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LA MEDIACIÓN EN EL ÁMBITO PENAL JUVENIL

Ana Nogueras Martín. Educadora Especializada. Máster en mediación familiar


sistémica. Mediadora en el ámbito penal (Departamento de Justicia de la
Generalitat de Catalunya) comunitario y familiar. Formadora del Centre
d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada. anogueras@gencat.cat

ESQUEMA DE LOS APUNTES

1. El marco de la mediación en el ámbito penal

La justicia restaurativa
Vías de acceso a la mediación y reparación
La definición de los conceptos básicos
La mediación para la reparación

2. Los actores de la mediación en el ámbito penal

Las partes en conflicto: el menor infractor, la víctima del delito


El motivo de la intervención: el conflicto derivado del delito
El profesional responsable del programa

3. La dinámica del proceso

Esquema básico del proceso


Desarrollo y análisis del proceso:

• El contacto con las partes, la información y el estudio de viabilidad


• El trabajo entre las partes, la concreción de las formas de reparación,
la materialización de la reparación y la información a la instancia
judicial.

4. Caso práctico

5. Bibliografía

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 1


En este espacio queremos analizar la mediación en el ámbito penal juvenil,
tomando como punto de partida la experiencia que se lleva a cabo en Cataluña
desde el año 1990 y que mantiene todos los aspectos básicos a pesar de los
cambios legislativos. Antes, nos gustaría enmarcar algunos conceptos sobre la
mediación:

La mediación es, definida de forma sencilla: “el acto de ponerse en medio


(alguien entre las partes), donde el mediador (el que se coloca en medio, el
tercero) pone los medios (a partir de las herramientas, técnicas y habilidades
que tiene a su disposición), para crear un canal de comunicación entre las
partes, con el objetivo de facilitar que estas encuentren sus propias alternativas
en el tema que ellas desean”.

El mediador desarrolla su labor durante un proceso, en el que su función es la


de estructurar y crear el clima necesario para facilitar a las partes el trabajo que
tienen que llevar a cabo.

Para entender mejor un proceso de mediación diferenciamos cuatro


momentos:

Mediación
Acceso Resultado Validación
mediación mediación externa

• El Acceso es todo aquello que pasa antes de iniciar una mediación: la


información necesaria, la que se da y la que se recoge, como llegan las
partes, cuales son las condiciones para iniciar el proceso.

• La Mediación es la acción llevada a cabo por un tercero para facilitar la


comunicación entre partes.

• El Resultado al que llegan las partes. Puede ser positivo o negativo, con un
acuerdo o sin él.

• La validación externa. El reconocimiento del Resultado por alguna parte


externa a la mediación. La legislación recoge como validar cada resultado.

El concepto de mediación y el rol básico que debe jugar el mediador siempre


es el mismo, independientemente del ámbito donde la mediación se desarrolla.
Ahora bien, cada ámbito tiene sus propias particularidades en función de:

• El marco donde se desarrolla (legislado o no). En nuestro caso, el ámbito


penal juvenil, con la legislación que permite, regula y valida los programas
de conciliación/reparación.

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• El objetivo, que es el resultado deseado a partir del conflicto existente, o
sea conseguir la reparación del daño causado como consecuencia del delito,
la conciliación entre el menor infractor y la víctima.

• Las partes que intervienen: el menor infractor (el que ha cometido el delito) i
la víctima (la que ha recibido las consecuencias del delito).

Conocer el marco, el objetivo y las partes que van a intervenir, nos va a permitir
conocer las particularidades del mediador en un ámbito concreto, cual tendrá
que ser la estructuración del proceso de mediación y las herramientas
necesarias a utilizar para acompañarlo correctamente.

1. EL MARCO DE LA MEDIACIÓN EN EL ÁMBITO PENAL


EL ORIGEN DE LOS PROGRAMAS: LA JUSTICIA RESTAURATIVA

La víctima ha sido durante largos años el personaje olvidado en los sistemas


juridico-penales de occidente. Justicia Penal y Criminología han centrado su
atención en el delincuente y en las respuestas sancionadoras que promuevan
la modificación de la conducta delictiva. Esta concepción ha contribuido a
alejar al Estado y al delincuente de las consecuencias que la acción delictiva ha
tenido para la víctima.

A partir de los años setenta, surgen nuevas tendencias que apuntan a la


descriminalización, la desjudicialización y a la diversificación de las reacciones
de la justicia ante el delito de los jóvenes.

La Recomendación R(87)20 del Consejo de Europa, se hace eco de estas


tendencias, e invita a los Estados Miembros a impulsar la descriminalización,
evitar siempre que sea posible el internamiento y promover la reparación a la
víctima.

Por aquel entonces, también aparecen ideas relacionadas con la resolución


extrajudicial de conflictos. Cada día cobran más fuerza las corrientes que piden
que se tome en consideración a las víctimas del delito, reforzando sus
derechos, la atención y su participación directa.

La confluencia de estas dos tendencias, en los años ochenta, favorece el


crecimiento de la mediación. La víctima pasa a ocupar un lugar destacado y la
idea de responsabilizar y educar al infractor ya no se dirige a la comunidad
exclusivamente, sino que se relaciona con la víctima concreta sea esta quién
sea.

En Europa, se van implementando de forma progresiva programas con


distintas denominaciones y características: resolución extrajudicial de
conflictos, reparación a la víctima, reconciliación víctima-delincuente,
mediación-reparación, etc.

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Por lo tanto, podemos decir que a partir de los años 80 se empieza a
implementar, dentro del marco internacional, la Justicia Restaurativa.

Esta es “Un proceso por el que las partes involucradas en una ofensa
específica resuelven colectivamente el modo de tratar con las consecuencias
de la ofensa y sus implicaciones para el futuro”

Que tiene como objetivos:

• Prestar atención plena a las necesidades de las víctimas (materiales,


financieras, emocionales i sociales)
• Prevenir la reincidencia mediante la reintegración de los infractores a la
comunidad
• Permitir a los infractores que asuman responsabilidad activa por sus
acciones
• Recrear una comunidad de trabajo que brinde apoyo a la rehabilitación
de los infractores que asuman responsabilidad activa por sus acciones.
• Proveer medios para evitar el recurso a la justicia legal y los costos y
retrasos asociados a la misma.

La Justicia Restaurativa emerge como un “tercer modelo” frente al modelo


retributivo y al modelo rehabilitador. Según Braithwaite, consiste en restaurar a
las víctimas, a los infractores y a la comunidad:

• El delito provoca en las víctimas una pérdida en su dignidad y en su


libertad. Ante ello se debería encontrar una respuesta que restaure su
dignidad, su sentimiento de seguridad y de empoderamiento.
• En este mismo sentido cabe entender la necesidad de restauración y
reintegración del infractor
• Desde el punto de vista de la comunidad, es la restauración de los lazos
sociales y el apoyo social como condición para la prevención del delito.

No es un movimiento al margen o en contra del sistema de justicia penal


tradicional, sino que quiere integrarse en él a fin de modificar sus
planteamientos. Pretende complementarlo, incrementando sus recursos para la
reducción del delito, la satisfacción social, el humanitarismo y la reparación de
lazos sociales.

La mediación entre infractor y víctima es su principal herramienta pero


existen otras prácticas que comparten los mismos objetivos y buscan
alcanzarlos por vías diferentes:

• Conferencing: incluyen familiares o personas de apoyo de los infractores


y de las víctimas y en las que además tienden a participar policías o
agentes de la libertad vigilada o trabajadores sociales…

• Sentencing circles: que además de la víctima y el infractor están abiertos


a cualquier persona representativa de la comunidad que tenga interés en
involucrarse en el asunto

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• Peacemaking circles, Conferencias de vecinos

Estas prácticas requieren necesariamente de la participación de más personas


en el proceso, además del infractor y la víctima. La incorporación de miembros
de la comunidad, hace que vaya más allá de un proceso privado entre víctima e
infractor.

Con estas prácticas, la comunidad deja de ser un ente abstracto para pasar a
constituir un auténtico agente del proceso en la toma de decisiones. Se le
atribuye la posibilidad de ofrecer apoyo a la víctima y al infractor.

