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SUBSIDIA

IMAGEN I G N A C I A N A DEL JESUÍTA

EN LOS ESCRITOS DE P O L A N C O

EXTRACTOS

Selección, notas e introducciones


de
A N T O N I O M». DE ALDAMA, S. J .
IMAGEN IGNACIANA DEL JESUÍTA

EN LOS ESCRITOS DE POLANCO

EXTRACTOS

Selección, notas e introducciones


de
A N T O N I O M» DE ALDAMA, S. J .

ROMA 1975
Í N D I C E

INTRODUCCIÓN

- Juan Alfonso de Polanco 5


- Nuestro intento 30

PRIMERA PARTE

I. Suscitar vocaciones
a) Presentación 35
3 7
b) Texto
II. Perseverar en la vocación
a) Presentación >. 44
4 5
b) Texto
III. Aprovechar en^espTritu
a) Presentación
5 6
b) Texto
APÉNDICE: Alabanzas de la
obediencia (1) g 5

a) Presentación
b) Texto 66

SEGUNDA PARTE

IV. Trabajar en la viña del Señor


a) Presentación 73
b) Texto:
a
1 INDUSTRIA: Cómo se han de haber
los de la Compañía
consigo mismos 77
a
2 INDUSTRIA: Que contiene lo que se
ha de hacer con el pró-
jimo 86

3
a
3 INDUSTRIA: Qué personas han de con-
versar para mayor servi-
cio de Dios 92
a
4 INDUSTRIA: Del tiempo 98
a
5 INDUSTRIA: De los medios y modos
que se han de usar pa-
ra el fin dicho y ayu-
dar al prójimo 99
a
6 INDUSTRIA: Cómo se ha de haber
con el Superior y la
Compañía 119
APÉNDICES:
Sobre el sacramento de
la 'Penitencia (2)
a) Presentación 123
b) Texto 125
Sobre los Ejercicios
Espirituales (3)
a) Presentación 132
b) Texto 133
Sobre la asistencia
a los moribundos (4)
a) Presentación 139
b) Texto 141

TERCERA PARTE

V. El Rector
a) Presentación • 147
b) Texto 148

VI. El Secretario
a) Presentación 152
b) Texto 154

4
I N T R O D U C C I Ó N

JUAN ALFONSO DE POLANCO

Entre los hombres de la primera generación jesuítica


que vivieron junto al fundador, hay dos que presentan para
nosotros un interés especial como intérpretes de su pensa-
miento: Nadal y Polanco.
Se podría pensar también en Laínez y Ribadeneira. Pe-
ro Laínez, fuera de las platicas tenidas en el ano 1559 en
el Colegio Romano sobre el Examen (l),no dejó escritos so-
bre el Instituto; y sus cartas de General, aunque se man-
tengan siempre dentro del espíritu ignaciano, son más bien
expresiones de su propio pensamiento. En cuanto a Ribade-
neira, el benjamín de san Ignacio, es más historiador que
otra cosa. Si, en la vida del Santo y en el tratado sobre
su gobierno nos dejó muchos detalles acerca de su espíritu
y mentalidad, pero el intento de Ribadeneira no fue nunca
exponer "nuestro modo propio de proceder en el divino ser-
vicio". El que él tituló: Tratado en el cual se da razón
del instituto de la Compañía de Jesús (2), no es sino una
apología de los puntos mas combatidos de nuestro Insti-
tuto (3)..

1. Cfr. "Le esortazioni del P. Laínez sull'Examen Consti-


tutionum", ed. C. de Dalmases en ArchHistSI 25 (1966),
pp. 132-185.
2. RIBADENEIRA, 1=edro de. Tratado en el cual se da razón
del Instituto de la Compañía de Jesús, Madrid, 1605.
3. Alguien pensará también en Fabroj pero Fabro murió jo-
ven, antes que se escribiesen las Constituciones, y,
fuera de alguna carta, no dejó más que el Memorial,que
es muy personal.

5
De Nadal escribía Polanco en 1553: "Tiene mucho cono-
cimiento de nuestro Padre Maestro Ignacio, porque le ha
tratado mucho, y parece tiene entendido su espíritu, pene-
trado, cuanto otro que yo sepa en la Compañía, el espíritu
della" (4). Sin embargo, Nadal, inteligencia profunda, in-
vestigadora y critica, después de los primeros contactos
ineficaces de París,estaba intelectualmente formado, cuan-
do se puso en manos de san Ignacio en noviembre de 1545.
Habla ya cumplido los 38 años y era doctor en teología (5)y

y tenia hecha su síntesis doctrinal -,al parecer, con ten-


dencia más bien escotista o franciscana que tomista (6).
Es cierto que - como refiere su companero el P. Diego Ji-
ménez - san Ignacio "lo instruyó detenidamente en el modo
de orar, en la razón del instituto, en las constituciones
y en la manera de gobernar" (7); aunque, por extraño que
parezca, Nadal no convivió más de dos anos y diez meses
con Ignacio, y esos no continuos (8). El mismo Nadal se
esforzó sinceramente por interpretar el pensamiento del
santo fundador, cuyo espíritu pedia a Dios en la oración
(9). Subsiste, con todo, el temor de que esa interpreta-
ción siga inconscientemente los moldes de las estructuras

4. Monumento. Ignatiana (MI), Epp V, 109.


5. Cfr. CGDINA, G., "La ordenación y el doctorado en teo-
logía de Jerónimo Nadal en Aviñón", en ArohHistSI 36
(1967), pp. 247-251.
6. Cfr. NICÜLAU, Miguel. Jerónimo Nadal. Madrid 1949, pp.
413-431, espec. 430-431; HEJJA, J., Structura Theolo-
gica vitae spiritualis apud Hieronymum Nadal Roma
t

1969, pp.^31-32; SERÓN, E., El "modo de proceder" de


la Compañía de Jesús según Jerónimo Nadal, tesis doc-
toral (ms) en la PUG, Roma 1969-1970, pp. 10-12.
7. MHSI Nadal I, 35.
8. Exactamente: en 1545-1548 dos años y cuatro meses; en
1552 dos meses; en 1553 unos diez días; en 1554-1555
tres meses; en 1555 unos veinte días.
9. NADAL, Jerónimo, Orationis observationes, Roma 1964,
editor Miguel Nicolau, p. 61, n« 129.

6
mentales y de los sistemas doctrinales ya para entonces
esclerotizados.
Polanco, por el contrario, entro en contacto con la
espiritualidad y el pensamiento de san Ignacio, cuando no
había cumplido los 24 años de edad, y no había estudiado
aún la teología. Tenia un talento clarísimo, preciso, ap-
to para la síntesis, tanto como para la análisis; pero ca-
recía de originalidad (10). Y esto, que en sí mismo se po-
día calificar de defecto, para nuestro objeto resulta una
preciosa garantía: al querer darnos el pensamiento igna-
ciano, podemos estar más que seguros de que no crea sino
transmite fielmente. Además Polanco perseveró constante-
mente, durante nueve anos y medio junto a san Ignacio, yen-
do a él, cada día y quizás más de una vez al día, con los
negocios ordinarios, para conocer su mente sobre el modo de
resolverlos,acudiendo a él en sus dudas¡de instituto, co-
laborando íntimamente con él en la redacción de las Cons-
tituciones, etc. No nos puede, pues, extrañar la afirma-
ción del Padre Manareo: El P. Polanco era "muy familiar a
nuestro beato Padre, porque él mismo lo había formado y
hecho conforme a su corazón" (11).

*******

Juan Alfonso de Polanco nació en Burgos el 16 de di-


ciembre de 1517, de familia rica y padre noble (12). De la
ascendencia judía,que algunos han supuesto, no hay el me-

10. Cfr. el perfil psicológico que de él hace RAVIER, An-


dró, Les Chroniques. Saint Ignace de hoyóla, Nouvelle
librairie de France, 1973, p. 325.
11. "Valde ei familiaris, fuerat enim ab ipso factus et
efformatus secundum cor suum": MANAREO, De rebus So-
eietatis Iesu oommentavivon, Florentiae 1886, p. 129.
12. Así Laínez, Cfr. LUKACS, Ladislaus, "Le catalogue-mo-
dele du Pere Laínez", en AróhHistSI 26 (1957), p.67.

7
ñor indicio (13).
Su padre se llamaba Gregorio de Polanco, y su madre,
María de Salinas. Pariente muy cercano de su madre pare-
ce que era el conocido jurista Martín Soria de Velasco,que
en el Concilio de Trento actuó junto al embajador Vargas
en nombre del emperador, fue miembro del consejo de Casti-
11a, y muy escuchado por Felipe II (14).
A los trece anos lo enviaron sus padres a estudiar a
París, sin duda a la sombra de su tío materno, el Dr. Ber-
nardino de Salinas, que fue mas tarde rector de la univer-
sidad (15). Por lo demás, los burgueleses abundaban enton-
ces en París (16).
Durante cinco años se dedicó a los estudios humanís-
ticos, que florecían entonces en aquella universidad. En
1535 empezó las Artes, o sea, el curso de filosofía (17)
en la cual se graduó como Maestro en Pascua de 1538, bajo
la tutela del Dr. Francisco de Astudillo, otro burgalés,
que le quedó siempre amigo (18). Según una noticia curiosa
de las Acta Rectoría tenía una beca, que valla siete suel-
;

dos parisienses. Con esto venimos a saber que no era un


"porcionista" que pagase su propia pensión en algún colé-

is. Cfr. MHSI PolCompl I, p. XV.


14. GUTIÉRREZ, C . Españoles en Trento. Valladolid 1951,
pp. 798-803. SIGUENZA J. de. Historia de la Orden de
san Jerónimo, II,Madrid 1909, p. 152, afirma que era
hermano de Bernardino de Salinas, tío de Polanco, de
que hablaremos en seguida.
15. Cfr. GARCÍA VILLOSLADA, R., La Universidad de París
durante los estudios de Francisco de Vitoria, Roma
1938, p. 384; Cfr. et. la carta de Polanco al Dr. Sa-
linas en MHSI .PolCompl I, 48-54.
16. Cfr. GARCÍA VILLOSLADA, R., .op. cit., pp. 379-386.
17. Cfr. Ibidem, p. 386.
18. SCHURHAMMER, Georg, Franz Xaver. Sein Leben und seine
Zeit. Freiburg im Br. 1955-1973 (4 vols.), vol. I, p.
227. Trad. cast. del primer volumen por Francisco de
Areitio, Bilbao 1969, vol. I, pp. 341-342.

8
gio, sino un becario ("bursarius"), tal vez en el colegio
de Le Mans, donde su maestro Astudillo enseñaba.
En el Colegio de Le Mans vivía con Astudillo desde
1529 el joven Martín de Olave (19). Es probable que enton-
ces naciera la íntima amistad que toda la vida le unió con
nuestro Juan Alfonso (20). Llegó Polanco a estar en con-
tacto con el grupo de los "iñiguistas", como los llamaba
Nadal? Los conocía su amigo Olave, que había dado a San
Ignacio la primera limosna en Alcalá. Los conocía su maes-
tro Astudillo (21). Uno de los más notables de la colonia
burgalesa, el Dr. Juan de Castro, era o había sido uno de
ellos. Sería, pues, poco verosímil que Polanco no tuviese
noticia del grupo y de su inspirador y jefe Iñigo. Hubo
más? Hubo algún esfuerzo para ganarlo, como sucedió con
Nadal? Es muy aventurado hacer hipótesis. Pero notemos
que Polanco era aún joven. Cuando en abril de 1535 san Ig-
nacio salió de París, Polanco tenía poco mas de 17 anos
cumplidos, y estaba terminando los estudios humanísticos.
Por lo demás, tampoco su amigo Olave se unió al grupo por
entonces.

* * * * * * * *

Después que en 1538 obtuvo Polanco el grado de Maes-


tro en Artes, hay tres años oscuros de su vida. Es de su-
poner que volvió a Burgos. Pero cuánto tiempo se detuvo a-
llí? Estuvo en otro sitio?

19. SCHURHAMMER, Georg» op. ait.. vol. 1. p. 227. Trad.


cast., vol. 1, p. 342.
20. Sabido es lo que refiere el P. Goncalves da Cámara,
que san Ignacio "alababa mucho al P. Olave cuando ha-
blaba con el P.Polanco, y al P. Polanco cuando habla-
ba con el P.Olave, porque sabía que eran entre sí muy
amigos", MI FontNarr I, 587.
21. SCHURHAITIER, Georg, op.oit.. vol. 1, p. 227. Trad.
cast., vol. 1, p. 342.

9
En 1541 lo encontramos en Roma viviendo en casa de su
amigo y paisano Francisco de Torres,y desempañando el ofi-
cio de Scriptor Apostoliaus (22).
Los Soriptores Apostolici o Grossatores, en número
101, eran los que hacían la copia oficial de las bulas, se-
gún la minuta preparada anteriormente por los Abbreviato-
ves. Era un oficio venal, como casi todos los de la Curia
Romana en aquel tiempo. En 1525 costaba 2500 ducados. El
puesto lo ambicionaban muchos, no solo por las ventajas e-
conómicas (tenía un sueldo de 200 ducados anuales, y, por
cada bula recibía el Scriptor una retribución proporciona-
da a la longitud del documento) sino además porque daba en
trada a cargos importantes (23).
No sabemos cuánto tiempo estuvo Polanco ocupado en
este oficio. Pero no pudo ser mucho. En el verano de 1541,
siguiendo el ejemplo de su amigo Francisco de Torres, se
retiró a hacer los Ejercicios bajo la dirección del P.Laí-
nez, y en ellos decidió entrar en la Compañía. Se conserva
la fórmula autógrafa de unos votos suyos hechos el 15 de
agosto de 1541, que puede haber sido el día de la admisión
(24). Además de san Ignacio, los PP. Laínez, Salmerón,
Broet,Coduri, que murió pocos días después (el 29 de agos-
to), habxa en la casa unos doce jesuitas entre sacerdotes
y no sacerdotes recibidos en la Compañía aquél mismo año o
el anterior (25). La casa, alquilada a Camilo Astalli, esta-
ba poco mas o menos en el espacio ocugado actualmente por
el lado nordeste de la Iglesia del Gesu.
En abril del año siguiente, con Andrés de Freux,
que había entrado por el mismo tiempo en la Compañía, fue
enviado a la Universidad de Padua a terminar sus es-
tudios, que según las decisiones tomadas por los prime-

22. Cfr. MHSI Chron I. 911 MHSI PolCompl I. 1.


23. Recogemos estas noticias de H0FMANN, Wilhelm von, For-
ahungen zur Geschichte der kurialem Behdrden,Ram 1914,
II, pp. 136-138, 163-174; DEL RE, Nicolo, La Curia Ro-
mana, Roma 1970, pp. 281-282.
24. MHSI PolCompl I, 1-2.
25. MHSI Chron I, 91-92.

10
ros padres el año anterior,debían comprender, además de la
filosofía, cuatro años de teología (26). Más tarde se les
añadió Jerónimo Otello, ganado por ellos para la Compañía
y Esteban Baroello, enviado por san Ignacio desde Roma.
Los gastos corrían al principio a cargo solamente de
Polanco. Con permiso de sus padres vendió el oficio de
Sorvptor Apostolious, y vino a una composición con ellos,
que le proveyesen de lo que les pareciese por cuatro o cin
co años que deseaba estudiar en Padua, hasta ordenarse de
sacerdote,y que con eso descuidasen de otra cualquiera su-
cesión hereditaria. Sus padres decidieron enviarle iOO du-
cados al año, con lo cual podía vivir él y mantener a otro
escolar.
0 no se enteraron sus padres o no cayeron en la cuen-
ta, sino más tarde, de la entrada de Juan Alfonso en la
Compañía; porque esta circunstancia la llevaron tan a mal,
que -interrumpieron toda relación con él y le prohibieron
incluso que les escribiera (27) . Mas tarde el prior Andrés
Lippomani ofreció casa y rentas para un colegio, y asi es
como se pudo aumentar el número de los escolares. Pero por
diversos motivos los ingresos fueron siempre tan insufi-
cientes que en 1547 podía escribir Ribadeneira: "nuestra
comida ordinariamente es, al almuerzo, un poco de sopa y
un poco de carne, y con esto se acabó, aunque en tiempo de
fruta ha habido un poco de uva o lo que el tiempo daba; a
la noche lo mismo: ensalada de achicoria o endibia cocida,
etc. y un poco de carne; como sabrá informar el P. Polanco,
que no se ha cambiado nada después que él marchó" (28)
Llegado a Padua, Polanco se entregó en seguida al
estudio con grande entusiasmo. Como el año escolástico es-
taba ya muy avanzado, aprovechó aquellos meses, de abril a
octubre, para repasar la filosofía. En octubre empezó el
curso teológico. El mismo lo refería algunos años después
a su tío el Dr. Bernardino de Salinas: "Antes que procura-

26. MI Const I, 57.


27. MHSI PolCompl I. 47-48, 55-59.
28. MHSI EppMixt V, 649.

11
se ser admitido a profesión, me pareció (porque ninguno la
hace sino letrado y sacerdote, y conocido y experimentado
mucho tiempo), irme a un estudio, que fue Padua, para tem­
porizar (29) y aprender letras con que después pudiese ser_
vir a Dios en ayuda de las animas mediante su divina gra­
cia. Y asi gastando algún tiempo en repetir todo mi curso
y pasar más adelante en la filosofía, me puse muy de pe­
chos en el estudio de la teología escolástica, asi la vie­
ja de Santo Tomás y del Maestro (30), con sus comentarios,
como la moderna, que es para la práctica de estos tiempos
más necesaria (31). Y pasé asimesmo las Escrituras del
Nuevo y Viejo Testamento, ayudándome,ultra de los comenta­
rios, un poco de las lenguas griega y hebrea, que para es­
te fin comencé a estudiar, bien que en la hebrea pasé poco
adelante. VÍ también otros muchos autores, que para la
práctica del ayudar a los prójimos en el predicar y confe­
sar y conversar espiritualmente ayudan" (32).
El método de hacer "extractos" o resúmenes de todo
lo que lela o estudiaba, método favorito de Polanco, que
no sabemos si lo aprendió en París, pero que lo practicó
profusamente en Padua y lo aconsejó después en las Indus­
trias, de donde el consejo pasó a las Constituciones, ha
permitido al P. Angelo Martini investigar en su tesis doc­
toral las materias y los autores a que dedicó Polanco prin
cipalmente su tiempo (33).

29. En el sentido de ocupar el tiempo de espera.


30. El "Maestro de las Sentencias", Pedro Lombardo.
31. El P. Martini, en el artículo, que citaremos en la no­
ta 33, muestra que por "teología moderna" entiende Po­
lanco la moral (como las sumas de S. Antonino y del
dominico Peraldo), la ascética'(como las obras de san
Buenaventura y de Gersón] y las obras de controversia
(como las de Ambrosio Catarino y Alberto Pigge
32. MHSI PolCompl 50-51.
33. El manuscrito de estos extractos se conserva en dos
códices, uno en Alfifa.RomanOkJSocietatis Iesu (ARSI),
Opp NN 78,el otro en el Archivo de la Pontificia Uni­
versidad Gregoriana (códice 477). Los estudió el P.

12
Terminados los estudios, recibió Polanco las órdenes
sagradas, y el día 4 de septiembre de 1546 calió de Padua.
El P. Laínez había hecho de él poco antes el siguiente ha-
lagüeño retrato: "Pequeño de estatura, pero bien propor-
cionado y de rostro bello. Suficientemente apto para los
trabajos. De talento y memoria más que medianos. De juicio
maduro y grave. Conoce bien la lengua latina, las artes (o
filosofía) y las dos teologías. Posee también la historia,
y medianamente el griego y el hebreo. Es caritativo* dili-
gente, incansable, humilde, obediente, amable, muy ejem-
plar, grave y plácito. Será apto para predicar, tener lec-
ciones sacras y conversar espiritualmente (34).
Empezó entonces Polanco lo que Bartolomé Ferráo,es-
cribiendo por comisión de san Ignacio, llama "el ano de
probación acostumbrada" (35). Después de ejercitar durante
un poco de tiempo el ministerio espiritual en Bolonia, se
dirigió por orden de san Ignacio a Pistoya, donde dio los
Ejercicios al obispo Francisco Caligari, y lo indujo a e-
jercer el oficio de predicar (cosa inaudita en los obispos
de aquel tiempo). Se dio también el caso curioso de una
congregación de sacerdotes que,con el apoyo del huen obis-
po^ eligió por B U rector a Polanco (36). De Pistoya se co-
rrió Polanco a otros lugares de la Toscana, como Pisa y a
la misma Florencia, donde tuvo conversaciones con los du-
ques, y, a petición de la duquesa,le puso en escrito algu-
nos avisos espirituales (37). Algunos han acusado a Polan-
co de -imprudencia por haber dado este paso, y han dicho
que san -Ignacio lo desaprobó. Es cierto que Polanco,lleva-
do por su celo dio en Florencia algún paso menos prudente;
pero no consistió en esos avisos a la duquesa, que los a-
preció siempre, y desde entonces quedó mas afecta a la Com

... Angelo Martini en su tesis doctoral. Cfr. "Gli stu-


di teologici di Giovanni Polanco S.I." en ArohHistSI
21 (1952^, PP« 225-261.
34. Cfr. LUKACS, Ladislaus, art. cit.,pp. 62-65.
35. MI Epp I. 468.
36. Cfr. MHSI Chron I. 172-173.
37. Cfr. MHSI PolCompl I, 19, 20-29.

13
nía. Mas probaftle es que Polanco se pusiese en contacto
con personas espirituales devotas de Savonarola, cuyos se-
cuaces eran perseguidos por el duque (38). Esto es lo que
desagrado al Medicio. De todos modos el error no debió de
ser muy grave, puesto que, apenas llegado Polanco a Roma,
san Ignacio lo nombró Secretario de la Compañía
Es de notar que los Polanco no eran desconocidos en
la corte de los Medici. Encontramos dos hermanos y otro
pariente cercano de nuestro Juan Alfonso establecidos du-
rante algún tiempo en Florencia (39); y como eran ricos y
nobles, gozaban de influencia. El caso que vamos a narrar
lo confirma.
En Florencia (quién sabe si en el mismo palacio du-
cal?) se encontró Polanco un día con su hermano Luis, que
le seguía en edad. Entraron en discusión animada, porque
Luis pretendía que Juan Alfonso abandonase la Compañía^y
se volviese a Burgos. Avisado san Ignacio de lo que suce-
día, escribió a Polanco que se fuese a Trento, al Concilio
o se viniese a Roma. Pero se enteró Luis, no sabemos cómo;
y hombre decidido, se apoderó con la fuerza de su hermano,
se lo llevó a la casa que tenía en Prato, y lo encerró en
ella. Nuestro Juan Alfonso siguió el ejemplo de otros dos
insignes encarcelados (pequeños de estatura también aqué-
llos): san Pablo y van Juan de la Cruz: forzó la cerradura
de una puerta, se descolgó con una cuerda por una ventana,
y huyo a Pistoya, a la casa de su amigo el obispo de la
diócesis. Allí parecía estar seguro. Pero luis era "pode-
roso" y "favorecido por la señoría", y fue capaz de sacar-
lo de la casa misma del obispo de Pistoya, y encerrarlo de
nuevo en la suya. Al mismo tiempo intervenía con san Igna-
cio por medio del ex-general de los franciscanos Vicente
Lunel y de un amigo común<, el Dr. Juan de Sandoval, para

38. Cfr. SCADUTO, Mario, L'Epoca di Giacomo Lainez, Roma,


1964-1974 {-Storia della Compagnia di Geeü in Italia,
4 vols.). I, pp.139-140: MI Epp I, 717| MHSI PolCompl
1. pp. XIX-XX.
39. Cfr. MHSI PolCompl 1, 93, 129-131. 132-133, 149 ...

14
que permitiese la ida de Juan Alfonso a visitar la familia
en Burgos. El santo fundador obro entonces con la conocida
prudencia. Respondió que pondría el asunto en manos de dos
personas, una de las cuales fuese el mismo P. Lunel (el o-
tro fue el licenciado Madrid, aún no jesuita). Se conserva
el parecer de éstos dos,que finalmente convinieron en que
Polanco no estaba obligado a visitar la familia,pero acon-
sejaban que retrasase un año la profesión, y entre tanto
escribiese con frecuencia a sus padres,para mostrarles que
la Compañía estaba aprobada por la Santa Sede, Ignacio,
entre tanto, por medio de don Juan de Vega y del Virrey de
Ñapóles, padre de la duquesa de Florencia, había logrado
que Polanco fuese dejado libre por su hermano,y viniese a
Roma (40).

*******

Llegado a Roma,lo nombró secretario san Ignacio. No


sabemos exactamente cuándo,pero debió ser muy pronto, pues
el 27 de abril le escribió Laínez desde Bolonia,y le feli-
citaba ya por el nombramiento (41). Sin embargo, no por
eso interrumpió su año de probación. Refería él mismo sus
ocupaciones de aquellos primeros meses con estas palabras:
"El secretario de la Compañía atendía en la iglesia a oir
confesiones,tenía sermón por la mañana y lección sacra por
la tarde (sin duda los domingos y días de fiesta), y
entre tanto no dejaba de hacer los oficios de la co'cina y
del refectorio. Desempeñaba también el cargo de Procurador
General, y se ejercitaba en enseñar la doctrina cristiana"
(42). Entraba asi en una forma de actividad tan infatiga-
ble, que duraría toda la vida, y que no seremos capaces de
describir.
Polanco era,ante todo.secretario, y lo fue durante 26

40. MI Epp I. 467-469j MHSI PolCompl I. 33-34.


41. MHSI Laínez I. 60.
42. MHSI Chron I, 209, n» 168.

15
anos con tres Generales. En un escrito suyo, titulado Suma
de las cosas que son propias del oficio de secretario que
nuestro Padre ha dado a Polanco, compendiaba asi sus fun-
ciones: "Leer las letras de todas partes,y tener cuenta
con que se haga sumario de los puntos dellas, que no es
poco negocio. Ver los puntos que piden consulta,para pro-
ponerlos al superior (al General), o por su orden tratar-
los con otros, y la ejecución de la consulta. Responder a
todas partes, y (sin la copia del libro) por duplicadas y
triplicadas, muchas veces. Dar orden que se expidan los
negocios, encomendando, etc. Ver las nuevas de unas partes
y de étras, y limarlas, y traducirlas o hacerlas traducir
(y reverlas) en diversas lenguas; y tener manera que en
cada parte se sepa de las otras, que es negocio que pide
también harto tiempo. Dar orden a las instrucciones de los
que se envían a una parte y otra. Dictar las informaciones
y pólizas varias que ocurren. Tener cargo del archivo de
las Bulas, Breves, Signaturas y otras escrituras auténti-
cas de toda suerte, así de Roma como de fuera". Sigue la
enumeración de libros y escrituras que el secretario ha de
procurar que se lleven y guarden: libro de avisos, listas
de profesos,coadjutores y escolares, nota de las fundacio-
nes, ciertas informaciones secretas, fórmulas de votos,
etc. (43).
Polanco, que no procedía nunca empíricamente, organizó
todo este trabajo mediante un reglamento,que tituló: "Del
oficio del secretario", del cual daremos un fragmento en
esta antología. Previamente, apenas nombrado secretario,
había enviado una circular a toda la Compañía, para orde-
nar la correspondencia oficial con el centro (la primera
Formula scribendi) (44).
Pero además de su oficio de secretario, tuvo que a-
yudar a san Ignacio en otra obra importantísima, la redac-
ción de las Constituciones. Sobre esta colaboración de Po

43. MHSI PolCompl I. 87-88.


44. MI Epp I. 536-549.

16
lanco hemos escrito en otra ocasión (45). Bastará que re-
sumamos aquí los hechos principales. Estudió, ante todo,
Polanco los diplomas pontificios de la Compañía y demás do
cumentos legislativos anteriores a su tiempo. Leyó después
y extractó las Reglas y Constituciones de diversas Ordenes
religiosas: la Regla de san Benito con el comentario del
cardenal Torquemada, las de San Basilio, las tres atribui-
das a san Agustín, la de san Francisco con la Expositio de
san Buenaventura, unas Constituciones franciscanas,más
tarde también las Constituciones de los dominicos.
Las dudas y las sugerencias de todo lo leído las so-
metía a san Ignacio,para guiarse en todo por su pensamien-
to e inspiración. Dio aún un paso más en esta labor prepa-
ratoria; en forma de "industrias con que se ha de ayudar
la Compañía para que mejor proceda para su fin" redactó
ordenadamente una serie de normas legislativas,que podría-
mos llamar un "anteproyecto" de Constituciones (46).
Después de esta preparación, guiado por san Ignacio,
se entregó al trabajo de redacción del texto mismo de las
Constituciones, que duró en total unos tres anos. Comenzó,
reuniendo en un primer texto orgánico, que escribió por la
mayor parte de su misma mano, el material anteriormente a-
cumulado, sin distinguir aún entre Constituciones y Decla-
raciones. Apenas terminado, preparó otro, haciendo que los
copistas transcribiesen en parte el primero,en parte otros
borradores parciales por él redactados. Este segundo texto
lo puso en manos de san Ignacio, que lo corrigió profusa-
mente, y en 1551 lo presentó a los Padres Congregados en
Roma. Finalmente, teniendo en cuenta las observaciones de

45. Cfr. ALDAMA, Antonio Ma. de, "La composición de las


Constituciones de la Compañía de Jesús" en ArohHistSI
42 (1973), pp. 207ss.
46. Na hablamos de las Constituciones de los Colegios,
pues no parece que fuesen escritas con ese objeto
preparatorio de las Constituciones generales, aunque
de hecho constituyeron después una importante fuente
de la Parte IV.

17
estos Padres y las enseñanzas de la experiencia, fue com-
puesto el texto definitivo, en cuya redacción intervino
también activamente Polanco,guiando a los copistas con in-
dicaciones escritas y párrafos que había que sustituir.
Consta, sin embargo, que todo lo sometía a revisión de san
Ignacio, y la mano del santo fundador, que aparece con
frecuencia en el texto definitivo, lo confirma.
Además del de secretario, Polanco tenia los oficios
de ecónomo y procurador. Como ecónomo, o "tesorero" (dice
él), tenia que proveer de comida y vestido a los de la casa
y a los de los dos colegios, el romano y el germánico. Co-
mo procurador, tenia que tratar con la Santa Sede los ne-
gocios de las diversas casas de toda la Compañía, ya que
entonces las rentas de los colegios eran en gran parte de
beneficios eclesiásticos. A esto se añadía (como él mismo
refiere) atender a las confesiones de los de casa y de los
del colegio, ayudar a los tentados, examinar a los candi-
datos, cuidar de los destinos, tener una cierta superin-
tendencia del colegio, resolver algunos puntos doctrina-
les, etc. (47).

Si quisiéramos seguir narrando la vida de Polanco al


lado de los dos sucesores de san Ignacio, Laínez y Borja,
tendríamos que escribir la historia de la Compañía en a-
quel período; tan central fue su intervención en toda la
actividad de la Orden. Nos limitaremos a cuatro o cinco e-
pisodios más personales.
El primero es la tempestad levantada por Bobadilla
después de la muerte de san Ignacio. Polanco era uno de
los tres sujetos contra quienes Bobadilla dirigió sus ata-
ques, junto con Laínez y Nadal. Un autor moderno,interpre-
tando las intenciones de Polanco, lo ha creído ver como mo-
lesto por la facilidad con que todo termino finalmente en
paz; porque hubiera querido que la primera Congregación
General hubiese impuesto a Bobadilla un castigo ejemplar
para aviso a los venideros. Pero el autor aludido no aduce
fuente ni prueba alguna para esta grave acusación.

47. MHSI PolCompl I, 88-90.

18
De muy diversa índole es la especie de altercado sur-
gido entre Polanco y Bobadilla, cuando aquél fue de visi-
tador a Sicilia: Bobadilla decía querer ser subdito suyo,
más que ningún otro; mientras que Polanco lo respetaba co-
mo a padre (48).
El mismo autor, que difícilmente disimula su poca
simpatía hacia el secretario, aunque aprecia sus cualida-
des humanas y su espíritu de sacrificio, nos lo presenta
como hombre duro, frío, cortante, resentido del cual
no se lee nunca que haya llorado; al que no interesa el
progreso material de su familia, etc. ...
SÍ, "no se lee que haya llorado", no se lee nada de
sus sentimientos más íntimos, porque,probablemente llevado
por el "ama nesciri", no nos dejó nada autobiográfico. Se
interesó más bien del bien espiritual que del material de
su familia, siguiendo el ejemplo y doctrina de su padre y
maestro Ignacio, de "perder toda la afición carnal, y con-
vertirla en espiritual. Pero siempre siguió preocupándose
por ella, como lo muestran, por ejemplo, sus cartas al
rector del colegio de Sevilla, donde residía su hermano
Gonzalo (49). Que tampoco era insensible a los sentimien-
tos de la amistad, lo hemos visto al hablar de la c¡ue man-
tuvo con el P. Olave. En cuanto a lo de "duro, frío, cor-
tante, resentido", su carácter no era ciertamente el de un
andaluz o un siciliano exuberante,sino el de un recio húr-
gales, semejante al de aquél otro, el P.Luis Martín,que sin
anestesia y sin un "ay" sostuvo la amputación de un bra-
zo. Pero una cosa es reciedumbre y otra dureza, frialdad y
resentimiento. Laínez, que conocía bien a Polanco, aún in-
teriormente, lo define: "caritativo", "amable" y "plácido"
(placidus). Este último epíteto es especialmente signifi-
cativo. Bien dice el P. Ravier, en su perfil psicológico,
que "la afectividad de Juan de Polanco se mantiene secreta

48. MHSI PolCompl II, 322. Bobadilla quedó tan contento


de la visita, que escribió a Mercuriano proponiendo a
Polanco para Provincial.
49. MHSI PolCompl I, 313-314, 386, 457-458| II, 271.

19
pero alimenta el fuego interior, la llama del espíritu; no
se entrega espontáneamente, se cristaliza en una gema pu-
ra. Su frialdad es aparente - añade -: la armazón de su
rigor intelectual y moral es, sin duda, un sistema de de-
fensa, detrás del cual se oculta un cierto retardo de madu-
rez, un cierto sentimiento de inferioridad. Pero hay en él
mucha nobleza, mucha pureza moral, una dignidad que no de-
be nada al orgullo, sino todo a la fuerza del alma" (50).
Por lo demás, ya sabemos que es achaque de todos los tiem-
pos acusar a los ministros o consejeros, cuando por un mo-
tivo o por otro no se quiere condenar a los que gobiernan.
Pero, como el mismo Polanco dijo a los que se quejaban de
los destinos hechos durante el generalato de Laínez, la
estratagema no vale: porque, al mismo tiempo están conde-
nando al principal responsable,de dejar que otros gobier-
nen en su lugar (51).

