KANT • El concepto de bondad pura se basa en que las posesiones externas, como la
riqueza, pueden ser objeto de abuso, por lo tanto no son bienes puros o
CRÍTICA A LA RAZÓN PRÁCTICA: MORAL
• Además de nuestro conocimiento de los objetos dados en la intuición sensible,
existe el CONOCIMIENTO MORAL. Este conocimiento no lo es de lo que existe,
es decir, del comportamiento efectivo entre los hombres, sino de lo que debe ser,
o sea, como deben comportarse lo hombres.
• Este conocimiento es A PRIORI, es decir, hay afirmaciones verdaderas con
independencia de la conducta de los hombres (que es lo a posteriori).
• La NECESIDAD y la UNIVERSALIDAD son los rasgos de la aprioridad. La tarea
primera del filósofo moral consiste en identificar los elementos a priori de nuestro
conocimiento moral y mostrar su origen.
¿Qué es la razón práctica?
• Es la razón en su uso práctico (moral). La razón puede ocuparse de sus
objetos de dos modos:
◦ Puede determinar el objeto previamente dado por otra fuente distinta a la
razón (conocimiento teorético).
◦ Puede hacer el objeto real. Este es el caso del conocimiento racional
práctico.
• En su función práctica, la razón es la fuente de sus objetos; se ocupa de la
elección moral, de la aplicación de las categorías a los datos de la intuición
sensible. Se ocupa de elecciones morales de acuerdo a una ley que procede de
ella misma. Se ocupa de los fundamentos de la determinación de la voluntad, la
cual es la facultad de producir objetos. Se ocupa de la elección y de la realización
de esa elección en la acción. La razón práctica mueve a la voluntad por medio del
imperativo categórico.
• Kant estudia el imperativo moral considerado antes de toda referencia a la
naturaleza humana y las condiciones empíricas de esta (es decir que es como
que busca universalidad, algo que sea común a todos, más allá de la situación
particular). Por ello distingue entre ética pura o metafísica de las
costumbres, que trata del principio supremo, y la ética aplicada, la cual aplica
el principio supremo a las condiciones de la naturaleza humana, apelando a lo
que Kant llama “antropología” o conocimiento de la naturaleza humana.
• La obligación no está en la naturaleza humana ni en la circunstancia particular
sino, a priori, en los conceptos de la razón pura.
BONDAD PURA Y VOLUNTAD BUENA
• Dice Kant: “Es imposible imaginar nada en el mundo o fuera de él que pueda ser
llamado absolutamente bueno, excepto la voluntad buena”.
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absolutos. También un talento natural, o la valentía, se pueden utilizar en la
persecución de un fin malo. En cambio una voluntad buena no puede ser mala
en ningún caso.
• Voluntad buena, es buena por virtud de su valor intrínseco, y no por su relación
con la producción de algún fin.
• Para dilucidar el término “buena” cuando se aplica a la voluntad, Kant atiende al
concepto de deber, que es para él el rasgo más destacado de la conciencia
moral. Una voluntad que obre por deber es una voluntad buena. El concepto de
deber implica el concepto de posibilidad, autoconquista del obstáculo que
hay que superar. La voluntad que obra por el deber es una voluntad buena.
• Kant distingue entre acciones realizadas de acuerdo con el deber (inclinación
o deseo, o porque justo se dio) y acciones hechas por mor del deber (por el
hecho de que es deber obrar de una manera, deber por el deber).
• Kant justifica en su doctrina que cuanto menor sea la inclinación de una
persona a cumplir con el deber, mayor es el valor moral de la acción si
realmente la realiza en sentido del deber.
• Para Kant, obrar por el deber es obrar por reverencia a la ley. La característica
de la ley como tal es la universalidad que no admite excepción alguna. Las
leyes físicas son universales, también lo es la ley moral. Los seres racionales
concuerdan con la idea de ley. El valor moral no procede de los resultados
efectivos, sino de la máxima del agente, y esta máxima consiste en evitar
según la ley, y obrar según la ley.
• La diferencia que existe entre máxima y principio es que: el principio es una
ley moral objetiva fundamental fundada en la razón práctica, según el cual actúan
todos los hombres agentes morales racionales. Una máxima es un principio
subjetivo de volición, es decir, un principio según el cual obra un agente en la
realidad, y que determina sus decisiones. Las máximas pueden concordar o no
con el principio objetivo de la ley moral.
• Las máximas se dividen en máximas empíricas: se refieren a fines o resultados
deseados; y máximas a priori: no refiere a objeto alguno del deseo ni resultado
que pueda obtener por la acción, sino que tiene que ser la máxima de obedecer
la ley universal como tal; estas últimas son las que tienen valor moral, están de
acuerdo al principio universal.
