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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

La concepción de Lenin
sobre el socialismo en un solo país, 1915-1917
Erik Van Ree
2010

Este artículo trata de la concepción de Lenin sobre “el socialismo en un solo


país” durante los años 1915-1917, en el contexto de la militarización de su
pensamiento estratégico. Al contrario de lo que comúnmente se cree, Lenin
no se estaba refiriendo simplemente a la revolución socialista en un solo
país sino también a la posibilidad de construir una economía socialista en
un solo país. En este sentido, se puede decir que durante la década de
1920, Stalin interpretó el punto de vista de Lenin correctamente, en
comparación con Trotsky. En la concepción de Lenin, la construcción de
una economía socialista le permitiría a un Estado revolucionario aislado
conducir exitosamente una guerra revolucionaria contra el imperialismo.
Lenin tenía confianza en el éxito de la toma del poder en Rusia por parte de
los bolcheviques, no sólo porque esperaba que los obreros alemanes
siguieran el ejemplo ruso sino también porque una Rusia revolucionaria
aislada con una economía controlada por el Soviet, sería una potencia
militar superior.

Este artículo propone una nueva interpretación de las conclusiones que


Lenin expresara en la publicación bolchevique Sotsial-Demokrat de agosto de
1915, concerniente a la posibilidad de la victoria del socialismo en un solo y único
país [1]. Es muy probable que Lenin escribiera ese artículo en la villa suiza de
Sörenberg, a 80 kilómetros de Berna. Lenin vivió en Berna, al que consideraba un
pueblo sombrío, desde setiembre de 1914 hasta febrero de 1916; él y su esposa
Nadezhda Krupskaya no podían costear vivir en Zurich, que era más cara. Viendo
el lado positivo, Berna tenía buenas bibliotecas. Además, Grigory Zinoviev, el más
cercano camarada de Lenin, fuera de su esposa (y quizá de Inessa Armand), vivía
cerca. Lenin se comunicaba regularmente, por correo, con los grupos de exiliados
bolcheviques y otros revolucionarios rusos de Suiza y demás países europeos, y,
en la medida de lo posible, también con los camaradas de Rusia. A fines de mayo
o principios de junio, los problemas de salud de Krupskaya, obligaron a la pareja a
mudarse temporalmente a Sörenberg, ubicada en las montañas. Ahí, sentado bajo
un gran árbol en el jardín del hotel Mariental, Lenin escribiría muchos de sus
artículos. En el otoño, la pareja regresó a Berna, donde Lenin ganó algún dinero
dictando conferencias. En febrero de 1916, se mudaron al 14 de Spiegelgasse en
Zurich, donde había mejores bibliotecas que las de Berna. Permanecieron en
Zurich hasta su regreso a Petrogrado en abril de 1917 [2].

Los historiadores se han apresurado demasiado en acusar a Stalin de


haber malinterpretado el artículo de Lenin de agosto de 1915, para legitimar su
propio proyecto de “socialismo en un solo país” en la década de 1920. En primer

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lugar, dicen, Lenin no se refería a la atrasada Rusia como el escenario de la


revolución socialista sino a los países capitalistas desarrollados. En segundo
lugar, agregan, aun cuando Lenin aceptó la posibilidad de una revolución
socialista en un solo país, supuestamente nunca tuvo la intención de sugerir que
se podía construir una sociedad socialista en un solo país. Uno de los primeros en
formular esta clásica interpretación es Robert Daniels [3].

Lev Trotsky echó los cimientos de la interpretación según la cual Lenin sólo
se estaba refiriendo al establecimiento de la “dictadura del proletariado” en un solo
país [4]. El punto de vista que sostiene que Lenin no estaba hablando de la
construcción de una economía o sociedad socialista en un solo país sino
únicamente de la revolución y el establecimiento del poder obrero, puede
encontrarse expresada de varias formas en los trabajos de muchos distinguidos
especialistas [5]. El problema con esto es que Lenin habla en su artículo, en los
términos más claros, de la organización de la “producción socialista” en un solo
país –un punto extrañamente ignorado en la literatura especializada [6].

El artículo de agosto de 1915 ha representado siempre, para los


historiadores, una nuez dura de cascar. Ellos han tenido que encontrarle el sentido
al hecho singular de que durante 1915-1916 Lenin mencionó repetidamente la
posibilidad del socialismo en un solo país, mientras insistía al mismo tiempo que
ningún país podría encontrar por su cuenta una salida revolucionaria al
capitalismo. En el presente artículo argumentaré que ahí no existe ninguna
incoherencia y que la creencia de Lenin en la posibilidad del socialismo en un solo
país es genuina y compatible con la perspectiva internacionalista y revolucionaria
mundial. La evidencia textual sobre la que se hace esta reconstrucción hipotética
del pensamiento de Lenin no es abundante, pero la reconstrucción es convincente
a la luz de los hechos conocidos.

Las declaraciones de Lenin deben verse en el contexto de la estrategia


socialdemócrata de la revolución mundial. Marx y Engels nunca fueron tan
ingenuos como para creer literalmente en una revolución internacional simultánea;
sin embargo, esperaban que fuera casi simultánea, con una revolución que
impulsara rápidamente otras, en una reacción en cadena acompañada por guerras
entre Estados revolucionarios y contrarrevolucionarios. Ellos atribuían esa
interconexión de las revoluciones al hecho de que los países capitalistas de
Europa estaban sujetos a un proceso de igualamiento de los niveles de desarrollo
y se habían hecho más interdependientes debido a la globalización económica
[7]. Hal Draper ha denominado “revolución contagiosa”[8] al escenario de Marx-
Engels. Massimo Salvadori señala que Karl Kautsky, el principal representante del
“marxismo ortodoxo” después de la muerte de Engels en 1895, imaginó también la
revolución europea en términos de la “hipótesis de reacciones en cadena
revolucionarias” [9].

El modelo de la reacción en cadena influyó en la forma en que los


socialdemócratas rusos imaginaron su propia revolución y su lugar en el gran

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proceso revolucionario europeo. Durante la década de 1870, Marx y Engels


llegaron a la conclusión de que una revolución democrática rusa podía ayudar a
desencadenar una revolución proletaria en Occidente, lo que a su vez permitiría a
la Rusia revolucionaria un desarrollo acelerado hacia el socialismo [10]. Kautsky
también adoptó este punto de vista [11]. Bajo el efecto de la revolución de 1905, la
conferencia menchevique de Génova en abril-mayo de ese año, y el Tercer
Congreso del Partido bolchevique reunido en Londres, aprobaron resoluciones
confirmando esta variedad de la reacción en cadena internacional como posible
escenario [12].

En agosto de 1915, Lenin dio un giro inesperado al sugerir que una


revolución socialista en un solo país no necesariamente haría que estallaran
inmediatamente otras revoluciones. Sin embargo, el líder bolchevique nunca se vio
a sí mismo tomando distancia de la revolución mundial. En el presente artículo
presentaré la siguiente interpretación de su estrategia revolucionaria. Con el
estallido de la Gran Guerra, Lenin centró sus energías en oponerse al defensismo
de la mayoría de socialdemócratas. No obstante, comprendió que los socialistas
no podían rechazar incondicionalmente la guerra. Más aún, le otorgó un
significado fundamental a la guerra revolucionaria: un nuevo rumbo en la
estrategia marxista, aunque no sin precedentes en los escritos de Marx y Engels.
Según Lenin, la revolución socialista podría inicialmente quedarse confinada a un
solo país, que luego tendría que hacer la guerra contra el resto del mundo
capitalista.

A esto, Lenin le sumó la audaz idea de que es factible que un Estado


revolucionario aislado organice una economía socialista dentro de sus propias
fronteras. Esto estaba lejos de ser un asunto teórico. En ese momento, el
pensamiento de Lenin estaba enfocado en la guerra y la revolución, no en la
cuestión de la construcción de una economía socialista –ya sea en uno o varios
países. Pero fue precisamente su concentración en la guerra lo que hizo que la
noción del socialismo en un solo país le pareciera interesante y urgente, porque no
había mejor modo de incrementar la viabilidad militar del Estado revolucionario
que introducir el principio de la superioridad de la economía socialista. El
socialismo en un solo país era el propulsor singular más importante de la guerra
revolucionaria.

Lenin no rompió con la concepción ortodoxa de la revolución mundial como


una reacción en cadena y un proceso contagioso. Por el contrario, la guerra
revolucionaria servirá para reiniciar la entrecortada reacción en cadena
revolucionaria mundial. Lenin tampoco previó la posibilidad de la coexistencia
pacífica a largo plazo entre el único Estado socialista y el mundo capitalista. La
guerra revolucionaria forzosamente tenía que acabar ya sea en la victoria y la
expansión triunfal del socialismo a otros países, o en la derrota y la destrucción del
Estado socialista. En ambos casos, el socialismo en un solo país llegaría a su fin
rápidamente. No podía ser más que una opción de corto plazo.