En 1561-1562 Polanco acompañó a Laínez,primero al


célebre coloquio de Poissy, y después al Concilio de Tren-
to. No le ayudo solo como secretario en el gobierno de la
1
Compañía. Fue él quien obtuvo que Francia enviase repre-
sentantes al Concilio de Trento; por otra parte, más dipl£
mático y flexible que el General, pudo entrar mejor en
contacto con los hugonotes, aunque el resultado final fue-
se negativo (52). En Trento mostró Polanco otra de sus
múltiples facetas: la de teólogo. Su nombre figura entre
los teólogos del Concilio. Era además., "Procurador" del Ca£
;

denal de Ausburgo, Otto Truchsens, y muchos prelados le


daban sus "votos" para que los viese y corrigiese antes de
leerlos en la sesión conciliar. El 30 de agosto de 1562,
hablo en la congregación de teólogos sobre el sacramento
del orden, "con tanta edificación y satisfacción de todos,
que ... siendo ya tarde, casi hora de irse, preguntó a los
Legados si continuaba o terminaba; y todos le dijeron que
continuase'.' El P. Juan Fernández, que lo refiere, dice ha-
ber oido decir a muchos teólogos: esto es hablar; esto es

50. RAVIER, André, op. oit.. p. 325.


51. Cfr. MHSI Salmerón I, 361-362.
52. Cfr. SCADUTO, Mario, op oit., II, pp. 130-135.

20
citar y declarar bien a los autores y explicarlos; y no
como algunos, que vienen con ciertos afectos, que más bien
habría que enviarlos a escuelas de retórica que oírlos en
un Concilio" (53).
Los coloquios de Poissy, no fue la única ocasión que
tuvo Polanco de desplegar sus notables cualidades diplomá-
ticas. En 1567 lo escogió san Pío V para tratar un espino-
so asunto, precisamente con el duque de Florencia Cosme de
Mediéis, al que según algunos historiadores habría disgus-
tado tanto anteriormente. Tal vez el Papa tuvo en cuenta
el ascendiente que gozaban los Polanco en aquella capital;
pero lo más probable es que se fijase en las dotes perso-
nales del enviado. El P. Le Bas dice de él que era "gran
negociador", y lo describe adornado de "grandes dones na-
turales, bella presencia, afabilísimo, grave, muy compues-
to interna y externamente ...; tan conrtés que,aún hablan-
do con otros muy inferiores a él, nunca quería cubrirse, si
el otro no se cubría. Gran conversador, a quien algunos
daban el apodo de "Mercurio"; agradaba a los que le escu-
chaban con la variedad de sus conocimientos, pues se puede
decir que sabía de todo, y tenía el arte de mezclar lo u-
til con lo dulce. Su conversación era siempre espiritual;
quienes lo conocían, por más doctos y estimados que fuesen,
siempre le dejaban hablar a él, sin interrumpirle" (54).
El negocio de Florencia quedó resuelto con satisfacción de
ambas partes.

Otro viaje más largo tuvo que hacer Polanco, esta


vez acompañando a san Francisco de Borja, que por orden
del mismo san PÍo V fue en 1571-1572 a Madrid y Lisboa con
el Cardenal Bonelli. A la vuelta, General y secretario ve-
nían enfermos. El secretario, aunque por las insistencias
del P. Nadal, que no podía prescindir de su "consejo y
diligencia"^había hecho una rápida aparición en Roma, que-

53. Cfr. EHSES, Stephanus, Concilii Tridentini Aotorum,


Pars sexta, Friburgi Br, 1911, PP- 28-3C¡ MHSI Laínez
VI, 454.
54. MHSI PolCompl II. 571.

21
do después en Macerata impedido por fiebres tercianas. A-
llí recibió la noticia de la muerte de san Francisco de
Borja. Se puso inmediatamente en camino,a pesar de la fie-
bre, "metido en el serón de un mulo", y durante el camino
se enteró que había sido elegido Vicario General (55).
Con la convocación de la tercera Congregación Gene-
ral, llega para Polanco la gran prueba, que el superó de
manera espléndida, y en la que mostró su madurez espiri-
tual. Los ojos se dirigían generalmente a él como al futu-
ro General. Sin embargo, hubo oposición, hubo intrigas y
manejos, que el P. Possevino se creyó obligado a denunciar
al Vicario, pero que Polanco, por tratarse principalmente
de su persona,no atajó. Finalmente, habiendo manifestado
el Papa su deseo (aunque retiró el mandato) de que por
esta vez no fuere elegido un español, la mayoría de votos
cayó sobre el P. Mercuriano. Un testigo presencial, el P.
Ribadeneira, escribió después: "El P. Maestro Polanco res-
plandeció en todas sus acciones con tan rara modestia,
constancia e igualdad de ánimo, que muy bien se echó de
ver que tenia debajo de los pies el ser General,y que nun-
ca lo había pretendido, sino huido, y que hacía gracias a
nuestro Señor porque lo había liberado de tan pesada car-
ga" (56).

* * * * * * *

Con la elección de Mercuriano, Polanco se vio libre,


no sólo del cargo de secretario, sino también de los demás
oficios que habían pesado sobre él en los generalatos an-
teriores. Con Laínez había sido Asistente y Admonitor; con
Borja había conservado el cargo de Admonitor y había sido

55. Ibidem, II, 716; MHSI Bovgia V, 715; SACCHINI, Fran-


ciscus, Historiae Societatis Iesu pars tertia, Romae
1602, lib. VIII, n» 34.
56. Cfr. ASTRAIN, Antonio, Historia de la Compañía de Je-
sús en la asistencia de España,tomo III, Madrid 1925,
pp. 5-27.
22
superintendente del Colegio Germánico. Había enseñado Sa-
grada Escritura en el Colegio Romano, había asistido como
teólogo en la reforma de la Dataria, promovida por san PÍo
V (57), etc. Se pudo así dedicar a escribir, para lo que
tenía dotes notables. El P.Ravier piensa que entre los je-
suítas de la primera generación es quizás Polanco el mejor
escritor (58). Frusio era, sin duda, más literato; pero
murió joven, y no compuso más que versos latinos y algún
manual escolástico.
La bibliografía completa de Polanco no se ha hecho
aún, ni tampoco pretendemos hacerla aquí. Indicaremos so-
lo las obras más importantes, y distribuyéndolas según la
materia, en tres categorías: obras entorno al Instituto de
la Compañía, obras históricas, y obras de interés princi-
palmente espiritual y pastoral.

2. Por lo que se refiere al Instituto, tenemos dos


obras muy importantes, de que hablaremos más en concreto
en las introducciones particulares a los documentos 4 y 5
de la presente antología. Son las doce Industrias y las
Constituciones de los Colegios, que pertenecen a los pri-
meros años del secretariado de Polanco (1548-1549). A la
misma época pertenece el Oficio del Secretario, del que
también daremos un extracto (doc. 6 ) .
Del último ano de la vida de san Ignacio es, en cam-
bio, la apología de la Compañía contra la censura de la
Sorbona de París (59). En el mismo género entran los di-
versos Informes sobre el Instituto de la Compañía, su ori-
gen, sus características, su aprobación. En MHSI han sido
publicados al menos cuatro,escritos en los anos 1551,1555,
1556 y el más largo y completo en 1564 (60).
Deberíamos tal vez mencionar también las Instruccio-

58. RAVIER, André, op. cit.. p. 325.


59. MI Epp XII, 614-629.
60. MHSI PolCompl I, 65, 68, 107-121 (compendio en 607 -
671)j 498-528; MI Epp XII. 275-281.

23
nes dadas a los Padres que se enviaban a los ministerios.
Pero en ellas, mas que en otros escritos polancianos (si
se exceptúan las cartas escritas "ex coramissione") surge
la duda constante ^de la paternidad: son de Polanco o de
san Ignacio? o, cuanto de Polanco y cuánto de san Ignacio?
Hay, sin embargo, una de estas instrucciones que nos cons-
ta ser exclusivamente de Polanco, sin ninguna intervención
de san Ignacio. Es la escrita para los Padres Jayo, Salme-
rón y Canisio, cuando en 1549 fueron enviados a Ingolstadt
(61). En la carta a san Pedro Canisio con que se la remi-
tía, se excusaba Polanco de haberla escrito sólo por obe-
decer "a esos Padres míos y maestros en Jesucristo", y ana-
dia que, queriendo ensenarla a Nuestro Padre, y comenzando
a leerla, este le atajo y le dijo que "se remitía", y que
daba por bueno "lo que pareciese aquí y allí", es decir, a
Polanco y a los Padres enviados. Así que - puntualizaba el
secretario - "no se tome este escrito como de su Paterni-
dad, sino que valga sólo por lo que parezca conforme a ra-
zón" (62).

Con ocasión de la segunda Congregación General (1565)


preparo Polanco dos curiosos documentos, que han quedado
inéditos: Quaedam ex Constitutionibus quae non observantur
y Quaedam quae aliter videntur dicenda in Examine, Consti-
tutionibus et Declarationibus (63). Por las Actas no pode-
mos saber que destino tuvieron estos escritos: si Polanco
realmente los presentó en la Congregación o no, y en caso
afirmativo, qué uso hicieron de ellos los Padres congrega-
dos .

2. "Los méritos del secretario de san Ignacio, como


en la redacción de las Constituciones, en el origen de los

61. MI Epp XII,239-247; SAN IGNACIO DE LOYOLA, Obras com-


pletas, edición manual en un solo volumen, a cargo de
especialistas del Instituto Histórico de la Compañía
de Jesús, de Roma, Madrid 1963, pp. 740-746.
62. MI Epp II, 539.
63. ARSI Congr. 2QO- . 9 1 - 1 0 4 y 29-57.
p p

24
colegios y en la evolución de los Directorios de Ejerci-
cios fueron mayores de lo que antes se pensaba, asi tam-
bién superan toda nuestra expectación en lo que se refiere
a la biografía ignaciana y a los principios de la historÍ£
grafía de la Compañía". Este juicio es de un buen conoce-
dor de la materia, el P. Pedro Leturia (64).
Polanco se interesó siempre de la vida de san Igna-
cio y los orígenes de la Compañía. Una de sus primeras
preocupaciones, apenas nombrado secretario, fue obtener
del P. Laínez la célebre carta sobre este argumento, fir-
mada en Bolonia el 16 de junio de 1547 (65). Tomando como
fuente principal esta carta, pero completando sus datos
con otros encontrados en el archivo y en los testigos de
Roma, escribió Polanco en 1548 en castellano un Sumario de
las cosas más notables que a la institución y progreso de
la Compañía de Jesús tocan. Resumido á s tarde en italia
m

no y continuado hasta 1551, esta presentación histórica


de la fundación de la Compañía, aunque no se llegó a im-
primir hasta nuestros días, tuvo en tiempos de san Ignacio
una cierta difusión, también entre los de fuera (66).

Sobre la muerte de san Ignacio la fuente documental


más importante es la carta circular escrita por el secre-
tario pocos días después, el 6 de agosto de 1556 (67).
Pero cuando Polanco pudo dedicarse a sus trabajos
históricos, para que sin duda tenía interés y cualidades
especiales, fue cuando se vio libre del cargo de secreta-
rio.
En primer lugar puso al día una especie de diario de
lo sucedido en la Compañía desde la vuelta del P. L a m e z
de Trento hasta la muerte de san Francisco de Borja en un
/

escrito titulado: Commentariola rerum memoria dignarum in

64. AfJ FontNarr I, 11*.


65. Ibidem. 70-145.
66. Ibidem, 151-297.
67. Ibidem, 764-772.

25
Societate nostra ab armo 1564 (68); con ello continuaba
una preocupación semejante, llevada a cabo con más preci-
sión durante el viaje del P. Laínez a Francia (69).
Después se dedicó a su gran obra histórica, el Chro-
nioon Sooietatis Jesu. Empezó con una exposición más con-
cisa de los hechos. Pero habiéndole dado el P. Mercuriano
la consigna de que pusiese "cosas que pudiesen servir de
recuerdo en la práctica del gobierno", se difundió después
en la narración, "poniendo también sucesos y cosas no edi-
ficantes" (70). Sirviéndose del archivo y ayudándose sin
duda también de su extraordinaria memoria, dictó_en latín
la relación de la vida y apostolado de la Compañía, desde
1537 (el ano de la llegada de nuestros Padres a Venecia)
hasta la muerte de san Ignacio. Es increíble que en espa-
cio de un ano o poco más (1573-1574) llevara a cabo una o-
bra de esta mole, que en la edición de MHSI ocupa seis vo-
lúmenes, con un total de 4500 páginas. Sin embargo, no
creyó Polanco haber escrito una Historia de la Compañía,
sino de haber recogido el material para redactar cuatro o-
bras diversas: una historia universal de la Orden; una se-
rie de historias particulares de cada casa,y otra de bio-
grafías de algunos jesuítas más eminentes, y.finalmente,
algunas observaciones útiles para su gobierno (71).

Terminado el Chronicon, no contento de los pocos pá


rrafos que al principio de el había dedicado a la vida del
fundador, redactó Polanco 16 folios dobles titulándolos:
De vita Ignatii et Sooietatis Iesu initiis t con el objeto
que fuesen puestos al principio de la obra mayor. Intere-
sante es que, conociendo, como sin duda conocía, la Auto-
biografía, al menos a través de la Vida de Ribadeneira

68. MHSI PolCompl II, 635-783. La palabra "diario" no es


del todo exacta, porque los hechos se ordenan libre-
mente dentro de cada año.
69. MHSI PolCompl II, 838-844; MHSI Laínez VIII, 753-759,
768-775.
+
70. MI FontNar^ II 2 8 .
+

71. Ibidem, 28 -29 .

26
cuya primera edición latina habla salido dos años antes,
1572), Polanco prefirió tomar como fuente principal la car_
ta de Laínez y sus propios Sumarios. Nos da, pues, la bio-
grafía ipnaciana desde otro ángulo de visión.

3. Todavía encontró Polanco tiempo para escribir


algunos tratados de ascética y pastoral. Ya al final de
sus estudios teológicos en Padua redactó algunos ensayos
en forma de pequeños tratados sobre diversas virtudes, sin
duda, como preparación al ministerio apostólico: Sobre el
Honor de Dios, Sobre los medios de crecer en el mayor ser-
vicio de Dios y del prójimo, Sobre la humildad, Sobre el
temor de Dios, Contra la Soberbia, Contra la avaricia; y
dos diálogos Sobre la devoción (72). Del período de la
predicación en Pistoya y Bolonia parecen ser otros dos es-
critos: CÓmo se han de atraer y disponer los hombres a los
Ejercicios espirituales y Cómo se han de traer los hombres
a los Ejercicios, por qué aprovechamos poco, y cuáles son
los remedios (73). Todos estos escritos están aún inédi-
tos.
El mismo fin apostólico tuvieron y a la misma época
pertenecen las dos series de Avisos para el Duque y Duque-
sa de Florencia, que ya hemos mencionado, aunque los diri-
gidos al Duque no consta que fuesen presentados; lo mas
probable es que n° lo fuesen (74).
También hay tal vez que colocar a Polanco a la cabe-
za de los jesuitas autores de catecismos. En 1570 se pu-
blicó con su nombre en Venecia una Dottrina Christiana, en
la Imprenta de Francisco Pampezzetti (75) . Pero ya en 1551
reprendía Polanco a Pelletier, porque había puesto su nom-

72. Cfr. MARTINI, Angelo, art. cit.. p. 264.


73. Ibidem, p. 267.
74. MHSI PolCompl I, 20-29; II, 823-828.
75. SUMMERVOGEL. Carlos, Bibliothéque de la Compagnie de
Jesús (9 vol.), Bruxelles - París, 1890-1900, vol. VI
p. 945.

27
bre en la obra, mandando que lo sustituyese por la frase:
"revista en la casa de la Compañía de Jesús" (76).
Mas información tenemos del Breve directorium ad
oonfessarii ac confitentis munus rite obeundum,escrito por
voluntad de san Ignacio, y editado en 1522. De él damos
aquí un extracto (Apen. 2).

En medio de las ocupaciones de sus varios oficios,


Polanco encontraba tiempo para el trabajo pastoral. El P,
Le Bas dice que confesaba cardenales y prelados importan-
tes. Uno de éstos era el santo joven Roberto de Nobili,
sobrino de Julio III, creado cardenal por su tío a los 14
anos, y que murió antes de cumplir los 18 (77). Para él,
según parece, escribió Polanco algunos avisos sobre el Mo-
do de portarse con los padres (78).
En los últimos anos de su vida escribió Polanco otras
dos gulas pastorales, de las que también hablaremos des-
pués más detenidamente: el Directorio jpara dar los Ejerci-
cios espirituales (Apénd. 3) y el Método de ayudar a los
moribundos (Apend. 4 ) .
Hay aún otros escritos, algunos inéditos, otros im-
presos, que sólo podemos mencionar. El P. Possevino habla
de un tratado De modo orandi et psallendi cum fructu, que
se encuentra entre los opúsculos de la Congregación Maria-
na (79). Tal vez a él alude Manareo, cuando dice que es-
cribió Polanco industrias "ad meditandum et orandum" (80).
También para la Congregación Mariana redactó Polanco
unos Mónita vitae spiritualis, que vieron la luz pública

76. MI Epp III, 686. Todos los datos correspondientes a


este argumento se pueden ver recogidos en URIARTE, J.
E. de, Catálogo razonado de obras anónimas y seudóni-
mas de autores de la Compañía de Jesús pertenecientes
a la antigua Asistencia española (5 vol.), Madrid,
1904-1916, vol. V, pp. 45-46, n. 6756.
77. Cfr. MHSI PolCompl II, 573; MHSI Laínez IV, 144-149.
78. MHSI PolCompl II, 815-819.
79. PDSSEVINÜ, A., Apparatus sacer, Colonia 1608, p. 933.
80. MANARAEUS, Oliverius, De rebus Societatis lesu, Flo-
rencia 1886, p. 129.

28
en el s. XVII (81). Ribadeneira y Manareo nos hablan asi-
mismo de un tratado que Polanco había escrito sobre la hu-
mildad, y efectivamente en el ARSI se conserva un largo
tratado: Tractatus de humilitatis virtute et de eius per-
featione acquirenda, no autógrafo de Polanco, pero corre-
gido de su mano. Ocupa no menos de 250 páginas, y está di_
vidido en cuatro partes y un total de 39 capítulos (82).
Inédito se conserva también en el mismo Archivo otro tra-
tado polanciano, de proporciones mucho menores (70 páginas)
De beatitudine (83).

* * * * * * *

Esta labor literaria de Polanco fue interrumpida por


la visita de la Provincia de Sicilia que le encargó el P.
Mercuriano en febrero de 1575. Vuelto a Roma en noviembre
de 1576, venía restablecido de una enfermedad; recayó de
nuevo a los pocos días y murió píamente el 20 de diciem-
;

bre. El P. Possevino escribía pocos días después en carta


circular a la Compañía: "Llamó a un Padre para que de vez
en cuando le leyese libros espirituales, como el que el
mismo había publicado poco antes para ayudar a los moribun
dos. Al leerle el título del capítulo sobre confirmar en
la fe, le dijo: siga adelante en el que se trata de exci-
tar la esperanza en Dios. Así lo hizo; y habiendo leído el
Padre una buena parte del capítulo, que es largo, temió
causar molestia al enfermo ya próximo a la muerte, pero
este dijo: "Continúe; no se pare ahora, Padre mió!" Poco
después, mientras oraban los que estaban al rededor de su
lecho, invocando el nombre de Jesús, paso a la felicidad

81. Cfr. GILÍ10NT; Jean-Francois, Les écrits spirituels


des premievs jésuites. Inventaire conmenté, Roma 1961
C=Subsidia ad Historiam SI, n.3), p. 207.
82. ARSI. Instit. 15a.
83. Cfr. MHSI PolCompl I, p. XXXI.

29
eterna,de la que antes de su enfermedad solía con frecuen-
cia hablar con gusto, y cambió esta vida por la eterna
(84).

NUESTRO INTENTO

Lo que en este folleto pretendemos, es presentar al-


gunos aspectos de la interpretación polanciana del pensa-
miento de san Ignacio sobre el Instituto de la Compañía,
sobre nuestro "modo de proceder". Para ello damos un docu-
mento entero, la novena Industria (doc. 4 ) , desarrollada
por Polanco a parte de las otras doce, y extractamos de o-
tros escritos de Polanco, a manera de antología, algunas
paginas que nos han parecido más apropiadas al objeto.
Cierto, tropezamos siempre con la dificultad, a que
ya hemos aludido, de los escritos de Polanco, y aún de los
de san Ignacio en la época en que se sirvió de la colabo-
ración de Polanco. Esta colaboración fue tan íntima que es
difícil, y aún a veces imposible, delimitar los campos de
autor y colaborador,o de inspirador y ejecutor. Hemos pro-
curado escoger estos extractos de los escritos más perso-
nalmente polancianosj pero no dudamos que en muchos de e-
llos las ideas originarias, y quién sabe si algo más, son
de san Ignacio.
Dividimos el folleto en tres partes. La primera, se
refiere, mas bien, al periodo formativo del jesuita^y con-
tiene dos documentos extractados de las Industrias, sobre
el fomento de vocaciones y sobre la Tercera Probación

84. MHSI PolCompl II, 589.

30
(doc. 1 y 3 ) , entreverados por otro sobre la perseverancia
en la vocación (doc. 2 ) y terminando con un apéndice, que
;

es una colección de textos en alabanza de la obediencia


(apénd. 1 ) . La segunda parte considera al jesuíta en ac-
ción, y está toda ocupada por la citada Industria novena
(doc. 4 ) . Se añaden tres apéndices, con tres extractos so-
bre los ministerios de las confesiones (apénd. 2 ) , de los
Ejercicios (apénd. 3 ) , y la asistencia a los moribundos
(apénd. 4 ) . Por fin, la parte tercera, se dedica al go-
bierno, con dos extractos, uno sobre el Rector, tomado de
las Constituciones de los Colegios (doc. 5) y otro sobre
el Secretario, de las reglas de este oficio (doc. 6 ) .

* * * * * * * *

31
P R I M E R A P A R T E

I. SUSCITAR VOCACIONES

II. PERSEVERAR EN LA VOCACIÓN

III. APROVECHAR EN ESPÍRITU

APÉNDICE: Alabanzas de la
Obediencia
I. SUSCITAR VOCACIONES

a) PRESENTACIÓN

Como indicamos en la Introducción general, los docu-


mentos primero y tercero provienen de la obra que escribió
Polanco en 1548, encabezándola con las palabras: SÍguense
doce industrias con que se ha de ayudar ta Compañía para
que mejor proceda para su fin (1). El nombre de Industria
es posible que lo inspirase a Polanco la lectura de la
Theologia Mystica de Enrique Herp,cuyo tercer libro está
dividido en 26 "Industrias" (2).
Esta obra polanciana no ha sido aún suficientemente
estudiada. Qué se proponía con ella el autor? Qué parte
tuvo S. Ignacio en su composición? Cuáles fueron sus fuen-
tes? No es éste el lugar ni el momento de investigar estas
cuestiones. Diremos sólo que no nos parece una mera orga-
nización del material legislativo, en vistas a la composi-
ción de las Constituciones. El material que en las Indus-
trias interviene es casi todo nuevo con respecto a los do-
cumentos legislativos anteriores. Mejor las definió el P.
Leturia llamándolas "un primer ensayo de lo que podría ser
el código orgánico de todas las Constituciones que por en-

1. MHSI PolCompl II. 725-775. Sobre la fecha Cfr. MI


Const II, p. CLXXVIIss; MHSI MonPaed I, 29.
2. En Padua había Polanco leído y extractado el Specu-
lum perfectionis, que es también el SBgundo libro
de la mencionada Theologia mystica (Cfr. MARTINI,
Angelo, art. cit., p.. 253). Es lícito, con todo,
dudar que en 1548 conociese toda la obra, pues, de
conocerla, costaría creer que un año más tarde, al
hablar de los escritos de Herp, los llamase "su o-
brecilla" (en diminutivo). Cfr. MI Epp XII, 650.

35
cotices planeaba san Ignacio; sino que presenta como meras
'industrias' o consejos prácticos para conseguir el fin lo
que en las Constituciones tendrá carácter legislativo"(3).
Por eso no es de extrañar que sus normas pasasen casi en
su totalidad al primer texto de las Constituciones,a veces
- es cierto - profundamente modificadas, a veces, en cam-
bio, literalmente.
El primer documento sobre el modo de fomentar las vo-
caciones es la primera Industria, que no pasó al texto pri
mitivo. Lo incluyó Polanco en el borrador de las Declara-
ciones del segundo texto (texto A), en la declaración que
en el primer capítulo de la Parte I ocupaba entonces el
primer puesto, y ahora ocupa el tercero: declaración C
11443, y como tal fue copiado en el mismo texto A. Pero
S. Ignacio lo tacho todo y escribió al margen: "Quitar to-
do, o poniendo pocos medios, mucho dificultando" (4); es
decir, quítese todo esto, o déjense sólo pocos medios de
fomentar las vocaciones, y se pondere mucho la dificultad
en la admisión. Es el pensamiento que recogió Polanco en
la Industria 12: "no se tenga tanta codicia de multiplicar
y crecer en número,que se debilite y decrezca el espíritu;
por eso nuestro Padre Maestro Ignacio decía más veces,
(como yo le oí) que desearía vida, si la hubiese de desear,
para ser difícil y recatado en recibir" (5).

3. LETURIA, Pedro de. Estudios Ignaaianos, Roma 1957 (2


vols. = Bibliotheca Instituti Historici S.I.. vol. X -
X I ) , II, pp. 286-287.
4. Cfr. MI Const II, 270-271.
5. Cfr. MHSI PolCompl II, 772. n» 7.

36
b) TEXTO

1. Oración

Primeramente es menester buscar la [gente] con la o-


ración deseosa de la divina gloria y salud de las ánimas.
Para el cual fin rogandus est Dominus messis ut mittat ove_
rarios, etc. (6).

2. Residir en universidades

Hase de buscar tal gente en los lugares donde se ha-


lle, como seria en universidades, y más en las mejores, a-
donde acuden personas inclinadas a letras y más espiritua-
les y con menos vínculos de las cosas del mundo que en lu-
gares mercantiles y cortes,etc. Porque más comunmente sue-
len procurar de valerse por letras los que ni tienen mayo-
razgos ni ejercicios de mercadería ni otras artes u ofi-
cios. Así que en tales partes habrá más personas que se
dispongan al instituto de la Compañía; y los que se dispu-
sieren estarán más instruidos en letras y más vecinos a p£
derse servir dellos la Compañía para el bien del prójimo.
Así que la residencia en universidades ayudará para hacer
gente, y las más célebres entre ellas son más a propósito
para tal fin (7).

6. Cfr. Mt. 9. 38j Le 10. 2.


7. En la reunión tenida en Vicencia, en 1537, determi-
naron nuestros Padres repartirse "por diversas uni-
versidades de Italia, por ver si nuestro Señor se
dignase llamar algún estudiante a nuestro institu-
to": Laínez. MI FontNarr I, 120.

37
3. Residir en lugares grandes y de concurso

Después de las universidades se deberán preferir, pa-


ra este efecto, los lugares grandes, y donde suele haber
concurso de personas hábiles: porque entre muchos saldrán
algunos. Tal es Roma y Venecia en Italia, Valladolid, To-
ledo, Sevilla, la corte en España, etc.

4. Tiempos de recogimiento

Ultra de los lugares ayudarían para este proposito


los tiempos en que la gente más se recoge a cosas espiri-
tuales, como en las Cuaresmas, etc.

5. Predicar

Después de los lugares y tiempos, entre los medios


parece se extienda mucho el predicar para despertar la gen
te y moverla. Y asi parece en tales lugares debría haber
escogidos predicadores.

6. Leer

Cuando no hubiese predicador, y aunque lo hubiese,


tras el predicar, se tiene por medio universal para este
proposito el leer, con que se excite y entretenga la gente
excitada (8). Y también parece que este oficio habría de
ser de los más suficientes y de mejor muestra. Y entiendo

a
8. Se alude a las "lecciones sacras". Ver infra Doc.4, 5
9
Industria, n 54, nota 85.

38
aquí leer, no puramente para el entendimiento (porque des-
tas lecciones no suele haber necesidad en universidades),
pero también para el afecto, mezclando exhortaciones, etc.
para juntamente enseñar y mover. £1 enseñar también la do£
trina cristiana a muchachos y el leer aun a modo de escue-
las (como se hará en Gandía y Mesina), podría dar a los
auditores de cualquier facultad, con algunas oportunas di-
gresiones y exhortaciones, ocasión de aficionarse al ins-
tituto de la Compañía.

7. Confesar

Para coger el fruto de las predicaciones y lecciones


sería importante que hubiese algunos confesores, que ayu-
dasen de cerca la gente movida por los medios dichos. Y
así sería muy al propósito que un confesor acompañase a un
predicador o lector (9).

8. Ejercicios

Para hacer concluir (10) y resolverse, el medio de


los ejercicios parece convenientísimo en sujetos idóneos;
aunque para unos serían todos más necesarios, para otros
bastarían parte dellos, como se dice en las anotaciones
dellos (11).

9
9. Cfr. Constituciones, n 624.
10. En el sentido de "decidirse".
11. Cfr. Ejercicios, nn. 18-20.

39
9. Casa de la Compañía

Para que muevan con ejemplo, y muestren algún prin-


cipio ,y den ánimo a los que se quisiesen juntar con ellos,
seria conveniente que hubiese en los lugares dichos algu-
nas personas de buenos ingenios y espíritu, ultra de los
operarios; como serian estudiantes en las universidades,
que viviesen juntos en algún colegio o casa capaz, donde
pudiesen acogerse otros. Y tanto mayor comodidad sería es-
ta, si hubiese el modo de hacer la costa a los que no le
tienen; que hay algunos buenos sujetos y pobres, por los
cuales es bien mirar, a los cuales, habiendo tal comodidad,
podría ofrecérseles; y también por otros no pobres, que se
despegan del mundo, que, por incurrir en desgracia de los
parientes, y perder la ayuda de costas que se les hacía,
tienen necesidad de ser ayudados en lo temporal. Y para
esté efecto, ultra de la renta de los colegios, podría
servir la hacienda de los estudiantes ricos que hubiese,si
la discreción juzgase que eran tan confirmados, que no se
desedificarían de que se ayudasen otros de lo suyo (12).

10. Conversación

La conversación es también conveniente para el fin


dicho, no solamente la de los que ya son operarios, pero
la de los estudiantes y los otros, tomando ocasión ahora
de los estudios y ejercicios dellos,ahora de cosas espiri-
tuales. Y cuando se hubiese una persona de buenas partes,

12. Por aquellos meses trató san Ignacio esta cuestión*


de admitir en nuestros colegios estudiantes no je-
suítas, bajo un aspecto algo diferente: para el ca-
so que en el colegio no hubiese el número de esco-
lares nuestros, previsto en la fundación (Cfr. MI
Const I, 188-190). Así es como pasó a las Constitu-
ciones en el número 338.

40
podría enviarse uno y otro que le dispusiesen, tirándole a
las predicaciones y a confesarse, y, si se pudiese, a los
Ejercicios. Podría también tomarse ocasión de cartas y
nuevas, comunicando la parte dellas que se juzgase conve-
nir (13).

11. Dar a conocer el instituto

Porque las cosas que tocan al instituto de la Compa-


ñía son muy atractivas para quien tiene mucha voluntad de
servir a Dios, aunque de muchos no entendidas, el hacerlas
entender ayudarla para convidar, como se cree, a muchos. Y
asi esto del instituto,como el suceso que Dios nuestro Se-
ñor dá a la Compañía, y lo que della se sirve en varias
partes, y las confirmaciones y gracias de la Sede Apostó-
lica, se podría mostrar a sus tiempos y lugares, y en es-
pecial a personas de quienes más se teme o se espera. Pero
en general se extenderla más este buen odor, si Dios diese
espíritu a alguno de fuera de la Compañía de escribir de
lo dicho en estilo y modo apacible. A este mesmo aviso pe£
tenece el quitar los conceptos errados que algunos tienen,
y el temor que procede de tales conceptos. Y al mismo toca
la buena fama y nombre de los particulares todos, que con
la verdad de vida y doctrina se sustente; y si otra opi-
nión hubiese, se procure quitar.

12. Benevolencia de las personas principales

La benevolencia de las personas principales, como


príncipes, perlados y otros que mucho pueden en lo tempo-

13. Conocido es cómo la lectura de una carta de san Fra£


cisco Javier sacó al P. Nadal de sus dudas acerca de
la vocación ICfr. MHSI Nadal I. 11).

41
ral o espiritual, para este proposito hace mucho, por la
autoridad y el brazo dellos (14); que ayuda en las cosas
del divino servicio. Y asimesmo, cuando se sintiesen se-
mejantes personas ser contrarias, se debrían buscar medios
para hacerlas benévolas, o a lo menos que no dañen (15).

1Z* Discurrir por diversas partes

Moverse algunos de los predicadores o lectores que


para más fueren, y discurrir por varias ciudades principa-
les, llevando consigo ayuda de algún confesor, y detenién-
dose algunos meses hasta dar noticia de la Compañía y buen
odor, parece asimesmo ayudaría para coger la gente que
Dios nuestro Señor hubiese dispuesto para tal vocación
(16), ultra de la ayuda que a más personas se daría.

14. Colegios y universidades

Tomar cargo de universidad (como en Gandía) (17) , o


de colegio, donde se rescibiesen otros que de la Compañía
no fuesen, o de leer en público (como en Mesina) (18), a-
yudaría para disponer las personas a lo mesmo; y también
al rescibir en Compañía de los estudiantes de los colegios

14. "Brazo", en el sentido de apoyo, ayuda, ...


15. Cfr. Constituciones, nn. 823, 824.
16. No se olvida que la vocación es de Dios. Cfr. Consti-
9
tuciones, n 243.
17. El 20 de marzo de 1548 se comprometió formalmente la
Compañía a encargarse de la universidad de Gandía
(Cfr. MHSI MonPaed I, 373-375).
18. A Mesina llegaron los que iban a constituir el nuevo
colegio en la semana de Pascua de 1548 (Cfr.MHSIChron
I, 281).

42
algunas personas de partes raras que quisiesen vivir al
modo que los otros, ayudará para este efecto.

15. Casas de probación

Tener una casa de probación para los que se ejer-


citan y piden ser de la Compañía, antes que sean bien co-
nocidos, también ayudaría para lo mesmo. Porque se podría
más alargar la mano en el tomar; que ahora se debrla hacer
en las casas mesmas o colegios de la Compañía (19).

16. Trato con parientes y amigos

Los mesmos de la Compañía podrían tirar los parien-


tes o amigos que tuviesen buenas partes a su instituto por
conversaciones y letras, dando parte de todo al superior
más vecino.

17. Amistad con padres de familia

Ayudarla también la amistad con personas de bien que


tuviesen hijos aptos para la Compañía, a los cuales, si a

19. No se trata del noviciado (o "casa de segunda proba-


ción") sino de la "casa de la primera probación", men_
cionada varias veces en las Constituciones nn. 18,
21, 190, 191; y probablemente también nn. 5,6, y 328.
Parece ser de 1548 la consulta de san Ignacio sobre
la institución de estas casas, que además pudiesen
servir de habitación a los procuradores (Cfr. Consti-
tuciones, nn.806-807) y para dar los Ejercicios (Cfr.
MI Const I, 191-192; 305, 326, n» 36).

