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ECONOMÍA Y POLÍTICAS
PARA LAS INDUSTRIAS CULTURALES
EN EL MERCOSUR
Octavio Getino (*)
de 2000 revelaban que ese año había sido uno de los de mayor El quiosco
crecimiento a escala mundial del sector de las IC, estimándose barrial,
que en ese ejercicio habrían facturado unos 831 mil millones de convertido en
dólares y previéndose para 2005 una facturación de 1,3 billones punto de venta
de dólares, lo que supone un 7,2% de crecimiento anual. de diarios,
Si a lo facturado en 2000, se le suman las ventas que en ese revistas, discos,
libros, videos,
año realizaron las Nuevas Tecnologías de la Información y la
disquetes, etc.,
Comunicación (NTIC) –recursos estratégicos cada vez más
es una
incorporados a las industrias culturas, creativas y del
ilustrativa
entretenimiento– la cifra se eleva a 2,1 billones de dólares, con
metáfora de la
un crecimiento sostenido que –según se esperaba– alcanzaría el
convergencia
50% en 2004. A su vez, si se considera que un 65% de la
de la economía,
población mundial nunca ha hecho una llamada de teléfono y
la tecnología y
que existen más líneas telefónicas en Manhattan que en toda
los contenidos
Africa subsahariana, se deduce que esa facturación se
con los que
concentraba en las naciones de mayor desarrollo. trabajan las IC.
A estas cifras deben agregarse las que devienen de la función
reproductora del capital que algunas industrias ejercen en el
sistema económico global, particularmente las relacionadas con
la promoción y publicidad de mercancías y servicios en general,
impulsoras de pautas y comportamientos culturales, cuya
incidencia económica, política y social incentiva fuertemente las
demandas y el consumo de todo tipo de bienes y servicios.
Tras diez años de políticas económicas que achicaron el aparato del Estado y
desregularon la economía, surgen hoy diversas situaciones que contextualizan el
panorama de las IC en el país; entre ellas:
– El desmantelamiento general de la capacidad industrial del país y la
transferencia de la mayor parte de los recursos y servicios básicos a capitales
transnacionales (en 2002, las empresas extranjeras realizaron el 70% de las
ventas totales de la economía argentina).
– El crecimiento de la desocupación y la subocupación a tasas inéditas (entre
1990 y 2002 se perdieron 460 mil empleos industriales, con lo que la
desocupación actual, superior al 20%, es la más alta de la historia nacional).
– La propiedad de las IC se concentró en compañías transnacionales cuya
facturación pasó de representar el 38% del total del sector en 1992 a significar
el 59% en 1998. En el último año citado, estas transnacionales concentraron
el 80% de lo recaudado por las salas de cine y por la venta de discos, el 74%
de la facturación publicitaria, el 54% de las ventas de la industria gráfica y
editorial, y un porcentaje similar en la facturación de multimedia y televisión.
Estas situaciones, que comenzaron a manifestarse a mediados de los 90,
convergieron y se potenciaron entre 2000 y 2001, y exhibieron sus consecuencias más
términos relativos, los costos de fabricación. Este cambio no impidió que el proceso de
concentración empresarial prosiguiera en la rama editorial y se reforzara en el sector
de la distribución, librerías y otros puntos de venta.
En el último período, otros servicios locales –como los del sector audiovisual–
lograron mayores ventajas comparativas a escala internacional (costos laborales, de
transportes, de alimentación, etc) que incentivaron la presencia de empresas extranjeras
dedicadas a elaborar spots publicitarios y otros productos cinematográficos. Aunque los
precios del material virgen y las tarifas de procesado en laboratorios y otros servicios se
mantuvieron prácticamente dolarizados, los menores costos relativos de los servicios
locales promovieron también algunas experiencias de coproducción o de producción
extranjera de largometrajes. Al respecto, recordemos que si a fines de los ´90, los
sueldos de los técnicos y trabajadores del sector eran los más elevados de América
Latina, hoy se han convertido, salvo excepciones, en los más bajos de la región.
La nueva situación del país reafirma el valor provisorio de la información que se
reúne en un momento dado sobre la incidencia económica y social –además de
cultural– de las IC en el PIB, en la PEA, en la balanza comercial, etc. Esta información
recién adquiere un valor confiable cuando se la confronta con la de otros momentos y
se le imprime un sentido de construcción hacia adelante. Ello es así porque las IC
experimentan las situaciones propias de cualquier proceso dinámico y cambiante y lo
que importa es graficar su evolución y su –a menudo– poco previsible orientación.
Cabe señalar aquí el valor aleatorio de cualquier cifra o dato estadístico producido
por una investigación aislada que no forme parte o no logre inscribirse en procesos de
gestión política orientados a cambiar la situación investigada. Por ello, articular los
estudios a las decisiones gubernamentales para permitir su implementación en los
sectores directamente involucrados resulta decisivo en el efectivo aprovechamiento de
la información y en su conversión en política pública.
Bibliografía