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Socialismo en un solo país


Los socialdemócratas rusos estaban de acuerdo en que sin la ayuda del
proletariado victorioso de Occidente, no podría haber socialismo en Rusia. La
única excepción era Trotsky, pero incluso él asumía que si la revolución en
Occidente no se materializaba el socialismo en Rusia colapsaría [13]. Sin
embargo, los ideólogos del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR)
demostraron notablemente poco interés en la cuestión del socialismo en un solo
país fuera del contexto de su propio país atrasado: es decir, en la cuestión de si la
construcción socialista aislada sería posible en cualquier otro país, por ejemplo en
Alemania o Gran Bretaña desarrolladas [14].

La única referencia que encontré está en la novela de ciencia-ficción de


Alexander Bogdánov, Estrella Roja (1908). Ahí el bolchevique de izquierda
Bogdánov hace que el marciano Sterni hable del carácter desigual de la lucha por
el socialismo en la Tierra, que esperaba que resultara en la creación de islas
socialistas rodeadas por un hostil mar capitalista [15]. No he encontrado
referencias al asunto en los trabajos de Lenin anteriores a la Primera Guerra
Mundial [16]. Incluso Trotsky, antes de la guerra, demostró sólo un esporádico
interés en el problema del socialismo en un solo país fuera del contexto ruso. En
un pasaje poco advertido de “Resultados y Perspectivas” (1906), hace la siguiente
observación:

“El desarrollo de la división social del trabajo, de una parte, y la producción


maquinizada, de otra, han hecho que hoy día el único organismo
cooperativo capaz de utilizar las ventajas de la producción colectiva en gran
escala es el Estado. Más que eso, la producción socialista, por razones
económicas y políticas, no podría quedar confinada a los límites estrechos
de los Estados individuales.” [17]

Con la economía moderna creciendo más allá del marco del Estado-nación, no se
podría construir una economía socialista en un solo país – y por deducción, ni
siquiera en un país capitalista desarrollado [18]. Trotsky nunca escribió sobre este
asunto antes del inicio de la guerra.

Al estallar la guerra, los debates entre los socialdemócratas rusos


estuvieron naturalmente centrados en qué actitud tomar ante la guerra, sin
embargo como una perspectiva de largo plazo, el problema de la revolución
mundial continuó siendo decisivo. En toda el ala izquierda del Partido (bolchevique
y menchevique), la guerra –que de manera espantosa unió a toda Europa, de
oriente a occidente– provocó que la revolución fuera imaginada de forma mucho
más internacionalista que antes. La indignación con los “socialpatriotas” socavó
más los escenarios de una revolución circunscrita nacionalmente. Muchos
ideólogos del Partido soñaron con una sola y concertada acción del proletariado
europeo que resultaría en la abolición inmediata de las fronteras estatales. En esta
imagen subyacía la hipótesis de que las “fuerzas productivas” se desarrollaban

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hasta tal punto que los Estados-nación se hacían obsoletos. Entre los que
defendían con firmeza el internacionalismo radical estaban los bolcheviques de
izquierda Nikolai Bujarin y Georgy Piatakov. En su obra seminal “El imperialismo y
la economía mundial”, escrita en su mayor parte en 1915, Bujarin lanzó la
“consigna de la destrucción de las fronteras estatales y la unión de las naciones en
una sola comunidad socialista”. Él veía a la economía imperialista como un todo,
global e integrado, sometida a un proceso de “nivelación económica”.
Paradójicamente, los Estados imperialistas se estaban constituyendo, también, en
unidades nacionales cerradas, enfrascadas en la competencia y la guerra; pero el
socialismo sería el heredero de la primera tendencia [19]. Durante 1915, los
bolcheviques de izquierda produjeron varios documentos en los que propusieron
unos Estados Unidos de Europa socialistas como objetivo de la lucha proletaria
[20]. Al mismo tiempo, en “La guerra y la Internacional” de 1914 (originalmente
escrito en alemán), Trotsky sostenía también que las fuerzas productivas habían
sobrepasado el Estado nacional, y que la economía mundial se había convertido
en un todo único e interdependiente. La defensa de la patria no tenía sentido para
el proletariado, y Trotsky ponía sus esperanzas en la creación de una “patria
mucho más poderosa y robusta: los Estados Unidos de Europa republicanos” [21].

Después del estallido de la guerra, los líderes mencheviques en la


emigración también quedaron fascinados por los escenarios ultra-
internacionalistas. En “La crisis y las tareas de la socialdemocracia internacional”
de 1915, Pável Axelrod sostenía que el desarrollo de las fuerzas productivas hacía
obsoleto el Estado-nación y que “la destrucción de los marcos del Estado en
varios de los países capitalistas altamente desarrollados” era una condición
necesaria para la revolución comunista [22]. En “La guerra y la revolución
proletaria”, publicada a principios de 1915, Julius Mártov decía que el movimiento
proletario ruso no podía quedarse “encerrado en los límites nacionales”. Escribía
que toda revolución rusa que fracase en encender la revolución en Occidente será
sofocada por el zar. Por eso, Mártov concluía que el escenario de una guerra
revolucionaria de Rusia contra los Estados capitalistas era “extremadamente
improbable” y rechazaba las “ingenuas ilusiones del romanticismo revolucionario
que parodiaban 1793” [23].

Hasta principios de 1915, Lenin fue parte de ese consenso internacionalista


radical que casi parecía excluir la revolución en países individuales. En “La guerra
y la socialdemocracia rusa” (noviembre de 1914) también propuso la formación
de unos “Estados Unidos de Europa republicanos” como secuela del
“derrocamiento revolucionario de las monarquías alemana, austríaca y rusa” [24].
Lenin consideró obsoleto el principio del Estado-nación, en comparación con el
socialismo como sistema necesariamente supranacional: “Es imposible hacer la
transición del capitalismo al socialismo sin romper con los límites nacionales”,
sostenía [25]. Lenin incluso distorsionó sutilmente pasajes del “Manifiesto
Comunista”. El “Manifiesto” dice que la clase obrera no tiene patria pero no
puede negarse a tomar el poder en países individuales [26]. Lenin erróneamente
sugirió que, de acuerdo a Marx y Engels, la toma del poder del proletariado en

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países individuales sólo fue posible durante las etapas iniciales del capitalismo
[27].

Sin embargo, los escritos de Lenin en la primavera y el verano de 1915


sugieren que muy pronto comprendió que todo eso representaba una
radicalización irresponsable del escenario de la revolución contagiosa. En la
conferencia de Berna (febrero-marzo de 1915) de las secciones extranjeras de la
organización bolchevique, la consigna de los Estados Unidos de Europa estuvo
bajo crítica. Lenin decidió omitirla de las decisiones de la conferencia y organizar
un debate en la prensa bolchevique sobre el tema [28]. La resolución de la
conferencia una vez más observó que las fuerzas productivas del capitalismo
mundial habían excedido los límites del Estado-nación y que en la era del
imperialismo las guerras nacionales justas se hacían poco comunes. Aún así las
“guerras revolucionarias” no fueron excluidas completamente. En esa categoría
estaban incluidas las guerras “para la protección de las conquistas del proletariado
victorioso en la lucha con la burguesía” [29]. Esto se refería al proletariado ruso
triunfante en la revolución democrática y al proletariado socialista de las naciones
desarrolladas.

Nunca se debatió el tema de los Estados Unidos de Europa en la prensa


bolchevique, aunque se discutió en el pequeño círculo íntimo de Lenin. En algún
momento después del 23 de julio, Lenin envió a Zinoviev un artículo sobre la
consigna y le pidió que le notificara en caso de que él, su esposa y G.L. Shklovsky
no estuvieran de acuerdo [30]. En otra carta a Zinoviev, escrita entre el 28 de julio
y el 2 de agosto, Lenin menciona nuevamente el artículo, que dice fue escrito “en
el espíritu de nuestras negociaciones” [31].

El artículo de Lenin “Sobre la consigna de los Estados Unidos de


Europa” apareció en Sotsial-Demokrat del 23 de agosto de 1915, representando
el punto de vista del comité editorial. Lenin señalaba que la revolución socialista
no tomaría la forma de “un solo acto” sino el de toda una época de revoluciones y
contrarrevoluciones. Una de las razones para retirar la consigna de los Estados
Unidos de Europa era ésta:

“...podría dar pie a interpretaciones erróneas sobre la imposibilidad de la


victoria del socialismo en un solo país y sobre las relaciones de este país
con los demás.

La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del


capitalismo. De aquí se deduce que es posible que el socialismo triunfe
primeramente en unos cuantos países capitalistas, o incluso en un solo país
en forma aislada.

El proletariado triunfante de este país, después de expropiar a los


capitalistas y de organizar dentro de él la producción socialista, se alzaría
contra el resto del mundo capitalista... empleando, en caso necesario,

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incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus


Estados... La libre unión de las naciones en el socialismo es imposible sin
una lucha tenaz, más o menos prolongada, de las repúblicas socialistas
contra los Estados atrasados.” [32]

La nueva fórmula de la revolución mundial presentada aquí no significaba el


abandono del escenario de la reacción en cadena sino su reformulación. Lenin
comprendió que debido a la naturaleza desigual del desarrollo capitalista podia
ocurrir un serio desfase entre el estallido de las guerras civiles revolucionarias en
los países europeos. Existía una gran probabilidad de que el proletariado pudiera
tomar el poder inicialmente en un solo país y que la reacción en cadena se
enfriara. En ese caso, la reacción en cadena tendría que ser realimentada
mediante la guerra revolucionaria como ruta alternativa a la transformación
revolucionaria en los otros países [33].

