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Nietzsche y la lucha entre lo apolíneo y lo dionisiaco

Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900) fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán,
considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX.
Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidental, mediante la
genealogía de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes
morales (positivas y negativas) hacia la vida. Este trabajo afectó profundamente a
generaciones posteriores
de teólogos, antropólogos, filósofos, sociólogos, psicólogos, politólogos, etc.
Nietzsche recibió amplio reconocimiento durante la segunda mitad del siglo XX como una
figura significativa en la filosofía contemporánea.
Para dar a conocer la teoría de lo dionisiaco y lo apolínea según Nietzsche es necesario
diferenciar estas deidades:
En la mitología griega, Apolo y Dioniso eran hijos de Zeus. Apolo es el dios del Sol, la
claridad, la música y la poesía, era descrito como el dios de la divina distancia, que
amenazaba o protegía desde lo alto de los cielos, siendo identificado con la luz de la
verdad; en tanto que Dioniso es el dios del vino y de la fauna, se le asocia el éxtasis y la
intoxicación. Ambos, eran deidades muy adoradas en la Grecia Clásica.

• Dionisio
En la mitología clásica, Dioniso es "hijo de Zeus”, es el
dios de la vendimia y el vino, inspirador de la locura ritual y
el éxtasis, y un personaje importante de la mitología
griega, como hijo del dios principal Zeus. Aunque los
orígenes geográficos de su culto son desconocidos, casi
todas las tragedias lo presentan como «extranjero».
Fue también conocido por los romanos como Baco y el
frenesí que inducía, bakcheia. Es el dios patrón de
la agricultura y el teatro. También es conocido como el
‘Libertador’, liberando a cada individuo de su ser normal,
mediante la locura, el éxtasis o el vino. La misión divina de
Dioniso era mezclar la música y dar final al cuidado y la
preocupación. Los investigadores han discutido la relación
de Dioniso con el «culto de las almas» y su capacidad
para presidir la comunicación entre los vivos y los muertos.
En el panteón griego, Dioniso fue incorporado como hijo de Zeus y Sémele, nieto
de Harmonía y bisnieto de Afrodita, si bien otras versiones afirmaban que era hijo de Zeus
y Perséfone. Se describe a Dioniso como femenino o «masculino-femenino».
El nombre Dionysos es de significado incierto. Su elemento -nysos bien puede ser de
origen extraheleno, pero dio- ha sido relacionado desde antiguo con Zeus (genitivo Dios).
Para los autores griegos, Nisa era una ninfa que lo crio, o la montaña donde era atendido
por varias ninfas (las Nisíades), que lo alimentaron y lo hicieron inmortal por orden
de Hermes.
El séquito de Dioniso era llamado el tíaso, y estaba formado principalmente
por ménades (sus compañeras de orgía).
Otro mito dionisíaco aparece en el credo del orfismo, donde los antiguos Titanes matan al
pequeño dios Dioniso, hijo de Zeus y Perséfone, luego de atraerlo con brillantes juguetes
hacia una trampa, después es descuartizado, cocinarlo y devorarlo.
Entonces, Zeus castiga y fulmina con su rayo a los Titanes (pero como el corazón de
Dioniso no fue devorado, del corazón resucita el hijo de Zeus). De las cenizas de
