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Cuando la Fe se debilita Génesis 12:10 – 13:41

Introducción
He titulado este mensaje “Cuando nuestra fe se debilita”. ¿Cuándo se debilita
nuestra fe?. Qué es una preocupación, bueno, todos las tenemos, pero ¿cuándo
flaqueamos en nuestra fe? La preocupación, estima las circunstancias desde la
perspectiva de uno que enfrenta el futuro, como uno que no cree en un Dios
soberano quien es también un padre amoroso.
La preocupación es un aliado, y el temor es también una señal de que nuestra fe
empieza a debilitarse. La ansiedad o la preocupación encuentran su motivo en
el distante y aún desconocido futuro. El temor nos enfrenta al problema cara a
cara. Los discípulos no sólo estaban preocupados por las agitadas olas del mar
de Galilea, ellos estaban asustados a muerte. Y el Señor los amonestó por
descubrir su fe debilitada
Y les dijo:¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Marcos 4:40.
La fe se debilita, surgen los temores. Entonces ¿Qué pasa cuando esto sucede?
¿Acaso pierdo mi salvación? ¿El trabajo de Dios en mi vida viene como a un
repentino paro, esperando que mi fe se fortalezca? El incidente en la vida de
Abraham descrito en Génesis 12:10 – 13, nos da una estimulante palabra, y una
que es desesperadamente necesitada por aquellos cuya fe falla.
Abraham enfrenta una hambruna. (12:10)
La verdadera fe en Dios es una fe que crece. En Génesis, y en el programa para
el hombre de hoy, la fe crece cuando ésta es probada. Para Abram la primera
prueba fue ésa, la de la hambruna:
Hubo entonces hambruna en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar
allá; porque era grande el hambre en la tierra. (Génesis 12:10)
Nosotros, así como Abraham no tenía idea que los sufrimientos y las pruebas
eran parte del plan de Dios en la escuela de la fe. Mientras Abram creía en Dios,
él sabía poco de El. El podía haber pensado que Dios quien lo había llamado no
era capaz de controlar la naturaleza.
Egipto parecía ser la lógica solución, después de todo Dios había mandado a
Abram adelante, no conociendo dónde estaba yendo, (Hebreos 11:8). Tal vez
Dios deseaba que el continuara al Sur, hacia Egipto.
Otro factor era que Egipto era menos susceptible a hambrunas. Egipto era muy
parecido a Ur. Cada uno estaba bendecido por un sistema de grandes ríos que
permitían la irrigación. Ambas tierras eran menos dependientes de las lluvias
que las tierras de Canaán.
La tierra a la cual entras para tomarla no es como la tierra de Egipto de donde
habéis salido, donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu pie, como huerto
de hortaliza. La tierra a la cual pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas
que bebe las aguas de la lluvia del cielo; tierra de la cual Jehová tu Dios cuida;
siempre están sobre ellas los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año
hasta el fin. (Deuteronomio 11:10 – 12).
La agricultura en Canaán era mucho más un asunto de fe que en Ur o Egipto.
En ninguna parte es Abram condenado por su decisión de ir a Egipto, pero los
posteriores desarrollos clarifican que esta decisión no afloró de la fe. Abram no
consultó a Dios, más bien actuó independientemente. Ningún altar fue
levantado en Egipto que nosotros sepamos, ni se nos dice que allí Abram clamó
el nombre del Señor. La indicación a Sarai también refleja su condición
espiritual. Es casi seguro decir que la fe de Abram falló frente a la hambruna.
Abram enfrenta el futuro. (12:10 – 13)
Parecería que Abram decidió ir a Egipto sin medir las consecuencias. Justo
cerca de los límites de Egipto Abram empezó a medir los peligros que
asechaban adelante.
Sarai era una mujer muy hermosa, y había buenas razones a temer el destino de
un extranjero cuya esposa era así tan atractiva. El esposo era fácilmente
eliminado en tales circunstancias. Abram así apeló a que su esposa aceptara esta
solución frente al problema de su seguridad. Propuso que su esposa pasara como
su hermana para no ser asesinado.
Abram pidió a su esposa simular como su hermana, para que los hombres de la
tierra le pidieran la mano, y Abram pudiera tener suficiente tiempo para hacerlos
esperar y dejar la tierra, y no lo mataran.
Pero tal plan era malo por varias razones. Primero de todo, tendía a ignorar la
presencia y el poder de Dios en la vida de Abram. Dios había prometido los
fines, pero probablemente –pensó Abram- él era incapaz de proveer los medios.
El había prometido una tierra, una descendencia, una bendición. Ahora parecía
como que Abram había dejado esto a sus propios criterios para lograrlos.
El plan de Abram estaba mal porque él arriesgaba la pureza de su esposa y la
promesa de Dios. Dios había prometido hacer de él una gran nación. De Abram
vendría una gran bendición a todas las naciones, el Mesías. Y ahora Abram
estaba deseoso de correr el riesgo que otro hombre tomara a Sarai como su
esposa. ¿Cómo podría entonces ella, ser la madre de la descendencia de Abram?
