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FACTORES DE EXCLUSIÓN
Las diferentes tareas llevadas a cabo durante el proyecto nos han permitido
contrastar las tres hipótesis a partir de las cuales se formuló este trabajo. El acceso a
la bibliografía especializada en los diferentes temas tratados, la consulta de otros
estudios previos y, muy especialmente, el intenso trabajo de campo llevado a cabo
en Barcelona, nos ha dado la posibilidad de constatar que nuestros planteamientos
de partida eran acertados: Tal y como planteábamos, los procesos de exclusión son
fenómenos dinámicos y multidimensionales. Generalmente, no es un único factor lo
que lleva a una persona a la pobreza y la exclusión, sino la interconexión entre varios
factores. Así, resulta característico el hecho de que cuantos más factores de
exclusión, mayor es el riesgo para la persona que los sufre de estar efectivamente
excluida. De esta manera, en la realidad social nos encontramos con situaciones
complejas en las que están operando varios elementos.
Para dar mayor validez a esta constatación, no estaría de más ampliar este estudio a
través de investigaciones comparativas que pudieran mostrar esta realida
desarrollando un trabajo de campo igualmente amplio con población masculina.
Conscientes de que no hemos desarrollado esa vía de exploración, consideramos
que la información obtenida en este proyecto es más que suficiente para validar la
hipótesis.
Rentas:
- Tener bajos ingresos y menos posibilidades de acceso a la renta
Derechos de ciudadanía:
- No tener acceso a los derechos de ciudadanía
- Depender de la relación familiar para acceder a los derechos de ciudadanía
Minorías étnicas:
- Pertenecer a una minoría étnica estigmatizada
Formación para el empleo:
- Tener un bajo nivel formativo
- No tener acceso a una formación ocupacional adecuada a sus necesidades y que
realmente capacite para el empleo y para competir en el mercado laboral
- El no reconocimiento de las trayectorias formativas y laborales previas a la
migración
- Llevar a cabo ciclos formativos que conducen a guetos ocupacionales y a empleos
no cualificados.
Empleo:
- Tener un empleo de baja calidad y fuera del mercado de trabajo regulado.
- Trabajar en condiciones laborales de precariedad y de desprotección social.
- Tener limitaciones para acceder al empleo fuera de ciertos guetos ocupacionales
- Tener menores salarios por trabajar en nichos ocupacionales de mayor
concentración femenina
- Sufrir desempleo, y desempleo de larga duración
- Trayectorias laborales intermitentes
- Tener una edad no preferente para el mercado laboral
Cargas familiares:
- Responsabilidad no compartida del cuidado de las personas dependientes
- Redes de apoyo social sean débiles o inexistentes
- Pertenecer a un modelo de familia diferente al hegemónico
- Trabajar y realizar tareas que no son valoradas socialmente
Vivienda:
- Tener dificultades de acceso y mantenimiento de una vivienda digna
- Vivir en barrios-gueto, en zonas degradadas
Salud:
- Desatención a la salud específica de las mujeres
- Tener dificultades de acceso a los recursos preventivos
- Tener dificultades de comunicación con los servicios y personal sanitario
Ocio y relaciones sociales:
- No tener posibilidades de acceso a espacios de ocio y a relaciones sociales
- No poder participar en la “red social” en condiciones de igualdad Se trata, como
venimos diciendo, de toda una ser ie de factores que pueden darse de forma aislada,
pero que frecuentemente aparecen combinados entre sí.
El factor más frecuentemente mencionado en los estudios sobre pobreza y exclusión
social es el que hace referencia a los ingresos.
Tener bajos ingresos genera situaciones de pobreza. Además, es importante
contemplar las posibilidades desiguales de acceso a la renta no solo a nivel general,
sino también dentro de la familia.
Esto responde a que hemos podido observar que, aunque los ingresos personales de
una mujer sean de una cantidad determinada, el reparto de esos ingresos dentro de
la familia puede realizarse de tal modo que ella sea finalmente quien menos los
disfrute a nivel personal.
En cuanto a los derechos de ciudadanía, cuando una persona no tiene acceso a ellos
implica que, oficialmente, no existe para esa sociedad. No puede hacer uso de los
servicios públicos ni organizar su vida en un mundo que de entrada le cierra las
puertas para participar en prácticamente cualquier ámbito, e incluso le impide
disfrutar de los derechos fundamentales. La exclusión legal en este caso produce la
exclusión social.
