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2º. El auto del Juzgado 1 Civil del Circuito de VILLAVO, de fecha 17 de Abril de
1989, ORDENANDO: “DECRÉTASE EL EMBARGO Y SECUESTRO DE LAS
MEJORAS QUE SE RELACIONAN EN EL ANTERIOR PEDIMENTO, LAS
CUALES SE ENCUENTRAN EN EL PREDIO DENOMINADO LA PICOTA,
ubicado en Miraflores, Municipio de San José del Guaviare, Comisaria del
Guaviare, cuyos linderos insertos en la petición y demás características del citado
predio, se dan por incorporados en este auto. Para el Cumplimiento de esta
diligencia, se comisiona al Señor Juez Promiscuo Territorial de Miraflores
(Vaupés), a quién se le librará despacho con insertos. El comisionado queda
ampliamente facultado para designar secuestre de lista, notificarlos y
posesionarlos.” Firma la Juez YOLANDA PINEDA PEREZ. Toda vez que para
esta fecha se conocía perfectamente que el predio la PICOTA NO TENIA TITULO,
y además por estar dentro de los inmueble baldíos de la nación NO SON OBJETO
DE NINGUNA MEDIDA CAUTELAR, por lo que se entiende que están por fuera
del comercio de los particulares, y solo pueden ser objeto de OCUPACION PERO
PARA FINES EXCLUSIVAMENTE DE PRESERVACION DE LA FLORA, FAUNA,
Y FUENTES HIDRICAS DE LA NACION. Si se observa en derecho como se emite
este auto soportado con el escrito del abogado de la parte demandante, se
observa claramente la ligereza en la orden impartida por el Juzgado, y que dio
para que en la diligencia de secuestro se cometieran otras irregularidades.
5º. Por lo tanto, entre los muchos actos ilegales están: la solicitud de avaluó de
los bienes, la del la liquidación del crédito, el señalamiento de la fecha de remate,
y la audiencia de remate. es decir prácticamente todo el procedimiento de las
decisiones del juzgado que tienen directa relación con el remate de los bienes
están viciados de nulidad absoluta, hoy ya insubsanables.
6º. Otros actos nulos en derecho realizados por el juzgado 1 civil del circuito de
VILLAVO esta en el cuaderno de reconstrucción del expediente del proceso
ejecutivo singular, demandante FRANCISCO, contra SACRAMENTO, por que en
este procedimiento actúa el Dr. PASTOR JAVELA en calidad de apoderado del
demandante en sustitución que le hiciera el Dr. WINSTON, quien era el apoderado
titular del Sr. FRANCISCO, quien falleció en el año 2009, para seguridad por
afirmación de una de sus herederas para el 9 de agosto del 2009 ya era una
persona fallecida. luego estas actuaciones del Dr. JAVELA en que condiciones y
legalidad se deben considerar y al amparo de que norma?
7º. Con base en las anteriores peticiones del DR. JAVELA, el JUZGADO CIVIL
DEL CIRCUITO DE VILLAVO, profirió un auto del 8 de noviembre del 2010, y
realizo una audiencia el 2 de diciembre del 2010, donde se profiere un auto que
ordena el comisorio para la entrega del inmueble la picota, todos estos actos son
nulos en pleno derecho por violar desde el art. 29 de la constitución política de
Colombia hasta todo el ordenamiento procesal civil, en lo que respecta a la
actuación de los abogados en representación de su cliente, en lealtad a la justicia,
y más aun, con pleno conocimiento del fallecimiento del Sr. FRANCISCO.
T-175/94
Fecha once (11) de mil novecientos noventa y
cuatro (1994).
Expediente T-25598.
Actores MARINA TORRES DE URUETA.
Ponente ANTONIO BARRERA CARBONELL.
Decisiones impugnadas contra la sentencia de junio ocho (8) de
1993 del JUEZ CUARTO MUNICIPAL
DE CARTAGENA.
