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(Lectura obligatoria 01: terma a ser evaluada por escrito)

Ensenanzas de la revolucion verde:


hacia una nueva revolucion verde
1. Introducción
1.1 Los conocimientos históricos actuales indican que hace sólo unos 100 000 años
–unas 3 500 generaciones– que el hombre abandonó las sabanas del África oriental
para extenderse por todo el planeta. Desde que los cazadores y recolectores se
asentaron hace 10 000 años (350 generaciones) y comenzaron a vivir de los
alimentos producidos por la agricultura, se ha observado un constante aumento de
la productividad tanto de los cultivos como de los animales domésticos. Estos
progresos son resultado de la interacción entre la selección natural y la elección
deliberada de semillas para la campaña siguiente y de animales para la reproducción.
Se deben también a una comprensión cada vez mayor de la realidad de la agricultura,
que ha permitido mejorar las técnicas de gestión. La producción de alimentos
aumentó también como consecuencia de la roturación de nuevas tierras. Mientras las
poblaciones humanas fueron poco numerosas, el aumento de la demanda de
alimentos se pudo atender también destinando nuevas tierras a la producción
agrícola y ganadera. Ha sido una combinación de estas estrategias lo que ha
permitido satisfacer la demanda mundial de alimentos.

1.2 En los tres últimos decenios, la productividad de los principales cereales (arroz,
trigo y maíz) han aumentado como resultado de la incorporación de los progresos
científicos a la fitogenética junto con tecnologías que han permitido aprovechar al
máximo el rendimiento potencial de los cultivos, en las condiciones a que están
sometidos los agricultores en los países en desarrollo. Estos aumentos son lo que se
conoce como revolución verde. Los progresos científicos se han visto favorecidos por
un notable crecimiento de los sectores comerciales que suministran insumos a la
agricultura. Al mismo tiempo, las infraestructuras han mejorado, llegando a los
grandes y pequeños agricultores que antes permanecían al margen de las
innovaciones tecnológicas.

1.3 A pesar de los esfuerzos por desacelerar el crecimiento demográfico a nivel


mundial, la población humana sigue aumentando, y crece también la presión sobre
la tierra agrícola existente. La superficie disponible para una expansión agrícola
idónea se reduce en todos los continentes. No obstante, en África y América Latina
quedan todavía grandes superficies que podrían dedicarse a la agricultura. Los
elevados costos que ello tendría para la población autóctona que vive en los bosques,
así como para la diversidad biológica y la vegetación forestal y de la sabana, han
disuadido a muchos gobiernos de aplicar esa estrategia. La adopción del Programa
21 y de la Declaración de Rio durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) de 1992 por todos los Estados Miembros
de las Naciones Unidas ha confirmado la preocupación mundial por el medio ambiente
natural y sus habitantes. En casi todas las regiones, para aumentar la producción de
alimentos y la seguridad alimentaria se habrán de buscar en el futuro procedimientos
distintos de la conversión en gran escala de hábitat naturales frágiles en tierras de
cultivo. Como consecuencia de la entrada en vigor de los convenios inspirados en los
principios del Programa 21 (por ejemplo, los relativos a la diversidad biológica, el
cambio climático y la desertificación), las naciones han aceptado compromisos
jurídicamente vinculantes en favor del desarrollo sostenible.

1.4 La capacidad conjunta de aplicar esos convenios a fin de asegurar un entorno


estable y previsible para la producción agrícola es fundamental para la decisión de
responder al desafío de la seguridad alimentaria mundial y poder atender las
necesidades crecientes de los consumidores de alimentos en todo el mundo.

2. Mejorar la seguridad alimentaria de los pobres:


alternativas disponibles
2.1 La población expuesta a la inseguridad alimentaria no produce de forma habitual
alimentos suficientes para mantenerse ni tiene capacidad adquisitiva para comprar
alimentos a otros productores. Durante los períodos de hambre, muchas veces no
hay alimentos, a ningún precio. Dado que la preocupación por la integridad del
hábitat natural limitará una expansión significativa de la superficie destinada a la
agricultura, hay que buscar otras estrategias para alimentar a una población mundial
que puede superar los 7 000 millones de habitantes en el año 2010. Se han formulado
varias hipótesis alternativas (McCalla, 1994). Pueden dividirse en dos grupos
distintos.

2.2 La primera hipótesis, apoyada por algunos analistas y basada en el actual


crecimiento económico del Asia sudoriental, supone un desarrollo significativo de la
economía mundial después de la conclusión del Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT). Según esta hipótesis, el crecimiento continuado del
comercio mundial permitirá a los países del Sur con déficit de alimentos producir y
exportar bienes y servicios industriales, lo que les daría la posibilidad de adquirir
cantidades significativas de alimentos de los países del Norte con excedentes
alimentarios. Muchos de estos países desarrollados ricos tienen un considerable
potencial de producción no aprovechado, debido a su experiencia tecnológica y a sus
infraestructuras de comercialización. Estos métodos de producción intensiva se están
adaptando a las necesidades actuales del desarrollo sostenible. Para que estos
alimentos lleguen a los países pobres expuestos a la inseguridad alimentaria será
necesario formular políticas nacionales eficaces de seguridad alimentaria. Estas
políticas deben asegurar a la población pobre tanto rural como urbana mayores
derechos a los alimentos mediante un acceso más amplio a éstos gracias a la
generación de ingresos y a las posibilidades de empleo. Aunque el comercio Norte-
Sur puede mejorar la seguridad alimentaria nacional de los países en desarrollo, ello
no significa necesariamente que vaya a mejorar la seguridad alimentaria familiar de
la población pobre de esos países, en cuanto grupo, ni a permitir un mayor acceso a
los alimentos en las localidades más remotas.

2.3 En la segunda hipótesis, que muchos analistas consideran más realista, se


supone que los países pobres del Sur deben aumentar de forma significativa su propia
producción alimentaria, y hacerlo en tal manera que contribuya específicamente a
mitigar la inseguridad alimentaria. Para ello, se pueden aplicar varios mecanismos:

 intensificación de las actividasdes de investigación y desarrollo agrarios con el


fin de aumentar la productividad por hectárea de tierra y unidad de trabajo;
 mejorar los servicios de extensión, a través de canales gubernamentales y no
gubernamentales, lo que permitirá a los agricultores utilizar los resultados de
la investigación y recabar los beneficios del progreso tecnológico;
 mejorar los mecanismos socioeconómicos e infraestructurales, incluida la
formulación de políticas favorables (por ejemplo, las relativas a cuestiones
fiscales, tenencia de tierras, sistema de gobierno, participación popular, planes
de crédito y desarrollo de las instituciones) que permitan a todos los sectores
de la comunidad contribuir al aumento de la producción.

2.4 Actualmente, parece demostrado que la disponibilidad de los agricultores a


aumentar la producción alimentaria en muchos países en desarrollo está
estrechamente vinculada a la existencia de mercados para sus productos1. De la
misma manera, la adopción por los pequeños agricultores de técnicas mejoradas de
gestión en sus explotaciones parece producirse cuando tienen fácil acceso a los
suministros de insumos y disponen de mercados seguros con precios equitativos y
previsibles para sus productos (Crosson y Anderson, 1995).

