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La institucionalización de la justicia (Robert Alexy)

Article · January 2005


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Felipe Schwember
Universidad Adolfo Ibáñez
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Revista Chilena de Derecho, vol. 32 N 0 3, pp. 579- 595 [2005]
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Bibliografía

Alejandro GUZMÁN BRITO, Acto, negocio, contrato y causa en la tradición del Derecho Europeo e
Iberoamericano [The Global Law Colletion: Legal Studies Series, Editorial Thomson Aranzadi,
Pamplona, España, 2005], 477 pp.

1. La Cátedra Garrigues de Derecho Glo- (Los orígenes históricos de la noción general de acto o
bal de la Universidad de Navarra ofrece al lector negocio jurídicos), el autor muestra el modo en que
un libro ciertamente sólido y contrastado en su surgieron las dos grandes construcciones sistemá-
Legal Studies Series, integrada en The Global Law ticas sobre las fuentes de las obligaciones: la “teo-
Colletion. Su autor, el Profesor Alejandro Guz- ría general del contrato” y la más general y abs-
mán Brito, catedrático de Derecho romano de la tracta “doctrina del acto o negocio jurídico”.
Facultad de Ciencias jurídicas y Sociales de la Respecto de la teoría general del contra-
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y to, se pueden rastrear formulaciones entre los ju-
académico numerario de la Academia Chilena de ristas medievales, e incluso antes, en el esquema
la Historia, recoge en este volumen siete estudios gayano-justinianeo de la estipulación. La prime-
sobre los conceptos de acto, contrato, negocio y ra formulación moderna corresponde a Luis de
causa en la tradición jurídica europea e ibero- Molina, aunque referida todavía solo a las pro-
americana, publicados anteriormente por separa- missiones; influido por Molina destaca la figura
do, a excepción del último, hasta ahora inédito. de Hugo Grocio, quien a su vez influyó en
La obra consta de dos partes (aunque el Samuel Pufendorf, con el que el esquema quedó
autor no las haya consignado), diferenciadas tan- sustancialmente trazado, siendo, sin embargo,
to por su origen como por su contenido, si bien Robert-Joseph Pothier quien sistematizó de ma-
unificadas por una misma temática: los cuatro nera definitiva la teoría general del contrato, li-
primeros capítulos, resultado de un proyecto de berada ya del filosofismo de sus predecesores.
investigación común, indagan en los orígenes La construcción general de la doctrina del
históricos de los conceptos clave para elaborar acto o negocio jurídico es, por el contrario, muy
una teoría general del contrato o del negocio ju- posterior; comienza con el humanista François
rídico; los tres restantes, elaborados por separa- Connan, quien identificó el tercer miembro de la
do, inciden en uno de los elementos más contro- famosa tricotomía gayana de “personas, cosas y
vertidos de la doctrina del contrato: la causa. acciones” (Gayo 1.8: omne ius quo utimur vel ad
Como el propio autor advierte en el pró- personas pertinet vel ad res vel ad actiones) con los
logo, la naturaleza de los diversos trabajos, for- actos de la persona, en vez de con las acciones
malmente concebidos como distintos, hace in- personales, como era tradicional. Esta nueva tri-
evitable ciertas repeticiones. Con todo, estas son cotomía se difundió entre algunos representantes
bien recibidas por el lector, pues le permiten del mos Gallicus, así como en otros autores, y
contrastar conceptos e ideas desde perspectivas llegó al iusnaturalismo tardío y a la pandectísti-
diferentes. ca. Según parece, el jurista de Rostock, Daniel
Nettelbladt, fue el primero en añadir a los térmi-
2. En el primer capítulo (El vocabulario nos actus y negotium el calificativo iuridicus
de la negocialidad jurídica en el Derecho Romano), (um), que desde la época romana se usaba exclu-
el autor afirma el origen romano de los términos sivamente con referencia a lo procesal, y dio car-
actum, negotium, conventio, pactum o pactio y ta de naturaleza a una parte general (Allgemeiner
contractus. No se refiere, en cambio, a las expre- Teil) que contrapuso a la especial. En la doctrina
siones negotium iuridicum o actus iuridicus; por del negocio jurídico fue decisiva la obra de Frie-
considerar que estos términos no fueron utiliza- drich Carl von Savigny, en la que se estudia de
dos por los juristas clásicos para elaborar una forma unitaria y detallada la problemática de
teoría general del negocio; construcción dogmá- este concepto jurídico. Esta labor de estudio ana-
tica moderna extraña al pensamiento jurídico ro- lítico fue continuada por los Pandectistas.
mano, como ya advirtió Álvaro d’Ors. La doctrina del acto o negocio jurídico
Con los capítulos segundo (Los orígenes triunfó en Alemania y se plasmó en los códigos
históricos de la teoría general del contrato) y tercero germánicos, en especial en el Bürgerliches Gesetz-
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buch de 1900. Sin embargo, no caló en la juris- lizan la causa como condición del contrato y
prudencia francesa de los siglos XVII y XVIII, de como elemento de la obligación (el código fran-
modo que el Code Civil no contiene una parte cés); y, iv) aquellos que suprimen la idea de cau-
general, no utiliza la tricotomía de personas, co- sa (caso del código suizo).
sas y actos, y le son extrañas las expresiones de Una vez examinada la legislación, el pro-
“acto jurídico” y de “negocio jurídico”: la termi- fesor Guzmán Brito repasa el sentido de causa en
nología iusnaturalístico-pandectista solo penetró la jurisprudencia romana, en la jurisprudencia
en la ciencia jurídica francesa a partir de los tra- medieval y en la jurisprudencia moderna. Sus
bajos realizados con motivo del código alemán, conclusiones son claras: i) los juristas romanos
donde se impuso el término acte juridique para utilizaron numerosas acepciones del término
trasladar el alemán Rechtsgeschäft. “causa”, si bien, influidos por el pensamiento es-
Como colofón de esta primera parte del toico, siempre referidas a la llamada “causa efi-
libro, el autor analiza en el capítulo cuarto (El ciente”; ii) los medievales consideraron además
vocabulario de la negocialidad jurídica en las codi- la causa con un sentido final, como elemento de
ficaciones americanas) la influencia de estas dos algunos contratos (en particular, de las estipula-
tradiciones en los códigos americanos más influ- ciones y de los contratos innominados; no, en
yentes: el código civil de Chile, el de Brasil y el cambio, de los nominados); y, iii) los juristas
de Argentina. Estos dos últimos se sometieron a modernos influidos por el humanismo extendie-
la doctrina pandectista del acto o negocio jurídi- ron la idea de causa a todos los contratos (así se
co, si bien el argentino carece de una parte gene- reflejó en el código francés), mientras que el ius-
ral. Por el contrario, el código chileno debe en- naturalismo, más consecuente con el moderno
cuadrarse sistemáticamente en la tradición del principio consensualista, la suprimía para todos
contrato, aunque desde el punto de vista termi- (como aconteció en los países germánicos).
nológico pertenezca a la tradición del acto. El El desarrollo histórico de la teoría de la
autor del libro resalta dos importantes conse- causa parte de los conceptos dare (stipulatio) ob
cuencias de estos resultados: i) la idea de una rem y dare (stipulatio) ob causam; su nítida dis-
generalizada introducción e influencia del código tinción clásica (cfr. Pomponio, D. 12, 6, 52;
francés en América es una afirmación simplista Paulo, D. 12, 5, 1 pr) ya aparece desfigurada en
que debe matizarse; y, ii) la doctrina pandectista diversos textos justinianeos en los que, el térmi-
del negocio jurídico cristalizó en América antes no “causa” deja de ser un simple motivo personal
que en la legislación de la propia Alemania. y subjetivo, no deducido en condición y jurídi-
camente irrelevante, para significar la datio vel
3. La segunda parte de la obra se inicia factum inicial como fuente de la obligación de
con un extenso capítulo quinto (Causa del con- devolver lo recibido o de cumplir la contrapres-
trato y causa de la obligación en la dogmática de tación (cfr. Paulo, D. 12, 6, 9 pr), de manera
los juristas romanos, medievales y modernos, en la que su falsedad o frustración permita repetir lo
codificación europea y americana) relativo a la dado con la condictio (o, si se trata de una esti-
evolución de los distintos conceptos de la causa pulación, faculte para ejercitar la exceptio doli o,
en la tradición jurídica europea y americana. en su caso, la condictio liberationis). Con todo, la
Como se desprende de la propia redacción, el variación terminológica de los textos justinianeos
trabajo inicial era de alcance más limitado: la no implicará todavía el tránsito a la causa final.
causa en el código civil chileno y en sus proyec- Los glosadores identificaron el dare ob
tos, y, como elemento de contraste, en el francés causam (denominado ahora dare ob causam im-
y en otros códigos civiles y europeos. pulsivam) con la donación (un tipo de contrato
Al tratar el tema de la causa, el autor se- nominado) y el dare ob rem (ahora dare ob cau-
ñala cuatro grandes categorías de códigos: i) sam finalem) con los contratos innominados del
aquellos que exigen la causa como condición de tipo do ut des o do ut facias, en los que operan
validez del contrato (el código italiano de 1942); dos causas: i) la eficiente, que es la datio vel fac-
ii) los que exigen la causa como elemento de la tum inicial; y, ii) la final, lo que se espera que dé
obligación (el código argentino); iii) los que uti- o haga la parte que recibió la cosa (expresada con
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el ut des, ut facias). Los canonistas suprimieron la Gandolfi por su contribución a la unificación del
causa eficiente al dejar de exigir una datio o fac- derecho privado europeo–, el profesor Guzmán
tum efectivamente ejecutados, lo que termina- Brito advierte que Blackstone se sirvió de la doc-
rían por aceptar los civilistas. trina de la causa en su doctrina de la considera-
Finalmente, movidos por su afán sistema- tion, rechazando así el prejuicio generalizado de
tizador, los juristas modernos extendieron a los que el common law ha sido inmune al influjo del
contratos nominados la noción medieval de cau- civil law. Así, el autor del libro señala diversas
sa finalis de los innominados, unificados ambos equivalencias entre la doctrina contractual de
bajo la forma de contratos onerosos. Asimismo Balckstone y el ius commune: i) el contract se co-
aplicaron el concepto de causa impulsiva de los rresponde con el pactum vestitum, y el simple
contratos innominados y de las estipulaciones a agreement sin consideration con el pactum nudum;
los contratos gratuitos. Esta tesis insinuada por ii) la división de la consideration en valuable y
Domat fue consagrada por Pothier, quien trató good consideration equivale respectivamente a la
de conciliar el consensualismo con la tradición causa de los contratos innominados y a la causa
del ius commune. Por mera traslación pasó a ser impulsiva (liberitas) del derecho canónico; y, iii)
causa del contrato lo que era de la obligación o la executed y la executory consideration en que se
de la promesa. divide la valuable consideration recuerda la causa
En realidad –señala el autor–, esta doctri- de los contratos innominados como contrapres-
na de la causa nació obsoleta y solo se mantuvo tación, según la distinción civil (causa impleta) o
por el prestigio y la fuerza expansiva del Code canónica (causa non impleta).
Civil; el modelo correcto era el del iusnaturalis-
mo, que prescindía de la causa como elemento 4. Encomiable es la metodología rigurosa
del contrato. La doctrina de la causa siempre es- del autor basada, a mi entender, en tres criterios
tuvo en relación dialéctica con el problema de si esenciales de cualquier trabajo histórico y de de-
el solo consenso genera obligaciones; una vez recho comparado: el uso de las fuentes, si bien
aceptado el principio consensualista, la causa se obvio, con frecuencia olvidado; la distinción me-
hizo innecesaria. ticulosa de los diversos niveles de análisis, termi-
Los capítulos séptimo (La doctrina de nológico, sistemático y conceptual, y la compa-
Luis de Molina sobre la causa contractual) y octa- ración interrelacionada de las diversas fuentes
vo (La doctrina de la “consideration” en Blackstone que permite observar la originalidad y la especí-
y sus relaciones con la “causa” en el “ius commune”) fica aportación de cada texto y autor, así como
son complementarios del anterior. En el primero las respectivas influencias.
de los capítulos citados, el autor señala a Luis de En definitiva, esta valiosa obra resultará,
Molina como precursor de la doctrina iusnatura- a mi entender, imprescindible para todo estudio
lista que prescinde de la causa como elemento posterior del negocio, del contrato y del acto ju-
del contrato, una vez aceptada la noción de con- rídico, así como de la cuestión de la causa. Sin
trato consensual como suficiente para generar duda, este trabajo facilitará una mejor compren-
obligaciones, sin necesidad, pues, de añadirle el sión de nuestro derecho y de nuestra tradición
elemento causal adicional. Asimismo, conforme jurídica, y contribuirá de modo importante en la
a la doctrina canónica que admite la causa non armonización de los sistemas jurídicos y en la
impleta, Luis de Molina suprime las distinciones construcción de un derecho global, objetivo de
medievales de contratos nominados e innomina- la colección en que se ha publicado el libro.
dos, y de pactos nudos y vestidos.
En el último capítulo del libro –que PABLO GÓMEZ BLANES
constituye un homenaje al profesor Giuseppe Universidad de Navarra, España
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RODRÍGUEZ COLLAO, Luis, y OSSANDÓN WIDOW, María Magdalena: Delitos contra la función
pública. El Derecho penal frente a la corrupción política, administrativa y judicial. Editorial Jurídi-
ca de Chile, Santiago de Chile, 2005, 498 pp.

