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1.

MANEJO DEL HUEVO FÉRTIL ANTES DE LA INCUBACIÓN

1.1. INTRODUCCIÓN

En los actuales modelos de explotación de reproductoras se ha eliminado la


incubación natural. Desde una perspectiva económico-productiva, una
incubación natural será totalmente negativa, dado que el ave interrumpiría
durante esta fase su puesta y disminuiría con ello el número de huevos puestos
por ciclo, que es precisamente la razón primera de su explotación. Es preciso,
por tanto, recurrir a la incubación artificial.

Para obtener el mayor número posible de pollitos viables de 1 día, no basta con
obtener el máximo número de huevos fértiles. Es preciso manejar éstos de
forma adecuada para evitar contratiempos al embrión, que afectarían a su
posterior viabilidad.

Tampoco puede olvidarse el manejo adecuado del huevo durante el período de


incubación, ni las atenciones que requiere el pollito recién nacido.

Al estudio de esta fase fundamental del ciclo productivo dedicaremos el


presente capítulo.

Básicamente, la ruta del huevo "fértil", desde "huevo hasta pollito", puede
dividirse en 5 etapas:

 Manejo del huevo


 Incubación
 Transferencia a la nacedora
 Nacimiento de los pollitos (días 19 a 21)
 Manejo del pollito de 1 día

1.2. MANEJO DEL HUEVO FÉRTIL

En la práctica, hay que partir de la base de que un cierto porcentaje de los


huevos puestos por las reproductoras no son aptos para afrontar con garantías
de éxito el período de incubación. Por esta razón, hay que tener en cuenta un
serie de aspectos para determinar cuáles, de todos los huevos puestos, van a
ser los que se introduzcan en las máquinas incubadoras.

Por otra parte, el huevo fértil es un elemento vivo, que debe ser manejado
desde la propia granja con sumo cuidado y conforme a unas rutinas que no
perjudiquen al potencial de incubabilidad inicial de este huevo.

1.2.1. Recogida de los huevos

En cualquier granja de reproducción los huevos deben ser recogidos como


mínimo tres veces al día. El objeto es triple:
 Evitar roturas.
 Reducir las posibilidades de contaminación.
 Evitar la aparición de la cloques.

En épocas de temperaturas extremas (calor intenso o mucho frío), es


aconsejable incrementar la frecuencia de recogida a cinco. Si hace mucho calor
y el huevo permanece excesivo tiempo en el nidal, pueden tener lugar
divisiones embrionarias, con consecuencias fatales para el embrión, ya que
luego el huevo se enfriará en el almacén.

Si las temperaturas son bajas, al enfriarse el huevo su contenido sufre una


retracción y se forma la cámara de aire por aspiración a través de los poros de
la cáscara. Cuando la superficie de ésta se encuentra sucia, la penetración de
gérmenes es elevada.

1.2.2. Elección de huevos incubables

A la hora de proceder a la elección de los huevos puestos para ser enviados a


la incubación, habrá que tener presente las siguientes cuestiones:

a) El tamaño. No deben incubarse huevos de peso inferior a 52 g., ni


superior a 69 g. En los huevos pequeños, el desarrollo embrionario es
difícil y los pollitos que nacen son más pequeños y débiles de lo
deseable (no deben pesar menos de 35 g.). Los huevos excesivamente
grandes, más frecuentes al final del período de puesta, presentan
dificultades para su incubación, dado que:
 Se alarga su período de incubación.
 Aumenta el riesgo de deshidratación, porque suelen tener la
cáscara más delgada de lo normal, es decir, con una mayor
conductividad a los gases.
 No caben en los alvéolos de las bandejas de incubación.

b) Las formas atípicas y roturas, así como las fisuras de la cáscara, que
hacen inadecuados a los huevos para la incubación (no llegan a buen fin
o "explotan" durante el proceso). Consecuentemente, se desecharán.

c) La limpieza. Los huevos sucios y los puestos en el suelo deben


colocarse en bandejas diferentes de los restantes huevos. Se
desecharán, si son pocos los que presenten esta condición. En caso
contrario, se eliminarán los muy sucios y se someterá a los restantes a
un tratamiento diferenciado del de los huevos teóricamente limpios.