2.5 La aplicación de los acuerdos de la Ronda Uruguay en la Organización Mundial


del Comercio (OMC) es objeto de estrecha atención tanto en los países en desarrollo
como en los desarrollados. A pesar del considerable volumen de alimentos adquiridos
en el Norte por los países en desarrollo, es todavía demasiado pronto para saber
hasta qué punto se hará realidad la primera hipótesis (la inversión en las corrientes
de productos industriales y agrícolas), y si el Norte (incluidos los países de la ex Unión
Soviética) acabará teniendo la capacidad y la voluntad política de producir en forma
sostenible un mayor volumen de alimentos para la exportación. [Algunos mantienen
que los actuales volúmenes de producción agrícola en el Norte no son totalmente
sostenibles (Ehrlich et al., 1993; Pimentel et al., 1994), pero en el Norte se están
introduciendo cambios en las políticas encaminados a promover una agricultura
sostenible para el medio ambiente.] Tampoco es seguro si el desarrollo nacional de
los países del Sur permitirá a los pobres y expuestos a la inseguridad alimentaria
obtener el debido acceso a los alimentos importados (dilema entre la seguridad
alimentaria nacional y la familiar). Se requerirá un esfuerzo concertado de los países
del Norte y del Sur en todos los sectores de sus economías para conseguir que esa
hipótesis se haga realidad. De lo expuesto se deduce que esa hipótesis no puede ser
la base de los esfuerzos mundiales por mejorar rápidamente la seguridad alimentaria
de los pobres. La producción de alimentos debe crecer también en los propios países
amenazados por la inseguridad alimentaria.
2.6 Las experiencias acumuladas a través de los estudios sobre el desarrollo en
general y el examen de la anterior revolución verde demuestran que las fuerzas
generales del mercado y las intervenciones gubernamentales en éste cuentan más
que los avances tecnológicos. La tecnología, por sí sola, no puede asegurar la
producción de alimentos ni el acceso a los mismos, como tampoco pueden
conseguirlo las políticas por sí solas. La adopción de la tecnología disponible depende
en gran parte de los incentivos que los agricultores perciben en su utilización, y dichos
incentivos están estrechamente vinculados a los mercados. Por ello, son tareas
esenciales:

 Comprender, desde el punto de vista de los agricultores, su necesidad de


tecnologías y políticas mejoradas, recurriendo a sus conocimientos locales en
el proceso de aplicación;
 demostrar la existencia de tecnologías económica y ecológicamente sostenibles
para aumentar la productividad de los países y regiones con escasa seguridad
alimentaria, tanto en lo que se refiere a la productividad por unidad de
superficie como por unidad de trabajo;
 promover en los países en desarrollo cambios relacionados con las políticas,
mercados, toma de decisiones e instituciones, de manera que el potencial
tecnológico de incrementar la producción se aproveche de forma sostenible y
permita aumentar la seguridad alimentaria.

La mayor fiabilidad de la agricultura de subsistencia puede ser importante para los


sectores de la población rural con menos seguridad alimentaria, pero la población
pobre de todo el mundo se ha integrado en las economías monetarias; toda familia
se ve obligada a formar parte de ellas. La producción primaria debe satisfacer
también estas necesidades. La aversión tradicional a asumir riesgos en los sistemas
de producción en pequeña escala refleja los precarios equilibrios económicos de las
comunidades campesinas. La estabilización de las economías nacionales, y en
particular la de las monedas nacionales, alentará las inversiones de los pequeños
agricultores en tecnologías que aumenten los rendimientos y reduzcan los costos.

3. La revolución verde y el nuevo paradigma de la


investigación
3.1 El progreso tecnológico de la agricultura moderna se basa en la experiencia
adquirida en el curso de casi 150 años de actividad científica. La revolución verde en
el trigo, el arroz y el maíz forma parte integrante de este proceso. Tiene su
fundamento en la capacidad tecnológica, basada en principios científicos, para
modificar el medio ambiente de manera que se creen condiciones para la agricultura
y la ganadería más idóneas que las que ofrece la propia naturaleza (por ejemplo, si
el clima es seco, se emplea el riego; si la fertilidad del suelo es baja, se aplican
fertilizantes; si las plagas y malas hierbas invaden los cultivos, se pulveriza; si las
enfermedades amenazan al ganado, se administran vacunas y medicamentos, o, si
se necesita más energía para roturar la tierra, se recurre a la mecanización y al uso
de combustibles fósiles). El aumento de los rendimientos en los sistemas agrícolas
de los países indus-trializados durante los últimos 150 años se puede interpretar
como la realización de este paradigma. La revolución verde de los años sesenta y
setenta se basó precisamente en eso: las variedades mejoradas de arroz y trigo
pudieron beneficiarse del uso de insumos externos que garantizaban buenas
condiciones de crecimiento para aprovechar el potencial genético de las nuevas
variedades. La creación de entornos socioeconómicos favorables, que hicieron posible
la utilización de esos insumos y crearon mercados para la venta de los productos,
constituyó parte integrante de este cambio.

3.2 Al examinar la aplicación ulterior de las tecnologías de la revolución verde, surgen


nuevas oportunidades (Sánchez, 1994) de obtener variedades de cultivos resistentes
a condiciones edáficas adversas (arroz resistente a la sal, maíz adaptado a suelos
muy ácidos, sorgo y mijo más resistentes a la sequía); introducir nuevos cultivos,
por ejemplo en zonas marginales (batata y yuca en lugar de maíz); potenciar los
ciclos de los nutrientes del suelo (con especies arbóreas seleccionadas para recuperar
los nutrientes lixiviados por debajo de la zona radicular de los cultivos); aprovechar
lo más posible las fuentes orgánicas de nutrientes, incluida la fijación biológica del
nitrógeno, complementadas con fertilizantes químicos aplicados selectivamente;
utilizar la resistencia genética a las plagas y enfermedades en sustitución, parcial o
total, de la lucha química y mecánica contra las plagas; intensificar el uso de la
diversidad biológica funcional, favoreciendo activamente a los depredadores y otros
agentes naturales de lucha contra las plagas y enfermedades mediante el
mantenimiento de complejos ecosistemas dentro de las explotaciones agrícolas y en
sus proximidades; aumentar la producción de vacunos y pequeños rumiantes que
resisten naturalmente a la tripanosomiasis, lo que puede reducir la necesidad de
erradicación de la mosca tsetsé. Amplios sectores de la población rural no tienen
ascceso al crédito y a los mercados y viven en zonas donde no son inminentes
cambios estructurales. No pueden beneficiarse de las estrategias convencionales de
producción de alimentos y necesitan métodos alternativos pero basados en principios
científicos.

3.3 Para alcanzar el objetivo de aumentar la productividad por unidad de superficie


y de trabajo será necesario recurrir a muchos de los instrumentos tecnológicos de la
revolución verde ya existentes, adaptados a las necesidades de la población rural
expuesta a la inseguridad alimentaria. Ello permitirá a los agricultores que viven en
tierras fértiles o de alguna manera aprovechables aprender a aumentar la
productividad agrícola de manera sostenible. También se intenta atraer a un mayor
número de agricultores pobres hacia una agricultura sostenible de elevada
producción basada en un uso considerable de insumos como medio de mitigar la
pobreza y de aumentar la seguridad alimentaria en las zonas rurales. La revolución
verde tiene también en cuenta a los agricultores de las zonas más marginales y a los
que, en el futuro próximo, no podrán beneficiarse de una mayor utilización de
insumos. Su bienestar puede mejorarse creando entornos fiscales y normativos que
les alienten a utilizar germoplasma comprobado o mejorado procedente de recursos
locales , o especialmente desarrollado para sus condiciones particulares. Otra
posibilidad es crear sistemas agrícolas mixtos más productivos de agricultura y
ganadería, cultivos de cobertura a base de leguminosas y la introducción de nuevos
cultivos, en particular comerciales. Son también elementos importantes, tanto para
las mujeres como para los hombres, los mecanismos que garantizan la seguridad en
la tenencia de la tierra y el acceso al crédito.

3.4 Se ha de tener en cuenta que:

 el aumento de la producción alimentaria debe proceder ante todo de las zonas


mejor dotadas, con objeto de reducir la necesidad de seguir destinando a la
agricultura tierras marginales y fácilmente degradables;
 gracias a las experiencias de la revolución verde, se dispone de tecnologías y
conocimientos que pueden adaptarse a nuevas zonas, con otros cultivos, así
como a la ganadería y a la pesca;
 la intensificación sostenible en zonas más fértiles no sólo ayudará a mitigar la
situación de los agricultores más pobres sino que contribuirá a contener los
precios de los alimentos en beneficio de los sectores pobres de la población
urbana y de los campesinos pobres sin tierras;
 es probable que una mayor atención a la creación de tecnologías y entornos
propicios para las zonas menos fértiles, donde se encuentra gran parte de la
población pobre y privada de seguridad alimentaria, ofrezca nuevas
oportunidades de aumentar la producción de alimentos, reducir la pobreza y
disminuir los riesgos de degradación ambiental.