los Titanes y la tierra surgen los seres humanos, que poseen un componente titánico y
otro dionisíaco, al nacer con algo de la antigua culpa de la muerte del dios Dioniso, por lo
que deben purificarse al evitar el derramamiento de sangre de hombres y animales, de
este modo, al final de la existencia, su alma es liberada del cuerpo (casi tumba y cárcel),
para reintegrarse al mundo divino de donde procede.
• Apolo
Apolo fue una de las divinidades principales de la mitología greco-
romana, uno de los dioses olímpicos. Era hijo de Zeus y Leto, y
hermano mellizo de Artemisa, poseía muchos atributos y
funciones, y posiblemente después de Zeus fue el dios más
influyente y venerado de todos los de la Antigüedad clásica.
Era descripto como el dios de la divina distancia, que amenazaba
o protegía desde lo alto de los cielos, siendo identificado con la luz
de la verdad, es por eso que se lo representaba con el sol. Era
temido por los otros dioses y solamente su padre y su madre
podían contenerlo. Era el dios de la muerte súbita, de las plagas
y enfermedades, pero también el dios de la curación y de la
protección contra las fuerzas malignas. Además, era el dios de
la belleza, de la perfección, de la armonía, del equilibrio y de
la razón, el iniciador de los jóvenes en el mundo de los adultos,
estaba conectado a la naturaleza, a las hierbas y a los rebaños, y
era protector de los pastores, marineros y arqueros.
Los orígenes de su mito son oscuros, pero en el tiempo de Homero
(S.VIII a. C) ya era de gran importancia, siendo uno de los más citados en la Ilíada.
Hacía a los hombres conscientes de sus pecados y era el agente de su purificación;
presidía las leyes de la religión y las constituciones de las ciudades.
Era símbolo de inspiración profética y artística, siendo el patrono del más
famoso oráculo de la Antigüedad, el oráculo de Delfos, y líder de las musas. Como jefe de
las Musas y director de su coro actuaba como dios patrón de la música y la poesía.
Su lira se convirtió en un atributo común de Apolo.
Aunque tuvo muchos amores, también fue infeliz en ese terreno, pero tuvo varios hijos.
Fue representado innumerables veces desde la Antigüedad, generalmente como un
hombre joven, desnudo y sin barba, en la plenitud de su vigor, a veces con un manto, un
arco y un carcaj de flechas, o una lira, creada para él por Hermes, y con algunos de sus
animales simbólicos como la serpiente, el cuervo o el grifo.
Apolo fue identificado sincréticamente con un gran número de divinidades mayores y
menores en sus diferentes lugares de culto, y sobrevivió secretamente a lo largo del
florecimiento del cristianismo. Sin embargo, en la Edad Media Apolo fue identificado por
los cristianos muchas veces con el Demonio, asociado con el poder profano, como es
sabido el culto a otros dioses en la época cristiana era sinónimo de cumplir una condena
en la hoguera.
Su mito se ha empleado durante siglos por filósofos, artistas y otros intelectuales para la
interpretación e ilustración de una variedad de aspectos de la vida humana, de la
sociedad y de fenómenos de la naturaleza, y su imagen continúa presente de una gran
variedad de formas en nuestros días. Incluso su culto, después de un olvido de siglos, fue
resucitado recientemente por corrientes del Neohelenismo en Grecia y otras regiones.