d) La edad de los reproductores. La incubabilidad de los huevos varía a


lo largo del ciclo productivo: es menor al inicio y al final de dicho período.
Al inicio de la puesta, factores muy importantes que afectan a la
incubabilidad son:
 Una proporción demasiado baja de yema respecto al total del huevo.
 Tamaño reducido de los huevos.
 Porcentaje de huevos de dos yemas relativamente elevado.
 Abundancia de formas atípicas.
 Presencia relativamente frecuente de huevos no fecundados.
 Al ir finalizando el ciclo de puesta, el porcentaje de huevos incubables
también desciende.
 La calidad de la cáscara empeora.
 La "calidad intrínseca" de los huevos también es peor, como
consecuencia del agotamiento fisiológico de las reproductoras.
 Los machos envejecen más rápidamente, lo que puede llegar a constituir
un problema particularmente grave en muchas estirpes.

1.2.3. Lavado de huevos sucios.

El tratamiento de un huevo algo sucio (insistimos en que los muy sucios


deben desecharse) puede hacerse de dos formas:

 Por raspado.
 Por lavado.

El raspado tiene el inconveniente de que, si bien elimina la suciedad, también


daña la cutícula exterior del huevo, exponiendo el interior a una más fácil
contaminación posterior, a un mayor riesgo de "explosión" durante la
incubación y a un descenso en la tasa de eclosión.

Debido a esto, es más conveniente el método de lavado, siempre y cuando se


respeten las siguientes condiciones:

a) Los huevos deben estar colocados en bandejas aparte.


b) El lavado debe efectuarse inmediatamente después de la recogida. No
se debe esperar al final de la jornada.
c) La solución a utilizar debe ser detergente e higienizante, a base de
compuestos de cloro, iodo o amonio cuaternario, en la proporción de 250
ppm. en el caso del cloro (5 ml. de lejía comercial al 5% de cloro activo,
por cada litro de agua) y de 200 ppm. en el caso de los otros
desinfectantes.
d) La temperatura de la solución siempre deberá estar entre los 38 y los
40ºC, siempre superior a la temperatura del huevo.
e) El tiempo de lavado no deberá exceder de los tres minutos.
f) La solución debe renovarse con gran frecuencia (tras 3 ó 4 tandas de
lavado).
g) La calidad del agua debe ser adecuada, desde el punto de vista
bacteriológico y químico; sobre todo, se ha de prestar atención a la
concentración de hierro, ya que ésta nunca debe exceder de 5 ppm.

Lógicamente, el tener que proceder a un lavado no sólo encarece el producto


sino que, además, aumenta el riesgo de dañar (por fisuras y roturas) la calidad
intrínseca del huevo para la incubación.

En cualquier caso, está perfectamente comprobado que los huevos sucios,


incubados aparte de los limpios, pueden llegar a dar hasta un 20% menos de
nacimientos; y no sólo eso, la viabilidad de los pollitos nacidos es muy baja,
dando una mortalidad en la primera semana de hasta un 15%.

1.2.4. Fumigación

Una fumigación eficaz de los huevos para incubar es un medio probado de


reducir el número de bacterias de la cáscara. Ello ayudará a que no
contaminen la sala de incubación con gérmenes patógenos potenciales, tales
como salmonellas, evitando su penetración en el interior del huevo.

Lo adecuado es realizar una primera fumigación en la granja, tan pronto como


sea posible después de su puesta, y de nuevo a la llegada a la planta
incubadora.

Una fumigación eficaz puede ser obtenida con:

a) Una mezcla de 60 ml. de formaldehído al 40% y 30 g. de (MnO4K) por


cada metro cúbico de la cámara. La temperatura ambiente deberá ser de
20-25ºC y la humedad entre el 70 y el 80% El tiempo del tratamiento
será de 20 minutos.
Al acabar, el formol gaseoso puede ser neutralizado por amoníaco en
10-15 minutos (el volumen de amoníaco necesario es igual a la mitad del
de formol utilizado).