En su Crónica de Derecho penal hispano- Seguidamente, la estructura y misión uni-


americano de los años 1958-1959, Jiménez de versitarias, que podríamos describir en la caracte-
Asúa lamentaba que, habiendo en Chile juristas rización de Max Weber: la enseñanza y el apren-
de mucha eminencia, su producción jurídico-pe- dizaje científicos solo pueden ser entendidos
nal era más bien escasa1. No es esta la ocasión de como un fenómeno de aristocracia del espíritu.
adentrarnos en las causas del fenómeno, cuyas Cuando no se cuida hasta en lo mínimo la selec-
formas cíclicas de manifestación llegan hasta ción del profesorado y de los estudiantes, ni se
nuestros días, ni en la impronta de inseguridad dota al uno y a los otros de los medios de varia-
que deja en la marcha de la legislación y la juris- do orden –primero entre todos, la independencia
prudencia. Aquí hemos de contraernos a señalar, especulativa y su soporte mecánico, la autarquía
al hilo de ese autorizado juicio, que el cultivo del pecuniaria– que precisan para desarrollar su la-
Derecho penal, doquier ocurra, está sometido a bor, pues no cabe esperar otra cosa que una si-
tres condiciones básicas. tuación que en el mejor de los casos será de jue-
Ante todo, el medio político. Como nin- gos pirotécnicos y, en el peor, de improvisación,
guna ciencia, arte o concepción filosófica puede desorden y abatimiento.
florecer, difundirse o ser discutida en un am- Por último, la vocación. Algo peculiar
biente de opresión, tanto menos facilitada resul- existe en la vocación universitaria, a la que hacen
tará la empresa de cara a una disciplina que versa parangón aquellos estados que asimismo supo-
sobre graves resortes del poder estatal y la posi- nen en quien los ostenta la total entrega de la
ción jurídica del individuo al interior de la co- personalidad, la supeditación e incluso sacrificio
munidad. Siendo así, no es difícil explicarse el de otras actividades y aspiraciones vitales, la ínti-
estado de postración en que quedó sumida la ma persuasión de que todo esto debe ser así y, en
ciencia penal chilena durante los años de un ré- fin, la aceptación de estas circunstancias como
gimen de lúgubre memoria. La efímera primave- algo natural. En síntesis, que el interesado se
ra del decenio que lo precedió, cuyos productos consagre a aquello que siente como objeto de un
espirituales, en áreas muy diferentes del saber, llamamiento, dedicándole con esmero y ardor el
merecieron el elogio del criminalista madrileño núcleo fundamental de sus desvelos, sin otro
con referencia a su especialidad científica2, había norte, tratándose de la ciencia, que el afán de
pasado para volver las cosas al yerto punto de aprender y de comunicar lo aprendido.
partida. Y puesto que los gobiernos de aquel jaez Como estos requerimientos políticos,
muestran su faz verdadera y nunca campan con universitarios y vocacionales, resumidos en las
más vigor, sino después de su ocaso, tampoco ideas de autonomía, sed de conocimiento y so-
mueve a extrañeza que cierta mentalidad unidi- bria afirmación de la individualidad, están aún
mensional, como su funesta herencia, conspire pendientes de cabal y generalizada realización en
entonces contra los supuestos de la investigación el Chile actual, se comprenderá que el panorama
universitaria –rigor, libertad de criterio y com- ofrecido por su ciencia punitiva sea insatisfacto-
pleta, desinteresada entrega al trabajo intelec- rio. El grado de elaboración dogmática de nues-
tual– y coarte la libre apreciación pública de su tras instituciones es discreto, sobre todo las que
rendimiento, allí donde aquella manera de ver articulan el catálogo de las figuras delictivas, y
permite que estos resultados circulen. aún más modesto el circuito de publicaciones