La Declaración de Leuven (1997), hecha por los participantes en la primera


Conferencia Internacional sobre Justicia Restaurativa, dice:

• El delito debe ser considerado como un daño causado a las víctimas y


una amenaza para la paz y el bienestar de la comunidad
• La reacción frente al delito debe contribuir a la disminución de estos
daños y amenazas. Una respuesta puramente punitiva incrementa el
sufrimiento y no satisface las necesidades de las víctimas y de la
sociedad. Una respuesta puramente rehabilitadora no es aconsejable en
la medida que puede obstaculizar la responsabilidad del infractor y el
respeto a las garantías jurídicas.
• La función principal de la reacción social ante el delito no es el castigo,
sino crear unas condiciones que promuevan la restauración del daño
causado.
• La víctima tiene derecho a decidir libremente si quiere participar o no en
un proceso restaurativo. En el mismo sentido, el infractor no debe
participar a no ser que acepte libremente su responsabilidad por el daño
causado. Si la comunidad está afectada por el hecho, debe comprender
también una prestación que suponga una restauración simbólica del
daño causado a la comunidad.

Las Características del Proceso Restaurativo, según Marshall, son:

• El proceso se basa en la participación activa de al menos la víctima y el


infractor. Puede estar abierto a la intervención de otras personas. No
significa necesariamente el encuentro directo entre ellas y sí puede
darse a través del mediador. Sí es imprescindible que los protagonistas
puedan expresarse libremente.
• El proceso se basa en un diálogo desarrollado en un entorno libre de
formalidades, de modo que cada protagonista pueda expresar
espontáneamente su relato, sus necesidades y emociones sobre el
hecho y la forma de afrontar sus consecuencias.
• El diálogo debe efectuarse en presencia de un facilitador, como garantía
de calidad, fiabilidad y validación institucional del proceso.
• Del proceso se espera que sirva para hallar una solución asumida por
todas las partes. El proceso reparador puede materializarse en una
diversidad de prácticas: la mediación, pero también el conferencing,
family Group, peacemaking circles,… todas estas prácticas buscan

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como efecto añadido, la participación de la comunidad en el proceso,
una mayor intensidad emocional (papel de catarsis). Hay que considerar
la diversidad de personas interesadas en la resolución del conflicto.

Lo cierto es que los análisis existentes demuestran que la implementación de


estos procesos en delitos violentos está dando los resultados más exitosos
tanto por el grado de satisfacción de las víctimas, como en relación a la
disminución de las tasas de reincidencia.

La edad del niño no debe ser un determinante ni una justificación para prohibir
su participación en estos procesos. Los procesos de Justicia Restaurativa
proporcionan más información al menor, sea este el infractor o la víctima, que
junto al hecho de estar en un entorno menos rígido, más informal y más
flexible, aumentan su percepción de control de la situación.

EL ÁMBITO PENAL JUVENIL

Históricamente las intervenciones en justicia juvenil se han definido por unos


principios y unas sanciones distintas de la justicia penal de adultos y se ha
configurado esta legislación con unas características que nos permiten
catalogarla como una jurisdicción especializada.

En efecto, teniendo en cuenta los textos que tratan esta materia, podemos
apreciar que existe un gran consenso tanto desde un punto de vista legislativo
como desde las ciencias no jurídicas, en el sentido de considerar que la
finalidad de esta jurisdicción ha de ser educativa. Se parte de la consideración
que se actúa con unos sujetos que están en pleno proceso de desarrollo y,
consecuentemente, todavía no tienen suficientemente definida la personalidad.

De esta manera, unas actuaciones en el ámbito penal juvenil que les ayuden a
comprender la ilicitud de sus actos, paralelamente a una respuesta
sancionadora con un contenido educativo pueden, en la mayoría de los casos,
evitar la reiteración de estas conductas en el futuro.

En este contexto debemos ubicar la aparición de la conciliación y la reparación


en la justicia juvenil como una respuesta más, pero con unas características
propias y diferentes, que puede ser aplicada en este ámbito.

Pero ¿cuáles son los principios que deben inspirar la justicia juvenil?:

• La determinación de unas edades que delimiten la población que será


susceptible de ser atendida desde esta jurisdicción. Estos límites deberán
señalar la edad inferior para la actuación exclusiva de los organismos que
sean competentes en la protección de menores y un límite superior que
signifique la aplicación de la jurisdicción penal ordinaria.

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• Un sistema de respuestas judiciales que tengan en cuenta los aspectos
siguientes:

o Descriminalización, entendida como la exclusión de la aplicación de las


normas penales a determinados comportamientos, que deben ser
sancionados en todo caso desde otros ámbitos normativos.

o Remisión a las autoridades competentes en materia de protección de


menores o a las instituciones de la propia comunidad de aquellos
menores que se considere que no han de recibir una respuesta desde el
ámbito judicial.

o Desjudicialización, mediante la regulación de la conciliación y la


reparación a la víctima que posibiliten el acuerdo entre el autor de la
infracción y la víctima.

o Diversificación de las medidas que se prevean, regulando el máximo


número posible tanto para ofrecer alternativas al internamiento como
para facilitar la adopción de la medida más adecuada a cada menor,
según las necesidades que presente.

• Un amplio margen de discrecionalidad por parte de los jueces


especializados en esta jurisdicción para aplicar la medida más adecuada a
cada menor.

• Una intervención especializada, tanto desde el ámbito judicial como desde


el control del cumplimiento de las medidas, por parte de los profesionales
competentes.

VÍAS DE ACCESO A LA MEDIACIÓN Y REPARACIÓN

La legislación que regula la justicia juvenil en el Estado español data del año 2000
y es una consecuencia de la adaptación de la normativa promulgada en el año
1948 bajo los principios proteccionistas, y modificada posteriormente en el año
1992. Se trata de una norma que tiene en cuenta los principios constitucionales y
que también se ha desarrollado al amparo de la Convención de los Derechos del
Niño y de la Niña.

La ley 5/2000 abre la posibilidad, en su articulado, de que se lleven a la


práctica programas de conciliación y reparación a la víctima. Corresponde a las
Comunidades Autónomas el desarrollo de estos programas. En Cataluña la
Generalitat (Departamento de Justicia, DGEPCJJ) dispone de unos
profesionales, con dedicación exclusiva, para su materialización.

La Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad


penal de los menores (entrada en vigor el 13 de enero de 2001) en su
preámbulo dice:

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13. Un interés particular revisten en el contexto de la Ley los temas de la
reparación del daño causado y la conciliación del delincuente con la víctima
como situaciones que, en aras del principio de intervención mínima, y con el
concurso mediador del equipo técnico, pueden dar lugar a la no
incoación o sobreseimiento del expediente, o a la finalización del
cumplimiento de la medida impuesta, en un claro predominio, una vez más,
de los criterios educativos y resocializadores sobre los de una defensa
social esencialmente basada en la prevención general y que pudiera
resultar contraproducente para el futuro.

La reparación del daño causado y la conciliación con la víctima presentan el


común denominador de que el ofensor y el perjudicado por la infracción
llegan a un acuerdo, cuyo cumplimiento por parte del menor termina con el
conflicto jurídico iniciado por su causa. La conciliación tiene por objeto
que la víctima reciba una satisfacción psicológica a cargo del menor
infractor, quien ha de arrepentirse del daño causado y estar dispuesto a
disculparse. La medida se aplicará cuando el menor efectivamente se
arrepienta y se disculpe, y la persona ofendida lo acepte y otorgue su
perdón. En la reparación el acuerdo no se alcanza únicamente
mediante la vía de la satisfacción psicológica, sino que requiere algo
más: el menor ejecuta el compromiso contraído con la víctima o perjudicado
de reparar el daño causado, bien mediante trabajos en beneficio de la
comunidad, bien mediante acciones, adaptadas a las necesidades del
sujeto, cuyo beneficiario sea la propia víctima o perjudicado.

En el Titulo III: De las instrucciones del procedimiento

Artículo 19. Sobreseimiento del expediente por conciliación o reparación


entre el menor y la víctima.

1. También podrá el Ministerio Fiscal desistir de la continuación del


expediente, atendiendo a la gravedad y circunstancias de los hechos y del
menor, de modo particular a la falta de violencia o intimidación graves en la
comisión de los hechos, y a la circunstancia de que además el menor se
haya conciliado con la víctima o haya asumido el compromiso de
reparar el daño causado a la víctima o al perjudicado por el delito o se
haya comprometido a cumplir la actividad educativa propuesta por el Equipo
técnico en su informe. El desistimiento en la continuación del expediente
sólo será posible cuando el hecho imputado al menor constituya delito
menos grave o falta.

