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EL PROCESO DE INDUSTRIALIZACION Y EL PROBLEMA DE LA CRISIS

La tendencia general del capitalismo es más bien la de transferir el costo de la crisis


de las áreas metropolitanas a las áreas dependientes así sea puesto que estas
constituyen el punto más vulnerable del sistema.

Una recesión en los países centrales determina la recesión inmediata del sector
productivo local más dinámico. Las tres cuartas partes de nuestros países solo inician
realmente en proceso después de la segunda guerra mundial, las tres grandes crisis
que generalmente se señalan como motor del desarrollo industrial local.

Entre 1900 y 1904 el producto industrial en Argentina se incrementó en un 28 por


ciento entre 1905 y 1909 en un 43 por ciento, en cambio en 1915 y1919 solo creció un
13 por ciento, volviendo a recuperarse a ritmo acelerado en la fase posbélica que va
de 1920 a 1929 el producto se duplico 49 por ciento de crecimiento en 1920-24.

En Brasil las cosas no parecen ser simples el consumo de cemento baja de 465 mil
toneladas en 1913 a 51 mil en 1918, laminados de acero de 25 toneladas a 44
toneladas. La importación de bienes de capital disminuye de 205 en 1912 a 32 en 1917.

En Uruguay la importancia relativa de la industria llego a ser en el periodo de precisas


una de las más altas de américa latina, después dela argentina. Las primeras etapas
del desarrollo industrial de Uruguay se vieron estimuladas, en mayor medida que en
otros países de la región, por acciones gubernativas de promoción directa e indirecta.

La crisis de 1929 sobre las economías latinoamericanas para la mayor parte de


nuestros países la crisis significo, un estancamiento económico de 10 a 15 años, solo
se logró superar hacia fines de la segunda guerra mundial. En el caso de cuba la
crisis de convirtió en permanente prolongándose hasta el triunfo de la revolución
socialista en 1959.

En los países centroamericanos


La condición requerida para la industrialización de nuestros países estaría dada
siempre: el desarrollo cíclico del capitalismo se expresa, en las áreas dependientes,
justamente por la alternancia de periodos de restricciones y periodos de
aflojamientos.

La crisis del capitalismo producen efecto negativos en los puntos débiles del sistema
a menos que la lucha de clases arroje resultados favorables a las fuerzas portadoras
del progreso , cuando esto no ocurre los aspectos más retrógrados del modelo
oligárquico-dependiente se acentúan y la economía subdesarrollada entra en una
prolongada fase de estagnación, en espera de que una reactivación de la economía
imperial vuelva a ponerla en marcha, supeditándola en función de las necesidades de
reordenamiento del sistema todo. Es la situación que más se asemeja a un reflejo
pasivo aunque expresa el predominio interno de las fuerzas más reaccionarias. Esto
último fue lo que ocurrió desgraciadamente en la mayor parte de los países
latinoamericanos en la década de los treinta.

Auge y declive de la economía de posguerra

El empleo en el sector industrial decrece en este lapso, en lugar de incrementarse, la


CEPAL afirma que durante los 20 años entre 1940-1960, argentina, Brasil, chile,
Colombia, ecuador, honduras, México, Uruguay y Venezuela, el producto industrial
aumento por habitante a una tasa media acumulativa anual de .8 por ciento, mientras
que la participación del empleo manufacturero en el total de la ocupación urbana
declino desde 32.5 a 26.8 por ciento.

Todos sabían que el proyecto de desarrollo nacional autónomo se encontraba en


bancarrota y que el capital imperialista era dueño y señor de nuestra economía, el
estatuto semicolonial fue reconocido oficialmente designándolo con el eufemismo
situación de dependencia, que luego se difundiría ampliamente. Y tampoco podía
negarse que se hubiera iniciado un proceso de pauperización absoluta de las masas,
reconocido a través de la formula redistribución regresiva del ingreso.
Inmutablemente regidas por el latifundio, salvo en contados casos, las estructuras
agrarias trasladaban además su excedente de población a las urbes y estas,
dominadas por las industrias dinámicas de propiedad extranjera, no hacían más que
sumar al excedente rural el suyo propio. La desocupación, la subocupación y el
desempleo disfrazado tornaban se visibles ala forma de villas miseria, favelas,
callampas y ciudades perdidas, pueblos jóvenes. Como en algún país se les
denomino, los indicadores de subdesarrollo que cada quien manejaba ya
profundamente, revelaban por su parte verdaderos records de desnutrición,
analfabetismo, mortalidad infantil, morbilidad, déficit de vivienda, etcétera.

El panorama no era halagador, e incluso las burguesías locales e imperiales


empezaron a inquietarse sobre todo porque la lucha de clases había dado un salto
cualitativo con la primera revolución socialista de américa. La bonanza de posguerra
estaba ya lejana y el sistema crujía por todos los costados.

La acumulación de contradicciones y crisis generalizada del sistema

En América latina llega a este momento de su evolución con una serie de


contradicciones acumuladas por los prolongados efectos de la depresión del 29. En
el plano estrictamente político, buena parte de nuestros países han vivido la década
de los treinta bajo la férula de oprobiosos regímenes oligárquico-dictatoriales.