43
sus espesas entretuviesen en los estudios, donde pudiesen
ayudarse de los de la Compañía, con intención que, si Dios
los inspirase, entrasen en ella, sería útil para el efecto
dicho.

18. Amistad oon personas espirituales


y aon maestros

Asímesmo la amistad con personas espirituales, y no


religiosas (20), que podrían enderezar los que juzgasen
aptos. Y para lo mesmo ayudaría la amistad con maestros de
muchachos y de huérfanos y semejantes.

* * * * * * *

II. PERSEVERAR EN LA V O C A C I Ó N

a) PRESENTACIÓN

Este escrito parece ser el borrador de una carta a un


joven jesuíta de Centro-Europa tentado en la vocación. Ha
tenido una cierta difusión, porque el P. J. Delbrel lo in-
cluyó en su libro: Pour les jeunes religieux. Esto fidelis

20. "No religiosas", es decir, que no son miembros de un


instituto religioso; porque éstas es lógico que atra-
erían más bien a los jóvenes hacia su instituto.

44
(París 1913), traducido después al italiano (1914) y al
castellano (1920). Lo trae también el P. Aicardo en su Co-
mentario a las Constituciones, vol. I, pp. 379-385. A pe-
sar de su índole de esbozo preparatorio, "el documento es
rico en ideas fuertes, interesantes y en ocasiones conmo-
vedoras, y en razonamientos, cuya validez, si no es siem-
pre igual, nunca se puede menospreciar" (Delbrel).
Que se reflejen aquí las ideas del santo fundador de
la Compañía, lo testifica la única copia del documento que
se conserva, la cual lleva al principio las palabras: "P.
Polanci ex P. Ignacio".
El texto original latino fue publicado en MHSI Pol
Compl II, pp. 809-814. Damos aquí la traducción castellana
del P. Aicardo.

b) TEXTO

Carísimo hermano: Considera las razones siguientes,


sin espíritu de contradicción, sino como quien investiga
delande de Dios una verdad en materia importante. Porque
afirmo que te será mucho mejor perseverar en tu instituto
y manera de vida, y confirmarte firmísimamente en tu buen
propósito. Primero, porque es más' seguro para tí; segundo,
porque es más perfecto; tercero, porque te será mas agra-
dablejy cuarto, porque te es más útil.

MAS SEGURO. Es evidente. Porque:


\
1) Aunque dudases de tu vocación, si será ésta o no,
más seguro te es perseverar en donde entraste, sobre todo
siendo bueno y santo, que mudar, porque, según la senten-
cia de los Santos Padres, debe sernos sospechosa la muta-
bilidad misma, aunque sea con pretexto de bien mayor; mu-
cho más cuando no aparace ese bien.

45
2) Si elegiste perseverar por Dios y por tu prove-
cho, puedes estar cierto de que haces una cosa buena y saia
ta; y si eligieres apartarte, estás en gran duda de si lo
que has de hacer es bueno tanto o más que lo primero; y lo
;

mas razonable será que te suceda lo contrario. Toma, pues,


la parte más segura.

3) Es peligroso, según la sentencia de Cristo, echar


mano al arado y mirar atrás; y tanto, que la misma Verdad
nos dice no ser los tales aptos para el reino de Dios
(21). Ahora bien, hermano mío, mirar atrás es dejar el ca-
mino emprendido de la perfección, por los afectos humanos
o de la carne, como son los parientes, etc.

4) No es seguro, ya que tu mismo afirmas que en la


Compañía has aprovechado (aunque no hayas estado tranquilo
por tu inmortificación), mudar de instituto de vida.

5) Mira, no vaya tu ingratitud para con Dios, que te


llamo a este santo instituto por su piedad suma, y te dio
tan felices principios, con gran edificación de todos los
buenos; mira, digo, no vaya a ser causa de que pierdas su
gracia; pues suele secarse la fuente de la misericordia pa
ra los ingratos.

6) Peligrosa es también la ingratitud para con esta


Compañía, que con sincero y no vulgar afecto de caridad te
ha abrazado, y ha trabajado contigo, y está preparada a no
faltarte en lo futuro en cosa ninguna justa; y ahora la de
jas, cuando ella no ha pedido de ti nada sino tu salvación
y tu perfección y el honor de Dios.

7) Temo mucho, si vuelves al siglo, no guardes bien


tu castidad entre tantas ocasiones como tendrás en tu e-
dad.
8) Temo también que el mundo te envuelva con los la-
zos de la codicia, que según san Pablo, "es la raiz de to-

21. Le. 9, 62.

46
dos los males" (22), porque si no tienes abundante patri-
monio, la solicitud de buscarte lo necesario para tu vida
y estado te podrá oprimir.

9) Peligras también en todo lo que pertenece a la


soberbia de la vida, principalmente por la ambición del
siglo, por la propensión de tu natural, etc.

10) Peligroso también te es dejarte llevar de tu pro


pió juicio y voluntad en las cosas tuyas; pues la experien
cia te ha enseñado que no eres muy constante; por donde,
si no te asegura la obediencia, sin duda fluctúas, sobre
todo cuando se ha notado (y esto lo digo con perdón tuyo)
que no tienes muy feliz juicio en las cosas prácticas{pues
este linaje de hombres necesita mucho de la rienda de la
obediencia.

11) Ya que Cristo dijo que el que ama a su padre o a


su madre más que a El, no es digno de El (23), es peligro-
so no te vaya a arrojar de sí como indigno,y según la obs-
tinación de tu propio juicio te deje caer (lo que Dios no
permita) en errores de fe y costumbres. Pues si tú le aban
.donas a El por los afectos de tu carne, con razón merece-
rás que El te abandone; lo que nunca suceda,

12) Por los ímpetus de tu naturaleza, propensa a la


tristeza y desconfianza, más que a otros te es peligroso
salir de,la religión, donde tienes quien te consuele y di-
rija y aliente. Pues más que en nadie, en tí tiene lugar
aquello del Sabio: "Ay del soló! Porque, si cae, no tiene
quien lo levante" (24). Y aquéllo también: "El hermano a-
yudado por su hermano es como una ciudad fuerte" (25).

13) Peligroso es también seguir la carne y la sangre

22. I Tim. 6, 10.


23. Mt. 10, 37.
24. Eccl. 4, 10.
25. Prov. 18, 19.

47
más que el espíritu de Dios, y aun seguir al mismo Sata-
nás, que es lo que til harías. Y si te llamó Dios a esta
Compañía (pues ni la carne ni la sangre ni el demonio te
llamarían a este estado de perfección), es natural y con-
siguiente que no sea Dios el que te disuada. De donde sa-
carás que es la carne y la sangre y el mismo demonio.

14) Algunos han dejado ya este instituto, volviendo


al siglo, y han perecido infeliz y miserablemente. Otros
han entrado en otras religiones; y, aunque tarde, han mos-
trado que mucho les había pesado. Temo te suceda a tí una
de ambas cosas.

15) Es peligroso ser tropiezo y escándalo para otros


según aquello: "Ay del que escandalizare a uno de estos
peqoenitos!" (26), y lo demás tan para temblar que allí se
dice: Y tú, hermano mío, a cuántos escandalizarías en Ro-
ma, en Colonia, en Viena, en Lovaina?

16) Por regla general, más seguramente se alcanza la


bienaventuranza en la religión, por los estorbos que se
quitan.

17) Según san Bernardo, los religiosos caen con más


dificultad, se levantan más fácilmente, etc. (27).

18) Hasta aquí no he dicho nada de tu voto. Conside-

26. Mt. 18, 6.


27. "Cuál es, para que la podamos encontrar, esa marga-
rita tan preciosa, por la que debemos dar todo, es
decir, a nosotros mismos (porque da todo a Dios el
que se ofrece a sí mismo)? Cuál será sino esta
vida religiosa, en la cual el hombre vive con más
pureza, cae más raras veces, recibe con más frecuen-
cia el rocío espiritual, descansa con más seguridad,
se purifica más pronto, es premiado con un premio ma-
yor?". De una homilía atribuida a san Bernardo, pero
que no parece ser suya: PL, 184, col. 1131.

48
ra, sin embargo, si es mas seguro cumplirlo simplemente,
como suena, o buscar interpretaciones inciertas y a mi pa-
recer falsas,y no sé qué condiciones para observarlo (28).
Y piensa detenidamente lo que es querer engañar a Dios,
del cual nadie se burla (29). Y mira que "es horrenda cosa
caer en manos del Dios vivo" (30).

MAS PERFECTO. Es evidente. Porque:

1) La sola perseverancia termina y corona la obra.


Pues no el que comienza, etc., con lo demás que ya sa-
bes (31).

2) Cumplirás aquel consejo de perfección que dio Je-


sucristo: "Si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo
que tienes, y dalo a los pobres y sigúeme" (32). Lo
cual no está sobre tus fuerzas.

3) Guardarás la castidad de manera eminente, según


aquel consejo de perfección, de los eunucos que se castra-
ron en cierto modo a si mismos por amor del reino de los
cielos (33)

4) Sujetándote a la obediencia, seguirás también a-


quel consejo de Cristo: "Quien quiera venir en pos de mi,
niegúese a sí mismo,y cargue con su cruz, y sígame" (34).
La abnegación se practica por la obediencia.

28. Parece que alude al voto de "entrar en la Compañía"


Cfr. Constituciones, n 5 4 1 .
?

29. Cfr. Gal. 6, 7.


30. Hebr. 10, 31.
31. Tal vez alude a Mt. 10,22; 24, 13: "el que persevere
hasta el fin, ese se salvará"
32. Mt. 19, 21.
33. Cfr. Mt. 19, 12.
34. Mt. 16. 24.

49
5) Ofrecerás un holocausto gratísimo a Dios, tu li-
bertad, digo, y lo mejor que hay en tí, y conseguirás por
ello muy subida perfección, si lo ofrecieres con resigna-
ción verdadera.

6) Conseguirás más eminente pureza de conciencia en


la Compañía que fuera de ella, según en parte ya has expe-
rimentado.

7) Alcanzarás mayores luces intelectuales en la cieri


cia de Dios, y también en las ciencias escolásticas; ya
porque la lumbre sobrenatural ayuda a los que estudian por
obediencia, ya porque en la Compañía hallarás mayor como-
didad para hacer con provecho tus estudios que en parte
alguna, sobre todo si tuvieras que vivir de ellos, ya tam-
bién porque no perderás tiempo en cosas inútiles, como en
el mundo, sino que lo emplearás en cosas útiles; por donde
será mayor tu adelanto en las letras.

8) Mayor devoción y caridad lograrás dentro que fue-


ra, aprendiendo en esta escuela de perfección, cuyo víncu-
lo es la caridad (35).

9) Cuanto más de lleno te entregues a Dios, resig-


nándote del todo en sus manos por medio de tus superiores,
no reteniendo nada de tí mismo, tanto más liberalmente se
te comunicará El por medio de los dones de su gracia.

10) Según aquella sentencia: "bienaventurados los po_


bres de espíritu" (esto es, los desprendidos, con el afec-
to, de los bienes terrenos) "puesto que de ellos es el
reino de los cielos" (36), más feliz serás permaneciendo
en pobreza voluntaria.

11) Conseguirás mayor humildad y mayor virtud por lo


tanto, debajo de la obediencia, porque la humildad es el

35. Cfr. Col. 3, 14.


36. Mt. 5, 3.

50
vaso de las virtudes, y según la capacidad de este vaso
las infunde Dios.

12) Imitarás con más perfección a Cristo, que se hi-


zo obediente hasta la muerte (37), y por no perder la obe-
diencia perdió la vida. Fue-además pobre y castísimo.

13) Es de ánimo innoble dejarse llevar de estos afe£


tos humanos de carne y sangre, en cosa tan seria, hasta
llegar por ellos a abandonar el género de vida comenzado;
y a tu mismo padre, si es hombre de carácter, le disgusta-
ría sobremanera. Por el contrario, es de ánimo generoso y
noble sojuzgar estos afectos y posponerlos a la razón y al
amor de Dios.

14) Por último,considera si los motivos que al prin-


cipio te movían, eran más perfectos, mejores y más nobles
que los que ahora te mueven; y reconocerás que aquellos
fueron inspiración de Dios, y éstos tentación del demonio.

MAS AGRADABLE. Es evidente. Porque:

1) Si te vencieres, tendrás paz y seguridad de con-


ciencia, que es lo más agradable de todo, según aquello
del Sabio: "La buena conciencia es un banquete continuo"
(38). Y si perseveras, te vencerás sin duda.

2) Si te vas de la religión, te atormentará la sin-


déresis y el gusano de la conciencia, vengador de la in-
constancia; y es de temer que caigas en hastío insoporta-
ble, y desconfíes de tu salvación, a juzgar por el espíri-
tu de tristeza que estos últimos días te ha dominado.

37. Cfr. Fil. 2. 8.


38. Prov. 15. 15.

51
2) Teniendo que aguantar y aún devorar algunas mo-
lestias tanto en la religión como en el mundo, no será más
agradable sobrellevarlas por Dios y por el premio eterno
que les está vinculado, que sin provecho alguno y aun con
demérito? Ciertamente la esperanza hace agradables los
trabajos. Oye, pues, a san Pablo: "Las aflicciones tan bre_
ves y tan ligeras de la vida presente nos producen el peso
grande y eterno de una gloria incomparable" (39).

4) Aunque el demonio te diga que has de estar siem-


pre triste, no le creas: porque experimentarás lo contra-
rio, si de una vez te resignares de veras en las manos de
Dios por medio de la obediencia a tus superiores. Y en es-
te punto cree a los experimentados; pues no nace la triste
za de la vocación misma, sino de que tú perseveras en ella
contra tu voluntad. Hazlo con gusto, y verás como desapa-
rece la tristeza, y sentirás la bonanza después de la tor-
menta.

5) Que humillándote hallarás la tranquilidad, aprén-


delo de Cristo, que dice: "Aprended de mi, que soy manso y
humilde de corazón, y hallaréis el reposo para vuestras
almas. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera" (40). Cree
a la eterna Verdad que habla, si es que no crees a los
hombres.

6) Alegre es también vivir juntos los hermanos que


se aman en espíritu,según aquello del salmo: "Oh cuan bue-
na y cuan dulce cosa es el vivir los hermanos en mutua u-
niÓn!" (41).

7) Asi como serla muy molesto el cuidado de procurar_


se lo necesario fuera de la Compañía, así es muy agradable
tener en ella todo lo que hace falta sin solicitud ni tra-
bajo.

39. 2 Cor. 4, 17.


40. Mt. 11, 29-30.
41. Ps. 132. 1.

52
8) Así como la perplejidad y solicitud en la adminis
tración de la hacienda seria muy pesada y molesta fuera de
la Compañía, asi es en ella, por el contrario, muy agrada-
ble desentenderse del cuidado de si mismo, según aquello
del salmista: "Arroja en el seno del Señor tus ansiedades"
etc. (42). Con lo cual concuerda lo que dice san Pedro
(43).

9) Entre los institutos religiosos, ninguno he ha-


llado mas suave y agradable para el hombre de buena volun-
tad que el nuestro, tanto porque en lo exterior se acomoda
a las condiciones de cada uno (44) , como porque nada manda
que obligue bajo pecado, fuera de las poquísimas cosas
substanciales, cuyo quebrantamiento seria, de ordinario,
pecado aun fuera de religión (45).

10) Muy molesto seria para tí, hermano, si salieses,


sobrellevar el desprecio y los juicios que de tí formarían
los hombres. Suelen no hacer caso alguno de los apóstatas,
y considerarlos como vanos e inconstantes y poco amadores
de la virtud y aún del honor.

11) Si de veras te resignares, o conseguirás con él


mérito de la obediencia lo mismo que deseas obtener pecan-
do, o si no te conviene, Dios consolará todavía mas a
tus padres y a tí mismo no visitándolos que si los visita-
ses . Porque Dios es más inclinado a consolar que a entris-
tecer a sus siervos, aunque a veces los prueba con triste-
zas (46), pues,según san Pablo, es "Padre de las miseri-
cordias y Dios de toda consolación" (47).

42. Ps. 54, 23. \


43. "Confiadle todas vuestras preocupaciones, pues El cui
da de vosotros". I Petr. 5, 7.
44. Cfr. Constituciones, nn. 8 y 580.
45. Cfr. Ibidem, n» 602.
46. Cfr. Ejercicios, nn. 315, 329.
47. II Cor. 1 . 3 .

53
12) La misma virtud trae consigo alegría, si se re-
chazan con entereza los vicios contrarios. Ahora bien,per-
severando, demostraras virtud firme y robusta.

HAS ÚTIL. Útil es propiamente, según Aristóteles,


lo que conduce al fin; útil simplioitev \o< que conduce al
fin último, que es fin simpliciter; y como este fin es. la
bienaventuranza, te probaré que el permanecer en obedien-
cia es para tí los más útil. Porque:

1) Conseguirás, como he dicho, mayores virtudes, las


cuales son medios para la bienaventuranza.

2) Merecerás gracia de Dios más copiosa y abundante,


y según la medida de la gracia será; la medida de la glo-
ria.

3) Por este medio llegarás al fin de la bienaventu-


ranza con mayor seguridad.

4) Tendrás méritos más aventajados; pues los que es-


tán debajo de obediencia, merecen en todos los actos he-
chos por obediencia, aunque sean pasear, conversar, comer,
dormir; cuánto más en los que son de suyo actos de virtu-
des.

5) Tus estudios y las letras que aprendes y enseña-


ras, serán de gran merecimiento delante de Dios por la
obediencia; y al contrario, sin ella.

6) Según una visión que tuvo uno de los Santos Pa-


dres, los que están debajo de obediencia, por aquello de
no hacer en este mundo su volundad sino la de otro,son
mas encumbrados que otros, aun santos y colmados de bienes

54
celestiales (48).

7) Por tu crédito sera más conveniente que te quedes»


Pues, qué responderás? 0 acusarás a la Compañía (lo cual
no podrías hacer sin mentir y cometer un gravísimo pecado,
y a pesar de ello no te creerían los buenos), o tendrían
que echarte la culpa a ti mismo.

8) Perseverando, eres ayudado con la participación


de todos los merecimientos de la Compañía. Pues a cada
uno de los miembros de este cuerpo, unidos por la obedien-
cia, llega el mérito de cualquiera obra buena que hace ca-
da uno en particular. Siendo, pues, tan insignes los mere-
cimientos en las Indias, Portugal,España, Francia, Flandes
Alemania,Italia y Sicilia, y habiendo de ser mayores en a-
delante, desarrollándose cada día más esta santa semilla,
como te privarás, sin grandísimo daño, de tan inmensa uti-
lidad y riquezas espirituales?

Por último, hermano e hijo carísimo,, considera que


éste es el parecer de aquellos que desean tu bien mas que
tú mismo, y que por su ciencia y su experiencia de la vida
pueden mejor que tú conocer cuál sea en tí el espíritu de
Dios y cuál el de Satanás: por dónde hasta,en cierta mane-
ra, mejor serla errar con ellos que acertar siguiento tu
propio parecer.

48. Parece referirse al caso narrado en el De Vitis Pa-


trian, lib. 5, 14, 29, a que alude el mismo Polanco en
su escrito sobre la obediencia (ved. infra Apénd. 1,
nota 80).

55
III. APROVECHAR EN ESPÍRITU

a) PRESENTACIÓN

Este documento es la quinta Industria. En ella se


inspira el n. 516 de las Constituciones, sobre la tercera
probación. Pero aquel número es tan denso, que esta Indus-
tria puede bien servir de comentario, o al menos de enfo-
que, para entender mejor las ideas allí indicadas sólo
concisamente.
Polanco, siguiendo su costumbre, emplea un esquema
lógico. Desgués de haber ponderado la necesidad de que los
de la Compañía sean hombres espirituales, y por lo tanto
den tiempo a la "escuela del afecto", se detiene a descri-
bir las cosas en que principalmente conviene insistir en
esta escuela: unión con Dios, abnegación de las tres concu
piscencias, abnegación de la voluntad y del juicio propio,
experiencia en cargos de gobierno y en los ministerios pro_
pios de la Compañía, prolongación de la prueba para que se
muestre la constancia.

b) TEXTO

1) Es menester ser espiritual

Primeramente se presupone que no bastan letras sin


espíritu, antes dañan, en esta Compañía, quia saientia in-

56
fíat (49); y que, con ser necesaria la una parte y la otra,
la parte del espíritu lo es especiallsimamente, siendo no
solo para él más importante y para la Compañía, que no po-
dría valerse con hombres animales (50), pero aún para to-
dos los prójimos; que quien ha de traerlos de la carne al
espíritu, es menester que él sea espiritual. Que, como
Dios usa en las cosas naturales de un animal perfecto para
engendrar otro, y como en cualquier agente quiere que haya
la forma que ha de introducir en su efecto, asi en ias co-
sas espirituales quiere que quien ha de ser su instrumento
para introducir humildad, caridad, etc., sea humilde, ca-
ritativo, etc. Ultra de que el ejemplo de vida mueve más
que las palabras para que se dispongan los oyentes a ser-
vir a Dios.

2. Es menester dar a ello tiempo

Presupuesta la necesidad de que sean espirituales


los de esta Compañía, vése que es necesario dar a ello
tiempo. Y aunque antes del estudio muchos, y otros en el
mesmo estudio, han tenido conocimiento y gusto de las cosas
espirituales, porque con la ocupación del entendimiento
comúnmente no queda el ánimo entero para las cosas del a-
fecto, acabada la escuela de letras, parece se debrla to-
mar algún tiempo para la escuela del afecto (51), antes de

49. I Cor. 8, 1. "La ciencia hincha, la caridad en cambio


edifica".
50. "Hombre animal" contrapuesto a "hombre espiritual",
9
como en I Cor 2, 14-15. Más abajo, en el n 3 se des-
cribe quién es el hombre espiritual.
51. No se trata de la "afectividad" en sentido psicológi-
co moderno, como a veces se ha creído, sino de las fa
cultades afectivas o apetitivas, contrapuestas a las
del conocimiento. Tal vez, para esta expresión "escue
la del afecto" se inspiró Polanco en Gersón.que en su
De Theologia mystica,hablando de las diferencias en-
tre ésta y la teología especulativa, escribió, por e-

57
entrar en esta religión. Y para esto el tiempo de las pro­
baciones y experiencias es bien ordenado, después de los
estudios de letras y antes de la profesión; en el cual
tiempo se estudien prácticamente las virtudes. Y asi pare­
ce que, antes de salir a la luz, comúnmente hablando, y de
comunicarse a otros prójimos, habrían de atender a sí mes-
mos en este tiempo; si particulares causas a otro no mo­
viesen.

3. Insistir en conocer y gustar a Dios

El ser espiritual consiste en el conocimiento y amor


de las cosas espirituales, y obras conformes a este amor;
donde se sigue el menosprecio de las cosas temporales y ab_
negación del hombre viejo. Y porque, aún comparando el co­
nocer con el amar, precede el conocer, ahora en este tiem­
po de la probación, ayudará para este dicho conocimiento y
amor leer y meditar algunas cosas espirituales escogidas,
dando algún tiempo a ellas; que sería como hacer otra vez
los Ejercicios, insistiendo en la oración y procurando de

... jemplo: "Una [diferencia] es que la teología especula


tiva usa comunmente de raciocinios en las materias fi
losóficas, y por eso algunos la llaman escolástica y
también literaria ... La teología mística no trata de
semejantes conocimientos literarios. Por eso no nece­
sita esa escuela, que se puede llamar escuela del en­
tendimiento. Se adquiere en la escuela del afecto y
con el ejercicio asiduo de las virtudes morales, que
disponen el alma a la purificación, de las virtudes
teologales,que la iluminan, y de las virtudes beatífi­
cas, que la perfeccionan: relativamente a cada uno de
los tres actos jerárquicos, que son purificar, ilumi­
nar y perfeccionar. Y esta escuela se puede llamar
escuela de la religión o del amor,como la escuela del
entendimiento se ha de llamar escuela de la ciencia y
del conocimiento", GERSON, J., Oeuvres completes, ed.
Glorieux,III, Paris 1962, pp. 275-276.

58
gustar quam suavis est dominus (52), ut austato spiritu,
desipiat caro; y porque vea por su experiencia que es po-
co lo que se deja, para lo que se halla, a quien deja el
mundo por Cristo. Y podría ganar buena usanza de juntarse
con Dios entre las acciones. A lo menos la memoria desto
hará que menos afecto se ponga en las cosas bajas, tuvien-
do conocidas las de Dios. Es verdad que tanto menos habría
que trabajar en esto,cuanto la persona estuviese más pues-
ta en ella y usada; aunque el renovarse, para todos servi-
rla.

4. Apercibirse a la abnegación

Porque no consiste en este gusto nuestra perfección,


antes en las virtudes sólidas (53), y en la obediencia y
conformidad verdadera de la voluntad nuestra con la de Dios,
y porque nuestro instituto no es de tanta quiete, que no
sea menester romperla a menudo con ocupaciones varias por
el prójimo, que distraiga de la devoción, es menester, en-
tendido esto, apercibirse y aficionarse a llevar la cruz
de Cristo, como El fuere servido, con consolación o sin e-
11a, ejercitando las verdaderas virtudes. Y parece que por
es-to se debrlan desde entonces inclinar las oraciones y
consideraciones a adquirir deseos de la verdadera abnega-
ción de SL mesmos, ayudándose de los ejemplos de Cristo y
los santos, que inciten a querer imitarlos

52. Ps. 33, 9: "Gustad y ved qué suave es el Señor".


53. Qué entendía Polanco por "virtudes sólidas" lo dio a
entender al P. Faber (o Laerno), para animarlo en su
aridez espiritual: "acuérdese que Dios busca en noso-
tros las virtudes sólidas, como es la paciencia, la
humildad, la obediencia, la abnegacióni de la voluntad
propia,la caridad, o sea la buena voluntad de servir-
le y por El servir a los prójimos. Otras devociones,
aunque su providencia las conceda cuando ve que son
convenientes, como no son cosas sustanciales.no hacen
perfecto al hombre cuando abundan, ni imperfecto,
cuando faltan", MI Epp VI, 110.

59
5. Ponerla en práctica cuanto a
la abnegación de la carne

Es menester poner en práctica esta abnegación, más y


menos insistiendo en una parte que en otra, según las in­
clinaciones a las cuales ha de resistir. Contra la concu­
piscencia de la carne se toma la mortificación della; don­
de entra todo lo que a la castidad y sobriedad ayuda, como
son disciplinas y abstinencias de lo que según los senti­
dos deleita, y otros trabajos o asperezas corporales. En
lo cual se puede dejar por un tiempo a cada uno a su devo­
ción, sino en cuanto excede los limites de discreción. Pe­
ro a quien mucho se descuidase, habiéndolo menester, po-
drlaselo acordar el confesor. Como quiera que esto sea,
cierto parece que quien tuviese vehementes pasiones de car
ne, especialmente si dellas a veces fuese vencido,no debía
ser rescibido para hacer profesión ni ser Coadjutor (54).

6. De la concupiscencia de hacienda.

Contra la concupiscencia de hacienda, o el uso dema­


siado de tomar todas sus comodidades, es propia abnegación
no tener propiedad de cosa alguna,y en el uso comenzar a
sentir la profesión de pobreza, como serla en andar sin
dineros y mal vestido, etc. Con todo esto, es necesaria
discreción para no perjudicar mucho a la salud (55).

7. Contra la concupiscencia de la honra, etc.

Contra la concupiscencia de la honra y grandeza es


la abnegación propia tomar lo contrario de su excelencia,
como es atender a ejercicios bajos, servir a todos, vestir

54. Cfr. Constituciones, n* 179.


9
55. Ibidem, n 287.

60
pobremente, pedir por amor de Dios en lugares públicos,
predicar en los mesmos y semejantes cosas, que derechamen-
te van contra la reputación en qué hombre se tiene y quie-
re ser tenido (56). Y desto publico, como mendigar y pre-
dicar por plazas, parece tienen mas necesidad los hombres
respetosos (57) y los no bien despegados del mundo; porque
con ello se vencen y se establecen en su vocación, y se
hacen inhábiles para el mundo (58).
Contra todas juntas estas concupiscencias hay algu-
nas experiencias, como es el peregrinar sin dineros, ser-
vir en hospitales o a otros enfermas, y semejantes; donde
hay, ultra de la abnegación, aún mucho ejercicio de cari-
dad (59).

8. Contra la voluntad propia

Mas adentro es la abnegación de la propia voluntad y


lo que a la virtud de la obediencia toca; que, con ser en
toda congregación necesaria, parece lo es mas en ésta que
en otras. Primero, para el regimiento: porque, andando de-
rramados y solos en partes varias y remotas, si no tuvie-
sen la boca blanda para este freno, no podrían regirse, y
fácilmente se faltaría a muchas buenas ocasiones del ser-
vicio divino por esta mala! libertad. Segundo, para la con-
servación, que pende de la unión, de la cual cuanto mas se
apartan con el dividirse en varios lugares los miembros
desta Compañía, tanto más es necesario se junten y unan

56. Ibidem, nn. 66, 68, 82, 297.


57. "Respetoso" = "respetuoso", en el sentido de: celoso
de que le guarden respeto. ^
58. Sobre la predicación que en tiempo de san Ignacio te-
nían nuestros Padres en el lugar popular de Roma,lla-
mado Banchi, Cfr. MI FontNarr I, 241 (Araoz) 559 (Na-
dal), 681 (Ribadeneira y Palmio). También san Ignacio
enseñaba allí el catecismo (cfr. MI Soripta II, 829,
831).
59. Cfr. Constituciones, nn. 66, 67, 282.

61
con la unión espiritual de voluntades; que no puede ser
sino guardándose la subordinación de los miembros a su ca-
beza diligentísimamente con la obediencia santa (60). Ter-
cero, por la cualidad de los miembros desta Compañía; que,
como han de ser a una mano (61) letrados y personas de ca-
beza, son más sujetos a quererse regir según su parecer y
voluntad, y tanto más tienen necesidad de este ejercicio.
Cuarto, por el favor que los mesraos probablemente tendrían
con principes y señores; con el cual, si no tuviese para
ellos fuerza la obediencia, no se podría hacer más de lo
que ellos quisiesen. Asi que, por estas y otras razones,
siendo mas necesaria la obediencia aquí que en otras par-
tes, mucho se deben en ella ejercitar, antes de hacer pro-
fesión y después; para que sea la obediencia, no sólo vo-
luntaria, pero alegre, presta, constante, humilde, slmpli-
ce, sin querer razón de lo que se manda, aunque parezca i-
rracional, con que no sea pecado (62). Y a esto servirá :
Primero, hacer obedecer a personas bajas, como al cocine-
ro (63). Segundo, a muchos, como al sotoministro, ministro,
sin el prepósito, aunque fuesen legos y de poca autoridad.
Porque el ejercicio hará mejor habito para obedecer al
superior; y porque se aprenda en todos a obedecer a Cristo
(64). Tercero,hacer obedecer en cosas bajas y contrarias a
su voluntad,como mendigar,predicar,etc.; y otros si se su-
piesen de sus inclinaciones, contra ellas se habría de en-
derezar quien quisiese probar la obediencia (65). Cuarto,
hacer obedecer en cosas no razonables en si, si no fuesen
mandadas, como leemos de los Santos Padres (66). Quinto,

60. Ibidem, nn. 659, B21.


61. "A una mano" = de conformidad, igualmente, sin dife-
rencia o distinción.
62. Cfr. Constituciones, nn. 547, 549.
63. Ibidem, nn. 64-06.
64. Ibidem. n« 286.
65. Ibidem, n« 265.
66. Se refiere a los monjes del desierto. A algunos de e-
sos ejemplos, recogidos por Casiano o en el De vitis
Patvum, alude también la Carta de la obediencia« (MI
Epp IV, 679).

62
mandar imperiosamente, no rogando ni remitiéndose a su vo­
luntad ni dando razones de lo mandado. Sexto, mandar mu­
chas cosas, una tras otra. Séptimo, que dure buen tiempo
el estar debajo de otro, en los que son más inclinados a
soberbia; porque se haga hábito. Octavo, hacer que ellos
manden a otros; porque viendo como quieren ser obedecidos,
vean cómo han de obedecer. Noveno, no hacer caso dellos,
ni llamarlos un tiempo para cosas mayores; sino que sean
puramente manos y pies, y no cabeza. Décimo, dar buenas
penitencias a quien nada en esto faltase. Undécimo, hacer­
les predicar la obediencia en casa, porque todos lo sepan.
Duodécimo, pero porque seria grave a un ánimo grande esto,
a no lo tener previsto, se le habría de proponer al supe­
rior, y según le paresciese, moderar todo esto (67)

9. De la abnegación del propio juicio

Después de la abnegación de la voluntad, mas adentro


aún está la del propio juicio, que por las razones dichas
es especialmente en esta congregación necesaria. Ayudara a
esto: Primero, que en lo que se ofreciere duda, aun en sus
cosas, se haya de dejar juzgar de otras personas, que,
siendo de letras y buena consciencia y bien informadas, so­
bre decir Misa y hacer oración, debe creer, quien soberbio
no es, que entenderán mejor la verdad que él sólo; espe­
cialmente en su causa, donde pocos son buenos jueces. Y
quien a esto no se dispone, no es para congregación. Se­
gundo, parece ayudaría que se tomase la mano de mostrar a
quien tal fuese, su error, asi el general de ser de su ca­
beza, como el particular en lo que siente mal; y declarán­
dosele más veces, probable parece que se fiara menos de su
juicio (68). Tercero, mostrar de hacer poco caso de su pa­
recer, no le llamando a cosas desaconsejo, o si le llaman,

67. Supone un maestro (instructor) o encargado de la pro­


bación, distinto del superior.
68. Cfr. Constituciones, nn. 48-49.

63
de mejor gana tomando el parecer de otro, si igualmente
fuese bueno. Cuarto, no le sea licito decir ni mostrar que
le parece mal cosa de las que se aprueban y consienten en
casa para con gente de fuera ni otros de casa, salvo si al
mesmo superior o algún oficial le dijese lo que notablemen
te paresciese importar. Quinto, no dé pareceres ni conse-
jos a otros sin serle pedidos; antes se le mande que atieri
da a juzgar y condenar sus solos defectos, teniendo éstos
continuamente ante los ojos, y entre ellos éste de la du-
reza del propio juicio. Sexto, si faltase en lo dicho,dar-
le penitencia, etc.

10. Ejero-icios de prudencia

£1 décimo punto principal es, ultra de las pruebas


de abnegación, probar en ejercicios donde se muestre pru-
dencia si la hay, somo en regir, etc., siendo ministro o
sotoministro o su vicario; porque se vea para cuanto es.

11. Ejercicios de confesar, etc.

El undécimo, probar en ejercicios de nuestra profe-


sión, como confesar y predicar dentro o fuera de la tierra
atendiendo asi a la habilidad para hacerlo bien, como el
sufrimiento del trabajo; porque de todo esto se tomará ti-
no, para ver si es apto o no para la Compañía; y si lo es,
en qué se ha de poner cada persona, según lo que muestra
tener o no tener (69).

