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sexualidad. Sería un error circunscribir su despliegue político a una nomenclatura provincial,
aun cuando el régimen de invisibilidad que produce Buenos Aires constituye un asunto que
nuestras tías que del paternalismo estatal, trata sobre una ocupación de la ciudad. Como
tal, guarda un friccionante parentesco con las insurgencias anarquistas que contaron con
oradoras de la talla de Virginia Bolten, las primeras huelgas de maestras, el Rosariazo, los
jueves de Madres de Plaza de Mayo y un largo etcétera. Dicha historia, tan presta a
Se dice de mí
hacia septiembre de 1984 -vaya este efemérides para las Marchas del Orgullo- se
homosexual fue organizado por el MLH a través de una cadena equivalencial que hacía de
cuando no un mismo rostro combativo. Pero la semántica heredada de los años setenta
debió engarzarse a la cultura política de la democracia republicana. El MLH contó con dos
SIDA. Dicho contexto post-dictatorial permitió desplazar las reflexiones domésticas hacia
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una espacialización política de la sexualidad que comenzó a pensar la ciudad como objeto
de intervención. La crisis del SIDA invirtió esos términos, fraguó su repertorio de protesta
neoliberal del Estado. La singularidad, tanto para el MLH como sus vecinos Comunidad
cuestión los términos del cierre de un pasado doloroso vinculado al terror de Estado.
Homosexual inició su accionar bajo premisas tan potentes como conflictivas: a diferencia de
sus pares porteños -la CHA- rechazaron la invocación de una comunidad en beneficio de un
continúo de limitar y expresar qué contaba como homosexualidad, quiénes eran los
homosexuales, cuáles eran las luchas que debían priorizarse y quiénes deberían ser
aceptar el orden local y su heterosexismo. Cabe recordar que al estigma cultural de los
inciso K promovió velar por las buenas costumbres en cuanto puedan ser afectadas por
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“actos de escándalo público” y el “ejercicio de la prostitución”, Códigos de falta municipal
(Ordenanza N° 2783/1981) con un capítulo destinado a las “Faltas contra la moral y las
Rosario como en Buenos Aires los activistas históricos comprendieron rápidamente los
términos de esta democracia, asunto que hoy exige re interrogar los términos de una
luchas gremiales, de Madres de Plaza de Mayo y feministas como las del grupo Unidas,
medicamentos paliativos no cubiertos por la salud pública (especialmente la droga AZT pero
también Flores de California). Tal como puede deducirse, la acción colectiva del Movimiento
voluntad autonomista la que signó tanto la potencia política como el desgranamiento del
Movimiento.
caracterizada por las prácticas clandestinas del yire y también ciertos bares de reunión
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entrevistados coinciden en señalar dos puntos al respecto: por un lado, que para los años
ochenta la categoría homosexual era una figura predominante en la que se reconocían tanto
escenificación disidente tanto con el marco normativo represivo como con los discursos
internacional iniciado hacia 1974. Conviene recordar que la categoría lesbiana aún no tenía
la fuerza política que gozará años más tarde gracias a diferentes torsiones entre las que
Aun cuando la categoría homosexual también permanecía vigente para otras experiencias y
modos de vivir el género, existió una sutura que distinguía homosexuales de travestis. Al
reticencias para reconocer e incorporar a las mismas. Habrá que esperar a inicios de los
noventa para conocer las primeras agrupaciones de travestis y trans en Buenos Aires y
varios años más para dar con la emergencia de la extinta Asociación de Mujeres y Travestis
de Santa Fe. Si para 1992 la primera marcha del Orgullo organizada en Buenos Aires se
denominó “gay y lesbiana”, contando con abundante público enmascarado, para 1996 el
Transgéneros), celebrado en Rosario bajo el anfitrionaje del también fenecido grupo Arco
Iris, indica un cambio de rumbo que bien podría operar como un corte periodizante respecto
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Últimos días
Como oportunidad política la crisis del SIDA marcó un antes y después para los
construidas por el propio MLH sirvieron de base para una infraestructura para-estatal de
con la ruptura del MLH, hacia 1988, asistiendo a un progresivo desgranamiento en grupos
militantes y aliadxs “cayeron”- pero también jugó la apertura participativa otorgada por
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regulación de la palabra pública y una reorganización del repertorio de protesta. Asimismo,
Si recordamos el repertorio de protesta inicial con el que emerge el MLH podemos apreciar
una mutación discursiva-política que va de una retórica afirmativa del ser homosexual hacia
boletín Todos somos reactivos (1989), organizado por los ahora ex-militantes del MLH,
trabajar sobre la marginación que reciben estos pacientes en sus propias instituciones
sanitarias?, ¿Cuál es el carácter de esta ley que genera la obligatoriedad del paciente,
quien ya pierde su capacidad de decidir si desea o no hacerse una prueba para detectar
anticuerpos contra el V.I.H.?…. ¿Cuál será el criterio con el que determinarán que tal o cual
persona es homosexual?”.
Para 1991, apenas dos años después, el Estado de derecho respondía con un nuevo
decencia pública” establecía punición para: art. 78 Ofensa al pudor, art. 87 Prostitución
Contra el olvido
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El golpe de vista que va del espejo a la calle tuvo a Juan Espina como el primer militante
gran parte del activismo, se dice que poseía el carisma y vital entusiasmo para convencer a
imaginar el papel que dicha área de conocimiento jugará años más tarde, durante la crisis
del SIDA, ante un Estado que atinó a cimentar un pánico moral. A Juan le debemos una
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Diseño de portada: Franco Rasia