2. A efectos de lo dispuesto en el apartado anterior, se entenderá producida la


conciliación cuando el menor reconozca el daño causado y se disculpe
ante la víctima, y ésta acepte sus disculpas, y se entenderá por reparación
el compromiso asumido por el menor con la víctima o perjudicado de
realizar determinadas acciones en beneficio de aquéllos o de la comunidad,
seguido de su realización efectiva. Todo ello sin perjuicio del acuerdo al que
hayan llegado las partes en relación al ejercicio de la acción por
responsabilidad civil derivada del delito o falta, regulada en esta Ley.

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3. El correspondiente Equipo técnico realizará las funciones de
mediación entre el menor y la víctima o perjudicado, a los efectos indicados
en los apartados anteriores, e informará al Ministerio Fiscal de los
compromisos adquiridos y de su grado de cumplimiento.

4. Una vez producida la conciliación o cumplidos los compromisos de


reparación asumidos con la víctima o perjudicado por el delito o falta
cometido, o cuando una u otros no pudieran llevarse a efecto por
causas ajenas a la voluntad del menor, el Ministerio Fiscal dará por
concluida la instrucción y solicitará del Juez el sobreseimiento y archivo de
las actuaciones, con remisión de lo actuado.

5. En el caso de que el menor no cumpliera la reparación o la actividad


educativa acordada, el Ministerio Fiscal continuará la tramitación del
expediente.

En su Título VII: Reglas para la ejecución de las medidas:

Artículo 51. Sustitución de las medidas.

2. La conciliación del menor con la víctima, en cualquier momento en que se


produzca el acuerdo entre ambos a que se refiere el artículo 19 de la
presente Ley, podrá dejar sin efecto la medida impuesta cuando el Juez
oídos el Ministerio Fiscal, el Letrado defensor, el Equipo técnico y la
representación de la entidad pública de protección o reforma de menores,
juzgue que dicho acto y el tiempo de duración de la medida ya cumplido
expresan suficientemente el reproche que merecen los hechos cometidos
por el menor.

Real Decreto 1774/2004, de 30 de julio, por el que se aprueba el reglamento


de la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad
penal de los menores. Entra en vigor a los 6 meses de su publicación en el
Boletín Oficial del Estado

Reglamento de la Ley Orgánica 5/2000 de 12 de enero de 2000, reguladora


de la responsabilidad penal del menor

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EL PROCESO DE LA DENUNCIA EN EL ÁMBITO DE LA
JUSTICIA JUVENIL

FISCALÍA DE MENORES No admisión de la denuncia.


(Delitos / 14-18 años) Archivo de las actuaciones

Hechos no constitutivos de delito o que no


tengan autor conocido (Art. 16)

DESISTIMIENTO por corrección


en el ámbito educativo y familiar

Delitos menos graves o faltas, sin violencia o


intimidación. (Art. 18) Solo en un primer hecho

Obertura Expediente

1. Investigación de los hechos


2. Informe Equipo Técnico: Situación psicológica, educativa, familiar, entorno social y otras
circunstancias o valoración de la viabilidad de un programa alternativo

Continuación del Proceso Alternativas al Proceso Judicial


Judicial (Art.19)
Reparación a la
Mediación/Reparación Víctima
a la víctima
Programas sin Víctima
Equipo Técnico: propuesta de o Actividad Educativa de carácter
intervención socioeducativa voluntario

Propuesta de Cierre (Art. 27.4)

JUICIO MENORES

Inocencia:
Culpabilidad
Absolución

Imposición de medida
Substitución de la Medida:
educativa:
(Art. 51)
• Puntual
• Programa de Mediación y
• Medio Abierto Reparación a la Víctima
• Internamiento

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DEFINICIÓN DE LOS CONCEPTOS

Un programa de conciliación y reparación consiste, sea cual sea su vía de


acceso, en ayudar al menor infractor a que repare el daño causado a la víctima
del delito o se concilie con ésta. Posteriormente se ha de informar sobre el
resultado del programa a la instancia judicial para que se pueda tomar una
resolución definitiva sobre el caso.

Para poder estructurar este tipo de programas se tendrá que tener en cuenta,
los principios básicos que inspiran la justicia juvenil, dentro del marco que
establece la ley 5/2000. Es decir, partiendo de la definición de los conceptos de
conciliación y reparación, crear un programa que tenga en cuenta el interés del
menor y el sentido educativo para éste.

La conciliación y la reparación

Recordemos como la ley 5/2000 define estos conceptos:

• La conciliación tiene por objeto que la víctima reciba una satisfacción


psicológica a cargo del menor infractor, quien ha de arrepentirse del daño
causado y estar dispuesto a disculparse. La medida se aplicará cuando el
menor efectivamente se arrepienta y se disculpe, y la persona ofendida lo
acepte y otorgue su perdón

• La reparación es el compromiso asumido por el menor con la víctima o


perjudicado de realizar determinadas acciones en beneficio de aquéllos o
de la comunidad, seguido de su realización efectiva

De estas definiciones se desprende que:

• el concepto conciliación está ligado al daño emocional recibido por la


víctima y las necesidades que se le han creado a nivel psicológico.

• el concepto de reparación está ligado al del daño material ocasionado y


que necesita de un acto constructivo (actividad a favor de la víctima) por
parte del menor infractor.

La ley 5/2000 al definir estos conceptos de forma separada, parece que


entienda y considere dos formas perfectamente diferenciadas e independientes
de daño. Parece no tener en cuenta que el daño sufrido por la víctima del delito
tiene, en todos los casos, componentes emocionales y materiales. Aunque en
cada caso se puede poner el acento más en uno que en el otro y viceversa.

A su vez, todas las víctimas, tienen características diferentes y sienten el daño


cada una de ellas de forma muy particular. Las definiciones de la ley 5/2000
parecen adelantarse a las necesidades (al definir estos conceptos de una
forma tan concreta) que puedan tener las propias víctimas y perjudicar un
proceso que necesita de la opinión y participación real de éstas.

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Por este motivo hay que tener en cuenta también la definición que hace de
estos conceptos La Real Academia Española:

• Conciliación: Acción y efecto de conciliar

• Conciliar: Componer y ajustar los ánimos de los que estaban opuestos


entre si. Concertar, poner de acuerdo.

• Reparación: Acción y efecto de reparar cosas materiales mal hechas o


estropeadas. Desagravio, satisfacción completa de una ofensa, daño o
injuria

• Reparar: Arreglar una cosa que está estropeada. Enmendar, corregir o


remediar. Desagraviar, satisfacer al agraviado.

De estas definiciones queremos remarcar especialmente dos conceptos:

• Ajustar los ánimos y acuerdo entre partes contrarias. Ambas provienen de la


definición conciliación.

• Acción para arreglar las cosas estropeadas, sean materiales o emocionales


(ofensa o injuria), que provienen de la definición de reparación.

Para simplificar y utilizar un único término para definir el objetivo básico del
programa, sólo utilizaremos el concepto de reparación. Consideramos que éste
define perfectamente bien todos los actos que debe realizar el infractor para
solucionar los daños emocionales y materiales sufridos por la víctima.

Para que una reparación sea completa debe tener en cuenta tanto el daño
material como el daño emocional o moral que ha sufrido la víctima. Los
actos que se lleven a cabo han de estar realizados por el autor de la infracción
y han de ser satisfactorios para la víctima. En el caso contrario no podremos
decir que haya habido una reparación real. La determinación de los actos
concretos a realizar en cada caso es conveniente que nazcan de un acuerdo
entre el menor infractor y la víctima del delito.

Una definición de mediación en el ámbito penal (Mª Begoña San Martín)

“En el caso de un conflicto de índole penal, la mediación consistiría en la


búsqueda, con la intervención de un tercero, de una solución libremente
negociada entre las partes de un conflicto nacido de una infracción penal. En este
ámbito, la mediación tiende, por lo general, a una conciliación extrajudicial entre
el autor de la infracción y la víctima en el marco de un encuentro, a una
despenalización y a lograr una reparación libremente consentida por ambas
partes.”