Lenin postulaba que aunque Rusia no estaba lista para el socialismo, podía
sin embargo encontrarse comprometida en una guerra revolucionaria. En octubre
de 1915, sostuvo que si el partido del proletariado ruso tomaba el poder y
establecía la democracia, tendría que someter propuestas de paz a los Estados
beligerantes, que incluirían la liberación de las colonias. Sin embargo, esto no
debería considerarse como un esfuerzo serio para una paz justa sino como un
pretexto para que el futuro gobierno revolucionario ruso continúe la guerra sobre
una nueva base. Lenin admitía que ni Alemania ni Gran Bretaña ni Francia
aceptarían sus condiciones; en consecuencia, la “guerra revolucionaria” para
levantar a los pueblos de las colonias y al proletariado europeo a la revolución,
sería inevitable [34].

Que la revolución no ocurrirá simultáneamente en todos los principales


países europeos era algo que Lenin tenía dificultad de decirlo abiertamente.
Después de todo, fue Engels quien había dicho que la revolución sólo podía ser un
evento simultáneo en los principales “países civilizados” [35]. Aunque éste nunca
lo tomó literalmente, hubiera sido difícil para Lenin volverse clamorosamente
contra una idea proclamada de forma solemne por uno de sus reverenciados
maestros. El texto de 1847, en el que Engels exponía la revolución simultánea
como un principio, fue publicado por Eduard Bernstein en 1914 [36]. Lo reciente de
su publicación habría hecho de Lenin bastante consciente de su herejía. Que
mencionara una ley supuestamente absoluta del capitalismo –no del imperialismo–
demuestra que consideró su tesis aplicable, retrospectivamente, incluso a los
tiempos de Engels: lo que hacía su herejía bastante obvia.

El nerviosismo de Lenin se hace evidente cuando –en su “Programa militar


de la revolución proletaria” de setiembre de 1916 (en el que reitera la tesis del
socialismo en un solo país)– resalta que Engels ha estado completamente en lo
correcto cuando, en su carta a Kautsky del 12 de setiembre de 1882, “reconoce
directamente la posibilidad de guerras defensivas del socialismo ya victorioso. Él
tiene en mente precisamente la defensa del proletariado victorioso contra la

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burguesía de otros países” [37]. En realidad, Engels estaba contemplando guerras


entre una Europa y América socialistas y el mundo aún no socialista. No hablaba
del escenario de Lenin de una guerra conducida por un Estado socialista individual
[38]. Sin embargo, ese fue el camino de Lenin para demostrar –aunque no
convincentemente– su lealtad a los principios del maestro. La carta de 1882 se
mantuvo aflorando en sus escritos [39].

La segunda y más notable novedad del artículo de agosto de 1915 fue la


aserción de Lenin de que el Estado revolucionario individual tiene que organizar
una economía socialista antes de embarcarse en una guerra revolucionaria. Para
que esto tenga algún sentido, Lenin debió haber asumido no sólo que el
socialismo en un solo país era posible sino también que era posible introducirlo
rápidamente. Como ya hemos visto, los historiadores tienden a negar que Lenin
haya considerado factible el proyecto de un Estado proletario aislado
construyendo una economía socialista. Pero es difícil interpretar de otro modo su
declaración acerca de la expropiación de la burguesía y la organización de la
“producción socialista” en un solo país. Como veremos, en el corto período que va
hasta diciembre de 1916, Lenin reiteró la tesis del socialismo en un solo país, por
lo menos, tres veces. Por supuesto, esas referencias no demuestran que Lenin
haya dedicado una reflexión sostenida sobre el tema, pero son mucho más que
meras coincidencias y formulaciones singulares. El asunto estaba obviamente en
la mente de Lenin.

En setiembre de 1916, Lenin repitió que el desarrollo desigual del


capitalismo haría inevitable que el socialismo “resulte victorioso al principio en uno
o varios países”. El “Estado socialista” tendría que pelear guerras “por el
socialismo y por la liberación de otros pueblos de la burguesía”. Lenin comprendió
que, cualquiera fueran los pasos que diera el Estado socialista en el interior de su
país, la guerra era inevitable: “Sólo después de que hayamos derrocado,
finalmente vencido y expropiado a la burguesía en todo el mundo, y no sólo en un
solo país, las guerras serán imposibles” [40]. Este pasaje es especialmente
significativo porque quiere decir que aunque las guerras no fueran todavía
imposibles, finalmente vencer y expropiar a la burguesía en un solo país es
posible. Al poner las cosas de este modo, Lenin, en efecto, expresaba una vez
más que la guerra revolucionaria estaría precedida por la expropiación de la
burguesía –es decir, por la introducción de la economía socialista. En un artículo
de diciembre de 1916, Lenin escribió nuevamente: “Existe la posibilidad de
guerras del socialismo victorioso en un solo país contra otros países burgueses o
reaccionarios” [41]. En el mismo mes, en otro artículo también poco estudiado,
Lenin explicó que la Alemania capitalista militarizada ha demostrado que es
posible dirigir una gran economía “desde un centro único”. Para Lenin, esta
proeza económica demostraba que una “revolución socialista” no es una empresa
utópica –incluso en Suiza. Un “pequeño pueblo” como el suizo, con un país con
tradición democrática y “alto nivel de capitalismo”:

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“...hará precisamente lo mismo que ha sido sometido a la prueba de la


práctica en Alemania...; con la diferencia, por supuesto, de que en Alemania
millones de personas han sido muertas y mutiladas con el fin de enriquecer
a unos pocos... mientras que en Suiza a lo más 30,000 burgueses serán
expropiados... y tendrán que entregar el resto [de sus propiedades] al
gobierno obrero socialista”.

No sólo sería posible expropiar a la burguesía y establecer una economía


centralizada, Lenin estaba seguro, además, de que la Suiza revolucionaria podría
sobrevivir aún en ausencia de una revolución en el exterior, porque forzosamente
emergería un poderoso movimiento de solidaridad proletaria internacional. Bajo las
condiciones de la guerra mundial en curso, él no esperaba que los imperialistas
intervenieran [42]. Este artículo representa una sólida prueba adicional de que
Lenin consideraba realista el proyecto de una economía socialista aislada.

Finalmente, Lenin no fue el único que defendió la idea del socialismo en un


solo país. En “La socialdemocracia rusa y el socialchovinismo ruso”, publicado en
1915 en Kommunist –la revista teórica bolchevique–, su cercano camarada
Zinoviev mencionaba la posibilidad de una “guerra de un proletariado que ha sido
victorioso en algún país y que defiende el sistema socialista [stroi] ganado por él,
contra otros Estados que intentan proteger el régimen capitalista” [43] El término
stroi deja pocas dudas: Zinoviev no estaba hablando simplemente de un gobierno
obrero sino de una economía socialista. El artículo sugiere que los íntimos de
Lenin compartían sus puntos de vista sobre el socialismo en solo país.

Sin embargo, al interpretar a Lenin de este modo queda el problema de que


Marx y Engels –a quienes consideraba los máximos teóricos del socialismo–
habían expresado que las fuerzas del mercado mundial hacen que el
establecimiento de una economía socialista aislada sea una tarea infructuosa.
Además, teniendo en cuenta la ahora bien conocida complejidad del proyecto de
transición al socialismo, al lector de hoy le puede parecer extraño y sorprendente
saber que Lenin creía que el proyecto socialista podía ser completado
exitosamente en un solo país. Por estas razones, ¿no sería prudente, entonces,
que no se interpreten tan literalmente las referencias de Lenin a la expropiación de
la burguesía y a la organización de la producción socialista, y que se tomen
realmente como referidas sólo al comienzo de la transición socialista?

En ausencia de más evidencia nunca estaremos absolutamente seguros de


cómo hubiera respondido a esa pregunta el líder bolchevique. Pero sí sabemos lo
que Lenin esperaba que fuera un sistema económico socialista plenamente
formado. Su más extensa discusión prerrevolucionaria del sistema económico del
socialismo se encuentra en su seminal “El Estado y la revolución”. El libro,
escrito en agosto-setiembre de 1917, define el socialismo como la primera e
inferior etapa del comunismo, claramente diferente de la siguiente etapa del
“comunismo completo”. La economía socialista será parecida al capitalismo en un
grado sorprendente, organizada en toda sus líneas sobre los carteles capitalistas

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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

existentes y modelada a imagen de una ordinaria oficina postal. Para Lenin, la


primera etapa del comunismo –el socialismo–, en esencia, no representaba otra
cosa que una economía industrial organizada racionalmente, nacionalizada y bajo
el control del Estado obrero revolucionario [44]. Dado estos estándares
relativamente modestos para definir una sociedad socialista, no hay razón
convincente para no tomar las palabras de Lenin al pie de la letra como no hay
razón para especular que, después de todo, debió considerar imposible la
realización de una economía socialista completa en un solo país.

