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Resumen
El objetivo del presente trabajo es develar las convergencias filosóficas presentes entre
el concepto lacaniano de “estadio del espejo” y el análisis foucaultiano de las formas puras de
constituyen al saber de una época y que, por lo tanto, constituyen al sujeto de una época, se
pueden equiparar al ideal alienante y ficticio de completud (moi) lacaniano que constituye al
yo (je)? La tesis que se tratará de mostrar en el presente trabajo es que, tanto en Foucault
Alienado (ya sea por las determinaciones de los a priori históricos que lo constituyen
Introducción
Para lograr el cometido del presente trabajo, comenzaremos por revisar algunos pasajes
y conceptos de las dos obras más importantes relativas al periodo temprano del pensamiento
concretamente Las palabras y las cosas y La arqueología del saber, a la vez que, para poder
dilucidar pasajes o conceptos que resultan particularmente difíciles, nos valdremos del texto
del magistral curso de Deleuze sobre Foucault, titulado El Saber, curso sobre Foucault.
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Después, pasaremos a revisar la propuesta lacaniana del “estadio del espejo” como teoría de la
formación del yo, y para ello nos ayudaremos de la interpretación que al respecto hace el
formación del yo y la constitución del sujeto foucaultiano que se deriva del análisis de sus
Estado de la cuestión
producían el saber determinado de cada época, esto con el fin de poder demostrar que todo
aquello que se piensa, que se dice, que se ve y que se practica en una época determinada es
siempre el producto de unos a priori históricos muy concretos, que sólo pueden ser develados
por medio de un trabajo intelectual de investigación arqueológica. Como bien explicó Deleuze
Michel Foucault: “La arqueología es el estudio de las formaciones históricas. ¿Por qué es
enunciable" (Deleuze, 2013, p. 33). Lo anterior nos conduce a la idea de que el saber de toda
época está sujeto a los límites establecidos por los regímenes de visibilidad y enunciación, en
virtud de lo cual, toda formación histórica ve todo lo que es capaz de ver y dice todo lo que es
capaz de decir. En vista de lo anterior, podemos fácilmente deducir que todo sujeto es el
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La teoría del espejo fue la primera gran teoría lacaniana que tuvo un fuerte impacto en
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que hubo dos circunstancias que marcaron el
itinerario intelectual de Lacan, y que se pueden considerar a todas luces como el gran
subsuelo teórico de su célebre teoría del espejo. El primer hito intelectual al que me refiero
fue la asistencia del joven Lacan al seminario dictado por el filósofo francés de origen ruso
Alexandre Kojève sobre “La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel” en la escuela de
Altos Estudios de París en 1933, a partir del cual se despertó fuertemente el interés del doctor
constitución del yo, fueron sus intensas lecturas de Freud acerca del modelo estructural de la
psique, según el cual, ésta se divide en tres instancias: el ello, el yo y el superyó. Para Lacan
era importante dilucidar si el yo era una instancia autónoma o si era, más bien, una instancia
que surgía como producto de procesos de identificación. Será esta segunda tesis la que
§1. El análisis foucaultiano de las formas puras de lo visible y de lo enunciable como a priori
¿Qué quiere decir exactamente la idea según la cual una formación histórica está
constituida por los a priori históricos de visibilidad y de enunciabilidad en los que surge?
Quizá Deleuze nos pueda ayudar a comenzar a entender mejor este asunto:
trata como condiciones. Hay una investigación de las condiciones de formación histórica. ¿Y
qué son estas condiciones de una formación histórica? Son: qué se dice en una época, qué se ve
en una época. Por el momento [...] es como si cada época se definiera, ante todo, por lo que ve
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y hace ver, y por lo que dice y hace decir. [...] Un régimen de «decir» es la condición de todas
las ideas de una época. Un régimen de «ver» es la condición de todo lo que hace una época.