Abram también estaba equivocado porque el miraba que su esposa le trajera
bendición a él, cuando Dios había prometido que traería bendición a otros a
través de Abram:
Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. Bendeciré a los que te bendijeren y a los que te maldijeren maldeciré;
y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. (Génesis 12:2 – 3).
Abram estaba usando a su mujer para protección y bendición, más que a las
promesas de Dios.
Finalmente el plan de Abram estaba equivocado porque sus temores eran
hipotéticos, y su ética era situacional. Observemos cuidadosamente a los
temores de Abram, todos ellos eran sobre el futuro. El todavía no había entrado
a la tierra (12:11), y lo que él temía fue establecido en términos del futuro (12:12
– 13).
Abram no estaba equivocado en considerar la posibilidad que alguien apreciaría
la belleza de su esposa y la desearía como a esposa. Ni estaba aún equivocado
suponer que alguien podría matarlo para casarse con ella. Abram estaba
equivocado en asumir que esto pasaría y que solo la única manera de prevenir
esto era mentir. En ninguna parte está la promesa y la protección de Dios
considerada.
Los temores de Abram son cumplidos (12:14 – 16)
Alguien con seguridad puede protestar: “Pero los temores de Abram no eran
hipotéticos. Esto pasó justo como Abrám había temido”. No realmente. Abram
no fue la víctima de lo que él temía; él fue la causa de lo que vino a pasar. El
temor de Abram por el futuro y su plan de acción sin fe, realmente causaron los
eventos que siguieron.
Abram supuso que las posibilidades de escape de los peligros en Egipto eran
tan peligrosos como él los había considerado. Abram hizo la decisión en la
presunción que el podía prever las consecuencias de sus acciones.
Dios le enseñó a Abraham una dolorosa lección que las posibilidades para el
futuro son más numerosas que las que podemos predecir. Y así Abram es
enfrentado con un dilema que el nunca consideró.
Esto fue todo bien planeado y pensado. Saraí simularía como su hermana y él
salvaría con vida. Pero el plan de Abram solo consideraba a los hombres de
Egipto: Y cuando te vean los egipcios, dirán:su mujer es; y me matarán a mí, y
a ti te reservarán la vida. (Génesis 12:12).
Nunca había entrado en la mente de Abram que Faraón podría estar interesado
en Sarai.
No hay evidencia de la relación física entre Faraón y Sarai. Mientras el período
de preparación normalmente habría sido en la casa de Abram, en este caso este
período sería en el palacio. Sarai probablemente soportaría un relativamente
largo período de preparación para su presentación ante Faraón. Tal era la
costumbre en esos días:
Liberación divina y amonestación real 12:17 – 19
Significativamente, Dios no ha sido todavía mencionado en este evento hasta el
versículo 17. A Abram le fue permitido fallar y actuar torpemente hasta que la
situación parecía sin esperanza. No se nos dice que él clamo a Dios por ayuda.
Sin ser solicitado, Dios intervino en la vida de Abram. Faraón y su casa son
golpeados por algún tipo de plaga. Sus síntomas pueden haber sido tales como
para sugerir que la naturaleza de la ofensa era de tipo sexual. No nos dan detalles
aquí de la plaga, ni como se dieron cuenta de su origen.
Abram fue confrontado por el Faraón y completamente amonestado. Abram no
tenía excusa ni explicación. Hasta donde hemos leído, él no declaró una palabra
en su defensa.
La ironía de la situación es obvia, aquí un pagano amonestando a un profeta (cf.
20:7). Ésta fue una amonestación real que Abram dolorosamente recordaría.
Qué triste sin embargo que Abram no podía hablar, porque esto sin duda se
oponía de cualquier manera a su fe en el Dios vivo quién lo había llamado. La
conducta del cristiano grandemente afecta su credibilidad.
La restauración de Abram. (12:20 - 13:4)
Mientras en Egipto, la pureza de Sarai fue protegida y la vida de Abram
preservada. Y más que esto, todas sus posesiones fueron mantenidas intactas. Y
al extremo de todo esto, Abram y todos aquellos con él fueron escoltados de
regreso a la tierra de Canaán:
Entonces Faraón dio orden a su gente acerca de Abram; y le acompañaron, y a
su mujer, con todo lo que tenía. Subió pues Abram de Egipto hacia el Neguev,
él y su mujer, con todo lo que tenía, y con él Lot. Abram era riquísimo en
ganado, en plata y en oro. (Génesis:12:20 – 13:2).
Para evitar una hambruna Abram fue forzado a enfrentarse al Faraón. El poder
de Egipto no fue empleado en contra de él, más bien fue asegurado su arribo a
Canaán. De hecho Abram salió más rico de lo que él había venido. Pero nada
de esto fue resultado de la falta de fe de Abram y de sus deshonestas acciones.
Fue resultado de la gracia divina y del cuidado providencial.
Los versículos 3 y 4 recuentan la repetición de los pasos de Abram en orden
reverso. Primero, el vino al Neguev, luego finalmente a Betel y Hai. Y cuando
el retornó al altar que había edificado anteriormente, una vez más ofreció
sacrificios e invocó el nombre del Señor.