Aunque las actuales investigaciones ofrecen perspectivas solamente moderadas de


una intensificación generalizada, se están preparando nuevas técnicas que puedan
asegurar rendimientos más estables en zonas sujetas con frecuencia a condiciones
atmosféricas variables. Ello puede reducir el riesgo de escasez periódica de alimentos
y de degradación temporal o más permanente de las tierras. Es también importante
reducir las pérdidas posteriores a la cosecha. Sin embargo, se ha de tener presente
que las últimas migraciones pueden haber obligado a algunas personas a asentarse
en zonas donde sea imposible realizar mejoras agrícolas significativas. A más largo
plazo, estos asentamientos pueden resultar inviables a menos que se creen
oportunidades de empleo no agrícola. Ha habido también casos en que el aumento
de la presión demográfica ha ido acompañado de la adopción de nuevos sistemas de
explotación agrícola más productivos, como por ejemplo en Kenya.

4. Enseñanzas de la revolución verde


4.1 La revolución verde consistió en un conjunto de tecnologías integradas por
componentes materiales, como las variedades de alto rendimiento (VAR) mejoradas
de dos cereales básicos (arroz y trigo), el riego o el abastecimiento controlado de
agua y la mejora del aprovechamiento de la humedad, los fertilizantes y plaguicidas,
y las correspondientes técnicas de gestión. La utilización de este conjunto de
tecnologías en tierras idóneas y en entornos socioeconómicos propicios tuvo como
resultado un gran aumento de los rendimientos y los ingresos para muchos
agricultores de Asia y de algunos países en desarrollo de otros continentes. Dichos
agricultores tenían ya una gran experiencia en sistemas agrícolas de regadío. Los
rendimientos de estos dos cereales y del maíz se multiplicaron aproximadamente por
dos entre los años sesenta y noventa (véase el Recuadro 1). La revolución verde ha
representado un importante logro tecnológico, y sus consecuencias han sido
duraderas. Afectó no sólo a los productores de trigo y arroz de Asia sino también a
los de otros cultivos y a otros contextos socioeconómicos, así como a algunas zonas
de Africa (Goldman y Smith, 1995). Eicher (1995) señala que los agricultores
comerciales en el territorio que ahora es Zimbabwe comenzaron una revolución verde
del maíz en 1960, cinco años antes de la revolución verde de la India, y que
Zimbabwe repitió la experiencia con una segunda revolución verde en favor de los
pequeños propietarios en la primera mitad del decenio de 1980. Se han utilizado con
éxito variedades de trigo de alto rendimiento en la República de Sudáfrica, Zimbabwe
y Kenya. Por ello, no es totalmente cierto que Africa perdió la oportunidad de la
revolución verde. Los éxitos de las tecnologías, tanto en Asia como en Africa o
América Latina, estuvieron estrechamente vinculados a la existencia de entornos
socioeconómicos e institucionales favorables, en los que las posibilidades de un
mercado activo desempeñaron una función importante.

4.2 Las tecnologías de la revolución verde no dejaron de plantear problemas. Aunque


las VAR sustituyeron a menudo a variedades locales más antiguas, no es seguro que
el mundo haya sufrido de hecho una erosión genética significativa. La necesidad de
un amplio recurso a la lucha agroquímica contra plagas y malas hierbas ha suscitado
preocupación por sus efectos sobre el medio ambiente y la salud humana. A medida
que se ampliaba la superficie de las tierras de regadío, la ordenación del agua exigía
conocimientos prácticos que no siempre existían. Se modificaron los papeles en
función del sexo. Hubo que hacer frente a nuevos retos científicos.

4.3 Puede que los principales beneficiarios de la revolución verde hayan sido los
consumidores. Los precios reales de los alimentos en Asia, y a decir verdad en todo
el mundo, han disminuido constantemente durante los últimos 30 años como
consecuencia de la aplicación de tecnologías que aumentan el rendimiento y reducen
el costo, cuyos componentes son semillas mejoradas, fertilizantes y métodos de lucha
contra las malas hierbas. El descenso de los precios reales de los alimentos beneficia
relativamente más a las personas pobres que a las ricas, ya que aquéllas gastan una
parte mayor de sus ingresos disponibles en alimentos. Las tecnologías de la
revolución verde se han traducido también en un aumento de los ingresos rurales.
Las trilladoras fijas, los pozos entubados y los molinos de harina han aliviado el
pesado trabajo de las mujeres. La incorporación a un entorno con una mayor volumen
de insumos favoreció naturalmente a los agricultores que tenían capital y
conocimientos prácticos, los cuales consolidaron su importancia en la sociedad, a
veces a expensas de los grupos peor dotados. En el ámbito de la revolución verde se
ha constatado también la existencia de diferencias relacionadas con el sexo. La nueva
tecnología y las nuevas estructuras económicas pusieron en entredicho el papel
tradicional de la mujer en los sistemas agrícolas. Los intentos de introducir la nueva
tecnología olvidaron con frecuencia los derechos de la mujer a beneficiarse también
de los avances tecnológicos y redujeron su capacidad de influencia (Siva, 1991;
Serageldin, 1995).

4.4 Es fácil ver, retrospectivamente, los profundos y, con frecuencia, imprevistos


efectos que las tecnologías de la revolución verde tuvieron en muchas comunidades
campesinas, más allá de los sectores de la producción propiamente dicha. En este
sentido, la revolución verde presenta las mismas ventajas e inconvenientes de
muchos de los avances tecnológicos que han cambiado y creado las modernas
sociedades globales. Ha habido ganadores pero también perdedores. La revolución
verde evitó sin duda una grave crisis alimentaria en Asia, y sirvió de base al
sorprendente crecimiento económico de China y Asia meridional y sudoriental. Inspiró
posteriormente el desarrollo de métodos más ecológicos, por ejemplo, para la lucha
contra las plagas del arroz. Los precios del trigo y del arroz han continuado
disminuyendo en el mercado mundial, que ofrece alimentos más baratos para todos,
incluido el enorme número de personas pobres que viven en las ciudades de los
países en desarrollo.

4.5 Las experiencias relacionadas con la revolución verde son muy diversas. En un
examen (Freebairn, 1995) de más de 300 estudios sobre la revolución verde durante
el período de 1970-89 se llega a la conclusión de que los autores de países
occidentales desarrollados, que analizan regiones integradas por numerosos países,
suelen señalar un recrudecimiento de las desigualdades en lo que respecta a los
ingresos. En cambio, los autores de origen asiático, especialmente aquellos cuyo
campo de estudio abarca India y Filipinas, y que utilizan métodos propios de estudios
monográficos, suelen indicar que el aumento de las desigualdades en cuanto a los
ingresos no está relacionado con la nueva tecnología. En más del 80 por ciento de
los estudios examinados por Freebairn se llega a la conclusión de que el resultado
había sido una mayor desigualdad. En cambio, varios autores y, en particular, un
crítico moderado de la revolución verde como Lipton (Lipton y Longhurst, 1989),
reconocen que algunas de las afirmaciones más habituales sobre la disminución del
bienestar como consecuencia de la revolución verde tienen poca base empírica. De
los estudios monográficos de Goldman y Smith (1995) sobre aldeas de la India y el
norte de Nigeria se desprende que la aparente adopción de nuevas tecnologías
agrícolas ha estado asociada a fenómenos amplios de cambio que se refuerzan
mutuamente. Los resultados relativamente satisfactorios del cultivo del maíz en
Zimbabwe tanto por explotaciones comerciales como por pequeños agricultores
(Eicher, 1995) se debieron en gran medida a las infraestructuras institucionales y a
los incentivos económicos (quizá insostenibles). Las soluciones tecnológicas han
constituido un elemento necesario pero no suficiente para reducir la inseguridad
alimentaria.

4.6 Los numerosos estudios y la experiencia adquirida por las organizaciones de


desarrollo han hecho posible, no obstante, una nueva concepción de los problemas
sociológicos y de los aspectos científicos y tecnológicos. Partiendo de esa base, y del
conocimiento de que hay todavía casi 800 millones de personas en situación de
inseguridad alimentaria que necesitan apoyo en forma de iniciativas en favor de una
revolución verde, los objetivos principales de estas nuevas iniciativas deben ser los
de crear mejores condiciones para el aumento de la producción agrícola y el
fortalecimiento de la seguridad alimentaria nacional, y lograr que las personas
privadas de seguridad alimentaria puedan beneficiarse de esos aumentos de la
producción.