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LA MEDIACIÓN PARA LA REPARACIÓN

“Los programas de reparación necesitan la participación voluntaria y activa de


ambas partes con el fin de llegar a un acuerdo capaz de resolver el conflicto
que existe entre ellas. Implica la responsabilización del joven respecto a sus
propias acciones y a sus consecuencias, así como también un esfuerzo
encaminado a alcanzar la compensación a la víctima.”

El programa propone distintos tipos de objetivos relacionados con el infractor,


la víctima, la justicia y la comunidad:

• Responsabilizar al infractor de sus acciones y de las consecuencias que


de ellas se deriven, desde el reconocimiento de la existencia de la víctima
y su propia revalorización al reconocer su capacidad para reparar el daño
causado.

• Ofrecer a la víctima la posibilidad de participar en la resolución del


conflicto que le afecta, ser compensada por los daños sufridos y recuperar
la tranquilidad necesaria.

• Potenciar el restablecimiento de la paz social, a partir de la incorporación


en la justicia penal de elementos reparadores con relación a la víctima.

• Acercar la justicia a los ciudadanos a través de formas ágiles y


participativas para la resolución de los conflictos que también son de la
comunidad.

Para poder estructurar un programa de conciliación/reparación se tendrá que


tener en cuenta, tal como nos marca la ley 5/2000, el interés del menor y el
propósito educativo que tiene para éste.

Tal como se decía anteriormente, para que una conciliación/reparación sea


completa debe tener en cuenta tanto el daño material, como el daño emocional
o moral que ha sufrido la víctima. Además, los actos que se lleven a cabo
tienen que estar realizados por el autor de la infracción y tienen que ser
satisfactorios para la víctima.

La ley 5/2000 dice que se debe abrir una pieza separada sobre la
responsabilidad civil. Con esto nos indica que no hay que confundir la
indemnización a la víctima con el proceso de reparación desarrollado en este
programa, aunque en algunos casos la primera puede estar englobada en la
segunda.

Para que el joven entienda la realidad que le rodea y sea capaz de


desenvolverse correctamente en la sociedad, necesita el acompañamiento del
adulto en todo su proceso de maduración.

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El programa debe tener un contenido educativo, adaptado para adolescentes.
En esta intervención le ayudaremos a que se responsabilice de sus acciones y
actúe en consecuencia.

Generalmente los menores que llegan a la justicia después de haber cometido


un delito, no acaban de ser totalmente conscientes de las consecuencias de
sus actos. No sitúan el hecho claramente con relación al otro, el que ha sufrido
el daño. Para poder reparar tienen que tomar conciencia, asumir el resultado
de sus acciones y ser capaces de ofrecer alguna cosa válida para la parte
perjudicada, que ésta pueda sentirse satisfecha y en consecuencia reparada.
Por lo tanto, se tendrá que ofrecer a este menor un marco que le permita llevar
a cabo esta actuación.

La intervención del profesional en este programa, a diferencia de otros que


intervienen en el ámbito de la justicia juvenil, no está dirigida solamente hacia
el menor infractor, se amplia a la otra parte implicada en el delito: la víctima.

La víctima del delito no tiene en estos momentos suficiente espacio dentro de


la justicia penal. En el ámbito de menores su papel se reduce aún más, puede
actuar como testigo de los hechos, en los casos en que se le requiera como tal,
y sólo le queda el derecho a reclamar una indemnización por la vía civil.

En cambio, un programa dirigido a la reparación del daño, permite abordar el


problema nacido del delito en toda su dimensión y ofrece a la víctima el espacio
necesario para tener el protagonismo que le corresponde.

A partir de las premisas anteriores podemos decir, que para desarrollar el


programa se necesita una metodología que dé el máximo protagonismo a las
partes, a la vez que pueda aportarles elementos educativos, al menos al menor
infractor. La experiencia acumulada en este ámbito de actuación nos
demuestra que la mediación puede ser una herramienta válida para que menor
infractor y víctima, de común acuerdo, decidan los actos reparadores que
satisfagan sus intereses.

El programa de reparación a la víctima, utiliza las técnicas de la mediación y


permite a las partes ser protagonistas de sus actos y responsabilizarse de
ellos. Les permite tener una experiencia satisfactoria, demostrándoles que son
capaces de aprovechar al máximo sus propios recursos. La toma de conciencia
de esta experiencia es la que constituye el hecho educativo de aprender. Se
transforman las estrategias espontáneas en herramientas a reutilizar y los
elementos del saber descubiertos, tienen la posibilidad de ser integrados dentro
de uno mismo.

Vista así, la mediación entre autor del delito y víctima, puede ser útil para
ambos, más allá incluso de los beneficios concretos que puede aportar a cada
uno la reparación de los daños. El mediador, con su postura externa y neutral,
puede ayudarles a tomar conciencia de la experiencia que han tenido, para que
la elaboren y la reutilicen en el futuro sobre la base de las conclusiones que
ellos mismos han sacado. Podemos decir que con este proceso, ambas partes
han integrado nuevas herramientas que les permitirán desenvolverse mejor en

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el mundo que les rodea y abordar con más posibilidad de éxito los conflictos
que les afectan. Este programa aporta elementos educativos, no sólo al menor
infractor, sino también a la víctima, si ésta ha participado en todo el proceso de
forma activa.

El esquema de la reparación en el ámbito penal juvenil:

Educativo Educativo
El daño causado por el delito
AUTOR VÍCTIMA
La reparación del daño
Satisfacción Satisfacción


(la mediación como método)

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2. LOS ACTORES DE LA MEDIACIÓN EN EL ÁMBITO PENAL

EL MENOR INFRACTOR

El autor del delito será en este caso un menor de edad penal que ha cometido
un acto tipificado en el Código Penal como delito o falta. Por la ley 5/2000
mayor de 14 años y menor de 18 años.

Los menores infractores tienen en común el hecho de haber transgredido una


norma jurídica (delito o falta tipificada en el Código Penal) en un momento de
su evolución, la adolescencia, marcada por el cambio y la inestabilidad

Menores primarios: Conducta transgresora puntual. No existe necesariamente


una problemática social o personal.

Menores reincidentes: Conducta transgresora reiterada. Posiblemente existe


una problemática social, personal, familiar.

Características básicas de la adolescencia:

La adolescencia forma parte del proceso evolutivo normal del desarrollo de la


persona, y presenta una serie de hitos que es importante tener en cuenta.

La adolescencia se inicia en la segunda década de la vida, donde se presentan


una serie de desafíos evolutivos normales.

Es un periodo que abarca tres momentos, en él aparecen distintas


características que llevan al joven a la adultez.

En la primera adolescencia, entre los 11 y 13 años, los jóvenes deben


asimilar los cambios físicos asociados a la pubertad y lidiar con las reacciones
que su apariencia física produce en los demás. Comienzan a desarrollar la
capacidad de pensar y razonar en términos abstractos y, como no tienen
experiencia con estas nuevas herramientas, tienden a aplicarlas con torpeza.
Así, para muchos adolescentes este período implica una intensa cohibición.
La autoestima tiende a decaer, especialmente en las jóvenes que por primera
vez sienten la necesidad de ocultar ciertos aspectos de sí mismas para ser
aceptadas por los demás.

El encuentro de un lugar dentro del grupo de pares es importantísimo en esta


etapa. En el caso de los adolescentes más jóvenes, los pares brindan un punto
de referencia para su incipiente sentido de la identidad y permiten una
transición fluida cuando ya no impera la seguridad emocional del hogar. No
obstante, la conformidad con los pares es fundamental para estos
adolescentes, ya que todavía no son capaces de distinguir sus propios
pensamientos y sentimientos de los de sus compañeros. El aumento transitorio
de la presión para comportarse según lo que la cultura prescribe como
patrones “masculino” o “femenino” induce al desarrollo del proceso de

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 16


identidad de género y crea dificultades en los muchachos que no se adaptan a
estereotipos culturales en esa materia. (J. A. Micucci, 2005)

Durante la adolescencia media, entre los 14 y 16 años, los jóvenes deben


tomar decisiones importantes acerca de la manifestación de su sexualidad y la
distinción entre lo que está bien y lo que está mal. En estos momentos
comienzan a diferenciarse del grupo de pares y son más propensos a
apartarse de la conformidad real o imaginada con aquellos. Los grupos de
individuos del mismo sexo comienzan a desintegrarse a causa de la formación
de parejas entre varones y mujeres. A medida que los adolescentes se vuelven
más independientes, deben aprender a equilibrar su autonomía con su
responsabilidad ante sí mismos y ante los demás. La educación parental
“autoritativa”, (basada en la autoridad no en el autoritarismo), fomenta el
equilibrio porque brinda cariño y apoyo, pero al mismo tiempo se muestra firme
en la fijación de límites, que se negocian con el hijo.