1 La Crónica está recogida en El criminalista. Segunda serie, 10 vols. Víctor P. de Zavalía Editor, Buenos
Aires, t. VI (XVI de toda la colección), 1964, cfr. pág. (139-211) 174.
2 Cfr. J IMÉNEZ DE A SÚA , Prólogo a la obra de Bustos, G RISOLÍA y P OLITOFF , Derecho penal chileno. Parte

especial. Delitos contra el individuo en sus condiciones físicas. Ediciones Encina, Ltda., Santiago de Chile,
1971, págs. (7-15) 8-9.
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monográficas, a falta de las cuales la reforma glo- nido de ciertos capítulos, a los también mozos
bal del ordenamiento, tarea que únicamente pue- profesores Guillermo Oliver Calderón y Juan
de sobrevenir tras hondos y múltiples trabajos Francisco Rivera Castro.
preparatorios –todos los que permitan las posibi- El tema escogido se enlaza con lo que an-
lidades del país–, está condenada a sufrir serios tes esbozamos acerca de los supuestos de la profe-
tropiezos3 y al riesgo de perderse por derroteros sión universitaria. Los ataques contra las Adminis-
que pueden resultar muy peligrosos: téngase pre- traciones pública y de Justicia, mancomunados
sente que azar y decisionismo atormentan hoy, por los autores bajo la designación genérica de
en el entero mundo occidental, el noble afán de delitos contra la función pública, jalonan momen-
mejorar sus legislaciones penales o el coraje civil tos decisivos de la evolución de la dogmática pe-
de intentar salvarlas de los estropicios que están nal y su trasfondo político. Basta recordar que en
al acecho. Esto, sin nombrar que, en el ínterin, los orígenes de la elaboración sistemática de las
estudiantes y abogados siguen ayunos de la for- infracciones criminales en particular y de la llama-
mación y las orientaciones que requieren y deben da “Parte general de la Parte especial”, está inscri-
demandar de sus profesores para un manejo inte- to el estudio de Erik Wolf sobre El emplazamiento
ligente del Derecho en vigor. de los delitos contra la Administración en el sistema
Por fortuna, hay excepciones. Son estas del Derecho penal, y que la muy posterior teoría de
las que contribuyen a mantener en pie el maltre- los delitos de infracción de deber –de la que nues-
cho sistema universitario, así como el entramado tro libro obtiene razonado provecho (cfr. págs.
de relaciones sociales que pende de él. La obra 103-119)–, se fraguó parejamente, en buena me-
que comentamos, en el doble sentido de creación dida, al calor de delitos análogos. Sus dificultades
y actividad creadora, es un excelente ejemplo de técnicas son considerables, tanto por su compleji-
nuestro aserto. dad intrínseca, ya que los objetos de tutela tien-
Comencemos por esto último, el queha- den a divorciarlos de las categorías con que se
cer configurante. El profesor Luis Rodríguez estudian los hechos ofensivos de bienes de titula-
Collao, merced al apoyo de las autoridades de ridad individual, cuanto porque el respaldo doc-
la Corporación en que trabaja con dedicación trinal es en ellos mucho más exiguo que lo acos-
de tiempo completo y a una inquieta labor tumbrado en Chile. Acometerlos en su conjunto
personal, proseguida sin interrupciones por es- representa, pues, una apuesta mayor, con la co-
pacio de varios lustros, ha conseguido organi- rrespondiente inversión de largas jornadas de pe-
zar un grupo de investigadores que planifica sadas labores, desde la selección del aparato bi-
pausadamente y ejecuta a tiempo sus proyec- bliográfico extranjero, que es aquí impresionante,
tos, en silencio, sin ansias de lucimiento, ga- la confrontación de las interpretaciones existentes
nancia o prestigio. Este libro es fruto de aque- y la construcción de los conceptos, hasta el ajuste
lla función de liderazgo espiritual, uno capaz de la estructura global en el marco de un sistema.
de imprimir un sello en su entorno y que, si- Otra observación preliminar nos acerca a
multáneamente, estimula a quienes le colabo- aquello que más valorará el lector en la obra, o
ran a la conquista del pensamiento propio. sea, el producto configurado. Al análisis menudo
Otras obras nacidas de su pluma y del ingenio de los delitos los autores anteponen un extenso
de sus discípulos demuestran que no estamos estudio de la corrupción como fenómeno y como
ante una tendencia o un hecho episódicos, hecho regulado jurídicamente, y otro relativo a
sino un trabajo sostenido, que en el presente la función pública en cuanto materia de protec-
libro alcanza formas maduras, de sazón y per- ción penal. Si lo primero dota al libro de la in-
feccionamiento. Lo ha escrito al alimón con la dispensable base criminológica, que pone al des-
joven profesora María Magdalena Ossandón nudo los factores, manifestaciones y devastadores
Widow, en lo cual se asociaron, para el conte- efectos de un agente ubicuo, que corroe de anti-