4.7 Si bien los aumentos de la productividad del arroz y el trigo en Asia han sido
significativos, los agricultores que cultivan otros productos en otros lugares del
mundo en desarrollo han respondido también durante los tres últimos decenios a la
intensificación de la demanda de alimentos por parte de una población cada vez más
numerosa con aumentos de la productividad de una cierta cuantía. Con la posible
excepción del maíz, estos aumentos no se han basado en la aplicación en gran escala
de las tecnologías de la revolución verde. Es evidente que ha sido escasa la labor de
investigación dedicada a cultivos con menor importancia mundial que el arroz y el
trigo. Puede que esto explique por qué los aumentos de la productividad han sido
menores en muchos cultivos secundarios de Africa (Naciones Unidas, 1995). Mareida
y Eicher (1995), utilizando como ejemplo las investigaciones relativas al trigo, han
señalado también la necesidad de revisar la distribución de los fondos entre las
instituciones internacionales y nacionales de investigación. Tribe (1994) y
Swaminathan (1994) defienden la importancia de la investigación como medio de
sostener el crecimiento de la productividad. En particular, mantienen que la
investigación no debe limitarse a los cereales básicos convencionales, sino que debe
concentrarse cada vez más en otros cultivos y en la ganadería, las aves de corral y
el pescado, todos ellos elementos importantes para que la población pobre tenga
acceso a una alimentación equilibrada. Muchas de las personas expuestas a la
inseguridad alimentaria podrían beneficiarse de sistemas de explotación mixta más
productivos, que han recibido menos atención de los investigadores.

4.8 Otros productos agrícolas y pecuarios no han respondido hasta ahora en la misma
medida a las investigaciones para potenciar el rendimiento, pero de todas formas ha
aumentado la producción hortofrutícola y pecuaria. La existencia de un entorno
menos propicio al aumento de los rendimientos puede explicar también el lento
progreso de los sistemas agrícolas basados en otros cultivos y animales. Se ha
concedido especial importancia a los cereales, que constituyen aproximadamente el
60 por ciento de los alimentos destinados al consumo humano, prestándose una
atención relativamente menor a las hortalizas y los productos pecuarios y pesqueros.
Las estadísticas suelen ser de ámbito nacional, por lo que no es posible determinar
con precisión los cambios registrados a nivel familiar.

Recuadro 1

LOS CULTIVOS BASICOS EN LOS PAISES EN


DESARROLLO:
LA PRODUCCIoN TOTAL AUMENTA MAS RaPIDAMENTE
QUE
LOS RENDIMIENTOS POR HECTAREA
Durante el período de 1963-83 (años importantes de la revolución
verde) la producción total de arroz, trigo y maíz en los países en
desarrollo aumentó un 3,1, 5,1 y 3,8 por ciento anual. Durante el
decenio siguiente (1983-1993) los aumentos de la producción anual
descendieron al 1,8, 2,5 y 3,4 por ciento, respectivamente.

Los rendimientos por hectárea crecieron de forma menos pronunciada


respecto a los tres cereales durante 1963-83: 2,1, 3,6 y 2,9 por ciento,
descendiendo a 1,5, 2,1 y 2,5 por ciento durante 1983-93. Ello se
explica en parte por el hecho de que se empezaron a explotar tierras
menos productivas y por las dificultades de mantener el aumento de los
rendimientos con prácticas de cultivo más intensivas. Aunque la
aportación de Africa al total de la producción mundial de cereales es
menor que la de Asia y América Latina, el aumento del total de la
producción anual de Africa ha sido mayor en el caso del arroz y del trigo
que el promedio correspondiente al conjunto de los países en
desarrollo, en especial durante el último decenio (6,0 y 6,6 por ciento,
respectivamente), pero ligeramente inferior en el del maíz (producto
importante para muchos países), cuyo crecimiento fue del 2,9 por
ciento. En lo que respecta al sorgo y al mijo, productos de que se
alimentan muchas personas que habitan en tierras áridas expuestas a
la inseguridad alimentaria, los agricultores africanos han registrado
aumentos de la producción anual total superiores al promedio de los
países en desarrollo durante los últimos decenios (+1,8 por ciento
frente a -1,5 por ciento en el caso del sorgo y +2,5 por ciento frente a
-0,4 por ciento en el del mijo).

No obstante, mientras que en el período de 1963-83 los agricultores


africanos tuvieron aproximadamente el mismo rendimiento por
hectárea que el promedio de los países en desarrollo, no han
conseguido aumentar la productividad durante los últimos años en
comparación con otras regiones en desarrollo: los rendimientos medios
del arroz, el trigo y el maíz en el período de 1991-93 fueron de 2 029
kg/ha, 1 731 kg/ha y 1 369 kg/ha, respectivamente, mientras que el
promedio global de los países en desarrollo fue de 3 488, 2 420 y 2 627
kg/ha.

Muchos agricultores africanos no se beneficiaron de la revolución verde


en la misma medida que los de otros continentes.

4.9 En Africa y América Latina el aumento de la producción de alimentos se ha


basado principalmente en la ampliación de la superficie cultivada, a menudo en
tierras más marginales con menor potencial de rendimiento. Con frecuencia los
agricultores se han visto obligados a explotar tierras marginales como consecuencia
de la presión demográfica que ha intensificado las prácticas tradicionales de la
agricultura migratoria. De este modo se ha reducido la estabilidad de la producción.
Hasta hace poco, en muchos países africanos no se han ofrecido incentivos para
intensificar la producción. Los agricultores que tienen escaso acceso a las tecnologías,
el capital o los conocimientos necesarios para poner en práctica los nuevos sistemas
de explotación agrícola se han limitado a aplicar sus métodos agrícolas de eficacia
comprobada a las nuevas tierras. La productividad de la mano de obra ha sido baja,
y el acceso a la mecanización y la energía para aumentar dicha productividad muy
limitado. El creciente desarrollo urbano, y la expansión paralela de los mercados, así
como la mayor conciencia política de un sector creciente de la población rural y
urbana de Africa expuesta a la inseguridad alimentaria parecen ofrecer ahora un
entorno más favorable para el desarrollo y aplicación de tecnologías agrícolas nuevas
y eficaces (Goldman y Smith, 1995). Los cambios políticos registrados en Europa
oriental y en otros países con economías en transición plantean nuevos desafíos a los
sistemas productivos, lo que permite prever una mayor diversificación.

4.10 Puede que los recientes cambios en el contexto político mundial y la reducción
de los obstáculos al comercio internacional de alimentos ofrezcan incentivos para el
desarrollo de prácticas agrícolas más sostenibles en los países en desarrollo de Africa,
Asia y América Latina, así como en los países desarrollados. Un requisito para mejorar
la seguridad alimentaria es un acceso más amplio y más equitativo a las tecnologías
para todos los agricultores, hombres y mujeres. Los servicios públicos de extensión
deben asumir una función rectora creando condiciones que alienten a las
organizaciones no gubernamentales (ONG), agroindustrias, medios de comunicación,
instituciones docentes y grupos de agricultores a elaborar sistemas complementarios
de divulgación de las innovaciones y de los conocimientos tradicionales recuperados.
Hay que formular y aplicar planes innovadores que fomenten la eficiencia y
pertinencia de los servicios de extensión en los países en desarrollo.

4.11 Será necesario que los políticos garanticen la disponibilidad de las tecnologías
con miras a su aplicación en los lugares donde puedan contribuir de manera decisiva
a la mejora de la seguridad alimentaria. Las cuestiones relativas a la equidad entre
las distintas generaciones y dentro de cada unas de ellas, las preocupaciones
ambientales (incluida la diversidad biológica) y la propiedad de las instituciones
nacionales son elementos decisivos para el desarrollo y aplicación de nuevas
tecnologías. Durante la revolución verde, en algunos países no se tuvo en cuenta la
variedad de mecanismos institucionales sostenibles necesarios para apoyar los
cambios tecnológicos (Eicher, 1989), pero en otros se crearon estructuras
institucionales sólidas. Ahora se cuenta con una generación de agricultores que tienen
experiencia en el desarrollo agrícola. Con esta visión histórica es posible ofrecer
nuevas posibilidades a regiones y grupos de personas que no se beneficiaron de los
progresos obtenidos mediante la revolución verde.