El desenlace de la revolución guatemalteca es bien conocido y el examen de los


elementos que llevaron a su derrota ha dado lugar a apasionadas polémicas en el
seno de la izquierda.

En Colombia las cosas tampoco suceden de manera sencilla ni pacífica. Del seno
mismo del partido liberal surge el ala progresista encabezada por Gaitán cuyo
asesinato en 1948 desencadena un periodo prolongado de violencia que deja como
saldo centenas de miles de víctimas.
En Venezuela se produce una experiencia socialdemócrata entre 1945 y 1948 pero
que no pasa de ser run hecho efímero. La dictadura que luego se instaura refleja a
la par que agudiza las contradicciones de una sociedad de economía totalmente
deformada por el enclave petrolero yanqui.

En Uruguay presenta un cuadro de estabilidad a partir de 1942, dando incluso la


impresión de un retorno al viejo esquema vallista.

Chile está lejos de conocer una situación de prosperidad que de margen a un


esquema de este tipo. Hay además un proletariado que posee una de las
organizaciones más poderosas del continente, lo que le permite desempeñar un
papel de suma importancia en la época del frente popular en 1938.

Los casos argentino y brasileño son los que más se acercan al modelo denominado
populista en la medida en que para comenzar en ambas situaciones se da un arbitraje
de tipo bonapartista. El sector burgués impone su hegemonía al sector
agroexportador.

El estado burgués refleja en esta fase la apariencia de viabilidad de un desarrollo


nacional autónomo y ciertos esfuerzos encaminados a lograr este objetivo.

En la década de los sesenta las luchas sociales en América latina no hacen más que
agudizarse ubicadas en el horizonte ensanchado por la revolución cubana y
acicateada por la crisis de las economías dependientes locales.

En las urbes no solo es la clase obrera la que se hace sentir, también los estudiantes
y otros sectores de las capas medias radicalizadas. Incluso el sistema mexicano
presenta síntomas inequívocos de resquebrajamiento el movimiento ferrocarrilero de
1958-59. Anuncia una década de graves tensiones sociales, que culminara con la
masacre de Tlatelolco en 1968.

La iglesia católica empieza a mostrar sus primeras fisuras.


Hay una actitud vanguardista el poquísimo mas la guerrilla no se reduce a ello en
Guatemala Colombia y Venezuela posee una tradición histórica y una dirección
política que le confieren particular solidez. En otros lugares se extingue raídamente
como destello de abnegación y heroísmo pero carente de verdadero arraigo social.
El cerco de las montañas a partir del foco termina de fracasar y la actividad guerrillera
prospera, en la urbe que en el campo.

La ley d Uruguay encuentra un terreno propicio para desarrollarse desde el momento


en que la crisis económica pauperiza de manera acelerada a las capas medias, que
constituirán el gran soporte social del movimiento tupamaro.

La clase obrera va ascendiendo en primer plano de la escena política: sacude a la


argentina con el famoso Cordobazo instala el gobierno de la unidad popular en chile,
llega a establecer una dualidad de poderes en Bolivia. No e posible entrar a analizar
aquí el complejo desarrollo de cada uno de estos procesos, que por lo demás se
inscriben en especificadas propias de las correspondientes formaciones nacionales.

En 1967 la economía capitalista mundial entra en una fase de declive y que la crisis
del sistema entero está ya a la vista. Los años setenta no son sino el desarrollo de
esta situación, que no dejara de producir efectos específicos en América latina.

Problemas y tendencias actuales

Las diferencias de salarios entre países desarrollados y en desarrollo pueden inducir


una nueva división de actividades entre países desplazando por razones de
competencia industrias en que el costo de trabajo sea muy importante, desde los
primeros hacia los segundos aun cuando la productividad sea más baja en los países
de desarrollo, las diferencias de costos unitarios del trabajo basada en la ventaja
comparativa.
El proceso de cancelación del estado benefactor se manifiesta de manera mucho más
brutal en las áreas fascistizadas donde servicios públicos como la educación atención
a la salud o construcción de vivienda popular han reducidos a su mínima expresión.

El desmantelamiento del sector capitalista de estado, que tanto el fondo monetario


como los discípulos de Friedman recomiendan efusivamente, representa a su vez a
la caída del último bastión nacionalismo burgués. Hoy dicho sector se encuentra
desmembrado en países como chile, argentina y Uruguay mientras en Brasil ha sido
claramente refinado su definición.

La privatización masiva de las empresas públicas que solo en una mínima porción
pasan a manos de capitalistas nacionales, forma parte del movimiento de
centralización del capital, con las modalidades específicas que ello adquiere en una
región dependiente como la nuestra.

El problema del fascismo y delos regímenes autoritarios que asuelas al subcontinente


plantea al movimiento popular una eta inmediata, cual es la de la lucha en pro de la
democracia.

El aparato fascista es un engranaje de la gran maquinaria represiva del imperio, a la


que por los demás están acoplados casi todos los ejércitos de América latina. Las
tendencias actuales de nuestras economías no derivan de meros designios políticos,
responden a necesidades profundas de la acumulación capitalista imperialista

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