A principios del verano de 1870 Nietzsche empezó a trabajar en una idea que dio pie a su
conocido escrito “El nacimiento de la tragedia griega” en donde plantea ¿Cómo evitar que
la voluntad de saber ahogue los poderes vitales del arte? ¿Cómo recuperar la frescura de
la vida sin someterla al tribunal de la conciencia? Se trata del descubrimiento de la fusión
de dos poderes fundamentales de la cultura, que se identifican con los nombres de dos
dioses: Apolo y Dionisio. La pareja de opuestos de lo “apolíneo” y lo “dionisiaco” se
convierten no sólo en clave de interpretación de la tragedia griega, sino también en dos
poderes fundamentales de la vida.
En el marco de su interpretación de la tragedia griega, Nietzsche considera que ésta
representa un compromiso entre estos dos impulsos: las pasiones y la música son
dionisiacas, mientras que el lenguaje y la dialéctica encarnan lo apolíneo. Esta
interpretación cuestiona la imagen de Grecia transmitida por el cristianismo e idealizada
por el romanticismo: una Grecia armónica, bella y equilibrada, que elude hablar de los
horrores de la existencia y la caducidad de la vida. Pero, según Nietzsche, los griegos
conocieron los espantos de la existencia y la experiencia de la muerte. De hecho, el
mundo de los dioses es producido por el impulso apolíneo para hacer frente al caos y
cancelar el impulso dionisiaco de la transgresión. Pero, a su juicio, la tragedia griega no
se debe entender como la cancelación del principio dionisiaco por parte del orden
apolíneo. Lo apolíneo y lo dionisiaco constituyen más bien dos rasgos estilísticos. Apolo
es el dios de la forma, de la moderación, del control de sí, del orden, de la reflexión, de la
claridad, del lenguaje y, sobre todo, de la individualidad. Dioniso, en cambio, es el dios de
la pasión, de la fuerza, del caos, de la disolución, del entusiasmo, del éxtasis y, sobre
todo, de la música.
Ahora bien, lo que comienza con un análisis de principios estéticos se extiende luego a un
primer y audaz esbozo de las fuerzas fundamentales de la vida. Lo apolíneo y lo
dionisiaco trascienden la esfera de la tragedia para convertirse en poderes
metafísicos de la vida misma. En otras palabras, lo que arrancó como un examen de los
estilos de la tragedia se convierte en una reflexión filosófica sobre los principios
reguladores de la existencia humana. Aquí se refleja que lo dionisiaco se entiende como
el mundo de la voluntad inconsciente y lo apolíneo encarna la realidad de la
representación consciente. Ambos modos de entender la experiencia vital, son como dos
imanes, a la vez se niegan y a la vez se complementan. Pues el uno no pude existir sin el
otro, ya que ambos se fundamentan en reciprocidad. Y es de estas dos concepciones de
donde nacerá el mundo monoteísta y especialmente el judeocristiano, las concepciones
del bien y el mal reflejadas en la idea de lo divino y lo demoniaco, de la mujer
representada en la Virgen María.
El Dios de los cristianos ha sido representado de múltiples maneras en el arte, pero sin
duda la más apolínea es la serenidad mística de las catedrales góticas. La representación
del dios de la luz como lo fue Apolo, de la bondad divina de aquel que muere por la
redención humana. Igualmente, la virgen se representa como la mujer pura, serena,
luminosa de lo apolínea, idea que esconde a su vez el impulso vital dionisíaco, esto es, de
la concepción carnal de Dios en la tierra.
Frente a esta visión, en los siglos anteriores, la religión, imbuida del oscurantismo de la
Alta Edad Media, trasmitía una visión dominada por lo dionisiaco como representación del
infierno del mundo. Pero del que se puede hablar también como belleza terrible. Los
monstruos y criaturas del periodo Románico, representantes de ese mundo aún
desconocido, eran a la vez que aterradores, atrayentes plenos de sugerencias que
invitaban a soñar. La Edad Media será prolífica en la creación de terribles criaturas que
muestren ese impulso vital de lo salvaje. Y que se verán plasmadas en los Bestiarios.
Finalmente, con la transformación en el año 1870 de lo que eran rasgos estilísticos en
fuerzas metafísicas de la vida se produce un salto decisivo en la biografía intelectual de
Nietzsche. A partir de ese momento tiene en sus manos una clave para descifrar los
entresijos de la cultura occidental, su historia y su futuro. Todo lo que llamamos cultura es
una mezcla de ingredientes: desde “elegir el velo de la belleza del arte” y “buscar el
consuelo metafísico de las religiones” hasta el “placer socrático del conocimiento”. Y
según las proporciones de la mezcla hay una cultura más bien artística, como la de la
Grecia antigua, o bien una cultura religiosa, como en la época del cristianismo occidental,
o bien una cultura socrática del conocimiento y de las ciencias. Hay que tener presente
que en todos los mencionados tipos cultura actúan fuerzas apolíneas en las que la
realidad dionisiaca es a la vez rechazada y canalizada. En ese contexto, Nietzsche
formula en la última sección de “El nacimiento de la tragedia” una especie de ley
ontológica fundamental para la relación de lo apolíneo y lo dionisiaco. “De ese
fundamento de toda existencia, del fondo dionisiaco del mundo, sólo puede
penetrar en la conciencia del individuo humano aquella medida exacta que puede
ser superada por la fuerza de transfiguración de lo apolíneo” (KSA 1, p. 155). Con el
libro dedicado a la tragedia Nietzsche buscaba algo paradójico: lo dionisiaco tenía que ser
llevado a la luz del conocimiento, y a la vez había que ser cauteloso con los efectos
normalizadores del conocimiento. Pero, sin lugar a dudas, sólo una vida estética permite
soportar el peso de la vida.