5. Objetivos relativos a la productividad


5.1 Gracias a la labor de los centros internacionales de investigación agraria adscritos
al Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI) y centros de
investigación avanzada de los países en desarrollo y desarrollados, se conoce
bastante bien el potencial genético de las actuales generaciones de material
reproductor de cultivos y animales. En lo que respecta al arroz, algunos agricultores
del Asia sudoriental han empezado a alcanzar rendimientos semejantes a los de las
estaciones de investigación, pero en los otros cultivos hay grandes diferencias entre
los rendimientos en uno y otro caso. Normalmente, los agricultores de tierras secas
obtienen entre una décima parte y dos tercios de los rendimientos obtenidos
anualmente en un centro de investigación, y la mayor parte de los agricultores suelen
conseguir menos de la mitad (véase el Recuadro 2).

Recuadro 2

DIFERENCIA DE RENDIMIENTOS EN LAS TIERRAS SECAS


DE LA INDIA
En el Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para las
Zonas Tropicales Semiáridas (ICRISAT) de Andhra Pradesh, en la India,
los investigadores del GCIAI han logrado obtener aproximadamente
6 toneladas de sorgo o maíz más legumbres (garbanzos o guandú) al
año por hectárea en un sistema de doble cultivo en vertisoles. Los
sistemas tradicionales de cultivo único en esa región suelen producir
únicamente 0,6 t de sorgo o 1,2 t de garbanzos por hectárea.

Se han observado diferencias semejantes también en América Latina


pero sobre todo en Africa, incluso en condiciones de cultivo
comparables, entre las parcelas experimentales y las explotaciones de
los agricultores. Son elementos decisivos no sólo el acceso a los
insumos sino la capacidad de gestión.

Los organismos de investigación pueden aumentar enormemente los


rendimientos; sin ambargo es necesario encontrar mecanismos que
permitan a los agricultores reducir la diferencia de rendimiento.

5.2 Estas diferencias de rendimiento son muy frecuentes y no pueden explicarse


únicamente por causas relacionadas con los suelos y el clima. Los cambios en el
entorno socioeconómico de los agricultores, incluido el acceso a los conocimientos,
podrían favorecer un enorme aumento de los rendimientos de distintos cultivos en
las condiciones normales de producción. Muchas veces no ha habido incentivos para
reducir estas diferencias, en especial el acceso a los mercados para la venta del
excedente de producción. La superación de esa diferencia en el caso del arroz
representa para el Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz (IRRI) un
objetivo de producción de 15 toneladas/hectárea/año (el rendimiento mundial medio
es de 3,5 toneladas/hectárea/año).

5.3 Según Brown y Kane (1994), la desaparición de la diferencia de rendimientos


demostraría que la ciencia agrícola está quedándose sin ideas nuevas sobre la
manera de aumentar la productividad. No obstante, las pequeñas diferencias de
rendimiento en el caso del arroz revelan que la investigación y la extensión pueden
funcionar en otros contextos socioeconómicos favorables. Esta situación constituye
un nuevo desafío a la investigación. Es lógico suponer que, en último término, se
tropezará con un límite, pero es también claro que las instituciones de investigación
consiguen todavía aumentos notables de los rendimientos con los medios de
investigación convencionales, que la biotecnología permite ahora disponer de nuevos
instrumentos y que muchas variedades de cultivos, animales y peces no han sido
objeto hasta ahora de una importante labor de mejora genética. Un decenio de
actividades de mejoramiento genético con especies ícticas, como el salmón del
Atlántico y la tilapia africana, ha conseguido aumentar los rendimientos entre un 45
y un 75 por ciento (véase la Figura). El mejoramiento de las especies arbóreas sólo
ha comenzado hace muy poco.

5.4 Un objetivo claro de la revolución verde es reducir las actuales diferencias de


rendimiento sin degradar la base de recursos naturales. En un mundo de 800 millones
de personas en situación de inseguridad alimentaria, la aplicación por parte de los
agricultores de los progresos conseguidos por los investigadores es un objetivo
creíble. Es realista concebir que, si los rendimientos medios agrícolas anuales por
hectárea se aproximan a los dos tercios de los obtenidos en los centros de
investigación en condiciones climáticas comparables, no habrá problemas de
disponibilidad de alimentos. La elevación de los rendimientos agrícolas hasta ese nivel
y la reducción de las cuantiosas pérdidas producidas durante la cosecha y después
de ella (pérdidas que pueden reducir fácilmente los alimentos disponibles para el
consumo entre una décima parte y un tercio, según la cosecha, el entorno y los
mercados) son dos objetivos alcanzables. Los principales instrumentos para poner en
práctica la revolución verde serán las nuevas modalidades de comunicación con los
agricultores, el rejuvenecimiento de los sistemas de extensión y los cambios en las
políticas orientadas a ese fin. En particular, las actividades encaminadas a reducir la
pobreza alentarán a los agricultores que disponen de escasos recursos a invertir en
medidas de conservación del suelo y el agua. Asimismo, hay que seguir persiguiendo
los buenos resultados conseguidos por la extensión gracias a los planes de incentivos
orientados específicamente a los extensionistas.

5.5 Los instrumentos clásicos para la mejora del germoplasma constituyeron la


columna vertebral de la revolución verde. Los recientes progresos de la biotecnología,
no disponibles todavía en el momento del «arroz mágico» y el «trigo mágico»,
incluida la ingeniería genética, deben hacerse todavía patentes en variedades y razas
al alcance de los pequeños propietarios tropicales. Aunque se trate en gran parte de
iniciativas de laboratorio, sometidas aún a intensos debates internacionales en
relación con los problemas éticos, de bioseguridad y de derechos de propiedad
intelectual, lo ocurrido hasta la fecha permite pensar que estas innovaciones tardarán
en llegar a los agricultores entre 10 y 20 años. Las importantes inversiones que la
industria del sector privado está realizando en la actualidad en los países en
desarrollo en el ámbito de la biotecnología, en particular en ingeniería fitogenética,
indican claramente su percepción de la evolución en el futuro.

TENDENCIA DEL INCREMENTO DE PRODUCTIVIDAD EN LA CRIA


DE ANIMALES DE GRANJA
Fuente: Centro internacional para la ordenación de los recursos acuáticos vivos (ICLARM, 1991).
Nota: La productividad de los animales destinados a la producción de carne y leche ha aumentado
notablemente durante los 50 últimos años gracias a las mejoras introducidas en las prácticas de
cría y ordenación. La mejora genética y los modernos métodos de la acuicultura han provocado
un significativo aumento de la productividad del salmón del Atlántico noruego durante los 20
últimos años. La mejora genética de los peces tropicales en el sector de la acuicultura no ha hecho
más que comenzar.

5.6 Siempre que se sigan criterios de precaución, las perspectivas de la biotecnología


continuarán siendo favorables, en particular los esfuerzos realizados por dotar a las
variedades agrícolas y ganaderas útiles de resistencia genética a las plagas y
enfermedades. Las pérdidas de cultivos y animales constituyen una parte significativa
de la reducción de los rendimientos experimentada por los pequeños agricultores, si
bien su acceso a los productos agroquímicos destinados a evitar dichas pérdidas sigue
siendo limitado. El bajo nivel de formación de muchos pequeños propietarios hace
que éstos muchas veces no comprendan debidamente los riesgos tanto ambientales
como sanitarios asociados al uso de los productos agroquímicos. La vinculación del
uso de la resistencia genética a los métodos de lucha integrada contra las plagas
puede resultar muy productiva, particularmente si se tienen en cuenta los buenos
resultados logrados en el cultivo del arroz en el Asia sudoriental. Es fundamental que
éstos y otros progresos de la biotecnología redunden también en beneficio de los
agricultores expuestos a la inseguridad alimentaria. Es posible que la resistencia a
las enfermedades y los insectos no sea suficiente, pero la introducción de nuevas
combinaciones de resistencia puede hacerse de forma mucho más rápida que con los
métodos de mejoramiento convencionales.

5.7 Gran parte de las investigaciones avanzadas sobre biotecnología se centran


actualmente en los problemas de los países desarrollados y no se orientan
específicamente a ayudar a los agricultores tropicales. Es muy importante evitar que
la comunidad mundial adopte políticas y procedimientos que excluyan a los
agricultores y pastores tropicales de los beneficios conseguidos gracias a los
progresos de la biotecnología. Es más, deberá realizarse un esfuerzo concertado por
alentar la rápida transferencia de nuevas tecnologías seguras y válidas a las personas
más necesitadas. Como el acceso a abundantes reservas genéticas es importante
para los esfuerzos biotecnológicos encaminados a obtener variedades y cultivos
mejorados, es necesario conservar la gran diversidad genética de las reservas
actuales. Ello alentará probablemente la formulación de métodos de distribución de
variedades y razas mejoradas distintos a los empleados durante la revolución verde.
Es probable que los agricultores que seleccionen, en último término, activamente el
material que consideren más adecuado a las condiciones locales. Con ese fin, deberá
revisarse la función de éstos en cuanto administradores y selectores del material
genético. Ello requerirá nuevas políticas y procedimientos para dar soluciones viables
y equitativas a los nuevos problemas.