Durante la última adolescencia, entre los 17 y los 19 años, el principal


desafío es la consolidación de una identidad, junto con el refinamiento de la
capacidad de experimentar y expresar la intimidad. Cuando se aproxima la
graduación en la educación secundaria, también se inicia la transición que
llevará el “irse de casa” en algunos casos por el inicio de estudios superiores.
Una época que para muchos jóvenes y sus familias puede estar colmada de
numerosas tensiones.

Desde siempre ha sido una etapa con una delicada relación con los adultos, tal
como escribía Sócrates en el siglo IV. AC

“Los jóvenes de hoy en día aman el lujo, tienen manías y desprecian la


autoridad. Responden a sus padres, faltan al respeto y tiranizan a sus
maestros”…

Condiciones de acceso al programa:

Hay que estudiar las posibilidades de llevar a la práctica el programa de


mediación y reparación en cada caso concreto y de forma individualizada. Para
que un menor pueda iniciar un programa se tienen que dar tres condiciones
básicas:

• Que el menor acepte su responsabilidad en los hechos. Esto significa que


asume haber participado en estos al menos en un cierto nivel y que se siente
responsable de los efectos de su acción.

• Que el menor muestre explícitamente su voluntad de reparar el daño


causado. Esto supone un interés por su parte en solucionar el conflicto y
estar dispuesto en realizar las acciones necesarias para ello. Esta
voluntariedad tiene que estar acompañada del consentimiento de sus padres
o responsables legales.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 17


• Que el menor tenga la capacidad necesaria para reparar el daño que él
mismo ha causado. Hablar de capacidad es hablar de aptitud, disposición,
competencia para hacer algo. También es importante la capacidad de
ponerse en el lugar del otro y de ofrecerle algún desagravio. Sus propias
carencias no deben impedirle asumir su responsabilidad frente a la víctima.

LA VÍCTIMA DEL DELITO

La definición de víctima según la Real Academia es

“persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita”

Esta definición, en el derecho penal es más restringida, y se integrar en un


binomio indivisible con el delincuente como causante del daño.

La Recomendación (2006) 8 del Comité de Ministros del Consejo de Europa de


14 de junio, recoge tres definiciones referidas a la víctima:

1.1 Se entiende por víctima toda persona física que ha sufrido un


perjuicio incluyendo un ataque a su integridad física o mental, un
daño moral o un perjuicio económico, causado por actos u
omisiones que violen el Derecho Penal de un Estado Miembro. El
término de víctima incluye asimismo, llegado el caso, a la familia
inmediata o las personas a cargo de la víctima directa.

1.2 Se entiende por victimización repetida la situación en la que una


misma persona es víctima de más de una infracción penal en el
curso de un periodo dado

1.3 Se entiende por victimización secundaria la victimización que


resulta, no directamente del acto criminal, sino de la respuesta
aportada a la víctima por las instituciones y los individuos.

Las víctimas del delito, a diferencia de los menores infractores, no forman un


grupo homogéneo. El único punto que tienen en común es haber sufrido las
consecuencias de un delito. Entre las víctimas podemos encontrar cualquier
persona física (adulto, joven o niño) sola o en grupo, negocio familiar, grandes
almacenes, empresas (públicas o privadas), escuelas, entidades sin ánimo de
lucro, colectivos de vecinos…

Este colectivo lo podemos dividir en dos grandes grupos:

• Por una parte están las empresas, grandes almacenes, determinadas


entidades públicas o privadas, la administración en general, que
normalmente sufren delitos como pueden ser robos, hurtos o daños.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 18


El daño que reciben no acostumbra a estar personalizado y por tanto el
perjuicio creado es de índole material. Estas víctimas están muchas veces
preparadas para esta eventualidad y suelen disponer de sistemas de
vigilancia, de algún tipo seguro, o integrar dentro de su economía las
pérdidas que puede conllevar la exposición a este tipo de delitos.

• Por otra parte están las personas físicas, colectivos de vecinos, negocios
familiares y algunas entidades integradas en la sociedad. En estos
colectivos la victimización es distinta. Sobre ellos pueden recaer además,
otro tipo de delitos como pueden ser lesiones, amenazas, robos con
intimidación o violencia, contra la libertad sexual…

En estos casos la víctima no sólo sufre las consecuencias directas del


hecho delictivo, si no que además sufre otro tipo de daños, morales,
psíquicos, sociales que frecuentemente quedan sin respuesta. La víctima
acostumbra a sentirse abandonada, incomprendida, tiene miedos, malestar,
rencores, que pueden aumentar su sentido de venganza.

Como consecuencia de la denuncia de un delito, a la víctima le toca sufrir


muchas veces una segunda victimización, la que se deriva de sus relaciones
con el sistema jurídico-penal. Las víctimas experimentan muchas veces el
sentimiento de estar perdiendo el tiempo, sufren la excesiva burocratización del
sistema o simplemente son olvidadas.

Los sentimientos expuestos anteriormente tienen que ser recogidos y


abordados para que puedan ser superados por la víctima. Esta necesita un
espacio donde estos sentimientos se puedan trabajar de forma constructiva.
Necesita un espacio distinto del que ha tenido tradicionalmente.

Condiciones de acceso al programa

De la misma forma que se estudia la viabilidad del programa con el menor


infractor, también se dan unas condiciones de acceso básicas para la víctima:

• Voluntad de participar en el programa. La víctima debe tener interés en


participar en el proceso teniendo en cuenta los requisitos para este.

• Capacidad necesaria y suficiente para participar en el programa. La aptitud


y predisposición para participar en una alternativa que por encima de todo
pretende el acercamiento y el diálogo entre las partes con el fin de lograr
una solución al conflicto.

• Asumir su propia responsabilidad en el proceso donde se halla. Se trata de


un compromiso de la víctima para con el proceso iniciado.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 19


Posicionamiento de las partes ante la denuncia:

De manera muy esquemática y sin entrar en analizar cada una de las


situaciones con las que nos podemos encontrar, estas serian las actitudes más
frecuentes de las partes ante la denuncia.

El menor infractor:

• Tendencia a no asumir la responsabilidad de su acción: negación,


minimización o justificación de los hechos
• Actitud de enfrentamiento con la víctima
• Creencia que mejora su situación si empeora la situación de la víctima
• Desconfianza hacia justicia
• Coacción del marco penal para la mediación
• Desconocimiento mediación

La víctima del delito

• Tendencia a potenciar su victimización: elevar al máximo las consecuencias


del delito
• Actitud de enfrentamiento con el infractor
• Creencia que mejora su situación si empeora la del infractor
• Desconfianza hacia justicia
• Recelo sobre lo que puede conseguir en marco penal
• Desconocimiento mediación

EL CONFLICTO EXISTENTE ENTRE ELLAS: EL DELITO

El motivo de nuestra intervención es la comisión de un delito por parte de un


menor de edad penal. Nuestra intervención estará marcada por el daño que se
ha causado a la víctima del delito, ya que el objetivo será la reparación de éste
daño por parte del menor infractor.

El acto a tener en cuenta, para el inicio de nuestra intervención, es un acto


tipificado por el código penal como delito o falta. Es un acto puntual, que tiene
que ser perfectamente delimitable.

Ahora bien, este acto puede tener unos antecedentes, unas repercusiones para
las partes implicadas, que van más allá del delito denunciado. Esto es
especialmente importante en los casos en que las partes se conocen y mantienen
una determinada relación.

Definimos como conflicto aquello que rodea al acto delictivo, desde el origen y
los motivos que lo producen hasta sus consecuencias y todas las
repercusiones que tiene para el autor y la víctima, sus respectivas familias y su
entorno social más cercano.

