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Alejandro Esteban Carrasco Luna

Ensayo N°3
I
Harvey Kaye en su revisión critica de la obra de los principales historiadores marxistas
británicos, ofrece la tesis de que, además de sus contribuciones individuales y colectivas a la
historiografía, los historiadores marxistas británicos representan una tradición teórica. Sus
argumentos son, al menos cinco: 1) han sido participes de una problemática teórica común.
Han intentado trascender la estricta noción económica de clase y llegar a solucionar el
problema de la base y superestructura que ha dominado al marxismo desde sus comienzos.
Los historiadores marxistas británicos se han esforzado en desarrollar una historiografía
marxista alejada del determinismo económico; 2) comparten una problemática histórica
común. Sus diversos estudios históricos se internan en los orígenes, desarrollo y expansión
del capitalismo, entendido no en el sentido limitado del cambio económico, sino como
cambio social en sentido más amplio. Citado como la transición del feudalismo al
capitalismo; 3) además de la preocupación teórica e histórica, han desarrollado lo que sería
una aproximación común al estudio teórico, al que Harvey llama “análisis de la lucha de
clases”; 4) en relación con el análisis de la historia basado en la lucha de clases, los
historiadores marxistas británicos, lejos de abordar la historia desde la perspectiva de las
clases dirigentes, han dado cuenta de las experiencias, acciones y luchas históricas de las
“clases bajas”; 5) por último, la labor de los historiadores ha estado vinculada a la
contribución política británica, promoviendo una conciencia histórica socialista y
democrática.

II

Según el análisis de Harvey sobre Hobsbawm, quisiera dar cuenta de dos tensiones o
problemas. En primero lugar, y a diferencia de la historia obrera dominante, caracterizada
por la centralidad casi única en las instituciones y organizaciones, los esfuerzos de
Hobsbawm fueron más allá de una historia narrativa o estrictamente cronológica de los
movimientos obreros. Propuso una historia del trabajo como “historia de la clase obrera”, es
decir, una historia que abría espacio a las experiencias de las clases trabajadoras en todas sus
expresiones, sean organizadas o no. No obstante, esto no significaba la evasión de la
dimensión política, sino más bien apelaba por la totalidad de la experiencia de la clase obrera.
Esta totalidad significaba, no solo ampliar horizontalmente la perspectiva de abordaje, sino
también de manera vertical, o sea, situando a la clase trabajadora en el escenario de la lucha
de clases y de la historia nacional. Otro elemento que se discute tiene relación con la lucha
de clases como núcleo del proceso histórico, pero más específicamente con el significado
histórico de “la clase”. En sus estudios sobre los campesinos y rebeldes primitivos,
Hobsbawm -según Harvey- nos ha forzado a enfrentar a la siguiente pregunta: ¿existen las
clases y los conflictos de clase si no hay conciencia de clase, o es la clase una mera
construcción analítica en tales contextos? Su respuesta es que la clase, en el más amplio
sentido, solo tiene existencia en el momento histórico en el que las clases comienzan a
adquirir conciencia de sí mismas como tales. Dicha perspectiva dialoga críticamente, por
ejemplo, con Braudel y Wallerstein. Para el primero, la experiencia humana es
principalmente materialista y la dimensión política minimizada o rechazada en una totalidad
estructurada espacialmente por el entorno temporalmente por la larga duración. Mientras
tanto que, para Wallerstein, la experiencia humana es básicamente económica y lo político
se minimiza o se niega en una totalidad determinada por el sistema mundial específicamente
económico. En este sentido Hobsbawm, bajo el análisis de la lucha de clases, si bien reconoce
la determinación de las relaciones sociales de producción, no reduce la experiencia humana
a lo económico o incluso a lo político-económico.