5.8 No obstante, no es probable que la biotecnología y el mejoramiento genético


consigan, por sí solos, elevar la producción en forma tal que aumente la seguridad
alimentaria. Por ejemplo, los datos relativos a la reciente sequía del Africa austral
indican que aproximadamente dos tercios del aumento de los rendimientos obtenidos
gracias a variedades de sorgo mejoradas procedentes de material del ICRISAT se
han debido a la adopción de técnicas más acertadas de gestión en las explotaciones,
incluso durante una época de grave sequía. Las actividades de extensión que
acompañan a la distribución de semillas mejoradas de elevado rendimiento son al
menos tan importantes como el material genético en cuanto tal, también en los casos
de baja utilización de insumos. Un reciente estudio del GCIAI sobre los progresos de
la agricultura marginal en el Africa occidental revela que se han conseguido también
éxitos apreciables en zonas de bajo potencial. Ello es muy importante para la
estabilidad social y política de las regiones menos dotadas, en las que se encuentra
una gran proporción de la población privada de seguridad alimentaria. En estas
zonas, donde existen limitaciones biológicas fundamentales para la producción
agrícola, los esfuerzos deben centrarse en la formación y en las oportunidades de
empleo no agrícola para reducir la presión sobre la tierra.

5.9 En lo que se refiere a algunos productos pecuarios, la ciencia moderna dista


mucho de haber hecho realidad todo el potencial genético de las especies productoras
(véase la Figura, en la que se recogen esquemáticamente algunos datos sobre el
período de 50 años transcurrido desde 1940 en relación con los pollos, vacas de
leche, ganado porcino y salmón del Atlántico cultivado). En la acuicultura tropical las
mejoras genéticas de algunas especies de carpa y de la tilapia durante los 10 últimos
años han permitido aumentar los rendimientos en las explotaciones entre un tercio y
la mitad en los cinco últimos años, lo que da motivo para prever una mayor
disponibilidad de proteínas a precio más bajo en el futuro. En cuanto a las especies
ícticas y algunos tipos de ganado, las investigaciones se han centrado en un rápido
aumento de la productividad. El mantenimiento y aprovechamiento de los recursos
genéticos animales para conseguir, además de una mayor productividad, la
resistencia a las enfermedades adquiere mayor importancia en la revolución verde.
Se ha de comprobar también los progresos obtenidos en el contexto de los sistemas
de producción, ya que los pequeños agricultores practican muchas veces una
agricultura mixta como estrategia de seguridad alimentaria. Asimismo, deben
abordarse cuestiones relativas a la nutrición y la salud.
6. Objetivos de la revolución verde realtivos a la
sostenbilidad
6.1 Desde 1992 se han registrado notables progresos en la definición del desarrollo
sostenible en términos operativos. Una cuestión de interés es la división del capital
total que se debe mantener (o aumentar), dentro de cada generación y entre
generaciones, en cuatro componentes distintos: capital de la naturaleza, capital
humano, capital institucional y capital social. Este concepto (véase Serageldin, 1995)
supone que los componentes pueden cambiar de magnitud, lo que significa que puede
ser legítimo (si se actúa con prudencia) dejar que se reduzca el capital de la
naturaleza a fin de incrementar, por ejemplo, el capital humano o el institucional.

6.2 Por ello, el desarrollo agrícola sostenible supone que las iniciativas adoptadas
deben aumentar la suma total de los componentes, aun cuando pueden variar sus
proporciones relativas. Aunque todavía se está buscando la manera de cuantificar
cada uno de los componentes, este planteamiento puede servir como orientación más
directa para determinar si las intervenciones calificadas de sostenibles contribuyen
realmente a aumentar el capital total.

6.3 El concepto actual de revolución verde trata de asegurar el fortalecimiento de


cada uno de los cuatro componentes del capital total, de tal forma que cada uno de
ellos refuerce a su vez a los demás. Han surgido nuevos medios de comunicación que
ofrecen formas innovadoras de difundir los conocimientos en apoyo de los cambios
en los sistemas de explotación agrícola.

6.4 El concepto de desarrollo sostenible presupone también el apoyo popular a los


principios del buen gobierno. Las cuestiones relacionadas con la equidad son
fundamentales para el desarrollo sostenible, tanto dentro de cada generación como
en la relación entre ellas, lo que hace que sean sumamente importantes. La adopción
de planteamientos basados en la participación debe considerarse como requisito
imprescindible para la introducción de sistemas agrícolas con potencial más elevado,
con el fin de conseguir que los grupos más vulnerables de la comunidad –en particular
los jóvenes, los ancianos y las mujeres– participen de forma más equitativa en los
cambios previstos.

6.5 Durante la revolución verde se observó que la falta de conocimientos técnicos de


los agricultores había constituido una cortapisa para la adopción de sistemas de
explotación agrícola más productivos. Debe mejorarse la productividad de la mano
de obra para aumentar los ingresos. La introducción de animales de tiro constituye
un elemento importante para incrementar la productividad. Teniendo presentes las
enseñanzas de la primera revolución verde, cabe esperar que, una vez que se
disponga de las nuevas semillas y fertilizantes, los agricultores adoptarán las
tecnologías agrícolas modernas y generarán fondos para seguir mejorando la
productividad, por ejemplo, construyendo pozos entubados para el riego.
6.6 Los monocultivos genéticamente homogéneos de la revolución verde aumentaron
el peligro de ataques masivos de plagas y enfermedades en el arroz y el maíz, lo que,
a su vez, indujo a la aplicación en gran escala de los plaguicidas clásicos. En los
últimos años, las enseñanzas aprendidas de las fases iniciales de la revolución verde
han dado lugar a planteamientos inno-vadores que permiten combatir las plagas en
forma más integrada. Una gran variedad de técnicas, entre ellas la lucha biológica,
está sustituyendo a la aplicación masiva de productos agroquímicos, sobre todo en
la producción de arroz y en relación con los pequeños agricultores tropicales. La FAO
ha desempeñado un papel decisivo en la introducción de dichas técnicas en el Asia
sudoriental. La revolución verde toma como punto de partida el manejo integrado de
plagas y analiza más a fondo las interrelaciones entre los ecosistemas naturales y
adyacentes y las tierras agrícolas. Una de las bases del nuevo planteamiento consiste
en mantener un gran número de opciones de lucha contra las plagas, enfermedades
y malas hierbas. Asegurando una amplia variabilidad natural entre los organismos
patógenos y las plagas se puede reducir el riesgo de crear resistencia a medidas
específicas de lucha. Otra manera de ampliar las posibilidades de lucha es conseguir
una mayor variación genética. Se ha visto ya el desarrollo del concepto de gestión
integrada de sistemas de cultivo, que incluye el manejo integrado de plagas y la
gestión integrada de los nutrientes.

6.7 El mantenimiento de abundantes reservas genéticas de los cultivos importantes,


in situ y ex situ, ocupará un lugar prioritario en el programa de la revolución verde.
La comunidad internacional, en estrecha cooperación con los organismos nacionales
y al amparo de acuerdos internacionales, buscará activamente nuevos avances de la
cooperación internacional con ese fin. La base del desarrollo, que hasta ahora se ha
centrado sobre todo en el arroz, el trigo y el maíz, se ampliará a otros cultivos,
incluidos los indicados por el GCIAI. Hay nuevas posibilidades de exploración del
potencial genético en orden a una mayor productividad, incluso cuando los insumos
externos son bajos, por ejemplo obteniendo variedades agrícolas resistentes a
medios salinos o suelos ácidos, o que puedan aprovechar más eficientemente algunos
nutrientes del suelo fuertemente retenidos. Es preciso continuar las investigaciones
sobre la resistencia a la sequía y la resistencia genética a las enfermedades, plagas
y malas hierbas y su posible incorporación a las nuevas variedades para uso de los
agricultores.