Si la historia no se concibe bajo una lógica del progreso sino como algo que es producto
de una formación, esto significa que frente a una concepción teleológica de la historia (como
podría ser, por ejemplo, la concepción hegeliana), Foucault, gracias a sus revolucionarios
análisis arqueológicos, propone una mirada disruptiva de la historia. ¿Qué es una mirada
sino que se hace, y se hace justamente por medio del cruce de los regímenes de visibilidad y
esta idea con un ejemplo más concreto que nos ofrece Deleuze:
En el siglo XVII hay visitas en las que la gente va a ver a los locos detrás de los barrotes. El
hospital general implica una nueva manera de ver la locura. ¿Qué quiere decir esto? Quiere
decir que no es la misma que en el Renacimiento, no es la misma que en la Edad media. ¿Se
misma forma. No había la misma visibilidad de la locura. Sin duda esta visibilidad cubre y
fenómeno objetivo que llamamos locura? Foucault nos dirá que no. Entonces, ¿cómo
comprender esta variación en la comprensión de la locura? Foucault nos dirá que la clave está
en comprender que si hay concepciones distintas sobre “un mismo” fenómeno, en este caso
sobre la locura, esto se debe a que las condiciones de posibilidad que configuran el saber de
cada época son distintas. En la explicación de Deleuze: "Ninguna formación histórica posee
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las visibilidades y las enunciabilidades de otra. Desde el momento en que hay una variación
podemos decir de cualquier otra época (Antigüedad, Edad media, etc.,), ya que cada
formación histórica ve todo lo que es capaz de ver y dice todo lo que es capaz de decir. Es esta
idea lo que quiere expresar el término foucaultiano de «a priori histórico», término a primera
vista bastante problemático, ya que justamente en Kant (que es de quien heredamos este
término en la jerga filosófica y quien, por tanto, instituyó la manera como naturalmente lo
[…] este a priori no escapa a la historicidad: no constituye, por encima de los acontecimientos,
y en un cielo que estuviese inmóvil, una estructura intemporal [a priori kantiano]; se define
como el conjunto de las reglas que caracterizan una práctica discursiva […] Frente a unos a
priori formales cuya jurisdicción se extiende sin contingencia, es una figura puramente
empírica; pero, por otra parte, ya que permite captar los discursos en la ley de su devenir
efectivo, debe poder dar cuenta del hecho de que tal discurso, en un momento dado, pueda
acoger y utilizar, o por el contrario excluir, olvidar o desconocer, tal o cual estructura formal.
pues “la arqueología, al dirigirse al espacio general del saber, a sus configuraciones y al modo
de ser de las cosas que allí aparecen, define los sistemas de simultaneidad, lo mismo que la
serie de las mutaciones necesarias y suficientes para circunscribir el umbral de una nueva
positividad.” (Foucault, 2001, p. 8). Y para esclarecer aún más lo anteriormente dicho,
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remitámonos a la manera en la que Foucault en Las palabras y las cosas ilustra su objetivo
con esta obra, y que podemos considerar a la vez como la ilustración de la quintaesencia de su
pensamiento filosófico:
[…] es más bien un estudio que se esfuerza por reencontrar aquello a partir de lo cual han sido
posibles conocimientos y teorías; según cuál espacio de orden se ha constituido el saber; sobre
el fondo de qué a priori histórico y en qué elemento de positividad han podido aparecer las
hacia una objetividad en la que, al fin, puede reconocerse nuestra ciencia actual; lo que se
intentará sacar a luz es […] la episteme en la que los conocimientos […] hunden su positividad
condiciones de posibilidad [...]. Más que una historia, en el sentido tradicional de la palabra, se
busca las condiciones de posibilidad de su surgimiento. A falta de esencia de las cosas, será
necesario pasar de una concepción metafísica de las cosas, a una concepción arqueológica. Es
en este punto donde podemos comprender mejor una de las tesis importantes de este trabajo,
según la cual, si toda formación histórica está constituida por los a priori históricos de
visibilidad y de enunciabilidad en los que surge, en un nivel particular podemos decir que
todo sujeto es el resultado de las posibilidades de constitución que le ofrece la época en la que
existe, y por eso todo sujeto es lo que es capaz de ser en un contexto histórico determinado.
Ahora, es importante notar que las consecuencias inmediatas de la afirmación anterior son por
lo menos dos. La primera es que el sujeto, el yo, no es un punto de partida, sino que es un
punto de llegada; en contra de la idea cartesiana del cogito, el sujeto que se desprende de las
consecuencias de las tesis foucaultianas que acabamos de analizar es un sujeto constituido por
sus a priori históricos. Bajo estos supuestos, no hay tal cosa como una «naturaleza humana»,
ni la puede haber, ya que eso supondría que el sujeto tuviera la capacidad de estar constituido
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de forma atemporal y ahistórica previo a su inmersión en un determinado momento y lugar
históricos, cosa que resulta por demás, imposible. Una segunda consecuencia que se puede
extraer de las tesis foucaultianas que acabamos de exponer es que el sujeto, al no ser un punto
de partida, sino un punto de llegada, esto es, al ser un sujeto constituido, es un sujeto pasivo, y
constitución, que escapan de su libertad. Por tanto, el sujeto, bajo esta comprensión, resulta
ser un sujeto intrínseca y constitutivamente alienado. Por lo menos esta es la concepción del
sujeto que se desprende de los textos relativos al periodo temprano (eje del saber) y mediano
Lacan expuso una de las teorías que más le darían renombre para la posteridad, se trató de la
ponencia “El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos
revela en la experiencia psicoanalítica”. El estadio del espejo, explica la formación del yo que
se da en el infante (entre los 6 y los 18 meses de edad) por medio del proceso de
En apariencia, se trata de una contribución de índole psicogenética sobre el desarrollo del niño,
tendiente a subrayar la importancia de este momento de la maduración, situado entre los seis y
los dieciocho meses, y que se llama «estadio del espejo». Se trata del encuentro del niño,
todavía inmaduro en el plano motor, con su imagen: momento «en el que el niño reconoce (...)