En el caso de muchas mujeres inmigrantes extracomunitarias, el acceso a los
derechos de ciudadanía depende de la relación con algún familiar, normalmente su
marido, imposibilitándole desarrollar proyectos propios de forma independiente
durante un periodo determinado. De esta manera, las leyes de extranjería hacen
oficial la desigualdad de géneros en detrimento de las mujeres y favorecen el
mantenimiento de la relación matrimonial incluso en situaciones que pueden ser
desesperadas para las mujeres, como en los casos de violencia doméstica.
Además de la situación legal, pero no siempre vinculado a ella, el hecho de
pertenecer a una minoría étnica estigmatizada actúa como importante factor de
exclusión. En sociedades que tienden hacia la homogeneización cultural y la falta de
reconocimiento de todo lo que no se ajusta al modelo hegemónico, la diferencia es
objeto de discriminación. Muchas persona se ven excluidas de los más diversos
ámbitos por este motivo.
En relación a la formación para el empleo, tener un bajo nivel formativo es hoy en día
un directo factor de exclusión en relación al mercado laboral, que cada vez es más
especializado y competitivo. De igual manera, los currículums formativos que no se
ajusten a las necesidades del mercado no servirán para acceder al empleo. Existen
trayectorias formativas que, ya de entrada, solo harán posible la incorporación de las
personas a empleos no cualificados en ciertos guetos ocupacionales. Esta es una
realidad para muchas mujeres que, a pasar de haber dedicado tiempo y esfuerzo a la
formación, se encuentran en situaciones de gran precariedad porque dicha formación
solo les abre las puertas a determinados sectores del mercado (hostelería, cuidado
de personas, etc) y en posiciones no cualificadas.
Para las mujeres inmigrantes extracomunitarias el principal factor de exclusión en
este ámbito es la falta de reconocimiento oficial de los estudios realizados en sus
países de origen, que no les son homologados una vez en Europa. Así, personas con
gran cualificación y experiencia, no pueden acceder a empleos que se ajusten a su
perfil, teniendo que comenzar desde cero su formación.
Los factores identificados en relación al empleo son numerosos, ya que este es un
ámbito fundamental para la inclusión social de las personas. Como venimos
mencionando, y por causas diversas (desde la baja cualificación, hasta la
discriminación étnica o de género) muchas mujeres ven limitadas sus posibilidades
de acceso al mercado laboral a determinados sectores profesionales caracterizados
por la precariedad. Frecuentemente se trata de empleo que está fuera del mercado
regulado, con lo cual estas mujeres carecen de cualquier tipo de protección laboral.
Los nichos ocupacionales menos cualificados y más precarios suelen caracterizarse
por tener una mayor concentración de mujeres. En sentido inverso, la feminización
de un sector hace que este se desvalorice, bajando sus salarios e imponiendo
condiciones aún perores a sus trabajadoras. Se produce así un círculo cuyo
resultado directo es la exclusión de las mujeres. Otro factor de exclusión en este
ámbito es la intermitencia de las trayectorias laborales de muchas mujeres. La
maternidad y, en general, el rol de género que les asigna la función de cuidadoras de
los otros/as, hace que en diferentes momentos a lo largo de su vida las mujeres
abandonen su carrera profesional para dedicarse a esas otras labores, apenas
compartidas ni apoyadas por otros agentes sociales, lo cual imposibilita conciliar
ambos ámbitos. La consecuencia es la ruptura cada cierto tiempo de trayectorias
laborales, que luego serán más difíciles de retomar.
Un elemento adicional que condiciona la inclusión o exclusión de las mujeres en el
mundo laboral es la edad. Estar fuera de la franja preferente para el mercado, esto
es, por encima o por debajo del intervalo 18-35, supone tener mayores dificultades
para encontrar un empleo. Pero el factor de exclusión por excelencia en lo que se
refiere a este ámbito es el desempleo, cuyas principales víctimas son las mujeres tal
y como mencionan todas las estadísticas. Cuando el desempleo es de larga
duración, las posibilidades de incorporación al mercado laboral son aún menores.