69. La tercera probación es "probación", es decir, prueba y


9
entrenamiento. Por eso en el n 10 propone Polanco que
se experimente si el probando tiene cualidades de go-
9
bierno,y en el n 11, si tiene cualidades para los "e-
jercicios de nuestra profesión",es decir, los ministe-
rios de la Compañía.

64
12. Constancia. Preparación para profesar

Ultra de todo lo dicho, es menester muestre fortale-


za y constancia en sus propósitos y cosas. Para lo cual a-
yudará el tiempo algo largo de las pruebas, ultra del de
los estudios. Y al fin deste tiempo, antes que se haga
profesión, parece se le debría dar algún tiempo para con
más recolección y devoción hacer su oblación a Dios y pro-
fesar (70).

* * * * * * *

APÉNDICE 1. ALABANZAS DE LA OBEDIENCIA

a) PRESENTACIÓN

Este escrito autógrafo de Polanco tiene el aspecto de


notas previas recogidas en preparación a las cartas igna-
cianas sobre la obediencia, tal vez para la carta a los es-
colares de Gandía, del 29 de julio de 1547 (71). Sin embar-
go, la escueta enumeración de los textos escriturísticos y
de las razones, sin smplificación, confiere al documento
una fuerza singular.
El texto original latino ha sido publicado en MHSI
PolCompl II, 821-822, y una traducción castellañe en AICAR-
DO, Comentario a las Constituciones, vol. I, 729-731.

9
70. Cfr. Constituciones, n 514.
71. MI Epp I, 551-562.

65
Damos aquí una traducción nuestra, aunque nos hemos
ayudado para ella de la de Aicardo.

b) TEXTO

Obediencia es voluntad de hacer lo mandado por el su-


perior; o sacrificio espontáneo y racional de la propia vo-
luntad; o sometimiento de la propia voluntad a la decisión
del superior en cosas licitas.

Aconsejan la obediencia:

1) La Escritura: Obedeced a vuestros prepósitos (72).

2) La naturaleza: Les dio un precepto, que no pasará


(73).
3) Los ejemplos: como el de Abrahan de cuya descen-
dencia habla de formarse el pueblo antiguo; y el de Cristo,
de quien se formarla el nuevo;

4) Cristo aprendió (por experiencia) a obedecer con


lo que padeció (74). Fue maestro y discípulo.

5) Por los contrarios: la desobediencia arroja del


paraíso, mientras que la obediencia nos restituye a él.

6) Por los efectos: 19 Hace a los hombres siervos de


Dios, es decir, bienaventurados: bienaventurado el pueblo
cuyo Dios es el Señor (75). 29 Los convierte en parientes

72. Hebr. 13. 17.


73. Ps. 148, 6.
74. Hebr. 5, 8.
75. Ps. 143, 15.

66
de Cristo: Este es mi madrea mi hermana, ... etc. (76).
3? Hace un gratísimo obsequio a Dios: porque la obediencia
es mejor que las víctimas (77). 49 Construye una morada pa-
ra Dios,echando fuera el propio sentir y juzgar. 59 Engran-
dece al hombre y aun lo diviniza, pues lo despoja de si y
lo viste de Dios: vive en mí Cristo (78). Da también poder
para que Pedro por obediencia se mantenga sobre las aguas
(79). Por eso pone al hombre en un estado excelente, en es-
ta vida y en la otra. Un Padre del desierto vio cuatro or-
denes: Los enfermos, los hospitalarios, los solitarios y
los subditos (80). Cristo se hizo obediente hasta la muerte

76. Cfr. Mt. 12, 49-50.


77. I Sam. 15, 22.
78. Gal. 2.20.
79. Cfr. Mt. 14. 28-29.
80. Alude a un ejemplo del De vitis Patrum. El P. Rodríguez
lo refiere así en eu estilo clásico: "uno de aquellos
padres antiguos vio una vez cuatro órdenes de justos en
el cielo. El primero era de los hombres enfermos, que
en sus enfermedades habían tenido paciencia y dado gra-
cias a Dios. El segundo, superior a éste, era el de los
que acogían y hospedaban a los pobres y peregrinos, y
servían a los enfermos, y finalmente se ejercitaban en
obras de caridad. El tercero era de los que, dejadas
todas las cosas, vivían en el yermo con mucha pobreza
y abstinencia, ocupados en qración. El cuarto orden,
superior a éstos, era de aquellos que por amor de Je-
sucristo vivían en obediencia, sujetos a voluntad aje-
na en todo. Y éstos vio que estaban con cadenas y c£
llares de oro y que tenían más gloria que los monjes
solitarios y los demás. Y fuéle respondido que la causa
era porque los monjes en su soledad, y los que se ocu-
paban en obras de caridad, en lo que hacían, cumplían
su propia voluntad, pero el obediente, no, antes la
sacrificaba a Diosj y como la voluntad era cosa tan
estimada en el hombre, así el sacrificio era de tanto
mérito delante de Dios, y aquella honra de aquellos co-
llares de oro era porque abajaron sus cervices al yugo
de la obediencia".

67
y muerte de cruz; por lo cual Dios lo exaltó, y le otorgó
el Nombre que está sobre todo nombre (81).

7) Glorifica a Dios, tanto más cuanto más bajo es a-


quél a quien por Dios se obedece; es decir: por quien Dios
manda.

8) Alcanza de Dios lo que quiere. San Gregorio: Si


fuésemos obedientes a nuestros superiores, Dios obedecerá a
nuestras oraciones (82).

9) Comiendo, etc. merece: por lo cual se enriquece, y


en nave atraviesa el mar del mundo, y camina como a caballo,
llevado por pies ajenos: te llevarán en sus manos, para que
tu pie no tropiece ... (83).

10) Echa de si toda solicitud, que es un gran peso, y


asi puede volar, sobre todo con las dos alas de la pobreza
y de la castidad.

11) Hace triunfar: el hombre obediente hablará de


victoria (84). Un triunfo nobilísimo,en que uno vence a sí
mismo. Pues Dios pelea en favor suyo, y por eso, todo cede
ante él.

12) Dios guarda a éstos como más especialmente suyos.

13) Las creaturas le obedecen: así subió el agua del

81. Filip. 2, 8-9.


82. Frase atribuida a san Gregorio. Se lee en uno de los
Sermones ad frates in eremo (serm. 6 1 ) , publicados en­
tre los sermones de san Agustín, en esta forma: "Cuan­
to modo erimus oboedientes patribus nostris, tanto e-
rit Oeus oboediens orationibus nostris (PL 40, 1344).
83. Ps. 90, 12.
84. Prov. 21, 28 (según la Vulgata).

68
pozo, y la leona se dejó amarrar (85). Es más, les obedece
Dios: obedeció el Señor a la voz de un hombre (86); porque
Josué era obediente.

14) La obediencia da paz; hace digno de ser superior.


No ose presidir quien no ha aprendido a someterse (87).

15) Consuma felizmente la vida.

16) San Gregorio: La obediencia no es tanto virtud


cuanto madre de virtudes, cuyos actos produce (88). Un sa-
bio: Tanto añadirás a la virtud, cuanto quitares a tu propia
voluntad.

17) Tiene gran recompensa. Pues la recompensa hay que


esperarla de aquél a quien se sirve y cuya voluntad se ha-

85. Dos ejemplos narrados en el De Vitis Patrum. lib. 3,


nn. 27 y 29. El segundo es conocido, por su mención en
la carta de la obediencia. El primero es de un monje
que, mandado a sacar agua a un pozo lejano, y habién-
dose olvidado de llevar una cuerda, hizo oración y d i -
jo: "Oh pozo, el siervo de Cristo, mi abad, me manda a
sacar agua". Al instante subió el agua hasta el borde»
con lo que el monje pudo fácilmente llenar su cántaro
[PL 73, 755-756).
86. Jos.'10, 14.
87. Cfr. KEMPIS, Thomas de, Imiiatio Christi. lib. I, cap.
9
20, n 2: "Nemo secure praeest,nisi qui libenter subest.
Nemo secure praecipit, nisi qui bene oboedire didicit".
88. La frase de san Gregorio propiamente es ésta: "la obe-
diencia es una virtud que por sí sola induce en el alma
las otras virtudes, y cuando las ha inducido, las con-
9
serva", SAN GREGORIO, Morales, cap. 35, n 14. S. Agus-
tín tiene un pensamiento que se acerca más a las pala-
bras citadas aquí por Polanco: "La obediencia es la ma-
yor virtud, y, por decirlo así, el origen y la madre de
todas las virtudes". SAN AGUSTÍN, Contra adversarium le_
gis et prophetarum. lib. I, cap. 14; PL 42, 613.

69
ce. El que hace su propia voluntad, se recompense a si mis­
mo; el que hace la voluntad divina, espere que le recompen­
se Dios.

18) La obediencia es como un martirio, que corta la


cabeza, y toma por cabeza a Cristo, o sea, a su vicario.

19) Es puerta del cielo, y casa de Dios. Ay de los


que la hacen puerta del infierno, como los propietarios [de
su voluntad]!

20) Con ella se observa el orden debido entre supe­


riores e inferiores.

21) Sometiéndose a la creatura se recobra la gra­


cia que perdimos por no someternos a Dios.

70
S E G U N D A P A R T E

IV. TRABAJAR EN LA VIÑA


D E L SEÑOR

APÉNDICES:
2. Sobre el sacramento
de la Penitencia
3. Sobre los Ejercicios
x
Espirituales
4. Sobre la asistencia
a los moribundos
IV. TRABAJAR EN LA VIÑA D E L SEÑOR

a) PRESENTACIÓN

Este escrito de Polanco, publicado en MHSI como "se-


gunda serie" de Industrias, ha sido considerado generalmen
te como una obra distinta de la llamada "primera serie".
Con el tiempo llegó realmente a serlo. Pero en su origen
no era sino la nona industria de las doce primeras, y los
editores no dejaron de advertirlo (1). Es evidente que en
el texto autógrafo de estas doce figuraba como tal, aunque
después haya desaparecido casi del todo. Efectivamente Po-
lanco folio este autógrafo, no con números, sino con le-
tras, y en el verso del folio señalado con la^letra M (2),
actualmente f. 41y, encontramos la introducción y los pri-
meros seis párrafos de la nona industria, todo tachado por
una linea vertical. En el folio siguiente (en la actuali-
dad f. 42) empieza ya la décima industria; pero dicho fo-
lio no está marcado con la letra N como se esperaría", sino
con la Z; lo cual indica que faltan nueve folios (N-X), o
e
sea, 18 páginas, que sin duda contenían l resto de la no-
na industria.

Sin embargo, muy pronto debió Polanco de pensar en


separar del resto esta nona industria, y convertirla en una
instrucción pasa los enviados a ministerios. Pues se con-
serva una copia de ella, con caracteres ya independientes,
hecha por el H. Jaime Speg, el cual murió en noviembre de
1548 (3). Comparando esta copia con otras posteriores, ve-
\

1. Cfr. MHSI PolCompl II, VII-VIII y XI. Los editores


fueron los PP. Daniel Restrepo y Dionisio Fernández.
2. En la reparación del códice ha desaparecido la letra.
Pero es la que corresponde alfabéticamente.
3. ARSI Instit 188. ff. 163-182t>.

73
mos que Polanco siguió corrigiendo y completando el escri-
to.
Aunque éste nunca llegó a tener un carácter oficial,
se difundió bastante, desde los tiempos mismos de san Ig-
nacio. En 1553 san Pedro Canisio habla oido hablar de él y
7

lo pidió a Polanco. El secretario le respondió el 2 de


enero de 1554: "Esa nona industria no sé dónde esté. Cuan-
do la encuentre, si pudiese servir a V.R., tendré cuidado
en enviársela; aunque pienso que lo mejor de ella se en-
cuentra en las Constituciones" (4). En el siglo pasado
los jesuítas polacos editaron en Cracovia una traducción
latina (5).
La inspiración ignaciana la tenemos aquí bien ates-
tiguada por tres testimonios. El primero es del mismo pa-
dre Polanco, transmitido por Possevino. En la copia de
Speg leemos una nota posterior; que dice textualmente: "In-
dustrias para ayudar al prójimo compuestas por el P. Juan
Polanco, según lo que sentía de la mente de san Ignacio,
como el P. Polanco dijo al P. Possevino" (6). El P. Riba-
deneira, en el tratado sobre el modo de gobernar de san
Ignacio, viene a afirmar lo mismo: "El P. Maestro Polanco
escribió algunas industrias para enseñar cómo se han de
haber los de la Compañía que se ocupan con los prójimos,
para mayor servicio divino y bien de las almas; las cuales
recogió de lo que vio que usaba nuestro bienaventurado Pa-
dre, y de las instrucciones y avisos que daba a los que
enviaba a cultivar la viña del Señor"(7). Finalmente el P.

4. MI Epp VI, 135.


5. Multiplicada primero en ciclostilo (1873) e impresa
después (1883), según Sommervogel por el P. R. Hoppe,
MHSI hablan también de una traducción ms. italiana,
que no hemos podido ver.
6. ARSI Instit 188, f. 163. El hecho de que estas "Indus-
trias" - como hemos dicho - no sean sino la nona de
las "Doce industrias" ampliada, parece que obliga a
extender esta afirmación a todo el trabajo de las in-
dustrias.
7. MI FontNarr III, 628.

74
Bernardo de Angelis en el prólogo que puso a las Industria
ad aurandos animae morbos de Aquaviva (1600), escribió que
este P. General se habla acordado de las instrucciones que
con este nombre de "industrias" había escrito Polanco,"B.
Patris nostri mandato atque ductu" (8)
El P. Polanco, según su costumbre, se atiene a un
orden estrictamente lógico. Lo presentaremos aquí esquemá-
ticamente para mayor claridad.

A) Cómo se han de haber los de la Compañía consigo mismos


a
(1 INDUSTRIA)
a a
B) Como se han de haber con los prójimos (2 a 5 INDUS-
TRIA)
a
I. Qué deben pretender ( 2 INDUSTRIA)
a
II. Con qué personas han de conversar ( 3 INDUSTRIA)
a
III. Cuánto tiempo han de emplear ( 4 INDUSTRIA)
a
IV. Qué medios han de usar (5 INDUSTRIA)
1. En general (n. 1)
2. Medios interiores (nn. 2-4)
3. Medios exteriores (nn. 5-57)
a) De parte del operario (nn. 5-8)
b) Para adquirir benevolencia (nn. 9-13)
c) Para tener crédito (nn. 14-26)
d) Para la recta elección de los medios (rm.
27-37)
e) Medios en especial:
- Conversaciones (nn. 38-48)
- Ejercicios (nn. 49-52)
- Predicación y lecciones sacras (nn. 54-
56)
- Doctrina Cristiana (n. 57).
C) Cómo se han de haber con la Compañía y con el Superior
a
(6 INDUSTRIA)

8. Cfr. Institutum, ed. Florentina, III, p. 395.

75
Este esquema (para consigo, para con el prójimo, pa-
ra con la Compañía) es el mismo usado después en no pocas
instrucciones para los enviados a ministerios: por ejemplo
en la dada al P. Laínez, cuando a fines de diciembre de
1548 fue enviado a Sicilia (9) y la escrita para el P. Se-
bastián Romei, al ser enviado a Caprano en 1552 (10). Véa-
se, sobre todo, la instrucción latina editada por MHSI en
el vol. XII de las cartas de san Ignacio, pp. 251-253, que
es como un conciso resumen de estas Industrias y tiene to-
do el aspecto de un modelo general de instrucciones; se de-
bería después acomodar a las circunstancias de las diver-
sas misiones (11).
Ea éste el documento más importante de nuestra anto-
logía; si se nos permite hablar así, lo llamaríamos el
plato fuerte. Tengamos presente, sin embargo, que no es un
documento de san Ignacio, sino de Polanco. Con toda proba-
bilidad, si, como sucedió con las Constituciones, san Igna-
cio lo hubiera tomado en sus manos, lo habría corregido,
cambiado, completado. Para entenderlo, hay, además, que
saberlo leer con sentido histórico; de lo contrario algu-
nas ideas y expresiones, como la insistencia en mantener
el crédito y la autoridad, nos pueden hoy chocar. A pesar
de ello, de todos los documentos que aquí presentamos, es
el que mejor nos da la imagen del jesuita en misión, según
la mente de san Ignacio. Eso explica el favor de que siem-
pre ha gozado; aunque merece ser mucho más conocido.
Por desgracia la edición de MHSI no es muy feliz.
Los editores no pudieron consultar todos los manuscritos;
es mas, les faltaron los mejores. No es ésta la ocasión de
colmar esa deficiencia. Hemos seguido el texto de MHSI Pol
Compl II, pp. 776-807. Sólo cuando nos ha parecido necesa-

9. MI Epp II, 274-277. Cambia, con todo, el orden: con el


prójimo, con la Compañía, consigo.
10. MI Epp IV, 456-458.
11. La razón que dan" los editores para atribuirle la fecha
del 8 de octubre de 1552 i MI Epp XII, 251, nota), no
convence en manera alguna.

76
rio, hemos introducido alguna corrección según otros codi^
ees. De ellos tomamos también los títulos o pequeños suma-
rios de cada párrafo, que Polanco escribió en el margen, y
tal vez por eso omitió el manuscrito seguido por Monumento.
Histórica.

b) TEXTO

INDUSTRIAS CON Q U E UNO DE LA COMPAÑÍA DE J E S Ú S

M E J O R CONSIGA SUS FINES

Como se han de haber los que atienden al prójimo


en esta Compañía de Jesús para mayor servicio
divino y bien de las animas

Que puedan mucho fructificar los que son enviados


para ayudar al prójimo en esta Compañía, consiste, después
de la divina ayuda, parte en los mismos, parte en el supe-
rior que de acá los rige. De lo que al Superior toca, dé-
jese a él el cuidado, ayudándole con oraciones, deseos,
etc. (12).
De lo que uno de la Compañía debería hacer para sa-
lir mejor con sus fines del honor divino y ayuda de las a-
nimas, suya y de sus prójimos, se dirá en lo siguiente,
partiendo en seis generales industrias lo que sobre esto
\

a
12. La primera redacción decía: "desto diré en la 1 0 in-
dustria". Y efectivamente la décima de las Doce In-
dustrias se trata "de cómo pueden ayudar, desde Roma,
los que andan fuera, por el Superior". Cfr. Constitu-
ciones, nn. 629-632.

77
ocurre decir. La una, cómo se han de haber consigo mismos.
Las cuatro siguientes,cómo con los prójimos con quien tra-
tan. La sexta y última, cómo con la Compañía y superior
della. Y de todas seis se dirá con el ayuda de la Sapien-
cia eterna, guardando la orden propuesta.

PRIMERA INDUSTRIA. Cómo se han de haber los de la Compa-


ñía consigo mismos.

1. Desear y procurar la perfección.- Para mucho a-


yudar al prójimo es menester que cada uno mucho ayude a sí
mismo; porque como Dios en las cosas naturales por un a-
nimal perfecto quiere se engendre otro; y que en una plan-
ta perfecta haya simiente para producir otra, también en
las espirituales, para hacer los hombres firmes en la fe,
esperanza y caridad y todas virtudes, quiere que su ins-
trumento, que es causa inmediata,sea lleno de todas ellas.
Y así la primera cosa que ha de tener uno desta Compañía,
es una grande sed de aprovecharse a sí mismo,y pasar siem-
pre adelante en la vía de las virtudes sólidas (13), ya
que para la quiete de la contemplación no halla tanto lu-
gar en esta parte. Y mire con cuidado lo que se aprovecha
en sus exámenes de conciencia, que cada día hace, para re-
prenderse, si es poco, y animarse adelante.

2. Vencer el temor.- Pero descendiendo en los par-


ticulares, para el fin dicho especialmente se debe procu-
rar la victoria de las pasiones. Y así lo que ha de procu-
rar, es no temer pobrezas, calumnias, ni la muerte misma,
en las cosas que le conste ser importantes a la honra de
Dios y salud de las animas; aunque, aalvo lo dicho, con la
discreción se deben evitar, cuando se siente convenir para
mayor servicio divino, estos inconvenientes; y de su parte
este apercibido, no sólo a sufrir contradicciones, pero
cualquiera afrenta y corporal pasión, por el nombre de Je-

13. Ved. supra. Parte primera, nota 53.

78
sus (14), mucho mirando, cuanto es en el, de no dar oca­
sión a que nadie haga lo que no debe contra el.

S. No se exasperar aon los que le maltratan.- En


las adversidades y persecuciones, guárdese de tener odio o
rencor alguno debajo de especie de celo con los que son
contrarios, antes procure tener con ellos más tierno amor,
y especialmente orar por ellos, y sentir y hablar bien
cuánto se puede. Con esto, no deje de hacer estrenuamente,
contra los que impiden el servicio del bien común,o de al­
gún particular, todo el oficio que juzgare ser agradable a
Dios N. S.

4. No perder ánimo aon las aflicciones.- No sea pu­


silánime, ni se quebrante de ánimo por parecerle que hace
poco fruto, ni por verse ultrajar ni maltratar; antes en­
tonces procure más fortificarse, no dando lugar a diferen­
cias, como si Dios del tuviese poco cuidado, o se quisiese
servir poco del; y siempre que él buscare su divina gloria
y salud de los que El crió y redimió por su amor, tenga
por cierto que Dios es con él, y le ayudará, y sacará fru­
to de todos sus trabajos, y no sólo de lo que hace, sino
aun de lo que padece.

5. Haberse bien en las enfermedades.- En las enfer­


medades tenga cuenta con su salud corporal, y de ayudarse
del aparejo que Dios le diere, ora sea en hospital, ora en
casa de amigos; pero como quiera, guárdese mucho de des­
edificar con impaciencia y sensualidad y otras pasiones de
enfermos, antes disponiéndose a servir a Dios con el pade­
cer, y tomándolo alegremente por su amor, y reconociéndole
como beneficio de su mano, procure ayudarse a si mismo con
esto, y en proponer la enmienda de sus faltas, y también
al prójimo, a lo menos con su ejemplo de paciencia y con
buenas palabras (15).

14. Cfr. Act. 5. 41.


9
15. Cfr. Constituciones, n 272.

79
6. Evitar la soberbia con tal que no falte el ánimo.
Evite la soberbia en mucho estimarse, y la presunción de
sus fuerzas en tomar de suyo empresas no proporcionadas a
su talento, y en ingerirse adonde convendrá ser llamado,
de lo cual se dirá adelante. Pero con todo esto, sea ani-
moso para acometer y seguir cualesquiera grandes empresas,
cuando la obediencia le pusiere en ellas, o el cargo que
dado le fuese, o la caridad, visto el aparejo o la necesi-
dad con apariencia de posibilidad, le convidase, tomando
prudentemente los medios que convienen.

7. Guardarse de ambición.- Guárdese de dar lugar en


su corazón a pensamientos de ambición, y más del querer pa
ra si honras y dignidades y grandezas cualesquiera, y aun
de aceptarlas cuando la ocasión se ofreciese, por amistad
de señores, etc.,siendo como son contra su profesión (16).
Pero el honor ofrecido, aunque de suyo desagradase, si se
aceptase para tener más autoridad, y más con ella edificar
no serta fuera de razón, antes conforme a ella.

8. Huya de vana gloria.- Guárdese de vana gloria en


sus buenas obras (aunque no se entienda ser tal alguna de-
mostración conforme a la humildad y caridad, cuando por la
edificación de los prójimos y honra divina con moderación
debida se usase), que no le disminuya el mérito y gracia
divina, o se la quite; pero por las intenciones de vanaglo
ria no deje las buenas y útiles obras, diciendo con S.Ber-
nardo: Ni por tí lo comencé, ni por ti lo dejaré (17).

16. Cfr. Constituciones, n* B17. El 25 de enero de 1548


había hecho Polanco los votos de no pretender ni a-
ceptar dignidad alguna; añadiendo otro, que, si se le
impusiese una dignidad.se ofrecía al trabajo del car-
go, de manera que otro tuviese la dignidad y la auto-
ridad sobre él [MHSI PolCompl 1.38-39).
17. DE VORÁGINE, J., O.P., Legenda áurea Sanctorum,Legen-
da 115, de Sancto Bernardo, 821: ("Nec pro te incepi,
nec per te dimittam"). Este dicho no se encuentra ni
en las obras ni en las vidas antiguas de S.Bernardo.

80
9. Huya las concupiscencias carnales.- De todas con-
cupiscencias de sensualidad, como sería en el comer, etcé-
tera, guárdese con diligencia interiormente, abnegando mu-
cho el amor de todas estas delectaciones. Y aunque la dis-
creción deje algún uso moderado de algunas dellas por ser
necesarias, mire de no soltar mucho la rienda al tomar las
comodidades del cuerpo, como sería en comer y beber mucho,
o curiosamente, en vestir, dormir, casa, reposar y otros
regalos y limpiezas demasiadas, que ultra que desedifican
a otros, suelen ahogar el espíritu y disponer a pecados
mayores.

10. Guárdese de demasiadas mortificaciones.- De otra


parte, guárdese del contrario extremo, como sería mucho
debilitarse con ayunos y otras abstinencias, con vigilias
y vestir no suficiente para la necesidad, o no honesto se-
gún el uso de la tierra; y de las otras mortificaciones
del cuerpo, porque exceder en éstas, especialmente quien
no fuese apremiado de la necesidad, en ningunos es conve-
niente, y menos en los de nuestro instituto, en el cual
son necesarias fuerzas de cuerpo para los trabajos útiles
al prójimo (18). Cuando necesarias fuesen algunas abstinen
cias o semejantes castigaciones de carne para sí o para e-
dificación de otros, se puede o debe tomar lo que tal ne-
cesidad requiere; y cuando la necesidad cesa, se podría
también aflojar o dejarse: y esto, si hay superior en el
mismo lugar, conforme al parecer suyo; y si estuviese don-
de por letras puede ser comunicado, lo mismo; si no, como
la moción del Espíritu Santo le enseñare. Y no es de tener
por hipócrita si un hombre por verdadera edificación usa
alguna mas abstinencia y asperidad, cuando vive entre gen-
te que desto se edifica, y menos cuando esta solo o con
otros con quien pueda usarse más libertad; pues lo uno y
lo otro se hace con santa intención, y es conforme a la
caridad discreta (19) . Como las otras mortificaciones así

18. Cfr. Constituciones, nn. 300, 577, 582.


19. El significado de la expresión "caridad discreta",
que aparece también cuatro veces en las Constitucio-
nes, siempre en pasajes de redacción polanciana (nn.
209, 237, 269, 582), parece claro, si se compara con

81
el trabajar quiere moderación para que pueda a la larga
continuarse y emplearse en el servicio divino (20).

11. Guárdese de mucha conversación con mugeres.-


Guárdese de dar ocasión a la fragilidad humana, ultra de
la ruin fama, con conversación de mujeres, especialmente
mozas y de baja suerte, no conversando con ellas en confe-
siones ni de otra suerte, sino en público y con pocas pa-
labras, y antes severas que blandas, teniéndolas siempre
al lado, cuando se confiesen, no delante, donde se hayan
de ver (21). Y aún, cuando no se esperase ganancia mayor,
y hubiese otros que lo hiciesen, parece debería dejar de
buena gana este mérito, atendiendo a otras cosas de mas
tomo y menos peligro. Con señoras de manera (22) y de mas
edad se sufre más conversación, porque ni ellas así fácil-
mente caen, ni se atreven los hombres a decir dellas, y
hay mayor provecho en ello; pero la conversación sea en lu
gares abiertos, donde se puedan ver, ya que no oir; y cuan-
do algún peligro de cualquiera de las dos partes se sospe-
chase, se deberá luego huir y deshacer toda la conversa-
ción, y lo mismo si hubiese peligro de fama. Y lo que se
ha dicho destas personas se puede extender a cualesquiera

... otras frases paralelas del mismo Polanco. Por ejemplo


a 9
más abajo, en la 4 Industria, n 4, dice que "en to-
do debe la caridad ordenarse con la discreción". En
una carta de 1551, escrita ex commissione, expresa la
misma idea en latín: "caritas discretionis moderami-
ne regatur" [MI Epp III, 485)» en otra de 1554 habla
de "la caridad junta con la discreción" [MI Epp VI,
364), y tal vez más claro aún, cuando en forma nega-
tiva se refiere en 1548 a "uno zelo non ordinato con
la discrezione debita" {MI Epp I, 717). Alguna vez
a
habla también de "discreta libertad" ( 5 Industria,
9 a
n 17) y de "discreta humildad y caridad" (5 Indus-
9
tria, n 3 4 ) .
9
20. Cfr. Constituciones, n 822.
21. Los Confesionarios se propagaron sólo a fines del si_
glo XVI.
22. "Manera", en el sentido de "calidad" o "categoría".

82
otras, de cuya conversación incauta pudiese seguirse peli­
gro semejante.

12. Abnegación de voluntad y entendimiento.- La ab­


negación también de todas sus voluntades, y represión de
los movimientos que del propio amor proceden, es univer-
salmente necesaria aun en apetitos lícitos, para que de la
composición interior venga a ser compuesto constantemente
en todo lo exterior (23). Cuanto al entendimiento no sola­
mente lo ha de tener cautivado en la fe de la santa madre
Iglesia católica, pero aun no se ha de entremeter en doc­
trinas dudosas para sí, ni para proponerlas a otros, ni ha
de hacer caudal de revelaciones (aunque tampoco debe ser
menospreciador dellas), y otras cosas semejantes, que en­
tre otros inconvenientes hacen perder autoridad cuando se
hallan falsas; antes vaya siempre sólido con la doctrina
de los doctores santos y de la Iglesia más aprobados (24) e

Y si alguna vez leyese los libros dudosos para ver lo que


hay en ellos, y descubrir lo malo y refutarlo, o apartar a
otros dello. esto no será malo, mas no para ayudarse de
los tales libros.

13. Guárdese del desconcierto de palabras.- En el


hablar guárdese de la disolución de palabras, hablando en
cosas inútiles, y mucho más de las que son en perjuicio
del prójimo,como sería fácil si no se tiene la rienda, ha­
biendo tantas ocasiones a quien trata con prójimos. Guár­
dese también de amplificaciones hiperbólicas, y todo géne­
ro de mentiras, y aun de afirmar las cosas de otra manera
que constan: y en general, de todo lo contrario a la verdad
y modestia, y que ofende las personas con quien trata, y
da demostración de algún vicio ó inmortificación.

14. Guárdese de los vicios vecinos a su naturaleza.—


Tenga asimismo advertencia de no dar en algunos vicios ve­
cinos a su naturaleza; como quien es de natura benigna y

9
23. Cfr. Constituciones, n 250.
24. Ibidem, nn. 47, 274, 358, 464.

83
fácil, de la adulación o aprobación de lo que no debería
aprobar; quien es severo, de la demasiada asperidad y con-
tradecir todo lo que no le agrada; pues, a las veces debe
abstenerse dello, aunque el otro con quien trata no sin-
tiese bien, pero la discreción dirá'con cuáles y hasta don
de puede pasar

15. No 8e escandalizar.- Es necesario aprender a no


escandalizarse de cosa alguna, y saber mucho soportar las
flaquezas e imperfecciones de los hombres con quien trata,
y acostumbrarse a sacar fruto y no desedificarse de nada,
ni aun de los pecados mismos, y no condenar en juicio fá-
cilmente a nadie, ni perder la simpleza por la prudencia
(25); aunque para remediar en aquello que del puede salir
remedio, sin formar juicio firme por sola la sospecha, se
puede proceder a el.

16. Aunque Bntre con otros, salga consigo.- También


porque con medios proporcionados a los que se han de curar
se procede a las veces, hablando y haciendo algunas cosas
en sí remotas del espíritu, aunque el siervo de Cristo las
tiene por intención espiritual, y las ordena al divino
servicio, en todo esto es menester que sea muy señor de
los apetitos, porque no pierda a sí, desmandándose más de
lo razonable, por ganar a otro; y que no deje,aunque entre
con el otro al modo dicho, de enderezarlo todo a Dios y sa-
lir consigo, viniendo a cosas espirituales, y tirando a e-
llas las personas con quien habla o conversa, aunque no
siempre esto se puede hacer en la primera plática (26).

17. Vivir discretamente.- Procure mucho que en me-


dio de un pueblo malo y perverso (27) sepa vivir prudente-

25. Alude probablemente al dicho del Señor: "prudentes


como las serpientes y sencillos como las palomas",
(Mt. 10, 16).
a 9
26. Ved. infra, 5 Industria, n 40. Es ésta una norma y
una práctica muy ignaciana, cfr. MI Epp I, 180; III,
513 (BAC, pp. 643, 765-766; MHSI Nadal V, 834-835.
27. Fil. 2, 15.

84
mente, que, aunque en todas maneras de vida sea muy necesa
ría la discreción, en esta parte lo es sumamente; la cual
podrá adquirir quien fuere humilde, y tuviere abnegadas y
quebradas sus pasiones, con hacer reflexión a menudo sobre
las cosas que experimenta, ultra de lo que de otros apren-
de, procurando cada día hacerse más circunspecto.

18. Cada día dar algún tiempo a si.- Ayudará, para


todo lo dicho que no se deje tanto distraer fuera de sí
con las ocupaciones del prójimo, que no atienda a sí mismo
algunos ratos del día; que la caridad ordenada no sufre
que se olvide hombre del provecho y perfección propia por
atender a la ajena; cuánto más que para muchos ayudar al
prójimo, como arriba se dijo, es necesario ser muy ayudado
en sí mismo; pues cuanto más lleno de caridad y con más
copia de gracias el hombre pudiere ayudar al prójimo, mas
partícipe della se podría hacer. Y para henchirse a sí es
menester recurrir a la fuente con la oración que cada día
debería hacerse, procurando recolección para ella en algu-
na o algunas horas del día.

19, Examen de conciencia.- El examen de conciencia


también diligentemente debe hacerse para el propio bien y
del prójimo, a cuya ayuda se atiende, mirando su modo de
proceder,y medios, para continuar, dejar, mudar, quitar yy
añadir,según pareciese conveniente a sí y a ellos. También
el confesarse a menudo y comulgarse, o quien es sacerdote
celebrar, 'será gran ayuda.

20. Elevar a Dios la mente.- En general, para con-


servarse a sí mismos los que entran como en el río a sacar
a otros que no se ahoguen, ayuda ante todas cosas dirigir
a Dios la mente, y, enderezando actualmente a su honor y
beneplácito lo que se hace todo, pedirle socorro para en-
trambas partes, cuanto deseosa y confiadamente se pueda. Y
al tiempo que conversa con el prójimo, debe abstenerse del
hombre exterior lo posible, haciendo del caso como de un
saco de inmundicia; y considerar el interior como a imagen
de la Santísima Trinidad, condoliéndose si la ve disforme
con el pecado, y amar y abrazar el estiércol; o mirándolo
como redimido con la sangre y vida de Jesucristo, y sin-

85
tiendo mucho si ve en él perdido tanto precio, con un san-
to celo y compasión, como quien pidiese que restituya la
sangre de Cristo que costó, o la inocencia y estado de sa-
lud comprada con la misma sangre y vida; y esto con peca-
dores. Pero en general guarde este modo, que no mire la
criatura como hermosa o graciosa, etc., antes entre en su
ánima como toda bañada con la sangre de Cristo, y como
miembro del mismo y templo del Espíritu Santo (28).
Resuélvase firmemente de no hacer, por ninguna espi-
ritual ganancia que espere o pretenda, un pecado venial
deliberadamente, ni por todo el mundo, y aunque no sea co-
mún en lo malo de otros, no sea singular en hacerse dife-
rente de otros en lo bueno que tienen.