3 Según advierte HERNÁNDEZ BASUALTO , El Derecho penal chileno en el cambio de siglo: ensayo de balance y
perspectivas, en la revista Persona y Sociedad, de Santiago de Chile, volumen XVIII, número 2 (El sistema
jurídico en Chile), agosto de 2004, cfr. págs. (213-235) 219 y 233.
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guo toda suerte de sociedades, en sus diversos generales de esta familia de maleficios o peculia-
estratos y esferas de actividad, y lo segundo deja res a algunos de ellos. Si, en nuestra opinión, el
en evidencia las estrategias seguidas en los planos apartado sobre el concepto de empleado público
interno e internacional con miras a encarar ven- en materia penal deja algunos cabos sin atar a
tajosamente el temible espectro, en ambos aspec- resultas de una preferencia acaso excesiva por la
tos los profesores Rodríguez Collao y Ossandón teoría de la función (cfr. págs. 119-125), en otro
hacen gala de aquella indispensable independen- nudo general, el de la codelincuencia, nada im-
cia de criterio que ha de ser exigida al científico, portante queda huérfano de argumentado trata-
máxime en los tiempos que corren. Meditaciones miento. El recelo de los penalistas porteños en
económicas, sociológicas, políticas y administra- orden a imputar a partícipes extranei las penas de
tivas, perfectamente amoldadas a la persuasión ilícitos que nadie más que un funcionario podría
de que el Derecho penal está lejos de poder re- perpetrar, ya se los maneje como delitos especia-
solver cualesquiera problemas colectivos, siendo les propios, ya como delitos de infracción de de-
tan solo, como la guerra, el último recurso de ber, merece plácemes (cfr. págs. 125-143). Con
una sociedad jurídicamente organizada, les mue- razón insinúa el libro que aquí la palabra decisi-
ven a poner en guardia al lector frente a la creen- va no la tiene el dogmático, sino el legislador del
cia indocta y, en su caso, el talante oportunista futuro.
de que la sola magia de las palabras del periódico Yendo a una visión panorámica de las va-
en que se publican las leyes conjurará el ingente riedades delictuosas, no es casual que su examen
problema, en circunstancias que solo una modi- principie con las que vulneran la Administración
ficación del ambiente cultural y el realce de la de Justicia, un bien que toda mentalidad liberal
estimación popular, de la dignidad del servicio apreciará en mayor medida que la general ges-
público en el magín de la nación, amén de cier- tión de los poderes públicos. A renglón seguido
tos substitutivos penales, son capaces de corregir de un soberbio acotamiento conceptual de la ju-
las prácticas torcidas y de drenar el cieno en que risdicción como objeto de tutela, deudor de
brota, como las plantas palustres, la corrupción. aquel pensamiento que identificó y aquellos em-
Sin ceder a las seducciones de llamada Es- peños prácticos que separaron los poderes de la
cuela de Francfort, los autores prohíjan una con- entidad estatal, o sea, el Iluminismo, los autores,
cepción antropocéntrica de los bienes jurídicos, conscientes de las dificultades opuestas por la
por modo que aquellos de titularidad colectiva, matera a una adecuada clasificación de los deli-
cuya entidad admiten, no se aparten de los indi- tos que la ofenden –una de las tantas escolleras
viduos por cuyos intereses debe velar el Estado. en que han naufragado las ordenaciones científi-
La función pública, concebida como la correcta cas de la Parte especial–, optan por desplegarlos
operación de los órganos que la componen, está de acuerdo con la calidad del sujeto activo, si-
al servicio de los ciudadanos (cfr. pág. 100). Me- quiera el molde tradicional de distinguir los ata-
dios y fines concretos de gobierno y jurisdicción ques surgidos al interior de la judicatura respecto
pertenecen, a fin de cuentas, a cada uno de los de atentados que la embisten en su silueta, se
administrados en particular, siendo de advertir fracciona en una tricotomía, de linaje funciona-
que incluso la expresión “administrado” debiera lista, que distingue posiciones institucionales
desterrarse del lenguaje jurídico, si es verdad que (propias de funcionarios judiciales y ciertos par-
oculta una cosificación de la persona y, a la vez, ticulares, como profesionales o testigos), deberes
una personificación del Estado. Por lo demás, el especiales y organización de la esfera individual
capítulo sobre la esencial cuestión del bien jurí- de libertad (cfr. págs. 177-179). En el fondo, se
dico genérico de estos delitos, dividido en sus trata de sendas flexiones del bien jurídico especí-
especies administrativa y jurisdiccional, marca ya fico del grupo, ahora desplegado en objetos o
una especial postura metodológica, típica de la funciones subespecíficos.
Jurisprudencia de los valores, de que se hace ge- Así en el mundo de los conceptos jurídi-
neroso empleo a lo largo de las páginas propia- cos como en el de su aplicación práctica, la pre-
mente dogmáticas del volumen, con sus frecuen- varicación ministra una perspectiva privilegiada
tes reducciones teleológicas de problemas de apreciación del pulso político y jurídico de un
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país. La independencia íntima del Poder Judicial, ducción al Código, la obstrucción a la justicia.
la calidad de la argumentación jurídica, la for- En una organización política liberal el ciudadano
mación intelectual e integridad moral de los en- privado está a salvo de un deber genérico de co-
cargados del ius dicere, el entero espectro de la laborar con jueces, alguaciles y corchetes. Dicen
tutela jurisdiccional del Derecho: de estas y otras con verdad Luis Rodríguez Collao y María Mag-
facetas sale fiador el régimen de los tipos y su dalena Ossandón que, antes bien, ese deber resi-
resonancia en la experiencia cotidiana. Resulta, de en no entorpecer a la jurisdicción, aunque
pues, muy indicado que los autores les concedan tampoco en todos los casos (cfr. pág. 265). Por
una atención que no habían recibido hasta la fe- lo mismo, si se es llamado a comparecer como
cha en el circuito vernáculo. Al respecto, me testigo, este falsea la declaración declarando em-
temo que no resulta enteramente convincente la bustes o negando lo verdadero, mas no con sim-
afirmación de que el objeto de la prevaricación ples reticencias. El silencio, que omita el testigo
judicial propiamente dicha sea la ley (cfr. pág. ciertos pormenores en su declaración, tampoco
195), criterio que excluye las demás fuentes de lo convierte en reo de testimonio falso (cfr. pág.
conocimiento de las normas jurídicas y pasa por 250). De lo contrario, se fomenta la pereza judi-
alto la posibilidad de compendiar en una unidad cial y se confiere poderes asombrosos a la falible
conceptual –el Derecho– la aparente contradic- memoria de los seres humanos. Del mismo fun-
ción de los giros “fallar contra ley expresa y vigen- damento procede “que no es posible considerar
te” y “dictar sentencia manifiestamente injusta”. que cualquier conducta que entorpezca o contra-
De hecho, un comentario asaz certero, que se lee ríe el correcto funcionamiento de la Administra-
en página 199, avala nuestra prevención: “No ción de Justicia, particularmente en el ámbito
hay decisión prevaricadora si se ha optado por criminal, pueda reputarse delito de obstrucción a
una interpretación justificable teóricamente, según la justicia” (pág. 266). En efecto, es absurdo re-
los métodos admitidos por la ciencia jurídica, producir en Chile los contornos grotescos que ha
aunque sea una interpretación absolutamente alcanzado este gigante engendrado en un país
minoritaria. Pero sí la hay en los supuestos en que tan poco respeto muestra hoy por la justicia
que, pese a mantenerse dentro de los límites del internacional y, si se me apura un poco, también
tenor literal o de lo formalmente posible, el juez por las libertades civiles. Por eso, agente de la
ha infringido su deber de observar los métodos infracción podrá serlo el particular, si es que está
jurídicos y reglas procesales para lograr una efec- “implicado en la Administración de Justicia,
tiva realización del Derecho”. En consecuencia cuando participe del ejercicio de esa función, es
–y el corolario que se extrae evoca la doctrina de decir, cuando tenga un deber positivo de garanti-
Henkel acerca de los principios jurídicos regula- zar la propia existencia de ese bien” (ibídem). Y
tivos4–, también los espacios de discrecionalidad puesto que esos deberes positivos se dan en con-
que deja la ley al juzgador y los conceptos inde- tados casos, ya previstos en los tipos tradiciona-
terminados que este debe precisar (cfr. págs. les, como el testimonio falso y la omisión de
200-201), plantean a la capacidad del órgano ju- denuncia, uno se siente invitado a extraer fino in
dicial la delicada tarea de dar concreción a la fondo las lógicas consecuencias de la premisa y a
voluntad abstracta del Derecho, precisamente ceñir la figura únicamente a los órganos auxilia-
allí donde sus amanuenses no fueron capaces de res y colaboradores de la jurisdicción. Nuestro
pensar hasta el límite los problemas o la temida libro, empero, no llega a tanto.
cláusula general era ingénita a la naturaleza del En los delitos contra la Administración
asunto. pública resulta imprescindible el método herme-
Un vivificante soplo de libertad y de ape- néutico de estampa teleológica, en un constante
go a la legalidad anima los acápites dedicados al ir y venir entre el objeto protegido y la corteza
falso testimonio y a un delito de reciente intro- formal de la ley, visto el habitual solapamiento

4 Véase Exigibilidad e inexigibilidad como principio jurídico regulativo. Traducción y Notas por José Luis
GUZMÁN D ALBORA y Estudio introductorio de Gonzalo D. FERNÁNDEZ y J. L. GUZMÁN D ALBORA,
(Editorial B. de F., Montevideo-Buenos Aires, 2005).
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Bibliografía