• Por lo tanto: “he de obrar siempre de tal modo que pueda al mismo tiempo
querer que mi máxima (empírica) sea universal”. Se le exige a las máximas
empíricas ser de tal modo que alcancen la forma de universalidad, sino ha de ser
rechazada como máxima.
IMPERATIVO CATEGÓRICO
• El principio del deber es una formulación de lo que Kant llama el imperativo
categórico. En la práctica somos capaces de obrar sobre la base de máximas o
principios subjetivos de volición incompatibles con los principios objetivos de la
moralidad. Estos últimos se nos presentan como mandamientos o imperativos;
así tenemos la experiencia de la obligación. La razón práctica da órdenes, y
nuestro deber consiste en vencer los deseos que entren en conflicto con esas
órdenes.
• El imperativo es la fórmula (cómo está formulado) del mandamiento o la orden.
Todos los imperativos se expresa con la noción de deber ser y muestran así la
relación entre la ley objetiva de la razón y una voluntad que a causa de su
constitución subjetiva no está determinada por ella.
• Hay tres clases de imperativos; sólo uno de ellos es el moral:
◦ Imperativo hipotético: las acciones ordenadas se conciben como buenas
para conseguir un cierto fin. No son acciones que hayan de ser realizadas AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD Y LIBERTAD
por sí mismas, sino sólo como medios. Aquí funciona el deseo.
◦ Imperativo categórico (este es el moral): ordena las acciones no como
medios de ningún fin, sino por buenas en sí mismas; esto lo llama principio
práctico apodíctico. Ordena en conformidad con la ley en general; ordena
que las máximas que nos sirven de principios de volición se adecuen a la ley
universal. Sirve como criterio para juzgar de la moralidad de concretos
principios de la conducta. La ley está deducida del imperativo categórico, en
el sentido de que se obtiene mediante la aplicación del imperativo.
Puede existir sin embargo, contradicción lógica entre la máxima y la ley
universal; por ejemplo: el hombre próspero que decide no ayudar al
miserable, hace de ello una ley universal, y en un momento deja de tener
prosperidad, y nadie le ayuda por haber convertido en ley anteriormente lo
que ahora no le permite pedir ayuda porque es miserable.
◦ Imperativo social: obra como si tú fueras legislador y súbdito.
FINALIDAD Y AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD
• Kant dice que lo que sirve a la razón como fundamento objetivo de la
autodeterminación de ésta es la finalidad. Si hay un fin fijado por la razón sola,
ese fin será válido para todos los seres racionales y servirá de fundamento para
un imperativo categórico que vincule las voluntades de todos los seres racionales;
se trata de un fin en sí mismo, no el deseo.
◦ El fin en sí mismo es el fin que es fin para todos. EL HOMBRE Y TODO SER
RACIONAL ES UN FIN EN SI MISMO, ESTO SIRVE COMO
FUNDAMENTO DE UN PRINCIPIO PRÁCTICO SUPREMO: “Obra de tal
modo que trates a la humanidad, en tu persona o en la de los demás,
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siempre y al mismo tiempo como un fin y nunca meramente como un medio”.
• La idea de respetar toda voluntad como fin en sí misma conduce a la idea de
voluntad de todo ser racional en cuando hacedor de la ley universal. La
voluntad del hombre considerado como ser racional tiene que respetarse como
fuente del derecho universalmente vinculante. Este es el principio de la
AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD a diferencia de la heteronomía.
• Un imperativo categórico tiene que ser incondicionado; la voluntad moral que
obedece al imperativo categórico no tiene que estar determinada por el interés,
no tiene que ser heterónoma, es decir, “estar a merced” de deseos o
inclinaciones. DECIR QUE UNA VOLUNTAD ES AUTÓNOMA ES LO MISMO
QUE DECIR QUE ELLA SE DA A SÍ MISMA LA LEY A LA CUAL OBEDECE.
“Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda ser siempre al
mismo tiempo válida como principio productor de ley universal”.
• El concepto de autonomía de la voluntad moralmente legisladora no tiene sentido
a menos que hagamos una distinción en el hombre: entre hombre
considerado puramente como ser racional, como voluntad moral, y el hombre
como criatura sometida a deseos e inclinaciones que entran en conflicto con
el dictado de la razón. Por ello el hombre debe obedecer.
• El imperativo categórico es una proposición práctica sintética a priori: esto
significa que no amplía nuestro conocimiento teorético de los objetos, sino que
se orienta a la acción, a la realización de acciones buenas en sí mismas.