El existencialismo

El Existencialismo es una postura crítica dentro de la filosofía del siglo XX.


Los filósofos existencialistas se centraron en el análisis de la condición humana,
la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, así como el significado de la
vida.
Debido a las guerras, luchas de clases, crisis y demás revoluciones sociales los
existencialistas tomaron la postura de ver al hombre solo en el mundo, considerando que
el hombre estaba solo en el mundo, solo y sin Dios por lo tanto se encontraba en la nada.
Para ellos el hombre existencialista no poseía metas ni futuro y esto lo llevó a
cuestionarse su propia existencia y por consecuente a angustiarse.
El hombre existencialista vive la crisis desde adentro, ya que es un hombre en crisis y por
esto tiene una mirada desencantada del mundo.
Se debe tener en cuenta que desde la mirada existencialista el mundo se construye a
partir de la acción de las singularidades. Considera que el hombre está en el mundo que
es si es que actúa y solo puede actuar en lo social, este hombre descubre su ser en lo
colectivo, es un hombre que está dibujado. Lo social es la condición de su existencia y así
se pierde a sí mismo.
Uno de sus postulados fundamentales es que en el ser humano "la existencia precede a
la esencia" (Sartre), es decir, que no hay una naturaleza humana que determine a los
individuos, sino que son sus actos los que determinan quiénes son, así como el
significado de sus vidas. El existencialismo defiende que el individuo es libre y totalmente
responsable de sus actos. Esto incita en el ser humano la creación de una ética de la
responsabilidad individual, apartada de cualquier sistema de creencias externo a él.
En líneas generales el existencialismo busca una ética que supere a los moralismos y
prejuicios; esto, al observador neófito puede resultarle contradictorio, ya que la ética
buscada por el existencialismo es una ética universal y válida para todos los seres
humanos, que muchas veces no coincide con los postulados de las diversas morales
particulares de cada una de las culturas preexistentes.
Cabe destacar que no se trata de una escuela filosófica homogénea ni sistematizada, y
sus seguidores se caracterizan principalmente por sus reacciones contra la filosofía
tradicional. Actualmente se consideran tres tipos de "escuelas" existencialistas: el
existencialismo cristiano, el existencialismo agnóstico y el existencialismo ateo.
Lo principales representantes de esta corriente filosófica fueron: Jean-Paul Sartre y
Martin Heidegger.

Existencialismo según Martin Heidegger:


Martin Heidegger (1889-1976) Estudió teología católica, ciencias naturales y filosofía en
la Universidad de Friburgo de Brisgovia. Fue filósofo y profesor universitario. Es
considerado como uno de los pensadores más influyentes en la filosofía contemporánea,
se destaca al ser uno de los primeros pensadores en apuntar hacia la “destrucción de la
metafísica”, motivo por el cual muchos consideran que es terriblemente oscuro y casi
místico.
Una de las obras más destacadas de Heidegger es “Ser y Tiempo” 1927, donde plantea
su teoría existencialista, la cual rompe con la filosofía basada en la teoría del
conocimiento, en teorías gnoseología (Parte de la filosofía que estudia los principios,
fundamentos, extensión y métodos del conocimiento humano), en filosofías idealistas en
la cuales siempre hay un sujeto que observa al objeto.
Esta teoría plantea que hay un ser humano común y corriente al cual llama Da-Sein (ser-
ahí), que fue eyectado o arrojado al mundo, es un hombre existencial que se encuentra
arrojado a infinitas posibilidades, es un hombre que se angustia ante la posibilidad de
morir en cualquier momento. Esta es una concepción fenomenológica, la cual sostiene
que la conciencia es intencional, ya que constantemente va más allá de si misma, nunca
reside en sí misma, Sartre dijo: “El hombre es nada”, porque justamente el hombre es
punto de partida. El Da-Sein se pregunta por qué su ser está ahí, porque están las cosas
así, porque esta todo y esto es lo que le otorga un lugar privilegiado al hombre.
En la obra “Ser y Tiempo” Heidegger tenía la propuesta de ser una ontología (ontos:
cosas que son y logia: estudio). Las cosas que son, es lo que ilumina, es el ser, el Da-
Sein. Es de ahí que su obra comienza a ser antropológica (estudio del hombre), en
conclusión, su obra es una antropología existencial. Heidegger considera que el hombre
es el único que ser al cual le preocupa su ser, se pregunta y se angustia.
El Da-Sain es el ente relacionante del mundo, se relaciona con los utensilios del mundo y
estos utensilios relacionan entre ellos porque hay un proyecto humano. Por ejemplo: si se
encuentra un clavo, un martillo y un cuadro, eso solo no tiene ninguna significatividad, ni
se relacionan entre ellos. Pero si viene un Da-Sein y dice “voy a colgar ese cuadro en la
pared”, toma los elementos y lo cuelga, allí se establece una relación entre los utensilios.
Entonces son los proyectos del hombre los elementos del hombre los que le dan
trascendencia a la naturaleza. (Ej: petróleo usado para combustible, el petróleo motivo de
guerra ). Es el hombre el que le da sentido al mundo.
El Da-Sein es un hombre que aspira y se proyecta a una posibilidad que dependerá de
sus acciones y la muerte puede imposibilitar todas las posibilidades. Debido a esto, y la
angustia que le provoca su finitud puede tener dos tipos de existencias:

1. La existencia inauténtica:
A lo largo de la trayectoria de Heidegger se pueden apreciar dos etapas, la primera en la
cual se pregunta sobre el ser y la segunda en la cual se pregunta por el olvido del ser
(divinidad, Dios o fuerza mística). En esto Heidegger llegó la conclusión de que el hombre
se olvidó de ser y se consagró al dominio de las cosas, lo que llevo a la humanidad a una
sociedad de consumo, donde la única meta del hombre es dominar cada vez más bienes
materiales.
El hombre al temer por su muerte la niega, a esta negación se la denomina “existencia
inauténtica”. Es por esto que el hombre inauténtico se entrega al mundo del Das-Main
(Se-Dice) se dice que algo es bueno, lindo, feo, se dice que hay que ver que hay
escuchar, etc. El hombre se vuelve pasivo al seguir este régimen de consumo. El Da-
Sein ya no es un individuo autentico, sino uno más de la masa, lo que Heidegger
denominó “Anonimato” o “Los uno”.
El Da-Sein busca unirse la masa constantemente para ser uno más del montón y no
pensar por sí mismo, no pensar que la muerte es algo que le va a pasar, es así como
busca negar la posibilidad que la muerte está adentro de sus posibilidades. Es así como
el hombre inauténtico no busca redescubrir el mundo, sino que se conforma con que ya
se ha dicho, con lo preestablecido sin cuestionar el porqué de las cosas, es por esto que
Heidegger considera que ya está muerto porque perdió la capacidad de pensar por sí
mismo.
A los que conforman el mundo de inautenticidad Heidegger los llama “El señorío de los
otros” (quienes hacen que las teorías de las modas, tendencias y patrones de lo que está
“bien), actualmente se puede considerar a la redes sociales y los diversos medios de
comunicación como el “señorío de los otros” ya que intentan eliminar la posibilidad de una
vida auténtica diciendo lo que es “mejor”, lo “bueno”, lo que está “bien” y hasta tienen que
ser el individuo.
Un rasgo muy marcado en el hombre inauténtico es su gran interés por lo nuevo, esto no
le permite crear su propio gusto o criterio ya que siempre pasa de una cosa a otra y así
como termina viviendo en el mundo de la nada, siendo nada.

2. La existencia autentica:
Heidegger no considera al hombre como parte de la historia, considera que el hombre es
la historia, considera que el hombre es temporalidad: pasado, presente y futuro.
Ya que el hombre se encuentra en la nada decide que hacer respeto a sus posibilidades
(creer o no creer, estar o no estar)
Se denomina “existencia auténtica” cuando el hombre sabe que va a morir y afronta su
realidad, la cual lo lleva a un auténtico pensar, a cuestionarse las cosas y a decidir que
quiere y que no.
En el año 1935 Heidegger dictó un curso de introducción a la metafísica, Jurgen
Habermas, filósofo y sociólogo alemán decía sobre este curso que los estudiantes salían
convertidos en oficiales. En su discurso Heidegger decía: “cuando la simultaneidad nos
haya alcanzado, cuando nos encerremos en masa para embrutecernos, cuando la
existencia se haya devaluado entonces como viejos fantasmas aparecerán las viejas
preguntas: ¿Por qué?, ¿para qué? Y ¿hacia dónde?
En el año 1935 declaró que Alemania era la última posibilidad de preservar occidente, ya
que creía que Europa se encontraba acechada por el mercantilismo norteamericano
(los americanos viven devorados por el ente, cosas) y por la masificación soviética del
hombre, donde el hombre era masificado por el colectivismo dictatorial.
Al encontrarse Alemania en el medio de esto, Heidegger consideraba que debían salvar a
la tierra de la explotación mediante técnicas (Heidegger fue el filósofo con un pensamiento
ecologista más actual en este sentido, ya que fue el primero en advertir que la técnica
dañaría a la tierra). Considera que el hombre se olvidó del ser y se consagro a la
conquista y a la manipulación de los entes, hay una cosificación de la existencia, en la
cual el hombre se pierde en la conquista de los entes y al hacerlo se transforma en un
ente ya que no está abierto la posibilidad del ser (entidad mística, divinidad, Dios, etc) Es
así como Heidegger considera que el hombre se olvidó de lo sagrado y olvido su ser.

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