Trenczack dice que lo primordial no es tanto la infracción de la ley abstracta si


no la situación confusa provocada por problemas no resueltos.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 20


Distingue tres microniveles de conflictos específicos pero no excluyentes:

• El primero se refiere al acto cometido en sí mismo. La ira, el odio, la


frustración pueden sobrevenir a la víctima después de haber sufrido un
delito contra su persona. A parte del daño material y económico, está el
daño emocional. La víctima puede querer una compensación, lo cual es
contrario al interés del delincuente. Se ha roto el equilibrio tanto en la vida
de la víctima como en la del delincuente.

• El segundo está relacionado con los problemas que víctima y delincuente


hayan tenido anteriormente al delito. El delito puede ser el resultado y la
expresión de problemas preexistentes entre ellos. En los casos de conflictos
de larga duración entre dos personas, la línea delimitadora entre el papel de
delincuente y el de víctima es frecuentemente borrosa.

• El tercero tiene por objeto los problemas que una persona tiene con su
entorno (escuela, familia, trabajo, pareja) y los casos en que la víctima ha
sido agredida por coincidencia o en substitución de otra persona.

Normalmente estos tres niveles no se encuentran de forma aislada sino


entrelazados en una estructura compleja.

La mediación permite tener en cuenta todos estos aspectos. Facilita el


acercamiento entre las partes y el entendimiento entre ellas. Al tener en cuenta
la globalidad del conflicto existente, propicia que se puedan buscar alternativas
para la resolución del mismo, convirtiéndose en una herramienta útil y válida
para ambas partes.

Una misma situación no afecta a todo el mundo por igual. La mediación aporta
respeto a los sentimientos y vivencias de cada una de las partes, e intenta que
cada uno los pueda expresar. En cualquier caso, la definición del conflicto
corresponde a las partes. Es importante conocer el significado que tiene el
hecho para cada parte y validar los sentimientos que cada uno de ellos ha
experimentado.

A la hora de valorar para qué casos puede ser más válida la mediación hay que
tener en cuenta el factor “tiempo”. La mediación es un proceso temporal, por
tanto no se trata de hacer una valoración estática en un momento determinado,
si no contemplar la posibilidad de cambio dependiendo del tiempo transcurrido
y de los elementos que se vayan introduciendo.

Hay que tener en cuenta también la distancia relacional entre víctima y agresor
(C. Pelikan, The Austrian Juvenile Justice Act 1998):

• Delitos donde la víctima es una institución, por tanto anónima y distante en


su relación con el infractor

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 21


• Delitos donde se ha hecho un daño material a una persona no involucrada
en el acto delictivo.

• Delitos que se dan en una relación de corta duración, determinada por roles
sociales, como en el caso de delitos de tráfico o en el caso del pequeño
comercio.

• Delitos que suceden en una relación personal de distancia media: vecinos,


compañeros de trabajo o escuela,...

• Delitos situados en relaciones de distancia corta: amigos, familia o


relaciones íntimas.

Cada una de estas categorías puede estar diferenciada aun más si se tiene en
cuenta el tema principal del conflicto. La diferencia más importante es si se
trata de aspectos materiales o inmateriales, es decir “dinero” u “honor”.

En los conflictos surgidos en relaciones de corta distancia, se produce


inevitablemente una implicación emocional y afectación del honor o del orgullo.
Esto es especialmente importante en el caso de los jóvenes y difícilmente se
encuentra una compensación material.

Los aspectos de autoestima emocional y la defensa de su posición social


pueden influir en la compensación material en los conflictos de vecinos.

Los conflictos de familia son de una calidad emocional diferente y no se


analizan desde el punto de vista de honor y orgullo. Están implicados los
sentimientos de vinculación y dependencia, amor y miedo.

Cuando hay una gran distancia relacional el problema es establecer una


relación mínima para atribuir un significado y sentido al esfuerzo compensatorio
del joven agresor.

EL PROFESIONAL RESPONSABLE DEL PROGRAMA

El profesional responsable del programa tiene que jugar a la vez, dos roles que
pueden ser contradictorios:

Profesional al servicio de la instancia judicial

El profesional debe proporcionar a la instancia judicial la información necesaria


para poder validar el resultado del programa y su valoración al respecto:

• Sobre el programa desarrollado (viabilidad-valoración)


• Sobre el autor: él es el objeto del trabajo.

Tiene que tomar un posicionamiento respecto al programa:

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 22


• Valoración positiva o negativa
• Decidir sobre la participación de la víctima o no

Esta realidad da al profesional responsable un poder importante.

El mediador

Según J.F Six, la mediación es una acción llevada a cabo por un “tercero”, entre
personas o grupos que consienten libremente, participan y a los cuales
corresponderá la decisión final. Está destinada a hacer nacer o renacer entre
ellas relaciones nuevas, sea para prevenir o curar relaciones perturbadas.

Los elementos fundamentales en esta definición son: tercero, no-poder, catálisis,


comunicación.

• El tercero, se sitúa fuera del conflicto. Ello le permite intervenir desde un


posicionamiento estrictamente independiente respecto a los protagonistas y
tomar distancia ante el conflicto y las partes.

• El no-poder es el fundamento sobre el que descansa la libertad de las


partes en la mediación. El mediador no decidirá sobre el resultado final,
serán las partes las que buscarán la solución.

• El mediador es un catalizador que ayuda a las partes a interaccionar, a que


reaccionen y puedan trabajar conjuntamente.

• El mediador facilita la comunicación entre las partes, un objetivo


importante a lograr.

La mediación, ofrece básicamente la posibilidad de hablar. La función del


mediador es la organización de un espacio y un tiempo para que las partes
puedan hablar entre sí. Si partimos de la base que entre las partes existe un
conflicto (el relacionado con el delito que se ha cometido), encontramos que:

• La comunicación entre ellas no existe (se desconocen) y es difícil que se


establezca, o existía anteriormente y se ha roto (son conocidos), como
consecuencia del delito y del daño (físico, material, moral) que se ha
producido.

• El conflicto existente entre las partes genera desconfianza entre ellas. Esta
a su vez genera la imposibilidad inicial de crear o recrear el canal de
comunicación entre ellas.

Para que las partes puedan hablar de forma constructiva, necesitan tener un
mínimo de confianza entre ellas y para ello es preciso:

• Tener la capacidad de espera y darse una oportunidad mutuamente.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 23


• Tener la expectativa de que los acuerdos se cumplirán satisfactoriamente.

Para desarrollar su función el mediador debe hacer básicamente dos cosas:

1. Estructurar un espacio-tiempo

Este se conforma a través de entrevistas por separado con las partes,


encuentros entre ellas, que se desarrollan en un determinado espacio y un
determinado tiempo de duración. También existe, y es importante, un
tiempo de espera entre cada una de las reuniones que se celebran. Todo
ello significa un proceso, que sigue un ritmo establecido.

Durante este proceso deben irse desarrollando los cambios que favorezcan
un acercamiento de las partes, que, a su vez, permita llegar al trabajo
conjunto y a los acuerdos.

2. Generar el clima adecuado

El mediador tiene que crear un clima de seguridad y calma que genere


confianza. El necesario para que exista el respeto mutuo y que cada una de
las partes muestre su propia realidad y se implique en la solución del
conflicto.

OTROS AGENTES QUE INTERVIENEN EN EL PROCESO

En un conflicto puede haber múltiples actores. Son actores aquellos que tienen
un interés en el resultado del conflicto y los que pueden condicionar el resultado
con sus actos.

Para que una mediación se pueda llevar a cabo, se necesitan dos partes (1 y 2) y
un mediador (3) que medie entre ellas y la conduzca. Cada parte puede estar
compuesta por una sola persona o un grupo. De la misma manera el rol del
mediador puede ser ejercido por una sola persona o por un equipo trabajando de
forma conjunta.

Ahora bien, en un proceso de mediación puede haber otros agentes que pueden
estar implicados de forma más o menos directa en un proceso de mediación. Hay
que analizar que lugar les corresponderá ocupar y en que momento, partiendo de
la base que tienen un posicionamiento diferente al de las partes y al del propio
mediador.