de los intereses de la Administración como servi- mentativo, al panorama, que aquí se ofrece, del
cio, para los que basta el arsenal disponible –por tráfico de influencias. Los autores subrayan la
demás duro y estigmatizante– de sanciones disci- prudencia de regularlo a remolque de las nego-
plinarias, con aquellos que, por su trascendencia ciaciones incompatibles, para no ir en indiscri-
ad extra, por el daño social que entrañan, mere- minada caza de la picaresca de sujetos que influ-
cen ser reforzados penalmente. Pero hay más. La yen sobre otros o son presionados por estos. Es
exigencia de contener los arrestos interesados asimismo de compartir la inteligencia del núcleo
que atribuyen todos los males de la sociedad a la típico. El influjo debe operar por prevalimiento,
inepcia del aparato público y, al enfilar su mani- al igual que en el estupro homónimo. En efecto,
queo bajel por el torrente de la legislación penal, “no resulta apropiado ni legítimo penalizar la
libran de sospecha los obscuros meandros de la mera recomendación o sugerencia, pues se trata
corrupción allí donde medra sin contraste, o sea, de una práctica, bastante habitual por lo demás,
el sector privado, aparece en estas cuestiones tan que aunque sea inmoral y rechazable no afecta
importante como la tarea venidera de modificar directamente o no tiene por qué afectar a la deci-
unos delitos cuya reforma reciente, saludada con sión que se adopte” (pág. 357). Su misma difu-
aplausos tan estrepitosos como infundados, na- sión denota, a veces, la licitud de utilizarla: ¡pero
ció bajo el signo de la mala conciencia. Por cier- si hasta en los reglamentos de más de algún pro-
to, nada puede el dogmático frente al lapidario grama de posgrado, nuestras Universidades –y
tenor de la ley. Que el Código Penal no prevea el hablo de las serias– solicitan a los interesados
cohecho entre particulares, que el empresario que presenten una o varias “cartas académicas de
tampoco sea llamado a responder si influyó con recomendación”, como presupuesto para adoptar
malas artes sobre una autoridad convocada a re- una decisión justa a la hora de inscribirles!
solver un asunto de incumbencia del magnate y, Dejando aparte la malversación de cau-
como contrapartida, que el procesal excluya los dales públicos (cfr. págs. 367-399), un tema
delitos de los empleados públicos respecto de las más conocido, en el que se dispone de sustento
posibilidades del ministerio fiscal acerca de he- bibliográfico y donde nuestras discrepancias
chos de bagatela, eso el penalista solo puede de- con los autores son cardinales e irremontables
nunciarlo, sin poder elaborar los datos faltantes –aludo al deslinde, a mi entender subjetivo, en-
que aguarda en el mañana su materia. De todos tre peculado y residuo, y a la imperiosa necesi-
modos, las indicaciones de iure dando no están dad de preservar en el Código el delito de apli-
ausentes en el libro, especialmente en lo que cación pública diferente 5–, y dado que razones
hace al cohecho y el tráfico de influencias, que de espacio nos impiden reseñar aquí el plexo
ocupan sus páginas quizá más logradas. La revi- completo de las figuras tratadas en el libro, di-
sión crítica del concepto, de la naturaleza y las gamos que la prevaricación administrativa ad-
especies del cohecho, tributaria de las investiga- quiere con este una precisión de que carecía
ciones precedentes de Oliver Calderón, es senci- hasta la fecha en el penalismo nacional, lo mis-
llamente demoledora; la subordinación de los mo respecto de los sujetos que en la actividad
munuscula al ámbito de la adecuación social se típica –reducida al pronunciamiento de resolu-
razona con lucidez (cfr. págs. 317-319) y con- ciones y a la que son ajenas, “en consecuencia,
mueve a quienes hemos quebrado lanzas por el otras actuaciones, como la emisión de informes
principio de insignificancia a propósito del obje- y dictámenes” (pág. 426)–, al paso que, en cam-
to material de este maleficio; la significación de bio, no creemos que la tutela de la calidad de
los “actos propios del cargo”; la crítica de los des- funcionario haya salido gananciosa con la refor-
barajustes valorativos en el régimen de punición ma del delito de nombramientos ilegales. Es
de ciertos corruptos y sobornantes; el problema que tampoco da lo mismo designar en un cargo
de la tentativa en los delitos de expresión, etcéte- a personas afectas a una inhabilidad para des-
ra, apenas van en zaga, por calidad y poder argu- empeñarlo, que nombrar o proponer a alguien

5Nos permitimos remitir al lector a nuestro libro Estudios y defensas penales. “LexisNexis, Santiago de
Chile, 2005), en sus páginas 218, 244-249 y 258-262.
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Bibliografía

en quien no concurren los requisitos legales, las abogado criminalista y punto de arranque de ul-
condiciones de fondo que se espera de él como teriores investigaciones en el árido campo de los
sujeto idóneo. El elemento normativo de la in- delitos ministeriales, con su pródiga ocurrencia y
habilidad “ha de ser juzgado con parámetros de ese mimetismo que los escamotea, en unas cifras
legalidad y no de idoneidad” (pág. 440). Es cier- mayores que las que gustaríamos de reconocer,
to. Pero no lo es menos que nuestra Adminis- dentro de los vericuetos de la condescendencia,
tración, si desea precaverse de sus enemigos in- la apatía y, en definitiva, la impunidad. En fin,
ternos y externos, tiene apremiante necesidad está escrito en un estilo llano y fluido. Hace
de empleados cuya preparación los coloque a la tiempo que los libros de Derecho penal han per-
altura de los elevados cometidos públicos. Así dido la claridad que uno sabía agradecer en los
lo entendió, hasta 1999, el viejo y denostado magníficos que se alumbraba antaño. También
Código Penal. en esto el que tengo el placer de presentar luce
Cerremos este comentario, cuya dilata- sus excelencias. Modificando apenas la conocida
ción quiso hacerse eco de los méritos de la obra, sentencia de Gracián: lo bueno, si claro, dos ve-
con la añadidura de que la editorial no exagera al ces bueno.
anunciarla cual un verdadero aporte al desarrollo
científico de la parte especial del Derecho puni- Prof. Dr. JOSÉ LUIS GUZMÁN DALBORA
tivo chileno. Será de consulta obligada para el Universidad de Antofagasta, Chile
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Bibliografía

Robert ALEXY, La institucionalización de la justicia (José Antonio Seoane, Eduardo Sodero y


Pablo Rodríguez, trads.), Editorial Comares, Granada, 2005.

Robert Alexy no necesita presentación. El negarla, en consecuencia, constituye una contra-


público hispanoparlante cuenta desde hace un dicción con el hecho mismo de formularla. Esta
buen tiempo con traducciones de sus más impor- contradicción, llamada contradicción performati-
tantes obras, las que han tenido, además, una va, pone en evidencia un “defecto conceptual”
amplia difusión y acogida. En esta oportunidad de la cláusula de la injusticia y, por consiguiente,
la Editorial Comares ha publicado una selección una vinculación necesaria entre el derecho y la
de artículos del iusfilósofo alemán realizada por pretensión de corrección, “de la que aquel de-
el profesor José Antonio Seoane. En todos ellos pende” (p. 39).
Alexy aborda el problema que constituye su Alexy entiende, claro está, que el razona-
principal preocupación intelectual, a saber, la re- miento anterior constituye una fundamentación
lación entre el derecho y la moral y, en definiti- de su tesis de que existe una relación necesaria
va, el problema de la justicia. entre derecho moral si se entiende “fundamenta-
En los primeros dos artículos incluidos, ción” en sentido amplio (p. 42). Entiende, tam-
Derecho y Moral y Derecho y Corrección, Alexy bién que la falla conceptual en el caso de los
aborda el problema de la relación entre Derecho ejemplos puede ser evitada si se renuncia a la
y moral y analiza las cuestiones anejas a dicho pretensión de corrección pero, advierte, que “ello
problema: el problema de la inclusión, el problema significaría decir adiós al derecho” (p. 22, p. 43).
del límite y el problema de la fundamentación (p. Ahora bien, puesto que “un positivista po-
20 y ss.). Al analizar estas cuestiones presenta su dría admitir todo esto y sin embargo alegar que,
conocida tesis: la pretensión de corrección. El ar- aun así, no se ha logrado nada a favor de alguna
gumento sostiene que el Derecho –como todos clase de relación necesaria entre derecho y moral”
los sistemas normativos– formula una pretensión (p. 45), Alexy intenta mostrar que la pretensión
de corrección. De dicha pretensión de corrección de corrección formulada en el Derecho incluye
se sigue, sostiene Alexy, que existe una vincula- una pretensión de corrección moral. Esto intenta
ción necesaria entre Derecho y moral. Que el probarlo demostrando que la resolución de los ca-
Derecho formule una pretensión de corrección y sos “dudosos” –es decir, aquellos que, por defini-
que dicha formulación de pretensión sea prueba ción, no pueden ser resueltos a partir de los crite-
de una conexión necesaria entre del derecho y la rios proporcionados exclusivamente por el
moral solo puede demostrarse por vía indirecta, derecho positivo– no pueden ser solucionados de
esto es, poniendo de manifiesto lo absurdo que manera meramente discrecional por el juez puesto
resulta negar dicha pretensión de corrección. que dichos casos también se encuentran sujetos a
Para ello Alexy recurre a ejemplos: el fallo en el la pretensión de corrección que formula el dere-
que el juez señala que se “condena al acusado en cho. Para satisfacer dicha pretensión “debe conce-
virtud de una interpretación errónea del derecho derse prioridad y un papel relevante a la cuestión
vigente, a cadena perpetua” y el artículo primero de la correcta distribución y correcta compensa-
de una Constitución ficticia que reza: “X es una ción”. Pero estas son cuestiones de justicia y estas,
república soberana, federal e injusta”. Según Alexy a su vez, cuestiones morales.
en ambos casos existe una falla y esa falla no es En consecuencia, la pretensión de correc-
meramente convencional, ni política ni, tampo- ción conduce a una interpretación no positivista
co, solamente moral. El defecto consiste en una del derecho en la medida en que, como señala
“contradicción entre el contenido de un acto (como Alexy, dicha pretensión contiene o incluye una
promulgar una Constitución, por ejemplo) y lo pretensión de corrección moral (p. 47).
que se presupone necesariamente con la ejecución de Por tanto, a partir de la pretensión de co-
dicho acto” (p. 38). Dicho de otro modo, el nú- rrección Alexy cree que es posible identificar tres
cleo de la argumentación de R. Alexy puede re- elementos definitorios del derecho: la legalidad
sumirse así: formular una pretensión de correc- conforme al ordenamiento, la eficacia social y la
ción es un elemento constitutivo del derecho; corrección material. Así, “la pretensión de co-
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Bibliografía

