prácticamente no se sabe nada a ciencia cierta sobre quién fue el autor
del libro; tampoco sobre el personaje central, Habacuc, excepto lo que algunas
tradiciones dicen, que dicho sea de paso no están muy de acuerdo entre sí. Por
3:1,19 se cree que era levita y participaba de la música en el Templo.

Destinatario: Como Nahúm predijo la destrucción de la nación asiria y Abdías


de los idumeos, así Habacuc profetizó la caída del imperio caldeo.

Fecha y Rey Contemporáneo: Se cree que Habacuc profetizó durante los


reinados de Joacaz y Joacím.

Contenido: Este libro presenta el cuadro de un hombre de Dios perplejo por el


problema de la “aparente” tolerancia del Señor por la iniquidad. El profeta está
rodeado por todas partes de una iniquidad desmadrada que no recibe castigo.
Al parecer, al principio Dios no escucha su clamor para realizar su juicio.
Cuando al fin su oración es contestada y se produce el juicio de Dios queda
aún más perplejo porque la herramienta que Dios usa, los caldeos, es todavía
más impía y más merecedora de castigo que las víctimas. El profeta está lleno
de dudas y de preguntas, pero afortunadamente lleva sus perplejidades al
Señor quien pronto las disipa y presenta una solución a su problema, resumida
en una declaración que constituye el corazón de este libro: el justo vivirá por fe
(2:4). Es decir, no importa cuán oscuro se vea el porvenir y cuán triunfante
aparezca el mal, el hombre justo no debe juzgar según las apariencias, sino
según la Palabra de Dios. Aunque los impíos vivan y prosperen en sus
iniquidades y los justos sufran, estos últimos deben vivir una vida de gozo y
confianza en el Señor. El profeta aprendió bien esta lección, pues aunque su
profecía comienza con misterio, dudas y preguntas, termina con certeza y un
fuerte asentamiento en la fe. Podríamos resumir el tema de la siguiente
manera: el triunfo de la fe.

Cita :

Habacuc 1:2, “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a


causa de la violencia, y no salvarás?

Habacuc 1:5, “Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en
vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis.”

Habacuc 1:12, “¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No
moriremos.”

Habacuc 2:4, “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo
por su fe vivirá.”

Habacuc 2:20, “Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la
tierra.”

Habacuc 3:2, “Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en
medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira, acuérdate de
la misericordia.”

Habacuc 3:19, “Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de
ciervas, Y en mis alturas me hace andar.”

Sofonías
Autor y Rey contemporáneo: Sofonías. Contrario al uso común, Sofonías
traza su descendencia hasta su bisabuelo, Ezequías. Algunos creen que este
hecho indica que descendía del rey Ezequías o que era de descendencia
noble.

Destinatario: Judá e Israel

Contenido profético: La frecuente repetición de la frase “el día del Señor”


sugiere que Sofonías tenía un mensaje de juicio, pero igual que la mayoría de
los profetas también de restauración. Se ha dicho que la profecía de Sofonías
es peculiarmente árida. No hay vida, ni flor, ni fruta, ni… ninguna de las
maravillas de la naturaleza. No hay otra cosa que un mundo barrido por un
torbellino. Si esto es así ¿cuál sería la razón de ello? Veamos el contexto de
esto. Los hombres, asentados en sus lujos y poderío, niegan la intervención
divina. Una ciudad que no obedecía la voz de Dios, ni aceptó corrección, ni
confió en Él. Los hombres y las mujeres se habían vuelto materialistas, solo
preocupados por ellos mismos. Los gobernantes, príncipes, jueces, profetas y
sacerdotes igualmente corrompidos. La situación podríamos describirla en una
sola palabra: Caótica. Entonces ¿cómo definiríamos a la luz de lo expuesto “el
día del Señor”? El día del juicio de Dios. El último cuadro de este libro nos
muestra al Señor entronizado. Es el comienzo de un nuevo orden. Cánticos en
vez de tristeza; servicio en vez de egoísmo; solidaridad en lugar de
esparcimiento. Resumiremos el tema de la siguiente manera: la noche del juicio
sobre Israel y las naciones seguida por la mañana de la restauración del
primero y la conversión de las naciones.

Citas: Sofonías 1:18, “Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de
Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque
ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra.”

Sofonías 2:3, “Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que
pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizás
seréis guardados en el día del enojo de Jehová.”

Sofonías 3:17, “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará


sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”

Hageo
Autor: Hageo. Es poco lo que se sabe de la historia personal de Hageo, “el
profeta del segundo templo” excepto que profetizó después del cautiverio y que
su misión era animar al pueblo en la reconstrucción del templo. La obra de
Hageo fue muy importante. Es el primero de los profetas conocidos como los
profetas postexílicos, es decir, que profetizaron después del cautiverio.
Zacarías y
Malaquías son los otros dos. El Señor lo usó para despertar la conciencia y
estimular el entusiasmo de sus compatriotas en la reconstrucción del templo.
Ningún profeta apareció en un momento tan crítico de la historia del pueblo, y,
podemos decir que
ninguno tuvo tanto éxito.
Época: Hageo desarrolló su ministerio durante la construcción del segundo
templo.
Contenido: Bajo el favorable decreto de Ciro, el remanente judío volvió a su
tierra bajo la dirección de Zorobabel, su gobernador, y Josué, el sumo
sacerdote. Después de establecerse en la tierra el pueblo levantó un altar de
holocaustos en el lugar donde se hallaba el templo. Dos años más tarde y en
medio de un gran regocijo, se echaron los cimientos de éste. Pronto su regocijo
se volvió tristeza porque, por causa de los hostiles esfuerzos de los
samaritanos, se ordenó mediante un decreto imperial que se suspendiera la
obra. Por espacio de dieciséis años el templo permaneció sin terminarse, hasta
el reinado de Darío, quien publicó un decreto permitiendo su terminación.
Mientras tanto el pueblo se había vuelto indiferente y egoísta, y en vez de
construir el templo estaban ocupados en embellecer su propia casa. Como
resultado de esta negligencia fueron castigados con sequía y esterilidad. El que
se preguntasen
el por qué de estas desgracias, dio a Hageo la ocasión para su mensaje,
declarándoles que la indiferencia y su propio egoísmo, en relación a las
necesidades del templo, eran las causas de sus infortunios. Podríamos resumir
el tema del libro diciendo que el descuido en la terminación del templo dio lugar
al castigo divino. Por el contrario la terminación de éste produjo la bendición de
Dios y promesas de gloria futura.