La “ley del desarrollo desigual”


La “ley del desarrollo desigual” de Lenin nos ayuda a entender por qué
atribuye tal importancia a la guerra revolucionaria. La “ley” no fue un original
hallazgo de su parte. Por el contrario, Lenin reinterpretó y afinó el discurso
socialdemócrata existente sobre el imperialismo. En su seminal Das Finanzkapital
(1910), Rudolf Hilferding explicó que, bajo las nuevas condiciones de
proteccionismo, el mercado mundial se había dividido en territorios económicos
separados nacionalmente, tales como el Imperio británico y el continente
americano controlado por los Estados Unidos. Existía una recompensa por la
extensión. Mientras más grande el territorio económico, más altas las tasas de
crecimiento; mientras más pequeño un territorio, su potencial de desarrollo
experimentaría más restricciones. Sin embargo, Hilferding no consideraba como
algo absoluto la “desigualdad” [Ungleichheit] del desarrollo industrial” –que, creía,
conducía a la guerra. Para él, existían tendencias opuestas trabajando contra una
solución violenta de los problemas de la competencia internacional [45].

La idea de que el mundo tiende a dividirse en un pequeño grupo de


territorios más o menos autárquicos era popular entre los socialdemócratas. En los
primeros años del siglo veinte, hubo una inundación de publicaciones
“revisionistas” en la revista de la derecha socialdemócrata Sozialistiche
Monatshefte, estableciendo esa tendencia. Las principales esferas imperiales
mencionadas eran Gran Bretaña, Estados Unidos, Rusia y el Asia oriental [46]. En
su “Imperialismo, fase superior del capitalismo”, escrito en la primera mitad de
1916, Lenin cita el trabajo de uno de esos autores –Einfurung in die Weltwirtschaft
(1906) de Richard Calwer–, añadiendo su propia observación de que esos
territorios se desarrollaron a velocidades diferentes [47].

Más audaz que Hilferding, Kautsky especuló sobre la posibilidad de que los
imperialistas lleguen a una solución pacífica de sus conflictos. Denominó “ultra-
imperialismo” a esta tendencia [48]. Esta especulación indignó a Lenin que estaba
convencido de la esencia belicosa del imperialismo. Lenin absolutizó la tesis de
Hilferding sobre el desarrollo desigual de las potencias capitalistas, insistiendo que
esa tendencia es una “ley absoluta”; de ahí que ninguna reconciliación entre los
imperialistas es realmente concebible. En su “Imperialismo”, Lenin reconoce la
realidad del “proceso de nivelación global” [nivelirovka mira] pero considera
inevitables las “diferencias en el ritmo [bystrotoi] del crecimiento de las diferentes

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partes de la economía mundial”. El imperialismo incluso acentúa el “desarrollo


desigual” en lugar de atenuarlo. De ahí que la correlación de fuerzas entre las
potencias capitalistas cambie constantemente dando como resultado las guerras
por la redistribución de las esferas de influencia, haciendo efectivamente imposible
el condominio “ultra-imperialista” [49].

El desarrollo económico desigual de los países también aumenta la


probabilidad, según Lenin, de que la revolución socialista quede inicialmente
confinada en un solo país, en lugar de desbordarse inmediatamente de un país a
otro. En los cuadernos escritos en 1915-16, cuando trabajaba en el
“Imperialismo”, se encuentra una evidencia crucial que arroja luz sobre el proceso
de razonamiento que lo llevó a rechazar la consigna de los Estados Unidos de
Europa. Lenin cita y subraya un pasaje del artículo de Kautsky “La guerra y la paz”
de 1911, como sigue:

“Si [la revolución] no se internacionaliza y queda confinada a un solo


Estado, entonces bajo las actuales condiciones tal situación no puede durar
mucho tiempo. Ella [la revolución] debe desbordarse a otros Estados”... y de
esto Kautsky llega a la conclusión sobre los Estados Unidos de Europa [50].

De forma fascinante, los subrayados parecen conducirnos al artículo de


Lenin de agosto de 1915 que diserta de forma directamente opuesta al punto que
Kautsky estableció en 1911. Mientras Kautsky deduce la consigna de los Estados
Unidos de Europa de la probabilidad de que una revolución desencadene
inmediatamente otras revoluciones en otros lugares, Lenin sostiene que la
consigna debe ser rechazada porque ese no es necesariamente el caso. Existe la
posibilidad de que la reacción en cadena se detenga y, en ese caso, sólo puede
ser reactivada mediante la guerra revolucionaria.

La economía socialista aislada


La guerra revolucionaria y el socialismo en un solo país representan dos
aspectos complementarios de una estrategia revolucionaria mundial que Lenin
desarrolló durante la Gran Guerra. Mientras confiaba en que se librarían guerras
revolucionarias en Europa, el líder bolchevique se debe haber preguntado qué
cosa puede proveer a los Estados revolucionarios aislados la imperiosa necesidad
de sobrevivir esos conflictos armados titánicos. Aquí es donde encaja el
socialismo en un solo país. Como vimos, en su artículo de agosto de 1915 (así
como en el de setiembre de 1916), Lenin fantasea con el Estado revolucionario
expropiando a la burguesía, organizando la producción socialista y luego entrando
en combate con los imperialistas. Lenin no explica la lógica detrás de este
escenario. Pero es bastante plausible que pensara que introducir una economía
socialista mejoraría la capacidad militar del Estado revolucionario debido a la
supuesta superioridad de su funcionamiento comparado con el capitalismo.
Entonces, el socialismo en un solo país es la solución –no el problema– para un
Estado revolucionario aislado.

11
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Existía una literatura socialdemócrata alemana en la que Lenin pudo haber


conocido la propuesta de una economía socialista aislada. En los debates de los
1920, Trotsky mencionó a Georg Vollmar, un prominente líder del ala derecha del
PSD alemán, como el padre de la idea del socialismo en un solo país así como de
la “ley del desarrollo desigual” [51]. En 1878, Vollmar escribió un librito, “El Estado
socialista aislado”, que habla de la factibilidad de un socialismo aislado [52]. Sin
embargo, no sabemos si Lenin leyó ese libro. Otro libro en el que Lenin pudo
haber encontrado apoyo para su tesis de una economía socialista aislada fue el
estudio de un erudito socialista letón residente en Alemania, Karlis Balodis (Karl
Ballod, que escribía bajo el seudónimo de “Atlanticus”) [53]. El libro fue popular
entre los intelectuales de la Rusia prerrevolucionaria y tenía varias traducciones al
ruso [54]. Curiosamente, cuando en 1919 Balodis publicó una segunda edición
revisada, Lenin hizo que la tradujeran y publicaran en la Rusia soviética [55]. Lenin
estaba probablemente más interesado en el esbozo de Balodis de la construcción
socialista que en su tesis del socialismo en un solo país como tal [56].

La clave para entender por qué Lenin aceptó la noción no ortodoxa de la


economía socialista en un solo país, reside en su conclusión de que organizar un
sistema económico socialista era una operación simple. Según él, bajo la doble
presión de la monopolización y la guerra, en la mayoría de los países europeos se
había establecido un mecanismo capitalista estatal centralizado. El proletariado
sólo necesitaba expropiar a la burguesía y hacer funcionar la máquina ya
establecida para sus propios fines. Este es el argumento de Lenin en su artículo
de diciembre de 1916 sobre el socialismo en Suiza y es también mencionado en el
“Imperialismo” [57]. De acuerdo con Lenin, no existe “punto medio” entre el
imperialismo y el socialismo, no quedan “peldaños intermedios” en la escalera de
la historia que lleva del capitalismo al socialismo [58]. Por lo tanto, la introducción
del socialismo se ha convertido en una tarea inmediata en los países capitalistas
desarrollados. En “El Estado y la revolución” sostiene que el capitalismo ha
preparado el terreno para la introducción de la producción socialista al difundir la
alfabetización, al enseñar a los obreros la disciplina productiva y al simplificar al
máximo las estructuras y el trabajo administrativos. Bajo esas condiciones, la
introducción de la “primera etapa de la sociedad comunista” es una “cuestión
urgente y candente de la política de hoy” y un asunto a ser llevado a cabo
“inmediatamente, de un día para otro [s segodnia na zavtra]” [59].

Aunque rechazó completamente sus conclusiones políticas, Lenin siguió los


pasos del socialdemócrata de derecha alemán Paul Lensch, que sostenía que el
Kriegssozoalismus capitalista preparaba el camino para el verdadero socialismo,
debido a que su principio de organización contenía la esencia del socialismo [60].
Antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, Hilferding y Alexander Parvus
(Helphand) sostenían igualmente que los mecanismos capitalistas de control de la
producción hacían que la introducción del socialismo fuera una operación sencilla
[61]. En el calor del debate con Bernstein en 1898, Parvus incluso reconoció que
el partido obrero no necesitaba más de medio año en el poder para poner fin a la

12
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

“sociedad capitalista” [62]. Este sorprendente y ligero punto de vista de la tarea de


expropiación del capital no es, de ningún modo, excepcional. Engels escribió en
1894 que el terreno para la “transformación de la empresa capitalista en social
[gesellschaftlichen]” estaba totalmente preparado en Alemania, y que la transición
se podía realizar “de la noche a la mañana” [63].