Autores de las decisiones JUEZ CUARTO MUNICIPAL DE
CARTAGENA
No obstante, para la Corte también es claro que esa certeza que impone la cosa
juzgada no constituye un valor absoluto frente a la vigencia y defensa de los
derechos fundamentales, de suerte que si está de por medio la protección de tales
valores, procede la tutela contra sentencias que sean el resultado de una "vía de
hecho", lo cual ocurre cuando el juez la adopta contrariando ostensiblemente el
contenido y voluntad de la ley o desconociendo ritualidades cuya observancia
consagran una garantía del derecho de defensa de las partes en el proceso. La
cosa juzgada como resultado de una vía de hecho, pierde su valor de decisión
intangible y poco vale como cosa juzgada. Cuando la Carta dispone que los jueces,
en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley (art. 230), está
consagrando, además del principio de autonomía de los demás órganos del poder
público, también el principio de legalidad, en razón del cual, toda su conducta está
dirigida y sometida por la norma que le diseña y demarca su actividad
jurisdiccional. Sobre este punto tuvo ocasión la Corte de pronunciarse en
providencia de la Sala Novena de Revisión: "Aunque esta Corte declaró
inexequible el artículo 40 del decreto 2591 de 1991, la doctrina acogida por esta
misma Corporación, ha señalado que es procedente la acción de tutela cuando se
ejerce para impedir que las autoridades públicas, mediante vías de hecho, vulneren
o amenacen derechos fundamentales"
"...lo que el juez hace o exige debe estar conforme a la ley y a la determinación del
derecho. Según esto, hay que pronunciarse judicialmente de conformidad con lo
que en el proceso se propone y se aprueba, todo bajo el imperio de la ley, que es
la que faculta taxativamente a la autoridad judicial para actuar dentro del proceso.
Luego el juez debe proceder según estos criterios y no según su propio arbitrio"1.
También ha señalado la Corte, que como supuesto que autoriza y justifica la tutela,
no puede admitirse cualquier irregularidad procesal, que como tal, carece de la
virtualidad para considerar la decisión como el resultado de una vía de hecho, y
menos - por supuesto - cuando para contrarrestarla existen instrumentos jurídicos
aducibles como medio de defensa. Sobre el punto se pronunció recientemente:
"Pero debe dejarse en claro que no es simplemente una irregularidad procesal la
causa que puede justificar la medida excepcional de la tutela, si para superarla se
dan por la ley instrumentos suficientes y adecuados para enmendar y superar sus
efectos, como ocurre con los recursos, las nulidades y otras medidas que provee el
Estatuto Procesal, porque entonces la tutela sería tan sólo otro mecanismo
adicional de esa misma laya, lo cual contraría la intención constitucional (art. 86),
que le asignó la condición de remedio judicial de carácter excepcional y subsidiario,
de manera que "esta acción sólo procederá cuando el afectado no disponga de
otro medio de defensa judicial, salvo que aquélla se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable"2
La Corte Suprema de Justicia admite que, excepcionalmente, el juez de tutela
pueda pronunciarse sobre la decisión judicial proferida por el juez del conocimiento
"sin motivo legal, sin valoración probatoria y sin dar oportunidad a la revisión por un
ad-quem u otro órgano superior, no obstante encontrarse ella prevista en la ley".
Con la reserva que posteriormente se formulará, la Corte Constitucional prohija
plenamente este aserto, por las razones que a continuación se exponen.
4.1 El acto judicial es la concreción de voluntad del órgano judicial que traduce el
ejercicio de la competencia atribuida por la ley, de modo que si se dicta
vulnerándola, deviene nulo y así podrá ser declarado como consecuencia de la
impetración de los respectivos recursos.
La vía de hecho predicable de una determinada acción u omisión de un juez, no
obstante poder ser impugnada como nulidad absoluta, es una suerte de vicio más
radical aún en cuanto que el titular del órgano se desliga por entero del imperio de
la ley. Si la jurisdicción y la consiguiente atribución de poder a los diferentes
jueces, se hace con miras a la aplicación del derecho a las situaciones concretas y
a través de los cauces que la ley determina, una modalidad de ejercicio de esta
potestad que discurra ostensiblemente al margen de la ley, de los hechos que
resulten probados o con abierta
preterición de los trámites y procedimientos establecidos, no podrá imputarse al
órgano ni sus resultados tomarse como vinculantes, habida cuenta de la
"malversación" de la competencia y de la manifiesta actuación ultra o extra vires de
su titular.
Si este comportamiento - abultadamente deformado respecto del postulado en la
norma - se traduce en la utilización de un poder concedido al juez por el
ordenamiento para un fin no previsto en la disposición (defecto sustantivo), o en el
ejercicio de la atribución por un órgano que no es su titular (defecto orgánico), o en
la aplicación del derecho sin contar con el apoyo de los hechos determinantes del
supuesto legal (defecto fáctico), o en la actuación por fuera del procedimiento
establecido (defecto procedimental), esta sustancial carencia de poder o de
desviación del otorgado por la ley, como reveladores de una manifiesta
desconexión entre la voluntad del ordenamiento y la del funcionario judicial,
aparejará su descalificación como acto judicial.
