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La filosofía praxeológica de Marx.

Por. Juan Felipe González Jácome1

Uno podría empezar diciendo que existen muchos marxismos, y que la gran variedad de
marxismos se debe a que existen múltiples posiciones anticapitalistas desde las que se ha
leído a Marx. Pongamos un ejemplo: antes de la ruptura de la II Internacional, y aún en el
marco de los debates acalorados entre reformistas y revolucionarios, era claro que todos
estos compartían una postura anticapitalista, e incluso marxista; pero es evidente que las
facciones discrepaban en la estrategia para consumar sus objetivos políticos. La gran
tragedia del siglo XX es que el socialismo realmente existente, tanto el de tradición
socialdemócrata, como el de tradición soviética, no logró consolidar una propuesta
auténticamente renovadora de la sociedad. Ambos discursos, aunque ambiciosos y ricos
en complejidades, fenecieron ante la abrumadora batalla contra el capital.

En todo caso, las apuestas políticas aludidas construyeron a lo largo del tiempo un cierto
relato de Marx, un relato del cual me quiero apartar el día de hoy. La gran convergencia de
estos relatos es que comprendieron al marxismo dentro de un mismo discurso sobre la
modernidad: por una parte, la idea de progreso, y por otra, la idea del proceso productivo
como un proceso esencialmente industrializador. Para apartarme de estos dos cánones del
marxismo, me gustaría poner sobre la mesa ideas que he extraído de un marxismo que se
me hace sumamente original, un marxismo cultivado en América Latina por dos grandes
mentes del siglo XX y XXI: Adolfo Sánchez Vázquez y Bolívar Echeverría.

Grosso modo, estos autores tienen una apuesta por re-comprender el discurso de Marx
como un discurso esencialmente crítico. Un discurso que, compaginando múltiples lecturas
de posturas teóricas profundamente arraigadas en la intelectualidad europea del siglo XIX,
logró erigir un arsenal teórico y práctico sumamente potente para contrarrestar la barbaridad
del capitalismo. Ahora, ese discurso crítico no puede entenderse en su basta complejidad,
si no indagamos en las raíces de la filosofía de Marx, particularmente, en su interpretación
del materialismo, la dialéctica, la historia y la actividad práctica transformadora
(revolucionaria). ¿Cuáles son entonces estas posturas específicas que Marx defendió a lo
largo de su vida y obra? Eso será lo que trataremos de develar a continuación de la mano
de Marx y de los autores traídos a colación.

En primer lugar, la gran idea transversal a ASV y a BE, es que Marx fue ante todo un crítico
del conocimiento dominante. En Marx las nociones de filosofía y de ciencia están ligadas a
la idea de crítica. El discurso del comunismo, afirmaba BE, vive de la muerte del discurso
del poder, de minarlo sistemáticamente2. ¿Y cómo se mina el conocimiento dominante?
Contrastando lo fenoménico con su esencia, lo ideal con lo real, lo retórico con lo práctico.
Cuando Marx dice que el objetivo de El Capital estriba en revelar la ley económica del

1
Abogado y Especialista en Derecho Constitucional. Estudiante de Maestría en Filosofía del Derecho. Profesor
de la cátedra de Teoría del Derecho.
2
Echeverría, Bolívar. El discurso crítico de Marx. México D.F.: Fondo de Cultura Económica – ITACA, [1986]
2017.
movimiento de la sociedad moderna, esto significa que la razón de ser de su investigación
es develar las contradicciones innatas al proceso económico, y poner en descubierto, como
dice posteriormente en el epílogo a la segunda edición de 1873, que la economía política
sustituyó la investigación científica por la apologética, esto es, pasó del estudio minucioso
del capitalismo a su alabanza acrítica.

En segundo lugar, otra idea central de los autores que he traído a colación, es que el
discurso de Marx, su apuesta teórica y filosófica, no puede marginarse de algo que le quitó
el sueño hasta la muerte: el hecho de que todos los conflictos de la sociedad
contemporánea giran, con su especificidad irreductible, en torno a una fundamental
contradicción inherente al modo capitalista de la reproducción social: la contradicción entre
valor de uso y valor. Entre una forma de reproducción social auténticamente humana, y una
forma de reproducción de la vida que pone al capital por encima del ser humano.3

Ahora bien, ¿cómo Marx llega a construir la especificidad de su discurso?, ¿cuál es la


apuesta revolucionaria y renovadora que Marx le propuso a la historia de la filosofía? La
respuesta a estos interrogantes debe abordarse a partir de la acalorada discusión que Marx
tuvo con los grandes paradigmas intelectuales de su tiempo: el idealismo-racionalista y el
materialismo-empirista. Discusión que, valga decirlo, está condensada en un texto crucial:
las XI tesis sobre Feuerbach.