SEGUNDA INDUSTRIA. Que contiene lo que se ha de hacer con


el prójimo.

SÍguense las cuatro industrias con el prójimo. De


las cuales una contiene las cosas que ha de pretender ha-
cer con él. Otra, con qué personas debe ocuparse,con quién
no. Otra, qué respeto ha de tener al lugar y tiempo. Otra,
con qué medios y qué modo de usar dellos se ayudará para
lo dicho.

1. Hacer aquello por que cada uno es enviado espe-


cialmente.- Cuanto a las cosas que debe pretender hacer:
primeramente, si es enviado para algún fin particular sólo
o principalmente, procure en aquél especialmente dar buen
recaudo, usando la solicitud debida en hacer lo mejor y
por los mejores medios que pueda. Habiendo hecho lo que

28. La misma idea en la instrucción de MI Epp XII, p. 251


(BAC, p. 792).

86
debe para cumplir con esto, hará en lo demás lo que pudie­
re, como se dirá.

2. Buscar en qué entender.- Si es enviado indeter­


minadamente para ayudar en lo que pudiere a algún pueblo u
obispado o provincia o reino, y en el adelantar cuanto pu­
diere la honra de Dios, debe buscar en qué entender por sí
o por otros con mucho deseo de conseguir tal fin, y con
mucho animo para tomar cualquiera grande empresa, despedi­
da toda negligencia y pusilanimidad.

3. No perder las ocasiones de hacer mejor.- Y aunque


ya tuviese algunas ocupaciones, si saliesen otros lances
de importancia a los que sin faltar a lo comenzado se pu­
diese acudir, o de tanto mayor fruto que la discreción
juzgase deberían dejarse las ocupaciones primeras, o parte
dellas, por lo que ocurre, no se debe estorbar la ocupa­
ción del mayor servicio divino que se ofrece, antes con
ancho y grande ánimo debe abrazarse.

4. No abrazar más de lo que puede ni ingerirse.- Ad­


vierta, con todo esto, que no sea inconsiderado o indiscre­
to en dejar unas cosas por otras, o en abrazar tantas, que
no pueda apretar unas ni otras, ni tampoco temerario en
ingerirse a tales cosas, a las cuales sería menester ser
convidado de los que tienen tal asunto. Bien que, si se
mostrasen esperanzas grandes y claras del servicio divino,
sería lícito y santo rodear la cosa por sí o por otros con
prudencia, en manera que hubiese entrada lícita a las em­
presas que se han de tomar, como sería el predicar, etc.,
siéndole encomendado por el obispo o quien tiene tal car­
go.

5. Ayudar a morir.- Viniendo más a lo particular,


entre las obras pías,siendo unas para ayudar a vivir,otras
para ayudar a morir, ceteris paribus, por la necesidad de­
ben preferirse las del morir, pues en aquel trance, si el
prójimo no es ayudado,se corre peligro de irreparable pér­
dida; pero entiendo cuando el enfermo es capaz de ayuda, y
t a
hasta * término que se piense probablemente que está
bien con Dios, como seria siendo confesado y comulgado y

87
bien animado a morir, conformándose con la divina voluntad
(29). El entender en las cosas temporales, si no fuese pa-
ra descargo de la conciencia que será necesario, no lo de-
ben hacer personas desta Compañía, si por causas particu-
lares y raras, el superior no lo cometiese; aunque es ve-
rosímil que ella se podría ayudar en lo temporal, como o-
tras muchas religiones (30). El acompañar a uno hasta que
muera, trasnochando, etc., parece que, por el embarazo del
tiempo y peligro de enfermar, serla impedir otras mejores
obras en muchos de los nuestros, si no fuese donde hay mu-
cho número de personas de nuestra Compañía, o raras veces
por respetos particulares de importancia, donde la discre-
ción verá lo que se debe hacer.

6. Extirpar lo que más ofende a Dios y daña.- Entre


las ayudas para bien vivir, lo que es necesario a la salud
del prójimo debe preferirse a lo no necesario, aunque en
si mas perfecto. Y asimismo entre las cosas que a la honra
de Dios tocan, las más importantes se deben preferir a las
que menos importan* (31). De aquí se verá que ante todas
cosas se debe procurar que las herejías y errores contra
la fe sean extirpadas, y las blasfemias y pecados enormes
públicos, de mal ejemplo; y si fuere necesario y se pudie-
se, el ayuda del brazo seglar sería mayor bien. Hacer tam-
bién dejar el estado del pecado, como en concubinarios, u-
sureros, etc.,y traer al pueblo a la penitencia en confe-
siones y comuniones, y a temer y esperar en Dios, volverse
y hacer recurso a El en sus necesidades. Después desto, la
oración, limosnas y otras obras de misericordia, etc.; y
después, lo que es de más perfección y menos necesario en
sujetos capaces. Por razón de la misma necesidad es menes-
ter declarar, a los^que no lo saben, el símbolo y preceptos
de Dios nuestro Señor, y algunos necesarios de la Iglesia.
Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamien-
tos (32); e inducir al pueblo a la observancia dellos,pri-
mero que se trate de los consejos.

9
29. Cfr. Constituciones, n 412, Ved. infra Apend. 4.
30. Cfr. Ibidem. nn. 591-592.
9
31. Cfr. Ibidem, n 623b.
32. Mt. 19,17.

88
7. Preferir las obras más útiles.- Porque el bien tan
to es mayor cuanto es más universal (33), débese poner mas"
diligencia y estudio en las cosas públicas que privadas,
cuando concurriesen las unas y las otras; y entre éstas
las que se extienden a más personas, antes que en las par-
ticulares y que se extienden a menos (34); como seria pro-
curar a quien algo en ello pudiese, que hubiese buen obis-
po,buen vicario, buenos curas y predicadores, buenos maes-
tros en las escuelas, que se mantuviesen bien los pobres,
y que hubiese modo para enseñarlos e instruirlos en la vía
de salvarse; que hubiese recogimiento para todas malas mu-
jeres que quieren apartarse del pecado, aunque no se dis-
pongan a ser monjas, como ee hace en la casa de Santa Mar-
ta, en Roma, que es obra más universal que las de las Con-
vertidas, que son ya religiosas (35). Por la misma razón
de universalidad, bajando de las cabezas el influjo a los
miembros, quien ayudase a los tales,como son obispos, pre-
dicadores, etc., sería su ayuda más importante.,

8. Preferir lo mejor que más importa.- Entre las


obras buenas, cuando todas no pueden hacerse juntas, deben
preferirse las mejores, como son las espirituales al re£
pecto de las temporales; y así el proveer de doctrina e
instrucción se debe preferir a la provisión del comer y

33. En las Constituciones aparece este principio formula-


do en la siguiente forma: "él bien cuanto más univer-
sal es más divino", Constituciones, n* 622.
34. Cfr. Ibidem.
35. Alude a la obra o casa de Santa harta, fundada por s.
Ignacio en 1543-1544, "donde se recogen las mujeres
de mala vida, para que, retiradas del pecado, después,
según su devoción,queden religiosas o se casen, etc."
(Polanco). Las Convertidas era un antiguo monasterio
romano, donde dichas mujeres se recibían sólo con la
condición de que abrazasen la vida religiosa;lo cual
algunas no podían hacer por estar casadas, y a otras
se les hacía demasiado difícil. Esto es precisamente
lo que movió a san Ignacio a fundar la obra de Santa
Marta.

89
vestir, si no hubiese urgente necesidad corporal, como de
hambre, y en tal caso especialmente se debería insistir a
remediarla. Y entre las temporales las que más importan
para la salud del ánima, como el colocar el sexo femenino
en matrimonio o religión, más que el viril. Y a una mano
(36) a los que corren mayor peligro, con mayor diligencia,
debe socorrerse, como a mujeres mozas y de buen parecer,
más que a las viejas, y que tienen en si y darán a otros
menos ocasión de ofender a Dios (37). Y porgue cada uno
debe ocuparse en las cosas y por los medios mas conformes
a su Instituto, los de la Compañía deben procurar lo espi-
ritual especialmente, y por sus medios ordinarios de con-
fesar, predicar, enseñar la doctrina cristiana, etc., si
por razón extraordinaria no hubiese extraordinarias ocupa-
ciones como más agradables por entonces a Dios N. S. (38).

9. Preferir las obras durables.- Porque las obras


mas durables se han de preferir a las menos durables (39),
con más instancia se debería atender a las fundaciones de
las obras pías, que duran para adelante, que otras que sólo
socorren a la presente necesidad. Y así tales obras, como
serían de casas de huérfanos y huérfanas, etc. (40), más
de buena gana que otras se deberían abrazar, si hay opor-
tunidad; porque no se han de comenzar cosas que sean sobre
la proporción de las personas.

10. Las que se podran concluir verosímilmente.- Tó-


mese antes las que es verosímil y más cierto que se podrán

36. "A una mano" = de conformidad, igualmente, sin dife-


rencia o distinción.
37. Cfr. Constituciones, n* 623c-ri.
38. Nótese esta explícita afirmación. En noviembre de
1547 habia escrito Polanco ex commissione al P. üvie
do: "el ejercitar los oficios sacerdotales en ayuda
del prójimo es el instituto propio de la Compañía"
{MI Epp I, 653).
9
39. Cfr. Constituciones, n 623g.
40. Alude a la obra de los huérfanos, fundada por san Ig-
nacio en 1542 (Cfr MI FontNarr I, 126).

90
acabar, que aquellas que es menos probable el salir con e-
llas.

11. Las más seguras.- Las obras más seguras de pe-


cado para quien las trata, y de infamias y de cualquier
daño general, deben preferirse, ceteris paribus, a las me-
nos seguras, ahora consista esto en las obras en sí, ahora
en las personas, ahora en el modo de tratarlas (41).

12. Las que otros no pueden.- Las obras que otros


no podrían hacer, o que no hacen en efecto, se deben antes
elegir, que aquellas a que otros bastarían, y usan hacer-
las (42).

1S. No ser pertinaz.- Como ha de ser animoso para


comenzar y constante para proseguir obras pías, aunque no
falten contradicciones, así no ha de ser pertinaz cuando
viese levantarse tantos inconvenientes, que pareciese a
quien con prudencia y sin pasión lo mirase, mayor servicio
de Dios dejar de querer llevar adelante la tal obra.

14. Ayudar en cosas de perfección.- Cuando hallase


en algunos disposición para recibir mayores cosas, o de
perfección interior, o exteriores obras, haga lo que mayor
gloria divina y mayor bien de sus prójimos fuere, aunque
tales cosas no sean de necesidad, sino de perfección, como
se decía arriba.

15. El conservar y dar cumplimiento.- Tenga espe-


cialísimo cuidado de conservar lo que se hubiere hecho,
dejando orden de confesar, orar, etc., en escrito si es
menester. Y en más tenga dar cumplimiento o perfección a
una cosa, que comnzar muchas dejándolas imperfectas.

16. Inducir a otros a cosas buenas.- No sólo procu-


re atender a las buenas obras que él pudiere, pero atraer
a otros a las mismas, digo de los de fuera de la Compañía.

9
41. Cfr. Constituciones, n 623e.
42, Ibidem, 623d.

91
17. Inducir al bien que se puede.- Quien no pudiese
inducir a obras espirituales, como de confesiones, ejerci-
cios, etc., a lo menos a otras buenas obras procure atra-
erlos, como a limosnas, y dar favor a los que atienden al
servicio divino y bien común.

18. Suplir de Cristo lo que falta a sus obras.- En


general procure de no hacer cosa que a sus fines del divi-
no servicio y bien común no se ordene, ni dejar de hacer,
lo que a ellos se ordenare, según su posibilidad; y lo que
faltare de hacer con la obra, supla con el deseo insacia-
ble del divino servicio y bien del prójimo; y cada día
ruegue a Cristo N. S. instantemente que supla sus defectos
y que por su culpa no se deje de hacer, o se haga menos
bien, lo que a su honra y bien de los prójimos toca.

TERCERA INDUSTRIA. Qué personas se han de conversar para


mayor servicio de Dios.

La tercera industria en un operario de la Compañía


es en mirar con qué personas conversa. Y puédese decir u-
niversalmente que con aquellas de quien se espera mayor
bien para el servicio divino y bien común en ellas o en o-
tras, y no con los que se aprovechan poco o impiden mayor
bien. Pero desta conclusión universal se deducen otras
particulares.

1. No conversar con personas donde salga mala fama.-


No se empache (43) con personas de donde pudiese salir
ruin fama, que dañase para fructificar en otros, como son
mujeres, especialmente de baja suerte y mozas.

43, "Empacharse", en el sentido de embarazarse o crearse


impedimentos.

92
2. No aon otras de quien poco se espera,- Algunas
personas simples y buenas, de quien otro no se espera que
consolarlas con confesiones o poco más, ahora sean hombres
ahora mujeres,es bien no se ocupar con ellas, especialmen­
te teniendo otros confesores que les bastarán, aunque me­
nos les satisficiesen y esto, no porque no desee consolar
cualquier mínima persona, sino por no perder mayores ga­
nancias por las menores.

3. No con personas tenidas por malas.- Con personas


tenidas por malas, hipócritas, etc., no deberían conversar
familiarmente, sino como el médico con los enfermos, para
ayudarlas algunas veces, porque harían perder crédito y
verosímilmente, y por ventura se ayudarán poco los tales.

4. No aon los que tienen estado.- Hombres que ya


tienen estado de vida, o mancebos de grueso ingenio, o li­
vianos, o inconstantes, de quien no se debe mucho esperar,
comúnmente no se deben conversar en ejercicios, si no fue­
sen de la primera semana, por confesar generalmente,y al­
guna instrucción (como se dice en los Ejercicios) para
orar, etc.; y esto cuando otras cosas mayores no lo impi­
diesen (44) .

5. No con particulares.- Embarazarse con particula­


res personas en confesiones y ejercicios y conversaciones,
etc., el que podía aprovechar más al común en predicar o
leer en el tiempo que esto se pudiese hacer, seria no sa­
ber emplear el tiempo. Cuando no fuese tiempo de tratar
con todo el pueblo, se puede y debe atender a los particu­
lares, cuanto las fuerzas basten (45).

6. No con monjas.- Ocuparse con monjas en predicar­


les, raras veces conviene, y en confesiones y conversacio­
nes, rarísimas. Y lo mismo en ejercicios,si a ello no for­
zasen personas a quien no se puede o debe negar, o no hu-

a 9
44. Ved. infra, 5 Industria, n 49.
9
45. Cfr. Constituciones, n 623f.

93
biese una especial necesidad y razón de atender a ellas ad
tempus; y esto asi porque se hace en
s otras personas mas
fruto, que no tienen su modo de cervir a Dios tanto orde-
nado, como por quitar las ocasiones de peligros y rumores
que suelen suceder de tales asuntos.

7. Conversar con príncipes.- Conversar con los prín-


cipes seglares a quien tuviese autoridad con ellos, y su
benevolencia, y fuese seguro de ambición, y sincero en cus
intenciones, sería ocasión de grande y universal bien;
porque el beneficio que en sus almas se hiciese se exten-
dería a gran parce de los subditos, parte por el ejemplo s

pues como son los principes es el pueblo, parte porque en


él consiste, por la potestad que tiene, el vedar y deste-
rrar de sus señoríos grandes ofensas de Dios y daño ds las
almas de sus vasallos y asimismo inducir a muchas cosas
s

con que la gloria divina mucho se adelante y el bien común.


Así que, quien ama este fin, tendrá tal conversación por
útilísima, y tanto mas cuanto fuese más interna, como se-
ría en ejercicios, etc.; pero mucha consideración se re
quiere para estas semejantes conversaciones, como se dirá,
en parte, en la quinta industria.

8. Con perlados.- Después de los seglares príncipes,


con los eclesiásticos es de buscar entrada y conversación s

como seria con el obispo o vicario suyo, porque por ellos


también se podría hacer más universal provecho en los
otros.
9. Con personas principales.- Asimismo con otras
personas de autoridad principales, hombres o mujeres, o
que mucho pueden en lo seglar o eclesiástico, porque por
semejantes personas pueden ayudarse a otros muchos espiri-
tual o temporalmente si ellos se ayudan; y así se hace con
tales mas fruto; por el cual y no por razón de las rique-
zas o grandezas, que de suyo antes movieran a las huir, se
prefieren sus conversaciones a las de la gente común. De-
bajo desto se entienda el ayudar a todas las personas que
tienen cargo de otros, como son maestros, curas, etc., a

94
quien aprovechando, se podrían aprovechar otros (46).

10.^ Con personas señaladas.- Con personas de buena


fama, señaladas en letras y virtudes, la amistad es útil
por el crédito para con los otros, y la conversación en e-
jercícios., porque ellos ayudados, ayudan a otros muchos.

11. Con prácticos en obras pías.- Con personas que


de suyo atienden a obras pías, y saben las cosas de la
tierra en que más se deservirá Dios.y en que más se ser-
virla, para saber lo dicho, es útil conversar, para ayudar-
los y ayudarse dellos en la obra de Dios. Pero hasta adon-
de haya de pasar tal conversación con ellos, la discreción
lo limitará, como si sería bien dar los ejercicios para
que más ayuden a sí o a otros, o no, etc.

12. Con amigos espirituales.- Es necesario conversar


mas intrínsecamente con los amigos que favorecen en lo
temporal o espiritual que se hace en beneficio de los pró-
jimos o de la Compañía; y asimismo con aquellos de quien
se espera ayudarán, pues la caridad ordenada todo esto re-
quiere, y con discreción se verá la ayuda que puede darse
a tales.

13. Con los adversarios.- Con los adversarios tam-


bién se vea si podrá aprovechar, buscando alguna entrada
para hacerlos amigos, haciéndoles dar información mejor, y
mostrándoles amor, y haciéndoles buenas obras por sí o por
otros.

14. Con personas aptas para ser operarios.- Con al-


gunas personas hábiles y doctas, y convenientes, a lo que
se ve, para servir mucho a Dios y ayuda de sus prójimos,si
entrasen más en el conocimiento de^sí y de su Criador, pa-
rece bien empleado el tiempo que con ellas se gastase en
conversaciones y aún en los ejercicios enteros.

15. Con personas bajas.- Con algunas personas bajas

9
46. Cfr. Constituciones, n 622e.

95
y pobres, de quien nada se puede esperar, como sería en
hospitales con enfermos, y en cárceles con presos y otras
personas de símil condición, conversar a ratos para conso-
larlos o confesarlos o servirlos, es ejercicio de mucha
caridad, y para recibir aumento della; y a los principios,
para «•menzar por lo bajo, útil; y también a quien estu-
viese en gran favor, por el buen ejemplo, y porque se qui-
tase de los ánimos de los otros sospecha de ambición, y se
viese antes amor a las bajezas de Cristo, ultra de las
otras utilidades. Pero véase que por una buena obra no se
deje otra mejor (47).

16. Con loa más necesitados.- A más necesitados es-


piritualmente, ceteris paribus, de mejor voluntad se ha de
dar socorro,como a personas mundanas, y otras que se quie-
ren retirar de estado de pecado y confesarse generalmente.

17. Con los que les faltan otras ayudas.- Los que
no tuviesen otras personas que les ayudasen,les sería por
esto más debida la ayuda, como con algunos pobres hombres
y lugares donde no hay quien enseñe cristianamente a vi-
vir; y lo mismo sería de quien no se quiere ayudar de
otros por tener especial devoción ü otra causa; aunque es
c

bien despegar las afecciones no bien ordenadas a las per-


sonas,para que se pongan más enteramente en el sumo y ver-
dadero Bien (48).

18. Con los mas constantes.- Los que juzgase serían


mas estables en el bien, cuando una vez se aprovechasen
espiritualmente, serían de preferir a los que se muestran
menos estables, para ejercicios especialmente.

19. No con obstinados.- Con hombres que no quieren


ayudarse, y parecen obstinados en sus errores, o se burlan
de'lo que se les dice,no es cosa de perder tiempo, hacién-
dose a ellos daño y al que los ayuda, arrojando las perlas
delante de los puercos (49).

9
47. Cfr. Constituciones, n 650.
9
48. Ibidem, n 623d.
49. !1tc 7, 6.

96
20. Mudarse de un lugar a otro.- Cuando una ciudad
o lugar estuviese reducido y ayudado, a lo menos la parte
de quien se espera fruto, seria bien mudarse a otro, donde
más necesidad hubiese de su doctrina (50), procurando de-
jar medios para que se conservase lo hecho, como se dijo
arriba. Y esto se entiende cuando las misiones no son li-
mitadas, que no se puede salir de una tierra.

21. A las aldeas derredor.- También es útilísimo ir


a predicar a las iglesias* de las aldeas donde concurre mu-
cha gente, tomándoles el día de fiesta y enseñándoles las
cosas más necesarias a la salud, como Jesucristo iba por
los pueblos y aldeas, diciendo que también a otras ciuda-
des tengo que evangelizar (51).

22. No perder animo con pequeño auditorio.- Aunque,


ceteris paribus, se ha de preferir el mayor auditorio al
menor, porque a más personas se extiende el bien, todavía
cuando fuese pequeño,no debe hacer perder ánimo, ni la di-
ligencia competente: porque, si con caridad se hace, pode-
roso es Dios para extender el fruto aun a los que no oyen,
aprovechándose más en humildad y longanimidad el que tra-
baja. No obstante esto, cuando fuese lícito mudar lugar o
ejercicios, torno a decir, hablando universalmente, que en
aquellos lugares esté, y con aquellas personas trate, de
quien espera mayor gloria divina y mayor provecho del pró-
jimo, mudándose, si se ha de mudar, con oración y mira-
miento precedente.

9
50. Cfr. Constituciones, n 605.
9
51. Le. 4,43. Cfr. Constituciones, n 616.

97
CUARTA INDUSTRIA. Del tiempo.

La cuarta, del tiempo de residir en un lugar o en o-


tro, con unas personas o con otras, unos negocios u otros.

1. Obsérvese limitación de los superiores.- Donde


primeramente se observe que, si se ha limitado algo dello
por los superiores, se guarde su intención a gloria divina.

2. Proponer al superior.- Como quiera que sea,cuan­


do hay comodidad de consultar, dando razón al superior de
lo que se hace y espera, seria bien dejárselo determinar
cuanto a la residencia de los lugares, a lo menos haber
del comisión de hacer según mejor juzgare.

3. Deliberar por sí.- Si a él se remite, haciéndose


indiferente y no buscando otro sino el mayor servicio de
Dios, precediendo la oración, mire cuánto tiempo parezca
necesario y conveniente gastar en un lugar; y esto se me­
dirá con la utilidad que viere o espera, comparándola con
la que en otra parte se haría.

4. Del tiempo que se ha de gastar con personas.- Si


no se trata del tiempo de la residencia en una tierra, si­
no del que debe emplear con unas personas u otras, unos
negocios u otros, presupuesto el residir, esto comúnmente
habrá de quedar a la discreción de cada uno que enviado
fuese, si no fuese tan fácil la comunicación, que aun des-
to pudiese tratar con algún superior, lo cual seria de de­
sear.
Pero cuando queda a la discreción de cada uno, cinco
consideraciones servirán para ella: Una, mirar la impor­
tancia de las personas o cosas. Que a las más importantes
para el servicio de Dios y utilidad del prójimo, ceteris
paribus, se debe dar más tiempo. Otra, mirar la necesidad:
qué personas o cosas la tengan mayor de que se les de tiem
po. Otra, su mismo sujeto; que no debe dar ordinariamente
más tiempo ni a unos ni a otros trabajos de cuanto sufre

98
su salud espiritual, y aun temporal, teniendo no solamente
respeto a la presente disposición, pero aun a la futura.
Otra es el conocer las personas: que a unas el dejarlas
con hambre y hacerse desear es muy conveniente, a otras la
conversación más continua les ayudará más.
Últimamente,mire que, como debe ser escaso del tiem-
po, nada del queriendo gastar sino en cosas del servicio
divino, hasta el dormir, etc., asi no debe serlo en dar
tiempo competente a los negocios; porque con sed de presto
concluir más cosas no deje imperfectas las que tiene entre
manos, porque serla no satisfacer ni a unas ni a otras.
Asi que, aunque con el deseo se extienda a todas cosas, no
quite el tiempo debido a las obras que Dios le pone entre
manos; y aun en el tiempo que para el reposo y refección
propia tendrá, ni debe faltar en tomar lo necesario, ni
exceder en tomar lo supérfluo; y en todo debe la caridad
ordenarse con discreción (52).

QUINTA INDUSTRIA. De los medios y modos que se han de usar


para el fin dicho y ayudar al prójimo

En esta quinta parte primero se hablará en común,


después se dirá algo de algunos medios en especial.

1. Los medios en general.- En común hablando, los


medios con que se ha de ayudar al prójimo según nuestra
profesión, son parte interiores, como es la esperanza en
Dios, la caridad y toda perfección, y actual deseo de ayu-
dar, y la oración que della procede; parte exteriores, co-
mo el ejercicio de predicar, leer, enseñar la doctrina

52. Ved. supra nota 19.

99
cristiana,administrar los sacramentos, dar ejercicios, con
versar y servir corporalmente.

2. Esperanza en Dios.- Para que estos medios sean


eficaces y proporcionados a lo que se pretende,que es ayu­
dar al prójimo a dejar los vicios y pecados, y conseguir
gracia o aumento delia, siendo este fin sobre las fuerzas
naturales, es cierto que no debemos poner en medios huma­
nos la confianza principalmente, sino en la infinita bon­
dad de Dios y potencia suya,de la cual los medios que usa­
mos tienen eficacia para conseguir tal efecto, y tanta
cuanta El quiere servirse de ellos. Asi que, aunque se use
diligencia en los medios dichos, siempre hemos de mirar en
las manos divinas, esperando de allí toda la eficacia; y
esta desconfianza de sí y confianza en Dios sea el primero
fundamento (53).

3. La caridad.- Lo que se ha dicho de la caridad y


perfección propia interior, ayuda a los prójimos, por ha­
cer al hombre idóneo instrumento de quien la bondad divina
se quiera servir para dar o aumentar su gracia en otros. Y
asi el aficionarse y amar espiritualmente lo que pretende,
que es efecto de la caridad dicha, ayuda para que tenga
mas fuerza lo que se hace (54).

4. La oración.- La oración también ayudará especia-


lis imamente, con la cual se pida así el acertar el modo
conveniente de proceder con el prójimo y hacer bien su de­
ber, como el fin de todo, que es el divino servicio y bien
de los prójimos; y esto aplicando en particular la inten­
ción a aquello que se trata, encomendándolo a Dios en los
sacrificios, etc. Y debe preceder en cosas de importancia
tal oración con mucho cuidado, para que los medios que se
usaren, sean fructuosos y su fruto permanezca (55).

53. Cfr. Constituciones, n* 813.


54. Ibidem.
55. Jn. 15, 16.

100
Los medios interiores dichos son útiles al operario
de la parte que mira a Dios, cuyo instrumento es. Los ex-
teriores siguientes lo son de la parte que mira al prójimo
al cual desea disponer a la divina gracia (56).

5. Buen ejemplo.- Y entre ellos el. primer lugar se


da al buen ejemplo de vida, guardándose mucho el que es
desta Compañía, que en lo que se ve no se pueda notar vi-
cio alguno (57), como serla desorden en el comer, vestir,
ni dormir, ni amor alguno a deleites sensuales, ni hablar
inconsideradamente o de cosas vanas y sin fruto, ni menos
mentiras o amplificaciones hiperbólicas. Tampoco se dé
muestra en movimientos, gestos o palabras de pasión, odio
o ira, o ambición o vanagloria u otra especie de soberbia,
que todo esto desedifica; antes se procure que en todo el
hombre exterior se pueda conocer el concierto y composi-
ción interior del ánimo, siendo y mostrándose sobrio.vigi-
lante, menospreciador de toda sensualidad, recatado y pío,
señor de todas sus pasiones (58). Y tórnese a notar que no
es inconveniente ni hipocresía, como se dijo arriba, usar
alguna vez más abstinencia, etc., delante de personas que
delio se edifican, que se usarla si hombre estuviese con
otros con quien se puede usar más libertad. Y no solamente
de lo malo, pero de toda especie mala debe guardarse. Tam-
bién el buen hospicio, donde no hay casa de la Compañía,
ayuda a la opinión; y debe tomarse, cuando se puede, aquel
donde más« edificación se seguirla,dentro y fuera de casa;
y algunas veces se deberla preferir aquel donde él mismo
estará con más libertad. Y en general tenga cuidado de la
buena estimación para mayor gloria divina.

6. Soportar las flaquezas.- La modestia y caridad,


que se trasluce en el hablar, es eficacísima para inducir
a todo bien. Y asimismo es necesaria la paciencia y longa-
nimidad en cosas y personas, con que se sufran sus flaque-

56. Cfr. Constituciones, nn. 813-814.


57. Ibidem, n» 637.
58. Ibidem, n« 250.

101
zas, considerando, no lo que merecen o desmerecen en sí
las personas, sino a Cristo en todas. Asimismo en los ne-
gocios no es de mirar si son bajos en sí, sino la obra y
caridad con que se toman.

7. Dar gratis lo que se puede.- Guárdese, cuanto


sea posible, de poner algún obstáculo al Evangelio, y dé
gratis lo que gratis recibió (59). Y no debería aun pedir
a manera de exacción las costas que se hacen; porque Cris-
to nos enseñó a tomarlas y no pedirlas. Y aún en recibir
lo que se le ofrece, debe mostrarse moderado; bien que per-
sonas malsanas, puedan alargarse a más, procurando sea sin
ofender a nadie con ejemplo.

8. Reconocer el bien.- Con los bienhechores en lo


temporal de tal manera nos hemos de mostrar gratos, que
mostremos principalmente reconocer todo el bien de Dios. Y
procúrese que los mismos bienhechores tengan por principal
motivo de hacer lo que hacen el honor y beneplácito divi-
no. Del otro extremo contrario de la ingratitud es también
de guardarse, es a saber, de no apocarse a sí ni a su mi-
nisterio, ni caer en adulación por la demasiada demostra-
ción de agradecimiento; antes con mostrarse deudor, es
bien que de a entender a quien esto hubiese menester,cuán-
to ganan los que gastan por servicio de Dios.
Estas cuatro cosas últimamente dichas ayudan de par-
te del operario cuanto a su persona.

9. Adquirir benevolencia.- También es cosa impor-


tante adquirir benevolencia de aquellos con quien se trata;
porque es más fácil tirar (60) los benévolos a lo que se
pretende, que ha de ser todo santo y bueno, que a otros. Y
para esto es muy eficaz el hacer por las personas lo que
se puede, dándoles ayuda aún eñ lo temporal y favor en co-
sas conformes a la caridad, porque de aquí se les ganará
la voluntad para cosas espirituales.

9
59. Cfr. Mt. 10, 8; Constituciones, n 565.
60. En el sentido de: traer, llevar.

102
10. Dar muestras con palabras del fin de las obras.-
Aunque es muestra de amor eficaz la de las obras, todavía
es bien que en las palabras y otras exteriores señales se
haga entender que no se busca sino la salud de las ánimas,
de manera que se vea el amor ser puro y grande, sin que
haya demostración de pretender algún interés de honra o
provecho propio. Hacer también caso de ellos, cuanto sin
lisonja se puede, y mostrar confianza, confiriendo algunas
cosas con ellos, que no se confieren con todos, remitién-
dose al parecer dellos, o dejando la cosa en sus manos y
rigiéndose por ellos, etc., cuanto sin inconveniente o pe-
ligro se puede; porque todo esto convida y obliga a amor,
y, por consiguiente, a dejarse persuadir. Mírese, con todo
esto, que en visitaciones o palabras, o instancia demasia-
da, o en otro algún modo, no se dé sospecha de pretender
algo, con que los hombres más se recaten, y se inclinen
menos a dejarse mover al bien.

11. Conformarse con las condiciones.- Porque la si-


militud es madre del amor, y la disimilitud del contrario,
en cuanto pudiere, débese asemejar a la condición de las
personas con quien trata; porque odian al alegre los tris-
tes y al triste los joviales, etc. (61), hacerse todo a
todos, con'san Pablo, para ganarlos a todos (62), y con el
mismo esforzarse por agradar a todos (63), sin lisonja ni
falta en la debida corrección fraterna. Pero la medida de
esta asimilación la discreción sola puede ponerla. Y ad-
viértase que por no poder hombre dejar su natural inclina-
ción, es difícil imitar la contraria, asimilándose del to-
do a ella; pero siempre es bien acomodarse, lo que sufre la
condición de cada uno, a las personas con quien trata, no
saliendo de su natural tanto que no pueda ser constante en
lo que querría imitar, o guardar el decoro conveniente.

\
61. HORACIO. Epistolae, lib. 1, ep. 18, 89 ("Oderunt hi-
larem tristes tristemque iocosi").
62. I Cor. 9, 22.
63. I Cor. 10, 33.

103
12. Convenir en lo que se pueda.- También ayuda pa­
ra la benevolencia convenir con las personas que se tratan
en lo que buenamente se pueda, aprobando lo que es de a-
probar, y soportando y disimulando algunas cosas, aunque
no bien dichas o hechas, en especial con personas de res­
peto, si no se supiese que holgarían ser reprendidas; y
condescender,salvo la conciencia, en parte de lo que ellos
instantemente quieren, si de las tales pende el negocio
que se pretende o no se puede hacer sin su consentimiento.
13. Los que conversa.- Cuando una vez que conversa
con alguno, no le puede inducir a lo que pretende, no le
deje desabrido ni descontento, antes en todo amor, cuanto
se podrá,porque otra vez no huya; y aun podría ser que la­
brasen en el más las palabras en ausencia que en presen­
cia. A lo menos tendrase para otra vez acceso para el tal.
Es verdad que si alguna aspereza le ayudase, se debería
usar.
14. Procurar crédito,autoridad.- Como se ha dicho de
lo que hace benévolas las personas,así se debe decir de lo
que ayuda a tener crédito y autoridad para con ellas,ora
sea pueblo,ora sean personas particulares,especialmente de
calidad. Y este crédito debe mucho procurarse, antes de
entrar a inducir cosas difíciles. Y hablando en particular
ayudará tener la gravedad de las costumbres y madureza en
todo el hombre exterior, especialmente en las palabras di­
chas con peso y circunspección, no se dejando irritar o
desconcertar en hablar o gestos,aunque otros se desconcier
ten. Y asi al contrario, toda demostración de semejantes
pasiones quita autoridad. Es también menester oir de buena
gana, no cortando ni rompiendo fácilmente las palabras de
otro, ni queriendo el solo hablar; que todo esto es cosa
odiosa y hace perder crédito.
15. Demostración de doctrina.- Para la misma auto­
ridad ayuda la demostración de la doctrina moderada, y no
sobre la verdad della (64), ni dando sospecha de jactancia
ni vana ostentación, pero modestamente mostrando los dones
de Dios N.S., lo que se juzga expediente para su servicio.

