Los valores son muy importantes y han evolucionada conforme la civilización
avanza, pero sim embargo, hay momentos en que conviene hacer una pausa, volver a ellos, revivir su importancia, rescatar su valor. Se refiere a que ellos son una excelencia o una perfección. Con respecto a dicha evolución no solo es transformación, sino que además a adaptación, vale decir que los valores son uno solo y permanecerán en el tiempo por más que el desarrollo de costumbres, la tecnología y las relaciones humanas en efecto van cambiando, son como una armadura de la sociedad, de familias y empresas. De esa idea simple, el desarrollo de costumbres, los avances de la tecnología han ido desgastando el uso de valores. Es fácil tomar el camino de los resultados y olvidarse de las reglas mínimas, es decir que es tentador pensar en el bien individual y poner a un lado lo general. Como lo dijo Albert Einstein “intenta no volverte un hombre de éxito, sino un hombre de valor”. Pero algunas personas ya no tienen valores, podemos decir que ellos son muy importantes para una persona y que orienten en sus acciones, sus comportamientos pero que no se debe confundir con un ideal. Por ejemplo, si mi valor es la puntualidad, me levantaría temprano, si admiro a alguien puntual pero no puedo hacerlo porque algo me detiene es un “ideal”. Hay que practicarlos porque así el Perú será un país más justo y próspero y lo sacaremos adelante ya que cada día vemos o escuchamos robos, asesinatos, corrupción, etc. En otras palabras, al Perú le falta valores que son convicciones profundas en los seres humanos que determinen su manera de ser y orientan su conducta. Y por desgracia, esta dolencia también está presente en el sector político, que no se escapa de la podredumbre moral que nos aqueja. Ellos que deberían hacer un buen trabajo por la sociedad, poseen una nula vocación de servicio y solo velan por sus intereses personales, convirtiéndose en seres ambiciosos y egoístas, perdiendo así el valor de la solidaridad y amor por el prójimo. Para suerte de la humanidad, la confusión y desorientación, la pérdida de valores, se puede combatir con educación y ética. Según Aristóteles “la educación y los hábitos hacen del hombre bueno para Plutarco, “la educación deben conjugarse para hacer del hombre un ser prefecto y feliz”. Debemos darnos cuenta de que cada uno de nosotros somos responsables de la evolución de este planeta. Una parte de un todo puede hacer cambiar una estructura en cualquier sentido, contaminándola y destruyéndola o produciendo una reacción catalizadora hacia el equilibrio y la trasparencia. Cada uno de nosotros somos referentes de otros, es la oportunidad que se nos ha dado para ayudar al ser humano y si bien es cierto exige un trabajo individual de crecimiento que no es fácil pero tampoco imposible.