Para usar formol hay que tomar una serie de precauciones:

1. El formol debe ser guardado a temperatura ambiente en un recipiente


herméticamente cerrado.
2. Nunca debe ser almacenado durante largos períodos de tiempo.
3. Debe añadirse el formol al permanganato, nunca a la inversa.
4. Debe utilizarse un recipiente de boca ancha.
5. En el caso de tener que estar expuesto a la acción del gas, es
necesario llevar una máscara, pues es muy irritante para ojos, nariz y
garganta.
b) Paraformaldehído sólido con una riqueza mínima del 91%, a razón de
10 g/m3 de cámara. La humedad será del 80% y el tiempo de 20
minutos.
Frecuentemente las concentraciones de gas no se logran, debido a:
1. Demasiada humedad: suelos mojados, en los cuales el gas se
disuelve.
2. Una circulación inadecuada del gas.
3. Usar insuficiente cantidad de producto.
4. Fumigación de los huevos en los alvéolos de cartón, pues éstos
absorben demasiado gas. En su lugar, deben emplearse
bandejas de plástico.

Cuando se realizan fumigaciones en la incubadora, las concentraciones


utilizadas son menores que las indicadas anteriormente: 5 g. de KMnO4 y 10
ml. de formol por m3 de incubadora.

Sin embargo, este tipo de tratamientos se ha empezado a cuestionar desde


hace algunos años. Incluso algunos países han prohibido su utilización en
salas de incubación o están en vías de hacerlo, por su posible efecto
cancerígeno, además de por la efectividad de nuevos desinfectantes, con
menor producción de residuos y menor coste. Debido a todo ello, se ha
empezado a investigar y a trabajar con nuevos productos, como el ozono, agua
oxigenada o, incluso, con radiación ultravioleta.

1.2.5. Inmersión en antibióticos

Este tratamiento, siempre posterior al lavado, se realiza con la finalidad de


contener las infecciones que puedan proceder del ovario, del oviducto y/o de la
cloaca, así como del ambiente, de la yacija y de la manipulación.

Puede ser válido para impedir o, al menos, mitigar enfermedades producidas


por mycoplasmas, salmonellas o colibacilos, así como por algunos virus.

La inmersión tiene por objeto hacer penetrar un antibiótico en el interior del


huevo (el más frecuente es el tartrato de tilosina en solución al 2,5 por 1000).
Este proceso sería imposible de realizar sin un lavado previo de los huevos,
que asegure que ningún germen puede penetrar en el huevo a la vez que el
antibiótico.

Normalmente, la penetración del antibiótico se fundamenta en la diferencia de


temperatura: los huevos calientes sumergidos en una solución fría se contraen;
como consecuencia de ello, la solución es aspirada al interior del huevo, a
través de los poros de la cáscara.

Las condiciones de este proceso deben ser:

a) Inmersión durante unos diez minutos.


b) Uso de soluciones de varios antibióticos, con lo que se consigue un
espectro de actuación más amplio.

En esta desinfección con antibióticos, es preciso tener en cuenta dos puntos


importantes:

1. La posibilidad de antagonismo entre algunos productos empleados en el


lavado y los antibióticos utilizados. Debe cuidarse, por tanto, el realizar
un correcto enjuagado posterior al lavado.
2. El intervalo de tiempo que debe transcurrir entre esta inmersión en
antibióticos y la carga en las incubadoras. No ha de superar las 48
horas.

1.3. ALMACENAMIENTO O CONSERVACIÓN

El almacenamiento de los huevos a incubar es una parte de la incubación


comercial. Normalmente, el período de almacenamiento raramente sobrepasa
los 7 días, pero circunstancias comerciales hacen que algunas veces éste se
alargue.

Está ampliamente demostrado que el almacenamiento de los huevos para


incubar produce una serie de efectos no deseables como:

 reducción de la tasa de eclosión. (Figura 1)


 prolongación del período de incubación.
 disminución de la calidad del pollito recién nacido.
 afecta negativamente al crecimiento posterior.

Sin embargo, estas consideraciones deben ser matizadas en función de:

a) La especie y tipo genético (los efectos mencionados se observan con


mayor rapidez en estirpes pesadas).
b) Las condiciones de conservación.