Lo que caracteriza a las tesis es que son un juicio teórico fulminante contra el materialismo
y el idealismo. Los cuales, valga decir, constituían los faros intelectuales que dirigían la
práctica política del movimiento socialista de la época. Ergo, su crítica no era puramente
teoricista, pues perseguía derrumbar el edificio teórico por medio del cual la izquierda
conducía su accionar práctico.

El postulado inicial que acompaña la crítica a estos dos cánones teóricos, parte de la base
de que toda postura cognoscitiva tiene una implicación práctica. Es decir, cualquier
pregunta por la acción política subyace a la pregunta de cómo le damos sentido a la
realidad, o sea, cómo teorizamos la experiencia de lo real.

El idealismo-racionalista

Cuando hablamos del idealismo-racionalista del siglo XVIII y XIX tenemos necesariamente
que remitirnos a dos autores: Kant y Hegel. Estos autores han influido profundamente el
estudio de la filosofía y de las ciencias sociales. Por ejemplo, en mi experiencia particular,
puedo decir que la filosofía del derecho es esencialmente una filosofía soportada en una
lectura profunda de Kant y de Hegel.

A pesar de que sus sistemas filosóficos son absolutamente densos y copados de elementos
profundos, lo que nos interesa abordar aquí es la discusión que Marx entabla con el
idealismo, especialmente con su teoría cognoscitiva o epistemológica. Adolfo Sánchez

3
Ibídem.
Vázquez explica que si bien la crítica kantiana de la razón (como razón pura) marca el final
de la metafísica de corte teológico, también inaugura el nacimiento de una filosofía
especulativa que va a tener su alcance máximo en Hegel.4 Lo interesante del idealismo
para Marx, es la manera en como esta filosofía despeja dudas sobre la centralidad del sujeto
en la creación del conocimiento. A diferencia de la teología metafísica, Kant y Hegel ven en
el sujeto la fuente suprema del objeto: el aspecto central e importante de la relación
cognitiva. ¿Pero de qué relación cognitiva hablan y de qué objetos hacen referencia?

En el caso de Hegel, nos dice el Maestro Sánchez Vázquez, tanto la práctica productiva,
como el desarrollo intelectual, se presentan como un devenir histórico de la conciencia, o
sea, para Hegel la actividad humana es primordialmente teórica e ideal (de ahí que se le
nombre como idealista). La práctica conduce paulatinamente de lo abstracto a lo concreto,
perfeccionando así el movimiento del Espíritu, por lo tanto, a decir de Adolfo Sánchez
Vázquez, Hegel ve la actividad humana “como nudo o peldaño del movimiento de la razón
que se manifiesta como movimiento de las categorías que constituyen la totalidad de lo real
en toda su concreción y racionalidad”.5

Esto quiere decir que para Hegel la relación cognoscitiva parte de una actividad
eminentemente subjetiva, y busca consolidar objetos eminentemente teóricos. El
fundamento de la filosofía, su verdadera naturaleza y su fin, es el movimiento de lo Absoluto
(de la idea absoluta). Por otro lado, “en Kant la teoría no tiene un vinculo estrecho con la
actividad práctica concreta, pues ésta solo se concibe como moral. En ella, el hombre como
fin en sí que actúa libremente y se determina a sí mismo, escapa a las determinaciones de
lo natural”6.

Ahora bien, a pesar de que Kant y Hegel nos presentan una forma especulativa e idealista
de la praxis: Hegel como la perfección histórica y lógica de los conceptos y Kant como la
perfectibilidad de la actividad moral, ambos no alcanzan a reconocer en profundidad la
relación intrínseca entre sujeto y objeto reclamada por Marx. Para el idealismo, digámoslo
nuevamente, la primacía absoluta se encuentra en el sujeto, un sujeto que es capaz de
crear la realidad (teórica) sin verse necesariamente interpelado por esta. En todo caso,
insiste Sánchez Vázquez, por haber elaborado el lado activo del conocimiento y
reivindicado la práctica, aunque en forma limitada en ambos casos, Kant y Hegel
revolucionaron la filosofía.

El materialismo-empirista

En el caso del materialismo, Marx halla una operación teórica que es contraria al idealismo
pero igualmente errática. A pesar de que el materialismo encuentra que el idealismo

4
Sánchez Vázquez, Adolfo. Revoluciones filosóficas: de Kant a Marx, en: “Las revoluciones en la filosofía:
Segundo Coloquio Nacional de Filosofía, Monterrey, Nuevo León, México”. México D.F.: Editorial Grijalbo S.A.,
1979.
5
Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la Praxis. México D.F.: Siglo XXI Editores, [1980] 2003. Pág. 92.
6
Sánchez Vázquez, Adolfo. Revoluciones filosóficas: de Kant a Marx, en: “Las revoluciones en la filosofía:
Segundo Coloquio Nacional de Filosofía, Monterrey, Nuevo León, México”. México D.F.: Editorial Grijalbo S.A.,
1979. Págs. 198-200.
concibe insuficientemente al objeto, no logra problematizar hasta las últimas consecuencias
la crítica, y lo que termina proponiendo es un culto al objeto en detrimento de la actividad
cognitiva del sujeto.