4.2 El acto judicial que en grado absoluto exhiba alguno de los defectos
mencionados, atenta contra la pax publica y por fuerza se convierte en socialmente
recusable. El juez que lo expidió, desconociendo los presupuestos objetivos y
teleológicos del ordenamiento, pierde legitimación - en cierto sentido, se
"desapodera" en virtud de su propia voluntad - y no puede pretender que la
potestad judicial brinde amparo a su actuación o le sirva de cobertura. El principio
de independencia judicial no se agota en vedar injerencias extrañas a la función
judicial, de manera que ella se pueda desempeñar con autonomía, objetividad e
imparcialidad; alude, también, a la necesaria relación de obediencia que en todo
momento debe observar el juez frente al ordenamiento jurídico, el cual constituye,
como lo expresa la Constitución, la fuente de sus poderes y su única servidumbre.
El Juez que incurra en una vía de hecho, no puede esperar que al socaire de la
independencia judicial, sus actos u omisiones, permanezcan incólumes. En este
evento en el que se rompe de manera incontestable el hilo de la juridicidad, los
jueces de tutela están excepcionalmente llamados a restaurar esa fidelidad a la ley
de la que ningún juez puede liberarse sin abjurar de su misión. Solo en este caso,
que por lo tanto exige la mayor ponderación y la aplicación de los criterios de
procedencia más estrictos, es dable que un juez examine la acción u omisión de
otro.
4.3 La vinculación que los órganos del Estado deben al derecho, obliga a
desestimar y proscribir las acciones judiciales que se logren identificar como vías
de hecho.
Sentencia T-231/94
Fecha MAYO 13 DE 1994
Expediente T-28325
Actores SEGUROS ALFA S.A.
Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Decisiones impugnadas Sala Civil de Decisión del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santa Fe
de Bogotá, por considerar que ésta,
mediante providencias del 16 de marzo
de 1993 y del 7 de septiembre del
mismo año,
Autores de las decisiones Sala Civil de Decisión del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santa Fe
de Bogotá.
Obiter dicta.
4. La Corte Suprema de Justicia admite que, excepcionalmente, el juez de tutela
pueda pronunciarse sobre la decisión judicial proferida por el juez del
conocimiento "sin motivo legal, sin valoración probatoria y sin dar oportunidad a la
revisión por un ad-quem u otro órgano superior, no obstante encontrarse ella
prevista en la ley". Con la reserva que posteriormente se formulará, la Corte
Constitucional prohija plenamente este aserto, por las razones que a continuación
se exponen.
4.1 El acto judicial es la concreción de voluntad del órgano judicial que traduce el
ejercicio de la competencia atribuida por la ley, de modo que si se dicta
vulnerándola, deviene nulo y así podrá ser declarado como consecuencia de la
impetración de los respectivos recursos.
La vía de hecho predicable de una determinada acción u omisión de un juez, no
obstante poder ser impugnada como nulidad absoluta, es una suerte de vicio más
radical aún en cuanto que el titular del órgano se desliga por entero del imperio
de la ley. Si la jurisdicción y la consiguiente atribución de poder a los diferentes
jueces, se hace con miras a la aplicación del derecho a las situaciones concretas y
a través de los cauces que la ley determina, una modalidad de ejercicio de esta
potestad que discurra ostensiblemente al margen de la ley, de los hechos que
resulten probados o con abierta preterición de los trámites y procedimientos
establecidos, no podrá imputarse al órgano ni sus resultados tomarse como
vinculantes, habida cuenta de la "malversación" de la competencia y de la
manifiesta actuación ultra o extra vires de su titular.
Si este comportamiento - abultadamente deformado respecto del postulado en la
norma - se traduce en la utilización de un poder concedido al juez por el
ordenamiento para un fin no previsto en la disposición (defecto sustantivo), o en el
ejercicio de la atribución por un órgano que no es su titular (defecto orgánico), o en
la aplicación del derecho sin contar con el apoyo de los hechos determinantes del
supuesto legal (defecto fáctico), o en la actuación por fuera del procedimiento
establecido (defecto procedimental), esta sustancial carencia de poder o de
desviación del otorgado por la ley, como reveladores de una manifiesta
desconexión entre la voluntad del ordenamiento y la del funcionario judicial,
aparejará su descalificación como acto judicial.