rrección hace saltar por los aires el concepto po- la neutralidad y la objetividad en el plano de los
sitivista del derecho y lo abre a la moral” (p. 50). argumentos, de tal suerte que “la estructura de la
Que la corrección material sea un ele- argumentación contiene, así, la estructura de la
mento definitorio del derecho no supone, empe- justicia” (p. 61). Ahora bien, las condiciones re-
ro, que toda injusticia acarree la pérdida de la queridas por la teoría del discurso son condicio-
calidad jurídica de una norma o de una senten- nes ideales, pero que operan como una idea re-
cia. Por el contrario, Alexy señala que puede gulativa que, en el caso de la justicia, se traducen
existir mucho derecho injusto y, sin embargo, en el siguiente criterio de corrección: “son correc-
válido. La razón para no privar de su carácter tas y, por tanto, justas las normas para la distribu-
jurídico a cualquier norma o sentencia injusta es ción y la compensación a las que todos darían su
la seguridad jurídica. No obstante, la seguridad aprobación en un discurso ideal” (p. 62).
jurídica cede ante la justicia cuando se traspasa El carácter ideal de la teoría discursiva
un umbral intolerable de injusticia. Alexy reto- nos conduce a dos cosas. Primero, permite ex-
ma acá la célebre fórmula de Radbruch de la ex- cluir a todos aquellos discursos que sean incom-
trema injusticia. Las sentencias o las leyes que se patibles con las reglas ideales del discurso y, en
encuentran por debajo de ese umbral no se les segundo lugar, a la “institucionalización del de-
priva de su carácter jurídico, pero son jurídica- recho”, convirtiéndose, entonces, la Constitu-
mente deficientes: “las sentencias injustas ya no ción “en el primer objeto de la teoría discursiva
pueden ser caracterizadas como desgraciadamen- de la justicia” (p. 63).
te cuestionables desde el punto de vista moral, En el último de los artículos, Alexy pre-
pero jurídicamente perfectas o magistrales; son senta once tesis relativas a la naturaleza del dere-
también jurídicamente defectuosas” (p. 53). cho y de los sistemas jurídicos. Entre las más
En consecuencia, la tesis de la pretensión importantes se encuentra aquella que sostiene la
de corrección desemboca, por tanto, en un con- existencia de lo que el iusfilósofo alemán deno-
cepto no positivista del derecho al probar que mina los universalia iuris, esto es, “un conjunto
existe una vinculación conceptual necesaria entre de rasgos distintivos que todo sistema jurídico y
el derecho y la moral. Sin embargo, no identifica todo derecho debe poseer, con independencia del
el contenido de la moral ni, por tanto, el de la espacio y del tiempo, para ser un sistema jurídi-
justicia. Alexy intenta avanzar en ese problema co o un derecho” (p. 70). Alexy distingue entre
en los dos artículos restantes, Justicia como co- los universales jurídicos formales (como la obliga-
rrección y Derecho, discurso y tiempo. En el prime- ción, la prohibición y el permiso) y los universa-
ro de estos, Alexy define la justicia como “correc- les jurídicos materiales. Entre los últimos cuenta
ción en relación con la distribución y la la pretensión de corrección y “un núcleo de dere-
compensación” (p. 57). Esta definición vincula el chos humanos básicos que poseen validez eterna”
concepto de justicia con el de corrección y, por (p. 75) a que se llega a partir de la teoría del
tanto, con la teoría del discurso, en tanto el pro- discurso. Alexy sostiene que la inclusión de di-
blema de la corrección remite al de la fundamen- cho núcleo entre los “universales jurídicos mate-
tabilidad. La teoría del discurso es una “teoría riales” es defendible racionalmente y define el
procedimental de la corrección de las normas”. umbral mínimo de justicia exigible de tal suerte
Alexy enfatiza que se trata de procedimiento de que las normas socialmente eficaces pero incom-
argumentación y no de decisión, como ocurre en patibles con dicho núcleo son extremadamente
las teorías procedimentales de cuño hobbesiano injustas y, por tanto, de acuerdo a la fórmula de
(p. 60). En el caso de las teorías procedimentales Radbruch, pierden su carácter jurídico. Los dere-
de la argumentación racional, las condiciones chos humanos básicos, por tanto, constituyen el
exigidas para la argumentación constituyen tam- contenido mínimo de una teoría de la justicia y
bién las condiciones mínimas de admisibilidad en relación a ellos cobra pleno sentido la preten-
de cualquier discurso. Dichas condiciones (re- sión de corrección del derecho.
glas) garantizan, por tanto, la fundamentabilidad La obra de Robert Alexy constituye ac-
y racionalidad de los argumentos. Ello asegura la tualmente un referente obligado en los estudios
libertad e igualdad en el plano de las personas y de filosofía del derecho y de derecho constitucio-
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Bibliografía

nal. La lectura de los artículos que componen La objeto de la presente recensión resulta de la ma-
Institucionalización de la Justicia, así como la ca- yor utilidad tanto para aquellos que quieren in-
bal exposición que el profesor José Antonio troducirse en el pensamiento de Alexy como para
Seoane hace del pensamiento del iusfilósofo ale- quienes quieran profundizar en él,
mán en la presentación del libro permiten enten-
der por qué esto es así. En consecuencia, la obra F ELIPE S CHWEMBER AUGIER
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Bibliografía

ZAMBRANO, Pilar, La disponibilidad de la propia vida en el liberalismo político. Ábaco de Rodolfo


Depalma (Universidad Austral), Buenos Aires, 2005. 321 pp.

Esta obra, por la que la autora obtuvo el como equidad” de la intuición y el utilitarismo,
grado de Doctor en Derecho por la Universidad a través de la siguiente pregunta formulada por
de Navarra, consiste en un análisis pormenoriza- Zambrano: “¿qué asegura, en efecto, que no sea
do de los presupuestos políticos y jurídicos desde un desbordado interés mayoritario o un fanático
los cuales el liberalismo político contemporáneo paternalismo lo que anima el proceso creativo de
pretende aspirar al reconocimiento del derecho a la razón pública?”2. No resulta difícil para la au-
disponer de la propia vida, logrando, a través de tora, por tanto, demostrar, a su vez, que la teoría
una minuciosa observación, desentrañar la política liberal no logra tampoco ser consistente
(in)coherencia de los postulados de la misma en con su defendido antipaternalismo, cuando su-
dos de sus versiones más representativas, globales pone como única limitación al ejercicio de las
y novedosas en la actualidad, no solo en el plano libertades básicas aquellas acciones que resulten
teórico del liberalismo político actual, sino tam- dañinas para terceros y, para poder situar al ejer-
bién en el terreno de la práctica jurídica y en el cicio de la libertad para disponer de la propia
de la opinión pública: la Teoría de la Justicia de vida entre aquellos actos que escapan del ámbito
John Rawls, a cuyo análisis se dedica toda la pri- de las acciones consideradas dañinas, se debe
mera parte del texto (pp. 39-155); y, la igualdad aplicar “algún criterio” (en un Estado democráti-
liberal de Ronald Dworkin, en la segunda parte co liberal este debería ser la defensa de la racio-
del mismo (pp. 157-289)1. nalidad) que lo reconozca así y le otorgue su pro-
La principal intención que subyace en la tección3. Esto último y, puesto que es evidente
abstracción y la formalidad de la teoría política que en “la justicia como equidad” de Rawls –así
consiste en abandonar el perfeccionismo clásico, como también, como se ve más adelante, en los
el utilitarismo y el paternalismo estatal y, así, postulados de Dworkin–, el valor de la vida hu-
permitir que la autonomía de la voluntad indivi- mana y el valor de la persona son relativos, se
dual se constituya como el único parámetro mo- habilitaría, por ejemplo, la vía de muerte como
ral. Sin embargo, como se concluye de una ma- una solución racional imponible por parte del
nera adecuada en la obra de Zambrano, para que Estado a quienes se encuentran inhabilitados
esto sea posible es necesario entrar en las cir- para ejercer sus facultades racionales4.
cunstancias concretas en las que se producen, En este mismo sentido, Zambrano deve-
inevitablemente, conflictos en el ejercicio de los la lo contradictorio en las pretensiones de
derechos de uno y otro individuo, debiendo re- Dworkin de “construir una teoría de justicia su-
currir al consenso con el fin de evitar el riesgo de peradora del utilitarismo y, al mismo tiempo,
objetivar el concepto de bien que subyace en la de elaborar una lista de derechos fundamentales
naturaleza humana. Como lo explica en profun- en función de las preferencias personales de la
didad la autora, la incapacidad para solucionar comunidad”, puesto que, y debido a la excesiva
conflictos sin hacer referencia a un consenso más abstracción de “la libertad como independen-
concreto, por mucho que Rawls pretenda que se cia”, se ve exigida a recurrir a algún criterio
haga uso de la “razón pública”, lleva a cuestionar –que no sea una concepción ética en particu-
la exclusión aparente de Rawls en “la justicia lar– que no puede sino ser “un consenso moral