64. Es decir,de lo que aquí se trata, no es tando de pro­


bar la verdad de los dogmas cristianos, cuanto de
mostrar erudición y competencia en el campo teológi­
co.
104
16. Dar buena cuenta de las cosas de la Compañía.-
Esté aparejado a dar razón del instituto y cosas y modo de
proceder de la Compañía, como de los ejercicios, etc. (65)
Digo dar razón a quien fuere necesario o decente, en parte
o en todo, como la discreción juzgare convenir. Y es bien
estar en esta parte apercibido, de manera que al dar razón
de las cosas de la Compañía, antes aumente autoridad della
y suya, que la disminuya.
17. Mostrar ánimo blando.- Ayudara también para la
autoridad no mostrarse hombre de vil y poco ánimo en cosa
ninguna, antes tenerle y mostrarle en obras y en palabras
grande y menospreciador de las cosas temporales, superior
a la próspera y adversa fortuna, libre de temores y espe-
ranzas vanas. Y aunque haga reverencia debida en palabras
y actos exteriores a quien la daba y a todos según sus ca-
lidades, sea con humildad grave, y no se muestre admirador
de grandezas, ni dignidades, ni ciencias, ni pierda con e-
llas su humildad y discreta libertad; que esto hará que
sea tenido en más entre los mismos grandes; y consiguien-
temente entre los otros; y podrá más con tal opinión ayu-
dar los unos y los otros.
18. -No definir fácilmente.- Ayudará para la mis-
ma autoridad ser recatado en definir cosas que muy cier-
tamente no le consten; porque siendo después refutadas y
conocidas por falsas, quitarían autoridad; y sería el in-
conveniente mayor, si quisiese ponerse a defender lo no
bien dicho.
19. Conversar con personas -estimadas.- Ayudará para
lo dicho el conversar con personas de manera (66), como
son señores, perlados doctos y tenidos por buenos. Y por-
que no parezca esto ambición, a las veces conversar con
pobres y bajos; de lo cual debería más holgarse de su par-
te,por ver en ellos la imagen de Cristo pobre más expresa.
20. No se abrir mucho.- Ayuda a la misma autoridad
no abrirse mucho ni comunicar sus cosas fácilmente, antes

65. Cfr. Constituciones, n' 408.


66. Ved. supra, nota 22.

105
con mucho tiento, cuanto se juzgue expediente; en manera
que los que ven algo, entiendan que queda mas encubierto;
porque naturalmente en las cosas humanas, limitadas cuanto
a la perfección, se estima en menos lo que parece ser del
todo conocido.

21. No aceptar bienes.- Asimismo para con quien se


pretende tener autoridad, ayuda no aceptar dones ni cosa
alguna, si se puede; porque naturalmente se disminuye la
estimación en el ánimo de quien da, y la libertad en quien
recibe; pero en el rehusar haya toda modestia. La limosna
para el comer y cosas necesarias no se puede dejar a las
veces de aceptar; pero acéptese con moderación, y de per­
sonas que se edifiquen dello, y no al contrario.

22. No demasiada familiaridad.- Por razón de la mis­


ma autoridad mire que no se haga menospreciar o tener en
menos, donde es menester crédito para el divino servicio,
por la familiaridad demasiada, la cual con algunos y algu­
nas veces es bien venderla cara^y no dejarlos hartos della
con prolijas pláticas; donde nacerá que ellos se ayuden
más y queden con hambre, y que haya más tiempo para comu­
nicarse a otros. Lo dicho entiendo de personas que común­
mente ocurren; que ya podría uno cuanto más familiarmente
conversase con otro, más estimarle. Lo que se ha dicho del
hablar, entiendo también del comer, con otras familiarida­
des, que a personas de no mucho conocimiento espiritual
podrían disminuir la opinión que tienen (que para más ayu­
dar deben entretenerse espiritualmente), si viesen ser la
persona común en el comer, etc. Bien que en esto algunos
se edificarían de uno, y otros de otro; mas en general pa­
ra con todos edifica la moderación, y el tener domados los
apetitos de la sensualidad, y los razonamientos buenos a
que dan ocasión las viandas, o palabras de otros; y otras
cosas semejantes.

23. Evitar lo que quita autoridad.- Es también ne­


cesario para el crédito, ultra de lo que pide nuestro ins­
tituto, no se hallar en juegos, ni espectáculos, ni ban­
quetes, ni regocijos del pueblo, donde se extiende el hom­
bre viejo, y hay poco lugar de edificar a ninguno. Guarde-

106
se asimismo de ensenar doctrina no solida, y decir cosas
de hombre liviano, o aconsejar temerariamente, o reir con
disolución. Y en general se guarde de todas cosas que sue-
len hacer perder reputación de bondad, doctrina o pruden-
cia; pero especialmente se guarde de mostrarse parcial, si
está en tierra donde hay sectas o bandos, en afectos ni o-
piniones propias a la una parte ni a la otra, saliendo de
fuera dellas, y proponiendo la doctrina oomún a entrambas
partes de los doctores santos, conversando con los unos y
con los otros, sin mostrar afección especial a éstos ni a
aquellos (67). Y si se debe guardar de tomar sectas de o-
tros, mucho más de predicar doctrina o usar tal modo, que
se levante cisma o división entre los oyentes; porque el
Dios de paz nos ha llamado a vivir en paz (68). Y lo dicho
ayuda no solamente para la autoridad, pero aun para la se-
guridad y benevolencia.

24. Procurar entera paz.- En tierras sospechosas


cuanto al estado, etc., guárdese de meterse ni hablar en
cosas que a estado toquen, y cuanto pudiere, de no hallar-
se en lugares o tratar, con personas sospechosas a los que
gobiernan. Guárdese también de no ofender, ni hacer enemi-
gos personas algunas,especialmente congregaciones, repren-
diendo o notando algo mal dicho o hecho por ellas; que pa-
ra esto sería menester probabilidad de la enmienda, y es-
perar coyuntura, y usar toda prudencia en el modo, espe-
cialmente con personas grandes o doctas y en esta parte
sensibles; porque no se ganaría.nada de correcciones in-
tempestivas de los tales, antes se perdería benevolencia.

25. Guárdese de notar o acusar.- Pero aún más, se


guarde de denunciaciones incautas; y mire que, siendo el
defecto tolerable, se habría de sufrir muchas veces; y si
en si fuese grave, pero dañase poco o nada al común, aquí
aun sería menester la probabilidad dicha de enmienda para
intentar la corrección, y más para la denunciación. Si da_

9
67. Cfr. Constituciones, n 823.
68. I Cor. 7» 15.

107
nase al común, como seria predicando la doctrina no sana,
y se espera que el perlado, siendo avisado, lo enmendaría,
con el mejor modo que sea posible, tendrá lugar el santo
celo para avisarle. Si se pensase probablemente que no a-
yudaría el perlado por ser eiusdem farinae, adviértase que
parece no ser razón sin fruto hacerse las personas enemi-
gas para que le impidan el bien que podría hacer en la tie
rra a no las tener contrarias. Es verdad que si se pudiese
hallar algún seguro medio para remediar tal daño, se debe-
ría tomar en todas maneras.

26. Procure prevenir los contrarios.-' Si se temiese


que algunas congregaciones o personas serían contrarias,
sería de procurar prevenirlas, aunque se usase de algunos
medios humanos, como seria encomiendas de personas que las
tales mucho estimasen y amasen; buscar también amistad en-
tre los principales dellos, y obligarlos a favorecer, con
tener y mostrarles afición y confianza en ellos, confiando
algunas de sus cosas con ellos, si se sufriese hacerlo, o
confesándose en aquella casa (69), con otros medios que
fuesen al proposito.

27. Aconsejarse con los de la tierra.- Después de


lo dicho, que toca a la persona del operario, y al alcan-
zar benevolencia y autoridad para bien usar los medios que
la Compañía suele usar, se debería procurar el conocimien-
to de personas prácticas y pías de la tierra do se halla,
para aconsejarse con ellas, así de lo que ha de entender,
como del modo de proceder, y medios que se han de usar.
Pues con ser estos tales de la tierra, podrán dar luz y
buenos avisos en muchas cosas, como sería en descubrir los
humores de la gente, y abrir la vía para unas empresas u
otras, y unos medios u otros.

28. Mirar qué medios convienen.- Habiendo el parecer


de los tales, si los hubiese, débese determinar de usar

69. "En aquella casa": piensa en una comunidad de reli-


giosos .

108
los medios que usa la Compañía, que serán más al propósi-
to; conviene, a saber, el predicar, o leer, o enseñar la
doctrina cristiana, o conversar, o dar ejercicios, etc.,
pues todo juntamente no se puede hacer, según el talento
del operario y la capacidad de los que quieren ser. ayuda-
dos, y el parecer de aquellos con quien se aconseja. Y si
así se pudiese acertar desde el principio, sería lo mejor;
si no, la prueba de algunos dellos, como sería del confe-
sar o predicar, etc., mirando el fruto que se hace, aclara
lo que se ha de seguir. Para esto es conveniente que de
tiempo en tiempo (y si no cada día, se debería hacer cada
semana por lo menos) se mire cómo se procede, y la tierra
que se gana por los medios comenzados, y si sería bien
continuarlos o mudarlos, añadir o quitar algo dellos, y
mejorar, si algo se pudiese, en cada uno dellos. Y esto se
debe mirar después de hecha oración.

29. Mirar en la elección de los negocios.- Si tiene


muchas cosas en las manos, mire si se compadece tratarlas
todas juntas o no; compadeciéndose, cuáles debería poner
delante, que requieren mayor diligencia. Si no se compade-
cen para tratarse juntamente, puede suspender o diferir
las que mejor sufren la dilación, y dejar las que menos
importan, si es menester, o repartir la carga con otros,
teniendo delante de los ojos el mayor servicio de Dios y
sus fuerzas.

30. Usar de memoriales.- Ayudará para no se confun-


dir ni olvidar, cuando hay muchas cosas en qué entender,
hacer memorial de lo que se ha de tratar, con su orden de
día en día, visitándolo algunas veces, para que reduzca a
la memoria lo que se debe hacer.

31. Refrescar la memoria con los preceptos.- En


qualesquier medios que tomare, especialmente de los exte-
riores, como es predicar, etc., es bien tenga conservados
los avisos y preceptos que se dan para bien usar de los
tales medios, los cuales aquí no diré; pero presupuesto
que se tengan en escrito, es bien se refresque la memoria
en los preceptos o reglas dellos, o la parte dellos que se
juzgare convenir para bien usar tal medio. Aunque algunas

109
veces el Espíritu de Dios N.S. guie muy mejor que ningunos
documentos ni observaciones los obreros suyos; al cual Es
piritu no se debe cerrar la puerta; antes tal guia, cuando
la hay, se prefiera a todas otras (70).

32. No se arriscar.- En cualquier medio procure ir


recatado, y no se poner en peligro, como hacen algunos,
que con grandes esperanzas se arriscan de deshacer en bre-
ve tiempo lo que en muy largo se ha hecho. Y quiera más
tres puntos seguros, que diez con peligro de ganancia es-
piritual (77).

33. Procurar que personas entren en las obras pías.-


Fara grandes y pías obras exteriores debería de procurar
que personas de calidad interviniesen en ellas, que las
sostuviesen, y diesen ánimo a otros para entrar en ellas
con su ejemplo y autoridad.

34. Comenzar por lo bajo.- Aunque las mayores obras


siempre se han de desear más que las menores, todavía a
quien no fuese enviado con algún fin particular, parece
conveniente y seguro comenzar por cosas más bajas, como
seria ayudar a los pobres en los hospitales, o ensenar la
doctrina cristiana antes de predicar. Pero adviértase que
por la calidad de las personas entre quien está, o por
otro respeto, no se perdiese el crédito, que es tan nece-
sario para hacer algún fruto; que si éste se aventurase a
perder, no parece se deberían tomar tales obras bajas.
También puede haber muchas causas por las cuales se debe
comenzar por la predicación y cosas mayores, lo cual la
discreta humildad y caridad lo juzgue (72).

9
70. Cfr. Constituciones, n 414.
71. En noviembre de 1547 había escrito el P. Polanco al
P. Gongalves da Cámara que san Ignacio prefería que
los de la Compañía hiciesen un fruto pequeño sin pe-
ligro, que frutos abundantísimos pero con peligro de
pecado suyo o de otros {MI Epp I, 651-652).
72. Ved. supra, nota 19.

110
35. Buscar en que entender.- Si no tuviese muchas
cosas en que se ocupar, sepa resolverse y buscarlas; que
otra cosa es ingerirse sin ser llamado, en especial donde
se debería esperar la vocación (73), y otra procurar por
las vías honestas de tener en qué entender y servir a Dios
N.S. y al prójimo, en especial quien fuese enviado inde­
terminadamente a una tierra, para que hiciese el bien que
pudiese .en ella; que a él tal loable cosa sería dar orden
cómo fuese requerido por algún modo honesto para qué usase
algún medio de los dichos,como sería leer o predicar, etc.
Cuando con)todo esto no hubiese en qué se ocupar dignamen­
te en el lugar de la misión, si fuese determinadamente en­
viado para tal lugar, no se apartará hasta dar aviso al
superior; y ocúpese en cosas menores» si se ofrecen, espe­
rando ocasión de mayores, la cual no deberá perder. Pero
si grandes ni menores no se hallasen, juzgando que no se
serviría Dios de que más se entremetiese, en tanto que
viene aviso del superior, atienda a sí mismo, dándose mas
a la oración y estudio, etc., y procurando con esto y con
la buena vida y ejemplos, en todo lo demás ayudar al pró­
jimo. Y mire que no se pierda de ánimo, aunque se humille,
etc. Si no fuese limitada la misión, y le fuese permitido
mudarse de un lugar a otro, precediendo consideración y
oración, podrá mudarse a otros lugares donde espere mayor
servicio divino, ahora se deje del todo el primer lugar,
ahora ad tempus.

36. No se cansar ni ser pertinaz.- Porque las cosas


difíciles, de las cuales ocurrirán muchas a los desta Com
panía, no se acaban de una vez, es muy necesaria la perse­
verancia y longanimidad/ para no se cansar de retentar mu­
chas veces y por varios nodos las cosas que juzga deberían
tratarse para mayor servicio divino. Pero de otra parte,
quien viese que la cosa no se podra hacer verosímilmente
sin mayor dispendio de tiempo o trabajo, que utilidad, es­
pecialmente impidiéndose otras mayores obras, no es bien
ser pertinaz en proseguir todavía las primeras, para las

73. "Vocación" en el sentido de: llamamiento o invitación.

111
cuales por ventura enviará Dios N. S. a su tiempo mejor o-
portunidad.

37. Tratar con prudencia.- La prudencia en general


es muy necesaria para usar este medio o aquel, en este o
aquel modo; y para dispensar lo que se comunica a los pró-
jimos conforme a la capacidad de ellos, y universalmente
para ver quid, quibus, quantum, quando, ubi, quomodo con-
veniat (74); y esto es cierto, que es más de natura que de
arte. Y por eso quien no tuviese tal habilidad natural, o
la supliese la gracia divina muy copiosa, no parece sujeto
enteramente idóneo para esta Compañía; a lo menos no pare-
ce habría de enviarse solo en cosas de importancia, y don-
de se corriese riesgo de no usar tal prudencia. Con todo,
se ayuda la natural discreción con diligencia, estando
prevenido de cosas que puedan ocurrir, y teniendo pensado
lo que se ha de tratar y en que modo, con unas personas y
con otras, en razonamientos, confesiones o predicaciones,
etc. (75). Y a esto sirven muchos de los avisos aquí toca-
dos.
Pero viniendo a los medios especiales, y primero del
conversar (76):

38. Conocer las personas, etc.- Mucho hace al caso,


antes de entrar muy dentro en conversar con personas, en
especial si son de mucha calidad, y cuya conversación pue-
de mucho importar, conocerlas, aunque se gaste algún tiem-
po en conocer los humores e inclinaciones y conciencia y
capacidad y entendimiento dellas, ahora sea informándose
dellas, ahora por si descubriéndolas por algún buen modo;
para que asi se vaya con más tiento, y se conozca mejor
como se ha de llevar la persona, si por amor, si por temorj
por un medio o por otro.

74. Son algunos de los tópicos de la retórica clásica:


"qué, a quiénes,cuánto, cuándo, dónde, cómo convenga"
(No todos los mss. coinciden en la enumeración).
75. Cfr. Constituciones, nn. 154, 414.
76. Ibidem, n* 648.

112
39. El modo de conversar.- Para en conversación es
bien, salva la humildad y modestia, procurar de ser desen-
vuelto, y tener libertad y modo para deshacerse de algunas
compañías o conversaciones menos útiles sin ofenderlas,
tomando algún buen color; y también prontitud y destreza
para acometer a otras personas y tratarlas como conviene,
usando gracia y modo conveniente para con todos, en espe-
cial para con quien más importase. Y aquí se han de obser-
var particularmente los avisos dados arriba, de ganar y
entretener la benevolencia y crédito, y otros que en las
instrucciones de N. P. Ignacio se podrán hallar (77).

40. Entrar con ellos y salir consigo.- Para las


conversaciones es necesaria la regla de entrar con las pejr
sonas, condescendiendo con ellas, yendo en algo a su gusto
y salir consigo, y tirarlas finalmente a su intención, en
especial a las primeras pláticas; porque si hombre entrase
con todos desde luego con espiritualidades, se retraerían
por ventura algunos, y no oirían bien lo que les cumple.
Pero habiendo hablado un poco a su gusto, después se debe
tomar ocasión de venir a sus designios espirituales (78).
Verdad es que hay personas que vienen a buscar, y están
muy preparadas para oir cosas espirituales, y con los ta-
les puédese luego entrar en lo que cumple,sin perder tiem-
po en disposiciones no necesarias.

41. No venir luego a los extremos.- No suele conve-


nir procurar de traer luego a las personas a extremos con-
trarios de su inclinación, como -a dar grande parte de su
hacienda a quien es avaro, y a dejar del todo el mundo a
quien mucho le ama; porque la naturaleza y costumbre rehu-
yen grandemente las repentinas mutaciones, en especial al

77. Alude, sin duda,a las instrucciones dadas por san Ig-
nacio en 1541 a los nuncios de Irlanda, Broet y Sal-
merón, en las que. les dio normas precisas sobre el
modo de conversar. Cfr. MI Epp I, 179-181 (BAC, pp.
642-643).
a
78. Ved. supra 1 Industria, n. 1B,

113
contrario dellas. Antes cuando tal propósito se tuviese,
es bien encubrir estas cosas más graves, y no asomarlas,
antes, si es menester, decir que sin ellas puede Dios ser-
virse, etc., hasta que esté más maduro y dispuesto el su-
jeto para recibir semejantes recuerdos de mayor perfec-
ción. Asi que es menester ir poco a poco, y de grado en
grado llevar las personas adonde se pretende para mayor
gloria de Dios N.S.

42. Deshacer amor y temor.- Asimismo ir deshaciendo


lo que ellos mucho aman, mostrando cuan poco es amable; y
lo que temen, mostrando cuan poco es de temer, servirá mu-
cho para que se dejasen después inducir al amor y temor de
lo que deben.

43. El modo de proceder que sea proporcionado a los


afectosEs menester que no solamente las cosas se pro-
pongan proporcionadas al afecto, j>ero aun en el modo de
proceder lo sean; y asi más se usaran con personas imper-
fectas los motivos que proceden del amor propio, del cual
están llenos, que del amor puro de lo honesto, y de Dios,
que es en tales personas menos eficaz para moverlas (79).
Y asi son primero los motivos del temor de la propia mise-
ria, y daño presente,de tristezas, cuidados, inquietud, in-
famia, etc., y futuro, de todo tormento, etc.; después los
que proceden del amor de lo útil y agradable en la presen-
te vida. Y esta ocasión de lo presente no se pierda, por-
que suele mover los tales más que lo futuro y lo que espe-
ramos en la otra. Y aquí se puede quitar el miedo de la
vida virtuosa, que muchos tienen por trabajosa, y mostrar
cuánto sea apacible, y al contrario, cuan molesta la vi-
ciosa.

44. Sea proporcionada al entendimiento.- También es


expediente que las cosas y modo de proceder sean propor-
cionadas alentendimiento, no sólo al afecto, como se dijo,
en la ultima regla; es a saber, que siendo unas personas

79. Cfr. Ejercicios, n* 370.

114
subidas, otras mas bajas de entendimiento; unas que luego
penetran, otras que tarde; unas que reciben mas cosas,
otras que pocas, antes como vasos de pequeña boca no reci-
birán un golpe grande de cosas, y recibiránlas si gota a
gota se destila; es menester acomodarse a todos. Pero en
tanto que no se conocen, siempre es más seguro el declarar
la cosa bien; y entre las comunes decir algunas, demos-
trando doctrina y discreción de autoridad.

45. El hacerles concluir lo que cumple a ellos.- En-


tre muchos modos uno parece especialmente convenir para
instilar en la conversación muy dentro las verdades, y ha-
cerlas gustar, y por consiguiente para mover con ellas; el
cual modo se guarda en los diálogos de Platón, a quien i-
mita S. Agustín en algunos libros, y es proceder por inte-
rrogaciones, y traerlos a que ellos mismos vengan a decir
algunas verdades, de las cuales infieran o dejen inferir
lo que se pretende claramente; porque más favorecerán e_
líos a las conclusiones, que ellos mismos dicen, y más los
moverán las verdades así penetradas.

46. Tomar lo que se puede de cada uno.- Los que de


una vez no se pudiesen dejar inducir a dejar todos pecados
ni a seguir todo bien, deberían inducirse a dejar a lo
menos los pecados más graves, y todos aquellos a que no
tienen tanta inclinación, si no es por usanza mala, como
el jurar y blasfemar, y disminuir el numero de los otros,
e irse ayudando. Asimismo quien no pudiese atraerse a todo
bien, a lo menos atraerle ál bien que se puede, al qut no
tiene tanta repugnancia; como el avaro, a dar favor u
orar, si no se dispone a dar dineros; al indevoto, a dar
limosna, etc., si no se dispone a orar; porque ultra de
hacer algún bien, se dispone a mayor gracia con ello.
I
47. Tener ojo a sus fines en conversaciones.- En
general estas conversaciones no se deben usar al tiempo
que cosas de mayor importancia se impidan. Pero con perso-
nas de quien puede suceder gran bien a muchos, son bien
empleadas, y deben servir para hacerlas conocerse,y de-
sear tomar los otros medios más eficaces para ayudarse,
como es la confesión y comunión y ejercicios espirituales,

115
y para inducir a pías y buenas obras. Y aunque se hagan
algunas digresiones, siempre es menester tener ojo a sus
fines y tornar a ellos. Mírese también que, aunque hubiese
voluntad de atraer a los ejercicios algunos, si se viese
repugnancia por recelarse, etc., es bien inducir a otros
medios que sin disputar los tiene por buenos, como son li­
mosnas, oraciones, continuar los sacramentos. De aquí se
hace el salto más fácilmente a lo demás.

48. Procurar se dispongan a la gracia.- Procúrese,


por cualquier manera que se proceda, que se dispongan los
sujetos a recibir gracia de Dios de su parte, con voluntad
de ayudarse con limosnas y oraciones suyas y de otros.

49. Qué personas se han de poner en Ejercicios.- En


Ejercicios no se. debe poner sino personas capaces, de
quien se espera grande ayuda para ellos y otros, aunque
los de la primera semana, en todo o en parte, se pueden ex­
tender; los demás, especialmente tomándolos personas ence­
rradas, han de ser muy raros y de quien no común, sino es­
pecial fruto se espere. Confesiones y comuniones pueden
mucho más dilatarse, aunque no pudiendo a todos satisfa­
cerse, se satisfará a los que más necesidad tienen, o a
quien mas se debe, o de quien más fruto se espera (80).
Sermones y lecciones, etc., son para todos.

50. Cómo se han de disponer a ellos.- Mucho se debe


procurar en los ejercicios la disposición buena del que
los entra a tomar, como es la resignación de su propia vo­
luntad en la de Dios, y voluntad de mucho aprovecharse en
el espíritu, etc. (81). Pero no se exagere la cosa tanto,
que espante a los principios y haga recatarse demasiado o
retirarse aquel a quien se propone; pero, como van gustan­
do, poco a poco se puede ir cargando más la mano, para que
se observen las adiciones.

a 9
80. Ved. supra, 3 Industria, n 4. Cfr. Ejercicios, nn.
18-20} Constituciones, nn. 409, 649.
9
81. Cfr. Ejercicios, n 5.

116
51. Forma para los ejercitados.- Para que perseve-
ren y pasen adelante los que han hecho ejercicios, será
bien dejarles algún orden en el examinarse, meditar y orar,
procurando con ellos leyesen cosas que les ayudasen, fre-
cuentasen los sacramentos, usasen buenas y pías conversa-
ciones, huyendo las disctractivas del bien, o si incurrie
sen en ellas, luego procurando de tornar en sí.

52. Dejarlos por sx resolver.- Es de mirar que las


cosas a que se determinan las personas, deberían venir he-
chas liberamente y de voluntad,porque lo violento no dura.
Y mas aún se mire esto cuando se deja un estado de vida
por otro; y observe de no inducir a este o a estotro, sino
poniendo las personas en la vía derecha de hallar lo que
les cumple, dejarles a ellos por sí resolverse, como Dios
por su trato interior y por modo de la razón los guiare;
porque la cosa así se aceptará mejor, y con mayor satis-
facción, y menos peligro de tentarse; y si no se acertase
o no se perseverase en lo comenzado, no habría aquella o-
casión de quejarse la persona de sí, o de que otro se que-
jase del. Y especialmente se observe esto con personas al
parecer no muy constantes (82).

53. En los sacramentos cómo se habrá.- Cuanto al


decir misa y administrar los sacramentos, asi como esta
bien diferenciarse del común uso, cuanto se puede, en la
reverencia mayor y devoción, y hacer mejor su deber, asi
parece que no deben usar novedades en lo que comúnmente se
hace bien, como son ceremonias,-etc. Y en las misas las de
la Iglesia Romana,por ser comunes, parece deberían seguir-
se (83). La prolijidad mucha en ellas no suele ser al pro-
pósito; porque dejarán por tal causa muchos de las venir a

9
82. Cfr. Ejercicios, n 15.
9
83. Cfr. Constituciones, n 401. Antes de la edición del
misal de san Pió V (1570) había variedad en el modo
de celebrar el santo Sacrificio. San Ignacio deseaba
que en la Compañía hubiese uniformidad también en las
9
"ceremonias de la misa" (Constituciones, n 671).

117
oir, y de ayudarse parte de los que vienen, por la impa­
ciencia (84).

54. En el predi-car.- En el predicar, aunque se mues­


tre doctrina, más bien necesaria es la eficacia del espí­
ritu; en las lecciones que se hacen al pueblo (85), lo uno y
lo otro casi igualmente; porque parece deben diferenciarse
las lecciones de personas de nuestra profesión, de las co­
munes, en esta parte de la devoción y exhortación a todo
bien. Porque la doctrina sola en hartas partes se propone,
y con poco fruto, si ultra del pasto del entendimiento, no
se viene a tocar el afecto.

55. Ser breve.- En predicar y leer (86) la brevedad


comunmente sera importante para tener más auditorio, y por
consiguiente aprovechará a más personas, cuando la gracia
y el espíritu no fuese extraordinario para hacer que los
oyentes, que comunmente se cansan presto, no se cansasen.

56. Acomodarse a la capacidad del auditorio.- Para


el predicar, y toda otra contratación con el prójimo va
mucho en mirar los que reciben la doctrina y exhortación,
y acomodarse a los entendimientos y afectos dellos, y re­
frescar la memoria de los avisos de bien conversar, leer y
predicar, como arriba se dijo. Los cuales así como las re­
glas de confesar y dar ejercicios y los demás medios de a-
provechar, aquí no se pondrán en particular, porque sería
largo tratado; pero es bien se tengan presentes, cuanto
sea posible, al tiempo de usar de los tales medios.

84. Cfr. MI FontNarr III. 426-427.


85. Es decir, en las "lecciones sacras" o explicaciones
de un libro de la Sagrada Escritura, En qué se dife­
rencian estas "lecciones" tanto de los sermones cuan­
to de las lecciones escolásticas, lo trata Nadal en
su Exhortatio sextdi [MISI Nadal V, pp. 830-832).
86. "Leer", siempre en el sentido de: Tener lecciones sa­
cras.

118
57. Como se habrá, en la doctrina cristiana.- En en-
señar la doctrina cristiana, aunque se toquen algunos pun-
tos demostrativos de doctrina, para defenderse del menos-
precio, y ayudar al crédito y autoridad, lo demás díga-
se en modo que todos sean capaces, aun los niños y hombres
rudos. No solo se tenga cuenta conJHar a entender de pre-
sente lo que se trata, y mover por entonces con elloi pe-
ro con hacer que se tenga en la memoria. A lo cual sirve
la orden y el repetir y sumar las cosas necesarias; y si
pareciese convenir, el dar algo en escrito, que cada uno
que quiera lo pueda copiar, o al menos los más diligentes
y capaces, para retener en la memoria lo oído, no dejaría
de serles harta ayuda. Pero, con todo esto, se debe tener
más cuidado con que se ponga por obra lo oido cuanto sea
posible.

SEXTA INDUSTRIA. Cómo se ha de haber con el Superior


y la Compañía

1. Dejarse regir por la Compañía.- Ninguno desta


Compañía debe buscar ser enviado a parte ninguna por otra
vía que del superior suyo, de quien se debe dejar regir
como un instrumento de la divina voluntad.para consigo. Ni
se mude de donde fuere enviado, sino por su autoridad del
mismo, o antes concedida, como es si se deja a su discre-
ción, o después significada; aunque, si se sintiese inte-
riormente movido a alguna misión, puede representar al su-
perior su moción con toda resignación y prontitud de obe-
decer (87).

87. Cfr. Constituciones, nn. 618d, 627.

119
1
2. Aviso al superior .- De aviso de lo que pasa (co-
mo en las reglas del escribir se contiene) (88) al supe-
rior o como le fuere en particular ordenado.

3. Uso de la instrucción del superior.- Ríjase por


la instrucción del superior, si se la enviare (89) y siga
lo que le fuere escrito,cuanto pudiere, en su modo de pro-
ceder; aunque si algún medio no sucede, puede darle aviso,
y sin ir contra la orden que le ha sido dada, puede añadir
lo que se le ocurriere a mayor gloria divina.

4. No pierda la obediencia.- Guárdese, con el favor


de señores o estar lejos del superior, de dejar endurecer
la boca para el freno de la obediencia; y también se guar-
de de enamorarse de tal modo del lugar o empresas, que no
este presto de dejarlas, cada vez que fuere llamado, o que
por obediencia el superior le mandase ir a otra parte,
aunque sea para las Indias.

5. Tenga afección a la Compañía.- Tenga afección


especial a la Compañía, y en general deseo de aumentar las
cosas della a honra y gloria divina.

6. Mire por los sujetos aptos para ella.- Bajando a


las ayudas particulares, cuanto a las personas, mire por
las que fueren aptas para ella,según las partes que nues-
tro Instituto requiere; y gaste de buena gana tiempo con
ellas, procurando hacer que se dispongan por confesiones,
conversaciones y ejercicios a la vocación divina, si por
aquí los llama Dios N.S.

88. "Reglas del escribir": Se refiere a las Reglas que


han de observar acerca del escribir los de la Compa-
ñía que están esparcidos fuera de Roma, o "Formula
scribendi", que promulgó Polanco por orden de san Ig-
nacio, el 27 de julio de 1547 {MI Epp I, 536-551)
Cfr. Constituciones, nn. 629, 674.
89. Cfr. Constituciones, nn. 674-675.

120
7. Conservar los que se inclinaren.- Los que a esto
se inclinaren, procure conservarles adonde él está, o en-
viarlos donde están personas de la Compañía, siguiendo en
esta parte la orden que tendrá de los Superiores.

8. Mire a la fundación de colegios.- Miren los que


tratan con personas grandes, o están en universidades o en
lugares donde estaría útilmente colegio o casa de la Com-
pañía, si habrá modo para tal fundación, y consultando de
la disposición que halla, con los superiores, sea pronto
para ayudar, cuanto en el Señor pudiere.

d. Mire al aumento.- Cuando se hubiese tal casa o


colegio,aún sería,de atender al acrecentamiento, y de bue-
na gana gastar más tiempo con los que para esto tuviesen
devoción y fuerzas, pues en ello se busca sólo el divino
servicio.

10. A otras limosnas para la Compañía.- Cuando no


hubiese manera o disposición para esto del fundar o acre-
centar lo fundado, quien la hallase para que se entretu-
viesen estudiantes, o se ayudasen las casas que tienen ne-
cesidad, debería procurarse, y hacerse lo que se pudiese.

11. Ayude los devotos della.- En general, a las


personas que tienen especial afección a la Compañía, ten-
gala él especial, y ayúdelos particularmente, cuanto pu-
diere, y anímelos, y procure conservarlos en su devoción,
por lo que a ellos mismos toca y' por lo que a la Compañía.

12. Aplaque los contrarios.- Los que fueren contra-


rios a la Compañía, procure por los medios posibles hacer-
los amigos, a lo menos aplacarles, y hacer que no le da-
ñen; y esto con obsequios decentes y demostración de amor
y hacer por ellos (90).

90. Cfr. Constituciones, nn. 823-824.

121
13. No diga cosa contra la Compañía.- Cuanto a la
fama, guárdese de decir cosa con que el superior ni otros
delia puedan perder el buen nombre y autoridad que tienen;
antes hable el bien que pudiere y fuere oportuno a divina
gloria y alabanza.

14. Quite la opinión no buena.- Si viese entre al-


gunos haber mala opinión de la Compañía o personas della,
procure deshacerla, y hacer conocer las cosas della, como
las confirmaciones de la Sede Apostólica, y el suceso que
le ha dado Dios nuestro Señor, y lo que más fuere oportuno
y conveniente; y esto por si o por tercera persona, o en
otro modo que parezca mejor.

15. Dar razón del Instituto.- Sepa refutar las ob-


jeciones contra el Instituto de la Compañía, ejercicios,
etc., y dar razón de todo (91).