Figura 1. Evolución de los resultados, en huevos de gallinas ligeras o semipesadas, en función


del tiempo de conservación (Sauveur, 1988).
La mortalidad embrionaria originada por un tiempo de conservación demasiado
largo afecta especialmente a las primeras etapas del desarrollo del embrión, lo
cual puede inducir al error de pensar que ha habido una baja tasa de
fecundación, en lugar de achacar el problema al tiempo o condiciones de
conservación.
Cuadro 1. Efecto del almacenamiento del huevo en la incubabilidad y el período de
incubación (Norton, 1986)

1.3.1. Condiciones de conservación


Los mecanismos por los que el almacenamiento del huevo para incubar afecta
al desarrollo embrionario sólo son parcialmente conocidos. Las modificaciones
físico-químicas que tienen lugar en el huevo después de la puesta juegan un
papel indudable. Así,

 la pérdida de glucosa libre de la clara,


 el aumento del contenido en calcio de la yema y
 las modificaciones de la presión osmótica

Son mecanismos muy dependientes de las condiciones de conservación del


huevo.

Por otro lado, el alto nivel de dióxido de carbono contenido en el interior del
huevo empieza a descender tan pronto como éste es puesto, aumentando por
consiguiente el pH del albumen. Debido a que en el principio del desarrollo
embrionario muchas actividades son enzimáticas y dependen del valor del pH,
el aumento de éste da lugar a que ciertas reacciones importantes no puedan
llegar a término. Por esto, los tratamientos en el almacenamiento de los huevos
para incubar tienen como fin minimizar esa pérdida del dióxido de carbono.

Aunque la temperatura a la que comienza el desarrollo embrionario es diversa


según distintos investigadores, sí parecen coincidir en que el intervalo de
temperaturas de 10-17ºC durante el almacenamiento de los huevos es el que
otorga los resultados más satisfactorios, existiendo también un general acuerdo
en que las temperaturas más bajas de ese intervalo son más idóneas cuando el
tiempo de conservación va a ser dilatado.
En cuanto a la humedad relativa del aire, debe ser lo más alta posible, pero sin
permitir el desarrollo de mohos. Debe estar comprendida entre el 70 y el 85%,
incluso puede llegar hasta el 90% cuando el tiempo de conservación es
prolongado, lo que contribuirá a reducir la pérdida de agua durante el período
de conservación.

Esto es importante, puesto que la pérdida de peso que experimenta el huevo


durante la incubación es similar tanto en huevos almacenados como en los que
no lo son (Mayes, 1984), por lo que se debe intentar prevenir aquélla durante el
almacenamiento.

En el caso de huevos almacenados durante 10 a 14 días, si se les envuelve


con un plástico poco permeable (polietileno), el porcentaje de nacimientos no
baja tanto, posiblemente al disminuir la difusión del CO2 y mantener el pH,
como señalábamos con anterioridad.

Otras hipótesis, en cambio, apuntan a que lo verdaderamente importante y lo


que, por tanto, hay que tratar de reducir es la pérdida de vapor de agua, siendo
la de CO2 menos importante. Incluso algunas experiencias han mostrado
resultados de incubabilidad similares en huevos almacenados sin envoltura
(90-92% de HR) a 12,8ºC, durante 22-28 días, que en aquellos protegidos.

Más de tres semanas de almacenamiento requieren envolver los huevos en


bolsas de plástico "Cryovac"® cerradas, impermeables al gas, y llenarlas con
un gas inerte tal como el nitrógeno.

1.3.2. Posición del huevo


Contra la tradicional creencia de que los huevos para incubar deben
mantenerse con el polo fino hacia abajo, Provelfert (1967, 1969) y Butler et al
(1991) encontraron que la posición inversa mejoraba la tasa de nacimientos,
sobre todo para tiempos de almacenamiento prolongados, siendo innecesario
el volteo. Esta última operación resulta aconsejable cuando los huevos se
almacenan con el polo fino hacia abajo y durante más de dos semanas, aunque
otros autores no encuentran diferencias (Pinget et al., 1989).

Según se refleja en una revisión de Mayes (1984), parece ser que el


almacenamiento con el polo fino hacia arriba puede ser beneficioso debido a
que la yema se mantiene cerca del albumen y esto da al embrión latente una
mayor protección contra la deshidratación y la adherencia a la membrana de la
cáscara (Figura 4).
Figura 4. Efecto de la posición del huevo sobre la situación del disco germinal

2. MANEJO DEL HUEVO EN LA INCUBADORA


Los huevos deben llegar a la planta ya clasificados, en las bandejas y carros de
incubación. Una vez descargados, se pasarán inmediatamente a la cámara de
fumigación, donde se realizará el proceso ya explicado anteriormente.