Le corresponde al mediador decidir en que espacios y de que modo podrán


participar en el proceso de mediación. Estos otros agentes pueden ser, la familia,
los abogados, la policía, los jueces, los trabajadores sociales, la comunidad en
general.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 24


Cada uno de ellos puede tener una intervención/interés en:

• La derivación de las partes a la mediación


• Alguna de las partes
• El resultado de la mediación

Estos actores los podemos estructurar en tres grupos básicos:

1. Actores que facilitan la derivación a la mediación

Son actores no implicados en la situación que necesita ser mediada. Son


conocedores de la mediación en general y del Servicio de Mediación donde
se va a derivar el caso. Su implicación empieza antes del inicio del proceso
de mediación. Su función se centra en:

• dar información básica


• ayudar a las partes a que conecten con la utilidad de esta alternativa.

2. Actores cercanos a alguna de las partes

Son actores implicados de alguna manera con una de las partes. Cada
parte tiene sus propios actores cercanos, que pueden ser diversos y en
determinadas ocasiones, imprescindibles para llevar a cabo una mediación,
por ejemplo: los abogados y los padres en el ámbito penal juvenil.

Su participación se da a lo largo del proceso de mediación y su relación con


las partes puede ser a título personal o profesional.

3. Actores a quienes corresponde validar el resultado de la mediación

Son actores que tienen una implicación con la situación que va a ser
mediada. Son conocedores de la situación inicial y les interesa sobretodo el
resultado del proceso de mediación. Les corresponde mantener una
equidistancia con las partes.

Su función es tomar decisiones sobre el tema que ocupa a las partes. Se


colocan en una situación de espera y en función del resultado de la
mediación tomaran una decisión u otra. El fiscal y el juez de menores
ocupan esta posición en el ámbito penal juvenil.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 25


3. LA DINÁMICA DEL PROCESO
La mediación en el ámbito penal juvenil se desarrolla, como toda mediación, a
lo largo de un proceso donde la función del mediador consiste en estructurar
este proceso y crear el clima necesario para facilitar a las partes un
acercamiento que les permita abordar su conflicto de forma conjunta y
encontrar las soluciones que permitan la reparación del daño.

El proceso se estructura en tres fases:

1. Estudio de viabilidad

Es el momento donde el mediador contacta con las dos partes. Se hacen


entrevistas por separado con cada una de ellas y se trabajan básicamente
dos aspectos:

• la información sobre la posibilidad de un programa de mediación y


reparación
• los elementos que permiten valorar la viabilidad de la mediación: asumir
la propia responsabilidad, la voluntad de participación y la capacidad
para hacerlo

2. Desarrollo de la mediación

Es el acompañamiento que hace el mediador para facilitar el acercamiento


de las partes y la comunicación entre ellas para fomentar que:

• éstas puedan abordar el conflicto y encontrar alternativas para la


reparación del daño.
• los acuerdos entre ellas permitan la reparación de este daño.

3. Materialización de acuerdos e información a la instancia judicial

El proceso de mediación acaba con un resultado, y el deseado en el ámbito


penal es un acuerdo que permita la reparación del daño. La finalización del
programa necesita:

• el seguimiento del cumplimiento efectivo de los acuerdos


• la información posterior a la Fiscalía o Juzgado de Menores, para la
validación del programa realizado

1. Estudio de viabilidad

En esta fase, se mantiene el contacto con las dos partes (infractor y víctima)
por separado, con el objetivo de conocer las posibilidades reales de llevar a
buen término el programa y crear las condiciones para el dialogo entre las
partes.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 26


A diferencia de otros ámbitos donde se aplica la mediación, en el ámbito penal
en general y en el juvenil en particular, el proceso necesita poder ofrecer un
espacio independiente a cada una de las partes. Hay que tener en cuenta que
el punto de encuentro entre infractor y víctima es un acto delictivo que
seguramente ha generado entre ellos sentimientos de desconfianza, recelo y
miedo. En la víctima aparece a menudo, el miedo a que los hechos se vuelvan
a repetir durante el proceso de mediación. En el menor infractor, el miedo a que
la víctima aproveche el espacio de mediación para su venganza personal
contra él.

El proceso empieza manteniendo un contacto con el menor infractor, ya que él


es el objeto principal del trabajo. El programa sólo se ofrecerá a las víctimas del
cuando un menor esté dispuesto y sea capaz de llevar a buen término un
programa de reparación. De esta manera se intenta evitar la frustración de
crear unas expectativas que después no serán cumplidas y una nueva
victimización.

Las partes no se podrán encontrar en un espacio común, hasta que la


confianza en el mediador y en el método que éste utiliza, les dé garantías de
que pueden obtener algo útil para la solución del conflicto. Las partes necesitan
ver al mediador como una persona que actúa de forma neutral, que no se
posiciona a favor de ninguna de ellas y así darle el reconocimiento necesario
para conducir el proceso en el que se les ha invitado a participar.

Solo a partir de este punto, podrán tener la confianza necesaria en ellas mismas
y en sus capacidades, para implicarse plenamente en el proceso y participar en él
activamente.

El mediador empieza por ofrecer, en la entrevista individual con cada una de


ellas, información sobre el funcionamiento de la justicia juvenil en general, las
características del programa en particular y el rol que desempeñará durante
todo el proceso. Sin esta información, las partes difícilmente se podrán
comprometer al programa y sus requisitos para un buen funcionamiento.

También estudia si se dan las condiciones óptimas para iniciar un programa


concreto. Es el momento de conocer los hechos, como los viven y definen, ver
la capacidad de las partes para ponerse en el lugar del otro. Observar su
capacidad para hacer aportaciones concretas, su interés en participar de forma
activa en la solución del conflicto. Todo esto sin adelantarse ni perjudicar el
espacio del encuentro, que es donde realmente se debe abordar el conflicto en
toda su dimensión.

2. Desarrollo del programa

En esta segunda fase, si es conveniente y si las partes así lo quieren se


produce el acercamiento y encuentro entre ellas.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 27


Con en el encuentro se crea un espacio de comunicación que permite a ambas
partes hablar de su situación, de sus motivos, de las repercusiones que han
tenido los hechos. Cada una tiene que hacer un esfuerzo para poder entender
al otro. Se crea un espacio de atención y escucha y reflexión sobre las
aportaciones que hace cada cual. En esta interacción puede cambiar la imagen
negativa, agresiva, dañada, posiblemente vengativa, que podía tener en un
primer momento uno del otro. Esta imagen cambia al comprobar los aspectos
positivos que aporta cada uno de ellos en este espacio.

Abordar y clarificar los hechos es importante para poder entender la situación


en la que se encuentran. El infractor puede explicar, razonar y rectificar sobre
su conducta. La víctima al conocer los motivos de tal comportamiento puede
evitar crearse fantasías. A su vez puede explicar las repercusiones que estos
hechos han tenido en ella. El infractor puede ver en toda su dimensión los
resultados de su acción, cerrando un círculo que permite descubrir una nueva
realidad que no hubiesen podido descubrir ellos solos. El encuentro entre ellos
permite valorar por uno mismo si las explicaciones que se piden y dan, son
sinceras o no. Este es el primer paso para que las partes recuperen la calma y
se dispongan a trabajar hacia el futuro.

El trabajo del mediador consiste en ayudar a que las partes hablen entre ellas,
a que se expresen, sin restarles protagonismo. En general se trata de
situaciones tensas que bloquean a las personas, sobretodo a los adolescentes,
que se quedan callados y sin palabras. Hay que evitar convertirse en portavoz
de la persona con dificultades y utilizar la imaginación y las técnicas a nuestro
alcance para conseguir que se exprese por ella misma. En definitiva el
mediador les ayudará a construir un relato conjunto y diferente al que tenían
antes de iniciar el proceso, poniendo la máxima atención en dos factores:

• La creación de un clima de confianza que permita la comunicación


entre ellos

• La estructuración y conducción de un proceso que permita la


colaboración mutua

Por este motivo son tan importantes, los momentos de espera, la acogida de
las partes, la disposición de la sala donde se realizará el encuentro, la
ubicación de las personas, las presentaciones, el lenguaje y el tono utilizado, la
escucha activa, el respeto y todos aquellos aspectos que ayuden a las partes a
sentirse cómodas y en disposición de trabajo para abordar la situación que les
afecta.