6.8 Hay una demanda cada vez mayor de productos pecuarios, debido tanto al
crecimiento demográfico como a los cambios en los hábitos alimentarios impulsados
por la mayor prosperidad de muchas regiones, entre ellas Asia. Si bien gran parte de
la población pobre tiene todavía una alimentación fundamentalmente vegetariana, el
potencial genético de los grandes y pequeños rumiantes, ganado porcino, aves y
pescado contribuirá también en forma notable a mejorar la nutrición humana en el
futuro. También será muy importante mantener y utilizar con prudencia los recursos
genéticos animales e ícticos. En cuanto a la cría de ganado en los países
desarrollados, conveniene prestar especial atención a la supervivencia de las razas
locales y de los recursos genéticos que ellas representan. Se han de mejorar las razas
autóctonas, en consonancia con los perfeccionamientos en materia de nutrición
animal y la ganadería para explotar las posibilidades de rendimiento de las razas
mejoradas establecidas. La implantación de sistemas mixtos sostenibles de
agricultura-ganadería constituye un factor importante para aumentar la producción
animal.

6.9 La mejor comprensión de la relación entre suelos y plantas ha sentado nuevas


bases para el ciclo de los nutrientes, lo que permite reducir la necesidad de
aplicaciones masivas de fertilizantes, tan frecuentemente asociadas con la revolución
verde. En los sistemas agrícolas intensivos, la escorrentía de las tierras agrícolas ha
provocado problemas de contaminación también en los países en desarrollo donde el
uso de fertilizantes es, por lo demás, bajo. Pero en 1992 el consumo medio de
fertilizantes por hectárea de tierra de cultivo en Africa fue de unos 20 kg de nitrógeno,
fosfato y potasio (NPK), frente a 300 kg en China y unos 100 kg en los países
desarrollados. En la práctica, los pequeños agricultores de Africa aplican comúnmente
menos de 5 kg por hectárea en sus cultivos alimentarios básicos. Un mayor acceso y
una utilización más prudente de los fertilizantes son elementos importantes de la
revolución verde. No es posible negar las graves deficiencias de fosfato en muchos
suelos africanos ni la necesidad de mejorar los suelos fuertemente ácidos de Africa y
América Latina para obtener aumentos significativos de los rendimientos. Al mismo
tiempo, hay tecnologías que permiten un mayor aprovechamiento del nitrógeno
atmosférico mediante una mejor nodulación de las leguminosas y las prácticas de
agrosilvicultura promovidas, por ejemplo, por los institutos del GCIAI, el Centro
Internacional de Investigaciones Agro-
forestales (ICRAF) y el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA). Si bien
la incorporación de la fijación efectiva del nitrógeno a otros cultivos importantes
puede resultar tecnológicamente viable en el futuro, no es probable que tenga
resultados decisivos para los pequeños agricultores tropicales durante el próximo
decenio. Para la fijación biológica del nitrógeno por las plantas de cultivo y la
utilización de abono verde y de leguminosas arbóreas se requieren recursos de agua
y nutrientes por los cuales pueden competir otras plantas de cultivo. En algunos
sistemas de explotación agrícola, pueden emplearse complementos a los fertilizantes
minerales, en lugar de sustituirlos. Un mejor aprovechamiento de las acumulaciones
subsuperficiales de nitrógeno (que ahora sólo contribuyen, en muchos casos, a
agravar la contaminación de las aguas subterráneas), mediante el reciclado con
cultivos arbóreos de sistemas radiculares profundos, puede llegar a formar parte del
planteamiento promovido por la revolución verde.

6.10 La degradación de los suelos es un fenómeno grave en muchas zonas, tanto en


regiones altamente productivas como en tierras más marginales. Las tierras muy
erosionadas tienen costos de rehabilitación sumamente elevados. Las medidas
preventivas son mucho más eficaces en función de los costos. Las buenas prácticas
de cultivo son un elemento fundamental de la revolución verde. Las investigaciones
sobre la conservación de los suelos han ofrecido nuevas posibilidades de
aprovechamiento sostenible de la tierra –también en zonas marginales–, entre las
que cabría citar las técnicas de cultivo en terrazas de bajo costo y de fácil aplicación
para los agricultores, el uso de lindes vegetativos y las técnicas agroforestales. De
igual modo, el laboreo de conservación, en el que se empleen herbicidas no
perjudiciales para el medio ambiente, puede desempeñar una importante función
para luchar contra la erosión del suelo, mejorar la conservación de la humedad y
aumentar la materia orgánica. Además, ello supone el empleo de tecnología que
ahorra mano de obra. Estos planteamientos alternativos requieren menos
concentración de mano de obra que las técnicas anteriores, que los campesinos
consideraban muchas veces insostenibles en sus sistemas de producción.

6.11 La ordenación acertada de los recursos hídricos es otra de las claves para
aumentar la productividad en muchos sistemas agrícolas tropicales y sub-tropicales.
Los decepcionantes resultados de muchos planes de riego en gran escala, en función
de su economía, han obligado a replantearse el problema de la función de la
agricultura de regadío2 en una revolución verde. Los fracasos anteriores se han debido
a problemas en el diseño técnico, por ejemplo, falta de drenaje; sistemas arbitrarios
de fijación de precios, que alientan la utilización inadecuada de los recursos hídricos;
deficiencias generales en los sistemas de mantenimiento y gestión de la
infraestructura física, e insuficiente transferencia de conocimientos a agricultores con
poca experiencia de riego.

6.12 Es probable que continúe pendiente el problema de la ordenación de los


recursos hídricos en las zonas tropicales y subtropicales con elevada evapo-
transpiración e irregular calidad del agua.

6.13 La ampliación, en términos moderados, de las zonas de riego, mediante planes


de gran intensidad y bajo costo especialmente en Africa, constituirá un elemento
importante de las actividades de la nueva revolución verde. Es también importante
velar por que se consiga un reparto equitativo de los recursos de tierras y aguas para
las comunidades que practican sistemas de explotación agrícola diferentes. Habrá
que reducir la competencia por el agua y la tierra entre, por ejemplo, las poblaciones
dedicadas a actividades pastoriles y al riego. En asociación con la expansión del riego
debe fomentarse una nueva y mejor comprensión del papel que los recursos hídricos
pueden tener en la propagación de enfermedades humanas, y de la manera en que
la buena gestión y la sensibilización de la opinión pública sobre los peligros para la
salud pueden ayudar a reducir la incidencia de enfermedades. Se ha establecido una
estrecha cooperación sobre estos temas entre la FAO, la Organización Mundial de la
Salud (OMS), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)
y el Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos: Hábitat.

6.14 Los agricultores en situación de inseguridad alimentaria tratan de evitar los


riesgos distribuyéndolos en numerosas actividades. Pueden aceptar con mayor
facilidad que se aliente una mayor integración de cultivos, animales y cultivos
arbóreos en los sistemas de producción en pequeña escala con el fin de acomodarse
a la concepción de las formas de vida sostenible que suele prevalecer en las
comunidades económicamente marginadas. Pero no se puede olvidar la importancia
que los nuevos cultivos comerciales pueden tener para los pequeños propietarios: los
éxitos conseguidos con la producción de palma de aceite en el Asia sudoriental y con
la producción de soja para aceite y proteína en la India constituyen buenos ejemplos
de sistemas de explotación agrícola con posibilidades de desarrollo sostenible. La
producción no maderera ofrece un potencial todavía mayor de aprovechamiento
sostenible, en el que se combinarían los efectos de una posible mejora en la
ordenación de cuencas hidrográficas y de una mayor contribución a las necesidades
de alimentación.

7. Zonas idóneas para la revolución verde


7.1 Es más probable que los beneficios derivados de una revolución verde se pongan
de manifiesto antes y en mayor medida en las zonas más fértiles; es decir, es más
importante concentrar los esfuerzos en las zonas mejor dotadas de las regiones con
déficit real de alimentos. El aumento de la producción alimentaria, también con
destino al mercado, provoca una intensificación de las actividades económicas, con
los consiguientes efectos positivos, sobre todo el aumento de los ingresos y del
empleo, en beneficio también de los pobres. El aumento de la producción conseguido
en las zonas más fértiles mejorará, en primer lugar, la seguridad alimentaria
nacional, pero también la seguridad alimentaria familiar de los campesinos pobres
que viven en esas zonas. La ordenación de las tierras fértiles reduce la presión para
dedicar al cultivo de nuevas zonas vulnerables.