Atendiendo al peso, y suponiendo que los huevos no lleguen clasificados de la


granja, no se deben considerar como incubables los de menos de 52 g. y los de
peso superior a 75 g.

2.1. PRECALENTAMIENTO
Antes de cargar los huevos en las máquinas de incubación, deben pasar por un
período de precalentamiento, con objeto de evitar un cambio brusco de
temperatura entre la mantenida en la sala de conservación y la de las
máquinas de incubación, lo que daría lugar al "sudado" de los huevos. En el
caso de incubadoras de carga continua, también se evita incorporar una "masa
fría" a la máquina.

Cuando esta técnica se aplica con mayor antelación -algunos autores como
Sauveur la llaman pre-incubación- lo que se pretende es anular los efectos del
almacenamiento sobre la velocidad de desarrollo del embrión. Asimismo,
permite compensar las diferencias existentes entre los distintos estados de
desarrollo embrionario que se dan en el momento de la oviposición, siendo más
resistentes al estrés del almacenamiento los huevos que, en el momento
citado, contienen embriones en estado de gástrula que los que están en estado
de pre-gástrula. Además de ser una característica de tipo genético, el estado
de desarrollo embrionario en el momento de la oviposición parece estar
también influenciado por la edad de la gallina (Mathes y Laughlin, 1979), de
forma que las gallinas de más edad ponen huevos en un estado de desarrollo
embrionario más avanzado que las más jóvenes.

Existen dos métodos principales de precalentamiento:


 Aumentar la temperatura durante ciertos períodos de tiempo en varias
ocasiones a lo largo del almacenamiento (Cuadro 1).
 Incrementar la temperatura durante unas horas inmediatamente antes
de ponerlos a incubar (Cuadro 2).

Cuadro 1. Efectos de un precalentamiento diario de 1 hora durante el almacenamiento sobre


la incubabilidad (Kosin, 1956; cit. por Buxadé, 1985).

Cuadro 2. Incubabilidad de los huevos precalentados a 23 ºC durante las 18 horas anteriores a


su carga y después de un almacenaje a 11 ºC (Proudfoot, 1966; cit. por Buxadé, 1985).

Quizás el primer método sea el más seguro, pero también el más pesado de
realizar. Además, salvo en alguna especie como el pato de Berberia, esta
práctica no tiene ningún efecto visible si el período de almacenamiento es corto

2.2. LA CARGA DE LA INCUBADORA

Una vez hecho el precalentamiento, se procederá a cargar las máquinas, que


ya deben de estar atemperadas horas antes. Aquí, los huevos de gallina van a
permanecer durante 18 días, momento en el cual se efectuará su transferencia
a las nacedoras, donde estarán otros 3 días.

Hay varios factores a tener en cuenta a la hora de cargar los huevos en las
máquinas:

 La edad del huevo. Cuanto más tiempo estén almacenados los huevos,
mayor será el tiempo de incubación. En general, la incubación se alarga
en 45 minutos por cada día de almacenamiento. Esto debe tenerse en
cuenta para cargar estos huevos en primer lugar.
 El peso del huevo. Los huevos más grandes tardan más tiempo en
incubar que los de menor peso: huevos de 64 g. de promedio pueden
tardar 2,5 horas más en incubarse que huevos de 52 g. La regla es dejar
30 minutos adicionales de incubación por cada 2,5 g. por encima de los
50 g.
 La estación del año. En la práctica, se observa que, en algunas salas
de incubación donde se reciben huevos mal almacenados en granja, los
huevos se incuban más deprisa en los meses de verano.
Probablemente, esto es debido a que la temperatura ambiental de la
granja produce un precalentamiento anticipado y, en consecuencia, una
pre-incubación.

2.3. TIPOS DE INCUBADORAS

Las máquinas incubadoras pueden ser de dos tipos:

 de carga única.
 de carga escalonada.