• No podemos establecer la posibilidad de un imperativo categórico por referencia
a ningún elemento de la serie causal de los fenómenos. La necesidad física nos
daría heteronomía, mientras que estamos precisamente buscando lo que
posibilita el principio de la autonomía. Kant lo halla en la idea de libertad:
condición necesaria de la posibilidad de la obligación y de la acción por mor del
deber de acuerdo a un imperativo categórico. Pero en su opinión no se puede
demostrar la existencia de la libertad (la libertad es un “postulado”, pertenece a la
realidad noúmenica, donde no hay contradicción lógica; igual que Dios y la
inmortalidad del alma). El deber es algo a priori; si tengo el deber, soy libre.
POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA
Libertad
• La razón humana no puede dar demostración teorética de que el ser racional sea
libre. Pero tampoco se puede demostrar que la libertad sea imposible. La ley
moral nos obliga a suponer la libertad, autorizándonos así a admitirla.
• Por un lado, en la medida en que la existencia del hombre está sometida a las
condiciones del tiempo, sus acciones forman parte de un sistema mecánico de la
naturaleza y están determinadas por causas antecedentes. Pero el mismo sujeto
que por otro lado es consciente de sí mismo como cosa en sí, considera su
existencia también en cuanto no sujeta a las condiciones del tiempo y se
contempla como exclusivamente determinable por leyes que él se da por medio
de la razón.
• Ser determinable solo por leyes auto-impuestas es ser libre. El hombre es
nouménicamente libre y empíricamente determinado.
• La virtud y la felicidad constituyen el bien perfecto. La virtud es causa eficiente
de la felicidad. La ley moral nos ordena promover el sumo bien en el cual la virtud
y la felicidad se relaciona como la condición a lo condicionado, la causa al efecto.
Inmortalidad
• Por un lado, la razón práctica exige una conexión necesaria entre la virtud y la
felicidad. Por otro lado, la evidencia empírica muestra que no hay tal conexión
necesaria.
• La afirmación de que la virtud produce necesariamente felicidad es falsa si
consideramos que la única existencia que puede tener un ser racional es la
existencia en este mundo, y que la virtud ejerce en este mundo una causalidad
productiva de felicidad. Pero uno no existe sólo como sujeto físico de este mundo
sensible, sino también como noúmeno en un mundo inteligible y supra-sensible.
La realización del sumo bien es posible, la virtud produce felicidad, si no
inmediatamente, sí mediatamente.
• La virtud a la que se nos ordena aspirar es la concordancia perfecta de la
voluntad y el sentimiento con la ley moral. Esta concordancia completa es la
santidad. Si ello no es alcanzable en el mundo sensible por ningún ser racional,
el bien perfecto se tiene que realizar en la forma de un progreso indefinido, infinito
hacia el ideal. Pero ello es sobre la base del supuesto de una duración infinita de
la existencia y la personalidad del mismo ser racional: inmortalidad del alma. La
ley moral manda a obtener el sumo bien, de ello se deduce que el alma es
inmortal.
Dios
• La misma ley moral nos mueve también a postular la existencia de Dios como
condición de la conexión sintética necesaria entre virtud y felicidad.
• La felicidad depende de la armonía entre la naturaleza física y el deseo y la
voluntad del hombre. Pero el ser racional que está en el mundo no es autor del
mundo, ni puede gobernar la naturaleza de tal modo que se establezca de hecho
una conexión necesaria entre la virtud y la felicidad. Por lo tanto, se postula la
existencia de una causa del todo de la naturaleza, que sea distinta de la
naturaleza, y contenga el fundamento de esa conexión, a saber, armonía exacta
de la felicidad con la moralidad. La felicidad debe proporcionarse de acuerdo al
grado en el que los seres racionales finitos hagan de la ley moral el principio
determinante de su volición.
• La admisión de la existencia de Dios es, desde luego, una admisión por la razón;
pero esta admisión es un acto de fe. Tenemos el deber de promover el sumo
bien; por lo tanto podemos postular su posibilidad, pero no podemos concebir
realmente la posibilidad de que se realice el bien perfecto sino suponiendo que
existe Dios.
Estos tres postulados según Kant amplían nuestro conocimiento desde un punto de
vista práctico. Es moralmente beneficioso obrar como si fuéramos libres, como si
tuviéramos un alma inmortal, y como si hubiera Dios. Es una metafísica basada en la
conciencia moral.
La moralidad, según Kant, conduce a la religión, más allá de que el motivo último de una
acción moral es el deber por el deber mismo, no la obediencia a los mandamientos
divinos. A través de la idea del ser supremo como objeto y fin último de la razón pura
práctica, la ley moral conduce a la religión, al reconocimiento de todos los deberes como
mandamientos divinos, leyes esenciales de toda voluntad libre en sí misma, pero que se
han de entender como mandamientos de un Ser por medio del cual podemos esperar
alcanzar el bien supremo que la ley moral nos impone.