En lo que se refiere a las cargas familiares, cuando el cuidado de las personas
dependientes -esto es niños y niñas, pero también personas mayores, personas
enfermas, etc.- no se lleva a cabo de forma compartida, son las mujeres quienes lo
asumen según viene asignado por el rol tradicional de género, como ya hemos
mencionado. Esta tarea de cuidadoras suele desarrollarse en detrimento de otras
(empleo, formación, ocio...), lo que a menudo conduce a las mujeres a estar
excluidas o a participar en condiciones desiguales en determinados ámbitos.
Mientras en muchas culturas existe una gran solidaridad entre mujeres y tradición de
redes de apoyo para el cuidado de las personas dependientes, no ocurre lo mismo
en la sociedad europea. La carencia de estas redes, sumada a la falta de apoyos
institucionales, hace que dicha responsabilidad se asuma por las mujeres a nivel
individual, con las consecuencias que acabamos de comentar.
Además, nuestra sociedad está organizada tomando como modelo de familia el
modelo tradicional (formado por una pareja hetero sexual con sus hijos e hijas), y
cuando una mujer pertenece a una familia que no se corresponde a ese parámetro,
encuentra aún más dificultades para poder desarrollar su vida en igualdad de
condiciones con otras personas. Esto resulta especialmente relevante para las
mujeres a cargo de familias monoparentales.
A pesar de ser fundamentales para el mantenimiento y reproducción de la sociedad,
los trabajos no remunerados realizados por las mujeres (trabajo doméstico, cuidado
de las personas, etc) no son valorados socialmente. El desprestigio de quienes llevan
a cabo dichas tareas resulta injusto si tenemos en cuenta el enorme valor que estas
suponen, también a nivel económico. Invisibilizar este valor implica condenar a
muchas mujeres como si estuvieran al margen de nuestra sociedad, cuando lo cierto
es que ellas, a costa de elevados costes personales, la mantienen y la hacen posible.
En el ámbito de la vivienda, hemos identificado dos factores de exclusión
fundamentales. Por un lado, muchas mujeres afrontan dificultades para acceder y
mantener una vivienda digna. Esto implica tener que vivir en malas condiciones (de
higiene, de espacio, de conviviencia, de intimidad, etc) lo cual supone graves
consecuencias para las personas a diferentes niveles. Siendo un derecho
fundamental, existe una importante vulneración del mismo, ya que hoy por hoy tener
un hogar en buenas condiciones resulta más bien un privilegio.
Además, el residir en un barrio gueto también es un importante factor de exclusión.
En estos barrios los precios de la vivienda son más baratos y suele existir una gran
concentración de colectivos en riesgo de exclusión. Son zonas que están degradadas
y descuidadas por parte de las instituciones y donde el conflicto social puede ser
mayor, debido a la competencia de sus habitantes por los recursos escasos. Estas
condiciones de vida dificultan la participación en igualdad de condiciones de muchas
mujeres en diferentes ámbitos, y generan exclusión.
En relación con la salud, existe una desatención generalizada a la salud específica
de las mujeres, tanto a nivel de la investigación sanitaria que se lleva a cabo como al
nivel de la respuesta directa a las necesidades y problemas planteados por las
mujeres en relación a su estado de salud.
Necesidades que requerirían de tratamientos más integrales y ajustados a las
situaciones personales.
La falta de cuidados preventivos (fruto de diferentes variables) hace que muchas
mujeres se vean imposibilitadas de disfrutar de una buena salud, que tratan más en
casos de urgencias que a través de un seguimiento continuado.
Además, las dificultades de comunicación manifestadas por muchas mujeres en
relación al personal sanitario –por cuestiones de idioma, de diferencia
cultural, por actitudes de no-escucha, por falta de tiempo, etc- no facilitan la
confianza y el buen uso de los servicios sanitarios existentes.
Para terminar, y en lo que se refiere al ocio y las relaciones sociales, los problemas
para acceder a espacios de ocio y las dificultades para establecer relaciones con
otras personas, conducen a muchas mujeres a la soledad y al aislamiento,
excluyéndolas de una participación satisfactoria en la sociedad.
GRUPOS VULNERABLES
Definición
Una acepción más amplia refiere que, en general, los grupos mencionados,
alimentariamente por definición, viven en condiciones de pobreza extrema. Los
ingresos de los pobres extremos no les permiten adquirir una cantidad suficiente de
alimentos para poder desempeñar sus actividades económicas y sociales
satisfactoriamente. En consecuencia estos ingresos tampoco les alcanzan para
atender el resto de sus necesidades básicas como salud, vivienda y educación.[5]