En las de carga única, todos los huevos se introducen al mismo tiempo,


quedando totalmente vacías el día de la transferencia. Es decir, se aplica el
sistema "todo dentro - todo fuera", pudiéndose limpiar perfectamente cuando
quedan vacías.

En contraposición, las incubadoras de carga escalonada son máquinas de


mayores dimensiones, en las que se van introduciendo cargas sucesivas de
huevos, ocupándose el espacio que deja vacío una tanda transferida a las
nacedoras con la siguiente. Estas máquinas no se vacían nunca, habiendo en
ellas embriones en diferentes fases de desarrollo.

Las máquinas de carga única presentan las siguientes ventajas:

1. Se pueden mantener las condiciones precisas de temperatura, humedad


y ventilación que requieren los embriones en cada momento.
2. El vaciado de la máquina cada 18 días permite la limpieza y desinfección
de la misma a fondo, con lo cual las operaciones de mantenimiento y
reparaciones se agilizan.
3. Si se desea fumigar en las incubadoras, la operación se simplifica, al ser
todos los embriones de la misma edad.

En contrapartida, las máquinas de carga escalonada presentan estas otras


ventajas:

a) Los huevos alcanzan sus condiciones óptimas de temperatura y


humedad al cabo de muy poco tiempo de haber sido introducidas en la
máquina.
b) Al estar permanentemente en funcionamiento, el consumo de energía
es menor que con el funcionamiento más discontinuo (parar y arrancar)
de las de carga única.

2.4. CONDICIONES DURANTE LA INCUBACIÓN

Además de los aspectos ya reseñados, los resultados de incubación dependen


también de un conjunto de parámetros, entre los que podemos destacar los
siguientes:

 Temperatura.
 Humedad relativa.
 Ventilación (contenidos del aire en oxígeno y anhídrido carbónico).
 Presión barométrica.
 Volteo de los huevos.

Un error en cualquiera de ellos puede dar al traste con la mencionada


incubación.

2.4.1. Control de la temperatura

La temperatura de incubación de las especies domésticas se sitúa en un


estrecho margen, entre los 37 y los 38ºC. Para las gallinas en concreto, la
temperatura ideal de incubación es de 37,7 a 37,8ºC (Sauveur, 1988). También
parece que el valor térmico ideal es diferente según se trate de incubadoras de
carga continua o de carga única (todo dentro-todo fuera), puesto que en estas
últimas la temperatura se puede ajustar al valor adecuado al estado de
desarrollo embrionario.

La temperatura existente en cada momento es la resultante, lógicamente, del


equilibrio entre las pérdidas y las ganancias de calor:

Ganancias de calor = Pérdidas de calor

Producido por los huevos Por las paredes.

Sistema de calefacción Por la ventilación.

Sistema de refrigeración.

La importante necesidad de calor para incrementar inicialmente la temperatura


de los huevos, dada además la escasísima producción de calor del embrión
durante la primera semana, justificaban la generalización de la práctica de una
carga continua (por tercios) de las incubadoras; los huevos que llevan más de
una semana de incubación proveen de calorías a los más jóvenes. Ello no es
óbice para que la carga de huevos origine siempre una perturbación en el
"equilibrio interno" de la incubadora, ni para la ya mencionada necesidad de
calentar adecuadamente los huevos antes de introducirlos en la incubadora. La
mínima precaución que se debe tomar es que la temperatura de los huevos
destinados a ser introducidos en la máquina se iguale con la que hay en la sala
de incubación (23ºC).

Cuando se efectúa una carga única de la incubadora es preciso, lógicamente,


forzar el calentamiento de los huevos durante la primera semana; por esta
razón, algunas plantas de incubación trabajan esa semana a 38ºC.

Otras circunstancias que pueden alterar la temperatura de la incubadora son:

a) las aperturas intempestivas de las puertas de las máquinas.


b) la realización de mirajes (cuando se practica).
c) la temperatura ambiente de la sala de incubación, que condiciona las
pérdidas de calor a través de las paredes, así como la temperatura de
admisión del aire.
d) las regulaciones de ventilación.

En principio, la regulación térmica está garantizada por:

1. Una calefacción mediante resistencias eléctricas.


2. Un sistema de refrigeración (por serpentín con circulación de agua o por
pulverización).
3. Un sistema de ventilación interna, que garantiza la homogeneidad de la
distribución de calor en la máquina.
4. Un elemento de seguridad que ponga en funcionamiento un sistema de
alarma.