4.2 El acto judicial que en grado absoluto exhiba alguno de los defectos
mencionados, atenta contra la pax publica y por fuerza se convierte en
socialmente recusable. El juez que lo expidió, desconociendo los presupuestos
objetivos y teleológicos del ordenamiento, pierde legitimación - en cierto sentido,
se "desapodera" en virtud de su propia voluntad - y no puede pretender que la
potestad judicial brinde amparo a su actuación o le sirva de cobertura. El principio
de independencia judicial no se agota en vedar injerencias extrañas a la función
judicial, de manera que ella se pueda desempeñar con autonomía, objetividad e
imparcialidad; alude, también, a la necesaria relación de obediencia que en todo
momento debe observar el juez frente al ordenamiento jurídico, el cual constituye,
como lo expresa la Constitución, la fuente de sus poderes y su única servidumbre.
5.4 La prevalencia del derecho sustancial (CP art. 228), como criterio de
interpretación es inmanente al estado social de derecho. En este sentido, el
control meramente formal de la vía de hecho, no refleja esta profunda necesidad
de eficacia que el ordenamiento en su conjunto reclama, y con mayor énfasis de
sus mecanismos depuradores. El control de la vía de hecho es un instrumento
para enfrentar y someter a la arbitrariedad judicial. Es evidente que la morfología y
la naturaleza de la técnica de control, si lo que se pretende es su eficacia - lo que
debe darse por descontado - debe ser correlativa y proporcional, por lo menos, a
las características del fenómeno que se desea contrarrestar. Si la arbitrariedad
judicial puede ser formal y material, su control sólo formal, no sólo es recortado
sino que en sí mismo anticipa una grave impunidad, generando, por contera un
oprobioso privilegio consistente en poder violar el ordenamiento jurídico.
“El debido proceso constituye una garantía infranqueable para todo acto en el que
se pretenda -legitimamente- imponer sanciones, cargas o castigos. Constituye un
límite al abuso del poder de sancionar y con mayor razón, se considera un
principio rector de la actuación administrativa del Estado y no sólo una obligación
exigida a los juicios criminales”
Corte Constitucional. Sentencia T-1263 del 29 de noviembre de 2001.
“La importancia del debido proceso se liga a la búsqueda del orden justo. No es
solamente poner en movimiento mecánico las reglas de procedimiento y así lo
insinuó Ihering. Con este método se estaría dentro del proceso legal pero lo
protegible mediante tutela es más que eso, es el proceso justo, para lo cual hay
que respetar los principios procesales de publicidad, inmediatez, libre apreciación
de la prueba, y, lo más importante: el derecho mismo.
El debido proceso que se ampara con la tutela está ligado a las normas básicas
constitucionales tendientes al orden justo (para ello nada más necesario que el
respeto a los derechos fundamentales); ello implica asegurar que los poderes
públicos constituidos sujeten sus actos (sentencias, actos administrativos) no
solamente a las normas orgánicas constitucionales sino a los valores, principios y
derechos y este sería el objeto de la jurisdicción constitucional en tratándose de la
tutela”.
(T- 280 de 1998).
En sentencia C-339 de 1996, se estableció, que : “El derecho al debido proceso
es el conjunto de garantías que buscan asegurar a los interesados que han
acudido a la administración pública o ante los jueces, una recta y cumplida
decisión sobre sus derechos. El incumplimiento de las normas legales que rigen
cada proceso judicial genera una violación y un desconocimiento del mismo.”
La Corte Constitucional, en sentencia T-1263 del 29 de noviembre, alude que: “El
debido proceso constituye una garantía infranqueable para todo acto en el que se
pretenda legítimamente imponer sanciones, cargas o castigos. Constituye un
límite al abuso del poder de sancionar y con mayor razón, se considera un
principio rector de la actuación del Estado y no sólo una obligación exigida a los
juicios criminales”
PETICIONES
Por las razones antes expuestas, solicito manera respetuosa, revocar la decisión
adoptada por el tribunal superior del distrito judicial de VILLAVO, sala civil, y en
consecuencia, tutelar el derecho al debido proceso, y la protección del medio
ambiente y recursos naturales aludidos con la acción de tutela.
NOTIFICACIONES
Atentamente,
CARLOS FERNANDEZ
C. C. No.6.066.114 de VILLAVO.
T. P. No.84-332 C. S. J.