La modalidad materialista-empirista de la estructura del discurso teórico moderno o capitalista


se levanta en torno a una noción básica de objetividad en la que ésta queda reducida o
asimilada a la constitución propia del objeto de la intuición o contemplación, es decir, a la
constitución de un objeto que se impone, en plena exterioridad, como pura presencia casual
a un sujeto preexistente que lo constata. En esta delimitación básica, la objetividad es
aprehendida teóricamente como una sustancia inherente al objeto, independiente de todo tipo
de relación sujeto-objeto (…).7

En rigor de verdad, lo que Marx rechaza de este materialismo empirista, es la forma en la


que se presenta lo real: como una entidad objetiva exterior y ya dada al sujeto. A contrario
sensu, Marx concibe que la objetividad debe considerarse subjetivamente, esto es, como
un proceso en curso, como un proceso que afecta esencialmente y por igual tanto al objeto
como al sujeto que aparecen en él. Al final de cuentas, la relación cognoscitiva sujeto-objeto
constituye el sentido de lo real.

En su teoría del conocimiento, Feuerbach subraya el papel de los sentidos, de la sensación,


sin caer en modo alguno en un empirismo o sensualismo vulgar, ya que lo sensible es para él
un punto de partida para llegar, por medio de la razón, hasta el conocimiento científico. Pero
la actividad de los sentidos y de la razón, y el objeto contemplado por el sujeto como resultado
de ella, se dan al margen de la actividad práctica de los hombres.8

Por tal motivo, si bien el materialismo permite hacer del sujeto de conocimiento un sujeto
real, humano, que involucra sus sentidos y sus características sensibles en el proceso
cognitivo, no logra dar un contenido suficientemente práctico a su actividad, pues,
recalcamos, para el materialismo el sujeto solo entabla un vinculo honesto y transparente
con el objeto en la medida en que lo contempla, mas no en el entendido en que la transforma
o altera su legalidad constitutiva.

La praxis

Una vez puestas en discusión ambas posturas, el reto de Marx consistía en no reiterar sus
vicios y en asumir dialécticamente sus virtudes. Por una parte, se trataba de reconocer el
lado activo del sujeto, un sujeto humano y real, sin que este reconocimiento se convirtiera
en una mistificación. Y por el otro lado, se trataba de ubicar la objetividad en su sentido
igualmente real y concreto, sin caer en el vicio de engrandecerla.

Así las cosas, la pretensión teórica de Marx era encontrar qué hay del sujeto en el objeto y
qué hay del objeto en el sujeto. A la pregunta de ¿cómo es posible encontrar una relación
no mistificada entre sujeto y objeto? Respondía que, era en la praxis productiva donde se

7
Echeverría, Bolívar. El discurso crítico de Marx. México D.F.: Fondo de Cultura Económica – ITACA, [1986]
2017. Pág. 39.
8
Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la Praxis. México D.F.: Siglo XXI Editores, [1980] 2003. Pág. 125.
hallaba este vínculo en su máxima expresión, pues, el trabajo, como relación metabólica
entre el ser humano y la naturaleza, permite encontrar la manera de renovar la filosofía y
poner su acento en la praxis como actividad humana en donde el sujeto, transformando al
objeto, se transforma a sí mismo.

Dice Bolívar Echeverría que solo a partir de esta renovación teórica es que “el discurso de
Marx puede entenderse como dialéctico y materialista, pues se define en referencia a la
problemática específica de la historia de las formas sociales dentro de las cuales se realiza
el proceso productivo, la praxis o la actividad práctica constituyente”9. Sin ser esquemáticos,
y sin reducir a Marx a un esquema, podemos decir lo siguiente:

Pero al mismo tiempo,


El proceso de comprende que la
conocimiento solo A Marx le interesa historia misma es un
puede vincular comprender cómo proceso práctico, la
historia misma es la
dialécticamente al esta relación expresión más palmaria
sujeto y al objeto si práctica-real- de la relación entre el
se entiende como un productiva se define sujeto que transforma la
proceso práctico- en la historia, asume historia y que se ve al
real-productivo, es formas históricas. mismo tiempo
decir, como praxis. transformado e
interpelado por ella.