* * * * * * * * *

91. Cfr. Constituciones, n* 40B.

122
APÉNDICE 2.

SOBRE EL SACRAMENTO D E LA PENITENCIA

a) PRESENTACIÓN

"En las confesiones, ultra del estudio escolástico y


de los casos de conciencia, y en especial de restitución,
es bien tener un sumario de los casos y censuras reserva-
das ..., y de las formas extraordinarias de absolución que
ocurren; asimesmo un breve interrogatorio de los pecados,
y los remedios dellos, y una instrucción para bien y con
prudencia in Domino usar deste oficio sin daño suyo y con
utilidad de los prójimos" (92).
Este pasaje de las Constituciones fue sin duda el
que dio origen al primer libro de Polanco, que obtuvo los
honores de la impresión y que más difusión ha conseguido:
el Breve directoriwn ad oonfessarii et confitentis munus
rite obeundum.
Ya en julio de 1549, parece que había Polanco hecho
de él una primera redacción (93). Pero tal vez las revi-
siones sucesivas, queridas por san Ignacio, retardaron la
impresión hasta 1553.
En varias cartas, en las que anuncia la edición del
libro, Polanco quiere eludir la paternidad. Pero no hay
que dar demasiado crédito a su humildad. Hubo sin duda cori
sejos y correcciones de otros padres; pero, si la princi-
pal responsabilidad no hubiese sido suya, el P. Olave, a
quien san Igriacio dejó la decisión del título, no hubiera

9
92. Constituciones, n 407. La fuente literaria de este
pasaje de las Constituciones son las Industrias,1 Se-
rie, 6a Industria, n. 1 {MHSI PolCompl II, 748-749).
93. Cfr. MI Epp II, 467-468.

123
él el nombre de Polanco (94).
Según se declara en el prólogo, el proyecto primiti-
vo era hacer una edición privada, sólo para los de la Com-
pañía, pero Mons. Felipe Archinto, vicario de Roma, pensó
que el libro podía ser útil también a otros sacerdotes y
penitentes, y quiso que fuese público. Y en realidad, casi
diríamos que llegó a ser un "best-seller". Sommervogel e-
numera unas 40 ediciones del texto original latino, dos de
ellas en el siglo pasado (Genova, 1831, y Cracovia, 1886),
y varias traducciones: al francés, al italiano, al portu-
gués, al croata, y al checo (esta por un hussita) (95).
El libro consta de un tratado, dividido en cuatro
capítulos, y de cuatro apéndices, que ocupan más espacio
que el mismo tratado. Los cuatro capítulos corresponden a
la "Instrucción para bien y con prudencia in Domino usar
deste oficio sin daño suyo y con utilidad de los prójimos",
que decía la constitución citada. El primero trata de la
persona misma del confesor (ciencia, poder, virtud, pruden-
cia, secreto). El segundo, de cómo ha de ayudar al peniten-
te a poner los actos de la reconciliación. El tercero, del
fin de este sacramento. Y el cuarto, del modo de dar la ab-
solución. El primer apéndice contiene dos interrogatorios
generales (más extenso el primero, breve el segundo), y o-
tros particulares acomodados a los diversos estados (seño-
res, obispos, jueces, abogados ... religiosos ... niños).
El segundo apéndice es una serie de normas ascéticas
sobre los remedios de los vicios capitales, y el modo de
desarraigarlos. Sigue otro apéndice sobre el difícil pro-
blema de la restitución. Y termina el libro con una exposi-
ción sobre las penas y censuras eclesiásticas.
Para el fin de esta antología hemos preferido copiar
aquí el capitulo tercero en traducción castellana nuestra.

94. Cfr. MI Epp VI, 166-167, 205-206, 233.


95. Cfr. SOMMERVOGEL, op. oit.. vol VI y XII, sub nom.

124
b) TEXTO

sobre el F I N de este sacramento

Tres son los frutos de este sacramento. Primero, re­


conciliarse con Dios mediante la gracia con que se perdonan
los pecados; a él se unen la paz y la consolación espiri­
tual (96). Segundo, enmendar la vida en adelante. Tercero,
aumentar la gracia y las virtudes.
El primero (en que consiste el efecto y fin propio
de este sacramento) lo obtiene el penitente con los actos
que ya hemos dicho, de contricción, confesión y satisfac­
ción, mas la absolución, que completa la imperfección de e-
sos actos en virtud de la sangre de Cristo. Para el segundo
y el "tercer fruto, disponen y ayudan mucho al penitente los
consejos, instrucciones y exhortaciones del confesor, que
deben acomodarse a la capacidad del que se confiesa.

96. Recuérdese la expresión de la Formula Instituti, n. 1:


"per ... christifidelium in confessionibus audiendis
spiritualem consolationem", y confróntese con el nom­
bre de "sacramento de la reconciliación" actualmente
preferido por la Iglesia.

125
I. COMO AYUDE EL CONFESOR AL PENITENTE
PARA LA ENMIENDA DE LA VIDA

1. Para no pecar.- Para la enmienda de la vida pro-


cure el confesor armar al penitente contra sus defectos con
un propósito firme, renovado con frecuencia, de no ofender
a Dios y de servirle de verdad, y con la prontitud en re-
sistir a los malos pensamientos, de los que se originan los
otros males. Esto lo conseguirá reprendiéndose a sí mismo,
recordando la presencia de Dios, recurriendo al Ángel de la
guarda, a los santos, y sobre todo a Cristo crucificado, y
a su Madre dolorosa al pie de la cruz. Allí verá cuan obli-
gado está a resistir a los pecados, que así castigó Cristo
en sí mismo. Dirá algún versículo o alguna palabra a propó-
sito, como: Dios mió, ven en mi ayuda! (97), Dios mió, crea
en mi un corazón puro! (98), Jesús, Marta!, etc. Ayuda tam-
bién el recuerdo de los beneficios de Dios, de las penas a
que el pecador se expone^de la muerte, cuya hora es tan in-
cierta, y del juicio de Dios, quien será testigo y parte.
Ayuda, si se cae en algún pecado, arrepentirse en seguida,
imponerse una pena, y proponer confesarse; de lo contrario,
un pecado arrastraría otro con su peso. Ayuda el dar limos-
nas, el buscar la buena compañía y evitar la mala.

2. Consejos generales.- Tres cosas se pueden aconse_


jar utilmente a casi todos los penitentes.
Primero, que por la mañana se ofrezcan a sí mismos
totalmente a Dios, recordando a Jesucristo, que por noso-
tros se ofreció en la cruz; pidan gracia para que en aquel
día no les deje caer, sobre todo en los pecados a que tie-
nen más inclinación, y recen un Padrenuestro, un Avemaria y

97. Ps. 69, 2.


98. Ps. 50, 12.

126
un Credo, etc. (99).
Segundo, que, cada día, se recojan por un poco de
tiempo tranquilamente (lo cual suele resultar muy bien por
la noche, antes de acostarse), y se examinen: consideren
los beneficios de Dios y su mala correspondencia; pidan
perdón, y propongan la enmienda; y recen también un Padre-
nuestro, un Avemaria, un Credo y una Salve, y, si quieren,
el salmo 90 (Qui habitat).
Tercero, que se confiesen a menudo. Este consejo va-
le por muchos remedios, y encierra otros muchos.
De todo esto la prudencia dictará al confesor lo que
debe proponer a cada penitente. Pero lo que le parezca ser
más conveniente, hay que inculcarlo con mayor empeño, para
que lo retenga en la memoria. Y si viese en alguno buena
voluntad para seguir el consejo, pero teme que se le olvide,
le puede decir que lo escriba, o que vuelva en tiempo más
libre, para que se lo dicte.

3. A la gente sencilla hay que proponer pocas cosas


y fáciles de entender, de retener en la memoria y de llevar
a la práctica: que por la mañana digan tres Padresnuestros
y tres Avemarias contra los malos pensamientos, palabras y
obras, y una vez el Símbolo de los Apóstoles. Si no lo sa-
ben, hay que reprenderles, y exhortarles a que lo aprendan.
Por la noche, recen las mismas oraciones o algunas más; den
gracias por los beneficios recibidos; pidan perdón y pro-
tección, y propongan la enmienda. Hay que advertirles que
no consientan internamente en los malos pensamientos, y que
se confiesen con frecuencia.

4. Las raices de los pecados.- Como los pecados or-


dinariamente tienen una, o, a lo más, pocas raíces, obsér-

99. Nótese la correspondencia de ese ofrecimiento diario


con el promovido más tarde por el Apostolado de la G-
ración. El propósito de que se habla después, es el
9
primer acto del Examen Particular [Ejercicios, n 24).

127
velas diligentemente el confesor en sus efectos, y aplique
a ellas la segur de los remedios apropiados, de que habla-
remos después. Anime al penitente a luchar contra uno o dos
defectos, de los que se originan casi todos los otros, con
la renovación del proposito, con el examen particular apli-
cado a ese defecto, y con los otros remedios; los cuales ha
de poner con animo generoso y constante.

5. Los recídivos.- Para los recidivos refiere el


Canciller Gerson, que un doctor usaba el siguiente remedio
(100). Prescribía cinco cosas al penitente, con su consen-
timiento:
Primero,que siempre que cayese en el tal pecado, es-
tuviese obligado a ayunar, al día siguiente, a pan y agua.
Segundo, que rezase cien salmos. Tercero, que diese algo a
que tuviese afecto, o al menos dinero, según su posibili-
dad. Cuarto, que estuviese obligado a confesarse dentro de
tres días después de haber pecado; pues el temor de la pe-
nitencia inminente podría ayudar la frágil voluntad, y con-
tenerla para que no pecase. Quinto, que, aunque vencido por
la tentación, consintiese al pecado, antes de consumarlo,
dijese algunas oraciones de rodillas, por si Dios se apia-
dase de él.
Estos medios los ponga el confesor, no sólo como ú-
tiles, sino procurando convencer a los penitentes (obligar-
les no puede, ni sería conveniente). Aquel doctor, a la
primera caída en materia grave, imponía una penitencia so-
portable; pero, en recuerdo de la gracia recibida, ordenaba
que cada día se añadiese un Padrenuestro y un Avemaria o
algo parecido, y que, si un día lo omitiese, lo reparase al
siguiente.

100. GERSON, Ioannes, De remediis contra recidivium pecca-


ti, en Opera ornnia, ed. Paris 1606, vol. II, pp. 312-
316i ed. Amberes,1700, vol. 457-459. El "doctor pari-
siense" es el mismo Gerson, que habla en tercera per-
sona de su experiencia pastoral.

128
A los niños exigía [el mismo doctor! la promesa (no
juramento ni voto) de guardarse de ciertas cosas. Les pro-
hibía severamente que fuesen para otros la primera ocasión
de pecar, y que pasaran a una especie de pecado más grave;
y les aconsejaba que no abandonasen a los buenos confesores,
y no dejasen la conversación piadosa ni la lectura espiri-
tual.

II. COMO AYUDE EL CONFESOR AL PENITENTE


A AUMENTAR LA GRACIA

£1 tercer fruto o fin de este sacramento es el aumen


to de la gracia y de las virtudes. A ello dispone el confe-
sor al penitente con sus instrucciones y sus exhortaciones:
Primero, que haga buen uso de ta gracia recibida.
Para esto,defienda la pureza del alma con solicitud y a
toda costa; según el propio talento, se dé a ejercitar las
buenas obras, principalmente las que recomienda la caridad
de Dios y del prójimo; y se muestre también agradecido al
Dador de todos los bienes, recordando sus beneficios, y
dándole gracias y alabanza.
Segundo, que se haga idóneo y como vaso capaz de re-
cibir nuevas gracias: mediante la rectitud de intención,
por la que no desee ningún bien, ni aun la propia perfec-
ción, para sí solo, sino lo refiera todo a la ayuda del
prójimo y al honor de Dios; mediante la amplitud del deseo
vehemente, continuo, único, insaciable y eficaz de emplear
todos los medios que disponen al aumento de la gracia; y
mediante la profundidad de la humildad, mirando siempre lo
que le falta, desconfiando siempre de sí, y abnegando todo
amor propio.
Tercero, que use bien de los instrumentos con que
nuestro entendimiento y nuestro afecto suelen sacar el agua

129
de la gracia; los cuales son la lectura espiritual, el oir
la Palabra de Dios, la meditación, la oración (sobre todo
la mental), la práctica de los sacramentos de la Confesión
y la Comunión.
Cuarto. Hay que mostrar a los penitentes cuáles son
las fuentes mismas de donde han de sacar el agua.
En primer lugar, hay que excitar en ellos la devo­
ción a los Angeles y los Santos, principalmente a la Madre
de la gracia, María. Después hay que exhortarles a buscar e
implorar las oraciones de los siervos de Dios que aún viven
y hacerse participantes de sus buenas obras.
Como la segunda fuente, que es Cristo Mediador, es
más abundante, hay que advertirles que beban de El muy asi­
duamente, contemplándolo como ejemplar de las virtudes y
como a quien quiere y puede aumentar todas las gracias, es
más, a ello nos invita, diciendo: Sed perfectos etc.
(101).
Pero la fuente más copiosa de todas es la tercera,
de la que se deriva el agua de la gracia a las otras, a sa­
ber, la opulencia divina, su bondad, su amor, etc., que ex­
citan la esperanza en Dios.
No todos son capaces de todo, como con frecuencia
conviene recordar. Procure, pues, el confesor prudente aco­
modar sus consejos para aumentar la gracia a la disposición
y capacidad de cada uno.

2. Para los llamados a estado de perfección.- El mo­


do descrito puede ayudar a los fieles en cualquier estado.
Aunque no cabe duda de que el estado de los consejos
para los que a él han sido llamados, es más apto al aumento
de la gracia que el de los preceptos (por eso se llama es­
tado de perfección), no conviene, sin embargo, incitar en
seguida los penitentes a abrazarlo, ni siquiera a los idó­
neos; porque algunos lo rehuyen,tanto más, cuanto más sien-

101. Cfr. rit. 5, 48.

130
ten que se les quiere persuadir.
El modo seguro es atraer a estos hombres a mayor
grado de perfección y más cercano a la santidad (como se ha
dicho), y con habilidad preguntarles si sienten inspiracio-
nes de Dios sobre el estado de vida que han de abrasar. Si
las sienten, dígaseles que no sean sordos a la vocación del
Señor; si no, que se ofrezcan a Dios, preparados a todo lo
que a El será más grato. Si se puede buenamente,se deberían
inducir a hacer los Ejercicios Espirituales; o, según su
disposición, incitarlos a cosas mejores.
Sin embargo, si notase el sacerdote que el penitente
está de tal manera preparado, que convendría inducirlo al
camino de los consejos, no deje que la ocasión se le vaya
de las manos, o invítele a tener una conversación fuera de
la confesión.

*******

131
APÉNDICE 3.

SOBRE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

a) PRESENTACIÓN

San Ignacio dijo en cierta ocasión al P. Goncalves


da Cámara que "quería hacer un directorio de como se habían
de dar los Ejercicios" (102). Y entre los recuerdos que le
dio el P. Polanco de las cosas que parecía le tocaban hacer
"como fundador", una era: "que se acabe el directorio de
los Ejercicios, que es tan necesario" (103). Sin embargo
no pudo el santo dejarnos más que algunas notas sueltas y
algunas respuestas orales (104).
Después de su muerte se sintió la falta. La primera
Congregación General encargó que se hiciese un directorio
de Ejercicios. La segunda insistió sobre ello (105). Y uno
de los muchos pasos dados hasta llegar a la redacción del
Directorio oficial, publicado por el P. Aquaviva en 1599,
fue el Directorio que, por encargo del General P. Mercuria-
no, escribió el P. Polanco (106).
Supera a todos los otros, anteriores al oficial, en
penetración psicológica, estudio de los diversos elementos
que integran el método ignaciano, conocimiento realista de
la vida espiritual y profundidad teológica. Se puede inclu-

9
102. Cfr. Memorial, n 313 ÍMI FontNarr I, 708).
103. MHSI PolCompl I, 82.
104. Cfr. MI Directorio 65-116. El P. Iparragulrre sugiere
la idea de que san Ignacio no pretendiese hacer más
de lo que en realidad nos dejó. Historia de los Ejer-
cicios II, Bilbao-Roma 1955, pp. 415-418.
105. C.G. I, d. 107i C.G. II, d. 93.
106. Para la historia de los Directorios cfr. IPARRAGUI-
RRE, I., op. cit.¿ II, pp. 415-461.

132
so llegar a afirmar que aventaja al mismo Directorio ofi-
cial en ciertos puntos, en que el autor supo sobreponerse a
los prejuicios antiiluminísticos de la época. El P.Gil Gon-
zález Dávila escribió de él este juicio: "El Directorio
compuesto por el P. Polanco lo antepondría a los demás por
la claridad de estilo y el método de exposición, y porque
enseña los elementos necesarios de esta institución más a-
bundante y extensamente. Los demás son mancos e incompletos,
si se comparan con éste" (107).
El Directorio de Polanco ha sido publicado en MHSI
Directoría, pp. 272-328 (texto original latino), y, en tra
ducción castellana, en la obra de M. Lop, Ejercicios espi-
rituales y directorios, pp. 225-267.
Hemos escogido para esta antología el primer capítu-
lo y un pasaje del capítulo sexto, sobre la aplicación de
sentidos, que no pasó al Directorio oficial. Ofrecemos tina
traducción castellana nuestra, aunque nos ha ayudado la del
P. Lop.

b) TEXTO

DE DONDE PROVENGA QUE EN ESTOS EJERCICIOS

S E EXPERIMENTE TANTO APROVECHAMIENTO

Se admiran algunos, con razón, de que en los Ejerci-


cios, en tan breve tiempo, se observe tanto provecho espi-
ritual y tal cambio de vida y de costumbres, y aun,en cier-

107. Cfr. MI Directoría. 485.

133
to modo, de todo el hombre (108).
Realmente, si lo consideramos con más atención, no
es difícil entender de dónde provenga fruto tan copioso de
la gracia de Dios, de quien nos viene toda buena dádiva y
todo don perfecto (109). Pues todos los que tienen un con-
cepto altísimo y piadosísimo de la bondad de Dios (como es
debido tenerlo), deben sentir que no está el : sol tan pro-
penso a iluminar, o las otras causas segundas a producir
sus efectos naturales, como lo está El, sol de toda sabidu-
ría y justicia (sumamente libre, es cierto, pero por su na-
turaleza, que es la bondad, sumamente efusivo (110) a i-
lustrar y perfeccionar las mentes de los hombres con los
rayos de su gracia. Mas aun, de por sí está más pronto,
dentro de los límites y capacidad de su creatura, a conce-
der dones mayores que menores, según conviene a su majestad
y magnificencia. El que los hombres no reciban la gracia o
la reciban menor, se debe a que oponen la nube de sus peca-
dos a los rayos de la divina bondad, o a que, inclinados a
las cosas terrenas y viles, no dirigen su entendimiento ni
si afecto a recibir el influjo de los dones divinos, o a
que se disponen con negligencia, como a algo secundario, a
recibir esos divinos dones, y no impetran gracia alguna, o
ciertamente poca, del que es, en realidad dador liberalísi-
mo, aunque justísimo.
Para que de nuestra parte nos dispongamos bien, con
el auxilio divino, a recibir grandes dones, tres cosas pa-
rece que tenemos que hacer principalmente. Lo primero es
que, con animo generoso y digno de la adopción de nuestro
eterno Padre, y con recta intención de agradecer a Dios,
aspiremos a cosas grandes. Segundo,que tratemos de obtener-
las por los medios convenientes y ordenados por la divina
Providencia. Tercero, que nosotros mismos, poniendo ahinca-
damente nuestro empeño y cuanto de nosotros dependa, coope-

108. Trató este argumento también Nadal en la Exhortatio


sexta: Cfr. MHSI Nadal V, 843-844.
109. Cfr. Iac. I, 17.
110. Alude al adagio platónico: "bonum effusivum sui".

134
remos, como conviene, con la divina Providencia, para con-
seguirlas.
Ahora bien, en estos Ejercicios espirituales, si se
hace lo que se debe, se observan estas tres cosas excelen-
temente .
En primer lugar, en ellos se desea y se busca lo que
conviene a los hijos de Dios: a saber, purificar el alma de
los pecados y de los vicios y sus residuos, y disponerla
para adelante a la pureza, y afianzarla en ella; iluminarla
para que conozca la bondad, sabiduría, misericordia y jus-
ticia de Cristo, nuestro mediador supremo y nuestra repara-
ción, y la del eterno Padre; instruirla para que elija el
estado de su vida y el camino que conduce al último fin de
nuestra felicidad y de la gloria de Dios, y a discernir los
espíritus que en este camino nos ayudan y los que nos son
contrarios; finalmente, perfeccionarla con el sincero afec-
to del amor divino en lo que se refiere a encender en noso-
tros el amor de Dios, y a obrar rectamente en cualquier es-
tado. Hay algo mejor o más excelente a qué aspirar?
También lo que declamos necesario en segundo lugar,
lo vemos realizarse en los Ejercicios. En ellos se toman
los mejores y más eficaces medios para este fin. Tal es la
meditación, sobre temas muy oportunos, y dispuestos en muy
buen orden. Tal la oración, que allí se enseña en manera
sumamente apta, tanto para los incipientes, cuanto para los
aprovechados. Tal el uso de los Sacramentos de la Peniten-
cia y la Eucaristía, y el modo de J^evarlos bien a la prac*
tica, principalmente por la confesión general. Tal el cas-
tigo del cuerpo por la abstinencia y otras aflicciones, cu-
ya razón se explica, como también la de ordenarse en el co-
mer. Tal el consejo y dirección prudente del Instructor,al
cual se somete el ejercitante. Tales finalmente las reglas
para examinar bien la conciencia, para discernir los varios
espíritus, para hacer rectamente las elecciones según Dios,
para distribuir debidamente los bienes, para entender los
escrúpulos del alma, y por último para tener el verdadero
sentido en la Iglesia Católica. Con estos medios quiso la
divina Providencia que cooperaran con ella los hombres en
las mejores obras, como atestiguan los ejemplos de la Sa-
grada Escritura y de los santos.

135
Y lo tercero, de poner con empeño todo nuestro es-
fuerzo en cooperar con la divina gracia, se realiza muy
bien en los Ejercicios, sobre todo cuando se hacen comple-
tos. En primer lugar, se apartan los impedimentos que pue-
den presentarse de parte de los hombres y de los negocios,
al escogerse un lugar idóneo, donde el ejercitante pueda
disfrutar de soledad, y dedicarse únicamente a Dios y a sí
mismo. Después, muestra tener gran voluntad de aprovechar
espiritualmente, quien, abandonando todo lo demás, concen-
tra en ello todos sus pensamientos y su actividad. Esta vo-
luntad de aprovechar mucho va acompañada de la esperanza,
de la total resignación de sí mismo en las manos de Dios,
de la recepción humilde de la instrucción, del trabajo, de
la aplicación y diligencia que en este aprovechamiento pro-
pio puede emplear. Pues, según la medida de lo dicho, suele
la benignidad de Dios conceder la gracia. Añádase que con-
centra toda la fuerza del alma con sus potencias para en-
tregarse a este solo aprovechamiento, y que la energía con-
centrada, tanto en la inteligencia como en el afecto, se
hace más eficaz} que no abandona los buenos pensamientos y
deseos comenzados, sino los prosigue hasta algún buen tér-
mino; que con diligente examen reflexiona sobre los ejerci-
cios hechos, para que, si advierte algo que le ha ido bien,
lo observe en adelante, si mal, se enmiende. Finalmente,,
los actos de disponerse a aprovechar mucho son intensos y
muy bien ordenados al fin según razón; y como hacer lo an-
tes dicho sea poner todo su empeño y lo que está en su mano,
es conforme a razón que la infinita bondad de Dios, que con
tales auxilios previene para que el hombre se disponga bien
a recibir el influjo de la gracia, que la infunda espléndi-
da y abundantemente, como corresponde a su largueza.
De aquí el insólito y admirable cambio de la diestra
del Excelso (111) que se advierte en los ejercitantes: en
un solo mes consiguen mayor ilustración sobre el estado de
su vida, mas profundo conocimiento de sí y de Dios, más pu-
ro y ardiente amor de Dios y de las cosas eternas, y mayor

111. Cfr. Ps. 76,11: "Haec mutatio dexterae Excelsi" (Vul-


gata).

136
y más sólido aprovechamiento de todos los dones internos,
que antes en muchos años hablan alcanzado, obrando con más
remisión y menor disposición. Transformado asi el corazón,
por la acción de Dios, qué extraño es que veamos un cambio
de todo lo exterior?

LA APLICACIÓN DE SENTIDOS

El quinto ejercicio es la aplicación de sentidos.


Puede entenderse de los sentidos imaginarios (y de este mo-
do conviene a los menos ejercitados en la meditación, a
quienes principalmente se proponen estos Ejercicios), o de
los sentidos de la razón superior o mentales (y de este mo-
do se adapta más a los aprovechados, que están en la vida
contemplativa).
En el primer modo, no hay dificultad alguna cuanto a
la vista imaginaria de las personas con sus circunstancias,
ni en cuanto al oir las palabras que hablan o que convenien
temente imaginamos pueden hablar. En el tacto hay asimismo
poca dificultad, cuando nos imaginamos que besamos las hue-
llas que dejaron los pies de Cristo o sus vestidos. Si ima-
ginamos besar algo más, vaya la reverencia unida a la ima-
ginación, como sería besando los pies de Cristo, nuestro
verdadero Summo Pontífice. Vicarios suyos son Pedro y sus
sucesores; a los cuales besamos los pies, por ocupar el lu-
gar de Cristo. Podemos besar sus manos, como a nuestro sumo
y verdadero Padre, Rey y Señor. Suelen aquí los hijos y los
subditos besar las manos a los padres,reyes y señores.

En el olfato y el gusto hay que subir a la razón, por


encima de la imaginación, considerando los dones de Dios en
el alma santa: su fragancia como ausentes, y su gusto como
presentes; y que restauran nuestras fuerzas con su suavi
dad. La imaginación de los perfumes y sabores percibidos
por el olfato y gusto del cuerpo lleva a ejercitar esos
sentidos internos de la razón en estas meditaciones.

137
Si lo interpretamos de los sentidos mentales, que
pertenecen a la razón superior, conforme a la doctrina de
san Buenaventura en el capitulo cuarto del Itinerario de la
mente a Dios, estos sentidos se pueden explicar del alma,
en la cual, mediante la divina gracia, la imagen de Dios
está reformada por la fé, la esperanza y la caridad (112).
Pues mientras por la fé cree el hombre en Cristo, por El,
como Verbo increado, que es el esplendor del Padre y refle-
jo de la luz eterna (113), recobra y ejercita la vista es-
piritual, para considerar los esplendores de su luz, y así
Cristo es para él la verdad (114). Mientras por la fe cree
en Cristo, como Verbo encarnado, que enseña lo referente a
nuestra salvación y perfección, por El recobra y ejercita
el oído, para recibir sus palabras, y de este modo Cristo
es para él camino (115). Mientras por la esperanza suspira
por recibir a Cristo como Verbo inspirado, que mediante sus
dones habita en nosotros, y nos invita a más altos carismas
(116), y, finalmente a su plena fruición, por el afecto del
deseo y la esperanza recobra el olfato espiritual y lo ejer_
cita,y corre tras el aroma de los perfumes de Cristo (117),
el cual de esta manera es para el la vida (118). Mientras
por la caridad se une a Cristo, como Verbo encarnado, de-
leitándose en El, aún en esta peregrinación, y gustando

112. Esta segunda manera de Interpretar la aplicación de


sentidos, la recogió el P. Condeses en su Directorio,
pasó al llamado Directorio variorum, pero fue supri-
mido en el Directorio oficial, por temor al pseudo-
misticismo, a que aludimos en la introducción a este
Apéndice. Sin embargo, ya en tiempos de san Ignacio,
había hablado de ella el P. Nadal (Cfr. MHSI Nadal V,
9 4 ) . Sobre toda esta materia cfr. MARECHAL, J-» en
DictSpir I, 810-828.
113. Sap. 7, 26.
114. lo. 14, 6.
115. Ibidem.
116. Cfr. I Cor. 12, 31.
117. Cfr. Cant. I. 3.
118. lo. 14, 6.

138
cuín suave es el Señor (119), recobra y ejercita el gusto
espiritual. Mientras le abraza y en El se convierte median-
te el amor puro, que en El nos transforma, y no permite que
nos apartemos de El, ni deja que pensemos ni amemos nada
fuera de El, si no es por El y en El, recobra y ejercita el
tacto espiritual.
Hasta qué punto convenga indicar o explicar esto al
ejercitante, lo dictará la prudencia del Instructor.

********

APÉNDICE 4.

SOBRE LA ASISTENCIA A LOS MORIBUNDOS

a) PRESENTACIÓN

Como para la administración del sacramento de la pe-


nitencia, también para la asistencia a los moribundos desean
las Constituciones que los de la Compañía tengan "un suma-
rio del modo de ayudar a bien morir, para refrescar la me-
moria, cuando fuese necesario ejercitar este santo oficio"
(120).

119. Ps. 33, 9.


120. Conatitueíonea, n* 413.

139
Es éste otro de los Directorios que las Congregacio-
nes generales primera y segunda encargaron que se hiciesen
(121).
Polanco lo compuso en los últimos anos de su vida.
La primera edición de Macerata ya estaba terminada a fines
de 1575 (122). El libro tuvo también gran éxito editorial.
Sommervogel enumera más de 15 ediciones latinas, además de
las traducciones al alemán,al francés y al portugués (123).
Se nota que el autor goza ahora de más tiempo y tran-
quilidad que cuando redactó el Directorio de los confeso
res. Las ideas están desarrolladas con mayor riqueza ascé-
tica. Es lástima que no podamos dar aquí más que un extrac-
to.
Después de hablar en el primer capitulo de quien
ayuda a los moribundos, le propone, ante todo, en los si-
guientes, lo que es necesario que en este momento decisivo
de la vida humana consiga el hombre cuanto al alma, los pa-
rientes, los bienes, los últimos sacramentos, etc.; después
lo que puede servir para la consolación, el mérito o la me-
jor disposición del moribundo; en tercer lugar, el modo de
actuar en circunstancias especiales (como son la urgencia
del tiempo, la asistencia a los condenados a muerte . . . ) .
Termina el tratado con dos capítulos que lo completan: uno
sobre otras cosas que conviene hacer por el moribundo, aun-
que sin él (como orar por él, quitar de en medio las imáge-
nes profanas, hacer que otros oren . . . ) , y otro sobre cómo
comportarse con los que le asisten.

121. C.G. I, d. 107, C.G. II, d.93.


122. Cfr. MHSI PolCompl II, 430. Polanco tuvo que lamentar
el número enorme de erratas con que salió esta prime-
ra impresión, erratas tales que a veces cambiaban el
sentido y aún quitaban las ganas de seguir leyendo.
Ibidem, p. 490 (Cfr. etiam, p. 504). Fue necesario a-
ñadirle diez páginas de "corrigenda".
123. SOMMERVOGEL, op. ait,, vol. VI, coll. 944-945. Sobre
una traducción castellana, Cfr. GUTIÉRREZ, C , Espa-
ñoles en Trento. Valladolid 1951, p. 681.

140
Damos aquí el capitulo primero en traducción núes*
tra.

b) TEXTO

1. Importancia del ministerio.- Entienda, ante todo,


el que se ocupa en ayudar a los que están para morir, que
es una obra muy importante y de verdadera caridad, asistir
a los prójimos en tal circunstancia, en que se juega el to­
do de la vida. Pues en ninguna otra ocasión se puede errar
con más graves consecuencias; y, no habiendo más que una
sola muerte, ningún ingenio es capaz de corregir el error
en ella cometido. Sucede con frecuencia que la divina Pro­
videncia mediante este ministerio lleva al puerto de salva­
ción a los que sin él se hubieran perdido para siempre, o
al menos hubieran tenido que padecer en el purgatorio más
graves y prolongadas penas. Y aunque no sea asi;, obtiene
este ministerio el fruto de que los moribundos mueran con
mayor caridad, y por lo tanto, que, después de esta vida,
gocen de mayor felicidad ante Dios y de mayor gloria. Si es
una gran obra de misericordia ayudar a esto mismo a los sa­
nos con la predicación, la administración de los sacramen­
tos y de otras maneras,cuando ni el tiempo urge ni la apli­
cación de esos medios, y cuando ellos pueden perder la gra­
cia recibida, cuánto más habrá que socorrer a los <jue están
para pasar de esta vida a la otra, cuando es ciertisimo que
donde cayere el árbol, hacia el mediodía o hacia el aqui­
lón, en cualquier sitio que cayere, allí quedará? (124): si
termina la Vida bien, quedará en el mediodía de la salva­
ción eterna, si mal, en el aquilón de la eterna desgracia.

124. Eccl. 11, 3.

141
2. Desconfiar de sí y confiar en Dios.- Advierta
después que sus propias fuerzas son muy inadecuadas para
una obra tan grande, como es cooperar con Dios en la salva-
ción de las almas, sobre todo cuando la muerte es inminen-
te. En este momento, por efecto de la enfermedad, se suele
distraer la mente de la consideración de las cosas espiri-
tuales, y el temor de la muerte y la vehemencia de los o-
tros afectos suelen hacer a los hombres menos aptos para
tratar los negocios de su salvación, como conviene. Por o-
tra parte, el demonio, sabiendo que le queda poco tiempo,
emplea todas sus fuerzas para perder al moribundo, si de
alguna manera pudiere; y como es maligno y astuto, lo pro-
cura por muchos medios, en cuanto Dios se lo permite. Por
eso, el que se ejercita en este oficio, reconozca humilde-
mente ante Dios su debilidad, y desconfiando de sí mismo,
ponga en el auxilio divino toda su esperanza de hacer bien
y de conseguir lo que pretende.

3. Intención pura y deseo intenso.- Tenga una purí-


sima intención de ayudar a los moribundos, que tan necesi-
tados están de esta ayuda para conseguir su último fin.
Considere que son imagen de Dios y miembros de Cristo, re-
dimidos con su sangre y vida; y que, por decirlo así, subs-
tituye a Cristo, para ayudar a los que El tanto ama, y cuya
salvación cede en gran honor y gloria suya. Excite en sí
mismo un vehemente deseo de su salvación, y esfuércese por
cooperar con todo empeño con la providencia de Dios, para
que no se pierda el fruto de la muerte de nuestro Señor Je-
sucristo.

4. Orar por los moribundos en general y en particu-


lar.- El que ejercita este oficio por obediencia o por ca-
ridad, ore cada día, pidiendo en general la gracia de ayu-
dar a los moribundos, y con afecto particular por cada uno
de aquellos a quienes le llaman a ayudar, tanto mientras va
a su casa, como mientras está en ella; y con breves eleva-
ciones del corazón renueve en sí mismo el deseo de la sal-
vación de los moribundos, y se aplique a ellos. Haga otro
tanto con sacrificios de Misas, ofrecidos con esta inten-
ción, general y particular.