Cada uno de estos sistemas está controlado por termostatos o por


termosondas. Los elementos de control de la temperatura han evolucionado
mucho hasta los actuales sensores electrónicos, gracias a los cuales se puede
conseguir una precisión en la temperatura del orden de 0,05ºC y aún menos.

Manteniendo una correcta temperatura del embrión durante la incubación, se


consigue:

1. Menor número de pollitos de desecho


2. Reducir las lesiones embrionarias en cráneos y ombligos
3. Reducir la mortalidad embrionaria
4. Mejorar la calidad del pollito de 1 día
5. Reducir la mortalidad durante la primera semana
6. Mejorar el peso del pollito a su nacimiento
7. Mejorar los índices productivos durante la 1ª semana de vida
8. Mejorar el arranque del pollito
2.4.2. Regulación de la humedad relativa

La humedad del espacio en el que se desarrolla la incubación requiere un


riguroso control, en aras a obtener una óptima tasa de eclosión y un tamaño
correcto del polluelo, ya que ambos parámetros están afectados por la pérdida
de peso que sufre el huevo durante la incubación.

El procedimiento habitual es regular la humedad en la incubadora de modo que


dicha pérdida de peso se sitúe entre el 12 y el 14% (Visschedik, 1991). Esta
pérdida de peso se debe únicamente a la pérdida de agua, puesto que el
intercambio respiratorio del embrión no implica cambios en la masa del huevo.
Esta pérdida de agua depende de:

 La humedad de la incubadora.
 La conductividad de la cáscara.

La humedad relativa durante el proceso de incubación debe situarse entre el 50


y el 55%

Para conseguir la humedad necesaria se suelen emplear o bien boquillas


nebulizadoras o bien palas móviles. Las primeras operan reguladas mediante
una válvula solenoide, aunque tienen el inconveniente de que pueden
obturarse con aguas muy duras. De ahí que sean preferibles los sistemas
basados en unas palas móviles, accionadas automáticamente y situadas sobre
una cubeta llena de agua, la que proyectan en el interior de las máquinas
cuando ello se requiere.

Quedan olvidadas ya las antiguas bandejas de evaporación, de manejo


engorroso y control lento.

En cuanto a los elementos de control de la humedad, los antiguos higrómetros


de cabello ya hace años dejaron paso a los termómetros de mercurio de
ampolla húmeda y más tarde a los de fibra de algodón. Hoy día, son
electrónicos. Al igual que con el control de la temperatura, el de la humedad
también se puede realizar a distancia, desde un ordenador central, si en la
incubadora se instalan los sensores adecuados.

Las regulaciones de humedad en la nacedora deben tener en cuenta las


distintas exigencias del embrión a lo largo de estos últimos 3 días: así, en un
primer momento, la humedad debe aumentar para favorecer la rotura de la
cáscara y, una vez nacido el pollito, debe disminuir para garantizar su secado
(40%).

2.4.3. Ventilación

La ventilación es necesaria durante la incubación para proporcionar el oxígeno


que el embrión va consumiendo y para eliminar el CO2, el vapor de agua y
exceso de temperatura que se produce en su interior; además de lograr una
correcta distribución del aire una vez llena la máquina y que todos los
embriones alcancen la temperatura adecuada y, en consecuencia, también el
aire tenga la misma HR en todo el volumen de la incubadora.

Durante la 1ª semana de incubación, el embrión es particularmente sensible a


un incremento en la concentración de CO2 en la atmósfera de la incubadora.
En general, esta proporción de CO2 no debe superar el 0,5%, admitiéndose
hasta el 1% durante la eclosión. La falta de oxígeno también es crucial durante
la última semana del desarrollo embrionario, provocando el agotamiento del
embrión ya formado. El pollito muere si no puede romper la cáscara.

El sistema de ventilación de las máquinas debe ser independiente del sistema


de la sala, aunque éste es un hecho todavía infrecuente en un gran número de
salas de incubación. En cualquier caso, lo que sí es imprescindible para el
buen funcionamiento de las máquinas y, en suma, de la incubación, es que el
aire llegue a las máquinas atemperado a 23ºC, por lo que deberá ser caldeado
o refrigerado, según la época del año.

