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«El fin –dice Aristóteles en innumerables ocasiones- es lo más importante en todo».

Así
que, ¿con qué fin tuvimos este encuentro? ¿Qué nos reunió un 12 de diciembre entre las
cinco y las siete de la tarde (casi noche), en aquella sala de conferencias en la que una antes
que yo, y muchos después de mí, han defendido su tesis doctoral?

Nos reunió nuestro interés por la imaginación, por esa facultad humana que asociamos a lo
ilusorio, lo ficticio, lo inventado… y que, sin embargo, es determinante para nuestras vidas,
pues lo imaginado tiene un poder muy real, poderoso, sobre nuestra manera de concebir la
realidad; y también sobre nuestras motivaciones, ilusiones y proyectos. Gracias a la
imaginación no sólo nos hacemos presente nuestro pasado, sino que lo interpretamos, lo
juzgamos, imaginamos cómo pudo haber sido... y también gracias a la imaginación
proyectamos nuestra vida, anticipamos poéticamente nuestro futuro personal y colectivo.

Uno de los filósofos contemporáneos que con mayor penetración ha reflexionado sobre el
papel de la imaginación en la vida humana, no sólo en el ámbito de la Estética, sino
también de la Ética y la Antropología, es Julián Marías. A su filosofía nos acercamos en
este encuentro de la mano de Nieves Gómez, quien ha investigado bien a este autor en su
tesis doctoral; y quien ha publicado un pequeño libro que es una muy buena introducción al
pensamiento de Marías. (Aquí, mi reseña sobre el libro para Relectiones: Julián Marías,
metafísico de la persona).

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