Que el capitalismo haya preparado el mecanismo de planificación socialista


no implica lógicamente que pueda hacerse en un solo país. Los socialdemócratas
alemanes mencionados observaban un proceso internacional desarrollándose en
todos los principales países europeos. Pero, bajo las condiciones de la guerra
mundial, fueron los Estados individuales los que organizaron –cada uno– sus
propias economías de guerra, por lo general dirigidos unos contra otros. Y éste era
el ejemplo que Lenin tenía ante sí y que aparentemente lo inspiró.

Todo esto no quiere decir que Lenin abandonó la perspectiva


internacionalista de la revolución contagiosa. Sorprendentemente, en setiembre de
1915, sólo un mes después de que proclamara la posibilidad del socialismo en un
solo país, el líder bolchevique decía que, debido a la guerra imperialista, las crisis
revolucionarias de Rusia y de Occidente están tan entrelazadas que “en ningún
solo país es posible una solución aislada de las tareas revolucionarias”. Esperaba
que la revolución democrática en Rusia fuera una “parte de la revolución socialista
de Occidente”, y que esas revoluciones puedan incluso ser “simultáneas” [64]. En
agosto-octubre de 1916, Lenin censuró sarcásticamente a Yuri (Georgy) Piatakov
por su concepción de la revolución internacional como una “acción unida” de los
proletarios de todos los países, destruyendo las fronteras estatales. Pero no negó
esa posibilidad entre los países desarrollados [65].

Esa y otras declaraciones similares llevaron al historiador soviético S.V.


Tiutiukin a sugerir que el punto de vista de Lenin carecía de coherencia: el líder
bolchevique, decía, parece haber operado con “dos líneas”, a veces rechazando y
otras aceptando la posibilidad del socialismo en un solo país [66]. El análisis de
Tiutiukin sirve como una advertencia importante para los historiadores: no deben
buscar más coherencia en sus objetos de estudio de la que realmente existe, y
deben reconocer las ambigüedades en el razonamiento de los líderes políticos de
carne y hueso. Sin embargo, yo diría que en este caso las ambigüedades son sólo
aparentes, no reales. Creo que Lenin se sorprendería si alguien lo acusara de
inconsistencia cuando hablaba del socialismo en un solo país en agosto y negaba
que pudiera haber una solución revolucionaria separada para un solo país en
setiembre. Lenin nunca sostuvo que después de la introducción de una economía
socialista, el Estado revolucionario pudiera salirse del proceso revolucionario
mundial. Después de todo, todavía tiene que hacer frente al examen en el campo
de batalla. Aún en el improbable caso de que los imperialistas dejasen en paz a
este país, el Estado socialista tendría el deber de reiniciar la reacción en cadena y
difundir el socialismo mediante la fuerza militar. Y, como Lenin lo veía, la guerra
revolucionaria tendría como resultado o el triunfo de la revolución a escala
europea o la destrucción del Estado socialista aislado. Incluso después de la

13
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

introducción del socialismo en un solo país, ninguna solución separada sería


viable. Todavía las clases obreras europeas se levantarían juntas o caerían juntas.

1917
Después de la revolución de Febrero, abruptamente, Lenin dejó de referirse
a la posibilidad del socialismo en un solo país. Esto obedeció a que concentró su
atención en el desarrollo revolucionario de una Rusia socioeconómicamente
atrasada. No se apartó de la posición ortodoxa que sostenía que los países
capitalistas estaban listos para el socialismo mientras que la Rusia
predominantemente campesina no lo estaba.

Pese a eso, Lenin reformuló sustancialmente su comprensión de la


revolución rusa. Puede que la atrasada Rusia no logre socializar su economía
completamente pero puede hacerlo parcialmente. En otras palabras, la atrasada
Rusia no podrá completar su transformación socialista sin la asistencia de los
obreros de Occidente, pero puede iniciarla [67]. Para perplejidad de muchos de
sus ortodoxos camaradas, Lenin concluyó que las condiciones económicas habían
madurado hasta el punto de permitir que se tomen pasos “transicionales” en
dirección al socialismo, principalmente en las esferas de la industria y la banca.
Propuso el establecimiento de un gobierno soviético que ponga bajo su control, o
incluso nacionalice, los carteles y los consorcios bancarios e industriales [68]. En
su discurso del 12 de mayo en la VII Conferencia del Partido, Lenin dividió la
economía rusa en dos: el “gran capital” y los campesinos. Al introducir las medidas
transicionales, Rusia “estará con un pie en el socialismo, con uno, porque la
mayoría campesina dirige la otra parte de la economía del país [69]”. Lenin no
creía que el sector agrícola ruso pudiera ser socializado sin la ayuda de los
Estados proletarios de Occidente. Y, sin una agricultura socializada, un país no
puede ser llamado legítimamente socialista. Puesto de ese modo, el socialismo en
un solo país era lógicamente imposible en Rusia. Sin embargo, siguiendo la lógica
del pensamiento de Lenin, es esencial resaltar que los sectores bancario e
industrial podían ser socializados sin que lo preceda una revolución en Occidente
[70].

Lenin aplicó su temprana tesis de cómo el capitalismo y la guerra


prepararon las condiciones para el socialismo, a las medidas transicionales que
ahora proponía para Rusia. Sostuvo que los estragos y el caos causados por la
guerra hacían necesario y urgente un sistema soviético rígidamente centralizado
para salvar al país de la catástrofe. Afortunadamente, al igual que los junkers y la
burguesía en Alemania, el gobierno zarista había introducido un sistema de
regulación económica, llamado por Lenin “capitalismo de guerra”, “capitalismo de
Estado” o “capitalismo monopolista de Estado”. Un gobierno soviético sólo
necesitaba apoderarse de ese aparato ya creado, para poner la economía en la
senda correcta [71].

14
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

De todos modos, Lenin continuó reconociendo que era absurdo enfocarse


en la situación de un solo país: la guerra había atado a toda la humanidad en una
“masa sanguinolenta [komok]”, de tal manera, que “una salida de ahí para un solo
país” era imposible. En los términos directos de Lenin: “o el proletariado se libera
como un todo o será suprimido” [72]. Una vez más, la guerra revolucionaria era
central en los argumentos de Lenin. Repetidamente les recuerda a sus camaradas
sus declaraciones de octubre de 1915, donde la guerra de un futuro régimen
revolucionario ruso contra los imperialistas había sido presentada como inevitable
en el caso de que el proletariado fracasara en tomar el poder en los otros países
europeos [73].

La guerra revolucionaria conduciría o a la expansión del socialismo en


Europa occidental o a la derrota de la Rusia soviética. La tercera opción, la
coexistencia a largo plazo, aparentemente no estaba en la mente de Lenin. No
obstante, era notablemente optimista sobre el resultado del conflicto militar que
predecía. En junio, prometió a los obreros rusos un liderazgo global en la guerra
contra los imperialismos alemán y británico, “que son incapaces de unirse contra
nosotros porque están enfrascados en una lucha a muerte entre ellos mismos”
[74].

La confianza de Lenin era estimulada por su alta estimación del potencial


de una economía soviética. Aunque se negaba obstinadamente a llamar
“socialista” a una Rusia revolucionaria sin agricultura socializada, ahora enunciaba
la lógica del socialismo en un solo país que había estado implícita en sus
declaraciones de 1915-1916: si el socialismo era un sistema económico superior
como reclamaba serlo, entonces ser el único país en tenerlo a su disposición era
una ventaja, no una desventaja. Al dotar al país con un sistema económico nuevo
y superior, la revolucion le proveería con la superioridad militar que necesita para
romper el aislamiento en el campo de batalla y difundir el socialismo a través de
Europa.

La más significativa publicación de Lenin remarcando este argumento es


“La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla”, escrita en setiembre de
1917. En este sorprendente pronunciamiento, la Rusia atrasada es catapultada a
una posición de superioridad militar y económica comparada con los Estados
capitalistas desarrollados. Lenin anotaba que Rusia no sólo estaba inusualmente
dotada con recursos naturales sino que la revolución llevaría al país a un “nivel
inconmensurablemente superior de organización económica”:

“El poder militar de un país con los bancos nacionalizados es mayor que el
de un país con los bancos en manos privadas... Siempre se señala el
heroico patriotismo y los milagros del coraje militar de los franceses en los
años 1792-1793. Pero se olvida las... condiciones que hicieron posible
esos milagros... la transición del país entero... a un modo de producción
superior... El ejemplo de Francia nos demuestra una sola cosa: para hacer

15
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

posible la defensa de Rusia... es necesario... renovar y regenerar Rusia


económicamente”.