Pongamos un ejemplo relativamente práctico. Uno de los puntos centrales de la obra de


Marx es el que refiere a la “sociología del trabajo”. Marx llega a la conclusión de que el
trabajo, es decir, la actividad práctica productiva, asume formas enajenadas en el
capitalismo, precisamente porque el vínculo entre el sujeto y el objeto no es del todo
transparente: el sujeto se desprende de su actividad creadora y no concibe los alcances
magníficos de su actividad.

Marx entiende, pues, que en el capitalismo la actividad productiva adquiere una forma
enajenada, pero cree que esa forma puede ser transformada históricamente. Sueña con
que algún día la actividad práctica productiva asuma formas práctico-comunitarias. En otras
palabras, cree que es posible construir una sociedad donde sea posible desplegar al
máximo la praxis individual, al tiempo que esa praxis enriquezca cualitativa y
cuantitativamente a la comunidad. No opone lo individual a lo colectivo, sino más bien la
praxis de pretensión egoísta, a una praxis de pretensiones solidarias.

Así las cosas, recapitulando, el objeto de la filosofía para Marx ya no es el sujeto en sí


mismo que se enaltece en su erudición y en su actividad ideal, ni tampoco el objeto que se
presenta como una realidad arrojada al sujeto para ser contemplada. Lo crucial en Marx es
el ser constituido por la praxis, esto es, la realidad producida por los seres humanos con su
actividad práctica, real y concreta.10

9
Echeverría, Bolívar. El discurso crítico de Marx. México D.F.: Fondo de Cultura Económica – ITACA, [1986]
2017. Pág. 46.
10
Sánchez Vázquez, Adolfo. Revoluciones filosóficas: de Kant a Marx, en: “Las revoluciones en la filosofía:
Segundo Coloquio Nacional de Filosofía, Monterrey, Nuevo León, México”. México D.F.: Editorial Grijalbo S.A.,
1979. Págs. 198-200. Pág. 203.
Por ende, este gran Maestro nos enseña tres cosas:

1) Que toda teoría tiene una implicación práctica y que toda práctica debe asumir una
significación teórica, motivo por el cual la teoría y la práctica están en una relación
indisoluble.
2) Que la dimensión práctica debe tener una pretensión central: transformar el mundo,
y que esa pretensión es esencialmente una opción ideológica.
3) Que si la práctica persigue horizontes ideológicos, con mayor razón la teoría se
fundamenta ideológicamente, motivo por el cual, a diferencia del idealismo, Marx no
cree en la pureza del conocimiento filosófico ni de la teoría social.

Por otro lado, siguiendo al profesor Gabriel Vargas Lozano,11 Marx fija a la praxis como el
concepto central de su aproximación teórica por varias razones:

1) Razón ontológica: porque este concepto permite ver que el ser humano es un ser
ontocreador. Lukács decía que la ontología del ser social está en el trabajo, pues
bien, para Marx, la humanidad del ser humano se anida en su capacidad de pensar
para transformar sus condiciones de vida, y de reflexionar teóricamente las
lecciones que le brinda la práctica.
2) Razón histórico-social: porque este concepto permite entender que ninguna forma
histórica es eterna, y que existe una dialéctica entre acción individual y estructura
social.
3) Razón gnoseológica: pues la praxis da cuenta de que el conocimiento es
esencialmente praxeológico, que no es lo mismo que empirista, pues en el primero
hay una preocupación por transformar, mientras que en el segundo simplemente se
contempla12.
4) Razón crítica: porque ayuda a criticar los procesos históricos de la sociedad
dominante: enajenación, cosificación y fetichización.
5) Razón revolucionaria: porque nos ayuda a entender que el mundo se transforma en
la medida en que exista un movimiento práctico y teórico transformador. Sin teoría
revolucionaria no hay movimiento revolucionario, y sin movimiento revolucionario no
existiría la teoría revolucionaria.

Es por estos criterios que podemos decir que Marx revolucionó la historia de la filosofía, y,
a decir de Sartre, sentó las bases del horizonte intelectual de nuestra época. La mejor
manera de honrar sus aportes a la humanidad es avanzar en la concreción de su utopía, la
cual ya hemos hecho nuestra.

11
Vargas Lozano, Gabriel. Las filosofías de la praxis en Adolfo Sánchez Vázquez y Antonio Gramsci (en: Raíces
en otra tierra. El legado de Adolfo Sánchez Vázquez). México D.F.: Editorial Era – Universidad Autónoma
Metropolitana-Unidad Iztapalapa, 2013. Pág. 121.
12
Sobre este punto recomiendo la lectura atenta de un artículo de Manuel Sacristán titulado: ¿A qué genero
literario pertenece “El Capital”? Pueden consultar el texto en el portal de la editorial El Viejo Topo:
https://www.elviejotopo.com/topoexpress/a-que-genero-literario-pertenece-el-capital-de-marx/

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