1 Pág. 28.
2 Pág. 153.
3 La autora demuestra que, en la teoría de Rawls, el suicidio podría resultar dañino para terceros en cuanto se

deja de contar con la cooperación en la sociedad que ejercía el suicida, puesto que para el citado autor, al
momento de determinar de quién puede predicarse íntegramente el ejercicio de la autonomía o libertad –la
persona–, este señala que “es persona quien puede cumplir con el rol de ciudadano, esto es, un miembro
normal y plenamente cooperante en la sociedad a lo largo del ciclo completo de su vida” (pág. 58).
4 Pág. 155.
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más concreto y más circunstancial que el con- pecto al suicidio de los dos supremos exponentes
senso que resume el liberalismo ético”, resultan- del liberalismo, sino que constituye un verdadero
do que es más imperativo de lo que se aparenta aporte a la discusión actual sobre el significado y
en Dworkin, recurrir a las preferencias contin- valor que se le da a la vida humana, desde la
gentes. Estas, a su juicio, dependen únicamente inconsistencia de los supuestos postulados anti-
de las íntimas convicciones de cada uno, relati- perfeccionistas y antipaternalistas del liberalismo
vizando así el valor de la vida y de la persona y ético y político hasta las concepciones clásicas o
dando paso, como lo predice la autora 5, a la metafísicas de la persona en las que, sin lugar a
deducción, ya expuesta en términos análogos en dudas y, a pesar de los ingentes esfuerzos del li-
el caso de Rawls, de “la tenue dignidad de quie- beralismo por afirmar lo contrario, el papel des-
nes han perdido la capacidad de agregar inver- empeñado por el Estado termina siendo menos
sión personal a su vida (…)” 6. paternalista que en los modelos liberales defendi-
El mérito de esta obra, como ya se ha dos por los citados autores7.
dejado traslucir, no radica únicamente en el im-
pecable y profundo análisis del pensamiento res- ALEJANDRA VOIGT PRADO

5 Pág. 287.
6 Hay que recordar, por ejemplo, el reciente caso de la estadounidense Terry Schiavo, en que ni siquiera se
trataba de la suspensión de medios extraordinarios para la prolongación artificial de la vida, sino de la
privación de los medios básicos de subsistencia, en este caso la alimentación, pues siendo esta posible, su
suministro no es ensañamiento terapéutico, sino un cuidado básico que nunca se debe omitir, sin embargo
y, por el imperante liberalismo en el Estado de Florida, los jueces demostraron que el valor de la vida
humana dependió de la sola convicción, ya ni siquiera de la propia afectada, sino de un tercero.
7 Pág. 309.
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Bibliografía

RIVAS, Pedro, Las ironías de la sociedad liberal, México, UNAM, 2004, XXV + 181 pp.

Este libro busca indagar respecto de algu- gitimidad y, por tanto, no se logra fundamentar
nos problemas de nuestras modernas sociedades la democracia. Pero si, con base en su propia
liberales, para cuya solución se acude a argumen- racionalidad, se impone esa legitimidad demo-
tos que van mucho más allá de sus premisas de- crática, entonces se está conculcando el propio
claradas. contenido de dicha legitimidad democrática que
Por ‘sociedad liberal’ el autor se refiere al apela no a la imposición (por muy racional que
ethos de las sociedades occidentales u occidentali- esta sea), sino a la regla de las mayorías. Además,
zadas de principios del tercer milenio, el cual se el criterio de las mayorías puede también, a prio-
sustenta en dos pilares fundamentales: la autono- ri, volverse tiránico y utilizable para destruir a
mía de la voluntad del sujeto entendida en un las minorías o incluso para derribar una demo-
sentido fuerte, y el principio de daño (harm cracia. ¿Hay algo por encima del criterio de las
principle), “según el cual el único fin por el cual mayorías? ¿Cómo se justifica, si es que lo hay,
es justificable la intromisión en la libertad de aun en contra de la opinión de estas?” (pp. 10-
acción del individuo es la protección de terceros 11). Ahora bien, si se responde a lo anterior se-
o de la propia sociedad” (p. XIV), motivo por el ñalando que se debe a la mera condición de per-
que toda restricción de un espacio de libertad se sona, parece inevitable no caer en un argumento
justifica en aras del mantenimiento de otra esfera de tipo iusnaturalista.
de libertad considerada más valiosa. De este Un segundo problema abordado es el de
modo, “la libertad ocupa un lugar central en las la representación política (actualmente en crisis,
sociedades occidentales en detrimento de ideas o al no ser asimilable a un mandato privado),
nociones como los de orden o autoridad. De ahí puesto que la libertad del ciudadano pareciera
que la interrogación común sea por qué algo está agotarse en el mero acto de la elección, debili-
prohibido y no por qué hay libertad para hacer tando así el genuino espíritu democrático. Lo
algo” (p. XVI). En consecuencia, ideas como el anterior no parece concordante con el papel cen-
paternalismo estatal o el perfeccionismo, son tral de la autonomía, “porque no puede olvidarse
consideradas ilegítimas. que el pensamiento liberal, que vive política-
A partir de estas premisas, el autor encara mente de este principio de representación, parte
varios problemas. El primero y tal vez más im- de una noción de libertad que está presente en
portante, radica en los fundamentos del sistema su raíz y que debe ser coherente con dicho prin-
democrático, que de acuerdo a estas premisas, cipio” (p. 49). De este modo, “parece claro que
descansa en la consideración igualitaria de los su- el principio de representación política resulta ser
jetos, como consecuencia de su autonomía. una nueva prueba de la incapacidad del pensa-
Con todo, ¿puede la autonomía fundarse miento liberal para pensar y simultáneamente
sobre sí misma? La pregunta es pertinente en encauzar la libertad humana manteniendo la co-
atención a la importancia de la democracia, por- herencia de su pensamiento” (p. 66).
que si todo dependiese del querer colectivo, a la Particular interés reviste el tercer proble-
postre la legitimidad podría quedar reducida a ma analizado: el de la eutanasia activa volunta-
mera legalidad. Además, suponiendo que desde ria. A primera vista, su fundamentación, basada
el imaginario liberal resultara posible encontrar en los principios de autonomía y daño y la pro-
un fundamento racional ‘fuerte’ para la democra- hibición del perfeccionismo y del paternalismo
cia, ¿podría imponerse a quienes no piensen de parece convincente. No obstante, por mucho
este modo, aun a costa de vulnerar su autonomía que se defienda la autonomía, resulta inevitable
individual sin caer en un paternalismo o perfec- que a la postre, la eutanasia se extienda a aque-
cionismo camuflado? “Y es aquí donde se corre llos impedidos para tomar dicha decisión por sí
el riesgo de un callejón sin salida: si no se impo- mismos, a fin de evitar su sufrimiento, apelando
ne un tipo de legitimidad (más exactamente el a una aceptación presumible. Sin embargo, esto
principio de la democracia) por resultar el más equivale a caer en un flagrante paternalismo, ca-
racional, queda justificada entonces cualquier le- muflado en la noción de interés.
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Bibliografía