Lenin tenía confianza en el resultado de la prueba que la guerra le pondría


a la Rusia soviética. La guerra revolucionaria pondría al país ante la cuestión de
“perecer o alcanzar a los países avanzados y superarlos económicamente. Esto
es posible porque tenemos ante nosotros la experiencia de una gran cantidad de
Estados avanzados, los resultados de su tecnología y cultura” [75].

Poco después, ese mismo mes, Lenin escribió que los bolcheviques serán
prudentes al tomar el poder, para que nada pueda impedirles sostenerse en él.
Una vez tomado el aparato económico de las manos de la burguesía y puesto a
funcionar, podrán construir un Estado suficientemente fuerte que proseguirá hasta
la victoria de la revolución socialista mundial [76]. En suma, Lenin llegó a la
conclusión que una Rusia soviética aislada podría introducir un sistema socialista
en la banca y en la industria, y que esto la haría casi invencible y la convertiría en
un efectivo instrumento militar de la revolución mundial.

Conclusión
¿Qué nos dice todo esto acerca de Lenin? El líder bolchevique aparece
como un hombre preparado para desafiar lo que era considerado entonces como
ortodoxia marxista. Su aceptación del socialismo en un solo país como una opción
para los países capitalistas desarrollados y su defensa del inicio de la construcción
socialista en la Rusia atrasada, eran parte del único y mismo paquete del nuevo
pensamiento de Lenin. Teóricamente, ambas innovaciones estaban ligadas a su
admiración por el poder del mecanismo del Estado capitalista, Kriegssozialismus,
que supuestamente haría el camino al socialismo mucho más fácil de lo que los
socialdemócratas habían asumido anteriormente.

La reformulación de la estrategia revolucionaria mundial discutida aquí


evidencia principalmente la enorme influencia que la Primer Guerra Mundial
ejerció en el pensamiento del líder bolchevique. La mentalidad de Lenin ha sido
descrita acertadamente como “militarismo socialista” [77]. Durante el período bajo
discusión en este artículo, la revolución y la guerra tendían fusionarse aún más
estrechamente en su pensamiento, en más de una forma. No sólo llamó
incesantemente al estallido de “guerras civiles” en toda Europa sino que bajo las
circunstancias del gran baño de sangre, se interesó también en la guerra en su
forma más franca, país por país, como vehículo de la revolución. La “guerra
revolucionaria” se convirtió en un elemento dominante en la forma en que imaginó
que la revolución podía proceder. Y es en este contexto en que propuso el
“socialismo en un solo país”. Aunque pudo haber encontrado respaldo a esa
noción en la literatura socialdemócrata alemana, es mejor verlo como parte de la
militarización de su pensamiento estratégico en lugar de suponerlo como fruto del
análisis teórico.

16
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Que Lenin vio oportunidades para el socialismo en un solo país, aunque


sólo sea como una medida de corto plazo en preparación para la guerra decisiva,
es algo que no sólo interesa a aquellos comprometidos en reconstruir minuto a
minuto cada palabra y cada pensamiento del líder bolchevique. Tiene, creo yo, un
significado histórico más amplio, porque arroja luz sobre el origen de la suprema
confianza que Lenin tuvo al realizar la Revolución de Octubre. Más aún, la
expectativa de que la superioridad del sistema económico soviético permitiría a la
Rusia revolucionaria vencer al imperialismo en el campo de batalla, no abandonó
a Lenin inmediatamente después de Octubre. Trotsky recordaba que en enero de
1918, Lenin escribió que se necesitaban al menos unos pocos meses para el
“éxito del socialismo” en Rusia:

¿No habrán sido unos pocos años o décadas? No. Ese no fue un desliz de
la pluma... Recuerdo bastante bien cómo durante el primer período, en el
Smolny, Lenin repetía, una y otra vez, en el Consejo de Comisarios del
Pueblo: en medio año contado desde ahora, tendremos socialismo y
seremos el Estado más poderoso de la Tierra... Él creía lo que decía [78].

Pero no pasó mucho tiempo para que Lenin fuera confrontado por la
realidad. La situación catastrófica en la que encontró a Rusia lo convenció pronto
de que sus sueños de una guerra revolucionaria victoriosa habían sido demasiado
ingenuos y presuntuosos. Cuando a inicios de enero de 1918, Lenin escribió –en
sus tesis sobre la cuestión de la paz– que para “el éxito del socialismo en Rusia”
eran necesarios “... por lo menos varios meses”; de hecho, estaba adoptando una
posición más realista. El líder soviético abogó por la paz con la Alemania imperial
porque el ejército no estaba en condiciones de llevar adelante una guerra
revolucionaria en los “próximos meses” [79]. En este punto, es fascinante ver que
la lógica subyacente en el pensamiento de Lenin permanece intacta: la
superposición de dos marcos temporales sugiere que el poner al ejército ruso en
un nivel de preparación suficiente estaba condicionado por la consecución de
alguna forma de consolidación económica socialista en ese país. No obstante, el
cambio en el estado de ánimo es innegable. El Tratado de Brest-Litovsk del 3 de
marzo de 1918 fue el principal fruto del reciente realismo de Lenin.

En el VII Congreso del Partido reunido después ese mismo mes, Lenin
observó que “es una verdad absoluta que sin la revolución alemana estamos
perdidos” [80]. Años después, en julio de 1921, célebremente resaltó que antes de
la revolución “pensábamos: o estalla inmediatamente la revolución –o por lo
menos muy pronto– en los otros países, más desarrollados en el aspecto
capitalista, o, de lo contrario, habremos de sucumbir” [81]. Según el punto de vista
común, confirmado ex post facto por el mismo Lenin, la revolución fue una apuesta
que sólo se atrevió a realizar porque esperaba que los obreros alemanes sacaran
del apuro al aislado régimen proletario. Sin embargo, el más breve vistazo a sus
escritos demuestra que sus reminiscencias de 1921 reflejan de modo incompleto
lo que había en su mente en la víspera de la revolución. Lo que le falta a esta
interpretación es que aún en caso de que los obreros alemanes no se levantaran,

17
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Lenin tenía confianza en que la Rusia soviética podría poner fin a su fatal
aislamiento por sí misma y abrir el camino al socialismo en Alemania mediante
una guerra revolucionaria. Una vez más, este escenario depende del supuesto de
la superioridad del sistema económico soviético. En otras palabras, junto a su
indudable fe en los obreros alemanes estaba su convicción de que el mecanismo
económico socialista podía ser establecido en un solo país –y en una forma
modificada o parcial, incluso en la atrasada Rusia. Esto fue lo que, en primer lugar,
dio a Lenin la confianza para llevar adelante la insurrección de Octubre.

Las declaraciones de Lenin fueron mencionadas frecuentemente en el Gran


Debate de los años 1920. Stalin, agradecido y triunfante, sacó a flote esos textos
para dar la legitimidad que necesitaba a su programa de socialismo en un solo
país. Podemos, ahora, concluir que en gran medida estaba justificado que hiciera
este reclamo. Por supuesto, Stalin presentó una caricatura de la posición de Lenin,
pero la interpretación de Trotsky estaba aún más lejos de la verdad. El Secretario
General alteró los antecedentes sugiriendo que Lenin se había referido a la Rusia
atrasada, predominantemente campesina, como posible candidata para el
socialismo en un solo país. Estaba equivocado también en atribuir a Lenin su
propio punto de vista de que un país socialista aislado podía en principio coexistir
indefinidamente con los países capitalistas. Por el contrario, para Lenin el
socialismo en un solo país era un escenario de corto plazo. Como se ha anotado
antes, él pronosticó un rápido desenlace con el sistema estatal socialista ya sea
expandiéndose por Europa o sucumbiendo. Pero a pesar de que Stalin amplió el
alcance del socialismo en un solo país más allá de las intenciones originales de
Lenin, queda en pie el hecho fundamental que Lenin aceptó la posibilidad de que
los Estados revolucionarios aislados organicen sus propias economías socialistas
dentro de sus fronteras nacionales. La insistencia de Trotsky de que Lenin se
estaba refiriendo sólo a la revolución socialista y no a la construcción de una
sociedad o economía socialista, es engañoso y evidentemente incorrecto.

Lo que es más importante, Trotsky no comprendió el espíritu de las


palabras de Lenin –algo que, por el contrario, Stalin capturó instintivamente y sin
fallar. Los escritos de Lenin discutidos aquí implican que un Estado socialista
aislado debe orientarse hacia la guerra, superar a los imperialistas, económica y
militarmente, y prepararse para derrotarlos en el campo de batalla. Esta
orientación obviamente anticipó el stalinismo en algunos de sus elementos
esenciales. En conjunto, entonces, Stalin tuvo un poderoso argumento cuando
recurrió a Lenin para legitimar su propia estrategia.