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Lo anterior significa que el yo es el resultado de la identificación con la propia imagen
especular (que alude al reflejo del propio cuerpo en el espejo, pero cuya imagen de uno
mismo es simultáneamente uno mismo y otro). En este punto, es importante entender que la
identificación con la propia imagen especular se trata de una identificación en sentido pleno,
de una identificación que no tendrá vuelta atrás, y que determinará toda la existencia por venir
del infante que desde ahora ha nacido a un proceso de alienación que no tiene escapatoria ni
término:
Basta para ello comprender el estadio del espejo como una identificación en el sentido pleno
asume una imagen, cuya predestinación a este efecto de fase está suficientemente indicada por
el uso, en la teoría, del término antiguo imago. El hecho de que su imagen especular sea
la lactancia que es el hombrecito en ese estadio infans, nos parecerá por lo tanto que
antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto. (Lacan, 2009, p. 100).
En el estadio del espejo, el infante contempla su reflejo como una totalidad, un todo,
una síntesis (Gestalt), en contraste con la falta de coordinación del cuerpo real. Como apunta
Assoun:
«forma intuitiva por la cual el sujeto efectúa la búsqueda de su unidad». Esto supone una
anticipación de dicha unidad: «El niño anticipa en el plano mental la conquista de la unidad
funcional de su propio cuerpo, aún inacabada en ese momento sobre el plano de la motricidad
voluntaria». De ahí el júbilo: «Lo que el sujeto saluda en ella es la unidad mental que le es
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Este contraste entre la falta de coordinación del cuerpo real y la imagen especular e
ideal de completud, es experimentado por el infante como una tensión agresiva, y es con el fin
fragmentación, que el sujeto se identifica con la imagen. Es a partir del momento de esta
identificación del yo (je) con el yo ideal (moi) de la completud, que el sujeto admite esta
imagen como propia: “Cabe entonces advertir que la experiencia del espejo es otra cosa y
mucho más que un momento de la maduración, o sea, la puesta en evidencia del papel
2004, p. 60). El estadio del espejo plantea entonces la idea de que el yo se origina a partir de
Esta forma por lo demás debería más bien designarse como yo-ideal, si quisiéramos hacerla
término. Pero el punto importante es que esta forma sitúa la instancia del yo, aun desde antes
de su determinación social, en una línea de ficción, irreductible para siempre por el individuo
solo; o más bien, que sólo asintóticamente tocará el devenir del sujeto, cualquiera que sea el
éxito de las síntesis dialécticas por medio de las cuales tiene que resolver en cuanto yo [je] su
desconoce al mismo tiempo, pues a lo largo de su vida el sujeto va a tender hacia ese ideal
existencial, ya que la síntesis que desea el yo, es otro yo, y el yo nunca puede ser no-yo; se
trata de una predestinación al fracaso, que se deriva de la dinámica de los procesos siempre
completud.
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Conclusiones
formación del yo en la teoría lacaniaca del estadio del espejo, hemos podido demostrar cómo
refiere a la génesis del yo o del sujeto, pues en ambos casos se constató que este sujeto o yo
es: 1) Constituido como punto de llegada (el sujeto es resultado de un proceso previo en
donde juega un radical carácter pasivo); y 2) Alienado (ya sea por las determinaciones de los
a priori históricos que lo constituyen subjetivamente o por las exigencias sociales ficticias y
asintóticas de completud).
Los códigos fundamentales de una cultura —los que rigen su lenguaje, sus esquemas
perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus valores, la jerarquía de sus prácticas— fijan de
antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro
Es interesante descubrir cómo estos códigos fundamentales de una cultura a los que
Foucault se está refiriendo, y que rigen los principios a partir de los cuales nos reconocemos
como lo que somos o debemos ser, se pueden identificar perfectamente con las exigencias
sociales ficticias y asintóticas de completud a las que se refiere Lacan en su teoría del espejo.
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Bibliografía:
Deleuze, G. (2013). El Saber, curso sobre Foucault. Buenos Aires: Editorial Cactus.
Foucault, M. (2001). Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas.
Lacan, J. (2009). El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se
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