142
5. Preparar lo que va a decir y hacer, el modo y el
orden.- Sepa bien lo que ha de decir y hacer, el modo y el
orden, y lo tenga en la memoria; para que no haga su oficio
como quien tiene un sermón, con poca utilidad del moribundo
y menor edificación de los presentes. Cuando tenemos que
hablar en público, preparamos con el estudio lo que convie-
ne decir y en que orden; cuánto más no será necesaria la
preparación de la materia y del orden en este asunto?
Se advierta, sin embargo, que no hay que decir siem-
pre las mismas cosas ni en el mismo orden, sino acomodándo-
las a la diversa disposición de los moribundos y a la mayor
o menor comodidad de lugar y tiempo (de que después habla-
remos). De una manera se trata con los señores, de otra con
la gente del pueblo; de una con los hombres de ingenio, de
otra con ignorantes y rudos; de una con los ejercitados en
las cosas espirituales, de otra con los no ejercitados; de
una con los coléricos e impacientes, de otra con los que
son de carácter tranquilo y paciente. A los primeros suele
adaptarse más el lenguaje breve, selecto y erudito; a los
segundos conviene decirles más cosas y más desarrolladas.
Con hombres de igual temperamento y calidad, hay que proce-
der diversamente según estén en sus sentidos o hayan perdi-
do la lucidez mental, según sientan o no los dolores de la
enfermedad, y según el tiempo disponible sea largo o corto.
Por lo cual, además de los avisos que se pueden dar en ge-
neral, el que ayuda a un moribundo, tendrá siempre necesi-
dad de la discreción para usar los medios preparados o al-
gunos de ellos, como juzgara que debe en el caso presente.

No diga todo junto, ni hable de prisa, ni con el


mismo tono de voz. Vaya diciendo poco a poco lo que convie-
ne y lo que el enfermo pueda oir. Interrumpa el hilo del
discurso, bien con silencios, para que el enfermo digiera
mejor lo que loye, o haga reflexiones personales, o descanse,
bien preguntándole sobre otras cosas indiferentes, bien re-
zando por él y exhortando a los otros a que hagan lo mismo.
Después continúe lo que había comenzado. El final sea breve
y el lenguaje sencillo y que muestre devoción. Con personas
prudentes y graves conviene que el estilo no sea como de
quien instruye, sino como de quien trae algo a la memoria,
o de quien refiere lo que s< cree que ellas ya lo hacen.

143
6. Informarse durante el camino.- Si la persona y
circunstancias del enfermo no son conocidas, y hay ocasión
para conocerlas, procure enterarse por el camino en qué es-
tado se encuentra, a saber: si es instruido, prudente, pa-
ciente: si tiene aun íntegros los sentidos y el juicio; si
sabe que esta cercano a la muerte; si ha hecho testamento;
si se ha confesado; si ha recibido la Comunión y la Extrema
Unción; qué vida ha llevado; si hay algo importante de que
se le debe avisar; si se muestra con ánimo afligido, si oye
bien, aunque se le hable en voz baja, etc.

7. Como comportarse al entrar.- El, por su parte,


observe el modo de ser del sujeto, y no comience ex abrupto;
sino, entrando en la habitación del enfermo, le salude y
también a los que le asisten, como es debido. Pregúntele
cómo se encuentra. Téngale y le muestre compasión, y si el
enfermo le quiere decir algo, escúchele. Cuídese muy bien
de molestarlo o con las cosas que le dice o con el tono de
voz más alto de lo necesario o con la repetición de las
mismas cosas. Al contrario, a medida que va conociendo el
carácter del individuo, procure consolarlo, tratarlo con a-
mor y prudencia, para que oiga con más gusto y admita más
fácilmente lo que se refiere a su salvación, y así aprove
che mas; y cuando él vuelva, si tiene que volver, sienta
mas bien alegría en el Señor que disgusto.

5. Proceder con libertad modesta.- Finalmente cuan-


do haya indagado lo que conviene saber, proceda con liber-
tad religiosa y modesta en todo lo que se refiere a su ofi-
cio, tanto con el enfermo, como con los circunstantes.

* * * * * * * *
T E R C E R A P A R T E

V. EL RECTOR

VI. EL SECRETARIO

i
V. EL RECTOR

a) PRESENTACIÓN

Tomamos estos párrafos de las Conatituoionea de toa


Colegios, obra escrita por Polanco hacia 1549, que en la
redacción de las Constituciones ocupa un estadio intermedio
entre las InduatriaB y el texto primero de las Constitucio-
nes mismas. Parece que se empezó a escribir con el intento
de unificar la legislación de los Colegios, que hasta en-
tonces se hablan regido cada uno por estatutos propios. Sin
embargo, no se llegó a promulgar, tal vez porque al ter-
minarse de escribir, ya había comenzado la redacción de las
Constituciones generales, en cuya Parte cuarta todo el ar-
gumento de los colegios y toda la materia tratada en aque-
llas "Constituciones" quedaría incluida.

Añadamos, para guía del lector, que los "Colegios"a-


quí contemplados son los primeros que hubo en la Compañía,
es decir, los Colegios para residencia de los escolares de
la misma Compañía, en los cuales no se enseña, si no es
privadamente; sólo alguna añadidura posterior alude a lec-
ciones públicas en casa. Nuestros escolares acudían a las
clases de la Universidad.
El texto autógrafo de Polanco fué editado en MHSI
a
MonPaed ( I ed. 1,55-78, y más científicamente en MI Regu-
lae, 217-245.
Como se verá, el trozo que extractamos, es la fuente
literaria de los nn. 423-425 de las Constituciones genera-
les, y puede servir de comentario de esos números o al me-
nos ayudar a su recta interpretación. Contiene, además, ob-
servaciones útiles, que en esos números se encuentran solo
indicadas.

147
b) TEXTO

1. LA ELECCIÓN

En general ayudara, y mucho (1), la buena elección


del rector, que, no por votos de estudiantes, sino por jui-
cio del General o a quien él diese tal cargo, debe hacerse
(2); escogiéndose persona católica (3) y virtuosa y de buen
testimonio y familiar con Dios en la oración, discreta, ap-
ta para el gobierno, de letras y experiencia en cosas espi-
rituales, y que tenga uso y destreza en las agibles, de
gran longanimidad y fortaleza,superior a la una y a la otra
fortuna, mortificado en todas pasiones, y especialmente
probado en obediencia y humildad,apartado de toda ambición,

1. En la séptima parte de las Constituciones de los Cole-


gios trata Polanco de los medios generales que ayudan
para conseguir mejor lo dicho en las otras seis, es de-
cir: la conservación y crecimiento de los escolares en
espíritu, el aprovechamiento en los estudios, la con-
servación de la salud, la conservación de los bienes
temporales del colegio y la ayuda espiritual de los
prójimos.
2. Hay un solo caso conocido en que san Ignacio quiso que
el rector fuese elegido por los escolares. Fue en Gan-
día en 1547 (Cfr. MI Epp I, 551-562; XII, 331-338: BAC.
694-6993. Tal vez no estaba aún claro el carácter jurí-
dico de los colegios: a saber, si éstos pertenecían a la
Compañía (como las Casas) o si eran sólo instituciones
dependientes de la Compañía, como dice la Fórmula, so-
bre los que la Compañía tiene sólo la superintendencia.
3. "Persona católica". Por extraño que a primera vista pa-
rézcanse refiere a la ortodoxia doctrinal. En la Indus-
tria undécima, hablando de las cualidades del General,
había escrito Polanco: "Primeramente es menester sea
hombre sin sospecha cuanto a la fé católica" [MHSI Pol
Compl II. 767-768).

148
inflexible de la rectitud, con severidad a sus tiempos y
benignidad a los suyos, cuidadoso, estrenuo, compuesto ex-
teriormente,sufridor de trabajo, y de edad que le compadez­
ca, y generalmente espejo en todo bien y de mucha confianza
(4); y si no tiene todas estas partes, tenga las más que se
pueda; a lo menos, bondad (5) y prudencia y cuidado no fal­
ten (6).

2. EL OFICIO

General ayuda sera también que el que fuere bien e-


legido, haga bien su oficio: sosteniendo el colegio con la
oración y deseos santos, y velando sobre él con mucho cui­
dado, poniendo los oficiales discretamente, y mirando cómo
proceden, y mudando o quitando, como in Domino le parecie­
se, defendiendo todo el cuerpo del colegio y cada miembro
de todos inconvenientes de fuera de casa y de dentro, pre-
veniendo los pecados de personas tentadas antes que caigan,
y si caen, remediando y castigando, y si fuese menester pa­
ra el bien universal, despidiendo; haciendo guardar las
Constituciones, y también, cuando pareciese conveniente,
dispensando con algunos en algunas, teniendo cuidado que se
aprovechen en virtudes y letras los estudiantes, y se con­
serve la salud y cosas temporales, y que las mesmas se dis­
pensen bien y aumenten, entreteniendo los amigos y personas
que favorecen y ayudan al colegio, y los contrarios procu­
rando hacer amigos, y generalmente mirando que todo lo di­
cho en las seis partes [anteriores] se observe; y sobre to­
do que se guarde la debida subordinación al Prepósito, no
solamente General, pero aun Provincial del modo mesmo, avi­
sando a menudo, y haciendo recurso a él en las cosas de mas

4. Cfr. Constituciones, n*. 423.


5. "Bondad", en el sentido de: hombre virtuoso, no en el
de hombre bondadoso.
9
6. Cfr. Constituciones, n 735.

149
momento, como en admitir y despedir etc., y obedeciéndole y
siguiendo su parecer, como es razón lo hagan con él los del
colegio (7).

3. LAS AYUDAS

Ayudaría asimesmo para el buen gobierno de todos,ha-


ciendo su oficio mejor el que tiene el cargo, que tuviese
con quien aliviarse, como seria: un buen maestro de casa
(8) para las cosas temporales; un buen superintendente para
las cosas espirituales,ahora fuese el confesor, ahora otro;
uno que tuviese cargo de escribir (9); dos o mas personas
de cuya discreción y bondad mucho se confiase, que tuviesen
cargo de su persona, asi cuanto al tratamiento exterior de
ella, como cuanto al oficio suyo, que le avisasen de lo que
les pareciese debria hacer y dejar, con humilde libertad
(10), lo cual ellos hayan de hacer después de haber hecho
oración y mirando bien la cosa, y no de otra suerte. Y cuan
do las cosas del rector anduviesen muy mal, en daño grande
del bien común, estos tales debrían dar aviso al Provincial
o General; pero también los demás de casa debrían ayudarle
con oraciones,y cuando algo supiesen cierto de su imperfec-
ción, después de haber hecho oración y mucho mirado en ello,
podrían secretamente y con humildad decírselo medíate o in-
medíate.

7. Cfr. Constituciones, nn. 424, 425, 428.


8. El "Maestro de casa" es el Ministro, que recibe este
9
nombre también en las Constituciones, n 431.
9. Es decir, un secretario.
10. Dos consultores. En 1556 ordenó san Ignacio que los
rectores tuviesen cuatro consultores, cfr. MI Epp XI,
178.

150
4. LA OBEDIENCIA DE LOS DEMÁS

Ayudará asimesmo para todo, que, a quienquiera que


fuere elegido por rector, hagan todos gran honor y acata-
miento, y obedézcanle como a quien tienen en lugar de Cris-
to Señor nuestro; y déjenle la disposición de todo, no ha-
biendo para él puerta ni arca cerrada, ni aún la conciencia
(porque en confesión o sub sigillo secreti debria saber la
vida e inclinaciones de todos). En el comer,vestir, dormir,
trabajar, curarse, conversar, etc., y asimesmo orar o medi-
tar y estudiar; cuanto a maestros, libros, tiempo de estu-
dio, continuarlo o alterarlo; y generalmente todo, se siga
su parecer, sin repugnancias o contradicciones o demostra-
ción de contrario parecer en público; aunque privadamente,
después de haber hecho oración, se le podra decir lo que se
sintiese, como arriba es dicho (11).

* * * * * * * *

11. Constituciones, nn. 424, 427.

151
VI. EL SECRETARIO

a) PRESENTACIÓN

"Ministro perpetuo" denominó Ribadeneira a Polanco


(12). Y en realidad, aunque era también capaz de ocupar más
altas mansiones, poseía las cualidades de un secretario
ideal.
Estos párrafos están tomados de uno de sus primeros
escritos, que él llamó Del oficio del secretario que estará,
en Roma, y que el P. Mario Scaduto ha publicado con el ti­
tulo, un poco delusivo, de: "Uno scritto ignaziano inédito"
(13). Sabemos que todos los escritos de Polanco reflejan,
mas o menos, la mente de san Ignacioj pero nos parece exce­
sivo denominar este sin más "un escrito ignaciano". El au­
tor sin duda es Polanco; el modo de concebir y dividir la
materia es polanciano; como polancianos son el lenguaje y
el estilo (14).

La obra no puede haber sido compuesta después de


1548; pues el manuscrito que la ha conservado, es en máxima
parte de mano de Jaime Speg, que murió en noviembre de ese
ano. Pero no hay ningún motivo para adelantar la fecha de

12. Catalogus scriptorum religionis Societatis Iesu (An-


tuerpiae 1613), p. 154.
13. ArchHistSI 29 (1960), pp. 305-328.
14. Las expresiones que aduce el editor en la pag. 308,
como "lontane dal corretto castigliano", son castella-
nísimas, y usadas con frecuencia por Polanco en otros
escritos, aunque hoy resultan anticuados.

152
redacción al 1547 (15). Comparando este escrito con la pri-
mera serie de Industrias, se nota un progreso de forma.
Quien sabe si no ha sucedido aquí algo semejante a lo que
a
paso con la Industria nona? También la Industria 1 1 esta
incompleta. En el códice faltan ocho folios (16 páginas)
(16). No podría haber ocurrido que Polanco extractase de la
a
Industria 1 1 lo referente al secretario y lo desarrollase
después en su "Oficio" o tratado? Es notable la coinciden-
cia de que sea uno mismo,Speg, el copista de la nona Indus-
tria (separada de las demás) y de este "Oficio". Sin embar-
go, no nos atrevemos más que a lanzar la idea a manera de
leve sospecha.

Después de indicar, en una breve introducción, el


fin del oficio, distribuye Polanco la materia en cinco "in-
a
dustrias" que ha de usar el secretario: I acerca de la co-
a
rrespondencia que llega a la curia; 2 acerca de los otros
a
documentos que pueden venir; 3 acerca de ias cartas que se
a
escriben (materia, disposición, expresión, envío); 4 acer-
ca de las noticias de la Compañía que se deben mandar a las
a
provincias; 5 acerca de lo que hay que conservar en el ar-
chivo. Se añade un como apéndice sobre el modo de hacer
bien el oficio dicho.
Copiaremos aquí el párrafo sobre el fin, la sección
que trata de la "invención" (o sea del contenido de las
cartas que se escriben) y algunos párrafos, que nos parecen
más interesantes, del modo de hacer bien el oficio.

15. Así hace el P. Scaduto, afirmando dos veces (p. 307,


nota 11J y p. 312), que "no puede haber ninguna duda",
y "que se trata de un trabajo contemporáneo a las re-
glas sobre la corespondencia epistolar dadas a la
Compañía en julio de 1547". Pero esto segundo no se
prueba en modo alguno. El que en el cod. Instit. 117a
se copiase un documento después del otro, no demuestra
que fuesen contemporáneos.
16. El actual /. 43 estaba señalado con las letras aa, y
el siguiente f.44, con las letras kk.

153
b) TEXTO

1. EL FIN DE ESTE OFICIO

El fin del secretario es el mismo que del superior


(17). Pero adequatamente es el fin de la escritura, que es
suplir la presencia, cuanto a la distancia de lugares en el
comunicar y tratar las cosas que ocurren, con los ausentes,
y asimesmo suplir la memoria,cuanto a la distancia de tiem-
po (18). Pues deste remedio nos proveyó Dios, no pudiendo
nuestra habla extenderse a tan lejos, como están aquellos a
quien algo se ha de comunicar, ni la memoria pudiendo ser
entera en tantas cosas, como es menester acordarse.
Ese mismo fin es ordenado a otros de la utilidad de
los prójimos: firmeza, unión, consuelo de los de la Compa-
ñía, y lo demás que al principio se dijo.

2. LA PRUDENTE INVENCIÓN DE
LAS COSAS QUE SE ESCRIBEN

1, Es necesario vestirse de la persona del superior


y tomar su cuidado.- Para la invención y disposición,etc.,
cuando fuere algo notado y ordenado por el superior, es me-
nester seguirlo. Pero para entonces, y más cuando se comete
al secretario que el ordene, es necesario vestirse de la
persona del superior (19), y tener entendidas y pensar con

9
17. Cfr. Constituciones, n 800.
18. Esto ayuda a entender la frase de las Constituciones:
que el secretario debe ser "manos y memoria" del Gene-
ral (.Ibidem).
19. La frase aparece también en las Constituciones,n' 800.

154
gran diligencia las cosas universales de la Compañía, y
particulares de las personas della, y negocios que se tra-
tan; y procurar de ver lo que cumple proveer en cualquiera
parte donde se escribe. Pero desto, lo que se le represen-
tare, en cosas de mas importancia, coligiéndolo de las car-
tas y por otras vías, propóngalo al superior, y siga su pa-
recer.
Desta solicitud manan muchos provechos. Uno, que en
lo que no se le acuerda al superior, por la multitud de los
negocios, se le renueva la memoria. Otro, que en lo que aún
no cayese de suyo, tratando con él las cosas y abriendo la
materia, podría caer: da ocasión al sabio y será más sabio
(20); que fácilmente un buen entendimiento se despierta, y
de una cosa discurre a otras. Otra, que se alivia mucho el
superior teniendo de quien pueda confiar en esta parte de
su oficio, lo cual no sería, si no entendiese las cosas: y
asi tendría más tiempo para gastar en la conversión a Dios,
no siendo tan necesario derramarse en cosas de abajo, por
tener a quien repartir parte del peso, y quien a ellas a-
tienda. Como Moisés, que se ocupaba en las cosas de Dios
(21), tuvo a Aarón como lengua para las cosas de fuera. Y
en efecto, siendo estas dos conversiones necesarias al su-
perior, es a saber, a Dios y a las cosas de fuera que go-
bierna, y siendo de muy mayor importancia la de Dios, pero
la otra también necesaria, y no se pudiendo perfectamente
emplear el ánima en entrambas partes, según la vía ordina-
ria, mucha necesidad parece que tiene cualquier perlado de
tener quien lo ayude en las exteriores cosas y ordinarias,
porque él pueda más interiormente unirse con Dios, de la
cual unión saque virtud y eficacia de bien hacer a todos
los miembros (22); y ya que salga a lo exterior, sea para
las cosas más universales e importantes, donde tanta mas
I

20. Cita de memoria, y une dos textos del libro de los Pro-
verbios: Da sapienti occasionem, et addetur ei sapien-
tia (9, 9)j Audiens sapiens, sapientior erit (1, 5 ) .
21. Cfr. Ex. 4, 16: Tu autem eris in his quae ad Deum per-
tinent (Vulgata).
9
22. Cfr. Constituciones, n 723.

155
lumbre y vigor tendrá el entendimiento, cuanto menos espar-
cido estuviere. Asi que este provecho es grande, de aliviar
al superior en esta parte, para luego poder durar: que si
Dios no continuase el milagro, parece seria imposible que,
o el no dejase de hacer lo que debria, o, si no lo dejase
ni tuviese quien le ayudase, que no dejase presto la vida
(23). Otro provecho hay también en que el secretario procu-
re entender y atender a las cosas aun generales, y es que
mejor hará su oficio propio de escribir, entendiendo lo que
se hace y se trata.

2. Conocer las personas, y acomodarse a ellas, sien-


do de fuera de la Compañía.- Ultra desta solicitud común,
veniendo a los particulares, es necesario que, para escri-
bir prudentemente, procure de conocer la persona a quien se
escribe, y advertir sus cualidades, para acomodarse a ellas
en lo que se puede, ahora sea de fuera de la Compañía, aho-
ra della.
Si es de fuera, la prudencia dicta que a personas en
lo temporal grandes, se escriba con más reverencia; a difí-
ciles y ásperas, con más blandura y más retenidamente; a
rudes y groseras, más abiertamente; a ingeniosos, con más
diligencia; a doctos,con más sabor de doctrina; a ocupados,
breve; a desocupados, más largamente, si quisiere; a perso-
nas alegres, más alegremente; a humanas (24), más sin es-
crúpulo; a severos, con más severidad; a tristes, con de-
mostración de tristeza; a ciertos amigos, con más confian-
za; a inciertos, más recatadamente, y con tales con letras
breves es de tentar su voluntad, demostrándoles amor etc.;
a iguales, con más familiaridad; a poco conocidos, con res-
peto y graciosamente, sin demasiado bajarse; a inferiores,
con mucha humanidad, no como de lugar alto, sino igual o
inferior, etc. Y adviértase que comúnmente en las primeras

23. Cfr. Constituciones, n* 799.


24. "Humanas", en el sentido de personas que sienten soli
daridad con sus semejantes, y son benévolas y compren
sivas con ellos.

156
cartas es necesario más miramiento, en especial con las
personas no conocidas; y procúrese que parezca la causa,
que mueve a escribirles, pía.

3. Con los de la Compañía cómo se procede según las


naturas de las personas.- Asimesmo requiere la prudencia
que se procure el conocimiento de las personas de la Compa-
ñía, para acomodarse a sus cualidades: que también a los
doctos, prudentes, ocupados, es bien escribir con más bre-
vedad y destreza, ni es al propósito gastar con ellos mu-
chas razones ni consejos comunes. Hay otros más celosos del
servicio de Dios que prudentes, o, aunque sean prudentes,
por tener el entendimiento en un cierto modo oprimido con
las muchas ocupaciones, no miran mucho en lo que les sería,
para su fin, provechoso; y a los tales el consejo es más
necesario, y el avisarles o acordarles lo que debrían ha-
cer. Hay otros tan sensibles, que casi no es menester to
caries con la espuela, o a lo menos, se requiere para ello
mana; otros, tan hervientes y entremetidos, que les es ne-
cesario el freno; otros, más fríos, que es menester esca-
lentarlos con exhortaciones, etc.; otros, pusilánimes, que
fácilmente con las contradicciones y con ver que no les sa-
le el fruto de su trabajo cual deseaban, desmayan, y es me-
nester animarlos y confortarlos. Algunos se llevan mejor
por loa moderada, como personas bien inclinadas y de enten-
dimiento; otros, por reprensiones, como son los menos inge-
niosos (25) y prudentes y sujetos a pasiones; pero siempre
es menester mezcla de blandura, ..y tomar en el escribir tal
persona, de quien reciba la reprensión mejor. Así, en el
conformarse a otras varias disposiciones se ejercita la
prudencia del que escribe.

4. Saber los accidentes que ocurren.-^ Ultra del co-


nocer las naturas varias de las personas, débense diligen-
temente considerar los accidentes que se descubren por las

25. "Henos ingeniosos", es decir: de menos talento, o me


nos inteligentes. Polanco usa siempre la palabra "in
genio" en el sentido de "talento".

157
letras, o que otros no refieren, de su disposición de áni-
mo; y asi consolar al que se muestra afligido, quietar al
tentado, animar al flaco, etc., poniendo en la llaga de ca-
da uno propios emplastos para curarla.

5. Tener información de las personas de la Compañía.


Para lo dicho en el tercero y cuarto punto, es menester te-
ner en cuenta con las personas de la Compañía, haciendo que
escriban de todas partes los nombres de los estudiantes, y
la información dellos, lo cual se tendrá en un libro, para
que, cuando menester fuere, se haga recurso a él, y se tome
luz, para escribir lo que cumple, o si fuese bien trasferir
de una parte en otra, o despedir, etc. (26).

6. Mirar la cualidad del que escribe, y escribir en


persona de quien más aproveche.- Mírese la persona que es-
cribe, quién es, y qué grado tiene para con aquellos a
quienes escribe, qué amistad, autoridad etc., para que vaya
todo conforme a las circunstancias dichas. Y véase si seria
mejor que la letra vaya en nombre del Prepósito, si se re-
quiere autoridad, o del mesmo secretario, o de otro alguno
de casa o fuera. Y es menester que, en juzgar cuál persona
convenga mas, se use prudencia, y que después, en vestirse
de cualquiera persona que se juzgare idónea, se guarde el
decoro, etc. En las cartas comunes y de no mucha importan-
cia es bien que el secretario escriba en su persona, antes
que en la del Prepósito, porque asi no seria menester que
viese tales cartas el superior, habiendo dicho lo que quie
re se escriba; y cuando algo se faltase, seria menos incon-
veniente, que si en persona del Prepósito se faltase; y se-
rian más deseadas y de más autoridad las que el Prepósito
en su persona escribiese (27).

7. Moderación en alabar y reprender.- Adviértase


que en el hablar de sí y sus cosas, y aun de la Compañía,

26. Cfr. Constituciones, nn. 676, 792.


27. Ibidem, n» 801.

158
especialmente a personas de fuera della, sea moderado; y en
alabar y reprender, muy circunspecto, sin sospechar de li­
sonja ni odio, etc.

8. Tener bien entendidos los negocios y estados de­


llos.- Hasta aquí se ha dicho de lo que mira la prudencia
acerca de las personas. Pero cuanto a las cosas o negocios
que se tratan, es menester tener bien entendido el estado
dellas en cada parte adonde se comenzó la obra, el origen y
suceso della, los que la sustentan y favorecen etc. Para
ello ayudarán los libros donde parecerán todas estas cosas,
y debrán tener un índice. Constará también esto, de mano en
mano (28), por las cartas que es menester se escriban con­
tinuamente, al modo dicho arriba, y que, si se descuidan,
se les reduzca a la memoria por el secretario; y a estos
libros o cartas, si algo ocurre de importancia, se podrá
hacer recurso, para refrescar la memoria.

9. Mirar si proceden bien y avisar, etc.- Ahora e-


llos lo pidan, ahora no, es menester mirar su modo de pro­
ceder, y notar si se hallase en él alguna falta para sus
fines, y avisarlos que dejen o tomen los medios que acá pa­
recieren mejores. Y parece cierto que es muy grande la ayu­
da que se les podría dar de acá, si, conocidas las cosas
particulares, y miradas como de un lugar superior, se les
diese aviso, cuando algo se hubiese de continuar o dejar, o
de nuevo tomar o moderar, etc. Y si, por la ignorancia de
muchas particulares circunstancias, no constase acá lo que
sería mejor, podría dárseles, a lo menos, este recuerdo:
que mirasen este peligro o esta ventaja, etc. Porque muchos
de los que tratan las cosas,están tan metidos en los parti­
culares dellas, confesando o predicando, etc., que les es
difícil levantarse con la mente, sobre todo lo que tratan,
para mirar por los medios mejores; bien que cada uno, como
arriba se dice, debría esforzarse a mirar esto por sí, digo
el proceso de toda su obra, para disponer y ordenar los me­
dios mejores, etc.

28. "De mano en mano" • de unos a otros.

159
10. De las instrucciones para proceder en las empre-
sas espirituales.- La instrucción general de cómo debe
proceder uno de la Compañía, y la particular que se da del
modo que debe especialmente guardarse en unas y otras tie-
rras o negocios, es de gran importancia; y ésta procure el
secretario enviar conforme a la orden del Prepósito. Y si
fuesen las personas tales que se dejasen olvidar, avisarles
la miren, etc. (29).

11. Del mudar lugares o negocios.- Mire también si


hay razón para hacer mudar la persona de un lugar a otro, o
de un negocio a otro, acudiendo adonde se espera probable-
mente que sera más Dios servido y el prójimo ayudado; y pre
séntese la cosa al superior, y, conforme a lo que juzgare,
se les podría escribir. Lo mesmo entiendo de salirse, ad
tempus, de la tierra.

12. Lo que se debe escribir, todo se escriba. No


responder, a veces es buena respuesta.- Generalmente el
secretario escriba y responda a todo lo que cumple, no se
dejando olvidar. Y para tantas cosas no sirve la memoria;
sirvan los memoriales, donde están los puntos sobre que se
ha de escribir. Pero la prudencia determina también aquí a
que cosas se haya o no se haya de responder; que para algu-
nas demandas .el no responder es buena respuesta; para otras
es menester responder, y satisfacer de palabras, como mejor
se pueda, cuando no se puede por obras. En el enviar enco-
miendas es de mirar también lo que conviene a la persona
que escribe y a quién se escribe.

13. El modo que en algún género de letras se debe


guardar.- En letras donde se da consejo o se manda algo, y
en las exhortatorias, etc., porque se habla en
lugar alto, es mucho de considerar en cuya persona y como
se escriben; que con dificultad sufre nuestra natura, supe-

29. Cfr. Constituciones, nn. 616, 629, 630, 632.

160
rior (30), y más blanduras ha menester esta cosa, si un i-
gual escribe a otro igual, que si fuese superior. Con todo
ello, en toda reprensión debe mezclarse algo dulce, porque
temple la acerbidad que se siente naturalmente cuando se
muestra su vicio a cualquiera. Mírese también el modo en
las peticiones: que quien pide, siempre se hace inferior,
especialmente en las cosas no de su género honestas (31),
como es el consejo, sino medias, como son las temporales a-
yudas,que en éstas es aun mas modestia necesaria. Y adviér-
tase que no se gaste demasiado tiempo en mostrar su mise-
ria; que menos voluntad se suele tener de socorrer a los
que muestran sentir demasiado su miseria. Y, en general, ú-
sese la destreza posible para no ofender, antes hacer bené-
volas las personas.

3. NODO DE HACER BIEN EL OFICIO

Hubiendo dicho del oficio del secretario, queda con-


siderar cómo hará este oficio, en modo que sea a mayor glo-
ria divina y mayor utilidad de la Compañía y mayor mérito
suyo.

1. Intención recta.- Para esto primeramente el se-


cretario tenga la intención recta de hacer su oficio since-
rísimamente por el servicio de Dios nuestro Señor y bien de
los prójimos, y por hacer la santa obediencia.

2. Estimar su oficio, etc.- Entienda cuánto sea es-


te oficio, si bien se trata, importante para el fin nuestro
del divino servicio y bien de todos aquellos con quien se
trata, como se verá por las utilidades arriba dichas; y asi

30. El hipérbaton es duro: nuestra natura con dificultad


sufre [alguno que le sea] superior.
31. "Honestas", en el sentido de: decentes,correspondien-
tes al estado y calidad de la persona.

161
mismo para el propio mérito, participando todo el bien de
todos, y teniendo ocasión de ser especialmente amado de to-
dos los de la Compañía y encomendado en sus oraciones, etc.
Asi que ha de tener en grande estima su oficio, y desear,
con gran voluntad, de hacerlo bien.

3. Desconfiarse de si y confiar en Dios.- Torne o-


tra vez con el entendimiento a ver cuánto es arduo tal ofi-
cio, con tantas personas de varios grados, en varias mane-
ras dispuestas: que parece humana prudencia ni otras partes
naturales, aunque se tuviesen, no bastarían para excusar
muchas faltas. Y de tal conocimiento abájese en si con una
desconfianza humilde de poder hacer con sus fuerzas lo que
se debe. Y, junto con esto, levántese en esperanza grande
que las ha de suplir Dios nuestro Señor, siendo la obra en
sí tal, y tomada por amor suyo y del prójimo, y en virtud
de la obediencia.

4. Oración, etc.- - Con tal intención, deseos y con-


fianza en Dios nuestro Señor, haga oración especial cada
día para este fin; y siendo sacerdote, encomiéndese a Dios
especialmente en sus sacrificios, pidiendo gracia para bien
hacer su oficio.

5. Tener éste por negocio principal.- Tenga éste


por su negocio principal, y si es menester, desembarácese
de otras ocupaciones, por atender a las de su oficio.

6. Una tabla de las cosas de su oficio.- Acuérdese


de las reglas de su oficio,y tenga una tabla dellas delante/
para refrescar la memoria leyendo en ella.

9. Considerar y rever.- Para bien notar las letras,


especialmente si importasen, dé tiempo al considerar lo que
escribe y rever y enmendar.

162
10. Ayúdese de otros.- Ultra de su consideración,
ayúdese del parecer de otros, si es menester, como en las
cosas de importancia.

11. Noticia de lenguas.- También debria tener co-


gnición de las lenguas, especialmente latina, española, i-
taliana: o, si no, que las aprendiese mejor, con su orto-
grafía.

12. Uso e imitación de los que bien escriben.- Tam-


bién se requiere pratica del modo de escribir, que se ad-
quiere con uso y con observación de algunos que lo hacen
mejor, viendo aun algunas letras de santos, como Bernardo y
otros, para ayudarse en la imitación. Y no seria mal, a
quien no lo hubiese hecho, mirar algunos de los que mejores
preceptos dan del arte epistolar.

1S. Buena letra.- La pluma también seria de ejerci-


tar en hacer buena letra, puntuada, legible y correcta. Y
quien no está en todo esto tan adelante que baste, procure
mejorarse, poniendo en ello competente estudio, por amor de
Jesucristo nuestro Criador y Señor.

16. Elevar a Dios la mente.- Antes que se ponga a


escribir cualquier cosa, en especial si es de importancia,
procure elevar la mente a Dios,ofreciendo a su honra y glo-
ria lo que quiere hacer, junto con los méritos de Cristo, y
suplicándole ayuda para que se escriba fructuosamente lo
que se ha de escribir por su amor y por la obediencia. Y
asi no habrá carta ni cosa de tan poco peso, que haga con
tal intención de claridad y obediencia, que no sea merito-
ria de la vida eterna.

17. Presteza adquirida con uso.- No debe ser tan


presto en escribir, que, por dar menos tiempo, haga mal lo

163
que a su oficio conviene. Con todo ello, procure, con buen
uso, de adquirir facilidad. La presteza también se requiere
en asentar en los libros, sin dejar pasar mucho tiempo, lo
que se ha de asentar.

22. Conservar la salud y devoción,- Guárdese de


otros inconvenientes en su persona: cuanto al cuerpo, tra-
bajando demasiado con daño de la salud; cuanto al ánima,
distrayéndose mucho y dejando la oración, etc., que no se
debe dejar, aunque se acorten alguna vez las devociones.

22.- No se mudar fácilmente, y que haya subordinación


en los que atienden,- Porque se requiere prática para ha-
cer bien este oficio, especialmente por la parte que toca a
la inteligencia de los negocios y prudencia de tratarlos,
si se hallase uno a quien no faltasen las partes competen-
tes, no debria mudarse fácilmente, a lo menos el principal;
ni aun los coadjutores (32), porque se van haciendo práti-
cos con el uso,y no es menester gastar tanto tiempo en ins-
truirlos, y hácenlo mejor. Y porque donde hay muchos, si
falta orden, hay confusión, es menester que los inferiores
estén subordinados al que tiene el cargo principal, para o-
bedecerle en las cosas de su oficio, sin hacer de su cabeza
nada contra lo que a él le parece; aunque puedan y deban a-
vísarle en lo que juzgan no está bien, después de mirar
bien en ello.

32. Es decir, los ayudantes. Sobre los ayudantes de Polan-


co 8n la secretaría cfr. SCHURHAMMER, G., "Die Anfange
des Romischen Archivs der Gesellshaft Jesu (1538 -
1548)", en Gesarrmelte Studien, III (Roma-Lisboa 1964),
pp. 469-488.

164
CENTRUM IGNATIANUM SPIRITUALITATIS - C P . 9048 - 00100 ROMA (Italia]

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