Notas
1. Véase Lenin, Polne sobrante sochinenii (en adelante PSS), vol. 26, 351-55.
2. Véase: Elwood, “Lenin on holiday”, 125-27; y Rappaport, Conspirator, capítulos
16 y 17.
3. Daniels, The Conscience of the Revolution, 251-52 (453n.); y Daniels, The
Nature of Communism, 30, 174. Véase también: Meyer, Leninism, 220f. La

18
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

idea de que la revolución socialista estallaría primero en Rusia, como el


eslabón más débil del imperialismo, ha sido atribuida erróneamente a Lenin.
Véase White, Lenin, 120-21; y Read, Lenin, 125.
4. Véase Trotsky, The Third International, 12, 43-44.
5. Véase, por ejemplo: Carr, A History, 40-41; Mark Philosophy, 74: Leonhard, Die
Dretspaltung, 98-99, 125, 142; Nation, War on war, 159; y White, Lenin, 120-
21. Otros historiadores dejan sin responder la pregunta de si Lenin se refirió a
la revolución socialista o al socialismo. Véase por ejemplo: Harding, Lenin’s
Political Thought, vol. 2, 67; and Kowalski, The Bolshevik Party, 49. Según mi
conocimiento, sólo Robert Tucker (The Marxian Revolutionary Idea, 130-31)
reconoce que Lenin se refería a la construcción de una economía socialista en
un solo país.
6. PSS, vol. 26m 354.
7. Véase, por ejemplo: Marx y Engels, Werke (en adelante MEW), vol. 3, 34-35;
vol. 4 374-5; vol. 6, 149-50; vol. 7, 19, 34, 79. Sobre la concepción de la
revolución mundial de Marx-Engels, véase también: Davis, Nationalism, 20-23;
Soell, “Weltmarkt-Revolution-Staatenwelt”; Draper, Karl Marx’s Theory, 203
241-46; Gilbert, Marx’s Politics, 36, 149, 156-157, 162-63, 184, 189, 215;
Szporluk, Communism, Partes Uno y Tres.
8. Draper, Karl Marx’s Theory, 242.
9. Salvadori, Karl Kautsky, 89.
10. MEW, vol. 18, 565; vol. 19, 296; vol. 22, 429. Según James White (Karl Marx,
capítulos 4–6; y Lenin, 35–36), en el último período de su vida, Marx no siguió
sosteniendo que el capitalismo necesariamente barrería con los modos de
producción precapitalistas en el mundo. Esto le llevó a concluir en 1881 que
aún en ausencia de la revolución proletaria en Occidente, la comuna
campesina rusa podría desarrollarse en un estado comunista. Véase también
Shanin, Late Marx. En efecto, esto abunda en favor de la fórmula del
“socialismo en un solo país” en Rusia. Hartmut Soell (‘Weltmarkt–Revolution–
Staatenwelt’, 137) sugiere que Engels pudo haber llegado a reconocer el
prospecto del socialismo en un solo país para Alemania. Sin embargo, todavía
en 1893 se mantuvo firme en que sólo la fuerza combinada de Gran Bretaña,
Francia y Alemania era suficiente para construir una sociedad socialista: MEW,
vol. 39, 89.
11. Kautsky, ‘Allerhand Revolutionäres’, 622–23, 626. Véase también: Donald,
Marxism, 69–93.
12. Véase: Men′sheviki, 124; and Kommunisticheskaia partiia Sovetskogo soiuza v
rezoliutsiiakh (en adelante KPSS), 73, 75. De acuerdo a Baruch Knei-Paz (The
Social and Political Thought of Leon Trotsky, 18–19) el modelo de la revolución
rusa desencadenando la revolución en Occidente no fue tomado en serio por
los marxistas rusos, exceptuando a Alexander Parvus y Trotsky. Eso es un
error. Al contrario, el modelo era generalmente aceptado por bolcheviques y
mencheviques. Lo que los mencheviques no tomaban en serio eran las
distintas sugerencias de Kautsky, Lenin, Parvus y Trotsky de que la revolución
democrática rusa pueda llevar al proletariado al poder. Para estas
interpretaciones radicales de la revolución democrática, véase: Meyer,

19
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Leninism, 139–44, 156–60; Scharlau, ‘Parvus-Helphand’, capítulos 7–8; Zeman


y Scharlau, The Merchant of Revolution, 63–66, 76–78; Harding, Lenin’s
Political Thought, vol. 1; Salvadori, Karl Kautsky, 86–89, 101–06, 128–29, 175,
194–97; Knei-Paz, The Social and Political Thought of Leon Trotsky, 18, 129–
44, 152–74; Thatcher, ‘Uneven and Combined Development’; y Donald,
Marxism, 69–93.
13. Trotsky, The Permanent Revolution, 80, 105, 115.
14. En 1887, en una propuesta de programa para Osvobozhdenie truda, Georgy
Pléjanov escribió que bajo las condiciones económicas modernas, la
“consolidación” de la revolución socialista requería de la participación de
“varias sociedades civilizadas”: Pervyi s″ezd, 235. Sin embargo, el manifiesto
adoptado en el I Congreso del POSDR en 1898 no incluye un pasaje similar.
Véase: KPSS, 12–14. Tampoco lo hace el programa aprobado en el II
Congreso del Partido de julio-agosto de 1903, que simplemente dice que la
economía moderna ha establecido tales estrechas conexiones entre los
pueblos “civilizados”, que el movimiento de liberación del proletariado debe ser
internacional: ibid., 37.
15. Bogdánov, Red Star, 113–14, 117–18. Véase Loren Graham, ‘Bogdanov’s
Inner Message’, en: ibid., 245–46. Véase también: Richard Stites, ‘Fantasy and
Revolution’, en ibid., 13. James White llamó mi atención sobre el hecho de que
la idea del socialismo en un solo país puede haber estado más difundido en el
círculo de Bogdánov: Gel′fond, ‘Filosofiia Ditsgena’, 327.
16. Para posibles excepciones, véase: PSS, vol. 12, 157; vol. 13, 17.
17. Trotsky, The Permanent Revolution, 90 (énfasis añadido). Trotsky estaba
enfrascado en una polémica con Karl Kautsky. En su Das Erfurter Programm
(117, 119–21) de 1892, éste último discutía el Zukunftsstaat socialista, y se
preguntaba: “¿Pero qué tan grande debe ser esa asociación autosuficiente
[Genossenschaft]?”. Según Kautsky “hay sólo uno que tiene el alcance
suficiente para ser utilizado como el marco de referencia para el desarrollo de
esta asociación socialista, y ése es el Estado moderno”.
18. Richard Day (Leon Trotsky, capítulo 1) sostiene que Trotsky no negó la
posibilidad de crear una economía socialista en Rusia sola. De acuerdo a Day,
Trotsky sostiene en capítulo sétimo de “Resultados y Perspectivas” que los
prerrequisitos económicos del socialismo estaban presentes en Rusia.
Considero que esta tesis de Day no es convincente por dos razones. Primera,
no está claro si Trotsky estaba hablando de Rusia en ese capítulo. En el
siguiente capítulo, él plantea la cuestión pero deja sin responder si las
condiciones socio-económicas para la construcción del socialismo estaban
presentes en la Rusia atrasada: Trotsky, The Permanent Revolution, 100, 104–
05. Segunda, aún si de acuerdo a Trotsky los prerrequisitos económicos del
socialismo hubieran estado presentes en Rusia, no se puede derivar de ello
que se pueda construir una economía socialista en Rusia sola: Trotsky había
llegado a la conclusión que esto sería imposible en cualquier país, incluso en
aquellos preparados para el socialismo.
19. Bujarin, Imperialismus, 15, 45, 86, 116, 131, 188–89. Sobre el pensamiento de
los bolcheviques de izquierda en este período: Cohen, Bukharin, 27–37;