III
Sobre Thompson, discutiremos exclusivamente en torno a la búsqueda de una alternativa al
modelo base-superestructura dentro del pensamiento marxista. En sus estudios históricos,
Thompson ha mantenido una crítica permanente a las variantes del marxismo y la ciencia
social caracterizadas por el determinismo económico y la negación de la acción humana. Ha
insistido en que el marxismo puede entenderse mejor como una teoría de la historia, no como
leyes de la historia, en la que los seres humanos viven patrones de desarrollo
predeterminados, y en que la clase es un concepto histórico no solo una categoría de
construcción sociológica. En este sentido, y por medio del análisis de la lucha de clases, ha
intentado reconceptualizar la dialéctica materialista del ser social y de la conciencia social,
pasando desde un modelo estático a uno dinámico.
En “The Making”, Thompson propone estudiar la formación de la clase obrera lejos de una
concepción de clase como estructura o categoría estática. La clase para Thompson es “un
fenómeno histórico, que unifica un cierto numero de sucesos dispares y aparentemente
inconexos, tanto en la materia prima de la experiencia como en la conciencia”. Su uso
reiterado del termino “experiencia” expresa esa concepción de clase, ya que implicaría un
aspecto temporal. Esta concepción de la clase como fenómeno en movimiento se explicita en
la siguiente cita: “si detenemos la historia en un momento determinado, entonces no hay
clases sino simplemente una multitud de experiencias. Pero, conforme observamos a los
hombres en un periodo adecuado de cambio social, observamos patrones en sus relaciones,
sus ideas y sus instituciones”. Pero lejos de presentar un voluntarismo o idealismo en lugar
de un determinismo económico -critica de Perry Anderson- Thompson cree que la
experiencia de clases esta de gran manera determinada por las relaciones productivas. La
conciencia de clases seria entonces la manera en que tales experiencias se manejarían en
términos culturales, expresadas en tradiciones, valores, ideas o formas institucionales. La
experiencia aparecería determinada, pero la conciencia no, lo que significa que Thompson
no define la clase como una formación cultural. Según Harvey, de esta manera para
Thompson, la lucha de clases es previa a las clases por que las clases en el más amplio sentido
“presuponen una experiencia de conflicto y lucha” que partiendo de las relaciones sociales
de producción toman forma de relaciones de explotación; y también porque “hay conflictos
y luchas estructurados en forma de clases, incluso en aquellas sociedades donde no han
surgido formaciones de clase conscientes de sí mismas.

VI

En la misma línea que Hobsbawm y Thompson, Rudé aporto al desarrollo de una


aproximación “desde abajo”. Destacare tres elementos que se desprenden del texto. Primero,
y en base a sus trabajos sobre la experiencia de luchas populares en Inglaterra y Francia
durante el siglo XVIII, habría proporcionado no solo un modelo para los historiadores
sociales, sino también, y distintivamente, un estrecho vinculo entre dos grandes tradiciones
históricas del siglo XX: la historiografía marxista británica y la de los historiadores sociales
de la revolución francesa. Un segundo elemento que se desprende de la obra de Rudé guarda
relación con la historiografía y los métodos de la historia. En la introducción de “Europa
desde las guerras napoleónicas a la revolución de 1848” ofrece una crítica a los puntos de
vista de los historiadores que han estudiado, en diferentes periodos- ese mismo proceso
histórico, dando cuenta de las variables o factores que han influenciado a los historiadores a
la hora de abordar dicho proceso. En base a distintos factores preponderantes, como la
pertenencia a una nación, clase, generación o la diferente disponibilidad e inclinación a
documentos, además de los distintos puntos de vista sociales y políticos, Rudé señala que no
puede haber una verdad única y universalmente aceptada en los escritos históricos. Que la
variedad de cómo abordar un tema, deberían atribuirse precisamente a estos factores. En
consecuencia, la discusión que se plantea en el texto radica en la naturaleza de la objetividad,
el rol del historiador o historiadora y sus determinantes sociales. Rudé pondera de gran
manera los valores, ya que “no solo afectan al tipo de libros escritos y a los juicios que estos
realicen, sino que también afectan a los archivos que consultan, a las preguntas que formulan
y a los métodos que utilizan para preparar y presentar sus respuestas”.

A propósito de la discusión recién señalada, el tercer elemento radica en un ejemplo que


explicita la tensión entre historia y objetividad. Rudé, al estudiar el siglo XVIII, más
específicamente las multitudes del Paris revolucionario y del Londres hanoveriano, cuestiona
los presupuestos mantenidos durante largo tiempo acerca de este siglo. Su logro consistió en
devolver a las multitudes del siglo XVIII -en tanto que protagonistas de una forma
históricamente determinada de comportamiento “popular” colectivo- su identidad histórica y
política. Rudé fue capaz de reconocer que el mero hecho de que el “menú peuple” de Francia
y los “lower orders” de Inglaterra se viesen excluidos de sus respectivas comunidades
políticas nacionales no significaba que estuviesen desprovistos de intereses sociales y
políticos, ideas y aspiraciones, o de los medios para expresarlos. Así, al igual que Thompson,
discute con las concepciones mas tradicionales y conservadoras que ven a la multitud como
una masa degradada o corrompida, pero también con los más liberales y democráticos como
Michelet que ven a la multitud revolucionaria como la personalización de todas las virtudes
populares y republicanas. El problema según Rudé, es que tanto los conservadores como los
republicanos han proyectado sus propias aspiraciones, fantasías y/o temores políticos sobre
la multitud. Cabe preguntarnos, aludiendo al problema metodológico de la posición del
historiador ¿Los hechos estaban ahí dados y ordenados, o el historiador es un agente
determinante en ese proceso de dar historicidad a dichas experiencias, o de jerarquizar y
consultar/tensionar de distinta manera las fuentes utilizadas?

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