Conclusión
Hay muchos principios en este pasaje que debieran fortalecer al creyente de
cualquier época:
1) Cuando Dios promete los “fines”; también promete los medios. Abram creyó
que Dios le daría la tierra, una simiente, y una bendición. Pero en sus días de
falta de fe el creyó que Dios no proveería los medios. Dios siempre provee para
lo que él promete.
Abram no conocía a su Dios bien, y esto era tanto normal como natural. El no
parecía pensar que su Dios era más grande que la hambruna, más grande que el
Faraón. Lo que Abram necesitaba no eran lecciones de cómo hacer crecer su fe,
pero sí un crecimiento de su fe aprendiendo la grandeza de su Dios. Yo creo que
mucho de nuestro problema de falta de fe sería solucionado conociendo al Dios
que servimos íntimamente. Abram no tenía una Biblia para ayudarlo, pero
nosotros sí.
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios,
que no nos dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará
también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. (I
Corintos 10:13).
El error subyacente del situacionalismo es que rechaza aceptar la soberanía de
Dios quien es capaz para liberar a su pueblo, sin considerar cuales fueran las
circunstancias. La liberación de la esclavitud de Egipto a manos de Faraón era
imposible, humanamente hablando. Cuando Israel estuvo atrapado entre el
ejército atacante y el Mar Rojo, no había ninguna esperanza, aparentemente.
Pero el Dios que nosotros servimos es un Dios soberano.
2) No hay cortes de camino a la vida de piedad. Abram fue tomado por sorpresa
por una hambruna, suponiendo que el camino del Señor no debiera incluir
adversidad. Pero Abram iba a aprender que Dios diseña las pruebas en nuestras
vidas para desarrollar nuestra fe, no para destruirla.
¿Has considerado caminar fuera del sendero que Dios te ha llamado para que
camines? Tú puedes, por supuesto, pero el camino nunca será fácil. El camino
del transgresor nunca es fácil (Proverbios 13:15). Y, en el análisis final debemos
regresar a dónde hemos dejado de hacer su voluntad. No puedes derrotar el
programa de Dios y el propósito que tiene para tu vida, mi amigo. A lo mejor
tú puedes solamente atrasarlos un poco. Y aún esto es un engaño, porque en
nuestros fracasos muchas lecciones de fe hemos aprendido.
3) Cuando nuestra fe falla…Dios no. Nuestra fe, como la de Abram fallará. Pero
la bendita palabra de Dios dice que cuando nuestra fe fallare, Dios no fallará.
Abram escogió dudar de la presencia y del poder de Dios frente a la hambruna.
Sus acciones mostraban que él estaba dispuesto a sacrificar sus principios por
la auto-preservación. A pesar del fracaso de fe de Abram, Dios lo protegió y lo
prosperó, finalmente Dios lo trajo al lugar donde debió haber permanecido.
Si fuéramos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo. (II
Timoteo 2:13).
Aquí está la belleza de la elección divina, Dios nos ha escogido para ser
definitivamente sus hijos, (Esto se aplica solamente, por supuesto, a aquellos
quienes creen en Cristo para salvación eterna). Justo como el nos salvó a pesar
de nosotros mismos, así también nos santifica a pesar de nosotros mismos.
Nuestra eterna seguridad, nuestra salvación, nuestra santificación descansa en
Su fidelidad y no en la nuestra. He aquí un gran consuelo para todos aquellos
cuya fe fallará.
II Timoteo 2:13:Si sufrimos, también reinaremos con él; si le negáremos, él
también nos negará. (II Timoteo 2:12).
Hay una gran diferencia entre duda (falta de fe) y negación (rechazo). Abram
no rechazó a Dios; simplemente falló en creer que Dios era capaz o tenía la
voluntad de actuar en su nombre. Sin duda Abram pensó que Dios ayuda a
aquellos “que se ayudan a sí mismos”.
Mi comprensión es que un verdadero cristiano no puede ni podrá renunciar
nunca a Jesucristo como su Salvador. Pero encontrará oportunidades en que su
fe sucumba a la duda. Pruebas, o adversidades pueden momentáneamente
aplastar nuestra fe y llevarnos a la duda, y así actuar en violación a su sagrada
voluntad. Tal fue, creo, el caso de Abram.
No quiero decir que tomemos el tema del fracaso tan ligeramente. Cuando el
hombre actúa de acuerdo y no contra la palabra de Dios, sus propósitos no son
torcidos. Dios actúa providencialmente para asegurar el cumplimiento de sus
propósitos. Mientras nosotros nos podamos encontrar donde Dios quiere que
estemos (por su providencia), pero aún así, Él nunca mirará con disimulo
nuestro pecado e incredulidad. Desobediencia no es nunca un deleite al
cristiano. El fracaso es siempre doloroso, pero esto nunca tuerce el propósito de
Dios para sus hijos.
Quiera Dios usar esta verdad para librarnos de un cristianismo descuidado, así
también como consolarnos cuando también experimentemos un fracaso o
debilidad de nuestra fe

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