Zacarías
Autor: Zacarías. Este profeta, posiblemente, nació en Babilonia. Comenzó su
ministerio cuando aún era un joven (2:4) y empezó a profetizar un poco
después que Hageo, siendo su compañero. Su ministerio consistía en inspirar
el fervor debilitado del pueblo y animarlo a quitar la mirada del oscuro presente
y ponerla en el brillante futuro que vendría.

Destinatario: Judá e Israel

Época: El antecedente histórico de la profecía de Zacarías es el mismo que el


de Hageo. Ambos profetas ejercieron su ministerio en el mismo período,
durante la construcción del segundo templo, y la misión de ambos era parecida.

Contenido: La labor de Zacarías era animar al remanente judío mediante la


promesa de éxito actual y gloria futura, que estaba desalentado por las
aflicciones y desganado en lo que a terminar la construcción del templo se
refiere. En una época había sido una nación libre, teniendo rey y constitución,
pero ahora había regresado a su tierra bajo el mandato de un gobierno
extranjero, a un país sin ley y despojado de todo poder. Su situación actual
presentaba un cuadro oscuro, pero Zacarías hizo que esta situación apareciera
como telón de fondo de una obra gloriosa, mientras él, mediante una serie de
visiones y profecías describe una Jerusalén restaurada, protegida y habitada
por el Mesías, y como capital de una nación elevada por encima de todas las
demás. Al margen de las promesas de gloria futura, el profeta dio promesas de
éxito porque aseguraba al remanente que el templo sería construido a pesar de
la oposición. Pero Zacarías no podía ofrecer un aliento permanente, sino en
base a la promesa del Mesías, el futuro rey de Israel y libertador de su pueblo.
En realidad la experiencia actual de Israel no es más que una figura de una
realidad en el futuro. Igual que Israel fue purificado del pecado de la idolatría
mediante el cautiverio babilónico, así será igualmente purificado mediante el
sufrimiento de la gran tribulación por haber rechazado a su Mesías y Rey
(13:8,9-12:10-13:1). Resumiremos así el tema: un estímulo a la nación para
servir fielmente a su Dios a través de la aflicción actual, con mira a las glorias
futuras en tiempo en que sea establecido el Mesías, Cristo.

Malaquías
Autor: No se sabe con certeza quién fue el autor de este libro. Unos creen que
fue Malaquías y otros piensan que no. Nada se sabe de la historia de este
profeta. Se cree que profetizó durante la época de Nehemías y le respaldó, así
como Hageo y Zacarías hicieron con Zorobabel (Esdras). El libro de Malaquías
se adapta como anillo al dedo a la situación en que Nehemías ejercía su
llamado. El profeta denunció los mismos males que Nehemías (compárese
Nehemías 13:10-12 con Malaquías 3:8-10 y Nehemías 13:29 con Malaquías
2:4-8). Escribió tanto acerca de Cristo que alguien dijo: “La profecía del Antiguo
Testamento terminó con el evangelio en los labios de Malaquías”.

Época: Durante la construcción del muro de Jerusalém por Nehemías,


aproximadamente 450 años a.C.

Contenido: En este libro se halla la última página de la profecía del Antiguo


testamento. Malaquías, el último de los profetas, testifica tal y como lo hicieran
el resto de sus antecesores, que Israel ha fracasado. Presenta el cuadro de un
pueblo exteriormente religioso, pero interiormente indiferente y falto de
sinceridad. Un pueblo para quien el servicio al Señor ha llegado a ser un
formalismo vacío, desempeñado por un sacerdocio corrompido al que no
respetaban. Durante el ministerio de Hageo y Zacarías estaban dispuestos a
reconocer sus faltas y enmendarlas, pero ahora se han endurecido tanto que
ante las acusaciones del Señor lo que ofrecen son insolentes negativas (1:1,
2:17,3:7), peor aún, muchos profesan un escepticismo en cuanto a la existencia
de un Dios de juicio, y otros preguntan si vale la pena servir al Señor (2:17,
3:14-15). Como un relámpago brilla en la oscuridad de la noche, así brilla la
promesa del advenimiento de Cristo, el Mesías, quien vendrá a rescatar al
remanente fiel y a juzgar a las naciones. El libro termina profetizando la venida
de Elías , el precursor del Mesías y luego cae la cortina del silencio del Antiguo
Testamento hasta ser levantada cuatrocientos años después, cuando el ángel
del Señor anuncia la venida de aquel que iría delante del que había de venir
con el espíritu y el poder de Elías (Lucas 1:17). Resumiremos el tema del libro
diciendo que es la última profecía del Antiguo Testamento. La revelación de un
pueblo rebelde y fracasado; de un remanente fiel y de un Mesías venidero que
juzgará y purificará a la nación.

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