Ahora bien, a la luz de este planteamien- desde el punto de vista de la cantidad o de la


to, el problema de fondo es si la vida posee un calidad” (p. 97). Todo dependerá de lo que diga
valor intrínseco, o por el contrario –y es lo que una voluntad, sea propia o ajena: “Si lo único
ocurre aquí–, es solo el sujeto quien la dota de dotado de valor es la voluntad autónoma, enton-
dicho valor. Esto último significa que “tiene un ces el conflicto resulta inevitable, porque las pre-
dominio absoluto e irrestricto sobre su propia ferencias de los diferentes sujetos pueden chocar,
vida, hasta el extremo de poder quitársela, de y ninguna vale más que la otra […S]e llega,
modo que su derecho sobre ella incluye también pues, a la paradójica consecuencia de que la vo-
la capacidad de decidir acerca del momento en luntad autónoma acaba siendo privada de la fa-
que deba terminar. La vida no posee un valor cultad para disponer de la propia vida” (pp. 100-
por encima de la propia voluntad del sujeto; o, 101), fundamentándose precisamente en virtud
lo que es igual, no está justificado imponer a del principio de daño. Por tanto, parece imposi-
nadie el deber jurídico, inexcusable e indepen- ble defender la eutanasia basado en la autono-
diente de la propia voluntad, de conservar la mía, y exigir al mismo tiempo que nadie pueda
vida propia” (pp. 80-81). disponer de la vida de uno mismo, incluso con-
Sin embargo –y esto resulta claramente tra su voluntad: rechazar la posibilidad de la dis-
contradictorio–, al mismo tiempo el Estado im- posición ajena sobre la propia vida parece así,
pone derechos irrenunciables en áreas como el inviable.
trabajo o la educación, derechos que además de Para evitar esto, la vida debe dejar de de-
significar un conjunto de prestaciones obligato- pender del solo sujeto y tener un valor intrínse-
rias para él, resultan inmodificables para los suje- co: ello implica que no existe, propiamente, un
tos aunque quieran. En efecto, su justificación dominio sobre ella: o es valiosa en sí misma o lo
–el enorme daño que ocasionaría su ausencia–, es solo porque alguien, arbitrariamente, lo consi-
descansa en un bien sustantivo y por tanto, obje- dera así. Mas, si la vida es el ser para el viviente,
tivo para el individuo, todo lo cual no puede parece imposible asimilarla a una ‘cosa’, incluso
sino constituir un abierto paternalismo y perfec- para el propio sujeto.
cionismo. No obstante, respecto de la vida, el Otro tema abordado es el de la desobe-
derecho más fundamental y del cual dependen diencia civil ante una ley considerada injusta.
todos los demás, no parece existir el mismo crite- Pese a ser un medio pacífico y público que no se
rio. opone a la integridad del sistema, su aceptación
Lo anterior equivale a que el sujeto tiene y requisitos resultan problemáticos desde las pre-
un auténtico derecho de propiedad sobre su vida, misas del ethos liberal. De hecho, “quien valora
cuyo “estatuto jurídico en el planteamiento libe- como políticamente inicua la desobediencia civil
ral es el equivalente al de las cosas: una cosa en una sociedad liberal está haciendo un juicio
entre las restantes cosas” (p. 94). De este modo, nada liberal. En todo caso, será un juicio que
se da la paradoja de que “el sujeto es autonomía, esconde, de nuevo, prejuicios mayores que el res-
pero solamente tiene vida” (p. 94). Así, lo que peto por la autonomía del sujeto” (p. 144).
verdaderamente poseería una dignidad incondi- Por último, el autor aborda el tema de la
cionada sería dicha autonomía, mientras que la libertad de opinión cuando ella incentiva el odio
vida –considerada algo distinto y hasta oponible racial y las eventuales justificaciones para su pro-
a la persona que la posee–, tendría solo un pre- hibición, amparadas en el principio de daño. Sin
cio. Sin embargo, lejos de ser una garantía, esta embargo, para llegar a estas conclusiones suele
cosificación de la vida se convierte en un peligro argumentarse que dichos comportamientos aten-
para la autonomía del sujeto: si la vida es una tan contra la dignidad humana o se oponen al
propiedad, resulta expropiable por causa de inte- principio democrático de una convivencia pacífi-
rés general como cualquier otra cosa, puesto que ca, para lo cual es imposible no caer en un cierto
“cuando la libertad se refiere al dominio sobre perfeccionismo y acudir nuevamente a valores
objetos cabe la medida, el cálculo, la evaluación, anteriores y más elevados que la autonomía pri-
el intercambio, la instrumentalización para con- vada, puesto que “se está diciendo que ellos mis-
seguir unos objetivos que resultan preferibles mos se han separado de lo que es común a la
Revista Chilena de Derecho, vol. 32 N 0 3, pp. 579- 595 [2005]
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Bibliografía

comunidad política, al orden político. Ello choca y establecer una jerarquía de valores. “Por tanto,
fuertemente con los planteamientos liberales más lo primero de todo es darse cuenta de que es in-
en boga, como el de Rawls, que parece postular soslayable la discusión acerca del bien humano.
una concepción política indiferentista desde el Pero esto nos exige un pensamiento mucho más
punto de vista ético” (pp. 169-170). El perfec- profundo del que los dos principios mencionados
cionismo queda al descubierto por el hecho de nos pueden ofrecer” (p. 179).
que “hay determinadas conductas que, aunque Si no es posible llegar a este razonamien-
no esté claro que provoquen un daño concreto a to, los conflictos se resolverán no por la razón,
nadie, deben prohibirse. O mejor, se trata de sino por la simple fuerza o la negociación (la
conductas que provocan un daño a valores difí- cual deriva de que ninguna de las partes es lo
cilmente cuantificables o personalizables; a valo- suficientemente fuerte como para vencer a la
res que incluso están presentes en quienes for- otra, o por la propia voluntad de no imponerse).
mulan tal posibilidad de conculcarlos” (p. 170). En efecto, a menos que queramos engañarnos, es
En el fondo subyace una idea de bien común no necesario reconocer que “el principio de autono-
explicitada, que se impone a los principios decla- mía es el principio de autonomía de los fuertes, y
rados de autonomía y daño, todo lo cual equiva- de los débiles solo secundariamente en la medida
le a apoyarse en un ontologismo previo. Solo así en que se lo permitan ejercer. Del mismo modo,
se cabe optar por una libertad en pos de otra, el principio de daño sería el principio de daño de
“porque la mezcla de liberalismo político e indi- los fuertes, y de los débiles solo en el sentido
ferentismo ético no permite ningún género de recién indicado. Si a eso se le quiere seguir lla-
distinción entre las ideas” (p. 176). mando ‘sociedad liberal’ en ligar de ‘sociedad li-
La conclusión general del autor es, pues, beral de los fuertes y secundariamente de los dé-
clara: en toda sociedad liberal existe, como telón biles’, es otra cuestión” (p. 180).
de fondo, un humus valorativo que la mantiene Esto significa que la sociedad liberal tiene
cohesionada y desde el cual valora: un paternalis- riesgos en su propio seno que debe enfrentar, por
mo y perfeccionismo determinados, manifestado ser “una amenaza interior y silenciosa en la me-
en valores como la solidaridad o el Estado asis- dida en que se asienta en una sociedad que se
tencial, por ejemplo. califica a sí misma como liberal” (p. 179) y que
De hecho, este telón de fondo se manifies- puede afectar al propio sistema democrático;
ta incluso en esos mismos valores declarados: en la todo lo cual muestra las limitaciones de este pro-
autonomía, por no considerar todas las libertades yecto, lo que no significa no reconocer también
igualmente valiosas –lo cual permite optar entre sus claras virtudes, que el autor aborda tangen-
ellas–, y en el principio de daño, porque pese a cialmente.
sus limitaciones, solo gracias a ese punto de parti-
da es posible darse cuenta cuándo algo es dañino MAX S ILVA ABBOTT

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