Partiendo de un contenido de O2 en el aire del 21%, el Cuadro 3 muestra los


niveles adecuados de ventilación que se requieren, así como el CO2 expulsado
por los embriones.

Cuadro 3. Intercambios gaseosos durante la incubación, por mil huevos (Martínez-Alesón,


2003)

Por cuanto la respiración pulmonar del embrión se inicia el 19º día, el control de los
intercambios gaseosos se hace especialmente importante en la nacedora.

2.4.4. Otros parámetros de la incubación

a) Posición. Durante la fase de incubación, los huevos de gallina deben


estar colocados imprescindiblemente con el polo fino hacia abajo. En
caso contrario, se dificulta la orientación de la cabeza del embrión hacia
la cámara de aire (Sauveur, 1988), en el 16º día.

b) Volteo. El volteo de los huevos constituye una de las principales


operaciones a efectuar durante el período de incubación para asegurar
unos buenos resultados. La ausencia de volteo lleva aparejada la
adherencia del embrión y de las membranas embrionarias a la
membrana de la cáscara, a la yema o a otras membranas, además de
una mayor incidencia de mal posiciones. Parece ser que los huevos de
gallinas más viejas sufren más daños por un volteo insuficiente durante
la incubación ya que, al ser la cáscara más delgada, hay mayores
posibilidades de adherencias debido a la mayor pérdida de agua. No
obstante, de estudios recientes (Deeming, 1989; et al Pullet, 1991) se
desprende que no son éstas las principales causas de problemas
embrionarios por una falta de volteo. Parece ser que las peores
consecuencias se dan por:
 una menor utilización del albumen,
 una deficiencia de fluido embrionario,
 una menor superficie de intercambio de oxígeno del
corioalantoide
 un desarrollo vascular más lento.

En la práctica, el volteo es útil hasta el 14º día de incubación, en el caso de la


gallina. Una frecuencia alta, cada hora o cada dos horas, hace mejorar los
resultados de incubación.

El volteo, automático, se hace entre las dos posiciones posibles del huevo a
45º con respecto a la vertical y alrededor del eje corto del huevo.

c) Miraje. En otro tiempo era práctica habitual, con el fin de detectar los
huevos claros y los embriones muertos precozmente, efectuar un miraje
el 5º día de incubación. No obstante, teniendo en cuenta:

1. La mano de obra que esta operación requiere y, sobre todo


2. Los riesgos que comporta en ese momento de la incubación
(entre un 1 y un 3% de mortalidad adicional),

En la actualidad este manejo, en la mayoría de los casos, ha dejado de


practicarse.

De realizarse, el miraje debe hacerse en una habitación previamente calentada


y tomando todas las precauciones posibles. Actualmente no es posible
comercializar los huevos claros como huevos de la categoría C para la industria
alimentaria, lo que es un motivo más para quitar interés al miraje a los 5 días
de incubación.

El miraje al 18º día tiene como objetivo principal evitar una acumulación
excesiva en las nacedoras, así como controlar la buena marcha de la
incubación, aunque también presenta el inconveniente de su elevado coste en
mano de obra. Cuando se efectúa, debe realizarse sin brusquedades y con
rapidez, para evitar, dentro de lo posible, el enfriamiento de los huevos.

d) Iluminación de los huevos. Las experiencias llevadas a cabo con


lámparas de incandescencia no deben ser tenidas en cuenta, porque en
los efectos observados es prácticamente imposible separar la parte
atribuible a la iluminación en sí y la que es consecuencia del aporte de
calorías por las lámparas.
Una iluminación con fluorescentes parece tener un efecto de aceleración
del desarrollo embrionario y este efecto es mayor en las estirpes de
aptitud puesta que en las de aptitud carne. El adelanto de la eclosión
llega a ser, en ciertas estirpes, de 24 a 48 horas y, en todos los casos,
se observa una mejoría de la homogeneidad de la eclosión.
Es posible que esta práctica de manejo sea particularmente interesante para
los huevos que han sido conservados más de una semana antes de ser
colocados en la incubadora.

Autores: Antonio Callejo Ramos

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