20
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Harding, Lenin’s Political Thought, vol. 2, 64; Haynes, Nikolai Bukharin, capítulo
2; y Kowalski, The Bolshevik Party, 30–44.
20. Véase: Gankin y Fisher, The Bolsheviks, 187–88, 190, 219–30, 222.
21. Trotzky, Der Krieg, 3, 6, 84. Sobre la posición de Trotsky durante la Primera
Guerra Mundial en relación con la “simultaneidad de las revoluciones
modernas”, sus interconexiones y su operación en la forma de una “reacción
en cadena”, véase Knei-Paz, The Social and Political Thought of Leon Trotsky,
303, 306–10. Véase también: Day, Leon Trotsky, 13–14; y Thatcher, ‘Uneven
and Combined Development’, 253–54.
22. Axelrod, Die Krise, 10–11, 13, 43.
23. Martov, Izbrannoe, 339–43 (también 521–12).
24. PSS, vol. 26, 21.
25. PSS, vol. 26, 35. Véase también: ibid., 281. Kowalski (The Bolshevik Party, 46)
interpreta esto como un “rechazo implícito de la posibilidad de una revolución
socialista en un solo país”.
26. MEW, vol. 4, 479.
27. PSS, vol. 26, 39–40. Véase también ibid., 75.
28. Véase: Gankin y Fisher, The Bolsheviks, 179–80; y Tiutiukin, Voina, 165–67.
29. KPSS, 329. En mayo-junio de 1915, Lenin escribió que en caso el socialismo
triunfara en Europa o Estados Unidos y fuera atacado por Japón o China,
aunque sólo sea diplomáticamente, “la guerra revolucionaria ofensiva” sería la
respuesta correcta. Lenin se refería a las sugerencias de Marx para la guerra
revolucionaria alemana contra los eslavos contrarrevolucionarios: PSS, vol. 26,
226f.
30. PSS, vol. 49, 101.
31. PSS, vol. 49, 112.
32. PSS, vol. 26, 352–55. Véase también: vol. 49, 119–20.
33. En “El Programa de la Paz”, Trotsky (Voina, 478–79) se dirige contra el artículo
de Lenin de agosto de 1915. El acepta que un proletariado no debe esperar por
los otros para hacer su revolución pero una “Rusia revolucionaria” o una
“Alemania socialista” aisladas estarían predestinadas al fracaso. En una
probable referencia a Lenin, Trotsky rechaza el “mesianismo nacional-
revolucionario que asume que precisamente su propio Estado nacional... está
llamado a conducir a la humanidad al socialismo o a la democracia”.
34. PSS, vol. 27, 50–51.
35. MEW, vol. 4, 374–75.
36. Bernstein, Grundsätze.
37. PSS, vol. 30, 133.
38. MEW, vol. 35, 357–58. En uno de sus cuadernos, Lenin copió un pasaje de
Engels de 1894 que decía que incluso una Rusia capitalista no podría alcanzar
el socialismo en ausencia de una revolución proletaria en: PSS, vol. 228, 484.
39. Véase por ejemplo: PSS, vol. 30, 50–51, 111–12. Véase también: vol. 26, 226f;
vol. 27, 405; vol. 28, 652–55.
40. PSS, vol. 30, 133–34.
41. PSS, vol. 30, 152. Véase también: ibid., 13; vol. 49, 288. En una crítica a Rosa
Luxemburgo escrita en julio de 1916, Lenin sostenía que era posible una

21
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

“guerra de defensa del Estado socialista contra los Estados burgueses”: PSS,
vol. 30, 13.
42. PSS, vol. 30, 218–20. Véase también: Tiutiukin, Voina, 174.
43. Zinov′ev, ‘Rossiiskaia sotsial-demokratiia’, 129.
44. PSS, vol. 33: 50, 92, 94, 97–98, 101
45. Hilferding, Das Finanzkapital, Chapter 22 (cita en la página 452).
46. Véase: Fletcher, Revisionism, 61–62, 91; Bloch, ‘Der Kampf’, 261–62;
Schröder, ‘Eduard Bernsteins Stellung’.
47. PSS, vol. 27, 392–94.
48. Kautsky, ‘Der Imperialismus’, 919–21; ‘Zwei Schriften’, 144–45. Véase también:
Salvadori, Karl Kautsky, 181–203.
49. PSS, vol. 27, 367, 372–73, 378, 391–95, 415–17, 422–23. Véase también: vol.
28, 408–09. Para referencias al “ultraimperialismo”, véase también: vol. 26,
228–31; vol. 28, 243–5, 731. Para referencias al concepto de “desigualdad de
crecimiento” en los cuadernos de Lenin, véase: vol. 28, 177, 212. Véase
también: 411. Para referencias a los “Estados Unidos de Europa”: ibid.: 87,
111, 187, 304, 358ff, 401, 406, 408–09, 412, 418, 421–23, 592, 598, 666–67.
Sobre la teoría de Lenin sobre el imperialismo y el desarrollo desigual: Harding,
Lenin’s Political Thought, vol. 2, capítulo 3.
50. PSS, vol. 28, 360–61. Véase: Kautsky, ‘Krieg’, 105–07.
51. Fel′shtinskii, Arkhiv, 101. Véase también: Trotzki, Verratene Revolution, 284–
86; Trotsky, The Third International, 12, 43–44. Para referencias a Vollmar en
esta capacidad, véase también: Goodman, The Soviet Design, 4; Knei-Paz,
The Social and Political Thought of Leon Trotsky, 339n; Fetscher, Der
Marxismus, 33, 644, 647; Jansen, Georg von Vollmar, 16, 21–23, 88;
Steinberg, Sozialismus, 22, 31.
52. Vollmar, Der isolirte sozialistische Staat.
53. Atlanticus, Produktion.
54. Balabkins, ‘Der Zukunftsstaat’, 217, 229. Trotsky se refiere a eso en
“Resultados y Perspectivas”, 90-1. Para 1913, Lenin ciertamente lo había leído.
Véase PSS, vol. 28, 111.
55. La edición revisada conserva los pasajes cruciales acerca de la posibilidad de
que el socialismo se alcance primero en un país: Ballod, Der Zukunftsstaat,
49–50. Para la reacción de Lenin, véase: PSS, vol. 42, 342–43, 488n; vol. 44,
51; vol. 54, 146. Véase también: Balabkins, ‘Der Zukunftsstaat’, 229.
56. Para la historia del concepto de socialismo en un solo país en la
socialdemocracia alemana, véase: van Ree, “‘Socialism in one Country’ before
Stalin”, passim.
57. PSS, vol. 27, 386, 425–26.
58. PSS, vol. 34, 191–93.
59. PSS, vol. 33, 49–50, 97–8, 100–01.
60. Véase: Ascher, ‘“Radical” Imperialists’; y Sigel, Die Lensch-Cunow-Haenisch-
Gruppe. Para la opinión de Lenin sobre la interpretación de Lensch del
Kriegssozialismus, véase PSS, vol. 34, 191. Véase también: vol. 28, 576.
61. Hilferding, Das Finanzkapital, Capítulo 25. Para Parvus, véase, por ejemplo, su
Der Staat, die Industrie und der Sozialismus, de 1910, 126. Para el punto de

22
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

vista de Parvus sobre la concentración de la industria como precondición para


la introducción del socialismo, véase Tudor y Tudor, Marxism, Capítulo 6. Para
la deuda de Lenin con Hilferding y Parvus, véase Garvy, ‘The Origins’.
62. Parvus escribió esto en Sächsische Arbeiterzeitung del 6 de marzo de 1898
(citado en Scharlau, ‘Parvus-Helphand’, 98). No me ha sido posible ver este
periódico de primera mano.
63. MEW, vol. 22, 504.
64. PSS, vol. 27, 27; véase también: 49.
65. PSS, vol. 30, 110–12, 122–23.
66. Tiutiukin, Voina, 172.
67. PSS, vol.31, 91–93, 168, 303.
68. PSS, vol. 31, 56, 109–10, 115–16, 168, 244, 446, 450–51; vol. 32, 143, 196,
374; vol. 34, 235.
69. PSS, vol. 31, 445; véase también: 363.
70. En el VI Congreso del Partido en agosto de 1917, Stalin propuso una
resolución que decía que las clases revolucionarias rusas deben tener como
objetivo “la reconstrucción socialista de la sociedad, en unión con el
proletariado revolucionario de los países avanzados”. E.A. Preobrazhensky
propuso ir en dirección al socialismo sólo “en caso de una revolución proletaria
en Occidente”: Shestoi s″ezd, 250, 257. La fórmula de Stalin que permitía
reformas socialistas en ausencia de una revolución en Occidente, fue adoptada
por el congreso: KPSS, 376.
71. PSS, vol. 31, 56, 111, 143, 168, 302–03, 355, 443–46, 449–50; vol.32, 76, 139,
143, 155–56, 188, 195–97, 247–48, 267, 293–94, 396; vol. 34, 155–57, 163,
166, 168, 191–92, 197. Para una discusión de las conclusiones de Lenin en
1917 en relación con una perspectiva socialista para Rusia, véase: Marek,
Philosophy, 67–83; Harding, Lenin’s Political Thought, vol. 2, Capítulos 4, 7; y
Kowalski, The Bolshevik Party, 44–56.
72. PSS, vol. 31, 341, 353–54. Véase también: ibid., 326, 358, 405; vol.32, 100; y
KPSS, 337. El manifiesto redactado por el Comité Central en nombre del VI
Congreso del Partido insistió en que el éxito de la revolución rusa requería de
la “insurrección internacional... de los proletarios de Europa”: KPSS, 389.
Véase también: PSS, vol. 32, 374.
73. PSS, vol. 31, 90–91, 113–14, 281; vol. 32, 72, 99–100.
74. PSS, vol. 32, 287–89, 291. Véase también: vol. 34, 233.
75. PSS, vol. 34, 194–98. Véase también: ibid., 233–24, 307, 373, 375.
76. PSS, vol.34, 332–33.
77. James Ryan, ‘Lenin’s theorizing on violence and terrorism’, ensayo presentado
en AAASS, 2008.
78. Trotzki, Über Lenin, 106.
79. PSS, vol. 35, 244, 248.
80. PSS, vol. 36, 15. Para el desarrollo del pensamiento de Lenin sobre el
socialismo en un solo país después de 1917, véase: ‘Socialism in one country:
a reassessment’.
81. PSS, vol. 44, 36.

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Original en inglés: Erik Van Ree, “Lenin’s conception of socialism in one


country, 1915-1917”, Revolutionary Russia, Vol 23, No. 2, December 2010, pp.
159–181.

Traducido para “Crítica Marxista-Leninista”


por Facundo Borges y Thiago R.

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