7.2 Es también previsible que la ordenación eficaz de las zonas mejor dotadas aliente
la inversión en tierras más marginales. Estas no son siempre tierras vulnerables (por
ejemplo, las zonas de suelos ácidos de América del Sur y el Africa austral), pero quizá
ofrezcan menos perspectivas de conseguir una rentabilidad rápida y elevada de las
inversiones. No obstante, la introducción de pequeñas mejoras en la producción de
las zonas marginales puede redundar en beneficio de muchas de las familias privadas
hasta ahora de seguridad alimentaria y hacerlo en forma más directa que los efectos
de «extensión» previstos de las inversiones en las zonas de elevado potencial. Hay
que tener también en cuenta las zonas menos dotadas a fin de evitar la creación de
desequilibrios sociales y políticos a nivel nacional o regional. Dado el crecimiento de
la demanda de los mercados urbanos en expansión y la posibilidad de que en la
alimentación de la población urbana se conceda cada vez mayor importancia a los
productos agrícolas de mayor valor, el mercado puede ofrecer a quienes hoy están
privados de seguridad alimentaria la posibilidad de ingresar, en calidad de
productores, en economías en crecimiento o de encontrar oportunidades de ingreso
no agrícola promovidas por el fenómeno general de la expansión económica.

7.3 Para la población urbana expuesta a una situación de inseguridad alimentaria,


un aspecto que reviste especial interés es el potencial de la agricultura periurbana
(normalmente producción de hortalizas y animales pequeños) como complemento de
los alimentos básicos producidos en las zonas rurales. El desarrollo de las actividades
agrícolas y forestales urbanas y periurbanas tiene una ventaja competitiva, dada su
breve distancia de un grupo de consumidores con capacidad adquisitiva superior a la
media. La silvicultura y la agricultura periurbana ofrecen un potencial todavía
desaprovechado tanto en lo que respecta a la generación de empleo como a la
producción de alimentos y combustibles. Los precios locales de la tierra que se
registren en la práctica o el valor de la tierra en otros términos pueden afectar a esta
nueva posibilidad.

8. Nuevos instrumentos de la revolución verde


8.1 La revolución verde ha enseñado que los avances científicos no pueden por sí
solos resolver los problemas de la seguridad alimentaria de los países en desarrollo.
Los dirigentes políticos deben crear un entorno socioeconómico o institucional
propicio. Por otra parte, el acceso al crédito y a los mercados contribuye en forma
decisiva a aumentar la productividad. El aumento de la producción de alimentos no
conduce necesariamente a una mayor equidad. La introducción de una agricultura
caracterizada por la gran utilización de insumos y la elevada producción, así como la
vulnerabilidad de las tierras de alto y bajo potencial cuando se producen cambios
importantes en los sistemas de explotación agrícola pueden tener consecuencias
ambientales no des-deñables. El progreso sostenible casi siempre supone una mayor
participación popular, que permite a los interesados escoger entre las nuevas
herramientas y combinarlas con las circunstancias tecnológicas, sociales, culturales
y económicas creadas por sus sistemas tradicionales.

8.2 Los países que han conseguido mayor seguridad alimentaria nacional y familiar,
también en beneficio de los pobres, han demostrado en el pasado un fuerte interés
político por la agricultura, una atenta consideración de los incentivos económicos a
la producción agrícola; estos países han hecho inversiones humanas y económicas
en investigación, extensión y capacitación.

8.3 Consciente de todo ello, la comunidad mundial puede contribuir a respaldar los
esfuerzos de los países pobres y de la comunidad de donantes para asegurar que los
resultados de la investigación puedan transferirse a los agricultores y para que las
diferencias de rendimiento existentes entre las prácticas comprobadas en la
investigación y en centros experimentales, por un lado, y en las explotaciones de los
campesinos, por el otro, se puedan reducir significativamente. No obstante, es
preciso promover las iniciativas nacionales e internacionales de investigación para
evitar que el desfase cronológico entre el comienzo de una investigación y la
posibilidad de que los agricultores puedan beneficiarse de sus resultados limite las
nuevas exigencias que se plantearán a la producción de alimentos de aquí al año
2010 y en lo sucesivo.

8.4 Con este fin será necesario:

 Asesorar y apoyar a los gobiernos de los países expuestos a una situación de


inseguridad alimentaria para que den mayor prioridad a la formulación de
políticas agrícolas acertadas y su ajuste a los nuevos regímenes comerciales
internacionales. En particular, el logro de un acceso más abierto a los mercados
y la fijación de precios equitativos serán elementos importantes para aumentar
la producción. Estas políticas deben ocuparse de mejorar los sistemas de
suministro de los insumos necesarios para incrementar la productividad
(semillas, fertilizantes, productos químicos para proteger los cultivos y
suministros veterinarios).
 Revitalizar los servicios nacionales de extensión agraria, capacitación e
investigación, incluidas las universidades nacionales, y los mecanismos
necesarios para que la ayuda llegue hasta los pobres y hasta la población sin
seguridad alimentaria, incluidas las mujeres, muchas veces olvidadas en las
estrategias nacionales. Deben fortalecerse también las relaciones entre la
investigación y la extensión.
 Proporcionar asesoramiento a los organismos nacionales de extensión e
investigación con el fin de crear sistemas agrícolas más sostenibles desde el
punto de vista ambiental, con mayor atención a los métodos que puedan
aumentar la producción alimentaria y a las zonas y grupos de agricultores que
siguen teniendo un acceso limitado a los insumos externos. También serán
importantes los métodos participativos aplicados a la extensión y a la
formulación de nuevos programas de investigación.
 Promover la cooperación con los organismos internacionales de investigación
agraria, especialmente el GCIAI, para velar por que las iniciativas
internacionales de investigación estudien los efectos de la producción en las
explotaciones agrícolas. Es preciso continuar perfeccionando algunos métodos,
en particular la nueva biotecnología, que tan buenos resultados han dado en la
revolución verde, y aplicar la lucha biológica contra plagas y malas hierbas y la
lucha integrada contra las plagas, que pueden ofrecer rendimientos más
elevados y más compatibles con el medio ambiente sin necesidad de muchos
insumos, incluidos los que pueden adaptarse a las zonas vulnerables y
marginales con menos potencial inmediato.
 Buscar un consenso entre todas las partes interesadas, tanto entre los países
destinatarios como entre los donantes, a fin de conseguir que la seguridad
alimentaria reciba gran prioridad en las políticas nacionales de desarrollo.

9. Conclusiones
9.1 Es necesario dar un nuevo impulso a la revolución verde con el fin de atender las
necesidades legítimas de las personas expuestas a la inseguridad alimentaria, tanto
a nivel nacional como familiar. La presión del crecimiento demográfico en muchos
países agrava esta urgencia. El objetivo principal es ayudar a los agricultores de los
países en desarrollo a reducir y, si es posible, eliminar la diferencia entre los
rendimientos que obtienen ellos y los que se consiguen en los centros
experimentales.

9.2 Es también menester aumentar las inversiones en investigación agraria, con


fondos tanto nacionales como de la comunidad internacional de donantes. La
biotecnología, la lucha integrada contra las plagas y la elaboración de los productos
después de la cosecha ofrecen considerables perspectivas a más largo plazo que
requieren decididos esfuerzos, sobre todo para la formulación de alternativas
encaminadas específicamente a la población sin seguridad alimentaria. Se requieren
también renovados esfuerzos de investigación agraria para poder aumentar los
rendimientos de algunos cultivos cuya producción real se aproxima bastante a la
obtenida en los centros de investigación (en particular el arroz y el trigo), y conseguir
nuevos aumentos de la producti-vidad de la ganadería y acuicultura.

9.3 La revolución verde deberá realizarse de acuerdo con los principios del desarrollo
sostenible. Los políticos deben conseguir una mayor equidad dentro de cada
generación y entre generaciones, incluso por lo que respecta a su seguridad
alimentaria, dado que ello constituye el fundamento para aplicar este cambio
tecnológico. Es necesario considerar globalmente la grave falta de compromiso
político con el desarrollo agrícola en muchos países que deben hacer frente a
situaciones de inseguridad alimentaria, así como en la comunidad de donantes.

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