Con sus preguntas les ayuda a poner orden en sus relatos, a diferenciar los
temas importantes de los que no lo son, a respetar el turno de palabras y las
opiniones diferentes, a negociar y a pactar.

Dirigir un proceso no significa necesariamente la utilización de una metodología


muy intervencionista, a veces se puede mantener una actitud muy activa y en

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 28


otras más pasiva. Hay muchas formas de conducir el proceso y hay que buscar
para cada situación la estrategia más adecuada.

Cuando un joven escoge esta vía se compromete a enfrentarse a una situación


que tiene que asumir y arreglar. Tiene que dar una versión de los hechos
coherente, que dé a la víctima la idea real que asume su responsabilidad y que
da el primer paso para solucionar el conflicto.

La víctima necesita racionalizar los sucesos para poder superar el trauma


sufrido y encontrar el camino para reorganizar con tranquilidad su vida. La
reparación del daño, significa para ella, poder dejar en el pasado una
experiencia negativa, pero comprendida y superada.

Asumir la responsabilidad significa una toma de conciencia por parte del


infractor de los actos realizados y las consecuencias que estos tienen para la
víctima. El encuentro significa un espacio donde las partes podrán aportar
elementos, desde los diferentes puntos de vista de cada uno, que ayuden a
esta toma de conciencia. La mediación, al devolver el protagonismo a las
partes y dejar al mediador en la función de conductor del proceso, evita que el
menor infractor quede en una posición pasiva y le invita a hacer él mismo el
esfuerzo que requiere el programa.

Pero asumir la responsabilidad no significa solamente la toma de conciencia,


implica asumir y responder por lo que uno ha hecho. El infractor debe realizar
las actuaciones necesarias para reparar el daño causado. El hecho de que sea
él mismo quien aporte ideas reparadoras y las lleve a cabo es un acto de
reparación en sí mismo y válido para la víctima ya que le da credibilidad y
confianza en que los hechos no se repetirán en el futuro.

Los acuerdos a los que pueden llegar las partes en el encuentro pueden ser
muy variados y a título de ejemplo pueden consistir en:

• Un intercambio de explicaciones dadas mutuamente, con todas las


posibilidades sobre su punto de vista sobre los hechos pasados, su
situación actual y los deseos o compromisos de futuro.

• Un pacto para la restitución material de los daños: una indemnización


económica, una reparación del objeto dañado o una prestación en
beneficio del perjudicado.

• La realización de una actividad en favor de la comunidad, donde la


víctima valora el esfuerzo del menor infractor, reconociéndole
explícitamente su predisposición.

• La renuncia de la víctima a su derecho a la indemnización a cambio


que el menor infractor haga entrega de la cantidad acordada a una
entidad sin ánimo de lucro.

• La entrega o intercambio de regalos o de algún detalle que sirva para


mostrar a una parte la actitud conciliadora de la otra.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 29


• Una combinación de las anteriores.

• Otras, en función del conflicto a resolver y el criterio de las partes.

3. Materialización de acuerdos e información a la instancia judicial

En esta fase, la mediación ya ha finalizado, pero el programa aún no. Los


acuerdos nacidos del proceso de mediación deben llevarse a la práctica para
que la reparación sea una realidad.

El hecho de que ambas partes participen directamente en la materialización de


los acuerdos hace que sean más fácilmente asumidos. La mejor garantía de su
cumplimiento es que se han construido a partir del convencimiento de haber
llegado al mejor acuerdo posible entre ellos.

El mediador hará un seguimiento del cumplimiento de estos acuerdos. El


programa se acaba cuando las partes muestran explícitamente su satisfacción
y dan el conflicto por solucionado. En este momento el mediador está en
disposición de informar a la instancia judicial del resultado del proceso seguido.

El esfuerzo realizado, tanto por el menor infractor como por la víctima tiene
beneficios para ambos. El resultado positivo de un programa de reparación
provoca satisfacción cuando comprueban la propia capacidad para resolver sus
problemas y además de permitir la revalorización de cada uno, les muestra un
modelo útil de resolución de conflictos.

El mérito es de las partes, el fracaso también, pero este tiene que servir para
analizar los motivos y obtener un aprendizaje.

El resultado del programa debe ser enviado, según sea la vía de acceso al
programa utilizada, a la fiscalía de menores en el caso del artículo 19 de la L.O
5/2000 o al juzgado de menores correspondiente, en el caso del artículo 51 de
la L.O 5/2000.

A la instancia judicial corresponde la validación del programa cuando este haya


sido valorado positivamente por el equipo de mediación. En el caso del artículo
19, cuando los hechos corresponden a una falta o delito menos grave, el fiscal
podrá proponer un sobreseimiento y archivo definitivo del caso. Si el delito es
más grave, pedirá la continuación del proceso, sin perjuicio de que en el
momento de la vista se tenga en cuenta la reparación del daño producido a la
hora de tomar una decisión. En el caso del artículo 51, el juez, que en su
momento había dejado en suspensión la pena impuesta, decidirá si la deja sin
efecto o por el contrario utiliza la reparación del daño como un atenuante.

En el caso de una valoración negativa, o bien continua el proceso judicial


(art.19) o deja de estar en suspenso la medida impuesta para su efectivo
cumplimiento (art.51)

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 30


Programas sin participación de la víctima

En determinadas ocasiones, a pesar de contar con un menor dispuesto y


capacitado para desarrollar un programa de reparación a la víctima, no es
posible su realización en los términos descritos anteriormente, por motivos que
tienen que ver con la víctima. Esto es así, básicamente por tres motivos:

• No es posible conectar con la víctima, ya sea porque se desconoce quién


es o porque no responde a los diferentes intentos del mediador para
contactar con ella.

• La víctima no quiere entrar en el programa por no tener ningún interés


especial.

• El mediador no cree conveniente su participación en el programa por no


estar capacitada para ello, por ejemplo por estar movida exclusivamente
por sus ánimos de venganza.

En estos casos, la ley orgánica 5/2000 permite estructurar un programa sin la


participación de la víctima.

Es cierto que la reparación no se puede dar si no ha habido una participación


de la víctima y si ésta no ha recibido el beneficio de los actos realizados por el
menor infractor. Tampoco ha habido un proceso de mediación, ya que el
profesional responsable del caso no lleva a cabo una acción entre las dos
partes implicadas en el conflicto derivado del delito.

Ahora bien, estructurar un programa sin víctima que tenga en cuenta los
conceptos que se manejan en los programas en que ésta sí participa de forma
directa, tiene repercusiones positivas para el menor infractor, ya que le ayuda a
entender mejor la dimensión del delito cometido y las repercusiones que puede
tener éste para otras personas. Se está trabajando la idea de la existencia del
otro, de la existencia de las normas sociales y de la necesidad de respetarlas.

En estos casos, igual que en los anteriores, una vez acabado el programa, se
informa a la instancia judicial para que lo tenga en cuenta y lo valide. A partir de
aquí Fiscalía de Menores puede pedir el cierre y archivo definitivo del caso.

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 31


FISCALÍA DE MENORES
Delitos/14-18 años EQUIPO TÉCNICO JUICIO DE MENORES
Petición Informe Técnico Informe Absolución
Valoración Reparación Vict. Socioeducativo Medida educativa

EQUIPO MEDIACION
Información Just.
Juvenil
Estudio Viabilidad

ENTREVISTA MENOR INFRACTOR ENTREVISTA VÍCTIMA


Estudio Viabilidad Programa Estudio Viabilidad Participación
Responsabilidad/Voluntad/Capacidad Voluntad/Capacidad

VALORACIÓN FASE CONTACTO


Fase de Desarrollo del Programa

PROGRAMA CON PARTICIPACIÓN VICTIMA PROGRAMA SIN PARTICIPACIÓN VICTIMA


• Encuentro entre partes • Rescate del Interés Reparador
• Acuerdos Reparadores • Actividad Educativa
• Cumplimiento de Acuerdos

VALORACIÓN FINAL del


PROGRAMA
POSITIVA/NEGATIVA

FISCALÍA DE MENORES
SOBRESEIMIENTO
CONTINUACIÓN DEL PROCESO JUDICIAL

La mediación y la reparación en el ámbito penal juvenil Ana Nogueras enero 2013 32

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