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Para quienes están en contra sigue siendo una concesión inconcebible, dado
que sin importar las condiciones de la gestación, de la madre o del feto, se
busca llevar a termino un embarazo sin importar las consecuencias.
Por otro lado hay que ver las condiciones sociales de determinado país de
manera global y no en el caso específico de cada mujer. Países en vía de
desarrollo en donde hay miles de millones de personas atrapadas en ciclos de
pobreza e ignorancia, son también los ambientes más propicios para
embarazos indeseados. En esos mismos países hay clases más privilegiadas en
donde las mujeres cuentan con servicios de salud e infraestructura económica
para llevar a término un embarazo; pero estos son casos aislados.
Hay que buscar el bienestar global, y pensar en resolver las necesidades de los
más pobres, no satisfacer a los más ricos e influyentes. Abortos realizados en
clínicas ilegales y hospitales clandestinos son los que causan más muertes
entre mujeres en edad fértil; permitir el aborto sería, respetar la libertad de
cada mujer de disponer de su cuerpo, y proveer a la sociedad de una sistema
de salud respetuoso que ponga el bienestar de las mujeres como una
prioridad.
Otro argumento de quienes están a favor del aborto habla de que el embrión
fecundado, en la primera etapa del embarazo, aún no constituye un ser
humano, sino un conjunto de células y por tanto, al decidir interrumpir el
embarazo, en realidad no se está acabando con la vida de una persona. Aquí la
conversación adquiere niveles ontológicos porque se entra a debatir cuándo
comienza la vida y cuándo un ser humano se convierte en tal.
Por otro lado hay que preguntarse por qué los derechos de las mujeres,
sobretodo este tan íntimo y relevante, está en manos del estado. ¿Acaso los
hombres tienen que pedir permiso para hacer libre uso de su cuerpo?
¿Cuándo se ha visto a un hombre demandando al estado para someterse a una
vasectomía? ¿No es, en alguna medida, un procedimiento que pone en peligro
la vida?. Los estándares con los que se tratan las necesidades de los hombres y
mujeres son diferentes, y moralmente escurridizos.
Para tomar un posición al respecto del aborto hay que, primero, informarse.
El aborto seguirá siendo un tema que siempre generará enfrentamientos entre
la sociedad, ya que va a crear una división entre sus detractores y sus
defensores. Pero hay que también pensar si no estamos muy entrados en la
historia como para tener que poner bajo el lente de aumento la vida privada
de las mujeres, sus opciones, sus preferencias y sus sueños. Los legisladores
no tienen derecho a decidir sobre lo que las mujeres quieran hacer respecto a
un embarazo, porque cada potencial niño que viene al mundo trae a sus
espaldas las consecuencias de las elecciones de sus padres. Si una madre
considera que no quiere traer el mundo a un niño por las razones que sean,
hay que escucharla y darle la oportunidad de que este proceso, doloroso y
emotivo, se haga en un ambiente respetuoso donde ella sienta que su voz
cuenta. Así mismo también hay que escuchar a la madre que, a pesar de los
diagnósticos médicos, quiere llevar a término un embarazo que se considera
riesgoso.
El punto clave de la discusión es darle, por fin, una la voz a las mujeres.